LA SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI
ORACION COLECTA
Oh Dios, que en este sacramento
admirable nos dejaste el memorial de tu
Pasión te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu
Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto
de tu redención. Tú que vives y reinas.
PRIMERA LECTURA
Lectura
del libro del Génesis 14,18-20
En
aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan
y vino y bendijo a Abran, diciendo: «Bendito sea Abrahán por el Dios altísimo,
creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado
tus enemigos.» Y Abran le dio un décimo de cada cosa.
SALMO RESPONSORIAL (109)
Tú eres sacerdote eterno, Señor Jesús.
Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos estrado de tus pies.» R.
Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a
tus enemigos. R.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre
esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.» R.
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres
sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.» R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11,23-26
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez les he
transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un
pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo,
que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía.». Lo mismo hizo con el
cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con
mi sangre; hacer esto cada vez que lo beban, en memoria mía.» Por eso, cada vez
que coman de este pan y beben del cáliz, proclamen la muerte del Señor, hasta
que vuelva.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,11b-17
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al
gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.
Caía la tarde, y los Doce se le acercaron
a decirle: «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor
a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado.».
Él les contestó: «Denle ustedes de comer.».
Ellos replicaron: «No tenemos más que
cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este
gentío.». Porque eran unos cinco mil hombres.
Jesús dijo a sus discípulos: «Díganles que
se echen en grupos de unos cincuenta.».
Lo hicieron así, y todos se echaron. Él,
tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la
bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los
sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce
cestos.
COMENTARIO
En este día en
que celebramos CORPUS CHRISTI, estamos llamados a entrar en un lugar
donde el pan y el vino dejan de serlo para convertirse en permanente presencia
de Cristo en la Eucaristía.
Insertarnos en Cristo comporta siempre salir enriquecidos, no de bienes
materiales sino llenos de su Espíritu en el corazón y en el alma. Treinta
minutos, escasos, no son suficientes ni dan cuenta del valor que encierra la
Eucaristía.
Pero, toda una vida cristiana, sería difícil de llevarla adelante sin
el aprovisionamiento del pan único y partido. La festividad del CORPUS CHRISTI
se hace demasiado grande para encerrarla en los cuatro muros de un templo. Es
tan grande su misterio y tan en el corazón de la fe... que se desparrama por
los aledaños y plazas saliendo de la mejor catedral o de la iglesia menos
importante y más escondida
Es tan firme nuestra devoción
hacia la Eucaristía.. ....que
lo manifestamos públicamente, sin temor ni vergüenza, ante un mundo que ensucia
y empapela las paredes no precisamente con palabras de verdad que llamen y
empujen al amor verdadero.
Es tan convencido nuestro aprecio por la presencia del Señor en la Eucaristía.. ...que
necesitamos seguirle cuando, EL por delante, sale al asfalto en medio de
ciudades y pueblos, de hombres y mujeres gritándonos: ¡DIOS
ESTA AQUÍ!.
Impresiona tanto la “reserva” del AMOR de DIOS en el Sagrario... que
sale en CUSTODIA para que el mundo entienda que sin Él, el ser humano,
será un fracasado.
CORPUS... es manifestar públicamente la convicción de
todo cristiano católico que siente y vive en la Eucaristía el AMOR que
Dios nos tiene.
Que sabe que siempre hay un Misterio escondido detrás
de las especies del pan y del vino. CORPUS... es el AMOR de DIOS que toma
cuerpo....que se hace cuerpo; visible, alimento, vino y pan. Y, si el amor de
DIOS se hace cuerpo, nuestras calles se hacen hueco y se abren de par en
par para que, por unos momentos, se conviertan en mesa interminable donde
los seguidores de Jesús celebren, proclamen, vivan y coman su pan multiplicado.
CORPUS... es el AMOR de DIOS a los hombres y - en trampolín- amor y servicio,
generosidad y justicia, perdón y fraternidad...... de los hombres con los
propios hombres.
Si el AMOR DE DIOS se hace cuerpo, por nosotros,
nosotros somos urgidos por imperativo de Jesús Eucaristía a ser igualmente
cuerpo visible de: justicia y del compartir, de alegría y de tolerancia, de
respeto y de fe de reconciliación y de esperanza, de ilusión de coraje, de
piedad y de compromiso continuado en
pro de una sociedad que no tiene más esquemas sino el poder para tener.
