¿VENDERLO TODO?
ANTIFONA DE ENTRADA
Dios vive en su santa morada. Dios, el que hace habitar
juntos en su casa, el mismo dará fuerza
y poder a su pueblo.
ORACION COLECTA
Oh
Dios, protector de los que en ti esperan y sin el que nada es fuerte ni santo;
multiplica sobre nosotros tu misericordia, para que, instruidos y guiados por
ti, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos ya
a los eternos. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del primer Libro de los Reyes 3, 5.
7-12
En aquellos días, el Señor se apareció
en sueños a Salomón y le dijo: Pídeme lo que quieras.
Respondió Salomón: Señor Dios mío, tú
has hecho que tu siervo suceda a David, mi padre, en el trono, aunque yo soy un
muchacho y no sé desenvolverme. Tu siervo se encuentra en medio de tu pueblo,
un pueblo inmenso, incontable, innumerable. Da a tu siervo un corazón dócil
para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal del bien, pues ¿quién sería
capaz de gobernar a este pueblo tan numeroso?.
Al Señor le agradó que Salomón hubiera
pedido aquello y Dios le dijo: Por haber pedido esto y no haber pedido para ti
vida larga ni riquezas ni la vida de tus enemigos, sino que pediste
discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu petición: te doy un
corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de
ti.
SALMO
RESPONSORIAL (Sal 118 )
Cuánto amo tu voluntad, Señor.
Mi
porción es el Señor, he resuelto guardar tus palabras. Más estimo yo los
preceptos de tu boca, que miles de monedas de oro y plata. R.
Que
tu voluntad me consuele, según la promesa hecha a tu siervo; cuando me alcance tu
compasión, viviré, y mis delicias serán tu voluntad. R.
Yo
amo tus mandatos, más que el oro purísimo; por eso aprecio tus decretos, detesto el camino de la mentira. R.
Tus
preceptos son admirables, por eso los guarda mi alma; la explicación de tus palabras
ilumina, da inteligencia a los ignorantes. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo
a los Romanos 8, 28-30
Hermanos: Sabemos que a
los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme
a su designio.
A los que había
escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo para que él fuera el
primogénito de muchos hermanos.
A los que predestinó,
los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.
ACLAMACION
ANTES DEL EVANGELIO
Aleluya, aleluya. Benditos Seas, Padre, Señor de cielo y
tierra, porque has revelado los secretos del reino a la gente sencilla. R.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 13, 44-52
En
aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: El Reino de los Cielos se parece a un
tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y,
lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El
Reino de los Cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que al
encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra.
[El
Reino de los Cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge
toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y
reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.
Lo
mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos
de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el
rechinar de dientes.
—¿Entienden
bien todo esto?.
Ellos
le contestaron: Sí.
Él
les dijo: Ya ven, un letrado que entiende del Reino de los Cielos es como un
padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.].
COMENTARIO
Jesús en el día de hoy lo vemos como a través de una
mini-parábolas nos cuenta dos historias: la del hombre que encontró un tesoro y
la historia del que compró la más hermosa de las perlas”. ¿La gran ocasión?
Descubrir que Jesús es la perla y el tesoro. Una lectura, un encuentro, un
retiro, una alegría o un dolor muy intenso, especialmente en estos tiempos de
pandemia, y de pronto comprendemos; la vida es Jesús. Bajo esta luz, todo se
simplifica, todo toma un sentido, en adelante sabemos por qué y cómo vamos a
vivir.
¿Hemos aprovechado esta ocasión? Estas dos bellas parábolas
son las que nos juzgan. Quieres la perla, quieres el tesoro, pero sigues
adelante sin decidirte a venderlo todo para comprarlos. Porque esta ocasión es
maravillosa, pero cuesta caro. El campesino vendrá “todo lo que posee” el
negociante vendrá “todo lo que posee”. Si no hubiera que pasar por esta venta,
todos aceptaríamos enseguida a Jesús. ¿Qué venta? No puedo responder por
ustedes. Yo sé muy bien lo que a mí me cuesta vender, y creo que, si miran un
poco su vida en este momento, verán también que es lo que les impide comprar la
perla y el tesoro.
Estas dos mini-parábolas son en el fondo la llamada más
dura a la renuncia. “Venderlo todo”, si quiero comprar la vida. En términos
claros esto significa: renunciar a lo que me impide elegir a Jesús. Por tanto,
tengo que vender mis seguridades,
mis egoísmos, mis suficiencias, mis perezas, mis orgullos. Cada vez que
aparecen estas parábolas sentimos un impulso. ¡Para ganar a Jesús, vamos a
renunciar a esto y a aquello!. ¡Ya está hecho! Pero, desgraciadamente, no está
hecho. Y procuramos salvar las apariencias pensando; no voy a ponerme a jugar a
san Francisco.
