LA
VIDA DESPIERTA
ORACION COLECTA
Protege, Señor con amor continuo a
tu familia, para que al apoyarse en la
sola esperanza de tu gracia del cielo, se sienta siempre fortalecida con tu
protección. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 6, 1-2a.
3-8
El año de la muerte del rey
Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto
llenaba el templo.
Y vi serafines en pie junto a él.
Y se gritaban uno a otro, diciendo: «¡Santo, santo, santo, el Señor de los
ejércitos, la tierra está llena de su gloria!».
Y temblaban los umbrales de las
puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.
Yo dije: «¡Ay de mí, estoy
perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de
labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos.».
Y voló hacia mí uno de los
serafines, con un ascua en la mano, que había cogido del altar con unas
tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo: «Mira; esto ha tocado tus labios, ha
desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado.».
Entonces, escuché la voz del
Señor, que decía: «¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?». Contesté: «Aquí
estoy, mándame.».
SALMO
RESPONSORIAL (137)
Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
Te
doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me
postraré hacia tu santuario. R.
Daré
gracias a tu nombre: por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera
a tu fama; cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. R.
Que
te den gracias, Señor, los reyes de la tierra, al escuchar el oráculo de tu
boca; canten los caminos del Señor, porque la gloria del Señor es grande. R.
Tu
derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo: Señor, tu
misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol
san Pablo a los Corintios 15, 1-11
Les recuerdo, hermanos,
el Evangelio que los proclamé y que ustedes aceptaron, y en el que están
fundados, y que los está salvando, si es que conservan el Evangelio que les
proclamé; de lo contrario, se ha malogrado su adhesión a la fe.
Porque lo primero que yo
os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por
nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer
día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce;
después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los
cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago,
después a todos los apóstoles; por último, se me apareció también a mí.
Porque yo soy el menor
de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la
Iglesia de Dios.
Pero por la gracia de
Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien. he
trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios
conmigo. Pues bien; tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo
que han creído.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 5, 1-11
En
aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de
Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban
junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las
redes.
Subió
a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra.
Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a
Simón: «Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.». Simón contestó: «Maestro,
nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu
palabra, echaré las redes.».
Y,
puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la
red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles
una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al
ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí,
Señor, que soy un pecador.».
Y
es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con el, al ver
la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan,
hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas;
desde ahora serás pescador de hombres.». Ellos sacaron las barcas a tierra y,
dejándolo todo, lo siguieron.
COMENTARIO
Un
pequeño lago, una ensenada, un joven predicador, unos cuantos pescadores sin
especial instrucción: así comienza la aventura de la iglesia que Lucas se
encarga de relatar. Al describir estos comienzos, ve la primera pesca
realizarse en el mundo pagano, los comienzos de la iglesia fuera de Palestina.
Y nosotros, ¿cómo no pensar en la inmensa muchedumbre de creyentes?.
Pero pensamos también en los
muchos que están esperando pescadores.
Este evangelio va dirigido a
cada uno de nosotros, incluso ese famoso versículo que dice: “desde ahora, lo
que pescarás serán hombre”. Palabras que han impresionado a muchos adolescentes
que se han hecho sacerdotes y misioneros.
Al inaugurar
la inmensa pesca apostólica, Jesús lanza una advertencia que nunca deberíamos
olvidar: sin mí, sus redes saldrán vacías.
Esta verdad
fundamental no acaba de verse bien a los veinte años. Una vez comprometidos en
la misión de apóstol, se pasan días y noches sin trabajar suficientemente con
Jesús. Se deja la oración, se descuida la vida sacramental se hacen cosas, se
agita uno y un día se empieza a desfondar el espíritu: me estoy reventando por
nada.
Él, el
carpintero (¡), les da consejos a los profesionales de la pesca, a unos hombres
agotados por toda una noche de esfuerzos inútiles. Los profesionales del
apostolado se reconocerán en esta escena. Vaciados por esfuerzos totalmente
inútiles, sienten la tentación de rechazar la idea de entregarse a Jesús es
decir a la oración.
Y creo que todo cristiano,
en su apostolado más restringido y más informal, siente igualmente ganas de
bajar los brazos o de buscar otras técnicas más bien que la de ponerse a rezar.
Sin embargo, sólo la oración
nos devolverá el impulso de Pedro. Carpintero o no, Jesús lo había subyugado:
“Ya que lo dices tú, echaré las redes”.
