sábado, 20 de octubre de 2012

LECTURAS Y COMENTARIOS DOMINGO 21 DE OCTUBRE DEL 2012


¿CÓMO NOS SALVAMOS?

  

   

PRIMERA LECTURA

Cuando entregue su vida como expiación, verá su descendencia, prolongará sus años


Lectura del libro de Isaías 53,10-11

El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación: verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos.

SALMO RESPONSORIAL (Sal32,4-5.18-19.20 y 22)

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,  como lo esperamos de ti.

Que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. R/.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.

Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. R/.

SEGUNDA LECTURA

Acerquémonos con seguridad al trono de la gracia


Lectura de la carta a los Hebreos 4,14-16

Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un no sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.

EVANGELIO

 

El Hijo del hombre ha venido para dar su vida en rescate por todos


Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,35-45

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.».
Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por ustedes?».
Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.».
Jesús replicó: «No saben lo que piden, ¿son capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizarse con el bautismo con que yo me voy a bautizar?». Contestaron: «Lo somos.».
Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberán, y se bautizarán con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.» Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Saben que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Ustedes, nada de eso: el que quiera ser grande, sea su servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.».

COMENTARIO

 “El hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos”. Por amor a nosotros, el Padre envía a su Hijo dándole la misión de liberar a los hombres de lo que les impide amar. La muerte de Jesús es una cosa terrible, difícil de comprender. El Padre no quiso directamente la muerte  de su Hijo;  le confió una misión difícil que resultaría mortal. Lo envió a un mundo en donde, para enseñar la caridad fraterna y la verdad de Dios, había que oponerse a todos los poderes orgullosos, egoístas y farisaicos. Jesús veía adónde lo llevaba aquello, sintió angustia, pero no rechazó el cáliz: su muerte es el final de una fidelidad total a su misión. Nunca hemos de separar de toda su vida entregada por completo esa muerte que era el signo y la cima de su entrega: “Habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo”. Ese es el sentido de aquel terrible: “El Mesías tenía que sufrir”  y en ese sentido puede también decirse que “todo estaba escrito”. Lucas dirá: “Empezando por Moisés y siguiendo por los profetas,  les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura”. La vida y la muerte de Jesús son únicas debido a su valor universal. Según la frase de san Pablo, el “nuevo Adán” nos quiere hacer pensar en la unidad del género humano en Adán, que prefiguraba la unidad en Cristo.
Somos hechos para amar, pero Jesús miraba  con su lucidez  de hombre: mucho egoísmo, mucho odio, una sexualidad desquiciada, la esclavitud del dinero, miedos y  temores de todo tipo como si no existiera el Padre celestial. Jesús comienza su obra de salvación enseñando y actuando totalmente en el amor y por primera vez el amor era verdaderamente libre y podía recrear el mundo.
En la cruz, no se deja vencer por el odio. Frente al Padre que deja que se hunda en el abandono absoluto frente  sus enemigos y sus verdugos, Jesús logra superar aquello en donde nosotros nos habríamos quedado encerrados. Y detrás de él pasamos nosotros. Con él podemos decirle al Padre en la más dura de las noches: “Padre, en sus manos encomiendo mi espíritu”. Y a los imperdonables: “Padre, perdónales”. Sabemos que perdonar es la cima más ardua del amor, la prueba de que somos libres para amar. Pero el amor de Jesús en la cruz no nos libera sino porque Dios al resucitarlo ratifica esa vida y esa muerte e inaugura el nuevo mundo donde, en Jesús podemos escoger el amor como lógica. Jesús nos da el ejemplo de esa vida en el amor, y de las fuerzas para seguir siendo libres para amar. El no es solamente el que abrió el mundo nuevo, en donde entramos por el bautismo y por la fe; es también él  ese mundo nuevo. Y en él es como podemos vivir salvados: “Vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí” (Gál 2, 20).
R.P. Roland Vicente Castro Juárez