PARÁBOLA DEL PADRE QUE TENÍA DOS HIJOS
COMENTARIO
Dos situaciones
paralelas configuran la introducción del texto. De una parte, los recaudadores
y pecadores escuchando a Jesús; de otra, los fariseos y letrados criticando la
condescendencia de Jesús. La parábola que sigue es la respuesta de Jesús a la
crítica de los fariseos y letrados.
La parábola
tipifica en dos hermanos las conductas de los dos grupos de la introducción. De
una parte, el hermano menor: símbolo representativo de los recaudadores y
pecadores; de otra, el hermano mayor: símbolo de los fariseos y letrados. La
parábola sigue a otras dos en las que se habla de la alegría de Dios por la
conversión de los pecadores.
Este ordenamiento
de las tres parábolas convierte, a su vez, al padre de la tercera en símbolo
representativo de Dios. En su primera parte la parábola reproduce la conducta
del hijo menor, desde su marcha de la casa paterna hasta su retorno a ella.
Pieza magistral de realismo y ternura. Ciclo sellado por la alegría festiva del
reencuentro y cerrado en lo tocante al hijo menor. En su segunda parte la
parábola reproduce la reacción negativa del hijo mayor y los esfuerzos del
padre por convencerle a que se sume a la alegría festiva del reencuentro con su
hermano. Todo en esta segunda parte es tipo de las situaciones de la introducción.
La alegría festiva es símbolo de la convivencia amigable de Jesús con los
recaudadores y pecadores; la negativa del hijo mayor a tomar parte en la fiesta
es símbolo de la crítica de los fariseos y letrados a la condescendencia de
Jesús.
Esta parábola
debería tener otro título, considerando al Padre que concilia a los dos hijos
como: parábola del padre que tenía dos hijos.
Hay en esta
parábola una radiografía de los pecadores y los “buenos” El problema del texto
no son los malos, sino los buenos. La radiografía del bueno la hace el bueno
mismo en el v. 29: tantos años que te sirvo, sin desobedecer nunca una orden
tuya. Hay en esta radiografía una fina ironía por parte del autor. En el
original griego el verbo "servir" pertenece al área semántica ser
esclavo. Este es precisamente el punto negro del bueno: vivir como esclavo en
vez de vivir como hijo. El bueno cumple a la perfección, pero desconoce lo que
es estar con el padre. Hijo mío, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es
tuyo. Con estas palabras completa el padre lo que le falta a la radiografía del
bueno: la filiación, la libertad de hijo, la madurez. A fuerza de cumplir, el
bueno se fabrica una coraza que le impide moverse.
Tan férrea y opaca
es la coraza que sólo le permite ver el propio ombligo. Fuera de sí, el bueno
no ve a nadie, ni siquiera al Padre al que paradójicamente dice servir. Pero el
Padre sufre por el hijo esclavo. Un hijo así es una tragedia para sí mismo y
para Dios, a la par que una desgracia para la convivencia con los demás, a
quienes mira por encima del hombro con desdén y lástima. Estos buenos son unos
repelentes inaguantables. En el texto de hoy la conversión llama explícitamente
a la puerta de los buenos.
R.P.
Roland Vicente Castro Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA Is 66, 10-11
Alégrate, Jerusalén, reúnanse todos los que la
aman, regocíjense los que estuvieron tristes para que exulten; mamarán a sus
pechos y se saciarán de sus consuelos.
ORACION COLECTA
Oh, Dios, que, por tu Verbo, realizas de modo admirable la
reconciliación del género humano, haz que el pueblo cristiano se apresure, con
fe gozosa y entrega diligente, a celebrar las próximas fiestas pascuales. Por
nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del Libro de Josué 5, 9a.10-12
En aquellos días, dijo el Señor a Josué: «Hoy
les he quitado de encima el oprobio de Egipto». Los hijos de Israel acamparon
en Guilgal y celebraron allí la Pascua al atardecer del día catorce del mes, en
la estepa de Jericó. Al día siguiente a la Pascua, comieron ya de los productos
de la tierra: ese día, panes ácimos y espigas tostadas. Y desde ese día en que
comenzaron a comer de los productos de la tierra, cesó el maná. Los hijos de
Israel ya no tuvieron maná, sino que ya aquel año comieron de la cosecha de la
tierra de Canaán.
SALMO
RESPONSORIAL (Sal 33)
Gusten y vean qué
bueno es el Señor.
Bendigo al Señor en todo
momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.
R.
Proclamen conmigo la
grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me
respondió, me libró de todas mis ansias. R.
Contémplenlo, y quedarán
radiantes, su rostro no se avergonzará. El afligido invocó al Señor, él lo
escuchó y lo salvó de sus angustias. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda
carta del apóstol San Pablo a los Corintios 5, 17-21
Hermanos:
Si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha
comenzado lo nuevo. Todo procede de Dios, que nos reconcilió consigo por medio
de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación. Porque Dios mismo
estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirles cuenta de sus
pecados, y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación. Por eso,
nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara
por medio de nosotros. En nombre de Cristo les pedimos que se reconcilien con
Dios. Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que
nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en Él.
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO Lc 15, 18
Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre
y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
EVANGELIO
Lectura del santo
Evangelio según San Lucas 15, 1-3.11-32
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos
los publicanos y pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas
murmuraban diciendo: «Ese acoge a los pecadores y come con ellos». Jesús les
dijo esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos; el menor de has dado un cabrito
para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo
tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero
cebado”. El padre le dijo: “Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es
tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano
tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”».
