MARIA MADRE
ORACION COLECTA
Oh Dios que nos has propuesto a la
Sagrada Familia como maravilloso ejemplo concédenos, con bondad que imitando
sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios
eternos en el hogar del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del
Eclesiástico 3, 2-6. 12-14
Dios hace al padre más respetable
que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole.
El que honra a su padre expía sus
pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se
alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre
tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha.
Hijo mío, sé constante en honrar
a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no
lo abochornes mientras vivas.
La limosna del padre no se
olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.
SALMO
RESPONSORIAL (127)
Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
Dichoso
el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R.
Tu
mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de
olivo, alrededor de tu mesa. R.
Ésta
es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde
Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los Colosenses 3, 12-21
Hermanos: Como elegidos
de Dios, santos y amados, vístanse de la misericordia entrañable, bondad,
humildad, dulzura, comprensión. Sobrellévense mutuamente y perdónense, cuando
alguno tenga quejas contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo
mismo.
Y por encima de todo
esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.
Que la paz de Cristo
actúe de árbitro en su corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo
cuerpo.
Y sean agradecidos. La
palabra de Cristo habite entre ustedes en toda su riqueza; enseñaos unos a
otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Canten a Dios, denle gracias de
corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o
de obra realicen, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios
Padre por medio de él.
Mujeres, vivan bajo la
autoridad de sus maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amen a sus
mujeres, y no sean ásperos con ellas. Hijos, obedezcan a sus padres en todo,
que eso le gusta al Señor.
Padres, no exasperen a sus
hijos, no sea que pierdan los ánimos.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 41-52
Los
padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando
Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando
terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo
supieran sus padres.
Éstos,
creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a
buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a
Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en
medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le
oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al
verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has
tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.».
Él
les contestó: «¿Por qué me buscaban?. ¿No saben que yo debía estar en la casa de
mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos
a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su
corazón.
Y
Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los
hombres.
COMENTARIO
Cuarto misterio gozoso del
santo rosario: María, madre la que obedece. ¡Cinco veces evoca Lucas la ley!. Cuando llegó el día fijado por la ley, los
padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén.
Lo llevaron, y el anciano Simeón lo tomó en brazos. Con un niño de
cuarenta días se hace lo que se quiere: la encarnación llegó hasta eso. Lo
inaudito de navidad se diluye en lo más ordinario. A veces soñamos con salir de
nuestra vida modesta para vivir algo extraordinario, y esta escena nos presenta
a una joven pareja de obreros que obedecen de la manera más simple la ley.
Hay
que decirlo que con estas tres personas humildes de corazones extraordinarios
se empieza a vivir una aventura extraordinaria: la salvación del mundo.
Ante
la sagrada familia podemos pensar en nuestra propia existencia familiar con un
poco más de calor; depende menos de nuestra situación y de los que de nuestro
propio corazón.
Ellos
obedecen.
La
fiesta de hoy celebra la obediencia. María y José obedecen a la ley para
comulgar con Dios. Nosotros hoy hacemos muchos remilgos cuando se trata de
obedecer o de forma a los hijos en la obediencia. ¿Qué es lo que harán mañana
si no saben escuchar a Dios y escuchar a los jefes en cualquier trabajo y en
cualquier grupo?.
Desde
luego, hay momentos en que hay que saber decir que no, pero nuestra vida está
tejida de ordinario por esos que pueden ser tan sencillos y tan felices como
los síes de María y de José.
La
obediencia de ellos los llevara hasta aceptar la profecía de Simeón: Tu hijo va
a dividir. Muchos judíos esperaban una salvación global, un poco mecánica, en
la que todo el pueblo quedaría a salvo. No es ésa la salvación que viene a
traer Jesús; cada uno tendrá que decidirse, será una
salvación en contra: esto es lo que desgarrará el
corazón de María. Habrá otra espada: el horrible sufrimiento que la atormentara
al pie de la cruz. Sin embargo, ella estará en pie, fuerte. Es un coraje que
todos los padres pueden decirle a María, madre, que les ayude a vivir en los
momentos terribles.
Una
sola frase lanza ahora el proyecto sobre la vida de Jesús hasta los doce años,
cuando volveremos a encontrarlo en el templo: El niño iba creciendo y
robusteciéndose y adelantaba en saber; y el favor de Dios lo acompañaba. En la
casita de Nazaret va creciendo entre la cocina de la madre y el taller del
padre. De nuevo el misterio de lo inaudito en la más total simplicidad oculta y
silenciosa. Pero si lo comparamos con los que dice Lucas sobre la infancia de
Juan bautista, vemos todo el abismo. También Juan crecía y la a mano de Dios estaba
sobre él. Jesús crecía en sabiduría: una expresión para señalar su vínculo con
el Espíritu: Jesús es sabiduría. Y más que la mano del Señor, sobre él está
toda la gracia, todo el favor del Padre. Que esto no nos mueva a rechazar más o
manos conscientemente el misterio y la ley de la encarnación: como todas las
madres, María tiene que enseñarle muchas cosas a su pequeño. Seguramente más
con su comportamiento que con sus palabras, porque María es una madre
silenciosa y eficaz. Más tarde, el hombre de treinta años que nos llenará de
admiración mostrará unos sentimientos y unos gestos que le vienen de su madre.
