viernes, 28 de marzo de 2025

LECTURAS Y COMENTARIOS DOMINGO IV T.O. CICLO C - 30 MARZO 2025

 

PARÁBOLA DEL PADRE QUE TENÍA DOS HIJOS


COMENTARIO

 

Dos situaciones paralelas configuran la introducción del texto. De una parte, los recaudadores y pecadores escuchando a Jesús; de otra, los fariseos y letrados criticando la condescendencia de Jesús. La parábola que sigue es la respuesta de Jesús a la crítica de los fariseos y letrados.

La parábola tipifica en dos hermanos las conductas de los dos grupos de la introducción. De una parte, el hermano menor: símbolo representativo de los recaudadores y pecadores; de otra, el hermano mayor: símbolo de los fariseos y letrados. La parábola sigue a otras dos en las que se habla de la alegría de Dios por la conversión de los pecadores.

Este ordenamiento de las tres parábolas convierte, a su vez, al padre de la tercera en símbolo representativo de Dios. En su primera parte la parábola reproduce la conducta del hijo menor, desde su marcha de la casa paterna hasta su retorno a ella. Pieza magistral de realismo y ternura. Ciclo sellado por la alegría festiva del reencuentro y cerrado en lo tocante al hijo menor. En su segunda parte la parábola reproduce la reacción negativa del hijo mayor y los esfuerzos del padre por convencerle a que se sume a la alegría festiva del reencuentro con su hermano. Todo en esta segunda parte es tipo de las situaciones de la introducción. La alegría festiva es símbolo de la convivencia amigable de Jesús con los recaudadores y pecadores; la negativa del hijo mayor a tomar parte en la fiesta es símbolo de la crítica de los fariseos y letrados a la condescendencia de Jesús.

Esta parábola debería tener otro título, considerando al Padre que concilia a los dos hijos como: parábola del padre que tenía dos hijos.

Hay en esta parábola una radiografía de los pecadores y los “buenos” El problema del texto no son los malos, sino los buenos. La radiografía del bueno la hace el bueno mismo en el v. 29: tantos años que te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya. Hay en esta radiografía una fina ironía por parte del autor. En el original griego el verbo "servir" pertenece al área semántica ser esclavo. Este es precisamente el punto negro del bueno: vivir como esclavo en vez de vivir como hijo. El bueno cumple a la perfección, pero desconoce lo que es estar con el padre. Hijo mío, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Con estas palabras completa el padre lo que le falta a la radiografía del bueno: la filiación, la libertad de hijo, la madurez. A fuerza de cumplir, el bueno se fabrica una coraza que le impide moverse.

Tan férrea y opaca es la coraza que sólo le permite ver el propio ombligo. Fuera de sí, el bueno no ve a nadie, ni siquiera al Padre al que paradójicamente dice servir. Pero el Padre sufre por el hijo esclavo. Un hijo así es una tragedia para sí mismo y para Dios, a la par que una desgracia para la convivencia con los demás, a quienes mira por encima del hombro con desdén y lástima. Estos buenos son unos repelentes inaguantables. En el texto de hoy la conversión llama explícitamente a la puerta de los buenos.

R.P. Roland Vicente Castro Juárez

 

ANTIFONA DE ENTRADA Is 66, 10-11

Alégrate, Jerusalén, reúnanse todos los que la aman, regocíjense los que estuvieron tristes para que exulten; mamarán a sus pechos y se saciarán de sus consuelos.

 

ORACION COLECTA

Oh, Dios, que, por tu Verbo, realizas de modo admirable la reconciliación del género humano, haz que el pueblo cristiano se apresure, con fe gozosa y entrega diligente, a celebrar las próximas fiestas pascuales. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

PRIMERA LECTURA

Lectura del Libro de Josué 5, 9a.10-12

En aquellos días, dijo el Señor a Josué: «Hoy les he quitado de encima el oprobio de Egipto». Los hijos de Israel acamparon en Guilgal y celebraron allí la Pascua al atardecer del día catorce del mes, en la estepa de Jericó. Al día siguiente a la Pascua, comieron ya de los productos de la tierra: ese día, panes ácimos y espigas tostadas. Y desde ese día en que comenzaron a comer de los productos de la tierra, cesó el maná. Los hijos de Israel ya no tuvieron maná, sino que ya aquel año comieron de la cosecha de la tierra de Canaán.

 

SALMO RESPONSORIAL (Sal 33)


Gusten y vean qué bueno es el Señor.

 

Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

 

Proclamen conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. R.

 

Contémplenlo, y quedarán radiantes, su rostro no se avergonzará. El afligido invocó al Señor, él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.

 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol San Pablo a los Corintios 5, 17-21

Hermanos: Si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo. Todo procede de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación. Porque Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirles cuenta de sus pecados, y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo les pedimos que se reconcilien con Dios. Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en Él.

 

ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO Lc 15, 18

Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.

 

 

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 15, 1-3.11-32

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: «Ese acoge a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos; el menor de has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”. El padre le dijo: “Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”».

 

PLEGARIA UNIVERSAL

Hermanos, reunidos para celebrar la Eucaristía. pidamos a Dios su luz y su fuerza para la Iglesia, a el mundo y para nosotros.

