sábado, 29 de diciembre de 2018

LECTURA Y COMENTARIO DOMINGO SAGRADA FAMILIA - CICLO C - 30 DICIEMBRE 2018


MARIA MADRE


ORACION COLECTA

Oh Dios que nos has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo concédenos, con bondad que imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Eclesiástico 3, 2-6. 12-14

Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole.
El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha.
Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas.
La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.

SALMO RESPONSORIAL (127)

Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. R.

Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. R.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 12-21

Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vístanse de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellévense mutuamente y perdónense, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en su corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.
Y sean agradecidos. La palabra de Cristo habite entre ustedes en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Canten a Dios, denle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicen, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Mujeres, vivan bajo la autoridad de sus maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amen a sus mujeres, y no sean ásperos con ellas. Hijos, obedezcan a sus padres en todo, que eso le gusta al Señor.
Padres, no exasperen a sus hijos, no sea que pierdan los ánimos.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 41-52

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.».
Él les contestó: «¿Por qué me buscaban?. ¿No saben que yo debía estar en la casa de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

COMENTARIO

 

Cuarto misterio gozoso del santo rosario: María, madre la que obedece. ¡Cinco veces evoca Lucas la ley!. Cuando llegó el día fijado por la ley, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén.
Lo llevaron, y el anciano Simeón lo tomó en brazos. Con un niño de cuarenta días se hace lo que se quiere: la encarnación llegó hasta eso. Lo inaudito de navidad se diluye en lo más ordinario. A veces soñamos con salir de nuestra vida modesta para vivir algo extraordinario, y esta escena nos presenta a una joven pareja de obreros que obedecen de la manera más simple la ley.
Hay que decirlo que con estas tres personas humildes de corazones extraordinarios se empieza a vivir una aventura extraordinaria: la salvación del mundo.
Ante la sagrada familia podemos pensar en nuestra propia existencia familiar con un poco más de calor; depende menos de nuestra situación y de los que de nuestro propio corazón.
Ellos obedecen.
La fiesta de hoy celebra la obediencia. María y José obedecen a la ley para comulgar con Dios. Nosotros hoy hacemos muchos remilgos cuando se trata de obedecer o de forma a los hijos en la obediencia. ¿Qué es lo que harán mañana si no saben escuchar a Dios y escuchar a los jefes en cualquier trabajo y en cualquier grupo?.
Desde luego, hay momentos en que hay que saber decir que no, pero nuestra vida está tejida de ordinario por esos que pueden ser tan sencillos y tan felices como los síes de María y de José.
La obediencia de ellos los llevara hasta aceptar la profecía de Simeón: Tu hijo va a dividir. Muchos judíos esperaban una salvación global, un poco mecánica, en la que todo el pueblo quedaría a salvo. No es ésa la   salvación que   viene a   traer  Jesús; cada uno tendrá que decidirse, será una salvación en contra: esto es lo que desgarrará el corazón de María. Habrá otra espada: el horrible sufrimiento que la atormentara al pie de la cruz. Sin embargo, ella estará en pie, fuerte. Es un coraje que todos los padres pueden decirle a María, madre, que les ayude a vivir en los momentos terribles.
Una sola frase lanza ahora el proyecto sobre la vida de Jesús hasta los doce años, cuando volveremos a encontrarlo en el templo: El niño iba creciendo y robusteciéndose y adelantaba en saber; y el favor de Dios lo acompañaba. En la casita de Nazaret va creciendo entre la cocina de la madre y el taller del padre. De nuevo el misterio de lo inaudito en la más total simplicidad oculta y silenciosa. Pero si lo comparamos con los que dice Lucas sobre la infancia de Juan bautista, vemos todo el abismo. También Juan crecía y la a mano de Dios estaba sobre él. Jesús crecía en sabiduría: una expresión para señalar su vínculo con el Espíritu: Jesús es sabiduría. Y más que la mano del Señor, sobre él está toda la gracia, todo el favor del Padre. Que esto no nos mueva a rechazar más o manos conscientemente el misterio y la ley de la encarnación: como todas las madres, María tiene que enseñarle muchas cosas a su pequeño. Seguramente más con su comportamiento que con sus palabras, porque María es una madre silenciosa y eficaz. Más tarde, el hombre de treinta años que nos llenará de admiración mostrará unos sentimientos y unos gestos que le vienen de su madre. Pensando en ello es como los padres y las madres de hoy le pedirán a María, madre, que les dé esa finura de amor por la que sepan despertar en sus hijos todo lo que en ellos duerme de personal y de ilusión del mañana.

PLEGARIA UNIVERSAL

Al celebrar hoy la fiesta de la Sagrada Familia oremos a Dios nuestro Padre y pidámosle para que los diversos pueblos del mundo, llamados a ser una única familia de hermanos, aprendan a vivir en la concordia y en la paz. Digamos juntos: Te rogamos, óyenos.

1.- Para que el Padre, reciba nuestra acción de gracias por habernos dado a su Hijo, que haciendo parte de la familia humana, nos abrió el camino para llegar a ser como el hijos de Dios. Oremos con fe.

2.- Para que la presencia de Jesús, Hijo del Padre que se hizo nuestro hermano, reavive en todos los hombres y mujeres del mundo, la conciencia de ser una fraternidad universal, y nos haga solidarios los unos con los otros. Oremos con amor.

3.- Para que, siguiendo el ejemplo de la Familia de Nazareth nuestras familias sostenidas por la fe en Jesús, puedan ser la escucha donde las nuevas generaciones aprendan el amor sincero, el respeto por la vida y la aceptación de la diversidad y de la fragilidad del otro. Oremos con esperanza.

4.- Para que las familias que padecen a causa de la pobreza, la desunión, el maltrato, el odio y las separaciones; encuentren y acepten una voz amiga que les ayude a superar sus dificultades, en el dialogo y la reconciliación. Oremos con esperanza.

 5.- Para que los niños que viven abandonados y no reciben amor de nadie, encuentren quienes los acojan y ayuden a crecer con dignidad. Oremos con amor.

6.- Para que la Familia de Nazareth nos anime a vivir en la comunión y en el amor y bendiga a los esposos que celebra este año sus bodas de plata o de oro. Oremos con alegría.

Mira, Señor, a la Familia de Nazareth escucha nuestras oraciones y haz que viviendo como hijos tuyos y hermanos de todos los hombres, promovamos en nuestra sociedad la construcción de tu Reino. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Al ofrecerte, Señor, este sacrificio de expiación, te suplicamos, por inte4rcesion de la Virgen de Dios y de San José, que guardes a nuestras familias en tu gracia y en tu paz. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Padre misericordioso, concede a cuantos has renovado con estos divinos sacramentos, imitar fielmente los ejemplos de la Sagrada Familia, para que, después de las tristezas de esta vida, podamos gozar de su eterna compañía en el cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 31: 1Jn 2, 18-21; Sal 95; Jn 1, 1-18.
Martes 01: 1Jn 6,22-27; Sal 66; Gl. 4, 4-9; Lc2,16-21
Miércoles 02: 1Jn. 2,22-28; Sal 97; Jn 1,19-28.
Jueves 03: 1Jn 2,29;3,1-6; Sal 97; Jn 1,29-34
Viernes 04: 1Jn 3, 7-10; Sal 97; Jn 1,35-42
Sábado 05: 1Jn 3,11-21; Sal 99; Jn 1,43-51
Domingo 06:   Is 60, 1-6; Sal 71; Ef 3, 2-3a. 5-6; Mt 2, 1-12.



COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 2, 22-40

VV. 39-40: 
La lección de estos vv. sobre la vida oculta de Jesús es muy importante. Aun cuando sea  Dios, Jesús sigue las leyes naturales del crecimiento humano, tanto en el plano físico como  en el de la sabiduría y del conocimiento. Pasando por la infancia, la pubertad, la  adolescencia, vive su misión en una extraordinaria kenosis. Aun siendo Hijo de Dios, como lo  es, acepta el no conocer sino progresivamente la orientación de su vida y el no descubrir la  voluntad de su Padre sino a través del plano de relación y de educación que le ofrece un  medio familiar y pueblerino determinado, de donde "no podía salir nada bueno" (Jn 1, 46). Ha  juzgado de las cosas y de las personas conforme a las formas habituales de una inteligencia  en formación; ha renunciado a conocer lo que un hombre medio no puede llegar a conocer  (Mt/24/36); ha realizado su fidelidad al Padre exclusivamente a través de una fidelidad  absoluta a su condición humana, frágil y limitada. Pero a través de su conciencia de niño,  todavía balbuciente, y hasta su conciencia de mortal, absolutamente asustada, Jesús ha  inscrito realmente en su vida de hombre la Palabra del Padre, y, por primera vez, se ha  establecido una adecuación todo lo total que es posible entre una voluntad de hombre y la  voluntad de Dios.
MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA
MAROVA MADRID 1969.Pág. 217



