viernes, 30 de septiembre de 2016

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO XXVII TIEMPO ORDINARIO CICLO C - 02 OCTUBRE 2016

¡SI TUVIERAN FE....!.


ORACION COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, que con amor generoso desbordas los méritos y deseos de los que te suplican, derrama sobre nosotros tu misericordia, para que libres nuestra conciencia de toda inquietud y nos concedas aun aquello que no nos atrevemos a pedir. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura de la profecía de Habacuc 1,2-3;2,2-4

¿Hasta cuándo clamaré, Señor, sin que me escuches?. ¿Te gritaré: «Violencia», sin que me salves?. ¿Por qué me haces ver desgracias, me muestras trabajos, violencias y catástrofes, surgen luchas, se alzan contiendas?.
El Señor me respondió así: «Escribe la visión, grábala en tablillas, de modo que se lea de corrido. La visión espera su momento, se acerca su término y no fallará; si tarda, espera, porque ha de llegar sin retrasarse. El injusto tiene el alma hinchada, pero el justo vivirá por su fe.».

SALMO RESPONSORIAL (94)

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».

Vengan, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. R.

Entren, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R.

Ojalá escuchen hoy su voz: «No endurezcan el corazón como en Meribá, como el día de Masa en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba  y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1,6-8.13-14

Reaviva el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mí, su prisionero. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios. Ten delante la visión que yo te di con mis palabras sensatas y vive con fe y amor en Cristo Jesús. Guarda este precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 17,5-10

En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.».
El Señor contestó: «Si tuvieran fe como un granito de mostaza, dirían a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y les obedecería. Supongan que un criado suyo trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de ustedes le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"?. ¿No le dirán: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras cómo y bebo, y después comerás y beberás tú"?. ¿Tengan que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado?. Lo mismo ustedes: Cuando hayan hecho todo lo mandado, digan: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."».

PLEGARIA UNIVERSAL

Fe y humildad son las recetas de hoy. Y de ambas andamos muy limitados. Por eso, levemos nuestra oración al Padre, suplicándole que nos ayude a crecer en ambas direcciones: R.- Aumenta, Señor, nuestra Fe y nuestra humildad.

1.- Por la Iglesia, para que sin descanso sea portadora de la Buena Noticia, añadiendo nuevos miembros a la familia de Dios. Aumenta, Señor, nuestra Fe y nuestra humildad.

2.- Por las naciones del mundo entero,  para que tengan lo necesario para su desarrollo en paz y armonía con el resto de países. Aumenta, Señor, nuestra Fe y nuestra humildad.

3.- Por los enfermos, para que en su sufrimiento se vean asistidos por la fuerza de Cristo, que los acompañe de una manera especial. Aumenta, Señor, nuestra Fe y nuestra humildad.

4.- Por todos los que han perdido su fe, para que pidiendo al Señor este don y perseverando en las buenas obras, encuentren de nuevo la llama que les acerque a Dios y a su Iglesia. Aumenta, Señor, nuestra Fe y nuestra humildad.

Padre, atiende estas necesidades y todas aquellas que llevamos en nuestro corazón. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, la oblación que tú has instituido y por estos santos misterios, que celebramos para darte gracias, santifica a los que tú mismo has redimido. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Concédenos, Señor todopoderoso, que de tal manera saciemos nuestro hambre y nuestra sed en estos sacramentos, que nos transformemos en lo que hemos recibido. Por Jesucristo nuestro Señor.

COMENTARIO

En el c.17 Lucas reúne una serie de dichos de Jesús sobre la vida de la comunidad. En primer lugar, los discípulos piden un "aumento de fe". Es llamativo y hasta consolador el que duden los discípulos, ya que, según Lucas, esto no les aparta del círculo íntimo de Jesús, ni tampoco, por ser discípulos, se ven preservados o dispensados de la lucha por la fe. Sobre el fondo de la incredulidad general, los discípulos también son conquistados por las tinieblas: no tienen la fe viva que descubriría en todo la presencia del Señor. En parecida situación se encuentra muchas veces el creyente de nuestros días.
La mostaza es la más pequeña de las semillas; pero luego llega a ser un gran arbusto (Mt 13,23; Mc 04,31). Se trata aquí de la primera opción, del primer paso para acercarse al reino. El traslado de las montañas es un tema del AT (Is. 49,11; 40,4)   y  describe    la eliminación de todos los obstáculos que se oponen al Reino de Dios, aunque aquí convenga interpretarlo mejor como una hipérbole que ilustra no tanto el poder de la fe cuanto el poder de Dios, que se hace ostensible y real en la debilidad confiada de los discípulos. Maravilla del que confía en Dios.
El contexto, en el que el siervo es verdaderamente útil, muestra lo forzado de la expresión. Pero se aplica bien a los discípulos. No es que Jesús busque una falsa humildad de sus amigos haciéndoles ver que en el reino nadie tiene que considerarse indispensable, sino que, por la gracia de Jesús, porque él quiere que sea así, el creyente entra a formar parte del reino. No hay otros méritos que los de Cristo. La tarea del cristiano es ser consecuente con la fe en Jesús que le capacita para el reino. La fe y el orgullo caminan por  senderos  distintos  (1 lectura).


PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 03: Gal.  1,  6-12;   Sal  110;  Lc.  10,   25-37.
Martes 04: Gal.  1,  13-24; Sal  138; Lc. 10,  38-42.
Miércoles 05: Gal. 2, 1-2.7-14; Sal 116;  Lc. 11, 1-4.
Jueves 06: Gal. 3,  1-5;  Lc.1,  69-75;  Lc. 11, 5-13.
Viernes 07: Gal. 3,   7-14; Sal  110;  Lc.  11,  15-26.
Sábado 08: Gal. 3,  22-29;  Sal  104; Lc.  11, 27-28.
Domingo 09: 2Re. 5, 14-17; Sal 97; 2Tim. 2, 8-13; Lc. 17, 11-19.


COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 17, 5-10
Paralelos: Mt 17, 20  Mt 21, 21  Mc 11, 23

Son muchos los que vienen ante Dios en actitud de "justicia conmutativa". Piensan en un tipo de cambio de comercio. Dios tiene derechos sobre nosotros y eso nos puede imponer unos mandatos. Si los cumplimos mereceremos recibir la recompensa. Conciben la ley como imposición; suponen que el premio corresponde a las acciones realizadas y por eso se sienten dispuestos a exigirle a Dios la "paga".
Frente a esa actitud ha situado el evangelio la postura del "siervo" que recibe el encargo que el señor le ha encomendado. Si obra bien no actúa por la paga; hace simplemente lo que debe. De manera semejante, el verdadero seguidor de Cristo ha descubierto que Dios es el Señor y que merece la pena realizar las obras que nos manda. Por eso, al final del camino, no puede exigirle abiertamente nada. No ha sido más que un pobre siervo; ha hecho aquello que debía.
AMIGO/QUÉ-ES:Para interpretar rectamente esta postura hay que situarla en el trasfondo de una auténtica amistad, de una confianza auténtica y verdadera. Amigo es el que ayuda al otro sin hablar de premio o recompensa. No necesita leyes o mandatos; sabe lo que agrada a su amigo y lo realiza porque cree que merece la pena realizarlo.
Semejante debe ser nuestra actividad respecto a Dios. Descubrimos su voluntad y la cumplimos. No importa en principio el premio o el castigo. Es más, pensamos que Dios no puede ser jamás nuestro deudor, por más que hayamos intentado cumplir hasta el final sus mandatos.
Después de afirmar esto debemos añadir algo muy importante. Dios no está obligado a darnos ningún premio, ni tiene por qué agradecernos ningún servicio. Sin embargo, desde el momento en que es amigo nos suscita la confianza; sabemos que se preocupa de nosotros y podemos confiar en su presencia y en su ayuda. Una vez que hemos hecho lo nuestro y hemos dicho "somos unos pobres siervos", podemos añadir..., "y sin embargo, tenemos un amigo que nos quiere más que todo lo que nosotros podemos imaginar". Por eso estamos seguros en sus manos.
Esto significa que nuestra experiencia religiosa sale del plano de la ley, del mérito y del premio que se exige y entra en un contexto de amor y de confianza. Por amor hacemos lo que es bueno. Confiadamente nos ponemos al final en las manos del misterio que recibe ante nosotros rasgos de un amigo y padre (Dios). No sabemos lo que el amigo vendrá a darnos; pero tenemos una inmensa confianza. Y por eso, cuando hemos hecho lo que estaba en nuestra mano, podemos añadir: "ahora estamos de verdad en buenas manos. En las manos de un amigo que nos quiere. No merecemos nada, pero confiamos en su amor y estamos seguros de que vendrá a concedernos mucho más de todo lo que hubiéramos soñado".
Comentarios A La Biblia Liturgica NT, Edic Marova/Madrid 1976.Pag.1375



El servicio es la actitud que caracteriza al creyente (cf /Mc/10/41-45/Jn/13/12-15). Un servicio humilde, constante, sin desfallecer. Un servicio atento, minucioso. Y, una vez cumplido con esmero, la conciencia de haber hecho sólo aquello que era su obligación. Sin esperar, ni menos exigir, recompensa. Porque no se ha hecho nada especial. Porque sólo se ha cumplido con el propio deber. Tanto en el servicio a Dios como en el servicio al hermano, en que aquél se manifiesta y culmina (cf. 1 Jn 4. 20-21).
Comentarios Biblicos-5 V/Pág. 560



Categóricamente y sin matizaciones, el texto proclama: "Sois unos siervos inútiles". El evangelio entero desmiente el sentido literal de esta afirmación, que precisamente manda a los discípulos adherirse fuertemente a Jesús para poder realizar la misión que él les ha confiado.
Pero aunque no sean "inútiles", los "servidores" de la Palabra, los predicadores del Reino, los segadores enviados al campo del "Dueño de la mies", han de saber que la extensión de esa Palabra, que la venida del Reino son, a un tiempo, resultado de su actividad y de su oración, y fruto del don de Dios. Y ese don es primordial; los discípulos, incitados a la acción, necesitan encontrar la exacta medida de su participación. Marcos trata este problema con la parábola del Sembrador, cuya semilla hace germinar Dios, ya sea que el labrador dormite o se afane (4. 26-29). Lucas lo aborda con una simple frase que no tiene la intención de apartar del esfuerzo, pero que sí recuerda a los discípulos más fervientes cuál es la auténtica naturaleza de la obra que han de llevar a cabo y la colaboración verdaderamente requerida.
Esa frase de cierre viene al final de una breve parábola en la que se perciben las costumbres de una época (aunque la nuestra no sea tan diferente). Leyendo esa realista descripción de un comportamiento corriente, apreciaremos la novedad que Jesús supo poner en su forma de vivir, él que, sin vacilar en ponerse un mandil, se hace siervo de sus discípulos. Siervo en el momento de la última cena (Jn 13. 1-16; Lc 22. 27), y siervo el día de la última venida (Lc 12. 37).
Louis Monloubou, Leer y predicar el evangelio de Lucas, Edit. Sal Terrae Santander 1982.Pág. 269



