LA PLEGARIA MÁS ANTIGUA A LA VIRGEN: BAJO TU AMPARO...
Nos
decía nuestro Arzobispo Monseñor José Antonio Eguren Anselmi, SCV en una carta
dirigida a toda la Iglesia Arquidiocesana de Piura Y Tumbes con ocasión de la Conclusión
del X Congreso Nacional Eucarístico y Mariano: “Recemos al Señor por María para
que aleje de nosotros un Fenómeno del Niño severo. En la inauguración del
Congreso Eucarístico les pedí a todos que rogáramos al Creador, para que aleje
de nosotros el peligro de un Fenómeno del Niño extremadamente severo o
extraordinario que pueda sembrar muerte y destrucción, y que más bien nos
conceda la gracia de un tiempo sereno con suficiente lluvia, tan necesaria para
nuestra subsistencia y para la fecundidad de nuestros campos y sobrevivencia de
nuestro ganado. Este pedido recibió la adhesión inmediata de todos los que
colmaban las tribunas de nuestro Estadio Miguel Grau de Piura con sus
espontáneos aplausos. Por ello vuelvo a pedirles que a través de nuestra
oración al Señor por medio de Santa María sigamos pidiendo por esta intención y
que lo hagamos rezando personal, familiar y comunitariamente la oración del
Bajo tu Amparo:
“Bajo tu amparo
nos acogemos, Santa Madre de Dios;
no deseches las
oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos siempre de todo peligro,
¡oh Virgen
gloriosa y bendita! Amén”
Me pareció interesante hacer una
breve historia de esta devoción que se remonta al año 250 d.C. y que nos hacer
ver a María presente en la vida de la Iglesia primitiva de la cual nosotros
somos sus herederos.
Edgar Lobel, experto en papirología, estudioso
de la Universidad de Oxford, que dedicó su vida al estudio de los papiros
encontrados en Egipto, hace una referencia a un papiro de tinte mariano. Sabemos
que, el clima extremadamente seco
de la mayor parte de Egipto ha hecho que se conserven multitud de fragmentos de
papiros antiquísimos, con textos de hace milenios, en griego y en copto.
Muchos de estos textos se habían perdido, como los poemas de Safo, que han sido
reconstruidos en parte gracias a los papiros (y a los estudios del propio
Lobel). En otros casos, los papiros sirven para confirmar la antigüedad de
textos que sí que se habían conservado a través de sucesivas copias o
traducciones[1].
Pues bien, uno de estos papiros,
descubierto en las proximidades de la antigua ciudad egipcia de Oxirrinco, contenía una oración a la
Virgen. Y no cualquier oración, sino una
plegaria que continuamos rezando hoy en día, la oración Sub tuum
praesidium. De hecho, es una de las opciones para la antífona final
a la Virgen que se pueden rezar todos los días en Completas. La versión latina
es:
confugimus,
Sancta Dei Genitrix.
Sancta Dei Genitrix.
Nostras deprecationes ne despicias
in necessitatibus nostris,
sed a periculis cunctis
libera nos semper,
Virgo gloriosa et benedicta.
La versión castellana, también muy
conocida:
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas
que te dirigimos en nuestras
necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,
¡oh siempre Virgen, gloriosa y
bendita!
Y aunque no se tenga la costumbre de
rezar en griego clásico, también incluimos la versión en esta lengua, que es
precisamente la que se encontró en el papiro. Además, basta fijarse un poco en
la foto del papiro para reconocer las palabras griegas originales:
Ὑπὸ τὴν σὴν εὐσπλαγχνίαν,
καταφεύγομεν, Θεοτόκε.
Τὰς ἡμῶν ἱκεσίας,
μὴ παρίδῃς ἐν περιστάσει,
ἀλλ᾽ ἐκ κινδύνων λύτρωσαι ἡμᾶς,
μόνη Ἁγνή, μόνη εὐλογημένη.
Supongo que no hará falta que se subraye
la presencia del término Theotokos (en este caso, Theotoke, en
vocativo), es decir, “Madre de Dios”. Dos siglos después, en el Concilio de Éfeso,
se reconoció de forma y solemne que este título era adecuado para la Virgen
María, contra el parecer de Nestorio y sus seguidores. Es decir, en Éfeso, la
Tradición de la Iglesia fue defendida contra los que preferían sus propios
razonamientos a la enseñanza de siempre de la Iglesia.
Resulta impresionante rezar esta
oración, en el idioma que sea, sabiendo que los cristianos la rezaban ya, por lo menos, en el siglo III, que
es la fecha en la que Edgar Lobel dató el papiro en el que se encontraba.
Nosotros no la hemos recibido de los arqueólogos, sino de la Tradición de la Iglesia, a través del
latín en el caso de la Iglesia Latina o del griego y el eslavonio antiguo en
Oriente. Resulta agradable, sin embargo, que la arqueología nos muestre una vez
más que la Tradición no es algo inventado, sino que verdaderamente nos
transmite la herencia que los primeros cristianos recibieron de Cristo y de los
Apóstoles.
Como dato curioso, podemos decir que los cristianos la rezaban ya, por lo menos, en el año 250 d.C., que es la fecha en
la que Edgar Lobel dató el papiro en el que se encontraba.
El editor encargado de la publicación
de los papiros, M.C.H. Roberts, lo publicó como perteneciente al siglo IV.
