LA PASION SEGÚN
MARCOS
BENDICION DE RAMOS
Dios todopoderoso y eterno, santifica con tu bendición
estos ramos, y a cuantos vamos a acompañar a Cristo aclamándolo con
cantos, concédenos entrar en la
Jerusalén del cielo, por medio de Él. El que vie y reina por los siglos de los
siglos. Amen.
EVANGELIO DE LA ENTRADA DEL SEÑOR
Lectura del Santo evangelio según Marcos 11, 1-10.
Se acercaban a Jerusalén, por Betpage y Betania, junto al monte de los
Olivos, y Jesús mandó a dos de sus discípulos, diciéndoles: “Vayan a la aldea
de enfrente y, en cuanto entren, encontraran un borrico atado, que nadie ha
montado todavía. Desátenlo y tráiganlo. Y si alguien les pregunta por qué lo
hacen, contéstenle: “El Señor lo necesita y lo devolverá pronto.” Fueron y
encontraron el borrico en la calle, atado a una puerta, y lo soltaron. Algunos
de los presentes les preguntaron: “¿Por qué tienen que desatar el borrico?”.
Ellos les contestaron como había dicho Jesús; y se lo permitieron. Llevaron el
borrico, le echaron encima sus mantos, y Jesús se montó. Muchos alfombraron el
camino con sus mantos, otros con ramas cortadas en el campo. Los que iban
delante y detrás gritaban: “Hosanna, bendito el que viene en nombre del Señor.
Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David. ¡Hosanna en el cielo!”.
ORACION COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, tu quisiste
que nuestro salvador se hiciese hombre y muriese en la cruz, para mostrar al
género humano el ejemplo de una vida sumisa a tu voluntad; concédenos que las
enseñanzas de su pasión nos sirvan de testimonio, y que un día participemos en
su gloriosa resurrección por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 50,4-7
Mi Señor me ha dado una lengua de
iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me
espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el
oído; y yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me
apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante
ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por
eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.
SALMO
RESPONSORIAL (Sal 21)
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Al
verme, se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre, si tanto
lo quiere.» R.
Me
acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran
las manos y los pies,
puedo contar mis huesos. R.
Se
reparten mi ropa,
echan a suertes mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes
lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R.
Contaré
tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor,
alábenlo; linaje de Jacob,
glorifíquenlo; témenle, linaje de Israel. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la
carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2,6-11
Cristo, a pesar de
su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se
despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a
la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le
concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda
rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua
proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
EVANGELIO
Nota importante.- El presente texto del
Evangelio está editado para que sea leído por varios lectores, siguiendo la
tradición litúrgica de la escenificación solemne. Así los párrafos iniciados
con la cruz (+) corresponden a las palabras pronunciadas por Jesucristo y las
lee el sacerdote. Con la ese (S) son otros personajes, también llamados
“sinagoga”, y con la ce (C) el cronista. Asimismo se ha marcado con espacio
lugares de pausa –donde aparece uno de nuestros dibujos de final de lectura-- o
hay instrucciones de culto
PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN
SAN MARCOS 14, 1-15, 47.
Faltaban
dos días para la Pascua y los Ázimos. Los sumos sacerdotes y los letrados
pretendían prender a Jesús a traición y darle muerte. Pero decían:
S.--
No durante las fiestas; podría amotinarse el pueblo.
C.
Estando Jesús en Betania, en casa de Simón5 el leproso, sentado a la mesa,
llegó una mujer con un frasco de perfume muy caro, de nardo puro; quebró el
frasco y se lo derramó en la cabeza. Algunos comentaban indignados:
S.-
¿A qué viene este derroche de perfume? Se podía haber vendido por más de
trescientos denarios para dárselo a los pobres.
C
Y regañaban a la mujer Pero Jesús replicó:
+
Dejadla, ¿por qué la molestáis? Lo que ha hecho conmigo está bien. Porque a los
pobres los tenéis siempre con vosotros y podéis socorrerlos cuando queráis;
pero a mí no me tenéis siempre. Ella ha hecho lo que podía: sé ha adelantado a
embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Os aseguro que, en cualquier parte del
mundo donde se proclame el Evangelio, se recordará también lo que ha hecho
ésta.