Afectivamente, la renuncia para adquirir la perla puede llegar a las
formas extremas que tuvo en San Francisco, pero el evangelio es para todos.
Jesús no predica solamente a unos cuantos profetas espectaculares de la
renuncia, ni predica tampoco un sueño. Su “venderlo todo”, es difícil, pero
debe ser posible para cualquier hombre en cualquier situación. Simplemente, hay
que decir que no se sigue a Jesús con toneladas de confort o con montañas de
reticencias ante una de sus exigencias precisas, por ejemplo la del perdón.
“Venderlo todo” puede significar un despojo muy duro del amor propio o una
generosidad en el terreno económico algo loca, o la opción heroica de la
confianza ante una terrible enfermedad. Y también desde luego, el sí a una
vocación.
En estas dos parábolas, en las que cada una de las palabras está
pensada, hay un inciso que nos dice hasta qué punto escoger a Jesús es una
formidable ocasión que hay que aprovechar aunque nos cueste mucho: “En su
alegría”. Loco de alegría el hombre que encontró el tesoro va a venderlo todo.
La oportunidad más grande de nuestra vida es cuando el “venderlo todo” está
devorado por el fuego de la alegría.
PLEGARIA UNIVERSAL
S. En víspera a nuestra fiesta nacional, Señor, queremos pedirte
bendigas nuestra nación, y en ella a todos los peruanos; que vivamos en paz,
armonía y respeto por nuestros compatriotas y reconciliados y en comunión
fraterna con toda la humanidad. Respondemos a cada petición: R.- ¡Danos,
Señor, tu sabiduría!.
1.-
Por el Papa Francisco; para que tu Santo Espíritu los acompañe en cada paso que
da y sea un instrumento fiel de tu voluntad, para que así tu Iglesia y la
humanidad reconozcan en él, la acción de tu sabiduría. Roguemos al Señor. R.
2.-
Por nuestros gobernantes y autoridades; para que tomen las decisiones y
acciones necesarias para llevar a nuestro país adelante, trabajando en aras del
bien común, construyendo caminos de justicia, paz, solidaridad y equidad. Roguemos
al Señor. R.
3.-
Por los niños y jóvenes de nuestro país; que vivirán el hoy y el mañana que nosotros estamos construyendo, para que
reciban un Perú: identificado y reconciliado con su propia historia y cultura,
un país en paz donde el progreso sea equitativo para todos, una nación de la
que se sientan orgullosos y comprometidos con su crecimiento. Roguemos
al Señor. R.
4.-
Por todos nosotros aquí reunidos; para que seamos humildes como Salomón,
anhelando y buscando incesantemente, sobre cualquier riqueza, el tesoro de la
sabiduría proveniente de tu Santo Espíritu y nos guie hacia los valores del
Reino de los Cielos. Roguemos al Señor. R.
S. Padre, como tu siervo Salomón, te pedimos que nos llenes de tu
sabiduría para discernir los signos de los tiempos, y actuemos siempre según tu
voluntad. Te pedimos por tu Hijo Jesucristo Nuestro Señor. R. Amen.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, las ofrendas que podemos presentar gracias a tu
generosidad, para que estos santos misterios, donde tu Espíritu actúe
eficazmente santifiquen los días de nuestra vida y nos conduzcan a las alegrías
eternas. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Hemos recibido, Señor el Santo
sacramento, memorial perpetuo de la pasión de tu Hijo; concédenos que este don,
que el mismo nos entregó con amor inefable, sea provechoso para nuestra
salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA
DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 27: Jr 13, 1-11; Dt 32, 18-21; Mt
13, 31-35.
Martes 28: Jr 14, 17-22; Sal 79; Mt 13,
36-43.
Miércoles 29: Jr 15: 10, 16-21; Sal 59; Jn
11, 19-27.
Jueves 30: Jr 18, 1-6; Sal 146; Mt 13, 47-53.
Viernes 31: Jr 26, 1-9, Sal 69; Mt 13, 54-58.
Sábado 01: Jr 26: 11-16, 24; Sal 69; Mt
14, 1-12.