2.- Así como para la figura de Juan Lc hace verdadero hincapié en la circuncisión e imposición  del nombre (1, 57-56), para Jesús se hace más fuerza en la pobreza del nacimiento y en el  hecho de la presentación según la ley. Nos encontramos en este relato con la figura de un  niño indefenso e inconsciente, abandonado en manos de sus padres, que lo traen y lo llevan  presentándolo a Dios (2, 22. 27) y sometiéndolo al cumplimiento de la ley (2, 23. 24). Este Jesús que tan pronto ha comenzado a aceptar las instituciones familiares y sociales,  será el mismo que relativizará la familia y la sociedad en función del reino (cf Mc. 3, 35). Simeón da al niño una caracterización basándose en títulos del II Isaías: "salvación de  Dios" (cf Is 40,5), "luz para alumbrar a las naciones" (cf Is 42, 6), "gloria de Israel" (cf Is  46,13).
Siguiendo el contexto isaiano diremos que tenemos aquí el primer anuncio del  universalismo de la misión de Jesús. A ese ancho marco que es el mundo y la vida toda  supeditará Jesús toda institución, aun la más querida: la familia. Sin embargo, es en ella  donde él fue encontrando el camino de su encarnación concreta.
Jesús será un signo de contradicción (cf Is 65,2). Jesús es un salvador para todos. Pero  por un desconocido misterio del mal y del duro corazón del hombre, lo que estaba destinado  a la salvación se ha convertido para algunos en mensaje de muerte.
Este será el trasfondo de toda la tragedia de Jesús. Esto es lo que a él mismo le costaba  entender (Lc 4,16s). Cuando el creyente vive su mensaje en una intensidad fuerte, puede  hacer surgir la contradicción hasta en el seno de su propia familia. En esos momentos de  incertidumbre es donde se calibra y mide la actitud que uno tiene ante el reino. Es preciso  optar con decisión.
Jesús comienza un proceso de acercamiento a Dios que ya no se extinguirá hasta la  consumación de la resurrección. Este crecer de Jesús es la obra del Padre en el amor del  Hijo. Nuestro esfuerzo, cualquier trabajo pequeño o grande de nuestra vida, debe  encaminarse a la construcción en nosotros de esta vida de cara a Dios. Jesús fue haciendo  este camino, como primera etapa, en el seno de una sencilla familia de pueblo. 
EUCARISTÍA 1978/61



3.- Entre la inmensa muchedumbre que ha acudido al templo, Jesús pasa inadvertido. Los  sacerdotes, demasiado ocupados con los ritos que deben realizar, no advierten nada  especial. María y José se confunden con la gente de tal manera que Dios puede acudir de  incógnito a la cita. Pero un anciano y una anciana esperan discretamente en oración:  esperan al Mesías, y esperan con la paciencia infinita de las personas ancianas, a las que  nada puede desanimar. Por eso sus ojos medio cerrados reconocieron al Señor. Salieron a  su encuentro.
Siempre que Cristo acude a un encuentro, a una cita con nosotros, lo hace sin estruendo.  Hoy acude pequeñín, como un recién nacido.
Mañana acudirá discreto, como un amigo que llama a la puerta. Al atardecer, mendigará  nuestra mirada, cuando lo expongan desnudo en una cruz. Y una vez resucitado, viene de  nuevo, se aparece, pero nuestras manos no pueden retenerlo: apenas lo hemos reconocido,  y ya ha desaparecido.
DIOS CADA DIA
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL
ADVIENTO-NAVIDAD Y SANTORAL
SAL TERRAE/SANTANDER 1989.Pág. 90



4. /Lc/02/36-40 J/KENOSIS 
Vida oculta de Cristo en Nazareth. La lección de estos dos versículos es importante: por  muy Dios que sea, Cristo sigue las leyes naturales del crecimiento humano, tanto en el  plano físico como en el plano de la sabiduría. Con la aceptación de comenzar su vida de  hombre por el nacimiento, la infancia, la pubertad, la adolescencia, Cristo ha aceptado su  misión divina en una Kenosis extraordinaria. Aceptando ese género de crecimiento, ha  aceptado el no conocer sino progresivamente la orientación de su vida, las circunstancias  de que estará tejida. Ha aceptado el no conocer la voluntad de su Padre, sino a través del  medio familiar "de donde no podía salir nada bueno" (Jn 1, 46), los mil y un acontecimientos  de la vida (Mt 26, 42). Y sobre las cosas y los hombres no ha aplicado más que los juicios  habituales de una inteligencia en desarrollo. Se ha negado a conocer lo que un hombre  medio no puede conocer (Mt 24, 36). Ha aceptado el no realizar su fidelidad al Padre, sino a  través de una fidelidad absoluta a la fragilidad y a las limitaciones de la condición humana.
MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA I
MAROVA MADRID 1969.Pág. 247



5.- El evangelio de la infancia de san Lucas (cap 1-2) comenzaba con la escena del anciano  Zacarías en el templo (1, 5-22). Desde el templo, lugar de la presencia de Dios en medio de  los suyos, se ha escuchado la palabra que dirige la historia hacia su meta (anunciación de  Juan). Hacia el templo, lugar de plenitud del pueblo de Israel, se ha dirigido la historia de la  infancia. De la infancia de Jesús en ese templo trata nuestro texto (2, 22-38). Sus elementos  fundamentales son los siguientes: a) Presentación (2,22-24); b)revelación de Simeón (2,  25-35); c) testimonio de Ana (2, 36-38) y d) vuelta a Nazaret (2, 39-40).
En el fondo de la escena de la presentación (2, 22-24) está la vieja ley judía según la cual  todo primogénito es sagrado y, por lo tanto, ha de entregarse a Dios o ser sacrificado. Como  el sacrificio humano estaba prohibido, la ley obligaba a realizar un cambio de manera que,  en lugar del niño, se ofreciera un animal puro (cordero, palomas) (cfr. Ex 13 y Lev 12).  Parece probable que al redactar la escena Lucas esté pensando que Jesús, primogénito de  María, es primogénito de Dios. Por eso, junto a la sustitución del sacrificio (se ofrecen dos  palomas) se resalta el hecho de que Jesús ha sido "presentado al Señor", es decir, ofrecido  solemnemente al Padre. El sentido de esta ofrenda se comprenderá solamente a la luz de la  escena del calvario, donde Jesús ya no podrá ser sustituido y morirá como el auténtico  primogénito que se entrega al Padre para salvación de los hombres. Unido a todo esto  Lucas ha citado sin entenderlo un dato de la vieja ley judía: la purificación de la mujer que  ha dado a luz (cfr Lev 12). Para Israel, la mujer que daba a luz quedaba manchada y por eso  tenía que realizar un rito de purificación antes de incorporarse a la vida externa de su  pueblo. De esta concepción, de la que extrañamente han quedado vestigios en nuestro  pueblo hasta tiempos muy recientes, parece que Lucas no ha tenido ya una idea clara; por  eso en el texto original ha escrito "cuando llegó el tiempo de la purificación de ellos",  refiriéndose también a José y a Jesús. La tradición litúrgica ha corregido el texto original de  Lucas, refiriéndose sólo a la purificación de María, ajustándose de esa manera a la vieja ley  judía.
El centro de nuestro pasaje lo constituye la revelación de Simeón (2, 25-35). Jesús ha  sido ofrecido al Padre; el Padre responde enviando la fuerza de su Espíritu al anciano  Simeón, que profetiza (2, 29-32.34-35). En sus palabras se descubre que el antiguo israel  de la esperanza puede descansar tranquilo; su historia (representada en Simeón) no acaba  en vano: ha visto al salvador y sabe que su meta es ahora el triunfo de la vida. En esa vida  encuentran su sentido todos los que esperan porque Jesús no es sólo gloria del pueblo  israelita, es el principio de luz y salvación para las gentes.
Tomadas en sí mismas, las palabras del himno del anciano (2. 29-32) son hermosas,  sentimentalmente emotivas. Sin embargo, miradas en su hondura, son reflejo de un dolor y  de una lucha. Por eso culminan en el destino de sufrimiento de María (2, 34-35).Desde el  principio de su actividad, María aparece como signo de la Iglesia, que llevando en sí toda la  gracia salvadora de Jesús se ha convertido en señal de división y enfrentamiento. La subida  de Jesús al templo ha comenzado con un signo de sacrificio (2, 22-24); con signo de  sacrificio continúan las palabras reveladoras de Simeón. Desde este comienzo de Jesús  como signo de contradicción para Israel (u origen de dolor para María) se abre un arco de  vida y experiencia que culminará sobre el Calvario y se extenderá después hacia la Iglesia.  Todo el que escucha las palabras de consuelo en que Jesús se muestra como luz y como  gloria (2, 29-32) tienen que seguir hacia adelante y aceptarle en el camino de dureza,  decisión y muerte; en ese caminar no irá jamás en solitario, le acompaña la fe y el  sufrimiento de María.
Con las palabras de alabanza de Ana, que presenta a Jesús como redentor de Jerusalén  (2, 36-38) y con la anotación de que crecía en Nazaret lleno de gracia (2, 39-40) se ha  cerrado nuestro texto. 
COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1242 ss.



