DOMINGO DOMINGO 29 DE AGOSTO
XXII
SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
LAS MALDADES QUE SALEN DE DENTRO HACEN AL HOMBRE IMPURO
COMENTARIO
El corbán es
el caso de una tradición humana, que enmascara intereses humanos y que
quiere pasar por acto religioso y servicio a Dios. Corbán se podría traducir
por don. Era una especie de voto con el cual se consagraban a Dios los
bienes propios y así se hacían intocables. Parece que ni Dios ni el
templo tenían algún provecho en esto, sino el que hacia el juramento, que
así ponía a salvo, bajo el nombre de Dios, sus bienes. Llegó a
convertirse en un voto de rechazo contra alguien que de esa forma no se
podía beneficiar de dichos bienes. Por ejemplo, unos padres necesitados
no se podían beneficiar de unos bienes sobre los cuales el hijo hubiese
pronunciado el voto del corbán. Así, en nombre de Dios, y en ontra de lo
que Dios había mandado, un hijo se liberaba de la ayuda a sus padres
ancianos y necesitados. De esta forma la tradición humana conculcaba uno de
los mandamientos más explícitos de Dios, como era el de honrar a los
padres. La casuística rabínica admitía, en casos de hambre, que se podía
dispensar el voto del corbán y por "generosidad", y a través de
terceras personas, ayudar a unos padres en extrema necesidad.
La palabra
"fariseos" significa los separados, lo santos, los observantes. Se
ha convertido en sinónimo de hipócrita, que significa "actor".
En el
Evangelio son una secta o tendencia del judaísmo y suelen salir malparados,
sea porque se oponen a Jesús o porque la primera comunidad cristiana los
tiene enfrente. O por ambas cosas juntas. De hecho, entre nosotros,
llamarle a uno fariseo es un insulto y que, referido a unas personas
históricas, no está bien.
El
fariseísmo constituye en todo tiempo un peligro de cierto tipo de personas
"religiosas" que, aferradas a lo exterior de la ley, se
consideran mejores que los demás, a quienes juzgan mal, y se hacen
orgullosos y duros de corazón.
Tanto el
corbán como el fariseísmo iluminan, por contraste, la enseñanza de Jesús,
que tan gráficamente inculta Marcos y hasta pone una lista de pecados. El
primer deber de conciencia de Jesús es tener limpia la conciencia, antes aún
de seguirla. Lo primero es poner en orden el corazón, porque sólo los
limpios de corazón verán a Dios. Sólo del hombre bueno, de la recta
intención y del corazón limpio pueden brotar las obras buenas. Esto es ir
a la raíz. Esta es la radicalidad de Jesús y del Evangelio, que queda ahí
como un hito en la historia y como una llamada a lo mejor del hombre de
todos los tiempos.
R.P.
Roland Vicente Castro Juárez
ANTÍFONA DE ENTRADA SAL 85,
3.5
Piedad de mí, Señor, que a ti te estoy
llamando todo el día, porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en
misericordia con los que te invocan.Se dice el gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios
todopoderoso, que posees toda perfección, infunde en nuestros corazones el amor
de tu nombre y concédenos que, al crecer nuestra piedad, alimentes todo bien en
nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura
del libro del Deuteronomio 4, 1-2.6-8
Moisés
habló al pueblo, diciendo: «Ahora, Israel, escucha las leyes y decretos que yo
les mando cumplir. Así vivirán y entrarán a tomar posesión de la tierra que el
Señor, Dios de sus padres, les va a dar.No añadan ni quiten nada a lo que yo
les mande; así cumplirán los mandamientos del Señor, su Dios, que yo les mando
hoy.
Cúmplanlos
y practíquenlos, porque de esta manera los pueblos reconocerán que en ustedes
hay sabiduría y entendimiento; ellos, al conocer todas estas leyes, dirán:
“Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente”. Y, en efecto,
¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca de ella como lo
está el Señor, Dios nuestro, siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran
nación cuyos mandatos y decretos sean tan justos como toda esta ley que, en
presencia de ustedes, promulgo hoy?.
