“USTEDES SON LA LUZ DEL MUNDO”
ORACION COLECTA
Vela Señor, con amor continuo
sobre tu familia; protégela y defiéndela siempre ya que solo en ti ha puesto su
esperanza. Por Nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura
del libro de Isaías 58, 7-10
Esto dice
el Señor: Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste
al que va desnudo, y no te cierres a tu propia carne.
Entonces
romperá tu luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la
gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor y te responderá.
Gritarás
y te dirá: «Aquí estoy.». Cuando destierres de ti la opresión, el gesto
amenazador y la maledicencia, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies
el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se
volverá mediodía.
SALMO RESPONSORIAL (111)
El justo brilla en las tinieblas como una luz.
En las tinieblas brilla como una luz el que es justo,
clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y presta, y administra
rectamente sus asuntos. R
El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo. No
temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor. R.
Su corazón está seguro, sin temor, reparte limosna a
los pobres, su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con
dignidad. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 2,
1-5
Hermanos: Cuando vine a ustedes a anunciarles el testimonio de Dios, no lo
hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre ustedes me precié de
saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado.
Me presenté a ustedes débil y temeroso; mi palabra y mi predicación no fue
con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del
Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino
en el poder de Dios.
06.- EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo dijo Jesús a sus
discípulos: —Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa,
¿con qué la salarán?.
No sirve más que para tirarla fuera y que
la pise la gente.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede
ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una vela
para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que
alumbre a todos los de casa.
Alumbre así su luz a los hombres para que
vean sus buenas obras y den gloria a su
Padre que está en el cielo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos al Padre del Unigénito al Hijo del Dios eterno y al
Espíritu Santo fuente de todo bien:
1.- Para la Iglesia inmaculada del Dios
verdadero, extendida por todo el mundo, pidamos la plena riqueza del amor de
Dios.
Roguemos al Señor.
2.- Para los que gobiernan los pueblos y
tienen en su mano el destino de los hombres, pidamos el espíritu de justicia y
el deseo de servir con dedicación a sus conciudadanos. Roguemos al Señor.
3.-
Para los débiles que se ven oprimidos y para los justos que sufren
persecución, pidamos el espíritu de fortaleza que los haga perseverar en la
fidelidad al Señor. Roguemos al Señor.
4.- Para nosotros mismos, pidamos al Señor
un temor filial, un amor ferviente, una vida feliz y una santa muerte. Roguemos
al Señor.
Dios nuestro, que en
la cruz has manifestado que tu sabiduría está por encima de la prudencia del
mundo, escucha nuestras oraciones y haz que comprendamos el verdadero espíritu
del evangelio, para que nos convirtamos en luz del mundo y en sal de la tierra.
Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, Dios nuestro que has creado
este paz y este vino para reparar nuestras fuerzas concédenos que sean también
para nosotros sacramento de vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
¡Oh Dios!, que has querido hacernos
partícipes de un mismo pan y de un miso cáliz, concédenos vivir tan unidos en
Cristo que fructifiquemos con gozo para la salvación del mundo. Por Jesucristo
nuestro Señor.
COMENTARIO
Las dos pequeñas parábolas de la
sal y de la luz que leemos en el evangelio de hoy enlazan directamente con el
inicio del sermón del monte (las bienaventuranzas) que nos fue proclamado hace
una semana, y se dirigen a los mismos oyentes: a los discípulos. Las
bienaventuranzas terminan diciendo: "Ustedes serán dichosos
cuando...", y el texto de hoy comienza: “ustedes son..." Las
bienaventuranzas nos definían al discípulo de Jesús; estas dos parábolas -que
expresan el pensamiento de Jesús con imágenes muy familiares a los oyentes-
indican cuál es la misión de los discípulos en el mundo, ante los hombres. La
primera imagen es la de la sal. Los discípulos -y todos los seguidores de
Cristo- son la sal de la tierra, de los hombres.
