¿A QUIEN IREMOS?.
ORACION COLECTA
Oh, Dios, que unes los corazones de tus
fieles en un mismo deseo, concede a tu pueblo amar lo que percibes y esperar lo
que prometes, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros ánimos
se afirmen allí donde están los gozos verdaderos. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Josué 24, 1-2a.
15-17. 18b
En aquellos días, Josué reunió a
las tribus de Israel en Siquén. Convocó a los ancianos de Israel, a los cabezas
de familia, jueces y alguaciles, y se presentaron ante el Señor. Josué habló al
pueblo: «Si no les parece bien servir al Señor, escojan hoy a quién quieren
servir: a los dioses que sirvieron sus antepasados al este del Éufrates o a los
dioses de los amorreos en cuyo país habitan; yo y mi casa serviremos al Señor.».
El pueblo respondió: «¡Lejos de
nosotros abandonar al Señor para servir a dioses extranjeros! El Señor es nuestro
Dios; él nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la esclavitud de Egipto; él
hizo a nuestra vista grandes signos, nos protegió en el camino que recorrimos y
entre todos los pueblos por donde cruzamos. También nosotros serviremos al
Señor: ¡es nuestro Dios!».
SALMO
RESPONSORIAL (33)
Gusten y vean qué bueno es el Señor.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está
siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen
y se alegren. R.
Los ojos del Señor miran a los justos, sus oídos
escuchan sus gritos; pero el Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar
de la tierra su memoria. R.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de
sus angustias; el Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. R.
Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra
el Señor; él cuida de todos sus huesos, y ni uno solo se quebrará. R.
La maldad da muerte al malvado, y los que odian al
justo serán castigados. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien
se acoge a él. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los Efesios 5, 21-32
Hermanos: Sean sumisos unos a otros con
respeto cristiano.
Las mujeres, que se sometan a sus maridos
como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es
cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Pues como la Iglesia
se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo.
Maridos, amen a sus mujeres como Cristo
amó a su Iglesia.
Él se entregó a el mismo por ella, para
consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para colocarla
ante sí gloriosa, la Iglesia, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino
santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como
cuerpos suyos que son.
Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues
nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como
Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo.
«Por eso abandonará el hombre a su padre y
a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.»
Es éste un gran misterio: y yo lo refiero
a Cristo y a la Iglesia.
EVANGELIO
Lectura
del santo evangelio según san Juan 6, 60-69.
En aquel
tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: «Este modo de hablar es
duro, ¿quién puede hacerle caso?».
Adivinando
Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: «¿Esto los hace vacilar?, ¿y
si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El espíritu es quien
da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que les he dicho son espíritu
y vida. Y con todo, algunos de ustedes no crecen.».
Pues Jesús
sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: «Por
eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.».
Desde
entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces
Jesús les dijo a los Doce: «¿También ustedes quieren marcharse?».
Simón
Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida
eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.».
COMENTARIO
Evangelio de crisis,
meditación de crisis o para prevenir una crisis: las dificultades se presentan
a veces brutalmente y de improviso. De pronto, todos nos cansa: la misa, un
predicador nos molesta, el mal en el mundo nos aplasta, la muerte de un niño
nos rebela, la parroquia nos decepciona, o simplemente el sacerdote de la
parroquia nos desilusiona... y tenemos ganas de dejarlo todo. “Muchos de sus
discípulos se retiraron y dejaron de acompañarle”.
Hacer entonces un esfuerzo
por mirar a Jesús y acabar diciéndole: ¿A quién iremos? Tú tienes palabras de
vida eterna”, puede ser un reflejo salvador. Con tal que no sea un impulso
demasiado forzado o demasiado sentimental.
El
Jesús con que nos encontramos en el texto de hoy no es un Jesús tierno. Ve
muchas cosas, “sabe” dice Juan reacciona como lo hace siempre que choca con
gente cobarde. No habla entonces de
amor, sino de fe: “Hay algunos que no creen”. Nosotros “¿A quién iremos?” no es
un buen grito de amor y de confianza pero si una confianza de fe. Pero la
dificultad aumenta. Podríamos pensar que en esos momentos de crisis lograríamos
arrancar nosotros mismos de nuestras entrañas ese grito de fe-amor. Y también
allí se muestra duro y desconcertante: “Ya les expliqué que nadie puede venir a
mí si mi Padre no los llama”. Una frase que no nos gusta porque nos deja
desarmados. ¿En qué momento y de qué forma nos atrae el Padre hacia Jesús
dándonos la gracia de creen de verdad en él? ¿A quién le hace ese regalo? Es la tentación
siempre inútil de ponernos en el sitio de Dios, de intentar colarnos en sus
pensamientos, en sus decisiones... ¡y en sus preferencias!.