4. /Mt/20/13.
Dios es presentado como un amo exigente, que se preocupa muy poco de los sufrimientos o aspiraciones de su esclavo. Pero la parábola subraya, sobre todo, que los fariseos -esos creyentes que pesan sus méritos e intentan hacer valer sus derechos sobre Dios- son, en realidad, ante Él, unos pobres siervos totalmente incapaces de hacer algo meritorio. La parábola opone fe pura e ingenua (v.6) de los pobres e ignorantes al cálculo sobre sus propios méritos y a la confianza en sí mismos de los fariseos y de los ricos; la actitud de confianza incondicional en el Señor, a las protestas bajo cuerda de los que sitúan la religión en el plano de los méritos y del derecho a la recompensa (cf. Mt 20. 13). Colocada en otro contexto donde Jesús llama la atención, esta vez, a los apóstoles (v.5), esta parábola considera su ministerio como inútil (v.10). Nos equivocaríamos si creyéramos que es esa la intención de Jesús. Dios necesita a los hombres, y Cristo tiene necesidad de su Iglesia. En realidad, la expresión contenida en este versículo apunta a lo que hay de fariseo y autoritario en el corazón de cada uno, cuando el hombre se atribuye a sí los méritos de una acción que sin Dios le sería imposible realizar; cuando el hombre considera las ventajas y los privilegios de la misión que desempeña como otros tantos derechos a la vida eterna y cuando se glorifica a sí mismo en vez de "glorificarse en el Señor" (1 Co 9. 16; 1.31; 2 Co 10. 17; Flp 3.3; Ga 6. 14).
Al aproximar los dos pasajes contenidos en este evangelio (vv.5-6 en que habla del poder de la fe y vv.7-10, sobre el siervo inútil), la intención de Lucas es evidente. En estos versículos se encierra un pequeño tratado sobre la fe y las obras. Con este fin recoge las sentencias que no fueron pronunciadas en este contexto por ser parcialmente inadecuadas. La fe no confiere el poder de desarraigar un sicomoro y trasplantarlo en el mar con solo quererlo; tampoco obliga a que el hombre reconozca como inútiles todos sus esfuerzos y aptitudes, grandes o pequeños...
Pero la lección es evidente; el hombre no puede realizar por sí mismo el proyecto que le anima; es más: la comunión con Dios y con sus hermanos es para él una necesidad ineludible.
Maertens-Frisque, Nueva guia de la Asamblea Cristiana VII, Marova Madrid 1969.Pág. 142 S.



5. HUMILDAD/CREATURA  DEPENDENCIA/ESCLAVO
Jesús recurre a las relaciones que mantiene un esclavo con su amo para enseñar a sus discípulos que la verdadera humildad descansa en el reconocimiento de nuestra total dependencia de Dios. El esclavo era en aquellos tiempos una propiedad de su amo. Este podía disponer del esclavo según su voluntad indiscutible e indiscutida, sin que tuviera que agradecer los servicios prestados o retribuirlos. Así es el hombre delante de Dios, como un esclavo.
Esta doctrina es dura y hasta deprimente para el hombre, pero no es lo único que dice el Evangelio a este respecto y debe ser interpretada teniendo en cuenta las otras afirmaciones (cf /Lc/12/37). Además, convenía dejar bien sentado que Dios es el Señor y que el hombre no puede pleitear con Dios ni pasarle la factura de sus buenas obras. En última instancia Dios nos salva porque quiere, gratuitamente.
Tengamos presente que Jesús no emite aquí ningún juicio moral sobre la esclavitud dominante en el mundo antiguo. Utiliza simplemente un ejemplo sacado del contexto socio-cultural de su época para ilustrar su enseñanza sobre la humildad del hombre delante de Dios. Es claro que los principios del Evangelio se oponen a toda dominación del hombre sobre el hombre.
Eucaristía 1974/55



6.- En el c.17 Lucas reúne una serie de dichos de Jesús sobre la vida de la comunidad. En primer lugar, los discípulos piden un "aumento de fe". Es llamativo y hasta consolador el que duden los discípulos, ya que, según Lucas, esto no les aparta del círculo íntimo de Jesús, ni tampoco, por ser discípulos, se ven preservados o dispensados de la lucha por la fe. Sobre el fondo de la incredulidad general, los discípulos también son conquistados por las tinieblas: no tienen la fe viva que descubriría en todo la presencia del Señor. En parecida situación se encuentra muchas veces el creyente de nuestros días.
La mostaza es la más pequeña de las semillas; pero luego llega a ser un gran arbusto (/Mt/13/23;/Mc/04/31). Se trata aquí de la primera opción, del primer paso para acercarse al reino. El traslado de las montañas es un tema del AT (cf.Is 49,11;40,4) y describe la supresión escatológica de todos los obstáculos que se oponen al Reino de Dios, aunque aquí convenga interpretarlo mejor como una hipérbole que ilustra no tanto el poder de la fe cuanto el poder de Dios, que se hace ostensible y real en la debilidad confiada de los discípulos. Maravilla del que confía en Dios.
El contexto, en el que el siervo es verdaderamente útil, muestra lo forzado de la expresión. Pero se aplica bien a los discípulos.
No es que Jesús busque una falsa humildad de sus amigos haciéndoles ver que en el reino nadie tiene que considerarse indispensable, sino que, por la gracia de Jesús, porque él quiere que sea así, el creyente entra a formar parte del reino. No hay otros méritos que los de Cristo. La tarea del cristiano es ser consecuente con la fe en Jesús que le capacita para el reino. La fe y el orgullo caminan por senderos distintos (1 lectura).
Eucaristía 1989/46