6.- En el fondo de la escena de la presentación está la vieja ley judía según la cual todo  primogénito es sagrado -sea hombre o animal- es sagrado, pertenece a Dios, y por lo tanto  ha de entregarse a Dios o ser sacrificado. Como el sacrificio humano estaba prohibido, la  Ley obligaba a realizar un cambio de manera que en lugar del niño se ofreciera un animal  puro.
Se resalta el hecho de que Jesús ha sido "presentado al Señor", es decir, ofrecido  solemnemente al Padre. El sentido de esta ofrenda se comprenderá solamente a la luz de la  escena del calvario, donde Jesús ya no podrá ser sustituido y morirá como el auténtico  primogénito que se entrega al Padre para salvación de los hombres.
Jesús ha sido ofrecido al Padre y el Padre responde enviando la fuerza de su Espíritu al  anciano Simeón, que profetiza. En sus palabras se descubre que el antiguo Israel de la  esperanza puede descansar tranquillo; su historia -representada en Simeón- no acaba en  vano, ha visto al Salvador y sabe que su meta es ahora el triunfo de la vida. En esa vida  encuentran su sentido todos los que esperan, porque Jesús no es sólo gloria del pueblo  israelita, es luz y salvación para todos los hombres.
Estas palabras del himno del anciano Simeón son hermosas, sentimentalmente emotivas.  Sin embargo, miradas en su hondura, son reflejo de un dolor y de una lucha. Por eso  culminan en el destino de sufrimiento de María.
Desde el principio de su actividad, María aparece como signo de la iglesia, que llevando  en sí toda la gracia salvadora de Jesús se ha convertido en señal de división y  enfrentamiento.
La sabida de Jesús al templo ha comenzado con un signo de sacrificio (22-24), con signo  de sacrificio continúan las palabras reveladoras de Simeón.
Desde este comienzo de Jesús como signo de contradicción para Israel (u origen de dolor  para María) se abre un arco de vida y experiencia que culminará sobre el calvario y se  extendería después hacia la Iglesia.
Todo el que escuche las palabras de consuelo en que Jesús se muestra como luz y como  gloria (29-32) tiene que seguir hacia adelante y aceptarle en el camino de dureza, pasión y  muerte.
En ese camino no irá jamás en solitario, le acompaña la fe y el sufrimiento de María.



7.- El niño crecía. El evangelio de la infancia pertenece al género midrásico, lectura en  profundidad de la Escritura para detectar su sentido pleno. Cualquier acontecimiento  incorporado a la historia de la salvación da a la revelación un aspecto nuevo, porque la  biblia no es un acontecimiento momificado.
Jesús es la esperanza de Israel, que se ve colmada solemnemente en el episodio de la  presentación en el templo. Simeón lo entiende así y puede morir satisfecho. Otros lo verán  de distinta manera: unos para aceptar la piedra angular y otros para tropezar en ella. Semejante en todo a nosotros, Jesús se somete a la ley. Moisés dejó ordenado consagrar  al Señor todo primogénito varón. La presentación en el templo era sólo una costumbre  tardía después de la vuelta del cautiverio. Y se prescribía una ofrenda, cordero o paloma,  que los padres de Jesús cumplen según las posibilidades de los pobres. La purificación  causa extrañeza tratándose de María, pero era un rito más que quisieron cumplir según la  costumbre. José y María saben bien que el niño pertenece a Dios.
GUILLERMO GUTIERREZ
PALABRAS PARA EL CAMINO
NUEVAS HOMILIAS/B
EDIT. VERBO DIVIN0 ESTELLA 1987.págs. 29 s.



