DOMINGO DE RAMOS

LA PASION SEGÚN MARCOS
El Domingo de Ramos es el comienzo solemne
de la Semana Santa: Cada año recordamos los grandes misterios de nuestra
salvación. El Hijo de Dios asumió nuestra condición humana para hacerse
solidario con nosotros. Y ofreció su vida para que nosotros pudiéramos
reconciliarnos con el Padre. Hemos observado domingo a domingo cómo fue
aumentando el odio de los enemigos de Jesús. Cada uno de sus gestos en favor de
los enfermos y excluidos fue interpretado de manera negativa; cada una de sus
palabras fue sacada de contexto y manipulada. Sus enemigos ya habían decidido
liquidarlo; solamente esperaban el momento propicio para echarle mano pues
temían desafiar la furia de sus seguidores.
Analicemos cuáles fueron
las circunstancias que acompañaron la entrada de Jesús en Jerusalén: Jesús se
dirige a la capital religiosa e histórica de Israel para llevar a término la
misión que le había sido confiada. Cada año los judíos se reunían en la ciudad
santa para celebrar la Pascua, que era la conmemoración de la liberación de
Egipto. A la alegría de la fiesta religiosa y del reencuentro con los familiares
y amigos, se unía un clima de tensión política, pues los judíos se encontraban
sometidos al poder romano. Y era apenas natural que las celebraciones de la
liberación de la esclavitud de Egipto alimentaran los sentimientos
nacionalistas y el anhelo de independencia. Jesús, que conocía profundamente el
alma popular, escogió precisamente este momento para entrar en Jerusalén. Es el
Mesías, descendiente de David, que entra en su capital. Pero ¡de qué manera lo
hace! El pueblo esperaba que el Mesías entrara en Jerusalén como un nuevo
David, con la solemnidad propia de los grandes desfiles militares: uniformes de
gala, música marcial, hermosos caballos. En verdad, Jesús entra triunfalmente
en Jerusalén. El texto evangélico lo corrobora: muchos alfombraban el camino
con sus mantos, otros con ramas cortadas de los árboles, la gente gritaba. Pero
se trata de una entrada triunfal al revés: Jesús no entra haciendo alarde de
poder; entra humildemente en un burro, que es un animal sin pretensiones. Con
este estilo quiere corregir los imaginarios sobre el Mesías y da un giro
radical a las expectativas sobre el nuevo orden que ha anunciado en su
predicación por los pueblos y campos, y que va a sellar con la sangre que
derramará en la cruz. La gente sencilla, libre de prejuicios, es capaz de ver
en ese personaje que entra en un burro al descendiente del rey David. Por el
contrario, los fariseos, enceguecidos por el odio, ven en él a un peligroso
subversivo al que hay que eliminar. Las pasiones políticas y religiosas, así
como los prejuicios sociales, ciegan nuestra capacidad de juzgar y nos llevan a
decisiones equivocadas.
Al iniciar la Semana Santa los invito a no
ser simples espectadores de estos acontecimientos que cambiaron la historia del
mundo y el sentido de nuestras vidas: Que nuestra actitud interior sea la de
participantes activos, coprotagonistas de los misterios que celebramos.
Que en esta Semana Santa no nos comportemos
como despreocupados espectadores, sino que nos involucremos activamente en las
celebraciones, degustemos los textos bíblicos, dejémonos interpelar por ese
Jesús, Hijo de Dios, que firmó con su sangre un pacto de amor que nunca
caducará.
R.P. Roland Vicente Castro Juárez
BENDICION DE LOS RAMOS
Dios todopoderoso y
eterno, santifica con tu bendición estos ramos, y, a cuantos vamos a acompañar
a Cristo Rey aclamándolo con cantos, concédenos, por medio de él, entrar en la
Jerusalén del cielo. El, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
EVANGELIO DE LA ENTRADA DEL SEÑOR
Lectura del santo evangelio según san Marcos 11, 1-10
Cuando se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, junto al monte de
los Olivos, Jesús mando a dos de sus discípulos, diciéndoles: “Vayan a la aldea
de enfrente y, en cuanto entren, encontraran un pollino atado, que nadie ha
montado todavía. Desátenlo y tráiganlo. Y si alguien les pregunta porque lo
hacen, contéstenle: “El Señor lo necesita, y lo devolverá pronto”.
Fueron y encontraron el pollino en la calle atado a una puerta; y lo
soltaron. Algunos de los presentes preguntaron: “¿Qué hacen desatando el
pollino?”. Ellos les contestaron como había dicho Jesús; y se lo permitieron.
Llevaron el pollino, le echaron encima los mantos, y Jesús les monto. Muchos
alfombraron el camino con sus mantos, otros con ramas cortadas en el campo. Los
que iban delante y detrás, gritaban: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre
de Señor! ¡Bendito el Reino que llega, el de nuestro padre David! ¡Hosanna en
el cielo!
ANTIFONA DE ENTRADA Mt 21, 9
Hosanna al Hijo de
David, bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel. Hosanna en
el cielo.
ORACION
COLECTA
Dios
todopoderoso y eterno, que hiciste que nuestro Salvador se encarnase y
soportara la cruz para que imitemos su ejemplo de humildad, concédenos,
propicio, aprender las enseñanzas de la pasión y participar de la resurrección
gloriosa. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 50, 4-7.
Mi Señor me ha dado una lengua de discípulo,
para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me despierta el
oído, para que escuche como los discípulos.
El Señor me abrió el oído y yo no resistí ni me
eché atrás: ofrecí la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que
tiraban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos.
El Señor me ayuda, por eso no sentía los
ultrajes: por eso endurecí el rostro como roca, sabiendo, que no quedaría
defraudado.
SALMO
RESPONSORIAL (Sal 21)
Dios
mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?
Al verme, se burlan
de mí, hacen muecas, menean la cabeza: “Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre, si tanto lo quiere”. R
Me acorrala una
jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores: me taladran las manos y
los pies, puedo contar mis huesos. R
Se reparten mi ropa,
echan a suertes mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven
corriendo a ayudarme. R
Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de
la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alábenlo; linaje de Jacob,
glorifíquenlo témanlo, linaje de Israel. R
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los Filipenses 2, 6-11.
Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo
alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despejó de su rango y tomó la
condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre
cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de
cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el
“Nombre-sobre-todo-nombre”; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se
doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame;
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO Flp 2,
8-9
Cristo, por
nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso, Dios
lo levanto, sobre todo y le concedió el “Nombre-sobre-todo-nombre”.
EVANGELIO
Escuchemos atentamente la
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 22,
14—23, 56.
PASIÓN
DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN MARCOS 14,1-15,47.
Pretendían prender a Jesús
traición y darle muerte.
C.- Faltaban. dos días para la Pascua y de los Panes Ácimos. Los
sumos sacerdotes y los escribas andaban buscando el modo de arrestar a con
engaños y darle muerte. Pero decían:
S.
-No durante las fiestas; podría amotinarse el pueblo.
Se ha adelantado a embalsamar mi
cuerpo para la sepultura
C.
Estando Jesús en Betania, en casa de Simón, el leproso, sentado a la mesa,
llegó una mujer con un frasco de perfume muy caro, de nardo puro; quebró el
frasco y lo derramó en la cabeza de Jesús. Algunos comentaban indignados:
S.
-¿A qué viene este derroche de perfume?. Se podía haber vendido por más de
trescientos denarios para dárselo a los pobres.
C.
Y regañaban a la mujer. Pero Jesús replicó:
+
-Déjenla, ¿por qué la molestan? Lo que ha hecho conmigo está bien. Porque a los
pobres los tienen siempre con ustedes y pueden socorrerlos cuando quieran; pero
a mí no me tienen siempre. Ella ha hecho lo que podía: se ha adelantado a
embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Les aseguro que, en cualquier parte del
mundo donde se proclame el Evangelio, se recordará también lo que ha hecho ésta
mujer.
Prometieron dinero a Judas
Iscariote
C.
Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos sacerdotes para
entregarles a Jesús. A1 oírlo, se alegraron y le prometieron dinero. El andaba
buscando ocasión propicia para entregarlo.
¡Donde está la habitación en la
que voy a celebrar la Pascua!
C.- El primer día de los ácimos, cuando se sacrificaba el Cordero
Pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
S.
- ¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?
C.
-Él envió a dos discípulos diciéndoles:
+
Vayan a la ciudad, encontraran un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo,
y en la casa en que entre, díganle al dueño: «El Maestro pregunta: ¿Dónde está
la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?». Él les mostrara en el piso de arriba una sala
grande y bien alfombra. Prepárennos allí la cena”.
C.
Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había
dicho y prepararon la cena de Pascua.
Uno de ustedes me va a entregar
C.- Al atardecer fue él
con los Doce. Estando a la mesa comiendo dijo Jesús:
+
-Les aseguro, que uno de ustedes me va a entregar: uno que está comiendo
conmigo.
C.
Ellos, consternados, empezaron a preguntarle uno tras otro:
S.
-¿Seré yo?
C.
Respondió:
+
-Uno de los Doce, el que está mojando en la misma fuente que yo. El Hijo del Hombre
se va, como está escrito, pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del Hombre!;
¡más le valdría no haber nacido!”.
Esto es mi cuerpo, esta es mi
sangre, sangre de la alianza.
C.
Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo
dio diciendo:
+
-Tomen, esto es mi cuerpo.
C.
Y tomando en sus manos una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio y
todos bebieron. Y les dijo:
+
-Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Les aseguro, que
no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en
el Reino de Dios.
Antes que el gallo cante dos
veces, me habrás negado tres
C. Después de cantar el salmo, salieron para el Monte de los
Olivos. Jesús les dijo:
+
-Todos ustedes se van a escandalizar, como está escrito: “Heriré al pastor y se
dispersarán las ovejas.». Pero cuando resucite, iré antes que ustedes a
Galilea.
C.
Pedro replicó:
S. -Aunque todos te abandonen, yo no.
C. Jesús le contestó:
+ -Te
aseguro, que tú hoy, esta noche, antes que el gallo cante dos veces, me habrás
negado tres.
C. Pero él insistía:
S.
-Aunque tenga que morir contigo, no te negaré.
C. -Y los demás decían lo mismo.
Empezó a sentir terror y angustia
C. Fueron a un huerto, que llaman Getsemaní, y dijo a sus
discípulos:
+
-Siéntense aquí mientras voy a orar.
C. Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir terror
y angustia, y les dijo:
+
“Me muero de tristeza: quédense aquí velando”.
C. Y, adelantándose un poco, se postró en tierra pidiendo que, si
era posible, se alejase de él aquella hora; y dijo:
+
-¡Abba! (Padre): tú lo puedes todo, aparta de mí ese cáliz. Pero no lo que yo
quiero, sino lo que tú quieres.
C. Volvió, y al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro:
+
-Simón, ¿duermes?, ¿no has podido velar ni una hora? Velen y oren, para no caer
en la tentación; el espíritu es decidido, pero la carne es débil.
C. De nuevo se apartó y oraba repitiendo las mismas palabras.
Volvió, y los encontró otra vez dormidos, pues sus ojos se cerraban de sueño. Y
no sabían qué contestarle. Volvió y les dijo:
+
“Todavía están dormidos y descansando? ¡Basta ya! Ha llegado la hora; miren que
el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense,
vamos! Ya está cerca el que me va a entrega.
Arréstenlo y llévenlo bien
custodiado
C.
Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de los doce, y con él
gente con espadas y 'palos, mandada por los sumos sacerdotes, los escribas y
los ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles:
S. -Al que yo bese, ese es: arréstenlo y llévenlo bien
custodiado.
C. Y en cuanto llegó, se acercó y le dijo:
S.
