martes, 10 de septiembre de 2013

DIEZ SANTOS EN EL AÑO DE LA FE


DIEZ SANTOS EN EL AÑO DE LA FE 
 
Queremos resalta la figura de diez santos que, además, fueron grandes evangelizadores. A continuación compartimos la lista de los santos, modelos especiales para el Año de la Fe: 
 
1. San Pedro y San Pablo: El encabezamiento de la lista es conjunto. Estos dos santos "pusieron los fundamentos de la Iglesia primitiva y están entre los santos más venerados", destaca el artículo. La misión evangelizadora de los Apóstoles, la primera después de la realizada por el mismo Jesucristo, estuvo liderada por estos dos hombre. San Pedro "fue el primero en profesar que Jesús es el Hijo de Dios, y el papado está edificado sobre su testimonio". Por su parte, San Pablo, llamado Apóstol de los gentiles, realizó grandes viajes de misión que "expandieron el alcance de la joven Iglesia, y sus escritos articulan nuestra fe". Ambos santos dieron la vida en testimonio de la fe, y el martirio de ambos tuvo lugar en Roma. La Iglesia celebra su memoria litúrgica el mismo día, el 29 de junio. 
 
2. San Jerónimo: Este gran santo es además Doctor de la Iglesia y vivió en el siglo IV. San Jerónimo "hizo la Biblia más accesible para las personas cotidianas cuando la tradujo al latín desde el hebreo y el griego originales". Según el artículo de la USCCB, San Jerónimo es un ejemplo ideal de amor por la Palabra de Dios y su labor resultó invaluable para la evangelización. Una frase atribuida a este santo y recordada por el artículo afirma que "la ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo". 
 
3. San Agustín: Otro Doctor de la Iglesia y contemporáneo de San Jerónimo, San Agustín fue Obispo de Hipona y un extraordinario ejemplo de conversión. Habiendo vivido una condición de pecado en su juventud y una total transformación de vida al encontrar la verdad, San Agustín "sigue inspirando a las personas, no sólo por su conversión, sino también con lo brillante de sus escritos". Sus Confesiones - célebres y actuales aún hoy - fueron el primer relato de testimonio de vida de su género y sus obras filosóficas y apologéticas "han tenido un profundo impacto sobre los cristianos hasta el día de hoy". 
 
4. San Patricio: Es reconocido como "el Apóstol de Irlanda" por su labor evangelizadora del siglo V. San Patricio "ejemplifica cómo el testimonio cristiano puede tener un impacto penetrante y duradero sobre una cultura", destaca el artículo. Siguiendo el ejemplo de Cristo, este santo usó imágenes sencillas para ilustrar las verdades profundas de la fe. Su explicación del misterio de la Santísima Trinidad con las hojas del trébol hizo accesible a todas las personas esta verdad fundamental. Los lugares que recuerdan la vida y los milagros de San Patricio son recordados y venerados con orgullo por esta nación, profundamente cristiana. 
 
5. San Francisco de Asís: "Uno de los santos más amados, Francisco de Asís vivió el Evangelio identificándose con el pobre, abrazando a los marginados y los enemigos y celebrando la bondad de Dios presente en toda la creación". Su testimonio de evangelización radicalmente basada en el ejemplo revitalizó la Iglesia y su influencia persiste mucho más allá de la orden religiosa que fundó, atrayendo incluso a los no creyentes. San Francisco de Asís se convirtió en un símbolo de paz, gracias a su fe y su extraordinaria humildad. 
 
6. San Ignacio de Loyola: Este notable santo es el fundador de la Compañía de Jesús (Jesuitas) y se caracterizó por una fidelidad a toda prueba al Evangelio y a la Iglesia. Habiendo sido un soldado antes de su conversión, San Ignacio descubrió el llamado de Dios a través de una experiencia profunda de fe que daría lugar a los Ejercicios Espirituales, que continúan siendo un destacado método de oración y conversión. En 1540 fundó la orden religiosa de los Jesuitas para contrarrestar la reforma protestante y defender la doctrina y autoridad de la Iglesia Católica frente a todos sus atacantes. 
 
7. San Francisco Javier: Contemporáneo de San Ignacio de Loyola, este santo fue uno de los primeros miembros de la Compañía de Jesús. Su testimonio de fe lo llevó a viajar a los lugares más distantes del mundo a predicar el Evangelio. "Fue un gran misionero en Asia, visitando India, Indonesia, Japón y otros países". Su gran sueño era llegar a evangelizar China, pero diversas dificultades se lo impidieron. Finalmente muere debido a unas fiebres a las puertas del gran imperio, en la Isla de Shangchuan. 
 
8. San Juan Diego: Este santo fue un sencillo indígena mexicano a quien se apareció la Santísima Virgen en el cerro del Tepeyac. El encargo de María de hablar con el señor Obispo, y la milagrosa impresión de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe en su manto que probó la veracidad de sus afirmaciones lo convirtieron en el humilde evangelizador de todo un hemisferio. El hecho de las apariciones fue vital para la conversión de la cultura indígena local a la fe católica. Dedicó su vida al servicio devoto de la Virgen en su ermita y fue canonizado como el primer santo indígena de México. Nuestra Señora de Guadalupe fue declarada Patrona de América por el Beato Juan Pablo II. 
 
9. San Daniel Comboni: Otro santo y extraordinario, esta vez llevado por Dios al continente africano. En la región central del continente, San Daniel Comboni fundó dos órdenes religiosas (masculina y femenina) para la evangelización de los pueblos locales. "Casi todo su sacerdocio fue vivido en África y fue nombrado Obispo y Vicario Apostólico para África en 1877". Su misión se llevó a cabo en medio de las más duras condiciones, a través de exigentes viajes que alternaba con la visita a las Diócesis de Europa donde obtenía apoyo y recursos para las misiones. Murió durante su octava travesía apostólica afectado por una enfermedad en medio de la selva, en 1881 y canonizado en 2003.
 
10. Santa Teresita del Niño Jesús: La Patrona de las Misiones Católicas, como la declaró el Papa Pío XI nunca emprendió un viaje o realizó una obra extraordinaria. En cambio fue extraordinaria su vida, "sirviendo a Dios en cada pequeña acción cotidiana", según el camino de la Infancia Espiritual. Murió muy joven, a la edad de 24 años a causa de la tuberculosis. Esta joven santa carmelita se destacó en la oración y el ofrecimiento de su vida por los misioneros y su experiencia del amor a Dios le mereció el honor de ser nombrada Doctora de la Iglesia (la tercera mujer y la persona más joven distinguida con este título) por el Beato Juan Pablo II en 1997.