ÉSTE ES EL CORDERO
DE DIOS, QUE QUITA EL PECADO DEL MUNDO
ORACION COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que
gobiernas a un tiempo cielo y tierra, escucha compasivo la oración de tu pueblo
y concede tu paz a nuestros días. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 49, 3. 5-6
«Tú eres mi siervo (Israel) de quien
estoy orgulloso.». Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo
suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel, tanto me
honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza: Es poco que seas mi siervo y
restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel;
te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de
la tierra.
SALMO
RESPONSORIAL (39)
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Yo
esperaba con ansia al Señor: él se inclinó y escucho mi grito; me puso en la
boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. R.
Tú
no quieres sacrificios ni ofrendas, y en cambio me abriste el oído; no pides
sacrificio expiatorio, entonces yo digo: «Aquí estoy.». R.
Como
está escrito en mi libro: «para hacer tu voluntad.». Dios mío, lo quiero, y
llevo tu ley en las entrañas. R.
He
proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Señor,
tú lo sabes. R.
SEGUNDA LECTURA
Comienzo de la primera carta del Apóstol
San Pablo a los Corintios 1, 1-3
Yo, Pablo, llamado a ser
apóstol de Jesucristo, por voluntad de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano,
escribimos a la Iglesia de Dios en Corinto, a los consagrados por Jesucristo,
al pueblo santo que él llamó y a todos los demás que en cualquier lugar invocan
el nombre de Jesucristo Señor nuestro y de ellos.
La gracia y la paz de
parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con ustedes.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San Juan 1, 29-34
En
aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: Este es el
Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquél de quien yo dije:
«Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes
que yo.» Yo no lo conocía, pero ha salido a bautizar con agua, para que sea
manifestado a Israel.
Y
Juan dio testimonio diciendo: He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo
como una paloma y se posó sobre él.
Yo
no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: Aquél sobre
quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que ha de bautizar
con Espíritu Santo. Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que este es el
Hijo de Dios.
COMENTARIO
Juan Bautista
vio venir a Jesús hacia él y habló de él. ¡Cuántas veces no Sabemos
"mirar" a las gentes que viven con nosotros: no los juzgamos
correctamente, nos quedamos con las apreciaciones superficiales. Muchas
personas del tiempo de Jesús no captaron "Quien" era El.
-"He aquí
el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo". Para los judíos que le
escuchaban, la alusión era clara. Lo es menos para nosotros. Los judíos
sacrificaban animales para la purificación de los pecados, según la ley de
Moisés. La gran fiesta de los judíos era la Pascua, en la que se sacrificaban
gran cantidad de corderos. Jesús se identifica aquí con el "Salvador"
con aquel que "carga sobre sí nuestros pecados". ¡Y va hasta el
derramamiento de sangre! Esto no ha sido un asunto insignificante, sino un gran
combate sangriento.
"El pecado
del mundo", en singular. Ese singular es significativo. Jesús carga sobre
él y hace desaparecer el conjunto de los pecados del mundo, la totalidad del
pecado de la humanidad. Gracias, Jesús. ¿Cómo podría yo ayudarte, Señor, en esa
gran labor? En primer lugar luchando contra el mal en mí... Y luego luchando contra
el mal donde quiera que este se encuentre y yo pueda hacerlo.
-Detrás de mí
viene uno que es antes de mí, porque era primero que yo. Históricamente,
humanamente, Juan ha sido concebido y ha nacido antes que Jesús. Pero hay que
superar las apariencias, las evidencias. De hecho Juan Bautista percibe el
origen divino de Jesús: ¡"era primero que yo"! El nacimiento
"según la carne" en Belén, no es sino el eco de otro nacimiento
eterno, "El es Dios, nacido del Padre, antes de todos los siglos".
Contemplemos,
cuanto sea posible, la "Persona" de Cristo, que es divina, eterna,
que preexistía desde siempre. Es en verdad el Verbo de Dios, el Hijo,
engendrado, "no creado", que aparece humanamente en el tiempo, un día
de la historia humana, en un lugar del planeta. Te veremos, pues, nacer,
crecer, morir en un pequeño país del Oriente Medio, pero fundará una Iglesia
para representarle, en todos los tiempos y en todos los lugares. La Iglesia es
la continuación de la Encarnación.
