DIOS QUIERE SALVAR
A TODOS LOS HOMBRES
ORACION COLECTA
Dios todopoderoso rico en misericordia, no
permitas que cuando salimos animosos al encuentro de tu Hijo, lo impidan los
afanes terrenales, para que aprendiendo la sabiduría celestial, podamos
participar plenamente de su vida. Por Nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Baruc 5, 1-9
Jerusalén, despójate de tu
vestido de luto y aflicción y vístete las galas perpetuas de la gloria que Dios
te da, envuélvete en el manto de la justicia de Dios y ponte en la cabeza la
diadema de la gloria del Eterno, porque Dios mostrará tu esplendor a cuantos
viven bajo el cielo.
Dios te dará un nombre para
siempre: «Paz en la justicia» y «Gloria en la piedad».
Ponte en pie, Jerusalén, sube a
la altura, mira hacia el oriente y contempla a tus hijos, reunidos de oriente a
occidente a la voz del Santo, gozosos invocando a Dios.
A pie se marcharon, conducidos
por el enemigo, pero Dios te los traerá con gloria, como llevados en carroza
real.
Dios ha mandado abajarse a todos
los montes elevados y a las colinas encumbradas, ha mandado llenarse a los
barrancos hasta allanar el suelo, para que Israel camine con seguridad, guiado
por la gloria de Dios.
Ha mandado al boscaje y a los
árboles aromáticos hacer sombra a Israel.
Porque Dios guiará a Israel con
alegría a la luz de su gloria, con su justicia y su misericordia.
SALMO
RESPONSORIAL (125)
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Cuando
el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de
risas, la lengua de cantares. R.
Hasta
los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos.». El Señor ha estado
grande con nosotros, y estamos alegres. R.
Que el
Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban
con lágrimas cosechan entre cantares. R.
Al
ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus
gavillas. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los Filipenses 1, 4-6. 8-11
Hermanos: Siempre que
rezo por todos ustedes, lo hago con gran alegría.
Porque han sido
colaboradores míos en la obra del Evangelio, desde el primer día hasta hoy. Ésta
es mi convicción: que el que ha inaugurado entre ustedes una empresa buena la
llevará adelante hasta el día de Cristo Jesús.
Testigo me es Dios de lo
entrañablemente que los echo de menos, en Cristo Jesús.
Y ésta es mi oración:
que su amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para
apreciar los valores.
Así llegara al día de
Cristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia, por medio de
Cristo Jesús, a gloria y alabanza de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 3, 1-6
En
el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato
gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de
Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de
Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el
desierto.
Y
recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para
perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del
profeta Isaías: «Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor,
allanen sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que
lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de
Dios.».
COMENTARIO
Lucas es el evangelista de la historia de la
salvación, que despliega en tres grandes secuencias, como por ejemplo en este
versículo tan denso: “La ley y los profetas (Israel) llegaron hasta Juan; desde
entonces se anuncia el reinado de Dios (Jesús) y todo el mundo usa la violencia
para entrar en él (la Iglesia )”
(Lc 16, 16). Le gusta levantar grandes pórticos para que podamos
entrar solemnemente en la historia. Cuando el nacimiento de Jesús: “Por
entonces salió un decreto del emperador Augusto…” Y para los comienzos de su
vida pública, se levanta de nuevo el telón para Juan el Bautista: “El año
quince del emperador Tiberio…”.
Ha
sonado el golpe más grande de gong en la historia. Para un anuncio fabuloso:
“Todos los hombres verán la salvación de Dios”. Es lo que había proclamado ya
el anciano Simeón con mayor secreto: “Mis ojos han visto a tu salvador como luz
para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel”.
