GENEALOGIA Y
NACIMIENTO DE JESUCRISTO
ORACION COLECTA
Derrama, Señor, tu gracia sobre
nosotros, que por el anuncio del ángel hemos conocido la encarnación de tu
Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la gloria de su
resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 7,10-14
En aquellos días, el Señor habló
a Acaz: «Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto
del cielo.».
Respondió Acaz: «No la pido, no
quiero tentar al Señor.».
Entonces dijo Dios: «Escucha,
casa de David: ¿No les basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi
Dios?. Pues el Señor, por su cuenta, les
dará una señal: Miren: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá
por nombre Emmanuel, que significa
"Dios-con-nosotros".».
SALMO
RESPONSORIAL (23)
Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria
Del
Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la
fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos. R.
¿Quién
puede subir al monte del Señor?. ¿Quién puede estar en el recinto sacro?. El
hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R.
Ése
recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es
el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los Romanos 1,1-7
Pablo, siervo de Cristo
Jesús, llamado a ser apóstol, escogido para anunciar el Evangelio de Dios. Este
Evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras santas, se refiere a
su Hijo, nacido, según la carne, de la estirpe de David; constituido, según el
Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte:
Jesucristo, nuestro Señor. Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer
que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos
estén también ustedes, llamados por Cristo Jesús. A todos los de Roma, a
quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de los santos, os deseo la gracia
y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 1,18-24
El
nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada
con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra
del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla,
decidió repudiarla en secreto.
Pero,
apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del
Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María,
tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a
luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de
los pecados.».
Todo
esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por el Profeta:
«Miren: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre
Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".» .
Cuando
José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a
casa a su mujer.
COMENTARIO
El evangelista
ha presentado la genealogía de Jesús partiendo de Abrahán y pasando por David.
El último descendiente de David nombrado es "José, el esposo de María, de
la cual nació Jesús, el Cristo". El
acuerdo matrimonial se hacía un año antes de la boda y aunque los novios aún no
vivían juntos, tenía validez legal parecida a la del matrimonio, es decir, que
para romper el acuerdo matrimonial hacía falta un acto formal de repudio.
Esto es lo que se dispone a hacer José cuando
se da cuenta de que su prometida está embarazada.
De José sólo se dice "que
era un hombre justo", un término de profundo significado en el Antiguo
Testamento y que recuperaremos como eje central de las Bienaventuranzas.
¿En qué sentido se declara justo
a José? Según una antigua interpretación que se remonta a Justino, José es
justo, primero porque observa la ley (que obligaba al marido a disolver el
matrimonio en caso de adulterio) y, además, porque mitiga con la magnanimidad
el rigor de la ley (evita la difamación pública).
José es justo porque, comprobando
una presencia de Dios, una economía superior, se retira ante ella sin
pretensiones. "Justo" tiene entonces el sentido típico
de Mateo, a
saber, aceptación del plan de Dios incluso cuando desconcierta el
propio.
Como en el Antiguo Testamento, el
"sueño" es a menudo un medio a través del cual Dios se manifiesta. El
"ángel", por otro lado, también se presenta como un mensajero de
Dios. El ángel se dirige a José con un
título que sólo se dará a Jesús: "hijo de David", y le comunica que
el hijo que espera María "viene del Espíritu Santo".
Así queda claro que José no ha
intervenido en la concepción del hijo de María. Más aún, José ni tan sólo podrá
hacer lo que correspondía al padre: escoger el nombre del hijo.
"Jesús" quiere decir
"el Señor salva". El nombre indica la misión del hijo de María: hacer
patente la salvación de Dios; él mismo será la salvación.
Es típica de Mateo la indicación de que en
Jesucristo se cumple plenamente lo que las Escrituras anunciaban. En este caso
recuerda el anuncio hecho por Isaías al rey Acaz. Y el nombre que decía el profeta,
"Emmanuel", será también definitorio de Jesús. Mateo concluirá su
evangelio remitiendo a este texto inicial: Jesús "estará con nosotros cada
día". José, "hombre justo", se fía de Dios y toma a María en su
casa como esposa. A pesar de no serlo físicamente, ejercerá de padre de Jesús.
PLEGARIA UNIVERSAL
A pocos días de la llegada de tu Hijo, Señor, te pedimos que
prepares nuestro corazón para acogerlo y darle posada para siempre. A cada
invocación, roguemos: Te lo pedimos, Señor.
1.- Por el Papa, los Obispos, los sacerdotes y la
Iglesia en general, para que todos a una voz pidamos continuamente que todos
los hombres conozcan y acojan a Jesús. Roguemos
al Señor
2.-
Por los gobernantes de todas las naciones, para que el Niño que va a nacer los
ilumine y los guie en llevar a sus pueblos hacia la paz y la prosperidad. Roguemos
al Señor
3.-
Por los que todavía no han recibido la luz del Espíritu, por los ateos y los
agnósticos, por aquellos que buscan la verdad y aun no la encuentran, para que
la venida del Niño Dios obre en ellos un milagro de amor. Roguemos al Señor
4.
Por los enfermos, los impedidos, los presos, para que, gracias a la solidaridad
navideña, pasen las próximas horas reconfortados y aliviados. Roguemos
al Señor.