Nosotros no sacaremos las
redes llenas ni arrastraremos barcas pesadas; no estamos ya en la época en que
Jesús recurría al milagro para robustecer una confianza que acababa de nacer.
Pero sabemos, por las grandes pescas misioneras, lo que los hombres han podido
hacer con Jesús.
Tenemos los Hechos de los
apóstoles, los relatos misioneros y todas las vidas de los santos para reavivar
nuestra confianza. Sólo ella puede hacer de nosotros apóstoles que bregan, pero
que le miran. Ya que lo dice tú, echaré las redes ¡Y hasta el fondo!.
PLEGARIA UNIVERSAL
Señor todopoderoso que sigues mostrándonos el camino y abriéndonos los ojos
a la novedad de tu mensaje, acoge estas suplicas que te presentamos e ilumina
nuestras decisiones. R.- Ilumina a tu pueblo, Señor.
1.- Por el Papa, los Obispos y diáconos, para que con la actitud de cercanía y bondad, hagan
resplandecer en el mundo la presencia y el amor del Señor. Oremos.
2.- Por lo gobernantes de las
naciones, para que favorezcan una vida
digna para todos y cultiven la cultura de la paz. Oremos.
3.- Por todos aquellos que son
llamados a seguir a Jesús más de cerca, para que como los discípulos tengan la
valentía de dejarlo todo, y entregarse totalmente a Dios para servirlo en los
hermanos. Oremos.
4.- Por los enfermos, los emigrantes los que bien en soledad, para que
a través de nuestra cercanía y acogida, puedan experimentar el amor del
Señor y reavivar su esperanza. Oremos.
5.- Por quienes colaboramos, activamente en las actividades
parroquiales, para que podamos servir a los hermanos con humildad y alegría. Oremos.
6.- Por nosotros, que
participamos en esta celebración, para
que sintiéndonos elegidos y amados pro el Señor, vivamos con alegría y
entusiasmo nuestra vocación. Oremos.
En tus manos ponemos, padre bueno estas Suplicas atiéndelas con tu amor
infinito y haz que irradiemos en el mundo la alegría de ser discípulos de
Jesús. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Señor y Dios nuestro que has creado estos dones como remedios eficaz de
nuestra debilidad, concédenos que sean también para nosotros sacramento de vida
eterna. Por Jesucristo nuestro Señor
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Oh, Dios que has querido hacernos
participes de un mismo pan y de un mismo cáliz, concédenos vivir de tal modo
que unidos en Cristo, fructifiquemos con gozo para la salvación del mundo. Por
Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA
DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 11: Gn. 1, 1-19; Sal 103; Mc. 6,
53-56.
Martes 12: Gn. 1, 20—2, 4ª; Sal 8; Mc.
7, 1-13.
Miércoles 13: Gn. 2, 4b-9; 15-17; Sal 103;
Mc. 7, 14-23.
Jueves 14: Hch, 13, 46-49; Sal 116; Lc.
10, 1-9.
Viernes 15: Gn. 3, 1-8; Sal 31; Mc. 7,
31-37.
Sábado 16: Gn. 3, 9-24; Sal 89; Mc 8, 1-10.
Domingo 17: Jr. 17, 5-8, Sal 1; 1Cor. 15,
12; 16-20.; Lc. 6, 17; 20-26.
COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Lc 05, 01-11
Texto. Entre el texto del domingo pasado y el de hoy Lucas nos presenta
a un Jesús buscado insistentemente por la gente. De esta situación parte
precisamente el texto. El marco no es ya la sinagoga, sino el lago Genesaret.
La gente escucha la Palabra de Dios.
La expresión es típica de Lucas y define la propia enseñanza de Jesús,
aunque no se especifica su contenido. El autor espera probablemente que no
perdamos de vista la enseñanza de los domingos anteriores en la sinagoga de
Nazaret.
En este contexto genérico resuena explícita la Palabra de Dios a través
de Jesús. Sacad la barca lago adentro y echad vuestras redes para la pesca.
Pedro replica constatando lo descabellado, absurdo incluso, de la propuesta de
Jesús. La pesca tiene sus horas propicias, fuera de las cuales es inútil
intentarlo. Pero, puesto que tú lo dices, echaré las redes. Es decir, la
Palabra de Jesús adquiere para Pedro rango de valor superior a la lógica de la
situación. Pedro acoge, hace suya esa Palabra. Se fía más de ella que de la
lógica de la situación. Los dos versículos siguientes, 6-7, reflejan el
resultado de la acogida de la Palabra de Jesús. Un resultado imprevisible,
impensable incluso, desde la lógica de la situación previa. La escena recuerda
la de María e Isabel y las palabras de ésta: ¡Dichosa tú, que has creído que se
cumpliría lo que te había dicho el Señor! (Lc. 1,45).