Lucas introduce hoy a los doce pidiendo a Jesús un aumento de su fe. Una vez más las respuesta de Jesús no se mueve en los términos de la pregunta, señal inequívoca de que Jesús no comparte el planteamiento de los doce, basado en magnitudes de más y de menos: más fe, menos fe. Para los doce tener fe es una cuestión de cantidad. Jesús, en cambio, no habla de cantidad: "Si tuvierais fe como un grano de mostaza". La imagen habla por sí sola. El grano de mostaza es diminuto como el que más. Para Jesús en la fe no cuenta la cantidad, como no cuenta en una planta el tamaño de su semilla, que puede incluso ser pequeñísimo.
"Diríais a esa morera: arráncate y plántate en el mar. Y os obedecería". La propuesta parece a todas luces absurda. Una vez más nos sorprende Jesús con el empleo de una paradoja, cuyo sentido, por definición, debe resolverse en un terreno que no es el de la formulación de los términos. Morera plantada en el mar. ¡Impensable! ¡Imposible! Pues precisamente esto consigue la fe.
Para Jesús la fe es calidad de vida, talante existencial que hace posible lo imposible. Pero este talante puede tener el riesgo del engreimiento. Para contrarrestar este posible riesgo Lucas contrapone a la paradoja inicial un símil tomado del mundo de las relaciones amo-criado.
Basándose en las relaciones laborales amo-criado en el medio agrícola palestinense, el símil concluye con la siguiente pregunta retórica: "¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho todo lo mandado?" Esta pregunta formula de manera gráfica el siguiente principio: cumplir con el deber es una obligación, no un derecho. El texto finaliza con la aplicación de este principio al caso concreto de los apóstoles. La aplicación es, por supuesto, gráfica: "somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer". Aun con una fe capaz de hacer posible lo imposible, el creyente no es más, ni más importante, ni tiene derechos especiales; es lo que tiene que ser, creyente.
Dos actitudes aparecen hoy: la fe y la sencillez. La primera da la medida de lo que el cristiano es; la segunda de cómo se experimenta. En el evangelio de Lucas la fe dice relación al Padre y a su palabra, tal como la proclama Jesús. Entra de lleno en el rico campo de la comunicación interpersonal. Está hecha de apertura al Padre, de sensibilidad para sintonizar con Él, de confianza plena en Él. Para el caminante cristiano, el Padre es un referente esencial de su vida: habla con Él, cuenta con Él, siente con Él. ¿Qué tiene, pues, de extraño que, debido a una relación así, pueda manifestarse la fuerza del Padre a través del creyente? ¿Qué tiene de extraño que a través del creyente acontezcan las cosas más inesperadas? Pero cuando esto sucede, el primer sorprendido es el propio creyente, el cual no capitaliza la eficacia de la fe en beneficio propio. Existe en cada uno de nosotros una tendencia bastante invencible a la autoafirmación, a la importancia, a rentabilizar todo lo que hacemos. La sencillez cristiana es la contrapartida de esta tendencia. Esta sencillez está hecha de capacidad de asombro, de experiencia de gratuidad y de espontaneidad. Hay personas que andan por la vida con el convencimiento consciente o inconsciente de que los demás siempre les deben algo, incluyendo entre los demás a Dios. El caminante cristiano, hace la vida consciente de que es él quien siempre debe algo a los demás, y, por supuesto, al Padre. En esto puede consistir la sencillez cristiana.
Benito, Dabar 1989/49




martes, 20 de septiembre de 2016

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO XXVI TIEMPO ORDINARIO CICLO C - 25 SETIEMBRE 2016

RECIBISTE BIENES Y LÁZARO MALES


ORACION COLECTA

Oh Dios, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la misericordia, derrama incesantemente sobre nosotros tu gracia, para que, deseando lo que nos prometes, consigamos los bienes del cielo. Por Nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura de la profecía de Amós 6,1a.4-7

Así dice el Señor todopoderoso: «¡Ay de los que se fían de Sión y confían en el monte de Samaría!. Se acuestan en lechos de marfil; arrellenados en divanes, comen carneros del rebaño y terneras del establo; canturrean al son del arpa, inventan, como David, instrumentos musicales; beben vino en copas, se ungen con perfumes exquisitos y no les duele del desastre de José. Pues encabezarán la cuerda de cautivos y se acabará la orgía de los disolutos.».

SALMO RESPONSORIAL (145)

Alaba, alma mía, al Señor

Él mantiene su fidelidad perpetuamente, él hace justicia a los oprimidos, él da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. R.

El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. R.

Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 6,11-16

Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. Combate el buen combate de la fe. Conquista la vida eterna a la que fuiste llamado, y de la que hiciste noble profesión ante muchos testigos. En presencia de Dios, que da la vida al universo, y de Cristo Jesús, que dio testimonio ante Poncio Pilato con tan noble profesión: te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que en tiempo oportuno mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él honor e imperio eterno. Amén.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 16,19-31

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas." Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y ustedes se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."».

COMENTARIO

Lucas termina su capítulo 16 con esta narración ejemplar en la que destaca la peligrosidad de las riquezas una vez más. Los personajes principales representan dos situaciones diametralmente distintas: la acomodada situación del rico y la incómoda situación del pobre, situaciones que se volverán del revés.
El rico (curiosamente, no tiene nombre) aparece como un hombre sin otro ideal que pasarlo bien sin acordarse de los que lo pasan mal. Lázaro (=Eleazar, "Dios salva") es el pobre a quien el rico ha olvidado, pero de quien Dios se acuerda en todo momento.
Si el pobre no hubiera recibido absolutamente nada, hubiera ido sin duda a pedir a otra puerta.
Lo que desde luego no recibía Lázaro era una auténtica prueba de amor fraterno. Lo que el rico negaba al hombre pobre es lo que de alguna manera le daban los perros que se acercaban a lamerle las llagas. Según el judaísmo, todos los difuntos iban a parar al "infierno" o "seol", aunque no todos los difuntos iban a parar al mismo lugar: unos iban al "edén" o lugar de descanso, otros a la "gehenna" o lugar de tormento.
Pero tanto los buenos como los malos esperaban en el "seol" el juicio definitivo de Dios al final de los tiempos. Entre el "edén" y la "gehenna" se abría un abismo infranqueable. Abrahán no atiende la súplica del rico y le hace ver que la diferencia entre su estado y el de Lázaro no es más que una consecuencia lógica de la divina justicia.
Tampoco es atendida la segunda súplica del rico. De poco serviría enviar un mensajero a los parientes de Epulón   que   siguen   en   el mundo y amonestarles para que cambien de  conducta. Porque el que no escucha a Moisés y a los profetas, tampoco hace caso aunque le hable un muerto resucitado que venga del otro mundo.
Muchos vieron los milagros de Jesús y, sin embargo, no creyeron en él. El rico no se presenta como un opresor injusto ni como usurero ni estafador. Es el que se aprovecha de la riqueza y se despreocupa de la misericordia. El evangelio de Lucas plantea repetidas veces el tema de la riqueza en orden a la salvación.
De hecho la cuestión no trata del dinero sino de la actitud del corazón. El rico no es condenado por ser rico ni Lázaro va al seno de Abraham por ser pobre. El rico es condenado porque fue ciego y despiadado. Por ello, no se debe reducir la enseñanza de esta parábola a una enseñanza sobre la justicia de Dios, que premia a los buenos y castiga a los malos.
 Porque en realidad se trata sobre todo de una severa amonestación a cuantos buscan la felicidad en las riquezas y creen que éstas pueden salvarnos. No sólo no salva la riqueza, sino que es altamente peligrosa.
Porque la riqueza esclaviza al hombre, lo aparta de Dios, impide escuchar a los profetas y cierra los ojos y el corazón para ver y compadecerse de los pobres. Jesús no quiere darnos aquí una respuesta sobre las postrimerías. Supone simplemente una escatología elemental, corriente en el judaísmo de aquella época y, sin valorarla, la acepta como marco para  criticar  la  conducta despreocupada y egoísta de los ricos.