 

1. Por la Iglesia de Dios; que su palabra y su testimonio hagan brillar la luz de Cristo en la oscuridad de este mundo pecador. Roguemos al Señor.

 

2. Por quienes combatimos contra el pecado en nosotros, y a veces nos desalentamos en la lucha; para que nos levantemos de nuevo, hasta alcanzar la victoria. Roguemos al Señor.

 

3. Por todos nuestros hermanos; para que nuestros esfuerzos concertados abran en el mundo los caminos de una vida más humana, en que cada uno sea amado y ayudado, como un hermano. Roguemos al Señor.

 

4. Por esta asamblea; que la oración más fervorosa, la participación más frecuente en los Sacramentos, y nuestras mortificaciones de esta Cuaresma, nos aparten del pecado y nos lleven a una vida de santidad. Roguemos al Señor.

 

¡Señor Dios nuestro, tú no quieres la perdición de los pecadores, sino su conversión, perdona nuestros pecados y olvidos, dirigiendo siempre con tu gracia nuestros corazones vacilantes, por Cristo nuestro Señor!

 

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, al ofrecerte alegres los dones de la eterna salvación, te rogamos nos ayudes a celebrarlos con fe verdadera y a saber ofrecértelos de modo adecuado por la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

ANTIFONA DE COMUNION Lc 15, 32

Deberías alegrarte, hijo, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado.

 

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Oh, Dios, luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo, ilumina nuestros corazones con la claridad de tu gracia, para que seamos capaces de pensar siempre, y de amar con sinceridad, lo que es digno y grato a tu grandeza. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 31: Is 65, 17-21; Sal 29, 2 y 4. 5-6. 11-12ª y 13b; Jn 4, 43-54.

Martes 01: Ez 47, 1-9. 12; Sal 45, 2-3. 5-6. 8-9; Jn 5, 1-16

Miércoles 02: Is 49, 8-15; Sal 144, 8-9. 13cd-14. 17-18; Jn 5, 17-30

Jueves 03: Ex 32, 7-14; Sal 105, 19-20. 21-22. 23; Jn 5, 31-47

Viernes 04: Sb 2, 1ª.12-22; Sal 33; 17-18. 19-20. 21 y 23; Jn 7, 1-2.10.25-30

Sábado 05: Jr 11, 18-20; Sal 7, 23-3. 9bc-10. 11-12; Jn 7, 40-53

Domingo 06: Is 43, 16-21; Sal 1235; Flp 3, 8-14; Jn 8, 1-11

 

COMENTARIOS AL EVANGELI0

Lc 15, 1-3. 11-32


1. /Jr/31.

Lucas dedica todo un capítulo a las parábolas de la misericordia: la oveja perdida (15, 4-7), el dracma perdido (15, 8-10), el hijo perdido (15, 11-32). Este capítulo pudo haber sido pensado como un Midrash de Jer. 31. Encontramos, en efecto, en el texto del profeta la imagen de la concentración de las ovejas (Jer. 31, 10-12), la de la mujer que encuentra a sus hijos perdidos (Jer. 31, 15-16), y finalmente la imagen de Dios perdonando a su hijo preferido Efraím (Jer. 31, 18-20). Señalemos que el pasaje paralelo de Mt. 18, 8-14 añade un nuevo midrash a Jer. 31: el de los cojos y ciegos que entran en el Reino (Mt. 18, 8-10), como preveía Jer. 31, 8.

* * * *

Cabe pensar que la parábola del hijo pródigo hace alusión a Jer. 31, texto que debía de ser bien conocido de los primeros cristianos porque es el texto del Antiguo Testamento que mejor describe la Nueva Alianza (Jer. 31, 31-34). Muy bien puede haberse hecho en las parábolas de la misericordia un comentario de Jer. 31 preparando a las mentes para la inteligencia de la nueva alianza, basada en un amor a Dios más fuerte que el pecado.

Las motivaciones del arrepentimiento del hijo menor no son particularmente puras, y la conversión no se produce sino bajo la presión de necesidades vitales, lo que al menos tiene la ventaja de subrayar la magnitud de la gratuidad del perdón paterno.

Pero en el momento en que ese amor alcanza su culminación entra en escena el hermano mayor. Jeremías 31 se termina con la descripción de la reconciliación de Efraím y de Judá, dos tribus que estaban interesadas por la misma alianza y la misma abundancia (Jer. 31, 23-31). En la parábola, el padre de familia no tendrá la alegría de reconciliar a sus dos hijos en torno a su amor, en el banquete de la abundancia: el mayor, comido por la envidia, rechaza esa mezcla con el pecador de la misma forma que los escribas y los fariseos (Lc. 15, 1-3). El hermano mayor se comporta además con el mismo orgullo que el fariseo en el Templo (Lc. 18, 10-12), con el mismo desprecio hacia el otro (comparar "este hijo tuyo..." y "este publicano"). En cuanto al hijo menor, su oración se parece a la del publicano (cf. Lc. 18, 13). Por tanto, esta parábola, lo mismo que la del publicano y el fariseo, trata de justificar la benevolente acogida que Cristo dispensa a todos los hombres, incluso a los pecadores.

