LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ
Santo Sepulcro - Jerusalén ISRAEL |
Santo Sepulcro - Jerusalén ISRAEL |
Santa Elena - Roma ITALIA |
Iglesia de la Santa Croce - Roma ITALIA |
Trozos de la Santa Cruz - Roma ITALIA |
Roca rajada del Golgota - Santo Sepulcro Jerusalen - ISRAEL |
La
Iglesia, en el día de la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz, celebra la
veneración a las reliquias de la Cruz de Cristo en Jerusalén, tras ser
recuperada de manos de los persas por el emperador Heráclito.
Interior de la Capilla de Santa Elena Santo Sepulcro |
Hacia
el año 320 la Emperatriz Elena de Constantinopla encontró la Vera Cruz, la cruz
en que murió Nuestro Señor Jesucristo, La Emperatriz y su hijo Constantino
hicieron construir en el sitio del descubrimiento la Basílica del Santo
Sepulcro, en el que guardaron la reliquia.
Años
después, el rey Cosroes II de Persia, en el 614 invadió y conquistó Jerusalén y
se llevó la Cruz poniéndola bajo los pies de su trono como signo de su
desprecio por el cristianismo. Pero en el 628 el emperador Heraclio logró
derrotarlo y recuperó la Cruz y la llevó de nuevo a Jerusalén el 14 de
septiembre de ese mismo año. Según manifiesta la historia, al recuperar el
precioso madero, el emperador quiso cargar una cruz, como había hecho Cristo a
través de la ciudad, pero tan pronto puso el madero al hombro e intentó entrar
a un recinto sagrado, no pudo hacerlo y quedó paralizado. El patriarca Zacarías
que iba a su lado le indicó que todo aquel esplendor imperial iba en desacuerdo
con el aspecto humilde y doloroso de Cristo cuando iba cargando la cruz por las
calles de Jerusalén. Entonces el emperador se despojó de su atuendo imperial, y
con simples vestiduras, avanzó sin dificultad seguido por todo el pueblo hasta
dejar la cruz en el sitio donde antes era venerada. Desde entonces, ese día
quedó señalado en los calendarios litúrgicos como el de la Exaltación de la
Vera Cruz.
Los
fragmentos de la santa Cruz se encontraban en el cofre de plata dentro del cual
se los habían llevado los persas, y cuando el patriarca y los clérigos abrieron
el cofre, todos los fieles veneraron las reliquias con mucho fervor, incluso,
su produjeron muchos milagros.
El
fragmento de la Cruz de Cristo de mayor tamaño se encuentra en el Monasterio de
Santo Toribio de Liébana (Cantabria, España), donde es venerado por decenas de
miles de fieles cada año.
¿POR
QUÉ EXALTAR LA CRUZ?
Techado de la Iglesia de la Santa Croce - Roma ISRAEL |
El
cristianismo es un mensaje de amor. ¿Por qué entonces exaltar la Cruz? Además
la Resurrección, más que la Cruz, da sentido a nuestra vida.
Pero
ahí está la Cruz, el escándalo de la Cruz, de San Pablo. Nosotros no hubiéramos
introducido la Cruz. Pero los caminos de Dios son diferentes. Los apóstoles la
rechazaban. Y nosotros también.
La
Cruz es fruto de la libertad y amor de Jesús. No era necesaria. Jesús la ha
querido para mostrarnos su amor y su solidaridad con el dolor humano. Para
compartir nuestro dolor y hacerlo redentor.
Jesús
no ha venido a suprimir el sufrimiento: el sufrimiento seguirá presente entre
nosotros. Tampoco ha venido para explicarlo: seguirá siendo un misterio. Ha
venido para acompañarlo con su presencia. En presencia del dolor y muerte de
Jesús, el Santo, el Inocente, el Cordero de Dios, no podemos rebelarnos ante
nuestro sufrimiento ni ante el sufrimiento de los inocentes, aunque siga siendo
un tremendo misterio.
