viernes, 27 de abril de 2018

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO V PASCUA CICLO B - 29 ABRIL 2018


YO SOY LA VID


ORACION COLECTA

Dios omnipotente y eterno, realiza plenamente en nosotros el misterio pascual, para que, renacidos por el santo bautismo, con tu ayuda demos fruto abundante y alcancemos la alegría de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 9, 26-31

En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera realmente discípulo. Entonces Bernabé se lo presentó a los apóstoles.
Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado públicamente el nombre de Jesús.
Saulo se quedó con ellos y se movía libremente en Jerusalén, predicando públicamente el nombre del Señor. Hablaba y discutía también con los judíos de lengua griega, que se propusieron suprimirlo. Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso.
La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo.

SALMO RESPONSORIAL (21)

El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.

Cumpliré mis votos delante de sus fieles. Los desvalidos comerán hasta saciarse, alabarán al Señor los que lo buscan: viva su corazón por siempre. R.

Lo recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del orbe; en su presencia se postrarán las familias de los pueblos. Ante él se postrarán las cenizas de la tumba, ante él se inclinarán los que bajan al polvo. R.

Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá, hablarán del Señor a la generación futura, contarán su justicia al pueblo que ha de nacer: todo lo que hizo el Señor. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 18-24

Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.
En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo.
Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó.
Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Ustedes ya están limpios por las palabras que les he hablado; permanezcan en mí, y yo en ustedes.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecerán en mí.
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no pueden hacer nada.
Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que deseen, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que den fruto abundante; así serán discípulos míos.».

PLEGARIA UNIVERSAL

Unidos a Jesús y dispuestos a dar frutos de vida, podamos orar con confianza:

1.- Por el Papa Francisco, la Iglesia, sus comunidades y pastores, para que se liberen de todo lo que sea apariencia   y sus obras tengan sabor a evangelio. Roguemos al Señor.

2.- Por nuestro país, especialmente por los que sufren el desempleo, la explotación y la marginación; que todos vivimos como hermanos y construyamos un mundo más justo, fraterno y solidario. Roguemos al Señor.

3.- Por los que han perdido la fe o tienen dificultades para creer, para que se acerquen con confianza al evangelio y se reencuentren con Cristo, camino, verdad y vida. Roguemos al Señor.

4.- Por los que sufren física y espiritualmente, por los presos, los secuestradores, para que en Cristo la vid verdadera, encuentren consuelo y fortaleza. Roguemos al Señor.

5.- Por los miembros de nuestra comunidad, para que por la unión con Cristo, vid verdadera demos frutos de justicia y de paz. Roguemos al Señor.

Acoge nuestras peticiones y concédenos permanecer en el amor que recibimos de ti. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Dios nuestro, que por este santo sacrificio nos concedes participar de tu vida divina; te pedimos que así como hemos conocido tu verdad, vivamos de acuerdo con ella. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Padre, ayuda con bondad a tu pueblo, que has alimentado con los sacramentos celestiales; concédele apartarse del pecado y comenzar una vida nueva. Por Jesucristo nuestro Señor.

COMENTARIO

El símbolo de la vid designó a través de todo el Antiguo Testamento al pueblo que Dios se había elegido y del que se ocupaba con amor.
Jesús se apodera de este símbolo para hacernos descubrir una nueva realidad: “Yo soy la vid verdadera”. Se trata siempre de Dios, atento viñador y de los hombres como pueblo-viña. Pero entre los dos surge un hombre-vid, un hombre “colectivo”: Jesús. La viña de troncos repartidos se convierte en un tronco único que no dejará de crecer por medio de sus ramas: “Yo soy la vid, ustedes las ramas”.
Se dibuja un misterio de unidad: la unión tan estrecha de Jesús con sus discípulos.
Hay una palabra típica de Juan que define esta unidad divina que se extiende hasta nosotros por medio de Jesús. Morar. “Moren en mí como yo en ustedes”.
En su gran oración final, Jesús evocará por última vez esta unidad de inhabitación absolutamente sin ejemplo: “Que sean todos uno, como tú, Padre, estás conmigo y yo contigo; que también ellos estén con nosotros”.
Para simbolizar la misma unidad, san Pablo preferirá la idea de cuerpo: somos el cuerpo de Cristo, un cuerpo que es la Iglesia. Cristo y la iglesia forman el “Cristo total”.
Desde el Concilio Vaticano II, hemos aprendido a saborear otra noción muy bíblica, la de pueblo de Dios. Pero siempre tendremos también la necesidad de vernos como iglesia y cuerpo de Cristo “Pueblo de Dios. Hace surgir la idea de unos hombres en camino, esa inmensa caravana que se puso a caminar detrás de Abrahán, de Moisés de David, de Jesús el verdadero pastor. 
La iglesia es la organización necesaria del trabajo misional de Cristo por toda la tierra, el lugar en donde los bautizados se encuentran con Dios y entre ellos mismos para aprender a servir a todos los hombres sus hermanos.  Sin mí, dice Jesús sin mi vida en sus venas, no pueden hacer nada, no pueden vivir nada en profundidad no habrá vitalidad entre el Padre y ustedes.  No serán más que una rama seca.
Describe de este modo otro misterio de unión: “El que come mi carne y bebe mi sangre vive en mí y yo en él”.
La vid, un pueblo, una iglesia, un cuerpo, la eucaristía, todos nos partir de una vida cristiana individualista.  Y hasta de un imaginario “tú y yo” con Dios. No estamos nunca solos, ni tampoco sólo dos; la realidad cristiana es una trilogía: nosotros-Dios-los hermanos.
 Vivir al estilo cristiano es velar al mismo tiempo por nuestra comunión con la Trinidad y con la humanidad. 
Evitemos separar a Dios de lo cotidiano hay que vernos en un inmenso universo en el que alcance por todas partes a la vez, al Señor y a mis hermanos. Esta vida de comunión y diversificada a la vez es evidentemente una comunión de amor.
 En los célebres versículos que siguen y que vamos a meditar.
Jesús nos dice que una misma savia divina, el mismo amor, tiene que ir haciendo poco a poco de todos los hombres, en Jesucristo el inmenso pueblo-vid.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 30:  Hch  14, 5-18; Sal 113; Jn 14, 21-26.
Martes 01: Hch 14, 19-28; Sal 144; Jn 14, 27-31a
Miércoles 02: Hch 15, 1-6; Sal 121; Jn 15, 1-8.
Jueves 03:  Nm 21, 4b-9; (o bien Flp 2, 6-11); Sal 77; Jn 3, 13-17
Viernes 04:   1Co 15, 1-8; Sal 18; Jn 14, 6-14.
Sábado 05: Hch 16, 1-10; Sal 99; Jn 15, 18-21.
Domingo 06: Hch 10, 25-26.34-35.44-48; Sal 97; 1Jn 4, 7-10; Jn 15, 9-17.