En segundo plano, el mayor aprende que no será amado por su Padre si, a su vez, no recibe al pecador; el padre amoroso espera que no se le limite en su misericordia. No es él quien excluye al mayor, sino que es este último quien se excluye a sí mismo porque no ama a su hermano (cf. /1Jn/04/20-21).

De esta forma, el amor gratuito de Dios elabora una nueva alianza que incita a la conversión y se sella en el banquete eucarístico, alianza en la que el derecho de primogenitura antiguo queda eliminado porque el amor de Dios se abre a todos.

* * * *

La parábola del hijo pródigo constituye una excelente iniciación al período de penitencia. Se precisa en primer término que los dos hijos son pecadores: así es la condición humana. Pero uno lo sabe y monta su actitud en función de ese conocimiento; el otro se niega a reconocerlo y no modifica en nada su vida. Dios viene para el uno y para el otro: sale al encuentro del más pequeño, pero también al encuentro del mayor (vv. 20 y 28); Dios viene para todos los hombres, para los pecadores que saben que lo son y para los que no lo saben; no viene solo para una categoría de hombres.

En el proceso penitencial del más pequeño se advierte en primer término la iniciativa humana; hablábamos más arriba de la "contrición imperfecta": el pequeño se convierte porque es desgraciado y porque, al fin de cuentas, el ambiente de la casa paterna vale mucho más que la porqueriza en que vive. Con esta contrición imperfecta (v. 16) procede a su examen-de-conciencia ("entrando en sí mismo"; v. 17) y prepara incluso el texto de la confesión que hará a su padre (vv. 17-19). Pero el descubrimiento esencial del penitente que se lanza por el camino de retorno a Dios es el advertir que Dios sale a su encuentro con una bondad tal que el penitente pierde el hilo conductor de su discurso de confesión (vv. 21-23). Los papeles se han cambiado: ya no es la contrición del penitente lo que cuenta y constituye lo esencial de la actitud penitencial, sino el amor de Dios y su perdón.

Pero son muchos los casos, desgraciadamente, en que el sacramento de la penitencia se desarrolla como si el perdón no fuese más que una correspondencia a una confesión y una actitud del hombre cuando es, ante todo, una actitud de Dios y una celebración de su amor re-creador. Y es también muy raro que el ministro del sacramento dé realmente la impresión de que encamina a alguien hacia la alegría del Padre.

MAERTENS-FRISQUE - NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA III - MAROVA MADRID 1969.Pág. 164 ss


 

2.-  PERDON/ALEGRIA

Esta parábola del "padre bondadoso" sigue en parte la línea de las anteriores. Primeramente, es una proclamación, un grito jubiloso: "¡Alegraos conmigo!". "¡Alegraos, porque he hallado lo que había perdido!". Dios, como el pastor o la mujer que barre su casa, no deja de buscar lo que es suyo (el padre salía todos los días a otear el horizonte). Y cuando lo encuentra, explota la alegría. Y quiere que todos se alegren con él. También los fariseos -que oyen de la boca de Jesús cómo es el amor del Padre con los pecadores y ven cómo busca a los hombres hasta encontrarlos- deberían dejar de murmurar envidiosos y reconocer con profunda satisfacción: "¡Este perdona los pecados!".

Pero no. El padre se encuentra -así la parábola- con que el hijo "fiel" no entiende que ha llegado la hora del júbilo; no puede comprender por qué su padre "ha tirado la casa por la ventana" cuando vuelve su hermano perdido. Es llamativo el peculiar alarde sobre su propia "fidelidad". Pero esa permanencia en la casa del padre no le había llevado aún a la confianza y a la alegría con él y en él, sino a una espera por recibir un buen sueldo de obrero. El padre le ruega, sin embargo, que se reconozca como hijo, y lo abraza, y le dice que "todo lo mío es tuyo". Y también que se reconozca hermano de ese "mi" hijo que es "tu" hermano, el que ha vuelto de las miserias extrañas a nosotros...

FIDELIDAD/DUREZA: Lo que sobrecoge en la parábola es el insondable amor del padre para con ambos hijos y la terrible (sin duda "típica") dureza del corazón del hijo que se distancia de ese padre porque no acepta a "ése", "ese tu hijo" que ha despilfarrado tu hacienda.

EUCARISTÍA 1989, 11


 

3.- Lucas no se refiere a ninguna situación especial sino a lo que siempre sucedía: mientras los pecadores públicos y todos aquellos que no eran buenos a juicio de los fariseos y según la religiosidad oficial, se acercaban a Jesús, le escuchaban y se convertían al evangelio, los santones y maestros de Israel no hacían otra cosa que expiarle y criticar su conducta. Pero Jesús, acogiendo a los pecadores, no hacía otra cosa que manifestar el amor de Dios y su perdón misericordioso. La parábola del "hijo pródigo" es una réplica de Jesús a la murmuración de los fariseos.

La parábola, que debiera llamarse del "padre bondadoso", tiene también algunos rasgos simbólicos y sicológicos de gran interés.

Pero, como decíamos, lo principal es el insondable amor de Dios que se refleja en la conducta del padre.

