HOMBRE VERDADERO Y
DIOS VERDADERO
COMENTARIO
Antes de narrar la actividad y la enseñanza de Jesús, los evangelistas
quieren darnos a comprender de qué personas se trata. Se va a hablar de alguien
que es absolutamente único y de un acontecimiento que va a transformar la
historia hasta tal punto que en adelante se dirá: “Antes de Jesucristo” o
“después de Jesucristo”. “¡Entonces apareció Jesús!”. ¡Este hombre de 30 años,
este oscuro obrero de Nazareth es el Hijo de Dios! Pero inmediatamente se hace
oír otra voz satánica que resonará a lo largo de los siglos siempre que se
hable de Jesús: “Si eres el Hijo de Dios…”. Sí. El rumor de las dudas.
Esta voz es también la nuestra. Nos cuesta trabajo adaptarnos a Jesús,
no vivimos de verdad con él tal como es. Ordinariamente vivimos distraídos de
él, poco seguros de él. Y de pronto nos ponemos a exigirle, a la manera de Satanás,
que demuestre su poder: “Haz esto por mí, cambia esta situación, muéstrate un
poco más, domina mejor el mundo. Si de verdad eres Hijo de Dios”. Cuando de
esta manera somos los demonios para Jesús somos también demonios para nosotros
mismos, perdemos nuestras oportunidades de vivir algo juntamente con él. Un día
tuvo que decirle a Pedro: “¡Aléjate de mí, Satanás!” (Mt 16, 23). Pedro no
quería saber nada de un Jesús dispuesto a sufrir y a morir ¿Cuál es el Jesús
que queremos nosotros? ¿Qué es lo que ponemos en esas palabras, que puedan ser
de adoración o de tentación diabólica: “Como eres el Hijo de Dios…?”
El texto tan célebre de las tres tentaciones es ante todo una luz sobre
la persona de Jesús. No busquemos allí demasiado pronto nuestros propios combates.
Es verdad que también ellos están allí, ya que Jesús es en todo un modelo para
nosotros. Pero fijémonos sobre todo en su combate y aprenderemos muchas cosas
sobre él.
Antes de descubrirlo a través de sus comportamientos y de sus palabras,
se nos ha dado penetrar en su corazón, en ese lugar en donde un hombre hace sus
opciones decisivas. Lo que Jesús es en el momento de las tentaciones lo será a
lo largo de toda su vida pública, inquebrantablemente. Sí, Jesús es el Hijo de
Dios, pero es verdaderamente hombre y nos cuesta trabajo admitirlo. “Como eres
el Hijo de Dios, puedes hacerlo todo”. No, él no puede hacerlo todo, como tampoco
nosotros; las respuestas a las tentaciones demuestran que es “de condición
humana”. A pesar de esta debilidad, la debilidad real del hombre, triunfará
porque tiene total confianza en su Padre. Contemplar a Jesús significa verse
siempre levantado hacia el Padre y entrar en esperanza. Ante las
desconcertantes horas de la pasión, el evangelio quiere darnos enseguida el
tono a nuestra unión con Jesús: estamos tratando con un vencedor. En el momento
más negro dirá: “¡Tengan confianza!”.
Este combate contra Satanás nos hace descubrir en Jesús su inteligencia
de la palabra de Dios y lo absoluto de su confianza: el hombre vive de Dios, el
hombre no pone a prueba el poder de Dios, el hombre no adora más que a Dios.
Basado en estas tres convicciones, Jesús puede avanzar por los caminos más
difíciles; su vida no estará protegida, pero resultará victoriosa. Esa mezcla
de vida ardua y de vida triunfadora es la que iremos descubriendo a lo largo de
los evangelios. Vamos a aprender como un hombre puede ser el Hijo de Dios:
hombre verdadero y Dios verdadero.
R.P. Roland Vicente Castro Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA Sal 90, 15-16
Me invocará y lo escucharé; lo defenderé, lo
glorificaré, lo saciaré de largos días.
ORACION COLECTA
Dios
todopoderoso por medio de las practicas anuales del sacramento cuaresmal concédenos
progresar en el conocimiento del misterio de Cristo, y conseguir sus frutos con
una conducta digna. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del
Génesis 2, 7-9; 3, 1-7
El Señor Dios formó
al hombre del polvo de la tierra, sopló en su nariz un aliento de vida, y el
hombre se convirtió en un ser viviente. El Señor Dios plantó un jardín en Edén,
al oriente, y colocó en él al hombre que había formado. El Señor Dios hizo brotar
del suelo toda clase de árboles hermosos a la vista y buenos para comer;
además, en medio del jardín, puso también el árbol de la vida y el árbol del
conocimiento del bien y del mal.
La serpiente era el
más astuto de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la
mujer: «¿Así que Dios les ha dicho que no coman del fruto de ningún árbol del
jardín?».
La mujer respondió
a la serpiente: «Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; solamente
del fruto del árbol que está en medio del jardín nos ha dicho Dios: “No coman
de él ni lo toquen, bajo pena de muerte”». La serpiente replicó a la mujer: «No
morirán. Bien sabe Dios que cuando ustedes coman de él se les abrirán los ojos
y serán como Dios en el conocimiento del bien y el mal». La mujer vio que el
árbol era apetitoso, atrayente y deseable, porque daba inteligencia; tomó del
fruto, comió y ofreció a su marido, el cual comió. Entonces se les abrieron los
ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos; entrelazaron hojas
de higuera y se cubrieron con ellas.