PLEGARIA UNIVERSAL
Por medio de Jesucristo Sacramentado, en este día de su
fiesta, presentamos a nuestro Padre del Cielo las necesidades del mundo y de la
Iglesia. Respondemos. R. Danos el pan de cada día.
1.-
Por el Papa Francisco para que Cristo, alimento cotidiano, sea su fuente
continua de fortaleza, ante la tarea de gobernar, la barca de Pedro. R.
Danos el pan de cada día.
2.-
Por los gobernantes del mundo, para que la primera y principal
preocupación en sus decisiones sea el sustento de la gente. R.
Danos el pan de cada día.
3.-
Por los que andan faltos de pan material, de trabajo, de salud o de fe,
para que el paso de Cristo sacramentado por su vida alivie su dolor y encienda
la pasión por su enseñanza. R.
Danos el pan de cada día.
4. Por las familias, para que tengan
siempre, además del pan cotidiano, el Pan de la Palabra de Dios y el Pan de la
Eucaristía, que es Pan de Vida Eterna. R. Danos el pan de cada día.
Padre del Cielo, que enviaste a tu Hijo Unigénito para
redimirnos el mismo a quien hoy adoramos en el Santísimo Sacramento, te pedimos
que por su intercesión des a tu pueblo cuanto con confianza te solicita. Por
Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Concede, Señor a tu Iglesia el don de la paz y de la
unidad, significado en las ofrendas sacramentales que te presentamos. Por
Jesucristo nuestro Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
La comunión de tu Cuerpo y tu
Sangre, Señor, signo de banquete del Reino que hemos gustado en nuestra vida
mortal, nos llene de gozo eterno de tu divinidad. Tu que vives y reinas por los
siglos de los siglos.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 30: Pe 1, 1-7; Sal 90; Mc. 12, 1-12.
Martes 31: Sof. 3, 14-18; Sal 12; Lc. 1, 39-56.
Miércoles 01: Ti. 1, 1-3.6-12; Sal 122; Mc. 12, 18-27.
Jueves 02: Ti. 2, 8-15; Sal 24; Mc. 12, 28b-34.
Viernes 03: Ez. 34, 11-16; Sal 22; Rm. 5, 5b-11; Lc. 15,
3-7.
Sábado 04: Is. 61, 9-11, 1Sal 2; Lc. 2, 41-51.
Domingo 05: 1R. 17, 17-24; Sal 29; Gl 1, 11-19; Lc. 7, 11-17.
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 9, 11b-17
1.- Texto.
Retomamos el evangelio de Lucas, que a partir de hoy
va a servirnos de hilo conductor. El texto está precedido y seguido por una
misma pregunta: ¿quién es Jesús? Entre lo que unos y otros opinan, el autor
intercala su propia opinión por medio de un relato en el que nos muestra a
Jesús en acción.
Esta acción está hecha de acogida y preocupación por
la gente. A la gente que le busca, Jesús les da cuanto él posee: su enseñanza y
su poder curativo. Con posterioridad, Jesús no se desentiende de esa gente
abandonándola a su propio destino, a pesar de que la lógica de la situación y
del cálculo aconsejaría hacerlo. Lo imprevisible, el milagro, es el resultado
de un comportamiento de estas características.
El relato lo conocemos también por los otros tres
evangelistas. Pero en ninguno de ellos tiene el matiz pedagógico que tiene en
Lucas. Fiel a su preocupación de profundizar en la instrucción cristiana, Lucas
nos presenta a Jesús como modelo de comportamiento a imitar por el cristiano.
Un modelo volcado siempre hacia los demás, preocupado e interesado por ellos,
mirando antes por ellos que por sí mismo.
Comentario.
De la pluma de Lucas el Corpus de este año tiene un
lema muy claro: Los demás como objetivo.
EU/A-H: Los demás como objetivo a descubrir, no a
conquistar. Sensibilidad para el problema que el otro tiene. Delicadeza para
saberse poner en el lugar del otro.
Los demás, más allá del círculo familiar. Estos en
realidad forman parte de uno mismo. Los íntimos son la fuerza que tú tienes
para dar acogida a los demás.
Los demás en concreto, con un rostro, con nombre y
apellidos, con la fuerza de la proximidad geográfica.
Los demás como objetivo más allá del cálculo o del
riesgo programado, más allá de los egoísmos que atenazan y limitan.
A partir de un comportamiento así es como puede
acontecer el milagro de lo inesperado, de lo impensable incluso. Sólo si no se
hace nada por los demás, es como nunca puede suceder nada que valga la pena.