P/LIBERTAD: El pecado es siempre un apartarse de Dios para convertirse a las criaturas, una opción por el mundo con menosprecio de Dios. No obstante, Dios deja en libertad al hombre para que haga su experiencia. No quiere tener hijos a la fuerza, deja que se vayan lejos. El pecado lleva al hombre al límite de su miseria. Pero entonces es posible que recapacite y vuelva a su casa. De ser así, el primer paso se da con el reconocimiento de la propia miseria. Dios espera siempre al hijo pródigo y le sale al encuentro con su gracia. Si se decide a volver, lo acogerá amorosamente, lo restablecerá en su dignidad perdida y lo colmará de bienes. Dejará a un lado la venganza y aun la mera justicia, no aceptará que viva en la casa como un jornalero. Celebrará su venida como una resurrección: "estaba muerto y ha revivido". Así es Dios. El comportamiento del hermano es completamente distinto. Sirve para contraponer el amor de Dios a la conducta de los hombres, que no sabemos perdonar, porque no nos amamos como hermanos.

Porque tampoco nos comportamos como verdaderos hijos de Dios, sino sólo como servidores y esclavos. Es una crítica de Jesús a los fariseos que cumplen la ley a la perfección, al pie de la letra, pero que no han descubierto que la auténtica perfección de la ley es el amor. Para saber perdonar hace falta ser Dios o verdadero hijo de Dios, no basta con ser un cumplidor.

EUCARISTÍA 1986, 12


 

4.- El otro hijo

 29.02.16 | 09:15. Archivado en Cuaresma

Sin duda, la parábola más cautivadora de Jesús es la del «padre bueno», mal llamada «parábola del hijo pródigo». Precisamente este «hijo menor» ha atraído siempre la atención de comentaristas y predicadores. Su vuelta al hogar y la acogida increíble del padre han conmovido a todas las generaciones cristianas.

Sin embargo, la parábola habla también del «hijo mayor», un hombre que permanece junto a su padre, sin imitar la vida desordenada de su hermano, lejos del hogar. Cuando le informan de la fiesta organizada por su padre para acoger al hijo perdido, queda desconcertado. El retorno del hermano no le produce alegría, como a su padre, sino rabia: «se indignó y se negaba a entrar» en la fiesta. Nunca se había marchado de casa, pero ahora se siente como un extraño entre los suyos.

 El padre sale a invitarlo con el mismo cariño con que ha acogido a su hermano. No le grita ni le da órdenes. Con amor humilde «trata de persuadirlo» para que entre en la fiesta de la acogida. Es entonces cuando el hijo explota dejando al descubierto todo su resentimiento. Ha pasado toda su vida cumpliendo órdenes del padre, pero no ha aprendido a amar como ama él. Ahora solo sabe exigir sus derechos y denigrar a su hermano.
 
Esta es la tragedia del hijo mayor. Nunca se ha marchado de casa, pero su corazón ha estado siempre lejos. Sabe cumplir mandamientos pero no sabe amar. No entiende el amor de su padre a aquel hijo perdido. Él no acoge ni perdona, no quiere saber nada con su hermano. Jesús termina su parábola sin satisfacer nuestra curiosidad: ¿entró en la fiesta o se quedó fuera?

 Envueltos en la crisis religiosa de la sociedad moderna, nos hemos habituado a hablar de creyentes e increyentes, de practicantes y de alejados, de matrimonios bendecidos por la Iglesia y de parejas en situación irregular... Mientras nosotros seguimos clasificando a sus hijos, Dios nos sigue esperando a todos, pues no es propiedad de los buenos ni de los practicantes. Es Padre de todos.

 El «hijo mayor» es una interpelación para quienes creemos vivir junto a él. ¿Qué estamos haciendo quienes no hemos abandonado la Iglesia? ¿Asegurar nuestra supervivencia religiosa observando lo mejor posible lo prescrito, o ser testigos del amor grande de Dios a todos sus hijos e hijas? ¿Estamos construyendo comunidades abiertas que saben comprender, acoger y acompañar a quienes buscan a Dios entre dudas e interrogantes? ¿Levantamos barreras o tendemos puentes? ¿Les ofrecemos amistad o los miramos con recelo?

 José Antonio Pagola

 4 Cuaresma – C - (Lucas 15,1-3.11-32) - 06 de marzo 2016

 


 

5.- Entre el telón de fondo y la parábola del padre de los dos hijos hay otras dos parábolas en el texto de Lucas cuando habla Jesús del hombre que tenía dos hijos. Es Dios quien en silencio ve perderse a su hijo menor y quien lo acoge desbordante de alegría. Es Dios quien suplica a su hijo mayor y quien le manifiesta sus desvelos de padre. Jesús actúa como revelador de este Dios haciendo sus veces: acoge al hijo menor y come con él, suplica al hijo mayor que sea hermano de su hermano. La parábola termina con esta súplica a los fariseos y letrados. Estos conocen ahora que la razón por la que Jesús está gustoso en compañía de publicanos y pecadores es porque son hijos de Dios lo mismo que ellos. No tiene pues ningún sentido la descalificación y el desprecio entre hermanos. Tanto un hermano como otro tienen ciertamente algo en qué cambiar. Publicanos y pecadores ya lo han hecho; toca ahora a fariseos y letrados el hacerlo. Ellos son ahora el hijo problemático.