Pensando en ello es como los padres y las madres de hoy le pedirán a María,
madre, que les dé esa finura de amor por la que sepan despertar en sus hijos
todo lo que en ellos duerme de personal y de ilusión del mañana.
PLEGARIA UNIVERSAL
Al celebrar hoy la fiesta de la Sagrada Familia oremos a Dios nuestro
Padre y pidámosle para que los diversos pueblos del mundo, llamados a ser una
única familia de hermanos, aprendan a vivir en la concordia y en la paz.
Digamos juntos: Te rogamos, óyenos.
1.- Para que el Padre, reciba nuestra acción de gracias por habernos
dado a su Hijo, que haciendo parte de la familia humana, nos abrió el camino
para llegar a ser como el hijos de Dios. Oremos con fe.
2.- Para que la presencia de Jesús, Hijo del Padre que se hizo nuestro
hermano, reavive en todos los hombres y mujeres del mundo, la conciencia de ser
una fraternidad universal, y nos haga solidarios los unos con los otros. Oremos
con amor.
3.- Para que, siguiendo el ejemplo de la Familia de Nazareth nuestras
familias sostenidas por la fe en Jesús, puedan ser la escucha donde las nuevas
generaciones aprendan el amor sincero, el respeto por la vida y la aceptación
de la diversidad y de la fragilidad del otro. Oremos con esperanza.
4.- Para que las familias que padecen a causa de la pobreza, la
desunión, el maltrato, el odio y las separaciones; encuentren y acepten una voz
amiga que les ayude a superar sus dificultades, en el dialogo y la
reconciliación. Oremos con esperanza.
5.- Para que los niños que viven
abandonados y no reciben amor de nadie, encuentren quienes los acojan y ayuden
a crecer con dignidad. Oremos con amor.
6.- Para que la Familia de Nazareth nos anime a vivir en la comunión y
en el amor y bendiga a los esposos que celebra este año sus bodas de plata o de
oro. Oremos
con alegría.
Mira, Señor, a la Familia de Nazareth escucha nuestras oraciones y haz
que viviendo como hijos tuyos y hermanos de todos los hombres, promovamos en
nuestra sociedad la construcción de tu Reino. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Al ofrecerte, Señor, este sacrificio de expiación, te suplicamos, por
inte4rcesion de la Virgen de Dios y de San José, que guardes a nuestras
familias en tu gracia y en tu paz. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Padre misericordioso, concede a
cuantos has renovado con estos divinos sacramentos, imitar fielmente los
ejemplos de la Sagrada Familia, para que, después de las tristezas de esta
vida, podamos gozar de su eterna compañía en el cielo. Por Jesucristo nuestro
Señor.
PALABRA
DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 31: 1Jn 2,
18-21; Sal 95; Jn 1, 1-18.
Martes 01: 1Jn
6,22-27; Sal 66; Gl. 4, 4-9; Lc2,16-21
Miércoles 02: 1Jn.
2,22-28; Sal 97; Jn 1,19-28.
Jueves 03: 1Jn
2,29;3,1-6; Sal 97; Jn 1,29-34
Viernes 04: 1Jn 3,
7-10; Sal 97; Jn 1,35-42
Sábado 05: 1Jn
3,11-21; Sal 99; Jn 1,43-51
Domingo 06: Is 60, 1-6; Sal 71; Ef 3, 2-3a. 5-6; Mt 2,
1-12.
Lc 2, 22-40
VV. 39-40:
La lección de estos vv. sobre la vida oculta de Jesús es muy importante.
Aun cuando sea Dios, Jesús sigue las leyes naturales del crecimiento
humano, tanto en el plano físico como en el de la sabiduría y del
conocimiento. Pasando por la infancia, la pubertad, la adolescencia, vive
su misión en una extraordinaria kenosis. Aun siendo Hijo de Dios, como lo
es, acepta el no conocer sino progresivamente la orientación de su vida y el no
descubrir la voluntad de su Padre sino a través del plano de relación y
de educación que le ofrece un medio familiar y pueblerino determinado, de
donde "no podía salir nada bueno" (Jn 1, 46). Ha juzgado de las
cosas y de las personas conforme a las formas habituales de una inteligencia
en formación; ha renunciado a conocer lo que un hombre medio no puede llegar a
conocer (Mt/24/36); ha realizado su fidelidad al Padre exclusivamente a
través de una fidelidad absoluta a su condición humana, frágil y
limitada. Pero a través de su conciencia de niño, todavía balbuciente, y
hasta su conciencia de mortal, absolutamente asustada, Jesús ha inscrito
realmente en su vida de hombre la Palabra del Padre, y, por primera vez, se
ha establecido una adecuación todo lo total que es posible entre una
voluntad de hombre y la voluntad de Dios.
MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA
MAROVA MADRID 1969.Pág. 217
2.- Así como para la figura de Juan Lc hace verdadero hincapié en la
circuncisión e imposición del nombre (1, 57-56), para Jesús se hace más
fuerza en la pobreza del nacimiento y en el hecho de la presentación
según la ley. Nos encontramos en este relato con la figura de un niño
indefenso e inconsciente, abandonado en manos de sus padres, que lo traen y lo
llevan presentándolo a Dios (2, 22. 27) y sometiéndolo al cumplimiento de
la ley (2, 23. 24). Este Jesús que tan pronto ha comenzado a aceptar las
instituciones familiares y sociales, será el mismo que relativizará la
familia y la sociedad en función del reino (cf Mc. 3, 35). Simeón da al niño
una caracterización basándose en títulos del II Isaías: "salvación
de Dios" (cf Is 40,5), "luz para alumbrar a las naciones"
(cf Is 42, 6), "gloria de Israel" (cf Is 46,13).
Siguiendo el contexto isaiano diremos que tenemos aquí el primer anuncio
del universalismo de la misión de Jesús. A ese ancho marco que es el
mundo y la vida toda supeditará Jesús toda institución, aun la más
querida: la familia. Sin embargo, es en ella donde él fue encontrando el
camino de su encarnación concreta.
Jesús será un signo de contradicción (cf Is 65,2). Jesús es un salvador
para todos. Pero por un desconocido misterio del mal y del duro corazón
del hombre, lo que estaba destinado a la salvación se ha convertido para
algunos en mensaje de muerte.
Este será el trasfondo de toda la tragedia de Jesús. Esto es lo que a él
mismo le costaba entender (Lc 4,16s). Cuando el creyente vive su mensaje
en una intensidad fuerte, puede hacer surgir la contradicción hasta en el
seno de su propia familia. En esos momentos de incertidumbre es donde se
calibra y mide la actitud que uno tiene ante el reino. Es preciso optar
con decisión.
Jesús comienza un proceso de acercamiento a Dios que ya no se extinguirá
hasta la consumación de la resurrección. Este crecer de Jesús es la obra
del Padre en el amor del Hijo. Nuestro esfuerzo, cualquier trabajo
pequeño o grande de nuestra vida, debe encaminarse a la construcción en
nosotros de esta vida de cara a Dios. Jesús fue haciendo este camino,
como primera etapa, en el seno de una sencilla familia de pueblo.
EUCARISTÍA 1978/61
3.- Entre la inmensa muchedumbre que ha acudido al templo, Jesús pasa
inadvertido. Los sacerdotes, demasiado ocupados con los ritos que deben
realizar, no advierten nada especial. María y José se confunden con la
gente de tal manera que Dios puede acudir de incógnito a la cita. Pero un
anciano y una anciana esperan discretamente en oración: esperan al
Mesías, y esperan con la paciencia infinita de las personas ancianas, a las
que nada puede desanimar. Por eso sus ojos medio cerrados reconocieron al
Señor. Salieron a su encuentro.
Siempre que Cristo acude a un encuentro, a una cita con nosotros, lo
hace sin estruendo. Hoy acude pequeñín, como un recién nacido.
Mañana acudirá discreto, como un amigo que llama a la puerta. Al
atardecer, mendigará nuestra mirada, cuando lo expongan desnudo en una
cruz. Y una vez resucitado, viene de nuevo, se aparece, pero nuestras
manos no pueden retenerlo: apenas lo hemos reconocido, y ya ha
desaparecido.
DIOS CADA DIA
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL
ADVIENTO-NAVIDAD Y SANTORAL
SAL TERRAE/SANTANDER 1989.Pág. 90
4. /Lc/02/36-40 J/KENOSIS
Vida oculta de Cristo en Nazareth. La lección de estos dos versículos es
importante: por muy Dios que sea, Cristo sigue las leyes naturales del
crecimiento humano, tanto en el plano físico como en el plano de la
sabiduría. Con la aceptación de comenzar su vida de hombre por el
nacimiento, la infancia, la pubertad, la adolescencia, Cristo ha aceptado
su misión divina en una Kenosis extraordinaria. Aceptando ese género de
crecimiento, ha aceptado el no conocer sino progresivamente la
orientación de su vida, las circunstancias de que estará tejida. Ha
aceptado el no conocer la voluntad de su Padre, sino a través del medio
familiar "de donde no podía salir nada bueno" (Jn 1, 46), los mil y
un acontecimientos de la vida (Mt 26, 42). Y sobre las cosas y los
hombres no ha aplicado más que los juicios habituales de una inteligencia
en desarrollo. Se ha negado a conocer lo que un hombre medio no puede conocer
(Mt 24, 36). Ha aceptado el no realizar su fidelidad al Padre, sino a
través de una fidelidad absoluta a la fragilidad y a las limitaciones de la
condición humana.
MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA I
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA I
MAROVA MADRID 1969.Pág. 247
5.- El evangelio de la infancia de san Lucas (cap 1-2) comenzaba con la
escena del anciano Zacarías en el templo (1, 5-22). Desde el templo,
lugar de la presencia de Dios en medio de los suyos, se ha escuchado la
palabra que dirige la historia hacia su meta (anunciación de Juan). Hacia
el templo, lugar de plenitud del pueblo de Israel, se ha dirigido la historia
de la infancia. De la infancia de Jesús en ese templo trata nuestro texto
(2, 22-38). Sus elementos fundamentales son los siguientes: a) Presentación
(2,22-24); b)revelación de Simeón (2, 25-35); c) testimonio de Ana (2,
36-38) y d) vuelta a Nazaret (2, 39-40).
En el fondo de la escena de la presentación (2, 22-24) está la vieja ley
judía según la cual todo primogénito es sagrado y, por lo tanto, ha de
entregarse a Dios o ser sacrificado. Como el sacrificio humano estaba
prohibido, la ley obligaba a realizar un cambio de manera que, en lugar
del niño, se ofreciera un animal puro (cordero, palomas) (cfr. Ex 13 y Lev
12). Parece probable que al redactar la escena Lucas esté pensando que
Jesús, primogénito de María, es primogénito de Dios. Por eso, junto a la
sustitución del sacrificio (se ofrecen dos palomas) se resalta el hecho
de que Jesús ha sido "presentado al Señor", es decir, ofrecido
solemnemente al Padre. El sentido de esta ofrenda se comprenderá solamente a la
luz de la escena del calvario, donde Jesús ya no podrá ser sustituido y
morirá como el auténtico primogénito que se entrega al Padre para
salvación de los hombres. Unido a todo esto Lucas ha citado sin
entenderlo un dato de la vieja ley judía: la purificación de la mujer que
ha dado a luz (cfr Lev 12). Para Israel, la mujer que daba a luz quedaba
manchada y por eso tenía que realizar un rito de purificación antes de
incorporarse a la vida externa de su pueblo. De esta concepción, de la
que extrañamente han quedado vestigios en nuestro pueblo hasta tiempos
muy recientes, parece que Lucas no ha tenido ya una idea clara; por eso
en el texto original ha escrito "cuando llegó el tiempo de la purificación
de ellos", refiriéndose también a José y a Jesús. La tradición
litúrgica ha corregido el texto original de Lucas, refiriéndose sólo a la
purificación de María, ajustándose de esa manera a la vieja ley judía.
El centro de nuestro pasaje lo constituye la revelación de Simeón (2,
25-35). Jesús ha sido ofrecido al Padre; el Padre responde enviando la
fuerza de su Espíritu al anciano Simeón, que profetiza (2, 29-32.34-35).
En sus palabras se descubre que el antiguo israel de la esperanza puede
descansar tranquilo; su historia (representada en Simeón) no acaba en
vano: ha visto al salvador y sabe que su meta es ahora el triunfo de la vida.
En esa vida encuentran su sentido todos los que esperan porque Jesús no
es sólo gloria del pueblo israelita, es el principio de luz y salvación
para las gentes.
Tomadas en sí mismas, las palabras del himno del anciano (2. 29-32) son
hermosas, sentimentalmente emotivas. Sin embargo, miradas en su hondura,
son reflejo de un dolor y de una lucha. Por eso culminan en el destino de
sufrimiento de María (2, 34-35).Desde el principio de su actividad, María
aparece como signo de la Iglesia, que llevando en sí toda la gracia
salvadora de Jesús se ha convertido en señal de división y enfrentamiento. La
subida de Jesús al templo ha comenzado con un signo de sacrificio (2,
22-24); con signo de sacrificio continúan las palabras reveladoras de
Simeón. Desde este comienzo de Jesús como signo de contradicción para
Israel (u origen de dolor para María) se abre un arco de vida y
experiencia que culminará sobre el Calvario y se extenderá después hacia la
Iglesia. Todo el que escucha las palabras de consuelo en que Jesús se
muestra como luz y como gloria (2, 29-32) tienen que seguir hacia
adelante y aceptarle en el camino de dureza, decisión y muerte; en ese
caminar no irá jamás en solitario, le acompaña la fe y el sufrimiento de
María.
Con las palabras de alabanza de Ana, que presenta a Jesús como redentor
de Jerusalén (2, 36-38) y con la anotación de que crecía en Nazaret lleno
de gracia (2, 39-40) se ha cerrado nuestro texto.
COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1242 ss.
6.- En el fondo de la escena de la presentación está la vieja ley judía
según la cual todo primogénito es sagrado -sea hombre o animal- es
sagrado, pertenece a Dios, y por lo tanto ha de entregarse a Dios o ser
sacrificado. Como el sacrificio humano estaba prohibido, la Ley obligaba
a realizar un cambio de manera que en lugar del niño se ofreciera un
animal puro.