COMENTARIOS AL EVANGELIO
Jn 15, 1-8

1.- Texto. 
Forma parte de la amplia sobremesa de la cena de Pascua.
Los comensales son Jesús y sus discípulos. A diferencia de lo que pasaba en el texto del domingo pasado, en el de hoy el ambiente es distendido. Las palabras fluyen solícitas y desahogadas. "Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador". Jesús propone una alegoría. Las piezas y sus trasposiciones son las siguientes: cepa-Jesús; sarmientos-discípulos; labrador-Padre; la poda o limpieza no tienen trasposición; instrumento de podar-las palabras de Jesús.
Todo lo que Jesús ha ido diciendo durante su actividad ha ido podando, limpiando a sus discípulos. Por eso puede decirles ahora que ellos están limpios (v. 3). Ahora bien, mientras Jesús está para morir, sus discípulos tienen aún mucha vida por delante. De ahí el interés y la insistencia de Jesús en que ellos sigan con él, permanezcan con él. Siete veces se mencionaba el verbo permanecer a partir del v. 4. Esta permanencia o continuidad constituyen el punto central del texto de hoy.
Comentario. Ante la insistencia del texto en el tema de la permanencia con Jesús, resulta inevitable la pregunta por el porqué de esa insistencia. Un texto de Mateo puede darnos la pista. Está en el cap. 15 de su evangelio. Léelo. Unos letrados y fariseos, incómodos con el comportamiento de los discípulos en materias y prácticas tradicionales, le preguntan a Jesús por la razón de ese comportamiento. La respuesta de Jesús debió de incomodarles aún más, puesto que los discípulos se le acercaron a decirle: ¿Sabes que los fariseos se han escandalizado al oírte? Sigue la respuesta-pista para nuestro texto de hoy: "El plantío que no haya plantado mi Padre será arrancado de raíz. Dejadlos, son guías de ciegos" (/Mt/15/13-14).
ESFUERZO/FARISEO  CUMPLIMIENTO: Hay dos modos de concebir y de vivir el hecho religioso: el de Jesús y el de los religiosos al estilo fariseo. Este segundo modo, no exclusivo ni reducible a los fariseos, puede llegar a cotas de ejemplaridad realmente altas. Está hecho de esfuerzo, superación y cumplimiento minucioso. A decir verdad nada de esto es malo. Más aún, esfuerzo, superación y cumplimiento son siempre necesarios. Lo malo está en el espíritu que subyace y del que casi nunca es consciente el religioso al estilo fariseo. Un espíritu cerrado, orgulloso, preciado de sí mismo. Incapaz de pedir ayuda porque se siente capaz de todo, superior a los demás y con derecho sobre todo. Dominante, rígido, incapaz de comprensión. Actúa siempre por el provecho o el derecho que se le seguirán y nunca por agradecimiento sincero. No tiene nada que agradecer, pues todo se lo ha labrado él con su esfuerzo. Su ideal es la ley.
El autor del cuarto evangelio concibe la actividad de Jesús como un trabajo dirigido a erradicar de los discípulos ese espíritu y a crear en ellos un espíritu nuevo. Esta concepción la ha manifestado el autor desde el mismo momento que ha empezado a narrar la actividad de Jesús, presentando a ésta bajo el signo del vino, que proviene del agua ritual, pero que supera a ésta.
Lee el episodio de las bodas de Caná en Jn 2, 1-11. Si la actividad de Jesús es comparada al buen vino, es lógico que su persona sea comparada a la cepa. Desde Caná la actividad de Jesús ha sido una continua labor de limpia y poda, en continuo con una mentalidad religiosa basada en el talonario de cheques de sus propias adquisiciones. El poseedor de talonarios extiende cheques, no espera ni solicita. Para él todo es exigencia, nada es don o aceptación agradecida. La mentalidad religiosa cerrada no depende de nadie, ni siquiera de Dios; sólo depende de sí misma. En estas condiciones no hay plantación divina, y el Padre lo más que puede llegar a ser es cajero o depositario, pero nunca labrador.
La insistencia en la invitación a permanecer en Jesús, en la cepa, tiene su razón de ser en la tendencia poco menos que innata a concebir y vivir el hecho religioso al modo fariseo. La preocupación de Jesús en la cena de Pascua es que al faltar él sus discípulos lleguen a ser víctimas inconscientes de esa tendencia. Finalizado el comentario te invito a que vuelvas a leer el texto de Juan.
A. Benito, Dabar 1988/27



2.- Observación preliminar. -Debido, sin duda, a un error de imprenta, el v.3 está incompleto en la traducción litúrgica, Léase como sigue: "Todo sarmiento mío que no da fruto lo corta; los que dan fruto los limpia para que den más".
Los versículos de hoy tiene que ver con el dinamismo interno de la comunidad cristiana, al que hace referencia la primera lectura; desarrollarán una dimensión fundamental de ese dinamismo: las relaciones Dios Padre-Jesús-cristianos.
La alegoría de la vid y los sarmientos está introducida por una referencia importante: el Padre. El es el labrador solícito que cuida de la vid. No es éste, sin embargo, el aspecto que desarrollarán los versículos de hoy. A partir del v. 3 el centro de atención pasa de la relación labrador-vid a la relación vid-sarmientos.
¿Cómo se entra en esta relación? No por un procedimiento oscurantista y mágico, sino por la palabra de Jesús.
Hablando con propiedad, no se es cristiano, sino que se hace uno cristiano. El cristianismo no es el orden del ser, sino del hacerse. A la manera como se hacen las personas: por la comunicación sincera en la palabra. Esta comunicación crea en los interlocutores una situación abierta, diáfana, limpia, en terminología de Juan: vosotros estáis limpios por las palabras que os he hablado (la traducción no es muy afortunada). La palabra de Jesús crea esta situación de diafanidad, de limpieza. (Evítese, pues, emplear aquí el término en sentido ético.) Los versículos de hoy no son más que una invitación en esta interrelación personal con Jesús. Una invitación machacona, insistente, en formulaciones positivas y negativas. Es un procedimiento literario para decirnos que se trata de algo esencial. Sin esta interrelación no hay ni cristiano, ni fruto.
Dabar 1976/31