SALMO RESPONSORIAL SAL 14, 2-5
R.
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu casa?
El que
procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y
no calumnia con su lengua. R.
El que
no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al
impío y honra a los que temen al Señor. R.
El que
no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente.
El que
así obra nunca fallará. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura
de la carta del apóstol Santiago 1, 17-18.21b-22.27
Mis
queridos hermanos: Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del
Padre de los astros luminosos, en quien no hay fases ni períodos de sombra. Por
propia iniciativa, con la palabra de la verdad, nos engendró para que seamos
como las primicias de su creación. Acepten dócilmente la palabra que ha sido
sembrada en ustedes y es capaz de salvarlos. Llévenla a la práctica y no se
limiten a escucharla, engañándose ustedes mismos. La religión pura e intachable
a los ojos de Dios Padre es esta: visitar huérfanos y viudas en sus
tribulaciones y no mancharse las manos con la maldad de este mundo. Palabra de
Dios.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
ST 1, 18
Aleluya. El Padre, por propia
iniciativa, con la palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como las
primicias de su creación. Aleluya.
SANTO EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Marcos 7, 1-8.14-15.21-23
En aquel
tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de
Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir,
sin lavarse las manos. Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin
lavarse antes las manos meticulosamente, aferrándose a la tradición de sus
mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras
muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas. Según eso, los fariseos y
los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué comen tus discípulos con manos
impuras y no siguen la tradición de los mayores?». Él les contestó: «Bien
profetizó Isaías de ustedes, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me
honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
El culto
que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”.
Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios para aferrarse a la tradición de
los hombres». Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchen todos y
entiendan: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de
dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre,
salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos,
homicidios,
adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación,
orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre
impuro». Palabra del Señor. Se dice el credo
ORACIÓN UNIVERSAL
Sabiendo
que nuestro Dios es un Dios cercano y fiel, oremos con confianza diciendo: R.
Padre, escúchanos.
1. Para
que con sabiduría e inteligencia la Iglesia anuncie el Evangelio a los hombres
y mujeres del tercer milenio. Oremos al Señor.R.
2. Para
que la misericordia y el amor fraterno fomenten la unidad de los cristianos.
Oremos al Señor.R.
3. Para
que los gobernantes, los monarcas y los que tienen poder sobre las naciones y
los organismos supranacionales procedan con justicia, honradez y rectitud.
Oremos al Señor.R.
4. Para
que a los enfermos, a los pobres y todos los afectados por esta pandemia no les
falte la ayuda y cercanía de quienes los ayuden. Oremos al Señor.R.
5. Para
que a los que sufren a causa de la injusticia y el egoísmo de sus hermanos, el
Señor les haga sentir su cercanía. Oremos al Señor.R.
6. Para
que, al honrar a Dios con nuestras alabanzas, nos comprometamos a servirlo en
nuestros hermanos. Oremos al Señor.R.
Padre
bueno, escucha las oraciones de tus hijos que te suplican y, ya que confían en
tu amor, no dejes de bendecirlos con tu providencia. Por Jesucristo, nuestro
Señor. Amén.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor,
que esta ofrenda santa nos alcance siempre tu bendición salvadora, para que
perfeccione con tu poder lo que realiza en el sacramento. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN MT 5,
9-10
Bienaventurados los que trabajan por la
paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos
por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Saciados
con el pan de la mesa del cielo, te pedimos, Señor, que este alimento de la
caridad fortalezca nuestros corazones y nos mueva a servirte en nuestros
hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
COMENTARIOS AL
EVANGELIO
Marcos 7,1-8.14-15.21-23
Par: Mt 15, 1-20
1.- a) La
discusión de Jesús con los fariseos afecta a dos puntos concretos: las
abluciones rituales antes de las comidas sobre la que Marcos proporciona
muchos detalles a los lectores no judíos (vv. 3-4) y sobre la ofrenda
sagrada de los bienes familiares que dispensa del sostenimiento de sus
familiares (vv. 10-11). Por lo demás, no hay que perderse en los detalles
de esas costumbres: no existen más que para hacer comprender el alcance del v.