Una
primera aplicación de la imagen nos la podría dar el culto: las víctimas, antes
de ser sacrificadas, eran cubiertas totalmente de sal y, en este sentido, la
misión de los discípulos sería la de disponer la tierra para ser aceptable a
Dios. Pero la imagen de la luz que viene a continuación nos inclina a pensar
que su sentido se toma principalmente a partir del uso doméstico y cotidiano de
la sal (artículo imprescindible y de primera necesidad), usada para dar gusto,
purificar y conservar. A partir de esta última cualidad, la sal habría pasado a
significar la validez y perennidad de un contrato o de una alianza: el
discípulo debe conservar y dar gusto al mundo de los hombres en su alianza con
Dios. Y del mismo modo que lo hace la sal: de forma discreta y prácticamente
sin aparecer a la vista. En Palestina se usaba sal procedente del mar Muerto,
bastante impura y que podía perder el gusto; entonces no servía absolutamente
para nada, como el discípulo que no realiza su misión.
La
segunda imagen es la de la luz, de fuerte raigambre bíblica (véase primera
lectura de hoy). Dios es luz y Cristo es la luz del mundo. Los discípulos deben
serlo en tanto que están unidos a Cristo, que forman su pueblo, el nuevo
Israel. La casa de la gente sencilla, de una sola habitación, era iluminada por
una lamparilla colgada en el techo u otro utensilio casero era utilizado como
apagavelas; por eso podemos entender "meter una vela bajo el celemín"
como sinónimo de apagarla. ¡No se enciende una luz para apagarla enseguida! Su
misión es iluminar a todos los de casa.
El
testimonio del Evangelio que dan los discípulos y las obras que realizan de
acuerdo con este Evangelio -cuyo primer anuncio son las bienaventuranzas- deben
ser luz para todos, para que los hombres conozcan quién es Dios y le den
gloria. Con palabras de la segunda lectura: viendo las obras de los discípulos,
los hombres tienen que ver "el poder de Dios" que actúa en los
creyentes y deben sentirse atraídos hacia Él.
PALABRA
DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 06: Gn. 1, 1-19; Sal 103; Mc. 6, 53-56.
Martes 07: Gn. 1, 20-2, 4ª;
Sal 8; Mc. 7, 1-13.
Miércoles 08: Gn. 2, 4b-9.15-17;
Sal 103; Mc. 7, 14-23.
Jueves 09: Gn. 2, 18-25; Sal
127; Mc. 7, 24-30.
Viernes 10: Gn. 3, 1-8; Sal 31; Mc. 7, 31-37.
Sábado 11: Gn. 3, 9-24; Sal
89; Mc. 8, 1-10.
Domingo 12: Ecl. 15, 16-21; Sal
118; Cor. 2, 6-10; Mt 5, 17-37.
COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Mt 5, 13-16
1. SAL/LUZ.
"Vosotros sois la sal de la tierra": Las dos parábolas de este
texto parten de dos realidades, la sal y la luz, que en el mundo antiguo tenían
la fama de ser imprescindibles. La primera comparación, la de la sal, es una
exhortación a los discípulos como comunidad ("vosotros"), que pone de
relieve la preocupación eclesial que tiene constantemente Mateo en su
evangelio. Juntos, los discípulos han de ser sal de la tierra, han de salar la
tierra. ¿Qué significado tiene la sal? Indica las funciones de purificación, de
dar sabor, de conservar aquello perecedero, de dar valor, etc. Los sacrificios
eran salados, al igual que los pequeños al nacer. Aplicado a los discípulos
indica que con sus obras y su testimonio del Evangelio han de dar sabor y valor
a la humanidad.
"Si la sal se vuelve sosa...": Aunque propiamente la sal no
puede perder su sabor, aquí la imagen queda manipulada al servicio del
contenido. Lo que los discípulos pueden perder es la capacidad de manifestar,
con sus obras y su testimonio, el Evangelio. Esta posibilidad de fracaso se
aplica a la imagen de la sal, subrayando que, de la misma manera que sería
totalmente inútil una sal que no tuviera sabor, también lo sería la comunidad
si no hiciese presente en el mundo las obras de la fe.
"Vosotros sois la luz del mundo": La segunda comparación gira
en el mismo sentido que la anterior, pero subraya la necesidad de que las obras
de la comunidad de los discípulos sean visibles por los demás hombres. La
imagen de la luz nos recuerda la comunidad de los esenios que se
autodenominaban "hijos de la luz", pero vivían apartados del resto
del pueblo en la soledad del desierto.
