ESCUCHAR Y VIVIR LA PASIÓN
COMENTARIO
El Domingo de Ramos,
o Domingo en la Pasión del Señor, abre la semana santa. San Lucas tiene especial interés en situar el
desarrollo de los acontecimientos de la Pasión bajo el signo de la misericordia
y del amor. Orienta el relato de la pasión hacia el descubrimiento del amor del
Padre hacia su Hijo y hacia los hombres. La cruz es así, para el tercer
evangelista, el sacramento de la misericordia divina. En estos días la
iglesia, con más insistencia que nunca, reclama nuestra atención para
que nos fijemos sobre todo en la cruz de Cristo, para que hagamos memoria
de su pasión y muerte bajo el poder de Poncio Pilatos. No hace falta
subrayar la importancia que la piedad popular confiere a estas
celebraciones. Pero quizás fuera conveniente preguntarnos si nosotros
hacemos o no, desde la fe, una lectura correcta del evangelio,
si entendemos de verdad la "palabra de la cruz" o si, por el
contrario, donde ésta nos dice “amor" escuchamos solamente
"dolor". Porque a fuerza de describir e imaginar
los sufrimientos de Cristo, de pasearlos en procesión por las calles y
plazas, podemos llegar a desfigurar el rostro de Cristo y a dar la imagen
de un Dios que se complace en el sacrificio y en la muerte del hombre, o
en su propio sacrificio.
Como si
Dios fuera el Dolor y no el Amor. En cuyo caso no habría para los que lloran
otro consuelo que el de sus lágrimas. Ahora bien, Cristo no amó el dolor,
sino que amó a los que sufren. No amó la pobreza, sino a los pobres. No amó la
muerte, sino la vida. Y el Dios vivo, Dios y Padre de Nuestro Seños
Jesucristo, no es un Dios que mortifique a los hombres sino el Dios
que resucita a los muertos. La cruz es el símbolo del amor, no la glorificación
o divinización del dolor. Es el símbolo de un amor llevado hasta el
extremo en un mundo lleno de odio.
Pocas
acusaciones tan graves podrían hacerse al cristianismo como la de ser
una religión del dolor y del sufrimiento, una religión masoquista. Pues
los que aman el dolor por el dolor, no lo desean sólo para sí mismos, sino
también para los demás. Sufren y hacen sufrir.
El
relato de la pasión y muerte de Jesús no es un drama para llevar a la escena o
a la pantalla, no espectáculo para convocar al público en general, y no
podemos adoptar ante él una actitud de simples espectadores. Es la
revelación del amor, del amor que Dios nos tiene a cada uno y, por tanto,
una interpelación.
Contemplar
la pasión de Jesús a distancia, admirarla, incluso, adoptar ante ella
una actitud estética, es lo mismo que dejarle en la cruz y lavarse las
manos como Pilatos. Ni la admiración, ni el asombro, ni el aplauso de su
conducta o de su doctrina, ni el sentimentalismo están aquí en su lugar:
el único que está en su lugar es Jesús y los que le siguen, por amor,
hasta la muerte.
El
evangelio de la pasión y muerte de Jesús no se anuncia para que aumente el
número de espectadores del drama de Jesús, sino para que nos hagamos sus
discípulos y le sigamos con la cruz a cuestas, para que respondamos al
amor de Dios amando a los hombres como a hijos de Dios. Seamos honestos
para con Jesús.
R.P.
Roland Vicente Castro Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA Mt 21, 9
Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene
en nombre del Señor, el Rey de Israel. Hosanna en el cielo.
BENDICION DE LOS RAMOS
Dios
todopoderoso y eterno, santifica con tu † bendición estos ramos, y, a cuantos
vamos a acompañar a Cristo Rey aclamándolo con cantos, concédenos, por medio de
Él, entrar en la Jerusalén del cielo. Él, que vive y reina por los siglos de
los siglos.
EVANGELIO DE LA ENTRADA DEL SEÑOR
Lectura del
santo Evangelio según san Lucas 19, 28-40
En aquel
tiempo, Jesús caminaba delante de sus discípulos, subiendo hacia Jerusalén. Al
acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a
dos discípulos, diciéndoles: «Vayan a la aldea de enfrente; al entrar en ella,
encontrarán un pollino atado, que nadie ha montado nunca. Desátenlo y
tráiganlo. Y si alguien les pregunta: "¿Por qué lo desatan?", le
dirán así: "El Señor lo necesita"».
Fueron,
pues, los enviados y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban el
pollino, los dueños les dijeron: «¿Por qué desatan el pollino?». Ellos dijeron:
«El Señor lo necesita». Se lo llevaron a Jesús y, después de poner sus mantos
sobre el pollino, ayudaron a Jesús a montar sobre él. Mientras Él iba
avanzando, extendían sus mantos por el camino. Y, cuando se acercaba ya a la
bajada del monte de los Olivos, la multitud de los discípulos, llenos de
alegría, comenzaron a alabar a Dios a grandes voces por todos los milagros que
habían visto, diciendo: «¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor! Paz en
el cielo y gloria en las alturas». Algunos fariseos de entre la gente le
dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos». Y respondiendo, dijo: «Les digo
que, si estos callan, gritarán las piedras».
ORACION COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que hiciste que nuestro Salvador se
encarnase y soportara la cruz para que imitemos su ejemplo de humildad,
concédenos, propicio, aprender las enseñanzas de la pasión y participar de la
resurrección gloriosa. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 50, 4-7
El Señor Dios me ha dado una lengua de
discípulo; para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me
espabila el oído, para que escuche como los discípulos. El Señor Dios me abrió
el oído; yo no resistí ni me eché atrás. Ofrecí la espalda a los que me
golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no escondí el rostro ante
ultrajes y salivazos. El Señor Dios me ayuda, por eso no sentía los ultrajes;
por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.
SALMO
RESPONSORIAL (Sal 21)
Dios mío, Dios
mío, ¿por qué me has abandonado?
Al verme, se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza: «Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo
libre si tanto lo quiere». R.
Me acorrala una jauría de
mastines, me cerca una banda de malhechores; me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos. R.
Se reparten mi ropa, echan
a suerte mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven
corriendo a ayudarme. R.
Contaré tu fama a mis
hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. «Los que temen al Señor,
alábenlo; linaje de Jacob, glorifíquenlo; témanlo, linaje de Israel». R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del
apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 6-11
Cristo,
Jesús, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al
contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho
semejante a los hombres. Y así, reconocido como hombre por su presencia, se
humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por
eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de
modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en
el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios
Padre.
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO Flp 2, 8-9
Cristo se ha hecho por
nosotros obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo
exaltó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre».
EVANGELIO
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 22, 41—23, 56
ESCUCHEMOS ATENTAMENTE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.
PLEGARIA
UNIVERSAL
Oremos al Señor nuestro Dios, que no quiere la
muerte del pecador, sino que se convierta y viva.
1.- Por el Santo Padre, el Papa Francisco; para que siga
siendo testigo y fiel colaborador del mensaje de la Buena Nueva de Cristo.
Roguemos al Señor.