Tenemos que
hacer ciertamente alguna cosa, pero no cuestionando a Dios en sus opciones,
sino recibiendo lo mejor posible lo que él ha escogido darnos…...
En vez de
imaginarme demasiado pronto que hemos ido a Cristo que queremos ir a él y que
haremos cualquier cosa por él, empecemos aceptando humildemente la idea de que
todo depende del Padre. Esto nos moverá primero a pedirle con mucha más pasión
la gracia de sentirnos atraídos hacia el Hijo.
Y seremos
además más decididos para explotar al máximo esta atracción que san Juan llama
“creer” en el sentido de la mayor adhesión posible de todo nuestro Ser. Ese
“creer” tan fuerte es prácticamente todo su evangelio.
No se trata de
velar, de sufrir, de dar limosna, etc... Como en Mateo, Marcos y Lucas. Aquí
todo se reduce a la fe. Lo que hay que hacer brotará normalmente de nuestro
arraigo en Cristo.
Si podemos
decir como Pedro “Creemos y sabemos que tú eres el santo de Dios” al mismo
tiempo porque nos atrae el
Padre y porque nosotros no
cesamos de reforzar esa atracción,
nuestro “¿a quién iríamos?” no será
un suspiro por la
última oportunidad o un
resto de afecto sentimental al Jesús de nuestra adolescencia.
Será, en
nuestras lágrimas y en nuestra sonrisa de fe-amor el desafío que lanzaba san
Pablo: “¿Quién podrá separarme de Cristo?” (Rom. 8, 39).
PLEGARIA UNIVERSAL
Compa4tiendo
en este domingo nuestra fe, esperanza y amor y unidos a toda la Iglesia,
presentamos al Padre nuestras peticiones con confianza y esperanza: Padre,
escúchanos.
1.-
Por la Iglesia: para que los cristianos no nos alejemos nunca del Señor y reconozcamos,
como Pedro, que solo él tiene palabras de vida eterna. Oremos.
2.-
Por la sociedad; para que, como las tribus de Israel, demos testimonio en ella
de la liberación que nos da el Señor y agradecemos la ayuda del Espíritu para
ello. Oremos.
3.-
Por las familias: para que el amor y respeto mutuo entre los esposos sea
ejemplo y estímulo para los hijos para saber convivir con los demás. Oremos.
4.-
Por todos los que sufren la violencia del maltrato en la familia y por las
victimas de todo tipo de sometimiento y opresión; para que encuentren
sensibilidad y ayuda para poder liberarse de esa esclavitud. Oremos.
5.-
Por todos nosotros; para que sepamos escuchar las palabras de vida eterna del
Señor y recibir de ellas su fuerza y espíritu para trasmitírselo a los demás. Oremos.
Padre,
al presentarte estas peticiones queremos expresar nuestra necesidad de tu ayuda
y también nuestra confianza en ti. Ayúdanos para que sepamos traducir la
vivencia de nuestra fe, esperanza y amor en cauce de liberación y misericordia
para los demás. Pro el mismo Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Señor,
que adquiriste para ti un pueblo de adopción con el sacrificio de una vez para
siempre, concédenos propicio los dones de la unidad y de la paz en tu Iglesia.
Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Te pedimos, Señor, que realices plenamente en nosotros el
auxi8lio de tu misericordia y haz que seamos tales y actuemos de tal modo que
en todo podamos agradarte. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA
DÍA
Lunes
27: 2Ts 1, 1-5. 11b-12; Sal 95; Mt 23, 13-22.
Martes
28: 2Ts 2, 1-3ª.14-17; Sal 95; Mt
23, 23-26.
Miércoles
29: 2Ts 3, 6-10.16-18; Sal 127; Mc 6, 17-29.
Jueves
30: Eclo3, 17-24; Sal 15; Flp 3,
8-14; Mt 13, 31-35.
Viernes
31: 1Co 1, 17-25; Sal 32; Mt 25, 1-13.
