DOMINGO 05 DE SETIEMBRE
XXIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
OJOS
PARA VER LOS MILAGROS
COMENTARIO
En ese conjunto de acciones y de palabras que constituyen el
evangelio, todo tiene un valor de enseñanza todo tiene que suscitar en nosotros
la pregunta de Marcos, la cuestión de las cuestiones sobre Jesús: ¿Quién eres?
¿Qué es lo que nos traes?”. El mismo Jesús quiso contestar a ella, cuando vacilaba
Juan bautista: “¿Eres tú el que se esperaba?”. Y la respuesta fue una serie de
milagros, repitiendo el texto de Isaías que comienza con una noticia alentadora
pero imprecisa: “Dios mismo viene a salvarnos”. Pero Isaías se apresura a
concretarla: “Los ciegos verán, los sordos oirán, los cojos saltarán, los mudos
gritarán, el agua manará
para los que
se morían de sed”. Esto es a la
vez muy concreto y simbólico: Mediante estos ejemplos. Isaías quiere describir
toda la miseria humana y la bondad poderosa de Dios.
Nos ofrece de este modo la
clave para leer bien los milagros de Jesús. Cristo lleva a cabo realmente
curaciones y otras acciones milagrosas, pero como signos de que Dios mismo viene a salvarnos por medio de él, de Jesús:
todas las miserias físicas y morales se acabarán. Cada milagro es una especie
de cartel. Dios nos salva, es capaz de hacerlo y lo hace por medio de su Hijo
Jesús. Por consiguiente, este acto
espectacular no es un prodigio que discutir como posible o imposible.
¿Quién puede dictar al creador los límites de lo posible?.
Es un acto poderosamente
real, pero sobre todo poderosamente signo, que hay que meditar como signo.
Nadie supo leer los milagros
de Jesús cuando los realizaba. La prueba es que la misma gente que los admiraba
los empujaría hacia la cruz y que sus mismos discípulos estuvieron hasta el fin
“faltos de inteligencia”.
La curación del sordomudos forma parte precisamente de una agrupación
de textos sobre su inteligencia y este conjunto termina con
un buen jarro de agua fría: “¿No
acaban de entender ni de comprender? ¿Están ciegos? ¿Para qué
tienen ojos, si no
ven, y oídos, si
no oyen?”. (Mc 8, 17-18). Cuando
Jesús se enfada hasta ese punto, la cosa es grave. Era después del milagro de
la multiplicación que revelaba con tanta claridad la bondad de Dios y su poder
de salvación. Pero este paso de un
milagro a una meditación sobre el poder de Dios en acción sólo se dio después
de la resurrección. Entonces comprendieron hasta que punto Jesús es ese poder
de salvación. ¿Quién eres, Señor?. Lo que
los milagros dicen de mí. ¿Lo comprendemos? ¿Sabemos leer los milagros?. En todas las partes del mundo en donde actúa
Jesús resucitado, los sordos oyen, los mudos hablan, la vida resucita. Pero se
necesitan ojos para ver.
Pbro. Roland Vicente Castro
Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA Sal
118, 137.124.
Señor, tú eres justo, tus mandamientos son
rectos. Trata con misericordia a tu siervo.
ORACION COLECTA
Oh Dios, por ti nos ha venido la redención y
se nos ofrece la adopción filial, mira con bondad a los hijos de tu amor, para
que cuantos creemos en Cristo alcancemos la libertad verdadera y la herencia
eterna. Por Nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 35, 4-7a
Digan a los cobardes de corazón: «Sean
fuertes, no teman. Miren a su Dios que trae el desquite, viene en persona,
resarcirá y los salvará». Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo
se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Porque han
brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa; el páramo será un
estanque, lo reseco un manantial.
SALMO
RESPONSORIAL (145)
Alaba, alma mía, al Señor.
Que mantiene su
fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los
hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. R.
El Señor abre
los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los
justos, el Señor guarda a los peregrinos. R.
