EL NACIMIENTO DE
NUESTRA FE
COMUNION
Los cuatro evangelistas, que a menudo se muestran tan diferentes entre
sí, empiezan de la misma forma su ultimo
capitulo, el de la resurrección: “El primer día de la semana”. En el
amanecer de aquel primer día nace la fe pascual, nuestra fe. Al principio fue
tan solo una conmoción en la sombra (“Aunque estaba oscuro”, indica Juan, el
evangelista preciso y buscador de símbolos), luego una agitación de amor, Juan
el “discípulo preferido de Jesús”, se preocupa de subrayar debidamente la
presencia de otra preferida, María de Magdala; a fe y el amor están
estrechamente ligados entre sí. Al llegar al final de los cuatro evangelios, si
hay algo claro para nosotros es
precisamente la certeza de que toda nuestra vida se basa en ese binomio
fe-amor.
María ve la losa quitada, corre a avisar a Pedro y a Juan y les dice
algo tan terrible a propósito de Jesús que la idea de muerte se hace aún más
pesada: “No sé dónde lo han puesto”. No piensa más que en un cadáver, en un
objeto. Tan cerca de lo que va a ser nuestra fe, todavía nos encontramos ante
un abismo infranqueable. Pero Pedro y Juan van corriendo y descubren los
primeros signos de “otra cosa”: el sepulcro vacío, el sudario y las vendas
cuidadosamente enrolladas. ¡Es el choc! Pedro sigue todavía perplejo
(“Asombrado”, dirá Lucas siempre mesurado).
Mas intuitivo que Pedro, Juan da el inmenso paso de la fe: “Vio y
creyó”. El evangelista insiste en este fantástico “creyó” que en adelante va a
separar dos mundos, el de antes y el de después de la resurrección: “Hasta
entonces no habían entendido lo que dice la Escritura que tenia que rescatar de
la muerte”. El evangelista dice de sí mismo: “Vio y creyó”, y contará que María
dijo: “He visto”. Luego los discípulos “ven” y finalmente Tomás vio y creyó.
Pero el resucitado proclama entonces la gran bienaventuranza: “Dichosos los que
creen sin haber visto”. La fe no es una meditación sobre Dios, sino un don de
Dios que nos abre a los primeros creyentes vieron y comprendieron; el sepulcro
vacío, las apariciones de Jesús resucitado, el testimonio de la escritura.
La mayor parte de nosotros hemos recibido fácilmente la fe y nos hemos quedado en la facilidad
pasiva. “Desde luego yo soy cristiano y hasta practicante”. Pero el aire que
respiramos es mortal para nuestra creencia y nuestras prácticas. En un clima de
lucro y de consumo, en la agresión permanente de los científicos, de los psicólogos y de los medios de comunicación social,
creer en la resurrección exige un cultivo de la fe. Muchos padres se
desalientan por el abandono de sus hijos y preguntan cómo pueden transmitirles
mejor la fe. La primera respuesta es una cuestión ¿qué fuerza de fe, que
inteligencia de la fe tenemos nosotros para transmitírsela a ellos?.
Una reflexión sobre este punto nos infundirá quizás el deseo de conocer
mejor la biblia y de seguir la puesta al día de la fe en las enseñanzas de la
iglesia. Esa fe sigue siendo ciertamente
la fe de la mañana de pascua, pero no cesa de enriquecerse con las
formas de vivirla en cultura diferentes. No basta con cantar: “¡Cristo ha
resucitado!”, es preciso advertir todas las consecuencias que esto lleva
consigo en el mundo entero y en nuestra propia vida.
R.P. Roland Vicente Castro Juarez
ANTIFONA DE ENTRADA Lc 24, 34; Ap 1, 6.
Verdaderamente
ha resucitado el Señor, aleluya. A El la gloria y el poder por toda la
eternidad, aleluya, aleluya.
ORACION COLECTA
Oh, Dios, que en este día, vencida la
muerte, nos has abierto las puertas de la eternidad por medio de tu Unigénito,
concede, a quienes celebremos la solemnidad de la resurrección del Señor, que,
renovados por tu Espíritu, resucitemos a la luz de la vida. Por nuestro Señor
Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Hechos de los
apóstoles 10, 34a. 37-43
En
aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Conocen lo que sucedió en el país
de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en
Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del
Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el
diablo, porque Dios estaba con él.
Nosotros
somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron
colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver,
no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros,
que hemos comido y bebido con él después de su resurrección.