-¡Maestro!
C. Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo arrestaron. Pero uno de
los presentes, desenvainando la espada, de un golpe le cortó la oreja al criado
del sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les dijo:
+ -¿Han
salido a prenderme con espadas y palos, como a caza de un bandido?. A diario
estaba enseñando en el templo, y no me detuvieron. Pero, que se cumplan las
Escrituras.
C.
Y todos lo abandonaron y huyeron. Lo iba siguiendo un muchacho envuelto sólo en
una sábana; y le echaron mano; pero él, soltando la sábana, se les escapó
desnudo.
¿Eres tú, el Mesías, el Hijo de
Dios bendito?
C.-
Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote, y se reunieron todos los sumos
sacerdotes los escribas y los ancianos. Pedro lo fue siguiendo de lejos, hasta
el interior del palacio del sumo sacerdote; y se sentó con los criados a la
lumbre para calentarse. Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban un
testimonio contra Jesús, para condenarlo a muerte; y no lo encontraban. Pues,
aunque muchos daban falso testimonio contra él, los testimonios no concordaban.
Y algunos, poniéndose de pie, daban testimonio contra él diciendo:
S. -Nosotros le hemos oído decir: «Yo destruiré este templo,
edificado por hombres, y en tres días construiré otro no edificado por
hombres.».
C. Pero ni en esto concordaban los testimonios. El sumo sacerdote
se puso en pie en medio e interrogó a Jesús:
S. - ¿No tienes nada que responder?, ¿Qué son estos cargos que
levantan contra ti?
C. Pero él callaba, sin dar respuesta. El sumo sacerdote lo
interrogó de nuevo preguntándole:
S. -¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?
C. Jesús contestó:
+ -Sí
lo soy. Y verán que el Hijo del Hombre está sentado a la derecha del
Todopoderoso y que viene entre las nubes del cielo.
C.
El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras diciendo:
S. -¿Qué necesidad tenemos ya testigos?. Han oído la blasfemia.
¿Qué dicen?
C. Y todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a
escupirlo, y tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían:
S. –“Adivina quien fue”
C.
Y los criados le daban bofetadas.
No conozco a ese hombre de quien
ustedes hablan.
C.- Mientras Pedro estaba abajo en el patio, llegó una criada del
sumo sacerdote y, al ver a Pedro calentándose, lo miró fijamente y dijo:
S. -También tu andabas con Jesús el Nazareno.
C.
Él lo negó diciendo:
S. -Ni sé ni entiendo lo que quieres decir.
C. Salió fuera, a la entrada, y un gallo canto. La criada, al
verlo, volvió a decir a los presentes:
S. -Este es uno de ellos.
C. Y él lo volvió a negar. Al poco rato también los presentes
dijeron a Pedro:
S. -Seguro que eres uno de ellos, pues eres galileo.
C. Pero él se puso a echar maldiciones y a
jurar:
S. -No conozco a ese hombre de quien ustedes hablan.
C. Y en seguida, por segunda vez, cantó el gallo. Pedro se acordó
de las palabras que le había dicho Jesús: «Antes de que cante el gallo dos
veces, me habrás negado tres», y rompió a llorar”.
¿Quieren que les suelte al rey de
los judíos?
C.- Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes con los ancianos,
los escribas y el sanedrín en pleno, se reunieron y, atando a Jesús, lo
llevaron y lo entregaron a Pilatos.
Pilato le preguntó:
S. -¿Eres tú el rey de los judíos?
C.
El respondió:
+ -Tú lo dices.
C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le
preguntó de nuevo:
S.
-¿No contestas nada?. Mira de cuántos cargos presentan contra ti.
C. Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba muy
extrañado. Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en
la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio
en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato
les contestó:
S. -¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?.
C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por
envidia. Pero los sumos sacerdotes alborotaron a la gente para que pidieran la
libertad de Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:
S. -¿Qué hago con el que llaman rey de los judíos
C. Ellos gritaron de nuevo:
S. -Crucifícalo.
C. Pilato les dijo:
S. -Pues ¿qué mal ha hecho?
C. Ellos gritaron más fuerte:
S. –“¡Crucifícalo!”.
C. Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a
Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.
Le pusieron una corona de
espinas, que habían trenzado.
C.- Los soldados se lo llevaron al interior del palacio -al
pretorio- y reunieron a toda la tropa. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una
corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:
S.
– “¡Salve, rey de los judíos!”
C.
Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se
postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron el manto de color púrpura y
le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo.
Llevaron a Jesús al Gólgota y lo
crucificaron
C.- Y a un tal Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo,
que al regresar de campo pasaba por allí, lo obligaron a llevar la cruz de
Jesús. Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «La Calavera»),
y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se
repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada
uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero estaba escrita la
causa de su condena: EL REY DE LOS JUDIOS. Crucificaron con él a dos bandidos,
uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: -
«Lo consideraron como un malhechor.»
A otros ha salvado, y a si mismo
no se puede salvar
C.- Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
S.
-¡Eh, tú que destruías el tempo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti
mismo bajando de la cruz.
C. Los sumos sacerdotes con los escribas se burlaban también de
él diciendo:
S. -A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar. Que el
Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.
C. También los que estaban crucificados con él lo insultaban.
Jesús, dando un fuerte grito,
expiro.
C.- Al llegar el mediodía toda La región quedó en tinieblas hasta
la media tarde. Y a la media tarde, Jesús clamó con voz potente:
+
-Eloí, Eloí, lamá sabaktaní.
C.- Que significa:
+
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
C.
Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S.
-Mira, está llamando a Elías.
C.
Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña,
y le daba de beber diciendo:
S. -Déjenlo, a ver si viene Elías a bajarlo.
C.
Y Jesús, dando un fuerte grito expiró.
Todos se arrodillan y se hace una
pausa
C.- El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El
centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:
S. –Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.
C.- Había también unas mujeres que miraban desde lejos; entre
ellas María Magdalena, María la madre de Santiago el Menor y de José y Salomé,
que cuando él estaba en Galilea, lo seguían para atenderlo; y otras muchas que
habían subido con él a Jerusalén.
José rodo una piedra a la entrada
del sepulcro
C.- Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del
sábado, vino José de Arimatea, noble magistrado, que también aguardaba el Reino
de Dios; se presentó decidido ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato
se extrañó de que hubiera muerto ya; y, llamando al centurión, le preguntó si
hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el centurión, concedió el
cadáver a José. Este compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la
sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una roca, y rodó una piedra a la
entrada del sepulcro. María Magdalena y María, la madre de José, observaban
dónde lo ponían.
PLEGARIA
UNIVERSAL
Acudamos a Jesús, nuestro Rey y Mesías, nuestro único Salvador, y
sabiendo que sube a Jerusalén para continuar nuestra liberación, definitiva,
salgamos a su paso diciendo: R.- Bendito el que viene en nombre del Señor.
1.- Porque das a tu iglesia el privilegio de vivir y contemplar los
misterios de tu amor. R.
2.- Porque, consumando tu obra redentora, borraste los pecados del
mundo. R.
3.- Porque, haciéndote hombre, hiciste de nuestra historia una historia
de salvación universal. R.
4.- Porque fuiste capaz de padecer hasta el extremo y de aceptar con
confianza la voluntad de Dios, tu Padre.
R.
5.- Porque visitas a los agonizantes, das la vida eterna a los
difuntos, y nos regalas el don de la esperanza que no falla. R.
6.- Porque no permites acompañarte en tu sacrificio, en tu banquete y
en tu victoria pascual. R
Adéntranos, Señor, en el misterio de tu amor, haz que te descubramos
presente en nuestras vidas como el enviado de Dios, escucha nuestras oraciones
de alabanza, suplica y acción de gracias. Tú que vives y reinas por los siglos
de los siglos.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, que por la
pasión de tu unigénito se extienda sobre nosotros tu misericordia y aunque no
la merecen nuestras obras, que con la ayuda de tu compasión recibirla en este
sacrificio único. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Mt 26, 42
Padre mío, si este cáliz
no puede para sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Saciados con
los dones santos, te pedimos, Señor, que, así como nos has hecho esperar lo que
creemos por la muerte de tu Hijo, podamos alcanzar, por su resurrección, la
plena posesión de lo que anhelamos. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 25: Is 42, 1-7; Sal 26; Jn 12, 1-11
Martes 26: Is 49, 1-6; Sal 70; Jn 13, 21-33.36-38.
Miércoles 27: Is 50, 4-9ª; Sal 68; Mt 26, 14-25.
Jueves 28: Misa Crismal: Is 61, 1-3a.6a.8b-9; Sal 88;
Ap 1, 5-8; Lc 4, 16-21.
Celebración de la Cena del Señor: Ex 12, 1.8.11-14; Sal 115; 1Co 11, 23-26; Jn
13, 1-15.
Viernes 29: Pasión de Cristo: Is 52, 13-53, 12; Hb 4,
14-16; 5, 7-9; Jn 18, 1—19, 42.
Sábado 30: Gn 1, 1-2, 2; Sal 103; Gn 22, 1-18; Mc 16,
1-7.
Domingo 31: Hch 10, 34ª.37-43; Sal 117; Col 3, 1-4.
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mc 14,
01-15, 47
Par:
/Mt/26/01-13 /Lc/22/01-02 /Jn/12/02-11
1. /Mc/15/01-39. J/PASION.
El relato de la pasión y muerte de Jesús, que
constituye, al parecer, la parte más antigua de la tradición evangélica, fue
contado primero y escrito después, desde la fe de los testigos y para la fe de
la iglesia. Por lo cual no debemos leerlo como un informe de los hechos
desnudos, sino más bien como la interpretación de estos hechos a la luz de la
experiencia pascual y del anuncio de los profetas del AT. Ni la tradición
formulada ya sustancialmente en la predicación apostólica, ni los evangelistas
que la recibieron, pretenden hacer una llamada al sentimiento o a la
admiración, presentando patéticamente al "héroe" de la tragedia que
sufre en silencio. No; hacen, eso sí, una apelación a la fe, a nuestra fe. Su
interés, eminentemente teológico, se centra en el significado de la pasión de
Jesús como acto supremo de la historia de salvación. Si la cruz es para los
"griegos" una necesidad y un escándalo para los "judíos",
es para los creyentes la revelación de la misma sabiduría y de la fuerza de
Dios.
V.1.- El sanedrín, tribunal supremo de los
judíos, tenía varias razones para entregar a Jesús a los romanos: En primer
lugar, el sanedrín, aunque podía sentenciar la pena de muerte, no podía
ejecutarla sin que fuera confirmada por el procurador romano, y esto era
evidentemente lo que deseaba. En segundo lugar, si conseguía implicar a los
romanos en el proceso, podría contar también con su guarnición militar para
hacer frente a la eventual oposición del pueblo. Por último, si Jesús moría
ajusticiado por los romanos, sería clavado en una cruz; esto contribuiría en gran
manera a desfigurar la imagen del Nazareno: todos verían en el crucificado a un
hombre que había sido antes arrojado de la comunidad de Israel y ahora padecía,
bajo el poder de los romanos, la muerte que éstos solían dar a los esclavos.
Por estas razones, apenas despuntó el día, cuando comenzaba, según el derecho
romano, el tiempo hábil para administrar justicia, el sanedrín llevó a Jesús
ante Pilato.
V.3.- Los mismos jueces que habían condenado
a Jesús por blasfemo, según ordenaba que se hiciera la Ley de Moisés, lo
denuncian ahora ante Pilato por hacerse llamar "Rey de los judíos".
