LA ASUNCIÓN DE LA SATÍSIMA
VIRGEN MARÍA
COMENTARIO
La Asunción es un mensaje de esperanza que nos hace pensar en la dicha
de alcanzar el Cielo, la gloria de Dios y en la alegría de tener una madre que
ha alcanzado la meta a la que nosotros caminamos. Este día, recordamos que
María es una obra maravillosa de Dios. Concebida sin pecado original, el cuerpo
de María estuvo siempre libre de pecado. Era totalmente pura. Su alma nunca se
corrompió. Su cuerpo nunca fue manchado por el pecado, fue siempre un templo
santo e inmaculado. También, tenemos presente a Cristo por todas las gracias
que derramó sobre su Madre María y cómo ella supo responder a éstas. Ella
alcanzó la Gloria de Dios por la vivencia de las virtudes. Se coronó con estas
virtudes.
La maternidad divina de María fue el mayor milagro y la fuente de su
grandeza, pero Dios no coronó a María por su sola maternidad, sino por sus
virtudes: su caridad, su humildad, su pureza, su paciencia, su mansedumbre, su
perfecto homenaje de adoración, amor, alabanza y agradecimiento. María cumplió
perfectamente con la voluntad de Dios en su vida y eso es lo que la llevó a
llegar a la gloria de Dios. En la Tierra todos queremos llegar a Dios y en esto
trabajamos todos los días. Esta es nuestra esperanza. María ya ha alcanzado
esto. Lo que ella ha alcanzado nos anima a nosotros. Lo que ella posee nos
sirve de esperanza. María tuvo una enorme confianza en Dios y su corazón lo
tenía lleno de Dios. Ella es nuestra Madre del Cielo y está dispuesta a
ayudarnos en todo lo que le pidamos.
El Papa Pío XII definió como dogma de fe la Asunción de María al Cielo
en cuerpo y alma el 1 de noviembre de 1950. La fiesta de la Asunción es “la
fiesta de María”, la más solemne de las fiestas que la Iglesia celebra en su
honor. Este día festejamos todos los misterios de su vida.
Es la celebración de su grandeza, de todos sus privilegios y virtudes,
que también se celebran por separado en otras fechas. Este día tenemos presente
a Cristo por todas las gracias que derramó sobre su Madre, María. ¡Qué bien
supo Ella corresponder a éstas! Por eso, por su vivencia de las virtudes, Ella
alcanzó la gloria de Dios: se coronó por estas virtudes.
María es una obra maravillosa de Dios: mujer sencilla y humilde,
concebida sin pecado original y, por tanto, creatura purísima. Su alma nunca se
corrompió. Su cuerpo nunca fue manchado por el pecado, fue siempre un templo
santo e inmaculado de Dios. En la Tierra todos queremos llegar a Dios y por
este fin trabajamos todos los días, ya que ésa es nuestra esperanza. María ya
lo ha alcanzado. Lo que ella ya posee nos anima a nosotros a alcanzarlo
también.
María tuvo una enorme confianza en Dios, su corazón lo tenía lleno de
Dios. Vivió con una inmensa paz porque vivía en Dios, porque cumplió a la
perfección con la voluntad de Dios durante toda su vida. Y esto es lo que la
llevó a gozar en la gloria de Dios. Desde su Asunción al Cielo, Ella es nuestra
Madre del Cielo.
Pbro. Roland Vicente
Castro Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA
Alegrémonos
todos en el Señor al celebrar este día de fiesta en honor de la Virgen María:
de su Asunción se alegran los ángeles y alaban al Hijo de Dios.
ORACION COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que has
elevado en cuerpo y alma a la gloria del cielo a la inmaculada Virgen María,
Madre de tu Hijo, concédenos que, aspirando siempre a las realidades divinas,
lleguemos a participar con ella de su misma gloria. Por nuestro Señor
Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Apocalipsis 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab
Se abrió en el cielo el santuario de Dios y en su
santuario apareció el arca de su alianza. Después apareció una figura
portentosa en el cielo: Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal,
coronada con doce estrellas.
Apareció otra señal en el cielo: Un enorme dragón
rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas. Con la
cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra.
El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar
a luz, dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera.
Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de
hierro a los pueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios.
La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios.
Se oyó una gran voz en el cielo:
-«Ahora se estableció la salud y el poderío, y el
reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo.»
SALMO RESPONSORIAL (44)
De pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir.
Hijas de reyes salen a tu encuentro, de pie a tu
derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir. R.
Escucha, hija, mira: inclina el oído, olvida tu
pueblo y la casa paterna; prendado está el rey de tu belleza: póstrate ante él,
que él es tu señor. R.
Las traen entre alegría y algazara, van entrando en
el palacio real. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol
san Pablo a los Corintios 15, 20-27a
Hermanos: Cristo resucitó de entre los muertos: el
primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la
resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida.
Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como
primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los
últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo
principado, poder y fuerza.
Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus
enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte.
Porque Dios ha sometido todo bajo sus pies.
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO
Aleluya.
María ha sido llevada al cielo; se alegra el ejército de los ángeles. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san
Lucas 1, 39-56
En aquellos días, María se puso en camino y fue
aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a
Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la
criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en
grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!.
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi
Señor?. En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en
mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se
cumplirá.».
María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de
su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su
misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas
con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los
poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a
los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la
misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y
su descendencia por siempre.». María se quedó con Isabel unos tres meses y
después volvió a su casa.
