viernes, 22 de febrero de 2019

LECTURAS Y COMENTARIO VII DOMINGO T.O. CICLO C - 24 FEBRERO 2019


AMEN A SUS ENEMIGOS
 

ORACION COLECTA

Concédenos Dios todopoderoso que meditando siempre las realidades espirituales, cumplamos, de palabra y de obra lo que a ti te complace. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del primer libro de Samuel 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23

En aquellos días, Saúl emprendió la bajada hacia el páramo de Zif, con tres mil soldados israelitas, para dar una batida en busca de David.
David y Abisay fueron de noche al campamento; Saúl estaba echado, durmiendo en medio del cercado de carros, la lanza hincada en tierra a la cabecera. Abner y la tropa estaban echados alrededor. Entonces Abisay dijo a David: «Dios te pone el enemigo en la mano. Voy a clavarlo en tierra de una lanzada; no hará falta repetir el golpe.».
Pero David replicó: «¡No lo mates!, que no se puede atentar impunemente contra el ungido del Señor.».
David tomó la lanza y el jarro de agua de la cabecera de Saúl, y se marcharon. Nadie los vio, ni se enteró, ni se despertó: estaban todos dormidos, porque el Señor les había enviado un sueño profundo.
David cruzó a la otra parte, se plantó en la cima del monte, lejos, dejando mucho espacio en medio, y gritó: «Aquí está la lanza del rey. Que venga uno de los mozos a recoger1a. El Señor pagará a cada uno su justicia y su lealtad. Porque él te puso hoy en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor.».

SALMO RESPONSORIAL (102)

El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. R.

Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos; como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 45-49

Hermanos: El primer hombre, Adán, fue un ser animado. El último Adán, un espíritu que da vida.
No es primero lo espiritual, sino lo animal. Lo espiritual viene después.
El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo.
Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; iguales que el celestial son los hombres celestiales.
Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A los que me escuchen les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, oren por los que los injurian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Traten a los demás como quieren que ellos los traten. Pues, si amáis sólo a los que los aman, ¿qué mérito tienen?. También los pecadores aman a los que los aman. Y si hagan bien sólo a los que les hacen bien, ¿qué mérito tienen?. También los pecadores lo hacen.
Y si prestan sólo cuando esperan cobrar, ¿qué mérito tienen?. También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
¡No! Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada; tendrán un gran premio y serán hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sean compasivos como su Padre es compasivo; no juzguen, y no serán juzgados; no condenen, y no serán condenados; perdonen, y serán perdonados; den, y se les dará: se verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante.
La medida que usen, la usarán con ustedes.».

COMENTARIO

Todos tenemos enemigos y en este domingo leemos: “Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que les odian”. Las palabras de Jesús no se eligen. Las más duras, como estas, quieren hacer nacer en nosotros un hijo del altísimo. Quizás alguien ha intentado hablarles de prudencia o de caridad fraterna, de ese perdón a los enemigos que enseña Jesús. Como respuesta han explicado largamente la injusticia, han descrito a esa persona descarada que les ha destruido. ¡Y les dicen que amén! ¡Que le hagan bien!.
Cuando nos ataca una antipatía, como si fuera una enfermedad, a veces sentimos que la gracia nos mueve a buscar la curación, a dar un paso o a encontrar de algún modo la paz del corazón, a tirar fuera las malas ideas y toda esa película interior del resentimiento ¡Imposible! ¿Y que pueden contra eso cuatro palabras del evangelio? En esas cuatro palabras “amen a sus enemigos”, está la entrada en el amor. Y para que vivamos ordinariamente en el amor, Jesús nos pone en guardia contra un engaño fácil que nos hace imaginar que hemos escogido el amor.  Nos opera de una manera casi quirúrgica para llegar hasta las raíces de la ilusión: “Si quieren a los que los quieren, también los incrédulos quieren a quien los quiere. Y si hacen el bien al que les hace el bien, también los incrédulos lo hacen. Muchas personas que se creen buenas, pierden pronto sus buenos modales: “Me habló con un tono tan agrio que todo se ha acabado entre nosotros... “.
Nadie está al abrigo de una tentación de odio, pero sólo el que vive ordinariamente en el amor encontrará fuerzas para resistir a esa terrible tentación. Y si cae, podrá escuchar a Jesús y no hundirse más todavía.
Jesús nos hace vislumbrar un estilo de vida en el que se toma el amor tan en serio, que nos levanta hasta Dios. Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada, así tendrán una gran recompensa y serán hijos del altísimo... Sean generosos como su Padre es generoso.
No se trata de justicia, de prudencia, o de caridad a nuestra medida, sino de la más total desmedida, propuesta por aquel que amará, hasta la cruz, a los que le  traten como esas personas que nos repugnan a nosotros: “Padre, perdónales, que no saben lo que hacen”. El injusto, el indigno, el sinvergüenza no sabe lo que hace, si llegamos hasta sus profundidades. Y a nosotros se nos pide que lleguemos a unas alturas que nos resultan extrañas: las de Dios, que “es generoso con los ingratos y con los malos”. Sí, a pesar de no comprender bien esa “súper-bondad” (esa ciencia de los corazones que es inaccesible para nosotros), intentamos ser un poco “como él” nuestra recompensa es fantástica, hemos cambiado de corazón, hemos entrado en el amor.

PLEGARIA UNIVERSAL

Hermanos, para ser fieles al mandamiento del Señor que nos pide amar a los enemigos y hacer el bien a quienes nos hacen año, necesitamos que el Padre derrame sobre nosotros el Espíritu Santo, que infunde en nuestros corazones el amor de Dios. Oremos con fe: R.- Padre, en nombre de Cristo, tu Hijo danos tu Espíritu.

1.- Por el Papa Francisco, los Obispos y sacerdotes, para que movidos por el amor de Cristo, con su palabra y su testimonio, ayuden a la comunidad cristiana a seguir el camino del amor propuesto por Jesús. Oremos.

2.- Por los gobernantes de las naciones para que por encima de otros intereses, busquen la concordia y la paz entre los pueblos. Oremos.

3.- Por los pueblos que sufren las consecuencias del odio y la violencia para que animados por la fe, puedan encontrar soluciones eficaces y pacíficas. Oremos.

4.- Por todas las familias que sufren a causa de divisiones y rencores, para que con dialogo paciente y la oración puedan experimentar la alegría de la reconciliación. Oremos.

5.- Por todos los cristianos, para que aferrados a Jesús y guiados por el Espíritu Santo, podamos ejercitarnos día tras dia en el perdón y la misericordia. Oremos.

