LA ANTIRUTINA
ORACION COLECTA.
Concede a tus fieles, Dios todopoderoso el deseo de
Salir acompañados de buenas obras al encuentro de Cristo que viene, para que
colocados a su derecha merezcan poseer el reino de los cielos. Por nuestro
Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA.
Lectura del
libro de Isaías 2, 1-5
Visión de
Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén: Al final de los días
estará firme el monte de la casa del Señor en la cima de los montes, encumbrado
sobre las montañas.
Hacia él
confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos. Dirán: «Vengan, subamos
al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: Él nos instruirá en sus
caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de
Jerusalén la palabra del Señor.
Será el árbitro
de las naciones, el juez de Pueblos
numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará
la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de
Jacob, ven; caminemos a la luz del Señor.
SALMO RESPONSORIAL (121)
Vamos alegres a la casa del Señor.
¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del
Señor.»!. Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. R.
Allá suben las tribus, las tribus del Señor. Según la
costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los
tribunales de justicia, en el palacio de David. R.
Deseen la paz a Jerusalén: «vivan seguros los que te
aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios.» R.
Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «la paz
contigo.». Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 13,
11-14ª.
Hermanos: Dense cuenta
del momento en que viven; ya es hora de despertarse del sueño, porque ahora
nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada,
el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y
pertrechémonos con las armas de la luz.
Conduzcámonos como en
pleno día, con dignidad. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni
desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 24, 37-44
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos:
«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará
como en tiempo de Noé.
Antes del diluvio, la gente comía y bebía
y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo
esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando
venga el Hijo del Hombre:
Dos hombres estarán en el campo: a uno se
lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la
llevarán y a otra la dejarán.
Por tanto, estén en vela, porque no saben
qué día vendrá su Señor. Comprendan que si supiera el dueño de casa a qué hora
de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en
su casa.
Por eso, estén también ustedes preparados,
porque a la hora que menos piensen viene el Hijo del Hombre.
COMENTARIO
El ciclo litúrgico que hoy
comienza va a tener a Mateo como evangelista base. “Hermanos, ¡Despierten de su sueño!”. Nuestro sueño es
la rutina. La rutina nos oculta el transcurrir inexorable de los días.
Jesús describe esta rutina: “En tiempos de Noé, la gente comía, bebía,
se casaba…”. Un hombre supo ver las cosas a tiempo: “Noé entró en el arca”.
Pero los demás siguieron viviendo hasta que, “cuando menos lo esperaban, llegó
el diluvio y se los llevó a todos”. La rutina nos traga a todos. Piensen en
esos “debería reaccionar…, es preciso que actúe… ¡es tremendo cómo pasan los
años!..., si pudiera volver…, si los jóvenes supieran”.
Nosotros lo sabemos. Basta con escuchar a Jesús: “Dos hombres estarán
en el campo, al uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; dos mujeres estarán
moliendo, a una mismas tareas, unos duermen y otros viven. Unos no se preparan
para nada y otros están dispuestos.
¿Despiertos a qué?. La llamada a la vigilancia, lo repite Jesús, es a
una vigilancia de buena calidad. Puede tomar el aspecto de una angustia
paralizante, o convertirse en un “¿para qué?” que suponga un desprecio del
mundo y de las taras terrenas. No, la vigilancia evangélica es por el contrario
una vida actual poderosa, ya que en ella se verifica constantemente la calidad
de interés y de atención de lo que uno está haciendo.
Nuestra costumbre (comer-.tele-auto), nuestras preocupaciones (ganar
más; acaba esta tarea) nuestros proyectos de ocio (el fin de semana, las
vacaciones). ¿Hacer todo esto de nosotros unos hombres que utilizamos la vida a
fondo? ¿O es el amor, es decir la vida al cien por ciento? ¿Dónde está el
servicio fraternal, los afanes misioneros, la oración? “No tengo tiempo” es a
veces el grito de la vida intensa. Pero a menudo es la canción de la rutina,
porque la rutina canta muy bien.