2.- Por todos los gobernantes de las naciones; para que el
Espíritu Santo los asista en su tarea. Roguemos al Señor.
3.- Para que el Señor tenga piedad de los fieles que han caído
en el pecado, les dé valor para recurrir al sacramento de la penitencia y les
conceda el gozo del perdón y de la paz. Roguemos al Señor.
4.-Para que el Señor, que en la cruz experimentó la amargura de
sentirse triste y abandonado se apiada de los enfermos y los oprimidos, a fin
que los conforte en su aflicción. Roguemos al Señor.
5.- Para que el Señor, que recibió en su Reino al ladrón
arrepentido, se apiade de nosotros y nos admita, después de la muerte, en su
paraíso. Roguemos al Señor.
6.- Por todas las familias de Nuestra Comunidad, para Dios nos
dé la gracia de vivir con fe las celebraciones de esta semana y sean para
nosotros medio de conversión. Roguemos al Señor.
Escucha Señor la oración de tu pueblo, que
conmemora la pasión de tu Hijo, y haz que podamos gozar de los frutos de la
cruz gloriosa de Jesucristo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, que por la
pasión de tu Unigénito se extienda sobre nosotros tu misericordia y, aunque no
la merecen nuestras obras, que con la ayuda de tu compasión podamos recibirla
en este sacrificio único. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Mt 26, 42
Padre
mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Saciados con los dones santos, te pedimos, Señor,
que, así como nos has hecho esperar lo que creemos por la muerte de tu Hijo,
podamos alcanzar, por su resurrección, la plena posesión de lo que anhelamos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS
Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 14: Is
42, 1-7; Sal 26, 1.2.3.13-14; Jn 12, 1-11
Martes 15: Is
49, 1-6; Sal 70, 1-2. 3-4ª. 5-6ab. 15 y 17; Jn 13, 21-33. 36-38
Miércoles 16: Is
50, 4-9ª; Sal 68, 8-10. 21-22. 31 y 33-34; Mt 26, 14-25
Jueves 17: Misa Crismal: Is
61, 1-3ª. 6ª. 8b-9; Sal 88; Ap 1, 5-8; Lc 4, 16-21
Celebración de la cena del Señor: Ex 12, 1-8. 11-14; Sal 115; 1Co 11, 23-26; Jn 13, 1-15
Viernes 18: Is 52, 13-53, 12; Sal
30; Hb 4, 14-16; 5, 7-9; Jn 18, 1-19, 42
Sábado 19: Gn 1, 1-2, 2; Sal 29; Gn 22, 1-18; Lc 24, 1-12
Domingo 20: Hch
10, 34ª. 37-43; Sal 117; Col 3, 1-4
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según
San Lucas 22, 14 — 23, 56
Ardientemente he deseado comer esta
Pascua con ustedes, antes de padecer
C. Cuando llegó la hora, se sentó a la mesa y los apóstoles con Él y les
dijo:
X «Ardientemente he deseado comer esta Pascua con ustedes, antes de
padecer, porque les digo que ya no la volveré a comer hasta que se cumpla en el
Reino de Dios».
C. Y, tomando un cáliz, después de pronunciar la acción de gracias, dijo:
X «Tomen esto, repártanlo entre ustedes; porque les digo que no beberé
desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios».
Hagan esto en memoria mía
C. Y, tomando pan, después de pronunciar la acción de gracias, lo partió y
se lo dio diciendo:
X «Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes; hagan esto en memoria
mía».
C. Después de cenar, hizo lo mismo con el cáliz diciendo:
X «Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por
ustedes».
Ay de aquel hombre por quien el Hijo del
hombre es entregado
X «Pero miren: la mano del que me entrega está conmigo, en la mesa. Porque
el Hijo del hombre se va, según lo establecido; pero ¡ay de aquel hombre por
quien es entregado!».
C. Ellos empezaron a preguntarse unos a otros sobre quién de ellos podía
ser el que iba a hacer eso.
Yo estoy en medio
de ustedes como el que sirve
C. Se produjo también un altercado a propósito de quién de ellos debía ser
tenido como el mayor. Pero Él les dijo:
X «Los
reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen
llamar bienhechores. Ustedes no hagan así, sino que el mayor entre ustedes se
ha de hacer como el menor, y el que gobierna, como el que sirve. Porque ¿quién
es más, el que está a la mesa o el que sirve? ¿Verdad que el que está a la
mesa?.
Pues yo estoy en
medio de ustedes como el que sirve. Ustedes son los que han perseverado conmigo
en mis pruebas, y yo preparo para ustedes el Reino como me lo preparó mi Padre
a mí, de forma que coman y beban a mi mesa en mi Reino, y se sienten en tronos
para juzgar a las doce tribus de Israel».
Tú, cuando te hayas convertido, confirma
a tus hermanos
X «Simón, Simón, mira que Satanás los ha reclamado para cribaros como
trigo. Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te
hayas convertido, confirma a tus hermanos».
C. Él le dijo:
S. «Señor, contigo estoy dispuesto a ir incluso a la cárcel y a la
muerte».
C. Pero Él le dijo:
X «Te digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes de que tres veces
hayas negado conocerme».
Es necesario que se cumpla en mí lo que
está escrito
C. Y les dijo:
X «Cuando os envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalias, ¿les faltó algo?».
C. Dijeron:
S. «Nada».
C. Jesús añadió:
X «Pero ahora, el que tenga bolsa, que la lleve consigo, y lo mismo la
alforja; y el que no tenga espada, que venda su manto y compre una. Porque les
digo que es necesario que se cumpla en mí lo que está escrito: “Fue contado
entre los pecadores”, pues lo que se refiere a mí toca a su fin».
C. Ellos dijeron:
S. «Señor, aquí hay dos espadas».
C. Él les dijo:
X «Basta».
En medio de su angustia, oraba con más
intensidad
C. Salió y se encaminó, como de costumbre, al monte de los Olivos, y lo
siguieron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo:
X «Oren, para no caer en tentación».
C. Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra y, arrodillado, oraba
diciendo:
X «Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero que no se haga mi
voluntad, sino la tuya».
C. Y se le apareció un ángel del cielo, que lo confortaba. En medio de su
angustia, oraba con más intensidad. Y le entró un sudor que caía hasta el suelo
como si fueran gotas espesas de sangre. Y, levantándose de la oración, fue
hacia sus discípulos, los encontró dormidos por la tristeza, y les dijo:
X «¿Por qué duermen? Levántense y oren, para no caer en tentación».
Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del
Hombre?
C. Todavía estaba hablando, cuando apareció una turba; iba a la cabeza el
llamado Judas, uno de los Doce. Y se acercó a besar a Jesús. Jesús le dijo:
X «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?».
C. Viendo los que estaban con Él lo que iba a pasar, dijeron:
X «Señor, ¿herimos con la espada?».
C. Y uno de ellos hirió al criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja
derecha. Jesús intervino diciendo:
X «Déjenlo, basta».
C. Y, tocándole la oreja, lo curó. Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a
los oficiales del templo y a los ancianos que habían venido contra Él:
X «¿Han salido con espadas y palos como en busca de un bandido? Estando a
diario en el templo con ustedes, no me prendieron. Pero esta es su hora y la
del poder de las tinieblas».
