jueves, 12 de junio de 2014

LECURAS Y COMENTARIO DOMINGO DE LA SANTISIMA TRINIDAD - CICLO A - 15 JUNIO 2014

LA SANTISIMA TRINIDAD
  

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Éxodo 34,4b-6.8-9

En aquellos días, Moisés subió de madrugada al monte Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra. El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor.
El Señor pasó ante él, proclamando: «Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad.».
Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra. Y le dijo: «Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.».

SALMO RESPONSORIAL (Sal: Dn 3)

A ti gloria y alabanza por los siglos

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
bendito tu nombre santo y glorioso. R.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R.

Bendito eres sobre el trono de tu reino. R.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos. R.

Bendito eres en la bóveda del cielo. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 13,11-13

Alégrense, enmiéndese, anímense; tengan un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con ustedes. Salúdense mutuamente con el beso ritual. Les saludan todos los santos. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos ustedes.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 3,16-18

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

COMENTARIO

¿En qué consiste el Misterio?.  Sabemos que hay UN SOLO DIOS, en tres personas distintas entre sí, no por su naturaleza -que es la divinidad misma- sí por su obrar en la historia de la salvación. Así decimos que: DIOS PADRE, es el "Principio-sin principio"; no fue creado ni engendrado; es por sí sólo el Principio de Vida; es la vida misma, que posee en absoluta comunión con el Hijo y con el Espíritu Santo. DIOS HIJO, es engendrado -no creado- por el Padre; Jesús es Hijo eterno y consustancial (de la misma naturaleza o sustancia); Dios es al mismo tiempo Padre, como el que engendra, e Hijo como el que es engendrado. DIOS ESPÍRITU SANTO, procede del Padre y del Hijo; es como una "espiración", soplo del Amor consustancial entre el Padre y el Hijo; se puede decir que Dios en su vida íntima es amor, que se personaliza en el Espíritu Santo.Si quisiéramos identificar a la Santísima Trinidad por sus "misiones" en el tiempo, o atribuciones, diríamos que: EL PADRE es el Principio de Vida, de quien todo procede. Se le atribuye la Creación. EL HIJO procede eternamente del Padre, como engendrado por Él, y asumió en el tiempo una naturaleza humana por nuestra salvación. Se le atribuye la Redención. EL ESPÍRITU SANTO es enviado por el Padre y el Hijo, como también procede de ellos, por vía de voluntad, a modo de amor; se manifestó primero en el Bautismo y en la Transfiguración de Jesús y luego el día de Pentecostés sobre los discípulos; habita en los corazones de los fieles con el don de la caridad (Cf. Ef 4,30). Se le atribuye la Santificación.
Porque el entendimiento humano no es capaz de comprender la esencia divina, no puede penetrar en el misterio de la vida íntima de Dios, sólo puede conocer lo que Dios revela y asumirlo con la fe; se puede aplicar aquí la frase de San Agustín: "Si lo comprendes, no es Dios". .
"Conocer el misterio de la Santísima Trinidad, nos involucra y compromete para adquirir ciertas actitudes en las relaciones humanas: "la perfectísima unidad de las tres Personas divinas, es el vértice trascendente que ilumina toda forma de auténtica relación y comunión entre nosotros, seres humanos" (Juan Pablo II)
No se trata de que queramos entender el Misterio de la Santísima Trinidad, esto es imposible. Jesús nos reveló ese Misterio para mostrarnos el modelo de lo que deben ser las relaciones humanas de los cristianos.

La Iglesia universal nos invita a "glorificar a la Santísima Trinidad", como manifestación de la celebración del Jubileo.

No hay mejor forma de hacerlo que revisando las relaciones con nuestros hermanos, para mejorarlas y así vivir la unidad querida por Jesús "que todos sean uno" .


PLEGARIA UNIVERSAL.
Con un corazón fiel, roguemos, queridos hermanos, al Padre del Unigénito, al Hijo del Dios eterno y al Espíritu Santo.

1.- Por la Iglesia de Dios verdadero, extendida por todo el universo: para que alcance la plenitud del amor de Dios. Roguemos al Señor.

2- Por los sacerdotes consagrados al Señor y por todos los pueblos que adoran al Dios verdadero. Roguemos al Señor.

3.- Por los que gobiernan  los pueblos: para que procuren la justicia y el bien. Roguemos al Señor.

4.- Por aquellos que sufren en el alma y en el cuerpo: para que encuentren el consuelo y la fortaleza   del  Espíritu.  Roguemos  al  Señor.

5.- Por todos nosotros, comunidad reunida en el nombre del Padre. Del Hijo y del Espíritu Santo: para que avancemos en la misma ley en el mismo amor. Roguemos al Señor.

Oh Dios, que hemos infundido en el corazón de tus fieles los dones del Espíritu Santo, da a tus siervos el conocimiento de tu voluntad de salvación, para que con todas sus fuerzas te alaben y cumplan con amor cuanto te agrada. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 16: 1R 21, 1-16; Sal 5; Mt 5, 38-42.
Martes 17: 1R 21, 17- 29;  Sal  50;  Mt 5, 43-48.
Miércoles 18: 2R 2, 1.6-14; Sal 30; Mt 6,1-6. 16-18.
Jueves 19: Eclo  48,  1-15;  Sal  96;  Mt  6, 7-15.
Viernes 20: 2R 11, 1-4. 9-18.20; Sal 131; Mt 6, 19-23.
Sábado 21: San Luis Gonzaga, religioso (MO) 2Cro 24, 17-25; Sal 88; Mt 6, 24-34.

Domingo 22: El Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo (S). Dt 8, 2—3.14b-16ª; Sal 147; 1Co 10, 16-17; Jn 6, 51-58.