Nosotros
hemos estrechado muchas veces estos horizontes, excluyendo a los paganos,
olvidándose de las naciones. Dios es el Dios de todos los hombres, quiere la
salvación de todos. Por medio del Mesías. Los judíos de esta época aguardaban
tanto al Mesías que su corazón se puso a latir al ver a un nuevo profeta, Juan
el Bautista “¿Será él el Mesías?”. ¡Será algo más increíble!. Se necesitará todo
el evangelio y la resurrección y Pentecostés, para que los judíos tan obstinadamente monoteístas se abran a lo
inimaginable: el Mesías es Jesús y
Jesús
es Dios. Juan Bautista traza su primer retrato: “Va a venir uno más poderoso,
los bautizará en el Espíritu y en fuego”. Pero tendrán que venir los grandes
obispos teólogos de los primeros siglos, la experiencia de los santos, y sobre
todo el Espíritu para balbucear los informulables, Dios el único es Padre, Hijo
y Espíritu; y el Hijo se hizo carne, bajo César Augusto, Bajo el Emperador
Tiberio. El adviento vuelve a situarnos ante esos inmensos horizontes de la
salvación de todos los hombres a los que el Padre ha enviado su Hijo ¡Pero hay
que recibirlos!. El Bautista pide que le preparemos un camino. Las dos imágenes
del desbloqueo y del derrumbamiento pueden ayudarnos a comprender cuál ha de
ser nuestra tarea: hacer que salten las puertas demasiado cerradas y derribar
todo ese montón de piedras, esas montañas de vacilaciones y de objeciones en
las que nos hemos atrincherado. Decirle al Señor: “Entra en mi casa” exige una
previa limpieza a fondo.
¿No habré pasado demasiado
aprisa del grandioso anuncio de Juan Bautista: “Todos verán la salvación” a mis
pequeñas preocupaciones individualistas?. Quizás no sean tan pequeñas, las
anchas miradas sobre el mundo no tienen que hacernos olvidar nuestro jardín.
Decirle al Señor del Adviento: “¡Ven a salvarnos a todos!”. Será una oración de
ensueño, si no nos remitirá a lo que tiene que salvarse en cada uno.
PLEGARIA UNIVERSAL
Con gozo por la cercanía de Dios, despojémonos de cuantos nos esclaviza
y aleja de Él, pidámosle que nos ayude a preparar la llegada del Mesías
Salvador a nuestras vidas. Digamos con su Iglesia y en nombre de todos los
hombres: R.- Ven, Señor no tardes
1.- Para que en las comunidades cristianas todos podamos reconocer el
rostro que viene a nuestro encuentro brindándonos la ternura del Padre. Oremos.
2.- Para que el Señor, que viene a traernos la verdadera paz, la
derrame abundamente en todos los corazones y los pueblos que se debaten en la angustia,
el sin sentido, la guerra y la desesperación. Oremos.
3.- Para que todos los cristianos trabajemos con alegría en la
construcción de una sociedad mas solidaria y equitativa, seguros de que el
Señor, que es grande con nosotros, dará el ciento por uno a nuestros esfuerzos
y trabajos. Oremos.
4.- Para que, a cuantos no han recibido aún el mensaje del Evangelio,
se les anuncie la llegada del Señor, y descubran a Jesucristo como Dios y Señor
de sus vidas. Oremos.
5.- Para que a todos los enfermos, quienes están solos y se sienten
tristes, y los que son víctimas del vicio y del pecado, encuentren en los
cristianos la prueba del amor de Dios que les tiende una mano. Oremos.
6.- Para que quienes participamos en la celebración eucarística abranos
nuestros corazones a una sincera conversión. Oremos.
Escucha, Señor, que confiamos en ti, agranda nuestra capacidad de
entrega y amor para colaborar eficazmente en el anuncio e tu Evangelio, y para
preparar los corazones a la conversión a ti. Por Jesucristo nuestro señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Que los ruegos y ofrendas de nuestra pobreza te conmuevan, Señor, y al
vernos desvalidos y sin méritos propios, acude compasivo, en nuestra ayuda. Por
Jesucristo nuestro Señor,.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Saciados con el alimento
espiritual, te pedimos, Señor, que por la participación en este sacramento, nos
enseñes a sopesar con sabiduría los bienes de la tierra y amar intensamente los
del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 10: Is 35, 1-10; Sal 84; Lc 5, 17-26
Martes 11: Is 40, 1-11; Sal 95; Mt 18, 12-14
Miércoles 12: Eclo 24, 17-22 ( o bien: Rm 8, 28-30); Sal :
Lc 1, 46-55; Lc 1, 39-48.
