¡SI TUVIERAN FE...!
ORACION COLECTA
Dios todopoderoso y eterno que
desbordas con la abundancia de tu amor los méritos y los deseos de los que te
suplican, derrama sobre nosotros tu misericordia, para que perdones lo que pesa
en la conciencia y nos concedas aun aquello que la oración no menciona. Por
Nuestro Señor. Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la
profecía de Habacuc 1 2-3; 2, 2-4
¿Hasta cuándo
clamaré, Señor, sin que me escuches?. ¿Te gritaré: «Violencia», sin que me
salves?. ¿Por qué me haces ver desgracias, me muestras trabajos, violencias y
catástrofes, surgen luchas, se alzan contiendas?. El Señor me respondió así:
«Escribe la visión, grábala en tablillas, de modo que se lea de corrido.
La visión espera
su momento, se acerca su término y no fallará; si tarda, espera, porque ha de
llegar sin retrasarse. El injusto tiene el alma hinchada, pero el justo vivirá
por su fe.».
SALMO RESPONSORIAL (94)
Ojalá escuchen hoy la voz del Señor: «No endurezcan su
corazón.».
Vengan, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca
que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
R.
Entren, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor,
creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que
él guía. R.
Ojalá escuchen hoy su voz: «No endurezcan el corazón
como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me
pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1,
6-8. 13-14
Querido hermano: Reaviva el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las
manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de
energía, amor y buen juicio.
No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mí, su
prisionero.
Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios.
Ten delante la visión que yo te di con mis palabras sensatas y vive con fe
y amor en Cristo Jesús. Guarda este precioso depósito con la ayuda del Espíritu
Santo que habita en nosotros.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 17, 5-10
En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron
al Señor: «Auméntanos la fe.».
El Señor contestó: «Si tuvierais fe como
un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate
en el mar.".
Y los obedecería. Supongan que un criado
suyo trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de
ustedes le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"?.
¿No le dirán: "Prepárame de cenar,
cíñete y sírveme mientras cómo y bebo, y después comerás y beberás tú"?.
¿Tienen que estar agradecidos al criado
porque ha hecho lo mandado?.
Lo mismo ustedes: Cuando hayan hecho todo
lo mandado, digan: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos
que hacer."».
COMENTARIO
En el c.17 Lucas reúne una serie de dichos
de Jesús sobre la vida de la comunidad. En primer lugar, los discípulos piden
un "aumento de fe".
Es llamativo y hasta consolador el que
duden los discípulos, ya que, según Lucas, esto no les aparta del círculo
íntimo de Jesús, ni tampoco, por ser discípulos, se ven preservados o
dispensados de la lucha por la fe.
Sobre el fondo de la incredulidad general,
los discípulos también son conquistados por las tinieblas: no tienen la fe viva
que descubriría en todo la presencia del Señor.
En parecida situación se encuentra muchas
veces el creyente de nuestros días.
La mostaza es la más pequeña de las
semillas; pero luego llega a ser un gran arbusto (Mt 13,23; Mc 04,31). Se trata
aquí de la primera opción, del primer paso para acercarse al reino.
El traslado de las montañas es un tema del
Antiguo Testamento (Is. 49,11; 40,4) y describe la eliminación de todos los
obstáculos que se oponen al Reino de Dios, aunque aquí convenga interpretarlo
mejor como una hipérbole que ilustra no tanto el poder de la fe cuanto el poder
de Dios, que se hace ostensible y real en la debilidad confiada de los
discípulos. Maravilla del que confía en Dios.
El contexto, en el que el siervo es
verdaderamente útil, muestra lo forzado de la expresión. Pero se aplica bien a
los discípulos.
No es que Jesús busque una falsa humildad
de sus amigos haciéndoles ver que en el reino nadie tiene que considerarse
indispensable, sino que, por la gracia de Jesús, porque él quiere que sea así,
el creyente entra a formar parte del reino.
No
hay otros méritos que los de Cristo. La tarea del cristiano es ser consecuente
con la fe en Jesús que le capacita para el reino.