Comentario. El análisis del texto revela suficientemente lo incompleto, inconcluso e inexacto que resulta la habitual denominación parábola del hijo pródigo. Lo completo y exacto es hablar de parábola del padre que tenía dos hijos. El padre es quien da unidad a toda la historia, la figura central, la que aparece en las dos partes. El padre es el personaje auténticamente fascinante de la historia, una verdadera obra maestra. Él es el personaje que de verdad ama y sufre. Nos hallamos probablemente ante la mejor página del Nuevo Testamento sobre Dios. Si queremos saber cómo es Dios, acudamos a esta parábola del padre que tenía dos hijos.

Lo que el domingo pasado estaba solamente implícito, hoy se hace explícito. Todos tenemos necesidad de conversión, los hijos menores y los hijos mayores, los malos y los buenos.

CUMPLIDOR/ESCLAVO: Lo que pasa es que los malos saben que lo son y cambian. Los problemas terminan por plantearlo los buenos, los que nunca desobedecen una orden de Dios. Una cuestión de matiz o de talante termina siendo una cuestión esencial: en vez de hijos terminan siendo esclavos intransigentes y pagados de sí mismos.

Hay, sin embargo, una cosa que queda muy clara en la historia que Jesús narra: que Dios no es un capataz de esclavos, sino un padre. Dios es fascinante a pesar de sus hijos mayores.

ALBERTO BENITO - DABAR 1989, 16


 

6.- Comentario. Es de capital importancia no perder de vista el ensamblaje del conjunto: la parábola es la respuesta de Jesús a la crítica de letrados y fariseos por el hecho de juntarse a comer con pecadores. El conjunto es, pues, un diálogo entre fariseos y Jesús a propósito de las comidas de éste con pecadores. Los centros de interés no son, pues, los pecadores sino los fariseos. Fruto de la estricta correspondencia de situación y personajes entre los vs. 1-2 y la parábola, el autor establece las siguientes equivalencias: pecadores del comienzo = hijo menor de la parábola (el malo; fariseos = hijo mayor (el bueno).

Insistir, como suele hacerse, en el hijo menor se estropear la parábola. La insistencia hay que hacerla en el hijo mayor. Él es el verdadero problema. El hijo menor no es problema simple y llanamente porque reconoce su actuación de mal hijo y la supera. El problema está en el hijo mayor: no reconoce que también él es mal hijo. ¿Mal hijo? Sí, porque no actúa como hijo sino como esclavo: ve en el padre un amo a quien hay que servir, a quien no hay que desobedecer, a quien hay que estar siempre pidiendo permiso.

Sí, el hijo mayor también es mal hijo. Con el agravante de que ni quiere reconocerlo, ni, consiguientemente, supera su pecado. Por eso no se cierra la parábola, sino que queda abierta: ¿Reconocerán los buenos su pecado y empezarán a dejar de ser esclavos para ser hijos, es decir, libres? Aquí está la cuestión.

Ahora entenderemos lo que decíamos el domingo pasado: Jesús no pide el cambio a los malos sino a los buenos. El hijo menor no necesita ser invitado a salir de su situación: él mismo sale.

Esta invitación sólo se hace al hijo mayor. ¡Qué genial es Jesús! Si seguimos llamando a esta parábola la parábola de la misericordia habrá que hacerlo a condición de fijarse más en el hijo mayor. De lo contrario la misericordia tiene el riesgo de convertirse en paternalismo y, lo que es más grave, la religión en una cuestión de moralidad.

DABAR 1983, 19


 

7.- En la parte central del tercer evangelio hallamos el capítulo 15, el de "las parábolas de la misericordia", una auténtica obra maestra de la literatura cristiana.

La finalidad de estas parábolas (oveja perdida, dracma perdida, hijo pródigo) era contestar a los fariseos su crítica porque Jesús acogía a los pecadores.

De las tres parábolas, la de hoy, la del hijo pródigo, es la más conocida y la más rica en enseñanzas. Hace una descripción psicológica y teológica incomparable sobre el corazón del hombre y el corazón de Dios, sobre la realidad del pecado y de la gracia. El hombre que se aleja de Dios y no encuentra sino desengaño, miseria y soledad. Pero este hombre no está del todo perdido. Tiene capacidad de renovarse y de revivir. Dios no lo abandona, y sabe que puede volver si sabe humillarse. Y lo hace. El padre lo espera, se conmueve, lo perdona y lo acepta no ya como siervo sino como el hijo de siempre, con la misma dignidad (traje, anillo, sandalias, fiesta). El perdón de Dios es absoluto, perdona y olvida totalmente; todo recomienza, todo se ve con ojos nuevos llenos de alegría. Como contraste, el hijo mayor que representa la observancia exacta, pero sin corazón, la obediencia farisaica que calcula y no ve los valores de la misericordia.

El tema más repetido de esta parábola es el de la alegría y la fiesta, y más aún que del hijo pródigo nos habla del padre bondadoso que inspira la conversión y la acepta plenamente.

