viernes, 25 de enero de 2019

LECTURAS Y COMENTARIO III DOMINGO T.O. CICLO C - 27 ENERO 2019


HOY SE CUMPLE LA ESCRITURA
  


ORACION COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, orienta nuestros actos según tu voluntad, para que merezcamos abundar en buenas obras en nombre de tu Hijo predilecto. El que vive y reina contigo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Nehemías 8, 2-4a. 5-6. 8-10

En aquellos días, el sacerdote Esdras trajo el libro de la Ley ante la asamblea, compuesta de hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era mediados del mes séptimo. En la plaza de la Puerta del Agua, desde el amanecer hasta el mediodía, estuvo leyendo el libro a los hombres, a las mujeres y a los que tenían uso de razón. Toda la gente seguía con atención la lectura de la Ley.
Esdras, el escriba, estaba de pie en el púlpito de madera que había hecho para esta ocasión. Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo —pues se hallaba en un puesto elevado— y cuando lo abrió, toda la gente se puso en pie. Esdras bendijo al Señor, Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: «Amén, amén.». Después se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra.
Los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicando el sentido, de forma que comprendieron la lectura. Nehemias, el gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que enseñaban al pueblo decían al pueblo entero: «Hoy es un día consagrado a nuestro Dios: No hagáis duelo ni lloréis.».
Porque el pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la Ley. Y añadieron: «Anden,  coman buenas tajadas, beban vino dulce y envíen porciones a quien no tiene, pues es un día consagrado a nuestro Dios. No estén tristes, pues el gozo en el Señor es su fortaleza.».

SALMO RESPONSORIAL (18)

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. R.

Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos. R.

La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. R.

Que te agraden las palabras de mi boca, y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón, Señor, roca mía, redentor mío. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 12-30

Hermanos: Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
El cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo.
Si el pie dijera: «No soy mano, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo?. Si el oído dijera: «No soy ojo, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo?. Si el cuerpo entero fuera ojo, ¿cómo oiría?. Si el cuerpo entero fuera oído, ¿cómo olería?. Pues bien, Dios distribuyó el cuerpo y cada uno de los miembros como él quiso.
Si todos fueran un mismo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?. Los miembros son muchos, es verdad, pero el cuerpo es uno solo.
El ojo no puede decir a la mano: «No te necesito»; y la cabeza no puede decir a los pies: «No los necesito.». Más aún, los miembros que parecen más débiles son más necesarios. Los que nos parecen despreciables, los apreciamos más. Los menos decentes, los tratamos con más decoro. Porque los miembros más decentes no lo necesitan.
Ahora bien, Dios organizó los miembros del cuerpo dando mayor honor a los que menos valían. Así, no hay divisiones en el cuerpo, porque todos los miembros por igual se preocupan unos de otros.
Cuando un miembro sufre, todos sufren con él; cuando un miembro es honrado, todos se felicitan. Pues bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.
Y Dios los ha distribuido en la Iglesia: en el primer puesto los apóstoles, en el segundo los profetas, en el tercero los maestros, después vienen los milagros, luego el don de curar, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas. ¿Acaso son todos apóstoles?. ¿O todos son profetas?. ¿O todos maestros?. ¿O hacen todos milagros?.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 1-4; 4, 14-21

Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.
Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista.
Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.».
Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acaban de oír.».

COMENTARIO

Comenzamos este domingo el evangelio según san Lucas. La lectura de hoy tiene dos partes: los primeros versículos corresponden a la introducción que Lucas puso a su obra y los restantes narran la primera aparición en público de Jesús. 
La primera parte es una declaración de intenciones por parte del autor. Nos dice por qué escribe y para qué escribe, a la vez nos da cuenta de su metodología de trabajo.
Todo ello con el gusto retórico, a veces exagerado, de la época. La segunda parte del texto de hoy comienza con una indicación sobre la fama, docencia y aceptación de Jesús en las sinagogas de Galilea. Este resumen inicial, con un Jesús impulsado por el Espíritu, ambienta y sirve de telón de fondo. Lo concreto nos lo aporta un lugar familiar para Jesús: Nazareth. Servicio religioso de los sábados en la sinagoga, con sus plegarias, lecturas e invocaciones. Lucas se fija en la segunda de las lecturas que se hacían, la tomada de los profetas. Cualquier asistente varón podía hacerla, por iniciativa propia o por invitación del jefe de la sinagoga.
A Jesús se le entrega el rollo de un profeta concreto. El lector gozaba de cierta libertad para leer más o menos cantidad de texto. Jesús lee más bien poco: no llega a un versículo y medio. Se trata de Isaías 61, 1-2. Lo lee puesto en pie, como era preceptivo. Devuelve después el rollo al maestro de ceremonias y se sienta para explicar la lectura. También cualquier asistente podía tener la homilía. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Desde que Jesús se pone en pie para leer hasta que da comienzo a su homilía la descripción de Lucas es minuciosa. Los gestos, las palabras, los movimientos: todo queda consignado en su más mínimo detalle.
Todo parece pensado para realzar el momento, para marcar su importancia. Las palabras de Jesús resuenan impresionantes: Hoy han escuchado el cumplimiento de este pasaje de la Escritura.
Jesús hace suyo el programa anunciado por el profeta en una acción movida por el Espíritu Santo. Se presenta como Salvador, especialmente del hombre más necesitado y marginado, del que más siente la propia miseria. Esto significa que, para la iglesia primitiva y para Lucas, la venida de Jesús supone el cambio decisivo de la historia, el cumplimiento de toda la esperanza.
La visión conjunta de los dos textos, que acabamos de presentar nos lleva a tres conclusiones principales: a) En el principio está el hecho de Jesús; nosotros debemos aceptarle como aquél que viene desde Dios y nos transmite la fuerza de su Espíritu. b) Aceptar a Jesús significa actualizar su obra de liberación para los hombres; sólo quien sigue su gesto y ayuda a los enfermos, libera a los cautivos y proclama el evangelio para todos los pobres de la tierra, sólo ése habrá entendido el mensaje de Jesús, según san Lucas. c) Pero, a la vez, un auténtico cristiano está obligado a "conocer la solidez de la enseñanza" que recibe (1-4); para eso ha escrito Lucas su evangelio, recogiendo las   tradiciones   de  su tiempo; para eso debemos conocerlo y meditarlo.

PLEGARIA UNIVERSAL

Como pueblo convocado por la Palabra de Señor, unidos en un mismo Espíritu, oremos al Padre, que ha querido liberar y salvar a la humanidad a través de su Hijo amado y digamos con confianza filial: R. Padre, Bueno, escúchanos.

1.- Por la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo: para que con espíritu misionero haga oír su voz profética enseñando a los hombres lo que contemplan en la Palabra de Dios. Oremos. R.

2.- Pr los que han recibido la misión de presidir las comunidades cristianas y por todos los que formamos la Iglesia de Cristo: para que nuestro gozo en el Señor sea nuestra fortaleza y sus palabras sean nuestra vida. Oremos. R.

3.- Por nuestro mundo golpeado por el egoísmo, la incomprensión, y las guerras; para que la libertad, la justicia y la paz sean una gozosa realidad. Oremos. R.

4.- Por los que anuncian la Buena Noticia a los pobres, a los cautivos, a los que no conocen a Dios, para que el Espíritu les de audacia, perseverancia y mucha comprensión. Oremos. R.

5.- Por los que están terminando los días de su vida mortal: para que confíen en la misericordia de Dios y El los acoja en su Reino. Oremos. R.

6.- Por cada uno de nosotros: para que la celebración de la Eucaristía avive en nuestro interior los ismos sentimos de Cristo y seamos sensibles con el sufrimiento de nuestros hermanos. Oremos. R.

