AMEN A SUS ENEMIGOS
ORACION COLECTA
Concédenos Dios todopoderoso que
meditando siempre las realidades espirituales, cumplamos, de palabra y de obra
lo que a ti te complace. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del primer libro de
Samuel 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23
En aquellos días, Saúl emprendió
la bajada hacia el páramo de Zif, con tres mil soldados israelitas, para dar
una batida en busca de David.
David y Abisay fueron de noche al
campamento; Saúl estaba echado, durmiendo en medio del cercado de carros, la
lanza hincada en tierra a la cabecera. Abner y la tropa estaban echados
alrededor. Entonces Abisay dijo a David: «Dios te pone el enemigo en la mano.
Voy a clavarlo en tierra de una lanzada; no hará falta repetir el golpe.».
Pero David replicó: «¡No lo
mates!, que no se puede atentar impunemente contra el ungido del Señor.».
David tomó la lanza y el jarro de
agua de la cabecera de Saúl, y se marcharon. Nadie los vio, ni se enteró, ni se
despertó: estaban todos dormidos, porque el Señor les había enviado un sueño
profundo.
David cruzó a la otra parte, se
plantó en la cima del monte, lejos, dejando mucho espacio en medio, y gritó: «Aquí
está la lanza del rey. Que venga uno de los mozos a recoger1a. El Señor pagará
a cada uno su justicia y su lealtad. Porque él te puso hoy en mis manos, pero
yo no quise atentar contra el ungido del Señor.».
SALMO
RESPONSORIAL (102)
El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice,
alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al
Señor, y no olvides sus beneficios. R.
Él
perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de
la fosa y te colma de gracia y de ternura. R.
El
Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no nos
trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. R.
Como
dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos; como un
padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol
san Pablo a los Corintios 15, 45-49
Hermanos: El primer
hombre, Adán, fue un ser animado. El último Adán, un espíritu que da vida.
No es primero lo
espiritual, sino lo animal. Lo espiritual viene después.
El primer hombre, hecho
de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo.
Pues igual que el
terreno son los hombres terrenos; iguales que el celestial son los hombres
celestiales.
Nosotros, que somos
imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 27-38
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A los que me escuchen les digo:
Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los
maldicen, oren por los que los injurian.
Al
que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa,
déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se
lo reclames.
Traten
a los demás como quieren que ellos los traten. Pues, si amáis sólo a los que los
aman, ¿qué mérito tienen?. También los pecadores aman a los que los aman. Y si
hagan bien sólo a los que les hacen bien, ¿qué mérito tienen?. También los
pecadores lo hacen.
Y
si prestan sólo cuando esperan cobrar, ¿qué mérito tienen?. También los
pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
¡No!
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada; tendrán un gran
premio y serán hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y
desagradecidos.
Sean
compasivos como su Padre es compasivo; no juzguen, y no serán juzgados; no
condenen, y no serán condenados; perdonen, y serán perdonados; den, y se les
dará: se verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante.
La
medida que usen, la usarán con ustedes.».
COMENTARIO
Todos tenemos
enemigos y en este domingo leemos: “Amen a sus enemigos, hagan el bien a los
que les odian”. Las palabras de Jesús no se eligen. Las más duras, como estas,
quieren hacer nacer en nosotros un hijo del altísimo. Quizás alguien ha
intentado hablarles de prudencia o de caridad fraterna, de ese perdón a los
enemigos que enseña Jesús. Como respuesta han explicado largamente la
injusticia, han descrito a esa persona descarada que les ha destruido. ¡Y les
dicen que amén! ¡Que le hagan bien!.
Cuando nos ataca una
antipatía, como si fuera una enfermedad, a veces sentimos que la gracia nos
mueve a buscar la curación, a dar un paso o a encontrar de algún modo la paz
del corazón, a tirar fuera las malas ideas y toda esa película interior del
resentimiento ¡Imposible! ¿Y que pueden contra eso cuatro palabras del
evangelio? En esas cuatro palabras “amen a sus enemigos”, está la entrada en el
amor. Y para que vivamos ordinariamente en el amor, Jesús nos pone en guardia
contra un engaño fácil que nos hace imaginar que hemos escogido el amor. Nos opera de una manera casi quirúrgica para
llegar hasta las raíces de la ilusión: “Si quieren a los que los quieren,
también los incrédulos quieren a quien los quiere. Y si hacen el bien al que
les hace el bien, también los incrédulos lo hacen. Muchas personas que se creen
buenas, pierden pronto sus buenos modales: “Me habló con un tono tan agrio que
todo se ha acabado entre nosotros... “.