Pedro, saliendo afuera, lloró
amargamente
C. Después de prenderlo, se lo llevaron y lo hicieron entrar en casa del
sumo sacerdote. Pedro lo seguía desde lejos. Ellos encendieron fuego en medio
del patio, se sentaron alrededor, y Pedro estaba sentado entre ellos. Al verlo
una criada sentado junto a la lumbre, se lo quedó mirando y dijo:
S. «También este estaba con Él».
C. Pero él lo negó diciendo:
S. «No lo conozco, mujer».
C. Poco después, lo vio otro y le dijo:
S. «Tú también eres uno de ellos».
C. Pero Pedro replicó:
S. «Hombre, no lo soy».
C. Y pasada cosa de una hora, otro insistía diciendo:
S. «Sin duda, este también estaba con Él, porque es galileo».
C. Pedro dijo:
S. «Hombre, no sé de qué me hablas».
C. Y enseguida, estando todavía él hablando, cantó un gallo. El Señor,
volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el
Señor le había dicho: «Antes de que cante hoy el gallo, me negarás tres veces».
Y, saliendo afuera, lloró amargamente.
Haz de profeta: ¿Quién te ha pegado?
C. Y los hombres que tenían preso a Jesús se burlaban de Él, dándole
golpes. Y, tapándole la cara, le preguntaban diciendo:
S. «Haz de profeta: ¿quién te ha pegado?».
C. E, insultándolo, proferían contra Él otras muchas cosas. Lo condujeron
ante su Sanedrín.
C. Cuando se hizo de día, se reunieron los ancianos del pueblo, con los
jefes de los sacerdotes y los escribas; lo condujeron ante su Sanedrín, y le
dijeron:
S. «Si tú eres el Mesías, dínoslo».
C. Él les dijo:
X «Si se lo digo, no lo van a creer; y si les pregunto, no me van a
responder. Pero, desde ahora, el Hijo del Hombre estará sentado a la derecha
del poder de Dios».
C. Dijeron todos:
S. «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?».
C. Él les dijo:
X «Ustedes lo dicen, yo lo soy».
C. Ellos dijeron:
S. «¿Qué necesidad tenemos ya de testimonios?. Nosotros mismos lo hemos
oído de su boca».
C. Y levantándose toda la asamblea, lo llevaron a presencia de Pilato.
No encuentro ninguna culpa en este
hombre
C. Y se pusieron a acusarlo diciendo:
S. «Hemos encontrado que este anda amotinando a nuestra nación, y
oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que Él es el Mesías
rey».
C. Pilato le preguntó:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?».
C. Él le responde:
X «Tú lo dices».
C. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente:
S. «No encuentro ninguna culpa en este hombre».
C. Pero ellos insistían con más fuerza, diciendo:
S. «Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde que comenzó en
Galilea hasta llegar aquí».
C. Pilato, al oírlo, preguntó si el hombre era galileo; y, al enterarse de
que era de la jurisdicción de Herodes, que estaba precisamente en Jerusalén por
aquellos días, se lo remitió.
Herodes, con sus soldados, lo trató con
desprecio
C. Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento, pues hacía bastante
tiempo que deseaba verlo, porque oía hablar de Él y esperaba verle hacer algún
milagro. Le hacía muchas preguntas con abundante verborrea; pero Él no le
contestó nada. Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándolo con
ahínco. Herodes, con sus soldados, lo trató con desprecio y, después de
burlarse de Él, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel
mismo día se hicieron amigos entre sí Herodes y Pilato, porque antes estaban
enemistados entre sí.
Pilato entregó a Jesús a su voluntad
C. Pilato, después de convocar a los sumos sacerdotes, a los magistrados y
al pueblo, les dijo:
S. «Me han traído a este hombre como agitador del pueblo; y resulta que yo
lo he interrogado delante de ustedes y no he encontrado en este hombre ninguna
de las culpas de que lo acusan; pero tampoco Herodes, porque nos lo ha devuelto:
ya ven que no ha hecho nada digno de muerte. Así que le daré un escarmiento y
lo soltaré».
C. Ellos vociferaron en masa:
S. «¡Quita de en medio a ese! Suéltanos a Barrabás».
C. Este había sido metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la
ciudad y un homicidio. Pilato volvió a dirigirles la palabra queriendo soltar a
Jesús, pero ellos seguían gritando:
S. «¡Crucifícalo, crucifícalo!».
C. Por tercera vez les dijo:
S. «Pues ¿qué mal ha hecho este? No he encontrado en Él ninguna culpa que
merezca la muerte. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré».
C. Pero ellos se le echaban encima, pidiendo a gritos que lo crucificara; e
iba creciendo su griterío. Pilato entonces sentenció que se realizara lo que
pedían: soltó al que le reclamaban (al que había metido en la cárcel por
revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su voluntad.
Hijas de Jerusalén, no lloren por mí
C. Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que
volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús.
Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y
lanzaban lamentos por Él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:
X «Hijas de Jerusalén, no lloren por mí, lloren por ustedes y por sus
hijos, porque miren que vienen días en los que dirán: “Bienaventuradas las
estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado”.
Entonces empezarán a decirles a los montes: “Caigan sobre nosotros”, y a las
colinas: “Cúbrannos”; porque, si esto hacen con el leño verde, ¿qué harán con
el seco?».
C. Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con Él.
Padre, perdónalos, porque no saben lo
que hacen
C. Y cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a
Él y a los malhechores,
uno a la derecha y otro a la izquierda.
Jesús decía:
X «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».
C. Hicieron lotes con sus ropas y los echaron a suerte.
Este es el rey de los judíos
C. El pueblo estaba mirando, pero los magistrados le hacían muecas
diciendo:
S. «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si Él es el Mesías de Dios,
el Elegido».
C. Se burlaban de Él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían
vinagre, diciendo:
S. «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».
C. Había también por encima de Él un letrero: «Este es el rey de los
judíos».
Hoy estarás conmigo en el paraíso
C. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:
S. «No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».
C. Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía:
S. «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena?
Nosotros, en verdad, lo estamos
justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en
cambio, este no ha hecho nada malo».
C. Y decía:
S. «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino».
C. Jesús le dijo:
X «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».
Padre, a tus manos encomiendo mi
espíritu
C. Era ya como la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre toda la
tierra, hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El velo del templo se
rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo:
X «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu».
C. Y, dicho esto, expiró.
Todos se arrodillan, y se hace una pausa.
C. El centurión, al ver lo ocurrido, daba gloria a Dios diciendo:
S. «Realmente, este hombre era justo».
C. Toda la muchedumbre que había concurrido a este espectáculo, al ver las
cosas que habían ocurrido, se volvía dándose golpes de pecho. Todos sus
conocidos y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea se mantenían a
distancia, viendo todo esto.
