MARIA, ENSEÑANOS A
MEDITAR
ORACION COLECTA
Dios y Señor nuestro, que por la
maternidad virginal de María entregaste a los hombres los bienes de la
salvación, concédenos experimentar la intercesión de aquella de quien hemos
recibido a tu Hijo Jesucristo, el autor de la vida. El, que vive y reina
contigo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Números 6,22-27
El Señor habló a Moisés: «Di a
Aarón y a sus hijos, esta es la fórmula con la que bendecirán a los hijos de
Israel: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te
conceda su favor.
El Señor te muestre tu rostro y
te conceda la paz”. Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los
bendeciré».
SALMO
RESPONSORIAL (66)
Que Dios tenga piedad y nos bendiga.
Que
Dios tenga piedad nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la
tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R.
Que
canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia y gobiernas
las naciones de la tierra. R.
Oh Dios,
que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos
bendiga; que le teman todos los confines de la tierra. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los Gálatas 4,4-7
Hermanos: Cuando llegó
la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la
Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos la
adopción filial.
Como sois hijos, Dios
envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡“Abba”, Padre!».
Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero
por voluntad de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 2,16-21
En
aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y
a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les
había dicho de aquel niño.
Todos
los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María,
por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se
volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían
oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
Cuando
se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre
Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
COMENTARIO
El evangelio del día de hoy traza un retrato de María que la convierte en nuestra maestra espiritual: “Su madre conservaba todos estos sucesos en sus memoria y los meditaba en su corazón”. Es la fe en una tarea de profundización. Nadie podría ahondar tan dentro como María, nadie tendrá que vivir unas cosas tan maravillosas. Ella era judía, educada al estilo judío. Convertirse en madre del Mesías fue algo que la deslumbró y la colmó: todas las jóvenes judías soñaban con ello. El primer acontecimiento desconcertante fue aquella concepción virginal tan extraña: ¡No conozco varón! Y a continuación se muestra deseosa de saber la verdad, no ya aplastada por la verdad, sino con ansias de preguntar: ¿Cómo voy a ser madre? El Espíritu vendrá sobre ti.
Empezaba así a meditar. María emprendía un camino de cuestiones cada vez más acuciantes. Ella, la judía tendrá que ir aceptando poco a poco la idea de que el Dios único tiene un Hijo ¡Y que ese Hijo es Jesús! Tuvo que ir haciéndose a la idea de que el Mesías glorioso era aquel niño que vivía en una humilde aldea y en una familia de obreros. Como todos los niños. Después de cierta agitación en el nacimiento, la inmersión en el silencio de una vida vulgar. Vino luego el episodio de los doce años de Jesús. Su independencia tan poco habitual y su repuesta, insolente si no hubiera encerrado un gran misterio: ¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre? No, no lo sabían, se atreve a decir; “no lo comprendieron”. Se dice a veces de una persona que se ve desbordada por los acontecimientos. María se vio desbordada. Pero siguió siendo profundamente receptiva: “guardaba todo aquello en su corazón”. Medita, recoge los hechos, las palabras, las luces. El delante los hechos y las palabras de su hijo extraño - ¡extranjero!- lejos de cerrarla ante lo inaccesible, la irán abriendo y levantando cada vez un poco más hacia el misterio; ¿Quién eres tú, tú que eres mi hijo?”.
Jesús ve esta triple tarea de apertura de meditación y de adaptación. Cuando una mujer superficialmente emocionada, le grita “¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!”. Le respondió con una invitación a una profundidad mayor: “Mayor: “dichosos los que escuchan el mensaje de Dios y lo cumplen!” (Lc. 11, 27-28). ¿Por qué no acudimos a esta escuela de la fe? No sólo hacia un modelo de alma contemplativa, sino hacia una madre que se siente tan feliz de ayudarnos a que nos adaptemos también nosotros al misterio. La fe cristiana no es fácil; lo vemos al oír a quienes la abandonan y al palpar nuestra propia mediocridad. No basta con haber escuchado vagamente unas palabras, hay que recibir con avidez las palabras y los acontecimientos para progresar luego hacia todo el misterio de Jesús a fuerza de meditaciones. Como aquella que fue la primera en recorrer todo el camino. Y que puede guiarnos a nosotros.
PLEGARIA UNIVERSAL
Levantemos nuestra voz su0plicante al Señor, por la intercesión de
s Madre Santísima, a ella Reina de la Paz imploremos la misericordia divina en
favor de todas las personas.
1.-
Por el Papa Francisco, los Obispos, sacerdotes y todos los miembros de la
Iglesia, para que sean instrumento de Paz en medio del mundo. Roguemos
al Señor.
2.-
Para que los fieles, a imitación de María, mediten, conserven en su corazón y anuncien con celo
lo que han oído del Hijo de Dios. Roguemos al Señor.
3.-
Para que los hombres de todas las razas y pueblos descubran que tienen un único
Dios, Padre de todos y nunca se comporten como enemigos unos de otros. Roguemos
al Señor.
4.-
Para que llegue a la presencia del Señor el lamento de los que sufren a causa
de las guerras, y pronto puedan experimentar el retorno de la paz a sus hogares
y naciones. Roguemos al Señor.
5.-
Para que llegue a la presencia del Señor el lamento de los que sufren a causa
de las guerras, y pronto puedan experimentar el retorno de la paz a sus hogares
y naciones. Roguemos al Señor.
Escucha, Dios omnipotente y eterno, nuestras su0plicas bendice el año que hoy
comenzamos. Que nuestro trabajo nos de el pan de cada día, y que nuestras almas
encuentren el alimento necesario para avanzar en el camino del bien y en la
contemplación de tu palabra. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Señor y Dios nuestro, que en tu providencia das principio y
cumplimiento a todo bien, concede, te rogamos a cuantos celebramos hoy la
fiesta de la Madre de Dios, Santa María, que así como nos llena de gozo
celebrar el comienzo de nuestra salvación, nos alegremos un día de alcanzar su
plenitud. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Hemos recibido con alegría los
sacramentos del cielo, te pedimos ahora, Señor, que ellos nos ayuden para la
vida eterna, a cuantos proclamamos a
María Madre de tu Hijo y Madre de la Iglesia. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y
SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 2:
San
Basilio Magno y San Gregorio Nacianceno, Obispos y doctores de la Iglesia (MO) 1Jn 2, 22-28; Sal 97; Jn 1, 19-28.
Martes 3:
1Jn 2, 29—3, 6; Sal 97; Jn 1, 29-34.
Miércoles 4: 1Jn 3, 7-10, Sal 97, Jn 1, 35-42.
Jueves 5:
1Jn 3, 11-21; Sal 99; Jn 1, 43-51.
Viernes 6:
1Jn 5, 5-13; Sal 147; Mc 1, 7-11.
Sábado 7: 1Jn 5,
14-21; Sal 149; Jn 2,
1-12. Se puede celebrar la memoria de San Raimundo de Peñafort, presbítero
(Blanco).
Domingo 8: Epifanía del Señor (S) Is 60, 1.6; Sal 71; EF 3, 2-3ª.5-6; Mt. 2, 1- 12.
1 ENERO: S. María,
Madre de Dios. (S)
Nm 6,22-27; Ga
4,4-7; Lc 2,16-21
PRIMERA LECTURA
La fórmula de bendición sacerdotal señala una función del sacerdocio:
bendecir, poner el nombre de Dios en la asamblea (Dt 10,8; 21,5). Como
mediador, invoca, intercede. Dios es la fuente de toda bendición, y ésta abarca
todo bien material o espiritual, siempre signo del favor de Dios, de su
protección, gracia y paz. El reconocimiento de su hondura y significado lo
dignifica como revelador.
________________________________________
Lectura del libro de los Números 6,22-27.
El Señor habló a Moisés:
Di a Aarón y a sus hijos:
Esta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:
El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor;
el Señor se fije en ti
y te conceda la paz.
Así invocarán mi nombre sobre los israelitas
y yo los bendeciré.
COMENTARIOS A LA PRIMERA
LECTURA
Nm 06, 22-27
1.
Composición del relato:
-Se compone de tres partes: una introducción (vs. 22-23), un poema
litúrgico que es una fórmula de bendición (vs. 24-26) y una conclusión (v. 27).
En las tres partes una raíz verbal común: "bendecir" (vs. 23.
24. 27), y en las tres oraciones del poema (paralelas por su contenido y forma)
un mismo sujeto: el Señor (vs. 24-26). Esta triple invocación del nombre del
Señor hace eficaz la bendición de los sacerdotes aaronitas (v. 23). En realidad
es Dios el que bendice a través de sus mediadores (v. 27).