Respondiendo a las críticas recibidas por ello, contestó que le parecía “casi
increíble que una plegaria dirigida de forma tan directa a la Virgen en esos
términos pudiese haber sido escrita en el siglo tercero”. Es decir, sus
prejuicios no le permitían aceptar los datos de la ciencia sobre el asunto,
porque no concordaban con la idea
protestante de que la veneración a la Virgen y a los santos tuvo su
origen en la conversión de Constantino y en la (supuesta) paganización de la
Iglesia en el siglo cuarto. La misma historia de Nestorio, pero dieciséis
siglos después.
En cambio, como siempre sucede, los fieles que, con sencillez, rezan esta
oración porque la han recibido de manos de la Iglesia, son los que están
más cerca de lo que transmitieron los primeros cristianos y, por lo tanto, más
cerca de Cristo. Que todos tengamos esa sencillez y recemos hoy, con los
cristianos de todos los tiempos, a la Sancta Dei Genitrix, la Theotokos,
la Madre de Dios.
La oración Sub tuum praesidium es
un testimonio entrañable, probablemente el más antiguo y el más importante en
torno a la devoción a Santa María. Se trata de un tropario (himno
bizantino) que llega hasta nosotros lleno de juventud. Es quizás el texto más
antiguo en que se llama Theotokos a la Virgen, e
indiscutiblemente es la primera vez que este término aparece en un contexto
oracional e invocativo.
G. Giamberardini[2],
especialista en el cristianismo primitivo egipcio, en un documentado estudio ha
mostrado la presencia del tropario en los más diversos ritos y
las diversas variantes que encuentra, incluso en la liturgia latina. La
universalidad de esta antífona hace pensar que ya a mediados del siglo III era
usual invocar a Santa María como Theotokos, y que los teólogos,
como Orígenes, comenzaron a prestarle atención, precisamente por la importancia
que iba adquiriendo en la piedad popular. Simultáneamente esta invocación habría
sido introducida en la liturgia.
En el rito romano, su presencia está ya
testimoniada en el Liber Responsalis, atribuido a San Gregorio
Magno y es copiado en el siglo IX en la siguiente forma: “Sub tuum praesidium
confugimus, Sancta Dei Genitrix”. Algunos manuscritos de los siglos X y XI,
presentan unas deliciosas variantes de esta oración, manteniendo intacta la
expresión Santa Dei Genitrix, en estricta fidelidad a la Theotokos del
texto griego[3].
Se trata de traducciones fidelísimas
del texto griego, tal y como aparece en el rito bizantino, en el que se utiliza
la palabra griega eysplagknían, para referirse a las entrañas
misericordiosas de la Madre de Dios. La consideración de la inmensa capacidad
de las entrañas maternales de la Madre de Dios está en la base de la piedad
popular que tanta importancia dio al título Theotokos para
designar a la Madre de Jesús. Y quizás como lo más importante sea el hecho de
que el testimonio del Sub tuum praesidium levanta la sospecha
de que el título Theotokos se origina a mediados del siglo III
en la piedad popular como invocación a las entrañas maternales de Aquella que
llevó en su seno a Dios. Esta vez, quizás, la piedad popular fue por delante de
la Teología. Al menos, es muy verosímil que así fuese.
Los fieles que, con sencillez, rezan esta oración a la Sancta
Dei Genitrix, la Theotokos, la Madre de Dios, porque la han
recibido de manos de la Iglesia, son los que están más cerca de lo que
transmitieron los primeros cristianos y, por lo tanto, más cerca de Cristo.
La versión latina esta oración ha sido
inmortalizada en la música especialmente por Antonio Salieri y Wolfgang Amadeus Mozart.
Con esa misma sencillez recemos a la
Madre del Señor, para que por su intercesión, se aleje de nuestros pueblos el Fenómeno el Niño extremo,
pero que si conceda lluvias necesarias para nuestros campos y llenar nuestras
represas del agua suficiente para nuestra subsistencia. Hoy más que nunca
válida la expresión “No desprecies las
súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades…”
FUENTES:
-
Lucas F.
Mateo-Seco, La devoción
mariana en la primitiva Iglesia, en http://infocatolica.com/blog/espadadedoblefilo.php/1005030222-la-plegaria-mas-antigua-a-la
Virgen
-
Cfr G.
Giamberardini, Il “Sub tuum
praesidium” e il titolo
Theotokos nella tradizione egiziana, en “Marianum” 31 (1969) 350-351;
-
A.M. Malo,
La plus ancienne prière à notre Dame,
en De primordis cultus mariani,
cit., t. 2, 475-485.
[1] Lucas F. Mateo-Seco, La devoción mariana en la primitiva Iglesia,
en http://infocatolica.com/blog/espadadedoblefilo.php/1005030222-la-plegaria-mas-antigua-a-la
Virgen
[2] Cfr G.
Giamberardini, Il “Sub tuum
praesidium” e il titolo
Theotokos nella tradizione egiziana, en “Marianum” 31 (1969) 350-351; Cfr G.
Giamberardini, Il "Sub tuúm praesidium" e il titolo
"Theotokos" nella tradizione egiziana, en "Marianum" 31
(1969), 350-358; A.M. Malo, La
plus ancienne prière à notre Dame, en De primordis cultus mariani, cit., t. 2, 475-485.
[3] Puedes leer con
más amplitud a Lucas F. Mateo-Seco en http://www.mercaba.org/FICHAS/almudi.org/devocion_mariana_primitiva_I.htm