José colocó el cuerpo de Jesús en un
sepulcro excavado en la roca
C. Había un hombre, llamado José, que era miembro del Sanedrín, hombre
bueno y justo (este no había dado su asentimiento ni a la decisión ni a la
actuación de ellos); era natural de Arimatea, ciudad de los judíos, y aguardaba
el Reino de Dios. Este acudió a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Y,
bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la
roca, donde nadie había sido puesto todavía. Era el día de la Preparación y
estaba para empezar el sábado. Las mujeres que lo habían acompañado desde
Galilea lo siguieron, y vieron el sepulcro y cómo había sido colocado su
cuerpo. Al regresar, prepararon aromas y mirra. Y el sábado descansaron de
acuerdo con el precepto.
V. Palabra del
Señor.
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 22, 14-23, 56
1.- /Lc/PASION: J/PASION/Lc:
San
Lucas tiene especial interés en situar el desarrollo de los acontecimientos de
la Pasión bajo el signo de la misericordia y del amor.
* * *
*
a)
Lucas orienta el relato de la pasión hacia el descubrimiento del amor del Padre
hacia su Hijo y hacia los hombres. La cruz es así, para el tercer evangelista,
el sacramento de la misericordia divina.
Por
eso Lucas no recoge generalmente los cargos que pesan sobre los judíos y sobre
los discípulos: ¿para qué buscar responsabilidades cuando la sangre de Cristo
lava toda falta? Lucas no recoge el hecho de que por tres veces Jesús encuentra
a sus discípulos dormidos (Mt. 26, 40-47); no dice, como los demás
evangelistas, que los discípulos huyeron en Getsemaní (Mt. 26, 56), y no
menciona las imprecaciones de Pedro contra los servidores del sumo sacerdote (Mt.
26, 74). Incluso los enemigos de Jesús aparecen en la redacción de San Lucas
con colores menos cargados que en otros lugares. No se dice que los judíos
escupieron a Jesús (Lc. 22, 63; cf. Mt. 26, Lc. 67 y 27, 27-31), ni que le
ataron para llevarle a Pilato (Lc. 23; cf. Mt. 27, 2).
Incluso
en lo que se refiere a Judas, Lucas trata por desvirtuar al máximo la tradición
(no dice nada del convenio aludido por Mt. 27, 3-10). Finalmente, al contrario
que los demás evangelistas, no nos presenta a Jesús aislado en el Calvario; por
eso no cita a Zac. 13, 7 (sobre la dispersión del rebaño) y menciona la
presencia de los amigos y conocidos (Lc. 23, 49), contrariamente a Mt. 27,
55-56 y Mc. 15, 40-41.
b)
Así, en virtud del perdón implícito en la cruz, Lucas lava a casi todo el
mundo. El mismo Pilato aparece por tres veces inocente (Lc. 23, 4, 13-15,
20-22, todos ellos textos exclusivos de Lucas). Uno de los agresores de Jesús
es incluso beneficiario de una curación después que un apóstol le había cortado
una oreja (Lc. 22, 51). En el momento mismo de la traición, Jesús tiene todavía
tiempo para mirar a Pedro e inducirle al arrepentimiento (Lc. 22, 61). Las
palabras de desesperación que Mateo y Marcos ponen en boca de Jesús en la cruz
(Mt. 27, 46) Lucas las sustituye por palabras de perdón para todos los judíos
(Lc. 23, 34). Es igualmente el único que habla del perdón concedido al ladrón
(Lc. 23, 39-43) y del arrepentimiento que se adueña del centurión mismo (Lc.
23, 47). Hasta la caricatura de reconciliación entre Herodes y Pilato (Lc. 23,
6-12) es fruto del perdón de la cruz.
c) El
secreto de ese perdón y de ese amor radica en la comunión particular de Jesús
con su Padre. Lucas es el único que levanta en parte el velo de su intimidad.
En las distintas oraciones que Lucas pone en labios de Jesús se puede captar un
tono mucho más personal que en los demás sinópticos (Lc. 22, 42; cf. Mt. 14,
36; Lc. 23, 34; cf. Mt. 27, 46; Lc. 23, 46; cf. Mt. 27, 50). Lucas es también
el único que descubre la solicitud de Dios que consuela y da ánimos a Cristo en
medio de su angustia (Lc. 22, 43). Se da incluso una especie de intuición de la
divinidad de Jesús. Por eso Lucas desvincula el título "Hijo de Dios"
del contexto simplemente mesiánico en que lo sitúan Mt. 26, 63 y Mc. 14, 61,
para hacer de El un título aparte (Lc. 22, 70) prácticamente divino. Por otro
lado, la muerte de Cristo no deriva, para Lucas, de su diatriba contra el
Templo, como para Mt. 26, 61-62, sino de la confesión oral (Lc. 22, 71) de su
divinidad.
MAERTENS-FRISQUE
- NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA III - MAROVA MADRID 1969.Pág. 235-234
2.- La
Pasión según Lucas se caracteriza por la preocupación de explicar las
aplicaciones morales que los fieles deben sacar del texto evangélico. Todo el
texto de Lucas, pero muy especialmente el relato de la Pasión, es el evangelio
del seguimiento de Jesús: hasta la cruz, y hasta la gloria. No se trata de que
el evangelista presente únicamente a un hombre que sufre, con la intención de
excitar nuestra compasión (en sentido de la devoción medieval a la Pasión);
Jesús es algo más que un héroe humano que se nos presenta como ejemplo, como lo
pueden ser para nosotros los santos; es, fundamentalmente, un combate
escatológico, el de la Pasión (nótese la palabra de esperanza dirigida al buen
ladrón, sobre el paraíso, propia de Lc). El combate había empezado en el
desierto, donde Jesús había sido tentado (4, 13) y Satanás se había retirado
por un tiempo, esperando su momento; ahora Satanás entra en el corazón de Judas
(22,3) y se dispone a tentar a Simón (22,31): ésta es la hora y el poder de las
tinieblas (22, 53).
San
Ambrosio, en su comentario al tercer evangelio, comenta la Pasión como una
marcha triunfal de un general romano vencedor, al cual el Senado hubiese
concedido los honores del "triunfo", y que subiera desde el foro, por
la vía sacra, hasta el Capitolio, al templo de la diosa Victoria, acompañado de
las legiones que han luchado a sus órdenes y llevando el botín y los cautivos.
En eso san Ambrosio captó muy bien el sentido dinámico y triunfal de la Pasión
según Lc. Dinámico, porque la crucifixión y la Ascensión son culminación del
camino hacia la ciudad de Jerusalén iniciado con aquel "largo viaje"
que es el gran rasgo original de la estructuración dramática del tercer
evangelio; triunfal, porque el discípulo que se decida a acompañar a Jesús en
su camino debe saber que llegará hasta la cruz, y que sólo a través de ella,
precedido por Jesús llegará a la gloria del Paraíso. No hay más triunfalismo
que el de la cruz, en el cual, únicamente, podrá gloriarse el discípulo. En
contraste con la gloria de Jesús, el menosprecio de Herodes, a quien no se
digna siquiera dirigir la palabra (a diferencia de Pilato), y que es un
episodio propio de Lucas.
Herodes
-dice Lucas- tenía gran curiosidad por ver a Jesús (23,8-12) y esperaba
presencia algún milagro. El cristiano, que lee, escucha o presencia en la
liturgia o en celebraciones dramáticas la Pasión, no debe seguir el modelo del
rey Herodes: superficialidad, superstición, orgullo. Lucas nos hace sentir,
como Pedro, culpables todos de la Pasión, pero llenos de la esperanza del
perdón, sin caer en la tentación de la violencia (especialmente rechazada en
Lc) y prontos a reconocerlo resucitado.