Comentario:
-Una de las tendencias dominantes de la primera parte del libro de los
Números es poner en claro el papel o función de los sacerdotes. Es cierto que
patriarcas, reyes y levitas pueden bendecir (cfr. Bn. 27, 48; II Sam. 6, 18; I
Rey. 8, 14. 55; Dt. 10, 8, 221, 5), pero aquí esta función está reservada en
exclusiva a los sacerdotes (cfr. Sir. 50, 22 ss).
-La bendición hace presente a Dios en medio del pueblo (v. 27). Toda
bendición humana continúa la bendición de Dios a los seres creados y a los
patriarcas (cfr. Gn. 1, 22.28; 12, 2 ss). Pronunciada, siempre produce su
efecto sin poderse revocar (cfr. Gn. 27, 30-38: difícil de entender a todo
hombre occidental. La bendición en el A.T. guarda similitud con la bendición
gitana).
-Las fórmula de bendición posee un estilo arcaico y conciso (es muy
citada en el A.T..: Sa. 67, 1,; 119, 135..., y en la literatura del Qumran,
signo evidente de su importancia en la piedad judía). Se implora la bendición
divina para que el Señor:
1) Conceda abundantes cosechas, ganados, éxitos en las empresas... (v.
24; Dt. 28, 2-14). Termino equivalente a bendecir, aunque en forma negativa, es
"proteger".
2) "Ilumine su rostro sobre ti": en Prov. 16, 14 ss., esta
expresión se opone a la ira del rey. Indica, por tanto, mostrar su favor,
conceder el bien y la vida (cfr. Sal 31, 17; 80, 4.8.20).
3) Te concede la paz. La paz es un término muy rico en hebreo, sin
traducción posible en nuestras lenguas. Indica la idea de perfección o de
totalidad: bienestar, prosperidad material y espiritual tanto a nivel
individual como colectivo... La paz aquí no se opone a la guerra solamente,
sino a todo lo que puede perjudicar el bienestar humano y las buenas relaciones
de los hombres entre sí y con Dios.
Reflexiones:
-Algunas variantes textuales ponen los verbos de este relato en futuro,
adquiriendo así la bendición un valor profético. Por eso muchos Padres han
visto en este texto el anuncio de la auténtica bendición: la venida de Jesús,
nuestra paz (cfr. Is. 9,6; 11, 1-9...). Estos días contemplamos el nacimiento
de este Príncipe que nos trae una paz basada en la justicia, el amor a Dios y a
los hermanos (cfr. Is. 32, 17; 60, 17...).
-Millones de seres humanos pasan hambre. Los bienes materiales escasean
incluso en nuestro mundo occidental: aumento del paro, carencia de poder
adquisitivo... El egoísmo reina por todas las partes: sólo nos interesa lo
nuestro y los nuestros; los demás no cuentan, ni siquiera Dios. Al contemplar
estos días al Príncipe de la paz en el Belén imploremos también su bendición;
de lo contrario nuestro mundo tiene visos de convertirse en una jauría de locos.
A. Gil Modrego, Dabar, 1986 Nº 7
________________________________________
2. PAZ/BENDICION PAZ-MESIANICA.
QUÉ SIGNIFICA.
He aquí una fórmula antiquísima para bendecir al pueblo invocando sobre
él el nombre del Señor. La bendición del pueblo estaba reservada a los
sacerdotes; por eso aquí se encomienda expresamente la fórmula al primero de
ellos, Aarón, y a sus hijos (cf. Dt 10, 8; 21, 5). Si alguna vez los reyes,
como hizo David (2 S 6, 18) bendijeron a todo el pueblo, fue porque ejercieron
ocasionalmente funciones sacerdotales. Los sacerdotes acostumbraban a impartir
la bendición en el templo, bien sea antes de comenzar el culto y como saludo
(Sal 118, 26) o después y como despedida (Lv 9, 22).
Esta fórmula de bendición consta de tres miembros paralelos, cada uno
de los cuales comienza de nuevo invocando el nombre del Señor (aunque la
tradición no ha respetado esta estructura al suprimir el nombre del Señor en el
segundo miembro). Notemos también que el primer miembro tiene en el original
solamente tres palabras, cinco el segundo y siete el tercero. La pronunciación
de la fórmula se acompaña con el rito de la imposición de manos. La repetición
del nombre del Señor, el "crescendo" literario y el gesto de imponer
las manos sobre el pueblo señalan muy bien la voluntad de eficacia del que
bendice. Sin embargo, no estamos ante una fórmula mágica que funcione por sí
misma, por la fuerza de las palabras y los ritos. De ser así, el favor de Dios
pasaría a depender de los sacerdotes que poseen la fórmula. El modo optativo de
todos los verbos que se usan indica que se trata de una oración; por lo tanto,
los sacerdotes tienen que pedir a Dios su favor y no pueden controlar su
gracia.
Se espera que Dios conceda su protección, su favor y la paz al pueblo
sobre el que ha sido invocado su santo nombre. Esta "paz" (en hebreo
Shalom palabra con la que se saludan los judíos hasta nuestros días) significa
mucho más de lo que nosotros solemos entender. La "paz" es para los
judíos el compendio de todos los bienes mesiánicos: reposo, gloria, riqueza,
salvación, vida..., y, en todo caso, únicamente es posible como fruto de la
justicia.
La paz entendida como desorden establecido y simple ausencia de guerra
"caliente" no tiene valor alguno, no es la paz que viene de Dios.
Eucaristía 1985, 1
________________________________________
3. PAZ-BIBLICA:
EL SEÑOR TE CONCEDA LA PAZ.
A comienzo del nuevo año quisiéramos los cristianos invocar de Dios
sobre toda la humanidad la bendición de que nos habla Num. 6, 24-25: "El
Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su
favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz". La paz bíblica no es
un concepto negativo, ausencia de guerra o de violencia, es como la síntesis de
todos los bienes necesarios y posibles, es "Shalom", un estado de
bienestar espiritual y material, comunión con Dios y con los hermanos. Por eso
la paz es una meta hacia la que caminamos, un quehacer en que trabajamos.
PAZ/VAT-II PAZ/JUSTICIA
Desgraciadamente, esta concepción positiva de la paz que exige como
fundamento cotas cada vez mayores de justicia, libertad y amor, ha ido
degenerando hasta convertirse en algo exclusivamente negativo: la ausencia de
guerra. Un botón de muestra lo tenemos en que la llamada ética de la paz ha
estado construida más bien en relación a la evitación de la guerra
("doctrina de la guerra justa") que como camino positivo de
construcción de la paz. Por eso el Vaticano II tiene que advertir: "La paz
no es la mera ausencia de guerra, ni se reduce al solo equilibrio de las
fuerzas adversarias, ni surge de una hegemonía despótica, sino que con toda
exactitud y propiedad se llama obra de la justicia... Por eso la paz jamás es
una cosa del todo hecha, sino un perpetuo quehacer" (G.S.78).
Dabar 1987, 7
SALMO RESPONSORIAL
Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8
R/. El Señor tenga piedad y nos bendiga.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros:
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud,
y gobiernas las naciones de la tierra.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que lo teman
hasta los confines del orbe.
COMENTARIOS AL SALMO 66
El Señor tenga piedad y nos bendiga (v. 1). Que Dios nos bendiga (v.
8). La lectura "cristiana" de estos versículos, es decir, su alcance
y comprensión a la luz de la plenitud de la Revelación, los convierten en
hondos y luminosos.
La bendición de Dios se consuma en su Hijo Jesucristo, por medio del
cual nos ha bendecido con toda clase de bienes espirituales 314
Aprovechemos este silencio contemplativo de nuestra oración para
agradecer a Dios Padre estas bendiciones: en primer lugar, la bendición
consistente en contemplarnos -antes, incluso, de la creación del mundo- como
formando un solo cuerpo en la Persona de Cristo. Un cuerpo que llegará "al
estado de varón perfecto, a la medida de la edad perfecta de Cristo".315
¡Qué sublime predestinación!; después, la bendición consistente en realizar
esta predestinación de una manera admirable: haciéndonos hijos suyos. ¡Qué
excelsa dignidad!
