sábado, 7 de agosto de 2021

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO XXII T.O. – CICLO B . 29 AGOSTO 2021

 

DOMINGO DOMINGO 29 DE AGOSTO

XXII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 

LAS MALDADES QUE SALEN DE DENTRO HACEN AL HOMBRE IMPURO

 



 

COMENTARIO

El corbán es el caso de una tradición humana, que enmascara intereses humanos y que  quiere pasar por acto religioso y servicio a Dios. Corbán se podría traducir por don. Era una  especie de voto con el cual se consagraban a Dios los bienes propios y así se hacían  intocables. Parece que ni Dios ni el templo tenían algún provecho en esto, sino el que hacia  el juramento, que así ponía a salvo, bajo el nombre de Dios, sus bienes. Llegó a convertirse  en un voto de rechazo contra alguien que de esa forma no se podía beneficiar de dichos  bienes. Por ejemplo, unos padres necesitados no se podían beneficiar de unos bienes  sobre los cuales el hijo hubiese pronunciado el voto del corbán. Así, en nombre de Dios, y  en ontra de lo que Dios había mandado, un hijo se liberaba de la ayuda a sus padres  ancianos y necesitados. De esta forma la tradición humana conculcaba uno de los  mandamientos más explícitos de Dios, como era el de honrar a los padres. La casuística  rabínica admitía, en casos de hambre, que se podía dispensar el voto del corbán y por  "generosidad", y a través de terceras personas, ayudar a unos padres en extrema  necesidad.

La palabra "fariseos" significa los separados, lo santos, los observantes. Se ha  convertido en sinónimo de hipócrita, que significa "actor".

En el Evangelio son una secta o tendencia del judaísmo y suelen salir malparados, sea  porque se oponen a Jesús o porque la primera comunidad cristiana los tiene enfrente. O  por ambas cosas juntas. De hecho, entre nosotros, llamarle a uno fariseo es un insulto y  que, referido a unas personas históricas, no está bien.

El fariseísmo constituye en todo tiempo un peligro de cierto tipo de personas "religiosas"  que, aferradas a lo exterior de la ley, se consideran mejores que los demás, a quienes  juzgan mal, y se hacen orgullosos y duros de corazón.

Tanto el corbán como el fariseísmo iluminan, por contraste, la enseñanza de Jesús, que  tan gráficamente inculta Marcos y hasta pone una lista de pecados. El primer deber de conciencia de Jesús es tener limpia la conciencia, antes aún de  seguirla. Lo primero es poner en orden el corazón, porque sólo los limpios de  corazón verán a Dios. Sólo del hombre bueno, de la recta intención y del corazón limpio  pueden brotar las obras buenas. Esto es ir a la raíz. Esta es la radicalidad de Jesús y del  Evangelio, que queda ahí como un hito en la historia y como una llamada a lo mejor del  hombre de todos los tiempos. 

R.P. Roland Vicente Castro Juárez

 

ANTÍFONA DE ENTRADA SAL 85, 3.5

Piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día, porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan.Se dice el gloria.

 

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso, que posees toda perfección, infunde en nuestros corazones el amor de tu nombre y concédenos que, al crecer nuestra piedad, alimentes todo bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Deuteronomio 4, 1-2.6-8

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Ahora, Israel, escucha las leyes y decretos que yo les mando cumplir. Así vivirán y entrarán a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de sus padres, les va a dar.No añadan ni quiten nada a lo que yo les mande; así cumplirán los mandamientos del Señor, su Dios, que yo les mando hoy.

Cúmplanlos y practíquenlos, porque de esta manera los pueblos reconocerán que en ustedes hay sabiduría y entendimiento; ellos, al conocer todas estas leyes, dirán: “Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente”. Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca de ella como lo está el Señor, Dios nuestro, siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran nación cuyos mandatos y decretos sean tan justos como toda esta ley que, en presencia de ustedes, promulgo hoy?.

 

SALMO RESPONSORIAL SAL 14, 2-5

 

R. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu casa?

 

El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. R.

 

El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. R.

 

El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente.

El que así obra nunca fallará. R.

 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol Santiago 1, 17-18.21b-22.27

Mis queridos hermanos: Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre de los astros luminosos, en quien no hay fases ni períodos de sombra. Por propia iniciativa, con la palabra de la verdad, nos engendró para que seamos como las primicias de su creación. Acepten dócilmente la palabra que ha sido sembrada en ustedes y es capaz de salvarlos. Llévenla a la práctica y no se limiten a escucharla, engañándose ustedes mismos. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es esta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con la maldad de este mundo. Palabra de Dios.

 

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO ST 1, 18

Aleluya. El Padre, por propia iniciativa, con la palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como las primicias de su creación. Aleluya.

 

SANTO EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 7, 1-8.14-15.21-23

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos meticulosamente, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas. Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?». Él les contestó: «Bien profetizó Isaías de ustedes, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.

El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios para aferrarse a la tradición de los hombres». Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchen todos y entiendan: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos,

homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro». Palabra del Señor. Se dice el credo

 

ORACIÓN UNIVERSAL

Sabiendo que nuestro Dios es un Dios cercano y fiel, oremos con confianza diciendo: R. Padre, escúchanos.

 

1. Para que con sabiduría e inteligencia la Iglesia anuncie el Evangelio a los hombres y mujeres del tercer milenio. Oremos al Señor.R.

 

2. Para que la misericordia y el amor fraterno fomenten la unidad de los cristianos. Oremos al Señor.R.

 

3. Para que los gobernantes, los monarcas y los que tienen poder sobre las naciones y los organismos supranacionales procedan con justicia, honradez y rectitud. Oremos al Señor.R.

 

4. Para que a los enfermos, a los pobres y todos los afectados por esta pandemia no les falte la ayuda y cercanía de quienes los ayuden. Oremos al Señor.R.

 

5. Para que a los que sufren a causa de la injusticia y el egoísmo de sus hermanos, el Señor les haga sentir su cercanía. Oremos al Señor.R.

 

6. Para que, al honrar a Dios con nuestras alabanzas, nos comprometamos a servirlo en nuestros hermanos. Oremos al Señor.R.

 

Padre bueno, escucha las oraciones de tus hijos que te suplican y, ya que confían en tu amor, no dejes de bendecirlos con tu providencia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, que esta ofrenda santa nos alcance siempre tu bendición salvadora, para que perfeccione con tu poder lo que realiza en el sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN MT 5, 9-10

Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Saciados con el pan de la mesa del cielo, te pedimos, Señor, que este alimento de la caridad fortalezca nuestros corazones y nos mueva a servirte en nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

 


COMENTARIOS AL EVANGELIO

Marcos 7,1-8.14-15.21-23

Par: Mt 15, 1-20

 

1.- a) La discusión de Jesús con los fariseos afecta a dos puntos concretos: las abluciones  rituales antes de las comidas sobre la que Marcos proporciona muchos detalles a los  lectores no judíos (vv. 3-4) y sobre la ofrenda sagrada de los bienes familiares que dispensa  del sostenimiento de sus familiares (vv. 10-11). Por lo demás, no hay que perderse en los  detalles de esas costumbres: no existen más que para hacer comprender el alcance del v. 8,  curiosamente repetido en el v. 9 e ilustrado con la cita de Is 29, 13 (v. 7): la tradición de los  hombres mata la Palabra de Dios.