3.- Lo mismo que el pasado domingo en el evangelio del Buen Pastor, nos sorprende ahora la afirmación absoluta de Jesús: "Yo soy la verdadera vid". No dice que fue o que será, pues él es ya la verdadera vid, la que da el fruto. Tales afirmaciones deben escucharse desde la experiencia pascual y con la fe en la resurrección del Señor. Jesús vive y es para todos los creyentes el único autor de la vida y el principio de su organización. De él salta la savia, y él es el que mantiene unidos a los sarmientos en vistas a una misma función: "dar fruto". Jesús es la cepa, la raíz y el fundamento a partir del cual se extiende la verdadera "viña del Señor".
Entre los sarmientos y la vid hay una comunión de vida con tal de que aquéllos permanezcan unidos a la vid. Si es así, también los sarmientos se alimentan y crecen con la misma savia. Jesús ha prometido estar con nosotros hasta el fin del mundo, y lo estará si le somos fieles. El no abandona a los que no le abandonan.
"Dar fruto" es una expresión frecuentemente minimizada por los escritores de la vida espiritual, que la entienden muchas veces en el sentido de hacer buenas obras y alcanzar así la salvación del alma. Pero en el evangelio de Juan, "dar fruto" significa llevar a la madurez la misión de Cristo, esto es, llegar a la cosecha del reinado de Dios para que se manifieste lo que ha sido sembrado en la muerte de Cristo: la salvación del mundo, que es la gloria y la alegría del Padre (el "labrador"). En este mismo sentido dice Jesús que "el grano de trigo que cae en tierra y muere da mucho fruto" (Jn 12, 24). Y él es ese grano de trigo, él y su palabra. Los que reciben a Cristo y su palabra, los que permanecen en él y cumplen lo que él dice, los que mueren con él para que el mundo viva, dando mucho fruto. Y éste es el fruto que permanece (Jn 15,16). En este fruto, en esta cosecha, está empeñada la iglesia. Para llevar adelante su empeño debe continuar unida al Señor, dejando que sea el Señor el que inspire toda su organización y le infunda la vida.
Eucaristía 1988/22



4. FRUTO/A:
La fidelidad que Yahvé esperaba del pueblo elegido la encuentra, por fin, en Jesús, la verdadera vid. Hace su aparición una nueva alianza, ya que la fidelidad de Jesús, que se traduce en obediencia hasta la cruz, no ha sido engendrada por los recursos del hombre; es la fidelidad del Hijo eterno puesta al alcance del hombre.
La vid de la Nueva Alianza produce un fruto abundante que se llama amor; un amor a los hombres idéntico al que el Padre siente por ellos; un amor "podado", pues ha tenido que ser purificado del egoísmo; un amor cuya posesión sólo puede lograrse participando del amor de Cristo, representado en la Iglesia.
En la realidad del vino eucarístico se dan cita, a la vez, el amor de Dios, que amó tanto a los hombres que les entregó su Hijo, y la fidelidad humana de Jesús, "limpio" de todo egoísmo.
Maertens-Frisque, Nueva guía de la Asamblea Cristiana IV, Marova Madrid 1969.Pág. 161



Del vino ya ha hablado el autor al comienzo de su obra, allá en Caná de Galilea (/Jn/02/01-10). En aquella ocasión el buen vino de Jesús venía a remediar una carencia que el agua era incapaz de remediar. ¡Qué coincidencia! Las tinajas de agua estaban dispuestas para las purificaciones, para la limpieza religiosa.
En el texto de hoy también se habla de limpieza, de purificación. "Vosotros ya estáis limpios". Vosotros no formáis parte del limpio mundo de la Ley; no, vosotros no sois productores de agua; vosotros sois productores de vino. ¡El vino que alegra a dioses y a hombres! ¡Qué fantástico este Dios de Jesús! "Mi Padre es el labrador". ¡Viticultor! ¡Qué maravilloso Dios! Prefiere la cepa a la tinaja de agua. Y es que el agua aquella apenas si limpiaba.
D/VITICULTOR: La Ley apenas si os sacará de inválidos (cfr. /Jn/05/01-05). Por eso, quedaos conmigo, "permaneced en mi". No os paséis a la fiesta del agua: es una fiesta deprimente, donde todos los participantes son inválidos, incapaces de autonomía, necesitados de un permiso para comerse un cabrito. ¡Sed vino! "Así seréis discípulos míos. Y mi Padre recibe gloria". Como viticultor que es, el vino es lo único que le compensa de sus fatigas. ¡Sed vino! ¡No seáis agua! ¡No seáis Ley! Como agua no se vale nada. ¿Cómo va a estar alegre mi Padre con el agua? ¡Devolvedle su sonrisa al rostro del viejo Dios!
Dabar 1982/28