La fe y el orgullo caminan por senderos
distintos (1 lectura).
PLEGARIA UNIVERSAL
Hermanos, dirijamos al Señor nuestra suplicas con humildad
y confianza y digámosle de todo corazón: R.- Señor, aumenta nuestra fe
1.- Por el Papa Francisco, testigo y
animador de la fe cristiana en la Iglesia universal: para que su magisterio
profético sea acogido por todos con gratitud y humilde acatamiento. Roguemos
al Señor.
2.-
Por los sacerdotes y agentes de pastoral: para que viviendo una profunda
experiencia de fe, se sientan sostenidos y consolados por el Señor en las
fatigas de su ministerio. Roguemos al Señor.
3.- Por todos los padres de familia; para
que reconozcan y vivan con aeg4ria la noble misión de ser los primeros testigos
y educadores en la fe de sus hijos, la más preciosa herencia que puedan
dejarles. Roguemos al Señor.
4.- Por todos los que nos sentimos discípulos
del Señor, para que, en nuestro trabajo cotidiano, seamos servidores leales
como Jesús nos ha enseñado. Roguemos al Señor.
5.- Por nosotros que participamos en la
Eucarística, fuente de fe y vida nueva; para que sigamos alimentando nuestra fe
e irradiándola en nuestro propio ambiente, sirviendo a todos con sencillez y
alegría. Roguemos al Señor.
Escucha, Señor, nuestras oraciones, acrecienta nuestra fe y
no permitas que nunca nos apartemos de ti. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Señor, el sacrificio
establecido por ti y por estos santos
misterios que celebramos en razón de nuestro ministerio perfecciona en nosotros
como conviene la obra santificadora de tu redención. Por Jesucristo nuestro
Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Concédenos, Dios todopoderoso que
nos alimentemos y saciemos en los sacramentos recibidos, hasta que nos
transformemos en lo que hemos tomado. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 07: Jon 1, 1-2, 1.11; Sal Jon 2, 2—5,
8; Lc 10, 25-37. O bien Hch 1, 12-14; Sal: Lc 1, 46-55; Lc 1, 26-38.
Martes 08: Jon 3, 1-10;
Sal 129; Lc 10, 38-42.
Miércoles 09: Jon 4, 1-11; Sal 85; Lc 11, 1-4.
Jueves 10: Mal 3, 13-20ª; Sal 1; Lc 11,
5-13.
Viernes 11: Jl 1, 13-15; 2, 1-2; Sal 9; Lc
11, 15-26.
Sábado 12: Jl 4, 12-21; Sal 96; Lc 11,
27-28.
Domingo 13: 2Re 5, 14-17; Sal 97; 2Tim 2,
8-13; Lc 17, 11-19.
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 17, 5-10
Son muchos los
que vienen ante Dios en actitud de "justicia conmutativa". Piensan en
un tipo de cambio de comercio. Dios tiene derechos sobre nosotros y eso nos
puede imponer unos mandatos. Si los cumplimos mereceremos recibir la
recompensa. Conciben la ley como imposición; suponen que el premio corresponde
a las acciones realizadas y por eso se sienten dispuestos a exigirle a Dios la
"paga".
Frente a esa
actitud ha situado el evangelio la postura del "siervo" que recibe el
encargo que el señor le ha encomendado. Si obra bien no actúa por la paga; hace
simplemente lo que debe. De manera semejante, el verdadero seguidor de Cristo ha
descubierto que Dios es el Señor y que merece la pena realizar las obras que
nos manda. Por eso, al final del camino, no puede exigirle abiertamente nada.
No ha sido más que un pobre siervo; ha hecho aquello que debía.
AMIGO/QUÉ-ES: Para interpretar rectamente
esta postura hay que situarla en el trasfondo de una auténtica amistad, de una
confianza auténtica y verdadera. Amigo es el que ayuda al otro sin hablar de
premio o recompensa. No necesita leyes o mandatos; sabe lo que agrada a su
amigo y lo realiza porque cree que merece la pena realizarlo.