6.- Por todos nosotros aquí presentes, para que con corazón abierto permitamos que Jesús nos sane de resentimiento y rencores. Oremos.

Escucha Padre Bueno las oraciones de tus hijos que desean vivir el perdón y la misericordia que Jesús nos comunicó y nos enseñó y derrama sobre todo tu espíritu de amor. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Al celebrar tus misterios con al debida reverencia, te rogamos, Señor, que los dones ofrecidos en reconocimiento de tu gloria nos aprovechen para la salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Concédenos, Dios todopoderoso alcanzar el fruto de la salvación cuyo anticipo hemos recibido por esto sacramentos. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 25: Eclo 1, 1-10; Sal 92; Mc. 9, 14-29.
Martes 26: Eclo 2, 1-13; Sal 36; Mc. 9, 30-37.
Miércoles 27: Eclo 4, 12-22; Sal 118; Mc. 9, 38-40.
Jueves 28: Eclo 5, 1-10; Sal 1; Mc. 9, 41-50.
Viernes 29: Eclo 6, 5-17; Sal 118; Mc. 10, 1-12.
Sábado 30: Eclo 17, 1-13; Sal 102; Mc. 10, 13-16.
Domingo 31: Eclo 27, 4-7; Sal 91; 1Cor. 15, 54-58; Lc. 6, 39-45.

COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 06, 27-38
Par.: Mt 5, 38-48

1. - Hablando de cómo tiene que ser el discípulo Lucas proponía tres rasgos característicos. El fiarse de Jesús (primer rasgo) genera una nueva situación funcional (ser pescador de hombres, tercer rasgo). ¿En qué consiste esta nueva situación funcional?. El evangelio de hoy nos lo explica. La explicación está estructurada en tres partes.
Parte primera: vs. 27-30. El comentario debe ser casi exclusivamente formal: maestría de Jesús en el dominio de técnicas del lenguaje. En una cultura oral, esto era importantísimo de cara a provocar impacto y a facilitar la memorización. Frases muy cortas, barajando términos contrapuestos en un orden fijo. Imágenes intuitivas y chocantes, que producen el asombro desconcertado del oyente. Esto último puede observarse en el v. 29. Hagamos la trasposición del "al que le quite la capa...": "Al que te quite la ropa exterior, dale también la interior". Y el oyente reacciona inmediatamente: "¡Pero me quedo en cueros!" Es la reacción que busca Jesús: el desconcierto del oyente, su K.O. técnico, con miras a provocar en el oyente una nueva mentalidad, unas nuevas categorías de pensamiento y de actuación. Los versículos 29-30 no son casuística, sino invitaciones urgentes a despertar a un nuevo talante.
Acostumbrados a la racionalización del lenguaje, a preguntarnos casi maniáticamente por el mensaje, olvidamos que frecuentemente el mensaje no es fruto de los contenidos, sino de las formas. ¡Y Jesús era un maestro del "juego formal"!.
Parte segunda: vs. 31-35. El grupo cristiano debe ser reconocible por el amor. Este amor no lo concibe Jesús como un sentimiento, sino como una actuación. Por el amor, Dios reconoce al hombre como hijo suyo y el hombre se reconoce hijo de Dios. Este es el premio del que habla Jesús: experimentar a Dios como Padre.
Parte tercera: vs. 36-38. Jesús sitúa al hombre en una relación nueva con Dios: relación hijo-padre. Esta nueva relación del hombre con el hombre. Sólo así adquiere sentido todo lo que Jesús ha dicho desde el v. 27. Es el padre quien da sentido y coherencia a los hermanos. El amor del que habla Jesús no es un simple sentimiento humanitario; tiene una raíz existencial: la realidad del Padre. Sólo así tiene sentido que pueda amar yo al de al lado: es que resulta que es hermano mío.
Sólo a un hermano se le comprende, se le acepta, no se le condena, se le da, se le perdona.
DABAR 1977, 17



2.- A la idea jurídica de recompensa (Mt 05/46) Lucas sustituye la de "agradecimiento". Lo que equivale situarse en la óptica del favor de Dios (cf.:2, 40/52). Lucas desmenuza la actitud del hombre de la calle: ama a los que le aman, hace el bien a los que le hacen bien y da dinero a los que saben que le van a devolver. Es preciso, dice el autor, que el cristiano supere este estado de cosas. Para ello solamente hay un argumento: Dios también es misericordioso. Esta es una expresión tradicional del A.T. (Ex/34/06; Dt/04/31, etc.) y tal vez podría ser una expresión original de Jesús. La misericordia de Dios se convierte en argumento último. El creyente que quiera conectar con el fondo del mensaje cristiano debe abandonar toda actitud que, de una o de otra forma, choque con la misericordia. Esta es la actitud básica; las concreciones diarias estarán siempre orientadas a ella.
EUCARISTÍA 1977, 10