PLEGARIA UNIVERSAL
Pidamos al Señor, en esta fiesta de la
Virgen María, que al contemplar su rostro en la gloria de acuerde de que somos
sus hijos y nos bendiga. Digamos juntos como hermanos: R.- Por María,
escúchanos.
1.- Por la Iglesia: para que como María todos los
cristianos dejemos que Jesús se encarne en nuestras vidas. Oremos al Señor. R.
2.- Por todos
los hombres y mujeres: que la presencia pascual de María en la gloria avive la
esperanza “esperanzadora” en la bienaventuranza futura. Oremos al Señor. R.
3.- Por los pastores de la Iglesia, religiosos y los
misioneros: que la Virgen les alcance fidelidad y coherencia de vida con el
Evangelio. Oremos al Señor. R.
4.- Por todos nosotros: para que, ejemplo de María,
nos pongamos en camino, solidarios con los que sufren, los que pasan hambre,
los que están solos, enfermos, marginados. Oremos al Señor. R.
5.- Por todos nosotros, y especialmente los más
afectados por la crisis que estamos viviendo: para que, con la protección de
María afrontemos esta situación con fe y esperanza en Dios. Oremos al Señor. R.
6.- Por nosotros y por los que ya han dejado este
mundo: para que seamos trasformados en la gloria y gocemos contemplando cara a
cara a Dios. Oremos al Señor. R.
Por intercesión de María, escucha
nuestras oraciones, haz que vivamos en constante actitud de servicio a nuestros
hermanos y que viviendo el amor esperemos
tu llegada en la gloria. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Suba a tu presencia, Señor, la ofrenda
de nuestra devoción, y por intercesión de la santísima Virgen María, elevada al
cielo, haz que nuestros corazones encendidos en el fuego de tu amor, tiendan
constantemente hacia ti. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Lc 1,
48-49.
Me
felicitaran todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes
en mí.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Después de recibir los sacramentos que
nos salvan, te rogamos, Señor, por intercesión de Santa María Virgen, elevada
al cielo, llegar a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 16: Jc 2,
11-19; Sal 105; Mt 19, 16-22.
Martes 17: Jc 6,
11-24ª; Sal 84; Mt 19, 23-30
Miércoles 18: Jc 9 6-15;
Sal 20; Mt 20, 1-16.
Jueves 19: Jc 11, 29-39ª,
Sal 39; Mt 22, 1-14.
Viernes 20: Rt 1,
1.3-6.14b-16.22; Sal 145; Mt 22, 34-40.
Sábado 21: Rt 2,
1-3.8-11; 4, 13-17; Sal 127; Mt 23, 1-12.
Domingo 22: Jos 24,
1-2ª. 15-17.18b; Sal 33; Ef 5, 21-32; Jn 6, 60-69.
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc
1,39-56
1. M/VISITACION M/FE.
-María,
portadora del Salvador. María atravesando Palestina de norte a sur con el Hijo
de Dios en sus entrañas, y llegando a la casa de Zacarías y provocando allí
escenas de entusiasmo es una imagen muy sugestiva. María ha dicho sí, María ha
aceptado ser fecundada por el Espíritu, María es portadora de la salvación,
María es fuente de alegría. Ello nos lleva a celebrar la obra de Dios y lo que
esa obra significa para los hombres, y nos lleva a preguntarnos si nosotros (y
nuestra comunidad parroquial y nuestra Iglesia) somos también portadores de la
alegría de la salvación. Para serlo, tenemos que decir sí al plan de Dios, al
plan del Evangelio. Y dejar que el Espíritu nos fecunde.
-La Mujer
creyente Isabel alaba a María porque ha creído, y María responde con una nueva
y solemne afirmación de fe, proclamada en forma de himno de alabanza. Podríamos
preguntarnos si nuestra fe queda quizá lejos de la de María, en consistencia y
en contenido. Isabel alaba a María porque ha creído que Dios es capaz de actuar
y salvar siempre, aunque pueda parecer imposible. Y María responde con esta
proclama de acciones de Dios que son motivo de alabanza. ¿Tenemos nosotros esa
fe que Isabel alaba? ¿Creemos nosotros las mismas cosas que María canta en su
himno? (será muy interesante repasar el Magnificat frase por frase...).
J.
LLIGADAS- MISA DOMINICAL 1990, 16
2. MAGNIFICAT/ORIGEN LITERARIO.
Dos
mujeres que esperan un niño que se encuentran, ¿de qué van a hablar, sino del
futuro? La particularidad de esas dos es que hablan "llenas del Espíritu
Santo", y por ello el futuro que contemplan no es el de ellas mismas o de
los hijos que van a tener, sino de todo el pueblo, según el plan de Dios, del
que ellas y sus hijos son instrumento. Isabel ha recibido el don inesperado de
la maternidad, pero se inclina ante una maternidad más grande que la suya, y
bendice a María. Esta le responde bendiciendo a Dios, de quien viene toda
gracia.