El fariseo es típicamente el antiguo Adán, que ha arrebatado a Dios el conocimiento del  bien y del mal y ha utilizado al máximo ese conocimiento para construir una vida de santidad.  Este poder de discernir siempre entre el bien y el mal le lleva a vivir continuamente en  estado conflictual en cada acción, y cada proyecto le obliga a juzgar entre el bien y el mal. El  fariseo es el hombre continuamente desgarrado por un conocimiento que no estaba hecho  para el hombre, sino que el hombre ha arrebatado a Dios. Es el hombre que desgarra sin  cesar a la humanidad porque es capaz de juzgar a quienes practican el bien y a quienes son  esclavos del mal; pues bien: sólo Dios tiene el poder de juzgar (Mt 7, 1; cf. Rom 12, 14-21).

Lo que Jesús pide a los fariseos es que superen ese conocimiento angustioso del bien y  del mal para dar con la unidad de la Palabra misma de Dios. Que en lugar de conocer el  bien y el mal y de juzgar las acciones del hombre, se limiten a conocer a Dios y a ser  conocidos por El.

b) Así es como hay que entender el v. 8 en el que Cristo contrapone mandamiento y  tradición. La tradición es puramente jurídica: regula los "casos", impone las "actitudes",  dispone el comportamiento del yo externo.

El mandamiento, en cambio, es personal; habla a la segunda persona  lo mismo que el decálogo; proviene de una persona y no se comprende sino en comunión  con esa persona. Afecta al yo más profundo. El mandamiento no introduce muchos  preceptos nuevos que no figuren ya en las tradiciones humanas. El papel que representa no  es cuantitativo, sino que introduce, ante todo, un estilo nuevo de adaptarse libremente a las  tradiciones viviéndolas en la fe y la comunión con el Dios que interpela.

c) La crítica que Cristo hace de las prescripciones de la ley no afecta precisamente a la  ley en sí, puesto que habría llegado, por su mismo dinamismo interno, a la espiritualización  deseada por Cristo. Pero los judíos, y más esencialmente los fariseos, bloquearon ese  dinamismo a causa de una concepción demasiado material. Esta polémica de Jesús contra  el fariseísmoterminó por hacer de este nombre, originariamente sinónimo de  piedad y de perfección, el símbolo mismo de la hipocresía. Sin embargo, el cristianismo le  debe mucho: en primer lugar, varios de sus apóstoles, entre ellos Pablo; y también la  importante doctrina de la resurrección y el canon de las Escrituras, de donde la predicación  apostólica ha sacado la mejor de sus fuentes.

Responsables de la complicación de las prescripciones legales, los círculos de los fariseos  fueron, sin embargo, los primeros que subrayaron la importancia de la caridad en el  conjunto de la ley. Se constituyeron también en severos guardianes de su observancia en  una época en que el influjo pagano lo invadía todo: fueron los verdaderos servidores del  alma del pueblo. Mas para arropar ese alma, los fariseos desfiguraron considerablemente el  mesianismo, considerado demasiado peligroso políticamente; acentuaron igualmente las  prácticas cultuales, anteponiéndolas a los deberes de la fraternidad humana y de la justicia  social.

Cristo, que fundamentaba la religión sobre la persona más que sobre la ley y que se  orientaba claramente hacia una mesianismo depurado y que atribuía más importancia a los  gestos de fraternidad que a las prácticas cultuales (Mt 15, 18-20), tenía que chocar  necesariamente con la intolerancia y el integrismo de los fariseos. Proclamó, en contra de  ellos, un justo retorno al espíritu de la ley primitiva; levantó el bloqueo del inmovilismo a la  ley con el fin de espiritualizarla. Pero de ahí a reducir al fariseísmo a un movimiento de  hipocresía (cuando en realidad este defecto era severamente perseguido dentro mismo de  los círculos fariseos), hay una distancia que no se puede salvar, ni siquiera aun cuando, en  el ardor de la polémica, algunas comunidades cristianas primitivas lo hicieran.

El drama del fariseo es el de toda una humanidad que se atribuye un conocimiento que  viene de Dios, puesto que define el bien y el mal y juzga a los hombres, pero que se  despliega al final sin el Dios de quien procede. Cristo es el primer hombre que ha podido  poner su conocimiento del bien y del mal al servicio de un conocimiento más profundo: el de  Dios y de su voluntad. Vivir en la conformidad con esa voluntad libera a Cristo de todo  conocimiento del bien y del mal y le permite encontrarse muy libre frente a las leyes y las  tradiciones humanas, muy libre frente al pecador. El cristiano, a su vez, examina su  conciencia, no para descubrir y analizar en ella el bien y el mal, sino, ante todo, para  encontrar la Palabra de Dios y la persona de Jesucristo que vive en él y para él (1 Cor 4,  3-4). La Eucaristía le recuerda cada día esa presencia de Cristo en él y le despierta a sus  exigencias. 

MAERTENS-FRISQUE - MAROVA MADRID 1969.Pág. 19


 

2.- Comentario.

Tras un paréntesis de cinco domingos, retomamos a Marcos. Y lo hacemos  con un texto en el que el autor se ha visto obligado a dar a sus lectores una serie de  explicaciones sobre usos y costumbres judíos (vs. 2-4). Esto tiene un primer significado  evidente: Marcos no escribía para judíos. Pero, por esto mismo, los que no somos judíos  corremos el riesgo de asistir como espectadores con quienes no va la cosa. Por eso, si  queremos comprender el texto, habremos de situarnos en ese ámbito de emotividad e  intangibilidad que tiene siempre toda tradición. De la tradición, en efecto, se trata de más  allá del caso concreto de comer sin lavarse las manos. (Huelga decir que comer sin lavarse  las manos no es una cuestión de higiene, sino de limpieza ritual). ¿Por qué no siguen tus  discípulos la tradición de los mayores? Si hay un pueblo para quien la tradición es  importante, éste es el pueblo judío. Repito: con toda la carga de emotividad e intangibilidad  que tiene siempre la tradición.

Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas... Dejáis a un lado el mandamiento de Dios  para aferraros a la tradición de los hombres. La crítica es tremendamente dura y, según  muchos exégetas, históricamente problemática en labios de Jesús. Si fuéramos judíos  opondríamos seguramente resistencias. Pero, dificultades históricas aparte, el sentido de la  frase es muy claro. En perspectiva judía dice lo siguiente: Los representantes de la  corriente farisea siguen la tradición oral a expensas de la Ley escrita. En perspectiva  universal (la de Marcos) dice lo siguiente: La autoridad central (los interlocutores de Jesús  provienen de Jerusalén) sigue la letra a expensas del espíritu.

Viene a continuación un ejemplo ilustrativo (vs. 9-13, no recogidos en el texto litúrgico). Llamó Jesús a la gente y les dijo. Lo que sigue es radical y categórico. Algún exégeta lo  ha calificado de culmen de la ética cristiana. Nada que entre de fuera puede hacer al  hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. El sentido es muy  claro. En forma antitética, dado que la estructura lingüística semita no tiene forma  específica de grado comparativo, dice lo siguiente: la limpieza moral es más importante que  la ritual. Las posibilidades de esta afirmación son infinitas, y sus consecuencias,  incalculables para la libertad y autonomía del hombre religioso según el espíritu de Jesús. 