3.- A diferencia del texto del domingo pasado que restringía las bienaventuranzas a los discípulos, el texto de hoy no es restrictivo. Los destinatarios son absolutamente todos los oyentes, que, de acuerdo a Lc 6, 17, se componen de los doce, discípulos y gentío. Abren el texto cuatro frases imperativas en plural (vs. 27-28). Las cuatro igualmente concisas, con igual estructura e igual ritmo: al imperativo, marcando el sentido de lo que debe ser la actitud de los oyentes, sigue la mención global de quienes encarnan la actitud contraria y que no debe ser reproducida por los oyentes, sino cambiada por la opuesta, anteriormente formulada en imperativo. El principio de actuación por reacción del mismo signo es sustituido por el de actuación opuesta o de signo contrario.
Siguen en los vs. 29-30 otras cuatro frases también imperativas, aunque en singular y con estructura sintáctica inversa: el imperativo cierra ahora cada frase. Estas, por otro lado, no se mueven en el terreno de los principios o de las directrices genéricas, como sucedía con las anteriores, sino en el de las situaciones concretas. La formulación es gráfica, incisiva: pon la otra mejilla, quédate desnudo, da a todo el que te pida, no reclames lo tuyo.
Quedarse desnudo es lo primero que le evoca al oyente la frase al que te quite la capa, dale también la túnica (transferida a nuestros hábitos de vestir: al que te quite la ropa exterior, dale también la interior). Es fácil también imaginar la cara que pondrían los oyentes de una sociedad plagada de mendigos cuando oyeran "a todo el que te pida, dale".
Cualquiera de las cuatro frases, en efecto, tuvo que dejar a los oyentes perplejos, atónitos, desconcertados. El impacto estaba asegurado; la grabación en la memoria también. Jesús había conseguido lo primero que una enseñanza oral tenía que conseguir. La imagen hiriente y desconcertante era un recurso didáctico, al servicio de la reflexión posterior a cargo del propio oyente. Esta reflexión por evocación, y no el vehículo o el recurso empleado, es lo que constituye la verdadera enseñanza de Jesús.
El v. 31 formula un criterio de actuación para con los demás. Comportaos con los demás, como queréis que los demás se comporten con vosotros. La frase no tiene la crudeza y la agresividad de las anteriores. Se trata de un criterio realista, razonable y, aunque con un componente interesado, el criterio es práctico y eficaz. Jesús era indudablemente un perfecto didacta, que sabía conjugar la imagen agresiva y la sabiduría popular y sosegada de las máximas.
En los vs. 32-35 Lucas retoma el estilo y el lenguaje incisivos de los primeros versículos. La traducción litúrgica presenta estos versículos como explicación del v. 31, probablemente sin fundamento. En realidad, estos versículos forman un bloque en función del último de ellos, el 35. Los tres primeros (32-34) insisten en un misma idea: el plus diferenciador de la ética de Jesús frente a las éticas no religiosas. Lucas ha conservado la expresión "los pecadores", con la que los judíos designaban a todos aquellos que no conocían al Dios de Israel. El plus diferenciador de la ética de Jesús es la superación de toda la consideración de reciprocidad y el tener su origen y razón de ser en el Padre de los cielos.
Las frases "tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo" expresan lo mismo de dos maneras. Es la figuración retórica de la hendíadis. El premio consiste en ser hijos del Altísimo. El futuro de los verbos se debe a que el premio de la filiación divina depende de que se den las condiciones previas mencionadas con anterioridad, a saber, el amor a los enemigos y el hacer el bien desinteresadamente. No se trata, de un futuro temporal o en el más allá, sino de un futuro lógico y ya en el acá.
La última parte del texto, los vs. 36-38, está dominada por el Padre. Es de sobras conocido que la forma pasiva o reflexiva (no seréis juzgados, no seréis condenados, seréis perdonados, se os dará, os verterán, la usarán) se debe a lo que se denomina pasiva teológica, es decir, giro típicamente judío para evitar mencionar, por respeto, el nombre de Dios. Seréis juzgados, es decir, Dios os juzgará; etc. Estos futuros, por otra parte, participan del mismo carácter lógico que los futuros del v. 35. No obedecen, pues, primaria ni exclusivamente a una actuación de Dios en el más allá sino ya en el acá.
Estos últimos versículos erigen al Padre de los cielos en modelo de la ética de Jesús. El Padre, sus entrañas, su misericordia, su amor abismal- mente desbordante y desinteresado. El es origen y la razón de ser de las absolutamente desconcertantes y fascinantes propuestas éticas de Jesús.
A propósito, por último, del término juzgar del v. 37 hay que decir que su ámbito no es el jurídico sino existencial, es decir, remite a la inclinación que experimenta el ser humano a criticar y a encontrar defectos en el prójimo.
Comentario. Pocos textos como éste sintetizan tan bien la aportación de Jesús. En él se conjugan ética y religión y la relación entre ambos órdenes.
Ante todo está el Padre y su actuación. La designación misma empleada es ya significativa, pues da razón del Dios que Jesús revela y de la vinculación de los humanos con El. La ética que Jesús propone tiene su modelo en la propia actuación del Padre y es una ética para hijos, no para extraños.
Desde estos supuestos la ética tiene que ser por fuerza creativa, amplia de miras, sin cicaterías ni restricciones. La ética que Jesús propone no es que sea radical, es filial en su origen y fraterna en su actuación. En estas coordenadas no pueden existir fronteras en uno mismo para los demás. Las propuestas éticas de Jesús se explican desde esta ausencia de fronteras.
ALBERTO BENITO
DABAR 1992, 16



4. - Las relaciones con el prójimo son vistas desde la perspectiva de la misericordia. El cristiano no es aquel que tiene el oficio de condenar, sino la tarea de ser benigno e indulgente; es aquel que, como el Padre del cielo, otorga misericordia y encuentra el gozo en la donación.
MISA DOMINICAL 1990, 6