Mira con misericordia a tu Iglesia, escucha sus oraciones y haz que con fidelidad anuncie tus Palabra que es espíritu y vida. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, recibe con bondad nuestros done y al santificarlos, haz que sean para nosotros dones de salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Concédenos, Dios todopoderoso, que cuantos hemos recibido tu gracia vivificadora nos gloriemos siempre del don que nos haces. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 28: Hb. 9, 15.24-28; Sal 97; Mc 3, 22-30.
Martes 29: Hb. 10, 1-10; Sal 39; Mc. 3, 31-35.
Miércoles 30: Hb. 10, 11-18; Sal 109; Mc. 4, 1-20.
Jueves 31: Hb. 10, 19-25; Sal 23; Mc. 4, 21-25.
Viernes 01: Hb. 10, 32-39; Sal36; Mc. 4, 26-34.
Sábado 02: Ml. 3, 1-4; Sal 23; Hb. 2, 14-18.; Lc. 2, 22-40.
Domingo 03: Jr. 1, 4-5; 17-19; Sal 70; 1Cor. 12, 31—13, 13.; Lc. 4, 21-30.

COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 01, 01-04; 04, 14-21

1.- Texto. La primera parte es una declaración de intenciones por parte del autor. Nos dice por qué escribe y para qué escribe, a la vez que da cuenta de su metodología de trabajo. Todo ello con el gusto retórico, a veces exagerado, de la época. Por ejemplo, en el uso de "muchos", identificando variedad y multiplicidad.
Desconocemos la identidad de Teófilo, a quien Lucas dedica sus dos obras (Evangelio y Hechos). Probablemente se trata de un recién incorporado al cristianismo, a quien el autor quiere proporcionar una sólida garantía de la instrucción rudimentaria que ha recibido. Tras una investigación exhaustiva de las tradiciones recibidas, Lucas hace una presentación sistemática de los acontecimientos, ofreciendo un conjunto literario articulado. La segunda parte del texto nos traslada a los comienzos de la actividad de Jesús, que Lucas resume como actividad docente en las sinagogas de Galilea, guiado todo por la fuerza del Espíritu.
A continuación presenta un caso concreto de docencia en una sinagoga concreta. Una sinagoga significativa por hallarse en el lugar donde Jesús se crio. El relato de Lucas da por supuesto el conocimiento del funcionamiento litúrgico sinagogal de los sábados con sus cantos, recitaciones, orden y modalidad de las lecturas, bendición final.
Probablemente Jesús ha sido invitado por el presidente de la sinagoga a leer y comentar la segunda lectura, tomada del profeta Isaías. ¿Lectura ya reglamentada o de libre elección por el lector? No podemos saberlo a ciencia cierta, aunque el giro de la expresión "encontró un pasaje" parece significar más bien que el propio Jesús busca expresamente el pasaje. Hagamos también nosotros la prueba y busquemos el pasaje en el comienzo del capítulo 61 de Isaías. Constataremos que Jesús termina la lectura en el v.2a, suprimiendo el aspecto negativo del mensaje proclamado por Isaías. El pasaje habla de proclamar el año de gracia del Señor, el día de desquite de nuestro Dios. Jesús lee lo del año de gracia y omite lo del día de desquite. ¿Omisión deliberada? El relato de Lucas continúa con escueto grafismo: Jesús cerró el libro (enrolló, los libros eran tiras largas de pergamino), lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos los presentes le miraban atentamente. La reacción es de expectación, motivada sin duda por algo chocante y que les ha llamado la atención, aparte de la fama de su paisano. ¿Eso chocante no será precisamente la omisión de la frase referente al desquite? La reacción de los presentes es de expectación y de prevención contra Jesús, y no de estima y de confianza hacia él, como a menudo se dice.
El comentario de Jesús al pasaje leído es breve y enfático: "Hoy se cumple este pasaje que acabáis de oír". Resalta la posición enfática del adverbio. Lo proclamado por el profeta quinientos años atrás en medio de los desastres de la guerra (pobreza, dolor, encarcelamientos) tiene su cumplimiento ahora. Jesús hace suyo aquel mensaje, lo depura de toda connotación negativa y le da cumplimiento cabal. La omisión de la frase referente al desquite de nuestro Dios ha sido intencionada. Jesús no sabe nada de venganzas y de desquites de Dios.
Resumiendo: Lucas, un autor con una metodología de trabajo rigurosa, quiere completar y garantizar la instrucción cristiana básica y rudimentaria de los recién bautizados. En esta línea empieza presentando la enseñanza de Jesús como una enseñanza que da cumplimiento al mensaje de gracia acumulado a lo largo del Antiguo Testamento, relectura que puede desencadenar una prevención contra él.
Comentario. El Evangelio de Lucas es una larga catequesis con vistas a profundizar en la fe recibida. A la hora de profundizar debemos estar dispuestos a dejarnos cuestionar por la enseñanza de Jesús. Es muy posible que existan en nosotros, aun sin ser conscientes de ello, adherencias y esquemas incorrecta o falsamente religiosos.
Jesús es el hoy de tantas esperanzas de tanta gente marginada y maltratada que, al igual que Dios, nada sabe de venganza y de desquite. ¡Cuántas veces parecen inevitables e insuperables la venganza y el desquite! Jesús nos invita a superar esa fase, por difícil y costosa que nos parezca.
A.- ·Benito, Dabar 1989, 10




3.-Lucas es el único autor de evangelio que da razón de su obra. En el mejor estilo de la historiografía griega (Herodoto, Tucídides, Polibio), nos da a conocer sus motivaciones, metodología y finalidad. En la configuración del texto litúrgico de este domingo, Lc. 1, 1-4 juega un papel secundario. Sin embargo, en la perspectiva global de la literatura evangélica, estos versículos son de valor científico incalculable.
El centro de interés del texto litúrgico está en Lc. 4, 14-21.
Estos versículos constituyen el comienzo de una unidad programática que abarca desde el v. 14 al v. 44. El hilo conductor de esta unidad es la fama de Jesús. En torno a Jesús se agolpa un gran gentío. El les enseña dentro del marco habitual judío de enseñanza: la sinagoga, en sábado.
El culto sinagogal de la mañana consta de una primera parte litúrgica (recitación del credo israelítico o Shemá y de la gran plegaria de las dieciocho súplicas) y de una segunda doctrinal (lectura de la Ley y de los Profetas, seguidas de una explicación u homilía). La lectura de la Ley se hacía de acuerdo a un riguroso orden en un ciclo sucesivo de tres años. Sólo podían hacerla lectores "profesionales" y no les estaba permitido omitir o añadir nada (debían leer unos diez versículos). La lectura profética, en cambio, podía correr a cargo de cualquiera de los varones presentes. En tiempos de Jesús no estaba sujeta a un orden fijo; podía, pues, elegirse libremente y no existían un mínimo o un máximo obligatorios, aunque solía leerse un mínimo de tres versículos. La explicación u homilía subsiguiente podía también correr a cargo de uno de los varones presentes.
Lc. 4, 16-21 presupone toda esta reglamentación. Haciendo uso de su derecho, Jesús proclama la lectura profética y tiene la homilía. El texto leído por Jesús es Is. 61, 1-2. (La cita de Lucas es algo libre, tal vez intencionadamente.) Lo significativo de la lectura de Jesús es lo que deja de leer. Is. 61, 2 dice así: "para proclamar el año de gracia del Señor, el día de venganza de nuestro Dios". Jesús lee el primer miembro y termina.
Aunque sólo fuera por ritmo (tan cuidado por Jesús en otras ocasiones como técnica oral), debía haber leído el segundo miembro. Pero no lo lee. Y sí, en cambio, se dispone a iniciar la homilía. La primera reacción del auditorio es de prevención (v. 20b). Jesús comienza su homilía: Hoy, en vuestra presencia, se ha cumplido este pasaje. En el contexto, estas palabras adquieren un doble significado: Jesús es el ungido por el Espíritu para proclamar la buena noticia; los oyentes son los pobres, los cautivos, los ciegos, los oprimidos.
Dabar 1977, 13