Domingo 02: Ecl 24: 1-4, 16, 22-24; Sal
34; Gal 4, 3-7; Lc 1, 26-33
COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Mt 13. 44-52
Mt 13. 44-52
1. PARA/TESORO: D/TESORO DEL HOMBRE
-El reinado de Dios: Jesús comenzó su vida pública en Galilea anunciando
el reinado de Dios, proclamando su venida, y ése es, sin duda, el contenido de
su evangelio. Pero ¿en qué consiste ese reinado y a qué podemos compararlo?
Jesús, para enseñar a las gentes el misterio del reinado de Dios, hacía
constantemente uso de hermosas parábolas, que tomaba de la vida cotidiana: el
reinado de Dios -les decía- se parece a un labrador que halla un tesoro en el
campo y luego va y lo esconde de nuevo...; se parece también a un mercader que
encuentra una perla fina en el mercado y, después de vender todo lo que
tiene..., etc, o a unos pescadores que echan la red barredera y cogen pescados
grandes y pequeños y luego, sentándose en la orilla..., etc. Jesús, el Maestro,
se acercaba a cada cual hablando su lenguaje: al labrador le recordaba sus labores,
al mercader sus negocios, a los pescadores sus faenas, y cuando se dirigía a
las amas de casa les hablaba de cómo se hace un remiendo, o de cómo se barre
una habitación para encontrar una moneda extraviada... Sin embargo, el mensaje
era el mismo para todos. Con su evangelio, con su buena noticia, descendía al
terreno que les era en cada caso más conocido, pero les llamaba a todos
indistintamente a lo más deseado y a lo que, en el fondo, a todos interesaba en
absoluto.
Si nos fijamos en las parábolas de Jesús, observaremos también que en
ellas el reinado de Dios se compara siempre a un suceso, y nunca a una cosa. No
es propiamente como un tesoro, ni como una perla, ni como una red barredera...,
sino que en él sucede algo semejante a lo que le pasa al labrador con el
tesoro, al mercader con la perla y a los pescadores con la red que echan al
mar. De modo que no sabríamos nada del reinado de Dios, si no supiéramos lo que
sucede con todas estas cosas, porque el punto de comparación está en el suceso.
Por eso, en las parábolas predomina el relato sobre la descripción. Y de ahí
podemos sacar ya la primera enseñanza: lo primero que nos quiere decir Jesús en
todas las parábolas, independientemente del argumento, es que nadie puede
entrar en el reinado que anuncia como si tomara en propiedad una cosa,
adquiriera un estado o una posición, sino más bien como alguien que se enrola
decididamente en una dinámica y comienza a vivir una vida nueva. Entrar en el
reinado de Dios es tomar parte en la historia de salvación. Los discípulos de
Jesús, los que creen en el evangelio peregrinan entre el consuelo y la
esperanza, viven entre el "ya" y el "todavía no".
* Se parece a un tesoro...: La nueva vida comienza por la gracia de
Dios. El tesoro escondido no lo produce el campo con el esfuerzo del labrador y
la perla fina vale más que todo lo que está dispuesto a dar el que la
encuentra. Precisamente por eso se trata de una vida nueva, insospechada, más
allá de todos nuestros méritos y trabajos, que no podemos producir, que sólo podemos
encontrar y recibir. Y por eso es también lo más gratificante, porque es
verdaderamente gratuito. De ahí la gran alegría del que la encuentra. Lo
inapreciable, lo que no tiene precio, lo que no se puede comprar ni producir,
es lo que realmente vale y todo es nada en su comparación.
* Dios es el tesoro del hombre: Desde el punto de vista del hombre que
busca, el tesoro viene a ser como una utopía: no sabe dónde está, ni tan
siquiera si lo hay en alguna parte. Sólo conoce que lo necesita, sólo siente la
inquietud de su corazón: "Donde está tu tesoro allí está tu corazón".
Pero ¿dónde tiene el corazón? Por eso busca incesantemente, por eso anda
desorientado y errático, por eso busca el sentido de su vida. Pero en estas
circunstancias el hombre puede agarrarse al dinero, al poder, a la fama, a la
droga, etc. Pero el verdadero tesoro del hombre no es cualquier cosa, sino el
mismo Dios. Escondido en nuestro mundo, cubierto por la carne crucificada de
Jesús de Nazaret, perdido entre los pobres, identificado con ellos, está el
tesoro del hombre. Es ahí donde Dios se ofrece a los que le buscan. Dios mismo
se ha hecho el encontradizo en el hombre y para el hombre, aquí en medio de
nosotros, Jc es el "lugar de Dios" y el hombre -el otro, el pobre, el
hermano- es el "lugar" de encuentro con JC. El tesoro del hombre, lo
que da sentido a su vida, ya no es para los creyentes lo que no existe en
ninguna parte, ya no es una utopía.