Aquí estamos, Señor, esperando confiados a tu Hijo. Atiende
nuestras suplicas y danos la alegría que no cesa. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
El mismo Espíritu que cubrió con su sobra y fecundo con su
poder las entrañas de María, la Virgen Madre, santifique, Señor, estos dones
que hemos colocado sobre tu altar. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Señor, que este pueblo, que acaba
de recibir la prenda de su salvación, se prepare con tanto mayor fervor a
celebrar el misterio del nacimiento de tu Hijo cuanto más se acerca la fiesta
de Navidad. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 19: Jc 13,
2-7. 24-25ª; Sal 70; Lc 1, 5-25.
Martes 20: Is 7,
10-14; Sal 23; Lc 1, 26-38.
Miércoles 21: Cant 2,
8-14; o Sof 3, 14-18; Sal 32; Lc 1, 39-45.
Jueves 22: 1Sam 1, 24-28; Sal de 1Sam 2, 1-8; Lc 1,
46-56. Se puede hacer la conmemoración de San Pedro Canisio, presbiterio y
doctor de la Iglesia.
Viernes 23: Mal 3,
1-4.23-24; Sal 24; Lc 1, 57-66.
Sábado 24:
Vigilia
de la Natividad del Señor (S) Is
62, 1-5; Sal 88; Hch 13, 16-17.22-25; Mt 1, 1-25.
Domingo 25: La Natividad el Señor (S) Is 52,
7-10; Sal 97; Hb 1, 1-6; J 1, 1-18.
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mt 1. 18-24
1.- Este pasaje ha sido interpretado frecuentemente
a expensas de la personalidad religiosa de S. José. De ahí la importancia de
captar exactamente el pensamiento de Mateo, en especial partiendo de los
matices propios que porta el texto paralelo de Lucas. Sin embargo, estaremos en
mejores condiciones para interpretar este pasaje difícil si tenemos en cuenta
su género literario muy particular. Existe, en efecto, un género literario
particular en la Biblia respecto a anuncios de nacimientos. Este género literario
supone siempre la aparición de un ángel, la designación del personaje
interesado con un nombre que recuerda su función (aquí: José, Hijo de David,
título que el ángel no utilizará en sus demás apariciones a José), una
dificultad que hay que vencer (en general, la esterilidad del seno materno;
aquí, para José, recibir a María en su casa), un signo dado como prenda (en Lc
1. 36, el embarazo de Isabel; aquí el alumbramiento virginal de María),
finalmente, detalles concretos sobre el nombre del niño (aquí: Jesús).
Este género literario de los "anuncios de
nacimiento" no es más que la forma de expresión de un acontecimiento muy
real, pero hay que saber despojar a este acontecimiento de ciertos detalles del
relato.
Cuando el ángel se apareció a la Virgen (Lc 1.
26-38) le anunció de entrada que su Hijo sería Hijo de David (Lc 1. 32);
después, partiendo de ahí, formuló la pregunta de la concepción virginal (Lc 1.
34-35). Ante José, el ángel procede de distinta manera: la concepción virginal
queda aclarada desde el principio (Mt 1. 20), pero se trata de asegurar que el
Niño sea Hijo de David (Mt 1. 20-23).
María tiene una dificultad que vencer: qué será de
sus desposorios (Lc 1. 34); José también la tiene: cuál será su papel respecto
a un Niño que no será suyo. Evidentemente, María ha sido la primera en saber
que pariría en virginidad. Pero ¿puede admitirse que no haya dicho nada sobre
el particular a su prometido? Cierto que los evangelistas no nos dicen nada a
este respecto, pero ¿quién puede deducir del silencio de los evangelistas el
silencio de María y, "a fortiori", el silencio de Dios, y admitir que
María dejó a José en la duda y la inquietud? ¿Puede admitirse que una desposada
que, ante el ángel, se preocupa de sus relaciones de desposorios, no ponga al
corriente a su vez a su prometido de las nuevas condiciones impuestas a su
futuro? ¡No! Y José está perfectamente al corriente del alumbramiento virginal
de su prometida. José no está, pues, inquieto ni presa de la duda respecto a la
virtud de su esposa, y el ángel no se le aparece para tranquilizarle.
JOSE/JUSTO. Pero José es "justo" (Mt 1. 19), no con esa justicia
legalista que quiere poner la ley de su parte y repudiar a su mujer, ni tampoco
con esa justicia, sobre la que insiste el padre Spicq, que respeta al prójimo y
se niega a causarle el mínimo perjuicio, sino con esa justicia religiosa que le
prohíbe hacerse pasar por el padre de un Hijo que no es suyo (tanto si
comprendió o no de entrada que ese Niño milagroso sería también un Niño
divino).
Entonces es cuando interviene el ángel para
comunicar a José que Dios le necesita, porque si bien no tiene nada que hacer
al nivel del alumbramiento, tiene una misión que cumplir al nivel de la
paternidad legal. El mensaje del ángel podría interpretarse así: "Es cierto
que lo que se ha engendrado en María ha sido por obra del Espíritu Santo, pero
Dios te necesita para hacer que ese Niño entre en el linaje de David y darle un
nombre". José no es, pues, "justo", porque sea un modelo de
resignación, capaz de una actitud bonachona respecto a su esposa, sino porque
respeta a Dios en su obra y se limita a cumplir el papel que Dios le asigna:
introducir a Jesús en la estirpe real.
