¿QUIÉN ES MI PRÓJIMO?
COMENTARIO
Para entender esta
parábola se debe saber que en el siglo I judíos y samaritanos se odiaban
mortalmente. Los segundos fueron excluidos del culto de Jerusalén, se les
acusaba de no cumplir ni un mandamiento, ni aun los residuos de unos
mandamientos, y en la práctica se les trata como a paganos. De modo que la
comparación de Jesús, tras hacer ver la dureza de corazón del sacerdote y del
levita, en la obra de misericordia del samaritano expone el amor efectivo y
práctico al prójimo. El samaritano recoge a aquel hombre indefenso sin tener en
cuenta para nada límites nacionales o religiosos. Su amor no conoce fronteras,
y en ello se corresponde con el amor de Dios, al que alude Jesús para
fundamentar su precepto de amar al enemigo: amen a sus enemigos, Dios lo hace
también, hace salir su sol sobre buenos y malos y hace llover sobre justos e
injustos (Mt 5,44par).
Con su pregunta: ¿Quién es
mi prójimo? el escriba quiere saber cómo se debe entender, según Jesús, el
precepto del amor (Lev 19,18), qué límites tiene, a quién se debe tratar como
prójimo y a quién no. ¿A quién debo considerar objeto de mi amor? Detrás de
esta pregunta late la idea de que el precepto del amor obliga al hombre a una
ordenación concéntrica: los connacionales, los familiares, los vecinos; los que
están ya lejos y los enemigos quedan excluidos, fuera de este círculo. La
parábola de Jesús "fuerza" a otra concepción: se sitúa al lado del
asaltado por los bandidos, y mira con los ojos del molido a palos; al oyente,
se le exige un fundamental cambio de perspectiva. La pregunta final se
corresponde con el planteamiento: ¿Quién de estos tres te parece que fue
prójimo del que cayó en manos de salteadores? Jesús trata del sujeto (que ama o
que, precisamente, rehúsa amar): ¿quién se ha comportado como prójimo? - ¿Para
quién soy el prójimo? Y tal pregunta, sometida a tal transformación, pone muy
en claro que la exigencia de amar me afecta incondicionalmente; nada tiene que
ver con ella el hecho de que el prójimo me parezca merecer o no merecer mi
amor. Soy yo quien debo convertirme en prójimo incluso para mi enemigo.
El que oye es atraído, es
inducido a identificarse, se contempla a sí mismo, sin intermediarios, en la
escena, y se ve confrontado con el papel que te ofrecen; este papel le libera y
le lleva hacia una conducta nueva; la narración le da el lugar y el tiempo
necesario para ello.
En la parábola del buen
samaritano no hay ni imperativo ni un duro "tú debes". Aquí hay
estímulo y atracción. La parábola presupone una posibilidad y le da alas: no
pretende mandar amar, sino describir el amor como cosa posible y con ello hacerlo
verdaderamente posible.
En último término lo que
ocurre en el camino de Jerusalén a Jericó es el gozo del seguimiento al que
llama Jesús, es la respuesta a la experiencia de la bondad infinita de Dios, es
la fiesta del amor cumplido al prójimo.
R.P. Roland
Vicente Castro Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA Sal 16, 15
Yo apareceré ante ti con la justicia, y me
saciaré mientras se manifestará tu gloria.
ORACION COLECTA
Oh, Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados
para que puedan volver al camino, concede a todos los que se profesan
cristianos rechazar lo que es contrario a este nombre y cumplir cuanto en él se
significa. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Deuteronomio 30, 10-14
Moisés habló al pueblo, diciendo: «Escucha la
voz del Señor, tu Dios, observando sus preceptos y mandatos, lo que está
escrito en el libro de esta ley, y vuelve al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón y con toda tu alma. Porque este precepto que yo te mando hoy no excede
tus fuerzas, ni es inalcanzable. No está en el cielo, para poder decir:
"¿Quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará,
para que lo cumplamos?". Ni está más allá del mar, para poder decir:
"Quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará,
para que lo cumplamos?". El mandamiento está muy cerca de ti: en tu
corazón y en tu boca, para que lo cumplas».
SALMO
RESPONSORIAL (Sal 68)
Humildes, busquen
al Señor, y revivirá su corazón.