Sábado
01: 1Co 1, 26-31; Sal 32; Mt 25, 14-30.
Domingo
02: Dt 4, 1-2. 6-8; Sal 14; St
1, 17-18. 21b-22.27; Mc 7, 1-8. 14-15. 21-23.
COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Jn 6, 61-70
Jn 6, 61-70
1.- Comentario.
La infinitud divina se encierra en los estrechos
límites del cuerpo humano de Jesús y este cuerpo es alimento generador de vida
sin término. En los dos domingos anteriores será la autoridad religiosa judía
la que cuestionaba ambos hechos; hoy son los propios discípulos de Jesús
quienes lo hacen. "Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede
admitir eso?" Esta crítica no tiene necesariamente su origen en la mala
voluntad humana, sino en la dificultad real de conciliar términos antitéticos
(inmanente-trascendente; divino-humano). Esta conciliación es un verdadero
escollo racional. "¿Esto os escandaliza?" (Mejor traducción que la
litúrgica: "¿esto os hace vacilar?"). (Recuérdese lo escrito el
domingo catorce a propósito del sentido etimológico de escándalo-escandalizar).
El escollo se agranda a la hora de pensar en el retorno de Jesús a donde estaba
antes. Esta misma problemática ya había aparecido en el diálogo con Nicodemo
(cfr. Jn. 3, 11-13). La dificultad es real y su solución exclusivamente
racional poco menos que imposible. Un claro reflejo de esto es el lenguaje del
evangelista. Algo pasa, escribía el domingo pasado, que el lenguaje de Juan no
acierta a expresar o que, si lo expresa, lo hace de manera contradictoria.
Compárense estas dos afirmaciones: "Mi carne
es verdadera comida; la carne no sirve de nada". Con esta segunda
afirmación el evangelista deja cumplida constancia de la validez y del peso de
las críticas anteriores. La carne, es decir, la persona con toda su carga de
ser efímero y perecedero, no puede, en efecto, ser generadora de vida sin
término. Y, sin embargo, Juan sigue manteniendo la validez de la primera
afirmación: "Mi carne es verdadera comida". ¿Por qué? Porque, para
Juan, Jesús es simultáneamente espíritu. "El espíritu es quien da vida.
Las palabras que yo os he dicho son espíritu y son vida". Pero, una vez
más, Juan insiste en la necesidad de la experiencia mística para poder
descubrir, entender y aceptar esto: "Por eso os he dicho que nadie puede
venir a mí, si el Padre no se lo concede". Y no quisiera pecar de
exagerado al afirmar que Juan da a esta experiencia el nombre de fe:
"algunos de vosotros no creen".
Por primera y única vez en el cuarto Evangelio aparecen los doce. Lo
hacen como grupo ya formado y cuya existencia se da por descontado. Juan los
presente como los hombres de la experiencia mística: "¿A quién vamos a
acudir? En tus palabras hay vida eterna. Nosotros creemos". Es Pedro quien
habla por todos. Nos hallamos probablemente ante el equivalente de Mt. 16,
15-16. Dos formulaciones diferentes del mismo hecho: del descubrimiento del
insondable misterio de Jesús, de su persona de carne y hueso. De ahí el
carácter fundamental e insustituible de los doce. Pero ahora, querido lector,
te invito a que leas Efesios 3, 14-19. Caerás en la cuenta de que a ese mismo
descubrimiento, a esa insospechada y maravillosa experiencia mística estamos
todos llamados.
Alberto Benito, Dabar 1985, 43
2.- Texto.
Comienza recogiendo la perplejidad producida por lo
dicho por Jesús en los domingos anteriores. Enseñanza inaceptable: he aquí
formulada la reacción de la razón, algo de lo que hasta ahora eran portavoces
los judíos y de lo que ahora lo son los propios discípulos. De la perplejidad
no queda, pues, exento nadie. Más aún, parece configurarse como reacción
inevitable: "¿Y si vierais al hijo del hombre subir a donde estaba
antes?" Imaginemos que este lugar fuera la cruz. ¿Acaso no sería
inaceptable la pregunta? Pero, ¿y si la pregunta se estuviera refiriendo al
amor como lugar de estancia de Jesús? Ahora bien, ¿no es acaso la cruz donde
Jesús manifestaba su máximo amor? "El amor supremo consiste en dar la vida
por los amigos" (Jn 15, 13).