Nadie está al abrigo de una
tentación de odio, pero sólo el que vive ordinariamente en el amor encontrará
fuerzas para resistir a esa terrible tentación. Y si cae, podrá escuchar a
Jesús y no hundirse más todavía.
Jesús nos hace vislumbrar un
estilo de vida en el que se toma el amor tan en serio, que nos levanta hasta
Dios. Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada, así
tendrán una gran recompensa y serán hijos del altísimo... Sean generosos como
su Padre es generoso.
No se trata de justicia, de
prudencia, o de caridad a nuestra medida, sino de la más total desmedida,
propuesta por aquel que amará, hasta la cruz, a los que le traten como esas personas que nos repugnan a
nosotros: “Padre, perdónales, que no saben lo que hacen”. El injusto, el
indigno, el sinvergüenza no sabe lo que hace, si llegamos hasta sus
profundidades. Y a nosotros se nos pide que lleguemos a unas alturas que nos
resultan extrañas: las de Dios, que “es generoso con los ingratos y con los
malos”. Sí, a pesar de no comprender bien esa “súper-bondad” (esa ciencia de
los corazones que es inaccesible para nosotros), intentamos ser un poco “como
él” nuestra recompensa es fantástica, hemos cambiado de corazón, hemos entrado
en el amor.
PLEGARIA UNIVERSAL
Hermanos, para ser fieles al mandamiento del Señor que nos pide amar a
los enemigos y hacer el bien a quienes nos hacen año, necesitamos que el Padre
derrame sobre nosotros el Espíritu Santo, que infunde en nuestros corazones el
amor de Dios. Oremos con fe: R.- Padre, en nombre de Cristo, tu Hijo danos tu
Espíritu.
1.- Por el Papa Francisco, los Obispos y sacerdotes, para que movidos
por el amor de Cristo, con su palabra y su testimonio, ayuden a la comunidad
cristiana a seguir el camino del amor propuesto por Jesús. Oremos.
2.- Por los gobernantes de las naciones para que por encima de otros
intereses, busquen la concordia y la paz entre los pueblos. Oremos.
3.- Por los pueblos que sufren las consecuencias del odio y la
violencia para que animados por la fe, puedan encontrar soluciones eficaces y
pacíficas. Oremos.
4.- Por todas las familias que sufren a causa de divisiones y rencores,
para que con dialogo paciente y la oración puedan experimentar la alegría de la
reconciliación. Oremos.
5.- Por todos los cristianos, para que aferrados a Jesús y guiados por
el Espíritu Santo, podamos ejercitarnos día tras dia en el perdón y la
misericordia. Oremos.
6.- Por todos nosotros aquí presentes, para que con corazón abierto
permitamos que Jesús nos sane de resentimiento y rencores. Oremos.
Escucha Padre Bueno las oraciones de tus hijos que desean vivir el
perdón y la misericordia que Jesús nos comunicó y nos enseñó y derrama sobre
todo tu espíritu de amor. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Al celebrar tus misterios con al debida reverencia, te rogamos, Señor,
que los dones ofrecidos en reconocimiento de tu gloria nos aprovechen para la
salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Concédenos, Dios todopoderoso
alcanzar el fruto de la salvación cuyo anticipo hemos recibido por esto
sacramentos. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA
DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 25: Eclo 1, 1-10; Sal 92; Mc. 9,
14-29.
Martes 26: Eclo 2, 1-13; Sal 36; Mc. 9,
30-37.
Miércoles 27: Eclo 4, 12-22; Sal 118; Mc.
9, 38-40.
Jueves 28: Eclo 5, 1-10; Sal 1; Mc. 9,
41-50.
Viernes 29: Eclo 6, 5-17; Sal 118; Mc.
10, 1-12.
Sábado 30: Eclo 17, 1-13; Sal 102; Mc.
10, 13-16.
Domingo 31: Eclo 27, 4-7; Sal 91; 1Cor.
15, 54-58; Lc. 6, 39-45.
COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Lc 06, 27-38
Lc 06, 27-38
Par.: Mt 5, 38-48
1. - Hablando de cómo tiene que ser el discípulo Lucas proponía
tres rasgos característicos. El fiarse de Jesús (primer rasgo) genera una nueva
situación funcional (ser pescador de hombres, tercer rasgo). ¿En qué consiste
esta nueva situación funcional?. El evangelio de hoy nos lo explica. La
explicación está estructurada en tres partes.
Parte primera: vs. 27-30. El comentario debe ser casi exclusivamente
formal: maestría de Jesús en el dominio de técnicas del lenguaje. En una
cultura oral, esto era importantísimo de cara a provocar impacto y a facilitar
la memorización. Frases muy cortas, barajando términos contrapuestos en un
orden fijo. Imágenes intuitivas y chocantes, que producen el asombro
desconcertado del oyente. Esto último puede observarse en el v. 29. Hagamos la
trasposición del "al que le quite la capa...": "Al que te quite
la ropa exterior, dale también la interior". Y el oyente reacciona
inmediatamente: "¡Pero me quedo en cueros!" Es la reacción que busca
Jesús: el desconcierto del oyente, su K.O. técnico, con miras a provocar en el
oyente una nueva mentalidad, unas nuevas categorías de pensamiento y de
actuación. Los versículos 29-30 no son casuística, sino invitaciones urgentes a
despertar a un nuevo talante.
Acostumbrados a la racionalización del lenguaje, a preguntarnos casi
maniáticamente por el mensaje, olvidamos que frecuentemente el mensaje no es
fruto de los contenidos, sino de las formas. ¡Y Jesús era un maestro del
"juego formal"!.
Parte segunda: vs. 31-35. El grupo cristiano debe ser reconocible por el
amor. Este amor no lo concibe Jesús como un sentimiento, sino como una
actuación. Por el amor, Dios reconoce al hombre como hijo suyo y el hombre se
reconoce hijo de Dios. Este es el premio del que habla Jesús: experimentar a
Dios como Padre.
Parte tercera: vs. 36-38. Jesús sitúa al hombre en una relación nueva
con Dios: relación hijo-padre. Esta nueva relación del hombre con el hombre.
Sólo así adquiere sentido todo lo que Jesús ha dicho desde el v. 27. Es el
padre quien da sentido y coherencia a los hermanos. El amor del que habla Jesús
no es un simple sentimiento humanitario; tiene una raíz existencial: la
realidad del Padre. Sólo así tiene sentido que pueda amar yo al de al lado: es
que resulta que es hermano mío.
Sólo a un hermano se le comprende, se le acepta, no se le condena, se le
da, se le perdona.
DABAR 1977, 17
2.- A la idea jurídica de recompensa (Mt 05/46) Lucas sustituye la de
"agradecimiento". Lo que equivale situarse en la óptica del favor de
Dios (cf.:2, 40/52). Lucas desmenuza la actitud del hombre de la calle: ama a
los que le aman, hace el bien a los que le hacen bien y da dinero a los que
saben que le van a devolver. Es preciso, dice el autor, que el cristiano supere
este estado de cosas. Para ello solamente hay un argumento: Dios también es
misericordioso. Esta es una expresión tradicional del A.T. (Ex/34/06; Dt/04/31,
etc.) y tal vez podría ser una expresión original de Jesús. La misericordia de
Dios se convierte en argumento último. El creyente que quiera conectar con el
fondo del mensaje cristiano debe abandonar toda actitud que, de una o de otra
forma, choque con la misericordia. Esta es la actitud básica; las concreciones
diarias estarán siempre orientadas a ella.
EUCARISTÍA 1977, 10
3.- A diferencia del texto del domingo pasado que restringía las
bienaventuranzas a los discípulos, el texto de hoy no es restrictivo. Los
destinatarios son absolutamente todos los oyentes, que, de acuerdo a Lc 6, 17,
se componen de los doce, discípulos y gentío. Abren el texto cuatro frases
imperativas en plural (vs. 27-28). Las cuatro igualmente concisas, con igual
estructura e igual ritmo: al imperativo, marcando el sentido de lo que debe ser
la actitud de los oyentes, sigue la mención global de quienes encarnan la
actitud contraria y que no debe ser reproducida por los oyentes, sino cambiada
por la opuesta, anteriormente formulada en imperativo. El principio de actuación
por reacción del mismo signo es sustituido por el de actuación opuesta o de
signo contrario.