Mi oración se dirige a ti,
Señor, el día de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me
ayude. Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia; por tu gran compasión,
vuélvete hacia mí. R.
Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante. Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R.
Mírenlo los humildes, y
alégrense; busquen al Señor, y revivirá su corazón. Que el Señor escucha a sus
pobres, no desprecia a sus cautivos. R.
Dios salvará a Sion,
reconstruirá las ciudades de Judá. La estirpe de sus siervos la heredará, los
que aman su nombre vivirán en ella. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del
apóstol san Pablo a los Colosenses 1, 15-20
Cristo
Jesús es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en Él
fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles.
Tronos y dominaciones, principados y potestades; todo fue creado por Él y para
Él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en Él. Él es también la cabeza
del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los
muertos, y así es el primero en todo. Porque en Él quiso Dios que residiera
toda la plenitud. Y por Él y para Él quiso reconciliar todas las cosas, las del
cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO Jn 6, 63c.68c
Aleluya. Tus Palabras, Señor, son
espíritu y vida; tú tienes palabras de vida eterna. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo
Evangelio según san Lucas 10, 25-37
En aquel tiempo, se levantó un maestro de la
ley y preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer
para heredar la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué
lees en ella?». El respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y
con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente y a tu prójimo como a
ti mismo». Él le dijo: «Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la
vida». Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «¿Y
quién es mi prójimo?». Respondió Jesús diciendo: «Un hombre bajaba de Jerusalén
a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a
palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote
bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo
hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba él y, al verlo, se
compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y,
montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día
siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: "Cuida
de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva". ¿Cuál de
estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los
bandidos?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Jesús le dijo:
«Anda y haz tú lo mismo».
PLEGARIA
UNIVERSAL
Acogiéndonos a la
misericordia infinita de Dios, presentemos al Señor nuestras necesidades.
1.- Para que la Iglesia
siga brillando por su constante amor a Dios y por su amor al prójimo, en quien
reconoce con prontitud el rostro del mismo Señor. Roguemos al Señor.
2.- Por los que olvidando
los derechos de las personas matan a los niños por nacer, para que se
conviertan y regresen a Dios, para bien de toda la humanidad. Roguemos
al Señor.
3.- Por los que padecen la
enfermedad o la indiferencia, la pobreza o la falta de fe, para que encuentren
en el Señor la fortaleza para vencer sus dificultades. Roguemos al Señor.
4.- Por nosotros, para
que, como el buen samaritano, seamos diligentes en la atención de nuestro
prójimo. Roguemos al Señor.
Señor, Tú que en
el ejemplo del buen samaritano nos has enseñado a atender a nuestros hermanos
necesitados, atiende nuestras súplicas y bendícenos con tu gracia. Por
Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Mira, Señor, los dones
de tu Iglesia suplicante y concede que sean recibidos para crecimiento en
santidad de los creyentes. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Jn 6, 57
El
que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él, dice el Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Después de recibir estos dones, te pedimos, Señor,
que aumente el fruto de nuestra salvación con la participación frecuente en
este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PALABRA
DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 14: Is 52, 7-10; Sal 95; Mc 16, 15-20
Martes 15: Ex 2, 1-15ª; Sal 68,
3.14. 30-31. 33-34; Mt 11, 20-24
Miércoles 16: Ex 3, 1-6.9-12; Sal
102, 1-2. 3-4.6-7; Mt 11, 25-27
Jueves 17: Ex 3, 13-20; Sal 104. 1
y 5. 8-9. 24-25. 26-27; Mt 11, 28-30
Viernes 18: Ex 11, 10—12, 14; Sal 115; 12-13.
15-16bc.17-18; Mt 12, 1-8
Sábado 19: Ex 12, 37-42; Sal 135,
1.23-24. 10.12.13-15; Mt 12, 14-21
Domingo 20: Gn 18, 1-10ª; Sal 14;
Col 1, 24-28; Lc 10, 38-42
COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Lc 10. 25-37
a) A rechazar una interpretación puramente moral de esta parábola nos
inducen también algunos términos concretos. En el v.33, el samaritano "se
mueve a compasión". Esta palabra en griego designa únicamente la
misericordia de Dios, o la de Cristo (Mt 9.36; 14.14; Lc 7.13; 15.20). Designa,
pues, un sentimiento divino que inspira al samaritano; él es, así: imagen de
Dios, la revelación del amor de Dios por el hombre. Otro término revela un
significado también muy preciso: en el v.35 se evoca el "retorno" del
samaritano (épanerchesthai). Este retorno no tiene casi sentido si la parábola
se limita a ser una historia con una conclusión edificante. ¿No se tratará
quizá del retorno de Cristo al final de los tiempos? Tenemos un indicio de ello
en el hecho de que esta palabra sólo se encuentra una vez en el N.T. y
precisamente con esta significación (Lc 14. 21).