La vigilancia cristiana no es más que la vida ante Dios, la vida con
Dios. Se hacen exactamente las mismas cosas, pero esas cosas tienen un interés
más, una densidad. “A uno se lo llevarán
y al otro lo dejarán”. Los vigilantes se arraigan ya en lo eterno, los
rutinarios se quedan en la superficie de las coas y en cada momento corren el
peligro de verse barridos.
La verdadera vigilancia, lejos de quitar el gusto por las coas de la
vida, les da el sabor de las iniciaciones de los aprendizajes apasionantes.
¡Qué maravilla convertirse a través de
todo lo que uno vive en una persona que se construye para la eternidad y que
construye una parte de la humanidad eterna!.
¿La anti-rutina? Reflexionar recuperarse, no dejar que sea el reloj lo
único que dicta nuestra vida, no dejarse atar por la agenda, por los
automatismos, por el “siempre he hecho esto”.
El cristiano “que está preparado” es aquel que vive lo ordinario tan
libremente tan conscientemente que esto lo mantiene despierto para lo
inesperado incluida la hora extraordinaria la ultima quizás traicionera: “Estad
vigilantes para que no los sorprenda”.
PLEGARIA UNIVERSAL
Vigilantes ante la próxima llegada del Señor, elevemos,
nuestras oraciones al Padre para que nos prepare para el encuentro con su Hijo
amado y Él sea reconocido por todos como
Dios y Señor. Digamos. R. Ven, Señor Jesús.
1.- Para que en nuestras comunidades
cristianas vivamos con alegría este tiempo de adviento, agradeciendo a Dios
Padre por el don inefable de tu Hijo, que asumió la condición humana por amor. Oremos.
R.
2.- Para que, en este tiempo de gracia,
cada cristiano reavive su fe descubriendo con amor las visitas que el Señor le
hace en las diversas circunstancias y
así pueda encontrar más íntimamente a Jesús en eta Navidad. Oremos.
R
3.- Para que, fijos nuestros ojos en la
promesa de la venida definitiva del Señor, experimentemos la alegría de
sabernos salvados por un Dios cercano,
que nos trata como hijos queridos y nos dará una herencia eterna. Oremos.
R
4.- Para que cuantos sufren a causa de la
guerra, el hambre o la marginación encuentren en nosotros el consuelo y el
apoyo necesario para vivir serenamente y superar su situación. Oremos.
R.
5.- Para que se afiance la paz en el
mundo, y las riquezas de la creación se transformen en instrumento de progreso
y bienestar para que todos puedan vivir con dignidad. Oremos. R.
6.- Para que Cristo el Señor de la
historia presente entre nosotros hoy,
nos dé un corazón dispuesto a esperar su venida amándonos como hermanos y
sirviéndolo en los más necesitados. Oremos. R.
Gracias, Padre porque siempre nos escuchas y acoges
nuestras suplicas confiadas, convierte nuestros corazones para que acojamos la
venida de tu Hijo y haz que un día podamos, disfrutar en tu Reino de felicidad
y paz. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta Señor, los dones que te ofrecemos, escogidos
de los bienes que hemos recibido de ti y lo que nos concedes celebrar con
devoción durante nuestra vida mortal sea para nosotros premio de tu redención
eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Fructifique en nosotros, Señor la
celebración de estos sacramentos con los que tú nos enseñas ya en este mundo
que pasa, a descubrir el valor de los bienes del cielo y a poner en ellos
nuestro corazón. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y
SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 02:
Is 2, 1-5; Sal 121; Mt 8, 5-11.
Martes 03: San Francisco Javier, Presbítero. Is 11,
1-10; Sal 71; Lc 10, 21-24.
Miércoles 04: Is 25, 6-10a; Sal 22; Mt 15, 29-37.
Jueves 05: Is 26, 1-6; Sal 117; Mt 7, 21-27.
Viernes 06: Is 29, 17-24; Sal 26; Mt 9, 27-31.
Sábado 07:
San Ambrosio, Obispo de la Iglesia Is 30, 19-21.23-26; Sal 146; Mt 9,
35-10.6-8.