8. LA PROFECÍA DE SIMEÓN. 
J/SIGNO-DE-DIVISION: Cuando José y María presentaron al niño en el templo de  Jerusalén, Simeón les bendijo y luego, bajo el impulso del espíritu profético, se dirigió a la  Virgen con estas breves palabras: ''Este niño está destinado para ser caída y resurgimiento  de muchos en Israel, será signo de contradicción, para que sean descubiertos los  pensamientos de muchos corazones. Y una espada traspasará tu alma" (Lc 2,34-35). La  realidad es que Jesús no fue un conformista dispuesto a darles la razón a todos, sus  palabras y sus gestos obligaban a opciones concretas. en favor o en contra de él: "Quien no  está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo desparrama" (LC 11,23). 
a) Otras voces del NT sobre Jesús como signo de división. Antes de entrar en un  examen inmediato de la profecía de Simeón, escuchemos algunos otros ecos de la tradición  neotestamentaria acordes con LC 2,3435 a la hora de presentar a Jesús como uno que  provoca la disensión que suscita la adhesión o la repulsa. 
Pedro advierte que a Cristo se le podía aplicar lo que decía /Is/08/14: "Él (el Señor de  los ejércitos) será una piedra de tropiezo, una roca de escándalo para las dos casas de  Israel, un lazo y una trampa para los habitantes de Jerusalén" (cf I Pe 2,6-8; cf también ICor  1,23-24). 
Mateo pone estas palabras en labios de Jesús: "No penséis que vine a traer paz sobre la  tierra; no vine a traer paz, sino espada. Porque vine a separar al hombre de su padre, a la  hija de su madre, a la nuera de su suegra. Enemigos del hombre, los de su casa" (/Mt/10/34-36).
La predicación de Cristo —señala Juan en tres ocasiones (Jn 7,43; 9,16; 10,19)— era  motivo de cisma entre la gente, ya que daba lugar a pareceres discordes sobre su persona.  El mismo Jesús (según Jn 9,39) lo reconoce sin medias tintas, cuando afirma: "Yo vine a  este mundo para un juicio: para que los que no ven vean y los que ven se queden ciegos".  El elemento discriminante de este juicio es Cristo-luz, es su palabra que revela al Padre (Jn  12,44-50). Esa palabra escudriña los corazones: "En efecto, quien obra mal odia la luz y no  va a la luz, para que no se descubran sus obras. Pero el que obra la verdad va a la luz, para  que se vean sus obras, que están hechas en Dios" (Jn 3,20-21). 
El autor de la carta a los Hebreos (12,3) define la muerte de Jesús como una  contradicción que los pecadores arrojaron contra él. Israel —comenta Pablo citando a Is  65,2— fue "un pueblo desobediente y rebelde" ( Rom 10,21: antilégonta).  Del conjunto de estas citas se deduce que la tradición evangélica junto con la petrina y la  paulina, aun con la diferencia de los términos empleados, está sustancialmente de acuerdo.  El evangelio de Jesús, como soplo acariciador e impetuoso al mismo tiempo, sacude al  hombre desde dentro, lo provoca a una actitud. ¡Sí, la fe es una inquietud saludable! Lc  2,34-35 recoge el tema que hemos esbozado en esta rápida panorámica sobre el NT. Lo  acoge, anticipándolo en la infancia de Jesús, como si se tratara de un presagio que tendrá  la contrapartida en su ministerio público y en el de la iglesia apostólica. 
SIMEÓN/ORÁCULO: El oráculo de Simeón, el santo anciano del templo, tiene dos  aspectos: uno se refiere al pueblo de Israel y el otro a María. Veámoslo más en concreto. 
b) Israel frente a Cristo. Respecto a todos los miembros del pueblo elegido (tal es el  sentido de muchos en el v. 34, según las normas de la filología), Jesús está destinado a ser  causa de "caída y resurgimiento". Con este binomio antitético, Simeón profetiza cuál será el  éxito en conjunto de la misión de Jesús. Para quienes lo rechacen, es decir, para los que  crean que están en pie fiándose de sus propias seguridades (cf Lc 14,9), él será piedra de  tropiezo; pensemos, por ejemplo, en los escribas y fariseos, orgullosos de su ciencia (Lc  11,52-54); en el fariseo de la parábola (Lc 14,9-13.14b), en los invitados a la boda que  declinan la invitación por tener otros intereses (Lc 14,16-21ab.24)... Por el contrario, Cristo  será ocasión de salvación para cuantos se encuentran en un estado de miseria, de pecado,  pero acogen su palabra; pensemos en el publicano (Lc 14,13-14), en Zaqueo (Lc 19,2-10),  en los pobres, los cojos, los ciegos y los lisiados que sustituyen a los que fueron invitados  primero a la boda (Lc 14,21-23)... Así pues, además de la acogida, Jesús conocerá la  amargura y la tragedia del rechazo, será un "signo de contradicción", dice el anciano  profeta.
Signo, en primer lugar: en efecto, en su persona Dios se hace manifiesto y cercano a su  pueblo (cf Lc 1,68; 7,16), especialmente en la gran revelación pascual: "Como Jonás fue un  signo para los ninivitas, así el Hijo del hombre lo será para esta generación" (Lc 11,30).  Pero de contradicción; es decir, objeto de repulsa por parte de Jerusalén y del judaísmo  oficial, que no reconoció los tiempos de la visita de Dios (cf Lc 19,44b-47; 29,9-18...). Se  trata, por consiguiente, de un sendero lleno de espinas el que se perfila para Jesús.  "Para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones", añade Simeón (v.  35). La presencia de Cristo tendrá este efecto: revelar cuáles son las esperanzas de todos  respecto a él: quién lo acoge y quién lo rechaza. El término pensamientos (gr. dialoguismói)  es todavía genérico, sin ninguna cualificación positiva ni negativa. Se necesita un adjetivo, o  bien el contexto, para determinar si se trata de intenciones rectas o condenables (cf Lc 1,29  [dieloguízeto]; 5,22; 6,8; 9,46.47; 24,38; además, Mc 7,21, Mt 15,19; Sant 2,4...).  En Lc 2,35 el sustantivo mencionado parece tener una función bivalente; es decir,  designa las diversas actitudes, favorables u hostiles, frente a Cristo. Nos relacionamos  entonces con el v. 34, en donde se dice que Jesús es motivo tanto de caída como de  resurgimiento. 
En versión eclesial, Lucas elabora además los mismos enunciados en el libro de los  Hechos, donde entra en escena una iglesia que experimenta la contradicción que había  padecido antes su Señor. En Iconio, por ejemplo, después de la predicación de Pablo y de  Bernabé apoyada en signos y en prodigios (He 14,1-13), "la población de la ciudad se  dividió: unos estaban con los judíos y otros con los apóstoles" (v. 4). Y hacia el final del  libro Lucas hace decir a los judíos convocados por Pablo: "Sabemos que esta secta (=  cristianismo) encuentra oposición en todas partes (28,22: pantajou antiléguetai). 
c) El alma de María traspasada por una espada. La persona y el mensaje de Jesús lleva  a cabo un discernimiento dentro de Israel. Pero todo lo que ocurre en Israel como pueblo tiene una repercusión en María como persona: "... También a ti una espada te atravesará el alma" (Lc 2,35a). 
Lo mismo que en el Magnificat, se observaba un paso de lo individual (María: Lc 1,46-49) a lo colectivo (Israel: Lc 1,54), así aquí se da una alternancia entre una comunidad  (Israel) y una persona individual (María). Esto basta para concluir que también en este paso Lucas asocia a María a su pueblo; ella es hija de Sión. 
ESPADA/PD: Nos queda por preguntarnos ahora cuál  es el significado más pertinente del término espada. Recorriendo la literatura judeo-bíblica,  se ve que la espada es uno de los símbolos más frecuentes para designar la palabra de  Dios. En el AT tenemos dos casos (Is 49,2 y Sab 18,15) Este mismo tipo de simbolismo  aparece con frecuencia en los comentarios judíos a los textos bíblicos. También el NT, en  siete ocasiones, recurre a este lenguaje: la palabra de Dios, que se identifica ahora con la  palabra de Jesús, es comparada con una espada cortante de doble filo. Las referencias más  abundantes nos las ofrece el Apocalipsis (1,16: "De su boca salía una espada aguda de dos  filos": 2,12.16 19,15.21). Está asimismo la carta a los Efesios (/Ef/06/17: "Tomad también...  Ia espada del Espíritu, que es la palabra de Dios"). Hay que dedicar una especial atención a  la carta a los Hebreos (/Hb/04/12): "La palabra de Dios es viva y eficaz; ella penetra hasta la  división del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y es capaz de distinguir  los sentimientos y pensamientos del corazón". 
Se notará fácilmente la gran analogía que hay entre Lc 2,35 y Heb 4,12. En ambos trozos  se habla de espada que "penetra en el alma" y "revela-escudriña los pensamientos del  corazón". Esta relación no se le escapó, por ejemplo, a san Ambrosio.  Una vez asentada esta ecuación simbólica espada = palabra de Dios, se asoma la  hipótesis de que la espada a la que alude Simeón es figura de la palabra de Dios, tal como  se expresa en la enseñanza de Jesús. 
Efectivamente, esta descodificación del símbolo espada se armoniza muy bien con el  contexto anterior. Poco antes, Simeón había celebrado a Jesús como luz de las gentes y gloria de Israel (v. 32). Sus palabras hacen eco a los poemas del Siervo de Yavé (Is 42,6; 49,6). Pues bien, precisamente uno de esos poemas (49,2) presenta al Siervo de Yahvé como un profeta de cuya boca Dios ha hecho una espada afilada. La imagen, como hemos  visto, fue recogida varias veces en relación con Cristo en el Apocalipsis ( I,16; 2,12.16; 19,  15.21). Pero también Simeón, al preconizar en Jesús al Siervo de Yavé por excelencia,  parece decir que su palabra es semejante a una espada. 
M/PD/SUFRIMIENTO: Escogiendo esta orientación exegética (que, lejos de excluir a las demás, puede  perfectamente integrarlas), la imagen de María seria la de una creyente que, lo mismo que  todo Israel, su pueblo, tendrá que enfrentarse con la palabra del Hijo, simbolizada  místicamente en la espada. Su alma se verá profundamente penetrada por ella.  Efectivamente, siempre en el tercer evangelio vemos que ella acogía y guardaba los acontecimientos y las palabras de Jesús (Lc 2,19.51b; cf 8,19-21 y 11.27-28). Con una actitud sapiencial se esforzaba en sondear su alcance, incluso cuando le procuraban sufrimientos y no llegaba a comprender todo su sentido (Lc 2,48-51b). 
Así pues, María hizo que sus pensamientos se aclarasen y se juzgasen a la luz de  aquella palabra y se conformó a ella con un crecimiento constante. Esto suponía para ella gozo y dolor. (Gozo, al ver los frutos copiosos que la semilla de la palabra evangélica producía en ella misma y en cuantos la acogían con un corazón "bueno y perfecto" (cf Lc  8,15). Dolor, cuando buscaba angustiada a Jesús en Jerusalén y no comprendió su respuesta: "¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que tengo que estar en la casa de mi Padre? Y ellos no comprendieron sus palabras" (Lc 2,49-50). Conservando en su corazón el enigma de esa frase, ella "avanzó en la peregrinación de la fe" (LG 58), no sin pruebas ni oscuridades. Pero el colmo de la aflicción inundó su espíritu cuando vio a su Hijo rechazado  y crucificado. Obedecer a la voluntad del Padre (¡ella, la madre del ajusticiado!),  permanecer fiel a las palabras del Hijo sobre todo en aquel momento de tiniebla (cf  Redemptoris Mater 18): he aquí el punto crucial de la transfixión que esta palabra produjo  en las fibras de María. 
Según esta exégesis, no sería lógico restringir solamente a la compasión de la Virgen al pie de la cruz la profecía de Simeón. Abarca más bien todo el arco de su misión de madre del Redentor y especialmente el drama del Calvario. ¿No decía acaso Jesús: "Si alguno  quiere venir en pos de mi, niéguese a si mismo, tome su cruz de cada día y sigan" (Lc  9,23)?. 
CONCLUSIÓN. M/ABRAHAN: Abrahán, nuestro padre en la fe, "obedeciendo la llamada  divina, partió para un país que recibiría en posesión, y partió sin saber a dónde iba" (  /Hb/11/08). María, madre de los creyentes (cf Jn 19,2627a), aceptó que su vida se  plantease según la palabra del Señor que le había sido revelada por el ángel (Lc 1,38). Con  su fiat se dispuso a salir de si misma para seguir los caminos de Dios, que "es más grande  que nuestra conciencia y lo sabe todo" (1Jn 3,20). La Virgen llevaba a su Hijo en los brazos,  pero no se negaba a dejarse conducir por el Hijo por un camino incierto y difícil; también  para ella se hizo realmente ejemplar la frase de Jesús: "El que pierda su propia vida por mi,  la salvará" (Lc 9,24; cf Mc 8,35; Mt 16,25; Jn 12,25). Contemplada en esta dimensión,  María, además de madre, es hermana nuestra a la hora de compartir la gozosa fatiga de  creer. 
A.- SERRA
DICC-DE-MARIOLOGIA. Págs. 335-339

MARIA, ENSÉÑANOS A MEDITAR.