Jueves 13: Is 41, 13-20; Sal 144; Mt 11, 11-15
Viernes 14: Is 458, 17-19; Sal 1; Mt 11, 16-19
Sábado 15: Eclo 48, 1-4.9-11; Sal 79; Mt 17, 10-19
Domingo 16: So 3, 14-18ª; Sal: Is 12, 2-3.4bcd, -5-6; Flp
4, 4-7; Lc 3, 10-18
COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Lc 3, 1-6
1.- Texto. Dos frases articulan el texto: vino la palabra de Dios sobre
Juan (v. 2). Juan recorrió toda la comarca del Jordán (v. 3.).
La primera frase reproduce la fórmula del Antiguo Testamento para el
llamamiento a ser profeta. Este llamamiento lo sitúa en un marco ambiental
relacionado con la historia de Roma, de Palestina y de las zonas limítrofes a
ésta. El autor no busca datar con exactitud; simplemente señala un marco
histórico internacional y no exclusivamente judío. Sitúa a su vez en el
desierto el llamamiento profético de Juan. Por el contexto de este desierto no
puede ser otro que el de Judea, es decir, toda la franja este de Judea hasta el
río Jordán, zona en la que también vivía durante este período la comunidad
esenia de Qumrán.
La segunda frase formula la actividad del profeta, caracterizándola como
proclamación de un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. La
formulación escueta y concisa puede dar lugar a equívocos. Su sentido parece
ser el siguiente: Juan proclama que el perdón del pecado por parte de Dios está
vinculado a una ablución ritual acompañada de un cambio de mentalidad y de una
reforma de vida.
Esta actividad del profeta Juan está vista a la luz del texto de Isaías
40, 3-5. Lucas interpreta la actividad de Juan como un cumplimiento de este
texto. También la comunidad esenia de Qumrán acudía a este texto de Isaías para
dar razón de su vida en el desierto como preparación del camino para el señor.
Sólo que el modo de preparar ese camino lo entendía de manera diferente a Juan.
Mientras que los esenios hacían consistir la preparación en el estudio de la
Ley y en su estricta observancia, el profeta Juan la hacía consistir en un
cambio de mentalidad y de vida expresado en el bautismo.
Es también importante reseñar que Lucas prolonga la cita de Isaías hasta
incluir la proyección universal de la salvación: Todos verán la salvación de
Dios. Mateo y Marcos, en cambio, que también citan este texto de Isaías, lo
hacen fijándose sólo en el aspecto de preparación del camino y no en el de
dimensión universal (veánse los paralelos en Mt. 3, 3 y Mc. 1, 3).
Como rasgos típicos de Lucas en este texto destacan, pues, los tres
siguientes: enmarcación dentro de la historia contemporánea, presentación de
Juan como profeta y perspectiva universal.
PROFETA/QUE-ES.Comentario. Lucas nos sitúa ante un profeta. Profeta no se es por
predecir el futuro, sino por interpretar la historia contemporánea desde la
perspectiva de Dios.
Esta interpretación rompe por fuerza con moldes, esquemas y hábitos
religiosos. Lucas nos presenta a Juan rompiendo con la comunidad religiosa de
Qumrán , en la que probablemente vivió.
El profeta arremete contra la sociedad civil sólo si ésta hace gala de
confesionalidad religiosa. Lo característico del profeta es arremeter contra la
sociedad religiosa.
Lo que el profeta pide a la sociedad religiosa es un cambio de
mentalidad y de comportamiento. Sólo a partir de un cambio así es como todos
podrán ver la salvación de Dios.