En el medio judío en que Jesús se movía, su afirmación afectaba no sólo a la tradición, sino  a la propia Ley escrita, ya que amplias partes de la misma quedaban derogadas. Es cierto  que en su actuación y práctica concretas Jesús fue más bien un fiel cumplidor de la Ley.  Siempre será una gran verdad que la realización concreta de todo principio general  requiere prudencia y respeto a los demás. ¡El difícil arte de vivir! Pero no olvidemos nunca  el principio, el aire fresco. La actuación de Jesús fue, en general, conforme a la Ley, pero  su actitud fue siempre libre, abierta e intuitiva. Queda reforzado así el rasgo característico  bajo el que parece querer presentar Marcos a Jesús: la novedad. ¿Qué es esto? ¡Una  enseñanza nueva con autoridad! (Mc. 1, 27). A la luz del texto de hoy parece bastante claro  que la novedad la entiende Marcos en relación a lo que siempre se ha visto, oído y  mamado.

ALBERTO BENITO - DABAR 1985, 44


  

3.- Este es uno de los lugares en que cabe preguntarse por qué Marcos inserta esta  narración.

Sabido es que su contenido tiene mucho que ver con los principios fundamentales judíos  (y no sólo de los judíos, sino también de otras culturas de la antigüedad) acerca de lo  "puro" (limpio) y lo "impuro" (sucio). Israel estuvo desde antaño muy bien acostumbrado a  distinguir entre lo "puro" y lo "impuro". Esto era condición indispensable para saber si el  hombre podía o no entrar en comunión con Dios; e igualmente los animales y las cosas,  entrar en la presencia o contacto con Dios.

Pero los lectores de Marcos, al parecer, ya no entienden mucho  todo esto. ¿Por qué, pues, toma Mc ese tema? El v. 18 es importante: la incomprensión de  los discípulos hace patente que, si bien no se trata de una vuelta al ceremonial judío,  siempre existe el peligro de caer en un pietismo externo. El hombre tiene tendencia a  refugiarse en la religiosidad y crearse por su cuenta una coartada frente a su negativa para  convertirse a la verdad.

La observancia de exterioridades hace olvidar el culto verdadero. Esto, pues, también es esencial al evangelio y, por tanto, a la fe: donde las tradiciones  hacen incomprensible el amor de Dios a cuenta del temor, no habremos de preocuparnos  de que a la larga no nos sintamos vinculados por la normativa humana, aun cuando ésta se  remita a lugares de la Biblia.

EUCARISTÍA 1988, 42


 

4. LAVATORIO-JUDIO 

Un grupo de fariseos del lugar y algunos letrados o rabinos de Jerusalén, probablemente  enviados por el Sanedrín para espiar a Jesús, se escandalizan al ver que los discípulos  comían sin lavarse las manos según ordenaba la tradición de los mayores.

El evangelista Marcos, que escribe para los romanos, informa a sus lectores acerca de  las costumbres judías. Los lavatorios de los judíos no respondían a una inexplicable  necesidad de higiene, sino a exigencias religiosas. Eran purificaciones rituales. Hoy día se  extrema hasta tal punto la limpieza que podría pensarse también en una superstición, sobre  todo cuando se es tan poco escrupuloso respecto a problemas de justicia. Pero sea lo que  fuere de este fenómeno moderno, aquí nos interesa el comportamiento de los fariseos. 

Pues bien, estos distinguían entre "puro" e "impuro" y practicaban consecuentemente una  serie de purificaciones rituales. En esto iban más allá de lo expresamente mandado en la  Ley de Moisés y se atenían a tradiciones humanas. El lavatorio de las manos antes de las  comidas constituía buena parte de esas tradiciones codificadas en el Talmud y veneradas  por los fariseos como si se tratara de la misma Ley de Dios. La multiplicación de estos  lavatorios resultaba poco menos que intolerable a los trabajadores humildes en un pueblo  en el que el agua era un bien escaso. Al parecer, los galileos no eran demasiado  meticulosos en observar dichas tradiciones, y sabemos que el mismo Jesús produjo un  escándalo al sentarse a la mesa de un fariseo sin haberse lavado antes las manos (Lc 11,  37 s).

Los fariseos universalizan lo que no era otra cosa que un hecho anecdótico y acusan al  Maestro de que permita a sus discípulos un comportamiento en contra de la "tradición de  los mayores". Jesús acepta en principio el planteamiento de la cuestión y, citando al profeta Isaías (29,  13), devuelve la pelota a los fariseos. Les dice que ellos practican un culto vacío, un culto  de los labios y no del corazón. Además, que se atienen a preceptos humanos y quebrantan  sin escrúpulos los mandamientos de Dios. Pero aún, con el pretexto de dar culto a Dios, le  ofende dejando en la miseria a sus propios padres (vv. 9-13; Mt 15, 4-6).

Después se dirige Jesús al pueblo y promulga otra moral muy distinta que invalida de raíz  todas las purificaciones rituales.

Lo que importa es la pureza del corazón, la buena voluntad. Pues lo que mancha al  hombre no viene de fuera, sino que sale del interior. El que habla aquí es el Hijo de Dios,  que está por encima no sólo de las tradiciones de los mayores, sino incluso de la misma  Ley de Moisés. Jesús muestra su autoridad lo mismo que en las famosas antítesis del  Sermón de la Montaña (Mt 5, 21-14).

EUCARISTÍA 1982, 40


 

5.- Texto.

Retornamos al evangelio de Marcos. El versículo inicial cobra relevancia especial  en razón de la procedencia de los personajes en él mencionados: fariseos y letrados de  Jerusalén. Esta ciudad es bastante más que la capital administrativa y política judía; es la  razón de ser de un pueblo, su orgullo y añoranza; es madre y guía; de Jerusalén irradia la  luz que ilumina el caminar judío; allí están los pastores del pueblo, a los que, sin embargo,  Marcos ha cuestionado ya como pastores (cfr. 6, 30-34, domingo 16 Ordinario). El conjunto  del texto gira en torno al término impuro. Aparece al comienzo (vs. 2 y 5) y al final (vs. 15 y  23). Manos impuras, hacer impuras a las personas. El término no tiene nada que ver con  los distintos matices del mismo en castellano: mezcla; falta de castidad; deshonestidad. La  impureza de la que el texto habla es la mancha ritual (pastores) o moral (Jesús) que  inhabilita a las personas para tratar con lo santo. La impureza es una incapacidad religiosa. 

La preocupación por la pureza denota sensibilidad religiosa. Es en esta línea de  sensibilidad en la que hay que entender la preocupación manifestada por los pastores  judíos ante la conducta de algunos de los discípulos de Jesús, por más que a nosotros  pueda resultarnos sobrepasadas las formas concretas de expresión de esa sensibilidad  religiosa. De ellas ofrece Marcos una enumeración en el paréntesis explicativo de los vs.  3-4.

La preocupación por la pureza se  enmarca, a su vez, en la gran corriente judía formada por la tradición de los mayores. A  poco que se conozca lo que es ser judío, se caerá en la cuenta de la fuerza e importancia  de la tradición en este pueblo. Es en la tradición donde se articula la esencia de lo judío. La  pregunta, pues, de los pastores a Jesús encierra una gravedad suma. Jesús resuelve el problema dentro de lo más pura línea judía, tal como ésta aparece ya  esbozada en el texto de Isaías 29, 13 que cita: distinción entre el componente humano y  divino de la tradición.