Celebramos en este domingo a la Sagrada Familia y el evangelio traza aquí un retrato de María que la convierte en nuestra maestra espiritual: “Su madre conservaba todos estos sucesos en su memoria y los meditaba en su corazón”. Es la fe en una tarea de profundización. Nadie podría ahondar tan dentro como María, nadie tendrá que vivir unas cosas tan maravillosas. Ella era judía, educada al estilo judío. Convertirse en madre del Mesías fue algo que la deslumbró y la colmó; todas las jóvenes judías soñaban con ello. El primer acontecimiento desconcertante fue aquella concepción virginal tan extraña: “¡No conozco varón!”. Y a continuación se muestra deseosa de saber la verdad, no ya aplastada por la verdad, sino con ansia de preguntar: ¿Cómo voy a ser madre?. El Espíritu vendrá sobre ti.
Empezaba así a meditar. María emprendía un camino de cuestiones cada vez más acuciantes. Ella, la judía, tendrá que ir aceptando poco a poco la idea de que el Dios único tiene un Hijo, ¡Y que ese Hijo es Jesús!. Tuvo que ir haciéndose a la idea de que el Mesías glorioso era aquel niño que vivía en una humilde aldea y en una familia de obreros. Como todos los niños. Después de cierta agitación en el nacimiento, la inmersión en el silencio de una vida vulgar.
Vino luego el episodio de los doce años de Jesús. Su independencia tan poco habitual y su respuesta insolente si no hubiera encerrado un gran misterio: “¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?”. No, no lo sabían, se atreve a decir Lucas; “No lo comprendieron”. Se dice a veces de una persona que se ve desbordaba por los acontecimiento. María se vio desbordaba. Pero siguió siendo profundamente receptiva: “guardaba todo aquello en su corazón”. Medita recoge los hechos, las palabras, las luces. En adelante, los hechos y las palabras de su hijo extraño -¡extranjero!- lejos de cerrarla ante lo inaccesible, la irán abriendo y levantando cada vez un poco más hacia el misterio: “¿Quién eres tú, tú que eres mi hijo?”.
Jesús ve esta triple tarea de apertura de meditación y de adaptación. Cuando una mujer, superficialmente emocionada, le grita “¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!”, le respondió con una invitación a una profundidad mayor: “Mejor: ¡Dichosos los que escuchan el mensaje de Dios y lo cumplen!”. (Lc. 11, 27-28).
¿Por qué no acudimos a esta escuela de la fe? No sólo hacia un modelo de alma contemplativa, sino hacia una madre que se siente tan feliz de ayudarnos a que nos adaptemos también nosotros al misterio. La fe cristiana no es fácil; lo vemos al oír a quienes la abandonan y al palpar nuestra propia mediocridad. No basta con haber escuchado vagamente unas palabras; hay que recibir con avidez las palabras y los acontecimientos para progresar luego hacia todo el misterio de Jesús a fuerza de meditaciones. Como aquella que fue la primera en recorrer todo el camino. Y que puede guiarnos a nosotros.

Pbro. Roland Vicente Castro Juárez



viernes, 21 de diciembre de 2018

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO IV TIEMPO ADVIENTO CICLO C - 23 DICIEMBRE 2018


EL GOZO DE CRECER


ORACION COLECTA

Derrama Señor, tu gracia en nuestros corazones para que, quienes hemos conocido, por el anuncio del ángel, la encarnación de Cristo, tu Hijo, lleguemos por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura de la profecía de Miqueas 5, 1-4a

Así dice el Señor: «Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel.
Su origen es desde lo antiguo, de tiempo inmemorial. La entrega hasta el tiempo en que la madre dé a luz, y el resto de sus hermanos retornará a los hijos de Israel.
En pie, pastoreará con la fuerza del Señor, por el nombre glorioso del Señor, su Dios.
Habitarán tranquilos, porque se mostrará grande hasta los confines de la tierra, y éste será nuestra paz.».

SALMO RESPONSORIAL (79)

Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos. R.

Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa. R.

Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti: danos vida, para que invoquemos tu nombre. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta a los Hebreos 10, 5-10

Hermanos: Cuando Cristo entró en el mundo dijo: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad."».
Primero dice: «No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la Ley. Después añade: «Aquí estoy yo para hacer tu voluntad.».
Niega lo primero, para afirmar lo segundo.
Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-45

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!.
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.».

PLEGARIA UNIVERSAL

Hermanos, el Señor está cerca, salgamos a su encuentro, proclamemos su grandeza y pidamos al Padre que nos ayude a esperar su venida con el corazón en vela. Digamos con fe: Escucha, Señor nuestra oración:

1.-  Por el Santo Padre y todos los pastores de la Iglesia: para que en su palabras y gestos de cogida y de misericordia, manifiesten la cercanía y la ternura de Dios a todos los hermanos. Oremos.

2.- Por las comunidades cristianas: para que viviendo en continua actitud de servicio, demos testimonio vivo de la presencia de Jesús en este mundo. Oremos

3.- Por los jóvenes para que se dejen atraer por el Señor que viene y encuentren en el la razón de su vida. Oremos.

4.- Por los pueblos que sufren la guerra, el hambre o la injusticia para que a través de nuestras oraciones y solidaridad amorosa puedan recibir del Señor el bienestar y la paz que tanto anhelan. Oremos.
5.- Por nuestra comunidad parroquial: para que la llegada del Señor nos encuentre unidos y reconciliados entre nosotros. Oremos.

Aquí nos tienes, Señor, para hace tu voluntad. Bendice nuestras vidas, acoge nuestras oraciones y ayúdanos a preparar el camino a tu Hijo que viene a salvarnos.
Por Jesucristo nuestro Señor.




ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

El mismo espíritu, que colmo con su poder las entrañas de santa María, santifique Señor estos dones que hemos colocado sobre tu altar. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Dios todopoderoso después de recibir la prenda de la redención eterna, te pedimos que crezca en nosotros tanto el fervor para celebrar dignamente el misterio del nacimiento de tu Hijo, cuanto más se acerca la gran fiesta de la salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.

COMENTARIO

María, se pone en camino “rápidamente”. Es el comienzo de las marchas en san Lucas, el evangelista de los caminos. Su evangelio está siempre en movimiento, lo mismo que su segundo libro, los Hechos de los apóstoles. De Nazareth la salvación irá a Jerusalén, luego tras la resurrección comenzará la conquista del mundo (Hch. 1, 8).
Los testigos dice Pedro, son esos hombres “que nos acompañaron mientras vivía con nosotros el Señor Jesús” (Hch. 1, 21). Y ésta es la primera marcha misionera: María que se pone en camino rápidamente, vibrando todavía por su anunciación: “¡Hágase en mí según tu palabra!”. Se apresura a ir a ver la primera maravilla anunciada: “Isabel, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y la que decían que era estéril está ya de seis meses”. María lo cree.
Todo es inaudito, pero ella cree. Le invade el gozo, el gozo de creer, el gozo de entrar en los tiempos mesiánicos y de ser ella la que los abre. “Yo soy la esclava del Señor”. La visitación irradia el gozo de creer. Isabel multiplica las palabras de gozo: “La criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído! ¡Qué alegría que me visite la madre de mi Señor!”.
Y María responderá con el Magníficat, su cántico de alegría. Lucas nos indica cuál es la fuente de ese gozo tan especial:    el   Espíritu. El   Espíritu  vino sobre María,  llenó   a   Isabel,   en Pentecostés llenará a los apóstoles. Y nos llena a nosotros cuando creemos y proclamamos que Jesús es Señor, es decir el Mesías, el Salvador, pero un Mesías tal como ningún judío se habría podido imaginar: Dios dándonos a su Hijo.
Nuestra fe y nuestro gozo dependen de la fuerza con que creemos en esto. Nos perdemos en cosas secundarias, disputamos entre cristianos sobre cuestión de detalles, en vez de vivir a fondo y de proclamar lo esencial, la revelación fantástica: el niño que va a nacer de María es el Hijo de Dios. Otro cántico viene después del Magníficat, el Benedictus: “¡Bendito sea Dios, que ha visitado a su pueblo! ¡Dios mismo que nos viene a visitar!
Hay muchas cosas que creer: la resurrección de Jesús, su presencia en la eucaristía, el perdón de nuestros pecados, el triunfo final de la vida sobre el sufrimiento y la muerte.
Pero para todas esas cosas nuestra fe será fácil y sólida si estamos bien enraizados en lo más difícil: creer que Dios ha venido a recorrer nuestros caminos: “Hemos visto los pasos de nuestro Dios cruzándose con los pasos de los hombres”.
Y para que viniera a nosotros necesitaba a María. Nada puede darnos mayor devoción a la Virgen que verla tan dichosa de creer y ofreciendo ya a su Hijo para quien explotan los primeros gozos de la fe. Cuando quiere hablar de María, el concilio tiene estas palabras magníficas: Ella presentó la vida.




PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 24: 2S 7, 1-5.8b-12.14ª.16; Sal 88; Lc 1, 67-79. Vigilia: Is 62, 1-5: Sal 88: Hch 13, 16-17. 22-25; Mt 1, 1-25.
Martes 25:   Misa Medianoche: Is 9, 1-3.5-6; Sal 95; Tt 2, 11-14; Lc 2, 1-14. Misa de la Aurora Is 62, 11-12; Sal 96; Tt 3, 4-7; Lc 2, 15-20. Misa del Día: Is 52, 7-10; Sal 97; Hb 1, 1-6; Jn 1, 1-18.
Miércoles 26: Hch 6, 8-10; 7, 54-60; Sa 30; Mt 10, 17-22
Jueves 27:    1Jn 1, 1-4; Sal 96; Jn 20, 2-8.
Viernes 28: 1Jn 1, 5-2, 2; Sal 123; Mt 2, 13-18.
Sábado 29:   1Jn 2, 3-11; Sal 95; Lc 2, 22-35.
Domingo 30:   Eclo 3, 2-6.12-14; Sal 127; Col 3, 12-21; Lc 2, 41-52.


COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 1, 39-45

Texto: La expresión inicial "en aquellos días" no es el habitual encabezamiento litúrgico, sino que pertenece al texto y hace referencia a Lc. 1, 36-37, donde el mensajero celeste ha ofrecido a María la maternidad de Isabel como señal de garantía de su propia maternidad. La expresión, pues, enlaza el texto de hoy con ese ofrecimiento. Nótese que María ha aceptado como suficiente y válida una garantía humanamente inviable. En Lc. 1,7, en efecto, Lucas ha presentado a Isabel como una mujer estéril y en edad de no poder tener hijos.
El texto comienza con María yendo al encuentro de Isabel. El autor tiene prisa por llegar. Nada es relevante hasta el salto de la criatura en el vientre de Isabel. Lucas había preparado cuidadosamente este momento desde 1, 15: ya desde el vientre de su madre estará lleno del Espíritu Santo. La situación es, en efecto, una eclosión del Espíritu. El salto de la criatura y el grito exultante de su madre son la expresión de esta eclosión. La razón es evidente: el Señor está aquí.
María y los lectores nos enteramos de ello de labios de Isabel. La atmósfera toda es de alegría y de júbilo. Isabel es toda palabra, en contraste con su ocultamiento anterior durante cinco meses (Lc. 1, 24) y con la mudez de su marido (Lc. 1, 22). Isabel es todo buena noticia. Sus últimas palabras son susceptibles de una doble interpretación, igualmente posible sintácticamente. La traducción litúrgica ha optado por la interpretación causal: ¡Dichosa tú, que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
Particularmente me inclino por la interpretación completiva: ¡Dichosa tú, que has creído que se cumpliría lo que te ha dicho el Señor. Esta interpretación me parece más en consonancia con el contexto. Lucas, en efecto, ha relacionado expresamente el texto de hoy con la garantía ofrecida por el mensajero celeste a María.
La respuesta de María fue entonces de aceptación de la garantía ofrecida, a pesar de la inviabilidad humana de la misma. Lucas resalta ahora, por medio de Isabel, la aceptación de María: ha sido una aceptación de creyente.
Resumiendo: Lucas nos da la increíble buena noticia de que Dios es realidad humana y, a la vez, nos propone con vistas a su aceptación el modelo creyente de María. Comentario. Se ha dicho muchas veces: creer es hacer posible lo imposible. Hoy, una vez más, hay que seguir diciéndolo. Creer contra toda desesperanza, cuando la evidencia invite incluso a no esperar nada. 
¿La evidencia? ¿No habremos confundido esta palabra con pragmatismo interesado? Demasiado a menudo la evidencia es una simple cuestión de intereses egoístas. Cuando hay capacidad utópica los límites de la evidencia se hacen menos férreos y más fluidos e insospechados. ¿Y si la capacidad utópica humana tiene su fuente en Dios? Isabel felicita a María por este tipo de capacidad utópica. Dos mujeres, seres sin prestigio ni relevancia en la sociedad de entonces. Lucas gusta de convertir a los marginados en protagonistas de la aventura creyente. María, una marginada, es el modelo de creyente que Lucas nos propone imitar. Gracias a una marginada el Señor es realidad humana. ¡Gracias, María por haber creído!.
Alberto Benito, Dabar 1988, 4



2.- Nota preliminar. La traducción litúrgica del último versículo es como sigue: dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor, se cumplirá. Esta traducción es correcta con la sintaxis del original. Pero también lo es esta otra: Dichosa tú que has creído que lo que dice el Señor se cumple. En igualdad de posibilidades habrá que escoger la que responda mejor a la dinámica del texto. Y creo que es la segunda. Puede quedar así: Dichosa tú por haber creído en el cumplimiento de lo que Dios te ha dicho.
Comentario. -En realidad el texto de hoy no debería separarse del que leíamos el día de la Inmaculada. Veíamos entonces cómo María aceptaba que para Dios no hay nada imposible. Y concluíamos con la siguiente pregunta: ¿Podemos siquiera sospechar lo que Dios puede cuando encuentra un ser humano sencillo y abierto a El? Es decir, el de hace dos domingos era un texto abierto, pendiente de respuesta. Esta llega en el texto de hoy, cerrando lo que entonces quedaba abierto. Ambos forman, pues, una unidad de sentido dentro de una estructura de apertura y cierre.
El relato comienza de manera rápida, sin detenciones. En un momento el autor nos traslada de Nazaret a la casa de Zacarías, al sur del país. Lo hacemos acompañando a María, cuyo bagaje es su incondicional disponibilidad a Dios. He aquí la esclava del Señor. Ya en la casa el relato se hace saludo entre María e Isabel. El autor detiene en este punto el relato para decirnos que María es la Madre de Dios. La forma de hacerlo es absolutamente deliciosa: la criatura que lleva dentro Isabel salta de alegría. A partir de aquí todo es profusión, apoteosis, exaltación. Es el homenaje a María por haber aceptado que para Dios no hay nada imposible. ¡Dichosa tú por haber creído en el cumplimiento de lo que Dios te ha dicho! ¿Por qué no pensar que este homenaje a María es a su vez una invitación a nosotros los lectores? Una invitación a a ser seres humanos sencillos y abiertos a Dios. ¿Quién puede sospechar lo que acontecería si fuéramos así? De esta manera el texto adquiere nuevas e insospechadas aperturas de sentido y, con ellas, la posibilidad de que lo imposible siga siendo siempre realidad. ¡Qué bonita es la existencia cuando Dios es diáfano gracias a un ser humano permeable a El.
Alberto Benito, Dabar 1985, 4



3.- Con excepción de la franja marítima, toda Judea es una región montañosa. Así que Lucas no facilita información precisa sobre el lugar adonde se dirigió María. Tampoco nos dice que María no emprendería ese camino con el propósito de comprobar lo que le había dicho el ángel y, por otra parte, tampoco parece probable que lo hiciera con el ánimo de atender a su prima en el parto, ya que el mismo Lucas sugiere que no estaba en casa de Isabel cuando nació su sobrino. Podemos suponer piadosamente que María sintió la necesidad de comunicar su gozo y compartir el de su prima.
Seguramente María se uniría en el camino de alguna caravana, puesto que José no parece que la acompañara (cf. Mt 1, 18). En todo caso, lo importante en este relato no es lo que sucedió o pudo suceder, sino lo que en él se anuncia, el mensaje evangélico. No olvidemos que los evangelistas no están interesados, en principio, en escribir una biografía, sino en la proclamación del evangelio.
El saludo de María provoca la respuesta maravillosa de Isabel que, entusiasmada, prorrumpe en alabanza profética bajo la acción del Espíritu Santo. Isabel ha reconocido en el hijo de María a "su Señor". Por eso llama a María la más bendita entre todas las mujeres. Si cualquier hijo es una bendición de Dios para su madre, mucho más lo será aquel hijo que es bendito delante de Dios y por quien han sido bendecidos todos los hijos de mujer.
En lenguaje bíblico se llama "visita" de Dios a su pueblo a la acción salvadora de Dios, a la intervención de Dios en beneficio de su pueblo. Dios, que ha visitado a su pueblo por medio de profetas, ahora lo visita definitivamente por medio de su propio Hijo. La familia del bautista es la primera que experimenta los efectos salvadores de esta visita: hasta el niño de Isabel salta de gozo en el vientre de su madre; el que había de ser su precursor nota ya la presencia del mesías tan deseado. Pero, como dice Juan evangelista, no todos recibieron con agrado la visita del Señor, el cual "vino a los suyos y los suyos no lo recibieron" (Jn 1,11; cf Lc 19, 42).
Isabel llama dichosa a María porque ha creído y no solo porque es la madre del Señor. Más tarde, Jesús, respondiendo a una mujer que bendice a su madre por haberlo llevado en sus extrañas, dirá que la verdadera dicha consiste en creer en la palabra de Dios y en practicarla (Lc 11, 27s). Y en otra ocasión afirmará que su madre y sus hermanos son todos los que creen en el evangelio que predica (8, 19-21).
Eucaristía 1988, 60