ALBERTO BENITO
DABAR 1989, 29
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2.- Los hechos históricos, en sí mismos, son
realidades mudas. Hablan cuando alguien los interpreta. ¿Cuál es la
interpretación de Lucas del hecho histórico de la multiplicación de los panes?
El relato está configurado como un diálogo entre Jesús y los doce. Son éstos
quienes lo inician con una respuesta razonable (v. 12). Jesús les propone otra
(v. 13a). Los doce la consideran inviable, pero estarían dispuestos a poner los
medios para hacerla viable (v. 13b). El diálogo se desarrolla, pues, en
términos de propuestas y contrapropuestas normales; no hay nada que haga pensar
en una intervención milagrosa, ni siquiera cuando Jesús pide a sus discípulos
que hagan sentar a la gente (v. 14b).
Sólo el v. 16 rompe el desarrollo normal,
introduciendo la intervención milagrosa de Jesús. Literariamente hablando, se
trata de una intervención inesperada. Esto quiere decir que Lucas no está
interesado en resaltar lo extraordinario de la escena, aunque indudablemente lo
presupone.
ENTREGA/CSO
Una vez más, Lucas ha elaborado el relato en perspectiva catequética.
Catequesis a los doce (=los guías) sobre cómo tienen que actuar en la comunidad
cristiana. Esta actuación no debe ser el desentendimiento (¡que se las arreglen
como puedan!, cfr. v. 12), por muy comprensible y razonable que pueda éste
parecer. Su actuación debe ser la entrega, la disponibilidad, la búsqueda de
soluciones, por muy costosas que éstas sean. Es entonces cuando se produce el
milagro. El milagro de una comunidad donde no hay necesidades, donde todo fluye
a raudales y que incluso sobra.
En realidad, la óptica de Lucas en este relato (a
diferencia de los otros evangelistas) no es la eucaristía. Y, sin embargo, su
relato puede leerse en un día significativamente eucarístico. La Eucaristía,
como Jesús la entendió, es la gran señal de una comunidad en torno a una misma
mesa, donde a nadie le falta nada y donde todo es alegría de vivir.
DABAR 1977, 37
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3.- El contexto vital del relato originario es una
comunidad que espera la ayuda y la salvación de Jesús en el que ve la plena
realización escatológica. Se trata del mundo teológico palestinense que
esperaba la salvación definitiva con el retorno de Jesús. Hay que recordar las
más antiguas celebraciones litúrgicas fuertemente impregnadas de la espera
escatológica. El relato de hoy se apoya en la espera cristológica y
escatológica. Antes han preguntado... quién es éste...? (9,9), hay después la
confesión de Pedro (9, 20). La multiplicación de los panes prepara la
manifestación cristológica de 9, 28-36.
En el texto, Jesús se presenta como "redentor"
que anuncia el reino y cura a los enfermos. Acoge al pueblo con su palabra y
con sus obras. El gesto de dar de comer a la gente le presenta como
"redentor" que está siempre con los suyos.
El pueblo se confía a Jesús, pero los discípulos no
tienen la misma confianza. A través del servicio de los apóstoles, el pueblo se
reúne en comunidad del reino de Dios. Con todo este relato no presenta sólo al
Jesús histórico, sino la experiencia de fe de la comunidad primitiva que en la
eucaristía ha encontrado al Señor.
El es quien da y se da. Los discípulos distribuyen
en su nombre.
Así cumplen el mandato de Jesús: dadles vosotros de
comer. Jesús va más allá de toda espera humana. No da palabras sino que se da a
sí mismo, quiere encontrar al hombre en sus necesidades concretas, quiere
saciar el hambre de las profundas exigencias humanas. El es el pan
"partido" y "compartido" que debe continuar en la vida de
los discípulos.
P. FRANQUESA
MISA DOMINICAL 1986, 11
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4. EU/ALIENACION
Si la exégesis de los relatos de la multiplicación
de los panes es exacta, plantea un problema grave a la conciencia del cristiano
que lleva en su corazón la preocupación por sus hermanos hambrientos. Las
comunidades primitivas dan, en efecto, la impresión de haber suavizado el gesto
concreto de Cristo saciando el hambre de una multitud hambrienta, en un proceso
de idealización y de espiritualización bastante grave. Al orientar la óptica
del relato hacia el simbolismo eucarístico (v. 16; cf. Jn 6), la experiencia
escatológica o la significación misionera (tema de la recogida de los restos
para darlos a los ausentes), etc., los primeros cristianos dan a algunos la
impresión de que se evadían de las exigencias del hambre para refugiarse en un
reino que no es de este mundo, en el que se recibe un pan que no está sumergido
en las contingencias de aquí abajo, donde no será necesario preocuparse del
alimento cotidiano.