La salvación del hombre no depende, por tanto,
exclusivamente de una iniciativa soberana de Dios que basta esperar
pasivamente. Dios no salva al hombre sin la cooperación y sin la fidelidad del
hombre.
Maertens-Frisque, Nueva
Guía de la Asamblea Cristiana I, Marova Madrid 1969.Pág. 154
2. - El tema del Emmanuel (Dios-con-nosotros)
conecta con el de "Hijo de Dios con pleno poder". Los exegetas notan
en el evangelio de Mt el paralelismo entre este anuncio del ángel a José y la
conclusión del Evangelio: "Yo-estaré-con-vosotros"... Hablar de
Cristo como Emmanuel es connotar, actualmente, el misterio pascual de Cristo y
de su presencia en la Iglesia, por la fuerza del Espíritu. La concepción
virginal de María, por obra del Espíritu Santo, enlaza así con la glorificación
de Jesús "constituido según el Esp. Santo" (2a lectura).
Pere Tena, Misa Dominical 1986/23
Hemos dividido el capítulo primero del evangelio de
Mateo en las dos partes indicadas en el título. La primera recoge una
genealogía fatigosa y, aparentemente al menos, innecesaria. A primera vista
parece ser simplemente una lista de nombres de los ancestrales de Cristo sin
ningún contenido teológico ni poder alguno de interpelación. ¿Por qué la
antepone Mateo a su evangelio? Sabemos, y nos lo ha recordado el Vaticano II,
que Cristo es la plenitud de la revelación. El hecho de ser la plenitud de la
revelación lo coloca inevitablemente en relación con la preparación de la
misma, con todo el Antiguo Testamento. Mateo presenta su árbol genealógico para
demostrarlo. Por eso, inmediatamente después de mencionar su nombre -nótese que
es mencionado el nombre completo, "Jesucristo", que equivale a una
fórmula de fe, Jesús es el Cristo, el Ungido, el Mesías- añade "hijo de
David, hijo de Abraham". La genealogía nos introduce así tanto en el
terreno de la historia como en el de la teología.
Mateo quiere presentarnos al protagonista de su
evangelio y, una vez que nos ha dicho su nombre, Jesucristo, con todo lo que
significa -Jesús es el Cristo- se apresura a demostrar su afirmación.
El Mesías debería descender de David. Pues bien,
Jesús desciende de David. Precisamente por eso divide la genealogía en tres
partes compuestas cada una de catorce nombres. El centro de la misma lo ocupa
David, por la razón que hemos apuntado. La genealogía, por otra parte, tiene mucho
de artificial. Lo demuestra el simple hecho de colocar catorce nombres en cada
una de las fases en que divide la prehistoria de Cristo. El número catorce (NU/000014), por ser el doble del siete, indica perfección
y plenitud. Aquí significaría la perfección y providencia especial de Dios en
la disposición de toda la historia salvífica anterior, que culmina en Cristo.
La razón apuntada anteriormente explica también la
mención de Abraham. El origen de Cristo coincide y se remonta al principio
mismo de Israel. Por la misma razón son mencionados, en la primera parte de la
genealogía, Judá y sus hermanos, es decir, todo Israel. En la tercera parte se
resume la historia de Israel, a partir del destierro babilónico, por idéntica
razón: quiere abarcarse toda la historia de Israel: su origen, los momentos más
importantes y la coronación o plenitud, que es Jesús.
El fin teológico de la genealogía permite a nuestro
autor jugar con alguno de los nombres. Nosotros debemos descubrir su juego.
Al mencionar al rey Asa, Mateo escribe Asaf, que,
según el Salterio (Sal 72, 1; 75,1...), compuso varios Salmos, y, en lugar de
Amón, otro de los reyes de Israel, nuestro evangelista escribe Amós, que fue
uno de los célebre profetas del pueblo de Israel. No querrá decirnos Mateo, con
este pequeño juego, que también los Salmos y profetas alcanzan su plenitud en
Cristo?
La segunda parte del capítulo presenta el
nacimiento de Cristo como algo absolutamente milagroso. María concibió a Jesús
sin concurso de varón, por obra del Espíritu Santo. Y al mencionar al Espíritu
Santo o al Espíritu de Dios, Mateo -como cualquier escritor judío- piensa en el
poder creador de Dios. Afirmado el hecho -concepción milagrosa de Jesús-, Mateo
se detiene con cierta amplitud en exponer las consecuencias del mismo. La
primera es el natural desconcierto de José. María y José estaban desposados.
Según la ley judía, esto quería decir que el contrato de matrimonio había sido
sellado seria y firmemente. Únicamente faltaba la ceremonia de la boda, que
culminaba llevando a la novia a vivir en la misma casa del novio. La ley judía
no consideraba pecado serio la relación sexual habida entre los
novios-desposados en el tiempo intermedio entre desposorios y casamiento. Más
aún, en caso de que naciese un hijo en ese tiempo intermedio, era considerado
por la ley como hijo legítimo.