Comentario.

Entresacando el texto de sus componentes judíos, puede hablarse de  moralidad frente a formalismo (en determinados ambientes el término formalismo se  solapa con el de profesionalidad) y de espíritu frente a letra. Enunciada así la problemática,  la cuestión resulta fácil y evidente; la práctica, sin embargo, dice que no es ni fácil ni  evidente.

Las formas y la letra son, en efecto, absolutamente necesarias: responden a la esencia  misma de nuestro ser humano, que es forma corpórea en relación con los demás. La  tradición es, desde esta perspectiva, absolutamente necesaria. Donde no hay tradición no  hay vida que valga la pena. ¿Cómo hacer, sin embargo, que las formas y la letra no acaparen la totalidad del ser  humano, que es también incorporeidad, interioridad, individualidad? En este cómo está la  verdadera dificultad. Este cómo se mueve en el campo de las actitudes, un campo lo  suficientemente fluido como para resistirse al imperio absoluto de las formas y de la letra,  aunque precisamente por ser fluido toma sin resistencia la forma del recipiente que lo  contiene.

Del texto de hoy se deducen las siguientes evidencias:

1. La tradición que vale la pena es aquélla en la que convive una sana tensión entre  fondo y forma, espíritu y letra.

2. Cuando la forma y la letra predominan o se anquilosan, se impone la ruptura con  ellas.

3. Esta ruptura no significa negar la tradición ni ir en contra de ella.

Termino con una lacónica frase de Jesús, que algunos manuscritos intercalan en el texto  de hoy: El que tenga oídos para oir, que oiga.

ALBERTO BENITO - DABAR 1981, 43


 

6. PUREZA-LEGAL/A-H:

Los interlocutores de Jesús no se preocupan por la higiene. El lavado de manos antes  de las comidas forma parte de una praxis de pureza ritual que determina la vida diaria del  judío piadoso. Israel es el pueblo de Dios y debe ser santo; también debe ser puro  (sacerdotalmente). Pero el peligro de la impureza acecha por doquier, puede proceder de  hombres y de animales, de manjares y de objetos [7,1V,1,353s]. El que "come con manos  impuras" infringe "la tradición de los antepasados", aquella plétora de prescripciones  transmitidas oralmente que desarrollan la ley y quieren fijarla casuísticamente; los fariseos  pensaban que debían venerarse por igual la "tradición" y la ley de Moisés; valen lo mismo y  tienen la misma dignidad la ley y el "vallado" que la cerca. Pero Jesús rechaza la tradición  oral, "y lo hace radicalmente" [52,20lsl; se funda en el ejemplo de la praxis del corbán, que  en realidad deroga al cuarto mandamiento y la desenmascara, porque es un medio de  esquivar la voluntad de Dios dirigida a la salvación del hombre. Jesús coloca la propia  palabra de Dios contra la tradición humana que se las da de proteger la divinidad de Dios  (v. 13). Detrás de tal crítica está la concepción de que venerar a Dios sólo tiene sentido "si  en ello no se pierde de vista el ser de Dios a favor del hombre. Jesús hace patente cómo  en la concepción de sus opositores Dios acaba por ser la negación de lo divino, puesto que  quebrantan la voluntad de Dios orientada hacia el hombre" [45,1531. Jesús no se limita a  atacar la tradición. El v. 15 cuestiona la misma torá (=ley), igual que en las antítesis del  sermón del monte, igual que en Mc 10,1s. "Nada hay fuera del hombre que, entrando en él,  pueda contaminarle, sino lo que sale del hombre, esto es lo que contamina al hombre"; más  que una radicalización de la ley, esta afirmación significa su derogación. Jesús no discute  que exista un poder mortal, la "impureza" que nos hace desgraciados, pero su lugar es el  corazón del hombre. En cambio discute y niega que exista una impureza inherente a los  objetos y que se transmita mágicamente. Ernest Kásemann ha descrito convincentemente  cómo con ello se ha rebasado radicalmente todo pensamiento orientado por el culto. Han  sido aquí tocados, alcanzados de lleno los "presupuestos de todos los cultos antiguos con  sus praxis de víctima y de expiación", aquí se ha eliminado la "distinción, básica para la  antigüedad, entre el témenos o recinto sagrado, y lo profano". E igualmente esta palabra  de Jesús tritura "los fundamentos de la demonología antigua", demuestra decisivamente que  Jesús "no ha profesado un dualismo metafísico", sino que ha superado "la ideología de la  antigüedad con su antítesis entre lo cultual y lo profano" [54,207s]. Así la cuestión de la  actitud del hombre ante Dios queda desligada del ámbito del culto, la pureza y la impureza  se dan en relación con el prójimo. En un mundo que Jesús proclama básicamente puro  como creación de Dios que es, la pureza dista mucho de alcanzarse con la ayuda de  prácticas rituales.

ECKART-OTT - FIESTA-Y-GOZO. Págs. 114-115


 

7. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para  aferraros a la tradición de los hombres

Recuperamos, después de los domingos dedicados al discurso del pan de vida, la lectura  de Marcos. Lo hacemos en el capítulo 7, que no presenta ninguna relación de tiempo y de  lugar con los episodios precedentes del c. 6. Los vv. 1-23 forman una unidad temática. La  liturgia suprime algunos versículos de la perícopa. A lo largo del capítulo, Jesús se dirige a  los fariseos, a la multitud y al grupo de sus discípulos.

Jesús critica a los fariseos y escribas el hecho de que conviertan en principales aquello  que en realidad son mandamientos secundarios y pone un ejemplo concreto: el dinero  entregado como voto al templo que debiera ser utilizado para mantener a los padres  ancianos. Estos versículos faltan en el texto litúrgico, pero de hecho ayudan a comprender  mejor el mensaje de jesús: el amor y la atención a los demás condicionan y relativizan todos  los mandamientos, tanto de purificación como los referentes al impuesto religioso.

También faltan los versículos 16-20 que distinguen entre la enseñanza de Jesús a la  gente y la que destina, más en concreto, a sus discípulos. La respuesta de jesús se sitúa en  la linea ya apuntada: aquello que contamina y hace pecador al hombre no son las cosas  externas, sino el egoismo que hay en su personalidad y determina sus decisiones y  relaciones con los demás.

Recomiendo leer Mc 7,1-23 directamente de la Biblia al preparar la homilía, para captar  mejor el pensamiento de Jesús.

La proximidad de Dios, el cristiano y nuestras comunidades es necesario que la reflejen  con una conducta límpida y moralmente sana, centrada en el amor al necesitado. ¿Es ésta  nuestra perspectiva religiosa?.