Semejante debe
ser nuestra actividad respecto a Dios. Descubrimos su voluntad y la cumplimos.
No importa en principio el premio o el castigo. Es más, pensamos que Dios no
puede ser jamás nuestro deudor, por más que hayamos intentado cumplir hasta el
final sus mandatos.
Después de
afirmar esto debemos añadir algo muy importante. Dios no está obligado a darnos
ningún premio, ni tiene por qué agradecernos ningún servicio. Sin embargo,
desde el momento en que es amigo nos suscita la confianza; sabemos que se
preocupa de nosotros y podemos confiar en su presencia y en su ayuda. Una vez
que hemos hecho lo nuestro y hemos dicho "somos unos pobres siervos",
podemos añadir..., "y sin embargo, tenemos un amigo que nos quiere más que
todo lo que nosotros podemos imaginar". Por eso estamos seguros en sus
manos.
Esto significa
que nuestra experiencia religiosa sale del plano de la ley, del mérito y del
premio que se exige y entra en un contexto de amor y de confianza. Por amor hacemos
lo que es bueno. Confiadamente nos ponemos al final en las manos del misterio
que recibe ante nosotros rasgos de un amigo y padre (Dios). No sabemos lo que
el amigo vendrá a darnos; pero tenemos una inmensa confianza. Y por eso, cuando
hemos hecho lo que estaba en nuestra mano, podemos añadir: "ahora estamos
de verdad en buenas manos. En las manos de un amigo que nos quiere. No
merecemos nada, pero confiamos en su amor y estamos seguros de que vendrá a
concedernos mucho más de todo lo que hubiéramos soñado".
Comentarios A
La Biblia Litúrgica Nt - Edic Marova/Madrid 1976.Pag.1375
El servicio es
la actitud que caracteriza al creyente (cf /Mc/10/41-45; /Jn/13/12-15). Un servicio humilde, constante, sin
desfallecer. Un servicio atento, minucioso. Y, una vez cumplido con esmero, la
conciencia de haber hecho sólo aquello que era su obligación. Sin esperar, ni
menos exigir, recompensa. Porque no se ha hecho nada especial. Porque sólo se
ha cumplido con el propio deber. Tanto en el servicio a Dios como en el
servicio al hermano, en que aquél se manifiesta y culmina (cf. 1 Jn 4. 20-21).
Comentarios
Biblicos-5 V/Pág. 560
Categóricamente
y sin matizaciones, el texto proclama: "Sois unos siervos inútiles".
El evangelio entero desmiente el sentido literal de esta afirmación, que
precisamente manda a los discípulos adherirse fuertemente a Jesús para poder
realizar la misión que él les ha confiado.
Pero aunque no
sean "inútiles", los "servidores" de la Palabra, los
predicadores del Reino, los segadores enviados al campo del "Dueño de la
mies", han de saber que la extensión de esa Palabra, que la venida del
Reino son, a un tiempo, resultado de su actividad y de su oración, y fruto del
don de Dios. Y ese don es primordial; los discípulos, incitados a la acción,
necesitan encontrar la exacta medida de su participación. Marcos trata este
problema con la parábola del Sembrador, cuya semilla hace germinar Dios, ya sea
que el labrador dormite o se afane (4. 26-29). Lucas lo aborda con una simple
frase que no tiene la intención de apartar del esfuerzo, pero que sí recuerda a
los discípulos más fervientes cuál es la auténtica naturaleza de la obra que
han de llevar a cabo y la colaboración verdaderamente requerida.
Esa frase de
cierre viene al final de una breve parábola en la que se perciben las
costumbres de una época (aunque la nuestra no sea tan diferente). Leyendo esa
realista descripción de un comportamiento corriente, apreciaremos la novedad
que Jesús supo poner en su forma de vivir, él que, sin vacilar en ponerse un
mandil, se hace siervo de sus
discípulos. Siervo en el momento de la última cena (Jn 13. 1-16; Lc 22. 27), y
siervo el día de la última venida (Lc 12. 37).
Louis Monloubou
- Leer Y Predicar El Evangelio De Lucas - Edit. Sal Terrae Santander 1982.Pág.