La pregunta de Pilato supone tal acusación. Conociendo la proverbial
liberalidad de los romanos en cuestión religiosa y el desprecio que Pilato
sentía por las convicciones judías, era de esperar la maniobra del sanedrín. Y
si éste le había condenado ya por blasfemo, también era de esperar que Pilato
lo condenara por ir contra el César. Y aunque Jesús no era ni blasfemo ni
agitador político, lo cierto es que murió por ambas causas. Por eso y porque
era inocente, la muerte de Jesús en la cruz es la denuncia y la condena tanto
de la institución religiosa como del poder político.
V.5.- Jesús no se defiende. Jesús calla
porque sabe que ha llegado su "hora" y que tiene que morir para que
se cumpla la voluntad del Padre. Jesús calla para que todo suceda conforme a lo
que habían anunciado los profetas del Siervo de Yavé (Is 53, 7). Pero Pilato,
que no conoce ni la "hora" ni la voluntad de Dios, se extraña.
V.8.- Pilato quiere desembarazarse de todo
este asunto, pero elige un mal camino: abandona el terreno de la estricta
justicia y entra en el de las negociaciones con la gente soliviantada y
manipulada por la mala voluntad de los sumos sacerdotes. Marcos supone que un
grupo de zelotes, aprovechando el indulto que solía concederse con ocasión de
la pascua, había acudido al pretorio para pedir la libertad de Barrabás. Este
no era un vulgar ladrón, sino un preso político, un zelote o nacionalista
exaltado que había matado a un hombre en una revuelta contra los romanos. Los
otros dos "ladrones" que serían crucificados con Jesús eran también
probablemente zelotes, pues sabemos que el historiador judío Flavio Josefo
llama así a todos los zelotes. "Barrabás" quiere decir "hijo del
padre", y su nombre completo era Jesús Barrabás. Pilato propone a Jesús de
Nazaret como candidato para el indulto pascual, pero el pueblo elige al otro
Jesús. Sustitución significativa: Jesús, el hijo amado del Padre, muere en
lugar de Barrabás. Por otra parte, Jesús, que era inocente, no hubiera aceptado
un indulto; pero es que además convenía que el Inocente muriera por todos los
culpables y en solidaridad con todos aquellos que padecen persecución por su
amor a la justicia.
Vemos cómo el proceso de Jesús, quizás indebida
pero inevitablemente, se politiza. Hasta el punto que el título o la causa de
su condena será: "Jesús Nazareno, Rey de los judíos".
v.19.- Después de haber azotado a Jesús, la
soldadesca se divierte con él haciendo gala de su corto ingenio y de su gran brutalidad.
El gobernador romano lo había presentado al pueblo como Rey de los judíos: los
soldados encuentran en ello un buen motivo para mofarse de Jesús y de los
judíos. Los excesos de estos mercenarios en un rincón del pretorio están en la
misma línea que las torturas que se perpetran en tantas comisarias contra todos
los derechos humanos.
V.21.- El único que ayudó a Jesús a llevar la
cruz fue un hombre que venía del campo, un campesino que se llamaba Simón. Este
era padre de Alejandro y Rufo. Aunque este dato no añade para nosotros nada
importante, tiene sentido si pensamos que Marcos escribió su evangelio en Roma
y para los fieles romanos, entre los cuales vivía Rufo con su madre (Rm. 16,
13). El encuentro de Simón con Jesús, camino del Calvario, fue para él y toda
su familia una hora de gracia.
V.23.- La mezcla de vino con mirra se daba a
los ajusticiados, y era una especie de analgésico. Jesús, que estaba dispuesto
a beber hasta la última gota del cáliz que el Padre le había preparado, no
quiere disminuir en nada su conciencia en aquella hora suprema. Por eso rechaza
el vino mezclado con mirra.
V.32.- Cuando levantaron a Jesús, clavaron en
la cabecera de la cruz el letrero de la acusación, que hasta ese momento había
llevado colgado al cuello. Entonces empezaron a desfilar sus enemigos en son de
triunfo y, meneando la cabeza, unos le recordaban su amenaza al templo y otros
lo denunciaban como falso Mesías. Se repite, pues, la doble acusación: de
blasfemo y de sedicioso político.
V.33.- Los profetas ven en el oscurecimiento
del sol una señal que acompaña siempre al juicio de Dios (Am 8, 9; Is 13, 10;
50,3; Jer 15, 9; Jl 2, 10; 3, 4; 4, 15). Según esto se trataría aquí de la
manifestación de la ira de Dios contra la ciudad y el pueblo que asesina al
Mesías que le ha sido enviado.
V.34.- Con estas palabras comienza el salmo
22 (21), que tiene un sentido mesiánico. En su contexto original no implican
ninguna duda, ni hay porqué suponerla en la situación de Jesús. Pero son aquí
la expresión de aquella inmensa soledad, en la que sólo puede encontrarse el
que se ha hecho responsable de todo y en favor de todos delante de Dios. V.36.-
Uno de los soldados tiene un gesto de condolencia, le ofrece a Jesús una
esponja empapada con agua y vinagre. Las palabras con las que acompaña su gesto
son desconcertantes. Mateo las pone en boca de los otros soldados (27, 49).
V.37.- Según Lucas no se trataría de un grito
inarticulado, sino de estas palabras: "Padre, en tus manos encomiendo mi
espíritu" (Lc 23, 46; cfr. Sal 31, 6).
V.38.- El sentido salvador de la muerte de
Jesús se muestra inmediata- mente, y el que parecía vencido comienza a dar
señales de victoria: el velo del templo se rasga. Se acabó el viejo culto y los
privilegios de los sacerdotes; ahora todos tienen acceso a la presencia de Dios
en Jesucristo (cfr. Jn 4, 21-24; Heb 5, 19s; 9, 8; 10, 19s).
V.39.- Durante cuatro horas, este capitán que
comanda el piquete de cuatro soldados que custodian a los reos, ha podido ver
el comportamiento de Jesús durante su agonía. Ha visto también lo que ha
sucedido en el momento de su muerte, cuando se ha oscurecido el sol. Y aunque
este fenómeno pudo ser causado naturalmente por el viento siroco, el capitán,
valorando todos los hechos y acordándose del proceso y de lo que en él se dijo,
confiesa: "Realmente este hombre era Hijo de Dios". Con ello quiere
decir que el ajusticiado era inocente y que no era un embaucador, también que
no era sin más un hombre cualquiera. El grano de trigo ha caído en tierra, ha
muerto, y ahora comienza a brotar la espiga. La muerte no acaba con Jesús ni
con la causa de Jesús.
EUCARISTÍA 1985/15
2.-
RASGOS PECULIARES DE LA PASIÓN SEGÚN SAN MARCOS. J/PASION/Mc
Literariamente tiene un carácter netamente
descriptivo en el que resalta la simplicidad y concreción de la catequesis
primitiva.
Es una narración de una crudeza a veces
desconcertante. No fue un interés biográfico, histórico o edificante el que
motivó este relato. Sin embargo, Marcos aporta gran cantidad de precisiones
históricas. Para él la pasión y la muerte de Jesús no son un mito. Han dejado
su huella en la historia, en el tiempo y en un lugar real: el joven que sigue a
Jesús después del arresto en Getsemaní (14, 51-52); José de Arimatea (15, 43);
Pilato que manda comprobar la muerte de Jesús (15, 44-45).
Los hechos se suceden en un estilo
descarnado, se acentúa el carácter dramático y se detiene en pormenores que los
otros evangelistas o atenúan u omiten. Así en Getsemaní el miedo, la angustia,
la triple petición al Padre para que le libere, el abandono en la cruz. La
narración de Marcos extrema la emoción y la tensión. Utiliza las palabras que
indican el grado extremo de horror y sufrimiento. Pero esto no le es obstáculo
para que, al mismo tiempo, Jesús se dirija al Padre con palabras de ternura y
confianza incondicionales: Abbá, Padre.
En el relato de Marcos hay una progresiva
acentuación de los títulos mesiánicos: Hijo del hombre, Mesías, Rey de los
judíos.
Progresión que culmina en la profesión de fe
de un pagano, el centurión: "Realmente este hombre era Hijo de Dios"
(15, 19).
El evangelio de Marcos se caracteriza por el
secreto y el silencio acerca de Jesús Mesías. Pide secreto e impone silencio a
los demonios y a los enfermos curados. Este silencio durante la vida, se
convierta en la pasión en soledad total. Nadie le acompaña. Todos le abandonan.
Pero a medida que llega la muerte, el silencio y la soledad terminan y es
proclamado Hijo de Dios y Mesías. Jesús, ante el sanedrín, se proclama por
primera vez Mesías (14, 62) y por ello es condenado a muerte. Al morir se rasga
el velo del templo. Es el judaísmo que, a su manera, reconoce la divinidad de
Jesús. La tradición sobre el velo que se rasga ve en este hecho la execración
del templo.
Esta imagen de Jesús en su pasión que nos
ofrece Marcos, quizá esté más cerca de la sensibilidad y gusto del hombre de
hoy. El libro de los Hechos y las Cartas presentan la pasión y la resurrección
con fórmulas fijas y esquematizadas. De ellas deducen las enseñanzas
soteriológicas y parenéticas. En cambio, los evangelios presentan los hechos
como relatos biográficos variados y complejos, aunque en orden a una doctrina.
El relato de la pasión según Marcos tiene una
finalidad claramente teológica. Proclama el acontecimiento central de la
redención en orden a creer en la divinidad de Cristo. Nos invita a reflexionar
sobre los sentimientos y actitudes de los actores del drama. La actitud de
Jesús es de obediencia. Se siente como el realizador de las expectativas
mesiánicas mediante el sufrimiento y la muerte como siervo de Yavhé. Esta
realidad, tan difícil de comprender para los discípulos durante la vida de
Jesús, a la luz de la Pascua pierde su oscuridad. La comunidad primitiva ve en
ella el elemento central del misterio de la salvación e hizo de ella, junto con
la resurrección, el tema central de la predicación. El relato de la pasión y
resurrección que hoy figura al final de las narraciones evangélicas, en
realidad constituyó la base y el punto de partida de la primera enseñanza
apostólica.
La actitud de los fariseos es una actitud de
obstinación. A la auto-presentación de Jesús, como príncipes de paz, se
contrapone la dureza extrema de los sacerdotes y fariseos que no sólo no acogen
al enviado, sino que traman su muerte. El juez-Pilato quiere salvar a Jesús
desde una actitud política y sin comprometerse. No consigue su propósito. El
pueblo pide la muerte de Jesús. Barrabás queda libre porque en su lugar se
crucifica a Jesús. Se concede la vida a Barrabás porque Jesús muere en su
lugar. Así nosotros somos llamados a la vida por la muerte de Cristo.
PERE FRANQUESA - MISA DOMINICAL 1985/07
3.- Claramente más breve que los relatos
paralelos, el Evangelio de la Pasión en San Marcos se limita a la estructura
esencial de los acontecimientos. Eso no obstante, está compuesto por diversos
elementos: puede distinguirse, en efecto, una fuente no semítica (14, 1-2,
10-11, 17-21, 26-31, 43-46, 53; 15, 1, 3-5, 15a, 21-24, 26, 29-30, 34-37, 39,
42-46) y una fuente de inspiración semítica y de origen probablemente petrino
(14, 3-9, 12-16, 22-25, 32-42, 45-52; 15, 2, 6-14, 15b-20, 25, 27-28, 31-33,
38, 40-41). Las preocupaciones doctrinales de estas dos fuentes afloran con
mucha frecuencia. La segunda, por ejemplo, refleja la preocupación por subrayar
el aislamiento de Cristo y las burlas y los sarcasmos a los que Cristo
corresponde con el silencio.