JORDI LATORRE - MISA DOMINICAL 2000, 11, 44


8. ACI DIGITAL 2003

4. Se trata de purificaciones que no eran prescriptas por la Ley y que los escribas multiplicaban llamándolas "tradiciones". "No conociendo la justicia de Dios y queriendo establecer la suya propia (Rom. 3, 10), el fariseo, satisfecho de sí mismo, espera sorprender a Dios con su virtud que nada necesita (Luc. 18, 1 s.). En realidad, el fariseo es el más temible de los materialistas, pues el saduceo sensual ignora lo espiritual; pero él, en cierto modo, lo conoce para reducirlo a la materia: hechos, realizaciones, obras visibles para que sean vistos de los hombres y los hombres los alaben y los imiten. Antítesis del fariseo es la Verónica que al acercarse a Dios presenta, a la faz de la gracia, el lienzo en blanco de su esperanza". Es evidente que la doctrina de Jesucristo era tan incompatible con esa mentalidad como el fuego con el agua (véase 12, 38 y nota). La tradición que vale para la Iglesia es la que tiene su origen en la revelación divina, es decir, en la predicación del mismo Jesucristo y de los apóstoles, "a fin de que siempre se crea del mismo modo la verdad absoluta e inmutable predicada desde el principio por los apóstoles". (Pío X en el juramento contra los modernistas). Cf. I Tim. 6, 3 s. y 20. 

6. Véase Is. 29, 13; Cf. Mat. 15, 1 - 28; 23, 15; Luc. 11, 37 - 41; Juan 4, 23 y notas. 

10. Véase Ex. 20, 12; 21, 17; Lev. 20, 9; Deut. 5, 16; Ef. 6, 2.

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO XXI T.O. – CICLO B . 22 AGOSTO 2021

 

 ¿A QUIEN IREMOS?.

  


COMENTARIO

 

Evangelio de crisis, meditación de crisis o para prevenir una crisis: las dificultades se presentan a veces brutalmente y de improviso. De pronto, todos nos cansa: la misa, un predicador nos molesta, el mal en el mundo nos aplasta, la muerte de un niño nos rebela, la parroquia nos decepciona, o simplemente el sacerdote de la parroquia nos desilusiona... y tenemos ganas de dejarlo todo. “Muchos de sus discípulos se retiraron y dejaron de  acompañarle”.

Hacer entonces un esfuerzo por mirar a Jesús y acabar diciéndole: ¿A quién iremos?. Eres tú el que tienes palabras de vida eterna”, puede  ser  un  reflejo  salvador. Con tal que  no  sea  un  impulso demasiado forzado o demasiado sentimental. El Jesús con que nos encontramos en el texto de hoy no es un Jesús  tierno. Ve muchas cosas, “sabe” dice Juan reacciona como lo hace siempre que choca con gente cobarde.  No habla entonces de amor, sino de fe: “Hay algunos que no creen”. Nosotros “¿A quién iremos?” no es un buen grito de amor y de confianza pero si una  confianza de fe. Pero la dificultad aumenta. Podríamos pensar que en esos momentos de crisis lograríamos arrancar nosotros mismos de nuestras entrañas ese grito de fe-amor. Y también allí se muestra duro y desconcertante: “Ya les expliqué que nadie puede venir a mí si mi Padre no los llama”. Una frase que no nos gusta porque nos deja desarmados. ¿En  qué momento y de qué forma nos atrae el Padre hacia Jesús dándonos la gracia de creen de verdad en él?. ¿A quién le hace ese regalo?. Es la tentación siempre inútil de ponernos en el sitio de Dios, de intentar colarnos en sus pensamientos, en sus decisiones... ¡y en sus preferencias!.

Tenemos que hacer ciertamente alguna cosa, pero no cuestionando a Dios en sus opciones, sino recibiendo lo mejor posible lo que él ha escogido darnos.. En vez de imaginarme demasiado pronto que hemos ido a Cristo que queremos ir a él y que haremos cualquier cosa por él, empecemos aceptando humildemente la idea de que todo depende del Padre. Esto nos moverá primero a pedirle con mucha más pasión la gracia de sentirnos atraídos hacia el Hijo. 

Y seremos además más decididos para explotar al máximo esta atracción que san Juan llama “creer” en el sentido de la mayor adhesión posible de todo nuestro Ser. Ese “creer” tan fuerte es prácticamente todo su evangelio. No se trata de velar, de sufrir, de dar limosna, etc... Como en Mateo, Marcos y Lucas. Aquí todo se reduce a la fe. Lo que hay que hacer brotará normalmente de nuestro arraigo en Cristo.

Si podemos decir como Pedro “Creemos y sabemos que tú eres el santo de Dios” al mismo tiempo porque nos  atrae  el  Padre  y porque nosotros no cesamos  de reforzar esa atracción, nuestro “¿a quién  iríamos?” no  será  un  suspiro  por  la última  oportunidad  o  un resto de afecto sentimental al Jesús de nuestra adolescencia. Será, en nuestras lágrimas  y en nuestra sonrisa de  fe-amor  el desafío  que  lanzaba san Pablo: “¿Quién podrá separarme de Cristo?” (Rom. 8, 39).

Pbro. Roland Vicente Castro Juárez

 

ANTÍFONA DE ENTRADA SAL 85, 1-3

Inclina tu oído, Señor, escúchame. Salva a tu siervo que confía en ti. Piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día. Se dice el gloria.

 

ORACIÓN COLECTA

Oh, Dios, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo, concede a tu pueblo amar lo que prescribes y esperar lo que prometes, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros ánimos se afirmen allí donde están los gozos verdaderos. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Josué 24, 1-2a.15-17.18b

En aquellos días, Josué reunió a las tribus de Israel en Siquén. Convocó a los ancianos de Israel, a los jefes, jueces y oficiales, y se presentaron ante el Señor. Josué habló al pueblo: «Si no les agrada servir al Señor, digan aquí y ahora a quién quieren servir: a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Éufrates o a los dioses de los amorreos, en cuyo país ustedes habitan; mi familia y yo serviremos al Señor». El pueblo respondió: «¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a dioses extranjeros! El Señor es nuestro Dios; él nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la esclavitud de Egipto; él hizo a nuestra vista grandes signos, nos protegió en el camino que recorrimos y en todos los pueblos por donde cruzamos. También nosotros serviremos al Señor: ¡es nuestro Dios!».

 

 SALMO RESPONSORIAL SAL 33, 2-3.16-23

 

R. Gusten y vean qué bueno es el Señor.

 

Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren.R.

 

Los ojos del Señor miran a los justos, sus oídos escuchan sus gritos; pero el Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria.R.

 

Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias; el Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos.R.

 

Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Señor; él cuida de todos sus huesos, y ni uno solo se quebrará.R.

 

La maldad da muerte al malvado, y los que odian al justo serán castigados. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él.R.

 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5, 21-32

Hermanos: Ténganse mutuamente respeto en honor a Cristo. Que las mujeres respeten a sus maridos como si se tratara del Señor;

salvador de la Iglesia, que es su cuerpo. Por tanto, así como la Iglesia es dócil a Cristo, así también las mujeres sean dóciles a sus maridos en todo. Esposos, amen a sus esposas como Cristo amó a su Iglesia. Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para presentársela ante sí como una Iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus esposas, como cuerpos suyos que son. Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne». Es este un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia. Palabra de Dios.

 

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO JN 6, 63C.68C

Aleluya. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida; tú tienes palabras de vida eterna. Aleluya.

 

SANTO EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 60-69

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?». Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: «¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del Hombre subir adonde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne de nada sirve. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida. Y, a pesar de esto, algunos de ustedes no creen». Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: «Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede». Desde entonces, muchos discípulos suyos se retiraron y ya no andaban con él. Entonces Jesús dijo a los Doce: «¿También ustedes quieren irse?». Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos

 

ORACIÓN UNIVERSAL

Acudamos a Dios y oremos con fe diciendo: R. Te rogamos, óyenos.

