DESTRUYAN ESTE
TEMPLO, Y EN TRES DÍAS LO LEVANTARÉ
COMENTARIO
La segunda parte de la Cuaresma del ciclo B está marcada por tres evangelios de Juan que presentan diferentes aspectos del camino muerte-resurrección que celebramos en la Pascua.
La escena de la expulsión
de los vendedores que los sinópticos (seguramente con mayor veracidad
histórica) colocan en los momentos finales de la vida de Jesucristo,
desencadenando la definitiva reacción de las autoridades contra él, está
colocada aquí al principio del evangelio, pero con las mismas referencias al
misterio pascual, y para indicar, ya de entrada, que toda la vida de Jesucristo
debe entenderse bajo la luz de su hora definitiva, la de su glorificación por
medio de su paso por la muerte.
A Juan le gusta insistir en la incomprensión para obligarnos a ahondar más todavía. De vez en
cuando inserta alguna frase para llamar nuestra atención. Aquí, “casa de mi
Padre” es un foco dirigido hacia la filiación divina de Jesús. Y sobre todo la
primera alusión a la resurrección mediante la palabra “levantar” que pertenecer
al vocabulario de la resurrección: - Yo levantaré este santuario. – ¿Lo vas a
levantar tú? Lo comprendieron después de que Jesús resucitó. También nosotros, “después
de la resurrección” podemos comprender, ya que los evangelios son una relectura
de los gestos y de las palabras de Jesús después de la Pascua. Juan demuestra
su saber de buen pedagogo. Por ejemplo, cuando los judíos se aferran a la idea
del templo construido en cuarenta y seis años y reedificado en sólo tres días,
tiene que ponernos alerta; ¿De qué templo se trata?. Con la debida atención,
podemos recibir oportunamente la
respuesta de los versículos 21 y 22
clave de este conjunto tan típicamente joánico: “El templo del que él que él
hablaba es su cuerpo, cuando resucitó, se acordaron los discípulos de lo que
había dicho y dieron
fe a la
Escritura y a estas
palabras de Jesús”.
Así, pues, el asunto del templo va progresando en dos etapas. Primero, Jesús realizó una acción profética,
para dotar al gesto religioso de una mayor decencia; no se reza en medio de
bulla de los mercaderes. Viene luego la segunda etapa del asunto del templo:
“El templo del que hablaba era su cuerpo”. Desde la encarnación, desde que Dios
vino a residir entre nosotros en Jesús, el cuerpo de Jesús, o sea su humanidad
es la presencia de Dios. En adelante, todo culto tiene como lugar ese templo.
¿Se trata de limitarse al cuerpo de un hombre, un espacio extraño y muy pequeño
de oración?. Deberíamos detallar aquí
todas las realidades que evoca la expresión “cuerpo de Cristo”. Esto pudo
comprenderse después de la resurrección, cuando el cuerpo glorioso de Cristo se
convirtió en el mundo mismo de la resurrección donde todo hombre puede entrar
en contacto con Dios. El cuerpo de
Cristo es también el cuerpo eucarístico en torno al cual se despliega la
liturgia cristiana. A veces necesitamos un lugar de oración, para nosotros
mismos y sobre todo para una liturgia colectiva, pero si el Señor no está
en nosotros ni en medio de nosotros, tendremos que ir a buscar
unos azotes.
R.P. Roland Vicente Castro Juárez
ANTIFONA DE
ENTRADA Sal 24, 15-16.
Tengo los ojos puestos en el Señor, porque el saca
mis pies de la red. Mírame, oh, Dios y ten piedad de mí, que estoy solo y
afligido.
ORACION
COLECTA
Oh,
Dios autor de toda misericordia y bondad, que aceptas el ayuno, la oración y la
limosna como remedio de nuestros pecados, mira con amor el reconocimiento de
nuestra pequeñez y levanta con tu misericordia a los que nos sentimos abatidos
por nuestra conciencia. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del Libro del Éxodo 20, 1-17.
El Señor pronunció las siguientes palabras:
Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud.
No tendrás otros dioses frente a mí.
[ No te harás ídolos—figura alguna de lo que
hay arriba en el cielo, abajo en la tierra,— o en el agua debajo de la tierra.
No te postrarás ante ellos, ni les darás
culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un dios celoso: castigo el pecado de
los padres en los hijos, nietos y biznietos, cuando me aborrecen.