La
autenticidad literaria del Magnificat ha sido muy discutida. Tres manuscritos
de la "Vetus Latina" lo ponen en boca de Isabel, y otros cuatro de la
misma versión omiten el nombre de la persona que entona el cántico. Estas
variantes no son razón suficiente para separarse de la gran masa de
manuscritos, más numerosos y más fidedignos, que lo ponen en boca de María. Con
ello podemos decir que Lc hace que lo diga María, pero no hemos resuelto el
problema del origen literario del Magnificat, que evidentemente, no es ninguna
improvisación ocasional, sino un texto cuidadosamente elaborado, a base de una
serie de fuentes. Podemos resumir el estado de la cuestión literaria con estas
palabras, que la última edición de la Biblia de Jerusalén añade a la nota de Lc
1. 46: "Lucas encontró quizás este cántico en el ambiente de los
"pobres", en el que probablemente se atribuía a la Hija de Sión;
estimó oportuno ponerlo en boca de María, y lo insertó en su relato en prosa".
El hecho es, pues, que el evangelista considera que esta oración de alabanza
expresa adecuadamente los sentimientos de María ante el misterio de la
redención ya en marcha.
HILARI
RAGUER- MISA DOMINICAL 1979, 16
3. FE/CONFIANZA
Contexto.
A pesar de las evidencias en contra, María se ha fiado de Dios. En Lc. 1, 26-38
el autor nos ha propuesto un modelo de actitud crítica creyente. Texto. El
ángel había dado a María una señal de credibilidad (cfr. Lc. 1, 36). María, que
había aceptado la señal, va al encuentro de la protagonista de esa señal. Este
encuentro es ocasión para que Isabel le haga saber a María que no se ha fiado
de Dios en balde (vs. 41-45). Este descubrimiento hace que María prorrumpa en
un poema de alabanza al Dios que cumple su palabra y de quien vale la pena
fiarse.
Sentido
del texto. Gira en torno a dos momentos. El primero lo configuran los
versículos narrativos 39-45. Con una delicadeza y maestría difíciles de
igualar, el autor pone de manifiesto que el fiarse de Dios no es baldío. Fiarse
de Dios, aun cuando las evidencias empíricas parezcan invitar a lo contrario;
esto es lo que el autor quiere inculcar con esta joya del arte de narrar.
El
segundo momento gira en torno a los versículos poéticos 46-55. Es la reacción
entusiasmada de la persona que ha experimentado cómo Dios cumple su palabra. Y
desde su experiencia concreta, María descubre alborozada que el cumplimiento de
la palabra por parte de Dios está a la base de la existencia misma del pueblo.
María: una persona para quien Dios es alguien con sentido, para quien el
ordenamiento de Dios es una realidad. Y rompe en gritos entusiasmados de acción
de gracias hacia quien hace posible la maravilla de un mundo diferente.
DABAR
1982, 43
4.- Las
mujeres de Israel, se sentían honradas y estimadas por los hijos que tenían.
Este pueblo, orientado hacia el futuro por las promesas que le habían sido
hechas, se gozaba en los descendientes y lo esperaba todo del que tenía que
venir. De ahí la dicha y la gloria de todas las madres de Israel y la profunda
pena de las mujeres que no podían dar a luz. Si María es la que lleva en sus
entrañas al que tenía que venir, al mesías prometido, al Bendito, es por ello
mismo la más bendita entre todas las mujeres.
El canto
del Magnificat está en la tradición de otros cantos del AT, como el de Ana, la
madre de Samuel (1 Sam 2, 1-10). En realidad se trata de una composición hecha
con elementos bíblicos anteriores. De tener alguna originalidad, ésta consiste
en engarzar espontáneamente en un solo himno elementos muy dispares de la
himnología del AT. Lo que supone que su autor estaba empapado de la palabra de
Dios. María devuelve a Dios la alabanza que recibe de Israel. Dios es el que
merece todo honor y toda gloria, el poderoso que ha hecho maravillas en su
sierva.
Pero en
las maravillas que ha realizado el Señor en María, ésta reconoce el estilo o el
modo de actuar del Señor en la historia de la salvación de los hombres.
Confiesa que Dios se complace en subvertir el orden establecido por la
injusticia de los ricos, de los orgullosos, de los dominadores de este mundo, y
que esto lo hace enalteciendo a los más humildes. El Señor humilla, desbarata y
despoja a los señores de este mundo (cf. Sal 89, 10s; Job 12, 19) y ensalza y
colma de bienes a los más pequeños, a los hambrientos, a los pobres y
explotados (cf. 6, 20; Mt 5, 3s).
EUCARISTÍA
1989, 38
5.- La
importancia del Magnificat resulta más evidente si tenemos en cuenta su origen.
El poema se atribuye a María, se considera entonado por la Madre del Salvador.
En realidad es producción de la Comunidad, que lo destina a su uso litúrgico.
Se compuso para que la Comunidad, al repetirlo en sus celebraciones, se
acordara de "la humilde esclava del Señor" y contemplase la
experiencia de salvación que María vivió. Y más aún, para que al repetir el
Magnificat, la Comunidad medite, a la luz de esa experiencia en la realidad de
la salvación que ella misma vive y de la que debe dar testimonio, como María.
Porque lo que canta la Comunidad cristiana en el Magnificat es a la Iglesia
misma, misterio del pueblo de Dios; es su propia experiencia de salvación lo
que ella descifra y contempla; y si se refiere a María es porque en la madre de
Jesús la experiencia del don de Dios es típica y ejemplar.
De este
modo, María aparece como el cantor ideal de un salmo que la Comunidad, por su
parte, penetra profundamente y en el que percibe con tanta mayor fuerza el
sentido de su propia existencia cuanto que lo canta recordando a la madre de
Jesús. La Iglesia contempla entonces, iluminada por las palabras de María, su
propia vida y comprende mejor su sentido; aprende a reconocer mejor en sí misma
al Dios que "hace maravillas"; se sume, guiada por María en el camino
de la alabanza. "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava:
Santo es su nombre" dice ella a su vez.