8, curiosamente repetido en el v. 9 e ilustrado con la cita de Is 29, 13
(v. 7): la tradición de los hombres mata la Palabra de Dios.
El
fariseo es típicamente el antiguo Adán, que ha arrebatado a Dios el
conocimiento del bien y del mal y ha utilizado al máximo ese conocimiento
para construir una vida de santidad. Este poder de discernir siempre
entre el bien y el mal le lleva a vivir continuamente en estado
conflictual en cada acción, y cada proyecto le obliga a juzgar entre el bien y
el mal. El fariseo es el hombre continuamente desgarrado por un
conocimiento que no estaba hecho para el hombre, sino que el hombre ha
arrebatado a Dios. Es el hombre que desgarra sin cesar a la humanidad
porque es capaz de juzgar a quienes practican el bien y a quienes son
esclavos del mal; pues bien: sólo Dios tiene el poder de juzgar (Mt 7, 1; cf.
Rom 12, 14-21).
Lo que
Jesús pide a los fariseos es que superen ese conocimiento angustioso del bien
y del mal para dar con la unidad de la Palabra misma de Dios. Que en
lugar de conocer el bien y el mal y de juzgar las acciones del hombre, se
limiten a conocer a Dios y a ser conocidos por El.
b) Así es
como hay que entender el v. 8 en el que Cristo contrapone mandamiento y
tradición. La tradición es puramente jurídica: regula los "casos",
impone las "actitudes", dispone el comportamiento del yo
externo.
El
mandamiento, en cambio, es personal; habla a la segunda persona lo mismo
que el decálogo; proviene de una persona y no se comprende sino en
comunión con esa persona. Afecta al yo más profundo. El mandamiento no
introduce muchos preceptos nuevos que no figuren ya en las tradiciones
humanas. El papel que representa no es cuantitativo, sino que introduce,
ante todo, un estilo nuevo de adaptarse libremente a las tradiciones
viviéndolas en la fe y la comunión con el Dios que interpela.
c) La
crítica que Cristo hace de las prescripciones de la ley no afecta precisamente
a la ley en sí, puesto que habría llegado, por su mismo dinamismo interno,
a la espiritualización deseada por Cristo. Pero los judíos, y más
esencialmente los fariseos, bloquearon ese dinamismo a causa de una
concepción demasiado material. Esta polémica de Jesús contra el fariseísmoterminó por hacer de este nombre, originariamente
sinónimo de piedad y de perfección, el símbolo mismo de la hipocresía.
Sin embargo, el cristianismo le debe mucho: en primer lugar, varios de
sus apóstoles, entre ellos Pablo; y también la importante doctrina de la
resurrección y el canon de las Escrituras, de donde la predicación
apostólica ha sacado la mejor de sus fuentes.
Responsables
de la complicación de las prescripciones legales, los círculos de los
fariseos fueron, sin embargo, los primeros que subrayaron la importancia
de la caridad en el conjunto de la ley. Se constituyeron también en
severos guardianes de su observancia en una época en que el influjo
pagano lo invadía todo: fueron los verdaderos servidores del alma del
pueblo. Mas para arropar ese alma, los fariseos desfiguraron considerablemente
el mesianismo, considerado demasiado peligroso políticamente; acentuaron
igualmente las prácticas cultuales, anteponiéndolas a los deberes de la
fraternidad humana y de la justicia social.
Cristo,
que fundamentaba la religión sobre la persona más que sobre la ley y que
se orientaba claramente hacia una mesianismo depurado y que atribuía más
importancia a los gestos de fraternidad que a las prácticas cultuales (Mt
15, 18-20), tenía que chocar necesariamente con la intolerancia y el integrismo
de los fariseos. Proclamó, en contra de ellos, un justo retorno al
espíritu de la ley primitiva; levantó el bloqueo del inmovilismo a la ley
con el fin de espiritualizarla. Pero de ahí a reducir al fariseísmo a un
movimiento de hipocresía (cuando en realidad este defecto era severamente
perseguido dentro mismo de los círculos fariseos), hay una distancia que
no se puede salvar, ni siquiera aun cuando, en el ardor de la polémica,
algunas comunidades cristianas primitivas lo hicieran.