HILARI
RAGUER - MISA DOMINICAL 1977, 7
3.- Ahora
nos detendremos únicamente en el evangelio. Su extensión no nos permite un
comentario proporcionado; habrá que contentarse con señalar algunas de las
numerosas particularidades que presenta el relato de Lucas. Al seguir paso a
paso este relato, en paralelismo con los otros, advertimos los puntos
siguientes.
En el
momento mismo en que "va a sufrir", Jesús vive en plena esperanza; no
comerá ya la Pascua, ni beberá más el vino de la fiesta; pero él sabe que la
Pascua terrestre tendrá su cumplimiento en los cielos y que él será su
comensal; sabe que el Reino de Dios vendrá ciertamente, y entonces volverá a
encontrar a sus discípulos en la fiesta. Más adelante, en los versículos 28 y
30, Jesús vuelve a hacer profesión de su esperanza, con fórmulas que le otorgan
un papel muy importante y muy activo en el establecimiento del reino, mientras
que en las expresiones que acabamos de leer, Jesús era solamente el
beneficiario de la venida del Reino. Ahora dice "mi reino", y afirma
que dispone de él en persona, tal como, explica, "el Padre ha
dispuesto" en su favor.
El
gesto eucarístico será un "memorial" de Jesús; con él los discípulos,
acordándose de él, guardarán igualmente el recuerdo de sus palabras, de sus
actos, del misterio del que él habrá sido el signo.
El
cuerpo es "dado por vosotros"... "la sangre derramada por
vosotros", en tanto que Mc y Mt hablan de las "multitudes".
Lucas ve primeramente el don de Jesús hecho en beneficio de sus discípulos y
amigos. Queda muy subrayada la atmósfera familiar de la última cena; el
"discurso después de la Cena" que Lucas propone, más breve que el de
Juan, recoge también ese tema, invitando a los discípulos a comportarse unos
con otros como siervos, y recordando la fidelidad que estos discípulos han
demostrado a Jesús durante "sus pruebas", fidelidad que les valdrá
participar en su triunfo.
Porque
hasta ahora, es Jesús el que ha sido "probado"; a partir de ahora les
toca a sus discípulos ser "tentados", "cribados por
Satanás". En vista de este combate, están obligados a armarse; pero Jesús,
con su oración, los sostiene. Al menos ha obtenido para Pedro el que permanezca
firme, para que sea un apoyo inquebrantable para los demás. Antes, sin embargo,
conocerá Pedro la traición, consecuencia quizá de la presunción que aparece en
su declaración: porque existe una diferencia entre el "Yo he rogado por ti
para que tu fe no desfallezca", y el "yo estoy dispuesto a ir contigo
a la cárcel y a la muerte".
El
episodio de Getsemaní es menos la tentación de Jesús que la de sus discípulos.
Son ellos los que deben "orar para no entrar en tentación". Jesús
ora, y su oración es el modelo de la oración cristiana (ver la semejanza con el
Padrenuestro"; y el combate que libra es el modelo de la lucha que debe
entablar el cristiano: combate penetrado de oración y sostenido con la ayuda de
Dios (el ángel que recuerda la marcha dolorosa de Elías sostenido por un ángel,
1 Re 19, 4-8).
El
arresto de Jesús se desarrolla muy rápidamente. Y en medio de este movimiento
rápido, el único que se hace notar por los lectores es Jesús: por la frase con
que acoge a Judas... y por la dulzura de que da pruebas con Malco. Resuena, en
fin su voz, que atribuye el escenario en el que es la víctima, al temible poder
de las tinieblas (tema ya notado en vv. 3 y 31).
Al
contar la traición de Pedro, Lucas omite las imprecaciones con que el Apóstol
subraya su negación; nota sobre todo la mirada que Jesús dirige a Pedro. Esta
mirada, verosímilmente contraria a las exigencias inútiles de la topografía,
dice cómo Jesús, en medio mismo de su drama, sabe ser amigo.
La
comparecencia de Jesús ante el Sanedrín es referida brevemente. Hay una frase
que reviste una particular significación. "Desde ahora, afirma Jesús, el
Hijo del hombre está sentado...". Las decisivas palabras: "desde
ahora", van unidas a una cita que proclama el reino del Hijo del hombre,
sin mencionar su venida sobre las nubes. Lucas llama, pues, la atención sobre
el presente, nuestro presente, que es ya el tiempo en que reina el Hijo del
hombre. No olvida el futuro, marcado por la última venida, pero omitiendo esta
dimensión de su fe, atestiguada en otras partes, subraya la actualidad de una
salvación que compromete nuestra comprensión de la vida, de nuestra vida
presente, diaria.
Es
notable, por otra parte, que Lucas no espere a la mañana de Pascua para gritar
al mundo ese "desde ahora"; lo hace cuando Jesús es entregado por
Judas, traicionado por Pedro, ridiculizado por los criados, acusado por los
jefes. El autor relaciona humillación y triunfo de una forma que no deja de
sorprendernos.
Acusado
ante Pilato de pretensiones políticas y de intrigas antiromanas, Jesús es,
finalmente, inocente; el juez romano no "encuentra ningún motivo de
condena" en él: sorprendente afirmación del carácter apolítico de la
acción desarrollada por Jesús. Lucas, el único en referir la comparecencia ante
Herodes, la aprovecha para hacer ver el sentido especial de la realeza de
Jesús. "Tratado con desprecio", convertido en objeto de un juego
indigno, Jesús, sin embargo, se halla revestido con una "vestidura
magnífica", que dice al creyente su verdadera dignidad.
Al dar
cuenta de la segunda audiencia de Pilato, Lucas insiste, por una parte, en el
juicio dado por el romano -Jesús es inocente- y, por otra, en la unanimidad que
reúne a "sumos sacerdotes, jefes y pueblo" en la condena de Jesús,
conseguida con su insistencia, varias veces renovada... De esta manera, los
paganos salvan, en parte al menos, su responsabilidad, mientras que los judíos
comprometen gravemente la suya.
La
subida al Calvario permite una oposición muy esclarecedora para los cristianos
de todos los tiempos. Entre Simón de Cirene, que va "detrás de Jesús"
"llevando la cruz", o las mujeres que sólo saben llorar el destino de
Jesús, ¿cuál es el discípulo más fiel? Simón de Cirene, sin duda; las mujeres
que lloran por Jesús se equivocan. Si hay que llorar es por el destino de los
responsables de la muerte de Jesús. Lo que Jesús espera de sus verdaderos
amigos es no que se conmuevan por su suerte, sino que vayan con él llevando la
cruz y que, una vez llegada la muerte, sepan dirigirle la oración de ese otro
personaje modelo. El buen ladrón: "Jesús, acuérdate de mí cuando
vengas...". Pero, ¿por qué es necesario que los modelos de los cristianos
hayan sido tomados no entre los discípulos formados por la enseñanza de Jesús,
sino entre unos ladrones o entre quienes parecían encontrar a Jesús por primera
vez o de casualidad? ¿Será que es entre ellos donde se encuentra la verdadera
fidelidad? De la crucifixión que pinta Lucas, hay que fijarse sobre todo en las
dos palabras de Jesús: la petición de perdón que dirige a su Padre, junto con
el motivo que se da -"No saben lo que hacen: ¡sorprendente afirmación de
la irresponsabilidad de los hombres sobrepasados por su propia historia!, y la
frase confiada con la que Jesús marca su muerte. Nada recuerda aquí el trágico
grito que refieren Marcos y Mateo. Jesús, según Lucas, expira en medio de un
sorprendente movimiento de abandono filial.