LOUIS
MONLOUBOU - LEER Y PREDICAR EL EVANGELIO DE LUCAS -EDIT. SAL TERRAE SANTANDER
1982.Pág 73
Los dos
primeros capítulos de Lucas se orientan hacia la subida de Jesús al templo de
Jerusalén (2, 4 y 42). Hay una alusión a la aparición del Arca en el santuario.
Hay también un paralelismo muy significativo con la subida o traslado del Arca
a Jerusalén en el A.T. El viaje de María hacia las montañas de Judá recuerda
simbólicamente el traslado del Arca, 2S/06/01-23.
El Arca
sube a Jerusalén. La estancia en casa de Obed-Edom, como la estancia de la
"Madre de mi Señor" en casa de Zacarías, representa una etapa en el
curso de la subida a la ciudad santa. En ambos casos, la estancia es de tres
meses y es causa de bendición.
Hay que
notar el clima de alegría, Jesús sube a la casa de su padre. María lo lleva...
El canto de María expresa el sentimiento de quien ha comprendido la bondad de
Dios hacia los pequeños y su compasión por los pobres. Es un canto de alabanza
que los pobres dirigen a Yahvé por la promesa hecha a Abraham y a su
descendencia. Hay escasas referencias personales. Parece representar más bien
el canto de Israel que el de María como persona particular. Es la plegaria de
la Hija de Sión.
Hay que
relacionarlo con Habacuc 3, 18 y con el cántico de Ana (1 S 2, 1-10). Se trata
de dos maternidades profundamente insertas en la Historia de la Salvación. Las
"cosas grandes", las gestas de Yahvé, son el centro de la Historia de
la Salvación y hacen de las personas y de la comunidad el sujeto de las
bendiciones. El arco de la Historia de la Salvación tiene dos puntos de apoyo:
Abraham y María. En ambos, se realiza la obra de Dios por la fe.
M/ABRAHAN. Creyó Abraham (Gn 15,6). Bienaventurada tú porque has creído (Lc 1,
45). Ambos han sido llamados por Dios y participan en el sacrificio de su hijo
y son inicio de una humanidad.
PERE
FRANQUESA - MISA DOMINICAL 1985, 16
7. La
alegría de Isabel por la visita de "la madre de mi Señor" y el gozo
desbordante de María por la salvación mesiánica que ella trae, forman la
lectura evangélica de hoy.
1. María,
llevando en sí la presencia de Dios, como nueva arca de la alianza (cf. 2 S 6),
se va corriendo a la montaña de Judá para llevar -como hará la predicación
apostólica y toda la Iglesia- la Buena Nueva de la salvación y a comprobar con
sus propios ojos el signo que le dio el ángel (cf. Lc 1, 36). El primer fruto
de esta presencia de María -y del Señor- en casa de Isabel es la donación del
Espíritu a la madre del Bautista, su alegría y la bendición de María porque
creyó en la realización de todo lo que el Señor le dio a conocer por medio del
ángel, bendición que nos recuerda la de Jesús en Lc 11, 28: "Dichosos los
que escuchan la palabra de Dios y la guardan". Las palabras que Isabel
dirige a María, "la madre de mi Señor" (recuérdese que Señor es un
título mesiánico) son también un modo de expresar el misterio de la
encarnación: Dios se ha hecho hombre en el hijo de María.
2. El
cántico de María, como en general todo el capítulo primero y segundo de Lucas,
está lleno de imágenes y palabras del AT., aunque no se citen explícitamente.
María habla en primer lugar como la verdadera hija de Sion en quien culmina la
esperanza de todo el pueblo, siervo del Señor (cf. Sal 105, 6). Su alegría se
debe a todo lo que hace el Señor; reconoce que todo lo que ella tiene se lo
debe al Poderoso que llena de gracia a los humildes. Como Isabel, María expresa
la alegría de ver cumplida la hora de la salvación, de la liberación final para
Israel y toda la creación.
A partir
del versículo 50 el Magnificat canta cuál ha sido y cuál va a ser el modo de
actuar de Dios en la historia de la salvación: se dice de diversos modos que
Dios se mantiene fiel a su promesa de amor y fidelidad ("su misericordia
llega a sus fieles de generación en generación"; "acordándose de la
misericordia en favor de Abrahán y su descendencia para siempre"). Y este
amor fiel de Dios toma una forma muy concreta expresada en la contraposición
entre los humildes a quienes enaltece y los hambrientos a quienes colma de
bienes, por un lado, y los soberbios y poderosos a quienes derriba y los ricos
a quienes despide vacíos, por otro: la venida de Cristo en "la humillación
de su esclava" comporta este cambio de la condición humana y del orden del
mundo que supone la instauración del reino de Dios, en el que sólo pueden
entrar los que sientan hambre de salvación. María es la primera en cantar este
orden nuevo del Reino.
JOSE ROCA
- MISA DOMINICAL 1980, 16
8.- El
saludo de María a su prima Isabel y su presencia provocan la respuesta
entusiasmada de esta última. Isabel se siente inspirada y prorrumpe en
alabanzas a María para expresar la acción del espíritu que conmueve sus entrañas.
Sólo gracias al Espíritu Santo puede conocer Isabel la dignidad del hijo de
María y la gracia de que ha sido objeto quien viene a visitarla.