Sustenta al
huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina
eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol Santiago 2, 1-5
Hermanos míos: No juntéis la fe en
nuestro Señor Jesucristo glorioso con el favoritismo.
Por ejemplo: llegan dos hombres a la
reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el
otro es un pobre andrajoso.
Ven al bien vestido y le digan: «Por
favor, siéntate aquí, en el puesto reservado.» Al pobre, en cambio: «Estén ahí
de pie o siéntate en el suelo.».
Si hacen eso, ¿no son inconsecuentes
y juzgan con criterios malos?.
Queridos hermanos, escuchen: ¿Acaso
no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y
herederos del reino, que prometió a los que lo aman?.
ACLAMACION
ANTES DEL EVANGELIO Mt 4, 23
Aleluya. Jesús proclamaba el evangelio del
reino, curando las dolencias del pueblo. Aleluya.
SANTO
EVANGELIO
Lectura
del santo evangelio según san Marcos 7, 31-37
En aquel
tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de
Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además,
apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.
Él,
apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la
saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá»,
esto es: «Ábrete.».
Y al momento
se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin
dificultad.
É1 les mandó
que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia
lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien;
hace oír a los sordos y hablar a los mudos.».
ORACION UNIVERSAL
Dios
no hace acepción de personas y nos escucha con afecto y ternura cuando lo invocamos
llamándolo Padre. Por eso, oremos por todo el mundo, diciendo: R.- Padre, escúchanos.
1.- Para que
la Iglesia sea la casa de todos donde cada uno se sienta acogido, respetado y
amado como es. Oremos al Señor. R.
2.- Para que
nuestros pastores y todos los cristianos no desoigan el clamor de los más
pobres. Oremos al Señor. R.
3.- Para que
los que tienen en sus manos las decisiones políticas, económicas y sociales
obren con justicia, rectitud y prudencia. Oremos al Señor. R.
4.- Para que
los que no pueden oír, hablar o ver, se
sientan liberados por Cristo que pasa por sus
vidas. Oremos al Señor. R.
5.- Para que
la vida eterna sea ya la posesión de todos los difuntos, especialmente de
aquellos que nos han dejado debido a la pandemia. Oremos al Señor. R.
6.- Para que, al sentiremos acogidos por el
Señor, sepamos ser hospitalarios, comprensivos y solidarios con nuestros
hermanos en estos tiempos de crisis sanitaria y económica. Oremos al Señor. R.
Escucha,
Padre, nuestras oraciones, colma de tus bienes a los que te buscan, y a todo
danos tu paz y tu amor. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Oh, Dios, autor de la piedad sincera y de la paz, te pedimos que con
esta ofrenda veneremos dignamente tu grandeza y nuestra unión se haga más
fuerte por la participación en este sagrado misterio. Por Jesucristo nuestro
Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Jn 8, 12
Yo soy la luz del
mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida, dice el Señor.
ORACION
DESPUES DE LA COMUNION
Concede, Señor, a tus fieles, alimentos con tu
palabra y vivificados con el sacramento del cielo, beneficiarse de los dones de
tu hijo amado, de tal manera que merezcamos participar siempre de su vida. El
que vie y reina por los siglos de los siglos.
COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Marcos 7, 31-37
1.-
Marcos presenta el relato de la curación del sordomudo ("mogilalos")
de una manera bastante original. Establece, por ejemplo, un paralelo estrecho
entre el episodio del sordomudo y el del ciego (Mc 8, 22-26), ya subrayado por
estar ambos recogidos en el conjunto llamado la "sección de los
panes" (Mc 6, 30-8, 26). En ambos casos encontramos sucesivamente un mismo
"apartamiento" del enfermo (7, 33; 8, 23), una misma insalivación (7,
33; 8, 23), la misma insistencia de Cristo en recomendar silencio al
beneficiario del milagro (7, 36ñ; 8, 26), una misma imposición de las manos (7,
32ñ; 8, 22, 23), una misma reacción de los amigos que "llevan" al
enfermo (7, 32; 8, 22).