La presencia de Dios en nuestro mundo depende de la credibilidad que
ofrezca la Iglesia. Luego si decimos que Dios no se nota mucho en nuestro
mundo, habremos de concluir que la Iglesia no ofrece mucha credibilidad.
¡Habrá, pues, que cambiar de imagen, es decir, de mentalidad y de
comportamientos
Alberto Benito, Dabar 1988, 2
2.- El evangelio, en sentido estricto, comienza a partir del bautismo de
Jesús en el Jordán.
Marcos y Juan inician su relato a partir de la predicación del bautista,
delimitando así y describiendo la situación en la que Jesús aparece en Galilea
anunciando el reinado de Dios. Por su parte, Lucas, que nos habla a modo de
preludio de la infancia de Jesús, consciente de la importancia de la vida
pública de Jesús, sitúa solemnemente la predicación de Juan en el contexto de
la historia universal. De esa manera asume también el mismo criterio de los
otros evangelistas para determinar el evangelio en sentido propio.
Con la expresión, "vino la palabra", frecuente en los libros
proféticos (cf. Jr 1,2; Zac 1, 1; Miq 1, 1), se quiere destacar la soberanía de
la palabra de Dios, su fuerza y su carácter de acontecimiento. Cuando Dios
habla, hace historia. Con la venida de la palabra de Dios sobre el bautista, el
precursor, se abre al espacio en el que va a culminar la historia de salvación
de Dios en Jesucristo.
Pero la historia de la salvación, que es siempre la historia del diálogo
de Dios con su pueblo, no acontece sin la conversión de este pueblo. De ahí la
llamada que hace Juan a la penitencia. Juan predica una penitencia que es
cambio hacia el futuro de Dios, que es salida al encuentro del que viene. Lucas
ha visto en el bautista el mensajero anunciado por Malaquías (3,1), pero ha
resumido su mensaje con palabras tomadas del 2º. Isaías (4, 3-5).
Dado que el autor escribe su evangelio para los gentiles y el interés
que tiene de mostrarles su carácter universalista, a diferencia de Marcos,
amplía la cita de Isaías para decirnos que "todos verán la salvación de
Dios". Sabido es que Isaías se refiere a la manifestación salvadora de
Dios ante todo el mundo y en favor del mundo entero.
Eucaristía 1988, 57
3..- Entre los datos más seguros de la vida de Jesús se cuenta el hecho
de haber sido bautizado por Juan, predicador de penitencia que, empalmando con
los viejos profeta y enraizando en la tradición apocalíptica judía, despertaba
la inquietud y el entusiasmo mesiánico en el pueblo.
Flavio Josefo, en su libro sobre las Antigüedades judías, se refiere a
Juan y le presenta como un hombre de bien que invitaba a los judíos a ser
buenos entre sí y piadosos respecto de su Dios. Su gesto distintivo era el
bautismo, que consistía en una purificación del cuerpo, después de que el alma
había sido purificada previamente por el cumplimiento de las virtudes. Su
palabra atrajo la atención de muchos, de tal modo que Herodes, temiendo un levantamiento,
le apresó y ajustició en Maqueronte.
Ese testimonio de Josefo reproduce con exactitud el éxito de la
actividad del Bautista y la causa de su muerte, pero desfigura
intencionadamente el carácter de su mensaje, presentándole ante los romanos
como un predicador moralista inofensivo. La tradición evangélica parece mucho
más fidedigna al precisar que Juan no expone una moral más o menos estoica,
sino que anuncia el juicio de Dios sobre los hombres (Israel y el mundo).
Parece que Juan hablaba de la venida inminente de Dios: Ya no hay tiempo
de escaparse, nadie puede acogerse a privilegios más o menos heredados. Es
preciso que todos se conviertan y reciban el bautismo como signo del perdón de
los pecados. Sólo quién actúe de esa forma podrá hallarse libre de la ira (del
castigo) que se acerca.