Por medio de Cristo -de su Pasión y de su Muerte- podemos contemplar de
nuevo el rostro del Padre, sereno y bondadoso.316 Viene, pues, a propósito la
conclusión de nuestra meditación con esta antiquísima colecta sálmica:
"Conociendo la tierra tus caminos, Padre santo, y todos los pueblos tu
salvación, confesamos que Cristo es nuestro sendero y nuestra patria; por Él
caminamos derechamente y llegamos a la más plena victoria; danos, pues, como
regalo a aquél que hiciste para nosotros salvación. Él que vive y reina por los
siglos de los siglos. Amén."317
Ilumine su rostro sobre nosotros. Agustín desarrolla su plegaria
"cristiana" con estas palabras: "Ya que nos grabaste tu imagen,
ya que nos hiciste a tu imagen y semejanza, tu moneda, ilumina tu imagen en
nosotros, de manera que no quede oscurecida. Envía un rayo de tu sabiduría para
que disipe nuestras tinieblas y brille tu imagen en nosotros ... Aparezca tu
Rostro, y si -por mi culpa-, estuviese un tanto deformado, sea reformado por
ti, aquello que Tú has formado."318
La tierra ha dado su fruto: Son varios los Padres que, en el comentario
a este versículo, nos ofrecen una interpretación concorde. ¡La Tierra! La
Virgen María, es de nuestra tierra, de nuestra raza, de esta arcilla, de este
lodo, de la descendencia de Adán. La tierra ha dado su fruto; el fruto perdido
en el Paraíso y ahora reencontrado. La tierra ha dado su fruto.
Primeramente ha dado la flor: «Yo soy el narciso de Sarón y el lirio de
los valles» (Cant 2: 1). Y esta flor se ha convertido en fruto: fruto porque lo
comemos, fruto porque comemos su misma Carne. Fruto virgen nacido de una
Virgen, Señor nacido del esclavo, Dios nacido del hombre, Hijo nacido de una
Mujer, Fruto nacido de la tierra."319 "Nuestro Creador, encarnado en
favor nuestro, se ha hecho, también por nosotros, fruto de la tierra; pero es
un fruto sublime, porque este Hombre, nacido sobre la tierra, reina en los
cielos por encima de los Ángeles."320
.................
314 Eph 1: 3.
315 Eph 4: 13.
316 MISAL ROMANO. Coll Misa 29. XII, en la Octava de Navidad.
317 F. AROCENA, Orationes super psalmos e ritu Hispano-Mozarabico,
Toleti 1993, p. 119: 'Cognoscentes in terra viam tuam, Domine, in omnibus
gentibus salutare tuum, Christum Dominum viam esse confitemur et patriam; per
quem in directum gradimur et ad profectum plenissimum pervenimus; dona, igitur,
ut ipsum habeamus in munere, qui nobis factus es in salutem. Qui vivit et
regnat in sancula seculorum. Amen.'
318 S. AGUSTIN, Enarrationes in psalmos. 66, 4
319 S. JERONIMO, Breviarium in psalmos. 66; PL 26.
320 S. GREGORIO MAGNO, Homiliae in Ezechielem, 2, 1; PL 76, 937.
AROCENA-1.Págs. 145-147
________________________________________
2.
Esta repetición de palabras crea una especie de alborozo en el mismo
vocabulario. Una vez más, vemos a Israel consciente del privilegio de ser el
"pueblo de la Alianza"... y deseoso de participar esta dicha al
conjunto de la humanidad. Pide a todas las naciones, a toda la tierra, a todos
los hombres, asociarse a las "bendiciones" de que es el primer
beneficiario. Este salmo seguramente se cantaba en una de las dos fiestas de
cose cha: Pentecostés o los Tabernáculos. La fertilidad de la tierra, la
felicidad de una hermosa siega, incitaba a los hebreos a compartir esta dicha,
fruto de la bendición divina.
SEGUNDA LECTURA: CON JESÚS
"Id por todo el mundo: haced discípulos míos entre todas las
gentes"... Jesús vivió profundamente en su conciencia este
"universalismo" de Israel. Transformó este voto en proyecto...
Enviando a sus apóstoles hasta "los confines de la tierra".
"¡Jesús debió recitar este salmo con gran fervor!". "Que venga
tu reino universal, que se haga tu voluntad".¡"Que los pueblos te
aclamen oh Dlos, que te aclamen todos los pueblos"!
"La tierra ha dado su cosecha". Esta dimensión realista,
temporal, de la felicidad basada en los bienes de aquí abajo, no fue
menospreciada por Jesús: nos manda pedir "el pan nuestro de cada
día". "Tu camino será conocido sobre la tierra". Jesús se llamó
a sí mismo el "camino". "Yo soy el camino, la verdad, la
vida". "Que su rostro aparezca ante nosotros". El
"rostro" de Dios, luminoso: La sonrisa de Dios a la humanidad. Jesús,
en su encarnación, ¿no fue acaso la respuesta inaudita a esta oración? El Dios
invisible, el Dios "sin rostro", se hizo visible a nuestros ojos en
el rostro humano de Cristo. "La tierra ha dado su cosecha, su
fruto"...¡ Jesús, fruto de la tierra! Jesús, la más bella mies que jamás haya
salido del seno de la tierra. "Tu salvación será conocida entre todas las
naciones". Esta salvación la trajo El, Jesús. Recitando este salmo, Cristo
oró por su propia misión en el plan del Padre: "He venido, no para
condenar sino para salvar". "Tú conduces las naciones sobre la
tierra". Conducir, guiar, papel divino. Jesús reivindicó explícitamente
este papel, presentándose como el "buen pastor" que conduce sus
ovejas hacia las fuentes de agua viva.
TERCERA LECTURA: CON NUESTRO TIEMPO
La tierra entera... El mundo entero... Todos los pueblos... Todos los
hombres. Esta visión amplia, cósmica, mundial, es muy moderna. Nunca como hoy
se han traspasado las fronteras que separan los pueblos. Entramos cada vez más
en la era de los viajes al exterior. El mundo entero llega a nuestra casa por
la televisión. La manera de vivir de otros pueblos, sus problemas se aproximan
a nosotros. Al mismo tiempo se acentúan los sueños de paz universal y
definitiva. ¡"Que las naciones se alegren, que canten"! Al hacer esta
oración hoy, no podemos encerrarnos en nuestros pequeños universos
particularistas o nacionalistas estrechos... Al contrario, este salmo
contribuye a ampliar nuestros horizontes. En este sentido, el Padre Teilhard de
Chardin con su pensamiento universal, contribuyó a "ampliar nuestros
corazones". Escribió un opúsculo titulado: "La Misa sobre el
mundo". Admiremos la amplitud de esta "eucaristía". El sol
ilumina, allá, la franja extrema del primer oriente. Una vez más, bajo el mantel
móvil de sus fuegos, la superficie viviente de la tierra despierta, vibra y
reinicia su aterradora labor. Pondré en mi patena, oh Dios mío, la cosecha
esperada de este nuevo esfuerzo. Echaré en mi cáliz la savia de todos los
frutos que serán triturados hoy"...
La tierra ha dado su cosecha: Dios, Dios nuestro nos bendice. Ha habido
en ciertas épocas de la historia de la Iglesia una tentación de espiritualismo
desencarnado, un desprecio de las cosas de aquí abajo, un cierto pesimismo ante
los alimentos terrestres, considerados como impuros. No se trata de caer en el
exceso inverso que idolatra los "bienes de la tierra". Jesús trató de
"loco" al hombre que amplió sus graneros al tener una cosecha
excepcional... No precisamente por el éxito, sino porque se olvidó de pensar en
"su alma". ¡Sí, es verdad! Los placeres terrestres son frágiles, no
pueden saciar totalmente el "hambre" y la "sed" del hombre.
La verdadera actitud cristiana es la del hombre que se da sin medida al éxito
de la "creación": recoger una hermosa cosecha, llevar a feliz término
una empresa, terminar bien un trabajo, hacer evolucionar las situaciones,
educar a un hombre o una mujer... Esto es un "don de Dios":
"Dios, nuestro Dios, nos ha bendecido". ¡Hay que hacer una
espiritualidad del fracaso, cuando llegue! pero es más urgente hacer una
espiritualidad de la "cosecha": "He aquí el pan, fruto del
trabajo del hombre y de la tierra, te lo presentamos, él se convertirá en tu
cuerpo".
Que las naciones se alegren, que canten. ¡La búsqueda de la felicidad,
de la fiesta. Atreverse a orar así! Atreverse a pedir a Dios no solamente que
cese el dolor, sino que aumente la felicidad y la alegría. Y si nosotros oramos
para que los pueblos estén "alegres" y "canten"... ¿Cómo
podemos tener caras aburridas? La alegría es el gran secreto del Cristiano. Un
santo triste es un triste santo. Hagamos a aquellos que viven con nosotros la
primera caridad, la caridad de la alegría y de la sonrisa.
La oración del tiempo de cosecha: oración de otoño: La vejez no es un
tiempo fácil de vivir. Un poeta habló de esta edad que "siente la
decadencia de las cosas perecederas". Este salmo sugiere que nada se
acaba. El otoño es una estación nostálgica, es cierto. Pero todo continúa, en
las cosechas que se guardan en el granero: todo lo que ha habido de trabajo, de
amor, de sacrificio, de don de sí en una vida... "Está guardado en
Dios" mejor que en ningún granero. Lo que ha hecho un anciano en su vida,
los granos que ha cosechado, servirán para próximas siembras. Para quien cree
en Dios, nada se acaba.