SALMO
RESPONSORIAL (50)
Misericordia, Señor, hemos pecado.
Misericordia, Dios
mío, por tu bondad; por tu inmensa compasión borra mi culpa. Lava del todo mi
delito, limpia mi pecado. R.
Pues yo reconozco
mi culpa, tengo siempre presente mi pecado. Contra ti, contra ti sólo pequé, cometí
la maldad que aborreces. R.
Oh Dios, crea en
mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes
lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R.
Devuélveme la
alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso. Señor, me abrirás los
labios, y mi boca proclamará tu alabanza. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san
Pablo a los Romanos 5, 12-19
Hermanos: Por un hombre entró el
pecado en el mundo, y por el pecado entró la muerte, y así la muerte pasó a
todos los hombres, porque todos pecaron. Porque, antes que hubiera ley había
pecado en el mundo, pues el pecado no se tenía en cuenta
porque no había ley. A pesar de eso,
la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado
con una desobediencia como la de Adán, que era figura del que había de venir.
Sin embargo, el don no es como el delito: si por el delito de uno murieron
todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía
a un solo hombre, Jesucristo, se ha desbordado sobre todos.
Y tampoco hay proporción entre la
gracia que Dios concede y las consecuencias del pecado de uno: el proceso, a
partir de un solo delito, terminó en condenación, mientras la gracia, a partir de
muchos delitos, terminó en absolución. Si por el delito de un solo hombre
comenzó el reinado de la muerte, ¡cuánto más ahora, por un solo hombre,
Jesucristo, vivirán y reinarán todos los que han recibido un derroche de gracia
y el don de la salvación!
En resumen: si el delito de uno
trajo la condena a todos, también la justicia de uno traerá la justificación y
la vida. Si por la desobediencia de uno todos se convirtieron en pecadores, así
por la obediencia de uno todos recibirán la salvación.
ACLAMACION
ANTES DEL EVANGELIO Mt 4, 4b.
No solo de pan vive el hombre, sino
de toda palabra que sale de la boca de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 4, 1-11
En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser
tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días
con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. El tentador se le acercó y
le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes».
Pero Él le contestó: «Está escrito: “No solo de pan vive el hombre, sino de
toda palabra que sale de la boca de Dios”». Entonces el diablo lo llevó a la
Ciudad Santa, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: «Si eres Hijo
de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Encargará a los ángeles que cuiden
de él, y le sostengan en sus manos, para que su pie no tropiece con las
piedras”». Jesús le dijo: «También está escrito: “No tentarás al Señor, tu
Dios”». Después el diablo lo llevó a una montaña altísima y, mostrándole los
reinos del mundo y su gloria, le dijo: «Todo esto te daré si te postras y me
adoras». Jesús
le dijo: «Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás
y a Él solo darás culto”». Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles
y le servían.
PLEGARIA UNIVERSAL
Presentemos a Dios, nuestro Padre, las
intenciones y necesidades de todo el mundo y pidámosle con confianza que fortalezca
nuestra débil condición. Digamos: R.- Te rogamos, óyenos.
1.- Para que la Iglesia encarne las actitudes de Jesucristo y sea signo
de la presencia cercana de Dios que da la vida por su pueblo. Oremos al
Señor. R.
2.- Para que los gobernantes que se ven seducidos por el afán de poder y
de dominio, se liberen y obren con justicia, busquen el bien común y procuren
una vida digna para todos. Oremos al Señor. R.
3.- Para que este tiempo de penitencia y conversión nos fortalezca para
trabajar por la libertad, el respeto a la vida y a la paz entre los hombres y
los pueblos. Oremos al Señor. R.
4.- Para que cuantos se ven tentados o viven esclavos del vicio y del
pecado experimenten la misericordia de Dios, que los ama. Oremos al
Señor. R.
5.- Para que cuantos se dedican al anuncio del Evangelio en zonas
hostiles, o son perseguidos a causa de su fe, experimenten la fuerza de la
gracia que los sostiene. Oremos al Señor. R.
Gracias, Padre, por los dones que
sobreabundantemente derramas sobre tu pueblo; acoge en tu misericordia cuanto
con fe te hemos suplicado y concédenos vivir tu misma vida. Por Jesucristo nuestro
Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Haz, Señor, que
nuestra vida responda a estos dones que van a ser ofrecidos y en los que
celebramos el comienzo de un mismo sacramento admirable. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Mt 4, 4
No solo de pan
vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
ORACION
DESPUES DE LA COMUNION
Después de recibir el Pan
del cielo que alimenta la fe, consolida la esperanza y fortalece el amor, te
rogamos, Señor, que nos haga sentir hambre de Cristo, Pan vivo y verdadero, y
nos enseñes a vivir constantemente de toda palabra que sale de tu boca. Por Jesucristo
nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y
SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 27: Lv 19, 1-2.22-18; Sal 18; Mt 25, 31-46.
Martes 28: Is 55, 10-11; Sal 33; Mt 6, 7-15.
Miércoles 01: Jon 3, 1-10; Sal 50; Lc 11, 29-32.
Jueves 02: Esther 14, 1.3-5.12-14; Sal 137; Mt 7, 7-12.