La tradición evangélica es unánime al empalmar la obra de Jesús con el
mensaje y la actividad del Bautista. Así lo ha iniciado de una forma clásica el
evangelio de san Marcos, cuando afirma que el comienzo del evangelio de Jesús
es Juan Bautista (Mc 1, 1-4). Así lo ha precisado Lucas cuando sitúa el gran
viraje de la historia de los hombres en la venida de la palabra de Dios sobre
el Bautista; por eso se ha sentido obligado a "datar" cuidadosamente
ese momento.
La primera datación es de carácter profano: "el año 25 de Tiberio
César..." El mensaje del Bautista significa el punto de partida de la obra
de Jesús, constituye un fenómeno constatable y preciso dentro de los anales de
la historia (3,1-2). El evangelio de Jesús no nace como secta secreta ni
escondida; surge sobre el campo abierto de los hechos de la tierra.
Una vez que ha dicho eso, Lucas -con la tradición cristiana anterior- se
siente obligado a situar al Bautista dentro de las coordenadas teológicas de
Israel, es decir, sobre el campo de esperanza del antiguo testamento. Juan es
la realidad de aquella vieja voz que proclamaba: "Preparad en el desierto
el camino del Señor..." (Is 40, 3-5). En el texto original del segundo
Isaías, esa voz provenía del mismo Dios y aseguraba que el desierto de lejanía
que separaba a los israelitas de su tierra se convertiría en un camino de
libertad y de esperanza. Para la tradición cristiana esa voz se ha
individualizado: es Juan, que en el desierto (3,4) o desde el desierto (3, 2-3)
proclama un bautismo de penitencia preparando los caminos de Dios, que son
ahora los caminos de Jesús. Como conclusiones podemos señalar: a)para llegar a
Jesús hay que pasar por un período de purificación representado por el
Bautista. B) Preparar a los hombres para recibir a Jesús, exigiendo una
conversión radical y un cambio de conducta, me parece totalmente necesario en
nuestro tiempo. Por eso, si no actualizamos la figura del Bautista, será
difícil que podamos comprender y recibir al Cristo. c) Este menester de Juan se
debe realizar en nuestro tiempo de tal manera que se pueda rehacer el viejo
sincronismo de san Lucas.
Precisamente ahora es cuando debe venir la palabra de Dios sobre la
tierra.
Comentarios a la Biblia Litúrgica NT, Edic Marova, Madrid 1976.Pág. 1246
Ss.
4. /Lc/03/10:
La pregunta: «¿Qué debemos hacer?», es el principio de toda conversión,
porque es la ruptura de la autosuficiencia y de la independencia; es el
reconocimiento de que no somos perfectos; es la expresión de un deseo de cambiar.
Hoy nos preguntamos también nosotros qué debemos hacer para poder ser
consecuentes con lo que creemos y poder recibir lo que esperamos. Y Juan nos
hablará de las exigencias de la justicia y de la caridad, a la vez que anuncia
un bautismo renovador en Espíritu Santo y Fuego.
Caritas,
Ven.../Adviento Y Navidad 1993.Pág. 108
5.- Lucas, el evangelista de este ciclo C, quiere dar a su relato unas
formas que resalten la relevancia histórica. Por eso lo empieza (1,1-4)
refiriéndose a las fuentes y al método con que lo ha elaborado, y por eso,
después de los capítulos de la infancia de Jesús que constituyen como la
introducción, inicia la parte propiamente histórica del relato con una
presentación de tonos solemnes de su contexto, haciendo mención de los gobernantes
del mundo y de Israel, y los responsables religiosos del momento. De este modo
señala la importancia de lo que se dispone a explicar, y a la vez muestra que
Dios, que con su palabra toca a Juan Bautista para que empiece aquella misión
que dará paso a la aparición de Jesús, viene a actuar en medio de la realidad
histórica: para implicarse en ella y para modificarla.
Juan predica "un bautismo de conversión para perdón de los
pecados": él, en efecto, viene únicamente a disponer los corazones y las
vidas de la gente para que puedan recibir la Buena Noticia salvadora de Dios,
que traerá Jesús (el domingo próximo veremos más concretamente qué significa
esto).