* * * *
a) En esta línea subraya el aislamiento cada
vez más completo del Señor, quien ha perdido ya la aceptación de que había sido
objeto por parte de las multitudes y de sus allegados, y la Pasión le acarreará
el abandono de sus propios discípulos. Cada vez que Mateo nos presenta a Jesús
"con" los suyos (Mt. 26, 36; 26, 40; 26, 51), puede afirmarse que
Marcos no repite esa fórmula. En Getsemaní, quienes hubieran debido velar con El
se duermen (Mc.14, 50), y, para ridiculizar esa huida, Marcos atribuye un
interés particular al episodio el joven que huye completamente desnudo (Mc. 14,
51-52). El aislamiento de Cristo se trasluce a lo largo de toda la sesión del
sanedrín: mientras que se encuentran falsos testigos contra El (Mc. 14, 56-60),
mientras que Pedro proclama su contratestimonio (Mc. 14, 62-71), no queda más
que un solo testigo para atestiguar "por dos veces" (Mc. 14, 72,
exclusivo de Marcos), como requería la ley judía, en favor de Jesús: el pobre
gallo. El aislamiento de Jesús es, por tanto, absoluto. Hasta su mismo Padre le
abandonará (Mc. 15, 34-35), mientras sus discípulos se mantendrán "a
distancia" (Mc. 15, 40).
b) El evangelista subraya igualmente el
silencio de Cristo durante su proceso (Mc. 14, 61; 15, 3-4). Al contrario que
Lucas y Juan, no recogerá más que una palabra de Cristo en la cruz, fiel en
esto a su plan de subrayar el "secreto mesiánico" (Mc. 5, 43; 7, 24;
9, 30). Con ese silencio, Jesús quiere significar la distancia que separa su
misión real de lo que las gentes entienden por ella, y el misterio de su
persona de los títulos que se le atribuyen. Marcos se detiene en la descripción
de las burlas y sarcasmos de que Cristo es objeto (Mc. 15, 16-20, 29-32; cf.
también 5, 40; 6, 2). Siempre ha sido sensible a la oposición de los jefes (Mc.
3, 6, 22), y especifica cómo esa oposición ha llevado a Cristo a la muerte (14,
53-64).
* * * *
El tema del aislamiento silencioso de Cristo
es el eco de la forma en que Marcos defiende la dignidad mesiánica de Jesús en
medio de los ultrajes más escandalosos. La contraposición entre el rey de los
judíos y un revoltoso homicida, la burlesca entronización real de Jesús en la
sala del cuerpo de guardia, las burlas alrededor de la cruz aíslan a Jesús en
sus pretensiones mesiánicas. Pero justamente cuando ha llegado al colmo de ese
aislamiento hasta en la muerte es reconocido por "Hijo de Dios" (15,
39) en una profesión de fe que, por sí sola, anula todas las mofas de la
multitud y favorece que se constituya un grupo de discípulos (15, 40-43); estos
últimos no estarán distantes de Cristo y muy pronto formarán su Iglesia.
MAERTENS-FRISQUE - NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA
CRISTIANA III - MAROVA MADRID 1969.Pág. 234 s.
4.- J/ABANDONADO
La pasión según Marcos es la pasión del
abandonado. Todos lo abandonan: la gente alegre del día de ramos, los
discípulos, Pedro... ¡y hasta el Padre! Nunca se sintió Jesús tan incomprendido
y tan solo, entregado a la soldadesca (¡el Hijo de Dios cubierto de esputos y abofeteado!)
y tratado como culpable por los jefes religiosos.
Desciende hasta lo más profundo de la soledad
humana. El, que hablaba, que había venido para hablarnos, se calla. Son
impresionantes dos observaciones de Marcos: "¿No contestas nada?",
dice el sumo sacerdote; "¿No respondes?", le dice Pilato. Silencio de
Jesús. Hay momentos en los que Jesús no tiene nada que decir, nada que
decirnos. Indicó lo que era, señaló el camino por donde le podemos seguir. Si
no lo seguimos, ¿qué puede decirnos ya? - ¿No me respondes? - No. Estás
demasiado lejos. Sólo se está cerca de mí por medio de actos de amor y de
coraje.
Si no seguimos a Jesús más que escuchando
religiosamente sus palabras o predicándolas con elocuencia, sin ponerlas en
práctica, somos de los que lo abandonan. Es una verdad muy dura que nos negamos
a aceptar. La meditación de esta pasión tiene que ponernos ante la exigencia
fundamental del evangelio: sólo se "sigue" a Jesús haciendo lo que él
pide.
Pasión de los abandonos y del terrible
silencio de Jesús. Pero también pasión de los tres gritos:
- ¿Eres tú el mesías, el hijo del bendito? -
¡Lo soy!, grita Jesús, rompiendo el secreto sobre su mesianidad y su gloria.
Encadenado, humillado, revela finalmente lo
inaudito: "Vais a ver cómo el hijo del hombre toma asiento a la derecha
del todopoderoso, y cómo viene entre las nubes del cielo". Aquello no
podía aceptarse, en aquel lugar y ante aquellos sacerdotes, más que como una
blasfemia. Pero ¿y nosotros? ¿Con qué fe lo miramos nosotros, en este momento?
Jesús grita en la cruz su confianza: "¡Dios mío, Dios mío!".
Y lo hace luchando contra el sentimiento más
terrible de abandono: "¿Por qué me has abandonado?". Palabra preciosa
que ofrece a los que bajan a esos abismos. Si no hubiera llegado hasta allá,
¿sería el Enmanuel prometido, el Dios con nosotros? Jesús, contigo puedo gritar
en medio del abandono, pero contigo quiero decir también: "¡Dios
mío!" donde creía que ya no podía decirlo.
El tercer grito de esta pasión es aquél al
que nos conduce Marcos desde el comienzo de su evangelio. Decir: "¡Tú eres
Dios!" no a aquel que electrizaba a la gente, al que fue transfigurado,
sino al condenado en la cruz. Una muerte tal que el centurión gritó:
"Realmente este hombre era Hijo de Dios". Es el lector del evangelio
el que dice esto al final de esta pasión. Pero una vez más: es inútil decirlo,
si esto no nos cambia.
ANDRE SEVE - EL EVANG. DE LOS DOMINGOS -
EDIT. VERBO DIVINO ESTELLA 1984.Pág. 111
5.- Mc/PASION:
Los relatos de la pasión no son simple
crónica o página histórica, son catequesis de la comunidad, meditación e
interpretación teológica de los sufrimientos y la muerte de Cristo. Se busca
justificación y sentido a estos hechos, que serán iluminados desde la Escritura
y la experiencia pascual.
No se trata para nada de un fracaso y de un
engaño. Era un camino marcado y aceptado, un camino que, en conjunto, era
querido por Dios y que terminó siendo salvación para el mismo Cristo y para
todos. El relato es más llamado a la fe que a la compasión.
El evangelio de Marcos que hoy leemos, es el
más cercano a los hechos, el más realista. Marcos nos hace sentir más
intensamente el abandono y el desgarro de Jesús. La cruz termina en «un fuerte
grito». Subraya más la angustia de Jesús, su soledad, el miedo y el abandono de
sus discípulos, la burla de los testigos. Se nota más todo el fracaso de la
cruz, que no se ve iluminada ni por la gloria de Juan o la misericordia de
Lucas o las Escrituras de Mateo. Hay incluso más desconcierto e incredulidad
ante las primeras noticias de la Resurrección.
Pero Marcos también ve en la muerte de Cristo
la confirmación de toda su vida y es el centurión quien repite el gran mensaje
de todo el evangelio: «Realmente este hombre era el Hijo de Dios». - UN AMOR
ASI DE GRANDE - CUARESMA Y PASCUA 1991.Págs. 129
6.-
Mc/15/01-41
En el relato de la pasión tenemos la pieza
literaria más antigua del evangelio. «Acta del martirio» de Jesús. Hay que
leerla en sintonía de corazón y pensamiento con la comunidad apostólica que la
releía como si se hallase presente en torno a la mesa de la fracción del pan.
Los hechos se contemplan con realismo detallado, objetivo. La Iglesia los veía
aureolados de gloria a través de la experiencia pascual. Marcos y los demás
evangelistas prepararon la historia de la pasión con las tres solemnes
predicciones, para hacernos comprender que Jesús la aceptó consciente y
libremente. Obediente al Padre. En acto de servicio por la liberación o
«rescate» de los hombres.
Todos y cada uno de los hechos son
transparencia de doctrina. La pasión es una cristología. Revelación del Hijo de
Dios. Marcos titula su libro: «Principio del evangelio de Jesús, Mesías, Hijo
de Dios» (1,1). Pero mantiene este título en una gran reserva a lo largo de
toda la obra. Hasta que, ante la cruz, sentimos la fe de la Iglesia proclamada
por boca del centurión: «Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios»
(15,39). La Iglesia apostólica, habitualmente perseguida, se veía en la pasión
del Maestro como en un espejo. Muchas circunstancias están redactadas o matizadas
con intención de ejemplaridad. Con especial atención las injurias,
menosprecios, humillaciones, expolio y abandono. El desprecio social y las
vejaciones, más que el derramamiento de sangre, eran la cruz diaria de los
cristianos.
El velo del templo se partió en dos (38). El
hombre ya puede comunicar con Dios sin trabas. Acceso directo al Padre (Heb
10,19s). Sellada con la sangre que es vida, ha comenzado la Nueva Alianza (Mc
14,24).
La cruz redentora y voluntaria es donación de
sí mismo por los demás hasta el límite. Epifanía de un amor infinito (Jn 13,1).
Manifestación, realmente, del Hijo de Dios. Ser cristiano es compromiso de
seguirlo por el mismo camino. La pasión ilumina el misterio que sólo comprenden
los que aman: que la perfección del hombre se realiza plenamente en el
amor-hecho- dolor. San Pablo lo vivió y enseñó (Gál 6,14): «Lo que es a mí,
jamás me gloriaré más que de la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el
mundo quedó crucificado para mí y yo para el mundo».
I. GOMA - LA BIBLIA DIA A DIA - Comentario exegético a las lecturas de
la Liturgia de las Horas - Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981. Pág. 900 s.
7.- /Mc/15/42-47
Sepultura de Jesús. La menciona
explícitamente el más antiguo kerigma o proclamación apostólica (1 Cor 15,4),
como lo hacemos nosotros cuando profesamos la fe: "fue crucificado, muerto
y sepultado...". Ultimo paso en la vertiente dolorosa de los hechos
pascuales. Complemento, testimonio y memoria de la muerte. El relato evangélico
de la pasión tiene una estructura redaccional de tres fases, como muchas «actas
de mártires»: arresto, proceso judicial, muerte violenta. El cadáver del mártir
es sagrado. Parientes, amigos o discípulos cumplen la «buena obra» (Mc 14,6-9),
quizá arriesgada, de enterrarlo con honor y con piedad. El Nuevo Testamento nos
ofrece los casos de Juan Bautista (Mc 6,29) y de Esteban (Hch 8,2).
Maldito según la ley (Dt 21,23 y Gál 3,13),
habrían echado el cuerpo de Jesús a una fosa común. La atrevida decisión de
José de Arimatea, figura muy apreciada por los primeros cristianos, consigue
rescatarlo. Cede generosamente su propio sepulcro. Los que analizan a fondo el
relato evangélico de la pasión ven que, en el momento en que fue redactado,
algunos de los "lugares" en que tuvieron lugar los acontecimientos ya
eran objeto de veneración y centro de celebraciones litúrgicas para la
comunidad cristiana de Jerusalén. Esta hipótesis vale sobre todo para el Santo
Sepulcro. El Santo Sepulcro es «monumento» o memorial de la continuidad
indisociable entre el Jesús de la cruz y el de la gloria. Templo, a la vez, de
la muerte y de la vida. Tres siglos más tarde, una gran construcción basilical
albergó sepulcro y calvario dentro de un mismo recinto. Tuvieron el acierto de
dar a todo el conjunto el nombre de "anástasis": resurrección. La
resurrección es muerte liberadora que ha germinado en vida. Vida
humana-y-divina: trascendente, eterna. La sepultura de Jesús fue la espera
silenciosa de un re-nacimiento universal.