El drama
del fariseo es el de toda una humanidad que se atribuye un conocimiento
que viene de Dios, puesto que define el bien y el mal y juzga a los
hombres, pero que se despliega al final sin el Dios de quien procede.
Cristo es el primer hombre que ha podido poner su conocimiento del bien y
del mal al servicio de un conocimiento más profundo: el de Dios y de su
voluntad. Vivir en la conformidad con esa voluntad libera a Cristo de
todo conocimiento del bien y del mal y le permite encontrarse muy libre
frente a las leyes y las tradiciones humanas, muy libre frente al
pecador. El cristiano, a su vez, examina su conciencia, no para descubrir
y analizar en ella el bien y el mal, sino, ante todo, para encontrar la
Palabra de Dios y la persona de Jesucristo que vive en él y para él (1 Cor
4, 3-4). La Eucaristía le recuerda cada día esa presencia de Cristo en él
y le despierta a sus exigencias.
MAERTENS-FRISQUE
- MAROVA MADRID 1969.Pág. 19
2.-
Comentario.
Tras un
paréntesis de cinco domingos, retomamos a Marcos. Y lo hacemos con un
texto en el que el autor se ha visto obligado a dar a sus lectores una serie
de explicaciones sobre usos y costumbres judíos (vs. 2-4). Esto tiene un
primer significado evidente: Marcos no escribía para judíos. Pero, por
esto mismo, los que no somos judíos corremos el riesgo de asistir como
espectadores con quienes no va la cosa. Por eso, si queremos comprender
el texto, habremos de situarnos en ese ámbito de emotividad e
intangibilidad que tiene siempre toda tradición. De la tradición, en efecto, se
trata de más allá del caso concreto de comer sin lavarse las manos.
(Huelga decir que comer sin lavarse las manos no es una cuestión de
higiene, sino de limpieza ritual). ¿Por qué no siguen tus discípulos la
tradición de los mayores? Si hay un pueblo para quien la tradición es
importante, éste es el pueblo judío. Repito: con toda la carga de emotividad e
intangibilidad que tiene siempre la tradición.
Bien
profetizó Isaías de vosotros, hipócritas... Dejáis a un lado el mandamiento de
Dios para aferraros a la tradición de los hombres. La crítica es
tremendamente dura y, según muchos exégetas, históricamente problemática
en labios de Jesús. Si fuéramos judíos opondríamos seguramente
resistencias. Pero, dificultades históricas aparte, el sentido de la
frase es muy claro. En perspectiva judía dice lo siguiente: Los representantes
de la corriente farisea siguen la tradición oral a expensas de la Ley
escrita. En perspectiva universal (la de Marcos) dice lo siguiente: La
autoridad central (los interlocutores de Jesús provienen de Jerusalén)
sigue la letra a expensas del espíritu.
Viene a
continuación un ejemplo ilustrativo (vs. 9-13, no recogidos en el texto
litúrgico). Llamó Jesús a la gente y les dijo. Lo que sigue es radical y categórico.
Algún exégeta lo ha calificado de culmen de la ética cristiana. Nada que
entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo
que hace impuro al hombre. El sentido es muy claro. En forma antitética,
dado que la estructura lingüística semita no tiene forma específica de
grado comparativo, dice lo siguiente: la limpieza moral es más importante
que la ritual. Las posibilidades de esta afirmación son infinitas, y sus
consecuencias, incalculables para la libertad y autonomía del hombre
religioso según el espíritu de Jesús.