Efectivamente la pregunta objeto de perplejidad se
refiere a la cruz como lugar de estancia anterior de Jesús. Nada de esto hace,
sin embargo, sentido, si no se está en la onda de Dios. Estar en la onda de
Dios puede ser una formulación inteligible de lo que el texto afirma en los vs.
63-65. No es posible entrar en detalle en el análisis de estos versículos, en
los que, entre otras cosas, el término "carne" está empleado en
contraposición a "espíritu" y, consiguientemente con un matiz
distinto al que tenía el domingo pasado. Carne, en efecto, no designa aquí
tanto lo sensible y perceptible del ser humano, cuanto su dimensión perecedera
y corruptible; por contraposición, espíritu designa lo imperecedero, lo
incorruptible. Así, por ejemplo, desde el diálogo con Nicodemo el lector sabe
que "Dios es espíritu" (Jn. 4, 24).
Estar en la onda de Dios no es, sin embargo, algo
impositivo. El texto de hoy reduce el número de discípulos a un mínimo e
incluso éste, cuestionable y reducible. Pero es en este mínimo donde se da la
interpretación de lo que Jesús es y significa.
Comentario.
Este texto, con el que se cierran las reflexiones sobre el signo de la multiplicación de los panes y los peces, formula la única actitud capaz de entender ese signo. Se trata de una actitud a la que hay que calificar de espiritual, por cuanto que es capaz de descubrir el espíritu de Jesús, es decir, lo consistente e imperecedero que hay en él.
Este texto, con el que se cierran las reflexiones sobre el signo de la multiplicación de los panes y los peces, formula la única actitud capaz de entender ese signo. Se trata de una actitud a la que hay que calificar de espiritual, por cuanto que es capaz de descubrir el espíritu de Jesús, es decir, lo consistente e imperecedero que hay en él.
Este descubrimiento lleva a relativizar todo lo que
hasta ese momento parecía ser fundamental. En lugar de todo ello emerge Jesús,
su persona, su palabra, iluminándolo todo con una luz nueva. A la luz de Jesús
hay cosas que dejan de tener interés y valor, otras que surgen y otras que
cobran nuevo sentido. La sed de búsqueda de lo absoluto se sacia y lo relativo
pierde la premura e importancia que a menudo se le da. De ninguna dificultad
queda eximido el creyente, pero ninguna puede sobre él.
Alberto Benito, Dabar 1991, 42
3. - Texto.
El comienzo remite al contenido de los tres
domingos últimos calificándolo de inaceptable. En esta ocasión la crítica
proviene del propio campo de los discípulos de Jesús.
En su respuesta comienza Jesús previendo un nuevo
escándalo, a añadir al ya producido por sus palabras: "Si esto os
escandaliza, ¿qué será cuando veáis al Hijo del Hombre subir a donde estaba
antes?" (la traducción litúrgica ha evitado el verbo escandalizar). Si las
afirmaciones de los domingos pasados escandalizaban, el ver al Hijo del Hombre
volver a su lugar natural escandalizará todavía más.
En los vs. 63-65 aborda Jesús la cuestión de la
raíz o causa de este escándalo. Como ya sucedía hace dos domingos, esa raíz la
sitúa en un posicionamiento inadecuado: falta de sintonía con el Padre o, lo
que es lo mismo, falta de fe. Al posicionamiento adecuado Jesús lo llama
espíritu: al inadecuado, carne. Estos términos no expresan componentes de la
persona, sino comportamientos o actitudes de la persona. Si ella está en
sintonía con el Padre es espíritu; si no lo está es carne.
En el vs. 66 el autor da cuenta del abandono del
seguimiento de Jesús por parte de muchos discípulos. Aunque la traducción
litúrgica no lo refleja adecuadamente, este abandono está concebido como una
vuelta a la observación de la Ley. En nombre del grupo, Pedro hace profesión de
abandono de la ley y de adhesión a Jesús como fuente de bienestar, libertad y
vida.