De
ambos relatos se desprende, pues, una misma lección: no oír y no ver son signos
de castigo (Mc 4, 10-12; 8, 22): la curación de la vista y la del oído son
signos de salvación. Pero la salvación otorgada por Dios supone una ruptura
respecto al mundo: si Cristo "lleva" al mudo y al ciego "fuera"
para que vean y oigan, es porque la multitud, en cuanto tal, es incapaz de ver
y de oir.
a)
El relato de la curación del mudo se nos ofrece, en primer lugar, como una
réplica de Is 35, 2-6. El profeta anunciaba al pueblo, exiliado en Babilonia,
un destino en el que no se atrevía a soñar: sería investido con la "gloria
del Líbano" y los mudos mismos gritarían de alegría.
Ahora
bien: Jesús se encuentra en las fronteras del Líbano en un país pagano, y allí
realiza un milagro en beneficio de un mudo cuya palabra no podrá ya contenerse.
El pueblo va a volver del destierro, enriquecido con la fama de los países
paganos y con una alegría incomparable. El milagro anuncia así la era inminente
de la salvación. Esta salvación será también un juicio; los sordos oirán (cf.
Is 29, 18-23), pero otros se volverán sordos a la Palabra.
b)
Es casi seguro que Marcos ha incorporado este milagro dentro de un ritual de
iniciación al bautismo ya existente. La actitud de Cristo levantando la vista
al cielo antes de curar al mudo (v. 34) no aparece más que en el relato de la
multiplicación de los panes (Mc 6, 41). ¿No es esto un indicio del carácter
litúrgico de este episodio? Este pasaje parece ser, efectivamente, un eco del
primer ritual de iniciación cristiana. Los más antiguos rituales bautismales
preveían ya un rito para los sentidos (ojos, en Act 9, 18; nariz y oídos, en la
Tradición de Hipólito, núm. 20, etc). Si se tiene en cuenta que, para la
mentalidad judía, la saliva es una especie de soplo solidificado, podría
significar el don del Espíritu característico de una nueva creación (Gén 2, 7;
7, 22; Sab 15, 15-16). Marcos conserva, sin duda, la palabra aramea pronunciada
por Cristo, Ephpheta (v. 34), porque así la había conservado la tradición.
Los
elementos de este ritual de iniciación podrían ser, pues, un exorcismo (Mc 7,
29, inmediatamente antes de este evangelio), un padrinazgo de "quienes les
llevan", un rito de imposición de las manos (v. 32), un
"apartamiento" (v. 33, sin ser el arcano, más tardío, refleja ya la toma
de conciencia de la originalidad de la fe), un rito sobre los sentidos (v. 34),
tres días de ayuno preparatorio (Mc 8, 3; Act 9, 9), y después la participación
en la Eucaristía.
Para
terminar, Marcos vuelve a la tradición sinóptica (vv. 36-37) cuando hace
mención de las alabanzas de la multitud que reconoce en este milagro la llegada
de la era mesiánica (Mt 15, 30-31), puesto que da cumplimiento a las profecías
de Is 61, 1-2, ya interpretadas por Cristo en este sentido (Mt 11, 5).
Volveremos
aquí, a propósito del aspecto particular de las curaciones de mudos en la
Biblia, al tema de la fe, que es el punto principal de esta perícopa. La
mayoría de los relatos que tratan de la vocación de profetas, es decir, de
personajes que han de ser portadores de la Palabra de Dios, refieren al mismo
tiempo curaciones de mudos o tartamudos (Ex 4, 10-17; Is 6; Jer 1). Se trata de
un procedimiento literario cuya finalidad es dar a entender que el profeta es
incapaz, apoyado tan solo en sus facultades naturales, de comenzar siquiera a
hablar, sino que recibe de Otro una palabra que hay que transmitir. Por eso, la
curación de un mudo, que proclama la Palabra, es considerada como un signo
evidente de lo que es la fe: una virtud infusa que no depende de las cualidades
humanas.