6.- La viña y la vid es una imagen ampliamente utilizada en el A. T. para referirse a Israel como pueblo de Dios, y es recogida también por el N. T. Pero ahora la vid no se refiere al pueblo de Israel en tanto que perteneciente a Dios sino que se aplica directamente al propio Jesús.
"Yo soy la verdadera vid". Como hijo de Dios, Jesús se designa a sí mismo, como la vid, en el sentido de que solamente él -como Hijo de Dios- puede ser la vid. Jesús se pone en el lugar que hasta ahora solía ocupar el pueblo de Israel.
La afirmación de Jesús se contrapone a los textos del A.T. El es la vid verdadera, el verdadero pueblos de Dios, formado por la vid con sus sarmientos. No hay más pueblo de Dios que el que se construya a partir de Jesús. El ha sido designado como la luz verdadera, que sustituye a la Ley (8, 12). El verdadero pan del cielo, en contraposición al maná (6, 32).
Ahora se define como el verdadero pueblo de Dios que sustituye a Israel.
Como en el A.T. es Dios, el Padre de Jesús, quien ha plantado esta viña. El la cuida, demostrándole su amor.
Según el relato del historiador judío Flavio Josefo, había en Jerusalén, sobre la puerta del Templo una vid de oro con sarmientos colgantes. Con Jesús ha llegado el fin del culto del templo judío y el fin de la comunidad que da culto en ese templo.
Jesús es la vid verdadera en el sentido de que es él quien da la auténtica vida, la que proviene de Dios, la que encuentra su fuente en el Padre.
"A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca".
Jesús vive y es para todos los creyentes el único autor de la vida y el principio de su organización. De él procede la savia y él es el que mantiene unidos a los sarmientos en vistas a una misma función: dar fruto. Jesús es la cepa, la raíz y el fundamento a partir del cual pueden vivir y obrar los sarmientos.
Entre los sarmientos y la vid hay una comunión de vida con tal de que aquellos permanezcan unidos a la vid. Y ésta es la condición para que el sarmiento dé fruto. "Dar fruto " es una expresión frecuentemente minimizada por los escritores de la vida espiritual que la entienden muchas veces en el sentido de hacer buenas obras y alcanzar así la salvación del alma.
El fruto es el efecto de la muerte del grano del trigo, es decir, es la expresión del amor sin medida.
El fruto es la realidad del hombre nuevo, es el hombre que ya no existe para sí, que se esfuerza por morir a su egoísmo y a vivir para Dios y para los demás.
El sarmiento que no da fruto es aquel que pertenece a la comunidad, pero no responde al Espíritu de Jesús, el que come el pan, pero no se asimila a Jesús. Es el sarmiento que no responde a la vida que se le comunica.
El Padre, que cuida de su viña, lo corta; es un sarmiento bastardo, que no pertenece a esa vid.
"Y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto".
Quien practica el amor, tiene que seguir un proceso ascendente, un desarrollo, que es posible mediante esta poda que el Padre hace. Es la limpieza que el Padre hace del corazón del discípulo de Cristo, eliminando cada vez más los factores de muerte, haciendo que el sarmiento-discípulo sea cada vez más auténtico, más libre para amar, menos esclavo de sí mismo, con mayor capacidad de entrega y por tanto de eficacia.
"Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado".
Hay dos limpiezas; una inicial y otra de crecimiento.
La primera se realiza cuando el cristiano se inserta en la vid separándose del orden injusto, i. e. cuando el hombre se adhiere a Jesús y renuncia al mundo, lo cual requiere la decisión de poner en práctica el mensaje de Jesús. Los discípulos ya han hecho esta elección, por eso ya están limpios.
La segunda limpieza es necesaria para el crecimiento de la vida cristiana, es esa poda, de la que acabo de hablar.
"Permaneced en mí y yo en vosotros, como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí".
Esta fórmula "permaneced en mí y yo en vosotros", muy típica de este evangelista, define la relación del discípulo con Jesús como una reciprocidad personal. Y esa relación personal con Jesús es la condición indispensable para dar fruto.
Una unión con Jesús que no es algo automático ni ritual: pide la decisión del hombre, y a la iniciativa del discípulo responde la fidelidad de Jesús "y yo permaneceré en vosotros". Esta unión mutua entre Jesús y los discípulos será la condición para la existencia de la comunidad, para su vida y para el fruto que debe producir.
El sarmiento no tiene vida propia, y por tanto, no puede dar fruto de por sí, necesita la savia, es decir, el Espíritu comunicado por Jesús.
El que vive unido a Cristo capta, por la plegaria, cuál es el plan de Dios y es movido a realizarlo; da fruto abundante.
La gloria del padre se ha manifestado plenamente en Jesús, que conocía su voluntad y la realizó, y ahora debe manifestarse en los discípulos de Cristo, que, unidos a El, son capaces de dar fruto.



"Sin mí nada podéis hacer".
Jesús es la fuerza del hombre, no sólo para ser cristiano sino para ser plenamente hombre.
Jesús es la humanidad auténtica. Pilato: "He ahí al Hombre". Es la verdad del hombre. Es la revelación de lo que el hombre tiene que llegar a ser y cómo tiene que alcanzarlo. Por eso Jesús es meta y camino del hombre. "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (/Jn/14/06).
Nuestro ser más auténticamente humano no lo descubrimos a base de filosofías ni de razonamientos, no lo descubrimos a base de especulaciones o de un concepto universal aristotélico, sino en la contemplación de Jesús. Por eso el cristianismo es distinto de toda religión y de todo humanismo. Es distinto de toda religión, porque lo que está en su centro no es Dios, sino el hombre. Y es distinto de todo humanismo porque la razón de esa centralidad del hombre no radica en el hombre mismo, sino sólo en Dios.
Por eso, ir hacia Cristo es también ir hacia nosotros mismos. Todo proceso de cristianización es al mismo tiempo un proceso hominizador. Y cuando llegue la manifestación gloriosa de Jesús se revelará también la plenitud del hombre.: "hasta que lleguemos todos al conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo". Efesios.