"Desde
ahora, afirmaba Jesús, el Hijo del hombre estará sentado...". De hecho, es
a partir del ahora de su crucifixión, más aún, de su muerte, cuando "las
hijas de Jerusalén", símbolos de la ciudad incrédula, se interesan por él,
cuando uno de los ladrones crucificados con él le saluda con un acto de fe,
cuando un centurión "glorifica a Dios" por la muerte de este justo,
cuando la gente se arrepiente de esto, y sus amigos vuelven a aparecer. Entre
ellos, José de Arimatea, hasta entonces desconocido, se enfrenta a Pilato y
coloca a Jesús en una tumba digna de él, mientras las mujeres empiezan los
preparativos cuya inutilidad se encargará de dejar claro el futuro ya próximo.
Del
cuadro pintado por Lucas surge una silueta de Jesús absolutamente sublime.
Sublime, por la dulzura de una amistad que Jesús manifiesta hasta el final a
quien quiere acogerle...
Sublime,
por la confianza obstinada que pone en su Padre. Esa misma confianza aparece en
el curso de la comida eucarística, y colorea su muerte con un matiz único. Esta
sublimidad es el reflejo, infinitamente discreto pero accesible al creyente, de
un reino celeste ya empezado.
Esta
actitud de Jesús, única, signo de un misterio divino, atrae a los discípulos, y
les compromete a recorrer de la misma forma el camino de su propia vida.
Porque, a lo largo del relato, los cristianos están detrás de la figura de tal
o cual héroe: Pedro, las mujeres de Jerusalén, el ladrón, el centurión, José de
Arimatea, etc. De suerte que, al meditar en la Pasión de Jesús, reflexionan en
su propia existencia. Una reflexión que hay que renovar constantemente.
LOUIS
MONLOUBOU - LEER Y PREDICAR EL EVANGELIO DE LUCAS - EDIT. SAL TERRAE SANTANDER
1982.Pág 300
4.- /Lc/23/34
"¿Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen”? Y es que ésta es la única frase que
Dios ha escogido para salvar al mundo. Una frase hecha carne hasta la última
gota de sangre.
DIOS
CADA DIA - SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL - ADVIENTO-NAVIDAD Y SANTORAL/SAL
TERRAE/SANTANDER 1989.Pág. 82
5.- /Lucas/23/34 PERDÓN
El
amor en acción
La
grandeza del espíritu de Jesús ha sido descrita pocas veces en el Nuevo
Testamento con tanta claridad y solemnidad como en las palabras pronunciadas
desde la cruz: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Es la cúspide
del amor. No comprenderemos plenamente el profundo sentido de la plegaria de
Jesús hasta después de haber visto que el texto comienza por la palabra
«entonces». En el versículo precedente leemos: «Cuando llegaron al lugar
denominado Calvario, le crucificaron allí, y a los dos malhechores, uno a la
derecha y otro a la izquierda». Entonces Jesús dice: «Padre, perdónalos».
Entonces, cuando se precipitaba en los abismos de una agonía espantosa.
Entonces, cuando el hombre se había rebajado hasta lo más ínfimo. Entonces,
cuando las manos perversas de la criatura habían intentado crucificar al único
Hijo del Creador. Entonces Jesús dice «Padre, perdónalos». Este entonces
hubiera podido ser muy distinto. Hubiera podido decir «Padre, y destrúyelos». O
incluso «Padre abre las esclusas de la justicia e inúndalos con la avalancha
del merecido castigo».
Pero
su respuesta no fue ésta. Aún sometido a una agonía indecible, soportando un
dolor atroz, menospreciado y rehusado, no obstante grita: "Padre
perdónalos".
Fijémonos
en las dos lecciones fundamentales que pueden ser extraídas de este texto: En
primer lugar, es una expresión maravillosa de la habilidad de Jesús para unir
palabra y acción. Una de las grandes tragedias de la vida es que todos los
hombres raramente establecen un puente entre la práctica y la teoría, entre el
hacer y el decir. Sin embargo, en la vida de Jesús descubrimos que existe este
puente. En la historia no ha existido un ejemplo más sublime de identidad entre
la palabra y la acción. Durante su predicación por los soleados pueblos de
Galilea, Jesús habla con entusiasmo del perdón. Esta extraña doctrina despierta
el espíritu curioso de Pedro: «¿Cuántas veces he de perdonar a mi hermano si
peca contra mí? ¿Hasta siete veces?». Pedro quería ser fiel a la ley y a la
estadística. Pero Jesús respondió que el perdón no tenía límites. «No digo
hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete». En otras palabras: el
perdón no es cuestión de cantidad, sino de calidad. Un hombre no puede perdonar
cuatrocientas noventa veces sin que el perdón se integre en la misma estructura
de su ser. El perdón no es un acto ocasional; es una actitud permanente...
La
plegaria de Jesús en la cruz nos da una segunda lección. Es una manifestación
de la conciencia que tiene Jesús de la ceguera intelectual y espiritual del
hombre. «No saben lo que hacen» = Su mal era la ceguera; su necesidad de luz.
Debemos reconocer que Jesús no fue clavado en la cruz solamente por el pecado,
sino también por la ceguera. Los hombres que gritaron: «Crucifícale» eran menos
malos que ciegos. La plebe escarnecedora que rodeaba el camino del Calvario
estaba compuesta por hombres más ciegos que malvados. No sabían lo que hacían.
¡Qué tragedia!.
LUTHER
KING
6.- /Lc/23/01-49
La
pasión según san Lucas tiene muchos aspectos característicos. Desde un punto de
vista externo, por ejemplo, el interrogatorio de Pilato está dividido en dos
partes y entre las dos se incluye la comparecencia de Jesús ante Herodes (vv
6-12), escena que sólo narra el tercer evangelista. Lucas tiende a disminuir la
responsabilidad de Pilato: declara tres veces inocente a Jesús (21s) propone
castigarlo y soltarlo (22). Jesús no calla ante él, sino únicamente ante
Herodes. Se manifiesta así una clara voluntad de rebajar la responsabilidad de
los romanos en el proceso de Jesús.
Dejando
aparte estas particularidades, que desempeñan un papel importante en el momento
de establecer un orden cronológico en los acontecimientos, la narración de
Lucas se caracteriza por la manera de subrayar aspectos que podríamos llamar
pastorales y que apuntan a una aplicación práctica en la vida de los
cristianos. Esta parece ser la intención de tres episodios de la historia de la
pasión: la lamentación de las mujeres, el diálogo con el buen ladrón y la
reacción del pueblo ante la muerte de Jesús.