-Yo vi el
Espíritu descender del cielo y posarse sobre Él. Jesús está investido, lleno,
desbordante... del Espíritu. Es el Hijo de Dios. Detrás de las particularidades
banales de ese "ciudadano de Nazaret", se esconde todo un misterio.
Su persona no se limita a lo que aparenta. "Creen conocerle, pero hay en
El un secreto: su personalidad está sumergida en Dios... En medio de ustedes
está Aquel a quien ustedes no conocen".
-Es aquel que
bautiza (sumerge) en el Espíritu Santo. No olvidemos que la palabra griega
"baptizo" significa "yo sumerjo". Los primeros cristianos,
como Juan Bautista, bautizaban sumergiendo totalmente al candidato al bautismo
en el agua de un río. ¡Espíritu, sumérgeme en ti!
PLEGARIA UNIVERSAL
Hermanos, elevemos al Padre Dios nuestra alabanza por el inmenso
don de hacernos hijos suyos en Cristo Jesús. Respondemos. R. Padre, te
alabamos y te damos gracias.
1.-
Por el Papa, los Obispo, sacerdotes y agentes de pastoral, que guiados por el
Espíritu nos ayudan a vivir con alegría nuestra vocación cristiana. Oremos.
R.
2.-
Por la continua asistencia que el Espíritu ofrece a los gobernantes del mundo,
que orientan las naciones hacia la construcción de una sociedad justa y
fraterna. Oremos. R.
3.-
Por las familias que viven unidas en Cristo y educan a sus hijos con el
testimonio de su vida y la transmisión gozosa de su fe. Oremos. R.
4.-
Por todos los bautizados que son conscientes de la altísima dignidad a la que
han sido elevados como hijos de Dios y miembros del Cuerpo del Señor, la
Iglesia, nuestra comunidad cristiana. Oremos. R.
5.-
Por todos los pobres, los enfermos y los que sufren cualquier otro tipo de
quebranto, que unidos a los sufrimientos de Cristo, sienten esperanza y reciben
al ayuda de quienes estamos a su lado. Oremos. R.
6.-
Por nosotros, que tenemos la dicha de participar en la Eucaristía de hoy y ser
reavivados en la conciencia de ser hijos amados de Dios y hermanos entre
nosotros. Oremos. R.
Padre bueno, acoge nuestro reconocimiento humilde de tus
dones y ayúdanos a vivir lo que te hemos pedido. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor participar dignamente en estos
sacramentos, pues cada vez que se celebra el memorial del sacrificio de Cristo,
se realiza la obra de nuestra redención. Por Jesucristo neutro Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Derrama, Señor, en nosotros tu
Espíritu de caridad, para que hagas vivir concordes en el amor a quienes has
saciado con el mismo pan del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE
DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 20: 1S 15,
16-23; Sal 39; 1Co 1, 1-3; Jn 1, 29-22.
Martes 21: Santa
Inés, Virgen y Mártir. 1S 16, 1-13; Sal 88; Mc 2, 23-28.
Miércoles 22: 1S 17, 32
–51; Sal 143; Mc 3, 1-6.
Jueves 23: 1S
18, 6-9; 19, 1-7; Sal 55; Mc 3, 7-12.
Viernes 24: San
Francisco de Sales, obispo y Doctor de la Iglesia. 1S 24, 3-21; Sal 56;
Mc 3, 13-19.
Sábado 25: La
Conversión de San Pablo, Apóstol. Hch 22, 3-16 (o bien: Hch 9, 1-22);
Sal 116; Mc 16, 15-18.
Domingo 26: Is
8, 23b-9, 3; Sal 26; 1Co 1, 10-13.17; Mt 4, 12-23.
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Jn 01, 29-34
1. J/CORDERO
Juan presta su última
declaración solemne sobre la identidad de Jesús: el Cordero de Dios, el Hijo de
Dios. Se anuncia así las dos dimensiones fundamentales en las que Jesús se va a
dar a conocer a lo largo del cuarto evangelio.
En el conjunto
de la obra el texto de hoy tiene la función de anticipar puntos de vista,
situaciones y tensiones que serán desarrollados con posterioridad. Por eso, su
alcance sólo se percibe con el discurrir de las páginas del evangelio.