Comentario. Una palabra o un hecho son escandalosos
en la medida en que rompen los esquemas, hábitos o comportamientos de los
individuos o de los grupos. El grupo que hoy se escandaliza ya no es el de los
maestros de Israel, sino el de los discípulos de Jesús. Se sienten más seguros
siendo observantes que siendo creyentes. Prefieren el estado de vida orientado
por la Ley al estilo de vida orientado por la fe, el estilo de vida carnal al
estilo de vida espiritual. Es importante insistir en esta acepción de los
términos carnal y espiritual, porque se trata de términos que suelen ser fuente
de graves equívocos. En cuanto opuesta a espíritu, carne no tiene nada que ver
con pasión o desenfreno. Más bien es al contrario: una persona carnal es
alguien meticulosamente observante, debido a que ha hecho de la Ley el norte y
guía de su comportamiento. A diferencia de la persona carnal, la persona
espiritual es la que se entiende a sí misma desde una relación con el Dios manifestado
por Jesús.
El texto habla de un segundo escándalo a propósito
del lugar al que Jesús va a subir. Espontáneamente pensamos en el cielo. Pero
entonces no se entiende como el cielo pueda ser presentado como motivo de
escándalo. El enigma se despeja si, en vez de pensar en el cielo, pensamos en
la cruz. ¡La cruz como morada del enviado de Dios! Esto sí que de verdad rompe
nuestros esquemas de concebir a Dios y por ello mismo puede resultarnos
escandaloso.
Pero ¿ha estado antes Jesús en la cruz? En el cuarto
Evangelio la cruz es el lugar por excelencia donde se manifiesta el amor de
Dios. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos (Jn 15,13). Si algo
define a Dios en el cuarto Evangelio, eso es el amor. Este es el espacio
natural de Dios, donde El siempre ha estado y estará siempre.
Alberto Benito, Dabar 1988, 44
4.- La actividad de Jesús en Galilea entra en una
situación crítica: Después de rechazar Jesús la concepción mesiánica popular
con todo su exacerbado nacionalismo, el entusiasmo de las multitudes se va
enfriando y llega un momento en que, escandalizadas éstas por las palabras de
Jesús, lo abandonan. La desilusión penetra incluso en el interior del círculo
de los más adictos, en el grupo de los "discípulos" (más amplio que
el de los "Doce", cfr. Lc 10,1). Pero Jesús, a pesar de este fracaso,
anuncia ya la victoria de su resurrección y la gloria de su ascensión a los
cielos.
Los que permanezcan hasta el fin tendrán un día
experiencia de este misterio y conocerán la existencia gloriosa del Señor
ascendido a los cielos. Entonces se acabarán todas las vacilaciones y serán
confirmados en la fe. Comprenderán también que Jesús, por su ascensión a los
cielos libre de todas las limitaciones naturales, poseerán para los creyentes
un cuerpo espiritualizado; esto es, un cuerpo bajo la acción del Espíritu Santo
y capaz de dar vida a cuantos lo reciban.
Ya ahora, las palabras de Jesús son espíritu y
vida. El Espíritu de Dios da a las palabras de Jesús un sentido y una fuerza
divina capaz de dar a cuantos las escuchan con fe. Pero no todos quieren
escucharle, no todos creen en él. Estos no pueden entender nada y se
escandalizan.
Muchos discípulos abandonan a Jesús, y aun entre
los "Doce" que se quedan con él, hay un traidor. Sin embargo, Pedro
responde a la pregunta de Jesús haciendo en nombre de sus compañeros una
sincera profesión de fe. Ellos creen que Jesús tiene palabras de vida eterna y
que es el Mesías o "Santo de Dios" por otra parte, como dice muy bien
Pedro, la cuestión no es sólo seguir o dejar a Jesús, sino encontrar a otro que
tenga como él palabras capaces de dar vida eterna.
Eucaristía 1976, 48
5.- El discurso de Jesús es visto como
"duro", difícil para la razón humana. Jesús se ha movido en el
terreno sapiencial y sacramental. En el fondo se ha propuesto él mismo, y no
sólo su mensaje, como lo único válido de todo lo que existe en este mundo: es
el único que puede dar vida. Choca a sus contemporáneos el hecho de que un
hombre se coloque como gozne de todo el universo. Es también la situación de nuestros
contemporáneos: el Evangelio es un mensaje bonito y hasta interesante, quizás
uno de los más interesantes, pero ¿¡el único proyecto de vida válido, entre
todos los que nos ofrece el pluralismo social actual!?