Noel Quesson, 50 Salmos para todos los días. Tomo I, Paulinas, 2ª
Edición Bogota-Colombia-1988.Págs. 119-121
________________________________________
3. LA PLEGARIA DEL MISIONERO
«Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe».
Esa es mi plegaria, Señor. Sencilla y directa en tu presencia y en
medio de la gente con quien vivo. Bendíceme, para que los que me conocen vean
tu mano en mí. Hazme feliz, para que al verme feliz se acerquen a mí todos los
que buscan la felicidad y te encuentren a ti, que eres la causa de mi
felicidad. Muestra tu poder y tu amor en mi vida, para que los que la vean de
cerca puedan verte a ti y alabarte a ti en mí.
Mira, Señor, los seres que viven a mi alrededor adoran cada uno a su
dios, y algunos a ninguno. Cada cual espera de sus creencias y de sus ritos las
bendiciones celestiales que han de traer la felicidad a su vida como prenda de
la felicidad eterna que le espera luego. Valoran, no sin cierta lógica, la
verdad de su religión según la paz y alegría que proporciona a sus seguidores.
Con ese criterio vienen a medir la paz y alegría de que yo, humilde pero
realmente, disfruto, y que declaro abiertamente que me vienen de ti, Señor. Es
decir, que te juzgan a ti según lo que ven en mí, por absurdo que parezca; y
por eso lo único que te pido es que me bendigas a mí para que la gente a mi
alrededor piense bien de ti.
Eso era lo que ocurría en Israel. Cada pueblo a su alrededor tenía un
dios distinto, y cada uno esperaba de su dios que su bendición fuera superior a
la de los dioses de sus vecinos y, en concreto, que le bendijera con una
cosecha mejor que la de los pueblos circundantes. Israel te pedía que le dieses
la mejor cosecha de toda la región, para demostrar que tú eras el mejor Dios
del cielo, el único Dios verdadero. Y lo mismo te pido yo ahora. Dame una
cosecha evidente de virtudes y justicia y paz y felicidad, para que todos los
que me rodean vean tu poder y adoren tu majestad.
«El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros:
conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación».
Quiero que todo el mundo te alabe, Señor, y por eso te pido que me
bendigas. Si yo fuera un ermitaño en una cueva, podrías hacerme a un lado; pero
soy un cristiano en medio de una sociedad de hecho pagana. Soy tu representante,
tu embajador aquí abajo. Llevo tu nombre y estoy en tu lugar. Tu reputación,
por lo que a esta gente se refiere, depende de mí. Eso me da derecho a pedir
con urgencia, ya que no con mérito alguno, que bendigas mi vida y dirijas mi
conducta frente a todos éstos que quieren juzgarte a ti por lo que ven en mí, y
tu santidad por mi virtud.
Bendíceme, Señor, bendice a tu pueblo, bendice a tu Iglesia; danos a
todos los que invocamos tu nombre una cosecha abundante de santidad profunda y
servicio generoso, para que todos puedan ver nuestras obras y te alaben por
ellas. Haz que vuelvan a ser verdes, Señor, los campos de tu Iglesia para
gloria de tu nombre.
«La tierra ha dado su fruto, nos bendice el Señor nuestro Dios. Oh
Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben».
Carlos G. Vallés, Busco tu rostro, Orar los salmos Paulinas Sal Terrae.
Santander-1989, Pág. 125s.
________________________________________
4. CATEQUESIS DEL PAPA en la audiencia general del miércoles 9 de
octubre de 2002
Todos los pueblos alaben a Dios
1. Acaba de resonar la voz del antiguo salmista, que ha elevado al
Señor un canto jubiloso de acción de gracias. Es un texto breve y esencial,
pero que se abre a un inmenso horizonte, hasta abarcar idealmente a todos los pueblos
de la tierra.
Esta apertura universalista refleja probablemente el espíritu profético
de la época sucesiva al destierro babilónico, cuando se deseaba que incluso los
extranjeros fueran llevados por Dios al monte santo para ser colmados de gozo.
Sus sacrificios y holocaustos serían gratos, porque el templo del Señor se
convertiría en "casa de oración para todos los pueblos" (Is 56, 7).
También en nuestro salmo, el número 66, el coro universal de las
naciones es invitado a unirse a la alabanza que Israel eleva en el templo de
Sión. En efecto, se repite dos veces esta antífona: "Oh Dios, que te alaben los pueblos, que
todos los pueblos te alaben" (vv. 4 y 6).
2. Incluso los que no pertenecen a la comunidad elegida por Dios
reciben de él una vocación: en efecto,
están llamados a conocer el "camino" revelado a Israel. El
"camino" es el plan divino de salvación, el reino de luz y de paz, en
cuya realización se ven implicados también los paganos, invitados a escuchar la
voz de Yahveh (cf. v. 3). Como resultado de esta escucha obediente temen al
Señor "hasta los confines del orbe" (v. 8), expresión que no evoca el
miedo, sino más bien el respeto, impregnado de adoración, del misterio
trascendente y glorioso de Dios.
3. Al inicio y en la parte final del Salmo se expresa el deseo
insistente de la bendición divina:
"El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre
nosotros (...). Nos bendice el Señor nuestro Dios. Que Dios nos bendiga"
(vv. 2. 7-8).
Es fácil percibir en estas palabras el eco de la famosa bendición sacerdotal que Moisés enseñó, en
nombre de Dios, a Aarón y a los descendientes de la tribu sacerdotal: "El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te
conceda la paz" (Nm 6, 24-26).
Pues bien, según el salmista, esta bendición derramada sobre Israel
será como una semilla de gracia y salvación que se plantará en el terreno del
mundo entero y de la historia, dispuesta a brotar y a convertirse en un árbol
frondoso.
El pensamiento va también a la promesa hecha por el Señor a Abraham en
el día de su elección: "De ti haré
una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre; y serás tú una
bendición. (...) Por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra" (Gn
12, 2-3).
4. En la tradición bíblica uno de los efectos comprobables de la
bendición divina es el don de la vida, de la fecundidad y de la fertilidad.
En nuestro salmo se alude explícitamente a esta realidad concreta,
valiosa para la existencia: "La
tierra ha dado su fruto" (v. 7). Esta constatación ha impulsado a los
estudiosos a unir el Salmo al rito de acción de gracias por una cosecha
abundante, signo del favor divino y testimonio ante los demás pueblos de la
cercanía del Señor a Israel.
La misma frase llamó la atención de los Padres de la Iglesia, que
partiendo del ámbito agrícola pasaron al plano simbólico. Así, Orígenes aplicó
ese versículo a la Virgen María y a la Eucaristía, es decir, a Cristo que
procede de la flor de la Virgen y se transforma en fruto que puede comerse.
Desde esta perspectiva "la tierra es santa María, la cual viene de nuestra
tierra, de nuestro linaje, de este barro, de este fango, de Adán". Esta
tierra ha dado su fruto: lo que perdió
en el paraíso, lo recuperó en el Hijo. "La tierra ha dado su fruto: primero produjo una flor (...); luego esa
flor se convirtió en fruto, para que pudiéramos comerlo, para que comiéramos su
carne. ¿Queréis saber cuál es ese fruto? Es el Virgen que procede de la Virgen;
el Señor, de la esclava; Dios, del hombre; el Hijo, de la Madre; el fruto, de
la tierra" (74 Omelie sul libro dei Salmi, Milán 1993, p. 141).
5. Concluyamos con unas palabras de san Agustín en su comentario al
Salmo. Identifica el fruto que ha germinado en la tierra con la novedad que se
produce en los hombres gracias a la venida de Cristo, una novedad de conversión
y un fruto de alabanza a Dios.
En efecto, "la tierra estaba llena de espinas", explica. Pero
"se ha acercado la mano del escardador, se ha acercado la voz de su
majestad y de su misericordia; y la tierra ha comenzado a alabar. La tierra ya
da su fruto". Ciertamente, no daría su fruto "si antes no hubiera
sido regada" por la lluvia, "si no hubiera venido antes de lo alto la
misericordia de Dios". Pero ya tenemos un fruto maduro en la Iglesia
gracias a la predicación de los Apóstoles:
"Al enviar luego la lluvia mediante sus nubes, es decir, mediante
los Apóstoles, que anunciaron la verdad, "la tierra ha dado su fruto"
con más abundancia; y esta mies ya ha llenado el mundo entero" (Esposizioni
sui Salmi, II, Roma 1970, p. 551).