J. M. VERNET - MISA DOMINICAL 1983, 6


 

8.- -"Hijo... deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido...": Todo el dinamismo de la narración lleva hacia la situación conflictiva con el hermano mayor, que ilustra la actitud intransigente de los escribas y fariseos. El hijo mayor no sabe comprender que el amor del padre pasa por encima del pecado y no quiere participar en el banquete... En contraste, Jesús es el verdadero hijo mayor que sintoniza con el estilo del padre y participa del banquete en el que se reencuentra con los pecadores. Pero la parábola no se queda sólo en una ilustración del alcance y del significado del hacer de Jesús, sino que es también una interpelación a los oyentes, a los escribas y fariseos, y a todo el que al escucharla vea retratada su actuación. La interpelación es una invitación a reconocer en el hijo pequeño, al hermano. A reconocer en el pecador a tu propio hermano. Sólo desde este descubrimiento se puede sintonizar entonces con Jesús y con el plan de Dios.

JOAN NASPLEDA - MISA DOMINICAL 1989, 5


 

9.- La parábola del hijo pródigo, aparte de ser una joya literaria, es un fogonazo de luz divina que nos descubre el corazón de Dios, o el nombre de Dios, que diría Moisés. Resulta que Dios se manifestaba en Jesús como excesivamente misericordioso, «acercándose a los publicanos» y «comiendo con los pecadores». Ante el escándalo de "los justos", les pinta este retrato de Dios, de los pecadores y de los justos.

No puede leerse sin emoción. Pensar que Dios es como el padre de la parábola -verdadero protagonista del cuadro-, es algo que nos rompe. ¡Abajo nuestras defensas y fuera nuestros miedos! Sólo nos quedan las lágrimas de la alegría y la emoción. Un padre que respeta la decisión alocada del hijo, que no duerme pensando en la suerte del hijo, que madruga todos los días esperando la vuelta del hijo, que cambia por traje nuevo y joyas los harapos del hijo, que no pide cuentas al hijo, que hace la fiesta más grande por la recuperación, por la resurrección del hijo... Verdaderamente, Dios no tiene, sino que es misericordia.

Y, por contraste, la estampa mezquina, cicatera, orgullosa, distante del hermano mayor. Es el auténtico fariseo, verdaderamente repugnante. ¡Qué miedo si Dios se pareciera, siquiera un poquito, a él!

CARITAS - UN DIOS PARA TU HERMANO - CUARESMA Y PASCUA 1992.Págs. 93


 

10.- -"Ese acoge a los pecadores y come con ellos": La introducción del capítulo pone en evidencia el contexto de las parábolas que Jesús pronuncia. Jesús comiendo con los pecadores manifiesta, de una forma palpable y activa, la misericordia de Dios. La crítica de los fariseos a la actuación de Jesús es una crítica al estilo de actuar del mismo Dios. Las tres parábolas del capítulo: la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo pródigo, pretenden dar una respuesta que ponga en evidencia el profundo contraste que hay entre la opción farisea y la opción de Dios.

-"Un hombre tenía dos hijos...": La parábola denominada del "hijo pródigo", que ha inspirado obras literarias y artísticas, ha sido también para algunos denominada la parábola de "los dos hijos"; pero el verdadero protagonista es el padre, que con su amor pasa por encima de la irreflexión del más joven y la mezquindad del mayor. Este amor del padre es el camino que vemos en la actuación de Jesús y que, a través de la parábola, nos indica que se trata de un amor que manifiesta el de Dios, que también es Padre.

-"Hijo... deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido...": Todo el dinamismo de la narración lleva hacia la situación conflictiva con el hermano mayor, que ilustra la actitud intransigente de los escribas y fariseos. El hijo mayor no sabe comprender que el amor del padre pasa por encima del pecado y no quiere participar en el banquete... En contraste, Jesús es el verdadero hijo mayor que sintoniza con el estilo del padre y participa del banquete en el que se reencuentra con los pecadores. Pero la parábola no se queda sólo en una ilustración del alcance y del significado del hacer de Jesús, sino que es también una interpelación a los oyentes, a los escribas y fariseos, y a todo el que al escucharla vea retratada su actuación. La interpelación es una invitación a reconocer en el hijo pequeño, al hermano. A reconocer en el pecador a tu propio hermano. Sólo desde este descubrimiento se puede sintonizar entonces con Jesús y con el plan de Dios.

JOAN NASPLEDA - MISA DOMINICAL 1995, 4


 

 

PROPUESTA DE CANTOS DE IV DE CUARESMA (CICLO C) 

(30 DE MARZO)

TEMA: “ESTE HERMANO TUYO ESTABAS MUERTO Y HA VUELTO A LA VIDA”

 

 

01.- CON ALEGRIA EN EL CORAZON (Joaquin Madurga)

CON ALEGRÍA EN EL CORAZÓN

QUEREMOS CANTARTE SEÑOR;

CON ESPERANZA, CON FE Y CON AMOR

QUEREMOS LLEGAR A TU MESA SEÑOR.

 

1.- Con alegría de amistad compartida

en una comida

Con esperanza de escuchar tu palabra

que da la vida.

 

2.- Con alegría de fiesta de hermanos

en la Eucaristía;

Con la fe y el amor que exige el juntarnos

en tu comida.

 

3.- Con alegría los primeros cristianos

su amor compartían;

Con esperanza seguiremos sus huellas

y ejemplo de vida.