Nos
encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado
juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que
creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados.».
SALMO RESPONSORIAL (117)
Éste es el día en que actuó el
Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. R.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa. No
he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. R.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es
el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 1-4
Hermanos: Ya que han
resucitado con Cristo, busquen los bienes de allá arriba, donde está Cristo,
sentado a la derecha de Dios; aspiren a los bienes de arriba, no a los de la
tierra.
Porque han muerto, y su vida
está con Cristo escondida en Dios.
Cuando aparezca Cristo, vida
nuestra, entonces también ustedes aparecerán, juntamente con él, en gloria.
ACLAMACION ANTES
DEL EVANGELIO 1Co 5, 7b-8ª.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Ha sido inmolada nuestra victima pascual: Cristo. Así, pues,
celebremos la Pascua en el Señor. R.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio
según san Juan 20, 1-9
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al
amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a
quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y
no sabemos dónde lo han puesto.».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían
juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llego
primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio la
vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el
suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero
al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de
resucitar de entre los muertos.
PLEGARIA UNIVERSAL
Cristo ha resucitado y está a la derecha del Pare intercediendo por
nosotros; llenos de confianza, digámosle: R.- Te glorificamos, Señor.
1.- Porque con tu resurrección has vencido las tinieblas del pecado y
la muerte y hoy ofreces a todos vida
nueva, la que nos hace hijos de Dios y hermanos entre todos. R.
2.- Porque con la fuerza de tu resurrección todos podemos vencer las
insidias del mal y construir juntos una sociedad libre y en paz. R.
3.- Porque hoy enriqueces a tu Iglesia con nuevos bautizados para
irradiar con nosotros tu presencia y tu amor en el mundo. R.
4.- Porque la luz del sepulcro
vacío y el anuncio de tu resurrección alivian las fatigas de nuestra vida cotidiana y nos dan
la certeza de que caminando contigo alcancemos una vida eterna y feliz. R.
5.- Porque solo tú tienes palabras de vida eterna, y siguiendo tus
pasos llegaremos a participar de tu misma gloria para siempre, tu eres, Señor,
nuestra meta y nuestro premio. R.
Te glorificamos, Señor Jesús, vencedor de la muerte y te pedimos que tu
gracia renueve nuestra vida, nos impulse a vivir como tú nos has mostrado y así
un día todos podamos disfrutar de la plenitud de tú resurrección. Tu que vives
y reinas por los siglos de los siglos. Amen.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Rebosantes de gozo pascual, ofrecemos, Señor, este sacrificio en el que
tan maravillosamente renace y se alimenta tu Iglesia. Por Jesucristo nuestro
Señor.
ANTIFONA DE
COMUNION 1Co 5, 7-8.
Ha sido inmolada nuestra victima
pascual: Aleluya. Así, pues, celebremos con los panes ázimos de la sinceridad y
la verdad. Aleluya, aleluya,
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Protege,
Oh, Dios, a tu Iglesia con misericordia perpetua, para que, renovada por los
sacramentos pascuales, llegue a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo
nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y
SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 05: Hch
2, 14.22-23-33; Sal 15, Mt 28, 8-15.
Martes
06: Hch 2, 36-41; Sal 32; Jn 20, 11-18.
Miércoles
07: Hch 3, 1-10; Sal 104; Lc 24, 13-35.
Jueves
08: Hch 3, 11-16; Sal 8; Lc 24, 35-48.
Viernes
09: Hch 4, 1-12; Sal 117; Jn 21, 1-14.
Sábado
10: Hch 4, 13-21; Sal 117; Mc 16, 9-15.
Domingo
11: Hch 4, 32-35; Sal 117; 1Jn 5, 1-6; Jn 20, 19-31.
COMENTARIOS AL
EVANGELIO
Jn 20. 1-9
1.- "El había de
resucitar de entre los muertos"
También en los relatos
pascuales el evangelio de Juan presenta notables diferencias respecto a los
evangelios sinópticos, si bien es probable que parta de tradiciones comunes,
que, no obstante, han pasado por la criba de la teología propia del círculo
juánico.
En las palabras de María
Magdalena resuena probablemente la controversia con la sinagoga judía, que
acusaban a los discípulos de haber robado el cuerpo de Jesús para así poder
afirmar su resurrección. Los discípulos no se han llevado el cuerpo de Jesús.
Más aún, al encontrar doblados y en su sitio la sábana y el sudario, queda
claro que no ha habido robo.