Siguen en los vs. 29-30 otras cuatro frases también imperativas, aunque
en singular y con estructura sintáctica inversa: el imperativo cierra ahora
cada frase. Estas, por otro lado, no se mueven en el terreno de los principios
o de las directrices genéricas, como sucedía con las anteriores, sino en el de
las situaciones concretas. La formulación es gráfica, incisiva: pon la otra
mejilla, quédate desnudo, da a todo el que te pida, no reclames lo tuyo.
Quedarse desnudo es lo primero que le evoca al oyente la frase al que te
quite la capa, dale también la túnica (transferida a nuestros hábitos de
vestir: al que te quite la ropa exterior, dale también la interior). Es fácil
también imaginar la cara que pondrían los oyentes de una sociedad plagada de
mendigos cuando oyeran "a todo el que te pida, dale".
Cualquiera de las cuatro frases, en efecto, tuvo que dejar a los oyentes
perplejos, atónitos, desconcertados. El impacto estaba asegurado; la grabación
en la memoria también. Jesús había conseguido lo primero que una enseñanza oral
tenía que conseguir. La imagen hiriente y desconcertante era un recurso
didáctico, al servicio de la reflexión posterior a cargo del propio oyente.
Esta reflexión por evocación, y no el vehículo o el recurso empleado, es lo que
constituye la verdadera enseñanza de Jesús.
El v. 31 formula un criterio de actuación para con los demás. Comportaos
con los demás, como queréis que los demás se comporten con vosotros. La frase
no tiene la crudeza y la agresividad de las anteriores. Se trata de un criterio
realista, razonable y, aunque con un componente interesado, el criterio es
práctico y eficaz. Jesús era indudablemente un perfecto didacta, que sabía
conjugar la imagen agresiva y la sabiduría popular y sosegada de las máximas.
En los vs. 32-35 Lucas retoma el estilo y el lenguaje incisivos de los
primeros versículos. La traducción litúrgica presenta estos versículos como
explicación del v. 31, probablemente sin fundamento. En realidad, estos
versículos forman un bloque en función del último de ellos, el 35. Los tres
primeros (32-34) insisten en un misma idea: el plus diferenciador de la ética
de Jesús frente a las éticas no religiosas. Lucas ha conservado la expresión
"los pecadores", con la que los judíos designaban a todos aquellos
que no conocían al Dios de Israel. El plus diferenciador de la ética de Jesús
es la superación de toda la consideración de reciprocidad y el tener su origen y
razón de ser en el Padre de los cielos.
Las frases "tendréis un gran premio y seréis hijos del
Altísimo" expresan lo mismo de dos maneras. Es la figuración retórica de
la hendíadis. El premio consiste en ser hijos del Altísimo. El futuro de los
verbos se debe a que el premio de la filiación divina depende de que se den las
condiciones previas mencionadas con anterioridad, a saber, el amor a los
enemigos y el hacer el bien desinteresadamente. No se trata, de un futuro
temporal o en el más allá, sino de un futuro lógico y ya en el acá.
La última parte del texto, los vs. 36-38, está dominada por el Padre. Es
de sobras conocido que la forma pasiva o reflexiva (no seréis juzgados, no
seréis condenados, seréis perdonados, se os dará, os verterán, la usarán) se
debe a lo que se denomina pasiva teológica, es decir, giro típicamente judío
para evitar mencionar, por respeto, el nombre de Dios. Seréis juzgados, es
decir, Dios os juzgará; etc. Estos futuros, por otra parte, participan del
mismo carácter lógico que los futuros del v. 35. No obedecen, pues, primaria ni
exclusivamente a una actuación de Dios en el más allá sino ya en el acá.
Estos últimos versículos erigen al Padre de los cielos en modelo de la
ética de Jesús. El Padre, sus entrañas, su misericordia, su amor abismal- mente
desbordante y desinteresado. El es origen y la razón de ser de las
absolutamente desconcertantes y fascinantes propuestas éticas de Jesús.
A propósito, por último, del término juzgar del v. 37 hay que decir que
su ámbito no es el jurídico sino existencial, es decir, remite a la inclinación
que experimenta el ser humano a criticar y a encontrar defectos en el prójimo.
Comentario. Pocos textos como éste sintetizan tan bien la aportación de
Jesús. En él se conjugan ética y religión y la relación entre ambos órdenes.