C.
Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos sacerdotes para
entregarles a Jesús. Al oirlo3 se alegraron y le prometieron dinero. El andaba
buscando ocasión propicia para entregarlo.
El
primer día de los ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron
a Jesús sus discípulos:
S.
¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?
Él
envió a dos discípulos diciéndoles:
+
-- Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua;
seguidlo, y en la casa en que entre, decidle al dueño: “El Maestro pregunta:
¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?
Os
enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes.
Preparadnos allí la cena.
C.
Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había
dicho y prepararon la cena de Pascua. Al atardecer fue con los Doce. Estando a
la mesa comiendo dijo Jesús:
+--
Os aseguro, que uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo
conmigo.
C-
Ellos, consternados, empezaron a preguntarle uno tras otro:
S
¿Seré yo?
C.
Respondió:
+-
Uno de los Doce, el que está mojando en la misma fuente que yo. El Hijo del
Hombre se va, como está escrito; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del
Hombre!; ¡más le valdría no haber nacido!
C
Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición5 lo partió y se lo
dio diciendo:
+-
Tomad, esto es mi cuerpo.
C.
Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio y todos bebieron.
Y
les dijo:
+-
Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro, que
no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en
el Reino de Dios.
C
Después de cantar el salmo, salieron para el Monte de los Olivos. Jesús les
dijo:
+-
Todos vais a caer, como está escrito: «Heriré al pastor y se dispersarán las
ovejas.»
Pero
cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea.
C
Pedro replicó:
S.-
Aunque todos caigan, yo no. Jesús le contestó:
+-
Te aseguro, que tú hoy, esta noche, antes que el gallo dos veces, me habrás
negado tres.
S
Pero él insistía:
Aunque
tenga que morir contigo, no te negare. Y los demás decían lo mismo. Fueron a
una finca, que llaman Getsemaní y dijo a sus discípulos
+-
Sentaos aquí mientras voy a orar.
C.
Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir terror y angustia, y les
dijo:
+-
Me muero de tristeza: quedaos aquí velando.
C.
Y, adelantándose un poco, se postró en tierra pidiendo que, si era posible, se
alejase de él aquella hora; y dijo:
+-
iAbba! (Padre): tú lo puedes todo, aparta de mí ese cáliz. Pero no lo que yo
quiero, sino lo que tú quieres.
C.
Volvió, y al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro:
+-
Simón, ¿duermes?, ¿no has podido velar ni una hora? Velad y orad, para no caer
en la tentación; el espíritu es decidido, pero la carne es débil.
C.
De nuevo se apartó y oraba repitiendo las mismas palabras. Volvió, y los
encontró otra vez dormidos, porque tenían los ojos cargados. Y no sabían qué
contestarle. Volvió y les dijo:
+-
Ya podéis dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora; mirad que el Hijo del
Hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está
cerca el que me entrega.
C.
Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de los doce, y con él
gente con espadas y palos, mandada por los sumos sacerdotes, los letrados y los
ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles:
S.-
Al que yo bese, es él: prendedlo y conducidlo bien sujeto.
C.
Y en cuanto llegó, se acercó y le dijo:
S.-
¡Maestro!
C.
Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo prendieron. Pero uno de los presentes,
desenvainando la espada, de un golpe le cortó la oreja al criado del sumo
sacerdote. Jesús tomó la palabra y les dijo:
+-
¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a caza de un bandido? A
diario os estaba enseñando en el templo, y no me detuvisteis. Pero, que se
cumplan las Escrituras,
C
.Y todos lo abandonaron y huyeron.
Lo
iba siguiendo un muchacho envuelto sólo en una sábana; y le echaron mano; pero
él, soltando la sábana, se les escapó desnudo.