Esta concepción es evidentemente falsa y distorsiona
gravemente el pensamiento de Jesús. Por otra parte, éste no ha instituido una
Iglesia cuya misión estaría reducida a saciar los cuerpos. Si los primeros
cristianos dieron al relato una interpretación eucarística, esto se debe a que
la saciedad de los cuerpos está estrechamente ligada a la saciedad de los
corazones. En efecto, el pan eucarístico sólo sacia el corazón del hombre
animándole a amar mejor a sus hermanos y a procurarles el pan que no tienen.
El pan eucarístico no enriquece: empobrece, puesto
que sólo puede ser comido por aquellos que se abren a la voluntad del Padre. Y
nos permite unirnos a los pobres en su lucha contra el hambre y sus causas
precisamente porque nos hace pobres espiritualmente.
De este modo, la participación en el pan eucarístico
de nosotros, ricos, debe hacernos cada vez más desprovistos, arrancarnos a los
bienes perecederos y a su esclavitud. La liturgia del pan de la vida eterna es
una llamada incesante a una mayor pobreza.
MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA IV
MAROVA MADRID 1969.Pág. 319 ss.
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5.- Comentario. Nos hallamos ante un relato. La
ocasión está propiciada por el gentío que se ha reunido en torno a Jesús. Dada
la hora, los doce aconsejan a Jesús que despida al gentío para que éste pueda proveer
a sus necesidades de alojamiento y comida. Ya tenemos, pues, al primer
personaje del relato: los doce.
Representan la razón, la lógica. Entra en escena el
segundo personaje: Jesús. Proveed vosotros. Representa la sinrazón, la ilógica.
Dos personajes, pues, representando dos papeles, dos posturas contrapuestas. El
resto del relato lo conocemos,. Cada personaje representa su papel parcamente,
escuetamente. El autor del relato no nos distrae con curiosidades sino que va
derecho al resultado: todos comieron y aún sobró, tantos cestos cuantos
personajes razonables: doce.
Desde el comienzo de su obra, el autor del tercer
evangelio viene insistiendo en lo siguiente: fíate de Dios y acontecerá lo que
parecía absurdo e imposible. Ha propuesto dos modelos: María (cfr. /Lc/01/38) y
Pedro (/Lc/05/05). Ahora vuelve a insistir en lo mismo, poniendo como modelo al
propio Jesús. Fíate de Dios y acontecerá lo que te parecía imposible. Esta es
la razón de ser de este relato. Fíate de Dios.
DABAR 1983, 32
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6.- El gesto de la multiplicación de los panes
constituye uno de los signos reveladores más importantes de todo el evangelio.
Como es habitual en Lucas, la figura de Jesús comienza a manifestarse también
aquí a partir de la doble perspectiva de las palabras y los hechos: abre ante
los hombres el camino del reino que ofrece la salud o vida nueva (9, 11). Sobre
ese fondo, ligeramente precisado, viene a revelarse el signo de los panes.
La esperanza en el banquete constituía uno de los
grandes elementos de la apocalíptica tradicional. El apocalipsis de Isaías
precisaba: "Y preparará Yahveh Sebaot para todos los pueblos un festín de
suculentos manjares, un festín de vinos generosos" aluden a la felicidad
del que recibe el pan del reino (Lc 14, 15) o cuando afirman que Jesús anhela
ansiosamente la comida del reino que se acerca (Lc 22,16).
Sobre este fondo se precisa todo el contenido del
signo de los panes. Los que siguen a Jesús han tenido que prescindir de las
seguridades que el mundo les ofrece: entra la noche y están solos; sienten
hambre y no disponen de comida, pues se encuentran lejos del poblado (9, 12).
Pues bien, en medio del desierto, a la llegada de la noche, Dios repite los
antiguos prodigios de la historia de su pueblo; aunque los hombres piensen
estar solos y perdidos, Jesús se encuentra en medio de ellos repartiendo su
misterio a manos llenas: enseña, cura, ofrece el alimento.
Es difícil encontrar una imagen más valiosa del
sentido y de la obra de Jesús. Los que le siguen tienen que arriesgarse,
dejando atrás el mundo antiguo, su seguridad y su comida. Pero, una vez que ya
lo han hecho no necesitan decir nada: Jesús sabe su necesidad y les ayuda.