Finalmente, el esquema de nuestra parábola integra curiosamente el de la
parábola del buen pastor y la del hijo del dueño de la viña (Jn 10.; Lc 20.
9-18). Del mismo modo que el buen pastor viene a salvar las ovejas despojadas,
golpeadas y destinadas a la muerte (Jn 10. 10) y que el hijo del dueño de la
viña se presenta después de los profetas enviados en vano, el buen samaritano
llega después de los sacerdotes y los levitas que no han querido ni podido
salvar al hombre herido. El samaritano revela el amor de Dios a la Humanidad;
la cuida por los sacramentos del óleo y del vino y la confía al albergue de la
Iglesia. La introducción de nuestro evangelio recobra entonces todo su sentido:
los apóstoles son bienaventurados porque están asistiendo, por fin, a la
manifestación del amor de Dios y porque van, a su vez, a revelarlo con más
eficacia que los sacerdotes y levitas judíos.
b)Sin duda, hay que ver en esta parábola, además, un reflejo de la
historia de la salvación, del mismo modo que en las otras grandes parábolas del
Reino. Cristo viene, bajo la apariencia de un samaritano, es decir, de un
despreciado (Jn 8.48), como el hijo del dueño de la viña, para revelar el amor
de Dios allí donde las técnicas de salvación paganas y judías fracasaron.
c)Lucas ha precedido esta parábola con la discusión sobre el mandamiento
más importante para mostrar que el deber de la caridad reviste nuevas
exigencias después de Cristo. Amar al prójimo como a sí mismo no basta, hay que
preguntarse cómo se puede ser el prójimo de los demás y amarlos como Dios los
ama.
Esta es la intención del discurso después de la Cena en el que se da un
mandamiento nuevo: amar a los otros como uno mismo ha sido amado (Jn 13. 34).
Es importante, pues, tomar conciencia de la pertenencia a esta Humanidad
herida, abandonada medio muerta al borde del camino, que Cristo ha venido a
salvar. En este caso la caridad no se entiende como una simple obligación
moral, sino como reflejo del amor de Dios, signo de los últimos tiempos en que
la misericordia divina viene a reemplazar a los medios de salvación judíos. Al
desplazar la discusión sobre el mandamiento más importante y hacerla desembocar
en la parábola del buen samaritano, Lucas hace progresar la doctrina de la
caridad (véase el contraste entre el relato de Lucas y Mt 22. 34-40; Mc 12.
28-31) y prepara la concepción de Juan.
MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA V - MAROVA MADRID 1969.Pág. 162
Ante la pregunta del doctor de la ley -más propia de un examinador, que
de uno que humildemente busca a Cristo-, responde Jesús dando un paso de la
teoría a la "práctica".
No es lo importante tanto el conocer como el realizar. Los conocedores
de la ley pasan de largo ante la realidad del prójimo; el ignorante,
samaritano, se detiene y hace realidad el precepto del amor.
Prójimo no es el que yo busco, es el que se mete de improviso, sin ser
llamado, en mi vida. Todos caminamos por la ruta del mundo cargados de
bellísimas teorías de paz, amor, justicia; pero la humanidad, el hombre sigue
tirado al borde del camino, apaleado y casi muerto. ¿Por qué? Buscamos lo
grande, lo llamativo, y el prójimo, ¡es tan pequeño!; queremos dirigir la
mirada lejos y el prójimo es tan cercano que le pasamos por alto. No son las
teorías las que liberan al hombre, sino las obras. Los teóricos pasan de largo
ante lo concreto, que es lo único real, se sumergen en su idealismo y nunca se
manchan con la realidad. Lo que salva es vivir y obrar como prójimo, no las
teorías sobre la projimidad. El herido es un hombre, sin nombre, sin apellidos,
sin pertenencia religiosa o política; y esto basta. Lo único que importa es que
nos necesita. "Vete y haz tú lo mismo". No es pensar lo que importa,
es hacer.