Teniendo en cuenta la ley y costumbres judías, el
estado de María únicamente creaba problema a José. ¿Por qué? Creemos que él
estaba al corriente de lo ocurrido. No vemos ninguna razón para que María, su
esposa, no le hubiese informado de todo. Entonces, ¿por qué la duda? La duda de
José no fue acerca de la culpabilidad o inocencia de María, sino sobre el papel
que él personalmente tenía que jugar en todo aquello. Una intervención
sobrenatural -aparece el motivo del ángel- se lo aclara: deberá poner el nombre
al niño, es decir, deberá ser su padre legal (era el padre quien imponía el
nombre) y entonces, conocido su papel en aquel matrimonio, cesa su turbación,
desconcierto o duda.
El anuncio del ángel a José es un resumen completo
del Nuevo Testamento: Jesús salvará al pueblo de sus pecados. Tanto en el
Antiguo como en el Nuevo Testamento la expresión "Perdón de los
pecados" no significa el perdón de una falta concreta sino que es el resumen
de toda la acción salvadora de Dios. Quiere decir esto que, con la aparición de
Jesús, ha sido superada la separación entre Dios y el hombre. Decir Jesús o
salvador es exactamente lo mismo. El nacimiento de Jesús, su vida y actividad
fue -y es- Dios con nosotros. Como lo había anunciado el profeta Isaías.
Comentarios a la Biblia Liturgica NT, Edic
Marova/Madrid 1976.Pág. 930
4.- Los comentaristas intentan, no sin dificultad,
explicar la reacción de José que resume el v. 19. ¿Cómo puede un repudio
permanecer secreto, mientras que los desposorios han sido públicos? ¿Qué
conexión hay que establecer entre la "justicia" de José y su proyecto
de repudio tácito?. Ya desde los primeros siglos se han propuesto múltiples
explicaciones. Podrá apreciarse en particular este comentario de San Bernardo,
tomado del diácono sirio del siglo IV, san Efrén.
"¿Por qué quiso José despedir a María?
Escuchad acerca de este punto no mi propio pensamiento, sino el de lo Padres;
si quiso despedir a María fue en medio del mismo sentimiento que hacía decir a
san Pedro, cuando apartaba al Señor lejos de sí: Apártate de mí, que soy
pecador (Lc 5, 8); y al centurión, cuando disuadía al Salvador de ir a su casa:
Señor, no soy digno de que entres en mi casa (Mt 8, 8). También dentro de este
pensamiento es como José, considerándose indigno y pecador, se decía a sí mismo
que no debía vivir por más tiempo en la familiaridad de una mujer tan perfecta
y tan santa, cuya admirable grandeza la sobrepasaba de tal modo y le inspiraba
temor. El veía con una especie de estupor, por indicios ciertos, que ella
estaba embarazada de la presencia de su Dios, y, como él no podía penetrar este
misterio, concibió el proyecto de despedirla. La grandeza del poder de Jesús
inspiraba una especie de pavor a Pedro, lo mismo que el pensamiento de su
presencia majestuosa desconcertaba al centurión. Del mismo modo José, no siendo
más que un simple mortal, se sentía igualmente desconcertado por la novedad de
tan gran maravilla y por la profundidad de un misterio semejante; he ahí por
qué pensó en dejar secretamente a María. ¿Habéis de extrañaros, cuando es
sabido que Isabel no pudo soportar la presencia de la Virgen sin una especie de
temor mezclado de respeto? (Lc 1, 43). En efecto, ¿de dónde a mí, exclamó, la
dicha de que la madre de mi Señor venga a mí?".
San Bernardo, 2. homilía sobre el Missus est, PL
183, p. 68. Ver una justificación del pensamiento de san Bernardo y un
comentario de todo el relato en X. LÉON-DUFOUR, Estudios de Evangelio, Edic.
Cristiandad, Madrid 1982, págs. 67-82.
Louis Monloubou, Leer y
Predicar el Evangelio de Mateo, Edit. Sal Terrae Santander 1981.Pág 66
5.- ¿En qué sentido se declara a José justo?
La lectura atenta del fragmento hace que surjan
algunos interrogantes. Cosa excelente. Para que un texto hable y desvele su
secreto, es preciso siempre interrogarle. Lo importante es hacerle preguntas
justas. Nosotros le hacemos tres.
Primera: ¿En qué sentido se declara justo a José?
Más en concreto: ¿Cuál es el motivo de su vacilación? ¿Qué problema le inquieta?
Según una antigua interpretación que se remonta a Justino, José es justo,
primero porque observa la ley (que obligaba al marido a disolver el matrimonio
en caso de adulterio) y, además, porque mitiga con la magnanimidad el rigor de
la ley (evita la difamación pública). Tenemos, pues, un José
"filósofo", que sabe ir más allá de la letra de la ley, compaginando
obediencia y magnanimidad. Es el ideal griego de la sabiduría.
¿Pero es éste el sentido de Mateo? ·Jerónimo-SAN es
de otro parecer: "José, conociendo la castidad de María y extrañado por lo
acaecido, oculta con su silencio aquello cuyo misterio ignora". Por tanto,
José se habría encontrado ante un dilema: por un lado, la indiscutible
inocencia de María, y, por otro, un hecho que parecía desmentirla; José busca
entonces un comportamiento que deje a salvo ambas exigencias. ¿Se puede hablar
entonces de justicia? En cualquier caso, no es éste el concepto de justicia que
aparece habitualmente en el evangelio de Mateo.