Pero actúo con piedad por mil generaciones
cuando se aman y guardan mis preceptos. ].
No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios,
en falso. Porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en
falso. Fíjate en el sábado para santificarlo.
[ Durante seis días trabaja y haz tus tareas,
pero el día séptimo es un día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios:
no harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo,
ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el forastero que
vive en tus ciudades.
Porque en seis días hizo el Señor el cielo,
la tierra, el mar y lo que hay en ellos.
Y el séptimo día descansó; por eso bendijo el
Señor el sábado y lo santificó.]
Honra a tu padre y a tu madre: así se
prolongarán tus días en la tierra, que el Señor, tu Dios, te va a dar.
No matarás.
No cometerás adulterio.
No robarás.
No darás testimonio falso contra tu prójimo.
No codiciarás los bienes de tu prójimo:
no codiciarás la mujer de tu prójimo,
ni su esclavo, ni su esclava, ni un buey, ni
un asno, ni nada que sea de él.
SALMO RESPONSORIAL (18)
Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
La ley del Señor es
perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al
ignorante. R
Los mandatos del
Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a
los ojos. R.
La voluntad del Señor
es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y
enteramente justos. R.
Más preciosos que el
oro, más que el oro fino; más dulces que la miel de un panal que destila. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del
Apóstol San Pablo a los Corintios 1, 22-25.
Hermanos: Los judíos
exigen signos, los griegos buscan sabiduría. Pero nosotros predicamos a Cristo
crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los griegos; pero para los
llamados a Cristo —judíos o griegos—: fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Pues lo necio de Dios
es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
ACLAMACION
ANTES DEL EVANGELIO Jn 3, 16.
Tanto amo Dios al mundo que entrego a su Hijo Único.
Todo el que cree en él tiene vida eterna.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio
según San Juan 2, 13-25.
En aquel tiempo se
acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el
templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas
sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas
y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a
los que vendían palomas les dijo: Quiten esto de aquí: no convietan en un
mercado la casa de mi Padre.
Sus discípulos se
acordaron de lo que está escrito: «el celo de tu casa me devora».
Entonces
intervinieron los judíos y le preguntaron: ¿Qué signos nos muestras para obrar
así?.
Jesús contestó:
Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré. Los judíos replicaron: Cuarenta
y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres
días?.
Pero él hablaba del
templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se
acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la Palabra que
había dicho Jesús.
Mientras estaba en
Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los
signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a
todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo
que hay dentro de cada hombre.
PLEGARIA UNIVERSAL
Al Señor, nuestro Dios, que
quiere libéranos de cuanto nos esclaviza e impide ir a el, supliquemos con
confianza diciendo: R.- Padre, escúchanos.
1.- Para que,
anunciando la alianza de amor del Señor con su pueblo, los cristianos nos
comprometamos en la transformación de una sociedad más fraterna y solidaria. Oremos.
R.
2.- Para que la ley
del amor sea la norma de nuestras vidas y para que como Iglesia nunca
traicionemos el Evangelio de la vida, el amor, la justicia y la paz. Oremos. R.
3.- Para que en todo
el mundo se respeten los derechos y deberes humanos, y todos gocen de salud,
educación, vivienda y trabajo digno. Oremos. R.
4.- Para que cautos
viven angustiados por el peso del pecado, descubran que Jesús tiene palabras de
vida eterna y que los quiere salvar. Oremos. R.
5.- Para que el
Crucifijo llene de sentido el dolor de los enfermos por la pandemia y otras
enfermedades, de los marginados y excluidos de la sociedad. Oremos. R.
6.- Por todos los que
estamos presentes en esta Eucaristía, para que al salir de ella nuestra vida
surja renovada en amor a Dios y nuestros hermanos. Oremos. R.
Acepta, Señor, nuestras
oraciones y danos tu gracia para construir con ilusión la civilización del amor
y el reino de la paz. Por Jesucristo,, nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, por la
celebración de este sacrificio concédenos en tu bondad, que, al pedirte el
perdón de nuestras ofensas, nos esforcemos en perdonar las de nuestros
hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Sal 83, 4-5.