Aunque los evangelios no son propiamente libros "históricos", sino confesionales, esto es, libros nacidos de la fe de la comunidad y al servicio de la fe de la comunidad, Lucas es, sin duda, el que más cerca está del género literario de la historia.
A semejanza de los historiadores de la época, comienza su evangelio con un prólogo, en el que señala el motivo, anticipa el contenido, determina el fin y describe el método que utiliza.
Hace también una alusión a los que escribieron antes sobre el mismo tema, a las fuentes de que dispone, y de las que nosotros sólo conocemos el evangelio de Marcos. En todas estas fuentes se recoge el testimonio de los que vieron y oyeron, de los apóstoles o predicadores de la Palabra. El evangelio de Lucas, al igual que los otros tres, no es más que la fijación por escrito de la predicación de los apóstoles o de la Tradición Apostólica.Lucas se propone escribir los hechos desde el principio, remontándose a los orígenes. Comenzará hablándonos del nacimiento del Precursor y se ocupará también de la infancia de Jesús. Sin embargo, el orden que promete no será rigurosamente cronológico y su obra no deberá confundirse con una biografía.
Dedica su libro, siguiendo la costumbre, a un personaje llamado Teófilo (o amante de Dios). Pero, a pesar del significado de este nombre, no parece que se trate de una ficción literaria, sino de una persona concreta. Probablemente es un catecúmeno, y en cualquier caso, Lucas escribe para confirmar a Teófilo en las enseñanzas que ha recibido.
El texto litúrgico que comentamos une al prólogo de Lucas la narración que hace éste más adelante del comienzo de la vida pública de Jesús. El evangelio, en su más estricto sentido, comienza con la vida pública y comprende lo que hizo y dijo Jesús a partir de su bautismo en el Jordán. Probablemente esta visita de Jesús a Nazaret es la misma a la que se refieren Marcos y Mateo en otro contexto y situándola cronológicamente más tarde. En este supuesto, Lucas anticiparía esta visita y hablaría de ella al principio de la vida pública de Jesús, para destacar así el carácter programático de la profecía de Isaías.
Con el permiso del presidente de la sinagoga, cualquier varón israelita podía leer públicamente la Ley o los Profetas, hacer una traducción del texto sagrado a la lengua vulgar (el arameo) y explicar su contenido en una breve homilía. Dado que no había un orden prescrito para la lectura bíblica, Jesús pudo elegir muy bien el texto de Isaías -61, 1 y ss-.De hecho el texto de Isaías, que aparece aquí, está tomado de los Setenta, pero saltándose las palabras "sanar a los que tienen el corazón roto" (Is 61, 1), añadiendo otras (Is 58,6) y concluyendo con Is 61,2a. En este texto se anuncia un año de gracia -año jubilar- a los repatriados del destierro de Babilonia.
Jesús declara que la profecía de Isaías se cumple ya con su presencia. En él comienza la salvación, tan deseada. Por eso, lo que Jesús predica es realmente la Buena Noticia y no sólo una buena promesa.
Eucaristía 1986, 6




5. - Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír (evangelio). ¡Qué homilía hace Jesús a la gente de su pueblo!. No les explica lo que decía Isaías a la gente de su tiempo, como aquel que da una clase de historia. Les habla de ellos y de las cosas que les pasan ahora mismo: "HOY se cumple". La homilía debe hablar de Jesús y de la Escritura que hemos leído, pero debe hablarnos a nosotros de cosas de nuestra vida. No debe explicar lo que pasó, sino lo que pasa hoy visto a la luz de la palabra y de la vida de Jesús. Y no debe tener miedo de interpelar, como Jesús lo hizo, ni de despertar reacciones algo vivas. Como Jesús.
José M. Totosaus, Misa Dominical 1986, 3




6.- Hoy tenemos dos fragmentos importantes del evangelio de Lucas. El prólogo y el programa de Jesús.
a) El prólogo: escrito inestimable, único entre los evangelios. En él se nos hace la presentación de la obra de Lucas. Tiene un gran valor literario y temático, ya que nos habla de la metodología en la confección del evangelio (basado en la enseñanza de los testigos oculares y predicadores de la Palabra), del contenido (los hechos que se han verificado entre nosotros), y de la finalidad (para que se conozca la solidez de las enseñanzas recibidas). Lucas, literato, historiador y teólogo, ha encabezado su obra con este prólogo, de estilo correctísimo y elegante, que nos ilumina sobre lo que son los evangelios y concretamente el suyo.
b) El programa de Jesús: Jesús empieza su vida pública. Un sábado se encuentra en Nazaret. Lee un fragmento de Isaías (61,1-2) y lo comenta. Su comentario consiste en decir que aquel oráculo "hoy se cumple", lo más profundo que podía decir para dar autenticidad a las profecías y para hacerlas suyas. Jesús hace suyo el programa anunciado por el profeta en una acción movida por el Espíritu Santo (tema muy lucano) y mirando únicamente al bien del prójimo teniendo como base la liberación del hombre. La mención del año de gracia se refiere al año-jubilar, el año de remisión de todas las deudas, entendido aquí en un sentido universalista, para todos. Jesús se presenta como Salvador, especialmente del hombre más necesitado y marginado, del que más siente la propia miseria.
Joan M. Vernet, Misa Dominical 1983, 2