Para explicar el sentido profundo de la misión del Bautista se utiliza,
aquí y en los demás sinópticos, el texto de Isaías 40 en el que el profeta
anunciaba y animaba el retorno de los exiliados, un texto que hoy en la primera
lectura Baruc también recogía. Isaías anunciaba que la caravana que debía
atravesar la dureza del desierto para volver a Jerusalén experimentaría aquel
camino difícil como un camino llano, porque Dios les acompañaría.
Ahora, aquel anuncio se convierte de hecho en una exhortación: el que
quiera recibir la Buena Noticia, tendrá que transformarse a sí mismo en terreno
llano que permita la llegada del Dios salvador; Juan es el que anuncia esta
llegada y urge a realizar la transformación necesaria para recibirla.
El último versículo del texto de Isaías, "todos verán la salvación
de Dios", no se encuentra recogida en los demás sinópticos, sólo la
encontramos en Lucas. Y es que Lucas quiere subrayar en su evangelio de una
manera especial, esta universalidad de la salvación, que está destinada a
llegar a "todos".
Josep Lligadas, Misa Dominical 1994, 15
6.- Texto. Se abre con un solemne período literario, estilísticamente
bien elaborado en la versión original griega. El período indica con suficiente
claridad que el movimiento narrativo empieza algo nuevo, y el lector así lo
percibe.
Un séxtuple sincronismo relaciona la llamada y la actuación de Juan con
la historia contemporánea, tanto de Roma como de Israel. No se puede
interpretar como una datación exacta de la aparición de Juan. Lo que pretende
es, más bien, ofrecer un marco ambiental, histórica y literariamente solemne, y
resaltar así la importancia del momento.
El período literario formado por los dos primeros versículos culmina con
la llamada de Juan, formulada en el más puro estilo de los viejos libros
proféticos del Antiguo Testamento.
Lucas presenta la llamada de Juan según el modelo de los profetas del
Antiguo Testamento. Más adelante escribirá lo siguiente:la ley y los profetas
hasta Juan (Lc. 16,16).
Juan es para Lucas el último profeta, que marca la transición a un
tiempo nuevo, el de Jesús.
El pleno de la tradición evangélica, es decir, Mateo, Marcos, Lucas y
Juan, coinciden en explicar la actuación de Juan a la luz del capítulo 40 de
Isaías. Pero mientras Mateo, Marcos y Juan sólo citan el versículo 3 de ese
capítulo, Lucas es el único evangelista que prolonga la cita hasta incluir el
v. 5, que habla de la oferta de la salvación para todos: todos verán la
salvación de Dios.
La actuación de Juan se localiza en la depresión geográfica del río
Jordán en su desembocadura en el mar Muerto. En la traducción litúrgica a esa
actuación se la califica de predicación. El texto original habla más bien de
proclamación, es decir, de publicación solemne de una noticia que debe ser
conocida. La proclamación equivale al bando, es decir, a algo que se hace saber
de parte de un superior. Por su misma naturaleza, la proclamación debe tender a
la brevedad, si quiere ser efectiva. La proclamación de Juan tiene todas estas
características. Su formulación se encuentra en el v. 3: bautismo de conversión
para el perdón de los pecados. El sentido de la apretada expresión bautismo de
conversión lo ilumina el siguiente texto del historiador judío del s. I de
nuestra era -FlavioJosefo: «Herodes había hecho asesinar a este hombre bueno
(Juan), que exhortaba a los judíos a llevar una vida honrada, tratándose con
justicia unos con otros, sometiéndose religiosamente a Dios y participando en
un bautismo. De hecho, el propio Juan estaba convencido de que esa ablución no
sería aceptable como perdón de los pecados, sino que se quedaría en una mera
purificación temporal, si antes no se limpiaba el espíritu mediante una
conducta honrada» (Antigüedades judías).