Las
mujeres de Israel se sentían honradas y estimadas por los hijos que tenían.
Este pueblo, orientado hacia el futuro por las promesas que le habían sido
hechas, se gozaba en los descendientes y lo esperaba todo del que tenía que
venir. De ahí la dicha y la gloria de todas las madres de Israel y la profunda
pena de las mujeres que no podían dar a luz. Si María es la que lleva en sus
entrañas al que tenía que venir, al Mesías prometido, al Bendito, era por ello
mismo la más bendita entre todas las mujeres.
Pero
Isabel felicita también a María porque ha creído. Jesús pondrá la verdadera
dicha en la fe, que está por encima de los vínculos de la sangre. Recordemos lo
que contestó a aquella mujer del pueblo que bendijo a su madre: "Dichosos
más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan" (Lc/11/27s). La
verdadera afinidad con Jesús es espiritual. Por la fe entramos en comunión de
vida con Jesús y con el Padre que nos lo ha enviado.
El canto
del Magnificat está en la tradición de otros cantos del A.T., como el de Ana,
la madre de Samuel (1 Sam 2, 1-10). En realidad se trata de una composición
hecha con elementos bíblicos anteriores. De tener alguna originalidad, ésta
consiste en engarzar espontáneamente en un solo himno elementos muy dispares de
la himnología veterotestamentaria. Lo que supone que su autor estaba empapado
de la palabra de Dios. María devuelve a Dios la alabanza que recibe de Isabel.
Dios es el que merece todo honor y toda gloria, el Poderoso que ha hecho
maravillas en su sierva.
Pero en
las maravillas que ha actualizado el Señor en María, ésta reconoce el estilo o
el modo de actuar el Señor en la historia de la salvación de los hombres.
Confiesa que Dios se complace en subvertir el orden establecido por la
injusticia de los ricos, de los orgullosos, de los dominadores de este mundo, y
que esto lo hace enalteciendo a los más humildes. El Señor humilla, desbarata y
despoja a los señores de este mundo (cfr. Sal 89, 10s; Job 12, 19) y ensalza y
colma de bienes a los más pequeños, a los hambrientos, a los pobres y
explotados (cfr. 6, 20s; Mt 5, 3s).
EUCARISTÍA
1986, 39
9.- Lucas
sitúa el canto de María en el contexto de la visitación (1, 39-56). Isabel,
internamente llena del Espíritu, ha exaltado la grandeza de María declarándola
"bendita" y portadora de la bendición definitiva que se concreta en
el fruto de su vientre (Jesucristo) (1, 42. Cfr 1, 45). María ha respondido con
palabras de sonido antiguo (cfr. 1 Sam 2, 1-10) y contenido absolutamente
nuevo: "Proclama mi alma la grandeza del Señor". Toda su grandeza es
don de Dios y debe culminar gozosamente en canto de alabanza.
El canto
de María testimonia la certeza de que llega el cambio decisivo de la historia
de los hombres: Jesús es portador de aquella plenitud escatológica que el
pueblo de Israel buscaba ansiosamente. Con palabras del antiguo testamento y en
un contexto de piedad israelita, el canto que Lucas ha puesto en labios de
María, expresa la certeza de que estamos ya en el culmen de la historia: Los
caminos de los hombres han llegado hasta el final, todas sus leyes han sido
ineficaces. Pues bien, es ahora cuando viene a mostrarse el verdadero camino de
Dios entre los hombres.
Antes que
nada, el canto de María es un testimonio de la manifestación destructora y
transformante de Dios sobre la historia. Dios se hallaba velado tras el fondo
de injusticia original de nuestro mundo, aparecía como apoyo y garantía de la
fuerza de los grandes (los soberbios, poderosos, ricos de la tierra).
Ciertamente había una palabra de esperanza contenida en las promesas de Abrahán
y de su pueblo; pero el mundo en su conjunto estaba ciego, abandonado de Dios y
sometido a los poderes de la tierra, que, de un modo o de otro, acaban
divinizándose a sí mismos. Pues bien, sobre ese fondo de "injusticia"
(que es la verdadera idolatría de los hombres) se ha venido a manifestar la
verdadera intimidad de Dios, por medio de Jesús el Cristo: Dios se desvela como
la fuerza de la santidad misericordiosa que "enaltece a los humildes,
colma a los hambrientos" y demuestra que la seguridad de los grandes es
totalmente vacía.
Resulta
impresionante descubrir la hondura de contenido social de esta alabanza de
María. La presencia de Dios sobre la tierra se traduce (o tiene que traducirse)
en una transformación que cambia todos los fundamentos de la historia. La
grandeza de los hombres que han buscado (y buscan) su provecho mientras sufren
los humildes de la tierra se ha venido a mostrar antidivina, por mucho que
vistan su poder con frases aparentemente religiosas. Dios se ha definido por
Jesús como el amor que auxilia y enriquece a los pequeños. El intento de
aplicación concreta de esta certeza radical del cristianismo, contenida en el
canto de María, significaría la más profunda de todas las revoluciones sociales
de la historia.
Pero este
canto es algo más que una "proclama social" y nos descubre que
solamente Dios es la riqueza verdadera; por eso, el que se encuentra lleno de
sí mismo y de sus cosas, en realidad está vacío. Solo abriéndose a la hondura
de Dios y de su amor, al recibir la gracia del perdón y al extenderla hacia los
otros, el hombre llega a convertirse verdaderamente en rico. El ejemplo máximo
es la figura de María.