Se resalta el hecho de que Jesús ha sido "presentado al
Señor", es decir, ofrecido solemnemente al Padre. El sentido de esta
ofrenda se comprenderá solamente a la luz de la escena del calvario,
donde Jesús ya no podrá ser sustituido y morirá como el auténtico
primogénito que se entrega al Padre para salvación de los hombres.
Jesús ha sido ofrecido al Padre y el Padre responde enviando la fuerza
de su Espíritu al anciano Simeón, que profetiza. En sus palabras se
descubre que el antiguo Israel de la esperanza puede descansar
tranquillo; su historia -representada en Simeón- no acaba en vano, ha
visto al Salvador y sabe que su meta es ahora el triunfo de la vida. En esa
vida encuentran su sentido todos los que esperan, porque Jesús no es sólo
gloria del pueblo israelita, es luz y salvación para todos los hombres.
Estas palabras del himno del anciano Simeón son hermosas,
sentimentalmente emotivas. Sin embargo, miradas en su hondura, son
reflejo de un dolor y de una lucha. Por eso culminan en el destino de
sufrimiento de María.
Desde el principio de su actividad, María aparece como signo de la
iglesia, que llevando en sí toda la gracia salvadora de Jesús se ha
convertido en señal de división y enfrentamiento.
La sabida de Jesús al templo ha comenzado con un signo de sacrificio
(22-24), con signo de sacrificio continúan las palabras reveladoras de
Simeón.
Desde este comienzo de Jesús como signo de contradicción para Israel (u
origen de dolor para María) se abre un arco de vida y experiencia que
culminará sobre el calvario y se extendería después hacia la Iglesia.
Todo el que escuche las palabras de consuelo en que Jesús se muestra
como luz y como gloria (29-32) tiene que seguir hacia adelante y
aceptarle en el camino de dureza, pasión y muerte.
En ese camino no irá jamás en solitario, le acompaña la fe y el
sufrimiento de María.
7.- El niño crecía. El evangelio de la infancia pertenece al género
midrásico, lectura en profundidad de la Escritura para detectar su
sentido pleno. Cualquier acontecimiento incorporado a la historia de la
salvación da a la revelación un aspecto nuevo, porque la biblia no es un
acontecimiento momificado.
Jesús es la esperanza de Israel, que se ve colmada solemnemente en el
episodio de la presentación en el templo. Simeón lo entiende así y puede
morir satisfecho. Otros lo verán de distinta manera: unos para aceptar la
piedra angular y otros para tropezar en ella. Semejante en todo a nosotros,
Jesús se somete a la ley. Moisés dejó ordenado consagrar al Señor todo
primogénito varón. La presentación en el templo era sólo una costumbre
tardía después de la vuelta del cautiverio. Y se prescribía una ofrenda,
cordero o paloma, que los padres de Jesús cumplen según las posibilidades
de los pobres. La purificación causa extrañeza tratándose de María, pero
era un rito más que quisieron cumplir según la costumbre. José y María
saben bien que el niño pertenece a Dios.
GUILLERMO GUTIERREZ
PALABRAS PARA EL CAMINO
NUEVAS HOMILIAS/B
EDIT. VERBO DIVIN0 ESTELLA 1987.págs. 29 s.
8. LA PROFECÍA DE SIMEÓN.
J/SIGNO-DE-DIVISION: Cuando José y María presentaron al niño en el templo de
Jerusalén, Simeón les bendijo y luego, bajo el impulso del espíritu profético,
se dirigió a la Virgen con estas breves palabras: ''Este niño está
destinado para ser caída y resurgimiento de muchos en Israel, será signo
de contradicción, para que sean descubiertos los pensamientos de muchos
corazones. Y una espada traspasará tu alma" (Lc 2,34-35). La
realidad es que Jesús no fue un conformista dispuesto a darles la razón a
todos, sus palabras y sus gestos obligaban a opciones concretas. en favor
o en contra de él: "Quien no está conmigo está contra mí, y el que
no recoge conmigo desparrama" (LC 11,23).
a) Otras voces del NT sobre Jesús como signo de división. Antes de
entrar en un examen inmediato de la profecía de Simeón, escuchemos
algunos otros ecos de la tradición neotestamentaria acordes con LC 2,3435
a la hora de presentar a Jesús como uno que provoca la disensión que
suscita la adhesión o la repulsa.
Pedro advierte que a Cristo se le podía aplicar lo que decía /Is/08/14: "Él (el Señor de los ejércitos) será
una piedra de tropiezo, una roca de escándalo para las dos casas de
Israel, un lazo y una trampa para los habitantes de Jerusalén" (cf I Pe
2,6-8; cf también ICor 1,23-24).
Mateo pone estas palabras en labios de Jesús: "No penséis que vine
a traer paz sobre la tierra; no vine a traer paz, sino espada. Porque
vine a separar al hombre de su padre, a la hija de su madre, a la nuera
de su suegra. Enemigos del hombre, los de su casa" (/Mt/10/34-36).