Comentario. Hay en el texto de hoy una dinámica que no se debería dejar
pasar por alto: convertirse para que la salvación ofrecida por Dios pueda
llegar a todos. La conversión obedece, pues, a una doble exigencia: la que
dimana del propio individuo pecador, y la que dimana del otro, que sin mi
conversión se va a quedar sin saber que Dios tiene una oferta de Salvación para
él. Sería triste y trágico que, en un momento en el que cada vez hay menos
salvaciones, dejara de percibirse la única que es realmente acreedora al nombre
de salvación: la que proviene de Dios.
A.- Benito, Dabar 1994, 2
7.- Quien ha comenzado a leer el Evangelio dé Lucas desde el principio
se da cuenta, al llegar a estos versículos, de que comienza algo nuevo. En
efecto, en el capítulo 3 empieza la narración del "tiempo de Jesús".
Fue Conzelmann quien nos ayudó a comprender que Lucas tiene una visión
particular y muy profunda de la historia de la salvación, dividida en tres
tiempos:
1. El tiempo de Israel (Lc 1-2).
2. El tiempo de Jesús (Lc 3-24).
3. El tiempo de la Iglesia (Hech 1-28).
Está claro que es Jesús quien ocupa "el centro del tiempo",
mejor dicho, él es ese centro.
Y, para destacarlo, el tercer evangelista redacta unas frases solemnes
que sirven de encabezamiento a la preparación del ministerio de Jesús.
Como, por otra parte, Lucas está interesado por la historia de Jesús y
se ha propuesto componer un "relato ordenado" (Lc 1,3) de todo lo
referente a él, no es extraño que haga referencia a los personajes principales
de la historia contemporánea. Sólo él nos ofrece estos datos, pero no para
escribir una historia al modo helenístico, sino para ofrecernos el marco en el
que podemos situar la aparición del Bautista, precursor de Jesús:
-El emperador Tiberio, el hombre más poderoso de la ecumene (los
emperadores romanos se consideraban dioses y exigían que se les diera culto
como a tales).
-Poncio Pilato, el prefecto o gobernador de Judea (26-36 d.C.), representante
principal del imperio opresor.
-Los hijos de Herodes el Grande: Herodes Antipas y Herodes Filipo. Un
tal Lisanio a quien no podemos identificar con exactitud.
-Los sumos sacerdotes Anás y Caifás. En la escena se encuentran las
autoridades de la política nacional (civiles y religiosas) e internacional.
Pero el Señor quiso que el centro de la escena no fuese Roma, la capital
del imperio; ni Jerusalén, residencia de los sumos sacerdotes... sino el
desierto donde dirige a Juan su palabra. Los primeros cristianos (la tradición
es común a Marcos, Mateo y Lucas) interpretan la actividad del Bautista como un
cumplimiento de la profecía de Is 40,3-4. Este texto pertenece al llamado
Deuteroisaías o Isaías II (para algunos es el mejor y más inspirado profeta y
poeta de Israel), concretamente al prólogo (Is 40,1-11) de su obra (Is 40-55).
En 40,3-5 el Deuteroisaías anuncia el tema del "nuevo éxodo" (o
segundo éxodo), la vuelta del destierro: el Señor va a caminar desde Babilonia
hasta Jerusalén con los exiliados y quiere que se le prepare el camino. El
mensaje tiene una cierta urgencia y muchísimo gozo.
En su lectura cristiana del Antiguo Testamento la primera generación
cristiana ve que el Bautista ha anunciado el éxodo definitivo, el de Jesús.
Juan ha sido el prólogo que ha introducido a Jesús, el Señor que camina por el
desierto. Para ello predicó el bautismo (simple purificación o ablución ritual)
con el que quedaban marcados los que se convertían.
Con respecto a Marcos y Mateo, Lucas alarga la cita, incluyendo Is 40,5:
"Todos verán la salvación de Dios". Desde el principio insiste en que
la salvación aportada por Cristo es universal.
Ramón Alfonso Díez Aragón
Homilética 1994, 6