Condujeron
a Jesús a casa del sumo sacerdote, y se reunieron todos los sumos sacerdotes y
los letrados y los ancianos. Pedro lo fue siguiendo de lejos, hasta el interior
del patio del sumo sacerdote; y se sentó con los criados a la lumbre para
calentarse.
Los
sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban un testimonio contra Jesús,
para condenarlo a muerte; y no lo encontraban. Pues, aunque muchos daban falso
testimonio contra él, los testimonios no concordaban. Y algunos, poniéndose de
pie, daban testimonio contra él diciendo:
S.-
Nosotros le hemos oído decir: «Yo destruiré este templo, edificado por hombres,
y en tres días construiré otro no edificado por hombres.»
C.
Pero ni en esto concordaban los testimonios.
El
sumo sacerdote se puso en pie en medio e interrogó a Jesús:
S.-
¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?
C.
Pero él callaba, sin dar respuesta. El sumo sacerdote lo interrogó de nuevo
preguntándole
5.-
¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?
C.
Jesús contesto.
+-
Si lo soy. Y veréis que el Hijo del Hombre está sentado a la derecha del
Todopoderoso y que viene entre las nubes del cielo.
C.
El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras diciendo:
S.-
¿Qué falta hacen más testigos? Habéis oído la blasfemia. ¿Qué decidís?
C.
Y todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirle, y
tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían:
S-
Haz de profeta
C.
Y los criados le daban bofetadas.
Mientras
Pedro estaba abajo en el patio, llegó una criada del sumo sacerdote y, al ver a
Pedro calentándose, lo miró fijamente y dijo:
S.
- También tú andabas con Jesús el Nazareno.
C
El lo negó diciendo:
S.
- Ni sé ni entiendo lo que quieres decir.
C
Salió fuera al zaguán, y un gallo cantó.
La
criada, al verlo, volvió a decir a los presentes:
S
- Este es uno de ellos.
C.
Y él lo volvió a negar.
Al
poco rato también los presentes dijeron a Pedro:
S.
- Seguro que eres uno de ellos, pues eres Galileo.
C
Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar:
S
- No conozco a ese hombre que decís.
C
Y en seguida, por segunda vez, cantó el gallo. Pedro se acordó de las palabras
que le había dicho Jesús “Antes de que cante él gallo dos veces, me habrás
negado tres”, y rompió a llorar.
Apenas
se hizo de día, los sumos sacerdotes con los ancianos, los letrados y el
sanedrín en pleno, prepararon la sentencia; y, atando a Jesús, lo llevaron y lo
entregaron a Pilato.
Pilato
le preguntó:
S.-
¿Eres tú el rey de los judíos?
C.
El respondió:
+
- Tú lo dices.
C
Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas.
Pilato
le preguntó de nuevo:
S.
- ¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan.
C.
Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba muy extrañado.
Por
la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un
tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la
revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre.
Pilato
les contestó:
5.
- ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?
C.
Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia.
Pero
los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de
Barrabás.
Pilato
tomó de nuevo la palabra y les preguntó:
S.-
¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?
C.
Ellos gritaron de nuevo:
S.-
Crucifícalo.
C.
Pilato les dijo:
S.-
Pues ¿qué mal ha hecho?
C.
Ellos gritaron más fuerte:
S.-
Crucifícalo.
C.
Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús,
después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.
Los
soldados se lo llevaron al interior del palacio - al pretorio y reunieron a
toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas,
que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:
5.-
¡Salve rey de los judíos!
C.
Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas,
se postraban ante él.
Terminada
la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para
crucificarlo. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre
de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz. Y llevaron a Jesús al
Gólgota (que quiere decir lugar de «La Calavera»), y le ofrecieron vino con
mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas,
echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno.
Era
media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba
escrito: EL REY DE LOS JUDIOS. Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su
derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: «Lo
consideraron como un malhechor.»
Los
que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
S.-
¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti
mismo bajando de la cruz.
C.
Los sumos sacerdotes, se burlaban también de él diciendo:
5.-
A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de
Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.
C.