El
llanto de las mujeres (27-31) evoca la lamentación de Zac 12,10: «derramaré
sobre la casa de David un espíritu de compunción y de pedir perdón. Al mirarme
traspasado por ellos mismos, harán duelo como por un hijo único, llorarán como
se llora a un primogénito». En la respuesta de Jesús (28-30) hay una alusión al
juicio de Israel (cf. Lc 13,34-35; 19,41-44; 21, 23-24). Indirectamente exhorta
Lucas a sus lectores a aceptar el mensaje de Jesús, camino de salvación.
La
salvación que aporta Jesús es ilustrada también con la conversión del buen
ladrón (39-43), ejemplo de pecador convertido: en el momento de su muerte
entrará ya en el paraíso.
La
propia muerte de Jesús es precedida en Lc de un gran grito de confianza (v 46,
cf. Sal 31,6). La reacción de la gente ante esta muerte (47-49) contiene el
reconocimiento por parte del centurión de que Jesús era un hombre justo
(confesión primitiva de la fe). Los demás, por su parte, se sienten
interpelados por esta muerte: «se volvieron golpeándose el pecho» (48). La
apertura y conversión de la gente son también un ejemplo para la comunidad
cristiana.
D.
ROURE - LA BIBLIA DIA A DIA - Comentario exegético a las lecturas de la
Liturgia de las Horas - Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981. Pág. 901 s.
7.- /Lc/23/50-56
La
sepultura de Jesús cierra la historia de la pasión y es a la vez un presupuesto
necesario para las narraciones del sepulcro vacío. Era costumbre de los romanos
entregar el cuerpo de los ejecutados, para enterrarlos, a los familiares o
amigos que los pidiesen. Desaparecidos los discípulos, un judío piadoso toma la
iniciativa en esta acción humanitaria. José de Arimatea, miembro del sanedrín
(en desacuerdo con la decisión de condenar a Jesús), tenía que sentir una gran
simpatía por la corriente mesiánica de Jesús, una gran piedad por el
crucificado, para no retroceder ante la impureza que conllevaba tocar un
cadáver, en vigilias de la gran fiesta judía. Como el anciano Simeón de los
evangelios de la infancia, "un hombre justo y piadoso que esperaba la
consolación de Israel" (2,25), José es caracterizado por su bondad y
justicia y por su esperanza en el reino de Dios (v 50). Sus cualidades morales
se manifiestan en la acción que lleva a término. Sin ser discípulo, ni galileo
como la mayoría de ellos, José debió de conocer a Jesús en la última etapa de
su ministerio en Jerusalén.
Lucas
insiste en que el sepulcro, excavado en la roca, aún no había sido usado. Quizá
José de Arimatea no creía en que Jesús fuera el Mesías, pero esto no era
obstáculo para que trate su cuerpo con el máximo respeto. Sin duda, José se
había abierto a la predicación de Jesús sobre el reino de Dios.
Unas
mujeres, que seguían a Jesús desde la Galilea, ven dónde y cómo es sepultado
Jesús. Son las mismas mujeres que, pasado el sábado, muy de mañana, irán al
sepulcro y recibirán el primer anuncio de la resurrección. Entre ellas están
María Magdalena y Juana (24,10), que son citadas entre los seguidores de Jesús
en Galilea (8,2-3). De esta manera Lucas relaciona la narración de la pasión y
de la pascua con el ministerio galileo de Jesús.
Son
las enseñanzas dadas allí las que facilitarán la llave para interpretar la
muerte de Jesús en Jerusalén y para abrirse al mensaje de pascua. En estos
momentos de silencio y de prueba, los discípulos -hombres y mujeres-
descubrirán el alcance y las exigencias de la fe a la que les había llamado
Jesús cuando estaban en la Galilea. La muerte no tenía la última palabra. El
crucificado, puesto en el sepulcro, les llamaba en aquel momento de espera,
como nos llama hoy a nosotros, a creer en su mensaje de vida.
D.
ROURE - LA BIBLIA DIA A DIA - Comentario exegético a las lecturas de la
Liturgia de las Horas - Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981. Pág. 904 s.
PROPUESTA DE CANTOS DE RAMOS (CICLO C) - (13 DE ABRIL)
TEMA: “HOY ESTARAS CONMIGO EN EL PARAISO”
01.- HOSANA
AL HIJO DE DAVID (Alcalde)
HOSANNA
AL HIJO DE DAVID,
G D Em
BENDITO
EL QUE VIENE
C D Em
EN
NOMBRE DEL SEÑOR,
G D G
EL
REY DE ISRAEL;
Em C Em
HOSANNA
EN EL CIELO,
C Em
HOSANNA
EN EL CIELO.
G C
D G
1.-
Pueblos todos batid palmas,
Em Em7 G Em C
aclamad
a Dios con gritos qq1ººde júbilo;
Cm G Em
porque
el Señor es sublime y terrible,
C Cm
Em
Emperador
de toda la tierra.
D G C G
2.-
Dios asciende entre aclamaciones,
C G
el
Señor al son de trompetas;
C B7 Em
tocad
para Dios, tocad,
C D G Em
tocad
para nuestro Rey, tocad.
02.- HOSANA
AL HIJO DE DAVID (Francisco Palazón)
HOSANNA
AL HIJO DE DAVID
BENDITO
EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR
EL
REY DE ISRAEL
HOSANNA,
HOSANNA EN EL CIELO.
Aclamad
al Señor, tierra entera
Tocad
en honor de su nombre
Hacer
resonar sus alabanzas
Cantad
himnos a su gloria.
HOSANNA
AL HIJO DE DAVID
BENDITO
EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR
EL
REY DE ISRAEL
HOSANNA,
HOSANNA EN EL CIELO.
Pueblos
todos, batid palmas
Aclamad
a Dios con gritos de jubilo
Porque
el Señor es sublime y terrible
Emperador
de toda la tierra.
HOSANNA
AL HIJO DE DAVID
BENDITO
EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR
EL
REY DE ISRAEL
HOSANNA,
HOSANNA EN EL CIELO.
03.- LOS
NIÑOS HEBREOS (Francisco Palazón)
LOS
NIÑOS HEBREOS, LLEVANDO RAMOS DE OLIVO
SALIERON
AL ENCUENTRO DEL SEÑOR ACLAMARLO
HOSANNA
EN EL CIELO, HOSANNA EN EL CIELO,
HOSANNA
EN EL CIE-E-LO.
Portones
abrir los dinteles, que se alcen las puertas eternas.
Va
a entrar el rey de la gloria, el valeroso y Dios de Israel.
LOS
NIÑOS HEBREOS, LLEVANDO RAMOS DE OLIVO
SALIERON
AL ENCUENTRO DEL SEÑOR
ACLAMARLO
HOSANNA EN EL CIELO, HOSANNA EN EL CIELO,
HOSANNA EN EL CIE-E-LO.
04.- HOSANNA
(Fernando San Romualdo)
Santo,
Santo, Santo es el Señor
Santo,
Santo, Santo es el Señor.
Todo
tiene tu huella, Señor
Tu
eres el Dios del amor
Todo
tiene tu huella, Señor,
Tu
eres el Dios del amor.