Los capítulos primero y segundo de Lucas tienen un fuerte sabor del AT, aunque no se cite explícitamente. Lucas combina aquí datos históricos con una profunda reflexión de la Escritura, actualizando los bíblicos del A.T. en función de una nueva situación, descubriendo nuevos valores en esta Palabra y actualizando en función del Señor Jesús lo que en el AT se refería al Señor Dios.
Así la escena de la visitación, que es la lectura evangélica de hoy, tiene como telón de fondo el traslado del arca a Jerusalén realizado por David (cf. 2 Sam 6,1-12). Ambos viajes -el del arca y el de María- tienen lugar en el territorio de Judá y provocan las mismas reacciones: alegría en los lugares por donde pasa el arca y alegría de Isabel, saltos de alegría de David y de Juan Bautista; el arca que sube hacia Jerusalén entra en casa de Obededom, permanece tres meses en ella y la llena de bendiciones, María entra en casa de Zacarías, permanece tres meses en ella e Isabel se llena del Espíritu Santo. No es el arca del Señor la que ahora sube hacia Jerusalén, sino "la madre de mi Señor" , la nueva arca de la alianza que lleva al Señor Jesús. David se considera indigno de recibir en su casa el arca, y por su parte Isabel exclama "¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?" (recuérdese que Señor es un título mesiánico).
Esta relación profunda de la escena de hoy con la subida del arca hacia Jerusalén y la propia subida de María hacia la montaña de Judá, nos presentan ya la gran "subida" de Jesús hacia Jerusalén, uno de los grandes temas del evangelio lucano.
No podemos dejar de notar el paralelismo entre las palabras que Isabel dirige a María y las que se dirigieron a Judit (cf. Jdt 13, 18-19): "Bendita entre todas las mujeres de la tierra... y bendito el Señor Dios"; Lucas cambia "el Señor Dios" por "el fruto de tu vientre", estableciendo así una estrechísima relación entre ambos.
El encuentro entre las dos madres es, de hecho, el encuentro de Juan Bautista con Jesús. Juan queda "lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre" como se había anunciado a su padre Zacarías (cfr. Lc 1, 16) y por boca de su madre inaugura su misión anunciando ya al Mesías.
Finalmente, Isabel declara feliz a María porque -contrariamente a lo que hizo Zacarías- ella ha creído que se realizaría lo que la Palabra de Dios dijo: del mismo modo que la fe de Abraham inició la historia del pueblo de Israel, la fe de María inicia la etapa definitiva de la historia de la salvación. Y esta bendición queda situada en la línea de Lc 11,27: "Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la guardan". FE/M-ABRAHAN  M/ABRAHAN.
Josep Roca, Misa Dominical 1979, 23



5.- La profecía se ha convertido en realidad. La anunciada madre del Mesías, la que lo traería al mundo en Belén, según Miqueas, entra ya en escena: ella con su hijo en las entrañas. El nacimiento del Mesías en Belén de Efrata nos lo describirá Lucas en el capítulo siguiente (donde también hará una referencia a la redención cuando se presente al Niño Jesús en el templo: 2,33-35). El Mesías y su madre, anunciados en el Antiguo Testamento, ahora son bendecidos en el Nuevo. (Algunos comentaristas creen ver en la escena de la visitación una realidad de lo que no sería más que la figura en el A.T.: la entrada del arca de la Alianza en Jerusalén (2 Sam 6). Pero quizás debamos decir que hay excesivo simbolismo).
Los tiempos nuevos han comenzado, la salvación y la paz anunciadas y tan deseadas están ya al alcance de la mano, De ahí que junto a la alegría y al entusiasmo se haga mención de la fe, la fe de María, heredera de la fe de Israel que ha sabido confiar en la promesa de Dios: "¡Dichosa tú, que has creído!". La fe ha visto el cumplimiento de las profecías, pero esta misma fe cree que va a darse aún un nuevo y más amplio cumplimiento: "lo que te ha dicho el Señor se cumplirá".
María, madre del Mesías, mujer dichosa, junto con la gracia de Cristo que nos trae, nos da un ejemplo de fe, de alegría, de disponibilidad, de servicio. Ella, figura del Adviento, prepara el camino al Camino: empieza a preparar el camino que un día va a hacer Jesús, camino de generosidad y de entrega total, venido no a ser servido sino a servir.
Jm. Vernet, Misa Dominical 1982, 24



6.- "¡Dichosa tú, que has creído!": La alabanza hacia María es doble: como madre del Señor y como creyente. Quedan reunidas aquí las dos bendiciones que encontramos en Lc 11, 27-28: una en boca de una mujer sobre la maternidad y la otra de Jesús sobre los que creen. Igualmente se acentúan en toda la escena los aspectos de gozo y de felicidad como señales del nuevo tiempo mesiánico que empieza.
Joan Naspleda, Misa Dominical 1988, 24



El relato de la Visitación es presentado por San Lucas siguiendo el mismo procedimiento midráshico que el Evangelio anterior (Lc 1, 26-38).
a) La idea evocada en este relato es la del traslado del Arca de la Alianza a Jerusalén (2 Sam 6, 2-11). En ambos casos, el viaje se realiza por el país de Judá hacia Jerusalén (v. 39; cf. 2 Sam 6, 2), da lugar a las mismas manifestaciones de alegría (vv. 42, 44 y 2 Sam 6, 2), e incluso a "danzas" sagradas (v. 44, en el que el Niño "salta" en el seno de su Madre: cf. 2 Sam 6, 12). La casa de Zacarías (v. 40) se convierte en la réplica de la casa de Obed-Edom (e Sam 6, 10) y María es fuente de bendiciones en ella como el Arca lo había sido antiguamente (v. 41; cf. 2 Sam 6, 11-12). El grito de Isabel al recibir a María (v.43) reproduce casi textualmente el de David delante del Arca (2 Sam 6, 9). Finalmente, María, lo mismo que el Arca, permanece tres meses en casa de su huéspedes (v. 56; cf. 2 Sam 6, 11).
Tras este simbolismo un tanto rebuscado se oculta la idea directriz de San Lucas: los hechos que rodean el nacimiento de Jesús dan cumplimiento al mismo tiempo a la profecía de Mal 3 y a la de las setenta semanas de Daniel. Dios ha enviado ya a su ángel al templo, bajo la figura de Gabriel, cerca de Zacarías (Mal 3, 1 y Lc 1, 5-25); ahora ya no queda más que el mismo Dios haga su aparición en su Templo (Mal 3, 2). La salida de María hacia la casa de Isabel es ya una etapa con la que María conduce a su Hijo hasta Judá; la segunda etapa será la subida propiamente dicha a Jerusalén en Lc 2, 22-38, que se termina con la presentación oficial del Niño en el Templo.
b) Si la evocación del Arca de la Alianza es, ante todo, la de la presencia de Dios en su Templo, no debe olvidarse del todo que el Arca conducía al pueblo al combate y que su evocación nos sitúa, pues, dentro de un contexto de combate que se hace más agudo todavía debido a la preocupación de Lucas por presentar a María bajo los rasgos de la mujer victoriosa de los enemigos. En efecto, el v. 42, en el que Isabel bendice a María y a su Hijo es la réplica de las aclamaciones dirigidas a Jael (Jue 5, 2-31) después de su victoria sobre el enemigo, y a Judit (Jdt 13, 17-18; 15, 9-10) después de su victoria sobre Holofernes. M/COMBATE M/VICTORIA.
Comparada con el Arca de la Alianza y con las mujeres guerreras del Antiguo Testamento, María aparece, pues, aquí, como la mujer que asegura a su pueblo la victoria definitiva sobre el mal e inaugura la era mesiánica en la que el pecado y la desgracia serán abolidos. María es la verdadera morada de Dios entre los hombres. Lucas la ha presentado así comparándola con el Arca o con Sión.
Dios no habita ya, pues, en un templo de piedras, sino en personas vivas. Al igual que María, cada cristiano es en el mundo signo de la presencia de Dios. Son las actitudes de su vida y sus compromisos, y no ya piedras sagradas, las que edifican la habitación divina sobre la tierra. Por profana que sea, la vida de un cristiano está ya ahora más cargada de presencia divina que un templo consagrado y que un Arca de la Alianza. La Eucaristía carga nuestras vidas de esa densidad.
Maertens - Frisque, Nueva Guía de la Asamblea Cristiana I, Marova Madrid 1969.Pág. 159