* Llenos de inmensa alegría: El que encuentra a Dios en JC y en aquellos
con los que se ha identificado JC, se siente libre de todo a lo que estaba
sometido y experimenta una gran alegría. Se siente agraciado por el Amor y
libre para el amor. Libre para dar la vida, libre para dar todo lo que es menos
que la vida. Y en ese encuentro todo tiene ya sentido, porque ahora sabe dónde
tiene el corazón.
EUCARISTÍA 1981/36
-Un tesoro escondido en un campo.-¡Aquellos hombres lo hacen tan
espontáneamente esto de venderlo todo! No como un sacrificio costoso, sino con
una decisión alegre, porque ante el descubrimiento que acaban de hacer nada
tiene valor. No se trata pues, de una gimnasia ascética de renuncias y
sacrificios para poderse ganar el Reino. Se trata de ser ganados por el Reino,
de quedar enamorados del Reino. La fe es un enamoramiento de Dios, una
seducción: "me has seducido, Señor y me he dejado seducir" (Jr 20.
7). ¿Por qué el tesoro del Reino no tiene en nosotros esta fuerza de
atracción?, ¿por qué no actúa como el norte de una aguja imantada? ¿Por qué
nuestro discurso es aburrido y en absoluto interesante, y Dios aparece como una
mercadería sin comprador? Mirad, en cambio, el eco de los teólogos de la
liberación. ¡Y anuncian al mismo Dios y predican el mismo Reino!
J. TOTOSAUS - MISA DOMINICAL 1987/15
3. /Mt/13/52.
El texto termina con una referencia a los letrados que se han convertido
al Evangelio, y que constituían un sector al que se debió prestar especial
atención en la Iglesia primitiva, puesto que aportaban un caudal de conocimientos
y de reflexión sobre la Escritura que sin duda resultaría estimulante para
aquella primera comunidad.
Esos letrados eran capaces de "sacar del arca", junto con
"lo nuevo" de Jesús, "lo antiguo" del A.T. que resultase
valioso y útil para el camino de la comunidad. De ahí se puede deducir también
una enseñanza general: de toda realidad, sea del tipo que sea, se pueden sacar
cosas valiosas. Se trata simplemente de saber discernir según los criterios del
Reino.
J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1990/15
MISA DOMINICAL 1990/15
......................
Jesús nos habla en la conclusión de un letrado o maestro de la ley que
se hace discípulo del Reino de Dios. Alguien que sabe juntar lo bueno y valioso
de lo antiguo con lo bueno y valioso de lo nuevo. Es toda una sabiduría. Y pone
Jesús como una nueva parábola. Es como el padre de familia o amo de casa que
sabe sacar oportunamente de su arcón la cosas nuevas y viejas.
No cabe duda que es toda una sabiduría saber conservar de lo antiguo
todo aquello que merece ser conservado y, al mismo tiempo, estar abiertos a
recibir toda novedad buena. Es una actitud que Jesús quiere para sus
discípulos.
En una sociedad como la actual en que abundan tanto los iconoclastas del
pasado, también entre los cristianos, viene bien esta sentencia del Señor.
Hay que ser conservadores de todo cuanto merezca la pena ser conservado
y esto tanto en la cultura como en la fe y en la naturaleza. Sin avergonzarnos
nunca de ello y sabiendo que únicamente desde ahí es como se sabe apreciar y
saborear lo nuevo. Quien no tiene los pies bien firmes en el suelo de la
tradición y de la historia humana siempre estará en el aire y pronto al
traspiés. Sólo con los pies bien firmes en el presente se puede otear con
serenidad el futuro.
Esto no es apuntarse a la rutina, a la pasividad y a lo arcaico, cosas
totalmente incompatibles con la novedad y radicalidad del Evangelio de Jesús.
MARCOS M. DE VADILLO
DABAR 1990/39
DABAR 1990/39
......................
Un buen letrado es Jesús que saca de la historia de su pueblo algo tan
antiguo como la salvación y el Reino de Dios, que le da un sentido tan
radicalmente nuevo y distinto que no es reconocido por sus contemporáneos: la
apertura del Reino a todos los hombres, cualquiera que sea su origen, raza o
cumplimiento, porque el Dios de Abrahán no es sólo de Abrahán sino de todos los
hombres y a todos extiende su promesa de elección y salvación.