También los que estaban crucificados con él 10 insultaban. Al llegar el
mediodía toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y a la media
tarde, Jesús clamó con voz potente:
+-
Eloí Eloí lamá sabactaní. (Que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?)
C.
Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S.-
Mira, está llamando a Elías.
C.
Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña,
y le daba de beber diciendo:
S.-
Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.
C.
Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
(Todos
se arrodillan, y se hace una pausa)
El
velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
El
centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:
S-
Realmente este hombre era Hijo de Dios.
C.
Había también unas mujeres que miraban desde lejos; entre ellas María
Magdalena, Maria la madre de Santiago el Menor y de José y Salomé, que cuando
él estaba en Galilea, lo seguían para atenderlo; y otras muchas que habían
subido con él a Jerusalén.
Al
anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del sábado, vino José de
Arimatea, noble magistrado, que también aguardaba el Reino de Dios; se presentó
decidido ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.
Pilato
se extrañó de qué hubiera muerto ya; y, llamando al centurión, le preguntó si
hacía mucho tiempo que había muerto.
Informado
por el centurión, concedió el cadáver a José. Este compró una sábana y, bajando
a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una
roca, y rodó una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María, la
madre de José, observaban dónde lo ponían.
Palabra
del Señor
COMENTARIO
El Domingo de Ramos es el comienzo solemne de la Semana Santa: Cada año
recordamos los grandes misterios de nuestra salvación. El Hijo de Dios asumió
nuestra condición humana para hacerse solidario con nosotros. Y ofreció su vida
para que nosotros pudiéramos reconciliarnos
con el Padre. Hemos observado domingo a domingo cómo fue aumentando el odio de
los enemigos de Jesús. Cada uno de sus gestos en favor de los enfermos y
excluidos fue interpretado de manera negativa; cada una de sus palabras fue
sacada de contexto y manipulada. Sus enemigos ya habían decidido liquidarlo;
solamente esperaban el momento propicio para echarle mano pues temían desafiar
la furia de sus seguidores.
Analicemos cuáles fueron las circunstancias que acompañaron la entrada
de Jesús en Jerusalén: Jesús se dirige a la capital religiosa e histórica de
Israel para llevar a término la misión que le había sido confiada. Cada año los
judíos se reunían en la ciudad santa para celebrar la Pascua, que era la
conmemoración de la liberación de Egipto. A la alegría de la fiesta religiosa y
del reencuentro con los familiares y
amigos, se unía un clima de tensión política, pues los judíos se encontraban
sometidos al poder romano. Y era apenas natural que las celebraciones de la
liberación de la esclavitud de Egipto alimentaran los sentimientos nacionalistas
y el anhelo de independencia. Jesús, que conocía profundamente el alma popular,
escogió precisamente este momento para entrar en Jerusalén.
Es el Mesías, descendiente de David, que entra en
su capital. Pero ¡de qué manera lo hace! El pueblo esperaba que el Mesías
entrara en Jerusalén de manera ostentosa pero, Jesús no entra haciendo alarde
de poder; entra humildemente en un burro, que es un animal sin pretensiones y
la gente sencilla, libre de prejuicios, es capaz de ver en ese personaje que
entra en un burro al descendiente del rey David.
Por ello muchos alfombraban el camino con sus mantos, otros con ramas
cortadas de los árboles, la gente gritaba. Por el contrario, los fariseos,
enceguecidos por el odio, ven en él a un
peligroso subversivo al que hay que eliminar. Con este estilo quiere corregir
ideas deformadas sobre el Mesías y da un giro radical a las expectativas sobre
el nuevo orden que ha anunciado en su predicación por los pueblos y campos, y
que va a sellar con la sangre que derramará en la cruz. Las pasiones políticas
y religiosas, así como los prejuicios sociales, ciegan nuestra capacidad de
juzgar y nos llevan a decisiones equivocadas.