PLEGARIA UNIVERSAL

Dios, Padre nuestro escucha benignamente estas peticiones que te hacemos con fe y humildad. A cada invocación, digamos: Ayúdanos, Padre, con toda ocasión.

1.- Por el Papa Francisco, por el obispo de nuestra diócesis por todos los obispos de la tierra para que, a ejemplo de los Apóstoles sepan instruir al pueblo cristiano con frutos permanentes de eternidad.  Ayúdanos, Padre, con toda ocasión.

2.-  Por los responsables de la economía de todo el mundo, para que sus decisiones estén impregnadas de la doctrina social de la Iglesia que interpreta el pensamiento de Cristo y así favorezcan también a los más pobres y desposeídos. Ayúdanos, Padre, con toda ocasión.

3.-  Por las personas de mucho éxito para que sepan aprovechar su buena fortuna ayudando aquellos que no han tenido iguales oportunidades. Ayúdanos, Padre, con toda ocasión.

4.- Por los catequistas y sus alumnos para que sepan aprovechar con amor e inteligencia las enseñanzas cristianas. Ayúdanos, Padre, con toda ocasión.

5.- Por nosotros reunidos en esta Eucaristía, para que sepamos aprender de Jesús de Nazareth lo que Él nos enseña con tanto Amor.  Ayúdanos, Padre, con toda ocasión.

Todo esto, Padre nuestro, te lo pedimos por el mismo Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Dios de misericordia, que nuestra oblación te sea grata y abra para nosotros la fuente de toda bendición. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Que esta eucaristía, Señor, renueve nuestro cuerpo y nuestro Espíritu para que participemos de la herencia gloriosa de tu Hijo, cuya muerte hemos anunciado y compartido. Por Jesucristo nuestro Señor.


PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 26: Jb. 1, 6-22; Sal 16; Lc. 9, 46-50
Martes 27: Jb. 3, 1-3.11-17.20-23; Sal 87; Lc. 9, 51-56.
Miércoles 28: Jb. 9, 1-12.14-16; Sal 87; Lc. 9, 57-62.
Jueves 29: Dn. 7, 9-10.13-14; Sal 137; Jn. 1, 47-51.
Viernes 30: Jb. 38, 1.12-21; 40, 3-5; Sal 138; Lc. 10, 13-16.
Sábado 01: Jb. 42, 1-3.5-6.12-16; Sal 118; lc. 10, 17-24.
Domingo 02: Hab. 1, 2-3; 2, 2-4; Sal 94; Tim. 1, 6-8.13-14; Lc. 17, 5-10.

COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 16, 19-31

 1.JUICIO DE DIOS
Para Lc, lo que interesa es la penetración del sentido último de la historia, especialmente por lo que se refiere a esta gran cuestión de la atención a los pobres. Que la Escritura nos hable de un juicio, es decir, de una última palabra de Dios sobre nuestra historia particular, y también sobre la historia de los hombres, es de una gran importancia. Porque nos hace tener presente que los hombres, nosotros, no somos los dueños de la historia, no tenemos la última palabra; en definitiva, no somos los sujetos capaces de definir el bien y el mal, la felicidad o la infelicidad eterna de las personas y de nosotros mismos. ¡Es Dios quien tiene esta palabra! El juicio es esto.
Ahora bien: el juicio de Dios no es una decisión arbitraria, variable según influencias poderosas, que no se puede saber cómo será hasta que se realice. El juicio de Dios no es más que la fidelidad de Dios a sí mismo, a la palabra que Él ha dado a los hombres. He aquí el interés de esta continuidad entre el texto de Amós y el de Lucas. Ponerse al servicio del dinero, de sí mismo, no da más resultado que, al morir, quedarse sin el dinero y solo consigo mismo, en la penosa tristeza de la lejanía de la comunión con Dios, que en la vida presente ya era una realidad, pero que quedaba escondida por los placeres inmediatos. La imagen de Lázaro, en el seno de Abrahán, después de haber sido humillado en el tiempo presente, sujeto incluso a las lameduras de los perros, es toda una descripción del consuelo de Dios: "¡por eso encuentra aquí consuelo!" (...).
Un niño, al ver esta repetición del tema, se preguntaba: ¿Por qué pintaban con tanta frecuencia el juicio final? Nosotros nos preguntamos por qué el tema del juicio es tan poco integrado en nuestra vida cristiana... Quien sabe si, reflexionando, nos encontraríamos con un olvido actual práctico de esta visión que nos presenta hoy el evangelio: ¡la historia no termina con el tiempo presente! Cambiar las cosas es importante, es un deber que tenemos; la justicia de Dios tiene que realizarse en nuestras obras. ¡Pero es Dios quien nos juzga a todos! (...).
Es difícil no sentir cierto estremecimiento al considerar la última frase de la parábola, a la luz de la celebración de la Eucaristía. Los que la celebramos escuchamos a Moisés, a los profetas, y tenemos entre nosotros la presencia del Resucitado entre los muertos. ¿Nos dejamos convencer? Celebrar la Eucaristía es algo extraordinariamente comprometido; es realmente un juicio de Dios sobre nosotros.
P. Tena, Misa Dominical 1983/18

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2.- Pre-texto.-Concepciones populares de ultratumba. Después de la muerte de los hombres viven en el Sheol o Hades, lo que la traducción litúrgica llama infierno. Se trata de una región con varios compartimentos, comunicados entre sí. Los moradores de uno pueden ver a los de otros pero no pueden pasar de uno a otro. Los ángeles son los encargados de conducir a cada persona a su respectivo compartimento. Uno de estos compartimentos es especialmente oscuro; es lugar de tormentos atroces, entre los que sobresale el fuego. Otro compartimento está lleno de luz y con abundancia de ríos; es el paraíso, a donde van los justos.
"Seno de Abrahán":=puesto de honor junto a Abrahán en el gran banquete paradisíaco. Los comensales estaban reclinados de tres en tres en una especie de divanes.