La comunidad cristiana no tiene la luz únicamente como un bien interno,
tiene que huir de tentaciones sectarias y esotéricas. Ha recibido la luz y
tiene que manifestarla al mundo.
J. Naspleda, Misa
Dominical 1990/03
2.- El Evangelio -colocado en el interior del sermón de la montaña- hace
hincapié en este aspecto de la vocación del creyente. Éste es presentado como
lleno de luz y transmisor de la luz. Se habla de la luz, la sal y la ciudad,
evidenciando que el fiel debe influir en la vida de los demás a través del
testimonio personal y comunitario (es importante que el testimonio se inserte
siempre en la Iglesia, de lo contrario carece de sentido).
Finalmente se dice abiertamente que el testimonio del Hijo de Dios sólo
es posible por las obras. En esta afirmación se halla todo el peso de la
responsabilidad de los discípulos humildes y pobres, del Señor. En efecto, el
mundo necesita una salvación en la que a los creyentes les corresponde un papel
muy importante. Y ningún discípulo puede evadirse de su responsabilidad social
(si lo hace no habrá sido fiel a su vocación y será tan inútil como la sal sosa
o la lámpara escondida).
El tema no es difícil de desarrollar, pero habrá que cuidar el estilo;
habrá que procurar mover el corazón hacia la conversión, y para ello se precisa
una dureza suave.
Juan Guiteras, Misa
Dominical 1975/03
3. LUZ/TESTIMONIO:
"Vosotros sois" conecta redaccionalmente la primera frase de
hoy con la última del domingo pasado (dichosos vosotros cuando os insultan) y,
a través de ésta, con los pobres, los sufridos, los que lloran, etc. Vosotros
se refiere, pues, a todos los que el domingo pasado eran declarados dichosos
por Jesús. Todos estos, con su existencia difícil y desde su existencia, son la
sal de la tierra. La conexión redaccional del texto del domingo pasado y la
metáfora misma de la sal quitan al proyecto al que Jesús llama cualquier ribete
de apariencia, prepotencia o apologética. La sal sazona, conserva los alimentos
desde su estar, sin más, en ellos.
"Pero si la sal se vuelve tonta", continúa la metáfora
original. Sal tonta. ¡Qué imagen más gráfica! El v.13 es una invitación a los dichosos
del domingo pasado a seguir abiertos a Dios, a seguir ilusionados y
esperanzados, a no desfallecer. Ellos son demasiado importantes. Otra sorpresa
de la enseñanza del Jesús de Mateo. ¡Y van ya unas cuantas! Recuerda las del
domingo pasado.
"Vosotros sois la luz del mundo" (v.14). Una nueva metáfora a
la que siguen dos imágenes subordinadas que explican su sentido: la del poblado
en lo alto de un monte y la de la lamparilla colgada en el interior de las
casas (en tiempos de Jesús, se sobreentiende). El poblado en lo alto del monte
es punto de referencia para el caminante, la lamparilla en la casa posibilita
los quehaceres y la reunión familiar. Es importante anotar esto porque da al
proyecto de Jesús su justa perspectiva. El poblado y la lamparilla están sin
más. Es el caminante o los moradores de la casa quienes aprecian su valor. Así
pasa con los que Jesús declara bienaventurados. No tienen pretensiones de
iluminar, no dicen: nosotros os ofrecemos la solución. Sencillamente están.
Son los demás quienes descubren su talante, sus buenas obras, y desde
ese descubrimiento concluyen la existencia de un Dios Padre. Son los demás
quienes descubren su importancia o valor. No son ellos quienes se dan
importancia o valor. Son los demás quienes, gracias a ellos, llegan a la
conclusión de que existe Dios y que Dios es Padre. Este es el significado de la
expresión "dar gloria a vuestro Padre". "Alumbre así vuestra luz
a los hombres para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre
que está en el cielo".
Alberto Benito,
Dabar 1987/14
4.- Contexto: Continúa el desarrollo de lo que significa ser
"pescador de hombres". Texto. Equiparación discípulo/sal (v.13a).