8. ACI DIGITAL 2003
2. Lo limpia: He aquí encerrado todo el misterio de Job y el problema de la tentación y del dolor. Recordémoslo para saber y creer, con la firmeza de una roca, que con cada prueba, siempre pasajera, nos está preparando nuestro Padre un bien mucho mayor. Es lo que la simple experiencia popular ha expresado en el hermoso aforismo: "No hay mal que por bien no venga".
3. "Esta idea de que la fe en la Palabra de Jesús hace limpio, es expresada aún más claramente por S. Pedro al hablar de los gentiles que creyeron: "por su fe Dios purificó sus corazones" (Hech. 15, 9)". P. Joüon. Limpios significa aquí lo mismo que "podados"; por donde vemos que el que cultiva con amor la Palabra de Dios, puede librarse también de la poda de la tribulación (v. 2).
4. Nosotros (los sarmientos) necesitamos estar unidos a Cristo (la vid) por medio de la gracia (la savia de la vid), para poder obrar santamente, puesto que sólo la gracia da a nuestras obras un valor sobrenatural. Véase II Cor. 3, 5; Gál. 2, 16 ss. "La gracia y la gloria proceden de Su inexhausta plenitud. Todos los miembros de su Cuerpo místico, y sobre todo los más importantes, reciben del Salvador dones constantes de consejo, fortaleza, temor y piedad, a fin de que todo el cuerpo aumente cada día más en integridad y en santidad de vida" (Pío XII, Enc. del Cuerpo Místico). Cf. I Cor. 12, 1 ss.; Ef. 4, 7 ss.
5. No podéis hacer nada: A explicar este gran misterio dedica especialmente S. Pablo su admirable Epístola a los Gálatas, a quienes llama "insensatos" (Gál. 3, 1) porque querían, como judaizantes salvarse por el solo cumplimiento de la Ley, sin aplicarse los méritos del Redentor mediante la fe en El (cf. el discurso de Pablo a Pedro en Gál. 2, 11 - 21). La Alianza a base de la Ley dada a Moisés no podía salvar. Sólo podía hacerlo la Promesa del Mesías hecha a Abrahán; pues el hombre que se somete a la Ley, queda obligado a cumplir toda la Ley, y como nadie es capaz de hacerlo, perece. En cambio Cristo vino para salvar gratuitamente, por la donación de sus propios méritos, que se aplican a los que creen en esa Redención gratuita, lo cuales reciben, mediante esa fe (Ef. 2, 8 s.), el Espíritu Santo, que es el Espíritu del mismo Jesús (Gál. 4, 6), y nos hace hijos del Padre como El (Juan 1, 12), prodigándonos su gracia y sus dones que nos capacitan para cumplir el Evangelio, y derramando en nuestros corazones la caridad (Rom. 5, 5), que es la plenitud de esa Ley (Rom. 13, 10; Gál. 5, 14).
6. Triste es para el orgullo convencerse de que no somos ni podemos ser por nosotros mismos más que sarmientos secos. Pero el conocimiento de esta verdad es condición previa para toda auténtica vida espiritual (cf. 2, 24 y nota: "Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque a todos los conocía" Lección fundamental de doctrina y de vida. Cuando aun no estamos familiarizados con el lenguaje del divino Maestro y de la Biblia en general, sorprende hallar constantemente cierto pesimismo, que parece excesivo, sobre la maldad del hombre. Porque pensamos que han de ser muy raras las personas que obran por amor al mal. Nuestra sorpresa viene de ignorar el inmenso alcance que tiene el primero de los dogmas bíblicos: el pecado original. La Iglesia lo ha definido en términos clarísimos (Denz. 174 - 200). Nuestra formación, con mezcla de humanismo orgulloso y de sentimentalismo materialista, nos lleva a confundir el orden natural con el sobrenatural, y a pensar que es caritativo creer en la bondad del hombre, siendo así que en tal creencia consiste la herejía pelagiana, que es la misma de Jean Jacques Rousseau, origen de tantos males contemporáneos. No es que el hombre se levante cada día pensando en hacer el mal por puro gusto. Es que el hombre, no sólo está naturalmente entregado a su propia inclinación depravada (que no se borró con el Bautismo), sino que está rodeado por el mundo enemigo del Evangelio, y expuesto además a la influencia del Maligno, que lo engaña y le mueve al mal con apariencia de bien. Es el "misterio de la iniquidad", que S. Pablo explica en II Tes. 2, 6. De ahí que todos necesitemos nacer de nuevo (3, 3 ss.) y renovarnos constantemente en el espíritu por el contacto con la divina Persona del único Salvador, Jesús, mediante el don que El nos hace de su Palabra y de su Cuerpo y su Sangre redentora. De ahí la necesidad constante de vigilar y orar para no entrar en tentación, pues apenas entrados, somos vencidos. Jesús nos da así una lección de inmenso valor para el saludable conocimiento y desconfianza de nosotros mismos y de los demás, y muestra los abismos de la humana ceguera e iniquidad, que son enigmas impenetrables para pensadores y sociólogos de nuestros días y que en el Evangelio están explicados con claridad transparente. Al que ha entendido esto, la humildad se le hace luminosa, deseable y fácil. Véase el Magnificat (Luc. 1, 46 ss.) y el S. 50). De aquí deducía un ilustre prelado americano que la bondad no consiste en ser bueno, pues esto es imposible porque "separados de Mí no podéis hacer nada". La bondad consiste en confesarse impotente y buscar a Jesús, para que de El nos venga la capacidad de cumplir la voluntad del Padre como El lo hizo.
7. Esto es lo que S. Agustín expresa diciendo "ama y haz lo que quieras". Porque el que ama sabe que no hay más bien que ese de poseer la amistad del amado, en lo cual consiste el gozo colmado (I Juan 1, 3 - 4); y entonces no querrá pedir sino ese bien superior, que es el amor, o sea el Espíritu Santo, que es lo que el Padre está deseando darnos, puesto que El nos ama infinitamente más que nosotros a El. Cf. Luc. 11, 13; I Juan 5, 14 s.
8. El futuro seréis (genésesthe) según Merk está mejor atestiguado que el subjuntivo seáis. Así también Pirot y otros modernos. El sentido, sin embargo, no fluye con claridad, por lo cual cabe más bien, con la puntuación correspondiente, referir la glorificación del Padre a lo dicho en el v. 7, sentido por cierto bellísimo y que coincide exactamente con 14, 13 y con 17, 2, donde se ve que el Corazón paternal de Dios es glorificado en que nosotros recibamos beneficios de nuestro Hermano Mayor. En tal caso este final queda como una señal que nos da Jesús en pleno acuerdo con el contexto: que (hina con optativo) vuestro sarmiento fructifique mucho y entonces sabréis que está unido a la Vid, es decir, que sois realmente mis discípulos, así como por los frutos se conoce el árbol (Mat. 12, 33; Luc. 6, 43 ss.). El caso inverso se ve en Mat. 7, 15: "Guardaos de los falsos profetas, los cuales vienen a vosotros disfrazados de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces".


jueves, 19 de abril de 2018

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO IV PASCUA CICLO B - 22 ABRIL 2018


EL BUEN PASTOR


ORACION COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, condúcenos hacia los gozos celestiales, ara que tu rebaño, a pesar de su debilidad, llegue a la gloria que le alcanzo la fortaleza Jesucristo, su pastor. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 8-12

En aquellos días, Pedro, lleno de Espíritu Santo, dijo: «Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogan hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos ustedes y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante ustedes. Jesús es la piedra que desecharon ustedes, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.»

SALMO RESPONSORIAL (117)

La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.

Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los jefes. R.

Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo la hecho, ha sido un milagro patente. R.

Bendito el que viene en nombre del Señor, les bendecimos desde la casa del Señor. Tu eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo. Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 1-2

Queridos hermanos: Miren qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!. El mundo no nos conoce porque no le conoció a él.
Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 11-18

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.
Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.».