SEGUNDA LECTURA
El hecho de aceptar a un Dios trascendente no aliena al hombre ni lo
esclaviza, sino que hace de él el hijo del Amo, impidiendo así que otros
hombres tengan la pretensión sacrílega de ser amos de los que únicamente pueden
ser sus iguales.
________________________________________
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas 4,4-7.
Hermanos:
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer,
nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que
recibiéramos el ser hijos por adopción.
Como sois hijos Dios envió a vuestros corazones al Espíritu de su Hijo,
que clama: ¡Abbá! (Padre). Así que ya no eres esclavo, sino hijo, y si eres
hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
COMENTARIOS A LA
SEGUNDA LECTURA
Ga 04, 04-07
1. CR/HIJO-DE-D LBT/ESCLAVITUD J/OBEDIENCIA
Pablo compara la situación del hombre antes de Cristo o al margen de
Cristo a la de un niño que, aun siendo el heredero, vive bajo la tutela de sus
pedagogos hasta que "se cumpla el tiempo" y entre en posesión de la
herencia. Mientras llega su mayoría de edad, el niño vive sometido y en nada se
diferencia de los criados; pero, cuando ya es mayor, cambia su suerte y todos reconocen
que es el señor. Los judíos que vivieron antes de Cristo tuvieron como pedagogo
la Ley de Moisés, los gentiles que viven al margen de Cristo tienen a los
"elementos" de este mundo (3. 23-4. 3). Para unos y otros ha llegado
el tiempo de vivir y ser tratados como hijos adoptivos de Dios y coherederos
con Cristo. Ha llegado el tiempo de la liberación tanto de la Ley como de los
"elementos" de este mundo.
Los "elementos" de los que habla Pablo en este contexto son
probablemente los cuatro indicados por Empédocles: el agua, la tierra, el fuego
y el aire, quizás también los astros. En cualquier caso se trata de las fuerzas
cósmicas que los gentiles veneraban como divinidades o, al menos, como
manifestación de lo divino; así que se refiere a las religiones paganas.
Pablo reconoce la ambigüedad tanto de la Ley de Moisés como de los
"elementos" o religiones de los gentiles. Pues, si de una parte
someten a los hombres, de otra ejercen sobre ellos una función pedagógica por
voluntad de Dios. Lo malo es que el hombre llega a sacralizar la Ley y los
"elementos", con lo que ambas realidades pierden su función mediadora
y el hombre se olvida de su vocación a la libertad. El culto de los fariseos a
la Ley es para Pablo tan pernicioso como el culto y la sumisión de los gentiles
a las fuerzas de la naturaleza. El hombre actual reproduce la esclavitud y se
somete muchas veces tanto a las fuerzas naturales (¿qué otra cosa significa el
horóscopo?), como a la ley de un orden establecido, como si todavía no se
hubiera cumplido el tiempo.
Todos nacemos de mujer, y, consiguientemente, condicionados por una
herencia biológica, y por una ecología; todos nacemos igualmente bajo la ley,
esto es, dentro de un orden social y de una civilización que nos determina en
gran medida. También JC nació de mujer y bajo la Ley. Pero JC es el Hijo
enviado por Dios cuando se cumplió el tiempo. Notemos, de una parte, su
preexistencia y, de otra, su encarnación; sólo así descubriremos su estrategia:
JC se somete a nuestras necesidades naturales y culturales para librarnos de
cualquier necesidad. Y es que sólo puede liberar a los oprimidos el que se
solidariza con su opresión. El Hijo hecho hombre ha puesto su libérrima
voluntad debajo de nuestras necesidades, se ha sometido para hacerlas saltar en
mil pedazos como un poderoso explosivo.
De esta manera, JC, el Hijo de Dios, nos ha dado la posibilidad de ser
también nosotros hijos de Dios por adopción.
ADOPCION/FILIACION: Dios nos concede por medio de Cristo el
"status" de hijos; pero nos da también un nuevo ser, nos hace
efectivamente hijos. La adopción no es meramente legal. El que es poderoso para
crearlo todo con su palabra, puede hacernos hijos suyos cuando nos llama a sí.
Y si Dios nos llama hijos y nos hace realmente tales, bien podemos nosotros
llamarle "Padre", lo mismo que Jesús. Sobre todo porque también nos
ha dado el Espíritu de su Hijo, que es el que nos anima y nos enseña un nuevo
modo de orar y da testimonio de que somos verdaderamente hijos de Dios (cf. Rm
8, 14-17).
Aquellos hombres que ya no pueden dirigirse a Dios de otra manera que
no sea ésta, llamándole "Padre nuestro", aunque sigan viviendo bajo
los poderes de este mundo, ya no son esclavos. Su posición bajo las fuerzas
cósmicas y bajo la Ley ha cambiado de raíz: son hijos de Dios y su vocación es
la libertad. Ciertamente que esperan todavía gozar de la plenitud de la
herencia, pero han recibido una esperanza invencible que levanta el ánimo y es
el punto de apoyo de la auténtica revolución. Esta es la esperanza que
relativiza cualquier orden establecido y sostiene a los discípulos de Jesús en
una paciencia activa hasta que él vuelva.
Eucaristía 1988, Nº 1
________________________________________
2.
Esta perícopa de Gálatas no es directamente mariológica, sino
cristologica. En ella Pablo recuerda
brevemente el acontecimiento de la Encarnación -aunque no emplea esa forma
de hablar- desde su normal perspectiva
soteriológica. Es decir, quiere describir el estado de hijos de Dios que los hombres hemos obtenido
por Cristo.
El texto implica la trascendencia del Hijo, expuesta de pasada al
aludir al plan salvífico del Padre. Pero
pasa Pablo inmediatamente a subrayar dos condiciones típicamente humanas de ser del Hijo hecho hombre. La
primera es su concepción y nacimiento de una
mujer. Es la primera alusión cronológica a María en el Nuevo Testamento.
Aquí pretende destacar la real condición
humana del Hijo que tiene algo tan claramente humano como una madre. No parece que al hablar sólo de madre
y no de padre esté Pablo pensando en la
virginidad de María. El contexto, en que, como acabo de decir, se quiere
subrayar la solidaridad del Hijo con los
hombres, va más bien en sentido contrario.
Porque esta realidad de la humanidad es esencial para el plan salvador
del Padre. La segunda frase, "nacido o puesto bajo la ley", se
refiere a la condición de Jesús como
miembro del pueblo judío en las condiciones normales de este pueblo.
Inmediatamente saca Pablo la consecuencia
del rescate de la ley precisamente de los hombres con los que Cristo se ha hecho solidario. Y no solo de
los judíos -no hubiera tenido tanto sentido decir algo sólo de los judíos a los gálatas que no
lo eran- sino de todos.
El punto de partida de la salvación que Cristo lleva a cabo es su total
semejanza con sus hermanos los hombres.
La culminación es hacerles hijos de Dios como El mismo lo es. Los Padres lo sintetizaron así: "se hizo lo
que somos nosotros para hacernos a nosotros ser lo que El es"; hijos en el Hijo.
Naturalmente la primera persona que recibe ese modo de ser es la propia
María. Ahí está uno de los rasgos
paradójicos de su maternidad: es el medio humano para que el Hijo sea hombre y, a la vez, es la primera
beneficiaria de esa obra salvadora. Madre de Jesús y hermana mayor de nuestra salvación.
Federico Pastor, Dabar 1991, 7
________________________________________
3. J/PLENITUD-H:
La celebración de Santa María, Madre de Dios, invita a leer el texto
más antiguo del NT entre los que se
refieren a María y, concretamente a su maternidad.
-"Cuando se cumplió el tiempo...".-Dios es el Señor del
tiempo y de la historia, y ha llevado la
historia humana a su meta con Cristo. El mismo Dios culmina la obra de la creación del hombre.
"Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la
Ley":
El Hijo ha sido enviado a la humanidad, hecho hombre entre los hombres.
Se ha presentado por la encarnación en
plan de igualdad con aquellos a quienes viene a salvar. El nacimiento de María y su sumisión a la
Ley, como subraya el evangelio de Lucas con el
hecho de la circuncisión, son señales de la verdadera humanidad de
Cristo y de hasta qué punto ha llegado
el don de Dios al mundo. Con este don de Cristo, la humanidad ha logrado su mayoría de edad: la liberación de la
tutoría de la Ley y el asumir la condición de hijos. -"Como sois hijos,
Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo...".-Esta
mayoría de edad del hombre en Cristo no
es una utopía, sino una realidad ya palpable por la presencia del Espíritu en los creyentes. Por
el Espíritu el discípulo de Cristo tiene
conciencia de que es hijo y vive como tal. El grito "¡Abba!