La escena final tipifica la reacción de Pedro en términos que recuerdan
lo escuchado en la primera lectura de Isaías. Es la reacción humana ante lo
imprevisible-impensable desde la lógica de la situación previa. Asombro, pasmo,
temor, autocuestionamiento de la propia persona que se experimenta a sí misma
como indigna, poca cosa. Señor, apártate de mí, que soy un pecador. Pero la
Palabra de Jesús disipa temores e introduce al que se ha fiado de ella en una
novedad de vida. Una vez más la escena nos lleva a Isabel y María en Lc.
1,26-56 y a las palabras, en este caso, de María: Desde ahora, todos me
llamarán feliz, pues ha hecho maravillas conmigo Aquél que es todopoderoso (Lc.
1, 48-49).
Resumiendo: En su línea de profundizar en la instrucción cristiana,
Lucas ha elaborado un relato cuyo tema central es la Palabra de Dios o, que
para él es lo mismo, la Palabra de Jesús.
Una Palabra desconcertante, absurda incluso, si se mide desde el
pragmatismo y la lógica de las situaciones. Pero una Palabra de maravillosas
consecuencias inéditas, si se acoge y acepta con confianza. A su vez, la vida
del que se ha fiado de la Palabra de Jesús entra en una dinámica nueva. Nos
hallamos ante un relato gráfico de invitación a aceptar la Palabra de Jesús.
Comentario. Lucas incide en una temática que ya había desarrollado
ampliamente en /Lc/01/26-56, y que comentábamos con ocasión del cuarto domingo
de adviento. Frente a la lógica de la situación, del pragmatismo y del
realismo, nos invita a hacer nuestra la Palabra de Jesús.
Fiarse de esa Palabra hace posible que acontezca lo impensable o, lo que
es lo mismo, la utopía, la cual jamás será posible desde la lógica del
pragmatismo. Fiarse de la Palabra de Jesús introduce además a la persona que lo
hace en una dinámica nueva para sí mismo y para los demás. A sí mismo lo limpia
de jactancias más o menos inconfesadas, por lo general más bien inconfesadas o
no conscientes. Para los demás es una referencia de ilusión y de esperanza.
A.- Benito, Dabar 1989, 12
2.- Comentario. En su propósito de relatar relacionado de acuerdo a un
orden, Lucas da hoy un paso adelante muy importante dentro del ordenamiento
conceptual de su obra.
Comienza con la gente agolpándose alrededor de Jesús. Es el telón de
fondo del que hablábamos hace dos domingos. Pero el domingo pasado veíamos que
este telón de fondo está estropeado por la cerrazón y el exclusivismo. Lo
lógico es, pues, sustituirlo por otro que ofrezca vistas y aires nuevos. Esta
tarea de sustitución la emprende Lucas con el texto de hoy. Lo hace sirviéndose
de los pescadores de dos barcas atracadas a la orilla del lago Genesaret. Pero
antes, y aunque no sea más que de pasada, es obligado dejar constancia del
exquisito arte descriptivo de Lucas en los versículos iniciales. ¡Cómo va
enfocando la escena desde la retina de Jesús! ¡La figura erguida de Jesús a
orillas del lago, sobresaliendo sobre la anónima muchedumbre! Son pinceladas,
retazos, con una enorme capacidad de sugerencia y de evocación.
¿Cómo no admirar la espontaneidad y sencillez del abordaje de la barca
de Pedro por Jesús? Pero volvamos a los pescadores. Ellos son el nuevo material
para sustituir al viejo, cerrado y exclusivista. ¿Cómo deberá ser este nuevo
material? ¿Qué características deberá tener? Sigamos leyendo el texto.
Jefe, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero,
en base a tu palabra, echaré las redes. Reconstruyamos la secuencia lógica
subyacente: si en el tiempo propicio no hemos cogido nada, menos cogeremos en
el tiempo no propicio. Pero Pedro sustituye la lógica por la palabra de Jesús,
dándole a esta palabra el rango de valor supremo. Se fía de ella, la acoge y la
hace suya. Pedro se sitúa pues, por encima de la lógica de lo
posible-imposible, va más allá de ella. Esta lógica puede tener otros nombres:
realismo, cálculo, prudencia, pragmatismo. Pedro se sitúa más allá de todos
ellos, en la palabra de Jesús. Esta es la característica por antonomasia que
según Lucas debe tener el nuevo telón de fondo. El resto es ya lo imprevisible,
lo asombroso. Primero, la red reventando de peces. Segundo, el miedo. Tercero,
los nuevos hombres. ¿Recuerdas, lector, las palabras de Isabel a María en Lc.