Un ejemplo
ilustrativo lo constituye la primera de las afirmaciones sobre el Cordero. En
el capítulo 19 el autor sitúa la muerte de Jesús coincidiendo con las horas en
que se sacrificaban en el Templo los corderos de Pascua que cada familia
consumiría en casa durante la noche en recuerdo de la liberación de la opresión.
La frase "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" adquirirá
todo su sentido en el decurso de ese cap. 19, donde aparecerá claro el punto de
vista del autor del cuarto evangelio: Jesús se da a conocer como Hijo en cuanto
Cordero.
Comentario. A
la hora de representarse a Zeus, el Señor de los humanos, los antiguos griegos
lo hacían por medio del águila, el cetro y el rayo. Estos símbolos dejan
traslucir una concepción generalizada entre los humanos: Dios supervisa, manda
y fulmina. En continuidad con las primeras páginas de la Biblia, el autor del
cuarto evangelio concibe al Señor de los humanos asumiendo y sufriendo las
condiciones humanas. La concepción divina del cuarto evangelio va más en la
línea del acercamiento que de la exaltación. En vez del esquema: Jesús es Hijo
porque es Cordero, el cuarto evangelio adopta este otro: Jesús es Cordero
porque es Hijo.
Escribo este
comentario cuando acaban de ser asesinados en San Salvador seis jesuitas, una
madre y su hija. Un asesinato en regla, programado y patrocinado. Estos seis
hombres y estas dos mujeres han hecho radicalmente suyo el camino del Dios
revelado en Jesús. Corderos a semejanza del Cordero que quita el pecado del
mundo, ellos nos afianzan paradójicamente en la certeza de que el porvenir es
de la liberación con la que el Dios revelado en Jesús se ha comprometido.
Cuando al levantar la hostia consagrada el sacerdote proclama "este es el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo", se está proclamando una
certeza, un camino y un compromiso, gracias a los cuales la esperanza tiene
sentido.
A. Benito -
Dabar 1990/10
Jesús es el
Cordero de Dios porque ha sido elegido por Dios para iniciar el éxodo de
nuestra libertad, y así como en otros tiempos los israelitas fueron librados de
la muerte y de la esclavitud por medio de la sangre de un cordero, razón por la
que celebran la Pascua de generación en generación, así también nosotros hemos
sido librados, en Cristo y por la sangre de Cristo, de la esclavitud de la ley,
del pecado y de la muerte.
Cristo es
nuestra Pascua y el Cordero de Dios, el verdadero, el de la Alianza Nueva. No
es casual que según la cronología de Juan, Jesucristo padeciera y muriera en la
cruz precisamente cuando los sacerdotes sacrificaban en el templo de Jerusalén
los corderos pascuales.
Eucaristía
1987/05
3. J/SACERDOTE
Cristo no es el
cordero que eligen los hombres y ofrecen en el Templo para que Dios perdone sus
pecados, sino el Cordero que Dios elige para quitar el pecado del mundo. En el
salmo responsorial de hoy (/SAL/039) se contrapone el culto exterior, los
sacrificios y las ofrendas, al culto interior que compromete la persona del
oferente como víctima de su propio sacrificio; es decir, en el cumplimiento de
la voluntad de Dios. Y éste es el culto que Dios desea. Por eso Cristo que es
el Cordero de Dios, el Sacrificio que Dios acepta, es también el Siervo de Yavé
que Dios elige para que cumpla toda su divina voluntad. El autor de la carta a
los Hebreos ve la superioridad del sacerdocio de Cristo sobre todo otro
sacerdocio vétero-testamentario, precisamente en la identidad que en él se da
entre el Sacerdocio y la Víctima. En esta misma carta se pone en boca de
Cristo, apenas llegado a este mundo, las palabras de nuestro salmo
responsorial: Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron. Entonces
dije: He aquí que vengo a hacer, ¡Oh Dios!, tu voluntad (/Hb/10/06-07). La
obediencia de Cristo, el Siervo de Yavé, se consuma en el sacrificio de Cristo,
el Cordero de Dios.