COMENTARIOS BIBLICOS 5.Pág. 531
Texto. Lucas interrumpe la dinámica de apoteosis paradisíaca del domingo
pasado con la introducción de un personaje en actitud hostil. Se trata de un
especialista e intérprete de la Ley o Carta Magna judía, conocida con el nombre
de Pentateuco. Aunque Lucas indica la intención del personaje, nada dice sin
embargo del alcance o los motivos de la misma. El desarrollo siguiente del
texto deja bastante claro que el móvil de Lucas no es polémico, sino
constructivo.
El centro de atención lo acapara la palabra prójimo. Tres veces aparece
el término: en cita de Levítico 19, 18, en labios del letrado y en labios de
Jesús. En base a la cita de Levítico el letrado quiere saber quién es su
prójimo. La contestación de Jesús empieza con una historia (un hombre bajaba de
Jerusalén a Jericó...) y termina con una contra-pregunta (¿cuál de estos tres
te parece que se portó como prójimo?). Tenemos, pues, la siguiente secuencia:
Amarás al prójimo como a ti mismo (Levítico) - ¿quién es mi prójimo? (letrado)
- ¿quién se portó como prójimo? (Jesús). A poco que nos fijemos caeremos en la
cuenta que la palabra prójimo no tiene el mismo sentido en toda la secuencia. Por
un lado van Levítico y Letrado; por otro, Jesús.
La historia que Jesús cuenta desempeña una doble función: por un lado,
no responder en los términos de la pregunta; por otro lado, preparar la contra-pregunta.
El significado de este procedimiento parece bastante evidente: el planteamiento
del letrado no es adecuado y debe ser sustituido por otro. La pregunta ¿quién
es mi prójimo?, debe dejar paso a esta otra: ¿soy yo capaz de hacerme prójimo
de los demás?
Comentario. El caminar cristiano entra hoy en una dinámica de
transformación social. Transformación silenciosa, como las verdaderas
revoluciones. ¿Hemos pensado cómo sería la sociedad si las personas fuéramos
samaritanos? Ser cristianos es ser samaritano. Prójimo es la persona que está
junto a mí; prójimo soy yo en la medida que salgo de mí y me aproximo al otro.
Lo cristiano no es amar al prójimo; lo cristiano es hacerse prójimo.
Amar al prójimo tiene el riesgo de dividir a las personas en superiores e
inferiores; sólo el hacerse prójimo evita ese riesgo.
ALBERTO BENITO - DABAR 1989, 37
4.- Texto. Un intérprete de la Ley de Dios y Jesús frente a frente.
Lucas atribuye la conversación a segundas intenciones del letrado. A la
pregunta de éste responde Jesús pidiéndole que sea él mismo quien opine en base
a la Ley en la que es especialista.
Así lo hace el letrado y Jesús no tiene nada que objetarle. Todo lo
contrario: Bien respondido. Pero el letrado quiere justificar su primera
pregunta (la traducción litúrgica es inexacta) e insiste formulando la
auténtica objeción: ¿Y quién es mi prójimo? Jesús le cuenta entonces una
parábola, es decir, una narración simbólica de la que se deduce una enseñanza.
La enseñanza la encauza Jesús en los siguientes términos: ¿Cuál de estos tres
te parece que se hizo prójimo del que cayó en manos de los bandidos? Ante la
respuesta del letrado, concluye Jesús: Haz tú lo mismo. Esta es la enseñanza.
Comentario. La pregunta inicial que hace el letrado a Jesús es de orden
práctico: ¿Qué tengo que hacer? Y de este mismo orden es la conclusión final de
Jesús: Haz tú lo mismo. Pero entre una y otra va a ocurrir algo significativo.
Tratándose de un problema práctico probablemente la intención provocadora que
Lucas atribuye al letrado sea también de este orden y no de orden doctrinal.
Ahora bien, muy poco habríamos avanzado en la solución del problema práctico si
Lucas no hubiera decidido dar entrada por segunda vez al letrado para que
formule, en esta ocasión sin segundas intenciones, la verdadera dificultad.