Santo,
Santo, Santo es el Señor
Santo,
Santo, Santo es el Señor.
Todo
tiene tu huella, Señor
Tu
eres el Dios del amor
Todo
tiene tu huella, Señor,
Tu
eres el Dios del amor.
05.- TU REINARAS
1.-
¡Tú reinarás! Éste es el grito
que
ardiente exhala nuestra fe:
¡Tú
reinarás! ¡Oh Rey bendito!
Pues
Tú dijiste: "Reinaré".
REINE
JESÚS POR SIEMPRE,
REINE
SU CORAZÓN;
EN
NUESTRA PATRIA, EN NUESTRO SUELO,
QUE
ES DE MARÍA LA NACIÓN:
EN
NUESTRA PATRIA, EN NUESTRO SUELO,
QUE
ES DE MARÍA LA NACIÓN.
2.-
¡Tú reinarás! Dulce esperanza
que
al alma llena de placer.
Habrá
por fin paz y bonanza,
felicidad
habrá doquier.
3.-
¡Tú reinarás! Dichosa era,
dichoso
pueblo con tal Rey;
será
tu cruz nuestra bandera,
Tu
amor será nuestra ley.
06.- SHALOM
HOSANNA (Joaquín Madurga)
SHALOM,
HOSANNA,
SHALOM,
HOSANNA.
BENDITO
EL QUE VIENE
EN
NOMBRE DEL SEÑOR,
SHALOM,
HOSANNA.
1.-
Los niños hebreos
con
ramos de olivo,
aclamaban
al Señor.
2.-
Los niños hebreos,
tendiendo
sus mantos,
aclamaban
al Señor.
3.-
Con ellos nosotros,
con
palmas y ramos,
aclamamos
al Señor.
07.- TE
OFRECEMOS PADRE ETERNO (Néstor Jaén)
Te
ofrecemos Padre eterno de la tierra nuestro don,
para
que nos lo conviertas en tu Hijo el Salvador. (BIS)
VINO
Y PAN DAMOS HOY, SE TRANSFORMARÁN EN DIOS.
Todo
el alma de este pueblo la ponemos con amor,
junto
al cáliz y las hostias en señal de adoración.
Presentamos
nuestras culpas ante el ara del perdón,
las
ofrendas hechas Cristo nos darán la salvación.
Te ofrecemos nuestras luchas por la nueva
humanidad,
pon
tu amor en medio de ellas y el pueblo verá la paz.
08.- AMAR ES
ENTREGARSE
1.-
Amar es entregarse,
olvidándose
de sí,
buscando
lo que al otro pueda hacerle feliz,
buscando
lo que al otro pueda hacerle feliz.
¡Qué
lindo es vivir para amar!
¡Qué
grande es tener para dar!
Dar
alegría, felicidad,
darse
uno mismo, eso es amar.
Dar
alegría, felicidad,
darse
uno mismo, eso es amar.
2.-
Amar como a sí mismo,
entregarse
a los demás;
así
no habrá egoísmo que no pueda superar.
Así
no habrá egoísmo que no pueda superar.
09.- LLEVEMOS
AL SEÑOR (Carmelo Erdozain)
1.-
Llevemos al Señor
el
vino y el pan.
Llevemos
al altar
la
viña, el trigal.
EL
SEÑOR NOS DARÁ
ÉL
NOS DARÁ SU AMISTAD. [BIS]
2.-
Llevemos al Señor
pureza
y amor.
Llevemos
al altar
justicia,
hermandad.
3.-
Llevemos al Señor
trabajo
y dolor.
Llevemos
al altar
ofrendas
de paz.
10.- COMIENDO
EL MISMO PAN (Joaquín Madurga)
COMIENDO
DEL MISMO PAN,
BEBIENDO
DEL MISMO VINO,
QUERIENDO
EN EL MISMO AMOR,
SELLAMOS
TU ALIANZA, CRISTO.
1.-
La noche de su pasión
cogió
el pan entre sus manos
y
dijo: "Tomad, comed,
esto
es mi Cuerpo entregado."
2.-
La noche de su pasión
tomó
el cáliz en sus manos
y
dijo: "Tomad, bebed,
es
la Sangre que derramo."
3.-
La noche de su pasión
nos
dio el Señor su mandato:
"Amaos
unos a otros,
lo
mismo que yo os amo."
11.- HOY
QUISIERA LLORAR IGUAL QUE PEDRO (Joaquín Madurga)
PEDRO
TE NEGÓ TRES VECES, MIL VECES YO TE NEGUÉ.
SI
PEDRO LLORÓ SU CULPA, MI CULPA YO LLORARÉ,
SI
PEDRO LLORÓ SU CULPA, MI CULPA YO LLORARÉ.
1.-
Hoy quisiera llorar igual que Pedro
porque
al igual que Pedro te he negado.
Hoy
te vengo a decir que me arrepiento
y
que soy de los tuyos y que sigo a tu lado.
Hoy
quisiera llorar igual que Pedro
porque
al igual que Pedro te he negado.
2.-
Te he negado, Señor, y fui cobarde
porque
no quise dar por Ti la cara,
tuve
miedo y fingí no conocerte
y
al pasar Tú a mi lado, yo te he dado la espalda.
Hoy
quisiera llorar igual que Pedro
porque
no quise dar por Ti la cara.
12.- VICTORIA
TU REINARAS (D. Julien)
¡VICTORIA!
¡TÚ REINARÁS!
¡OH
CRUZ! ¡TÚ NOS SALVARÁS!
1.-
El Verbo, en ti, clavado,
muriendo,
nos rescató.
De
ti, madero santo,
nos
viene la redención.
2.-
Extiende por el mundo,
Tu
reino de salvación.
Oh
Cruz, fecunda fuente,
de
vida y bendición.
3.-
Impere sobre el odio,
Tu
reino de caridad.
Alcancen
las naciones
el
gozo de la unidad.
4.-
Aumenta en nuestras almas
Tu
reino de santidad.
El
río de la gracia
apague
la iniquidad.
5.-
La gloria por los siglos,
a
Cristo libertador.
Su
Cruz nos lleve al cielo,
la
Tierra de promisión.
13.- DOLOROSA
(J.A. Espinoza)
DOLOROSA,
DE PIE JUNTO A LA CRUZ.
TÚ
CONOCES NUESTRAS PENAS.
PENAS
DE UN PUEBLO QUE SUFRE (2V)
Dolor
de los cuerpos que sufren enfermos;
el
hambre de gentes que no tienen pan;
silencio de aquellos que callan por
miedo;
la
pena del triste que está en soledad.
El
drama del hombre que fue marginado tragedia
de
niños que ignoran reír, la burda comedia de huecas promesas;
la
farsa de muertos que deben vivir.
Dolor
en los hombros sin tregua oprimidos,
cansancio
de brazos en lucha sin fin,
cerebros
lavados a base de slogans,
en
rictus amargo del pobre infeliz.
El
llanto de aquellos que suman fracasos,
la
cruz del soldado que mata el amor,
pobreza
de muchos sin libro en las manos,
derechos
del hombre truncados en flor.