7.- Cuando Mateo presenta a Cristo con los rasgos de un rabí ambulante (Mt. 4, 12-17), Lucas, más liturgista, comienza y termina su Evangelio por la narración de acontecimientos que se desarrollan en el Templo (Lc. 1, 5-23; 24, 50-53), y da comienzo al ministerio de Cristo dentro de la liturgia sinagogal del sábado. Esta última exigía generalmente dos lecturas. La primera, sacada de la Ley (Pentateuco), era leída y comentada por un "doctor de la Ley"; la segunda, de origen más tardío, tenía que ser extraída de los profetas y podía ser leída y comentada por cualquiera que tuviese al menos treinta años. Jesús tiene treinta años y reivindica el derecho de leer y comentar esta segunda lectura. Su primer discurso público es, pues, un homilía litúrgica.
* * * *
a) HOMILÍA/LEYES: Lucas no ha conservado el mismo discurso de Cristo, pero resume lo esencial de él en una sola frase: "Hoy se cumple" (v. 21). Todas las leyes de la homilía están contenidas en este pequeño versículo. La liturgia de la Palabra no es una simple lección moral de catecismo, ni la afirmación de la esperanza escatológica fomentada por los profetas; esta liturgia proclama el cumplimiento del designio del Padre en el hoy de la vida y de la asamblea. No se contempla ya un pasado cumplido, aunque sea edad de oro u ocasión de caída; ya no se sueña más en un futuro extraordinario; se vive el tiempo presente como momento privilegiado para la venida del Señor.
Los apóstoles, a su vez, han respetado este procedimiento homilético de Jesús (cf. Act. 13, 14-42; 16, 13-17; 17, 1-3; 18, 4). La liturgia cristiana de la Palabra es por consiguiente hija de la sinagoga; cumple el recuerdo de ésta del pasado y la esperanza del futuro en la "celebración de hoy". ¡Sin embargo, puede uno preguntarse si los sermones pronunciados en las asambleas cristianas son fieles a los de Cristo o a los de los doctores de la Ley!.
b) Cristo (o San Lucas) parece haber detenido intencionadamente su lectura en el momento en que la profecía de Is. 61 anunciaba "un año de gracia". Pasa en silencio el versículo siguiente, que anunciaba el juicio de las naciones: y un día de venganza para nuestro Dios" (Is. 61, 2), para insistir exclusivamente, sin duda, en la gracia de Dios. Estas palabras de gracia provocan el asombro de la asamblea (v.22) y son el origen de los incidentes narrados en los vv. 25-30. Precisamente para reforzar la idea de que su misión, toda, es de gracia y no de condenación, Cristo (o Lucas) ha añadido dentro de la cita de Is 61, 1-2 un versículo, tomado de Is. 58, 6, sobre la libertad ofrecida a los prisioneros. Cristo define de una vez su misión como una proclamación del amor gratuito de Dios a todo hombre. Tal revelación sólo podía producir escándalo a los judíos que esperaban la escatología con todo el ardor que el odio a los paganos podía producirles.
* * * *
Decir que hoy se cumple la Palabra de Dios -esta es la misión de la homilía- no solo significa que se realiza una profecía antigua o que un texto inspirado toma repentinamente importancia. Lo que se cumple no es ante todo la Palabra de los profetas o de los teólogos, sino esta Palabra de Dios más profunda que cristifica a la humanidad, así como la vida y la condición de los hombres.
Decir que la Palabra de Dios se cumple quiere decir que la humanidad, hoy, ha incorporado a Dios en Jesucristo. No se trata, pues, de hacer una homilía que tratara de aplicar tal o cual texto inspirado, tal o cual palabra profética a los acontecimientos vividos por los miembros de la asamblea; se trata más bien de revelar, como lo hace el Evangelio con el acontecimiento privilegiado Jesucristo, cómo el acontecimiento vivido actualmente por los hombres y los cristianos es revelador del designio cristificador de Dios. Las fuentes y el vocabulario bíblicos deben desdoblarse en fuentes y vocabularios sociológicos y psicológicos. Para esto es preciso disociar la obra de Jesucristo del contexto sociocultural al que está ligada, lazo que la "palabra" de los evangelistas ha reforzado con frecuencia, para verla en acción en el ambiente contemporáneo como una respuesta a la búsqueda de Dios que lleva a cabo un pueblo concreto al que se dirige la homilía.
De esta manera, en el momento actual de los hombres es como la homilía incorpora el "hoy" de Dios y merece ser el ministerio de la Palabra de Dios.
Maertens-Frisque, Nueva guía de la Asamblea Cristiana II, Marova Madrid 1969.Pág. 87 S




8.- Esta lectura incluye dos textos diferentes que, completándose mutuamente, ofrecen una visión general de todo el evangelio. El primero (1, 1-4) es el prólogo de Lucas y transmite la intención del propio evangelista; el segundo (4, 14-21) ha condensado su interpretación más radical de Jesucristo.
Por el prólogo (1, 1-4) sabemos lo que es un evangelio. Como punto de partida están "los hechos que se han verificado entre nosotros"; con esto se alude fundamentalmente a los acontecimientos de la vida de Jesús, aunque se incluyan también los sucesos de la historia de la iglesia, tal como han sido recogidos en el libro de los Hechos. Sobre esa base se han elaborado las "tradiciones transmitidas por los testigos y mensajeros"; Lucas ha recogido, en parte, las mismas tradiciones incluidas en Marcos y Mateo, reflejando de esa forma aquello que en la iglesia antigua se decía de Jesús y de su obra. Sobre ese fondo de historia y tradición ha elaborado Lucas su evangelio, componiéndolo de forma cuidadosamente elaborada y literariamente hermosa; es lo que en la exégesis se llama labor redaccional del propio evangelista.
Este prólogo alude, por lo tanto, a los diversos elementos que componen el evangelio y deben tenerse en cuenta en el momento de entenderlo. Como punto de partida, están los hechos de la historia de Jesús, en la que Dios nos ha ofrecido su rostro y su palabra. Como interpretación de los hechos aceptamos la vida de la iglesia primitiva, que los ha modelado y transmitido. El punto final es el trabajo literario de san Lucas. Por eso, cada vez que meditamos su palabra nos ponemos en contacto con el misterio de Jesús, tal como ha sido vivido y aceptado por la iglesia antigua.
En esta perspectiva se sitúa el relato de la obra de Jesús de Nazaret de Galilea (4, 14-21). Como fondo está la realidad histórica de la predicación de Jesús de Galilea y el rechazo por parte de su pueblo; también es histórica la certeza de que Jesús actúa con la fuerza del Espíritu Santo. Sobre ese fondo, transmitido y elaborado por la tradición, ha cimentado Lucas una de sus más profundas visiones del Cristo.
Para entender este texto hay que situarlo en el campo de esperanza abierta por el antiguo testamento: ¡Vendrá la fuerza, vendrá todo el Espíritu de Dios y hará que cambie la existencia de los hombres! Pues bien, ante aquéllos que aguardan la venida del Espíritu de Dios sobre la tierra, Jesús proclama que el misterio ya ha empezado a realizarse: "Hoy se cumple esta Escritura". Esto significa que, para la iglesia primitiva y para Lucas, la venida de Jesús supone el cambio decisivo de la historia, el cumplimiento de toda la esperanza.
La visión conjunta de los dos textos, que acabamos de presentar nos lleva a tres conclusiones principales: a) En el principio está el hecho de Jesús; nosotros debemos aceptarle como aquél que viene desde Dios y nos transmite la fuerza de su Espíritu. b) Aceptar a Jesús significa actualizar su obra de liberación para los hombres; sólo quien sigue su gesto y ayuda a los enfermos, libera a los cautivos y proclama el evangelio para todos los pobres de la tierra, sólo ése habrá entendido el mensaje de Jesús, según san Lucas. c) Pero, a la vez, un auténtico cristiano está obligado a "conocer la solidez de la enseñanza" que recibe (1-4); para eso ha escrito Lucas su evangelio, recogiendo las tradiciones de su tiempo; para eso debemos conocerlo y meditarlo.
Comentarios a la Biblia Liturgica Nt, Edic Marova/Madrid 1976.Pág. 1192 S.




No creemos en una idea, sino en un hombre situado en el tiempo y en el espacio. Lo que anunciamos es una realidad de nuestra historia, no unas ideas; no sólo unas experiencias místicas, ni mucho menos una ideología, sino un acontecimiento sucedido y experimentado en medio de unos hombres concretos, que fueron desde entonces testigos y heraldos de la Palabra.
Jesús no es un mito. Es un hombre que vivió en un contexto temporal, en un ambiente sociológico determinado. Arraigado en un terruño, en un linaje, perteneció a una familia, aprendió la biblia con los demás. Trabajó como carpintero, que era algo así como "un hombre para todo" en aquella época. Tuvo amigos de todas clases, discutió con los representantes de la religión oficial y de las diversas sectas. Habló, actuó, vivió en medio de un pueblo muy concreto, adoptando su fe y sus costumbres, hablando su lenguaje, participando de su psicología.
Jesús es un hecho, y nuestro cristianismo sería falso si no tomásemos en cuenta la verdad "carnal" de ese hecho, la densidad de la encarnación. Jesús es un hombre; y lo que importa es qué hombre fue. Ese es el motivo de las cuestiones que se plantearon en Nazaret, cuando el evangelista Lucas nos presenta, en el pórtico de su relato, un retrato de Jesús. Porque la realidad de la encarnación no agota la inteligencia de estas tres palabras: Jesús de Nazaret. El escándalo nace de la vinculación entre estas dos afirmaciones: Jesús es de Nazaret; pero es también aquel que, al desarrollar el libro de las Escrituras en la sinagoga, declara a propósito del pasaje de Isaías: "Esta Escritura que acabáis de oír se ha cumplido hoy". En ese hombre creemos que se concentra toda la aventura de los hombres con Dios. Él es la cima y el todo de la Revelación.
"Esta Escritura se ha cumplido hoy". Un hoy eterno, ya que es la provocación permanente de ese hombre llamado Jesús. No creemos solamente en un gran hombre, en un héroe admirable de nuestra humanidad. Afirmamos que él es "la última palabra" de Dios. "Esta Escritura se ha cumplido hoy". Hoy se ha cumplido el encuentro. Ya que es en nuestro hoy vulgar en donde nos vemos provocados a la fe. Y se abre ante nosotros toda la grandeza de nuestra vida cotidiana: es ahí, en el hoy humilde de cada día, donde encontramos a Dios cuando, al confrontarnos con la revelación de este hombre Jesús, decimos: "Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna". Sólo estas palabras dicen de verdad la totalidad del misterio.
Hoy se ha cumplido tu palabra:
tu Verbo, tu Hijo único, toca nuestro corazón
y cada día es el tiempo de su revelación.
Bendito seas, Dios, que cumples tu palabra:
que nuestro hoy que pasa se abra y florezca en eternidad,
en encuentro para siempre.
Dios Cada Dia, Siguiendo El Leccionario Ferial, Semanas XXII-XXXIV T.O. Evang. De Lucas, Sal Terrae/Santander 1990.Pág. 19 S.