COMENTARIO

El pequeño rebaño de Jesús ha crecido y no dejará de crecer; podemos ya contemplar la formación de un pueblo inmenso. Profetizando sin saberlo, el sumo sacerdote Caifás dirá: “¡Que muera un solo hombre por todo el pueblo!”. Y Juan añadirá: “Sí, para reunir a todos los a todos los hijos de Dios que andaban dispersos”.
A lo largo de los signos, converge hacia Jesús un pueblo que desafía la imaginación cuando se pone uno a pensar en la fantástica agrupación final.
Hay en esto algo que nos preocupa; nuestro lugar en medio de ese inmenso gentío. Sobre todo si estamos acostumbrados a pensar en Cristo en términos de intimismo, hemos de hacer un esfuerzo para ponernos en sintonía con el proyecto de Dios: “Les quiero formando un pueblo, les amo siendo un solo pueblo”.
Participamos de una aventura prodigiosa: toda la historia de los hombres y su agrupación en torno a Jesús.
Pero ¿qué hacer entonces de esa imagen tan hermosa de Jesús cargando sobre sus hombros una oveja perdida, una oveja amada?  Esa imagen sigue siendo verdadera. Jesús posee un doble

poder que nunca podrá tener ningún otro unificador: caudillo del gentío más inmenso, puede sin saberlo mantener con dada uno de nosotros la relación más personal y más íntima.
 Para confirmarlo, nos dice aquellas palabras cariñosas: “Conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a mí”.
Y lo que sigue es tan fuerte que uno se pregunta si lo ha oído bien: yo me veo distinguido y amado por Jesús, él quiere entablar conmigo unas relaciones comparables (el cómo de Juan) al amor mismo que lo une con el Padre.  ¿Por qué no sabemos decir al mundo    entero   que  no  hay en la tierra ningún hijo perdido, ninguna soledad?  Se está reuniendo un pueblo para que agrupe a todos los que se excluya a nadie.
Todos los hombres son llamados: “Tengo otras ovejas”, dice Jesús.  No cerremos el redil, no digamos nunca: “Esos están lejos de Cristo”. 
En la eternidad sabremos quién estaba más cerca de Jesús en lo más denso del gentío.

PLEGARIA UNIVERSAL

A Dios, Padre todopoderoso, que resucito a Jesús nuestro jefe y salvador, presentémosle nuestras plegarias. A cada petición diremos: R.- ¡Escúchanos, Padre!.

1.- Por el Papa Francisco para que siga siendo ejemplo vivo de Jesús Buen Pastor, y que como el, los obispos, los sacerdotes y quienes les colaboran en la acción pastoral puedan estar al lado de los hermanos con las actitudes del Pastor Bueno.  Roguemos al Señor.

2.- Por quienes ejercen la autoridad en nuestra Patria, para que gobiernen buscando la justicia y el bien común por encima de sus propios intereses. Roguemos al Señor.

3.- Por los enfermos y los que se sienten solos y abandonados, para que puedan experimentar la cercanía y el amor de Jesús a través de personas solidarias que les brinden compañía y amor. Roguemos al Señor.

4.- Por los jóvenes para que descubran la belleza de la fe cristiana, se dejen atraer y fascinar por Cristo y estén dispuestos a entregar su vida por el bien de los hermanos. Roguemos al Señor.

5.- Por los niños y jóvenes que se preparan para celebra el sacramento de la Confirmación y la Primera Comunión, para que el encuentro que viven con Jesús de estos sacramentos, puedan seguir fortaleciéndose en su ambiente familiar. Roguemos al Señor.

6.- Por nuestra comunidad Parroquial, pequeño rebaño de Cristo, para que conozca mejor a su Señor y le siga con fe y con amor. Roguemos al Señor.

Padre Santo, que has querido que tu Hijo Jesús sea el verdadero pastor de tu pueblo, acoge nuestras suplicas y haznos discípulos de Aquel que no ha venido a ser servido sino a servir y dar la vida por todos y que vive y reina por los siglos de los siglos.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Señor Dios, por estos misterios pascuales concédenos ser constantes en la acción de gracias, para que la continua eficacia de la obra redentora sea fuente de inagotable alegría. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Te pedimos, Pastor bueno, que cuides con solicitud a tu rebaño, y conduzcas hacia las praderas eternas a las ovejas que redimiste con la preciosa sangre de tu Hijo. Que vive y reina por los silos de los siglos.


PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 23: Hch 11, 1-18; Sal 41; Jn 10, 1-10.
Martes 24: Hch 11, 19-26; Sal 86; Jn 10, 22-30.
Miércoles 25: 1Jn 5, 5b-14; Sal 88; Jc 16, 15-20.
Jueves 26: Hch 13, 13-25; Sal 88; Jn 13, 16-20.
Viernes 27: Is 6, 1-8; (o bien: 1Co 4, 1-5); Sal 116; Mt 28, 16-20.
Sábado 28: Hch 13, 44-52; Sal 97; Jn 14, 7-14.
Domingo 29: Hch 9, 26-31; Sal 21; 1Jn 3, 18-24; Jn 15, 1-8.

COMENTARIOS AL EVANGELIO
Jn 10, 11-18

1.- El capítulo 10 de Jn contiene la alegoría del pastor modelo, constituyendo una verdadera síntesis del misterio de la salvación. En el v. 11 tenemos una definición descriptiva de Jesús como pastor. Este tema abre una serie de relaciones entre Jesús y los suyos haciendo ver que el conocimiento mutuo no es un conocimiento de tipo psicológico, ni un conocimiento entre maestro y discípulo, sino que es un conocimiento de amor, basado en las relaciones del Padre con Jesús. Por eso mismo, toda relación entre los que creen debe tener como base un amor real.
Traduzcamos hoy amor por respeto, comprensión, justicia, igualdad, cariño. En el grupo de los que creen la "autoridad" es Jesús, autoridad de uno que no tiene mayor interés que el de servir como sea.
Jesús hace un acto de radical generosidad con el hombre al que considera hermano de verdad: el dueño de la vida ("entregar-recuperar", fórmula de totalidad, v. 18) da su vida en favor de los que quiere. No hay aquí ningún rasgo de altiva beneficencia, sino la sencillez del que ofrece lo que más quiere por el amor que tiene a otro. De tal modo es radical la entrega que esta muerte adquiere una dimensión salvadora, un valor absoluto.
Subyace aquí un tema profético: la universal y unidad del rebaño. Ya la antigua profecía (Is 60-61) había intuido que el mensaje de la Palabra, el don de Dios, no podía quedar reducido a las estrecheces históricas de un pueblo. Jesús, por medio del pensamiento del autor, muestra con claridad que su don al hombre ha llevado dicha universalidad a las últimas consecuencias.
Comienza a nacer la nueva comunidad mesiánica. El grupo de los que creen es lo menos parecido a un coto cerrado. Igual para todos y todos iguales. Un ideal que hay que construir.
Eucaristía 1991/20