Reflexión-advertencia en forma de pregunta y respuesta (v.13b). Equiparación
discípulo/luz (v.14a). Invitación a base de dos ejemplos (vs. 14b-15).
Aplicación (v.16).
Las equiparaciones están formuladas en oraciones nominales (se predica o
afirma algo del sujeto). Predicado con artículo: el sujeto agota la capacidad
de significación del predicado (= no hay otra sal ni otra luz en la tierra). El
sujeto adquiere pues carácter absoluto en el orden de lo afirmado de él en el
predicado.
El predicado está formulado con imágenes. Entre sujeto y predicado se
establece pues la relación significado-significante.
Sal y luz son símbolos, e decir, imágenes-puente entre dos órdenes.
Pre-texto. Imágenes domésticas: sal, ciudad en el monte, luz. La sal sazona,
conserva preservando de la corrupción; medio de limpieza pública. "Una
cena sin sal no es cena" (proverbio rabínico). Un manjar sin sal sería
intolerable (/Jb/06/06).
Casa-judía popular: una única estancia, iluminada de noche por una
pequeña lámpara de barro alimentada con aceite. Modio/medida de capacidad para
áridos (en torno a ocho litro y medio).
Gloria en sentido objetivo: cualidad en el tú que impresiona al yo (por
ejemplo en la expresión: la gloria de tal señor es imperecedera). Gloria en
sentido subjetivo: movimiento del yo hacia el tú (expresiones: alabar a uno,
dar gloria, bendecir).
Sentido del texto. Desde el momento que el texto está montado sobre
imágenes, el primer paso para detectar su sentido deberá ser la contemplación
sin prisas de esas imágenes. Fruto de esa contemplación caemos en la cuenta de
que sal y luz son imágenes funcionales. Dada, pues, la equiparación discípulos
(=vosotros)-luz y sal, la formulación general del sentido del texto podría ser
ésta: funciones de los discípulos entre los hombres (tierra y mundo tienen
sentido antropológico).
1. Los discípulos son sal, es decir, sazonan y evitan la corrupción, y
esto con carácter absoluto (=la sal). Los discípulos de Jesús son necesarios e
insustituibles en nuestro mundo. Cuando la sal se pierde, aún se puede usar en
la limpieza pública. Pero inevitablemente los transeúntes la pisan. Si los
discípulos no son sal no sirven para nada (invitación imperativa).
2. Los discípulos de Jesús son luz que ilumina a los hombres y no hay
más luz que ellos. Invitación imperativa a serlo porque para esto están. De
ellos depende que los demás hombres den gloria al Padre, es decir, descubran
que Dios es Padre. Y esto sólo lo descubrirán si los discípulos viven y son
hermanos. En esta fraternidad consisten las buenas obras a que Jesús se
refiere. ¿Tienen los discípulos de Jesús una identidad entre los hombres? Ante
este texto la duda sobra. ¡Qué inabarcable responsabilidad!
Dabar 1978/13
5.- Las dos pequeñas parábolas de la sal y de la luz que leemos en el
evangelio de hoy enlazan directamente con el inicio del sermón del monte (las
bienaventuranzas) que nos fue proclamado hace una semana, y se dirigen a los
mismos oyentes: a los discípulos. Las bienaventuranzas terminan diciendo:
"Vosotros sois dichosos cuando...", y el texto de hoy comienza:
vosotros sois..." Las bienaventuranzas nos definían al discípulo de Jesús;
este par de parábolas -que expresan el pensamiento de Jesús con imágenes muy
familiares a los oyentes- indican cuál es la misión de los discípulos en el
mundo, ante los hombres. La primera imagen es la de la sal. Los discípulos -y
todos los seguidores de Cristo- son la sal de la tierra, de los hombres.