Viernes 03: Ez 18, 21-28; Sal 129; Mt 5, 20-26.
Sábado 04: Dt 26, 16-19; Sal 118; Mt 5, 43-48.
Domingo 05: Gn 12, 1-4a; Sal 32; 2Tm 1, 8b-10; Mt 17, 1-9. (o bien: Flp 3, 20—4, 1);
Lc 9, 28b-36.
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mt 4. 1-11
Par.: Mc 1, 12-13 Lc 4, 1-13
Podemos formular así las tentaciones con que se enfrentó Jesús (no sólo
en el desierto, sino a lo largo de toda su existencia): recorrer el camino
mesiánico indicado por la palabra de Dios (a saber, el camino de la cruz) o
bien aceptar las solicitaciones provenientes de las expectativas mesiánicas de
la época. Tres solicitaciones: la de la revolución y el poder (mesianismo
zelota), la del mesianismo restaurador (político o religioso), la del
mesianismo convincente (acompañado de signos espectaculares). Jesús rechazó
enérgicamente las tres sugerencias, renunciando a utilizar el procedimiento del
poder, del prestigio o de los milagros a toda costa. Sobre esto no hay duda; lo
recuerda también Juan (6. 6). A la misma conclusión nos llevan también los
numerosas pasajes en los que Jesús se dirige a los discípulos, recordando que a
él y a sus seguidores no les conviene ser servidos, sino servir (Lc 22. 25-27;
Mc 10. 42-45; Mt 20. 25-28). Este rechazo constante del poder y de cuanto se le
parece no es posible minimizarlo ni discutirlo. Está demasiado subrayado.
-BAUTISMO Y TENTACIÓN. J/BAU/TENTACION:
Los tres sinópticos relacionan estrecha e intencionadamente la tentación
con el bautismo. Es una conexión llena de significado. Primero: en respuesta al
bautismo, Jesús inicia la vuelta al desierto, o sea, a una existencia en la
cual se vive continuamente enfrentado con Satanás y, al mismo tiempo, el
encuentro de la ayuda de Dios. Segundo: colocada al principio del evangelio, a
saber, en la sección que de alguna manera hace de prólogo, la experiencia del
desierto se presenta no sólo como el primer acto público de Jesús, sino como el
marco dentro del cual se desarrollará todo sus ministerio; como la escena en la
cual se representará también el resto del drama. Y tercero: el Espíritu dado en
el bautismo no aparta a Jesús de la historia y de su ambigüedad; al contrario,
le sitúa dentro de la historia y de la lucha que en ella se libra.
-LAS TENTACIONES DE ISRAEL Las tres citas del Dt, que marcan el ritmo
del relato (8. 3; 6. 16; 6. 13), evocan claramente las tentaciones de Israel en
el desierto. Las tentaciones de Jesús coinciden con las de Israel. La tentación
de concebir la esperanza como bienestar y de establecer correspondencia entre
la esperanza mesiánica y el esplendor del reino de David. Es una tentación que está
siempre al acecho. Luego, la tentación del mesianismo milagroso y espectacular:
Israel ha pretendido demasiadas veces que Dios intervenga de manera manifiesta
y terminante con su poder. Finalmente la tentación más sutil y más socorrida:
la del mesianismo político, en la línea del dominio (¡por supuesto, para gloria
de Dios!), en lugar del servicio.
Según puede verse, no está en litigio el mesianismo como tal (Israel
jamás renunció a proclamarse pueblo mesiánico), sino la vía mesiánica. Mateo se
muestra muy interesado en esta confrontación entre Jesús e Israel. Quiere
mostrar que Jesús se manifiesta como la persona a la cual está ordenada la
historia entera de Israel. Él es el cumplimiento de Israel. Padeció sus mismas
tentaciones; pero, a diferencia de Israel, las superó. Jesús es el verdadero y
auténtico Israel.
-LAS TENTACIONES DE CRISTO SON ACTUALES Está claro que el relato de
Mateo posee una dimensión eclesial, además de cristológica. Basta recordar a
este respecto cómo se formaron los evangelios. Si el relato de las tentaciones
tuvo un puesto en toda la tradición sinóptica, es porque no sólo servía para
aclarar las ideas sobre Jesús y su mesianismo (por lo demás, manifiesto a todos
después de la crucifixión), sino porque servía también para aclarar las ideas
sobre la Iglesia y su cometido. En la tentación de Cristo encuentra la Iglesia
sus propias tentaciones. La Biblia nos ofrece otros ejemplos de tentación (o
prueba); por ejemplo, en el caso de Abrahán, la tentación pone a prueba la
esperanza en la promesa; en el caso de Job prueba el desinterés de la fe. En
nuestro caso, la tentación pone a prueba la fidelidad-obediencia de Cristo a su
propia misión.
En el caso de Cristo, concretamente, no se trata meramente de sucumbir a
la fascinación y a las solicitaciones del mesianismo político, sino de
continuar por el camino del siervo de Yahvé a pesar del fracaso que parece
llevar consigo. En esta experiencia de fracaso es donde la tentación tiene su
fuerza y la propuesta de Satanás su aparente sensatez.
Las tentaciones no sólo empujan a Jesús a un falso mesianismo, sino
también a la autonomía y hacia la independencia. Son un intento de constituirse
en Dios o, en todo caso, de servirse de Dios como de instrumento de uno mismo.