viernes, 18 de enero de 2019

LECTURAS Y COMENTARIO II DOMINGO CICLO C - 20 ENERO 2019


LA BODA EN CANÁ DE GALILEA
  

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno,  que gobiernas a un tiempo cielo y tierra, escucha compasivo la oración de tu pueblo y concede tu paz a nuestros días. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías 62, 1-5

Por amor de Sión no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que rompa la aurora de su justicia, y su salvación llamee como antorcha. Los pueblos verán tu justicia, y los reyes tu gloria; te pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios.
Ya no te llamarán «Abandonada», ni a tu tierra «Devastada»; a ti te llamarán «Mi favorita», y a tu tierra «Desposada», porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá marido. Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo.

SALMO RESPONSORIAL (95)

Cuenten las maravillas del Señor a todas las naciones.

Canten al Señor un cántico nuevo, canten al Señor, toda la tierra; canten al Señor, bendigan su nombre. R.

Proclamen día tras día su victoria, canten a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. R.

Familias de los pueblos, aclamen al Señor, adamen la gloria y el poder del Señor, aclamen la gloria del nombre del Señor. R.

Póstrense ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda. Digan a los pueblos: «El Señor es rey, él gobierna a los pueblos rectamente.» R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 4-11

Hermanos: Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.
En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu.
Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A éste le han concedido hacer milagros; a aquél, profetizar. A otro, distinguir los buenos y malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretarlas.
El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como a él le parece.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 2, 1-11

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: «No les queda vino.».
Jesús le contestó: «Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.». Su madre dijo a los sirvientes: «Hagan lo que él diga.».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: «Llenen las tinajas de agua.».
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó: «Saquen ahora y llévenselo al mayordomo.».
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora.». Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.

COMENTAREIO

Juan alude a la madre de Jesús en el milagro de Caná de Galilea que es una aldea de Galilea, mencionada tres veces en el evangelio de Juan (2,1; 4,46; 21,2). Un día, en aquella aldea, se celebraban unas bodas (Jn 2,1a). María estaba entre los invitados a su celebración, quizá era pariente. La invitación se extendió también a Jesús y a sus discípulos (v. 2). Algunos piensan que eran familiares de Jesús.
Según las costumbres del AT, las fiestas de la boda duraban normalmente siete días (Gen 29 27, Jue 14,12; Tob 11,20), pero podían prolongarse durante dos semanas (Tob 8,20; 10,8). Y eran lógicamente la ocasión de un alegre banquete (Gen 29,22; Jue 14,10, Tob 7,14), servido de ordinario en casa del esposo (cf. Mt 22,2). Por tanto, se necesitaba tener una buena provisión de vino. Y esto fue lo que falló en Caná (v. 3a).
El malestar de la situación no se le pasó de largo a la atención femenina de María, que puso al corriente de ello a su Hijo (v. 3b). Después de una respuesta un tanto enigmática (v. 4), Jesús escuchó la petición de la madre y convirtió en vino copioso el agua contenida en las seis tinajas, puestas allí para las purificaciones rituales que los judíos realizaban antes de sentarse a la mesa (vv. 6-10). De esta forma Jesús dio comienzo a sus prodigios y fue aquél el signo que suscitó la fe incipiente de los discípulos en él como Mesías (v. 11). Todo esto constituye el núcleo de lo que ocurrió en Caná, durante aquel banquete de bodas que estuvo a punto de terminar con una amarga desilusión. Juan está en disposición de penetrar en el sentido arcano que se escondía en aquel episodio de las bodas de Caná. Justamente él lo define como un signo (v. 11), es decir, como un hecho que en sus apariencias exteriores remite a una realidad más íntima, más oculta, inherente en definitiva al misterio mismo de la persona de Jesús. Podemos decir que:
-El milagro de Caná nos invita a profundizar en el sentido y el misterio de la obra de Jesucristo. El primer "signo" conduce hacia la contemplación y la comprensión del signo central de la muerte-resurrección, y del signo que es el amor-unidad de la comunidad (Jn 17, 20-23).
-La valoración de todo lo que de positivo hay en la alegría de la vida de los hombres, no como realidad neutra o, menos aún, peligrosa, sino como realidad positiva en la vida humana, capaz de manifestar el don de Dios. -La urgencia de una dedicación de los cristianos y de las comunidades cristianas a promover la alegría que proviene de la vida auténtica de la comunión con los demás, del amor conyugal y familiar, de la participación en un pueblo, de la confianza en Dios.

PLEGARIA UNIVERSAL

Invoquemos a Dios que bendice a su Iglesia con diversidad de ministerios y carismas y digámosle con fe: R. Escúchanos, Señor.

1.-  Por el Papa Francisco  para que su palabra y su testimonio de vida sigan animando y dando vitalidad a la vida de la Iglesia, en todo el mundo. Oremos. R.

2.- Por la comunidad cristiana para que pueda vivir con esperanza en cualquier situación histórica y manifieste ante el mundo la alegría de la fe. Oremos. R.

3.- Por los gobernantes de las naciones, para que sensibles al dolor de los más pobres, promuevan eficazmente la justicia y la paz. Oremos. R.

4.- Por las familias de nuestro país y del mundo para que creyendo firmemente en la presencia del Señor, puedan experimentar el gozo de vivir, los unos para los otros. Oremos. R.
5.- Por los que estamos en esta celebración, para que como los sirvientes de las Bodas d Cana, sigamos dócilmente la orientación de María, nuestra Madre: Hagan lo que Jesús les diga. Oremos. R.

Escucha Padre, las suplicas confiados de tú hijos, realiza plenamente sus deseos de vivir como Jesús, tu Hijo y haz que sean signo eficaces de tu presencia y de tu amor. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Concédenos, Señor participar dignamente en estos sacramentos pues cada vez que se celebra el memorial del sacrificio de Cristo, se realiza la obra de nuestra redención. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Derrama, Señor en nosotros tu Espíritu de caridad, para que hagas vivir concordes en el amor a quienes has saciado con el mismo pan del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 21: Hb 5, 1-10; Sal 109; Mc. 2, 18-22.
Martes 22: Hb. 6, 10-20; Sal 110; Mc. 2, 23-28.
Miércoles 23: Hb. 7, 1-3.15-17; Sal 109; Mc. 3, 1-6.
Jueves 24:   Hb. 7, 25—8, 6; Sal 39; Mc. 3, 7-12.
Viernes 25: Hch. 22, 3-16; Sal 116; Mc. 16, 15-18.
Sábado 26: 1Tm 1, 1-8; Sal 95; Lc. 10, 1-9.
Domingo 27:   Nm. 8, 2-4ª.5-6.8-10; Sal 18; 1Cor. 12, 12-30; Lc. 1, 1-4; 4, 14-21.