1,45? Dichosa tú por haber creído en el cumplimiento de lo que Dios te ha
dicho. Esto mismo es lo que Lucas desarrolla en este relato. Sólo me resta
formular un deseo como comentario final. ¡Ojalá nos fiemos, acojamos y hagamos
nuestra la palabra de Jesús! El resto será lo imprevisible, lo asombroso. Pero,
no temas. Serás un maravilloso ser nuevo.
A.- Benito, Dabar 1986, 14
3. PD/CONFIANZA:
Uno de los caminos más seguros para descarriarse en exégesis es el de
aislar un texto del contexto literario. Los capítulos 3-6 tienen todos ellos un
denominador común: son catequesis programáticas. Dentro de este contexto, Lc.
5, 1-11 es una instrucción sobre las características del discípulo. Hay que
advertir que, en Lucas, discípulo es sinónimo de cristiano. Más claro;
discípulo no se identifica con obispo o sacerdote. Lc. 5, 1-11 responde a la
siguiente pregunta: ¿cómo tiene que ser el discípulo? Evítese, pues,
interpretar este texto como un relato de vocación, sea ésta genérica (vocación
cristiana) o específica (vocación sacerdotal).
Una primera respuesta a la anterior pregunta es de carácter negativo. No
se es discípulo por el solo hecho de acudir a Jesús.
Lucas distingue entre gente que se agolpa alrededor de Jesús y
discípulo. De la gente que acude a Jesús ha hablado el autor en la precedente
catequesis (4, 14-44). En 5, 1-3 vuelve Lucas a mencionarla, pero sólo como
enmarcación literaria y como contrapunto a su catequesis sobre el discípulo.
Primera característica del discípulo (vs. 4-5). Fiarse de Jesús aun
cuando las evidencias empíricas estén en contra. Un pescador profesional sabe
que la petición de Jesús (que no es un profesional de la pesca) es descabellada
porque va contra la evidencia de la experiencia. Lucas recalca
intencionadamente esto para que resalte más el elemento central: pero, por tu
palabra.
Esta característica no es nueva en lo que va de evangelio. Veíamos ya
que la visita de María a su prima (Lc. 1, 39-45) estaba redactada bajo esta
óptica. Y lo mismo que entonces, fiarse de la Palabra de Dios vale la pena (vs.
6-7; cfr. Lc. 1, 45: ¡Dichosa tú, que has creído! Porque lo que te ha dicho el
Señor se cumple.
Segunda característica (vs. 9-10a). Fiarse de Jesús es descubrir a
alguien tan sensacional que el discípulo no se siente merecedor de su compañía.
El descubrimiento de Jesús lleva al discípulo a someter a crítica su propia
vida.
Tercera característica (vs. 10b-11). Fiarse de Jesús genera una nueva
situación, un nuevo presente (desde ahora). Una situación libre de miedos y
falsos temores, abierta a los demás. Ser discípulo de Jesús implica una función
de cara a los otros. ¿Cuál es el contenido de esta función? Lucas no lo
especifica aquí; lo aclarará más adelante cuando explique cuál es el programa
del Reino (Lc. 6, 20-49).
Dabar 1977, 15
4.- Lucas agrupa en este pasaje tres acontecimienos distintos,
sacrificando un orden cronológico en aras de un orden pedagógico.
La predicación de Jesús, el milagro de la pesca y la decisión de
abandonarlo todo para seguir al Maestro, marcan tres momentos psicológicos en
el proceso de la vocación de los apóstoles. La "señal" o el milagro
refuerza las palabras de Jesús y aumenta su credibilidad ante los que van a ser
sus discípulos en adelante.
La invitación a internarse en alta mar conlleva el riesgo a afrontar los
temporales tan frecuentes como inesperados en el lago de Tiberiades o de
Genesaret. Toda la tradición exegética se ha recreado glosando este pasaje,
interpretando la barca de Pedro como figura de la iglesia de Cristo. En este
sentido resultan sugerentes las palabras de Jesús: "Rema mar adentro y
echa las redes para pescar". El riesgo de la pesca de altura, en medio del
temporal, viene compensado por la abundancia de la pesca. Así le ocurre a la
iglesia cuando anuncia el evangelio donde están los conflictos, cuando lleva la
palabra de Dios a los problemas concretos y no se queda en vaguedades y en
abstracciones que no significan nada y no comprometen a nadie.