Hasta el gorrión ha encontrado
una Casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos, tus altares,,
Señor del universo, Rey mío y Dios mío. Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Alimentados
ya en la tierra con el pan del cielo, prenda de eterna salvación, te
suplicamos, Señor, que se haga realidad en nuestra vida lo que hemos recibido
en este sacramento. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 08: 2R
5, 1-15ª; Sal 41; Lc 4, 24-30.
Martes 09: Dn 3, 25.34—43; Sal 24; Mt 18, 21-35.
Miércoles 10:
Dt 4, 1.5-9; Sal 147; Mt 5, 17-19.
Jueves 11: Jr 7, 23-28; Sal 94; Lc 11, 14-23.
Viernes 12: Os
14, 2-10; Sal 80; Mc 12, 28b-34.
Sábado 13: Os
6, 1b-6; Sal 50; Lc 18, 9-14.
Domingo 14:
2Cro 36, 14-16-19-23; Sal 136, Ef 2, 4-10; Jn 3, 14-21.
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Jn 2, 13-25
Paralelos:
Mt 21, 12-13 Mc
11, 15-17 Lc 19, 45-46
1. J/TEMPLO /Ap/21/22: SU INTENCIÓN NO ERA PURIFICAR SINO SUPRIMIR EL
TEMPLO SUSTITUYÉNDOLO POR EL TEMPLO DE SU CUERPO. FE/MILAGROS:
LA FE EN ÉL DEBE SER ALGO MAS PROFUNDO QUE LA ADMIRACIÓN PRODUCIDA POR LOS
SIGNOS: /Jn 2. 23-24.
La lectura evangélica
contiene dos referencias a la Pascua: "se acercaba la Pascua de los
judíos" (v. 13); "cuando resucitó de entre los muertos" (v. 23).
Este último versículo nos da, además, la perspectiva desde la que se interpreta
el significado y el alcance del gesto de Jesús.
La denuncia de los abusos
que se cometían en el templo y las exigencias del culto verdadero es algo
frecuente en los profetas; así Jeremías acusa a los sacerdotes de tratarlo como
"una cueva de ladrones" (cf. 7. 11), al tiempo que profetiza su destrucción.
El libro de Zacarías
termina anunciando que "el día del Señor" la ciudad entera de
Jerusalén será santa y que no se verán mercancías en el templo. Los que
presenciaron el gesto de Jesús podían ver en él, por tanto, un signo profético
e incluso mesiánico.
Pero debemos afirmar que la
intención de Jesús no era simplemente la de purificar el templo (de hecho, los
cambistas y los vendedores de animales para los sacrificios eran necesarios),
sino que su intención era la de SUPRIMIR EL TEMPLO SUSTITUYÉNDOLO POR EL "TEMPLO
DE SU CUERPO". Para la teología de Juan, efectivamente, el templo es Jesús
resucitado: "Templo no vi ninguno, porque es su templo el Señor Dios
Todopoderoso y el Cordero" (cf. Ap 21. 22).
La postura de Jesús ante el
templo y cuanto esta institución significaba es una de las causas más
importantes -más próxima en los sinópticos, más remota según el evangelio de
Juan- que provocan la muerte de Jesús. El propio evangelista lo insinúa al
decir que los discípulos se acordaron del salmo 69. 10, cuyo versículo entero
reza así: "el celo de tu casa me devora y las afrentas con que te afrentan
caen sobre mí".
TEMPLO/SIGNO:
La reacción de los judíos es exigir a Jesús un "signo", es decir, una
prueba divina que lo acredite. El templo tenía el sentido de significar la
presencia de Dios en medio del pueblo; ahora esta presencia de Dios se
manifiesta de un modo mucho más pleno en Jesús. Los judíos lo matarán porque
supone un peligro para su templo. Jesús les da el SIGNO DE SU MUERTE Y
RESURRECCIÓN, QUE ES LA MÁXIMA MANIFESTACIÓN DE LA GLORIA DE DIOS, de su amor y
de su entrega a los hombres. De hecho, la muerte de Jesús no va a significar la
destrucción de la presencia de Dios entre los hombres a través de Él, sino la
supresión de cualquier otro templo que no sea el cuerpo glorioso del
Resucitado, santuario en el que habita la plenitud del Esp. Sto.