5.- La redacción de este Evangelio se la debemos a las comunidades helénicas de la primitiva Iglesia. En efecto, mientras que las comunidades judías hablan siempre del "Padre de los cielos" (Mt 5, 45;6, 9, 14, 26; y otros 32 casos), las Iglesias helénicas, influidas por ciertos libros griegos del Antiguo Testamento (Sab 14,3), rechazan esa expresión y adoptan una fórmula más directa: "Padre" (Gál 4, 6; Rom 8, 15; Ef 3, 14; Lc 6, 36; 12, 30, 12). Por otra parte, los griegos, extraños a la mística de la ley, no podían comprender un ideal de "justicia" a la manera judía, incluso revisado y corregido por Mt 5, 6, 10, 20. Por eso Lucas convierte la enseñanza sobre la justicia perfecta (Mt 5, 48) en una enseñanza sobre la misericordia.
Pero la lección sigue siendo común: toda moral cristiana es necesariamente una imitación del comportamiento de Dios: el cristiano obra "como" Dios. El punto de vista de Lucas es, no obstante, teocéntrico; el de Mateo es más bien antropocéntrico.
Lucas coincide después con Mt 7, 1-2 ("no juzguéis para no ser juzgados; porque se os medirá conforme a la medida con que hayáis medido..."), no sin introducir un punto de vista personal. Atenúa el contenido un poco demasiado judaizante de Mt 7, 1 reemplazando la sentencia: "no juzguéis a fin de no ser juzgados" (tema de la retribución terrestre de nuestras faltas; ley del talión; estilo proverbial), por una frase de tres miembros paralelos (Lc 6, 37; no juzguéis..., no condenéis..., perdonad...). Tan original sin duda como la de Mateo, esta frase la ha conservado Lucas porque esos tres verbos designan la acción y el juicio de Dios. Así, siendo el juicio de Dios lo que es, el hombre debe amoldarse a él en sus propios juicios. Una vez más, Lucas se manifiesta más teocéntrico que Mateo.
De igual modo, mientras que Mt 7, 2 prosigue el enunciado de su proverbio, "con la medida con que midáis seréis medidos", Lc 6, 38 intercala todo un pasaje que engloba algunas sentencias heterogéneas en torno a la palabra-clave "medida". "Se comprende la razón de ese añadido: la sentencia de Mt 7, 2 insistía en la equivalencia rigurosa entre nuestro comportamiento respecto a otro y aquel de que somos beneficiarios de parte de Dios. En Lc 6, 38, por el contrario, el autor pide una generosidad total en el don y promete en compensación no sólo una medida equivalente, sino sobreabundante. Nos encontramos aquí con una preocupación propia de San Lucas: esa nota de caridad generosa que supera todos los cálculos moralistas del judaísmo.
En Mt 7, 3-5, esa enseñanza va inmediatamente seguida por el proverbio de la paja y la viga. También Lucas lo recoge (7, 41-42), pero cita previamente la parábola de los dos ciegos (versículo 39) y la sentencia sobre el discípulo y su maestro (versículo 40), elementos sacados de otro contexto. No se ve bien como Lucas ha podido introducirlo en este lugar, antes del proverbio de la paja y de la viga que tan bien cerraba la enseñanza sobre la manera de juzgar a otro. La única explicación posible deja suponer una fuente anterior a san Lucas, con posible tendencia a reunir en torno a las palabras clave las enseñanzas del Señor. Este era el caso de la palabra "medida" en los versículos anteriores; ahora la palabra "ojo" (v. 41) encierra dos sentencias distintas: una sobre los ciegos y otra sobre la paja y la viga. Parece, pues, que hay que saltarse los vv. 39-40 para encontrar de nuevo el hilo conductor del Evangelio de este día.
Así,lo esencial del mensaje de Lucas sobre la cualidad de la moralidad cristiana. Mientras que Mateo hace depender esa moral del orden de la "justicia" judía (el cristiano supera tan solo al judío en justicia), Lucas la sitúa en el orden de la caridad y dentro de una perspectiva claramente teocéntrica.
J/IMITACION: ¿Qué es, entonces, la imitación de Jesucristo? Advirtamos en primer lugar que, para imitar a Jesucristo, ha de hacerse previamente conforme con su imagen, ser cualificado para obrar de esa forma. Esto supone una primer intervención de la Iglesia, la del bautismo. Al introducir al hombre en el Cuerpo de Cristo, el bautismo le capacita para obrar como hijo adoptivo del Padre, vinculado al Hijo único, y en obediencia a su condición terrestre de criatura. Pero la intervención de la Iglesia no se detiene ahí; se requiere constantemente en la activación de esa capacidad. Para comportarse como hijo adoptivo del Padre, hay que mantenerse constantemente bajo la acción de la gracia interior y dejarse modelar por los sacramentos de la Palabra.
El fruto propio de esta acción eclesial es la de arrancar al creyente de las más diversas tentaciones de evasión para hacerle cada vez más disponible para el acontecimiento y a lo que Dios quiere decir a cada uno por medio de él. Y son los acontecimientos de la vida cotidiana, donde quiera que se produzcan y cualquiera sea su amplitud, los que interrogan sin cesar la fe del cristiano y constituyen el terreno en el que toman cuerpo la obediencia a la condición de criatura. Imitar a Jesucristo no es atribuirse competencias determinadas de antemano, sino presentarse ante el acontecimiento como El lo ha hecho, en una aceptación total, es seguirle en su Pasión, es decir, en el Acontecimiento por excelencia.
Así pues, la imitación de Jesucristo no se parece en nada al conformismo. No se trata en absoluto de reproducir materialmente tal o cual actitud de Jesús, sino de mirar la realidad como El lo ha hecho, estar disponible como El ante el acontecimiento. Se trata no de reproducir sino de inventar, ya que el acontecimiento tiene de particular que siempre es único y el comportamiento del creyente en el acontecimiento participa de ese carácter. El cristiano tratará, pues, de que su respuesta esté a la altura del acontecimiento.
Puesto que el hombre moderno no es ya espontáneamente el hombre religioso de antaño, los cristianos se ven a veces tentados, en el testimonio que dan hoy de Jesucristo, de poner provisionalmente entre paréntesis la relación con el Padre en pro del servicio a los hombres. Tareas gigantescas requieren la atención y la colaboración de todos: la paz, el desarrollo, la justicia social e internacional, etc. Si uno quiere ser escuchado como cristiano, ha de tomar primero su parte de responsabilidad en el esfuerzo colectivo que espera al hombre de hoy y para el que se sabe preparado.
Esta tentación es muy sutil, pero hay que vencerla. Si cediera a ella, el cristiano pondría radicalmente en tela de juicio la naturaleza de su testimonio; añadamos también que, privado de su contenido original, el testimonio del cristiano perdería todo sabor, incluso para el hombre moderno. Situar la imitación del Padre en el centro del testimonio misionero significa conducirse como hijo de Dios y al mismo tiempo llevar hasta el límite la fidelidad a la condición terrestre de criatura; es manifestar que el hombre en Jesucristo está capacitado para conferir a su obrar un alcance eterno, permaneciendo en absoluta conformidad con su condición creada.
Muchas veces es una ilusión imaginarse que el hombre moderno, consciente de las responsabilidades que debe asumir aquí abajo, ha renunciado necesariamente a toda aspiración a lo absoluto; la diferencia con su predecesor consiste tan solo en que esa aspiración a lo absoluto circula ahora en el interior de las tareas humanas mismas. En este sentido, es falso decir que, para el hombre moderno, las tareas terrestres que le movilizan sean puramente "temporales". De ahí que, cuando el cristiano asume, por su parte, las responsabilidades del hombre de este tiempo frente a los inmensos desafíos con que se enfrenta, es preciso que su actitud manifieste claramente que, lejos de perturbar la actuación por parte del hombre de sus propios recursos, la condición de hijo de Dios le hace realmente disponible para la empresa civilizadora misma.
Es importante advertir, sin embargo, que el hombre moderno no es accesible a la significación de un esfuerzo de promoción humana, sino a condición de que ese esfuerzo refleje un respeto escrupuloso a las reglas del juego. La rectitud de la promoción humana depende no solo de la inspiración que la rige, sino también de la seriedad con que es promocionada a los distintos niveles que afecta: político, económico, social, etc. Es esa una condición previa a la que debe someterse el cristiano como todo hombre; sin esa condición previa, el "resto", que es lo esencial, no sucederá.
Al celebrar la Eucaristía, la comunidad se establece en la caridad de Cristo, que es perfecta imitación del Padre. Pero ese fruto de la Eucaristía no se obtiene automáticamente. La proclamación de la Palabra desempeña un papel primordial -lecturas de la Escritura y homilía del celebrante que pone de manifiesto su actualidad concreta-. El exterior de la celebración tiene igualmente mucha importancia; importa que la asamblea tome conciencia de la diversidad que engloba que se conciba a sí misma como esencialmente abierta, que se considere como un microcosmos.
MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA III
MAROVA MADRID 1969.Pág. 85ss