En el
medio judío en que Jesús se movía, su afirmación afectaba no sólo a la
tradición, sino a la propia Ley escrita, ya que amplias partes de la
misma quedaban derogadas. Es cierto que en su actuación y práctica
concretas Jesús fue más bien un fiel cumplidor de la Ley. Siempre será
una gran verdad que la realización concreta de todo principio general
requiere prudencia y respeto a los demás. ¡El difícil arte de vivir! Pero no
olvidemos nunca el principio, el aire fresco. La actuación de Jesús fue,
en general, conforme a la Ley, pero su actitud fue siempre libre, abierta
e intuitiva. Queda reforzado así el rasgo característico bajo el que
parece querer presentar Marcos a Jesús: la novedad. ¿Qué es esto? ¡Una
enseñanza nueva con autoridad! (Mc. 1, 27). A la luz del texto de hoy parece
bastante claro que la novedad la entiende Marcos en relación a lo que
siempre se ha visto, oído y mamado.
ALBERTO
BENITO - DABAR 1985, 44
3.- Este
es uno de los lugares en que cabe preguntarse por qué Marcos inserta esta
narración.
Sabido es
que su contenido tiene mucho que ver con los principios fundamentales
judíos (y no sólo de los judíos, sino también de otras culturas de la
antigüedad) acerca de lo "puro" (limpio) y lo
"impuro" (sucio). Israel estuvo desde antaño muy bien acostumbrado
a distinguir entre lo "puro" y lo "impuro". Esto era
condición indispensable para saber si el hombre podía o no entrar en
comunión con Dios; e igualmente los animales y las cosas, entrar en la
presencia o contacto con Dios.
Pero los
lectores de Marcos, al parecer, ya no entienden mucho todo esto. ¿Por
qué, pues, toma Mc ese tema? El v. 18 es importante: la incomprensión de
los discípulos hace patente que, si bien no se trata de una vuelta al
ceremonial judío, siempre existe el peligro de caer en un pietismo
externo. El hombre tiene tendencia a refugiarse en la religiosidad y
crearse por su cuenta una coartada frente a su negativa para convertirse
a la verdad.
La
observancia de exterioridades hace olvidar el culto verdadero. Esto, pues,
también es esencial al evangelio y, por tanto, a la fe: donde las
tradiciones hacen incomprensible el amor de Dios a cuenta del temor, no
habremos de preocuparnos de que a la larga no nos sintamos vinculados por
la normativa humana, aun cuando ésta se remita a lugares de la Biblia.
EUCARISTÍA
1988, 42
4.
LAVATORIO-JUDIO
Un grupo
de fariseos del lugar y algunos letrados o rabinos de Jerusalén,
probablemente enviados por el Sanedrín para espiar a Jesús, se
escandalizan al ver que los discípulos comían sin lavarse las manos según
ordenaba la tradición de los mayores.
El
evangelista Marcos, que escribe para los romanos, informa a sus lectores acerca
de las costumbres judías. Los lavatorios de los judíos no respondían a
una inexplicable necesidad de higiene, sino a exigencias religiosas. Eran
purificaciones rituales. Hoy día se extrema hasta tal punto la limpieza
que podría pensarse también en una superstición, sobre todo cuando se es
tan poco escrupuloso respecto a problemas de justicia. Pero sea lo que
fuere de este fenómeno moderno, aquí nos interesa el comportamiento de los
fariseos.
Pues
bien, estos distinguían entre "puro" e "impuro" y
practicaban consecuentemente una serie de purificaciones rituales. En
esto iban más allá de lo expresamente mandado en la Ley de Moisés y se
atenían a tradiciones humanas. El lavatorio de las manos antes de las
comidas constituía buena parte de esas tradiciones codificadas en el Talmud y veneradas
por los fariseos como si se tratara de la misma Ley de Dios. La multiplicación
de estos lavatorios resultaba poco menos que intolerable a los
trabajadores humildes en un pueblo en el que el agua era un bien escaso.
Al parecer, los galileos no eran demasiado meticulosos en observar dichas
tradiciones, y sabemos que el mismo Jesús produjo un escándalo al
sentarse a la mesa de un fariseo sin haberse lavado antes las manos (Lc
11, 37 s).