Los últimos vv. nos
introducen al diálogo con Nicodemo -del que vamos a leer un fragmento el
próximo domingo- y nos presentan a este hombre como uno de los que creyeron en Jesús
durante su estancia en Jerusalén. A causa de los signos, muchos se adhieren a
Jesús o creen en su nombre. Pero Jesús no les corresponde dándoles su
confianza, porque la fe en Él debe ser algo más profundo que la admiración
producida por los signos.
J. ROCA - MISA DOMINICAL
1982/06
2.- La segunda parte de la
Cuaresma del ciclo B está marcada por tres evangelios de Juan que presentan
diferentes aspectos del camino muerte-resurrección que celebramos en la Pascua.
La escena de la expulsión
de los vendedores que los sinópticos (seguramente con mayor veracidad
histórica) colocan en los momentos finales de la vida de JC, desencadenando la
definitiva reacción de las autoridades contra él, está colocada aquí al
principio del evangelio, pero con las mismas referencias al misterio pascual, y
para indicar, ya de entrada, que toda la vida de JC debe entenderse bajo la luz
de su hora definitiva, la de su glorificación por medio de su paso por la
muerte.
Los hombres en el AT se
habían relacionado con Dios por medio de unas instituciones cultuales y una Ley
que Israel había mantenido. Pero ahora YA NO VALE, todo ese sistema que el
Templo representaba y que lo convertía en "la casa del Padre" no
tiene ya valor, se ha convertido en un mercado. El hombre, desde ahora, se
relacionará con Dios de otra forma: A TRAVÉS DE JC RESUCITADO, que ha
inaugurado el acceso de los hombres a Dios porque él, siendo hombre, está ahora
glorificado con Dios. Por eso, el único signo que podrá ser convincente para
los creyentes será el signo que realice todo esto: CUANDO EL TEMPLO, LA
"CASA DE MI PADRE", SERA EL MISMO JC GLORIFICADO (JC glorificado
presente, según la misma teología joánica, en la Iglesia y en los sacramentos
de la Iglesia).
El párrafo final nos hace
comprender, sin embargo, que esto sólo pueden entenderlo los creyentes, los que
aceptan la fe, no por "los signos que hacía", sino fiados del único
signo verdadero y lleno, el de su vida llevada a la plenitud por la Pascua.
J. LLIGADAS - MISA
DOMINICAL 1979/06
3. C/I/TEMPLO:
LA IGLESIA MATERIAL NO ES YA PARA LOS CRISTIANOS LA "CASA DE DIOS"
SINO LA CASA DEL PUEBLO DE DIOS. ESTE PUEBLO, REUNIDO EN NOMBRE DE CRISTO ES LA
VERDADERA CASA DE DIOS.
Los evangelistas no han
pretendido escribir una biografía de Jesús y, en general, no están interesados
por la cronología, sino por el mensaje de Jesús. Esto explica las diferencias
que observamos incluso entre los evangelios sinópticos y, sobre todo, entre
éstos y el evangelio de Juan. Por ejemplo, en este caso, los sinópticos sitúan
el relato sobre la expulsión de los mercaderes del templo al final de la vida
pública de Jesús; en cambio, Juan al principio. Sabido es que el cuarto
evangelio tiene una estructura determinada por razones teológicas; por lo tanto
habrá que suponer una intención en el hecho de que Juan nos hable de la
purificación del templo ya al principio de su relato. Juan presenta a Jesús
enfrentado a la religión oficial y opone constantemente la fe de los discípulos
de Jesús a la incredulidad de los judíos. La expulsión de los mercaderes del
templo es un ataque profético de Jesús a los señores del templo, es un gesto
que preludia una lucha persistente en la que perdería la vida; pero es también
el anuncio de la destrucción de ese templo como réplica divina a la incredulidad
de los judíos que no conocieron su hora y no recibieron al Mesías que les había
sido prometido.
Una vez Jesús resucite de
entre los muertos, él mismo será en adelante el verdadero templo de Dios.
Teniendo en cuenta esta perspectiva, Juan prefiere situar el suceso al
principio de la vida pública.
La multitud de sacrificios
que se ofrecían diariamente en el templo y la necesidad de cambiar la moneda
corriente, la romana, por otra moneda especial, el siclo, a fin de satisfacer
el tributo religioso al que estaban obligados los israelitas mayores de veinte
años (Ex 30. 11; Mt 17. 24-27), hace comprensible que vendedores de animales y
cambistas se instalaran en el llamado atrio de los gentiles. El permiso
requerido para instalarse en el templo proporcionaba a los concesionarios,
entre los cuales se contaba la familia del sumo sacerdote Anás, pingües
beneficios.