No interesa demasiado la manera concreta en que el
signo se realizó. Lo que importa es que Jesús dio de comer abundantemente al
pueblo. Lo que importa es que su gesto vino a suscitar entre los suyos el
entusiasmo mesiánico de forma que los hombres descubrieron que el banquete del
reino ya ha empezado a realizarse. Parece como si de pronto se hubieran rasgado
los antiguos niveles de las cosas; da la impresión de que el mundo de los
pobres y perdidos de la tierra se termina y surge la verdad definitiva de la
vida.
A manera de conclusión, quisiéramos señalar con
brevedad los elementos más valiosos del signo de los panes:
a) en primer lugar, el gesto constituye una
revelación escatológica; por medio de Jesús, Dios se está mostrando como aquél
que ofrece el alimento de la vida al pueblo.
b) En el gesto se desvela el poder de los apóstoles;
por sí mismos son incapaces de ofrecer comida al pueblo (9, 13); sólo cuando
reciben el pan que les regala el Cristo pueden alimentar verdaderamente al
pueblo.
c) Dentro de una vivencia eclesial el milagro se ha
convertido en anticipo y señal de la eucaristía; el mismo comportamiento de
Jesús que pronuncia la bendición, parte el pan y lo ofrece a los hombres nos
dirige en esta dirección; por eso, aquel comer juntos en la tensión de la
esperanza escatológica, se ha venido a convertir en el signo fundamental de la
iglesia.
d) Todo esto nos lleva finalmente hacia otro plano:
la comida fraternal y abundante donde los dones del reino se ofrecen a todos
los salvados debe anticiparse en la comida de la tierra. Eso significa que los
bienes de este mundo son los medios, los manjares de un banquete en el que
todos se encuentran invitados; por eso, en una sociedad donde la injusticia
separa brutalmente a los unos de los otros es muy difícil recordar el gesto de
la multiplicación de los panes y celebrar de verdad la eucaristía. Jesús ha
invitado a todos con unos mismos panes (en la multiplicación y en la
eucaristía); los bienes del banquete del reino son comunes. Pues bien, una
sociedad donde los hombres se roban mutuamente la comida (se oprimen
mutuamente), está indicando que no sigue a Jesús ni desea tender hacia el
banquete de su reino.
COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1303 s.
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7. ¿Entiendes lo que ésto significa?
Fuente: Catholic.net
Autor: P . Sergio A. Córdova
Hay, en Tierra Santa, un pueblecito llamado Tabga.
Está situado junto a la ribera del lago Tiberíades, en el corazón de la
Galilea. Y se halla a los pies del monte de las Bienaventuranzas. La Galilea es
una región de una gran belleza natural, con sus verdes colinas, el lago de azul
intenso y una fértil vegetación. Este rincón, que es como la puerta de entrada
a Cafarnaúm, goza todo el año de un entorno exuberante. Es, precisamente en
esta aldea, donde la tradición ubica el hecho histórico de la multiplicación de
los panes realizada por Jesús.
Ya desde el siglo IV los cristianos construyeron
aquí una iglesia y un santuario, y aun hoy en día se pueden contemplar diversos
elementos de esa primera basílica y varios mosaicos que representan la
multiplicación de los panes y de los peces.
Pero hay en la Escritura un dato interesante. Además
de los relatos de la Pasión, éste es el único milagro que nos refieren
unánimemente los cuatro evangelistas, y esto nos habla de la gran importancia
que atribuyeron desde el inicio a este hecho. Más aún, Mateo y Marcos nos
hablan incluso de dos multiplicaciones de los panes. Y los cuatro se esmeran en
relatarnos los gestos empleados por Jesús en aquella ocasión: “Tomando los
cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición
sobre ellos –dio gracias, nos dice san Juan—, los partió y se los dio a los
discípulos para que se los repartieran a la gente”.
Seguramente, los apóstoles descubrieron en estos
gestos un acto simbólico y litúrgico de profunda significación teológica. Esto
no lo adviertieron, por supuesto, en esos momentos, sino a la luz de la Última
Cena y de la experiencia post-pascual, cuando el Señor resucitado,
apareciéndose a sus discípulos, vuelve a repetir esos gestos como memorial de
su Pasión, de su muerte y resurrección. Y, por tanto, también como el
sacramento supremo de nuestra redención y de la vida de la Iglesia.