Todo esto son descripciones imaginativas de una realidad que escapa a la experiencia humana. Esta realidad es la vida del hombre más allá de la frontera de la muerte. Una vida cuya realidad estará en estrecha dependencia con la actitud que el hombre haya desarrollado en su primera etapa.
Sentido del texto.
1).-Lo que no es la parábola. No es una descripción de cómo se desarrollará la vida después de la muerte.
No es una promesa a los pobres de un final feliz en compensación de lo mal que lo han pasado antes. No es una invitación a la resignación de los pobres en beneficio del status quo de los ricos.
2).-Lo que es la parábola. Reafirmación seria de lo dicho en Lc 16. 9 y 13. El dinero enajena al hombre; rompe toda posibilidad de comunicación con Dios. ¿Cómo se llega a esa ruptura definitiva con Dios? Usando y abusando individualísticamente del dinero en la tierra. Lázaro no está en la parábola como tipo del mendigo recompensado, sino como hombre sufriente a quien el rico debería haber sacado de su estado.
En todo esto Jesús no inventa una moral que no estuviera en la ley y en los profetas (ver Am 2. 6-7; 4. 1-5; 6. 4-7; Is 58. 7; Ex 22. 25; Dt 24. 10-13). A los fariseos que se burlaban de Jesús por su posición taxativa frente al dinero porque no veían ninguna incompatibilidad entre Dios y el dinero, Jesús les hace ver que no han entendido ni la ley ni los profetas. Un milagro podría impresionar pero no pasaría de ser algo anecdótico de cara a provocar un cambio radical de actitud frente al dinero.
Dabar 1977/55
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3.- Texto: Dentro de la perspectiva de camino Lucas vuelve a ofrecernos una parábola de Jesús. En esta ocasión la parábola forma parte de una más amplia réplica, es contundente. Buenos conocedores de la Ley y de los Profetas como son los fariseos, éstos deberían saber que aquello que los hombres tienen por más elevado, para Dios es sólo basura (Lc.16,15). Pero parecen desconocerlo, a pesar de que el principio mantiene toda su vigencia, especialmente ahora que el Reino de Dios es una realidad. Para recalcar esa vigencia cuenta Jesús la siguiente parábola: Había una vez un judío rico, que, tras llevar una vida regalada, vivía atormentado en el infierno. En este punto de la parábola Jesús se sirve de los mismos espacios figurativos con que sus interlocutores fariseos concebían el más allá de la muerte. Estos espacios eran el seol o infierno como lugar de tormento y el seno de Abrahán como lugar de dicha. Seno de Abrahán es en realidad una imagen que designa el puesto de honor en un banquete, es decir, el puesto a la derecha del anfitrión. Por no estar los comensales sentados, sino reclinados o tumbados, el comensal contiguo a otro daba la impresión de estar recostados, de tener apoyada su cabeza en el regazo del otro.
Volvamos a la parábola. En medio de sus tormentos, el judío rico reconoció a un judío pobre, a quien tenía visto mendigar junto a su mesa en infinidad de ocasiones. El pobre ocupaba ahora el puesto de honor junto a Abrahán, el padre de todos los judíos. Observemos que la situación del rico y del pobre es ahora exactamente la inversa a la descrita al comienzo de la parábola.
Es todo un golpe de escena, sobre todo teniendo en cuenta que ni el rico ni el pobre habían sido presentados ni enjuiciados moralmente; simplemente habían sido presentados como rico y pobre.
El rico se dirigió a Abrahán solicitando la presencia benéfica del pobre, a lo que Abrahán respondió invitando a su hijo al recuerdo del pasado, para añadir después: Ahora, en cambio, él encuentra aquí consuelo y a ti te toca sufrir. En este punto de la parábola se hace imprescindible una observación sobre la traducción de estas palabras de Abrahán. Según la traducción aquí propuesta, Abrahán constata y sanciona el cambio de situación descrito con anterioridad, sin atribuir a las situaciones anterior y posterior a la muerte una relación de causa a efecto. La traducción litúrgica, en cambio, opera con esa relación: Tu recibiste bienes y Lázaro males: por eso él encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. El problema está en el "por eso", que no aparece para nada en el texto griego. La traducción litúrgica presupone un esquema de retribución allí donde el original sólo presenta una contraposición. La parábola no habla para nada de una compensación a Lázaro por haber sido antes pobre, ni de un castigo al rico por haberlo sido con anterioridad. La parábola invierte situaciones sin más, empleando la misma técnica de contraste que ya conocemos por otros textos, p.ej. en el caso de Marta y María. Una inversión que, por lo inesperada e hiriente, tiene como función exclusiva el llamar poderosamente la atención y dejar pensativo al oyente, hasta el punto de hacerle exclamar: ¡Ojo con la riqueza! ¡Atención con el dinero! ¡Es un arma peligrosísima! El rico, en efecto, se hizo esta reflexión y pidió a Abrahán el favor de enviar a Lázaro a sus hermanos que todavía vivían en la tierra, en el convencimiento de que la presencia de un muerto les haría reflexionar. Abrahán no se lo concedió, alegando que es suficiente con prestar oídos a lo que dicen la Ley y los Profetas.
La parábola termina así, remitiendo a los fariseos a la Ley y a los Profetas, es decir, a lo que ellos tan bien conocen. Ellos siguen siendo el hijo mayor de hace dos domingos. A poco que nos fijemos, caeremos en la cuenta de que, refiriéndose al rico, Abrahán emplea el apelativo hijo; el mismo que empleaba el Padre hace dos domingos refiriéndose a su hijo mayor. De nuevo nos hallamos ante una parábola abierta, es decir, una parábola cuyo final no se encuentra en ella misma, sino que queda en manos de los oyentes.
A. Benito, Dabar 1989/48