JUSTO/SENTIDO: Los comentaristas modernos prefieren cada vez más otra interpretación,
que he intentado poner de manifiesto ya a nivel de traducción: José es justo
porque, comprobando una presencia de Dios, una economía superior, se retira
ante ella sin pretensiones. "Justo" tiene entonces el sentido típico
de Mateo, a saber, aceptación del plan de Dios incluso cuando desconcierta el
propio. Según esta interpretación el anuncio del ángel no tiene como objeto la
concepción virginal, que José ya conocía y que era justamente el motivo por el que
pensaba permanecer en la sombra; el objeto es más bien hacerle conocer la
misión que le corresponde, que consiste en imponer el nombre al niño y asumir
su paternidad legal.
Bruno Maggioni, El Relato De Mateo, Edic.
Paulinas/Madrid 1982.Pág. 21
6.- Centrar la atención en la personalidad de José,
su actitud ante el misterio de Dios y ante la misión que le es encomendada.
José se muestra como lo que es: un hombre "justo", un hombre
"bueno".
José se ve en la presencia de lo divino. Aquella
concepción era de Dios, y, ante el Misterio de Dios presente en María, José
reacciona como reaccionan ante la presencia de lo divino todos los
"justos" en la Biblia: como Moisés, que se esconde ante la Gloria de
Dios presente; como Isaías, atemorizado por la aparición; como Isabel, que
pregunta por qué viene a ella la Madre de su Señor; como el centurión del
evangelio, que dice que no, que él no es digno; como Pedro que, cuando ve en
Jesús el poder divino, le dice: apártate de mí, Señor, que soy un pecador.
El "justo" se sitúa así ante Dios: se
siente pecador, indigno, y se retira. Porque José es justo y bueno, se siente
obligado a retirarse; no tiene derecho a retener a María como suya porque Dios
ha tomado posesión de ella; no puede figurar como padre de la criatura que es
sólo de Dios. Donde entra Dios personalmente haciendo de María objeto de su
presencia y de su bendición, José no tiene nada que hacer y toma la actitud del
que es "justo" y se siente indigno.
Y porque es "justo" y bueno comprende que
no puede romper con María por el procedimiento legal, pues, o tendría que
revelar el misterio, o expondría a María a unas sospechas injustas; cualquiera
de estas dos cosas era injusta. Por eso, como esto ocurría "antes de vivir
juntos", decidió dejarla en secreto".
Como se ve, la versión de la duda de José -tan
popular- que nos lo presenta lleno de esas angustias psicológicas que rayan la
sospecha, no tiene nada que hacer en el texto del evangelio. El evangelista no
va a interesarnos en unas zozobras psicológicas, sino ha de revelarnos cómo se
han cumplido los designios de Dios y qué actitud religiosa han tomado los
hombres ante estos designios.
Todo esto está apoyado en una exégesis segura, que
se abre camino y se va a imponer acabando con esa otra versión popular. Un
estudio a fondo del original de las palabras del ángel a José, descubre en el
uso de las partículas "gar...de" uno de los casos en que
"gar" anuncia la causa de lo que se afirma, pero esta causa se
expresa después de afirmar otra cosa ya conocida por el interlocutor. Así, el
sentido de las palabras del ángel a José es este: "`ciertamente', la
criatura que hay en ella viene del Esp. Santo, pero tú no te retires, no tengas
reparo en llevarte a María por esposa, `porque' tienes la misión de darle
nombre". (Por otro lado, San Bernardo en sus homilías resumía ya la
opinión de los Padres en esta línea que hemos expuesto y que nos parece la
justa).
Y aquí, de nuevo, se muestra José un hombre
"justo" porque sabe situarse ante Dios en actitud de obediencia y de
fidelidad. Acepta y cumple la misión encomendada. Así, José se manifiesta justo
y bueno porque sabe percibir la presencia de Dios y se sitúa ante Él como un
pecador, y busca la manera de actuar y retirarse sin hacer daño a nadie. Y, en
cuanto conoce la voluntad de Dios sobre él, la cumple. Vive de cara a Dios,
dentro de sus planes y, cumpliendo su voluntad divina, es instrumento y objeto
del amor de Dios.
7.- La principal dificultad de este pasaje
evangélico reside en la traducción de los vs. 20-21, habitualmente inexacta.
Proponemos la traducción que consideramos más ajustada al texto original.
"José, hijo de David, no tengas reparo en
llevarte a María, tu mujer. -Ciertamente- la criatura que hay en ella viene del
Espíritu Santo; -ahora bien-, al hijo que ella va a dar a luz tú le pondrás por
nombre Jesús." (Los subrayados responden a los dos puntos de novedad
respecto a las traducciones habituales).