Más tarde, Jesús multiplicará los panes, pero no para sí mismo. Será glorioso,
pero por el camino de la cruz. Realizará signos, mas no para poner a Dios a
prueba.
Obsérvese, por último, que Jesús no es instigado por Satanás a escoger entre
Dios o el poder, entre Dios o la riqueza. Le insinúa más bien: consigue el
poder y, una vez conseguido, úsalo para gloria de Dios. La tentación, según
puede verse, es sutil, actual e inquietante. Es la tentación de siempre.
BRUNO MAGGIONI - EL RELATO DE MATEO - EDIC. PAULINAS/MADRID 1982.Pág.
42-45
2. PALABRA DE DIOS. OBEDIENCIA. ÍDOLOS. AUTONOMÍA. JESÚS. HIJO
OBEDIENTE. REINO DE DIOS. SIGNOS.
La liturgia dominical presenta tres veces el relato de la tentación de
Jesús. Dos veces, con los textos, muy parecidos, de Mateo y de Lucas; y otra
vez, con los rápidos versículos del 2º evangelio, que están marcados con otra
mentalidad. Es preciso diversificar la utilización homilética de estas tres
lecturas. El relato de Marcos de la tentación está construido sobre el
paralelismo Adán-Jesús, mientras que el relato mateano lo está sobre el
paralelismo Jesús-Israel. El lucano, menos claramente orientado, puede ayudar a
reflexionar sobre las "opciones" que Jesús ha tenido que realizar, y
de las que el texto de la Tentación no intenta sino presentar, de forma
dramática, su sentido profundo. (...) A lo largo de todo el evangelio de Mateo,
y no únicamente en el primer versículo de nuestro texto, se presenta al
Espíritu en estrecha relación con Jesús. El Espíritu está presente en el
momento de la concepción virginal de Jesús (1. 18/20); en el momento de su bautismo
(3. 16); durante su permanencia en el desierto (4. 1); a lo largo de su
predicación (12. 18); en el momento en que expulsa a los demonios (12. 28). La
meditación evangélica de Mateo acaba con las palabras de Jesús resucitado
enviando a sus discípulos a bautizar bajo la invocación de ese mismo Espíritu
(28. 19).
J/MOISES.La
duración de la estancia de Jesús en el desierto queda definida por un número
que recuerda la presencia de Israel en el desierto del Éxodo: cuarenta (años)
(Dt 8. 2), y la de Moisés en la montaña: cuarenta días y cuarenta noches (Ex
24.18), exactamente lo que dice Mateo de Jesús. Esta última relación es de gran
interés: de igual modo que Moisés, al final de su permanencia solitaria,
prolongada, se convierte en el predicador de la Ley de Dios (Ex 24. 17),
también Jesús, al término de un ayuno igualmente largo, se convierte en el
predicador del arrepentimiento y de la venida del Reino (v.17), antes de serlo
de la nueva Ley (cap. 5-7).
De todos modos la prueba del desierto vincula a Jesús sobre todo con
Israel. Porque en el desierto había sido puesto Israel a prueba. Hambriento,
había sentido la pobreza de sus propios medios, su debilidad: había sido
humillado. Empujado por esta "humillación", adoptó un comportamiento
que dejaba ver claramente el fondo de su corazón. Israel no era capaz de
abandonarse totalmente a las promesas de Dios, de confiar en su palabra, de
sufrir el hambre y la pobreza, sin desesperar, sin buscar la salvación en otro
sitio fuera de la palabra de Dios y de la sumisión a esta palabra.
Además, Israel había "tentado a su Dios", le puso a prueba (Dt
6. 16, adonde remite la cita de Mt 4. 7). En Masá (Ex 17. 1-7; Nm 20. 2-13),
Israel sediento, puso a Yahvé entre la espada y la pared: era preciso que Yahvé
les diese inmediatamente el agua que necesitaban, o de lo contrario, dudarían
de él. Al lanzar semejante desafío, Israel demostraba su desconfianza respecto
a Yahvé, su Dios, cuyos actos salvadores se negaba a entender. La salida de
Egipto, por lo tanto, ya no se veía como un beneficio divino, sino como un acto
insensato del que el pueblo era no el beneficiario sino la víctima. Israel, en
fin, se abandonó a la idolatría. Al "seguir a otros dioses escogidos entre
los dioses de las naciones", ya no había "temido a su Dios ni le
había servido". Había "olvidado a Yahvé, su Dios", sin cuidarse
de Aquél que le había "hecho salir del país de Egipto, de la casa de
servidumbre" (Dt 6.12-14, contexto de la cita de Mt 4. 10).
¿De dónde procedía esta idolatría? De la negativa por otra parte del
pueblo a recibir su felicidad de otro, del Otro; de la negativa a depender de
Él; de la necesidad de ser independiente, de no tener su propia felicidad más
que de sí mismo; del deseo de gloriarse de sus propias obras, de adorarse en la
silueta de los dioses fabricados por sus propias manos.
Jesús experimenta, a su vez, esas mismas tentaciones; pero,
contrariamente al pueblo antiguo, no sucumbe a ellas. Israel, el pueblo-hijo
(Os 11. 1, citado en 2. 15) actuó en otros tiempos como hijo insumiso; Jesús,
con su docilidad perfecta, se muestra realmente hijo de Dios, el Hijo de Dios.