La comprensión profunda del bautismo en la
escuela de san Pablo (Rom 6,4; Col 2,I2) contempla en el gesto significativo de
sumergirse y resurgir del agua el misterio de la asociación personal de cada
uno de los creyentes a la sepultura-y-resurrección de Cristo. Audacia de morir
con él en la misma cruz (Gál 2,19s) y caer en tierra como el grano de trigo (Jn
12,24), seguros por la fe de que el Redentor ha transfigurado su muerte y la
nuestra en un divino nacimiento.
I. GOMA - LA BIBLIA DIA A DIA - Comentario
exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas - Ediciones
CRISTIANDAD.MADRID-1981. Pág. 903 s.
8.- /Mc/14/01-31.
Para comprender esta sección, que tiene como
centro la última cena y que nos introduce en el relato de la pasión, es preciso
que reconstruyamos un trasfondo triple. En primer lugar, la vida entera de
Jesús, cuya cima y cuya revelación al mismo tiempo es la última cena.
Efectivamente, la cena no es un gesto aislado e imprevisto, sino que está
fuertemente arraigado en el contexto evangélico: pone profundamente de
manifiesto el significado del "camino" de Cristo, permitiéndonos
captar la tensión interior que lo dirigió desde el comienzo. En segundo lugar
hemos de tener presente el trasfondo vetero- testamentario (especialmente Is 53
y Ex 24, dos textos con los que hemos de encontrarnos) y la liturgia judía de
la celebración de la pascua.
Y finalmente hemos de tener ante la vista el
marco litúrgico de la comunidad cristiana, en nuestro caso la comunidad de
Marcos. En este trozo del evangelio no nos encontramos solamente con las
palabras y los gestos de Jesús, sino que vemos esos mismos gestos y palabras
encuadrados dentro de la liturgia comunitaria, que es precisamente donde son
recordados y propuestos a la reflexión de los fieles; así pues, palabras del
Señor y reflexiones comunitarias, recuerdo y meditación. Más concretamente
podríamos decir que los gestos y las palabras del Señor se nos han transmitido
dentro de un contexto litúrgico y homilético. Todo esto es ya de suyo
significativo: para las comunidades cristianas el gesto eucarístico no era simplemente
algo que bastaba recibir de la tradición, conservarlo y transmitirlo con la
fidelidad; era más bien un gesto del que había que deducir un juicio sobre la
comunidad.
Por eso mismo el gesto del Señor quedó
inserto dentro de un contexto que llaman homilético, o sea, dentro de un
contexto atento a sacar de él consecuencias para la vida.
-El marco
El marco en que nuestro evangelista (lo mismo
que harán luego Mateo y Lucas) coloca la cena del Señor no es un simple cuadro
exterior, una descripción externa, sino un cuadro que nos encamina ya a la
comprensión del significado interior de aquel acontecimiento.
PAS/JUDIA: Está cerca la pascua de los judíos
(14, 1) y Jesús desea celebrar la cena pascual con los discípulos (14, 14); he
aquí la primera indicación. Con toda probabilidad la pascua fue en su origen la
forma israelita de celebrar las fiestas de primavera, comunes a todos los
semitas nómadas del desierto. Pero un texto del Éxodo (12, ss) relaciona esta
fiesta de pascua con el gesto de Dios que liberó a los hijos de Israel de manos
del faraón, haciendo morir al propio tiempo a los primogénitos de los egipcios.
De esta manera, la fiesta quedó insertada en la historia de la salvación (en su
origen, como hemos dicho, era una fiesta de pastores) y su celebración se vio
enriquecida con gestos altamente evocadores. Un texto del Deuteronomio (16,
1-8) subraya más fuertemente todavía la idea de memoria: "Así te acordarás
del día en que saliste del país de Egipto por todo el tiempo de tu vida."
La fiesta estuvo siempre acompañada de un marco festivo. En tiempos de Jesús la
preparación y el adorno de la sala, el vino y el cordero caracterizaban a la
cena pascual como un banquete de alegría. Se celebraba con gozo la salida de
Egipto y la consecución de la libertad. Pero no se trataba simplemente de una
alegría que tenía su origen en un recuerdo; la fiesta asumió también un
carácter de esperanza. La celebración del gesto liberador de Dios no es
solamente recuerdo del pasado ni es solamente alegría por la libertad que se
posee; es también anticipación de la liberación escatológica. En tiempos de
Jesús era muy viva esta dimensión escatológica. La cena pascual presentaba un
doble aspecto, uno dirigido al pasado y otro al futuro. Pero esta dimensión
escatológica quedaba fácilmente contaminada por las ambiguas esperanzas
mesiánicas del pueblo. Y es aquí precisamente -una vez más- donde radica la
novedad de Cristo: el futuro liberador se anticipa y se significa en una cena
que recuerda la cruz y la ofrenda de amor que en ella se encierra. El camino
mesiánico es el de la cruz. Precisamente en este marco festivo, tan cargado de
esperanzas, es donde llega a su cumplimiento el drama de Jesús. Es un contraste
muy fuerte.
Por eso Marcos no dice solamente que estaba
cerca la pascua: dice además que los fariseos habían decidido "darle
muerte" (14, 1-2), pero andaban buscando la manera de hacerlo sin suscitar
la indignación de la gente. Más adelante Marcos señala una segunda repulsa, la
de Judas (14, 10-11): también Judas aguardaba el momento oportuno para
entregarlo. Así pues, el gesto liberador de Dios tiene lugar en un contexto de
repulsa: Jesús está solo en su gesto de entrega, rechazado. Entre estos dos
episodios de repulsa tiene lugar una escena con los discípulos: el relato de la
mujer que derrama un frasco de perfume precioso sobre la cabeza de Jesús. Pero
también es "discutido" este gesto y Marcos nos recuerda tres
interpretaciones. Algunos ven en este gesto un "derroche": ¡podía
servir para los pobres! ¡Como si Cristo, que va a morir, solo y abandonado de
todos, no fuera un pobre! ¡Como si no fuera justo "derrochar" un poco
de nuestra amistad con él! La mujer, por su parte, ve en aquel gesto -y por eso
lo realiza- un signo de amor y de respeto, quizás de gratitud, probablemente un
reconocimiento mesiánico (mesías quiere decir precisamente ungido, perfumado).
Pero ¿qué mesías? La interpretación de Jesús es la que revela el significado
último, verdadero, del gesto de la mujer (un significado que aquella mujer no
había comprendido): es un anticipo de sepultura. Jesús es un mesías que va a
morir. Este es el pensamiento que domina a Cristo y que los discípulos sin
embargo no saben interpretar.
-Una entrega por muchos
Después de haber contemplado este marco,
concentremos ahora nuestra atención en los gestos y en las palabras de Cristo.
Los gestos de Jesús -incluso prescindiendo de las palabras que les acompañan-
están por sí mismos cargados de significados: el pan partido, el vino rojo, el
pan y el vino repartidos. Todo esto indica la muerte cercana y el don que allí
se encierra: una vida entregada, ése es su significado. Y las palabras que los
comentan no pueden hacer más que aclarar esta idea.
Las palabras de Cristo sobre la copa se
relacionan con la alianza: "La sangre de la alianza". En el libro de
/Ex/24/08, leemos: "Después Moisés tomó sangre, roció con ella al pueblo y
dijo: Esta es la sangre de la alianza". La alianza (ALIANZA/QUE-ES) es, en su aspecto más profundo, el
gesto con que Dios libera a su pueblo y lo elige para sí; también podríamos
decir al revés (las dos formulaciones son equivalentes) que la alianza es el
gesto con que Dios se entrega a su pueblo, dejándose comprometer por él y
convirtiéndose en su liberador y aliado.
Y las palabras que siguen ("derramada
por mucha gente") nos recuerdan a Is 53, en donde el Siervo de Dios
entrega su vida por los muchos que lo rechazan.
Para comprender ese "por muchos"
debemos recurrir además a otra frase de /Mc/10/45, donde el término
"rescate" (que ya hemos tenido ocasión de comentar expresaba la
solidaridad más radical: "solidario con", "en lugar de".
Así pues, todos los elementos (recuerdo de la alianza, referencia a Is 53, el
paralelismo con Mc 10, 45) convergen en la definición del "camino" de
Cristo como un hecho de "comunión"; una vida entregada.
Finalmente, después de la referencia al
Antiguo Testamento y al contexto más amplio, el "por" nosotros
(conservado por todas las tradiciones, incluso por Juan) se comprende en toda
su profundidad únicamente si lo colocamos dentro del contexto de repulsa que
hemos descrito anteriormente: rechazado por nosotros, muere por nosotros. Y
conviene observar que el rechazo no viene solamente de parte de los
"suyos": la traición de Judas y más tarde la negación de Pedro (14,
29-31).
Así pues, la cena es verdaderamente la
revelación de la tensión que ha guiado toda la vida de Cristo (una vida
entregada), es una explicación del ministerio de la encarnación y, en
definitiva, una clave de lectura de la historia de salvación como historia de
comunión. Por eso precisamente decíamos que la cena no es un gesto aislado. No
basta con afirmar que Cristo está presente en el pan y en el vino; es preciso
descubrir allí una vida entregada. Y es preciso tomar parte en ella. Obsérvese
entonces cómo el texto habla de sangre bebida, compartida. De la primera
comunión (la de Dios con nosotros) brota la segunda (la comunión entre nosotros
mismos): el camino de Cristo (una vida entregada) define cuál ha de ser nuestro
seguimiento.
Una última indicación: "No volveré a
beber del jugo de la vid hasta el día en que beba vino nuevo en el Reino de
Dios" (14, 25). Se trata de la dimensión escatológica del gesto de Jesús
(y de la celebración cristiana), que en Lucas es todavía más explícita. El
gesto de Jesús señala un "camino" que tiende, no a la cruz, sino -más
allá de la cruz- a la comunión definitiva con Dios. El don es anticipado, pero
tiende a una plenitud. Por eso precisamente "la misma celebración
eucarística no se vive, en la festividad cristiana, como una simple participación
en la presencia de Cristo; está siempre impregnada de la melancolía del ausente
o de aquel que se hace presente sólo a través de una materia simbólica.
-La traición
En el relato de Marcos es muy vivo el
sentimiento de la traición.
Repitamos que se trata de la traición de
Judas, de la negación de Pedro y del escándalo de todos los discípulos. Jesús
lo expresa de un modo solemne, como si se tratase de una realidad profunda, que
no es posible olvidar: "Os aseguro" (en el texto original: "en verdad,
os digo a vosotros": /Mc/14/18). Y se refiere además al salmo 41, 10, la
plegaria de un hombre abandonado y traicionado.
Realmente parece descubrirse en Marcos una
insistencia: "uno de vosotros, uno que comparte mi pan", "uno de
los doce"; se trata de una traición de la amistad y de la elección. Es
verdad que esta traición entra dentro de la historia de Dios (y por tanto no
debe escandalizar), pero se debe igualmente a la responsabilidad del hombre:
"¡Sería mucho mejor que no hubiera nacido!"; quizás no sea éste un juicio
de condenación, sino más bien una lamentación y una advertencia.