PLEGARIA
UNIVERSAL
Hermanos, reunidos para celebrar la Eucaristía.
pidamos a Dios su luz y su fuerza para la Iglesia, a el mundo y para nosotros.
1. Por la Iglesia de Dios; que su palabra y su testimonio
hagan brillar la luz de Cristo en la oscuridad de este mundo pecador. Roguemos
al Señor.
2. Por quienes combatimos contra el pecado en nosotros, y a
veces nos desalentamos en la lucha; para que nos levantemos de nuevo, hasta
alcanzar la victoria. Roguemos al Señor.
3. Por todos nuestros hermanos; para que nuestros esfuerzos
concertados abran en el mundo los caminos de una vida más humana, en que cada
uno sea amado y ayudado, como un hermano. Roguemos al Señor.
4. Por esta asamblea; que la oración más fervorosa, la
participación más frecuente en los Sacramentos, y nuestras mortificaciones de
esta Cuaresma, nos aparten del pecado y nos lleven a una vida de santidad. Roguemos
al Señor.
¡Señor Dios nuestro, tú no quieres la perdición de los pecadores, sino
su conversión, perdona nuestros pecados y olvidos, dirigiendo siempre con tu
gracia nuestros corazones vacilantes, por Cristo nuestro Señor!
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, al ofrecerte
alegres los dones de la eterna salvación, te rogamos nos ayudes a celebrarlos
con fe verdadera y a saber ofrecértelos de modo adecuado por la salvación del
mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Lc 15, 32
Deberías
alegrarte, hijo, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba
perdido y lo hemos encontrado.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Oh, Dios, luz que
alumbra a todo hombre que viene a este mundo, ilumina nuestros corazones con la
claridad de tu gracia, para que seamos capaces de pensar siempre, y de amar con
sinceridad, lo que es digno y grato a tu grandeza. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
PALABRA
DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes
31:
Is 65, 17-21; Sal 29, 2 y 4. 5-6. 11-12ª y 13b; Jn 4, 43-54.
Martes
01:
Ez 47, 1-9. 12; Sal 45, 2-3. 5-6. 8-9; Jn 5, 1-16
Miércoles
02:
Is 49, 8-15; Sal 144, 8-9. 13cd-14. 17-18; Jn 5, 17-30
Jueves
03:
Ex 32, 7-14; Sal 105, 19-20. 21-22. 23; Jn 5, 31-47
Viernes
04:
Sb 2, 1ª.12-22; Sal 33; 17-18. 19-20. 21 y 23; Jn 7, 1-2.10.25-30
Sábado
05:
Jr 11, 18-20; Sal 7, 23-3. 9bc-10. 11-12; Jn 7, 40-53
Domingo
06:
Is 43, 16-21; Sal 1235; Flp 3, 8-14; Jn 8, 1-11
COMENTARIOS AL EVANGELI0
Lc 15, 1-3. 11-32
1. /Jr/31.
Lucas dedica todo un capítulo a las
parábolas de la misericordia: la oveja perdida (15, 4-7), el dracma perdido (15,
8-10), el hijo perdido (15, 11-32). Este capítulo pudo haber sido pensado como
un Midrash de Jer. 31. Encontramos, en efecto, en el texto del profeta la
imagen de la concentración de las ovejas (Jer. 31, 10-12), la de la mujer que
encuentra a sus hijos perdidos (Jer. 31, 15-16), y finalmente la imagen de Dios
perdonando a su hijo preferido Efraím (Jer. 31, 18-20). Señalemos que el pasaje
paralelo de Mt. 18, 8-14 añade un nuevo midrash a Jer. 31: el de los cojos y
ciegos que entran en el Reino (Mt. 18, 8-10), como preveía Jer. 31, 8.
* * * *
Cabe pensar que la parábola del hijo
pródigo hace alusión a Jer. 31, texto que debía de ser bien conocido de los
primeros cristianos porque es el texto del Antiguo Testamento que mejor
describe la Nueva Alianza (Jer. 31, 31-34). Muy bien puede haberse hecho en las
parábolas de la misericordia un comentario de Jer. 31 preparando a las mentes
para la inteligencia de la nueva alianza, basada en un amor a Dios más fuerte
que el pecado.
Las motivaciones del arrepentimiento del
hijo menor no son particularmente puras, y la conversión no se produce sino
bajo la presión de necesidades vitales, lo que al menos tiene la ventaja de
subrayar la magnitud de la gratuidad del perdón paterno.
Pero en el momento en que ese amor alcanza
su culminación entra en escena el hermano mayor. Jeremías 31 se termina con la
descripción de la reconciliación de Efraím y de Judá, dos tribus que estaban
interesadas por la misma alianza y la misma abundancia (Jer. 31, 23-31). En la
parábola, el padre de familia no tendrá la alegría de reconciliar a sus dos
hijos en torno a su amor, en el banquete de la abundancia: el mayor, comido por
la envidia, rechaza esa mezcla con el pecador de la misma forma que los
escribas y los fariseos (Lc. 15, 1-3). El hermano mayor se comporta además con
el mismo orgullo que el fariseo en el Templo (Lc. 18, 10-12), con el mismo
desprecio hacia el otro (comparar "este hijo tuyo..." y "este
publicano"). En cuanto al hijo menor, su oración se parece a la del publicano
(cf. Lc. 18, 13). Por tanto, esta parábola, lo mismo que la del publicano y el
fariseo, trata de justificar la benevolente acogida que Cristo dispensa a todos
los hombres, incluso a los pecadores.