Padre" manifiesta la experiencia de
confianza que ha recibido del Hijo. Con él hemos pasado de la esclavitud, de no
ser nada, a ser herederos de las
riquezas que vienen del amor de Dios.
J. Naspleda, Misa Dominical 1988, 1
________________________________________
4. J/LIBRE.
Desde el cap. 3 está argumentando San Pablo sobre el papel de la ley en
la salvación del hombre. Ha demostrado
que la ley no ha sido nunca, en los designios de Dios, un instrumento decisivo de justificación; sólo
el Espíritu de Dios en nosotros puede realizar esa salvación (Gál 3, 2-5; 3. 14).
Los primeros versículos del cap. 4 describen el cambio de situaciones
que se ha operado en el momento en que
los "tiempos han alcanzado su plenitud" (v. 4). El hombre estaba
bajo la ley en la condición de hijo
menor y de servidumbre (vv. 1-3); después de Jesucristo pasa a la condición filial..., y el pasaje leído
hoy en la liturgia está precisamente encaminado a describir esa condición.
a) El v. 4 está montado en torno a una doble antítesis: Dios envía a su
Hijo como sujeto de la ley para que los
sujetos de la ley obtengan la filiación adoptiva. Recordando igualmente que Cristo ha "nacido de la
mujer", Pablo recuerda que el Hijo se ha hecho esclavo de todas las servidumbres de la
naturaleza -y no solo de la Ley- con el fin de que la filiación libere a la humanidad de la
esclavitud de los "elementos del mundo" (cf. v.3). Ahora bien, esta
filiación se adquiere a través de una doble misión: la del Hijo que nace de la mujer y bajo la ley (vv. 4-5) y la del
Espíritu que viene a nuestros corazones (V. 6). En este pasaje volvemos a encontrarnos con la
argumentación de /Jn/01/01-14, en donde la
razón última de la encarnación de Cristo es precisamente el don de la
filiación divina a todos los hombres.
El Padre tiene la iniciativa de ese don, pero la realiza en dos
misiones sucesivas: el envío del Hijo
que se hace esclavo para que el esclavo se haga hijo y el envío del Espíritu
que realiza esa filiación en lo más
íntimo de nuestros corazones (cf. /Rm/08/14-15).
b) LBC/ETAPAS: El contexto general de la carta a los Gálatas introduce,
sin embargo, en la idea de filiación la
de libertad (v.7). Pablo ve esa liberación en tres tiempos. El hombre está, en
primer lugar, sometido a los "elementos del mundo" (v. 3): la servidumbre de la naturaleza, la esclavitud
respecto a las potencias que se cree dirigen el
mundo y que hasta podrían pretender llevarlo por el camino de la ley
(cf. Gál 3, 19; Col 2, 15-18).
Liberado, por una parte, de ese determinismo, Israel es situado por
Dios en un proceso histórico que no está
ya dominado por la fatalidad de la naturaleza, sino por intervenciones gratuitas de Dios, entre las que Pablo ha
colocado la Promesa y la Ley (cf. Gál 2, 16-17; 2, 19-21). Pero la ley circunscribe aún al judío
a un determinismo (Gál 2, 4; 3, 23; 4, 21-31;
5-1), sobre todo cuando está sobrecargado de elementos humanos. Ella
confirma al hombre en su pecado sin
concederle la posibilidad de desprenderse de él. Por lo demás, esa ley habría sido dada por ángeles (Gál 3, 19),
esos seres misteriosos que son comparados con
los "elementos del mundo" que mantienen al hombre bajo su
dominación.
Entonces es cuando se dibuja la tercera etapa de nuestra liberación:
liberado del determinismo de la
naturaleza y de las exigencias negativas de la ley, el hombre se encuentra ahora frente a una persona: Cristo,
el cual, siendo como es Hijo de Dios, no
podría ser esclavo. Quienquiera que se adhiere a El por los lazos del
Espíritu se convierte en hijo adoptivo
y, por tanto, heredero de un mundo nuevo en el que todo es don y libertad (v. 7; cf. Rom 8, 14-17; Ef 1, 1-5).
c) Pablo hace de los temas de la libertad y de la filiación las
características de la plenitud de los
tiempos (v.4). ¿Cómo comprender esa plenitud cuando nada varió en el desenvolvimiento del tiempo, ni el de las
guerras o de las hambres, de los nacimientos o de los muertos? (Ecl 1). Porque un hombre,
nacido de una mujer, sujeto, por tanto, de la
naturaleza y de los acontecimientos, sujeto también de la legislación
(vv. 4-5), ha vivido cada acontecimiento
de su vida, cualquiera que haya sido, en profundidad de eternidad, descubriendo en él la presencia divina que le
hace decisivo y asumiéndolo con entera
libertad.
Esta presencia divina se llama sabiduría en la lectura anterior; aquí
se llama el Espíritu derramado sobre
nuestros corazones (v. 6): ese Espíritu que hace eternos los momentos más ordinarios de la vida, que todo hombre
posee en sí, pero no pueden descubrir más que
quienes, a imitación de Jesús, poseen una mirada suficientemente
penetrante para descubrirlo y vivir con
El en el ahora de la decisión.
El hombre moderno cree en la libertad y quiere liberar a sus hermanos.
Pero Cristo fue para siempre el primer
hombre que fue verdaderamente libre. Libre ante la naturaleza y ante la Ley, ya que tanto a una como a la
otra las ha puesto bajo su designio de amor. Libre ante la muerte y el pecado que no han tenido
sobre El ningún domino. Libre, finalmente,
incluso en la obediencia a su Padre, ya que ésta de ningún modo es
pasiva o resignada, sino hasta tal punto
filial que se despliega bajo el signo de la invención y de la aventura espiritual.
Cada cristiano debe manifestar al mundo esta libertad filial con su
comportamiento, mostrando cómo esta
libertad completa de manera inesperada el deseo más profundo de todos los movimientos actuales de liberación.
La Eucaristía debería ser, en este aspecto,
una asamblea de hombres libres, reunidos no por un Mesías político que
no habría podido procurarles tal
libertad, sino por el propio Espíritu de Dios, que sólo El tiene el secreto de
la libertad al poseer el de la
filiación.
El cristiano, efectivamente, es libre, pero aún no tiene la madurez
deseada para poner perfectamente esta
libertad al servicio del amor. Por esta razón recurre a la caridad de la comunidad (que es el Cuerpo de Cristo) y
especialmente a la Eucaristía para aprender en
ella cómo el amor le permite expresar su libertad del mejor modo
posible. Es preciso además que las
estructuras de esta comunidad eclesial no sean de tal modo inapropiadas que no permitan el ejercicio de la libertad
ni, por consiguiente, el del amor. Acontecimientos recientes como las reacciones a la Humanae
vitae, las medidas demasiado autoritarias de
ciertos obispos, la existencia de una Iglesia subterránea en muchos
países del mundo, prueban que hoy la
comunidad eclesial dispone de estructuras inapropiadas.
Parece que su reforma debería tener en cuenta diferentes derechos del
cristiano a la libertad, tales como los
definen no sólo las declaraciones humanas como la de los derechos del hombre, sino también declaraciones
eclesiásticas como Pacem in terris o Gaudium et
Spes y los decretos del Vaticano II.
Señalemos en particular el derecho a la libertad en la búsqueda de la
verdad a través de los sistemas
conceptuales más actos para reflejar el carácter dinámico del universo, el derecho a la libertad de expresar su opinión
personal, sobre todo en las materias en que
uno ha adquirido cierta competencia, incluso si es para poner en
cuestión una enseñanza no infalible; el
derecho de exponer su propia personalidad en cualquier tarea, incluso de
la Iglesia; el derecho de las culturas
no occidentales y, dentro de Occidente, de sus
numerosos subgrupos, de definir la fe partiendo de problemas y de
valores verdaderamente vividos.
Todos estos derechos no son, sin embargo, absolutos: no tienen sentido
sino al servicio del amor y de la
manifestación de la filiación. Aún hoy son necesarios para que las comunidades eclesiales sean de nuevo
fermentos de libertad y de amor.
MAERTENS-FRISQUE, NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA I, MAROVA MADRID
1969.Pág. 251
________________________________________
5. J/PLENITUD
Cristo no solamente vino al mundo en la plenitud de los tiempos, sino
que Él mismo es la plenitud de los
tiempos. Él es el centro de la historia universal, que separa al mundo antiguo del nuevo. A Él conduce todo lo que
le precede y de Él procede todo lo que le
sigue. Cristo es el eje de los acontecimientos del mundo. Fijaos lo que
dice •Dostoievski en una de sus novelas:
"Cristo fue el más sublime de toda la tierra: constituía para ella la razón de su existencia. El planeta entero,
con todo lo que hay en él, sin este hombre, no
sería más que una locura. Ni antes ni después de Él, no ha habido ni
habrá jamás un hombre semejante, ni
siquiera por un milagro. El milagro consiste, precisamente, en este hecho: que ni ha tenido ni tendrá otro
semejante".