Jordi Latorre
Misa Dominical 1991, 12
Misa Dominical 1991, 12
6.- Las reacciones de la gente y de los apóstoles
cierran este inciso joánico en el interior de la lectura continua de Marcos.
Este fragmento nos reporta la crisis final del
ministerio de JC en Galilea, que la tradición sinóptica también recuerda, y el paso
a una dedicación más plena al grupo de los doce fieles. En efecto, un buen
número de gente que le seguía, ante el mensaje que Juan ha concentrado en el
discurso que hemos leído en estos tres días, dejó de tener interés por JC y lo
abandonó. Y el motivo no fue sólo, ciertamente, el malentendido sobre el comer
la carne y el beber la sangre. El "modo de hablar inaceptable" es
todo el proceso que JC les ha marcado: aceptar que lo que merece la pena no es
el pan material que JC pueda dar (milagros, bienestar, fuerza política), sino
algo más permanente, este pan capaz de dar vida eterna es JC mismo, aquel
hombre normal que pretende haber bajado del cielo; aceptar, finalmente, que la
participación de la vida de JC se hace realidad en una carne y una sangre que
el hombre puede comer.
Muchos de los seguidores "vacilan" ante
este mensaje, y como respuesta JC les anuncia una nueva vacilación (un nuevo
escándalo), aún más definitivo: el de la cruz, donde el Hijo del hombre se
manifestará glorificado no sólo como un hombre normal, ¡sino en la situación de
un hombre fracasado! Por eso solamente quien quiera situarse más allá de
"la carne" (=el modo de ver las cosas que el mundo tiene) y aceptar
la guía del Espíritu es capaz de creer y colocarse en la órbita de la vida.
Porque -repite JC- el hombre no puede, por sí mismo, aceptar a JC y caminar
hacia él: es un don del Padre que el hombre acoge.
Así, muchos de los seguidores no quieren entrar en
este juego y aceptar a JC como fuente de vida. Entonces JC se dirige a los doce
y tiene lugar aquella escena que los sinópticos nos sitúan en Cesarea de
Filipo. JC, con un tono que deja adivinar su amargura (en los sinópticos esta
amargura no está tan destacada pero también está: allí, después de constatar
que la gente no ha comprendido quien es, JC quiere comprobar si los discípulos
lo entienden), quiere saber si aún queda alguien con ganas de emprender el
camino que él ha venido a traer. Y Pedro responde, de un modo también más
emotivo que en los sinópticos, expresando ante todo una viva adhesión personal
y vital ("¿A quién vamos a acudir?"), aceptando después que las
palabras (la revelación) de JC dan la vida eterna, y profesando finalmente la
fe en su mesianidad.
José Lligadas, Misa Dominical 1979, 16
7.- Muy característica del estilo joánico es la
autocita del v. 65: "Por eso os he dicho que nadie puede venir a mi si el
Padre no se lo concede" (cf. v. 44). Misterio de la gracia y la libertad:
ir a Jesús, o sea creer en él, es fundamentalmente un don del Padre, pero al
propio tiempo es un acto libre, y el que libremente no corresponde al don del
Padre es personalmente responsable de su no correspondencia. Sin esta noción de
libertad y responsabilidad personales no tendría ningún sentido el final del
episodio, que contrapone la retirada de la mayoría de los discípulos a la
fidelidad de Pedro y los doce. Ante las defecciones, Jesús acorrala a los que
siguen a su lado, apela a su libertad y los exhorta a optar libremente, pero
radical- mente (recordemos el tema de la opción que hemos subrayado en las dos
lecturas anteriores).
La confesión de Pedro (v. 69) equivale
sensiblemente a la confesión de Cesarea según Mt 16, 16 y, como ésta, expresa
la fe pospascual, reflejada también en las palabras del v. 62: "¿y si
vierais al Hijo del Hombre subir adonde estaba antes?". Se han
escandalizado al decirles Jesús que ha bajado del cielo. Más van a
escandalizarse luego los que oigan predicar a los apóstoles que el crucificado
ha subido glorioso al cielo.