En segundo plano, el mayor aprende que no
será amado por su Padre si, a su vez, no recibe al pecador; el padre amoroso
espera que no se le limite en su misericordia. No es él quien excluye al mayor,
sino que es este último quien se excluye a sí mismo porque no ama a su hermano
(cf. /1Jn/04/20-21).
De esta forma, el amor gratuito de Dios
elabora una nueva alianza que incita a la conversión y se sella en el banquete
eucarístico, alianza en la que el derecho de primogenitura antiguo queda
eliminado porque el amor de Dios se abre a todos.
* * * *
La parábola del hijo pródigo constituye una
excelente iniciación al período de penitencia. Se precisa en primer término que
los dos hijos son pecadores: así es la condición humana. Pero uno lo sabe y
monta su actitud en función de ese conocimiento; el otro se niega a reconocerlo
y no modifica en nada su vida. Dios viene para el uno y para el otro: sale al
encuentro del más pequeño, pero también al encuentro del mayor (vv. 20 y 28);
Dios viene para todos los hombres, para los pecadores que saben que lo son y
para los que no lo saben; no viene solo para una categoría de hombres.
En el proceso penitencial del más pequeño
se advierte en primer término la iniciativa humana; hablábamos más arriba de la
"contrición imperfecta": el
pequeño se convierte porque es desgraciado y porque, al fin de cuentas, el
ambiente de la casa paterna vale mucho más que la porqueriza en que vive. Con
esta contrición imperfecta (v. 16) procede a su examen-de-conciencia
("entrando en sí mismo"; v. 17) y prepara incluso el texto de la
confesión que hará a su padre (vv. 17-19). Pero el descubrimiento esencial del
penitente que se lanza por el camino de retorno a Dios es el advertir que Dios
sale a su encuentro con una bondad tal que el penitente pierde el hilo
conductor de su discurso de confesión (vv. 21-23). Los papeles se han cambiado:
ya no es la contrición del penitente lo que cuenta y constituye lo esencial de
la actitud penitencial, sino el amor de Dios y su perdón.
Pero son muchos los casos,
desgraciadamente, en que el sacramento de la penitencia se desarrolla como si
el perdón no fuese más que una correspondencia a una confesión y una actitud
del hombre cuando es, ante todo, una actitud de Dios y una celebración de su
amor re-creador. Y es también muy raro que el ministro del sacramento dé
realmente la impresión de que encamina a alguien hacia la alegría del Padre.
MAERTENS-FRISQUE - NUEVA GUIA DE LA
ASAMBLEA CRISTIANA III - MAROVA MADRID 1969.Pág. 164 ss
2.- PERDON/ALEGRIA
Esta parábola del "padre
bondadoso" sigue en parte la línea de las anteriores. Primeramente, es una
proclamación, un grito jubiloso: "¡Alegraos conmigo!".
"¡Alegraos, porque he hallado lo que había perdido!". Dios, como el
pastor o la mujer que barre su casa, no deja de buscar lo que es suyo (el padre
salía todos los días a otear el horizonte). Y cuando lo encuentra, explota la
alegría. Y quiere que todos se alegren con él. También los fariseos -que oyen
de la boca de Jesús cómo es el amor del Padre con los pecadores y ven cómo
busca a los hombres hasta encontrarlos- deberían dejar de murmurar envidiosos y
reconocer con profunda satisfacción: "¡Este perdona los pecados!".
Pero no. El padre se encuentra -así la
parábola- con que el hijo "fiel" no entiende que ha llegado la hora
del júbilo; no puede comprender por qué su padre "ha tirado la casa por la
ventana" cuando vuelve su hermano perdido. Es llamativo el peculiar alarde
sobre su propia "fidelidad". Pero esa permanencia en la casa del
padre no le había llevado aún a la confianza y a la alegría con él y en él,
sino a una espera por recibir un buen sueldo de obrero. El padre le ruega, sin
embargo, que se reconozca como hijo, y lo abraza, y le dice que "todo lo
mío es tuyo". Y también que se reconozca hermano de ese "mi"
hijo que es "tu" hermano, el que ha vuelto de las miserias extrañas a
nosotros...
FIDELIDAD/DUREZA: Lo que sobrecoge
en la parábola es el insondable amor del padre para con ambos hijos y la
terrible (sin duda "típica") dureza del corazón del hijo que se
distancia de ese padre porque no acepta a "ése", "ese tu
hijo" que ha despilfarrado tu hacienda.
EUCARISTÍA 1989, 11
3.- Lucas no se refiere a ninguna situación
especial sino a lo que siempre sucedía: mientras los pecadores públicos y todos
aquellos que no eran buenos a juicio de los fariseos y según la religiosidad
oficial, se acercaban a Jesús, le escuchaban y se convertían al evangelio, los
santones y maestros de Israel no hacían otra cosa que expiarle y criticar su
conducta. Pero Jesús, acogiendo a los pecadores, no hacía otra cosa que
manifestar el amor de Dios y su perdón misericordioso. La parábola del
"hijo pródigo" es una réplica de Jesús a la murmuración de los
fariseos.
La parábola, que debiera llamarse del
"padre bondadoso", tiene también algunos rasgos simbólicos y
sicológicos de gran interés.