Asaltado por el hambre, no se deja llevar a ninguna murmuración. Confía
en Dios, en su promesa; no intenta plantearle un desafío obligándole a un
milagro tanto menos oportuno cuanto que, además de ser signo de una profunda
desconfianza o indocilidad, sería un gesto torpemente interesado.
Jesús otorga una confianza absoluta a la palabra de Dios. Precisamente
esa palabra promete a todo creyente, y más especialmente al Mesías-hijo de
Dios, salvarle, aunque sea con la milagrosa intervención de los Ángeles desde
el momento en que se encontrara en una situación humanamente desesperada. Así
al menos lo hace entrever el texto poético del Salmo 91 (90) citado por el
Diablo (v. 6). Era verdad; pero buscarse esa situación desesperada por el solo
motivo de hacer que apareciera la salvación de Dios, es, en primer lugar,
considerarse privilegiado de Dios y querer disfrutar de tal imagen; y es sobre
todo negarse a confiar en su palabra.
Porque pretender coaccionar a Dios en orden a que actúe, ¿no es dudar de
él? ¿Dudar de Dios? Pero de hecho, ¿quién es Dios? ¿No es, a fin de cuentas,
una idealización del hombre, de su fuerza, de su poder? ¿No es una sublimación
de la gloria que dan al hombre su ciencia o su dinero? ¿No es la silueta
idealizada del mérito que le proporcionan al hombre su pobreza, o su
generosidad, o su entrega social, o su sentido político? ¿No es en todo esto
donde hay que buscar la verdadera y última salvación, el medio eficaz de
"poseer la tierra"? Aquella tierra que Moisés contempló sobre la
montaña (Dt 34. 1-4), cuyo esplendor admirara, ¿de quién puede obtenerse sino
de esa omnipotencia del hombre, encontrada de nuevo en los dioses de fabricación
humana, más bien que en un Dios evanescente, jamás alcanzado, y menos aún
asido, acaparado...? Para Jesús, "Dios es Dios"... Está más allá del
hombre. El don que Él hace tiene la gratuidad de una generosidad suprema. Por
eso no existe adoración legítima alguna, sea cual fuere la forma que adopte esa
adoración, hacia manifestación alguna del hombre, sino únicamente hacia Dios.
¿Abstracción fácil? ¿Teoría gratuita? No, porque tras el escenario de las
antiguas tentaciones de Israel, que Jesús rechaza con valor, más especialmente
tras la última que las resume a todas, se oculta una realidad permanente que
vivieron, a continuación de los padres del Éxodo, el entorno de Jesús y el
propio Jesús, que viven los hombres de siempre y, entre ellos, en primer lugar,
los discípulos de Jesús.
Detengámonos en estos últimos, ya que de ellos es, en definitiva de
quien se trata, según hemos visto más arriba. Rechazando las tentaciones que se
le proponían, Jesús supo vivir como "hijo de Dios", mostrarse
"el Hijo de Dios". A ejemplo suyo, los cristianos, hijos de Dios,
deben vivir de una manera acorde con su nueva naturaleza.
D/CONFIANZA: Como
Jesús, los discípulos rechazan por lo tanto, exigir a Dios actos que no
tendrían otra finalidad que la propia satisfacción si no ya la propia
vanagloria. Conscientes de que Dios "sabe lo que necesitan" (6. 8),
confían en su palabra, cuentan con su promesa, negándose a ligar su fe a la
realización de sus deseos espontáneos. Al igual que Jesús, rehúsan poner a Dios
entre la espada y la pared, o a dejarse llevar de un imperioso deseo de
milagros que disimularía mal la propensión humana al espectáculo. Cuando en la
Escritura leen la promesa divina, se niegan a torcer el texto en el sentido de
sus ingenuas impaciencias, dedicándose, por el contrario, a esperar
pacientemente la realización de las auténticas promesas con tanta gozosa
esperanza como sosegada obstinación.
Lo mismo que Jesús, en fin, se niegan a buscar la realización universal
del Reino de Dios, a "poseer la tierra", toda la tierra, a base de
medios "diabólicos", que suponen la adoración de cuanto no es Dios.
Medios humanos: financieros, políticos, sociales... todos pueden servir al
Reino, pero ninguno puede ser el medio supremo íntegramente..., religiosamente
aceptado.
En definitiva esa es la opción de Jesús y de los cristianos: entre Dios
y lo que no es Dios. Dios, percibido a través de los signos y siempre más allá
de esos signos, aunque sean los más elocuentes, los más necesarios...
Opción de otros tiempos... de siempre... de hoy.
LOUIS MONLOUBOU - LEER Y PREDICAR EL EVANGELIO DE MATEO - EDIT. SAL
TERRAE SANTANDER 1981.Pág. 91
3.- Con una frase característica de la narración bíblica, Mt nos
presenta a Jesús en una situación de tener que decidir. Se tienta a uno en
sentido bíblico, cuando se le coloca en una situación en que deberá dar buena
prueba de sí o decidirse o al menos manifestarse. El marco y las circunstancias
de la tentación de Jesús recuerdan la pasada historia del pueblo de Israel.