Pedro conocía bien su oficio, sabía que la noche y no el mediodía era el
tiempo propicio para la pesca. Con todo se fia más de la palabra del Maestro
que de su propia experiencia.
Dios se manifiesta en un prodigio inesperado. Ante este milagro Pedro,
lo mismo que Isaías ante la revelación de Dios, se siente sobrecogido y
descubre su propia indignidad. Lucas hace notar que los compañeros de Pedro
participan de los mismos sentimientos de temor y de asombro ante el milagro. Pero
las palabras de Jesús confortan a Pedro y le capacitan para la misión que ha de
recibir. Pedro y sus compañeros, seguros en el que los envía, podrán aceptar
responsablemente la vocación de ser en adelante "pescadores de
hombres". Esto no debe entenderse en un sentido proselitista, de
"echar el gancho" o de servirse de tretas para que la gente
"pique". Echar las redes tiene aquí el sentido de sembrar o de
anunciar generosamente la palabra de Dios, confiando en la virtud de esta
palabra y en Dios que es el que da el incremento y la cosecha.
Eucaristía 1986, 8
5.- -"Rema mar adentro y echad las redes para pescar": La
escena de la pesca milagrosa seguida de la llamada a Simón, tiene un gran
parecido con la de Jn 21, 1-11, situada después de la resurrección. Parece que
se trata de dos narraciones de un mismo hecho que habría que situar en el
contexto postpascual: notemos cómo Pedro se dirige a Jesús llamándolo
"Señor" y cómo el reconocimiento de su pecado tiene que ver con su
negación durante la Pasión. Lucas ha situado el cuadro narativo al principio
del ministerio público de Jesús, para ilustrar la llamada a Pedro, el primer
testigo del resucitado.
Joan Naspleda, Misa Dominical 1989, 3
Se comprende mejor la importancia del episodio de la pesca milagrosa si
se tiene en cuenta que el judío considera el agua, sobre todo el mar, como
morada de Satanás y de las fuerzas contrarias a Dios. Hasta la venida del
Salvador, nada podía hacerse -salvo un milagro del tipo del del mar Rojo- para
salvar a quienes la mar enemiga engullía; pero desde que Él está aquí, se
pueden pescar hombres en abundancia y sustraerlos a las garras del imperio del
mal. Ese es, por otro lado, el sentido profundo de la bajada a los infiernos
(inferi=aguas inferiores) en /1P/03/19, en donde
Cristo desciende precisamente para salvar a quienes habían sucumbido bajo las
aguas del diluvio. Ser pescadores de hombres es, pues, participar en esa
empresa de salvamento de todos cuantos se han visto absorbidos por el mal; ya
Jr 16, 15-16a preveía esa función.
San Lucas considera, pues, a la Iglesia como la institución encargada de
salvar a la humanidad de la sumersión que la amenaza. Para garantizar la
realización de esa misión hay hombres encargados de una misión apostólica particular
dentro de esa Iglesia. Pero sólo a Cristo le deben las fuerzas con que cuentan
para llevar a buen término su "pesca" y el ardor que ponen en
conseguirlo.
El misionero será un pescador de hombres en la medida en que salve seres
humanos mediante la administración del bautismo. El cristiano será pescador de
hombres en la medida en que multiplique a su alrededor las conversiones e
introduzca en la Iglesia a muchas almas. Este concepto individualista no
corresponde quizá del todo con la manera de pensar de Lucas y ni siquiera con
la mentalidad moderna. Bajo apariencias místicas, el relato de la pesca
milagrosa parece tener otro alcance: la humanidad es presa de potencias que la
absorben y la anegan; Cristo se reserva a Sí y a sus discípulos una misión liberadora
que frene y contrarrestre ese deslizamiento hacia la catástrofe.
El caso es que la humanidad actual se mueve en la cuerda floja y
bastaría muy poca cosa para que se hundiese a sí misma sin necesidad de otras
fuerzas demoníacas que su propio egoísmo y su afán de poder. Ser pescador de
hombres consiste, por tanto, hoy, en participar en todas las empresas que
quieren evitarle al hombre esa perdición y colaborar, mediante una mayor
igualdad, una paz más estable y una mayor posibilidad para los humildes de
promoverse a sí mismos, a sacar a la humanidad del océano que la sumerge.