Hay
otro elemento que interviene con frecuencia en las curaciones de mudos. En
periodos de castigo divino, los profetas permanecían mudos: no se proclamaba la
Palabra de Dios porque el pueblo se tapaba los oídos para no oírla (1 Sam 3, 1;
Is 28, 7-13: Lam 2, 9-10: Ez 3, 22-27; Am 8, 11-12; Gén 11, 1-9). El mutismo
está pues, ligado a la falta de fe: el mudo es muchas veces sordo con
anterioridad. Pero si los profetas hablan, y hablan abundantemente, es señal de
que han llegado los tiempos mesiánicos y de que Dios está presente y la fe
ampliamente extendida (cf. Lc 1, 65; 2, 27-29).
Hay
un texto profético muy significativo a este respecto: Jl 3, 1-2, que se verá
precisamente cumplido con el milagro de Pentecostés (Act 2, 1-3). El crecido
número de curaciones de sordos y mudos operadas por Cristo es signo de la
inauguración de la era mesiánica (Lc 1, 64-67; 11, 14-28; Mt 9, 32-34; 12,
22-24; Mc 7, 31-37; 9, 16-28).
Al
final de los Evangelios se presenta también en forma de una vocación profética
el envío de los apóstoles a predicar, puesto que se les otorga una lengua nueva
(Mt 10, 19-20; Rom 10, 14-18), como si también ellos tuvieran que salir del
mutismo.
Este
evangelio quiere darnos, pues, a entender que debemos tomar conciencia de que
la fe es un bien mesiánico. Mas, al relatar esta curación, Marcos quiere hacer
suyo el tema del Antiguo Testamento que relaciona mutismo y falta de fe. El
evangelista subraya repetidas veces que la multitud tiene oídos y no oye, y
tiene ojos y no ve (Mc 4, 10-12, repetido en 8, 18). Por otra parte, toda la
"sección de los panes" (Mc 6, 30-8, 26) es la sección de la no
inteligencia (Mc 6, 52; 7, 7, 18; 8, 17, 21).
Ahora
bien: para curar al sordomudo, Cristo le lleva fuera de la multitud (Mc 7, 33),
como para subrayar que el mutismo es característica de la multitud y que es
necesario apartarse de su manera de juzgar las cosas para abrirse a la fe.
La
característica de los últimos tiempos es la de situarnos en un clima de
relaciones filiales con Dios, capacitarnos para oír su palabra, corresponderle
y hablar de El a los demás. El cristiano que vive estos últimos tiempos se
convierte así, en cierto modo, en profeta, especialista de la Palabra, familiar
de Dios. Para ello debe poder escuchar esa Palabra y proclamarla: para hacerlo
necesita los oídos y los labios de la fe.
MAERTENS-FRISQUE
- MAROVA MADRID 1969.Pág. 43
2.-
Suspiro de Jesús mientras mira al cielo. Es difícil precisar el matiz de este
suspiro, pero tratándose del evangelio de Marcos no sería incorrecto
interpretarlo como expresión de una "queja-cansancio" de Jesús por la
situación.
..............
Comentario.
El relato de hoy tiene su continuación-culminación en Mc. 8, 22-26. Ambos son
relatos propios y exclusivos de Marcos, a través de los cuales el autor pone de
manifiesto de una manera gráfica lo inadecuado de un acercamiento a Jesús
superficial, interesado y falto de fe. El resultado de este acercamiento sería
un Jesús ritualizado, a disgusto y casi maniatado en su poder curativo. Espero
que se me interprete bien. Se trata de la crítica del autor a un determinado
tipo de acercamiento a Jesús, cuyo resultado no sería otro que un Jesús
distorsionado, ritualizado y mágico. Así sería Jesús, viene a decirnos Marcos,
si hubiera que hacer caso de lo que la gente busca en él.