La predicación de Cristo —señala Juan en tres ocasiones (Jn 7,43; 9,16;
10,19)— era motivo de cisma entre la gente, ya que daba lugar a pareceres
discordes sobre su persona. El mismo Jesús (según Jn 9,39) lo reconoce
sin medias tintas, cuando afirma: "Yo vine a este mundo para un
juicio: para que los que no ven vean y los que ven se queden
ciegos". El elemento discriminante de este juicio es Cristo-luz, es
su palabra que revela al Padre (Jn 12,44-50). Esa palabra escudriña los
corazones: "En efecto, quien obra mal odia la luz y no va a la luz,
para que no se descubran sus obras. Pero el que obra la verdad va a la luz,
para que se vean sus obras, que están hechas en Dios" (Jn 3,20-21).
El autor de la carta a los Hebreos (12,3) define la muerte de Jesús como
una contradicción que los pecadores arrojaron contra él. Israel —comenta
Pablo citando a Is 65,2— fue "un pueblo desobediente y rebelde"
( Rom 10,21: antilégonta). Del conjunto de estas citas se deduce que la
tradición evangélica junto con la petrina y la paulina, aun con la
diferencia de los términos empleados, está sustancialmente de acuerdo. El
evangelio de Jesús, como soplo acariciador e impetuoso al mismo tiempo, sacude
al hombre desde dentro, lo provoca a una actitud. ¡Sí, la fe es una
inquietud saludable! Lc 2,34-35 recoge el tema que hemos esbozado en esta
rápida panorámica sobre el NT. Lo acoge, anticipándolo en la infancia de
Jesús, como si se tratara de un presagio que tendrá la contrapartida en
su ministerio público y en el de la iglesia apostólica.
SIMEÓN/ORÁCULO: El oráculo de Simeón, el santo anciano del templo, tiene
dos aspectos: uno se refiere al pueblo de Israel y el otro a María.
Veámoslo más en concreto.
b) Israel frente a Cristo. Respecto a todos los miembros del pueblo
elegido (tal es el sentido de muchos en el v. 34, según las normas de la
filología), Jesús está destinado a ser causa de "caída y
resurgimiento". Con este binomio antitético, Simeón profetiza cuál será
el éxito en conjunto de la misión de Jesús. Para quienes lo rechacen, es
decir, para los que crean que están en pie fiándose de sus propias
seguridades (cf Lc 14,9), él será piedra de tropiezo; pensemos, por ejemplo,
en los escribas y fariseos, orgullosos de su ciencia (Lc 11,52-54); en el
fariseo de la parábola (Lc 14,9-13.14b), en los invitados a la boda que
declinan la invitación por tener otros intereses (Lc 14,16-21ab.24)... Por el
contrario, Cristo será ocasión de salvación para cuantos se encuentran en
un estado de miseria, de pecado, pero acogen su palabra; pensemos en el
publicano (Lc 14,13-14), en Zaqueo (Lc 19,2-10), en los pobres, los
cojos, los ciegos y los lisiados que sustituyen a los que fueron invitados
primero a la boda (Lc 14,21-23)... Así pues, además de la acogida, Jesús
conocerá la amargura y la tragedia del rechazo, será un "signo de
contradicción", dice el anciano profeta.
Signo, en primer lugar: en efecto, en su persona Dios se hace manifiesto
y cercano a su pueblo (cf Lc 1,68; 7,16), especialmente en la gran
revelación pascual: "Como Jonás fue un signo para los ninivitas, así
el Hijo del hombre lo será para esta generación" (Lc 11,30). Pero de
contradicción; es decir, objeto de repulsa por parte de Jerusalén y del
judaísmo oficial, que no reconoció los tiempos de la visita de Dios (cf
Lc 19,44b-47; 29,9-18...). Se trata, por consiguiente, de un sendero
lleno de espinas el que se perfila para Jesús. "Para que sean
descubiertos los pensamientos de muchos corazones", añade Simeón (v.
35). La presencia de Cristo tendrá este efecto: revelar cuáles son las
esperanzas de todos respecto a él: quién lo acoge y quién lo rechaza. El
término pensamientos (gr. dialoguismói) es todavía genérico, sin ninguna
cualificación positiva ni negativa. Se necesita un adjetivo, o bien el
contexto, para determinar si se trata de intenciones rectas o condenables (cf
Lc 1,29 [dieloguízeto]; 5,22; 6,8; 9,46.47; 24,38; además, Mc 7,21, Mt
15,19; Sant 2,4...). En Lc 2,35 el sustantivo mencionado parece tener una
función bivalente; es decir, designa las diversas actitudes, favorables u
hostiles, frente a Cristo. Nos relacionamos entonces con el v. 34, en
donde se dice que Jesús es motivo tanto de caída como de resurgimiento.