 

02.- NUEVA CREACION

CAMINA PUEBLO DE DIOS, CAMINA PUEBLO DE DIOS.

NUEVA LEY, NUEVA ALIANZA EN LA NUEVA CREACIÓN.

CAMINA PUEBLO DE DIOS, CAMINA PUEBLO DE DIOS.

 

1.- Mira allá en el Calvario en la roca hay una cruz,

muerte que engendra la vida, nuevos hombres, nueva luz.

Cristo nos ha salvado con su muerte y resurrección,

todas las cosas renacen en la Nueva Creación.

 

2.- Cristo toma en su cuerpo el pecado, la esclavitud,

al destruirlos nos trae una nueva plenitud.

Pone en paz a los hombres, a las cosas y al Creador,

todo renace a la vida en la Nueva Creación.

 

3.- Cielo y tierra se abrazan, nuestra alma halla el perdón,

vuelven a abrirse los cielos para el hombre pecador.

Israel peregrino vive y canta tu redención,

hay nuevos mundos abiertos en la Nueva Creación.

 

4.- Todos nacidos en un solo Bautismo,

unidos en la misma comunión.

Todos viviendo en una misma casa.

Iglesia peregrina de Dios.

Todos prendidos en una misma suerte

ligados a la misma salvación.

Somos un cuerpo y Cristo es la cabeza,

Iglesia peregrina de Dios.

 

03.- OFRENDA DE AMOR

Por los niños que empiezan la vida,

por los hombres sin techo ni hogar

por pueblos que sufren la guerra

te ofrecemos el vino y el pan.

 

PAN Y VINO SOBRE EL ALTAR

SON OFRENDAS DE AMOR

PAN Y VINO SERÁN DESPUÉS

TU CUERPO Y SANGRE, SEÑOR.

 

Por los hombres que viven unidos,

por los hombres que buscan la paz,

por los pueblos que no te conocen,

te ofrecemos el vino y el pan.

 

Por aquellos a quienes queremos,

por nosotros y nuestra amistad,

por los vivos y por los difuntos,

te ofrecemos el vino y el pan.

 

04.- TE OFRECEMOS NUESTRA JUVENTUD (J.A. Espinoza)

TE OFRECEMOS, SEÑOR,

NUESTRA JUVENTUD. (2)

 

Este día que amanece (anochece)

entre cantos y alegrías,

este día en que sentimos

tu presencia en nuestras vidas.

 

Ilusiones y esperanzas,

la alegría de vivir

todos juntos como hermanos

caminando hacia ti.

3.- El esfuerzo de los hombres,

el dominio de la tierra,

la llegada de tu reino,

inquietud que se hace eterna.

 

 4.- Ofrecemos todos juntos

nuestras vidas al Señor,

los trabajos y dolores,

la alegría y el amor.

 

05.- A TU MESA ME ACERCO

A TU MESA ME ACERCO,

A RECIBIR, A COMPARTIR,

MI JESÚS TU ALIMENTO.

CONMIGO ESTÁS, SOY MUY FELIZ,

OH SEÑOR EN MI TE SIENTO.

 

Haz que en mi caminar esté junto a Ti,

haz que coma tu Pan y que habites en mí,

el agua que tu das calmará mi sed,

es divino manjar que aviva mi fe.

 

Nada me faltará si tú estás en mí,

con mi Dios quiero estar para yo ser feliz,

yo confío Señor que me llamarás,

si decae el amor que me inclina hacia Ti.

 

06.- PADRE VUELVO A TI (Kairoi)

Querido Padre, cansado vuelvo a Ti,

haz que conozca el don de tu amistad;

vivir por siempre el gozo del perdón

y en tu presencia, tu fiesta celebrar.

Pongo en tus manos mis culpas, ¡Oh Señor!

estoy seguro de que eres siempre fiel;

dame tu fuerza para poder andar

buscando en todo hacer tu voluntad.

 

PADRE, YO BUSCO TU AMOR; PADRE, VUELVO A TI;

MIRA QUE TU HIJO SOY; PADRE, VUELVO A TI.

 

Lo reconozco, a veces olvidé

que eres mi Padre y que a mi lado estás,

que soy tu hijo y me aceptas como soy,

sólo me pides: vive en sinceridad.

Quiero sentirme cercano a Ti, Señor,

oír tu voz que me habla al corazón,

sentirme libre desde tu libertad,

ser signo vivo de la fraternidad. 

 

07.- VOLVERE (Ricardo Parrado)

VOLVERE, VOLVERE,

A LA CASA DEL PADRE VOLVERE.

LE DIRE, LE DIRE:

'CONTRA EL CIELO Y CONTRA TI YO PEQUE'.

 

1.- De mi casa me fui un día

destrozando la familia. Yo pequé.

Hoy me encuentro triste y roto,

yo no puedo vivir solo. Volveré.

 

2.- He pecado, Padre mío,

no merezco ser tu hijo. Vuelvo a Ti.

Hijo mío, yo te abrazo,

te he perdido y te encontrado. Ven a mí.

 

3.- A ese hijo que ha llegado

yo no quiero por hermano. Échalo.

Ese hijo y ese hermano

es mi hijo y es tu hermano. Alégrate.