J. ALEGRE ARAGÜES - DABAR 1987/39
3-4.
Contexto. Continuamos dentro de la sección reflexiva iniciada hace dos
domingos. El evangelio de hoy tiene como interlocutores de Jesús a los
discípulos, no a la gente. (Es totalmente erróneo el encabezamiento del texto
litúrgico. Procúrese corregirlo, leyendo "discípulos" en vez de
"gente".) Recordamos que para Mateo discípulos son los que escuchan
el programa del monte y lo ponen en práctica.
Texto. Tres parábolas (vs. 44-50). Interpelación a los discípulos (v.
51a). Respuesta de éstos (v. 51b). Jesús formula en forma de parábola corta la
consecuencia que se deriva de esa respuesta (v. 52). De las tres parábolas, las
dos primeras tienen un mismo trasfondo: una persona que encuentra una cosa
valiosa y vende cuanto tiene para hacerse con ella. La tercera parábola (vs.
47-50) tiene el mismo trasfondo que la parábola de la cizaña y su aplicación
escatológica (cfr. versículos 24-30, 40-42): de la misma manera que los humanos
separamos los productos buenos y malos, habrá también una separación de justos
y malos.
Pre-texto. Las tres parábolas recogen modos de proceder y escenas de la
época de Jesús. En el caso del tesoro encontrado, el modo de proceder
(esconderlo) está condicionado por la legislación hebrea de entonces; en
efecto, de haberlo declarado inmediatamente, hubiera ido a parar al propietario
del terreno.
Los vs. 49-50 recogen imágenes apocalípticas populares; su lenguaje es
puramente imaginativo. Letrado o escriba: teólogo-jurista, transmisor oficial
en Israel de las leyes y tradiciones.
Sentido del texto. 1. El evangelio de hoy sólo tendrá sentido para los
discípulos, es decir, para aquéllos que habiendo escuchado el sermón de la
montaña lo ponen en práctica. Dicho con otras palabras: sólo tendrá sentido
para quienes hayan tomado opción con el Reino de los cielos.
2. Parábolas del tesoro y de la perla (vs. 44-46). Quieren reflejar la
"actitud ejemplar" a tomar ante el Reino. Haber descubierto el Reino
es haber descubierto el valor supremo dentro de una escala de valores.
3. Parábola de la red (vs. 47-50). Nuevo aviso a los discípulos en la
línea del domingo anterior. El discípulo no es quién para determinar quiénes
son buenos y malos. Esto es competencia de Dios y sólo El puede hacerlo patente
y lo hará.
4. Versículo 51-52. La superación del intelectual judío por la nueva
imagen del discípulo de Jesús: hombre abierto, que vive una vida encarnada en
la realidad de hoy sin romper la continuidad con la realidad de ayer.
DABAR 1978/43
5.- Texto. No es ni mucho menos seguro que las tres parábolas de hoy
vayan dirigidas a la gente, como la traducción litúrgica ha supuesto. Mateo las
presente más bien dentro del aparte de Jesús con los discípulos, aparte que
comenzaba el domingo pasado con la aclaración de la parábola de la buena
semilla y de la cizaña. La pregunta final parece también confirmar esta
distribución del texto. ¿Habéis entendido todo esto? es pregunta característica
del maestro a sus discípulos. Desde hace dos domingos sabemos que Mateo
presenta a los discípulos como las personas que entienden a Jesús. Es cierto
que las dos primeras son parábolas puras, sin aclaración o explicación
posteriores. Este dato abogaría por la gente como destinatario del texto. Pero
no es menos cierto que la tercera parábola lleva incorporada una explicación,
dato que aboga por los discípulos como destinatario.
Como el domingo pasado, también hoy las tres parábolas se refieren al
Reino de los cielos. Recuérdese lo dicho entonces sobre esta expresión y sobre
la fórmula introductoria. Las dos primeras forman un par. Ambas presentan el
mismo punto de vista: hacerse con lo que tiene valor.
La tercera parábola abarca propiamente los vs. 47-48. En ella se habla
de pesca y de selección de lo pescado. Se trata de dos momentos o tiempos
sucesivos. Los vs. 49-50 son la aclaración o explicación de la parábola.
Obsérvese que esta aclaración se fija solamente en el segundo de los tiempos de
la parábola, el correspondiente a la selección de lo pescado, y que está
formulada en el mismo lenguaje figurado de la aclaración de la parábola de la
buena semilla y de la cizaña.