Los
fariseos universalizan lo que no era otra cosa que un hecho anecdótico y acusan
al Maestro de que permita a sus discípulos un comportamiento en contra de
la "tradición de los mayores". Jesús acepta en principio el
planteamiento de la cuestión y, citando al profeta Isaías (29, 13),
devuelve la pelota a los fariseos. Les dice que ellos practican un culto vacío,
un culto de los labios y no del corazón. Además, que se atienen a
preceptos humanos y quebrantan sin escrúpulos los mandamientos de Dios.
Pero aún, con el pretexto de dar culto a Dios, le ofende dejando en la miseria
a sus propios padres (vv. 9-13; Mt 15, 4-6).
Después
se dirige Jesús al pueblo y promulga otra moral muy distinta que invalida de
raíz todas las purificaciones rituales.
Lo que
importa es la pureza del corazón, la buena voluntad. Pues lo que mancha
al hombre no viene de fuera, sino que sale del interior. El que habla
aquí es el Hijo de Dios, que está por encima no sólo de las tradiciones
de los mayores, sino incluso de la misma Ley de Moisés. Jesús muestra su
autoridad lo mismo que en las famosas antítesis del Sermón de la Montaña
(Mt 5, 21-14).
EUCARISTÍA
1982, 40
5.-
Texto.
Retornamos
al evangelio de Marcos. El versículo inicial cobra relevancia especial en
razón de la procedencia de los personajes en él mencionados: fariseos y
letrados de Jerusalén. Esta ciudad es bastante más que la capital
administrativa y política judía; es la razón de ser de un pueblo, su
orgullo y añoranza; es madre y guía; de Jerusalén irradia la luz que
ilumina el caminar judío; allí están los pastores del pueblo, a los que, sin
embargo, Marcos ha cuestionado ya como pastores (cfr. 6, 30-34, domingo
16 Ordinario). El conjunto del texto gira en torno al término impuro.
Aparece al comienzo (vs. 2 y 5) y al final (vs. 15 y 23). Manos impuras,
hacer impuras a las personas. El término no tiene nada que ver con los
distintos matices del mismo en castellano: mezcla; falta de castidad;
deshonestidad. La impureza de la que el texto habla es la mancha ritual
(pastores) o moral (Jesús) que inhabilita a las personas para tratar con
lo santo. La impureza es una incapacidad religiosa.
La
preocupación por la pureza denota sensibilidad religiosa. Es en esta línea
de sensibilidad en la que hay que entender la preocupación manifestada
por los pastores judíos ante la conducta de algunos de los discípulos de
Jesús, por más que a nosotros pueda resultarnos sobrepasadas las formas
concretas de expresión de esa sensibilidad religiosa. De ellas ofrece
Marcos una enumeración en el paréntesis explicativo de los vs. 3-4.
La
preocupación por la pureza se enmarca, a su vez, en la gran corriente
judía formada por la tradición de los mayores. A poco que se conozca lo
que es ser judío, se caerá en la cuenta de la fuerza e importancia de la
tradición en este pueblo. Es en la tradición donde se articula la esencia de lo
judío. La pregunta, pues, de los pastores a Jesús encierra una gravedad
suma. Jesús resuelve el problema dentro de lo más pura línea judía, tal como
ésta aparece ya esbozada en el texto de Isaías 29, 13 que cita: distinción
entre el componente humano y divino de la tradición.
Comentario.
Entresacando
el texto de sus componentes judíos, puede hablarse de moralidad frente a
formalismo (en determinados ambientes el término formalismo se solapa con
el de profesionalidad) y de espíritu frente a letra. Enunciada así la
problemática, la cuestión resulta fácil y evidente; la práctica, sin
embargo, dice que no es ni fácil ni evidente.