El punto de vista de Mateo no es el de descorrer a
José el velo del misterio que envuelve la concepción de Jesús. En realidad,
José ya sabe que se trata de una concepción misteriosa. Y es precisamente esta
cercanía del misterio la que aviva en José el sentimiento de la propia
indignidad, hasta el punto de pensar que su persona no podía ser más que un
obstáculo al plan de Dios y que por consiguiente tenía que retirarse. Sólo esta
interpretación da una respuesta adecuada al v.19. Todo intento de explicación
psicológico-cronística se estrella con la frase: "que era hombre justo y
no quería infamarla". El repudio secreto hubiera sido el mejor modo de ser
egoísta, injusto e infamatorio de María. Nunca mejor que aquí aparece claro que
los evangelistas no han pretendido ser cronistas o reporteros de unos sucesos.
El punto de vista de Mateo en los vs. 20-21 es el
siguiente: José no es ningún obstáculo al plan de Dios. Al contrario, aceptando
ser el esposo de María y dando nombre al hijo que a ésta le nazca garantiza a
la criatura una ascendencia legal que lo entronca con David y Abrahán. En
definitiva, lo que se le pide a José es que, a pesar del miedo que la cercanía
del misterio produce en él, se fíe por completo de Dios. Y José se fió de Dios
(v.24).
Dabar 1977/21
8. JESÚS, HIJO DE DAVID ENC/H/DAD
Nada hay más impresionante que esta genealogía de
Jesús y la proclamación de su final: "Jacob engendró a José, el esposo de
María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo". Esta inserción de Dios en
el mundo, entre nosotros, como uno de nosotros, es el acontecimiento que domina
la historia de los hombres.
Pero no domina de hecho nuestra historia personal.
Nuestra fe es tan débil que nuestras actitudes no corresponden a la dignidad
que tiene ahora el hombre, en el transcurso del tiempo, desde la venida del
Hijo.
Adrien Nocent, El Año Liturgico: Celebrar A Jc 1,
Introduccion y Adviento, Sal Terrae Santander 1979.Pág. 144 S.
9.- El hecho del nacimiento legal, que la
genealogía ha afirmado, es el objeto de un relato: José, hijo de David, acoge a
Jesús en su descendencia. Este relato es, sin duda, el resultado de una larga
elaboración literaria. Volviendo a tomar probablemente un relato apologético
anterior (un sueño: cf. 2, 13.19), donde Dios evoca, a través de las objeciones
de José, las calumnias concernientes al nacimiento virginal Mt lo orienta
teológicamente gracias a la cita de Is 7, 14 (1. lectura), que expresa la fe de
la Iglesia en la concepción virginal. Así se responde a la objeción: he aquí el
modo en que Jesús, naciendo de una mujer virgen, ha sido agregado al linaje de
David. Construcción teológica que, sin duda, oculta algo más de misterio y de
hondura que lo que aparece.
El AT no habla nunca de este secreto, sino que,
precisamente, había que hacerlo de manera oficial y pública (cf. Dt 24, 1). Hay
que contar con la respuesta del v. 21, donde José se hace una idea de que Jesús
es algo más que las simples apariencias. Los diversos planos se entremezclan.
De todos modos, la encarnación tendrá siempre un cierto margen para quien
quiera sospechar, calumniar o ridiculizar. Las cosas más delicadas son las más
expuestas al desmoronamiento. Aquí entramos en un contexto cristiano de gran
horizonte. El creyente tiene trabajo en encontrarse a sí mismo. Por eso acude a
la fe de la iglesia.
Etimológicamente parece que este nombre quiere
decir "Dios salva". El mensaje angélico tiene dos interpretaciones
posibles: que el ángel revela a José la concepción virginal de María y le
confía además la misión de dar el nombre al hijo; o bien que el ángel revela
que, aunque María está encinta por el Espíritu, sin embargo José tiene un gran
papel que jugar: conferir a este hijo la filiación davídica dándole el nombre.
Misterio de la actuación de Dios a través del hombre. Locura para el
inteligente, pagado de sí mismo, y necedad para el espiritualista.
Eucaristía 1992/58
10.- Según el derecho matrimonial judío los
esponsales, que siempre se celebraban delante de dos testigos, equivalían ya
prácticamente al matrimonio en sentido estricto. Se celebraban de ordinario
cuando la novia alcanzaba la edad de doce años. A partir de ese momento la
desposada no podía ser abandonada si no recibía, por justa causa, un
"libelo de repudio", y si moría su esposo era considerada como una
viuda. Después de transcurrir un año desde los esponsales, el esposo tomaba a
su esposa y la conducía solemnemente a su propia casa, con lo cual el
matrimonio quedaba plenamente formalizado. María concibió a Jesús antes de
vivir con José en una misma casa, siendo desposada. Este difícil texto admite
dos posibles interpretaciones: a) José era un "varón justo", que aquí
significa tanto como cumplidor de la Ley y, a la vez, bondadoso o bueno. Y
porque era justo y bueno, se encontraba perplejo en una situación insólita: no
entiende que se deba proceder contra María según dispone Moisés que se haga con
la mujer adúltera (Dt 22, 20s), pero tampoco ve claro que deba tomarla en su
casa como si no ocurriera nada. En consecuencia decide repudiarla en secreto.
B)José conocía por su esposa el origen de su maravillosa esperanza, y piensa
retirarse respetuosamente ante el misterio. Piensa que, una vez María había
sido distinguida por Dios con tan alta vocación, él no debía intervenir en
absoluto haciendo valer sus derechos de esposo.