Pero el recuerdo de la traición -que nos
conservan todas las tradiciones, incluso la fórmula catequista de 1 Cor 15-
¿qué significado tiene para nosotros? La comunidad cristiana descubre ante el
gesto de Cristo sus propias divisiones, pero al mismo tiempo descubre que la
fidelidad de Dios es más fuerte que estas divisiones. Por eso la memoria de
Cristo es al mismo tiempo juicio y consuelo.
Precisamente en el contraste entre la
traición y la entrega es donde la comunidad ha captado la grandeza del amor de
Dios, su gratitud, su obstinación. Pero ha captado también una doble
advertencia. La comunidad se siente invitada a no escandalizarse, ya que
descubre en su propio seno la traición y el pecado: es una experiencia que
vivió el mismo Jesús y que previó para su Iglesia; la traición acompaña a la
comunidad desde sus orígenes. Y se ve también invitada a no mecerse en una
falsa seguridad y a no presumir de sí misma (como Pedro): siempre es posible el
pecado y no podemos fiarnos de nuestras propias fuerzas.
BRUNO MAGGIONI - EL RELATO DE MARCOS - EDIC.
PAULINAS/MADRID 1981.Pág. 193
9.-
/Mc/14/32-15/47. J/Mz/PASION J/SOLEDAD
No no es posible analizar detalladamente el
largo relato de la pasión (14, 32- 15, 47). Nos contentaremos con unas cuantas
observaciones generales, útiles para indicar la perspectiva de Marcos y los
temas predilectos de su largo relato. Haremos además algunas observaciones más
detalladas a propósito de la agonía de Getsemaní, con la que se abre la pasión,
y a propósito de la crucifixión, con la que termina.
Marcos es consciente, sobre todo, de que la
pasión no es sólo la conclusión exterior, temporal, de la vida de Jesús: en ese
caso habría bastado con yuxtaponer la narración de la pasión al relato anterior
de su ministerio público. Se trata más bien de la conclusión interior de la
vida de Cristo, de su cumplimiento, de la manifestación de aquella lógica tan
íntima que la movió desde el principio. Esto quiere decir que Marcos lee la
historia de Cristo a partir de la muerte-resurrección, esto es, de aquel centro
que ilumina todo lo que precede y que permite captarlo en su verdadero
significado. Por eso precisamente Marcos prolonga hacia atrás el tema de la
pasión. Están las tres predicciones que desde el capítulo 8 en adelante van
midiendo la narración; estas predicciones no se limitan a prever la pasión,
sino que demuestran que Cristo era consciente de ella y señalan su significado:
una vida entregada, en sustitución, por todos. Pero ya en el capítulo 3,6 se
habla con claridad de la muerte: "Los fariseos fueron a ver a los
partidarios de Herodes y buscaron con ellos la forma de terminar con
Jesús".
Todavía con mayor frecuencia de como lo había
hecho en las páginas anteriores, Marcos recurre aquí a las Escrituras (sobre
todo a Is 53). Esto se explica por dos motivos: el recurso a las Escrituras,
particularmente intenso en el caso de la pasión, existía ya en la tradición,
esto es, en el relato que Marcos ha encontrado y que utiliza en su narración de
los hechos.
Pero además es cierto que el mismo Marcos
parece haber advertido la importancia de esa referencia y que no sólo recogió,
sino que desarrolló la perspectiva que le había ofrecido la tradición.
Efectivamente, la conformidad de la pasión con las Escrituras estaba en el
centro del debate sobre Jesús.
-El camino de Cristo y del discípulo
Así pues, la pasión está inscrita en el plan
de Dios, está prevista en las Escrituras y hay que leerla a la luz de las
mismas. No se trata de un incidente, sino que es el cumplimiento de una lógica
que ha guiado desde siempre la historia de la salvación. Aquí está la razón
profunda de las desilusiones que han experimentado todos los que esperaban a un
Dios que aplicase una lógica distinta, resolutoria y victoriosa. Pero aquí está
también la novedad y la originalidad del amor de Dios que se manifestó en
Jesús. Las fuerzas hostiles parecen anular la fuerza del amor de Dios. La
historia del amor aparece en toda su debilidad, en toda su inutilidad: Cristo
está solo y abandonado. Esta experiencia se proseguirá en la Iglesia; y la
Iglesia debe recordar que -como Cristo- también ella tiene que acudir a la
oración, al consuelo de Dios y a la certidumbre de la resurrección.
La pasión nos revela los rasgos más íntimos
de Cristo, esos rasgos que se manifestaron durante toda su vida, pero que ahora
se perciben con mayor claridad todavía: la inocencia de Jesús, su
incondicionada obediencia al Padre, su dignidad frente a las acusaciones, su
bondad, su solidaridad con los pecadores, su abandono sin reservas al amor. Lo
decimos una vez más: el peso de las tinieblas parece anular la luz del amor de
Dios; el amor parece inútil. Pero Jesús sigue fiándose del amor; no cede a la
tentación de los zelotes, no cede a la impaciencia de los que querrían hacer
triunfar el amor recorriendo unos caminos distintos del amor mismo (por
ejemplo, el recurso al poder o a la violencia para imponer el amor). Su
reproche a los discípulos que se empeñan en recurrir a la espada supera todas las
ambigüedades. En la cruz Jesús experimenta, hasta las heces, toda la debilidad
del amor, pero no huye de ningún modo frente a esa debilidad; se abandona por
entero al amor. Los hombres lo crucifican, pero él muere por ellos.
Pero la pasión revela además, en toda su
dramaticidad, la debilidad del discípulo: la incomprensión, el abandono y la
traición. Las expresiones que Marcos utiliza son muy reveladoras: traicionar,
dormirse, huir, abandonar...
Sin embargo, por encima de todo, está el amor
de Cristo, que es más obstinado todavía que la incomprensión del discípulo y su
traición.
-Getsemaní
Es típico de Marcos narrar la pasión de Jesús
(14, 32-42) con toda su crudeza, sin atenuar nada. Así aparece con toda
claridad el contraste del misterio de Cristo: Hijo de Dios, pero abandonado al
sufrimiento.
En la agonía de Getsemaní, Marcos pone de
relieve la "debilidad" de Jesús, su miedo ante el sufrimiento, su
angustia frente a la muerte; Mateo y Lucas se esforzarán más bien en atenuar
todo esto. Los tres verbos que describen la actitud de Jesús (versículos 33-34)
indican desconcierto, angustia, tristeza, casi una desorientación. Por lo
demás, las palabras de Jesús son muy claras: mi alma está muy triste, hasta la
muerte; quedaos conmigo y velad (versículo 34). Estas expresiones nos remiten
al salmo 42, 6 (la oración de un desterrado que se siente lejos de Señor y
abandonado) y a Jon 4, 9 (la amargura del profeta Jonás que no acaba de
comprender los planes de Dios); por muy paradójico que pueda parecer, hay que
decir entonces que la angustia de Cristo no es sólo la reacción de la
"carne débil" (versículo 38) ante la muerte, sino la desorientación
del que se siente abandonado de Dios (a pesar de que sigue confiando en él) de
que choca contra un plan de salvación que parece estar en contradicción con la
fuerza del amor. En esta situación (el evangelio sabe que es una situación que
se repetirá en la Iglesia y en el discípulo) es como nace la oración. Es una
oración que expresa, por encima de todo, confianza, conciencia de las propias
relaciones filiales: "Abba, padre" (versículo 36). Es reconocimiento
del amor del Padre y de su poder, y precisamente por eso se convierte en
súplica: "Para ti todo es posible, aparta de mí esta copa". Y después
del desconcierto y del intento de sustraerse al propio camino, se renueva otra
vez la confianza, el abandono sin reservas, la aceptación incondicionada:
"Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieras tú" (versículo
36). Pero no se trata sólo de la oración; están también los amigos y Jesús
acude a ellos en busca de aliento, de compasión; mas el discípulo no sabe
compartir sus sentimientos y no entiende. La soledad de Cristo es profunda.
De todas formas, también el discípulo la
vivirá más tarde y tendrá que velar y orar también él: dos actitudes
indispensables para superar la prueba (versículo 38).
-La crucifixión. J/SILENCIO.
Marcos organiza el relato de la crucifixión (15, 24-39) de forma que resalte la
"soledad" de Cristo en el momento de morir; él es el Justo
abandonado. Se trata de un rasgo que se subrayó ya anteriormente: 14, 50-54.
56-72, etcétera.
Como Getsemaní, la soledad es tan profunda
que en la boca de Cristo vuelve a brotar la oración del justo que sufre (Salmo
21), que tropieza con el "silencio" de Dios: "Dios mío, Dios
mío, ¿por qué me has abandonado?" En la cruz vuelve sobre Jesús aquella
tentación que le acompañó durante toda su vida, desde el desierto en adelante.
Pero esta vez no la provoca Satanás, sino el pueblo indiferente, los jefes que
se burlan de él, los soldados. Si eres el elegido de Dios, ¿por qué no te ayuda
Dios? ¿No es su "silencio" la prueba de tu error? El fracaso del
camino del amor ¿no es la señal de que la prudencia está en otra parte? Pero
Jesús se abandona hasta el fondo de esta "debilidad" del amor y
precisamente por eso la muerte de Cristo se convierte en el lugar en donde se
revela la fuerza de Dios, ¡la fuerza del amor! Marcos está profundamente
convencido de ello. Por eso termina su relato con dos textos de un alcance
simbólico: la cortina desgarrada del templo y la conversión del centurión.
La fe nace de Jesús moribundo. El centurión
reconoce al Hijo de Dios en la muerte, no sólo en los milagros. En el amor que
se entrega sin reservas es donde el discípulo debe descubrir el rostro del
verdadero Dios y el camino de la verdadera salvación.
BRUNO MAGGIONI - EL RELATO DE MARCOS - EDIC.
PAULINAS/MADRID 1981.Pág. 207
10.-
Un político ( /Mc/15/01-15)
Al comenzar el episodio, el lector no sabe
quién es Pilato. No es presentado de antemano. Se deducirá de sus palabras y
sus acciones. Se deducirá de su encuentro con Jesús. El contraste de este
encuentro es vivo: Jesús atado, conducido por las autoridades religiosas; un
prisionero peligroso, puesto que así es conducido. Pilato, el gobernador, el
político, toma la iniciativa y pregunta. Está en su terreno. Jesús sólo puede
ser peligroso para él si es verdad que tiene pretensiones reales. No le
pregunta si se cree que es rey, sino si lo es, es decir, si actúa como rey. La
escena tiene algo de ridículo. Nada en el relato muestra animosidad por parte
de Pilato contra Jesús. Éste responde con una inteligente ambigüedad: tú lo
dices. De nuevo, es preciso interpretar. El lector debe interpretar: ¿es Jesús
rey? Para responder deberá tener en cuenta todo el itinerario de Jesús, todo el
evangelio, buscando sobre todo su focalización. La nueva pregunta de Pilato es
más provocativa: se escuda en las acusaciones de las autoridades judías. Jesús
no entra en su juego y guarda silencio. Pilato se sorprende y, como una nueva
táctica, trata de implicar a la gente en una elección política y religiosa a un
tiempo. Que sea el pueblo el que decida. Y el pueblo decide. Pilato elude
públicamente toda implicación en el caso. Ya no dice que Jesús es rey, sino «al
que llamáis rey». Y, sin embargo, dice el narrador que Pilato sabe la razón por
la que lo entregan las autoridades judías: por envidia. Se desvela así la trama
política. A Pilato no le importa Jesús, sino sus propias relaciones con los
Sumos Sacerdotes. Al final, el narrador añade una anotación: Pilato quiere
complacer al pueblo y entrega a Jesús a la muerte. Pilato se descubre en el
encuentro con Jesús. Jesús, en una nueva ironía situacional, revela su
identidad divina ante alguien que le considera como algo que se puede usar y
tirar.