"Recuerda el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta
años por el desierto, para afligirte, para ponerte a prueba y conocer tus
intenciones, si guardas sus preceptos o no" (/Dt/08/02). Es muy probable
que Mateo pensara en este texto al escribir el suyo, poniendo una vez más de
manifiesto la matriz histórica en que Jesús se mueve y a la que da sentido y
plenitud.
Las pruebas de Jesús son tres, todas ellas puntualmente superadas
haciendo suyos sendos pasajes del Dt, el viejo libro que contiene la
Constitución del Pueblo de Israel. Comentario: Considerado globalmente, el
texto es un desafío a Jesús para que elija sus prioridades como libertador
prometido por Dios, como Mesías.
En primer lugar está la tentación de construir la nueva sociedad
mediante medios económicos, convirtiendo las piedras en panes. Había
ciertamente abundancia de personas hambrientas en el mundo que habrían aceptado
gustosas ese pan, viniera de donde viniera. Jesús mismo conoció sin duda las
estrecheces y el hambre. Además, el A.T. había descrito a menudo la nueva
sociedad como una época de gran prosperidad material en la que los hambrientos
serían alimentados y las necesidades de cada uno serían satisfechas. Había por
eso abundantes y buenas razones para que Jesús se interesase por ello. Una
palabra de Dios al pueblo de Israel en un momento crucial de su pasada historia
ayudó a Jesús a vencer la tentación: "no sólo de pan vive el hombre".
No es que Jesús dejase de reconocer que el pueblo tenía necesidades económicas;
más bien reconoció, por una parte, que no era ésta su más profunda necesidad y,
por otra, que no era esto lo que Dios quería que fuera el objetivo principal de
su obra. De hecho, Jesús proveyó posteriormente de alimento al pueblo
hambriento. Pero sabía que ésta no debía ser la principal finalidad de su obra.
Una segunda tentación fue la de arrojarse abajo, sin hacerse daño, desde
la torre del templo al concurrido atrio. Habría sido cosa fácil demostrar que
era el Mesías obrando milagros, porque lo milagroso e insólito tenía y sigue
teniendo un especial atractivo. También aquí había para esta tentación algo más
que la simple lógica de la situación, pues existía efectivamente una profecía
en el A.T. acerca del Mesías que aparecería de repente y de un modo dramático
en el templo (Ml 3. 1-3). Había también una promesa en el salmo 91 que decía
que Dios protegería a aquellos que le pusieran a prueba. ¿Y no era éste el
momento de hacerlo? Si Jesús era realmente el Mesías, podía entonces con toda
seguridad esperar que Dios cumpliera honorablemente sus promesas. Una idea muy
seductora.
La respuesta a ella vino del mismo tiempo crucial de la pasada historia
de Israel: "no pondrás a prueba al Señor tu Dios". El contexto de la
promesa de Dios en el salmo 91 aclara que ésta era válida sólo para aquellos
que vivían en obediencia a la voluntad divina. Y para Jesús hacer la voluntad
de Dios significaba servicio y sufrimiento, y no el uso arbitrario de las
promesas de Dios para sus propios fines personales y egoístas. Por eso rechazó
la tentación de ser reconocido como el salvador prometido por Dios mediante un
despliegue del poder de hacer milagros. Naturalmente que los obró, pero también
dio a entender claramente que los milagros eran signos vivos de su mensaje: no
eran el mensaje mismo.
MESIANISMO-POLITICO La tercera tentación consistía en ser un Mesías político. No cabe
la menor duda de que ésta debió ser la tentación más fuerte. Después de todo,
esto era precisamente lo que los judíos esperaban del Mesías. También creían
comúnmente que ellos gobernarían a todas las demás naciones en la nueva era que
iba a seguir, y Jesús fue tentado para que aceptase la autoridad de Satanás con
el fin de conseguir el poder sobre el mundo. La idea apareció todavía más viva
mediante una visión del esplendor de los reinos del mundo, pero Jesús se dio
cuenta de nuevo de que esto era muy diferente de la nueva sociedad que tenía que
inaugurar. No es que Jesús no sintiera simpatía por el profundo deseo de
libertad que experimentaba su pueblo. Después de todo, Él mismo vivía bajo la
tiranía de Roma. Había trabajado con sus propias manos para producir lo
suficiente para pagar los impuestos romanos. Conocía muy bien la miserable
condición de sus compatriotas, pero rechazó el mesianismo político por dos
razones: primeramente rechazó las condiciones en que el demonio se lo ofrecía:
compartir soberanía con él. Si Jesús aceptaba que el demonio tenía autoridad
sobre el mundo, entonces se le otorgaría una autoridad política limitada a
cambio. Esto era algo que Jesús no podía aceptar. Su propio compromiso, y el
que exigió a sus seguidores, era exclusivamente con Dios, como soberano y
señor. Reconocer el poder del demonio en cualquier área de la vida habría sido
negar la suprema autoridad de Dios.
VD/IMPONERLA.Pero, además, a Jesús se le ofrecía la posibilidad de gobernar con la autoridad
y la gloria de un imperio semejante al de los romanos. Y él sabía que ésta no
era su misión. Sabía también que la ley de Dios nunca podía imponerse desde
fuera en la vida de los hombres y en la sociedad. Si había una lección que
aprender de la historia de su pueblo era ésta. Poseían todas las leyes del
A.T., pero una y otra vez se habían mostrado totalmente incapaces de
cumplirlas. Jesús veía que lo que los hombres necesitaban era entregar su
voluntad y libre obediencia a Dios, y de este modo recibir la libertad moral
para crear la clase de sociedad nueva que Dios quería que tuvieran.