Como ya sucedía con esta aclaración, el punto que se resalta es el
siguiente: la selección de las personas no es competencia del discípulo, sino
de Dios. La parábola no tiene, pues, sentido conminatorio, sino disuasivo; no
busca amenazar con un castigo, sino mover al discípulo a mudar de opinión.
La enseñanza de Jesús a los discípulos finaliza con una observación
sobre la tarea y función del discípulo en cuanto persona experta en la
interpretación de la Biblia. El término letrado designa, en efecto, a tales
personas. Letrado no es el que entiende del Reino de los cielos, sino el
experto en interpretación bíblica. El comienzo del v. 52 podría traducirse de
la siguiente manera: Todo letrado que sea discípulo del Reino de los cielos se
parece a un padre de familia... La tarea viene descrita con la imagen familiar
antigua del arcón del que se sacan cosas nuevas y cosas antiguas. Muy
probablemente se esconde en ella una crítica a los sabios y entendidos judíos
de los que habla Mateo en 11, 25. Tratándose de ambientes judíos se adivina
fácilmente que lo antiguo es la tradición. Pero ¿y lo nuevo? Difícilmente puede
tratarse de la actualización de esa tradición, por cuanto los letrados judíos
eran expertos en ella. Lo nuevo tiene que ir en la línea de la captación de las
perspectivas abiertas por Jesús con su persona y su actuación.
Comentario. Una escala de valores, la que sea, la tenemos todos. Desde
ella nos entendemos a nosotros mismos y desde ella actuamos. Las dos primeras
parábolas de hoy dicen al discípulo cuál debe ser su escala en la condición y
calidad de discípulo.
Por consiguiente, todo lo que no sea entenderse y actuar desde ella
equivaldrá a ser todo lo buena persona que se quiera, pero no discípulo de
Jesús.
Vosotros, antes de nada, buscad el Reino de Dios (Mt. 6, 33). He aquí
formulado el valor primordial para todo el que quiera apuntarse a discípulo de
Jesús.
A estas alturas del Evangelio de Mateo no creo que haya nadie que
entienda este valor como un escape hacia arriba o una huida hacia afuera. El
Reino de Dios no es centrifugo, sino centrípeto. El centro de este Reino es la
tierra y la historia humana, pero vistas y entendidas en colaboración y
compañía de Dios. Ya sé que la palabra Dios puede ser percibida y vivenciada de
muchas maneras, no siempre ni todas justas. Las mediaciones humanas de Dios han
hecho demasiadas veces mucho mal a Dios. En este punto conviene ser claros: no
hay más mediación válida de Dios que la ofrecida por Jesús, tal y como está
consignada en los cuatro Evangelios. Tarea del discípulo y del intérprete
bíblico será dar con esa mediación y, sobre todo, vivir desde ella. Hoy ya no
valen palabras ni construcciones mentales si no van avaladas por su correlativo
práctico. Repito lo del comienzo: escalas de valores las tenemos todos. Lo que
al discípulo de Jesús se le pide es que su escala arranque del Reino de Dios.
Así orientado el discípulo, la tercera parábola le recuerda que no es
competencia suya distribuir patentes de Reino de Dios. La función de esta
parábola no es el amenazar con el infierno, sino el mover al discípulo a mudar
de opinión y de juicio sobre las personas. Dejemos a Dios que sea El quien
determine la calidad de cada uno y no nos arroguemos nosotros esa facultad. El
hacerlo así sería un caso claro de apropiación indebida.
A. BENITO - DABAR 1990/39
6.- Sentido del texto. El proverbio-dicho con que terminaba el texto del
domingo pasado ("el que tenga oídos, que oiga") servía para avisar al
nuevo Pueblo de Dios de que también él puede convertirse en viejo. No hay
Pueblo de Dios por descontado. En este ambiente de aviso crítico se mueve el
texto de hoy. La función crítica que tenían las parábolas en cuanto dirigidas
al viejo Pueblo se sigue manteniendo en cuanto dirigidas al nuevo.
"¿Entendéis bien todo esto?" ¿Qué es lo que el nuevo Pueblo
tiene que entender? Primeras dos parábolas (vs. 44-46). Tiene que entender que
la utopía (ese Reino de los cielos cuyas líneas maestras han quedado perfiladas
en los caps. 5-7) es un tesoro cuyo descubrimiento relativiza todos los otros
valores de la vida. Los relativiza en el sentido de que los resitúa en un marco
de perspectiva que da a la vida lozanía, libertad y alegría. Tercera parábola
(vs. 47-50). El nuevo Pueblo de Dios tiene también que entender que en él puede
repetirse el mismo fenómeno que ya se ha puesto de manifiesto en la parábola de
la cizaña y en su explicación (cfr. domingo pasado). Tiene que entender que
también él puede convertirse en un pueblo religioso que obstaculice la utopia
del Reino.