Ante todo está el Padre y su actuación. La designación misma empleada es
ya significativa, pues da razón del Dios que Jesús revela y de la vinculación
de los humanos con El. La ética que Jesús propone tiene su modelo en la propia
actuación del Padre y es una ética para hijos, no para extraños.
Desde estos supuestos la ética tiene que ser por fuerza creativa, amplia
de miras, sin cicaterías ni restricciones. La ética que Jesús propone no es que
sea radical, es filial en su origen y fraterna en su actuación. En estas
coordenadas no pueden existir fronteras en uno mismo para los demás. Las
propuestas éticas de Jesús se explican desde esta ausencia de fronteras.
ALBERTO BENITO
DABAR 1992, 16
DABAR 1992, 16
4. - Las relaciones con el prójimo son vistas desde la perspectiva
de la misericordia. El cristiano no es aquel que tiene el oficio de condenar,
sino la tarea de ser benigno e indulgente; es aquel que, como el Padre del
cielo, otorga misericordia y encuentra el gozo en la donación.
MISA DOMINICAL 1990, 6
5.- La redacción de este Evangelio se la debemos a las comunidades
helénicas de la primitiva Iglesia. En efecto, mientras que las comunidades
judías hablan siempre del "Padre de los cielos" (Mt 5, 45;6, 9, 14,
26; y otros 32 casos), las Iglesias helénicas, influidas por ciertos libros
griegos del Antiguo Testamento (Sab 14,3), rechazan esa expresión y adoptan una
fórmula más directa: "Padre" (Gál 4, 6; Rom 8, 15; Ef 3, 14; Lc 6,
36; 12, 30, 12). Por otra parte, los griegos, extraños a la mística de la ley,
no podían comprender un ideal de "justicia" a la manera judía,
incluso revisado y corregido por Mt 5, 6, 10, 20. Por eso Lucas convierte la
enseñanza sobre la justicia perfecta (Mt 5, 48) en una enseñanza sobre la
misericordia.
Pero la lección sigue siendo común: toda moral cristiana es
necesariamente una imitación del comportamiento de Dios: el cristiano obra
"como" Dios. El punto de vista de Lucas es, no obstante, teocéntrico;
el de Mateo es más bien antropocéntrico.
Lucas coincide después con Mt 7, 1-2 ("no juzguéis para no ser
juzgados; porque se os medirá conforme a la medida con que hayáis
medido..."), no sin introducir un punto de vista personal. Atenúa el
contenido un poco demasiado judaizante de Mt 7, 1 reemplazando la sentencia:
"no juzguéis a fin de no ser juzgados" (tema de la retribución
terrestre de nuestras faltas; ley del talión; estilo proverbial), por una frase
de tres miembros paralelos (Lc 6, 37; no juzguéis..., no condenéis...,
perdonad...). Tan original sin duda como la de Mateo, esta frase la ha
conservado Lucas porque esos tres verbos designan la acción y el juicio de
Dios. Así, siendo el juicio de Dios lo que es, el hombre debe amoldarse a él en
sus propios juicios. Una vez más, Lucas se manifiesta más teocéntrico que
Mateo.
De igual modo, mientras que Mt 7, 2 prosigue el enunciado de su
proverbio, "con la medida con que midáis seréis medidos", Lc 6, 38
intercala todo un pasaje que engloba algunas sentencias heterogéneas en torno a
la palabra-clave "medida". "Se comprende la razón de ese añadido:
la sentencia de Mt 7, 2 insistía en la equivalencia rigurosa entre nuestro
comportamiento respecto a otro y aquel de que somos beneficiarios de parte de
Dios. En Lc 6, 38, por el contrario, el autor pide una generosidad total en el
don y promete en compensación no sólo una medida equivalente, sino
sobreabundante. Nos encontramos aquí con una preocupación propia de San Lucas:
esa nota de caridad generosa que supera todos los cálculos moralistas del
judaísmo.