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5.- La última parte del diálogo entre Abrahán y el rico destaca que el conocimiento de Moisés y los profetas no basta para la salvación: hay que hacerles caso. Pero además, la última frase destaca otro hecho importante: la fe no proviene de la contemplación de ningún prodigio sensacional, sino de la aceptación humilde de la revelación de Dios. La riqueza convierte al que la posee en un hombre suficiente, con el corazón cerrado a las llamadas que recibe de Dios para que se convierta. Para convertirse no se puede estar instalado, hay que ser pobre. Es decir: dispuesto a aprender, y a emprender una nueva vida.
J. Lligadas, Misa Dominical 1974/02

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6.- Parábola del pobre Lázaro (el rico epulón viene del latín "epulabatur", banquetear), propia de san Lucas, en la línea de las parábolas de la realidad social contrapuesta. Como todas las parábolas, ésta mira al Reino de Dios. Y nos muestra la imposibilidad de obtenerlo en aquellos que se dejan atrapar por las riquezas.
El apego a los bienes hace olvidar el sentido de Dios, el sentido del hombre (indiferencia) y el propio sentido de la libertad: se cae en la esclavitud. Y, si ahora el corazón es incapaz de recibir el Reino de Dios (conversión, cambio de vida, amor), también será incapaz de recibir más adelante la felicidad de la gloria.
Esta es la enseñanza de la parábola. El rico fue simplemente enterrado. De Lázaro se nos dice que fue conducido al seno de Abrahán (ni siquiera se habla de sepulcro, que no tendría). Inversión de situaciones, propia de la enseñanza de los profetas.
El pobre lo era tanto que incluso los perros se le acercaban, característica que indica la postración humillante de Lázaro, además de enfermo y llagado. El rico es el hombre frío y duro de corazón, indiferente al mal de los demás.
La escena o visión del paraíso y del infierno es un procedimiento pedagógico que muestra más aún el cambio de situación y la imposibilidad de una conversión aunque exista un medio sobrenatural (el aviso de un muerto). Si el corazón no tiene ningún lazo espiritual (Moisés), todo será inútil.

ETERNIDAD/PRESENTE: La eternidad se prepara aquí, en la vida. La eternidad es un don; aquí, en la vida, tiene que vivirse ya la experiencia de este don, una doble experiencia: la de saber ver los bienes como procedentes de Dios, y la de saber dar a los más necesitados los bienes que tenemos.
J. Vernet, Misa Dominical 1983/18

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7.- El rico no se presenta como un opresor injusto ni como usurero ni estafador. Es el que se aprovecha de la riqueza y se despreocupa de la misericordia.

El evangelio de Lucas plantea repetidas veces el tema de la riqueza en orden a la salvación. De hecho la cuestión no trata del dinero sino de la actitud del corazón. El rico no es condenado por ser rico ni Lázaro va al seno de Abraham por ser pobre. El rico es condenado porque fue ciego y despiadado.
DINERO/PODER: Nadie puede sustraerse al círculo maligno del dinero. Con el dinero se posee todo: poder, honor, etc. El dinero es la medida de las cosas materiales y nos afecta personalmente. Quien pone la mano sobre el dinero pone su mano sobre las personas. Cristo conocía el fondo del hombre. Por eso el mensaje del reino de Dios se ocupa también del dinero, de la riqueza y de la pobreza, de la avaricia y de la limosna.
P. Franquesa, Misa Dominical 1986/17

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8.- -"Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino..." "Y un mendigo llamado Lázaro...": La parábola, que tiene como destinatarios -de acuerdo con el contexto anterior- los fariseos, tiene dos partes. En la primera, se contrasta la vida de un hombre rico con la de un hombre pobre, un mendigo. El mendigo se llama Lázaro, pero no parece que tenga ninguna relación con Lázaro hermano de Marta y María, del evangelio según san Juan.
Las situaciones de estos dos personajes quedarán totalmente invertidas, y de una manera irreversible, en la vida del más allá, con el paso de la frontera de la muerte. Se trata de un tema relacionado con el del evangelio del domingo pasado: los dos consideran las riquezas como impedimento para conseguir la vida verdadera. En esta primera parte de la parábola se establecen dos momentos: en un primer momento, el contraste entre el rico y el mendigo y en un segundo momento, el diálogo entre el rico y Abraham a propósito de la situación en el más allá. El mensaje de la parábola radica en la valoración que hace Dios de los hombres y de su conducta, bien distinta de nuestras valoraciones. Se han encontrado algunos paralelos de esta parábola en escritos de la época: un documento del año 47 d.C. narra una historia egipcia en la que aparece igualmente la situación invertida de un mendigo y un rico en la vida del más allá. También en la literatura rabínica se encuentran narraciones parecidas. Jesús podía estar familiarizado con estas narraciones de la época, pero la parábola del evangelio tiene muchos elementos propios.
-"El rico insistió: Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre...": La constatación de su situación irreversible provoca en el rico una nueva propuesta a Abraham.

Así empieza la segunda parte de la parábola, cuyo punto de mira es el destino de los cinco hermanos del rico. ¿Cómo hacer que se conviertan? La conversión no es fruto de milagros espectaculares, sino de escuchar a Moisés y a los profetas (Cf.Rm 10,17). Este camino no es imposible (Dt 30,11-14). La alusión a un resucitado de entre los muertos se refiere a la muerte y a la resurrección de Cristo, y es una advertencia a los que aun se comportan despreocupadamente como los cinco hermanos del rico.
J. Naspleda, Misa Dominical 1989/18