 

1. Por la Iglesia: para que en este tiempo tan complejo, en Jesús encuentre su guía y punto de referencia. Oremos. R.

 

2. Por los que han recibido de Cristo la autoridad en la Iglesia y en el mundo: que gobiernen según su corazón. Oremos. R.

 

3. Por los matrimonios: que el respeto, el amor y la unidad sean una realidad en las parejas y que los hijos aprendan el arte de amar sin egoísmo a ejemplo de sus padres. Oremos. R.

 

4. Por los que sufren corporal o espiritualmente, particularmente los afectados por la pandemia: que encuentren la fuerza que necesitan en Jesucristo, que asumió nuestras debilidades. Oremos. R.

 

5. Por los difuntos: que, liberados del poder de la muerte, gocen de la vida eterna. Oremos. R.

 

6. Por nosotros y los que confían en nuestras oraciones: que Dios se haga presente en nuestras vidas y nos transforme según su querer. Oremos. R.

 

Te rogamos, Señor, que escuches a tus hijos, bendigas a tu Iglesia, y que un día nos des a todos tu vida eterna. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, que adquiriste para ti un pueblo de adopción con el sacrificio de una vez para siempre, concédenos propicio los dones de la unidad y de la paz en tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN JN 6, 54

El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día, dice el Señor.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te pedimos, Señor, que realices plenamente en nosotros el auxilio de tu misericordia, y haz que seamos tales y actuemos de tal modo que en todo podamos agradarte. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

 

COMENTARIOS AL EVANGELIO
Jn 6, 61-70

 

1.- Comentario. 

La infinitud divina se encierra en los estrechos límites del cuerpo humano de Jesús y este cuerpo es alimento generador de vida sin término. En los dos domingos anteriores será la autoridad religiosa judía la que cuestionaba ambos hechos; hoy son los propios discípulos de Jesús quienes lo hacen. "Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?" Esta crítica no tiene necesariamente su origen en la mala voluntad humana, sino en la dificultad real de conciliar términos antitéticos (inmanente-trascendente; divino-humano). Esta conciliación es un verdadero escollo racional. "¿Esto os escandaliza?" (Mejor traducción que la litúrgica: "¿esto os hace vacilar?"). (Recuérdese lo escrito el domingo catorce a propósito del sentido etimológico de escándalo-escandalizar). El escollo se agranda a la hora de pensar en el retorno de Jesús a donde estaba antes. Esta misma problemática ya había aparecido en el diálogo con Nicodemo (cfr. Jn. 3, 11-13). La dificultad es real y su solución exclusivamente racional poco menos que imposible. Un claro reflejo de esto es el lenguaje del evangelista. Algo pasa, escribía el domingo pasado, que el lenguaje de Juan no acierta a expresar o que, si lo expresa, lo hace de manera contradictoria.

Compárense estas dos afirmaciones: "Mi carne es verdadera comida; la carne no sirve de nada". Con esta segunda afirmación el evangelista deja cumplida constancia de la validez y del peso de las críticas anteriores. La carne, es decir, la persona con toda su carga de ser efímero y perecedero, no puede, en efecto, ser generadora de vida sin término. Y, sin embargo, Juan sigue manteniendo la validez de la primera afirmación: "Mi carne es verdadera comida". ¿Por qué? Porque, para Juan, Jesús es simultáneamente espíritu. "El espíritu es quien da vida. Las palabras que yo os he dicho son espíritu y son vida". Pero, una vez más, Juan insiste en la necesidad de la experiencia mística para poder descubrir, entender y aceptar esto: "Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede". Y no quisiera pecar de exagerado al afirmar que Juan da a esta experiencia el nombre de fe: "algunos de vosotros no creen".

Por primera y única vez en el cuarto Evangelio aparecen los doce. Lo hacen como grupo ya formado y cuya existencia se da por descontado. Juan los presente como los hombres de la experiencia mística: "¿A quién vamos a acudir? En tus palabras hay vida eterna. Nosotros creemos". Es Pedro quien habla por todos. Nos hallamos probablemente ante el equivalente de Mt. 16, 15-16. Dos formulaciones diferentes del mismo hecho: del descubrimiento del insondable misterio de Jesús, de su persona de carne y hueso. De ahí el carácter fundamental e insustituible de los doce. Pero ahora, querido lector, te invito a que leas Efesios 3, 14-19. Caerás en la cuenta de que a ese mismo descubrimiento, a esa insospechada y maravillosa experiencia mística estamos todos llamados.

ALBERTO BENITO - DABAR 1985, 43


 

2.- Texto.  Comienza recogiendo la perplejidad producida por lo dicho por Jesús en los domingos anteriores. Enseñanza inaceptable: he aquí formulada la reacción de la razón, algo de lo que hasta ahora eran portavoces los judíos y de lo que ahora lo son los propios discípulos. De la perplejidad no queda, pues, exento nadie. Más aún, parece configurarse como reacción inevitable: "¿Y si vierais al hijo del hombre subir a donde estaba antes?" Imaginemos que este lugar fuera la cruz. ¿Acaso no sería inaceptable la pregunta? Pero, ¿y si la pregunta se estuviera refiriendo al amor como lugar de estancia de Jesús? Ahora bien, ¿no es acaso la cruz donde Jesús manifestaba su máximo amor? "El amor supremo consiste en dar la vida por los amigos" (Jn 15, 13).

Efectivamente la pregunta objeto de perplejidad se refiere a la cruz como lugar de estancia anterior de Jesús. Nada de esto hace, sin embargo, sentido, si no se está en la onda de Dios. Estar en la onda de Dios puede ser una formulación inteligible de lo que el texto afirma en los vs. 63-65. No es posible entrar en detalle en el análisis de estos versículos, en los que, entre otras cosas, el término "carne" está empleado en contraposición a "espíritu" y, consiguientemente con un matiz distinto al que tenía el domingo pasado. Carne, en efecto, no designa aquí tanto lo sensible y perceptible del ser humano, cuanto su dimensión perecedera y corruptible; por contraposición, espíritu designa lo imperecedero, lo incorruptible. Así, por ejemplo, desde el diálogo con Nicodemo el lector sabe que "Dios es espíritu" (Jn. 4, 24).

Estar en la onda de Dios no es, sin embargo, algo impositivo. El texto de hoy reduce el número de discípulos a un mínimo e incluso éste, cuestionable y reducible. Pero es en este mínimo donde se da la interpretación de lo que Jesús es y significa.

Comentario. 
Este texto, con el que se cierran las reflexiones sobre el signo de la multiplicación de los panes y los peces, formula la única actitud capaz de entender ese signo. Se trata de una actitud a la que hay que calificar de espiritual, por cuanto que es capaz de descubrir el espíritu de Jesús, es decir, lo consistente e imperecedero que hay en él.

Este descubrimiento lleva a relativizar todo lo que hasta ese momento parecía ser fundamental. En lugar de todo ello emerge Jesús, su persona, su palabra, iluminándolo todo con una luz nueva. A la luz de Jesús hay cosas que dejan de tener interés y valor, otras que surgen y otras que cobran nuevo sentido. La sed de búsqueda de lo absoluto se sacia y lo relativo pierde la premura e importancia que a menudo se le da. De ninguna dificultad queda eximido el creyente, pero ninguna puede sobre él.