Jesús,
en plena juventud, es eliminado y lo acepta para abrirnos el paraíso con la
fuerza de su bondad: "En plenitud de vida y de sendero dio el paso hacia
la muerte porque El quiso. Mirad, de par en par, el paraíso, abierto por la
fuerza de un Cordero" (Himno de Laudes).
En
toda su vida Jesús no hizo más que bajar: en la Encarnación, en Belén, en el
destierro. Perseguido, humillado, condenado. Sólo sube para ir a la Cruz. Y en
ella está elevado, como la serpiente en el desierto, para que le veamos mejor,
para atraernos e infundirnos esperanza. Pues Jesús no nos salva desde fuera,
como por arte de magia, sino compartiendo nuestros problemas. Jesús no está en
la Cruz para adoctrinarnos olímpicamente, con palabras, sino para compartir
nuestro dolor solidariamente.
Pero
el discípulo no es de mejor condición que el maestro, dice Jesús. Y añade:
"El que quiera venirse conmigo, que reniegue de sí mismo, que cargue con
su cruz y me siga". Es fácil seguir a Jesús en Belén, en el Tabor. ¡Qué
bien estamos aquí!, decía Pedro. En Getsemaní se duerme, y, luego le niega.
"No
se va al cielo hoy ni de aquí a veinte años. Se va cuando se es pobre y se está
crucificado" (León Bloy). "Sube a mi Cruz. Yo no he bajado de ella
todavía" (El Señor a Juan de la Cruz). No tengamos miedo. La Cruz es un
signo más, enriquece, no es un signo menos. El sufrir pasa, el haber sufrido
-la madurez adquirida en el dolor- no pasa jamás. La Cruz son dos palos que se
cruzan: si acomodamos nuestra voluntad a la de Dios, pesa menos. Si besamos la
Cruz de Jesús, besemos la nuestra, astilla de la suya.
Es
la ambigüedad del dolor. El que no sufre, queda inmaduro. El que lo acepta, se
santifica. El que lo rechaza, se amarga y se rebela.
LA
CRUZ Y LOS SANTOS
Narración del encuentro de la Santa Croce - Roma - ITALIA |
A
San Antonio Abad (año 300, fiesta el 17 de enero) le sucedió que el demonio lo
atacaba con terribles tentaciones y cuentan que un día, angustiado por tantos
ataques, se le ocurrió hacerse la señal de la Cruz, y el demonio se alejó. En
adelante, cada vez que le llegaban los ataques diabólicos, el santo hacía la
señal de la cruz y el enemigo huía. Y dicen que entonces empezó la costumbre de
hacer la señal de la cruz para librarse de males.
De
una gran santa se narra que empezaron a llegarle espantosas tentaciones de
tristeza. Por todo se disgustaba. Consultó con su director espiritual y este le
dijo: "Si Usted no está enferma del cuerpo, ésta tristeza es una tentación
del demonio". Le recomendó la frase del libro del Eclesiástico en la S.
Biblia: "La tristeza no produce ningún fruto bueno". Y le aconsejó:
"Cada vez que le llegue la tristeza, haga muy devotamente la señal de la
cruz". La santa empezó a notar que con la señal de la cruz se le alejaba
el espíritu de tristeza.
Cuando
Nuestra Señora se le apareció por primera vez a Santa Bernardita en Lourdes
(Año 1859), la niña al ver a la Virgen quiso hacerse la señal de la cruz. Pero
cuando llegó con los dedos frente a la cara, se le quedó paralizada la mano. La
Virgen entonces hizo Ella la señal de la cruz muy despacio desde la frente
hasta el pecho, y desde el hombro izquierdo hasta el derecho. Y tan pronto como
la Madre de Dios terminó de hacerse la señal de la cruz, a la niña se le soltó
la mano y ya pudo hacerla ella también. Y con esto entendió que Nuestra Señora
le había querido dar una lección: que es necesario santiguarnos más despacio y
con más devoción.
LA
CRUZ Y NOSOTROS
Interior de la Capilla de Santa Elena Jerusalén - ISRAEL |
Nosotros
recordamos con mucho cariño y veneración la Santa Cruz porque en ella murió
nuestro Redentor Jesucristo, y con las cinco heridas que allí padeció pagó
Cristo nuestras inmensas deudas con Dios y nos consiguió la salvación.