Pero, como decíamos, lo principal es el
insondable amor de Dios que se refleja en la conducta del padre.
P/LIBERTAD: El pecado es
siempre un apartarse de Dios para convertirse a las criaturas, una opción por
el mundo con menosprecio de Dios. No obstante, Dios deja en libertad al hombre
para que haga su experiencia. No quiere tener hijos a la fuerza, deja que se
vayan lejos. El pecado lleva al hombre al límite de su miseria. Pero entonces
es posible que recapacite y vuelva a su casa. De ser así, el primer paso se da
con el reconocimiento de la propia miseria. Dios espera siempre al hijo pródigo
y le sale al encuentro con su gracia. Si se decide a volver, lo acogerá
amorosamente, lo restablecerá en su dignidad perdida y lo colmará de bienes.
Dejará a un lado la venganza y aun la mera justicia, no aceptará que viva en la
casa como un jornalero. Celebrará su venida como una resurrección: "estaba
muerto y ha revivido". Así es Dios. El comportamiento del hermano es
completamente distinto. Sirve para contraponer el amor de Dios a la conducta de
los hombres, que no sabemos perdonar, porque no nos amamos como hermanos.
Porque tampoco nos comportamos como
verdaderos hijos de Dios, sino sólo como servidores y esclavos. Es una crítica
de Jesús a los fariseos que cumplen la ley a la perfección, al pie de la letra,
pero que no han descubierto que la auténtica perfección de la ley es el amor.
Para saber perdonar hace falta ser Dios o verdadero hijo de Dios, no basta con
ser un cumplidor.
EUCARISTÍA 1986, 12
4.- El otro hijo
29.02.16 | 09:15. Archivado en Cuaresma
Sin duda, la parábola más
cautivadora de Jesús es la del «padre bueno», mal llamada «parábola del
hijo pródigo». Precisamente este «hijo menor» ha atraído siempre la atención de
comentaristas y predicadores. Su vuelta al hogar y la acogida increíble del
padre han conmovido a todas las generaciones cristianas.
Sin embargo, la parábola habla
también del «hijo mayor», un hombre que permanece junto a su padre, sin
imitar la vida desordenada de su hermano, lejos del hogar. Cuando le informan
de la fiesta organizada por su padre para acoger al hijo perdido, queda
desconcertado. El retorno del hermano no le produce alegría, como a su padre,
sino rabia: «se indignó y se negaba a entrar» en la fiesta. Nunca se había
marchado de casa, pero ahora se siente como un extraño entre los suyos.
El padre sale a invitarlo con el
mismo cariño con que ha acogido a su hermano. No le grita ni le da órdenes. Con
amor humilde «trata de persuadirlo» para que entre en la fiesta de la acogida.
Es entonces cuando el hijo explota dejando al descubierto todo su
resentimiento. Ha pasado toda su vida cumpliendo órdenes del padre,
pero no ha aprendido a amar como ama él. Ahora solo sabe exigir sus derechos y
denigrar a su hermano.
Esta es la tragedia del hijo mayor. Nunca se ha marchado de
casa, pero su corazón ha estado siempre lejos. Sabe cumplir mandamientos pero
no sabe amar. No entiende el amor de su padre a aquel hijo perdido. Él no
acoge ni perdona, no quiere saber nada con su hermano. Jesús termina su
parábola sin satisfacer nuestra curiosidad: ¿entró en la fiesta o se quedó
fuera?
Envueltos en la crisis religiosa de
la sociedad moderna, nos hemos habituado a hablar de creyentes e increyentes,
de practicantes y de alejados, de matrimonios bendecidos por la Iglesia y de
parejas en situación irregular... Mientras nosotros seguimos
clasificando a sus hijos, Dios nos sigue esperando a todos, pues no es propiedad
de los buenos ni de los practicantes. Es Padre de todos.
El «hijo mayor» es una interpelación
para quienes creemos vivir junto a él. ¿Qué estamos haciendo quienes no hemos
abandonado la Iglesia? ¿Asegurar nuestra supervivencia religiosa
observando lo mejor posible lo prescrito, o ser testigos del amor grande de
Dios a todos sus hijos e hijas? ¿Estamos construyendo comunidades
abiertas que saben comprender, acoger y acompañar a quienes buscan a Dios entre
dudas e interrogantes? ¿Levantamos barreras o tendemos puentes? ¿Les ofrecemos
amistad o los miramos con recelo?
José Antonio Pagola
4 Cuaresma – C - (Lucas 15,1-3.11-32)
- 06 de marzo 2016
5.- Entre el telón de fondo y la parábola
del padre de los dos hijos hay otras dos parábolas en el texto de Lucas cuando
habla Jesús del hombre que tenía dos hijos. Es Dios quien en silencio ve
perderse a su hijo menor y quien lo acoge desbordante de alegría. Es Dios quien
suplica a su hijo mayor y quien le manifiesta sus desvelos de padre. Jesús
actúa como revelador de este Dios haciendo sus veces: acoge al hijo menor y
come con él, suplica al hijo mayor que sea hermano de su hermano. La parábola
termina con esta súplica a los fariseos y letrados. Estos conocen ahora que la
razón por la que Jesús está gustoso en compañía de publicanos y pecadores es
porque son hijos de Dios lo mismo que ellos. No tiene pues ningún sentido la
descalificación y el desprecio entre hermanos. Tanto un hermano como otro
tienen ciertamente algo en qué cambiar. Publicanos y pecadores ya lo han hecho;
toca ahora a fariseos y letrados el hacerlo. Ellos son ahora el hijo
problemático.