Esta tercera tentación fue, ciertamente, la más fuerte y apremiante, y
fue también rechazada del modo más decidido: "¡Apártate, Satanás!"
Jesús no trataba de imponer un nuevo autoritarismo para reemplazar al viejo
autoritarismo de Roma. Su nueva sociedad no iba a ser un gobierno tiránico y
cruel como muchos judíos preveían, sino algo que brotaría de la nueva e íntima
naturaleza de aquellos que formaban parte de ella, puesto que servían y
adoraban a Dios únicamente.
ALBERTO BENITO - DABAR 1990/17
4.- Sentido del texto. El autor del evangelio cree en Jesús como el
enviado de Dios en calidad de Hijo. Con esta convicción se ha puesto a escribir
su evangelio. De esta convicción suya quiere hacer partícipes a unos lectores
judíos. Estos estaban familiarizados con toda una literatura de la que
resultaba una imagen concreta de enviado de Dios (Mesías). Mateo tiene que
servirse de esta literatura si quiere que sus lectores le entiendan a la hora
de decirles que Jesús es el Mesías.
Una creencia popular sobre el Mesías es que su llegada daría lugar a una
gran lucha de la que él saldría victorioso. Esta creencia, con su escenografía,
es lo que Mateo recoge, con la única finalidad de que sus lectores puedan
entender quién es Jesús.
Pero al hacerlo corrige críticamente la imagen de Mesías que sus
lectores tenían. Frente al ser radiante, frente al superhombre de la literatura
de la que se sirve, Mateo presenta hoy un personaje -permítaseme la expresión-
tozudamente humano. Comprobémoslo. Primer asalto (vs. 3-4). Si eres hijo de
Dios. Respuesta: No sólo de pan vive el hombre. Tú quieres que sea Dios; yo te
digo que soy hombre.
Segundo asalto (vs. 5-7). Si eres hijo de Dios. El enviará a sus
ángeles. Respuesta: No tentarás al Señor tu Dios. Deja en paz a Dios; soy yo el
llamado a solucionar mis problemas.
Tercer asalto (vs. 8-10). Dios soy yo. Respuesta: adorarás al Señor tu
Dios. ¿Es que acaso piensas que mis anteriores críticas religiosas significan
que yo no soy religioso y que no sé quien es el único Dios a quien hay que
adorar?
DABAR 1981/17
5.- La tentación es experiencia permanente y universal. Todos los
humanos fueron, son y serán tentados.
El primer Adán, tentado en el paraíso; el segundo, en el desierto. El
primer Adán, tentado con la manzana de la ciencia y del poder; el segundo, con
la manzana del consumo y de la gloria. El primer Adán, tentado para que sea
Dios; el segundo, tentado para que no sea siervo.
Son las mismas tentaciones de todos los hombres y pueblos. La tentación
de Israel en el desierto, la de la Iglesia en la historia. En el fondo es la
desconfianza, la no dependencia, la autosuficiencia.
Es negarse a servir, negarse a morir, negarse a amar.
CARITAS - LA MAS URGENTE RECONVERSION - CUARESMA 1984.Pág. 14
6.- Las tentaciones de Jesús nos prueban, por una parte, que Jesús era
hijo de Adán, con todas sus consecuencias. Sufrió las mismas tentaciones que el
primer hombre y que todos los hombres. Pero, por el desarrollo de las
tentaciones, sabemos que Jesús es algo nuevo. Dará una respuesta contraria a la
de Adán. No se deja seducir por el diablo, porque su corazón se halla
enteramente seducido por Dios. Ahí está el principio de la salvación. Las tentaciones
de Jesús son paradigmáticas: son las tentaciones del pueblo de Dios por el
desierto; son las tentaciones del hombre universal; son las tentaciones del
tener, del poder y de la gloria. Son las tentaciones de la autosuficiencia y la
independencia. Son las tentaciones de querer manipular a Dios, incluso de
querer ser y vivir como Dios. La estructura de los cuarenta días en el desierto
-un relato más bien simbólico- da origen a la Cuaresma cristiana.
CARITAS - RIOS DEL CORAZON - CUARESMA Y PASCUA 1993.Pág. 43
PROPUESTA DE CANTOS DOMINGO I CUARESMA CICLO
A 2023
01.- PUEBLO
SANTO Y ELEGIDO (Autor: J.P. Martins)
1. Caminamos hacia ti, oh ciudad de nuestro Dios,
construyendo en este mundo la verdad y el amor.
PUEBLO SANTO Y ELEGIDO CONGREGADO EN EL AMOR,
VAS BUSCANDO, PEREGRINO, LA CIUDAD DE NUESTRO
DIOS.
2. Avanzamos, peregrinos, con Jesús, nuestra
esperanza.
Él nos salva, Él nos guía, con la luz de su
palabra.
3. Quien tiene hambre de justicia, quien anhela
la verdad,
en la mesa del Señor su Palabra encontrará.
4. Reunidos en la Iglesia proclamamos su verdad:
Jesucristo es el que salva dando al mundo su
amistad.
5. Los caminos de este mundo son caminos sin
final:
sólo Cristo es el sendero que conduce a la
verdad.
