“TODOS TENEMOS
NECESIDADDE CAMBIAR”
ORACION COLECTA
Oh Dios autor de toda misericordia y bondad, que
aceptas el ayuno, la oración y la limosna como remedio de nuestros pecados,
mira con amor el reconocimiento de neutra pequeñez y levanta con tu misericordia
a los que nos sentimos abatidos por nuestra conciencia. Por nuestro Señor
Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 3, 1-8a
13-15
En aquellos días, Moisés
pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando
por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios.
El ángel del Señor se le apareció
en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin
consumirse.
Moisés se dijo: «Voy a acercarme
a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza.».
Viendo el Señor que Moisés se
acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: —«Moisés, Moisés.». Respondió él:
«Aquí estoy.».
Dijo Dios: «No te acerques;
quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno
sagrado.». Y añadió: «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios
de Isaac, el Dios de Jacob.».
Moisés se tapó la cara, temeroso
de ver a Dios.
El Señor le dijo: «He visto la
opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he
fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos
de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana
leche y miel.».
Moisés replicó a Dios: «Mira, yo
iré a los israelitas y les diré: “El Dios de sus padres me ha enviado a
vosotros.".
Si ellos me preguntan cómo se
llama, ¿qué les respondo?».
Dios dijo a Moisés: «"Soy el
que soy"; esto dirás a los israelitas: "'Yo-soy' me envía a ustedes".».
Dios añadió: «Esto dirás a los israelitas: "Yahvé (El-es), Dios de sus
padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a ustedes. Éste
es mi nombre para siempre: así me llamaran de generación en generación".».
SALMO
RESPONSORIAL (Sal 102)
El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice,
alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al
Señor, y no olvides sus beneficios. R.
Él
perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de
la fosa y te colma de gracia y de ternura.
R.
El Señor
hace justicia y defiende a todos los oprimidos; enseñó sus caminos a Moisés y
sus hazañas a los hijos de Israel. R.
El
Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; como
se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol
san Pablo a los Corintios 10, 1-6. 10-12
No quiero que ignoren,
hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron
el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y todos
comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida
espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era
Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron
tendidos en el desierto. Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para
que no codiciemos el mal como lo hicieron aquellos.
No protesten, como
protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador.
Todo esto les sucedía como
un ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado
vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro,
¡cuidado!, no caiga.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 13, 1-9
En
una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya
sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les
contestó: «¿Piensan que esos galileos eran más pecadores que los demás
galileos, porque acabaron así?. Les digo que no; y, si no se convierten, todos perecerán
lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé,
¿piensan que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?. Les
digo que no; y, si no se convierten, todos perecerán de la misma manera.».
Y
les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a
buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo
entonces al viñador: “Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta
higuera, y no lo encuentro. Córta1a. ¿Para qué va a ocupar terreno en
balde?".
Pero
el viñador contestó: “Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le
echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas".».
COMENTARIO
Siempre se ha hablado de
muertes trágicas. En la época de Jesús, el rumor público hacía las veces de
radio o televisión. Pilato acaba de eliminar a unos galileos. Y Jesús recuerda
entonces a los 18 que habían muerto al derrumbarse una torre, para sacar de
estos dos hechos una lección sobre la muerte repentina. Existía
entonces, la creencia generalizada de que determinadas desgracias personales
eran consecuencia de un pecado precedente. Jesús niega el vínculo entre
esos sucesos y una culpabilidad de cualquier tipo. A
continuación añade: Y si no se convierten, todos perecerán lo mismo. Este
añadido es lo que a Jesús le interesa y no la creencia, en la que Jesús parece
más bien no creer mucho. El problema no está en los muertos; el problema está
en los vivos, que teorizan dando por sentado que la cosa no va con ellos. ¿Estamos preparados
para una muerte repentina? Una confesión general sería una forma de ponernos en
regla; pero un mes más tarde, ¿cómo estaríamos?, volverían nuestras tendencias
y nuestras faltas, no es ésa realmente la solución.
Recuerda alguien que una vez
tuvo que arrancar unos cardos que habían invadido un rincón del jardín. Le prestaron una hoz y las arrasó; pero
volvieron a brotar más abundantes que nunca. Uno más astuto le dijo: “Hay que
ir a las raíces, ¡bien hondo!”. Para estar siempre preparados a morir, no hay
nada mejor que arrancar las malas hierbas en profundidad. Jesús le llama a
esto: “Ponerse a hacer penitencia”. Y en forma de parábola añade una severa
advertencia: “¡Despierten!. Ya pasan años sin dar fruto. ¡Ya basta!”.