269
4. /Mt/20/13.
Dios es
presentado como un amo exigente, que se preocupa muy poco de los sufrimientos o
aspiraciones de su esclavo. Pero la parábola subraya, sobre todo, que los
fariseos -esos creyentes que pesan sus méritos e intentan hacer valer sus
derechos sobre Dios- son, en realidad, ante Él, unos pobres siervos totalmente
incapaces de hacer algo meritorio. La parábola opone fe pura e ingenua (v.6) de
los pobres e ignorantes al cálculo sobre sus propios méritos y a la confianza
en sí mismos de los fariseos y de los ricos; la actitud de confianza
incondicional en el Señor, a las protestas bajo cuerda de los que sitúan la
religión en el plano de los méritos y del derecho a la recompensa (cf. Mt 20.
13). Colocada en otro contexto donde Jesús llama la atención, esta vez, a los
apóstoles (v.5), esta parábola considera su ministerio como inútil (v.10). Nos
equivocaríamos si creyéramos que es esa la intención de Jesús. Dios necesita a
los hombres, y Cristo tiene necesidad de su Iglesia. En realidad, la expresión
contenida en este versículo apunta a lo que hay de fariseo y autoritario en el
corazón de cada uno, cuando el hombre se atribuye a sí los méritos de una
acción que sin Dios le sería imposible realizar; cuando el hombre considera las
ventajas y los privilegios de la misión que desempeña como otros tantos
derechos a la vida eterna y cuando se glorifica a sí mismo en vez de
"glorificarse en el Señor" (1 Co 9. 16; 1.31; 2 Co 10. 17; Flp 3.3;
Ga 6. 14).
Al aproximar
los dos pasajes contenidos en este evangelio (vv.5-6 en que habla del poder de
la fe y vv.7-10, sobre el siervo inútil), la intención de Lucas es evidente. En
estos versículos se encierra un pequeño tratado sobre la fe y las obras. Con
este fin recoge las sentencias que no fueron pronunciadas en este contexto por
ser parcialmente inadecuadas. La fe no confiere el poder de desarraigar un
sicomoro y trasplantarlo en el mar con solo quererlo; tampoco obliga a que el
hombre reconozca como inútiles todos sus esfuerzos y aptitudes, grandes o
pequeños...
Pero la lección
es evidente; el hombre no puede realizar por sí mismo el proyecto que le anima;
es más: la comunión con Dios y con sus hermanos es para él una necesidad
ineludible.
Maertens-Frisque,
Nueva guia de la Asamblea Cristiana VII - Marova Madrid 1969.Pág. 142 S.
5. HUMILDAD/CREATURA DEPENDENCIA/ESCLAVO
Jesús recurre a las relaciones que mantiene un esclavo con su amo para enseñar a sus discípulos que la verdadera humildad descansa en el reconocimiento de nuestra total dependencia de Dios. El esclavo era en aquellos tiempos una propiedad de su amo. Este podía disponer del esclavo según su voluntad indiscutible e indiscutida, sin que tuviera que agradecer los servicios prestados o retribuirlos. Así es el hombre delante de Dios, como un esclavo.
Jesús recurre a las relaciones que mantiene un esclavo con su amo para enseñar a sus discípulos que la verdadera humildad descansa en el reconocimiento de nuestra total dependencia de Dios. El esclavo era en aquellos tiempos una propiedad de su amo. Este podía disponer del esclavo según su voluntad indiscutible e indiscutida, sin que tuviera que agradecer los servicios prestados o retribuirlos. Así es el hombre delante de Dios, como un esclavo.
Esta doctrina
es dura y hasta deprimente para el hombre, pero no es lo único que dice el
Evangelio a este respecto y debe ser interpretada teniendo en cuenta las otras
afirmaciones (cf /Lc/12/37). Además, convenía dejar bien sentado que Dios es el
Señor y que el hombre no puede pleitear con Dios ni pasarle la factura de sus
buenas obras. En última instancia Dios nos salva porque quiere, gratuitamente.