MERCEDES NAVARRO - SAL TERRAE 1997/04. Pág.
319
11.-
ACI DIGITAL 2003
1. Dos días: la unción de Jesús, referida en
los vv. 3 ss., tuvo lugar seis días antes de la Pascua (Juan 12, 1). 3. Sobre
su cabeza: el Señor se dignó aceptarle esto en concepto de unción para la
sepultura (v. 8) y limosna hecha a El como pobre (v. 6 s.). Véase sobre esto
Juan 20, 7 y nota: "Y el sudario, que había estado sobre su cabeza, puesto
no con las fajas, sino en lugar aparte, enrollado". Es de notar la
reverencia especial para con la sagrada Cabeza de Jesús que demuestran los
ángeles. No quiso Dios que el sudario que envolvió la Cabeza de su Hijo muy
amado quedase confundido con las demás vendas.
En Juan 12, 3 se habla de los pies, como en
Luc. 7, 38.
5. Trescientos denarios: más o menos, el
salario anual de un empleado de entonces.
8. Cada vez más a menudo alude el Señor a su
muerte, para preparar a sus discípulos a los tristes acontecimientos que se
acercan.
9. Este Evangelio: expresión singular y
profética, pues sabemos que los santos Evangelios fueron escritos mucho más
tarde.
Confrontado en San Juan 16, 12: "Tengo
todavía mucho que deciros, pero no podéis soportarlo ahora".
10. Véase Mat. 26, 14 - 16; Luc. 22, 3 - 6.
14. Comer la Pascua, es decir, el cordero pascual
prescrito por la Ley. (Ex. 12, 3 ss.). Jesús, que no había venido a derogarla
(Mat. 5, 17), no ve inconveniente en observarla, como lo hizo con la
circuncisión (cf. Rom. 15, 8), aunque El había de ser, por su Pasión y Muerte
en la Cruz, la suma Realidad en quien se cumplirían aquellas figuras; el
Cordero divino que se entregó "en manos de los hombres" (9, 31) sin
abrir su boca (Is. 53, 7); el que San Juan nos presenta como inmolado junto al
trono de Dios (Apoc. 5, 6), y que S. Pablo nos muestra como eterno Sacerdote y
eterna Víctima. Cf. Hebr. caps. 5 - 10; S. 109, 4.
21. Judas el traidor es expresamente
condenado por el Señor y entregado a la maldición. Por eso es imposible creer
que se haya salvado. Véase Juan 17, 12; Hech. 1, 16; S. 40, 10.
Cf. en I Rey. 31, 13.
24. Léase en Mateo 20, 28 y nota: "Así
como el Hijo del hombre vino, no para ser servido, sino para servir y dar su
vida en rescate por muchos". Al saber esto los que, siendo hombres
miserables, tenemos quienes nos sirvan ¿no trataremos de hacérnoslo perdonar
con la caridad hacia nuestros subordinados, usando ruegos en vez de órdenes y
viendo en ellos, como en los pobres, la imagen envidiable del divino
Sirviente?. Nótese que esto, y sólo esto, es el remedio contra los odios que
carcomen a la sociedad. En rescate por muchos, esto es, por todos.
"Muchos" se usa a veces en este sentido más amplio.
No significa aquí: derramada "por obra de" muchos (aunque esto
también sea verdad en el sentido de que todos somos pecadores), sino que se
derrama como un bautismo de redención sobre todos los que lo aprovechen, según
la palabra del Apocalipsis 22, 14 (Vulgata) coincidente con Ef. 1, 7; Col. 1,
14 y 20; Hebr. 9, 12 ss.; 13, 12; I Pedro 1, 19; I Juan 5, 6; Apoc. 12, 11.
27. Véase Zac. 13, 7.
28. Véase Mat. 26, 30 ss.; Marc. 14, 68 - 72;
Luc. 22, 31 ss.; Juan 13, 36 ss.; 16, 32.
32. Una iglesia, construida recientemente,
conmemora el lugar de la agonía del Redentor en el huerto de Getsemaní, situado
al este de Jerusalén, entre la ciudad y el Monte de los Olivos.
36. Véase Mateo 26, 42; Lucas 22, 42. El
cáliz significa la pasión. Cf. 10, 38; Lucas 12, 50.
41. Estas palabras coinciden con las que el
Señor había dicho a Pedro en el v. 37, y nos muestran, como una lección para
nuestra humildad, el grado de inconsciencia de aquellos hombres en semejantes
momentos. La versión que pone los verbos en imperativo resulta inexplicable
ante la palabra que Jesús agrega inmediatamente: ¡basta!".
43. Véase Mat. 26, 47 ss.; Juan 18, 3 ss.
50. Esta huida general, que nos enseña la
miseria sin límites de que todos somos capaces, es también inexcusable falta de
fe en la bondad y el poder del Salvador, pues Él había mostrado con sus
palabras (Juan 17, 12) y con su actitud (Juan 18, 8 s. y 19 s.) que no
permitiría que ellos fuesen sacrificados con Él.
Véase Mat. 26, 56 y nota: "Pero todo
esto ha sucedido para que se cumpla lo que escribieron los profetas".
Entonces los discípulos todos, abandonándole a Él, huyeron.
¡Todos!. Es muy digno de observar el contraste entre esta fuga y la escena
precedente. Allí vemos que se intenta una defensa armada de Jesús, es decir,
que si El la hubiese aceptado, obrando como los que buscan su propia gloria
(Juan 5, 43), los discípulos se habrían sin duda jugado la vida por su caudillo
(Juan 11, 16; 13, 37). Pero cuando Jesús se muestra tal cual es, como divina
Víctima de la salvación, en nuestro propio favor, entonces todos se
escandalizan de Él, como Él se lo tenía anunciado (v. 31 ss.), y como solemos
hacer muchos cuando se trata de compartir las humillaciones de Cristo y la
persecución por su Palabra (13, 21). Algo análogo había de suceder a Pablo y
Bernabé en Listra, donde aquél fue lapidado después de rechazar la adoración
que se les ofrecía creyéndolos Júpiter y Mercurio (Hech. 14, 10 - 18).
53. La casa de Caifás estaba en la parte
sudoeste de la ciudad. Había que andar hasta allí unos dos kilómetros. Según
una tradición piadosa, Jesús en este largo trayecto cayó en tierra, a
consecuencia de los malos tratamientos, muchas veces más que las tres caídas
del Vía Crucis. Cf. S. 109, 7.
58. Véase Juan 2, 19: "Jesús les
respondió: "Destruid este Templo, y en tres días Yo lo volveré a
levantar".
Gramática recuerda también aquí el templo celestial de Hebr. 9, 11 y 24.
62. "El nombre de Hijo del hombre, que
Jesús mismo se dio, expresa su calidad de hombre, y por alusión a la profecía
de Daniel, insinúa su dignidad mesiánica" (P. d'Ales). Véase Dan. 7, 13;
Mat. 24, 30; 26, 64; S. 79, 16.
64. Es condenado por blasfemia el Santo de
los santos, el inmaculado Cordero de Dios, el único Ser en quien el Padre tenía
puestas todas sus complacencias (Mat. 3, 17; 17, 5). Su "blasfemia"
consistió en decir la doble verdad de que El era el anunciado por los profetas
como Hijo de Dios y Rey de Israel (Luc. 23, 3; Juan 18, 37).
64. Es condenado por blasfemia el Santo de
los santos, el inmaculado Cordero de Dios, el único Ser en quien el Padre tenía
puestas todas sus complacencias (Mat. 3, 17; 17, 5). Su "blasfemia"
consistió en decir la doble verdad de que El era el anunciado por los profetas
como Hijo de Dios y Rey de Israel (Luc. 23, 3; Juan 18, 37).
66. Véase Mat. 26, 69 ss.; Luc. 22, 55 ss.;
Juan 18, 16 ss.
72. La caída de Pedro fue profunda, pero no
menos profundo fue luego su dolor. Muchos seguimos a Pedro negando al Señor;
sigamos también la preciosa lección del arrepentimiento, ya que, como enseña
Jesús, el más perdonado es el que más ama (Luc. 7, 47).
1. Pilato era gobernador y representante del
emperador romano, de cuyo imperio formaba parte la Judea. Sin el permiso del
gobernador los judíos no podían condenar a muerte (Juan 18, 31; 19, 6 s.)
10. Véase la nota a Mateo 27, 18:
"Porque sabía que lo habían entregado por envidia". Por envidia: se
refiere a los sacerdotes (Marc. 15, 10), contra cuya maldad apelaba Pilato ante
el pueblo. Marcos (15, 11) reitera lo que aquí vemos en el v. 20 sobre la
influencia pérfida con que aquellos decidieron al pueblo, que tantas veces
había mostrado su adhesión a Jesús, a servirles de instrumento para saciar su
odio contra el Hijo de Dios, hasta el punto de persuadirlo a que lo pospusiese
a un criminal (Luc. 23, 18; Juan 18, 40). San Pedro recuerda al pueblo esta
circunstancia en Hech. 3, 14 - 17.
15. Pilato había preguntado a Cristo qué
verdad era aquella de que Él daba testimonio y no aguardó siquiera la respuesta
(Juan 18, 38), que le habría revelado las maravillas de los profetas (cf. Rom.
15, 8). De esta despreocupación por conocer la verdad nacen todos los extravíos
del corazón. Pilato ha quedado para el mundo - que lo reprueba sin perjuicio de
imitarlo frecuentemente - como el prototipo del juez que pospone la justicia a
los intereses o al miedo. Véase en el S. 81 y sus notas las tremendas
maldiciones con que Dios fulmina a cuantos abusan del poder.
16. Véase Mateo 27, 27 ss.; Juan 19, 2 s.
21. Marcos no sólo menciona a Simón, sino
también a sus hijos Alejandro y Rufo, conocidos en Roma, donde el Evangelista
escribió su Evangelio (Rom. 16, 13). Esto demuestra que Simón con su familia se
convirtió a la religión cristiana, sin duda como una gracia que Jesús concedió
al que llevaba con Él la Cruz, aunque no lo hubiese aliviado mucho. Véase Luc.
23, 26 y nota: "Cuando lo llevaban, echaron mano a un cierto Simón de
Cirene, que venía del campo, obligándole a ir sustentando la cruz detrás de
Jesús". Del texto deducen algunos que la ayuda del Cireneo no hacía sino
aumentar el peso de la Cruz sobre el hombro del divino Cordero, al levantar
detrás de El la extremidad inferior.
22. Véase Mateo 27, 33; Lucas 23, 32 ss.;
Juan 19, 17 ss.
28. Véase Is. 53, 12; S. 21, 8; 108, 25.
29. Cf. 14, 58; Juan 2, 19.
34. Jesús no padeció a la manera de los
santos mártires, que sufrían confortados por la gracia. Su alma estaba oprimida
por el peso de los pecados que había tomado sobre sí (cf. Ez. 4, 4 ss.), pues su
divinidad permitió que su naturaleza humana fuera sumergida en un abismo
insondable de sufrimientos. Las palabras del S. 21, que Jesús repite en alta
voz, muestran que el divino Cordero toma sobre sí todos nuestros pecados.
36. Sobre el misterio de Elías, véase 9, 12
s. y nota: Respondióles: "Elías, en efecto, vendrá primero y lo restaurará
todo. Pero ¿cómo está escrito del Hijo del hombre, que debe padecer mucho y ser
vilipendiado? 13 Pues bien, Yo os declaro: en realidad Elías ya vino e hicieron
con él cuanto les plugo, como está escrito en él". En espíritu S. Juan era
Elías, mas no en persona" (S. Gregorio Magno). Véase Mat. 17, 11 s. ; Mal.