El estudio de este pasaje nos sitúa en el centro del evangelio de Jesús y nos descubre el verdadero sentido de Dios y de la vida de los hombres. El judaísmo ofrecía una norma de justicia según la cual a cada uno hay que tratarlo de acuerdo con sus obras. En el marxismo es necesaria la dialéctica de la revolución en que se incluye la necesidad de superar (o destruir) al enemigo para alcanzar la armonía final. En las diversas políticas del mundo se sacrifica el interés de los grupos minoritarios, a los pobres. Quizá la más profunda tendencia de los hombres sea el egoísmo, el hecho de amar a los demás solamente en cuanto representan un valor para mi vida. Pues bien, frente a todas estas concepciones, el evangelio de Jesús nos ha ofrecido un ideal de nitidez y fuerza escalofriante: "Amad a los enemigos". No es absoluta la ley (del judaísmo) ni el éxito de la revolución (marxismo) ni el interés o provecho de cada uno de los grupos o individuos. Sólo es absoluta la urgencia de sembrar el bien, el amar sin buscar una respuesta, el dar sin esperar la recompensa, el devolver con bien los males recibidos. Tan extrañamente distinta es esta forma de entender el amor, que los primeros cristianos han introducido en el lenguaje griego una palabra nueva para expresarlo: "Agape". A/GRIEGO-CR: En el mundo griego el amor consistía en aspirar hacia la propia plenitud humana. La realidad que el evangelio nos presenta como "ágape" es muy distinta; el amor no consiste en la búsqueda de la plenitud personal, sino en el sacrificio de entregar la propia vida por los otros. En el mundo griego. Dios no ama; se limita a ser la meta a la que aspiran los impulsos de los hombres. Por el contrario, el Padre de Jesús ama a los hombres de tal forma que les entrega su propia intimidad (su Hijo) en el intento de salvarlos.
Situados en esta perspectiva advertimos que el amor al enemigo no es un dato marginal, sino el sentido y centro del amor de los cristianos. Todas las demás actitudes pueden esconder un egoísmo (una búsqueda de mi propio yo a través de los demás). Sólo cuando se da sin esperar recompensa, cuando se ama sin que el otro lo merezca, cuando se pierde para que el otro gane, sólo entonces se ha llegado hasta el misterio del amor que nos enseña (y nos ofrece) el Cristo. Vivir esta realidad significaría la única verdadera revolución de nuestra historia.
COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1279 s.



7.- "Si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa (misthos) vais a tener?", se lee en Mateo (5, 46), mientras que Lucas escribe: "Si amáis a los que os aman, qué mérito (charis) tenéis?". La diferencia de vocabulario entre Mateo y Lucas es una de las características de esta sección. Mientras que Mateo habla en términos jurídicos, Lucas apunta al corazón de Dios. En efecto, preguntémonos por el origen de ese mérito (charis) que obtienen los cristianos. Si no aman más que a quienes los aman, si no prestan más que a los que les van a devolver el dinero, no van más allá del horizonte estrecho de las relaciones humanas. Pero, si aman a sus enemigos, viven del espíritu mismo de Dios, atestiguan la gracia (charis) que habita en ellos, el favor divino de que están investidos.
Son misericordiosos como lo es su Padre. Comparemos los vv. 31, 36 y 38. El primero invita a los discípulos a comportarse con los demás como les gustaría que ellos se portasen con ellos. Este comportamiento supone ya un progreso considerable respecto a la regla de los antiguos, que recomendaban evitar todo lo que no nos gusta ver que hacen los otros. Pero sigue estando marcado por las leyes de la reciprocidad. Al contrario, mostrarse misericordioso (v. 36) es obrar como Dios; es, a la vez, tomar conciencia y vivir de la gracia de Dios, dada siempre de forma gratuita, derramada con "una medida buena, apretada, remecida hasta rebosar" (v. 38). Es alzarse desde el registro del "do ut des" al registro de la abundancia y de la generosidad.
DIOS CADA DIA
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL
SEMANAS XXII-XXXIV T.O. EVANG.DE LUCAS
SAL TERRAE/SANTANDER 1990.Pág. 45



8.- Después de las bienaventuranzas y amenazas del domingo pasado, leemos hoy el cuerpo central del "sermón del llano" de Lucas, equivalente reducido del sermón de la montaña de Mateo.
La gran diferencia del texto de Mateo respecto al de Lucas, aparte su mayor brevedad, es que en el segundo no figuran las referencias y los contrastes con la Ley de Israel que sí contiene, en cambio, Mateo . Y eso hace que, precisamente, el texto de Lucas sea mucho más ágil y mucho más fácilmente captable para el lector actual, de mentalidad más cercana a la griega, para la cual escribía Lucas, que a la de los buenos conocedores de la Ley a los que se dirigía Mateo.
El texto de hoy, en definitiva, podríamos decir que es como la "carta magna" de los sentimientos de fondo que debe llevar en su interior el cristiano, que debe moverle en todas sus actuaciones y que ha de configurarle todos los criterios de pensamiento. Aunque el texto no lo diga, estos sentimientos de fondo son, precisamente, los de Jesús. Y no son, precisamente, los que más espontáneamente salen del corazón de las personas ni los que más fácilmente se promueven colectivamente a todos los niveles (sociales, políticos, eclesiales...). Pero sí son (por eso llamamos "Buena Noticia" al mensaje de Jesús) los que harían que el mundo llegase a funcionar bien. Podemos resaltar de ellos los siguientes aspectos:
- Una frase central: "Tratad a los demás...". Entendida en profundidad, esta regla de oro comporta desear y tratar a todo el mundo, sea quien sea y haya hecho lo que haya hecho, lo mejor posible siempre.
- Una actitud emblemática y sintomática: "Amad a vuestros enemigos". El mejor punto de examen para saber si tenemos los sentimientos de Jesús: ¿Qué deseamos para los que nos han hecho daño o nos caen mal?
- Un modelo: "Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo". Mateo dice "perfectos", que por ser tan global puede parecer abstracto. Lucas se fija en un atributo muy específico, y hace de él el objetivo de la imitación cristiana de Dios.
MISA DOMINICAL 1995, 3


viernes, 15 de febrero de 2019

LECTURAS Y COMENTARIO VI DOMINGO T.O. CICLO C - 17 FEBRERO 2019


LA DESGRACIA DE SER RICO


ORACION COLECTA

Oh Dios que prometiste permanecer en los rectos y sencillos de corazón, concédenos pro tu gracia vivir de tal manera que te dignes habitar en nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Jeremías 17, 5-8

Así dice el Señor: «Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor.
Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita.
Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza.
Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto.