ORA/RD: Marcos es un autor muy pesimista en lo referente
al seguimiento religioso. Detrás de este seguimiento, en efecto, se esconde con
demasiada frecuencia la búsqueda a una solución a los propios problemas, sin
atisbo alguno de planteamiento altruista y desinteresado. Para convencernos de
esto bastaría con formular entre nosotros la siguiente pregunta: ¿Qué lugar
ocupa en nuestra plegaria espontánea el Reino de Dios y qué lugar ocupa, por
ejemplo, la salud? El Padre nuestro lo rezamos todos, pero ¿es el Padre nuestro
el contenido de nuestros rezos?
DABAR
1991, 44
3.-
Jesús vuelve del extranjero. ¿Por qué se fue? Según Marcos, dos parecen haber
sido los motivos: la creciente conflictividad con la autoridad religiosa
central y el seguimiento "interesado" de la población judía. Ambos
motivos han condicionado la estrategia de Jesús: alejamiento, ocultamiento.
Esta característica de la actividad de Jesús vuelve a ser resaltada por Marcos:
v. 33a y 36a. Pero una vez más la estrategia falla: v. 36b. Es cierto que la
gente interpreta la actuación de Jesús como un cumplimiento de la profecía de
Isaías (35, 5-6): v. 37; pero, según Marcos, esta interpretación se queda en lo
anecdótico y superficial, porque no les lleva a una reflexión seria y a la fe.
Este
estado de cosas provoca en Jesús una enorme tensión interna, que sólo
esporádicamente la refleja Marcos, como en esta ocasión: "mirando al
cielo, suspiró" (v. 34).
En
este momento del evangelio, Marcos es ya decididamente pesimista acerca de las
posibilidades reales de cambio por parte de los judíos (de los hombres).
Resaltando la profunda conmoción de Jesús, Marcos no apunta tanto a su estado
de ánimo cuanto a unas condiciones objetivas que lo han provocado.
Por
extraño que pueda resultarnos el relato de la curación del sordomudo -narrado
con la mentalidad propia de aquella época-, el cuadro constituye una imagen
adecuada del programa de Jesús: todo el hombre queda sanado. Las dolencias que
deforman la creación de Dios quedan eliminadas y vuelve a brillar el esplendor
original.
Es
un signo de la creación nueva que Dios realizará algún día. En la mañana de la
creación todo lo hizo bien (Gn 1), en el día de la consumación todo lo hará
nuevo (Ap 21, 5).
Sólo
que Marcos tiene serias dudas de que los oyentes de Jesús estemos dispuestos a
secundar este programa de transformación.
EUCARISTÍA
1988, 43
4.-
Texto. Entre el texto del domingo pasado y el de hoy Marcos intercala un
episodio que se desarrolla en tierra no judía (Mc 7, 24-30). Es un episodio en
el que se desvela con la práctica una de las dimensiones del misterio del Reino
de Dios, es decir, que el Reino de Dios es una realidad abierta a todos, sean o
no miembros del pueblo oficial de Dios.
Desde
este presupuesto Marcos retoma la tierra judía. A decir verdad el episodio de
hoy carece de localización concreta y todo él se desarrolla de acuerdo a unas
coordenadas muy típicas de Marcos: traída anónima del enfermo, curación
evitando la presencia de la gente, encargo de no divulgar el hecho,
incumplimiento del encargo a causa del asombro. Relato paradójico entre una
primera parte de facilitación del habla y una segunda de prohibición del habla.
El resultado es el habla asombrada, mezcla del todo era bueno del Génesis 1, 31
y de las imágenes esperanzandoras de Isaías 35, 5-6 (primera lectura de hoy).
Comentario.
La historia exegética del texto demuestra que nos hallamos ante un texto
simbólico: el sordomudo al que se abren los oídos y la boca representa al
hombre que recibe la fe. Beda el Venerable, autor en el siglo VIII del primer
comentario conocido de Marcos, opera con la siguiente simbología, de gran
influjo posterior: sordo es el que no oye la Palabra de Dios; mudo, el que no
divulga la fe.