COMENTARIOS AL EVANGELIO
Jn 02, 01-12

1.- Hay que destacar que Juan, al contrario que los sinópticos, emplea dos niveles de formulación: el nivel de superficie para los personajes en torno a Jesús, y el nivel profundo en el que se mueve Jesús mismo. Así es como se explica la aparente falta de concatenación entre pregunta y respuesta.
El sentido de la respuesta de Jesús se escapa a este texto concreto y es sólo comprensible en la perspectiva global de todo el evangelio.
La hora no es el momento del milagro, sino la pasión (17, 1; 12, 27). La pasión, a su vez, es el momento de la glorificación de Jesús, porque es la expresión suprema de su amor. "No hay amor más grande que dar la vida por los amigos" (15,13). Por este motivo, la pasión es en Juan la gloria de Jesús; su hora, la hora exuberante del amor. Esta exuberancia de amor tiene en nuestro relato un símbolo: el vino bueno que aparece con profusión al final de la boda.
¿De dónde proviene este vino? "De las tinajas de piedra para la purificación de los judíos". Juan capacita así al lector para que lea entre líneas algo muy concreto: el orden religioso judío queda superado por Jesús. Agua y vino funcionan en el relato como símbolos de los dos órdenes distintos: ley (judaísmo), amor (Jesús).
Eucaristía 1989, 4



2.- El sentido liberador del Evangelio se muestra también en medio de la vida cotidiana y no sólo en situaciones extremas y en momentos excepcionales. En el presente relato se dice que Jesús comenzó sus signos, comenzó a dar "señales" de la vida y de la abundancia de la vida que vino a traernos, precisamente en medio de una fiesta, en unas bodas que se celebraban en Caná de Galilea.
Las fiestas nupciales duraban hasta siete días cuando la novia era virgen, siendo sólo de tres cuando se trataba de una viuda.
Es posible que María llegara a la fiesta el primer día, y hasta que ayudara a los familiares. De todas formas, le bastaría su condición femenina para darse cuenta del apuro por el que pasaban los novios al faltarles el vino. Parece que Jesús llegó más tarde con sus discípulos, y hasta podría pensarse que la situación se agravaría con la presencia de aquellos pescadores. A todo esto, María intercede por los novios ante su hijo. La respuesta de Jesús debió de ser para el evangelista de gran importancia, pero es de difícil interpretación para nosotros. En ella se aprecia un cierto distanciamiento de Jesús frente a su madre, como si quisiera dejar en claro que nadie debe inmiscuirse en la misión que ha venido a cumplir. Por eso la llama "mujer", cosa muy extraña en la boca de un hijo y sobre todo en el contexto socio-cultural de Jesús. Sin embargo María no entendió esta respuesta como un rechazo y advirtió a los sirvientes que estuvieran atentos a lo que les dijera Jesús.
J/HORA: También es difícil saber lo que significaba la "hora". Hay comentaristas que entienden esa "hora" como la hora de la cruz, en la que Jesús tenía que ser glorificado o exaltado según la voluntad del Padre. Otros dicen que se trata de la hora del milagro o de su primera manifestación como enviado de Dios. De todos modos, la hora de la manifestación de Jesús no la señalan los hombres. Porque es la hora que Dios quiere y que sólo él conoce. De hecho no llega nunca con el simple transcurrir del tiempo, sino cuando acontece la fe como un don de Dios. Jesús, con su respuesta aparentemente dura, es el que prepara y actualiza la fe de su madre, y entonces llega la hora del milagro o del signo.
Jn/SIGNO: La palabra "signo" tiene en el evangelio de Juan un doble sentido: de una parte es una demostración del poder de Dios y de su presencia salvadora; de otra, es la revelación de la verdad de Dios y su mensaje. Queremos decir que los "signos" son en el cuarto evangelio como palabras visibles, como símbolos que deben ser interpretados y que suelen preceder a una enseñanza más detenida. La transformación del agua en vino significa la abundancia de la vida que Jesús ha venido a traer al mundo, la nueva vida y el verdadero gozo de vivir. Es un signo paralelo al de la multiplicación de los panes en el desierto. Uno y otro anticipan el sacrificio de Cristo, en el que se vuelca la generosidad de Dios sobre nosotros. Es lo que celebramos en la eucaristía con pan y vino, con el pan de cada día y con el vino de las fiestas. Es la gracia, que llena hasta rebosar las tinajas de la ley (de las purificaciones de los judíos) y que es el cumplimiento de todas las promesas.
Eucaristía 1986, 5



3.- Según la tradición, se trata del lugar conocido por el nombre de Chirbet Caná, situado al norte de Nazaret, a unos catorce kilómetros.
Si la novia era virgen, duraban las fiestas hasta siete días; pero si era viuda, solamente se celebraban tres días de fiesta.
Probablemente, María, invitada por motivos de amistad o parentesco, se encontraba ya en Caná desde los comienzos de las fiestas. Se explica perfectamente que el vino llegara a faltar durante tantos días de boda y que María, que con toda seguridad ayudaría en la tarea de atender a los convidados, se diera cuenta de los apuros de los novios.
Aunque Jesús no había hecho aún ningún milagro, María, al verle ya rodeado de discípulo, pudo creer que el momento de su manifestación a los hombres había llegado. La respuesta de Jesús conserva el tono duro e independiente de aquella respuesta que le dio en el Templo, cuando sólo tenía doce años. En ambos casos, quiere hacernos ver que en el cumplimiento de su misión excelsa únicamente depende de su Padre.
Si todavía "no ha llegado la hora", ¿cómo ejecuta el milagro? La respuesta no es fácil. Entre otras posibles explicaciones, parece ser ésta la más probable: La fe de María, su petición humilde y confiada, hizo que sonara la hora de la "manifestación de la gloria" de Jesús. El momento de la manifestación del poder de Dios no lo señalan los astros sino la fe de los hombres: donde hay fe, allí ha llegado el momento. Pero la fe es un don de Dios, que El da cuando quiere y a quien quiere. Jesús, con su respuesta aparentemente dura, es el que prepara y actualiza la fe de la Virgen que señala el momento de la manifestación de Dios.
"Signo" debe entenderse en un doble sentido: demostrativo del poder de Dios y mostrativo o aclarativo del Misterio. Los milagros que nos relata San Juan tienen siempre un significado.
En este caso puede tratarse de la abundancia de la gracia salvadora (seiscientos litros de vino) que llena hasta el borde las exigencias de la Ley (las tinajas servían para la purificación prescrita por la Ley).
Eucaristía 1971, 12