Estos usos y estos abusos
habían convertido el templo de Dios en un mercado. Estos judíos que intervienen
de pronto y piden explicaciones a Jesús son probablemente los guardianes del
templo. Sabemos que existía un cuerpo policial, formado por levitas, que
estaban encargados del orden y la custodia del templo. Ellos son, pues, los que
interrogan a Jesús.
Llama la atención que estos
policías no le acusen de inmediato de alterar el orden y que, en cambio, le
pidan un milagro, una señal, que demuestre su autoridad para hacer lo que hace
en el templo. Piensan que sólo un milagro puede justificar su acción.
Tal modo de pensar es
característico de la mentalidad judía (cf.3. 2; 4. 48; 6. 14 y 30; 9. 16; 11.
47; Mt 12. 38; 16. 1; Mc 8.11; Lc 11. 6), que Pablo distingue claramente de la
mentalidad de los griegos que se atienen a la razón y buscan la sabiduría
humana. Jesús replica con unas palabras que evidentemente, en aquella situación
podían interpretarse como una amenaza al templo.
Los guardianes del templo
tomaron buena nota de las palabras de Jesús y, más tarde, lo acusarían ante los
tribunales de lo que para ellos había sido una amenaza sacrílega al templo y a
lo que el templo significaba (Mt 26. 61; Mc 14. 58). Jesús fue condenado, entre
otras cosas, por su oposición al templo, por su ataque a una religión oficial
establecida, sacralizada y mercantilizada.
Cuando Juan escribe su
evangelio, lo hace bajo la luz de la experiencia pascual. Y desde su punto de
vista, el punto de vista de la fe en la resurrección de Jesús, interpreta las
palabras de Jesús refiriéndolas a su cuerpo muerto y resucitado a los tres
días. Si Jesús es el verdadero templo, se comprende entonces su oposición a
cualquier otro templo, que pretenda situarse como algo sagrado por encima del
hombre. Sí, Jesús es el templo, el ámbito del encuentro de los hombres con
Dios, culto a Dios en espíritu y en verdad (Jn 4. 23), pues donde hay dos reunidos
en nombre de Jesús, allí está él en medio de ellos (Mt 18. 20). Si Jesús es el
templo, los que se incorporan a Jesús por la fe forman con él un mismo templo.
La iglesia material no es ya para los cristianos la "casa de Dios"
sino la casa del pueblo de Dios.
Este pueblo, reunido en
nombre de Cristo, incorporado a la misión de Cristo, es la verdadera casa de
Dios. Pensar de otra manera sería volver a una concepción religiosa contra la
que Jesús luchó toda su vida.
EUCARISTÍA 1985/11
4.- EL TEMPLO DEFINITIVO
En el episodio de la
expulsión de los vendedores del Templo se observan dos centros de interés,
aparentemente contrapuestos.
Primero se presenta el celo
de Jesús por la dignidad de "la casa de su Padre". Puede verse, por
tanto, una valoración positiva de la realidad sagrada del Templo. Pero a
continuación se constata una especie de indiferencia de Jesús para con este
mismo Templo.
Habla de su destrucción y
de su futura sustitución a través de la destrucción y resurrección de su propio
cuerpo.
Evidentemente, en plena
preparación de la Pascua y de acuerdo con la intención del evangelista Juan,
nos interesa más la segunda perspectiva. Con el gesto simbólico de la
purificación del Templo de Jerusalén y con palabras lo suficientemente
explícitas, Jesús anuncia el cambio radical que introducirá su muerte y su
resurrección en el régimen cultual de la humanidad. Más intencionadamente que
los demás evangelistas, Juan subraya la alusión a la resurrección al emplear no
el término "edificar", sino el término "levantar"
(egeirein), directamente relacionado con los términos neotestamentarios que
designan la resurrección de Cristo. A partir de la resurrección, ya no existen
lugares privilegiados de la presencia de Dios entre los hombres. La Humanidad
de Cristo, presente en todas partes mediante el Espíritu, es el nuevo y
definitivo Templo. En cualquier lugar donde se anuncie el escándalo de la cruz
(cf. 2 lectura) y se acoja en la fe, está el Templo de Dios. Y el verdadera
culto no necesita espacios materiales, sino que se da en cualquier parte donde
los hombres vivan la fe y la caridad.