Dentro
de su verdad de fondo, hay que decir una vez más que la debilidad de esta
simbología radica en no tener su origen en la globabilidad de la obra o
macrotexto de Marcos. En el episodio anterior al de hoy Marcos ha desvelado
parte del misterio escondido desde el origen de las edades y de las
generaciones. Las palabras son de Pablo a los Colosenses 1, 26.
La
parte del misterio revelada es que "los paganos entran en la misma
herencia (que los judíos), forman un mismo cuerpo y tienen parte en la misma
promesa". Las palabras son también de Pablo, esta vez a los Efesios 3, 6.
Este
es el mensaje que Marcos nos invita hoy a escuchar. El sordo del relato
simboliza al pueblo de Dios incapaz de escuchar este mensaje. El sordo son los
integrismos religiosos, tal vez también los llamados cristianos de presencia:
en mayor o menor grado todos ellos parecen no percibir los gritos de dolor de
la madre en parto que es la humanidad. La imagen es también de Pablo, esta vez
en Romanos 8, 22: "Sabemos bien que hasta el presente la humanidad entera
sigue lanzando un gemido universal con los dolores de su parto".
Tal
vez todos tenemos algo de integrismo religioso y estamos necesitados de que
Jesús abra nuestros oídos.
Hay
otra parte del misterio todavía sin desvelar. A ello se debe el sorprendente
encargo de guardar silencio, típico de Marcos en los relatos de curación. Marcos
prefiere que se guarde silencio sobre las curaciones hasta tanto no desvele la
otra parte del misterio del Reino de Dios. Un hablar ahora de la curación
podría llevarnos a forjarnos una falsa imagen de Jesús y del Reino de Dios,
cuya llegada proclama Jesús. La curación debe realizarse sin presencia de gente
mientras tanto no se desvele la otra parte del misterio. Sin embargo, hay algo
que sí se puede ya decir: Jesús recrea el espacio bueno que desde el principio
Dios ha soñado y ha buscado para el hombre. El vio Dios que era bueno de Gén.
1, 31 vuelve a resonar este domingo. De la Eucaristía de hoy tenemos motivos
para salir contentos y esperanzados.
DABAR
1988, 46
5.-
Jesús marcha con sus discípulos hacia el norte, hacia la ciudad de Sión, para
descender después, por la parte oriental, al valle del Jordán y llegar hasta la
Decápolis, junto al lago de Galilea.
Evita
intencionadamente pisar tierra de Israel, y da un gran rodeo, huye de las
multitudes y busca la ocasión de estar a solas con sus discípulos. Este
alejamiento de Jesús de Galilea y, esta huida de las multitudes señalan un
cambio en su actividad, que se va a concentrar en adelante en el pequeño grupo
de sus seguidores. Sin embargo, al llegar a la Decápolis, en donde ya era
conocido después de la curación del poseso de Gerasa (cfr 5, 20), los nativos
notan su presencia y acuden a él para pedirle otro milagro. La curación de un
sordomudo.
La
imposición de manos, conocida ya en el Génesis (48, 14-19) como rito de
bendición, es utilizada frecuentemente por Jesús en sus curaciones (6, 5; 8, 23
y 25). Este gesto significaba también la comunicación del Espíritu de Dios, y
como tal ha pasado a la liturgia de la iglesia. Recordemos que el Espíritu, que
descendió abundantemente sobre Jesús en el Jordán, es la fuerza vivificante y
el "dedo de Dios" con el que Jesús realiza todos los milagros.
Jesús
no quiere despertar un entusiasmo ciego y fomentar el sensacionalismo en las
multitudes. Jesús retira al enfermo de la multitud curiosa. Aunque generalmente
Jesús cura a los enfermos imponiendo las manos y pronunciando su palabra
eficaz, aquí realiza también una serie de gestos simbólicos que dan a todo el
proceso una solemnidad especial. Por otra parte, son señales necesarias para
comunicarse con el sordomudo. La liturgia bautismal ha recogido estos gestos de
Jesús, con lo que reconoce que todo hombre debe ser abierto por Dios para que
pueda escuchar el evangelio.