2.- La figura del pastor fue todo un símbolo en Israel y en el contexto histórico-cultural en el que vivió.
En la literatura oriental antigua en general y, concretamente en la Biblia, se da el nombre de pastores a los reyes y jefes de los pueblos. Las relaciones de Yavhé con su pueblo Israel se ilustran con imágenes tomadas de la vida de los pastores. Ante la corrupción de los "pastores" de Israel, sean reyes o sacerdotes, se alza la voz de los profetas, quienes anuncian que, al fin, Dios mismo se hará cargo del rebaño o que suscitará de la estirpe de David un buen pastor que rija con justicia a su pueblo (Jr 23, 1-6; Ez 34, 23; 37, 24). Cuando Jesús dice que es el buen pastor, se refiere a estas profecías y se presenta como el Mesías prometido; pero en el evangelio de Juan el símbolo del pastor, aplicado a Jesús, ha perdido todo el significado de dominio sobre las ovejas.
No se trata aquí solamente de decir lo que hace el buen pastor, sino de la definición del buen pastor. Jesús es el buen pastor porque da la vida por sus ovejas.
El asalariado es todo lo contrario del buen pastor. En vez de dar la vida por las ovejas, vive de ellas. Por eso las abandona a su suerte cuando llega el peligro. No hay que pensar que el texto hace alusión a los fariseos del tiempo de Jesús o a los que se presentaron como Mesías y llevaron al pueblo al matadero.
Asalariados, falsos pastores, demagogos de toda clase los hubo entonces y los hay ahora.
En cambio, no ha habido ni puede haber otro que sea el buen pastor. Nótese el contexto pascual en el que debe entenderse la expresión "Yo soy". Jesús, el Señor resucitado, es el "buen pastor". Nadie puede ocupar su lugar, nadie puede representarlo en el sentido de desplazarlo o sustituirlo. El "buen pastor" no tiene sucesores, pues vive y es hoy el "buen pastor". Los que se llaman pastores en la Iglesia sólo pueden hacer presente o visible el servicio de Cristo dando la vida por las ovejas de Cristo.
Las ovejas no son de Pedro ni de los sucesores de Pedro, ni de los obispos; son siempre las ovejas de Cristo. Y Cristo mantiene con ellas relaciones personales de conocimiento y de amor, las mismas que se dan entre él y el Padre.
Eucaristía 1988/21




3.- Retomamos el cuarto evangelio hacia la mitad. En un momento especialmente tenso debido al intercambio de graves acusaciones entre las partes en litigio. Jn. 10, 1-18 puede considerarse como un auténtico alegato en el que el autor razona el pastoreo de Jesús frente a las pretensiones de pastoreo de los guías religiosos. (A propósito del lenguaje de los diálogos en el cuarto evangelio puede consultarse el comentario del cuarto domingo de cuaresma a Jn. 3, 14-21. Al comentar un diálogo de Juan es más exacto hablar de significado de Jesús que de palabras de Jesús).
El razonamiento del pastoreo de Jesús arranca de un símil tomado de la vida no metafórica de los pastores: la llegada del lobo. En una situación así, continúa el símil, la capacidad de desprendimiento en beneficio de las ovejas da la medida exacta del pastor, probando al que realmente es del que sólo aparentaba serlo. A este último, en realidad, no le importaban las ovejas.
Hasta aquí el símil (v. 13). Lo central en él es la capacidad de desprendimiento en beneficio de las ovejas. Este es precisamente el caso de Jesús, a diferencia de los guías religiosos judíos, interesados en ultimo análisis y no obstante su apariencia humanística en el cumplimiento de la ley (cfr. episodios de la adúltera y del ciego en Jn 8, 1-11 y 9, 13-34). "Este pueblo, que no conoce la ley, está maldito". En claro contraste con este modo de hablar que Juan atribuye a los fariseos en Jn. 7, 49 está el modo de hablar que atribuye a Jesús en el texto de hoy: "Conozco a mis ovejas y las mías me conocen". A conocer la ley Juan opone conocer a las ovejas. Ambos conocimientos los presenta a su vez dotados de una dinámica contrapuesta. La dinámica del conocimiento de la ley es la separación, la expulsión, la excomunión de las personas (cfr. Jn. 9, 22.34); la del conocimiento de las ovejas es la entrega de la propia vida en beneficio de ellas. De todas las ovejas, no sólo de las judías.
Juan introduce aquí un nuevo contraste: al exclusivismo opone la universalidad. Las "otras ovejas que no son de este redil" son todos aquéllos que no son judíos de nacimiento o por adopción y que en el cuarto evangelio quedan englobados bajo la denominación de "griegos". El autor está preparando la gran fiesta pascual de Jn. 12, 20-36, donde se nos dice que unos griegos quieren ver a Jesús (véase el comentario a este texto en el quinto domingo de cuaresma). Será entonces cuando resuene solemne lo siguiente: "Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre". Será, en efecto, entonces cuando se habrá hecho "un solo rebaño con un solo pastor". Espontáneamente vienen a la mente estas palabras de Pablo: "Y aquí no hay más griego ni judío, circunciso ni incircunciso...: no, lo es todo y para todos Cristo". (Col 3, 11). Pero Cristo crucificado. Porque "si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto". Es el voluntario desprendimiento de la propia vida del que se nos habla en la última parte del texto de hoy. La muerte del pastor no es explicable solamente como un fatal desenlace o como un juego de fuerzas y de intereses. "Nadie me quita la vida, sino que yo la entrego libremente". La muerte del pastor es consecuencia de su opción por las ovejas, por todas las ovejas. Por eso es el buen pastor a quien el Padre ama. Termino con estas otras palabras de Pablo: "Hermanos míos, en el cuerpo del Mesías os hicieron morir a la ley; así pudisteis ser de otro, del que resucitó de la muerte, y empezar a ser fecundos para Dios" (Rm 7, 4). Estamos realmente en el tiempo pascual.
Alberto Benito, Dabar 1985/25