Eucaristía
1972/12
4.- Texto. El
autor lo sitúa al día siguiente de la declaración prestada por Juan (1,15-18) y
de la subsiguiente investigación por parte de la comisión nombrada por la
autoridad central (1,19-28). Se parte de una situación en movimiento: Jesús
viniendo hacia Juan. El texto lo configuran las palabras de Juan, primero
presentando al personaje que se le acerca (vs. 329-31) y después prestando
declaración en favor del mismo (vs.32-34). El texto, sin embargo, carece de
auditorio. El auditorio es extraliterario: el lector, es decir, nosotros.
Sentido del
texto.
1.-Presentación
de Jesús (vs. 29-31). Cordero proporcionado por Dios para la nueva pascua
liberadora de la humanidad. El pecado, en singular, consiste en oponerse a la
vida que Dios comunica, frustrando así el proyecto sobre el hombre. En el v.30
Juan recuerda al lector que Jesús es el proyecto de Dios sobre y para el
hombre. Lo mismo que la comisión de Jerusalén (cfr. 1,26), tampoco Juan conocía
a Jesús. Su actuación es preparatoria, imperfecta, el agua es su símbolo. De
esta manera, los que son de Israel, los que no frustran el proyecto de Dios,
podrán reconocer quién es Jesús.
2.-Juan
prestando declaración en favor de Jesús (vs 32-34). En el conflicto judicial
luz-tinieblas, Juan declara en favor de Jesús. El es un testigo ocular de que
Jesús es la realización y culminación del proyecto de Dios.
El espíritu de
Dios que se cernía sobre los comienzos de la creación (cfr. Gn/1/2), aletea
ahora sobre Jesús, plenitud del proyecto divino. Este proyecto trasciende, se
escapa al entramado de conocimientos y relaciones humanas. Por eso Juan no lo
conocía. Pero ahora ya puede prestar declaración en favor suyo; ahora ya puede
afirmar que el proyecto del viejo soñador genesíaco es una realidad. Es una
realidad en Jesús: él es el Hijo de Dios. Y puede afirmar también que el
proyecto está presto para ser una realidad en nosotros: sumergiéndonos en el
Espíritu de Dios que Jesús irradia y difunde, también nosotros somos capaces de
nacer de Dios, de ser sus hijos (cfr. Jn. 1,12).
Dabar 1981/11
5.- Juan
Bautista ha desviado hábilmente la atención de las investigaciones sobre su
persona hacia la de Cristo, una personalidad que ya está presente, pero que
todavía no es "conocida" (Jn. 1, 26).
(...) El relato
primitivo está, pues, centrado en torno al conocimiento de la personalidad
divino-humana de Cristo. Está en el mundo, pero nadie tiene posibilidad de
conocerle (Jn. 1, 26).
El mismo Juan
no puede reconocerle por sus propias fuerzas (Jn. 1, 31, 33), y en ese sentido,
es el más pequeño en el Reino (Mt. 11, 8-10; Lc. 7, 28; Jn. 5, 33-36). Pero
Juan ha recibido por una revelación divina lo que sus conocimientos humanos no
podían enseñarle: Cristo es el "Hijo de Dios" (v. 34). De hecho, Juan
el evangelista ha prolongado con su propia mirada la de Juan el Bautista y
presta a este último la contemplación a la que él mismo había llegado. Juan
Bautista ha recibido al menos una inteligencia nueva de tres textos proféticos
como Is. 11, 2; 42, 1-7 y 61, 1 en el momento en que estaba bautizando a
Cristo. La inteligencia de estos textos le ha permitido comprender que ese
bautismo adquiría el alcance de una investidura mesiánica. En la declaración
del Bautista, la "bajada del Espíritu" sobre Cristo no tiene más que
un alcance mesiánico, pero en la pluma del cuarto evangelista el Espíritu es
realmente persona divina y fuerza divinizadora (Jn. 15, 26).
Juan Bautista
concluye su testimonio diciendo que ha descubierto realmente al "Elegido
de Dios" o al "Siervo" de Dios de Is. 42, 1 (v. 34). Pero Juan
el evangelista aprovecha la ambigüedad de la palabra aramea empleada para ir
más allá del pensamiento del Bautista y prestarle la frase: "He visto al
Hijo de Dios".