Las
formas y la letra son, en efecto, absolutamente necesarias: responden a la
esencia misma de nuestro ser humano, que es forma corpórea en relación
con los demás. La tradición es, desde esta perspectiva, absolutamente
necesaria. Donde no hay tradición no hay vida que valga la pena. ¿Cómo
hacer, sin embargo, que las formas y la letra no acaparen la totalidad del
ser humano, que es también incorporeidad, interioridad, individualidad?
En este cómo está la verdadera dificultad. Este cómo se mueve en el campo
de las actitudes, un campo lo suficientemente fluido como para resistirse
al imperio absoluto de las formas y de la letra, aunque precisamente por
ser fluido toma sin resistencia la forma del recipiente que lo contiene.
Del texto
de hoy se deducen las siguientes evidencias:
1. La
tradición que vale la pena es aquélla en la que convive una sana tensión
entre fondo y forma, espíritu y letra.
2. Cuando
la forma y la letra predominan o se anquilosan, se impone la ruptura con
ellas.
3. Esta
ruptura no significa negar la tradición ni ir en contra de ella.
Termino
con una lacónica frase de Jesús, que algunos manuscritos intercalan en el
texto de hoy: El que tenga oídos para oir, que oiga.
ALBERTO
BENITO - DABAR 1981, 43
6. PUREZA-LEGAL/A-H:
Los
interlocutores de Jesús no se preocupan por la higiene. El lavado de manos
antes de las comidas forma parte de una praxis de pureza ritual que
determina la vida diaria del judío piadoso. Israel es el pueblo de Dios y
debe ser santo; también debe ser puro (sacerdotalmente). Pero el peligro
de la impureza acecha por doquier, puede proceder de hombres y de
animales, de manjares y de objetos [7,1V,1,353s]. El que "come con
manos impuras" infringe "la tradición de los antepasados",
aquella plétora de prescripciones transmitidas oralmente que desarrollan
la ley y quieren fijarla casuísticamente; los fariseos pensaban que
debían venerarse por igual la "tradición" y la ley de Moisés; valen
lo mismo y tienen la misma dignidad la ley y el "vallado" que
la cerca. Pero Jesús rechaza la tradición oral, "y lo hace radicalmente"
[52,20lsl; se funda en el ejemplo de la praxis del corbán, que en
realidad deroga al cuarto mandamiento y la desenmascara, porque es un medio
de esquivar la voluntad de Dios dirigida a la salvación del hombre. Jesús
coloca la propia palabra de Dios contra la tradición humana que se las da
de proteger la divinidad de Dios (v. 13). Detrás de tal crítica está la
concepción de que venerar a Dios sólo tiene sentido "si en ello no
se pierde de vista el ser de Dios a favor del hombre. Jesús hace patente
cómo en la concepción de sus opositores Dios acaba por ser la negación de
lo divino, puesto que quebrantan la voluntad de Dios orientada hacia el
hombre" [45,1531. Jesús no se limita a atacar la tradición. El v. 15
cuestiona la misma torá (=ley), igual que en las antítesis del sermón del
monte, igual que en Mc 10,1s. "Nada hay fuera del hombre que, entrando en
él, pueda contaminarle, sino lo que sale del hombre, esto es lo que
contamina al hombre"; más que una radicalización de la ley, esta
afirmación significa su derogación. Jesús no discute que exista un poder
mortal, la "impureza" que nos hace desgraciados, pero su lugar es
el corazón del hombre. En cambio discute y niega que exista una impureza
inherente a los objetos y que se transmita mágicamente. Ernest Kásemann
ha descrito convincentemente cómo con ello se ha rebasado radicalmente
todo pensamiento orientado por el culto. Han sido aquí tocados,
alcanzados de lleno los "presupuestos de todos los cultos antiguos
con sus praxis de víctima y de expiación", aquí se ha eliminado la
"distinción, básica para la antigüedad, entre el témenos o recinto
sagrado, y lo profano". E igualmente esta palabra de Jesús tritura
"los fundamentos de la demonología antigua", demuestra decisivamente
que Jesús "no ha profesado un dualismo metafísico", sino que ha
superado "la ideología de la antigüedad con su antítesis entre lo
cultual y lo profano" [54,207s]. Así la cuestión de la actitud del
hombre ante Dios queda desligada del ámbito del culto, la pureza y la impureza
se dan en relación con el prójimo. En un mundo que Jesús proclama básicamente
puro como creación de Dios que es, la pureza dista mucho de alcanzarse
con la ayuda de prácticas rituales.