4.- El propio autor dice de él al final que es un signo. Es decir, nos hallamos ante un relato evocativo, representativo. Su sentido no hay pues que buscarlo en el relato mismo, sino en la realidad evocada y representada en él. Para que esta búsqueda no sea subjetiva ni caprichosa deberá partir de los propios indicadores existentes en el relato.
HORA/GLORIA: Primer indicador: una indicación temporal no recogida en el texto litúrgico. El relato comienza así: Tres días después tuvo lugar una boda... En el conjunto de indicaciones temporales dadas con anterioridad por el autor, estos tres días después nos llevan al día séptimo. El autor sitúa la boda en el día séptimo. Segundo indicador: la indicación temporal de futuro "todavía no ha llegado mi hora". La hora es el término característico que emplea el autor del cuarto evangelio para referirse a la glorificación de Jesús, la cual tiene lugar en la cruz. El Calvario es la hora de la gloria de Jesús. Gloria en sentido etimológico hebreo significa peso, consistencia. En sentido figurado y aplicado a las personas es el conjunto de cualidades que las distinguen, su personalidad. En su comentario final el autor nos dice que a través del signo realizado Jesús manifestó su gloria, es decir, puso de manifiesto su cálida personal.
Desde estos dos indicadores podemos concluir que la realidad evocada en el relato de Caná es la fiesta del Señor, su gloria puesta de manifiesto en la cruz, cuya celebración tiene lugar el día séptimo, el domingo, el día del Señor.
Si, pues, los indicadores nos llevan al Calvario, vayamos a él de la pluma de Juan y leamos Jn. 19, 25-27. ¿A quién encontramos allí? A la madre de Jesús. Exactamente la misma designación empleada en el relato de Caná. En ambos casos no se le designa por el nombre, sino por su relación con Jesús. Pero aún hay más. En ambos casos Jesús interpela a su madre de la misma manera: ¡Mujer! Estas correlaciones entre los dos relatos nos llevan a interpretar las palabras de Jesús a su madre en el relato de Caná no como rechazo, sino positiva y colectivamente: ¿Qué nos va a ti y a mí ahora, si nuestro tiempo no es éste sino el de la Cruz? Llegamos así a la conclusión de que el autor está contraponiendo dos tiempos, de los cuales uno, el de la cruz, es el propio de Jesús y de su madre. ¿Cuál es el otro? "El tiempo de las purificaciones de los judíos". Se trata de dos tiempos cualitativos, de dos talantes contrapuestos, a cada uno de los cuales el autor le asigna un símbolo: agua para el tiempo de las purificaciones, vino para el de la cruz.
¿Cuál de los dos tiempos es el mejor? El autor responde con toda claridad que la cruz supera en calidad a la purificación.
Descubrimos además que el autor del cuarto evangelio gusta de la ironía, pues el reconocimiento de la superior calidad de la cruz lo hace alguien perteneciente a la purificación.
Resumiendo: el autor ha escrito un relato eminentemente evocador, cuya clave de interpretación se encuentra en el calvario, donde Jesús manifiesta todo el peso de su gloria, un peso superior al de las purificaciones.
Comentario. El tiempo de la cruz es el tiempo de la donación desinteresada. No está mal proceder por reglamento, código o ley, pero está mucho mejor proceder por amor. Nadie dice que el agua está mal en una comida, pero un buen vino siempre es mejor, Jesús es el buen vino; el reglamento y la ley son el agua.
Se tiene siempre más miedo al vino que al agua. ¿Será por eso por lo que el Judaísmo y la Iglesia gustan tanto de la ley y del código? La diferencia entre el que ama y el que cumple es que el primero es capaz de imposibles, mientras que el segundo nunca jamás puede nada.
Si el amor supremo consiste en dar la vida por los amigos, se comprende perfectamente que la cruz sea el lugar supremo de la revelación de Jesús y, como consecuencia, del creyente en Jesús.
La madre de Jesús es el prototipo de creyente en Jesús. Por eso mismo su tiempo y su lugar están, como los de su hijo, en la cruz.
A.- Benito, Dabar 1989, 9



5.- El texto de hoy no pertenece a Lucas sino a Juan. Dos autores, muy diferentes en manera de escribir, Juan escribe en clave. De ahí que el sentido de sus textos no sea siempre evidente a primera vista. La clave la sitúa en el futuro y la denomina "la hora". Todavía no ha llegado mi hora. Esta hora es la muerte de Jesús en la cruz. Lo que el autor escribe con anterioridad a ella es signo de esa muerte, es decir, señal que apunta hacia ella, que la evoca o la representa. Así comenzó sus signos. El relato de hoy hay que leerlo, pues, desde la muerte de Jesús. Esta muerte la concibe Juan como la glorificación de Jesús, es decir, su grandeza, su esplendor, su magnificencia. Todo lo anterior son adelantos, anticipos de esa gloria, también esta palabra aparece en el texto de hoy. Manifestó su gloria. Parece evidente que Juan quiere que leamos este texto como anticipo de la gloria de Jesús que se va a manifestar en la cruz. Es el relato de su gloria futura anticipada en símbolos, Jesús es el vino bueno que mejora al anterior. Sus raíces hay que buscarlas en suelo y tradición judíos. Son el agua de las tinajas. A estas alturas del evangelio (estamos solamente en el cap. 2) no hay ningún tipo de tensión entre el agua y el vino. Hay simplemente constatación de una situación mejorada.
"Estaba junto a la cruz de Jesús su madre" (Jn. 19,25). La misma interpelación: Mujer. Un rasgo más de que el texto de hoy es una anticipación de la cruz. "Mujer, a ti y a mí, ¿qué nos va la vieja situación? Nuestra gloria está en la cruz". Es, en efecto, en la cruz donde el autor nos presenta a la madre de Jesús como madre de la Iglesia. Un evangelio precioso el de hoy. Un evangelio que en el texto original tiene lugar al tercer día.
A.- Benito, Dabar 1986, 11



6.- Texto. Forma parte de las distintas escenas de presentación de Jesús que el autor del cuarto evangelio hace preceder a la actuación propiamente dicha de Jesús. Esta actuación, a iniciativa de Jesús, comienza a partir del último versículo de hoy. En la escena que precede (bodas de Caná) no es Jesús quien lleva la iniciativa. Jesús se encuentra en una boda y con él los discípulos: personaje este que en buena parte de los doce primeros capítulos del evangelio va a tener un simple papel de observador, descubriendo lentamente quién y de dónde es Jesús.
El relato tiene su centro de atención en el vino. La ausencia de vino primero y su presencia después dominan la escena. Por el comentario del autor en el v. 11 resulta claro que el vino funciona como signo de Jesús. Un signo que se abre hacia un después, hacia una hora. Esta hora puede verse en el cap. 19 del evangelio, donde encontraremos los mismos personajes que en Caná.
Este cap. 19, es la clave de lectura de todo el evangelio y en particular de 2, 1-12. Comentario. El relato quiere explicar en clave plástica quién y de dónde es Jesús. La clave es el vino, que procede de un agua, a la que supera. Los sirvientes conocen-descubren esta clave: el mayordomo, no. Y es precisamente el que no conoce la clave, quien canta las excelencias del vino (idéntico recurso empleará el autor con Caifás en 11, 50).
Pero el agua es también signo de algo y de alguien: purificaciones de los judíos. Agua y vino representan dos órdenes sucesivos. Con mucha ironía el autor hace que un representante del orden-agua reconozca que el orden-vino es mejor. Estamos sólo en los comienzos del evangelio. Lo trágico es que esta mejor calidad la adquiere el vino gracias a su color rojo y recio de sangre. Y tal vez todavía más trágico es que, en esa hora y creyendo dar culto a Dios, el mayordomo escanciará la sangre (cfr. Jn. 16,2). Pero también en esa hora alguien conocerá-descubrirá la clave: unas mujeres (=discípulo amado). Con audacia de autor genial es a este discípulo a quien Juan reserva el título de hijo de María (confrontándose Jn. 19, 26-27. Nótese cómo en Caná a María se le llama madre de Jesús, pero a Jesús no se le llama hijo de María).
Dabar 1983, 11



7.- "La madre de Jesús le dijo: No les queda vino": María interviene esperando la acción de Jesús, pero recibe una respuesta negativa.
Aquí Juan se mantiene en la misma línea de los sinópticos a propósito de las intervenciones de su familia: los lazos de parentesco no pueden ni detener ni poner en marcha su misión.
Aunque a menudo se ha intentado extraer de este pasaje un poder intercesor de María, más bien se pone de relieve la absoluta soberanía y libertad de Jesús. "Haced lo que él os diga": María debe colocarse en el reconocimiento de esta soberanía y en la confianza de la fe: sólo desde esta posición será posible el milagro.
J.- Naspleda, Misa Dominical 1989, 2