Juan Bautista
designa a Cristo con la palabra aramea "talia" (vv. 29 y 35). Pensaba
sin duda en el "Siervo" anunciado en Is. 42, 1-2, texto importante al
que se refiere el testimonio del Bautista. Con ello anunciaba que Cristo era,
en efecto, ese servidor que, al inaugurar los tiempos mesiánicos, iba a
recuperar un Espíritu que permitiría no volver a pecar. Este "Siervo"
iba a "quitar" realmente el pecado del mundo (v. 29).
Pero
"talia" puede traducirse también por cordero. Juan el evangelista, o
la comunidad cristiana, estaba sensibilizado para el tema del Cordero pascual y
divino y por su papel de expiación (Ap. 14, 1-5; 7, 15; 22, 3; Jn. 19, 36; cf.
Act. 8, 32; 1 Pe. 1, 18-19). Una vez más, por tanto, el evangelista prolonga el
testimonio del Bautista y llega hasta la personalidad divina del Mesías, apenas
presentida por Juan Bautista.
El Evangelio
sitúa, pues, el conocimiento de la personalidad de Cristo en tres planos: el de
los judíos, que no conocían a Cristo; el del Bautista, que le conocía como el
Mesías y le administra la necesaria investidura; el del evangelista,
finalmente, que mediante hábiles juegos de palabras, a que es muy aficionado,
descubre la divinidad del Señor.
* * * *
Desde Jn. 1, 29
a Jn. 2, 11 nos encontramos ante una especie de tratado de la iniciación a la
fe, que vale tanto como reflexión doctrinal sobre el catecumenado o sobre el
nacimiento de una vocación.
En efecto, todo
gira en torno a la palabra "ver". Hay que "ver" los
sucesos, a las personas que nos rodean y hay que aprender a conocerlas. La
verdad es que no se las conoce, están entre nosotros y no las vemos, o nos
equivocamos respecto a lo que son (1, 32; 2, 9). Las vemos, pero no las
miramos.
La primera
condición de cualquier paso hacia la fe es ese sentido de observación de la
gente y de las cosas: "Tú, ¿quién eres, qué dices de ti mismo?" (1,
19, 22). Pero una vez considerada esta pregunta no se le da una respuesta más
que al final de una lenta conversión de la mirada, conseguida gracias a Dios.
Este es el
itinerario de la fe de Bautista que, al principio, no conoce (1, 31, 33);
después descubre a Jesús como Mesías, Cordero o servidor (1, 29, 32), y por fin
lo descubre en su personalidad humana-divina (1, 34). También es este el camino
que siguen Juan y Andrés (/Jn/01/33-39, Evang. 2 ciclo), que empiezan viendo a
Jesús-Cordero (1, 36) y terminan por ver dónde mora (1, 39), es decir, por
comulgar con su intimidad, con sus relaciones con el Padre. La vocación de
Natanael tiene el mismo desarrollo: ve a Jesús como simple hijo de José,
únicamente en la dimensión humana de su existencia (1, 43), después lo que ve
como Mesías (1, 49), pero el camino no llegará a su fin hasta el día en que le
vea en la cruz, Dios e Hijo del hombre al mismo tiempo, ensalzado y destrozado.
Finalmente, María pasa por las mismas etapas: ve a su Hijo como un simple
taumaturgo (Jn. 2, 1-11, Evang. 3er. ciclo) capaz de ayudar a sus amigos y
percibe la gran distancia que la separa todavía de la fe en el Hijo muerto y
resucitado en la hora de su gloria.
La fe del
bautizado y la vocación del militante o del ministro arrancan, pues, del análisis
de los sucesos y de las situaciones concretas y humanas. Pero tienden a
interpretar estos hechos y a descubrir en el misterio pascual del Hombre-Dios
el mejor significado que hay que dar a las cosas. Queda entonces penetrar
"tras" (1, 37; 1, 43) este Hombre-Dios, o "atestiguarlo"
(1, 34).
MIRADA/VOCACION: Encaminarse así, no
obstante, no puede hacerse más que en el diálogo con Dios y abriéndose a su
influencia. Juan lo subraya en varias ocasiones, mostrando cómo la mirada de
Cristo sobre sus discípulos transforma la mirada de estos. Es esa mirada que
cambia a Simón en Pedro (1, 42), que cambia de doctor de la ley en creyente a
Natanael (1, 47-48). Progresar en la fe y en la vocación no se puede hacer,
pues, más que recibiendo las cosas y las personas como dones de Dios; la
vocación no es cosa nuestra, surge del encuentro y de la acogida.