8.-Los cc.1-2 del tercer evangelio están construidos en forma de díptico: dos figuras paralelas se entrelazan, la del Bautista y la de Jesús. De ambos se nos anuncia el nacimiento, se nos narra su nacimiento y circuncisión y se nos presenta su crecimiento. El fragmento que enlaza las dos anunciaciones con los dos nacimientos, es precisamente el de la Visitación de María a Isabel. Las dos madres se encuentran.
Isabel es símbolo del AT. Como las antiguas matriarcas de Israel se nos dice que es estéril y anciana. Sin embargo, es capaz de ser fecunda por la acción de Dios. El Espíritu Santo la llena de su presencia, como había llenado a Israel a lo largo de su historia, para reconocer la presencia del Señor que llega en María.
María es símbolo de la nueva Sión que es madre fecunda, que lleva al Señor en su seno y lo presenta a los que quieran recibirlo. Es la nueva Arca de la Alianza que contiene al que es la Palabra de Dios a los hombres. Ella se apresura en su paso y comunica gozo mesiánico allí donde llega.
Aquí resuena la primera Bienaventuranza de los evangelios: "Dichosa tú, que has creído". Por la fe de Abrahán dio inicio al pueblo creyente, por la fe de María inicia su etapa definitiva el pueblo de Dios. La fe de María está en el origen de la fe de la iglesia. Recordemos que los Padres de la iglesia afirmaban que María concibió no sólo físicamente a Jesús en su cuerpo, sino también en su espíritu y en su corazón.
La Creación y la Vocación de Abrahán contenían, en el AT, sendas bendiciones. Isabel pronuncia una bendición sobre María y Jesús que marca el final del AT y el comienzo del NT.
Jordi Latorre, Misa Dominical 1991, 17



La Virgen es la primera en ser dignificada por el advenimiento divino; por eso se convierte para el resto de la humanidad en la "Visitadora". Aun antes de que Dios aparezca en el mundo en forma visible, lo trae la Virgen a los hombres hecho ya hombre en su seno. Viene Dios a ella, y en ella visita a la humanidad. Se procura un hogar entre los hombres a fin de facilitarles el vivir ellos en la Divinidad. La puerta por donde entra sin necesidad de abrirla es la Virgen. Así como se apareció a los discípulos en la noche de Pascua, de la misma manera va hoy a casa de Isabel con las puertas cerradas. No quiere mostrarse del todo ni aparecer ya en pleno día; se limita a asomarse a través de la puerta cerrada: "Está ya detrás de nuestros muros, mirando por las ventanas, atisbando por entre las celosías" (Ct/02/09). Sin embargo, Isabel, inmediatamente lo reconoce: "¿De dónde a mí tanto bien, que llegue a mí la Madre de mi Señor?, exclama Isabel.
Es un verdadero Adviento; la Virgen viene, llevando a Dios en su seno; la Madre de Dios viene, o sea, Dios mismo es quien viene.
Su presencia origina a la par temor y alegría; alegre sobresalto y santo temor, cosas ambas muy propias ante la aparición divina. Pero la alegría sobrepuja al temor: "Daba saltos de júbilo el niño en mi seno", afirma Isabel. Sin embargo, hay todavía otra señal que descubre la presencia de Dios: el espíritu humano es impulsado por ella. El Espíritu (Pneuma) de profecía se apodera del hombre, le abre los ojos interiores para descubrir el plan escondido de la redención divina y le desata la lengua en alabanzas al amor eterno: "Isabel se sintió llena del Espíritu Santo, y, exclamando en alta voz, dijo: Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre". A lo que responde María: "Mi alma canta la grandeza del Señor".
Emiliana Löhr, El año del Señor, El Misterio de Cristo en el Año Liturgico I, Edic. Guadarrama Madrid 1962.Pág. 64 S.



10.- El Adviento cclebra la Venida mística del Señor a los corazones mediante la gracia de Cristo, del cual nosotros somos instrumentos. Esto es lo que nos recuerda la Visitación. A pesar del esfuerzo que representaba en aquel tiempo para una futura madre aquel viaje de más de cien kilómetros, María no duda en prestar sus servicios a su prima, de la cual supo que, a pesar de su edad avanzada, iba a tener las alegrías, pero también los cuidados de la maternidad. Un servicio fraternal es siempre para nosotros ocasión de llevar a Cristo. En el caso de María, esto fue auténtico, incluso materialmente, podríamos decir. Ella lleva a Cristo; ella santifica mediante la irradiación de Cristo, a quien lleva dentro de sí. También a nosotros se nos pide que irradiemos a Cristo mediante el ejercicio de la caridad fraterna. Esta irradiación puede ser real y eficiente independientemente, e incluso con anterioridad a todo testimonio hablado, a toda «predicación», a todo «sermón».
Para nosotros aquí se trata, pues, de "ser": ser hijo de Dios, penetrado de la vida divina; al «ser» Cristo, nosotros le irradiaremos. "To be or not to be, that is the question» (Shakespeare, Hamlet, III, 1); «ser o no ser», esta es la cuestión, la primera y principal cuestión para un cristiano.
Puede ser útil, e incluso necesario en ocasiones, dar testimonio expreso de nuestra fe, estar orgullosos de ella, predicarla; mas esto es un aspecto secundario. Anteriormente, por la simple presencia en el mundo de verdaderos cristianos, Cristo está allí presente, y El no puede dejar de santificar, de la misma manera que santificó a Juan Bautista en la Visitación.
Eligiendo entre «ser» y «parecer», es mucho más importante ser; y es que «ser» es ya una adquisición importante, una realidad apreciable; parecer sin ser, no es nada, es mucho menos que nada: es falsedad, fariseísmo.
Oración: Invitación a la plegaria silenciosa para que cada cual examine si su primera preocupación es más bien la de ser y no la de parecer, la de no parecer sino porque es y en la medida en que lo es. Recogimiento en silencio; oración del celebrante, por ejemplo en estos términos: «Ayúdanos, Señor, a «ser» tus hijos, a vivir en cristiano, a fin de que, por todo lo que somos, irradiemos a Cristo.
Heuschen, La Biblia Cada Semana, Edic. Marova/Madrid 1965.Pág 31 S.



11.- María se puso en camino, y con buena marcha, al encuentro de Isabel, No iba a verificar las señales anunciadas. Ni mucho menos para contar su experiencia angélico-divina, movida por la vanidad. Iba para estas tres cosas: para felicitar, para compartir y para servir. Iba, como se ve, movida solamente por el amor. Por eso tiene prisas, porque el amor es fuerza quemante. La Virgen de la Visitación es la Virgen de la Caridad.
Caritas, Ríos del Corazón, Adviento Y Navidad 1992/91-2.Págs. 68



12.- Una vez recibido el anuncio del ángel y sabiendo que su prima también espera un hijo, María se dirige presurosa a su casa: los motivos serían ayudarla y pedirle consejo, pero de hecho la escena se convierte en un momento de gran celebración gozosa de la obra salvadora de Dios: la alegría rezuma en cada una de las frases de la escena. También se puede ver un cierto deseo del evangelista de señalar la primacía de Jesús respecto a Juan, cuestionada en algunos ambientes cercanos al primer cristianismo.
El viaje es sorprendente: una muchacha joven y embarazada atravesando sola Palestina. Pero tanto da. Es un gran esfuerzo para ella, pero mayores son las ganas de estar al lado de su prima y compartir la Buena Noticia. Y hay, sobre todo, una gran fuerza simbólica: María, procedente de las regiones del Norte, las tierras siempre en peligro de paganismo, se dirige a Judá, hacia el centro religioso, llevando con ella al Señor; ahora, la Jerusalén que tiene en su interior al Señor y de la que hablaba Sofonías el domingo pasado, ya no es una ciudad de piedra sino que es aquella joven de Nazaret, del territorio de Zabul6n y Neftalí (Is 8,23; Mt4,12-17).Realmente la manera de acercarse Dios a los hombres ha cambiado radicalmente.
El encuentro entre las dos mujeres muestra todo lo que comporta la llegada de Dios a aquellos que tienen ganas de verlo. Es el Espíritu el que hace descubrir la presencia del Señor a través de las sencillas realidades humanas que, por ellas mismas, no muestran nada de especial. Y, cuando se descubre, se produce la explosión de alegría: Juan Bautista en el vientre de Isabel representa aquí a todo el pueblo que esperaba la llegada del Mesías.
Isabel alaba a María por haber sido escogida por Dios, y alaba al Señor que está en sus entrañas. Y al final la vuelve a alabar pero expresando entonces, en una magnífica síntesis, la actitud básica del creyente que María representa: María es la que ha creído, es decir, la que ha sido capaz de fiarse de Dios y aceptar lo que ella entendía que Dios le proponía, por complicado que fuera; y por eso, y por complicado que todo pueda ser en el futuro, en ella y por ella se realizarán las promesas que Dios ha hecho (ella será la madre del salvador; por ella el mundo recibirá la salvación): el Magnificat que María proclama a continuación es la expresión de estos convencimientos.
J.- Lligadas, Misa Dominical 1994, 16