Al iniciar la Semana Santa no seamos simples espectadores de estos
acontecimientos que cambiaron la historia del mundo y el sentido de nuestras
vidas: Que nuestra actitud interior sea la de participantes activos,
coprotagonistas de los misterios que celebramos. Involucremos activamente en
las celebraciones, degustemos los textos bíblicos, dejémonos interpelar por ese
Jesús, Hijo de Dios, que firmó con su sangre un pacto de amor que nunca
caducará.
PLEGARIA UNIVERSAL
Hoy hemos escuchado la pasión de Jesús. También nosotros queremos
ser fieles a Dios hasta el final pero abandonamos ante las dificultades. Oremos
al Padre diciendo: Hágase Señor tu voluntad.
1.-
Por el Papa Francisco, obispos, sacerdotes y la Iglesia en general, para que el
Padre les dé fuerza y coraje ante las adversidades de este mundo. Roguemos
al Señor.
2.-
Por los que dirigen las naciones para que se dejen guiar por la verdad que
viene del Cielo que se ocupa de los más débiles y de los que sufren. Roguemos
al Señor.
3.-
Por los que se encuentran dificultades en su caminar para que mirando a Aquel
que nos salvó encuentren fuerzas para
seguir adelante. Roguemos al Señor.
4.-
Por las familias cristianas para vivan
esta emana con profundidad, sacrificio y así resuciten a la vida que nos trae
Cristo. Roguemos al Señor.
5.-
Por los que hemos preparados este camino hacia la cruz durante toda la Cuaresma
para que acompañando a Cristo en su pasión nos veamos devueltos a la Vida que
él nos brinda. Roguemos al Señor.
Señor, nosotros, tu pueblo nos dispone a celebrar los misterios de
la Pasión y Resurrección de tu Hijo. Hazte presente en nuestras debilidades y
acompáñanos a La Gloria de la Resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION
SOBRE LAS OFRENDAS
Por la pasión de tu Hijo sé
propicio a tu pueblo, Señor y concédenos, por esta celebración que actualiza el
único sacrificio de Jesucristo, la misericordia que no merecen nuestros
pecados. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Fortalecidos con tan santos misterios, te dirigimos esta
súplica, Señor: del mismo modo que la muerte de tu Hijo nos ha hecho esperar lo
que nuestra fe nos promete, que su resurrección nos alcance la plena posesión,
de lo que anhelamos. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y
SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes Santo 30: Is 42, 1-7; Sal 26, 1-3.13-14; Jn 12,1-11.
Martes Santo 31: Is 49, 1-6; Sal 70, 1-4ª.5-6.15-17; Jn 13,
21-33.36-38.
Miércoles Santo 01: Is 50, 4-9ª; Sal 68, 8-10.21-31-34; Mt 26, 14-25.
Jueves: Misa Crismal 02: Is 61, 1-3ª;6ª.8B-9; Sal 88; Ap 1, 5-8; Lc 4, 16-21.
Viernes:
De
La Pasión del Señor: Is 52, 13—53, 12; Sal 30, 2.12-13.15-18; Hb 4,
14-16; 5, 7-9; Jn 18, 1—19, 42.
Sábado 03:
Vigilia
Pascua: Gn 1, 1-2 ( o más breve: Gn 1, 1.26-31ª) Gn 22, 1-18; (O más
breve: Gn 22, 1-2.9ª.10-13.15-18); Sal 15; Ex 14, 15—15, 1; Salmo: Ex 15,
1-2.3-4.5-6.17-18; Is 54, 5-14; Sal 29; Is 55, 1-11; Salmo: Is 12, 2-3.4.5-6;
Ba 3, 9-15.32—4,4; Sal 18; 8.9.10.11; Ez 36, 16-28; Sal 41, 3.5bcd; 42, 3.4; (o
bien: Sal 50); Rm 6, 3-11; Sal 117; Evangelio Mc 16, 1-7.
Domingo 04: Pascua de la Resurrección del Señor. Hch 10, 34ª.37-43; Sal
117; Col 3, 1-4; (o bien: 1Co 5, 6b-8); Jn 20, 1-9 (o en las misas vespertinas Lc 24, 13-35).