Esta no es otra que el alcance del término prójimo. ¿Qué se quiere decir con
esta palabra? ¿A quién abarca? ¿Sólo a los connacionales y no a los
extranjeros? ¿A los observantes de la Ley, pero no a sus infractores, aunque
fueran judíos? En efecto, mientras no conozcamos con exactitud el alcance del
término, no sabremos si cumplimos o no el mandamiento que dice amarás a tu
prójimo como a ti mismo.
Un hombre baja de Jerusalén a Jericó, es asaltado y queda medio muerto.
Lo de bajar se debe a la distinta altitud de ambas ciudades. Jerusalén está a
unos 740 metros sobre el nivel del mar y Jericó a 350 metros bajo ese nivel.
Junto al malherido pasan un sacerdote, un levita y un samaritano. Los dos
primeros son por profesión judíos observantes de la Ley de Dios; el samaritano
es un medio gentil, separado de los judíos por un viejo odio nacional. Nada nos
dice la parábola acerca de las motivaciones del comportamiento de los tres.
Sencillamente presenta dos comportamientos opuestos: desentendimiento y
compasión. Esta, por cierto, con toda profusión de detalles y atenciones. El
samaritano no parece tener fondo en su capacidad de inventiva compasiva. Surge
entonces la pregunta de Jesús al letrado: ¿Cuál de estos tres se hizo prójimo?
Comparémosla ahora con la pregunta del letrado a Jesús: ¿Quién es mi prójimo?
La evidente diferencia de formulación no es sino expresión de la diferencia de
planteamiento que subyace a ambas. La pregunta del letrado es una pregunta por
el otro; la de Jesús es una pregunta a uno mismo.
Preguntar por el otro es preguntar por su persona, sus circunstancias,
sus defectos y sus virtudes. Lleva, en definitiva, a un juicio de valor sobre
los demás, fruto del cual uno decide desde su propia campana de cristal que le
protege de quedar contaminado por esos demás a quienes ayuda. Preguntarse a uno
mismo, en cambio, es invitarse a la sinceridad, a la transparencia, a la
sencillez, a la espontaneidad de la actuación. Entre el orden práctico del
letrado y el de Jesús media un cambio de categorías: para el letrado, prójimo
es un concepto legal; para Jesús, prójimo es una relación que uno mismo deber
ir creando. El alcance, pues, del término prójimo depende exclusivamente de
cada uno.
Si ahora tratamos de leer este texto dentro del contexto, no nos será
difícil descubrir un nexo de unión con la alegría de Jesús en los vs.
precedentes. "Bendito seas, Padre, Señor del cielo y tierra, porque, si
has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos, se las has revelado a la
gente sencilla". Da la impresión de que en el texto de hoy Lucas ha
querido poner un ejemplo de gente sabia (sacerdote y levita) y de gente
sencilla (samaritano).
ALBERTO BENITO - DABAR 1986, 38
5.- Sentido del texto. Resaltan dos cambios o desplazamientos significativos
operados por Jesús en los planteamientos del letrado. Primero: relación
comportamiento-merecimiento (v.25). El letrado hace un planteamiento de
merecimiento (heredar, conseguir). Jesús renuncia a toda mención de
merecimiento. Léanse sus respuestas en vs. 28 y 37. El comportamiento no es una
hoja de servicios ni una cuenta corriente a la que uno se esclaviza para
engrosarla. El comportamiento es una autorrealización gracias a la cual uno
vive a gusto y en plenitud. El futuro del v. 28 es un futuro lógico por cuanto
depende y es consecuencia del comportamiento.
Segundo: concepto de prójimo. Es distinto en el letrado (v.29) y en
Jesús (v. 36). El letrado pregunta desde un planteamiento jurídico: prójimo es
quien está cercano a mí. Jesús cambia el planteamiento haciéndolo existencial:
prójimo soy yo en la medida en que salgo de mí mismo y me acerco al otro. El
letrado habla de prójimo; Jesús habla de hacerse prójimo, de la sensibilidad y
la fantasía para saber ver al otro en su situación concreta y remediarla.
Un tercer aspecto llamativo del texto son los personajes escogidos por
Jesús para su historia: profesionales de Iglesia (sacerdote, levita) y un
proscrito por la Iglesia (samaritano).