4, 5; Is. 53, 3.
37. El Hijo de Dios muere emitiendo una gran
voz para mostrar que no le quitan la vida sino porque Él lo quiere, y que en un
instante habría podido bajar de la cruz y sanar de sus heridas, si no hubiera
tenido la voluntad de inmolarse hasta la muerte para glorificar al Padre con
nuestra redención (Juan 17, 2; cf. Mat. 26, 42). Los evangelistas relatan que
Jesús murió en viernes y, según los tres más antiguos, cerca de la hora nona,
es decir, a las tres de la tarde.
39. Véase Mateo 27, 54 ss.; Lucas 23, 47 ss.; Juan 19, 38 ss.
42. Preparación: Los judíos llamaban así el
viernes, pues se preparaba en este día todo lo necesario para el sábado, en que
estaba prohibido todo trabajo.
43. El heroísmo de José de Arimatea no tiene
paralelo. Intrépido, confiesa pública y resueltamente ser partidario del
Crucificado, confirmando las palabras con sus obras, mientras los apóstoles y
amigos del Señor están desalentados y fugitivos. El Evangelio hace notar
expresamente que José esperaba el reino de Dios, en lo cual vemos que esa
esperanza era común entre los discípulos. Véase 10, 35; 11, 10; Mat. 23, 39;
Luc. 19, 11; Hech. 1, 6; II Tim. 4, 1; Hebr. 2, 8; 10, 37, etc.
PROPUESTA DE CANTOS DE DOMINGO DE RAMOS -
CICLO B - (24 DE MARZO 2024)
TEMA: “JESUS, DANDO UN FUERTE GRITO,
EXPIR”
01.- NIÑOS HEBREOS (Francisco Palazón)
LOS NIÑOS HEBREOS, LLEVANDO RAMOS DE OLIVO
SALIERON AL ENCUENTRO DEL SEÑOR ACLAMARLO
HOSANNA EN EL CIELO, HOSANNA EN EL CIELO,
HOSANNA EN EL CIELO.
Portones abrir los dinteles,
que se alcen las puertas eternas.
Va a entrar el rey de la gloria,
el valeroso y Dios de Israel.
02.- TU REINARAS
Tu reinarás este es el grito, que ardiente exhala nuestra Fe.
Tú reinarás, Oh Rey bendito, pues tu dijiste “Reinaré”
REINE JESÚS POR SIEMPRE, REINE SU
CORAZÓN.
EN NUESTRA PATRIA EN NUESTRO SUELO,
QUE ES DE MARÍA LA NACIÓN (BIS)
Tu reinarás, dulce esperanza que el alma llena de placer,
habrá por fin paz y bonanza, felicidad habrá doquier.
Tu reinarás, dichosa era, dichoso pueblo con tal Rey,
será tu cruz nuestra bandera, tu amor será la única ley.
¡Tu reinarás! toda la vida, trabajaremos con gran Fe,
en realizar y ver cumplida la gran promesa. ¡Reinaré!.
03.-
GLORIA HOSSANA (Kairoi)
1.- No
preguntéis por qué
os lo pide el
Señor,
vamos hacia
Jerusalén,
esta es tu
razón:
Porque debéis
saber
que es el tiempo
de Amor,
así nos lo ha
dicho Él:
¡Alabad a Dios!
HOSANNA, HOSANNA
GLORIA AL QUE
VIENE
EN NOMBRE DEL
SEÑOR. (2V)
2.- Hoy me has
hecho llorar,
pobre Jerusalén
no pierdas la
oportunidad
que te da tu
Dios.
3.- Ya no temas,
Sión,
mira, tu Rey
está aquí,
y su llanto
convertirá
en sonrisa y
perdón.
Cómo hacerlos
callar,
si es un canto
de amor.
Hasta las
piedras gritarán:
¡Alabad a Dios!
04.- TRAEMOS A TU ALTAR
TRAEMOS A TU ALTAR CON EL VINO Y EL PAN
NUESTRAS OFRENDAS.
TRAEMOS A TU ALTAR CON LOS HOMBRES
SU AFÁN Y SUS PROBLEMAS.
Con
los hombres que trabajan el pan con sudor,
Ofrecemos nuestro esfuerzo;
por los hombres que no tienen trabajo ni
pan,
te pedimos el sustento.
Con los hombres cuyas vidas son fruto de
bien,
ofrecemos nuestra entrega;
por los hombres cuyas vidas son pena y
dolor,
que sepamos estar cerca.
Con los hombres que construyen un mundo de Paz,
ofrecemos nuestras manos;
por los hombres que padecen la guerra y el
mal,
que seamos solidarios.
05.- PRESENTAMOS NUESTROS DONES
(Mariano Fuertes)
1.- Presentamos
nuestros dones,
este vino y este
pan;
frutos que nos dan
los campos,
frutos son de tu
bondad.
Presentamos las
ofrendas,
de nuestra
comunidad;
destinadas a los
pobres,
a la Iglesia y
al altar.
TOMA ESTE PAN,
HAZLO TU PAN,
TOMA ESTE VINO,
HAZLO TU VINO;
TRANSFÓRMALOS,
EN TUS MANOS,
SEÑOR. (BIS)
2.- Este pan y
este vino,
frutos de
nuestra labor;
es la ofrenda
que te hacemos
en respuesta a
tu amor.
Toma nuestros
pobres dones,
tan humildes
como son;
bendecidos por
tu mano,
multiplícalos,
Señor.
06.- YO SOY EL PAN DE VIDA
1.- Yo soy el
Pan de vida,
el que viene a
Mí no tendrá hambre,
el que cree en
Mí no tendrá sed.
Nadie viene a Mí
si mi Padre no lo atrae.
YO LO
RESUCITARÉ, YO LO RESUCITARÉ,
YO LO RESUCITARÉ
EN EL DÍA FINAL. (2V)
2. - El pan que
yo daré es mi Cuerpo,
vida para el
mundo.
El que siempre
coma de mi carne
vivirá en Mí
como yo vivo en mi Padre.
3.- Yo soy esa bebida
que se prueba y
no se siente sed.
El que siempre
beba de mi sangre
vivirá en Mí y
tendrá la vida eterna.
4.- Sí, mi
Señor, yo creo
que has venido
al mundo a redimirnos,
que Tú eres el
Hijo de Dios
y que estás
aquí, alentando nuestras vidas.
07.- CRISTO LIBERTADOR (Carmelo
Erdozaín)
CRISTO
NOS DA LA LIBERTAD.
CRISTO
NOS DA LA SALVACIÓN.
CRISTO
NOS DA LA ESPERANZA.
CRISTO
NOS DA EL AMOR. (2V)
Cuando
luche por la paz
y
la verdad, la encontraré
Cuando
cargue con la cruz
de
los demás, me salvaré.
Dame,
Señor, tu Palabra.
Oye,
Señor, mi oración.
Cuando
sepa perdonar
de
corazón, tendré perdón.
Cuando
siga los caminos
del
amor, veré al Señor.
Dame,
Señor, tu Palabra.
Oye,
Señor, mi oración.
Cuando
siembre la alegría
y
la amistad, vendrá el amor.
Cuando
viva en comunión
con
los demás, seré de Dios.
Dame,
Señor, tu Palabra.
Oye,
Señor, mi oración.
08.- DIOS CON NOSOTROS
Cuando
el pobre nada tiene y aún reparte,
Cuando
un hombre pasa sed y agua nos da,
Cuando
el débil a su hermano fortalece.
VA DIOS MISMO EN NUESTRO MISMO CAMINAR. (2V.)
Cuando
un hombre sufre y logra su Consuelo,
cuando
espera y no se cansa de esperar.
Cuando
amamos aunque el odio nos rodee.
Cuando
crece la alegría y nos inunda,
cuando
dicen nuestros labios la verdad,
cuando
amamos el sentir de los sencillos.
Cuando abunda el bien y
llena los hogares,
Cuando un hombre donde hay guerra pone Paz,
cuando hermano le llamamos al extraño.
09.- CANTICO DE LA CARIDAD
BENDIGAMOS AL SEÑOR, QUE NOS UNE EN CARIDAD,
Y NOS NUTRE CON SU AMOR, EN EL PAN DE LA UNIDAD,
¡OH PADRE NUESTRO!
Conservemos la unidad, que el Maestro nos mandó.
Donde hay guerra que haya paz,
donde hay odio que haya amor,
oh Padre nuestro.
El Señor nos ordenó devolver el bien por mal,
ser testigos de su amor, perdonando de verdad.
Oh Padre nuestro.
Al que vive en el dolor y al que sufre soledad,
entreguemos nuestro amor y consuelo fraternal.
Oh Padre nuestro.
El Señor que nos llamó a vivir en unidad,
nos congregue con su amor en feliz eternidad.
Oh Padre Nuestro.
10.- HOY QUISIERA LLORAR IGUAL QUE
PEDRO (Joaquín Madurga)
PEDRO TE NEGÓ TRES VECES,
MIL VECES YO TE NEGUÉ,
SI PEDRO LLORÓ SU CULPA,
MI CULPA YO LLORARÉ,
SI PEDRO LLORÓ SU CULPA,
MI CULPA YO LLORARÉ.
Hoy quisiera llorar igual
que Pedro,
porque al igual que Pedro
te he negado.
Hoy te vengo a decir que
me arrepiento
y que soy de los tuyos, y
que sigo a tu lado.
Hoy quisiera llorar igual
que Pedro,
porque al igual que Pedro
te he negado.
Te he negado Señor, y fui
cobarde,
porque no quise dar por ti la cara.
Tuve miedo y fingí no
conocerte
y al pasar Tú a mi lado yo
te he dado la espalda.
Hoy quisiera llorar igual
que Pedro,
porque no quise dar por ti
la cara.
11.-
TU REINO ES VIDA (Miguel Manzano)
TU REINO ES VIDA, TU REINO ES VERDAD,
TU REINO ES JUSTICIA, TU REINO ES PAZ.
TU REINO ES GRACIA, TU REINO ES AMOR,
VENGA A NOSOTROS TU REINO, SEÑOR.
VENGA A NOSOTROS TU REINO, SEÑOR.
1.- Dios mío, da tú juicio al rey,
tu Justicia al hijo de
reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
Para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
2.- Que los montes traigan la paz,
que los collados traigan la justicia;
que Él defienda a los humildes del pueblo,
que socorra a los hijos del pobre.
Que Él defienda a los humildes del pueblo,
y quebrante al explotador.
3.- Que dure tanto como el sol,
como la luna de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como rocío que empapa la tierra.
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna.
4.- Librará al pobre que suplica,
al afligido que no tiene protector;
se apiadará del humilde e indigente
y salvará la vida de los pobres;
salvará de la violencia sus vidas
pues su sangre es preciosa
ante sus ojos.
12.- DOLOROSA (J.A. Espinoza)
DOLOROSA DE PIE JUNTO A LA CRUZ,
TÚ CONOCESNUESTRAS PENAS,
PENAS DE UN PUEBLO QUE SUFRE (BIS).
Dolor de los cuerpos que sufren enfermos,
el hambre de gentes que no tienen pan,
silencio de aquellos que callan por miedo,
la pena del triste que está en soledad.
El drama del hombre que fue marginado,
tragedia de niños que ignoran reír,
la burda comedia de huecas promesas,
la farsa de muertos que deben vivir.
Dolor de los hombros sin tregua oprimidos,
cansancio de brazos en lucha sin fin,
cerebros lavados a base de slogans,
el rictus amargo del pobre infeliz.