La carrera de los dos
discípulos puede hacer pensar en un cierto enfrentamiento, en un problema de
competencia entre ambos. De hecho, se nota un cierto tira y afloja: "El
otro discípulo" llega antes que Pedro al sepulcro, pero le cede la
prioridad de entrar. Pedro entra y ve la situación, pero es el otro discípulo
quien "ve y cree".
Seguramente que "el
otro discípulo" es "aquel que Jesús amaba", que el evangelio de
Juan presenta como modelo del verdadero creyente. De hecho, este discípulo,
contrariamente a lo que hará Tomás, cree sin haber visto a Jesús. Sólo lo poco
que ha visto en el sepulcro le permite entender lo que anunciaban las
Escrituras: que Jesús no sería vencido por la muerte.
JOSEP Mª GRANÉ MISA
DOMINICAL 1993, nº 6
2. TUMBA-VACIA:
Ninguno de los discípulos
se esperaba la resurrección de Jesús. Puede notarse el simbolismo de la escena
del sepulcro vacío: Jesús se ha "desatado" de los lazos del reino de
la muerte; en cambio, Lázaro tiene que ser "desatado" para poder
caminar (para seguir a Jesús). Esto es lo que "ve", desde la fe, el
Discípulo amado, y con él, la comunidad. Es el hoy del resucitado.
JAUME FONTBONA - MISA
DOMINICAL 1990, 8
Algo, sin embargo, me
parece importante destacar a propósito del discípulo a quien Jesús quiere y que
nunca tiene nombre propio.
Esta falta de nombre no
parece obedecer a un recuerdo de modestia del autor para evitar referirse a sí
mismo (interpretación anecdótica), sino a la intención del autor de englobar a
todos y cada uno de los creyentes en Jesús, incluidos los que no han conocido a
Jesús según la carne, como diría Pablo. Por eso este discípulo no puede tener
un único nombre propio. Su nombre es el tuyo y el mío, que este día de Pascua
creemos en Jesús resucitado y experimentamos en nosotros el amor de Jesús
resucitado.
A. BENITO - DABAR 1988, 23
4.- Texto. María hace una
constatación en el sepulcro y comunica su interpretación a dos discípulos (vs,
1-2). Los dos discípulos inspeccionan por separado el sepulcro, llegando a
conclusiones distintas (vs, 3-8). Comentario editorial explicando el
presupuesto desde el que se había llevado a cabo la inspección (v. 9).
Pre-texto. Isaías 26,
19-21: "¡Vivirán tus muertos, tus cadáveres se alzarán, despertarán jubilosos
los que habitan en el polvo! Porque tu rocío es rocío de luz y la tierra de las
sombras parirá. Anda, pueblo mío, entra en los aposentos y cierra la puerta por
dentro: escóndete un breve instante mientras pasa la cólera. Porque el Señor va
a salir de su morada para castigar la culpa de los habitantes de la tierra: la
tierra descubrirá la sangre derramada y no ocultará más a sus muertos".
Sentido del texto. María va
al sepulcro poseída por la falsa concepción de la muerte; cree que la muerte ha
triunfado; busca a Jesús como un cadáver. Su reacción, al llegar, es de alarma
y va a avisar a Simón Pedro (símbolo de la autoridad) y al discípulo a quien
quería Jesús (símbolo de la comunidad). Las dos veces que hasta ahora han
aparecido juntos ambos (cfr. Jn. 13, 23-25; 18, 15-18), el autor ha establecido
una oposición entre ellos dando la ventaja al segundo. Es lo mismo que vuelve a
hacer en este relato y que volverá a hacer en 21, 7. El discípulo amado llega
antes (v. 4) y cree (v. 8); Pedro, en cambio, llega más tarde (v. 6) y de él no
dice que creyera. Correr (CORRER/SIMBOLO) más de
prisa es imagen plástica para significar tener experiencia del amor de Jesús.
Pedro no concibe aún la
muerte como muestra de amor y fuente de vida. En el atrio del sumo sacerdote
había fracasado en su seguimiento de Jesús (cfr. Jn. 18, 17. 25-27); el otro
discípulo, en cambio, siguió a Jesús (cfr. Jn. 19, 26). De esta manera, puede
ahora marcar el camino a la autoridad en la tarea, común a ambas, de discernir
a Jesús y encontrarse con él; corriendo tras la comunidad es como podrá la
autoridad alcanzar su meta. Ambas, autoridad (Pedro) y la comunidad (discípulo
amado) habían partido de la misma no-inteligencia, de la misma obscuridad, del
mismo sepulcro. Ni Pedro ni el otro discípulo habían entendido, cuando
partieron, el texto de Is. 26, 19-21. Pero el otro discípulo, al ver, creyó,
captó el sentido del texto: la muerte física no podía interrumpir la vida de
Jesús, cuyo amor hasta el final ha manifestado la fuerza de Dios.