Hilari Raguer, Misa Dominical 1979, 16
8. FE/ESCANDALO:
Los oyentes califican de "intolerable" el
discurso de Jesús. Es un discurso que, sobre todo por la conexión que se
establece entre el discurso del pan y el discurso de la eucaristía, plantea a
los oyentes una grave exigencia, como exigencia de la fe en Jesús y también
como exigencia de una concreción de esa fe en la participación en la mesa del
Señor. Ello pone de manifiesto una vez más que la fe no es algo autónomo e
independiente, sino más bien una decisión personal, que incluye la aceptación
personal de Jesús por parte del hombre. Jesús no priva a los oyentes de su
decisión. Así lo demuestra la pregunta: ""¿Esto constituye un
tropiezo (o escándalo) para ustedes?" Jesús articula con ello el
asentimiento del círculo de los oyentes, que comprende también a quienes hasta
ahora han pertenecido al grupo de los discípulos de Jesús. También ellos, como
antes los judíos, empiezan a murmurar, con lo que manifiestan su mala
disposición para creer. El "tropiezo", o el escándalo como antes se
prefería decir, no se puede evitar. "La posibilidad del escándalo es la
encrucijada o significa lo mismo que hallarse en un cruce de caminos. Uno se
inclina hacia el escándalo o hacia la fe; pero jamás se llega a la fe sino a
través de la posibilidad del escándalo" (·Kierkegaard).
El Evang. Segun S. Juan. 04/1ª, Herder Barcelona 1983.Pág. 414
9.FE/ESCANDALO/EU:
El discurso de Jesús sobre el pan de vida y más aún
las palabras eucarísticas de que es necesario comer su carne y beber su sangre
decepcionan y escandalizan a la mayoría de los oyentes.
"Muchos discípulos de Jesús al oírlo, dijeron:
Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?". Las palabras de
Jesús plantean a los oyentes una grave exigencia. La fe no es algo autónomo e
independiente sino más bien una decisión personal que incluye la aceptación de
Jesús por parte del hombre. Jesús no priva a los oyentes de su decisión
personal. "Esto os hace vacilar?". También muchos discípulos, como
antes los judíos, empiezan a murmurar, con lo que manifiestan su mala
disposición para creer. El tropiezo o el escándalo no se pueden evitar.
"La posibilidad del escándalo, dice
Kirkegaard, es la encrucijada, o significa lo mismo que hallarse en un cruce de
caminos. Uno se inclina hacia el escándalo o hacia la fe; pero jamás se llega a
la fe sino a través de la posibilidad del escándalo".
10 ¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de
vida eterna
Estamos ante el final del discurso sobre el pan de
vida. El evangelista, después de habernos presentado a lo largo del discurso la
fe en la palabra de Jesús y la participación sacramental en su cuerpo como el
auténtico alimento para la vida humana, nos propone dos tipos distintos de
reacción entre el auditorio: la incredulidad (v 60-66) y la fe de los doce (v
67-71), entre los cuales se halla un traidor.
El discurso de Jesús es juzgado como
"duro", difícil para la razón humana. Jesús se ha movido en el
terreno sapiencial y sacramental. En el fondo se ha propuesto a él mismo, y no
sólo su mensaje, como lo único que es válido de todo lo que existe en este
mundo. Sólo él puede dar la vida. Sorprende a sus contemporáneos el hecho de
que un hombre se coloque como pivote del universo entero. Es la misma situación
de nuestros contemporáneos: el Evangelio es un bello mensaje, incluso
interesante, quizás uno de los más interesantes, pero ¡que pretensión ser el
único proyecto de vida válido, de entre todos los que nos ofrece el pluralismo
social actual!
Los vv. 68-69 constituyen la versión juánica de la
confesión de Pedro de Mc 8,27-30 y paralelos. En los cuatro evangelios aparece
Pedro como portavoz de la fe de la primera generación cristiana. La respuesta
del apóstol recupera la expresión del mismo Jesús: "Las palabras que os he
dicho son espíritu y vida", esto es, constituyen la única orientación que
puede dar sentido pleno a una vida. Los discípulos aceptan la propuesta de
Jesús, a pesar de las dificultades ambientales y a pesar de la paradoja del
mismo mensaje. Su respuesta constituye una opción de fe en favor de Jesús.
"Nosotros creemos y sabemos" (cf. también
17,8 y Ju 4,16): la fe, entendida como adhesión personal a Cristo, conduce a un
mayor conocimiento de su mensaje y de su persona. Pero también se da el movimiento
a la inversa: conocer a Jesús, reflexionar su mensaje, asimilar sus actitudes,
conduce a una mayor madurez en la fe.
Misa Dominical 2000, 11, 1