Elevar
los ojos al cielo es la expresión de una oración en silencio, de una súplica y
con frecuencia también de acción de gracias.
Marcos
ha conservado en su original arameo la palabra de Jesús al sordomudo "effetá". También esta palabra ha pasado a la liturgia
bautismal. Tanto Jesús como la iglesia dirigen esta palabra al hombre, para que
se abra a la comunicación y se disponga a recibir el evangelio. Ni el milagro
de Jesús ni el rito bautismal son acciones mágicas que actúen en virtud de unos
gestos determinados y gracias al poder de una fórmula. Los gestos y las
palabras tienen en ambos casos un significado y son, por tanto, apelación de
quien ve y escucha. El milagro de Jesús se hace entender primero con gestos
visibles por el sordomudo y así lo dispone para la fe, después pronuncia la
palabra eficaz. Pero la eficaz de esta palabra no depende de ser precisamente
tal, sino que sea la palabra de Jesús escuchada por el sordomudo.
Hay
una relación entre la sordera y la mudez. No se puede hablar si no se puede
escuchar. Y esto vale también respecto a la audición y confesión del evangelio.
Sólo el que cree, el que escucha, puede después proclamar y confesar
auténticamente el evangelio. Como dice Pablo: "porque creemos, por eso
hablamos".
Aunque
Jesús ha realizado el milagro apartándose del pueblo, pronto se conoce lo
sucedido y todos se hacen lenguas de lo que ha ocurrido. Este milagro es una de
las señales anunciadas por Isaías para los tiempos mesiánicos (cfr. primera
lectura de hoy). Es posible que Jesús imponga silencio a estas gentes
precisamente por eso, temiendo que la falsa concepción mesiánica que poseían
comprometiera su actuación ante los poderes públicos.
EUCARISTÍA
1982, 41
6.
Hace oír a los sordos y hablar a los mudos
La
curación del sordomudo es uno de los pocos episodios exclusivos de Marcos.
Jesús sale del círculo exclusivamente judío y se dirige a tierras de
"paganos", donde más tarde se desarrollará la primitiva Iglesia:
Tiro, Sidón, Decápolis. Así que llega le presentan al enfermo para que lo cure,
lo cual nos da a entender que la gran fama de taumaturgo ya había llegado a aquellas
tierras.
El
comportamiento de Jesús nos resulta raro. Por un lado, al contrario que los
curanderos de la época que hacían sus actos con gran ostentación, jesús se
retira, en solitario, lejos de la gente. Busca el contacto personal con el
enfermo. Y por el otro lado, Jesús rompe con su costumbre de curar de palabra y
se vale del contacto físico, la saliva (cf. Mc 8,23 y Jn 9,6) y la oración (cf.
Mc 6,41;1 Jn 11,41;17,1).
La
plegaria de Jesús "Effetá" (ábrete) es uno de los términos arameos
que Marcos transcribe y traduce para sus lectores (cf.14,36), lo cual india
antigüedad del relato. Abrir es, en esta ocasión, sinónimo de curar, ya que la
mentalidad de la época creía que los órganos paralizados permanecían
"cerrados" para ser usados. La palabra de Jesús posee una eficacia
creadora, como la de Dios en el Antiguo Testamento, lo que provoca un estupor
religioso entre los presentes.
La
expresión de la gente se inspira en el texto de Isaías que hemos leído como
primera lectura (cf. también Is 29,18-23 y Salmo 38,14) y nos recuerda la
respuesta de Jesús a los enviados del Bautista (Mt 11,5-6 y Lc 7,22). Por otra
parte, tiene resonancias de la primera palabra creadora: "Y vio Dios que
era bueno" (Gn 1,31). Jesús se acerca, ofrece su contacto personal y salutífero
a un enfermo bloqueado en su relación comunicativa con los demás (sordo y
mudo). La palabra de Jesús crea una nueva situación, comparable a la del pueblo
venido del Exilio.
MISA
DOMINICAL 2000, 11, 50