Una primera aplicación de la imagen nos la podría dar el culto: las
víctimas, antes de ser sacrificadas, eran cubiertas totalmente de sal y, en
este sentido, la misión de los discípulos sería la de disponer la tierra para
ser aceptable a Dios. Pero la imagen de la luz que viene a continuación nos
inclina a pensar que su sentido se toma principalmente a partir del uso
doméstico y cotidiano de la sal (artículo imprescindible y de primera
necesidad), usada para dar gusto, purificar y conservar. A partir de esta
última cualidad, la sal habría pasado a significar la validez y perennidad de
un contrato o de una alianza: el discípulo debe conservar y dar gusto al mundo
de los hombres en su alianza con Dios. Y del mismo modo que lo hace la sal: de
forma discreta y prácticamente sin aparecer a la vista.
En Palestina se usaba sal procedente del mar Muerto, bastante impura y
que podía perder el gusto; entonces no servía absolutamente para nada, como el
discípulo que no realiza su misión.
La segunda imagen es la de la luz, de fuerte raigambre bíblica (cfr.
primera lectura de hoy). Dios es luz y Cristo es la luz del mundo. Los
discípulos deben serlo en tanto que están unidos a Cristo, que forman su
pueblo, el nuevo Israel. La casa de la gente sencilla, de una sola habitación,
era iluminada por una lamparilla colgada en el techo, y posiblemente un celemín
u otro utensilio casero era utilizado como apagavelas; por eso podemos entender
"meter una vela bajo el celemín" como sinónimo de apagarla. ¡No se
enciende una luz para apagarla enseguida! Su misión es iluminar a todos los de
casa.
El testimonio del Evangelio que dan los discípulos y las obras que
realizan de acuerdo con este Evangelio -cuyo primer anuncio son las bienaventuranzas-
deben ser luz para todos, para que los hombres conozcan quién es Dios y le den
gloria. Con palabras de la segunda lectura: viendo las obras de los discípulos,
los hombres tienen que ver "el poder de Dios" que actúa en los
creyentes y deben sentirse atraídos hacia El.
J. Roca, Misa
Dominical 1981/03
Por lo que se refiere al texto evangélico, convendrá subrayar su
carácter de continuación de las bienaventuranzas. Son los dichosos según JC
-son los "bienaventurados"- quienes son sal y luz. Es necesario
precisarlo para evitar la impresión de que el simple hecho de ser cristianos
nos constituya en sal y luz. La frase introducida para iniciar la lectura
litúrgica ("dijo Jesús a sus discípulos") podría ser interpretada
equivocadamente y de hecho hay una larga costumbre -larga y mala costumbre- de
atribuirnos este carácter de luz y sal sin reconocer que Jesús habla de quienes
son pobres, trabajan por la paz, luchan por la justicia, saben ser
misericordiosos y limpios de corazón... Ellos son quienes son sal y luz de Dios
-porque son realmente "hijos de Dios en el mundo.
Con todo, en la redacción mateana, se incluye un grito de alerta
atribuido a Jesús ante el peligro -fácil peligro- de quienes se creen luz y sal
dejen de serlo (y, sin embargo, se sigan atribuyendo con hueca jactancia estas
cualidades). Se trata, evidentemente, de un grito de alerta dirigido a quienes
por el hecho de ser discípulos de Jesús y sin que sus "buenas obras"
-las descritas en la primera lectura- lo acrediten, se creen luz y sal.
La sal que se vuelve sosa...; la luz que ya no alumbra, ya no ilumina...
No se trata tanto de un voluntarismo -como con frecuencia se interpreta- sino
de una realidad (de nuevo: de las "buenas obras"). El discípulo de
Jesús que vive realmente fiel a las "bienaventuranzas" -que se siente
interpelado, afectado, tocado por ellas...- es luz y sal del mundo sin
necesidad de proponérselo. En nuestra sociedad "secularizada", el
testimonio cristiano podría caer en la tentación de imaginar que lo más urgente
e importante es querer ser luz y sal, cuando -ahora y siempre- lo urgente e
importante es simplemente serlo. No es un problema de publicidad, sino de
realidad.
J. Gomis, Misa
Dominical 1987/03
7.
Ser la sal de la tierra es ser su elemento más precioso: sin la sal, la
tierra no tiene ya razón de ser; con la sal, por el contrario, si sigue siendo
sal, la tierra puede proseguir su vocación y su historia. La Iglesia que no es
ya fiel a sí misma no solo se pierde, sino que deja al mundo sin salvador.