ALBERTO BENITO - DABAR 1991, 42


 

3. - Texto.  El comienzo remite al contenido de los tres domingos últimos calificándolo de inaceptable. En esta ocasión la crítica proviene del propio campo de los discípulos de Jesús.

En su respuesta comienza Jesús previendo un nuevo escándalo, a añadir al ya producido por sus palabras: "Si esto os escandaliza, ¿qué será cuando veáis al Hijo del Hombre subir a donde estaba antes?" (la traducción litúrgica ha evitado el verbo escandalizar). Si las afirmaciones de los domingos pasados escandalizaban, el ver al Hijo del Hombre volver a su lugar natural escandalizará todavía más.

En los vs. 63-65 aborda Jesús la cuestión de la raíz o causa de este escándalo. Como ya sucedía hace dos domingos, esa raíz la sitúa en un posicionamiento inadecuado: falta de sintonía con el Padre o, lo que es lo mismo, falta de fe. Al posicionamiento adecuado Jesús lo llama espíritu: al inadecuado, carne. Estos términos no expresan componentes de la persona, sino comportamientos o actitudes de la persona. Si ella está en sintonía con el Padre es espíritu; si no lo está es carne.

En el vs. 66 el autor da cuenta del abandono del seguimiento de Jesús por parte de muchos discípulos. Aunque la traducción litúrgica no lo refleja adecuadamente, este abandono está concebido como una vuelta a la observación de la Ley. En nombre del grupo, Pedro hace profesión de abandono de la ley y de adhesión a Jesús como fuente de bienestar, libertad y vida.

Comentario. Una palabra o un hecho son escandalosos en la medida en que rompen los esquemas, hábitos o comportamientos de los individuos o de los grupos. El grupo que hoy se escandaliza ya no es el de los maestros de Israel, sino el de los discípulos de Jesús. Se sienten más seguros siendo observantes que siendo creyentes. Prefieren el estado de vida orientado por la Ley al estilo de vida orientado por la fe, el estilo de vida carnal al estilo de vida espiritual. Es importante insistir en esta acepción de los términos carnal y espiritual, porque se trata de términos que suelen ser fuente de graves equívocos. En cuanto opuesta a espíritu, carne no tiene nada que ver con pasión o desenfreno. Más bien es al contrario: una persona carnal es alguien meticulosamente observante, debido a que ha hecho de la Ley el norte y guía de su comportamiento. A diferencia de la persona carnal, la persona espiritual es la que se entiende a sí misma desde una relación con el Dios manifestado por Jesús.

El texto habla de un segundo escándalo a propósito del lugar al que Jesús va a subir. Espontáneamente pensamos en el cielo. Pero entonces no se entiende como el cielo pueda ser presentado como motivo de escándalo. El enigma se despeja si, en vez de pensar en el cielo, pensamos en la cruz. ¡La cruz como morada del enviado de Dios! Esto sí que de verdad rompe nuestros esquemas de concebir a Dios y por ello mismo puede resultarnos escandaloso.

Pero ¿ha estado antes Jesús en la cruz? En el cuarto Evangelio la cruz es el lugar por excelencia donde se manifiesta el amor de Dios. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos (Jn 15,13). Si algo define a Dios en el cuarto Evangelio, eso es el amor. Este es el espacio natural de Dios, donde El siempre ha estado y estará siempre.

A. BENITO - DABAR 1988, 44


 

4.- La actividad de Jesús en Galilea entra en una situación crítica:

Después de rechazar Jesús la concepción mesiánica popular con todo su exacerbado nacionalismo, el entusiasmo de las multitudes se va enfriando y llega un momento en que, escandalizadas éstas por las palabras de Jesús, lo abandonan. La desilusión penetra incluso en el interior del círculo de los más adictos, en el grupo de los "discípulos" (más amplio que el de los "Doce", cfr. Lc 10,1). Pero Jesús, a pesar de este fracaso, anuncia ya la victoria de su resurrección y la gloria de su ascensión a los cielos.

Los que permanezcan hasta el fin tendrán un día experiencia de este misterio y conocerán la existencia gloriosa del Señor ascendido a los cielos. Entonces se acabarán todas las vacilaciones y serán confirmados en la fe. Comprenderán también que Jesús, por su ascensión a los cielos libre de todas las limitaciones naturales, poseerán para los creyentes un cuerpo espiritualizado; esto es, un cuerpo bajo la acción del Espíritu Santo y capaz de dar vida a cuantos lo reciban.

Ya ahora, las palabras de Jesús son espíritu y vida. El Espíritu de Dios da a las palabras de Jesús un sentido y una fuerza divina capaz de dar a cuantos las escuchan con fe. Pero no todos quieren escucharle, no todos creen en él. Estos no pueden entender nada y se escandalizan.

Muchos discípulos abandonan a Jesús, y aun entre los "Doce" que se quedan con él, hay un traidor. Sin embargo, Pedro responde a la pregunta de Jesús haciendo en nombre de sus compañeros una sincera profesión de fe. Ellos creen que Jesús tiene palabras de vida eterna y que es el Mesías o "Santo de Dios" por otra parte, como dice muy bien Pedro, la cuestión no es sólo seguir o dejar a Jesús, sino encontrar a otro que tenga como él palabras capaces de dar vida eterna.

EUCARISTÍA 1976, 48


5.- El discurso de Jesús es visto como "duro", difícil para la razón humana. Jesús se ha movido en el terreno sapiencial y sacramental. En el fondo se ha propuesto él mismo, y no sólo su mensaje, como lo único válido de todo lo que existe en este mundo: es el único que puede dar vida. Choca a sus contemporáneos el hecho de que un hombre se coloque como gozne de todo el universo. Es también la situación de nuestros contemporáneos: el Evangelio es un mensaje bonito y hasta interesante, quizás uno de los más interesantes, pero ¿¡el único proyecto de vida válido, entre todos los que nos ofrece el pluralismo social actual!?

JORDI LATORRE - MISA DOMINICAL 1991, 12


 

6.- Las reacciones de la gente y de los apóstoles cierran este inciso joánico en el interior de la lectura continua de Marcos.

Este fragmento nos reporta la crisis final del ministerio de JC en Galilea, que la tradición sinóptica también recuerda, y el paso a una dedicación más plena al grupo de los doce fieles. En efecto, un buen número de gente que le seguía, ante el mensaje que Juan ha concentrado en el discurso que hemos leído en estos tres días, dejó de tener interés por JC y lo abandonó. Y el motivo no fue sólo, ciertamente, el malentendido sobre el comer la carne y el beber la sangre. El "modo de hablar inaceptable" es todo el proceso que JC les ha marcado: aceptar que lo que merece la pena no es el pan material que JC pueda dar (milagros, bienestar, fuerza política), sino algo más permanente, este pan capaz de dar vida eterna es JC mismo, aquel hombre normal que pretende haber bajado del cielo; aceptar, finalmente, que la participación de la vida de JC se hace realidad en una carne y una sangre que el hombre puede comer.