Sea lo que fuere, lo cierto es que la embajada del
ángel a José no tiene únicamente el sentido de sacarlo de apuros y devolverle
la tranquilidad. Significa también para José una vocación excelsa. Además, José
era "legalmente" el padre del niño y a José correspondía entre otras
cosas el darle un nombre. En este caso (lo mismo ocurrió en el de Zacarías, el
padre del Bautista), José es informado por Dios sobre el nombre que había de
llevar el hijo de María. Su nombre será "Jesús", esto es,
"Dios-salva". En este nombre va indicada ya la misión que trae Jesús
al mundo.
Cualquiera que sea el significado del texto de
Isaías en su contexto original, ciertamente Mateo lo refiere aquí a Jesús, el
hijo de la Virgen María. Y pone el acento en el nombre de Emmanuel, que recibe
Jesús. La vida de Jesús, sus palabras y sus obras, significa para nosotros que
Dios está con los hombres y nos salva. De Jesús se predica que Dios estaba con
él (Jn 8, 29; Hech 10, 38), y Jesús es para nosotros la presencia de Dios en
persona (2 Cor 4, 6; Col 2, 9; Heb 1, 3; Jn 14, 6-9; Mt 11, 4s).
Eucaristía 1980/59
11.- Texto. El versículo inicial es fundamental para
el posterior desarrollo narrativo. El versículo enuncia un hecho: María está
encinta por obra del Espíritu Santo. Con la formulación de este hecho Mateo no
pretende anticipar a sus lectores algo que José conocerá más tarde, sino sentar
la base de todo el relato y, consiguientemente, de la posterior decisión de
José. Desde el comienzo mismo del relato José es, pues, sabedor de la
concepción milagrosa del niño que hay en María. Su decisión, formulada en el v.
19, de no convivir con María no es fruto de la sospecha contra María, sino del
asombro y de la conciencia de la propia indignidad. ¿Cómo podría él convivir
con alguien en quien Dios se ha hecho presente tan especialísimamente? José,
que es justo, es decir, que en cada situación adopta la actitud adecuada,
decide no convivir con María. Es muy posible que el empleo del verbo repudiar
no haga justicia al relato.
De todo esto resulta que lo que José tiene que
superar es su propio miedo religioso, su conciencia de indignidad y de
pequeñez. Las palabras del ángel tienen precisamente esta función. De ahí que
comiencen con un no temas, no tengas reparo, invitando a José a la convivencia
con María bajo el mismo techo.
Suele ser habitual atribuir a las palabras del
ángel en el v. 20 la función de información a José. La traducción litúrgica así
lo confirma. Todo el problema radica en que la misma conjunción griega puede
tener sentido causal (porque) o reforzativo (en efecto).
Personalmente me inclino por la segunda
alternativa. La traducción del v. 20 debería ser la siguiente: "No tengas
miedo en llevarte a María, tu mujer. En efecto (como tú ya sabes), la criatura
que hay en ella viene del Espíritu Santo". El ángel no desvela a José el
misterio de la concepción de María, sino que refuerza el conocimiento que José
ya posee. El ángel no libera a María de la sospecha de infidelidad, sino que
libera a José de su miedo religioso; le ayuda, en una palabra, a no sentirse
anonadado por la cercanía de Dios.
Pero las palabras del ángel no se limitan a liberar
a José de su miedo religioso: le confían, además, la tarea de dar nombre al
niño que hay en María. La acción de dar nombre constituía en el ámbito semita
el momento genuino de la paternidad.
El nombre, a su vez, definía a la persona, la
caracterizaba en su tarea y función posteriores. De ahí la importancia de las
etimologías e interpretaciones de los nombres en la biblia. El texto confiere
especial relieve al nombre del niño. Por un lado, el ángel define al niño como
salvador de los pecados; por otro, el propio autor, aplicándole un texto de
Isaías, lo define como Dios con nosotros. El nombre del niño constituye
probablemente el centro de atención del texto.
Comentario.
Por encima de los intentos novelísticos, alguno de
ellos encomiable, de acercamiento al misterio de Jesús, el intento de
acercamiento más completo es el religioso. Resultado de este tipo de intento es
el texto producido por Mateo que hoy leemos.
El misterio de Jesús es, en última instancia, el de
su divinidad. Jesús es Dios con nosotros. Desde la cercanía, desde la
inmediatez. El hecho es tan sorprendente que pueda parecer contradictorio.
¿Cómo se puede ser Dios a la vez que humano? La reacción humana espontánea es
la de negar la compatibilidad de ambos extremos. La reacción humana religiosa
es la aceptación de su compatibilidad.
Pero con la aceptación surge un nuevo problema.
¿Puede Dios ser uno entre nosotros sin que nosotros suframos las consecuencias
negativas de su cercanía? ¿Puede el sol estar tan cerca de nosotros sin que nos
destruya? La reacción humana espontánea es la de renunciar a la cercanía. La
reacción humana religiosa es la de aceptarla.