Cristo es también la clave de la Historia, porque toda la historia de
la Humanidad fue primero preparación y
espera del nacimiento de Cristo, y es hoy, tras de la venida de Cristo, historia de la penetración de la humanidad
por ese Cristo, Redentor de los hombres y del
mundo entero. El día en que se haya alcanzado la medida de la plenitud
de la gloria que el Padre quiere para su
Cristo, habrá llegado la hora final de los tiempos.
Cristo es también la plenitud del hombre: por su resurrección tiene la
plenitud de la vida; está sentado a la
diestra de Dios con la plenitud del poder, enaltecido sobre todos los
seres creados, teniendo la plenitud de
la majestad y de la gloria, porque desde toda la eternidad reside en Él la plenitud de la divinidad. Y
únicamente por la adhesión total del hombre a
Cristo, adhesión del entendimiento del hombre a la fe de Cristo,
adhesión de la voluntad del hombre a los
mandamientos de Cristo, puede conseguir el hombre la plenitud de su felicidad.
Ante Él no caben posturas medias. Cristo es la esquina de la humanidad.
Ante Él se dividen los caminos. O a
derecha o a izquierda. Hay que separarse. No es posible mezclar. Ya lo dijo Él: "Quien no está conmigo,
está en contra mía. Y quien conmigo no recoge,
desparrama" /Mt/12/30.
________________________________________
6.
San Pablo después de su conversión, había experimentado un sentimiento
que le admiraba, el de una familiaridad
filial con Dios, que da lugar al grito" ¡ABBA!" ¡Padre!: . Es así,
probablemente, como descubrió en sí la presencia hasta entonces
desconocida del "Espíritu del
Hijo".
-Jesús era Hijo de nacimiento y siempre había reconocido a Dios como
Padre suyo, tenía un corazón filial y
por eso el sentimiento filial le era connatural. Y Jesús había encontrado
y empleaba con frecuencia la palabra que
expresa ternura, que es una llamada a la intimidad infantil desconocida para la piedad judía de
entonces: Abba. Es el nombre que daba el niño
pequeño a su padre, nombre tan familiar que parecía poco adecuado para
una oración dirigida a Dios.
A Jesús está invocación le subía instintivamente a los labios por el
impulso de su corazón. Los cristianos sabemos que este impulso es el
del Espíritu que se derrama en el corazón.
El Apóstol asegura que el grito "Abba", que a partir de
entonces brota también del corazón de
los fieles es el grito del Espíritu, que este Espíritu es el del Hijo de Dios
por excelencia, el Espíritu de filiación
divina. Es la comunión con Cristo la que nos hace decir "Padre".
MU/REALIZACION-H J/MU/OBEDIENCIA: Jesús tiene una actitud filial sobre
todo en la muerte. Es en el secreto de
la muerte donde el hombre llega a su realización eterna. Nada anterior es todavía perfecto; una buena
acción realizada hoy, y que se ha querido que sea definitiva, debe repetirse mañana; ninguna
decisión humana es absoluta, si no es en la
muerte.
Ahora bien, Jesús es hombre, es en su muerte donde su ser de hombre,
Hijo de Dios, encuentra ser culminación.
Por eso la carta a los Hebreos dice en varias ocasiones que Jesús llegó a su perfección en la muerte.
La muerte de Jesús es la cumbre de su actitud filial. La muerte de
Jesús está llena de Esp. Sto. Porque
entonces se realiza la sumisión total de Jesús a su Padre.
________________________________________
7.
Estos cuatro versículos son todo un tratado dogmático o, si prefieres,
todo un poema, toda una sinfonía, en los
que se cruzan los temas de amor, libertad, esperanza, generosidad, alegría, confianza...
-«Cuando se cumplió el tiempo». Para nuestra mentalidad evolucionista
es difícil entender que algún tiempo
llegue a su plenitud. Pero en la historia del hombre hay, sin duda, momentos preñados, llenos, cargados de
semillas del mejor progreso.
-«Envió Dios a su Hijo». No bastaban las bendiciones anteriores; eran
bendiciones parciales. Ahora nos lo dará
todo en el Hijo. No hay amor más grande.
-«Nacido de una mujer». No baja apoteósicamente del cielo. La ley de la
encarnación, con todas sus limitaciones.
¿Qué admiras más, la humildad de Dios o la grandeza de María? María, la Theotokos. La humanidad ha
dado un fruto divino.
-«Nacido bajo la ley». Hasta ahí llegó la Encarnación. El Hijo de Dios
no sólo se introduce en las generaciones
humanas, sino en sus estructuras políticas, culturales y religiosas.
-«Para rescatar». Toda una estrategia liberadora. Salva desde dentro.
-«Ser hijos por adopción». Dios nos envía a su Hijo para contagiarnos
de filiación, para unirnos a todos en la
fraternidad. El Hijo de Dios se hace hombre para que el hombre llegue a ser Hijo de Dios.
-«Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo». ¿Cabe mayor
generosidad? Nos mete hasta dentro el
Espíritu del Hijo. Cristo no sólo estará con nosotros, sino en nosotros. Se nos concede lo más íntimo de
Dios, que nos cristifica.
-«¡Abba!». Era la canción de Jesús, ininterrumpida. Ahora puedes
escuchar en ti el eco de esa canción y
hacerlo tuyo.
-«Ya no eres esclavo, sino hijo». «Donde está el Espíritu, allí hay
libertad» (2 Cor. 3, 17) y hay amor
filial.
-«También heredero». La plenitud de las promesas está aún por
cumplirse. Poseemos ya las arras del
Espíritu, las semillas de la verdadera felicidad o de la vida eterna. Pero
aún somos hijos de la esperanza.
Caritas, Fuego en la tierra, Adviento Y Navidad 1988/88-2.Págs. 125 S.
EVANGELIO
El nombre de Jesús quiere decir «liberador». Con ello se aludía a
Moisés que fue el liberador del pueblo de Israel contra la opresión faraónica.
El cristianismo, pues solamente se comprende desde un serio compromiso de
liberación humana en todos los aspectos.
________________________________________
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 2,16-21.
En aquel tiempo los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a
José y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, les contaron lo que les habían
dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que decían los pastores. Y
María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que
habían visto y oído; todo como les habían dicho.
Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron
por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
COMENTARIOS AL
EVANGELIO
Lc 2, 16-21
1.
¿Quiénes son estos pastores a los que el ángel del Señor ha dirigido su
mensaje? Siguiendo una tradición antigua se les identifica con los pobres de la
tierra, los que viven alejados de los pueblos y no pueden cumplir reglamentos
de la ley ceremonial de los judíos. Todas estas notas parecen ser auténticas.
Sin embargo, no podemos olvidar que nos hallamos en Belén, ciudad del rey
David, que fue pastor, llamado por Dios de entre el rebaño; tampoco olvidemos a
Abraham y los patriarcas, que, siendo pastores, escucharon la llamada de Dios y
recibieron su visita. En otros pueblos del oriente antiguo se han contado
historias más o menos semejantes. Por todo eso pensamos que los pastores del
relato no son simplemente los pobres y alejados, sino también aquéllos que
están prontos a escuchar la voz de Dios y a fundar su nuevo pueblo entre los
hombres.
Sea cual fuere su sentido definitivo, lo cierto es que los pastores
aceptan la palabra del ángel, se dirigen a observar el signo y encuentran al
niño acostado en el pesebre. Hasta aquí todo parece más o menos lógico. Lo
verdaderamente extraño es que el signo les convenza, que hagan suyo el
evangelio -creyendo que ha nacido el Salvador- y alaban a Dios por todo ello.
Nosotros, lo mismo que los pastores, nos movemos aquí en el plano de la
paradoja fundamental del cristianismo: vemos por un lado a un niño, envuelto en
los pañales, indefenso, sencillamente un hombre; o vemos si se quiere a un
pretendido profeta del Señor que muere ajusticiado. Tal ha sido el signo, el de
Belén o el del Calvario. Pues bien, sobre ese signo se descorre la palabra de
la epifanía radical de Dios que anuncia: Os ha nacido (ahí lo tenéis) el
salvador, el Mesías de la esperanza de Israel, el Señor de todo el cosmos. Ante
esa paradoja, los pastores han respondido como creyentes; en ellos, que eran
quizá los más pequeños de la tierra, ha comenzado a brillar como en Abraham, la
nueva luz de la verdad de Dios para los hombres. Ante esa paradoja se nos pide
también a nosotros el valor de una respuesta.