Por eso,
este canto es finalmente el himno de la gloria a María. Se le glorifica porque
ha creído en Dios y ha permitido que Dios realice obras grandes por medio de
ella. Por eso "la proclamarán bienaventurada todas las generaciones"
(Lc 1, 48). Aquí, en el principio del evangelio de Lucas, encontramos el
principio del culto cristiano a María y la certeza de su valor y pervivencia.
Por eso, como cristianos del siglo XX, apoyados en toda la historia de la iglesia,
seguimos cantando la grandeza de María, procurando hacer presente su mensaje,
tal como ha sido formulado en nuestro texto por san Lucas.
COMENTARIOS
A LA BIBLIA LITURGICA NT - EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1231 ss.
10. Lc/01/46-56
Lucas
sitúa al canto de María en el contexto de la visitación. Isabel, internamente
llena del Espíritu, ha exaltado la grandeza de María declarándola
"bendita" y portadora de la bendición definitiva que se concreta en
el fruto de su vientre. María ha respondido con palabras de sonido antiguo y
contenido absolutamente nuevo. "Proclama mi alma la grandeza del
Señor". Toda su grandeza es don de Dios y debe culminar gozosamente en
canto de alabanza.
El canto
de María manifiesta la certeza de que llega el cambio decisivo de la historia de
los hombres. Con palabras del A.T. el canto que Lc ha puesto en labios de María
expresa la certeza de que estamos ya en el culmen de la historia. Los caminos
de los hombres han llegado hasta el final, todas sus leyes han sido ineficaces.
Pues bien, es ahora cuando viene a mostrarse el verdadero camino de Dios entre
los hombres.
Antes que
nada, el canto de María es un testimonio de la manifestación destructora y
transformante de Dios sobre la historia. Dios se encontraba como oculto tras el
fondo de injusticia original de nuestro mundo; aparecía como apoyo y garantía
de la fuerza de la grandes de la tierra. El mundo, en su conjunto, estaba
ciego, abandonado de Dios y sometido a los poderes de la tierra, que siempre
acababan divinizándose a sí mismos. Pues bien, sobre este fondo de injusticia
de nuestro mundo se ha venido a manifestar la verdadera intimidad de Dios por
medio de Jesús: Dios se revela como la fuerza misericordiosa que "dispersa
a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los
humildes; a los hambrientos las colma de bienes y a los ricos los despide
vacíos".
Con este
canto, María nos descubre que solamente Dios es la riqueza verdadera; por eso,
el que se encuentre lleno de sí mismo y de sus cosas, en realidad está vacío.
Sólo abriéndose a la hondura de Dios y de su amor, al recibir la gracia del
perdón y al extenderla hacia los otros, el hombre llega a ser verdaderamente
rico. El ejemplo máximo de esta riqueza es la figura de María.
Por eso,
este canto es, generalmente, el himno de la gloria a María. Se la glorifica
porque ha creído en Dios y ha permitido que Dios realice obras grandes por
medio de ella. Por eso "la proclamarán bienaventurada todas las
generaciones".
11. El
Poderoso ha hecho obras grandes por mí: enaltece a los humildes
Los
exegetas descubren en los relatos lucanos de la Anunciación y de la Visitación
una intención de establecer un paralelismo entre la figura del arca de la
alianza en los textos del Antiguo Testamento y la figura de María. Ex 40,35
presenta la nube que cubre con su sombra el tabernáculo con el arca. En Lc 1,35
'el ángel anuncia a María que el poder del Altísimo la cubrirá con su sombra.
Por otra parte 2Sam 6 nos habla del traslado del arca a Jerusalén, por parte de
David, al lugar en donde más tarde construirá Salomón el templo. Invitamos a
leer y a comparar 2Sam 6,1.9.11 con Lc 1,39.43.56 en donde los elementos
paralelos establecen afinidades: levantarse y partir, la ciudad de Judá, la
región de la montaña, la exclamación (¿quién soy yo para que el arca me
visite?), la estancia de tres meses...
María es
la nueva arca de la alianza, la portadora de la Palabra encarnada, "porque
has creído" el anuncio del Señor. Partiendo de su fe, proclama María la
obra salvadora de Dios en la historia del pueblo. Desde Abraham el gesto
paradigmático de Dios es el de la predilección por los humildes y la elección
de los pobres (cf.1C 1,27ss). María, como el arca, "visibiliza " la
presencia de Dios entre los suyos.
Ambos
temas-el arca portadora de la Palabra, y el destino de gloria que Cristo ha
inaugurado para todos- se enlazan para presentarnos la vocación cristiana que
ha llegado a cumplimiento en María, la madre de Jesús y la primera cristiana:
ofrecer al mundo a Cristo-Palabra, haciendo así presente y efectiva la acción
salvífica de Dios, en un impulso que alcanzará la plenitud cuando participemos
de la vida resucitada en el Reino del Padre.
JORDI
LATORRE - MISA DOMINICAL 2000, 10, 44
12. ACI
DIGITAL 2003
39. Una
ciudad de Judá: Según unos Ain Carim, a una legua y media al oeste de
Jerusalén; según otros, una ciudad en la comarca de Hebrón, lo que es más
probable.