Dejarla fuera de estos movimientos es condenar a la Iglesia a no revelar su
identidad y su misión entre los hombres.
Maertens-Frisque, Nueva Guia De La Asamblea Cristiana II. Marova Madrid
1969.Pág. 183-184
7.- El evangelio de hoy es la expresión gráfica de lo que la solemnidad
litúrgica obra. Estamos en torno al altar, lo mismo que los discípulos se
congregaban en torno a Cristo, fatigados por inútiles trabajos: "Toda la
noche hemos estado fatigándonos y nada hemos cogido". Podemos decir
también nosotros: "Hemos trabajado toda la semana al servicio del Señor y
¿qué hemos conseguido? ¿Qué podemos presentar a Cristo? Mas, ahora está El
entre nosotros; le tenemos presente en la palabra del Evangelio, en su cuerpo
sacrificado, en la sangre de su sacrificio. El es la víctima por nuestros
pecados y "su debilidad -en la cruz- constituye nuestra fortaleza"
(1). Al verlo, nuestra fe se aviva y el amor vuelve a tomar con alegría el peso
de la vida. Sí; Cristo está aquí, está en nosotros por el santo sacrificio y el
banquete eucarístico. ¿A quién temeremos? Nos eleva El del orden natural del
ser, incapaz de redimirse a sí mismo, hasta el orden sobrenatural, puro y
libre, de la gracia.
"No temas, dice a su Iglesia, de hoy en adelante serás pescador de
hombres". No temas, por más que tus miembros sean hombres mortales,
débiles e inclinados al pecado. ¡No temas! Mientras te parece que te esfuerzas
en vano para santificar a tus hijos, Yo estoy contigo, como Salvador de mi
propio cuerpo. Sano a mis miembros, vengo constantemente y me hago presente en
ti por el misterio de la celebración del santo sacrificio. "Guía mar
adentro"; echa tu red en las profundidades de la fe y de los misterios;
reúne a tus hijos alrededor del altar. Cuando estén en mi presencia, llenos de
amor y de abandono, vendré y los santificaré; realizaré en ellos lo que ellos
no pueden verificar a pesar de sus redobles esfuerzos.
Debes esperarlo todo de mí. Si has trabajado en vano toda la noche, me
presentaré ante ti a la madrugada y en un momento haré cuanto necesitas y te
conseguiré la salvación tan ansiada. Bueno es que tengas conciencia de tu
debilidad; así crece tu fe en mi poder. ¡No temas, Iglesia mía! ¡Pide sin cesar
mi presencia! ¡Llámame! No te hace falta nada más; de lo demás me ocupo yo. Duc
in altum, "guía mar adentro", penetra profundamente en la fe y busca
tu salvación en el divino abismo del misterio. Incluso cuando creas trabajar
sin ningún resultado durante todo el curso de tu existencia terrena, aun cuando
veas a los tuyos sumidos en la flaqueza del pecado, por más que el mundo se
levante contra ti y haga de ti mofa diciendo: "¿Dónde está tu Dios?",
aunque te veas impotente para atraer a ti los que se han alejado... ¡no temas!
¡no temas en ningún caso! Me verás, es cosa cierta, en la aurora de la
eternidad y tu red entonces estará llena hasta rebosar.
J/PEZ: Ya hoy, al
finalizar la solemnidad litúrgica puedes hechar una mirada a tu red. ¿Está,
quizá, vacía? No; está llena. Deo gratias!, respondemos nosotros. Nuestra red
está llena, sí, pues dentro de ella se encuentra un gran pez, el Ichthys,
Jesucristo (2). Le hemos recibido en el banquete eucarístico y se ha convertido
en nuestro alimento. Alimenta la paciencia de su Iglesia, a fin de que bajo el
yugo, pero esperando, pase por encima de los "dolores de este tiempo"
al encuentro de la "gloria venidera".
..........
(1) San Agustín, a Jn 4, 6 (Tratado 15, 8)
(2) Estas palabras griegas significa "Pez". Las letras que la
componen son las iniciales, en griego también, de la frase: Jesús Cristo, Hijo
de Dios, Salvador. Por esto entre los antiguos cristianos el pez era el símbolo
de Cristo.
Emiliana Löhr, Edic. Guadarrama Madrid 1962.Pág. 252 S.