Comentario. El análisis del texto revela
suficientemente lo incompleto, inconcluso e inexacto que resulta la habitual
denominación parábola del hijo pródigo. Lo completo y exacto es hablar de
parábola del padre que tenía dos hijos. El padre es quien da unidad a toda la
historia, la figura central, la que aparece en las dos partes. El padre es el
personaje auténticamente fascinante de la historia, una verdadera obra maestra.
Él es el personaje que de verdad ama y sufre. Nos hallamos probablemente ante
la mejor página del Nuevo Testamento sobre Dios. Si queremos saber cómo es
Dios, acudamos a esta parábola del padre que tenía dos hijos.
Lo que el domingo pasado estaba solamente
implícito, hoy se hace explícito. Todos tenemos necesidad de conversión, los
hijos menores y los hijos mayores, los malos y los buenos.
CUMPLIDOR/ESCLAVO: Lo que pasa es
que los malos saben que lo son y cambian. Los problemas terminan por plantearlo
los buenos, los que nunca desobedecen una orden de Dios. Una cuestión de matiz
o de talante termina siendo una cuestión esencial: en vez de hijos terminan
siendo esclavos intransigentes y pagados de sí mismos.
Hay, sin embargo, una cosa que queda muy
clara en la historia que Jesús narra: que Dios no es un capataz de esclavos,
sino un padre. Dios es fascinante a pesar de sus hijos mayores.
ALBERTO BENITO - DABAR 1989, 16
6.- Comentario. Es de capital importancia
no perder de vista el ensamblaje del conjunto: la parábola es la respuesta de
Jesús a la crítica de letrados y fariseos por el hecho de juntarse a comer con
pecadores. El conjunto es, pues, un diálogo entre fariseos y Jesús a propósito
de las comidas de éste con pecadores. Los centros de interés no son, pues, los
pecadores sino los fariseos. Fruto de la estricta correspondencia de situación
y personajes entre los vs. 1-2 y la parábola, el autor establece las siguientes
equivalencias: pecadores del comienzo = hijo menor de la parábola (el malo;
fariseos = hijo mayor (el bueno).
Insistir, como suele hacerse, en el hijo
menor se estropear la parábola. La insistencia hay que hacerla en el hijo
mayor. Él es el verdadero problema. El hijo menor no es problema simple y
llanamente porque reconoce su actuación de mal hijo y la supera. El problema
está en el hijo mayor: no reconoce que también él es mal hijo. ¿Mal hijo? Sí,
porque no actúa como hijo sino como esclavo: ve en el padre un amo a quien hay
que servir, a quien no hay que desobedecer, a quien hay que estar siempre
pidiendo permiso.
Sí, el hijo mayor también es mal hijo. Con
el agravante de que ni quiere reconocerlo, ni, consiguientemente, supera su
pecado. Por eso no se cierra la parábola, sino que queda abierta: ¿Reconocerán
los buenos su pecado y empezarán a dejar de ser esclavos para ser hijos, es
decir, libres? Aquí está la cuestión.
Ahora entenderemos lo que decíamos el
domingo pasado: Jesús no pide el cambio a los malos sino a los buenos. El hijo
menor no necesita ser invitado a salir de su situación: él mismo sale.
Esta invitación sólo se hace al hijo mayor.
¡Qué genial es Jesús! Si seguimos llamando a esta parábola la parábola de la
misericordia habrá que hacerlo a condición de fijarse más en el hijo mayor. De
lo contrario la misericordia tiene el riesgo de convertirse en paternalismo y,
lo que es más grave, la religión en una cuestión de moralidad.
DABAR 1983, 19
7.- En la parte central del tercer
evangelio hallamos el capítulo 15, el de "las parábolas de la
misericordia", una auténtica obra maestra de la literatura cristiana.
La finalidad de estas parábolas (oveja
perdida, dracma perdida, hijo pródigo) era contestar a los fariseos su crítica
porque Jesús acogía a los pecadores.
De las tres parábolas, la de hoy, la del
hijo pródigo, es la más conocida y la más rica en enseñanzas. Hace una
descripción psicológica y teológica incomparable sobre el corazón del hombre y
el corazón de Dios, sobre la realidad del pecado y de la gracia. El hombre que
se aleja de Dios y no encuentra sino desengaño, miseria y soledad. Pero este
hombre no está del todo perdido. Tiene capacidad de renovarse y de revivir.
Dios no lo abandona, y sabe que puede volver si sabe humillarse. Y lo hace. El
padre lo espera, se conmueve, lo perdona y lo acepta no ya como siervo sino
como el hijo de siempre, con la misma dignidad (traje, anillo, sandalias,
fiesta). El perdón de Dios es absoluto, perdona y olvida totalmente; todo
recomienza, todo se ve con ojos nuevos llenos de alegría. Como contraste, el
hijo mayor que representa la observancia exacta, pero sin corazón, la
obediencia farisaica que calcula y no ve los valores de la misericordia.
El tema más repetido de esta parábola es el
de la alegría y la fiesta, y más aún que del hijo pródigo nos habla del padre
bondadoso que inspira la conversión y la acepta plenamente.