J. LLOPIS - MISA DOMINICAL
1973/04
5.- Juan nos proporciona un
relato bastante personal de la purificación del Templo, distinto del de los
sinópticos, no solo por su orientación doctrinal más fuerte, sino también por
el lugar que Juan concede a este incidente situándolo al comienzo de la vida
pública de Jesús, lo que, por otra parte, podría corresponder a la realidad
histórica.
* * * *
a) El relato de los
sinópticos presentaba a Cristo como un profeta, preocupado por apoyarse en
otros profetas (Mt. 21, 13) para vengar la vocación del Templo. En el relato de
Juan (2, 13-17), el alcance del gesto de Cristo es directamente mesiánico;
situado inmediatamente después de la alusión a Juan Bautista (Jn.1, 19-34),
esta purificación aparece más aún como el cumplimiento de la profecía de Mal.
3, 1-4. Además, Juan no pone en labios de Cristo ninguna cita profética con el
fin de subrayar mejor que Cristo actúa por su propia autoridad. Finalmente, Cristo
considera el Templo como la "casa de su Padre" (cf. Lc. 2, 49).
b) La segunda parte del
relato (Jn. 2, 18-20) no tiene paralelo en la tradición sinóptica. Juan
comienza con una cita del Sal. 68/69, salmo que había recibido en la comunidad
primitiva una interpretación mesiánica evidente y del que se hacía frecuente
uso para meditar en la pasión (Act. 1, 20; Rom. 15, 3; Mt. 27, 48; Jn. 15, 25;
19, 28). Para los cristianos, el "celo" de Cristo será la causa de su
muerte (Mt. 26, 61-63). Juan proyecta además sobre el relato la sombra de la
pasión del Señor.
Pero todavía hay más: la
palabra misma de Cristo se apoya en un antiguo cliché profético:
"destruir-reconstruir" (Jer. 1, 10; 18, 7-10; 24, 6; 42, 10; 45, 4),
un tema favorito de Jeremías. Cristo quiere afirmar con ello que en cuanto
Mesías, enviado por Dios, tiene poder para destruir y para reconstruir el
Templo, incluso en tres días, porque su poder es extraordinario.
c) En una tercera parte (1,
21-22). Juan presenta la interpretación cristiana de este episodio. Después de
la pasión y resurrección del Señor, no solo queda aclarado el Sal. 68/69, 10,
sino que la palabra de Cristo adquiere otro sentido. Jesús no es solo un Mesías
capaz de "destruir-reedificar", es Hijo del Padre, y es otro el sentido
en que reconstruye el Templo. La mención de los tres días adquiere así un
sentido pascual específico, insospechado hasta entonces. Por eso Juan ha
añadido, no sin razón doctrinal, que este episodio del Templo tuvo lugar cuando
ya estaba próxima la fiesta de Pascua (Jn. 2, 13).
De esa forma, el relato de
Juan nos introduce en una significación sacerdotal de la misión de Cristo en la
que no reparan los sinópticos. El nuevo Templo es la humanidad de Cristo, nueva
casa del Padre, lugar del sacrificio perfecto (Heb.9-10) y fuente abundante de
bendiciones (Jn. 7, 37).
* * * *
J/FIESTAS-JUDIAS: A
primero vista, Jesús no se sitúa en la línea del ministerio de Jeremías: para
él no se trata ya de purificar un sacerdocio y un Templo existentes, sino de
reemplazarlos. Hay dos afirmaciones que constituyen el centro de su mensaje: el
verdadero santuario es ahora su propia persona y no adquiere esa función sino
mediante una destrucción y una reedificación. El plan del cuarto Evangelio está
orientado todo él a verificar esa afirmación: Jesús, en efecto, sube al Templo
para todas las fiestas, pero siempre se presenta como realizando en su persona
el objeto mismo de la fiesta.
Esta sustitución de la
persona humana de Jesús en lugar del santuario antiguo queda, por lo demás,
perfectamente en la línea apuntada por el profeta Jeremías. En realidad, este
último ha afirmado esencialmente que el valor del sacrificio no está ligado a
la hermosura y al cumplimiento de los ritos, sino a los sentimientos de la
persona que los ofrecía.