Ahora bien, aceptar esa cercanía comporta dar a
Dios un nombre y un rostro humanos. Así vio Mateo la tarea de José; así debe
ser la tarea del creyente en Dios. La consecuencia no se deja esperar: el que
Dios tenga un nombre entre los humanos depende de que haya humanos que quieran
dárselo; el que Dios sea Jesús, es decir, salvador de los pecados, depende de
la existencia de José, es decir, de la existencia de creyentes. De esta forma,
lo que se presentaba como problema divino termina convirtiéndose en problema
humano.
De la vida concreta de José, de su vivir diario,
conocemos muy poco, prácticamente nada. Pero conocemos de él lo que realmente
vale la pena: aceptó el riesgo de dar nombre a Dios. Gracias a esta aceptación
Dios se llama Jesús y es uno entre y con nosotros. La tarea de José no es
irrepetible. Muy al contrario: está necesitada de que otros la sigan
repitiendo. He aquí el reto que nos lanza el texto de hoy.
Alberto Benito, Dabar 1992/04
12.- -Después de la genealogía introductoria al
evangelio, Mateo explica el nacimiento de Jesús. En la intimidad de una familia
judía, Dios interviene por medio de su Espíritu. María y José se encontraban en
la primera fase del matrimonio, después de los esponsales, aún sin
cohabitación. Es en esta situación que María "esperaba un hijo, por obra
del Espíritu Santo".
-"José, su esposo, que era bueno...": Es
mejor el término "justo", que no queda plenamente definido con la
expresión "bueno". No se ha de entender tampoco en el sentido de un
cumplidor estricto de la Ley. José se mantiene en la fidelidad a la voluntad de
Dios. No podemos dejarnos llevar por construcciones psicológicas y anecdóticas
sobre el estado de ánimo de José. Intenta una solución que armonice el
cumplimiento de la ley con la misericordia: "no quería denunciarla,
decidió repudiarla en secreto". La duda de José es también la duda del
pueblo de Israel ante la nueva realidad cristiana presentada por María. Tendrá
que pasar de la fidelidad a la Ley a la fidelidad a la novedad de la acción de
Dios.
-"Se le apareció en sueños un ángel del
Señor..": A fin de esclarecer el significado del acontecimiento el diálogo
entre el ángel y José pasa al primer plano. "La criatura que hay en ella
viene del Espíritu Santo": la casualidad de la acción del Espíritu en el
nacimiento del Mesías es única. No hay lugar a una intervención del hombre. He
aquí una diferencia radical con otros nacimientos (Samuel, Juan bautista, etc.).
-"Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él
salvará a su pueblo de los pecados": Jesús es la transcripción griega de
una adaptación del nombre de Josué, que quiere decir "Yavhé salva".
Existe un nexo entre el nombre y la misión mesiánica. Pero esta misión no se
explica en términos de liberación política del pueblo de Israel de sus
enemigos, sino "de los pecados". De esta manera se desmarca de las
expectativas mesiánicas de su tiempo.
-"Todo esto sucedió para que se cumpliese lo
que había dicho el Señor por el profeta..": Comentario del evangelista:
las realidades de la Nueva Alianza son la plenitud de la Antigua. No se trata
por tanto de una realización literal de un oráculo, sino sobre todo de la
continuidad de la acción de Dios en la historia. La designación de Emmanuel no
es ningún nombre que desplace al de Jesús sino el signficado de su persona y de
su obra.
(J. Naspleda, Misa Dominical 1989/24
13.- El evangelista ha presentado la genealogía de
Jesús partiendo de Abrahan y pasando por David. El último descendiente de David
nombrado es "José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, el
Cristo".
El acuerdo matrimonial se hacía un año antes de la
boda y aunque los novios aún no vivían juntos, tenía validez legal parecida a
la del matrimonio, es decir, que para romper el acuerdo matrimonial hacía falta
un acto formal de repudio. Esto es lo que se dispone a hacer José cuando se da
cuenta de que su prometida está embarazada.
De José sólo se dice "que era un hombre
justo", un término de profundo significado en el Antiguo Testamento y que
recuperaremos como eje central de las Bienaventuranzas. Como en el Antiguo
Testamento, el "sueño" es a menudo un medio a través del cual Dios se
manifiesta. El "ángel", por otro lado, también se presenta como un
mensajero de Dios. El ángel se dirige a José con un título que sólo se dará a
Jesús: "hijo de David", y le comunica que el hijo que espera María
"viene del Espíritu Santo". Así queda claro que José no ha
intervenido en la concepción del hijo de María. Más aún, José ni tan sólo podrá
hacer lo que correspondía al padre: escoger el nombre del hijo.
"Jesús" quiere decir "el Señor
salva". El nombre indica la misión del hijo de María: hacer patente la
salvación de Dios; él mismo será la salvación.
Es típica de Mateo la indicación de que en
Jesucristo se cumple plenamente lo que las Escrituras anunciaban. En este caso
recuerda el anuncio hecho por Isaías al rey Acaz. Y el nombre que decía el
profeta, "Emmanuel", será también definitorio de Jesús. Mateo
concluirá su evangelio remitiendo a este texto inicial: Jesús "estará con
nosotros cada día". José, "hombre justo", se fía de Dios y toma
a María en su casa como esposa. A pesar de no serlo físicamente, ejercerá de
padre de Jesús.
Josep M. Grane, Misa Dominical 1992/16