46. Este himno, el Magnificat, está empapado de textos de la Sagrada Escritura,
especialmente del cántico de Ana (I Rey. 2, 1 - 10) y de los Salmos, lo que nos
enseña hasta qué punto la Virgen se había familiarizado con los Sagrados Libros
que meditaba desde su infancia. El Magnificat es el canto lírico por
excelencia, y más que nada en su comienzo. Toda su segunda parte lo es también,
porque canta la alabanza del Dios asombrosamente paradojal que prefiere a los
pequeños y a los vacíos. De ahí que esa segunda parte esté llena de doctrina al
mismo tiempo que de poesía. Y otro tanto puede decirse de la tercera o final,
donde "aquella niña hebrea" (como la llama el Dante), que había
empezado un cántico individual, lo extiende (como el Salmista en el S. 101), a
todo su pueblo, que Ella esperaba recibiría entonces las bendiciones prometidas
por los profetas, porque Ella ignoraba aún el misterio del rechazo de Cristo
por Israel. Pero el lirismo del Magnificat desborda sobre todo en sus primeras
líneas, no sólo porque empieza cantando y alabando, que es lo propio de la lira
y el arpa, como hizo el Rey David poeta y profeta, sino también y esencialmente
porque es Ella misma la que se pone en juego toda entera como heroína del
poema. Es decir que, además de expresar los sentimientos más íntimos de su ser,
se apresura a revelarnos, con el alborozo de la enamorada feliz de sentirse
amada, que ese gran Dios puso los ojos en Ella, y que, por esa grandeza que El
hizo en Ella, la felicitarán todas las generaciones. Una mirada superficial
podría sorprenderse de este "egoísmo" con que María, la
incomparablemente humilde y silenciosa, empieza así hablando de sí misma,
cuando pareciera que pudo ser más generoso y más perfecto hablar de los demás,
o limitarse a glorificar al Padre como lo hace en la segunda parte. Pero si lo
miramos a la luz del amor, comprendemos que nada pudo ser más grato al divino
Amante, ni más comprensivo de parte de la que se sabe amada, que pregonar así
el éxtasis de la felicidad que siente al verse elegida, porque esa confesión
ingenua de su gozo es lo que más puede agradar y recompensar al magnánimo
Corazón de Dios. A nadie se le ocurriría que una novia, al recibir la
declaración de amor, debiese pedir que esa elección no recayese en ella sino en
otra. Porque esto, so capa de humildad, le sabría muy mal al enamorado, y no
podría concebirse sinceramente sino como indiferencia por parte de ella. Porque
el amor es un bien incomparable - como que es Dios mismo (I Juan 4, 16) - y no
podría, por tanto, concebirse ningún bien mayor que justificase la renuncia al
amor. De ahí que ese "egoísmo" lírico de María sea la lección más
alta que un alma puede recibir sobre el modo de corresponder al amor de Dios. Y
no es otro el sentido del Salmo que nos dice: "Deléitate en el Señor y te
dará cuanto desee tu corazón" (S. 36, 4). Ojalá tuviésemos un poco de este
egoísmo que nos hiciese desear con gula el amor que El nos prodiga, en vez de
volverle la espalda con indiferencia, como solemos hacer a fuerza de mirarlo,
con ojos carnales, como a un gendarme con el cual no es posible deleitarse en
esta vida.
49. Véase S. 110, 9; 102, 13 y 17; 88, 11; II Rey. 22, 28. A la confesión de la
humildad, sucede la grandiosa alabanza de Dios. Es muy de admirar y de meditar,
el hecho de que toda esta serie de alabanzas, que podrían haber celebrado
tantas otras de las divinas grandezas, se refieran insistentemente a un solo punto:
la exaltación de los pequeños y la confusión de los grandes, como para
mostrarnos que esta paradoja, sobre la cual tanto había de insistir el mismo
Jesús, es el más importante de los misterios que el plan divino presenta a
nuestra consideración. En efecto, la síntesis del espíritu evangélico se
encuentra en esa pequeñez o infancia espiritual que es la gran bienaventuranza
de los pobres en espíritu, y según la cual los que se hacen como niños, no sólo
son los grandes en el Reino, sino también los únicos que entran en él (Mat. 3,
2 y nota).
51. Véase S. 146, 6; 33, 11; 106, 9; 97, 3; Job 12, 19.
53. Cf.
S. 11, 6; 80, 11.
54. Acogió a Israel su siervo: otros traducen "su hijo". El griego
"paidós" y el latín "puerum", admiten ambas traducciones.
¿Alude aquí la Virgen al Mesías, Hijo de Dios, a quien le llegaban los tiempos
de su Encarnación, o al pueblo de Israel, a quien Dios acogía enviándole al
Mesías prometido? Fillion expone como evidente esta última solución, señalando
además el sentido de protección que tiene el término griego
"antelábeto" (acogió). Algunos - como Zorell - se inclinan a la
primera solución, señalando como fuente de este texto el de Is. 42, 1 ss., en
el cual se alude indiscutiblemente al Mesías como lo atestigua S. Mateo (12, 18
ss.). Pero no parece ser ésa la fuente; la Biblia de Gramática ni siquiera la
cita entre los lugares paralelos de nuestro texto. En realidad caben ambas
interpretaciones del nombre de Israel. Vemos, por ejemplo, que el texto de Is.