02.- NOS HAS LLAMADO AL DESIERTO
Nos has llamado al desierto
Señor de la libertad
y está el corazón abierto
a la luz de tu verdad.
Subimos con esperanza
la escalada cuaresmal
el pueblo de Dios avanza
hasta la cumbre pascual.
1. Tu pueblo, Señor, camina
desde la aurora al ocaso
a tu Pascua se encamina
y te sigue paso a paso.
2. Señor te reconocemos
y tu Palabra escuchamos
tus caminos seguiremos
y tu ley de amor cantamos.
3. Se acerca, Señor, tu día
en el que todo florece
con su luz y su alegría
ya el camino resplandece.
03.- HOMBRES
NUEVOS (Autor: J.A. Espinoza)
¿DANOS UN
CORAZÓN GRANDE PARA AMAR
DANOS UN CORAZÓN FUERTE PARA LUCHAR
Hombres nuevos creadores de la historia
constructores de nueva humanidad.
Hombres nuevos que viven la existencia
como riesgo de un largo caminar.
Hombres nuevos
luchando en esperanza
caminantes sedientos de verdad.
Hombres nuevos sin frenos ni cadenas
hombres libres que exigen libertad.
Hombres nuevos
amando sin fronteras
por encima de razas y lugar.
Hombres nuevos al lado de los pobres
compartiendo con ellos techo y pan. .
04.- CON
AMOR TE PRESENTO SEÑOR (Autor: Carmelo
Erdozaín)
Con amor te presento
Señor lo mejor de mi vida;
te presento Señor mi
amistad; con amor te presento Señor,
para ser mi manjar,
la viña, el racimo, el trigal,
el pan de mi hogar te
presento con amor.
Con mis manos
abiertas a ti, contemplando tu lámpara,
te presento Señor mi
esperanza; hacia ti se dirige mi barca,
hacia el cielo se va;
es largo el camino, el remar, ruta pascual,
Dios me guía al
caminar.
Con mi ofrenda también yo te doy,
lo mejor de mis lágrimas;
te presento Señor mi dolor;
te presento Señor mi oración, ofertorio de amor;
el grano enterrado ya es flor; la espiga oblación,
la semilla redención.
05.- HAMBRE
DE DIOS (AUTOR: J.A. Espinoza)
NO PODEMOS CAMINAR
CON HAMBRE BAJO EL
SOL,
DANOS SIEMPRE EL
MISMO PAN:
TU CUERPO Y SANGRE,
SEÑOR.
1. Comamos todos de
este Pan,
el Pan de la unidad.
En un cuerpo nos unió
el Señor,
por medio del amor.
2. Señor, yo tengo
sed de TI,
sediento estoy de
Dios;
pero pronto llegaré a
ver
el rostro del Señor.
3. Por el desierto el
pueblo va
cantando su dolor;
en la noche brillará
tu luz,
nos guía la verdad.
06.- DIOS
ES FIEL
Dios
es fiel, guarda siempre su Alianza,
libra al pueblo de toda esclavitud.
Su Palabra resuena en los profetas
reclamando el bien y la virtud.
Pueblo en marcha por el desierto ardiente:
horizontes de paz y libertad.
Asamblea de Dios eterna fiesta;
tierra nueva perenne heredad.
El maná es un don que el cielo envía,
pero el pan hoy se cuece con sudor.
Leche y miel nos dará la tierra nueva
si el trabajo es fecundo y redentor.
Si al mirar hacia atrás somos tentados
de volver a Egipto seductor,
el Espíritu empuja con su fuerza
a avanzar por la vía del amor.
Y Jesús nos dará en el Calvario
su lección: «Hágase tu voluntad».
Y su sangre, vertida por nosotros,
será el precio de nuestra libertad.
07.- YO
PENSABA
Yo pensaba que el hombre era grande por su poder,
grande por su saber, grande por su valor.
Yo pensaba que el hombre era grande y me equivoqué,
pues grande es sólo Dios.
SUBE HASTA EL CIELO Y LO
VERÁS
QUE PEQUEÑITO EL MUNDO ES,
SUBE HASTA EL CIELO Y LO
VERÁS.
COMO UN JUGUETE DE CRISTAL,
QUE CON CARIÑO HAY QUE
CUIDAR,
SUBE HASTA EL CIELO Y LO
VERÁS.
Muchas veces el hombre buscaba ser como Dios,
quería ser como Dios, soñaba ser como Dios.
Muchas veces el hombre soñaba y se despertó,
pues grande es sólo Dios.
Caminando por la vida hay veces que encontrarás cosas
que extrañarás, hombres que admirarás.
Caminando por la vida, hay veces que pensarás
que el hombre es como Dios.
08.- DAME
TU PERDON (Cesáreo Garabaín)
1. Ten piedad, Dios
mío, dame tu perdón.
Soy un peregrino, soy
un pecador,
vengo arrepentido,
ten piedad, Señor,
vuelve a mí tus ojos
con amor.
2. Lejos de tu casa,
de tu bendición,
malgasté mi vida en
la perdición.
Roto y pobre vengo,
ten piedad, Señor,
vuelve a mí tus ojos
con amor.
3. A tus puertas
llamo, sé que me abrirás.
Con los pecadores
muestras tu bondad.
A salvarnos vienes,
ten piedad, Señor,
vuelve a mí tus ojos
con amor.