Domingo 08: Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María. Gn 3, 9-15.20; Sal 97; Ef 1, 3-6.11-12; Lc 1,
26-38.
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mt 24, 37-44
Par: Mc/13/33-37 Lc/21/34-36
1.-
-"Viene el Hijo del Hombre". Ciertamente. Velar es estar despierto,
permanecer atento en un tiempo en que lo más normal sería estar durmiendo o
vivir despreocupado. Y debemos acogerlo "con buenas obras" (colecta).
La vida no es una rueda que da vueltas sin ton ni son. Tiene profundidad y
sentido, que se abrirán con la venida del Hijo del Hombre. Este pensamiento
(que novenarios y sermones aprovechaban para provocar miedo) es esperanzador.
No nos encontraremos frente a un azar ciego y sin rostro o con un juez
arbitrario y colérico. Le conocemos a Jesús y sabemos con quién nos la jugamos:
¿quién mejor que él para poner de manifiesto, simplemente qué es nuestra vida y
cuál es nuestro corazón?
J. Totosaus-
Misa Dominical 1980/22.
El Evangelio se
hace historia en el curso litúrgico que hoy inauguramos: estarán dos chicas en
la oficina: una creerá y otra seguirá en las tinieblas exteriores; estarán dos
hombres en el taller: uno asumirá la salvación de Dios, y otro seguirá
renegando de la vida; estarán dos pecadores crucificados por la vida: uno
volverá sus ojos a la Cruz de Jesús, otro seguirá blasfemando. Sucederá como en
los días de Noé: vendrá el diluvio en forma de cáncer, de muerte del hijo, de
desgracia familiar o social, y se los llevará la desesperación. Estad en vela,
porque no sabéis cuándo vendrá el Señor. Pero, en el año que comienza, unas
personas concretas se encontrarán con el Hijo del Hombre que viene: será una
predicación, el matrimonio que van a contraer, un testimonio, un fracaso, una
enfermedad... Incluso alguien que nunca tropezó con JC, lo encontrará cara a
cara en la muerte. "Estad siempre preparados, porque a la hora que menos
penséis, viene el Hijo del Hombre".
Miguel
Flamarique Valerdi- Escrutad Las Escrituras - Reflexiones Sobre El Ciclo A -
Desclée de Brouwer/BilbaO 1989 .Pág. 17
3.- Invitación
a la vigilancia. El futuro del hombre no está escrito ni programado. Tampoco
hay horóscopos para el futuro del mundo. Y Dios no se somete a los conjuros del
mago o a las visiones apocalípticas. El Espíritu sopla donde y cuando quiere.
El Hijo del Hombre es imprevisible y sorprendente, aunque siempre debe ser lo
más querido y esperado. Viene como el ladrón, pero no para robar, sino para
regalar. Si acaso, ladrón de corazones. Hay que vigilar pues, pero no para
defenderse, sino para quitar defensas; no para esconderse, sino para salir al
encuentro, preparando los caminos. La venida del Hijo del Hombre no será un
diluvio devastador, sino una lluvia refrigeradora y saciante. "Esta
vigilancia no es una "obsesión tensa" por la salvación personal, sino
una "atención serena" para ser fieles a la misión de cada uno.
Caritas - La
mas urgente reconversión - Adviento Y Navidad 1983.Pág. 12
4. VICIA/QUE-ES
En tiempo de
Noé, refiere el Libro del Génesis (6,6-12), "toda la tierra estaba llena
de iniquidad; la tierra estaba corrompida, porque todo mortal había corrompido
su camino sobre ella". El texto evangélico no parece subrayar de manera
particular la maldad de los hombres y el hecho de la violencia, sino más bien
su vivir despreocupado. Como en tiempo de Noé, los hombres se preocupan poco de
la cuestión fundamental, es decir, de su relación con Dios, enteramente
zambullidos en las preocupaciones cotidianas. Viven tranquilos, sin tener idea
del juicio de Dios que les amenaza. Porque en la vuelta del Señor habrá
precisamente un "discernimiento": salvación para los que han vigilado
y condenación para los que no se han preocupado de nada (24,40-41; 24,51;
25,12). Ahora podemos comprender ya algún aspecto de la vigilancia. Es la
negativa a indagar curiosamente sobre el cómo y el cuándo. Es la actitud del
que constantemente permanece alerta y atento; lo contrario es la actitud del
que no se entera de nada. Contiene también un aspecto de "sobriedad".