En Mt 7, 3-5, esa enseñanza va inmediatamente seguida por el proverbio
de la paja y la viga. También Lucas lo recoge (7, 41-42), pero cita previamente
la parábola de los dos ciegos (versículo 39) y la sentencia sobre el discípulo
y su maestro (versículo 40), elementos sacados de otro contexto. No se ve bien
como Lucas ha podido introducirlo en este lugar, antes del proverbio de la paja
y de la viga que tan bien cerraba la enseñanza sobre la manera de juzgar a
otro. La única explicación posible deja suponer una fuente anterior a san
Lucas, con posible tendencia a reunir en torno a las palabras clave las
enseñanzas del Señor. Este era el caso de la palabra "medida" en los
versículos anteriores; ahora la palabra "ojo" (v. 41) encierra dos
sentencias distintas: una sobre los ciegos y otra sobre la paja y la viga.
Parece, pues, que hay que saltarse los vv. 39-40 para encontrar de nuevo el
hilo conductor del Evangelio de este día.
Así,lo esencial del mensaje de Lucas sobre la cualidad de la moralidad
cristiana. Mientras que Mateo hace depender esa moral del orden de la
"justicia" judía (el cristiano supera tan solo al judío en justicia),
Lucas la sitúa en el orden de la caridad y dentro de una perspectiva claramente
teocéntrica.
J/IMITACION: ¿Qué
es, entonces, la imitación de Jesucristo? Advirtamos en primer lugar que, para
imitar a Jesucristo, ha de hacerse previamente conforme con su imagen, ser
cualificado para obrar de esa forma. Esto supone una primer intervención de la
Iglesia, la del bautismo. Al introducir al hombre en el Cuerpo de Cristo, el
bautismo le capacita para obrar como hijo adoptivo del Padre, vinculado al Hijo
único, y en obediencia a su condición terrestre de criatura. Pero la
intervención de la Iglesia no se detiene ahí; se requiere constantemente en la
activación de esa capacidad. Para comportarse como hijo adoptivo del Padre, hay
que mantenerse constantemente bajo la acción de la gracia interior y dejarse
modelar por los sacramentos de la Palabra.
El fruto propio de esta acción eclesial es la de arrancar al creyente de
las más diversas tentaciones de evasión para hacerle cada vez más disponible
para el acontecimiento y a lo que Dios quiere decir a cada uno por medio de él.
Y son los acontecimientos de la vida cotidiana, donde quiera que se produzcan y
cualquiera sea su amplitud, los que interrogan sin cesar la fe del cristiano y
constituyen el terreno en el que toman cuerpo la obediencia a la condición de
criatura. Imitar a Jesucristo no es atribuirse competencias determinadas de
antemano, sino presentarse ante el acontecimiento como El lo ha hecho, en una
aceptación total, es seguirle en su Pasión, es decir, en el Acontecimiento por
excelencia.
Así pues, la imitación de Jesucristo no se parece en nada al
conformismo. No se trata en absoluto de reproducir materialmente tal o cual
actitud de Jesús, sino de mirar la realidad como El lo ha hecho, estar
disponible como El ante el acontecimiento. Se trata no de reproducir sino de
inventar, ya que el acontecimiento tiene de particular que siempre es único y
el comportamiento del creyente en el acontecimiento participa de ese carácter.
El cristiano tratará, pues, de que su respuesta esté a la altura del
acontecimiento.
Puesto que el hombre moderno no es ya espontáneamente el hombre
religioso de antaño, los cristianos se ven a veces tentados, en el testimonio
que dan hoy de Jesucristo, de poner provisionalmente entre paréntesis la
relación con el Padre en pro del servicio a los hombres. Tareas gigantescas
requieren la atención y la colaboración de todos: la paz, el desarrollo, la
justicia social e internacional, etc. Si uno quiere ser escuchado como
cristiano, ha de tomar primero su parte de responsabilidad en el esfuerzo
colectivo que espera al hombre de hoy y para el que se sabe preparado.
Esta tentación es muy sutil, pero hay que vencerla. Si cediera a ella,
el cristiano pondría radicalmente en tela de juicio la naturaleza de su
testimonio; añadamos también que, privado de su contenido original, el
testimonio del cristiano perdería todo sabor, incluso para el hombre moderno.
Situar la imitación del Padre en el centro del testimonio misionero significa
conducirse como hijo de Dios y al mismo tiempo llevar hasta el límite la
fidelidad a la condición terrestre de criatura; es manifestar que el hombre en
Jesucristo está capacitado para conferir a su obrar un alcance eterno,
permaneciendo en absoluta conformidad con su condición creada.