SALMO RESPONSORIAL (01)

Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R.

Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. R.

No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 12. 16-20

Hermanos: Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que dice alguno de ustedes que los muertos no resucitan?.
Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha resucitado, su fe no tiene sentido, seguís con sus pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados.
¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 17. 20-26

En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: «Dichosos los pobres, porque suyo es el reino de Dios.
Dichosos los que ahora tienen hambre, porque quedaran saciados.
Dichosos los que ahora lloran, porque reirán. Dichosos ustedes, cuando los odien los hombres, y los excluyan, y los insulten, y proscriban sus nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían sus padres con los profetas.
Pero, ¡ay de ustedes, los ricos!, porque ya tienen su consuelo. ¡Ay de ustedes, los que ahora están saciados!, porque tendrán hambre. ¡Ay de los que ahora ríen!, porque harán duelo y lloraran.
¡Ay si todo el mundo habla bien de ustedes! Eso es lo que hacían sus padres con los falsos profetas.».

COMENTARIO

No es fácil recibir todo este aluvión: “Ay de ustedes, los que están saciados!. ¡Ay de ustedes los que ríen!, ¡Ay de ustedes, de los que todo el mundo habla bien!”. Los creyentes se ven obligados a quedarse allí delante, perplejos. Nos damos cuenta de que para Jesús estas bienaventuranzas y estas maldiciones extrañas (“¡Dichosos ustedes, los pobres! ¡Ay de ustedes, los ricos!”) son una evidencia, pero cuando nos fijamos en nuestra vida, nos parece mucho más evidente la ley del dinero: son dichosos los ricos y desventurados los pobres. Es lo que piensa todo el mundo. ¡Todo el mundo! Ese es el problema. Los primeros cristianos, por su parte, extrañaron y desentonaron de tal modo que en los ambientes paganos la nueva fe llamó la atención. Si ahora los cristianos resultan que son “como todo el mundo” su fe no puede menos de dejar escépticos y críticos a los “paganos” ¿En qué cambia las cosas la fe en Jesucristo?.
Lo cambia todo cuando se cree. Aquí, por ejemplo, hay que creer en el deprecio de Jesús por el dinero y entrar también nosotros en ese desprecio, cueste lo que cueste. Por otra parte, no es el dinero “útil” lo que desprecia. Aprueba la alegría de una mujer que se ha encontrado el drama perdido y la felicidad de las personas que han tenido éxito en sus negocios (Lc 19, 16-17). Pero ¡qué desprecio con el rico que acumulaba tesoros para asegurarse la vida: “¡Necio!” (Lc 12, 20). La vida no es eso. La desgracia de ser rico consiste en engañarse sobre la vida buscando pequeñas felicidades, eso que Jesús llama el “consuelo”: “¡Ay de ustedes, porque ya tienen su consuelo!”; tienen el confort, tienen la seguridad, tiene el aprecio de los demás. Pero no tienen el reino. La verdadera vida está allí; hay que entrar en el reino, que es el país del amor: “Dios mío, dice el salmo 118, ¡que tu amor sea mi consuelo!”. La verdadera vida, para la que estamos hechos, es amar a Dios y amar a nuestros hermanos. ¡Evidentemente hay que creerlo! Una existencia cristiana comienza exactamente por ese acto de fe: creer en Jesús cuando nos dice que la dicha está en elegir el amor. La vida no es forzosamente una elección entre la felicidad y la desgracia, sino más generalmente una elección entre las pequeñas felicidades que se pueden comprar y la gran dicha de amar.
Pero ¿por qué se dice que el dinero nos hace dejar a Dios y el amor fraternal? Porque cuando se espera todo del dinero, se acostumbra uno a no esperar nada de Dios y se trata cada vez menos con él. Y cuando uno codicia el dinero, no comparte con los demás; cuanto más rico es uno, menos da; es cosa bien sabida. ¿Entonces? ¿Tirar el dinero o tirar el evangelio? No, hay que repetir que el dinero puede ser útil, el problema está en mantenerlo en esa estricta utilidad, en no entregarle nuestra vida, en seguir siendo capaz de dominar la avaricia. Eso es el evangelio.
Cuando un rico ama a Dios (lo prueba la calidad de su oración) y cuando se ve devorado por el amor fraterno (lo prueban la generosidad y el compromiso social) conquista una de las batallas cristianas más difíciles: hacer que el dinero sea dócil y noble.

PLEGARIA UNIVERSAL

Pongamos en Dios nuestra confianza y pidámosle que así como resucito a Jesucristo de entre los muertos, nos haga esperar nuestra resurrección poniendo en sus manos de Padre nuestras inquietudes y anhelos. Digámosle: R.- Escúchanos, pues confiamos en ti.

1.- Por el Papa Francisco y todos los pastores de la Iglesia, para que en su magisterio y su manera de vivir, proclamen siempre el gozo de las bienaventuranzas de Jesús. Oremos.

2.- Por los gobernantes de las naciones, para que renunciando a sus propios intereses y preocupándose sinceramente por el bien común; puedan merecer la felicidad propuesta por Jesús. Oremos.

3.. Por todas las comunidades cristianas, para que podamos ayudarnos mutuamente a mantener viva nuestra confianza en Dios, en los momentos difíciles. Oremos.

4.- Por los pobres, los enfermos, los que se sienten solos y marginados, que puedan experimentar la alegría prometida por Jesús a través de nuestras actitudes de acogida, comprensión y solidaridad. Oremos.

5.- Por todas las personas consagradas a Dios, para que en su vida y en su manera de entregarse a todos, dejen resplandecer en ellos el amor y la presencia del Señor. Oremos.

6.- Por todos nosotros, para que la esperanza de la resurrección futura nos ayude a vivir desde ahora, la dicha de la cual participaremos para siempre en el cielo. Oremos.

Oh Dios, que llamas dichosos a los que el mundo llama desgraciados, escucha las oraciones que con fe te presentamos, y haz que un día gocemos de la dicha eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.