J. M. VERNET - MISA DOMINICAL 1983, 6
8.- -"Hijo... deberías alegrarte,
porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido...": Todo el
dinamismo de la narración lleva hacia la situación conflictiva con el hermano
mayor, que ilustra la actitud intransigente de los escribas y fariseos. El hijo
mayor no sabe comprender que el amor del padre pasa por encima del pecado y no
quiere participar en el banquete... En contraste, Jesús es el verdadero hijo
mayor que sintoniza con el estilo del padre y participa del banquete en el que
se reencuentra con los pecadores. Pero la parábola no se queda sólo en una
ilustración del alcance y del significado del hacer de Jesús, sino que es
también una interpelación a los oyentes, a los escribas y fariseos, y a todo el
que al escucharla vea retratada su actuación. La interpelación es una
invitación a reconocer en el hijo pequeño, al hermano. A reconocer en el
pecador a tu propio hermano. Sólo desde este descubrimiento se puede sintonizar
entonces con Jesús y con el plan de Dios.
JOAN NASPLEDA - MISA DOMINICAL 1989, 5
9.- La parábola del hijo pródigo, aparte de
ser una joya literaria, es un fogonazo de luz divina que nos descubre el
corazón de Dios, o el nombre de Dios, que diría Moisés. Resulta que Dios se
manifestaba en Jesús como excesivamente misericordioso, «acercándose a los
publicanos» y «comiendo con los pecadores». Ante el escándalo de "los
justos", les pinta este retrato de Dios, de los pecadores y de los justos.
No puede leerse sin emoción. Pensar que
Dios es como el padre de la parábola -verdadero protagonista del cuadro-, es
algo que nos rompe. ¡Abajo nuestras defensas y fuera nuestros miedos! Sólo nos
quedan las lágrimas de la alegría y la emoción. Un padre que respeta la
decisión alocada del hijo, que no duerme pensando en la suerte del hijo, que
madruga todos los días esperando la vuelta del hijo, que cambia por traje nuevo
y joyas los harapos del hijo, que no pide cuentas al hijo, que hace la fiesta
más grande por la recuperación, por la resurrección del hijo... Verdaderamente,
Dios no tiene, sino que es misericordia.
Y, por contraste, la estampa mezquina,
cicatera, orgullosa, distante del hermano mayor. Es el auténtico fariseo,
verdaderamente repugnante. ¡Qué miedo si Dios se pareciera, siquiera un
poquito, a él!
CARITAS - UN DIOS PARA TU HERMANO -
CUARESMA Y PASCUA 1992.Págs. 93
10.- -"Ese acoge a los pecadores y
come con ellos": La introducción del capítulo pone en evidencia el
contexto de las parábolas que Jesús pronuncia. Jesús comiendo con los pecadores
manifiesta, de una forma palpable y activa, la misericordia de Dios. La crítica
de los fariseos a la actuación de Jesús es una crítica al estilo de actuar del
mismo Dios. Las tres parábolas del capítulo: la oveja perdida, la moneda
perdida y el hijo pródigo, pretenden dar una respuesta que ponga en evidencia
el profundo contraste que hay entre la opción farisea y la opción de Dios.
-"Un hombre tenía dos hijos...":
La parábola denominada del "hijo pródigo", que ha inspirado obras
literarias y artísticas, ha sido también para algunos denominada la parábola de
"los dos hijos"; pero el verdadero protagonista es el padre, que con
su amor pasa por encima de la irreflexión del más joven y la mezquindad del
mayor. Este amor del padre es el camino que vemos en la actuación de Jesús y
que, a través de la parábola, nos indica que se trata de un amor que manifiesta
el de Dios, que también es Padre.
-"Hijo... deberías alegrarte, porque
este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido...": Todo el dinamismo de la
narración lleva hacia la situación conflictiva con el hermano mayor, que
ilustra la actitud intransigente de los escribas y fariseos. El hijo mayor no
sabe comprender que el amor del padre pasa por encima del pecado y no quiere
participar en el banquete... En contraste, Jesús es el verdadero hijo mayor que
sintoniza con el estilo del padre y participa del banquete en el que se
reencuentra con los pecadores. Pero la parábola no se queda sólo en una
ilustración del alcance y del significado del hacer de Jesús, sino que es
también una interpelación a los oyentes, a los escribas y fariseos, y a todo el
que al escucharla vea retratada su actuación. La interpelación es una
invitación a reconocer en el hijo pequeño, al hermano. A reconocer en el
pecador a tu propio hermano. Sólo desde este descubrimiento se puede sintonizar
entonces con Jesús y con el plan de Dios.
JOAN NASPLEDA - MISA DOMINICAL 1995, 4
PROPUESTA DE CANTOS DE IV DE CUARESMA (CICLO C)
(30 DE MARZO)
TEMA: “ESTE HERMANO TUYO ESTABAS MUERTO Y HA VUELTO A LA VIDA”
01.- CON ALEGRIA
EN EL CORAZON (Joaquin Madurga)
CON
ALEGRÍA EN EL CORAZÓN
QUEREMOS
CANTARTE SEÑOR;
CON
ESPERANZA, CON FE Y CON AMOR
QUEREMOS
LLEGAR A TU MESA SEÑOR.
1.-
Con alegría de amistad compartida
en
una comida
Con
esperanza de escuchar tu palabra
que
da la vida.
2.-
Con alegría de fiesta de hermanos
en
la Eucaristía;
Con
la fe y el amor que exige el juntarnos
en
tu comida.