En versión eclesial, Lucas elabora además los mismos enunciados en el
libro de los Hechos, donde entra en escena una iglesia que experimenta la
contradicción que había padecido antes su Señor. En Iconio, por ejemplo,
después de la predicación de Pablo y de Bernabé apoyada en signos y en
prodigios (He 14,1-13), "la población de la ciudad se dividió: unos
estaban con los judíos y otros con los apóstoles" (v. 4). Y hacia el final
del libro Lucas hace decir a los judíos convocados por Pablo:
"Sabemos que esta secta (= cristianismo) encuentra oposición en
todas partes (28,22: pantajou antiléguetai).
c) El alma de María traspasada por una espada. La persona y el mensaje
de Jesús lleva a cabo un discernimiento dentro de Israel. Pero todo lo
que ocurre en Israel como pueblo tiene una repercusión en María como
persona: "... También a ti una espada te atravesará el alma" (Lc
2,35a).
Lo mismo que en el Magnificat, se observaba un paso de lo individual
(María: Lc 1,46-49) a lo colectivo (Israel: Lc 1,54), así aquí se da una
alternancia entre una comunidad (Israel) y una persona individual
(María). Esto basta para concluir que también en este paso Lucas asocia a
María a su pueblo; ella es hija de Sión.
ESPADA/PD: Nos
queda por preguntarnos ahora cuál es el significado más pertinente del
término espada. Recorriendo la literatura judeo-bíblica, se ve que la
espada es uno de los símbolos más frecuentes para designar la palabra de
Dios. En el AT tenemos dos casos (Is 49,2 y Sab 18,15) Este mismo tipo de simbolismo
aparece con frecuencia en los comentarios judíos a los textos bíblicos. También
el NT, en siete ocasiones, recurre a este lenguaje: la palabra de Dios,
que se identifica ahora con la palabra de Jesús, es comparada con una espada
cortante de doble filo. Las referencias más abundantes nos las ofrece el
Apocalipsis (1,16: "De su boca salía una espada aguda de dos
filos": 2,12.16 19,15.21). Está asimismo la carta a los Efesios
(/Ef/06/17: "Tomad también... Ia espada del Espíritu, que es la palabra
de Dios"). Hay que dedicar una especial atención a la carta a los
Hebreos (/Hb/04/12): "La palabra de Dios es viva y
eficaz; ella penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las
articulaciones y de la médula, y es capaz de distinguir los sentimientos
y pensamientos del corazón".
Se notará fácilmente la gran analogía que hay entre Lc 2,35 y Heb 4,12.
En ambos trozos se habla de espada que "penetra en el alma" y
"revela-escudriña los pensamientos del corazón". Esta relación
no se le escapó, por ejemplo, a san Ambrosio. Una vez asentada esta
ecuación simbólica espada = palabra de Dios, se asoma la hipótesis de que
la espada a la que alude Simeón es figura de la palabra de Dios, tal como
se expresa en la enseñanza de Jesús.
Efectivamente, esta descodificación del símbolo espada se armoniza muy
bien con el contexto anterior. Poco antes, Simeón había celebrado a Jesús
como luz de las gentes y gloria de Israel (v. 32). Sus palabras hacen eco
a los poemas del Siervo de Yavé (Is 42,6; 49,6). Pues bien, precisamente
uno de esos poemas (49,2) presenta al Siervo de Yahvé como un profeta de
cuya boca Dios ha hecho una espada afilada. La imagen, como hemos visto,
fue recogida varias veces en relación con Cristo en el Apocalipsis ( I,16;
2,12.16; 19, 15.21). Pero también Simeón, al preconizar en Jesús al
Siervo de Yavé por excelencia, parece decir que su palabra es semejante a
una espada.
M/PD/SUFRIMIENTO: Escogiendo esta orientación exegética (que, lejos de excluir a las
demás, puede perfectamente integrarlas), la imagen de María seria la de
una creyente que, lo mismo que todo Israel, su pueblo, tendrá que
enfrentarse con la palabra del Hijo, simbolizada místicamente en la
espada. Su alma se verá profundamente penetrada por ella. Efectivamente,
siempre en el tercer evangelio vemos que ella acogía y guardaba los acontecimientos
y las palabras de Jesús (Lc 2,19.51b; cf 8,19-21 y 11.27-28). Con una actitud
sapiencial se esforzaba en sondear su alcance, incluso cuando le procuraban sufrimientos
y no llegaba a comprender todo su sentido (Lc 2,48-51b).
Así pues, María hizo que sus pensamientos se aclarasen y se juzgasen a
la luz de aquella palabra y se conformó a ella con un crecimiento
constante. Esto suponía para ella gozo y dolor. (Gozo, al ver los frutos
copiosos que la semilla de la palabra evangélica producía en ella misma y
en cuantos la acogían con un corazón "bueno y perfecto" (cf Lc
8,15). Dolor, cuando buscaba angustiada a Jesús en Jerusalén y no comprendió su respuesta:
"¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que tengo que estar en la casa de mi Padre?
Y ellos no comprendieron sus palabras" (Lc 2,49-50). Conservando en su
corazón el enigma de esa frase, ella "avanzó en la peregrinación de
la fe" (LG 58), no sin pruebas ni oscuridades. Pero el colmo de la
aflicción inundó su espíritu cuando vio a su Hijo rechazado y
crucificado. Obedecer a la voluntad del Padre (¡ella, la madre del
ajusticiado!), permanecer fiel a las palabras del Hijo sobre todo en
aquel momento de tiniebla (cf Redemptoris Mater 18): he aquí el punto
crucial de la transfixión que esta palabra produjo en las fibras de
María.