Buena meditación en tiempos de cuaresma, unos días que
se nos ofrecen cada año para lograr finalmente la famosa conversión de la
primera llamada del evangelio: “Den el fruto que corresponde al
arrepentimiento” (Lc. 3, 8). Podemos ver la conversión como una parada, como un
cambio de dirección o como una producción. Un hombre avanzaba de cualquier
modo, produciendo lo mejor y lo peor. De pronto se para: “¿Qué es lo que estoy
viviendo? ¿A dónde me lleva todo esto?”. Si todo va bien, se pondrá a rezar
para ver claro y encontrar la fuerza de emprender un nuevo camino: el del
evangelio. La esencia de la conversión es esa decisión de vivir en adelante
según el evangelio. ¡Empezando cuanto antes a vivirlo! Arrancar los cardos en
profundidad, plantar buenos pensamientos, buenas decisiones y vigilar los
frutos. Ver si después de haber escogido el evangelio se producen la verdad
actos de evangelio. Entonces cuando en la tele, en el periódico o al teléfono
nos enteramos de una muerte repentina, después de mostrar nuestra compasión y
de rezar por el difunto podremos pensar pacíficamente en nuestra propia muerte.
Resumiendo: Todos tenemos
necesidad de cambiar.
PLEGARIA UNIVERSAL
Con humildad y espíritu agradecido, acerquémonos a Dios, que es
compasivo y misericordioso y supliquémosle que escuche los gemidos de su pueblo
y manifieste su salvación. Digamos: R.- Sálvanos, Señor, y ten piedad.
1.-
Por la Iglesia, para que atraiga a los pueblos a la fe, a través del testimonio
y del anuncio del evangelio. Oremos al Señor. R.
2.-
Por los obispos, ministros y fieles todos: que cimentados en Jesucristo
agrademos a Dios viviendo conforme a nuestra vocación. Oremos al Señor. R.
3.-
Por los pueblos que sufren hambre, guerra o marginación: para que puedan
experimentar la compasión y la misericordia de Dios, a través de los gestos
solidarios. Oremos al Señor. R.
4.-
Por los enfermos: que experimenten la gracia y la ternura de Dios que los
salva, a través de quienes se acercan a ellos. Oremos al Señor. R.
5.-
Por los difuntos: para que disfruten de la Pascua eterna que Cristo ya nos
mereció con su muerte y resurrección. Oremos al Señor. R.
6.-
Por nosotros y nuestra comunidad: que esta santa eucaristía nos abra el corazón
hacia todas las personas que sufren y podamos aliviar sus sufrimientos. Oremos
al Señor. R.
Señor, tu que velas necesidades de tu pueblo y conoces su deseo de
salvación, escucha nuestras oraciones y manifiesta tu poder en cuanto con fe te
hemos pedido. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION
SOBRE LAS OFRENDAS
Hasta el gorrión ha encontrado una casa, la golondrina, un
nido donde colocar sus polluelos: tu altares, Señor, del universo, Rey mío y
Dios mío. Dichoso los que viven en tu casa, alabándote siempre.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Alimentados ya en la tierra con el pan del cielo, prenda de
eterna salvación, te suplicamos, Señor que se haga realidad en nuestra vida lo
que hemos recibido en este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL
DE CADA DÍA
Lunes 25: Is 7, 10-14; 8, 10; Sal 39; Heb. 10, 4-10; Lc.
1, 26-38.
Martes 26: Dn 3, 25.34-43; Sal 24;
Mt. 18, 21-35.
Miércoles 27:
Dt. 4, 1.5-9; Sal 147; Mt. 5, 17-19.
Jueves 28: Jr. 7, 23-28; Sal 94; Lc.
11, 14-23.
Viernes 29:
Os. 14, 2-10; Sal 80; Mc. 12, 28-34.
Sábado 30: Os. 6, 1-6; Sal 50; Lc. 18, 9-14.
Domingo 31:
Jos. 5, 9ª.10-12; Sal 33; 2Cor 5, 17-21; Lc. 15, 1-3.11-32.
COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Lc 13, 1-9
1.- Texto. Se encuentra dentro de la narración del viaje a Jerusalén, es
decir, del camino de Jesús y de todo el que quiera ser su discípulo. Un camino
con un determinado estilo y talante. La instrucción de hoy sigue inmediatamente
a otra sobre la reconciliación con el contrincante.
Jesús es informado del asesinato de unos galileos por soldados romanos.
Nada dice el texto acerca de la intencionalidad de los informantes. Por el
comentario de Jesús se deduce que lo que a Lucas le interesa es la lectura
religiosa del hecho. Existía entonces, en efecto, la creencia generalizada de
que determinadas desgracias personales eran consecuencia de un pecado
precedente.