En un pasaje paralelo, pero colocado en otro contexto, Lucas (/Lc/17/25-33:CZ/VIGILANCIA)
va más allá: la vigilancia es el camino de la cruz, el camino de la donación, y
no de la conservación: "Acordaos de la mujer de Lot". El que intente
salvar su vida la perderá, y el que la pierda la conservará.
Bruno Maggioni
- El relato de Mateo - Edic. Paulinas/Madrid 1982.Pág. 256
5.- Jesús
compara la venida del Hijo del Hombre a lo que sucedió cuando el diluvio. Pero
la venida del Hijo del Hombre no será un diluvio devastador, sino una lluvia
pacífica y fecunda. Lo que pasa es que no avisa. Y la gente ni está preparada
ni se da cuenta. Los grandes acontecimientos no suelen anunciarse al son de
trompetas. El ladrón tampoco avisa, ni la muerte, ni los cambios culturales, ni
las reformas religiosas. Cuando nos damos cuenta, están ahí.
Pues de eso se
trata, de darse cuenta. No es que hayamos de vivir temerosos, como si en
cualquier esquina nos alcanzara la goma-2 asesina o la navaja ladrona.
Temerosos no, porque es falta de fe; pero tampoco inconscientes o dormidos. La
consigna es «vigilad». Vigilad porque el Hijo del Hombre viene en cada momento;
porque la verdad y la justicia necesitan ser defendidas en cada instante;
porque la solidaridad, como el amor, no descansa; porque la libertad hay que
ejercitarla en cada hora. Vigilad, para que no os perdáis la gracia del
encuentro.
La gente, como en
tiempos de Noé, come, bebe, se casa, trabaja, se divierte, pero está
insatisfecha y vacía y no se da cuenta de nada. La gente no ve más allá de su
cartera o del plato de comida.
Caritas. La
mano amiga de Dios - Adviento Y Navidad
1989.Págs. 19
6.- Texto. El
ciclo litúrgico que hoy comienza va a tener a Mateo como evangelista base. Al
igual que en la apertura de los restantes ciclos, el texto está tomado de la
parte final del Evangelio. Un verbo domina en él: venir. Venida del Hijo del
Hombre, del diluvio, de un ladrón. De estas venidas, dos, la del diluvio y la
del ladrón, sirven de referencia aclaratoria de la tercera, la del Hijo del
Hombre, expresión cuyos orígenes literarios controlables se remontan al
singular libro de Daniel.
Las tres
venidas tienen un dato en común: su imprevisibilidad y, consiguientemente, el
desconocimiento del momento exacto de las mismas. A la luz de este dato, el
interés del texto se centra en despertar en los lectores una actitud vigilante
a fin de que no les coja desprevenidos la venida del Hijo del Hombre.
Comentario. La
venida del Hijo del Hombre es un acontecimiento de índole histórica universal
que no se debe identificar ni confundir con la muerte de las personas. La
vigilancia y preparación para ese acontecimiento es una actitud consciente y
tampoco se debe identificar ni confundir con el estado de gracia de Dios. El
texto refleja una concepción de la historia que da respuesta a una pregunta
existencial y no a una pregunta moral. La pregunta existencial indaga por el sentido
de la historia humana: ¿hacia dónde camina el ser humano?. El texto responde a
esta pregunta afirmando que la historia humana termina en una peripecia, cuyo
protagonista es Dios. El ser humano vive bajo el polo de atracción de Dios,
quien en un momento humanamente imprevisible, pero cierto, obrará una mudanza
repentina de la actual situación o condición humana.