Maertens-Frisque
- Nueva Guía de la Asamblea Cristiana II - Marova Madrid 1969.Pág. 34 Ss
6.- -"Al
día siguiente Juan Bautista vio venir a Jesús hacia él y dijo:" Señor,
enséñanos a ver. Señor, enseñanos a no quedarnos con las apariencias.
¡Cuántas veces
no sabemos "mirar" a las gentes que viven con nosotros: no los
juzgamos correctamente, nos quedamos con las apreciaciones superficiales.
Muchas personas del tiempo de Jesús no captaron "Quien" era El.
-"He aquí
el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo". Para los judíos que le
escuchaban, la alusión era clara. Lo es menos para nosotros. Los judíos
sacrificaban animales para la purificación de los pecados, según la ley de
Moisés. La gran fiesta de los judíos era la Pascua, en la que se sacrificaban
gran cantidad de corderos.
Jesús se
identifica aquí con el "Salvador" con aquel que "carga sobre sí
nuestros pecados". ¡Y va hasta el derramamiento de sangre! Esto no ha sido
un asunto insignificante, sino un gran combate sangriento.
"El pecado
del mundo", en singular. Ese singular es significativo. Jesús carga sobre
él y hace desaparecer el conjunto de los pecados del mundo, la totalidad del
pecado de la humanidad. Gracias, Jesús.
¿Cómo podría yo
ayudarte, Señor, en esa gran labor? En primer lugar luchando contra el mal en
mí... Y luego luchando contra el mal donde quiera que este se encuentre y yo
pueda hacerlo... Me siento pobre y débil para hacerlo; Ven en mi ayuda.
Ayúdame, Señor,
a ser salvador contigo, en mi ambiente, en mi familia, en mis
responsabilidades.
-Detrás de mí
viene uno que es antes de mí, porque era primero que yo. Históricamente,
humanamente, Juan ha sido concebido y ha nacido antes que Jesús. Pero hay que
superar las apariencias, las evidencias.
De hecho Juan
Bautista percibe el origen divino de Jesús: ¡"era primero que yo"! El
nacimiento "según la carne" en Belén, no es sino el eco de otro
nacimiento eterno, "El es Dios, nacido del Padre, antes de todos los
siglos".
Quiero
entretenerme contemplando, cuanto sea posible, la "Persona" de
Cristo, que es divina, eterna, que preexistía desde siempre. Es en verdad el
Verbo de Dios, el Hijo, engendrado, "no creado", que aparece
humanamente en el tiempo, un día de la historia humana, en un lugar del
planeta.
"Eterno se
inscribe en la evolución, y lo sucesivo, y lo pasajero... Te veremos, pues,
nacer, crecer, morir. El omnipresente se limita a un solo lugar y acepta no
pisar sino una parcela de la Tierra, un pequeño país del Oriente Medio. Pero
fundará una Iglesia para representarle, en todos los tiempos y en todos los
lugares. La Iglesia es la continuación de la Encarnación.
-Yo vi el
Espíritu descender del cielo y posarse sobre Él. Jesús está investido, lleno,
desbordante... del Espíritu. Es el Hijo de Dios. Detrás de las particularidades
banales de ese "ciudadano de Nazaret", se esconde todo un misterio.
Su persona no se limita a lo que aparenta. "Creéis conocerle, pero hay en
El un secreto: su personalidad está sumergida en Dios... En medio de vosotros
está Aquel a quien vosotros no conocéis". -Es aquel que bautiza (sumerge)
en el Espíritu Santo. No olvidemos que la palabra griega "baptizo"
significa "yo sumerjo". Los primeros cristianos, como Juan Bautista,
bautizaban sumergiendo totalmente al candidato al bautismo en el agua de un
río.
¡Espíritu,
sumérgeme en ti!
Noel Quesson -
Palabra De Dios Para Cada Dia 1 - Evang. De Adviento A Pentecostes - Edit.
Claret/Barcelona 1984.76 S.