Tengamos
presente que Jesús no emite aquí ningún juicio moral sobre la esclavitud
dominante en el mundo antiguo. Utiliza simplemente un ejemplo sacado del
contexto socio-cultural de su época para ilustrar su enseñanza sobre la
humildad del hombre delante de Dios. Es claro que los principios del Evangelio
se oponen a toda dominación del hombre sobre el hombre.
Eucaristía
1974/55
Lucas introduce
hoy a los doce pidiendo a Jesús un aumento de su fe. Una vez más las respuesta
de Jesús no se mueve en los términos de la pregunta, señal inequívoca de que
Jesús no comparte el planteamiento de los doce, basado en magnitudes de más y
de menos: más fe, menos fe. Para los doce tener fe es una cuestión de cantidad.
Jesús, en cambio, no habla de cantidad: "Si tuvierais fe como un grano de
mostaza". La imagen habla por sí sola. El grano de mostaza es diminuto
como el que más. Para Jesús en la fe no cuenta la cantidad, como no cuenta en
una planta el tamaño de su semilla, que puede incluso ser pequeñísimo.
"Diríais a
esa morera: arráncate y plántate en el mar. Y os obedecería". La propuesta
parece a todas luces absurda. Una vez más nos sorprende Jesús con el empleo de
una paradoja, cuyo sentido, por definición, debe resolverse en un terreno que
no es el de la formulación de los términos. Morera plantada en el mar.
¡Impensable! ¡Imposible! Pues precisamente esto consigue la fe.
Para Jesús la
fe es calidad de vida, talante existencial que hace posible lo imposible. Pero
este talante puede tener el riesgo del engreimiento. Para contrarrestar este
posible riesgo Lucas contrapone a la paradoja inicial un símil tomado del mundo
de las relaciones amo-criado.
Basándose en
las relaciones laborales amo-criado en el medio agrícola palestinense, el símil
concluye con la siguiente pregunta retórica: "¿Acaso tenéis que estar
agradecidos al criado porque ha hecho todo lo mandado?" Esta pregunta
formula de manera gráfica el siguiente principio: cumplir con el deber es una
obligación, no un derecho. El texto finaliza con la aplicación de este
principio al caso concreto de los apóstoles. La aplicación es, por supuesto,
gráfica: "somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que
hacer". Aun con una fe capaz de hacer posible lo imposible, el creyente no
es más, ni más importante, ni tiene derechos especiales; es lo que tiene que
ser, creyente.
Dos actitudes
aparecen hoy: la fe y la sencillez. La primera da la medida de lo que el
cristiano es; la segunda de cómo se experimenta. En el evangelio de Lucas la fe
dice relación al Padre y a su palabra, tal como la proclama Jesús. Entra de
lleno en el rico campo de la comunicación interpersonal. Está hecha de apertura
al Padre, de sensibilidad para sintonizar con Él, de confianza plena en Él.
Para el caminante cristiano, el Padre es un referente esencial de su vida:
habla con Él, cuenta con Él, siente con Él. ¿Qué tiene, pues, de extraño que,
debido a una relación así, pueda manifestarse la fuerza del Padre a través del
creyente? ¿Qué tiene de extraño que a través del creyente acontezcan las cosas
más inesperadas? Pero cuando esto sucede, el primer sorprendido es el propio
creyente, el cual no capitaliza la eficacia de la fe en beneficio propio.
Existe en cada uno de nosotros una tendencia bastante invencible a la
autoafirmación, a la importancia, a rentabilizar todo lo que hacemos. La
sencillez cristiana es la contrapartida de esta tendencia. Esta sencillez está
hecha de capacidad de asombro, de experiencia de gratuidad y de espontaneidad.
Hay personas que andan por la vida con el convencimiento consciente o
inconsciente de que los demás siempre les deben algo, incluyendo entre los
demás a Dios. El caminante cristiano, hace la vida consciente de que es él
quien siempre debe algo a los demás, y, por supuesto, al Padre. En esto puede
consistir la sencillez cristiana.
A. Benito -
Dabar 1989/49