 

08.- LA ALEGRIA EN EL PERDON (Cesareo Garabain)

1.- La alegría más hermosa

es la alegría en el perdón,

que en el cielo hay mucha fiesta

cuando vuelve un pecador.

 

Si la oveja se ha perdido

a buscarla va el pastor,

que en el cielo hay mucha fiesta

cuando vuelve un pecador.

 

LA ALEGRÍA MÁS HERMOSA,

LA ALEGRÍA EN EL PERDÓN,

QUE EN EL CIELO HAY MUCHA FIESTA

CUANDO VUELVE UN PECADOR.

 

2.- Cuando el hijo se fue lejos

triste el padre se quedó,

y qué inmensa su alegría

cuando el hijo regresó.

 

Cada día, cada instante,

por su ausencia se apenó,

y qué inmensa su alegría

cuando el hijo regresó.

 

3.- La mujer buscaba triste

las monedas que perdió,

y saltaba de alegría

cuando al fin las encontró.

 

Qué afanosa rebuscaba

toda su casa barrió,

y saltaba de alegría

cuando al fin las encontró.

 

4.- Una tarde hubo fiesta,

fiesta grande en Jericó,

Tú, Jesús, estás contento

pues Zaqueo te encontró.

 

Qué alegría más hermosa

la que allá se celebró,

Tú, Jesús, estás contento

pues Zaqueo te encontró.

 

09.- VOLVERE A LA CASA DEL PADRE (Joaquín Madurga)

VOLVERÉ A LA CASA DEL PADRE,

A LA CASA QUE UN DÍA ABANDONE,

LE DIRÉ: NO MEREZCO SER TU HIJO,

CONTRA EL CIELO Y CONTRA TI YO PEQUÉ.

 

1.- Dejé la casa del Padre,

en busca de otros caminos,

perdiendo el rumbo y sentido

mi vida yo malgasté.

Hoy me siento arrepentido

solo con mi soledad,

quiero emprender el camino

de regreso hacia el hogar.

 

2.- Cuando volvió el hijo a casa

su padre lo vio de lejos

y fue corriendo a su encuentro

y conmovido le abrazó,

y colgándose del cuello

lo cubrió de tiernos besos,

le puso anillo y traje nuevo

y una fiesta preparó.

 

3.- El otro hermano no quiere entrar,

y dice muy ofendido:

a ese hijo tuyo perdido

mejor le tratas que a mí.

Tú ya estás siempre conmigo,

es tu hermano quien ha vuelto

hoy vive y estaba muerto

ven y alégrate feliz.

 

10.- HAZME VOLVER (Noviciado de nuestra Señora de la Consolación)

Hazme volver, y volveré,

porque Tú, Yahveh, eres mi Dios.

Hazme volver, y volveré,

porque Tú eres mi Dios. (x2)

Hallé gracia en el desierto,

allí me hablaste al corazón;

con amor eterno me has amado,

por eso estoy en Ti. (x2)

 

Hazme volver, y volveré,

porque Tú, Yahveh, eres mi Dios.

Hazme volver, y volveré,

porque Tú eres mi Dios. (x2)

 

Tú eres el Alfarero,

Tú eres el Hacedor;

nosotros, barro entre Tus manos,

las manos de mi Señor. (x2)

 

Hazme volver, y volveré,

porque Tú, Yahveh, eres mi Dios.

Hazme volver, y volveré,

porque Tú eres mi Dios.

 

11.- HOY HE VUELTO (Cesáreo Garabain)

1.- Cuantas veces siendo niño te recé,

con mis besos te decía que te amaba,

poco a poco, con el tiempo, olvidándome de ti,

por caminos que se alejan me perdí. (bis)

 

HOY HE VUELTO, MADRE, A RECORDAR

CUANTAS COSAS DIJE ANTE TU ALTAR,

Y AL REZARTE PUEDO COMPRENDER

QUE UNA MADRE NO SE CANSA DE ESPERAR. (BIS)

 

2.- Al regreso, me encendías una luz,

sonriendo desde lejos me esperabas,

en la mesa la comida aún caliente y el mantel

y tu abrazo en mi alegría de volver. (bis)

 

3.- Aunque el hijo se alejara del hogar,

una madre siempre espera su regreso,

que el regalo más hermoso que a los hijos da el Señor

es su madre y el milagro de su amor. (bis)

 

12.- CAMINARE EN PRESENCIA DEL SEÑOR (J.A. Espinoza)

CAMINARÉ EN PRESENCIA DEL SEÑOR,

CAMINARÉ EN PRESENCIA DEL SEÑOR.

 

1.- Amo al Señor porque escucha mi voz suplicante,

Porque inclina su oído hacia mí,

El día que lo invoco.

 

2.- Me envolvían redes de muerte,

Caí en tristeza y en angustia,

Invoqué el Nombre del Señor:

¡Señor, Salva Mi Vida!

 

3.- El Señor es benigno y justo,

nuestro Dios es compasivo,

el Señor guarda a los sencillos,

estando yo sin fuerzas me salvó.

 

4.- Alma mía, recobra tu calma,

que el Señor fue bueno contigo,

arrancó mi alma de la muerte,

mis ojos de las lágrimas,

mis pies de la caída.