Una vez más hay que insistir que la división en buenos y malos no es de
naturaleza ética, sino religiosa. Dicho más claro: los peces malos pueden ser
personas éticamente buenísimas, tan buenas como eran los fariseos, perfectos e
intachables cumplidores de los dictámenes y sugerencias de la ley de
conciencia. El nuevo Pueblo tiene que entender que personas buenas, pero de
talante religioso fundamentalista, son cizaña y malos peces. Recordemos lo del
domingo pasado: religión y religioso no son conceptos ni experiencias unívocas.
Un día aparecerá claro esto (vs. 49-50).
"¿Entendéis bien todo esto?" La consecuencia la saca Jesús: aprended,
pues, de la historia y renovaos continuamente; que no os suceda como al viejo
Pueblo religioso.
DABAR 1981/39
7.- Dice Jesús que el letrado que entiende del reinado de Dios se parece
al padre de familia que saca de su arcón "cosas nuevas y antiguas".
En un tiempo como el nuestro en que tantas veces nos aferramos a lo antiguo por
antiguo o buscamos lo nuevo por nuevo, es buena la lección de Jesús que señala
el camino de lo profundo o fundamental, en el cual debemos y podemos coincidir
todos.
Sin tirar por la borda fácilmente lo bueno de siempre y abiertos y
creativos para todo lo nuevo que merezca la pena. Es el camino para construir
el reino de Dios.
DABAR 1981/39
8.- Mira, había una vez un comerciante, que era un hombre muy práctico,
no daba un paso si no tenía asegurada la ganancia, no cedía ni un centavo de lo
suyo, y más bien trataba de engañar al prójimo; un hombre deshonesto que sólo
miraba al dinero.
Un día encontró, probablemente en el mercado de las pulgas, una perla
preciosa; se dio cuenta inmediatamente que valía mucho. E hizo lo que tú no has
sido capaz de hacer: corrió a casa, vendió todo, y rápido como un rayo volvió a
comprar aquella perla, antes de que otro se la llevara. Este hombre no era ni
devoto, no fervoroso, ni honesto, pero te llevó la delantera, te venció.
El tesoro en el campo. Después Jesús podría contarle también la otra
parábola, la de Mt. 13, 44-46: "El reino de los cielos es semejante a un
tesoro escondido en un campo". Sabemos que los antiguos usaban a menudo
este sistema: cuando había invasiones, había peligro, hacían un hueco en la
tierra y allí escondían lo que tenían de precioso. Pero a veces sucedía que la
persona moría sin poder revelar el escondite. Hace pocos años, en Qumran, se
encontró un tesoro de esos: tres jarras llenas de monedas, enterradas una cerca
de la otra; se ve que nadie supo dónde estaban.
Un hombre, pues, escarba y encuentra un tesoro. Ese también es un hombre
poco honesto, un especulador; por tanto, cubre todo y lo deja como si nadie
hubiera tocado nada y luego "muy contento" -dice el Evangelio- corre
a casa y vende todo".
Probablemente la esposa y los hijos le dicen: ¿qué haces? ¿Te has vuelto
loco? No escucha a nadie, no tiene miedo, vende todo y va a comprar el campo.
Seguramente la gente se burla de él: ¡por qué habrá comprado ese campo, no vale
nada, es árido, no tiene agua, se ha dejado engañar!... Pero él sigue adelante,
desafía el ridículo, porque sabe que allí está el tesoro.
Entonces Jesús probablemente le dirá a este joven rico: mira, tú no te
puedes mover si alguien no te hace comprender que tu tesoro está en otra parte,
que el bien que deseas es una Persona buena, que busca una relación de verdad
contigo. De las palabras que te he dicho, te quedaste solamente con las
primeras y dijiste: no, es imposible, es una locura, qué dirán mis familiares,
la gente... no puedo. En cambio, hubieras debido fijarte en la última palabra:
sígueme.
Es decir, era una invitación personal la que te dirigía el Bueno, una
invitación a una relación de amistad "nueva", en la que te
encontrarías a ti mismo en verdad, esa amistad que ninguno de tus familiares y
amigos que están contigo por el dinero, te pueden dar. Tú no lo has
comprendido. Así no podías. Por eso te dejé en tu tristeza, hasta cuando no
madurara en ti la necesidad de mí.