ECKART-OTT
- FIESTA-Y-GOZO. Págs. 114-115
7. Dejáis
a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los
hombres
Recuperamos,
después de los domingos dedicados al discurso del pan de vida, la lectura
de Marcos. Lo hacemos en el capítulo 7, que no presenta ninguna relación de
tiempo y de lugar con los episodios precedentes del c. 6. Los vv. 1-23
forman una unidad temática. La liturgia suprime algunos versículos de la
perícopa. A lo largo del capítulo, Jesús se dirige a los fariseos, a la
multitud y al grupo de sus discípulos.
Jesús
critica a los fariseos y escribas el hecho de que conviertan en principales
aquello que en realidad son mandamientos secundarios y pone un ejemplo
concreto: el dinero entregado como voto al templo que debiera ser
utilizado para mantener a los padres ancianos. Estos versículos faltan en
el texto litúrgico, pero de hecho ayudan a comprender mejor el mensaje de
jesús: el amor y la atención a los demás condicionan y relativizan todos
los mandamientos, tanto de purificación como los referentes al impuesto
religioso.
También
faltan los versículos 16-20 que distinguen entre la enseñanza de Jesús a
la gente y la que destina, más en concreto, a sus discípulos. La
respuesta de jesús se sitúa en la linea ya apuntada: aquello que
contamina y hace pecador al hombre no son las cosas externas, sino el
egoismo que hay en su personalidad y determina sus decisiones y
relaciones con los demás.
Recomiendo
leer Mc 7,1-23 directamente de la Biblia al preparar la homilía, para
captar mejor el pensamiento de Jesús.
La
proximidad de Dios, el cristiano y nuestras comunidades es necesario que la
reflejen con una conducta límpida y moralmente sana, centrada en el amor
al necesitado. ¿Es ésta nuestra perspectiva religiosa?.
JORDI
LATORRE - MISA DOMINICAL 2000, 11, 44
8. ACI
DIGITAL 2003
4. Se
trata de purificaciones que no eran prescriptas por la Ley y que los escribas
multiplicaban llamándolas "tradiciones". "No conociendo la
justicia de Dios y queriendo establecer la suya propia (Rom. 3, 10), el
fariseo, satisfecho de sí mismo, espera sorprender a Dios con su virtud que
nada necesita (Luc. 18, 1 s.). En realidad, el fariseo es el más temible de los
materialistas, pues el saduceo sensual ignora lo espiritual; pero él, en cierto
modo, lo conoce para reducirlo a la materia: hechos, realizaciones, obras
visibles para que sean vistos de los hombres y los hombres los alaben y los
imiten. Antítesis del fariseo es la Verónica que al acercarse a Dios presenta,
a la faz de la gracia, el lienzo en blanco de su esperanza". Es evidente
que la doctrina de Jesucristo era tan incompatible con esa mentalidad como el
fuego con el agua (véase 12, 38 y nota). La tradición que vale para la Iglesia
es la que tiene su origen en la revelación divina, es decir, en la predicación
del mismo Jesucristo y de los apóstoles, "a fin de que siempre se crea del
mismo modo la verdad absoluta e inmutable predicada desde el principio por los
apóstoles". (Pío X en el juramento contra los modernistas). Cf. I Tim. 6,
3 s. y 20.
6. Véase
Is. 29, 13; Cf. Mat. 15, 1 - 28; 23, 15; Luc. 11, 37 - 41; Juan 4, 23 y notas.
10. Véase
Ex. 20, 12; 21, 17; Lev. 20, 9; Deut. 5, 16; Ef. 6, 2.