Muchas veces es una ilusión imaginarse que el hombre moderno, consciente
de las responsabilidades que debe asumir aquí abajo, ha renunciado
necesariamente a toda aspiración a lo absoluto; la diferencia con su predecesor
consiste tan solo en que esa aspiración a lo absoluto circula ahora en el
interior de las tareas humanas mismas. En este sentido, es falso decir que,
para el hombre moderno, las tareas terrestres que le movilizan sean puramente
"temporales". De ahí que, cuando el cristiano asume, por su parte,
las responsabilidades del hombre de este tiempo frente a los inmensos desafíos
con que se enfrenta, es preciso que su actitud manifieste claramente que, lejos
de perturbar la actuación por parte del hombre de sus propios recursos, la
condición de hijo de Dios le hace realmente disponible para la empresa
civilizadora misma.
Es importante advertir, sin embargo, que el hombre moderno no es
accesible a la significación de un esfuerzo de promoción humana, sino a
condición de que ese esfuerzo refleje un respeto escrupuloso a las reglas del
juego. La rectitud de la promoción humana depende no solo de la inspiración que
la rige, sino también de la seriedad con que es promocionada a los distintos
niveles que afecta: político, económico, social, etc. Es esa una condición
previa a la que debe someterse el cristiano como todo hombre; sin esa condición
previa, el "resto", que es lo esencial, no sucederá.
Al celebrar la Eucaristía, la comunidad se establece en la caridad de
Cristo, que es perfecta imitación del Padre. Pero ese fruto de la Eucaristía no
se obtiene automáticamente. La proclamación de la Palabra desempeña un papel
primordial -lecturas de la Escritura y homilía del celebrante que pone de
manifiesto su actualidad concreta-. El exterior de la celebración tiene
igualmente mucha importancia; importa que la asamblea tome conciencia de la
diversidad que engloba que se conciba a sí misma como esencialmente abierta,
que se considere como un microcosmos.
MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA III
MAROVA MADRID 1969.Pág. 85ss
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA III
MAROVA MADRID 1969.Pág. 85ss
6. EGOISMO/A: AGAPE/GRATUIDAD:
El estudio de este pasaje nos sitúa en el centro del evangelio de Jesús
y nos descubre el verdadero sentido de Dios y de la vida de los hombres. El
judaísmo ofrecía una norma de justicia según la cual a cada uno hay que
tratarlo de acuerdo con sus obras. En el marxismo es necesaria la dialéctica de
la revolución en que se incluye la necesidad de superar (o destruir) al enemigo
para alcanzar la armonía final. En las diversas políticas del mundo se
sacrifica el interés de los grupos minoritarios, a los pobres. Quizá la más
profunda tendencia de los hombres sea el egoísmo, el hecho de amar a los demás
solamente en cuanto representan un valor para mi vida. Pues bien, frente a
todas estas concepciones, el evangelio de Jesús nos ha ofrecido un ideal de
nitidez y fuerza escalofriante: "Amad a los enemigos". No es absoluta
la ley (del judaísmo) ni el éxito de la revolución (marxismo) ni el interés o
provecho de cada uno de los grupos o individuos. Sólo es absoluta la urgencia
de sembrar el bien, el amar sin buscar una respuesta, el dar sin esperar la
recompensa, el devolver con bien los males recibidos. Tan extrañamente distinta
es esta forma de entender el amor, que los primeros cristianos han introducido
en el lenguaje griego una palabra nueva para expresarlo:
"Agape". A/GRIEGO-CR: En el mundo
griego el amor consistía en aspirar hacia la propia plenitud humana. La
realidad que el evangelio nos presenta como "ágape" es muy distinta;
el amor no consiste en la búsqueda de la plenitud personal, sino en el
sacrificio de entregar la propia vida por los otros. En el mundo griego. Dios
no ama; se limita a ser la meta a la que aspiran los impulsos de los hombres.
Por el contrario, el Padre de Jesús ama a los hombres de tal forma que les
entrega su propia intimidad (su Hijo) en el intento de salvarlos.
Situados en esta perspectiva advertimos que el amor al enemigo no es un
dato marginal, sino el sentido y centro del amor de los cristianos. Todas las
demás actitudes pueden esconder un egoísmo (una búsqueda de mi propio yo a
través de los demás). Sólo cuando se da sin esperar recompensa, cuando se ama
sin que el otro lo merezca, cuando se pierde para que el otro gane, sólo
entonces se ha llegado hasta el misterio del amor que nos enseña (y nos ofrece)
el Cristo. Vivir esta realidad significaría la única verdadera revolución de
nuestra historia.