El texto
inculca la conciencia de esta peripecia universal, invitando a evitar la
actitud inconsciente de que nada muda ni puede mudar. Resulta enormemente
evocadora la expresión misma "Hijo del Hombre". En el libro de
Daniel, a donde, como hemos dicho, la expresión se remonta, la figura del Hijo
del Hombre está a mitad de camino entre lo divino y lo humano, lo individual y
lo colectivo. En el Hijo del Hombre se conjugan armónicamente Dios y Hombre,
incluyéndose ambos sin confundirse. El texto de Mateo nos habla de esta fusión
inconfundible. La historia, por fin, aparece como abrazo de sus dos
protagonistas Dios y Hombre. Es natural que, tras el abrazo, todo tenga que ser
diferente.
A. Benito -
Dabar 1992/01
7. - Texto.
Presenta el siguiente desarrollo: el versículo inicial establece una
comparación entre la venida del Hijo del Hombre y la época de Noé. Los
versículos siguientes 38-41 explican el sentido de esa comparación. Por último,
los versículos 42-44 extraen la consecuencia.
En la
explicación del sentido de la comparación el aspecto clave es que, por lo
imprevisible del diluvio, éste cogió a todos por sorpresa. Con la venida del
Hijo del Hombre puede pasar lo mismo: que, dado su carácter imprevisible, coja
a todos por sorpresa. Este factor sorpresa es lo que expresan los dos ejemplos
gráficos de los dos hombres y las dos mujeres.
Toda la
dinámica del texto está encaminada a contrarrestar el factor sorpresa. De ahí
la formulación de la consecuencia en términos de invitación a estar en vela y
estar preparados, dos expresiones equivalentes, pertenecientes al campo de la
atención y cuyo opuesto es la despreocupación. Entre ambas invitaciones en
imperativo (estad) hay una constatación en indicativo, a pesar de que la
traducción litúrgica emplee también en este caso el imperativo (comprended).
Más bien se trata de la constatación de algo en lo que los interlocutores están
de acuerdo para después, en base a ese acuerdo, avanzar con un tipo de
argumentación a fortiori. Comprendéis perfectamente que un dueño esté en vela
en caso de conocer la hora en que su casa va a ser asaltada. Pues con mucha más
razón habrá que estarlo en caso de desconocimiento de la hora, cosa que sucede
precisamente con la venida del Hijo del Hombre.
Comentario.
Habría que tener la mentalidad y la psicología reinantes en los ambientes
religiosos judíos contemporáneos de Jesús para comprender este texto en todo su
significado. En esos ambientes se vivía la espera inminente de un ser divino
que pusiera fin al estado de cosas existente. En este sentido se hacían las más
variadas especulaciones sin renunciar, sin embargo, a una actitud de espera.
Hablar de la imprevisibilidad de la venida, cortar con todo tipo de
especulaciones sobre ella, era un auténtico mazazo. Pero su contrapartida
podría resultar igualmente peligrosa y contraproducente: de la espera podía
caerse en una despreocupación apática.
Es precisamente
esta despreocupación la que el texto de hoy quiere combatir con su referencia a
los acontecimientos de los que hablan los capítulos 6 y 7 del Génesis y con su
apremio a estar en vela y preparados. Se trata, en definitiva, de hacer
despertar de la despreocupación, de reavivar un sentido de la historia que
podía perderse o que, caso de nuestros días, casi se ha perdido.
Una cosa debe
quedar clara: el texto de hoy es una reflexión y una forma de postura sobre la
historia y no una referencia a la muerte de las personas y a la preparación
moral para afrontar adecuadamente esa muerte. Es urgente liberar a este texto
de toda referencia a la muerte y a la preparación al bien morir. La
interpretación que fuera por esta línea estaría absolutamente fuera de lugar y
contribuiría, además, a atormentar y traumatizar la gente.
Esto supuesto,
hay que reconocer que el texto está escrito desde un modelo cultural y
literario de no fácil comprensión para nosotros. Pero lo importante y duradero
no es el modelo, sino lo que en él subyace. Y lo que subyace es una visión
gozosa de la historia, porque la desbloquea y la abre al futuro de Dios.