3.-
Con alegría los primeros cristianos
su
amor compartían;
Con
esperanza seguiremos sus huellas
y
ejemplo de vida.
02.- NUEVA
CREACION
CAMINA
PUEBLO DE DIOS, CAMINA PUEBLO DE DIOS.
NUEVA
LEY, NUEVA ALIANZA EN LA NUEVA CREACIÓN.
CAMINA
PUEBLO DE DIOS, CAMINA PUEBLO DE DIOS.
1.-
Mira allá en el Calvario en la roca hay una cruz,
muerte
que engendra la vida, nuevos hombres, nueva luz.
Cristo
nos ha salvado con su muerte y resurrección,
todas
las cosas renacen en la Nueva Creación.
2.-
Cristo toma en su cuerpo el pecado, la esclavitud,
al
destruirlos nos trae una nueva plenitud.
Pone
en paz a los hombres, a las cosas y al Creador,
todo
renace a la vida en la Nueva Creación.
3.-
Cielo y tierra se abrazan, nuestra alma halla el perdón,
vuelven
a abrirse los cielos para el hombre pecador.
Israel
peregrino vive y canta tu redención,
hay
nuevos mundos abiertos en la Nueva Creación.
4.-
Todos nacidos en un solo Bautismo,
unidos
en la misma comunión.
Todos
viviendo en una misma casa.
Iglesia
peregrina de Dios.
Todos
prendidos en una misma suerte
ligados
a la misma salvación.
Somos
un cuerpo y Cristo es la cabeza,
Iglesia
peregrina de Dios.
03.- OFRENDA DE
AMOR
Por
los niños que empiezan la vida,
por
los hombres sin techo ni hogar
por
pueblos que sufren la guerra
te
ofrecemos el vino y el pan.
PAN
Y VINO SOBRE EL ALTAR
SON
OFRENDAS DE AMOR
PAN
Y VINO SERÁN DESPUÉS
TU
CUERPO Y SANGRE, SEÑOR.
Por
los hombres que viven unidos,
por
los hombres que buscan la paz,
por
los pueblos que no te conocen,
te
ofrecemos el vino y el pan.
Por
aquellos a quienes queremos,
por
nosotros y nuestra amistad,
por
los vivos y por los difuntos,
te
ofrecemos el vino y el pan.
04.- TE
OFRECEMOS NUESTRA JUVENTUD (J.A. Espinoza)
TE
OFRECEMOS, SEÑOR,
NUESTRA
JUVENTUD. (2)
Este
día que amanece (anochece)
entre
cantos y alegrías,
este
día en que sentimos
tu
presencia en nuestras vidas.
Ilusiones
y esperanzas,
la
alegría de vivir
todos
juntos como hermanos
caminando
hacia ti.
3.-
El esfuerzo de los hombres,
el
dominio de la tierra,
la
llegada de tu reino,
inquietud
que se hace eterna.
4.- Ofrecemos todos juntos
nuestras
vidas al Señor,
los
trabajos y dolores,
la
alegría y el amor.
05.- A TU MESA
ME ACERCO
A
TU MESA ME ACERCO,
A
RECIBIR, A COMPARTIR,
MI
JESÚS TU ALIMENTO.
CONMIGO
ESTÁS, SOY MUY FELIZ,
OH
SEÑOR EN MI TE SIENTO.
Haz
que en mi caminar esté junto a Ti,
haz
que coma tu Pan y que habites en mí,
el
agua que tu das calmará mi sed,
es
divino manjar que aviva mi fe.
Nada
me faltará si tú estás en mí,
con
mi Dios quiero estar para yo ser feliz,
yo
confío Señor que me llamarás,
si
decae el amor que me inclina hacia Ti.
06.- PADRE VUELVO
A TI (Kairoi)
Querido
Padre, cansado vuelvo a Ti,
haz
que conozca el don de tu amistad;
vivir
por siempre el gozo del perdón
y
en tu presencia, tu fiesta celebrar.
Pongo
en tus manos mis culpas, ¡Oh Señor!
estoy
seguro de que eres siempre fiel;
dame
tu fuerza para poder andar
buscando
en todo hacer tu voluntad.
PADRE,
YO BUSCO TU AMOR; PADRE, VUELVO A TI;
MIRA
QUE TU HIJO SOY; PADRE, VUELVO A TI.
Lo
reconozco, a veces olvidé
que
eres mi Padre y que a mi lado estás,
que
soy tu hijo y me aceptas como soy,
sólo
me pides: vive en sinceridad.
Quiero
sentirme cercano a Ti, Señor,
oír
tu voz que me habla al corazón,
sentirme
libre desde tu libertad,
ser
signo vivo de la fraternidad.
07.- VOLVERE
(Ricardo Parrado)
VOLVERE,
VOLVERE,
A
LA CASA DEL PADRE VOLVERE.
LE
DIRE, LE DIRE:
'CONTRA
EL CIELO Y CONTRA TI YO PEQUE'.
1.-
De mi casa me fui un día
destrozando
la familia. Yo pequé.
Hoy
me encuentro triste y roto,
yo
no puedo vivir solo. Volveré.
2.-
He pecado, Padre mío,
no
merezco ser tu hijo. Vuelvo a Ti.
Hijo
mío, yo te abrazo,
te
he perdido y te encontrado. Ven a mí.
3.-
A ese hijo que ha llegado
yo
no quiero por hermano. Échalo.
Ese
hijo y ese hermano
es
mi hijo y es tu hermano. Alégrate.