Aquí creo que podemos comenzar nuestra oración: Señor, ¿por qué no te sé
reconocer, por qué no me lanzo? Porque tú consideras estas cosas como deberes,
como cosas que hay que hacer, como bienes que hay que hacer producir. Porque no
piensas que soy Yo quien te ofrezco mi amistad; la relación conmigo es la que
está en juego. Yo soy el origen de tu fuerza, de tu capacidad de lanzamiento.
Mientras la busques en ti o a tu alrededor, no LA encontrarás nunca.
Si yo le hubiera ordenado a ese mercader que comprara con todo su dinero
una perla que no le parecía de mucho valor, jamás la habría comprado: la
obediencia no serviría para nada. Si le hubiera dicho a aquel hombre: compra
ese campo, sin que él hubiera estado seguro que había allí un tesoro, ¿lo
habría comprado?.
Entonces, mira la fuente de donde recibe luz la verdad de tu vida: no es
el dar a los pobres o el hacer esto o aquello, sino, en el fondo de todo, está
la relación de verdad y de amistad conmigo. Solamente aquí puedes verificar esa
verdad de ti mismo que hasta ahora te pesa.
Oremos así y comprenderemos que no se trata de hacer grandes cosas, sino
de encontrar al Señor; si él empieza a hablarnos, a ponernos en el corazón
alguna cosa, entonces todo cambia, todo es distinto: entonces se trastornan las
relaciones, ya que no me importará nada lo que diga la gente, porque he fijado
mi mirada en el tesoro que es él, Jesús.
Quiero contarles un hecho que me impresionó mucho, una historieta
antigua que leí durante unos ejercicios en lengua copta, que se habla en el
Antiguo Egipto, que se estudia en el Bíblico para profundizar mejor el
conocimiento del Nuevo Testamento. En esa lengua se han conservado bellísimas
sentencias de los primeros Padres del desierto, que sabían narrar con pocas palabras
situaciones humanas muy profundas.
PERSEVERANCIA/SECRETO: En este episodio se dice que un tal fue donde uno de estos grandes
Padres del desierto y le dijo: Padre mío, tú que tienes tanta experiencia,
explícame ¿por qué vienen al desierto tantos jóvenes monjes y después muchos se
devuelven; por qué perseveran tan pocos? Entonces el anciano monje dijo:
"Mira, sucede como cuando un perro corre detrás de las liebres, ladrando.
Muchos otros perros, oyéndolo ladrar y viéndolo correr, lo siguen. Pero solamente
uno ve la liebre; pronto sucede que los que corren sólo porque el primero
corre, se cansan y se detienen. Solamente el que tiene ante sus ojos la liebre,
sigue adelante hasta alcanzarla". Así, dice el anciano monje, solamente
quien ha puesto los ojos verdaderamente en el Señor crucificado, sabe en
realidad a quién sigue y sabe que vale la pena seguirlo.
Este es otro modo de contestar al joven rico: si tú fijas los ojos en el
punto exacto, es decir, si te dejas mirar por el Señor, no sólo como Maestro,
que te enseña a comportarte mejor, sino como amigo que te invita a seguirlo, si
comprendes qué ofrecimiento es el que te está haciendo y la nueva relación que
te propone cualquier elección paradójica de vida; entonces llegarás a ser lo
que Jesús, en su bondad, te llama a ser: una persona que es Hijo del Padre y
que por tanto entra en la libertad del Hijo.
Por eso, pidamos también nosotros esta gracia, pidamos poder comprender
este Evangelio que es buena noticia y no debe entristecernos, sino llenarnos de
alegría, como el mercader que encontró la perla.
CARLO M.
MARTINI - EL EVANGELIO ECLESIAL DE S.MATEO - EDIC. PAULINAS/BOGOTA 1986.Pág. 74
s.
9.- ¿Qué quería decir Jesús con las dos parábolas del tesoro escondido y
de la perla preciosa? Más o menos esto. Ha sonado la hora decisiva de la
historia. ¡Ha aparecido en la tierra el Reino de Dios! Concretamente, se trata
de él, de su venida a la tierra. El tesoro escondido, la perla preciosa, no es
otra cosa sino Jesús. Es como si Jesús con esas parábolas quisiera decir: la
salvación ha llegado a vosotros gratuitamente, por iniciativa de Dios, tomad la
decisión, aferradla, no la dejéis escapar. Este es tiempo de decisión.