4.- El evangelio de hoy es de los que se prestan a fáciles extrapolaciones. Vamos, pues, a situarlo dentro del marco literario en que Juan lo ha colocado. Este marco literario es de naturaleza judicial. La autoridad religiosa judía ha abierto una investigación para examinar el caso del exciego de nacimiento (Jn. 9). El veredicto condena a este hombre a no ser discípulo de Moisés (Jn. 9, 34). En realidad el condenado es Jesús. Por eso aparece Jesús de repente en la sala literaria del proceso. Pero ahora los papeles se cambian. En realidad el condenado es la autoridad judía (Jn. 9, 39-41). En el cap. 10 Jesús fundamenta y razona el veredicto pronunciado en el versículo del cap. 9. La parábola del buen pastor no es pues una imagen idílica, sino la fundamentación judicial de un veredicto contra la autoridad judía.
Jesús basa su veredicto en el archiconocido cap. 34 de Ezequiel (archiconocido, por supuesto, para los judíos). El profeta comienza denunciando a los jefes de Israel como a falsos pastores del rebaño de Dios. Con su proceder injusto han destrozado el rebaño. Por eso Dios los destituye de su cargo y El en persona toma la guía, reúne las ovejas dispersas y restablece con ellas una relación de mutua confianza. Todos estos elementos los ha recogido Juan en 10, 11-18 introduciendo la equiparación Yahvé-Jesús. En esta equiparación radica precisamente el escándalo de los judíos (cfr. Jn. 6, 42; 7, 26-27). Jesús toma la guía, reúne las ovejas, crea un clima abierto de mutua confianza.
Hay, sin embargo, algunas que no quieren aceptarle (alusión a la autoridad religiosa judía) porque piensan que es absurdo que una persona de carne y hueso como Jesús pueda ser a la vez Dios. El eterno escándalo ante la materia: problema filosófico y existencial. Este y no otro es el problema que se les planteó a los judíos con Jesús (cfr. de nuevo Jn. 6, 42; 7, 26-27). Este y no otro es nuestro problema con Jesús; por eso "espiritualizamos" su persona.
Pero Jesús es también pastor de los que sienten escándalo ante su persona. ¡Nota humana en un contexto judicial! Aquí radica la gran diferencia entre el veredicto de la autoridad judía (Jn. 9, 34) y el veredicto de Jesús (Jn. 9, 41). Aquél es dictatorial; el de Jesús no, porque en realidad es autocondena del propio condenado (cfr. Jn. 3, 17-19). Junto a estos elementos comunes con Ez. 34 hay en el buen pastor de Juan otros que van más allá del círculo de ideas de Ezequiel.
En concreto dos: 1. La relación de conocimiento y amor entre el Padre y el Hijo; 2. El amor de Jesús a sus ovejas es la única razón de ser de Jesús. Es un amor total y absoluto, cuya expresión es la aceptación soberanamente libre del veredicto dictatorial que lo condena a muerte (cfr. Jn. 15, 13). En lo que va de evangelio es la primera vez que Juan menciona con insistencia este aspecto sacrificial voluntario de la vida de Jesús.
Dabar 1985/25




Como la parábola precedente, ésta constituye la respuesta de Cristo a los fariseos, cuya autoridad ha puesto en duda (Jn 9, 40). Jesús desarrolla los tres criterios que establecen a sus ojos la verdadera autoridad: el buen pastor da su vida por su rebaño, vive en comunión y conocimiento mutuo con él (cosa que puede hacer porque vive en comunión con el Padre), se preocupa de su unidad y de la recolección de las ovejas perdidas.
* * *
a) Ofreciendo su vida por el rebaño, el buen pastor realiza varias profecías mesiánicas: Ez 34, Zac 11, 16 y Jer 23, 1 oponían ya, en efecto, al pastor que arriesga su vida por sus ovejas y a los profesionales que viven de la carne de su rebaño y son negligentes al darle los cuidados más elementales. Cristo no se contenta con procurar al rebaño cuidados exteriores: El da su vida. Aludiendo quizá la expresión "dar su vida" a Is 53, 10 (El ofrece su vida en expiación), el tema del buen pastor se encontraría así aclarado por el del Siervo paciente.
b) CON-D/A-D: El tema del conocimiento mutuo se encuentra ya en el Antiguo Testamento, donde da cuenta de la preocupación de Dios por apacentar El mismo a sus ovejas (Ez 34, 15). Este "conocimiento" no es solamente ni sobre todo una actitud intelectual, sino la expresión de una comunidad de vida basada antes en el amor que en la inteligencia. Se trata, pues, de un conocimiento existencial de Dios que permite alcanzarle, no como una abstracción, deducida a partir de silogismos, sino como un ser vivo y personal encontrado en la comunión con la persona de Jesús. El judío conocía a Dios en la medida en que constataba sus maravillas y su intervención en el mundo; el cristiano le conoce en esta intervención por excelencia que es Cristo.
Así, pues, Cristo es pastor porque conoce bien a sus ovejas, es decir, que vive en perfecta convivencia con ellas. Pero no es buen pastor más que en el momento en que este conocimiento mutuo, establecido entre El y su rebaño, le permite desvelar el conocimiento que le une al Padre. Si hoy el sacerdote tiende a conocer mejor a los hombres y con este propósito se despoja de inútiles privilegios de casta, queda que este conocimiento de las gentes y de sus problemas no tenga significado más que en la revelación del conocimiento último del Padre y de su presencia en el misterio de las cosas y de los seres.
c) El tercer criterio del buen pastor es su preocupación por la unidad y la reunión de todos (v. 16). Juan piensa aquí, sin duda, en el cumplimiento de la profecía de Jer 23, 3 anunciando que las ovejas "de todos los países" serían "reunidas". Pero entrega aún a la solicitud del pastor la realización de la reunión de todos los hombres y el encuentro de todas las situaciones humanas.
d) Pero todos estos diferentes temas presentan a Dios y a Cristo como buen pastor. La idea de un pastor que parte a la búsqueda de sus ovejas es corriente en el Antiguo Testamento (cf. Ez 34), donde caracteriza de una manera especial las relaciones entre Dios y su pueblo: no es nunca la oveja la que parte a la busca del pastor, sino a la inversa. En otros términos, incluso aunque la religión de la fe parece una búsqueda de Dios, no es en realidad más que una iniciativa divina, una revelación. Es menos un camino que conduce al hombre a Dios, que un camino que lleva a Dios hacia el hombre. Jesús es el buen pastor porque ha sido enviado por Dios a la búsqueda de los hombres. La imagen del pastor puede parecer anticuada en una cultura técnica e industrial, pero su mensaje no puede perderse: Dios ha terminado por encontrar al hombre porque ha venido allí donde el hombre le buscaba.
Maertens - Frisque, Nueva Guía De La Asamblea Cristiana IV, Marova Madrid 1969.Pág. 119 S.