41, 8 se refiere evidentemente a Israel y no a Jesús, pues en el v. 16 le
anuncia que se glorificará en el Santo de Israel o sea en el Mesías. En el
mismo Isaías Dios vuelve a referirse a Israel como siervo, llamándole sordo,
con relación a su rechazo del Mesías (42, 19), y también en 44, 21 ss., donde
le dice que vuelva a Él porque ha borrado sus iniquidades. En cambio, en la
gran profecía del Redentor humillado y glorioso (Is. 49, 3 ss.), el Padre habla
al "Siervo de Yahvé" y le llama "Israel" (si no es
interpolación) dirigiéndose claramente al Mesías, pues le dice que será su
servidor para conducir hacia Él las tribus de Jacob, y no sólo para esto, sino
también para ser luz de las naciones, tal como la profecía de Simeón llama a
Cristo en Luc. 2, 32.
55. En favor de Abrahán, etc. Como se ve, este texto, no sólo en el griego sino
también en la Vulgata, según lo hace notar Fillion, no dice que Dios se acordó
de su misericordia, como lo hubiese anunciado a los patriarcas incluso Abrahán
y su descendencia hasta ese momento, sino que Dios, según lo había anunciado a
los patriarcas, recordó la misericordia prometida a Abrahán, a quien había
dicho que su descendencia duraría para siempre. Lo cual concordaría también con
el hecho de que la Virgen ignoraba el misterio del rechazo del Mesías en su
primera venida, por parte del pueblo escogido, y creía, como los Reyes Magos
(Mat. 2, 2 - 6). Zacarías (v. 69 ss.), Simeón (2, 32), los apóstoles (Hech. 1,
6) y todos los piadosos israelitas que aclamaron a Jesús el Domingo de Ramos,
que el Mesías - Rey sería reconocido por su pueblo, según la promesa que María
había recibido del ángel con respecto a su Hijo en el v. 32: "el Señor
Dios le dará el trono de David su padre y reinará en la casa de Jacob para
siempre, y su reinado no tendrá fin". Véase 2, 35; 2, 50; Miq. 7, 20.
ENTRADA: JUNTO A TI MARIA
Junto a ti, María como un niño quiero estar. Tómame
en tus brazos, guíame en tu caminar. Quiero que me eduques que me enseñes a
rezar. Hazme transparente lléname de Paz.
MADRE, MADRE, MADRE, MADRE (BIS)
Gracias madre mía por llevarnos a Jesús. Haznos más
humilde tan sencillos como tú.
Gracias, madre mía, por abrir mi corazón. Porque nos congregas y nos das tu amor.
DONES: COMO LO HIZO MARIA
1.- No sólo el vino y el Pan te venimos a ofrecer, queremos darte algo más, te
entregamos nuestro ser.
COMO LO HIZO MARÍA, QUE TU MENSAJE ESCUCHÓ Y DIJO UN
SÍ GENEROSO, PARA
ACEPTAR TU MISIÓN (2V).
2.- Hoy quedan sobre este altar, nuestras vidas ¡OH!
Señor. Haz que sepamos luchar, para conservar tu amor.
13.- COMUNION:
ALMA DE CRISTO
Alma de Cristo………….…santifícame,
Cuerpo de Cristo…………. sálvame,
Sangre de Cristo……. embriágame,
Agua del costado de Cristo. lávame.
Pasión de Cristo……….confórtame,
Oh buen Jesús……….….. Óyeme,
Y dentro de tus llagas.... escóndeme,
No permitas que me aparte de ti
Del enemigo………….. defiéndeme,
En la hora de mi muerte….....Llámame,
Y mándame ir a ti, para con tu santos te alaben, por
lo siglos de los siglos Amén
HOY HE VUELTO
1.- Cuantas veces, siendo niño te recé. Con mis
besos, te decía que te amaba, poco a poco, con el tiempo fui alejándome de ti
por caminos que se alejan me perdí (2v).
HOY HE VUELTO MADRE A RECORDAR, CUÁNTAS COSAS DIJE
ANTE TU ALTAR, Y AL REZARTE PUEDO
COMPRENDER, QUE UNA MADRE, NO SE CANSA
DE ESPERAR (2V).
2.- Al regreso me encendías una luz, sonriendo desde
lejos me esperabas,
en la mesa la comida aún caliente y el mantel y tu
abrazo es mi alegría de volver (2v).
3.- Aunque el hijo se alejara del hogar, una madre
siempre espera su regreso,
que regalo más hermoso que a los hijos da el Señor es su madre y el milagro de su amor
(2v)
SALIDA: MADRE SENCILLA
Mamacita de los pobres, de los que no tienen nada de
los que han vivido siempre entre llantos y entre penas.
Madrecita de los pobres, de los que han sufrido
siempre la miseria y el maltrato de los ricos y orgullosos.
Tu que nos has revela‘o que el Señor nos ama tanto
que siempre estás a nuestro la’o y que le importa nuestro llanto.
Fuiste una mujer sencilla como miles de mujeres que
apuestan por la alegría y que defienden la vida.
Tan humilde, tan sencilla, siempre tierna, siempre
fuerte siempre Madre, tan del pueblo, siempre madre de la humanidad.
Hoy te veo en las mujeres que trabajan todo el día y
que son madres y guías tal y como tú lo eres
Por eso tú te quedaste en cada mujer sencilla donde
crece la semilla de Dios en sus corazones.
Tu que nos has revela‘o que el Señor nos ama tanto
que siempre estás a nuestro la’o y que le importa nuestro llanto.
Fuiste una mujer sencilla como miles de mujeres que
apuestan por la alegría y que defienden la vida.
Tan humilde, tan sencilla, siempre tierna, siempre
fuerte siempre Madre, tan del pueblo, siempre madre de la humanidad.