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9.- Difícilmente se puede creer en aquel que "ha resucitado de entre los muertos" si se vive ahogado por las riquezas y, desoyendo la misericordia que la Palabra de Dios nos reclama, se cierra el corazón a los desvalidos. Bienaventurado el pobre porque sus sufrimientos le merecen entrar en la gloria, y maldito el corazón endurecido y satisfecho del rico, porque muere en la vaciedad.
Misa Dominical 1990/06
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10.- La parábola del rico perverso y de Lázaro no se encuentra más que en el Evangelio de Lucas. Más que los otros evangelistas, Lucas ha conocido fuentes particulares que concedían un lugar importante a los problemas de la riqueza y de la pobreza (Lc 6, 30-35; 16, 12-14; 19, 1-9; Act 5, 1-11). Pero en el momento en que introduce la parábola del rico perverso en su Evangelio, esa parábola ha experimentado ya un tratamiento redaccional que modifica su sentido originario.
De ahí que en el relato aparezcan dos partes distintas. La primera (vv. 19-26), la única parábola del Evangelio en la que uno de los protagonistas aparece con su nombre, Lázaro ("Dios ayuda"), podría ser una transposición cristiana de un cuento egipcio introducido en Palestina por los judíos alejandrinos y que relataba la suerte diferente del publicano Bar Majan y de un escriba pobre. La segunda parte (vv. 27-31) es más original, pero su objeto es distinto: Lázaro no desempeña en ella más que un papel secundario y el interés se centra en torno a la suerte de los cinco hermanos del rico, buenos vividores a quienes la amenaza del Día de Yahvé no llega a convertir (cf. Mt 24, 37-39).
a) La primera parte aplica, pues, la teoría judía de la retribución por trastrueque de las situaciones a los pobres y a los ricos, lo mismo que en las bienaventuranzas (Lc 6, 20-26; cf, también Lc 12, 16-21). No se trata, por tanto, de saber si el rico era un buen o mal rico y Lázaro un buen o mal pobre. La parábola no se interesa por las condiciones morales de sus vidas, sino por el anuncio de la proximidad del Reino en un mundo sociológicamente determinado. De hecho nos encontramos en esta parte de la parábola con el clima de la comunidad primitiva de Jerusalén, constituida de pobres y bastante revanchista respecto a los ricos (Act 4, 36-37; 5, 1-16). En ella parecen estos incapaces de optar por una vida nueva, ligados como están a la vida presente por el disfrute de todos sus bienes; los pobres están más disponibles; por eso es más accesible para ellos el Reino.
Los matices vendrán más tarde, cuando Mateo hable de pobreza "en espíritu" y no permita ya que se crea en la beatitud de sola la pobreza social y a la maldición de sola la riqueza económica. El tema escatológico del trastrueque de las situaciones constituye, por consiguiente, un género literario que hay que manejar con prudencia y en el que hay que ver un medio de anunciar la irrupción próxima de los últimos tiempos.
b) La segunda parte de la parábola nos orienta más bien hacia la perspectiva de las condiciones de la espera escatológica y corrige singularmente el concepto demasiado sociológico y demasiado materialista de la primera parte. Aquí, en efecto, no son ya la riqueza y la pobreza las que reciben un premio, sino la irreligión y el egoísmo los que oscurecen el corazón de los hombres hasta el punto de no poder leer los signos que Dios le ofrece, incluso a través de los milagros. Los hombres irreligiosos viven en un egoísmo que les cierra a priori a todas las anticipaciones de Dios; en este punto se encuentran a ras de tierra de forma que no pueden en absoluto ver el menor signo de Dios en los acontecimientos. Para ellos la muerte pone fin a la existencia (v. 28); ni siquiera les convencerá una prueba de la resurrección de los cuerpos porque han perdido el hábito de ver los signos de la supervivencia en su vida misma. La exigencia de signos no es más que un falso pretexto: el hombre no es salvado más que por la audición de la Palabra ("Moisés y los profetas") y por la vigilancia, no por las apariciones y los milagros.
Y es inútil buscar en el relato explicaciones sobre la pena del infierno, sobre el purgatorio y sobre el "estado intermedio". La parábola bebe en el arsenal de las imágenes de la época sin canonizar, necesariamente, alguna de ellas.
Tampoco hay que buscar en ella un juicio demasiado categórico sobre la pobreza o sobre la riqueza sociológicas. El punto final del relato es la condena de la actitud espiritual de egoísmo y de incredulidad y la afirmación de que el incrédulo no podrá descubrir los grandes signos de la supervivencia, como la resurrección de los muertos, si antes no ha aprendido a descubrir la presencia de los signos de Jesús en la vida.
Maertens-Frisque, Marova Madrid 1969.Pág. 96ss

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11.- El despreocupado. El rico que ni siquiera es voluntariamente malo con el pobre. Me lo imagino nacido en una lujosa mansión, encontrando normal el comer cada día en una mesa bien abastecida. Y luego los pobres, que forman parte del paisaje, de ese claro-oscuro que se ve cada día sin realmente verlo. El despreocupado... Sólo la riqueza lleva a la despreocupación.
¿Quién se preocupa ante tantas situaciones tan habituales como poco conformes con la dignidad del hombre? Desde hace mucho, hemos capitulado ante la fatalidad del mundo. ¿Y cómo reconocerse culpable cuando ya nadie llega a sentirse responsable? Cada cual se encierra en su actitud de reserva, aislado, protegido, cegado...
Pero he aquí que el rico, el despreocupado, muere. Será necesaria la muerte para que tome conciencia. Ahora ve las cosas con la mirada interior que proporciona la eternidad. Siente la sima espantosa, el abismo infranqueable al que se dejó conducir en la tierra. Pues su infierno comenzó en la tierra, aunque él no lo sabía. Ahora querría que se alertara a sus hermanos... ¡Tiempo perdido! Las advertencias más solemnes nunca han cambiado nada en el mundo.
El infierno es una sima, un abismo en el que uno está perdido, en un aislamiento total, sin comunicación alguna, pero con la viva conciencia de que nadie puede vivir si no es en comunión con los demás. Conciencia trágica, pues se querría vivir y ya no se puede... Tampoco es ya posible disculparse con un "no sabía", ya que la preocupación por el otro es una llamada del corazón que todo hombre siente si no embota su corazón aislándose. Parábola de los pobres solitarios. Parábola de los que lo tienen todo y están eternamente aislados de la vida. Es trágicamente cierto que el infierno puede comenzar en la tierra. Tanto para unos como para otros. El infierno eterno no es más que una réplica exacta de este mundo...
* * *

Cuando la despreocupación paralice nuestro corazón,
¡abre nuestros ojos, Señor,
y no permitas que perdamos la vida
en la sima sin esperanza!

Cuando el pobre nos tienda la mano,
¡abre nuestros corazones
y danos la alegría de la comunión
al compartir nuestros bienes!
Dios cada día, Sal Terrae/Santander 1989.Pág. 46