DABAR 1983 23
5. CZ/TRONO.
Contexto. Jesús ya ha
transmitido el espíritu (cfr. Jn. 19, 30). De ahí que el que no nazca de arriba
no puede ser del Reino (cfr. Jn. 3, 3). Arriba es la cruz. El espíritu es el
amor capaz de dejarse matar por los demás. En el cuarto evangelio la cruz es
trono y gloria: es la hora del triunfo de Jesús, pues pone de manifiesto quién
es Jesús. La cruz expresa un estilo, un talante de vivir y de ser.
Sentido del texto. Este
estilo, este talante, son una tarea ardua y difícil, pues pasa inevitablemente
por la experiencia aniquiladora del que vive ese espíritu. En el relato de
Juan, María Magdalena adquiere la función de recordar y hacer viva esta
experiencia: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos donde lo
han puesto". En el relato de Juan no hay ángeles ni mensajes pascuales.
Para Juan, el mensaje pascual y el triunfo de Jesús están en la cruz. La
resurrección de Jesús es su amor a prueba de la propia vida. Es este amor el
que ha roto la muerte, porque, al amar al máximo, Jesús se ha encontrado con la
potencia viva del Padre, que es sólo amor. Esto requiere un gran esfuerzo de
credibilidad (fe), porque es un desafío a las reglas elementales de lo
empírico.
De los dos personajes que
corren al sepulcro en el relato, sólo uno rompe el reto de lo empírico. El
discípulo amado "vio y creyó" (v. 9). Una vez más, Pedro no capta la
situación. De él sólo se dice que vio, pero no que creyó. Pedro todavía no ha
entendido que vivir es amar. Pedro todavía no posee el espíritu que Jesús
transmite. No lo poseerá hasta más adelante (cap. 21) y entonces sólo gracias a
este discípulo amado que le ayudará en la ardua y difícil tarea de creer (cfr.
Jn. 21, 7). De ser cierto lo que fundadamente dicen algunos exégetas de que el
discípulo amado simboliza en el cuarto evangelio a la comunidad cristiana,
habrá que restituir hoy para la comunidad cristiana el protagonismo que el
autor del cuarto evangelio quiso darle.
DABAR 1981, 23
6.- María ha visto que el
sepulcro está abierto y corre adonde están los discípulos, pero sólo puede
hacer una banal constatación: "Se han llevado del sepulcro al Señor".
María piensa en ladrones de cadáveres. Es verdad que aún no ha despertado del
todo y no es un modelo de creyente: a pesar de lo cual, para los tiempos
venideros será la iniciadora, la que presintió las secretas promesas del cuerpo
sin vida que ella tanto amó.
Pero aún le queda camino
por recorrer. Primero necesita escuchar el testimonio oficial de la Iglesia, el
que da Pedro y para el que el príncipe de los apóstoles reunió todas las
pruebas: las vendas por el suelo, y en un lugar aparte, el sudario
cuidadosamente doblado. Son unas pruebas silenciosas, pero ¿acaso no es el
tiempo de recogimiento, en que cada objeto adquiere el valor de signo visible
que remite a lo invisible? La ausencia del cuerpo no es, ciertamente, la prueba
de la resurrección; es el indicio de que el poder glorificador del Espíritu no
ha olvidado el cuerpo.
Juan es el último en llegar
al final del camino. Ve las vendas, pero no las hace caso. En efecto, su mirada
se ha vuelto ya hacia el interior; si revuelve algo, es en sus recuerdos y en
su corazón. El vino de las bodas, el templo purificado, Lázaro...
Otros tantos
presentimientos de lo posible, de un insospechado orden de las cosas. Un sepulcro
abierto y unas vendas, una mujer y dos hombres para interpretar... Todo es
ordinario y cotidiano, pero todo tiene valor de signo. "Vio y creyó"
DIOS CADA DIA - SIGUIENDO
EL LECCIONARIO FERIAL - ADVIENTO-NAVIDAD Y SANTORAL - SAL TERRAE/SANTANDER
1989.Pág. 83 s.