Año tras año, el Papa Juan Pablo II escribe una
carta pastoral dirigida a todos los sacerdotes del mundo con ocasión del Jueves
Santo, día del sacerdocio y de la Eucaristía por antonomasia. El año pasado la
hizo extensiva a toda la Iglesia, convirtiéndola en una carta encíclica para
todo el orbe católico: “Ecclesia de Eucharistia”. Yo invitaría a todos los que
vean este artículo de hoy a leer y a meditar en el contenido espiritual tan
rico y profundo de este documento brotado del corazón mismo de Juan Pablo II.
“La Iglesia vive de la Eucaristía”. Así inicia el
Papa su meditación. “Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana
de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia”. Y a
continuación tratará de hacernos comprender, valorar y vivir esta afirmación
inicial.
En efecto, la Eucaristía es el sacramento por
excelencia de la Iglesia –y, por tanto, de cada uno de los bautizados— porque
brotó del amor redentor de Jesucristo, la instituyó como sacramento y memorial
de su Alianza con los hombres; alianza que es una auténtica redención,
liberación de los pecados de cada uno de nosotros para darnos vida eterna, y
que llevó a cabo con su santa Pasión y muerte en el Calvario. La sangre y el
agua que brotaron del costado traspasado de Cristo sobre la cruz nos hablan de
este mismo misterio.
El Sacrificio eucarístico es –recuerda el Papa,
tomando las palabras del Vaticano II— “fuente y culmen de toda la vida
cristiana”. Cristo en persona es nuestra Pascua, convertido en Pan de Vida, que
da la vida eterna a los hombres por medio del Espíritu Santo.
Juan Pablo II nos confiesa que, durante el Gran
Jubileo del año 2000, tuvo la grandísima dicha de poder celebrar la Eucaristía
en el Cenáculo de Jerusalén, en el mismísimo lugar donde la tradición nos dice
que fue realizada por Jesucristo mismo la primera vez en la historia. Y varias
veces ha traído el Papa a la memoria este momento de gracia tan singular. El
Papa sí valora profundamente lo que es la Eucaristía. En el Cenáculo –nos
recuerda el Santo Padre— “Cristo tomó en sus manos el pan, lo partió y lo dio a
sus discípulos diciendo: Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por vosotros” (Eccl. de Euch., nn. 1-2).
Estos gestos y palabras consacratorias son las
mismas que empleó Jesús durante su vida pública, en el milagro de la
multiplicación de los panes. Si Cristo tiene un poder absoluto sobre el pan y
su naturaleza, entonces también podía convertir el pan en su propio Cuerpo, y
el vino en su Sangre.
Y decimos que la Eucaristía es el “memorial” de
nuestra redención porque –con palabras del mismo Santo Padre— “en ella está
inscrito de forma indeleble el acontecimiento de la pasión y muerte del Señor.
No sólo lo evoca, sino que lo hace sacramentalmente presente. Es el sacrificio
de la Cruz que se perpetúa por los siglos”. Esto, precisamente, significa la palabra
“memorial”. No es un simple recuerdo histórico, sino un recuerdo que se
actualiza, se repite y se hace realmente presente en el momento mismo de su
celebración.
Por eso –continúa el Papa— la Eucaristía es “el don
por excelencia, porque es el don de sí mismo (de Jesucristo), de su persona en
su santa humanidad y, además, de su obra de salvación.
Ésta no queda relegada al pasado, pues todo lo que
Cristo es y todo lo que hizo y padeció por los hombres participa de la
eternidad divina y domina así todos los tiempos… Cuando la Iglesia celebra la
Eucaristía, memorial de la muerte y resurrección de su Señor, se hace realmente
presente este acontecimiento central de salvación y se realiza la obra de
nuestra redención” (Eccl. de Euch., n. 11).
Ojalá, pues, que en esta fiesta del Corpus Christi,
que estamos celebrando hoy, todos valoremos un poco más la grandeza y
sublimidad de este augusto sacramento que nos ha dejado nuestro Señor
Jesucristo, la Eucaristía, el maravilloso don de su Cuerpo y de su Sangre preciosa
para nuestra redención: “Éste es mi Cuerpo. Ésta es mi Sangre, sangre de la
alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los
hombres, para el perdón de los pecados. Haced esto en memoria mía”.
Que a partir de hoy vivamos con una fe mucho más
profunda e intensa, y con mayor conciencia, amor y veneración cada Eucaristía,
cada Santa Misa: ¡Gracias mil, Señor, por este maravilloso regalo de tu amor
hacia mí!