Paradójicamente el invitado (Jesús) se convierte en el auténtico Esposo; para ello, el otro esposo no puede ofrecer vino. De este modo se quiere indicar la insuficiencia de la etapa antigua de Israel, contrapuesta a la plenitud mesiánica. Es el último vino, el de los tiempos escatológicos, el que es bueno. Hay una "Hora" -adelantada, hecha prenda a través del signo- que ratificará la insuficiencia del Antiguo Testamento. María constata esta insuficiencia e indica donde está la plenitud: en Jesús, el vino nuevo que trae la alegría abundante de la salvación, que saca de la situación desesperada e insuficiente en la que viven los hombres, que ofrece la inmensa perspectiva de la fe liberadora y transformadora, que es la Palabra que da sentido y dinamismo, que hace creer en el amor y la fe. El "signo" está relacionado evidentemente con la Eucaristía y con la Pascua ("signo" culminante y radical del evangelio de Juan).
Nos hallamos, pues, ante la teología de la salvación; en la plenitud de los tiempos -en este momento- llega el don de Dios, en abundancia, en la Iglesia. A nosotros nos corresponde el "reconocimiento", el convertirnos en discípulos, caminando espiritualmente hacia "la Hora" de Jesús.
J. Guiteras, Misa Dominical 1974



3-9.- El leccionario ha reemplazado el inicio del fragmento, "Al tercer día...", por el convencional "En aquel tiempo...". El evangelista, con aquella indicación cronológica precisa, quería indicar que el signo de Caná cierra una semana completa, que él ha descrito día a día: la semana de la epifanía o manifestación del Señor, que concluye con la revelación de su gloria y la fe de los discípulos. También al final de la vida pública de Jesús el cuarto evangelio nos describirá día a día la última semana, para desembocar asimismo en el acto de fe pascual de los apóstoles y los lectores. María, que aparece en este primer signo, reaparecerá en la semana final, al pie de la cruz (19, 25-27); en ambos casos Jesús le da el insólito tratamiento de "mujer".
En la boda de Caná de Galilea encontramos los temas principales del cuarto evangelio. Es el primero de los milagros, o signos, como les llama Juan, porque no son sólo hechos prodigiosos para atraer la atención, sino significativos o pedagógicos. Los demás evangelios cuentan muchos milagros, Juan ha escogido sólo siete, cada uno de los cuales es explicado detalladamente e ilustrado con un diálogo o un discurso de Jesús, con el fin de extraer de él una lección, puesto que cada signo revela un aspecto del Reino; en este caso, los tiempos mesiánicos que ya los profetas habían simbolizado con los desposorios y el banquete.
H. Raguer, Misa Dominical 1977



10.- Jesús comienza su ministerio de rabino y de taumaturgo casi dentro de unos círculos familiares: su propia ciudad, Cafarnaún, su familia o la de sus apóstoles. Pero Juan ve ya en esas actuaciones, todavía discretas, toda la obra de divinización de la humanidad y, al mismo tiempo, la irradiación del misterio pascual. La lectura de este episodio bastante insignificante adquiere relieve si se mira con los ojos de Juan.
* * * *
a) El que María diga a Jesús que los convidados no tienen ya vino obedece sin duda a una preocupación de orden práctico por parte de una mujer atenta a los pequeños detalles de la recepción, pero significa también, en el plano simbólico, que el pueblo falto del vino de la felicidad y de la sabiduría y que permanece en actitud de pobre, espera la iniciativa de Dios para devolverle la felicidad. Jesús distribuye efectivamente el "buen vino" de esa felicidad prometida para los últimos tiempos, signo de la plenitud y de la sabiduría con que favorece al mundo.
b) Pero ese don depende de la glorificación final del Mesías, de esa "semana" y de esa "hora" que inaugurarán, a través de la muerte, el misterio de la gloria del Señor. Parece, en efecto, que las indicaciones cronológicas sembradas a lo largo de Jn. 1, 19 a 2, 1 (1, 29; 1, 35; 1, 39; 1, 41; 1, 43; 2, 1) son bastante intencionadas en la pluma de Juan: el evangelista no pondrá tanto cuidado por fechar los hechos y gestos del Señor a lo largo de su primera semana de ministerio que en su última semana, la de su pasión. El hecho de que el milagro se sitúe en un "tercer día" (v. 1; cf. Jn. 11, 6-7; 13, 33; Lc. 24, 7; Os. 6, 2-5) es igualmente una forma de hacer referencia al cumplimiento de la Pascua de Cristo.
Pero lo decisivo en esta ocasión es el tema de la hora (v. 4; cf. Jn. 2, 14; 7, 30-39; 8, 20; 13, 1; 17, 1). La hora designa concretamente la muerte del Señor, pero es una muerte que le glorifica y glorifica al Padre, puesto que realiza la salvación del mundo. Se puede incluso afirmar que, a partir de Jn. 7, 30, las referencias a la hora de Jesús designan ese momento de su vida en que se verá reducido a la impotencia, en que ya no hará milagros (cf.Jn. 9, 4; 11, 9-10; cf. el tema del "lugar" en Jn. 18, 12, 24; 19, 40).
Así es como se comprende el diálogo entre María y su Hijo. La Virgen no viene a pedir un milagro, sino que se limita a señalar un momento de apuro (v. 3). Jesús responde con bastante dulzura: "¿Qué nos va a ti y a Mi, mujer?" (v. 4): que quiere decir: sitúate en otro plano: el de mi omnipotencia, en lugar de quedarte en este punto de vista rastrero. Y así la explicación surge normalmente: "mi hora (es decir, la hora en que me veré atado, imposibilitado) no ha llegado aún. Sigo estando libre para hacer milagros" (v. 4). María acepta inmediatamente esa visión de fe y ordena que se hagan los preparativos del milagro (v. 5).
Cristo se refiere, por tanto, claramente al signo y la obra por excelencia que realizará en la humillación de su muerte, pero hasta tanto suene esa hora, le es facultativo dejar signos y realizar maravillas provisionales, algo así como provisionales eran las diferentes liberaciones maravillosas del Antiguo Testamento.
La idea de Cristo sería, por tanto, ésta: puedo hacer hoy el milagro que se me propone, pero llegará una hora en que mi omnipotencia realizará el milagro por excelencia, puesto que pasará por el amor hasta la muerte (Jn. 13, 1): todo milagro tiene una parte de caducidad hasta tanto no haya sido marcado por mi muerte y no esté vinculado a la única verdadera fe en mi resurrección.
c) Juan nos ofrece, pues, en este relato del episodio de Caná un ejemplo de la forma en que reflexiona en torno a un milagro de Jesús. aun cuando sea muy corriente, hasta ver en él un signo (v. 11). Lo sitúa al final de una semana; introduce incluso el tema de la hora; subraya intencionadamente la materia del vino; señala, los mismo que en Jn. 7, 1-10, la incapacidad de los suyos para descifrar correctamente el milagro; y todo eso para probar que un milagro es un llamamiento a la fe. No se trata tan solo de creer que Jesús puede hacer un milagro, como sucede en los sinópticos, sino también de leer su significado misterioso, sólo captable por quien ha comprendido el misterio pascual y vive del amor que entraña.
Tener esa fe que puede leer los signos no consiste tan sólo en apreciar el cambio del agua en vino (como quisiera María), ni en comprender el cambio del vino en la sangre de Cristo en la misa (que es hasta donde llegan algunos fieles), sino en captar la densidad pascual del signo realizado y en situarse a sí mismo dentro de una participación convencida en ese misterio.
Nueva Guía De La Asamblea Cristiana II, Marova Madrid 1969.Pág. 39 Ss.