(...) Cada discípulo es luz en la medida en que sus acciones se
convierten en signos de Dios para el mundo. El testimonio cristiano está, pues,
dotado de visibilidad y responde a una exigencia misionera: no se santifica uno
de manera puramente interior; no se encuentra uno dispersado en el mundo hasta
el punto de perderse en él en la conformidad total con ese mundo o de olvidar
el testimonio de la trascendencia.
Maertens-Frisque,
Nueva Guia de la Asamblea Cristiana II, Marova Madrid 1969.Pág. 180
8.- -Sal y luz. Las dos comparaciones empleadas por Jesús (5,13-16) -que
encontramos también en Marcos y en Lucas, aunque en contextos diferentes- son
cristalinas y han de tomarse en su sentido obvio.
Jesús dice -con gran fuerza y simplicidad- que los discípulos deben ser
"sal" y "luz"; es decir, que deben ser punto de referencia,
de purificación, de transformación, so pena de la más total inutilidad.
Podemos precisar más. Marcos (/Mc/04/21-22) interpreta las palabras de
Jesús así: hay que manifestar el reino de Dios. A su vez, Lucas (/Lc/08/16-17)
parece decir: hay que poner de manifiesto y en claro para todo el mundo la
verdad del mensaje de Cristo y su validez. Mateo es más moralista, como
siempre; haced las obras que sugiere el evangelio ("Así ha de lucir vuestra
luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a
vuestro Padre que está en los cielos").
De cualquier modo, en el fondo, el pensamiento es común: haced visible
en vuestra vida la fuerza transformadora del evangelio; demostrad que el amor
nuevo -del que Cristo ha dado ejemplo- es posible. Jesús, pues, está hablando
del deber misionero de su comunidad. Obsérvese asimismo la dimensión
universalista: la "tierra" y el "mundo" son la humanidad
entera sin distinción. Las comparaciones de la luz y de la ciudad edificada
sobre el monte (Jerusalén) se usan a menudo en el Antiguo Testamento para
indicar el significado salvífico universal de Israel, su deber de ser
"signo" de Dios ante todos, punto de convergencia y de encuentro de
la humanidad entera. En otros términos, la comunidad de los discípulos (so pena
de ser una completa inutilidad: ¿de qué serviría la sal insípida o una luz
oculta?) debe hacerse "profecía"; y no de palabra, sino con las
obras.
Bruno Maggioni,
El Relato de Mateo, Edic. Paulinas/Madrid 1982.Pág. 60
9.- Jesús habla a la muchedumbre desde una montaña. Acaba de proclamar
un estilo de vida tan nuevo como chocante. Y lo ha hecho con autoridad divina.
El es el mesías, el salvador. Por él vivimos la nueva y definitiva alianza con
Dios.
En esta perspectiva, quien dice "sí" con su vida a estas
enseñanzas es sal y luz. Dos imágenes de lo que Dios quiere del cristiano en el
mundo. La sal da valor y sabor a lo que toca. Para ello tiene que dejar el
salero y disolverse en los alimentos. La luz también es para otro. Con ella se
ve, se puede caminar. Ocultarla no tiene sentido.
Así el cristiano, portador del don de Dios, no puede limitarse a gozarlo
y vivirlo sólo él. Debe alumbrar y dar sabor al mundo. No por vanagloria o
haciendo alarde de lo que posee, sino para que los demás, viéndolo, den gloria
al Padre. El ejemplo más claro es el mismo Jesús, que siempre actuó poniendo su
poder y enseñanzas al servicio de la gloria del Padre.
Estas dos pequeñas parábolas, con preocupación eclesial, dirigidas a los
que han escuchado las bienaventuranzas, señalan, pues, el valor de las obras en
favor de los hombres... Los discípulos harán de la tierra entera una ofrenda o
acción de gracias a Dios. La dificultad de que la sal químicamente no pueda
perder su sabor (esta impropiedad de la imagen), pone de relieve la gravedad de
lo que sucede, si los discípulos descuidan las obras: un aviso explícito para
los que por la fe queremos hacer la obra de Dios.
Eucaristía 1993/08