Como detalle debemos añadir que en realidad no existe adoración de los
pastores (en contra de la adoración de los magos de Mt 2, 11). Su gesto se
refleja en estos rasgos: a) encuentran al niño y le aceptan como signo de Dios
; b) confían en la palabra del ángel, creyendo en su evangelio (nacimiento de
un salvador); c) glorifican a Dios. La historia ha comenzado en Dios, que les
ha puesto en camino hacia el niño del pesebre; desde el niño, aceptando el
evangelio, todo vuelve a conducirles hacia Dios, a quien alaban por su obra
salvadora.
Ante el relato de los pastores, el texto de Lucas nos ofrece dos
respuestas. Están a un lado los curiosos, que se admiran por lo extraño del
suceso. Está en el otro la figura de María, que conserva todas estas cosas, las
medita en su interior y reconoce (va reconociendo) la presencia de Dios en el
enigma de su hijo envuelto entre pañales, recostado en un pesebre. También
nosotros nos hemos situado ante el relato: ¿Como los pastores y María?
¿Simplemente como curiosos?
Biblia Litúrgica Nt. Pág. 1239 S
________________________________________
2. CIRCUNCISIÓN.
Según el historiador Herodoto, la circuncisión se practicaba en Egipto,
Etiopía, Fenicia y en otros muchos lugares. Recientes estudios han demostrado
que se trata de una costumbre muy arraigada en los pueblos primitivos de África
y de Australia. En Israel pasa a convertirse en signo de la Alianza. La Biblia
destaca el valor de la "circuncisión del corazón" por encima de la
circuncisión de la carne; expresa de esta manera que lo importante es la
fidelidad de Israel al pacto con Dios.
Eucaristía 1987, 1
________________________________________
3. M/CONTEMPLACION.
En medio de toda esta escena, Lucas reserva un versículo a la figura de
María, la madre. La presenta con una actitud contemplativa, que contrasta con
la exultación gozosa de los pastores. Pero este pequeño contrapunto es de gran
importancia, porque por María comprendemos que, a pesar de la gran
manifestación de Dios, el hombre está siempre delante del misterio, realidad
que debe acoger con el respetuoso silencio de la fe.
A. R. Sastre, Misa Dominical 1989, 1
________________________________________
4. M/PD
La acción de Dios, la Palabra de Dios, obliga a meditar para hacerse
disponible a lo que Dios espera. No es tiempo perdido.
Nuestra realidad humana no puede intuir todo en un momento, por esto
necesitamos reflexión, oración.
María tuvo necesidad de meditar la Palabra de Dios; y eso que ella era
llena de gracia. María iba avanzando en la fe, una fe que era prototipo de la
fe de la Iglesia, por medio de esas actitudes humanas auténticas, una de las
cuales es la meditación de la Palabra de Dios.
Curioso. María aprende de los pastores. Del arcángel Gabriel no nos
extraña. Pero de los pastores... Así es la Palabra de Dios.
Cualquier prójimo es portador de un mensaje de Dios y es instrumento
imprescindible para la historia humana y para cada uno de los demás hombres.
Amar al prójimo no significa sólo ni principalmente ayudarle cuando
necesita de nosotros...
El precepto del amor significa propiamente reconocer al prójimo, como
lo que es: necesario para nosotros.
Entonces, cuando se encuentre necesitado, no le proporcionaremos
solamente una "muestra" de generosidad, sino que le daremos nuestra
persona como se la hemos de dar en toda ocasión.
María amó así; por esto los pastores y los "devotos" de María
encuentran en ella el mejor aliciente para amar a Dios y al prójimo, es decir,
para ser cristianos...
________________________________________
5. Signo Alianza
La circuncisión, que primitivamente no era más que una medida de higiene,
una introducción en la madurez y un rito de iniciación al matrimonio, vendría a
tener una auténtica significación religiosa y expresaría la Alianza con Dios.
La sangre que se derrama con motivo de esta pequeña operación puede compararse
con la sangre de la alianza: ratifica este pacto la sangre de una misma víctima
derramada sobre el altar, que representa a Yahvé, y sobre el pueblo (Ex. XXIV,
8). La circuncisión es condición indispensable para participar en el banquete
de la alianza, que es el banquete pascual: «Ningún incircunciso podrá tomar
parte en él» (Ex. XII, 48).
«La circuncisión es uno de los ritos más significativos de la
influencia que el plan de Dios puede tener sobre los gestos de origen natural,
casi mágico, para ir espiritualizándoles progresivamente, hasta perfeccionarlos
en la nueva alianza mediante una superación total. La circuncisión, antiguo
rito mágico de fecundidad matrimonial, vino a ser el signo de la promesa de
fecundidad o contenida en la alianza. Y, aunque era un rito practicado por la
mayor parte de los pueblos semitas, la circuncisión se convirtió en el rito
expresivo de la pertenencia al pueblo de Dios desde el momento en que se
encontró mezclado con los pueblos incircuncisos. Como rito expresivo de la
pertenencia a la alianza de Abraham, la circuncisión evolucionó como esta misma
alianza hacia la moralización e interiorización consumadas en la circuncisión
interior de Cristo sobre la Cruz» (1).
Cuando se trata de Jesús, «su circuncisión es para S. Pablo como una
profecía de su Pasión. La muerte de Cristo, en efecto, fue una circuncisión
inmensamente más total que la circuncisión judía, puesto que ella despojó a
Cristo de toda su carne, y no solamente de un pingajo de piel, sellando la
nueva alianza con toda su sangre y derramando sobre los cristianos beneficios
inmensamente superiores a los de la circuncisión» (2).
«En El fuisteis circuncidados con una circuncisión no de mano de hombre
ni por la amputación de la carne, sino con la circuncisión de Cristo» (Col. II,
11). «Ni la circuncisión es nada ni el prepucio, sino la nueva creatura» (Gál.
VI, 15). También el Antiguo Testamento conocía la importancia de la
«circuncisión del corazón». «Circuncidará Yahvé, tu Dios, tu corazón y el
corazón de tus descendientes, para que ames a Yahvé, tu Dios, con todo tu
corazón y con toda tu alma y vivas» (Dt. XXX, 6). «Circuncidaos para Yahvé,
circuncidad vuestros corazones» Jr. IV, 4).
Hemos leído que, en el momento de la circuncisión de Abraham, su nombre
fue cambiado de Abram en Abraham (v. 5). He ahí por qué el nombre se le impone
al niño en el momento de la circuncisión. Cuando se trata de personajes
importantes a quienes Dios destina para una misión particular, entonces es Dios
mismo y no la familia quien impone el nombre. Así acontece con Juan Bautista:
«Le pondrás por nombre Juan» (Lc. I, 13); y con Jesús: «Le pondrás por nombre
Jesús» (en Mt. I, 21 esta orden le es dada a José; en Lc. I, 31 le es dada a
María).
Heuschen, La Biblia cada semana, Edic. Marova/Madrid 1965.Pág 76 S.
________________________________________
6.
Inmediatamente después de terminarse la celestial revelación, los
pastores se hacen al camino hacia Belén, y allí se les confirma el mensaje
anunciado por los ángeles. Una vez en Belén, cuentan lo que a ellos se les ha comunicado
y cómo han sido conducidos de esta manera al recién nacido Mesías-Niño.
La indicación de que encontraron a Jesús en el portal es el signo por
el que la fe de los pastores tiene que decidirse. Lo cual hace, a su vez, que
ellos en el lugar del nacimiento se conviertan en mensajeros de alegría.
Sobre María se pone de relieve el hecho de que todas las palabras que
salían de la boca de los pastores (es decir: "todas esas cosas", los
datos narrados) las guardaba y conservaba en su corazón (cf. v. 51; Gn 37, 11;
Dn 7, 28). El corazón, como un tesoro, se manifiesta en el caso de los pastores
en que no cesan de alabar a Dios y proclamar su gloria. Después, aquella gente
sencilla marcha de nuevo a su rebaño, pero ya, como se ha indicado, alabando a
Dios por lo que han vivido y por lo que con fe se les ha permitido conocer.
El v. 21 es el fragmento que hace pareja con el contenido de 1,59s. Al
igual que en el caso del Bautista, tampoco aquí el tono de la exposición hace
hincapié en la circuncisión que había de realizarse en todo niño judío, sino en
la imposición del nombre. Y, también como en el caso de Juan, el nombre de
Jesús había sido determinado por el ángel, es decir, por Dios, antes de la
concepción. Desde este momento, Lucas nombrará a Jesús con su propio nombre en
el relato que continúa. Con ese nombre, Dios fija también la misión de Jesús:
Dios es salvador. En Jesús trae Dios la salvación: "Pasó haciendo el bien
y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él"
(Hch 10, 38).
Eucaristía 1993, 1