Según esta exégesis, no sería lógico restringir solamente a la compasión
de la Virgen al pie de la cruz la profecía de Simeón. Abarca más bien todo
el arco de su misión de madre del Redentor y especialmente el drama del
Calvario. ¿No decía acaso Jesús: "Si alguno quiere venir en pos de
mi, niéguese a si mismo, tome su cruz de cada día y sigan" (Lc
9,23)?.
CONCLUSIÓN. M/ABRAHAN: Abrahán, nuestro
padre en la fe, "obedeciendo la llamada divina, partió para un país
que recibiría en posesión, y partió sin saber a dónde iba" (
/Hb/11/08). María, madre de los creyentes (cf Jn 19,2627a), aceptó que su vida
se plantease según la palabra del Señor que le había sido revelada por el
ángel (Lc 1,38). Con su fiat se dispuso a salir de si misma para seguir
los caminos de Dios, que "es más grande que nuestra conciencia y lo
sabe todo" (1Jn 3,20). La Virgen llevaba a su Hijo en los brazos,
pero no se negaba a dejarse conducir por el Hijo por un camino incierto y
difícil; también para ella se hizo realmente ejemplar la frase de Jesús:
"El que pierda su propia vida por mi, la salvará" (Lc 9,24; cf
Mc 8,35; Mt 16,25; Jn 12,25). Contemplada en esta dimensión, María,
además de madre, es hermana nuestra a la hora de compartir la gozosa fatiga
de creer.
A.- SERRA
DICC-DE-MARIOLOGIA. Págs. 335-339
MARIA, ENSÉÑANOS A MEDITAR.
Celebramos en
este domingo a la Sagrada Familia y el evangelio traza aquí un retrato de María
que la convierte en nuestra maestra espiritual: “Su madre conservaba todos
estos sucesos en su memoria y los meditaba en su corazón”. Es la fe en una
tarea de profundización. Nadie podría ahondar tan dentro como María, nadie
tendrá que vivir unas cosas tan maravillosas. Ella era judía, educada
al estilo judío. Convertirse en madre del Mesías fue algo que la deslumbró y la
colmó; todas las jóvenes judías soñaban con ello. El primer acontecimiento
desconcertante fue aquella concepción virginal tan extraña: “¡No conozco
varón!”. Y a continuación se muestra deseosa de saber la verdad, no ya
aplastada por la verdad, sino con ansia de preguntar: ¿Cómo voy a ser madre?.
El Espíritu vendrá sobre ti.
Empezaba
así a meditar. María emprendía un camino de cuestiones cada vez más acuciantes.
Ella, la judía, tendrá que ir aceptando poco a poco la idea de que el Dios
único tiene un Hijo, ¡Y que ese Hijo es Jesús!. Tuvo que ir haciéndose a la
idea de que el Mesías glorioso era aquel niño que vivía en una humilde aldea y
en una familia de obreros. Como todos los niños. Después de cierta agitación en
el nacimiento, la inmersión en el silencio de una vida vulgar.
Vino
luego el episodio de los doce años de Jesús. Su independencia tan poco habitual
y su respuesta insolente si no hubiera encerrado un gran misterio: “¿Por qué me
buscaban? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?”. No, no lo
sabían, se atreve a decir Lucas; “No lo comprendieron”. Se dice a veces de una
persona que se ve desbordaba por los acontecimiento. María se vio desbordaba. Pero siguió siendo
profundamente receptiva: “guardaba todo aquello en su corazón”. Medita recoge
los hechos, las palabras, las luces. En adelante, los hechos y las palabras de
su hijo extraño -¡extranjero!- lejos de cerrarla ante lo inaccesible, la irán
abriendo y levantando cada vez un poco más hacia el misterio: “¿Quién eres tú,
tú que eres mi hijo?”.
Jesús ve esta triple
tarea de apertura de meditación y de adaptación. Cuando una mujer,
superficialmente emocionada, le grita “¡Dichoso el vientre que te llevó y los
pechos que te criaron!”, le respondió con una invitación a una profundidad
mayor: “Mejor: ¡Dichosos los que escuchan el mensaje de Dios y lo cumplen!”.
(Lc. 11, 27-28).
¿Por
qué no acudimos a esta escuela de la fe? No sólo hacia un modelo de alma
contemplativa, sino hacia una madre que se siente tan feliz de ayudarnos a que
nos adaptemos también nosotros al misterio. La fe cristiana no es fácil; lo
vemos al oír a quienes la abandonan y al palpar nuestra propia mediocridad. No
basta con haber escuchado vagamente unas palabras; hay que recibir con avidez
las palabras y los acontecimientos para progresar luego hacia todo el misterio
de Jesús a fuerza de meditaciones. Como aquella que fue la primera en recorrer
todo el camino. Y que puede guiarnos a nosotros.