10.- ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Señor que esta oblación nos purifique y nos renueve, y sea causa de eterna recompensa para los que cumplen tu voluntad. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Alimentados con las delicias del cielo, te pedimos, Señor que procuremos siempre aquello que nos asegura la vida verdadera. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 18: Gn 4, 1-15; 25; Sal 49; Mc. 8, 11-13.
Martes 19: Gn. 6, 5-8; 7, 1-5, 10; Sal 28; Mc. 8, 13-21.
Miércoles 20: Gn. 8, 6-13; 20-22; Sal 115; Mc. 8, 22-26.
Jueves 21: Gn. 9, 1-13; Sal 101; Mc. 8, 27-33.
Viernes 22: 1 Pe 5, 1-4; Sal 22; Mt. 16, 13-19.
Sábado 23: Hb. 11, 1-7; Sal 144; Mc. 9, 2-13.
Domingo 24:   Sm. 26, 2; 7-9; 12-13; 22-23; Sal 102; Cor. 15, 45-49; Lc. 6, 27-38.


COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 06, 17. 20-26
Aunque Jesús dirige su palabra a los discípulos, su enseñanza no concierne solamente a ellos. En su auditorio hay discípulos que le siguen de cerca, una masa de gente que acude de todas partes llevada por la curiosidad y algunos que han bajado de Jerusalén y le observan maliciosamente. En realidad las bienaventuranzas, excepto la última que recae especialmente sobre los discípulos, son para los pobres y los afligidos de este mundo. Lucas, a diferencia de Mateo que trae ocho bienaventuranzas (Mt 5.3-12), menciona sólo cuatro; pero añade, en contrapartida, otras cuatro amenazas. En cuanto a las primeras, el número no tiene mayor importancia, ya que en definitiva todas se refieren al único camino que conduce al reino de Dios.
Es interesante hacer notar cómo Lucas habla únicamente de los "pobres", de los  "hambrientos", de los que "lloran", sin añadir calificativo alguno, mientras que Mateo nos  habla de los "pobres de espíritu" o de los que "tienen hambre y sed de justicia". El texto de Mateo se refiere a los hombres que se tienen a sí mismos por pobres delante de Dios y lo esperan todo de él, sin confiar en su propia autosuficiencia. Y aunque este significado  puede salvaguardarse también en el texto de Lucas, puesto que el reino de los cielos y no  la riqueza es la esperanza y la dicha de los pobres no cabe duda que subraya la pobreza  como una situación objetiva favorable y hasta necesaria, aunque no suficientemente, para  llegar al reino de Dios. En cambio, las riquezas son un verdadero obstáculo.
Jesús dirige expresamente esta bienaventuranza a los que van a ser sus testigos, a los que van a ser perseguidos "por causa del Hijo del hombre" (Cfr. Mt 5, 10-12): "Dichosos vosotros..." Los discípulos de Jesús, los que le siguen, padecerán por su causa, pero participarán también de su gloria y de la gloria de los profetas. Lo específico de los cristianos no es ser pobre o estar con los pobres, no es luchar por la justicia o construir la paz, sino dar testimonio de Cristo. Para éstos, además de la otra bienaventuranza que comparten con los pobres, hay una bienaventuranza específica.
El evangelio es anuncio y denuncia al mismo tiempo, bendición y maldición, buena y mala noticia. No es imparcial. No lo puede ser en un mundo dividido por la injusticia. Por eso Jesús no bendice a unos sin maldecir a los otros. Pero la maldición o la amenaza que hace a los ricos y a los autosuficientes es, ante todo una advertencia severa y una exhortación para que se conviertan.
Porque si siguen siendo ricos, a pesar de la pobreza de los pobres y a costa de éstos, su  situación es injusta a todas luces y es desesperada en vistas a lo que importa, al reino de  Dios.
También esta cuarta amenaza se dirige expresamente a sus discípulos. Los que le siguen y han de ser sus testigos no deberán alegrarse si se ven rodeados de una nube de aduladores, sino todo lo contrario. Porque si buscan los halagos caerán en los errores de los falsos profetas, de aquellos que sólo predican lo que el mundo quiere escuchar y traicionan el evangelio.
Eucaristía 1983, 9



2.- -Texto. Se ha cerrado un capítulo de la obra con las espadas en alto por parte de letrados y fariseos (cfr. Lc. 6,11). Con Lc. 6,12 se abre un nuevo capítulo, del que forman parte los versículos de hoy. En el v.17 el autor presenta el escenario: un llano. En él, tres grupos de personas netamente diferenciadas acompañan a Jesús: los doce, discípulos, otra gente. La acción se desarrolla entre Jesús y discípulos. Esta acción no lleva anejo movimiento alguno de las partes. Son palabras de Jesús teniendo como destinatario de las mismas a los discípulos. En sus palabras Jesús les habla de ocho categorías de personas, divididas en dos bloques contrapuestos de a cuatro: pobres, hambrientos, llorosos y vituperados en el primer bloque; ricos, saciados, alegres y ensalzados en el segundo. Cada una de las categorías viene introducida por una exclamación de gozo o de lamento.  Exclamación de gozo en el primer bloque y de lamento en el segundo.
Comentario. Voy a empezarlo por esto de exclamación de gozo y de lamento. Si denomino así a lo que habitualmente se llaman bendiciones y maldiciones, es porque se acomoda más al género literario que subyace y que nos es perfectamente conocido por el uso que de él hicieron los viejos profetas del Antiguo Testamento. El profeta es la persona que ve los acontecimientos en profundidad, que detecta en ellos realidades y movimientos que se escapan al común de observadores. Al detectarlos lanza una exclamación. Esta será de alegría o de pena, según el signo de la realidad o del movimiento detectados. El profeta no sabe cuándo éstos tendrán lugar; sólo sabe que tendrán lugar. No bendice o maldice a nadie, sino que lanza un grito de entusiasmo o se echa las manos a la cabeza aterrorizada ante la nueva situación que se avecina, pero de la que no tienen ni idea aquéllos a quienes va a afectar. En su calidad de gritos estas visiones proféticas no se pueden encasillar dentro de ninguna lógica al uso ni mucho menos se pueden interpretar como revanchismo o expresión de un "cambio de tortilla". Son gritos que brotan del estremecimiento de unas entrañas utópicas; manifestaciones de alegría. Sin estridencias, sin esnobismos, sin contorsiones ni agresividad.
Balada, lamento. Gestados en la montaña, en el cósmico-puro delirio de la música callada y de la soledad sonora; arriba, donde el aire es siempre puro, donde la realidad está hecha toda de utopía. Con la vista puesta en sus discípulos (v.20). Son los cristianos.  De ellos espera Lucas que sean los continuadores del estremecimiento utópico de Jesús. 
Dabar 1983, 15