El texto nos
invita a vivir sabiendo que Dios es más Dios de lo que le dejamos ser ahora.
Hasta el momento las condiciones de nuestro mundo no son las más idóneas para
que Dios pueda manifestarse como realmente es. Pero estamos invitados a vivir
desde la íntima certeza de que no va a ser siempre así. La razón de la
esperanza es ese futuro del Dios que aún desconocemos. Vivir así en la vida es
lo que significa estar en vela y preparados.
Alberto Benito
- Dabar 1989/01
8.- Percatarse
de que la historia (la particular y la general) tiene un sentido. Vivir
sabiendo que tiene sentido: he aquí el significado de la invitación del texto
de hoy. Conciencia de perspectiva, percepción del horizonte. ¡Que existen!
¡Porque existen! He aquí la vigilancia y la preparación de las que el texto de
hoy nos habla. No habla de la muerte ni del estado de gracia en el momento de
la muerte. Es muy posible que, al leer este texto, alguien piense en ello o
hable de ello. ¡Que no lo haga, por favor! Ni el Hijo del Hombre es la muerte
ni el estar preparado es el estado de gracia. El Hijo del Hombre es el sentido
mismo de la historia, que no es otro que Dios (una buena ocasión para recomendar
la lectura de San Agustín). El estar preparado es ser consciente de ese
sentido, estar abierto a las inquietudes de la trascendencia. Estar en vela es
mirar en lontananza. El texto de hoy es todo lo contrario de una escuela de
terrores y de miedos. Dicho más llanamente: es una invitación a la perspectiva
y al optimismo. Invitación tanto más necesaria cuanto que con más frecuencia de
lo deseable nos encerramos dentro de las cuatro paredes de un universo
impremeditado y sin sentido.
Alberto Benito
- Dabar 1986/01
9.- 1.- La
alusión a los días de Noé antes del diluvio se hace para explicarnos cómo la
venida del Señor será repentina y sin previo aviso. A diferencia de lo ocurrido
cuando la destrucción de Jerusalén, no hay señales claras que determinen el momento
del fin del mundo. Por eso los hombres harán su vida como si tal cosa y serán
sorprendidos como lo fueron en tiempos del diluvio.
2.- La venida
del Hijo del Hombre, la parusía, sorprenderá a los hombres en medio de sus
faenas y diversiones. No todos serán elegidos y congregados de los cuatro
vientos de la tierra por los ángeles (v. 31). Uno será tomado y otro dejado.
Los hombres, que han crecido juntos, como la cizaña y el trigo, serán separados
en aquel día del juicio. Para los justos será un juicio de salvación (cfr. Lc
21. 28); para los impíos, de condenación.
3. La
incertidumbre del fin es una advertencia para que vivamos vigilantes en todo
momento, pues cualquiera puede ser el decisivo. Vigilar es estar abierto por la
esperanza hacia el futuro del Señor que viene, es también estar dispuesto a
reconocerle en los pobres y necesitados y a cumplir en cada caso el mandamiento
del amor. Es también orar. Sólo el que vigila está preparado para el encuentro
con Dios en Cristo. La expresión "vuestro señor" no es original de
Jesús, sino del evangelista.
La breve
parábola del dueño de la casa que no puede dormir despreocupado porque no
conoce la hora en que el ladrón puede robarle, señala claramente cuál debe ser
la actitud del cristiano. Así que la espera de la venida del Señor, que vendrá
repentinamente como un ladrón que no anuncia la hora de su visita, lejos de ser
una buena excusa para evadirse de todos los problemas, es una severa
advertencia para vivir atentos la hora de nuestra responsabilidad. Los cristianos
deben demostrar que esperan al Señor preparando los caminos de su advenimiento,
deben ser los más activos de los hombres en la construcción del mundo. Nuestra
sociedad parece cada vez más estúpida e insensible a la verdad y a la justicia.
Sin embargo, la justicia vendrá en su día. ¿No es hora ya de despertar del
sueño?.