DABAR 1980, 39
6.- Un perito de la ley pregunta cómo puede heredar la vida eterna.
Jesús remite a las palabras de la ley que dicen: "Amarás al Señor, tu
Dios... y al prójimo como a ti mismo" (10, 27). Iluminado por toda la
experiencia de la historia de su pueblo, el letrado sabe amar a Dios.
Desconoce, sin embargo, el contenido del amor al prójimo y por eso plantea
nuevamente su pregunta (10,29). La respuesta de Jesús, formulada sobre un plano
de parábola, supera todo lo que el hombre podía conocer sobre la vida. Los
rasgos de la parábola son perfectamente conocidos. La manera de amar al prójimo
consiste en ayudar al marginado o al que sufre cualquier tipo de dolencia.
Ciertamente, el texto alude a un hombre al que asaltaron de camino los
bandidos. Pero, dentro del contexto general, no importan las razones de ese
asalto. El hombre es simplemente un símbolo de todas las personas que padecen
con justicia o sin justicia, con razones o sin ellas. Jesús está diciendo que
el buen prójimo no gusta de razones ni preguntas. Simplemente se percata de que
existe una miseria y ofrece su asistencia. El carácter, funciones o
responsabilidad del que se encuentra herido son problemas totalmente
marginales. La ley que rige en todo es el descubrimiento de la necesidad ajena
y la presteza en ofrecer ayuda.
Después de haber mostrado la espina dorsal de la parábola, queremos
ocuparnos de algunos elementos marginales que ayudan a entenderla:
1) Sorprende el aire antirritual que se respira en el relato. El
sacerdote y el levita, representantes oficiales del "amor de Dios" en
la estructura religiosa israelita, pasan de largo ante el herido (10, 31-32).
Su misma actitud demuestra que ese amor de Dios que representan es mentira y
toda su existencia religiosa es un engaño.
2) El relato nos introduce en la secularidad de la vida. La realidad de
nuestro amor al prójimo se juega en el campo de las relaciones simplemente
interhumanas. Es allí donde tiene que penetrar el mandamiento de Dios y
transformar nuestra existencia.
3) Al convertirse en norma de conducta, la parábola del buen samaritano
puede ser el fundamento de un nuevo concepto de la humanidad. En esa humanidad
se han superado las barreras fundadas en la raza o religión de las personas. Lo
que importa es el amor comprometido. Recuérdese que nuestra escena ha suprimido
las diversas emociones de los hombres que en ella participan. Pudiera pensarse
que el sacerdote ha compadecido profundamente al herido, mientras que el
samaritano se siente molesto por tener que ayudarle. Lo que importa en realidad
es el amor que engendra comunión (ofrece ayuda).
4) Dentro del contexto del evangelio, la parábola recibe un matiz
profundamente cristológico. El samaritano es Jesús. En su amor se manifiesta (y
se realiza) el gran amor que Dios tiene por los hombres. De esa manera, el amor
al prójimo que aquí se recomienda viene a interpretarse como una continuación
de amor que Dios nos ha ofrecido.
5) Todo esto nos sitúa, finalmente, dentro de la exigencia de la misión.
El mensaje de la iglesia ofrece ante los hombres el misterio del amor de Dios y
les invita a comportarse de manera consecuente. Allí donde los hombres aman,
como el buen samaritano, se supera a Satán y se introduce a Cristo en nuestro
mundo.
COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT - EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1322
ss.
7.- El buen samaritano. Sólo hay una ley importante: el amor. Cristo nos
libera del peso agobiante de las leyes, las normas y los ritos. Una sola
obligación: amar. Lo más gratificante, pero también lo más crucificante.
El amor tiene dos dimensiones: Dios y el prójimo. Pero en realidad viene
a ser lo mismo. No hay lugar a tensiones y esquizofrenias. Cristo unifica el
amor; nos dice que Dios no está en el templo del sacerdote y del levita, sino
en el herido del camino. Quien ama a Dios se volcará sobre el herido, como el
samaritano. Quien ama de verdad al prójimo, encuentra a Dios. Dios no está
lejos, está ahí, en el otro, en ti. ¿Dos amores? Sí, el verdadero y el falso.
Siendo verdadero, sólo hay un amor.
CARITAS RIOS DEL CORAZON - CUARESMA Y PASCUA 1993.Pág. 122