Muchos de los seguidores "vacilan" ante este mensaje, y como respuesta JC les anuncia una nueva vacilación (un nuevo escándalo), aún más definitivo: el de la cruz, donde el Hijo del hombre se manifestará glorificado no sólo como un hombre normal, ¡sino en la situación de un hombre fracasado! Por eso solamente quien quiera situarse más allá de "la carne" (=el modo de ver las cosas que el mundo tiene) y aceptar la guía del Espíritu es capaz de creer y colocarse en la órbita de la vida. Porque -repite JC- el hombre no puede, por sí mismo, aceptar a JC y caminar hacia él: es un don del Padre que el hombre acoge.

Así, muchos de los seguidores no quieren entrar en este juego y aceptar a JC como fuente de vida. Entonces JC se dirige a los doce y tiene lugar aquella escena que los sinópticos nos sitúan en Cesarea de Filipo. JC, con un tono que deja adivinar su amargura (en los sinópticos esta amargura no está tan destacada pero también está: allí, después de constatar que la gente no ha comprendido quien es, JC quiere comprobar si los discípulos lo entienden), quiere saber si aún queda alguien con ganas de emprender el camino que él ha venido a traer. Y Pedro responde, de un modo también más emotivo que en los sinópticos, expresando ante todo una viva adhesión personal y vital ("¿A quién vamos a acudir?"), aceptando después que las palabras (la revelación) de JC dan la vida eterna, y profesando finalmente la fe en su mesianidad.

JOSÉ LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1979, 16


 

7.- Muy característica del estilo joánico es la autocita del v. 65: "Por eso os he dicho que nadie puede venir a mi si el Padre no se lo concede" (cf. v. 44). Misterio de la gracia y la libertad: ir a Jesús, o sea creer en él, es fundamentalmente un don del Padre, pero al propio tiempo es un acto libre, y el que libremente no corresponde al don del Padre es personalmente responsable de su no correspondencia. Sin esta noción de libertad y responsabilidad personales no tendría ningún sentido el final del episodio, que contrapone la retirada de la mayoría de los discípulos a la fidelidad de Pedro y los doce. Ante las defecciones, Jesús acorrala a los que siguen a su lado, apela a su libertad y los exhorta a optar libremente, pero radical- mente (recordemos el tema de la opción que hemos subrayado en las dos lecturas anteriores).

La confesión de Pedro (v. 69) equivale sensiblemente a la confesión de Cesarea según Mt 16, 16 y, como ésta, expresa la fe pospascual, reflejada también en las palabras del v. 62: "¿y si vierais al Hijo del Hombre subir adonde estaba antes?". Se han escandalizado al decirles Jesús que ha bajado del cielo. Más van a escandalizarse luego los que oigan predicar a los apóstoles que el crucificado ha subido glorioso al cielo.

HILARI RAGUER - MISA DOMINICAL 1979, 16


 

8. FE/ESCANDALO:

Los oyentes califican de "intolerable" el discurso de Jesús. Es un discurso que, sobre todo por la conexión que se establece entre el discurso del pan y el discurso de la eucaristía, plantea a los oyentes una grave exigencia, como exigencia de la fe en Jesús y también como exigencia de una concreción de esa fe en la participación en la mesa del Señor. Ello pone de manifiesto una vez más que la fe no es algo autónomo e independiente, sino más bien una decisión personal, que incluye la aceptación personal de Jesús por parte del hombre. Jesús no priva a los oyentes de su decisión. Así lo demuestra la pregunta: ""¿Esto constituye un tropiezo (o escándalo) para vosotros?" Jesús articula con ello el asentimiento del círculo de los oyentes, que comprende también a quienes hasta ahora han pertenecido al grupo de los discípulos de Jesús. También ellos, como antes los judíos, empiezan a murmurar, con lo que manifiestan su mala disposición para creer. El "tropiezo", o el escándalo como antes se prefería decir, no se puede evitar. "La posibilidad del escándalo es la encrucijada o significa lo mismo que hallarse en un cruce de caminos. Uno se inclina hacia el escándalo o hacia la fe; pero jamás se llega a la fe sino a través de la posibilidad del escándalo" (·Kierkegaard).

EL NT Y SU MENSAJE - EL EVANG. SEGUN S. JUAN. 04/1ª - HERDER BARCELONA 1983.Pág. 414


 

9.FE/ESCANDALO/EU:

El discurso de Jesús sobre el pan de vida y más aún las palabras eucarísticas de que es necesario comer su carne y beber su sangre decepcionan y escandalizan a la mayoría de los oyentes.

"Muchos discípulos de Jesús al oírlo, dijeron: Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?". Las palabras de Jesús plantean a los oyentes una grave exigencia. La fe no es algo autónomo e independiente sino más bien una decisión personal que incluye la aceptación de Jesús por parte del hombre. Jesús no priva a los oyentes de su decisión personal. "Esto os hace vacilar?". También muchos discípulos, como antes los judíos, empiezan a murmurar, con lo que manifiestan su mala disposición para creer. El tropiezo o el escándalo no se puede evitar.

"La posibilidad del escándalo, dice Kirkegaard, es la encrucijada, o significa lo mismo que hallarse en un cruce de caminos. Uno se inclina hacia el escándalo o hacia la fe; pero jamás se llega a la fe sino a través de la posibilidad del escándalo".


 

10 ¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna

Estamos ante el final del discurso sobre el pan de vida. El evangelista, después de habernos presentado a lo largo del discurso la fe en la palabra de Jesús y la participación sacramental en su cuerpo como el auténtico alimento para la vida humana, nos propone dos tipos distintos de reacción entre el auditorio: la incredulidad (v 60-66) y la fe de los doce (v 67-71), entre los cuales se halla un traidor.

El discurso de Jesús es juzgado como "duro", difícil para la razón humana. Jesús se ha movido en el terreno sapiencial y sacramental. En el fondo se ha propuesto a él mismo, y no sólo su mensaje, como lo único que es válido de todo lo que existe en este mundo. Sólo él puede dar la vida. Sorprende a sus contemporáneos el hecho de que un hombre se coloque como pivote del universo entero. Es la misma situación de nuestros contemporáneos: el Evangelio es un bello mensaje, incluso interesante, quizás uno de los más interesantes, pero ¡que pretensión ser el único proyecto de vida válido, de entre todos los que nos ofrece el pluralismo social actual!

Los vv. 68-69 constituyen la versión juánica de la confesión de Pedro de Mc 8,27-30 y paralelos. En los cuatro evangelios aparece Pedro como portavoz de la fe de la primera generación cristiana. La respuesta del apóstol recupera la expresión del mismo Jesús: "Las palabras que os he dicho son espíritu y vida", esto es, constituyen la única orientación que puede dar sentido pleno a una vida. Los discípulos aceptan la propuesta de Jesús, a pesar de las dificultades ambientales y a pesar de la paradoja del mismo mensaje. Su respuesta constituye una opción de fe en favor de Jesús.

"Nosotros creemos y sabemos" (cf. también 17,8 y Ju 4,16): la fe, entendida como adhesión personal a Cristo, conduce a un mayor conocimiento de su mensaje y de su persona. Pero también se da el moviomiento a la inversa: conocer a Jesús, reflexionar su mensaje, asimilar sus actitudes, conduce a una mayor madurez en la fe.

MISA DOMINICAL 2000, 11, 14