Contando con esa creencia hace Jesús la siguiente pregunta: ¿Creéis que,
por haber sufrido tal suerte, esos galileos eran más pecadores que el resto de
galileos? Las palabras posteriores dejan bien a las claras que la pregunta no
es en realidad tal, sino que se trata de un recurso retórico para hacer una
afirmación rotunda: Esos galileos no son más pecadores que el resto de
galileos. Para a continuación añadir: Y si no os convertís, todos pereceréis lo
mismo. Este añadido es lo que a Jesús le interesa y no la creencia, en la que
Jesús parece más bien no creer mucho. El problema no está en los muertos; el
problema está en los vivos, que teorizan dando por sentado que la cosa no va
con ellos.
El propio Jesús añade un segundo hecho, a partir del cual formula la
misma pregunta retórica cambiando únicamente de personas. En vez de galileos
habla de jerosolimitanos. Galilea en el norte, Jerusalén en el sur. Galilea y
Judea, es decir, la totalidad de Israel. La totalidad del pueblo de Dios es
invitado a convertirse.
El texto concluye con la historia gráfica de una higuera que no da
fruto, pero a la que no se arranca en la confianza de que lo dará. La parábola
desempeña un doble papel, crítico y esperanzador. A su vez ilumina el sentido
de la conversión, que no es sólo ruptura con algo mal hecho, sino también
realización de algo nuevo y diferente.
Resumiendo: Todos tenemos necesidad de cambiar.
Comentario. Es lógico que deba rectificar si actúo mal. Pero, ¿qué debo
rectificar si actúo bien? Lo sorprendente del texto de hoy es que la invitación
es válida en ambas hipótesis. En la primera el sentido de la invitación es
obvio: dejar de actuar mal. Y esto cada uno lo sabe mejor que nadie. En la
segunda hipótesis el sentido de la invitación puede ser el siguiente: seguir
siendo buenos pero de una manera diferente. Este matiz de estilo puede ser
esencial que llegue a invalidar la bondad en la que nos sentimos instalados.
El caminar cristiano tiene más de estilo y de talante que de contenidos
morales. Estos últimos se comparten con los no cristianos; el estilo y el
talante, no. Desafortunadamente hemos sido enseñados a identificar y confundir
caminar cristiano y caminar moral.
A.- Benito, Dabar 1989, 15
2.- -"Se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos...":
Dos episodios violentos dan pie a Jesús para notar que no son sólo culpables
los que sufren algún castigo, sino todos: los galileos y los habitantes de
Jerusalén. Y que es necesario, por tanto, entrar en el camino de la conversión.
El primer caso es el de unos galileos que fueron muertos mientras ofrecían un
sacrificio. Parecería que se trataba del sacrificio del cordero pascual que
debía realizarse en el recinto del Templo. No sabemos a qué hecho se refiere el
evangelista; per sí sabemos, por ejemplo, que Pilato actuó violentamente contra
los samaritanos cuando subían a su santuario de Garizim, el año 35 d.C.
-"Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de
Siloé": Se trata de una de las torres de la antigua muralla de Jerusalén,
cerca de la piscina, en el torrente Cedrón. Parecería que es un hecho conocido,
recientemente, por los oyentes de Jesús. Uno y otro hecho desembocan en una
advertencia: "si no os convertís, todos pareceréis de la misma
manera".
-"Y les dijo esta parábola: Uno tenía una higuera...": La
parábola que Lucas añade en este contexto refuerza la advertencia sobre la
conversión. Los galileos y los que murieron bajo la torre, no murieron porque
fueran más pecadores que los demás. Toda muerte repentina debe hacernos mirar
hacia nosotros mismos: tenemos un tiempo para nuestra vida y debemos
aprovecharlo. La llamada de Jesús es la última oportunidad que se nos da; como
en la parábola, a la higuera se le da un tiempo para que no sea improductiva.
J. Naspleda, Misa Dominical 1995, 4
3.- El evangelio nos reconcilia con el Dios de la misericordia y de la
paciencia. Interpretando Jesús unos hechos recientes de muertes violentas y
desgracias, enseña claramente que no son castigos, que Dios no entra en ese
juego. Lo mismo dirá cuando le pregunten sobre el pecado del ciego de
nacimiento. Que nadie juzgue al otro. Que todos nos juzguemos a nosotros
mismos.
No acabamos de convencernos de que Dios no castiga, que Dios no quiere
la muerte, que todo sucede según las leyes naturales, para malos y buenos. Es
casi blasfemo decir, cuando alguien muere prematuramente: «Dios lo ha querido»,
«Dios se lo ha llevado». ¿Tanta prisa tiene Dios, con toda una eternidad por
delante? ¿Le necesitaba Dios más que sus hijos o sus padres? La diferencia entre
los buenos y los malos no está en que se sufra más o menos, sino en la manera
de sufrirlo.
El Dios de la paciencia. Dios no castiga, sino que espera, como el
agricultor el fruto. Una paciencia infinita, un año y otro... y otro.
Caritas 1995.Pág. 81