3.- -Las bienaventuranzas de Lucas son más "críticas" -más propias de un profeta que de un legislador- que las de Mateo. Jesús las pronuncia "en medio" de la gente venida de todas parte, aunque "mirando" a los discípulos. Son también, además, unas bienaventuranzas con alternativa: las maldiciones. De este modo forman un texto absolutamente paralelo con la primera lectura y el salmo. Leyéndolas, vienen a la memoria las palabras de Simeón: "...éste está destinado a que muchos caigan o se levanten en Israel" (Lucas 2,34), y evocan la escena majestuosa de Mateo 25,31 ss. Se da una antítesis constante entre el "ahora" y el "día que vendrá"; esto introduce al sentido trascendente de la vida presente, en función de una esperanza que se apoya en el don de Dios.
La continuación del texto lucano incluye una frase que cabría subrayar: "Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo". Es típica de Lucas esta asimilación entre la  "misericordia" del Padre y la "perfección" del Padre, del texto de Mateo 5,48. El camino del amor, del perdón, del corazón que guarda la bondad como un tesoro, es el camino de Jesús y de la felicidad, porque es el camino que demuestra que uno no se fía de sí mismo, no se convierte en el umbilicus orbis, sino que busca de verdad el Reino que viene de Dios. El enlace con la segunda lectura puede ser adecuado, a causa de las afirmaciones paulinas:  "Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más  desgraciados". Más que una invectiva a partir de los "¡Ay de vosotros...!, la homilía debería consistir en subrayar fuertemente la imagen del testimonio de Cristo en el mundo. una buena ayuda  para el contenido puede venir de la lectura de la encíclica "Rico en misericordia",  especialmente las páginas dedicadas a comentar la misión de la Iglesia al introducir en el  mundo "el momento del perdón" (cfr.n.14).
No obstante, y por fidelidad al texto de Lucas, también es bueno destacar la alternativa.  Una persona que contempla todas las cosas desde un mundo cerrado no tiene otro futuro sino el mundo en que se encuentra. Ahí radica la inmensa tragedia del hombre cerrado a la trascendencia, llamado -a pesar de sí mismo, quizás- al más allá.
Pere Tena, Misa Dominical 1983, 4



4.- Las bienaventuranzas no son prometidas a quienes son pobres porque son pobres, y las maldiciones no se dirigen contra los ricos porque son ricos. De hecho, Jesús elogia a los pobres que viven en dos mundos a la vez: el presente y la escatología, y amenaza a los ricos que no viven más que en un solo mundo, el que encadena casi inevitablemente a quien lleva una vida confortable.
El rico es el que se da tan pronto por satisfecho con lo que posee que no realiza el viaje hacia la profundidad de su ser, a lo que, por otra parte, nada le llama: un determinado orden social rico y súper industrializado, una determinada institución eclesiástica súper asegurada de verdades y de derecho.
El pobre no posee más que su soledad, pero la vive con ese valor de ser que le lleva a las profundidades de su ser, allí donde se vislumbra otro mundo. Solitario en ese orden, es rico en la participación de este otro orden, participa ya en las victorias y de su proximidad.  Es el revelador de este otro mundo que viene penosamente, a través de gracias y desgracias, éxitos y fracasos, victorias y traiciones.
Maertens-Frisque, Nueva Guía De La Asamblea Cristiana II, Marova Madrid 1969.Pág. 240



5.- Para la ocasión Lucas pone especial cuidado en diferenciar a los doce, los discípulos y el público en general. Con la lógica excepción de los doce, Lucas recalca lo numeroso de los otros dos grupos y la procedencia del público en general: de territorio judío y no judío.  Ambiente solemne y expectante: habían acudido a escuchar a Jesús (Lc. 8,18). Lucas restringe a los discípulos las palabras de Jesús recogidas en el texto de hoy. Sólo en la óptica del discípulo podrán ser entendidas esas palabras.
Las palabras de Jesús resuenan lentas y cadenciosas por la reiteración de "dichosos, ¡ay!, porque" y el adverbio "ahora". La referencia no son situaciones impersonales, sino personas concretas que son pobres, pasan hambre, lloran y son objeto de odio y de persecución; o bien son ricas, no pasan hambre, se burlan y son objeto de adulación. Las palabras de Jesús hablan de un final en la condición presente de todas esas personas, de un ¡basta ya! Un final y un ¡basta ya! situados en un futuro no precisado pero cierto. Se trata del futuro de Dios, quien a través de las palabras de Jesús se revela como alguien que también tiene una palabra que decir en un mundo que también es suyo y que, por consiguiente, no es sólo humano, sino también divino.
En la frase "vuestra recompensa será grande en el cielo", la expresión en el cielo no se refiere sin más al más allá después de la muerte, sino a Dios. Es de todo conocido que un judío jamás pronuncia el nombre de Dios. En su lugar emplea circunloquios, rodeos de palabras. En el cielo es uno de estos circunloquios para referirse a Dios.
Comentario. Sólo una interpretación miope y mal intencionada puede hablar de este texto como de opio del pueblo. Nos hallamos ante la formulación del ¡basta ya! divino ante el espectáculo dantesco de un mundo horrendo. Un mundo así le duele demasiado a Dios y, aunque Dios es paciente, su paciencia lo es todo menos patente de impunidad. El texto no hace sino recordarnos algo que los humanos parecemos haber olvidado: que este mundo no es sólo nuestro, sino también de Dios y que, por tanto, también Dios tiene derecho a hablar. Resulta paradójico que, en el siglo de la conciencia de derecho, le neguemos derecho a Dios.
Los pobres, los hambrientos, los que lloran, los perseguidos, todos los que son todo esto por causa del Hijo del Hombre, son paradójicamente dichosos en su situación porque saben de Dios y de su Palabra. Sólo los que viven como si Dios no existiera y, debido a ello, se enriquecen, nadan en opulencia y risas y hasta son idolatrados, sólo éstos son los que tienen que temer por el silencio paciente de Dios. ¡Ay de ellos! No es una amenaza, es el grito desgarrador de los profetas por la desgracia en la que ya están instalados sin ellos saberlo. 
Alberto Benito, Dabar 1995, 13