08.- LA ALEGRIA EN
EL PERDON (Cesareo Garabain)
1.-
La alegría más hermosa
es
la alegría en el perdón,
que
en el cielo hay mucha fiesta
cuando
vuelve un pecador.
Si
la oveja se ha perdido
a
buscarla va el pastor,
que
en el cielo hay mucha fiesta
cuando
vuelve un pecador.
LA
ALEGRÍA MÁS HERMOSA,
LA
ALEGRÍA EN EL PERDÓN,
QUE
EN EL CIELO HAY MUCHA FIESTA
CUANDO
VUELVE UN PECADOR.
2.-
Cuando el hijo se fue lejos
triste
el padre se quedó,
y
qué inmensa su alegría
cuando
el hijo regresó.
Cada
día, cada instante,
por
su ausencia se apenó,
y
qué inmensa su alegría
cuando
el hijo regresó.
3.-
La mujer buscaba triste
las
monedas que perdió,
y
saltaba de alegría
cuando
al fin las encontró.
Qué
afanosa rebuscaba
toda
su casa barrió,
y
saltaba de alegría
cuando
al fin las encontró.
4.-
Una tarde hubo fiesta,
fiesta
grande en Jericó,
Tú,
Jesús, estás contento
pues
Zaqueo te encontró.
Qué
alegría más hermosa
la
que allá se celebró,
Tú,
Jesús, estás contento
pues
Zaqueo te encontró.
09.- VOLVERE A
LA CASA DEL PADRE (Joaquín Madurga)
VOLVERÉ
A LA CASA DEL PADRE,
A
LA CASA QUE UN DÍA ABANDONE,
LE
DIRÉ: NO MEREZCO SER TU HIJO,
CONTRA
EL CIELO Y CONTRA TI YO PEQUÉ.
1.-
Dejé la casa del Padre,
en
busca de otros caminos,
perdiendo
el rumbo y sentido
mi
vida yo malgasté.
Hoy
me siento arrepentido
solo
con mi soledad,
quiero
emprender el camino
de
regreso hacia el hogar.
2.-
Cuando volvió el hijo a casa
su
padre lo vio de lejos
y
fue corriendo a su encuentro
y
conmovido le abrazó,
y
colgándose del cuello
lo
cubrió de tiernos besos,
le
puso anillo y traje nuevo
y
una fiesta preparó.
3.-
El otro hermano no quiere entrar,
y
dice muy ofendido:
a
ese hijo tuyo perdido
mejor
le tratas que a mí.
Tú
ya estás siempre conmigo,
es
tu hermano quien ha vuelto
hoy
vive y estaba muerto
ven
y alégrate feliz.
10.- HAZME
VOLVER (Noviciado de nuestra Señora de la Consolación)
Hazme
volver, y volveré,
porque
Tú, Yahveh, eres mi Dios.
Hazme
volver, y volveré,
porque
Tú eres mi Dios. (x2)
Hallé
gracia en el desierto,
allí
me hablaste al corazón;
con
amor eterno me has amado,
por
eso estoy en Ti. (x2)
Hazme
volver, y volveré,
porque
Tú, Yahveh, eres mi Dios.
Hazme
volver, y volveré,
porque
Tú eres mi Dios. (x2)
Tú
eres el Alfarero,
Tú
eres el Hacedor;
nosotros,
barro entre Tus manos,
las
manos de mi Señor. (x2)
Hazme
volver, y volveré,
porque
Tú, Yahveh, eres mi Dios.
Hazme
volver, y volveré,
porque
Tú eres mi Dios.
11.- HOY HE
VUELTO (Cesáreo Garabain)
1.-
Cuantas veces siendo niño te recé,
con
mis besos te decía que te amaba,
poco
a poco, con el tiempo, olvidándome de ti,
por
caminos que se alejan me perdí. (bis)
HOY
HE VUELTO, MADRE, A RECORDAR
CUANTAS
COSAS DIJE ANTE TU ALTAR,
Y
AL REZARTE PUEDO COMPRENDER
QUE
UNA MADRE NO SE CANSA DE ESPERAR. (BIS)
2.-
Al regreso, me encendías una luz,
sonriendo
desde lejos me esperabas,
en
la mesa la comida aún caliente y el mantel
y
tu abrazo en mi alegría de volver. (bis)
3.-
Aunque el hijo se alejara del hogar,
una
madre siempre espera su regreso,
que
el regalo más hermoso que a los hijos da el Señor
es
su madre y el milagro de su amor. (bis)
12.- CAMINARE EN
PRESENCIA DEL SEÑOR (J.A. Espinoza)
CAMINARÉ
EN PRESENCIA DEL SEÑOR,
CAMINARÉ
EN PRESENCIA DEL SEÑOR.
1.-
Amo al Señor porque escucha mi voz suplicante,
Porque
inclina su oído hacia mí,
El
día que lo invoco.
2.-
Me envolvían redes de muerte,
Caí
en tristeza y en angustia,
Invoqué
el Nombre del Señor:
¡Señor,
Salva Mi Vida!
3.-
El Señor es benigno y justo,
nuestro
Dios es compasivo,
el
Señor guarda a los sencillos,
estando
yo sin fuerzas me salvó.
4.-
Alma mía, recobra tu calma,
que
el Señor fue bueno contigo,
arrancó
mi alma de la muerte,
mis
ojos de las lágrimas,
mis
pies de la caída.