Fíjese
en la gente cuando hace la señal de la Cruz. Observe, por ejemplo, a los pocos
jugadores de fútbol que se santiguan en el campo. ¿Cómo le parece esa cruz que
se hacen? ¿No es cierto que más parece un garabato que una señal de la Cruz?
¿Cómo haremos nosotros la señal de la Cruz de hoy en adelante?
Como
recuerdo de esta fecha de la exaltación de la Santa Cruz, acuérdese de realizar
con más devoción y más despacio su señal de la Cruz.
CUÁN
POCOS SON LOS QUE AMAN LA CRUZ DE CRISTO.
Por
Tomás de Kempis, del libro Imitación de Cristo
Inscripción Iglesia de la Santa CRoce Roma - ITALIA |
Libro segundo:
De la conversión interior
Del Amor a la
Santa Cruz de Cristo.
1.
Jesucristo tiene ahora muchos amadores de su reino celestial, mas muy pocos que
lleven su cruz.
Tiene
muchos que desean la consolación, y muy pocos que quieran la tribulación.
Muchos
compañeros halla para la mesa, y pocos para la abstinencia.
Todos
quieren gozar con Él, mas pocos quieren sufrir algo por Él.
Muchos
siguen a Jesús hasta el partir del pan, mas pocos hasta beber el cáliz de la
pasión.
Muchos
honran sus milagros, mas pocos siguen el vituperio de la cruz.
Muchos
aman a Jesús, cuando no hay adversidades.
Muchos
le alaban y bendicen en el tiempo que reciben de Él algunas consolaciones: mas
si Jesús se escondiese y los dejase un poco, luego de quejarían o desesperarían
mucho.
El Gólgota - Jerusalén ISRAEL |
2. Mas los
que aman a Jesús, por el mismo Jesús, y no por alguna propia consolación suya,
bendícenle en toda la tribulación y angustia del corazón, tan bien como en
consolación.
Y
aunque nunca más les quisiese dar consolación, siempre le alabarían, y le
querrían dar gracias.
3. ¡Oh!
¡Cuánto puede el amor puro de Jesús sin mezcla del propio provecho o amor!
¿No
se pueden llamar propiamente mercenarios los que siempre buscan consolaciones?
¿No
se aman a sí mismos más que a Cristo, los que de continuo piensan en sus
provechos y ganancias?
¿Dónde
se hallará alguno tal, que quiera servir a Dios de balde?
4. Pocas
veces se halla ninguno tan espiritual, que esté desnudo de todas las cosas.
Pues
¿quién hallará el verdadero pobre de espíritu y desnudo de toda criatura?
Es
tesoro inestimable y de lejanas tierras.
Si
el hombre diere su hacienda toda, aún no es nada.
Si
hiciere gran penitencia, aún es poco.
Aunque
tenga toda la ciencia, aún está lejos: y si tuviere gran virtud y muy ferviente
devoción, aún le falta mucho; le falta cosa que le es más necesaria.
Y
esta ¿cuál es? Que dejadas todas las cosas, deje a sí mismo y salga de sí del
todo, y que no le quede nada de amor propio.
Y
cuando ha hecho todo lo que conociere que debe hacer, aún piense no haber hecho
nada.
5. No
tenga en mucho que le puedan estimar por grande, mas llámese en la verdad
siervo sin provecho, como dice Jesucristo.
Cuando
hubiereis hecho todo lo que os está mandado, aún decid: Siervos somos sin
provecho.
Y
así podrás ser pobre y desnudo de espíritu, y decir con el profeta: Porque uno
solo y pobre soy.
Ninguno
todavía hay más rico, ninguno más poderoso, ninguno más libre, que aquel que
sabe dejarse a sí y a toda cosa, y ponerse en el más bajo lugar.
Adaptado de: http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=485
y http://webcatolicodejavier.org/exaltaciondelaSantaCruz.html
Replica del Santo Sudario - Roma - ITALIA |
Innscripcion |