COMENTARIOS A
LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1279 s.
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1279 s.
7.- "Si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa (misthos) vais a
tener?", se lee en Mateo (5, 46), mientras que Lucas escribe: "Si
amáis a los que os aman, qué mérito (charis) tenéis?". La diferencia de
vocabulario entre Mateo y Lucas es una de las características de esta sección.
Mientras que Mateo habla en términos jurídicos, Lucas apunta al corazón de
Dios. En efecto, preguntémonos por el origen de ese mérito (charis) que
obtienen los cristianos. Si no aman más que a quienes los aman, si no prestan
más que a los que les van a devolver el dinero, no van más allá del horizonte
estrecho de las relaciones humanas. Pero, si aman a sus enemigos, viven del
espíritu mismo de Dios, atestiguan la gracia (charis) que habita en ellos, el
favor divino de que están investidos.
Son misericordiosos como lo es su Padre. Comparemos los vv. 31, 36 y 38.
El primero invita a los discípulos a comportarse con los demás como les
gustaría que ellos se portasen con ellos. Este comportamiento supone ya un progreso
considerable respecto a la regla de los antiguos, que recomendaban evitar todo
lo que no nos gusta ver que hacen los otros. Pero sigue estando marcado por las
leyes de la reciprocidad. Al contrario, mostrarse misericordioso (v. 36) es
obrar como Dios; es, a la vez, tomar conciencia y vivir de la gracia de Dios,
dada siempre de forma gratuita, derramada con "una medida buena, apretada,
remecida hasta rebosar" (v. 38). Es alzarse desde el registro del "do
ut des" al registro de la abundancia y de la generosidad.
DIOS CADA DIA
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL
SEMANAS XXII-XXXIV T.O. EVANG.DE LUCAS
SAL TERRAE/SANTANDER 1990.Pág. 45
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL
SEMANAS XXII-XXXIV T.O. EVANG.DE LUCAS
SAL TERRAE/SANTANDER 1990.Pág. 45
8.- Después de las bienaventuranzas y amenazas del domingo pasado,
leemos hoy el cuerpo central del "sermón del llano" de Lucas,
equivalente reducido del sermón de la montaña de Mateo.
La gran diferencia del texto de Mateo respecto al de Lucas, aparte su
mayor brevedad, es que en el segundo no figuran las referencias y los
contrastes con la Ley de Israel que sí contiene, en cambio, Mateo . Y eso hace
que, precisamente, el texto de Lucas sea mucho más ágil y mucho más fácilmente
captable para el lector actual, de mentalidad más cercana a la griega, para la
cual escribía Lucas, que a la de los buenos conocedores de la Ley a los que se
dirigía Mateo.
El texto de hoy, en definitiva, podríamos decir que es como la
"carta magna" de los sentimientos de fondo que debe llevar en su
interior el cristiano, que debe moverle en todas sus actuaciones y que ha de
configurarle todos los criterios de pensamiento. Aunque el texto no lo diga,
estos sentimientos de fondo son, precisamente, los de Jesús. Y no son,
precisamente, los que más espontáneamente salen del corazón de las personas ni
los que más fácilmente se promueven colectivamente a todos los niveles
(sociales, políticos, eclesiales...). Pero sí son (por eso llamamos "Buena
Noticia" al mensaje de Jesús) los que harían que el mundo llegase a
funcionar bien. Podemos resaltar de ellos los siguientes aspectos:
- Una frase central: "Tratad a los demás...". Entendida en
profundidad, esta regla de oro comporta desear y tratar a todo el mundo, sea
quien sea y haya hecho lo que haya hecho, lo mejor posible siempre.
- Una actitud emblemática y sintomática: "Amad a vuestros
enemigos". El mejor punto de examen para saber si tenemos los sentimientos
de Jesús: ¿Qué deseamos para los que nos han hecho daño o nos caen mal?
- Un modelo: "Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo".
Mateo dice "perfectos", que por ser tan global puede parecer
abstracto. Lucas se fija en un atributo muy específico, y hace de él el
objetivo de la imitación cristiana de Dios.
MISA DOMINICAL 1995, 3