Con esa intención
efectivamente obedece Jesús cuando ofrece filial y amorosamente la vida de su
cuerpo y vuelve a tomarla después, en la plenitud divina, para comunicarla
mediante su Espíritu a todos lo hombres. A ese plan obedece el acto filial de
Jesús y el amor fiel de los suyos.
Por consiguiente, el relato
de la purificación del Templo nos lleva, de la mano de San Juan, a un plano
doctrinal mucho más profundo que las versiones sinópticas. Ya no se trata tan
solo de purificar el culto reintegrándolo a su razón de ser, ni de abrirlo a
las naciones y a la categorías humanas excomulgadas, sino de situar el nuevo
culto bajo la acción del Espíritu "que mora" en el hombre de forma
absolutamente nueva y cualificando de filialidad divina todas las actitudes y
los compromisos de ese hombre en Cristo.
MAERTENS-FRISQUE - NUEVA
GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA III - MAROVA MADRID 1969.Pág. 117 s.
6. /Jn/02/25:
La afirmación final
"porque él sabía lo que hay en el interior de cada uno" (v. 25b) abre
un amplio campo a la imaginación. Se trata de algún modo de la problemática del
hombre, que Jesús conoce perfectamente y que, en razón del contexto, hay que
entender aquí como el problema de la capacidad creyente del hombre. Creer y
confiar exigen una cierta decisión y firmeza, sin que sean posibles el ánimo
veleidoso, la pusilanimidad ni el miedo, la falta de confianza ni la lealtad a
medias. Lo que Jesús conoce a las claras es precisamente que el hombre es un
ser eminentemente inseguro, problemático y mutable, que depende de múltiples
influencias internas y exteriores, todo lo cual se deja sentir justo sobre su
capacidad para creer. No se trata, pues, de una omnisciencia divina de Jesús,
sino de su mirada penetrante con la que abarca la problemática de la fe como el
problema central del hombre.
EL NT Y SU MENSAJE - EL
EVANG. SEGUN S. JUAN/04-1ª - HERDER BARCELONA 1983.Pág. 231
7. ACI DIGITAL 2003
14. Estos mercaderes que
profanaban la santidad del Templo, tenían sus puestos en el atrio de los
gentiles. Los cambistas trocaban las monedas corrientes por la moneda sagrada,
con la que se pagaba el tributo del Templo. Cf. Mat. 21, 12 s.; Marc. 11, 15
ss.; Luc. 19, 45 ss. 16. El Evangelio es eterno, y no menos para nosotros que
para aquel tiempo. Cuidemos, pues, de no repetir hoy este mercado, cambiando
simplemente las palomas por velas o imágenes. 17. Cf. S. 68, 10; Mal. 3, 1 - 3.
18. A los ojos de los sacerdotes y jefes del Templo, Jesús carecía de autoridad
para obrar como lo hizo. Sin embargo, con un ademán se impuso a ellos, y esto mismo
fue una muestra de su divino poder, como observa S. Jerónimo. 19. Véase Mat.
26, 61: El ha dicho: "Yo puedo demoler el templo de Dios, y en el espacio
de tres días reedificarlo". 24. Lección fundamental de doctrina y de vida.
Cuando aun no estamos familiarizados con el lenguaje del divino Maestro y de la
Biblia en general, sorprende hallar constantemente cierto pesimismo, que parece
excesivo, sobre la maldad del hombre. Porque pensamos que han de ser muy raras
las personas que obran por amor al mal. Nuestra sorpresa viene de ignorar el
inmenso alcance que tiene el primero de los dogmas bíblicos: el pecado
original. La Iglesia lo ha definido en términos clarísimos (Denz. 174 - 200).
Nuestra formación, con mezcla de humanismo orgulloso y de sentimentalismo
materialista, nos lleva a confundir el orden natural con el sobrenatural, y a
pensar que es caritativo creer en la bondad del hombre, siendo así que en tal
creencia consiste la herejía pelagiana, que es la misma de Jean Jacques
Rousseau, origen de tantos males contemporáneos. No es que el hombre se levante
cada día pensando en hacer el mal por puro gusto. Es que el hombre, no sólo
está naturalmente entregado a su propia inclinación depravada (que no se borró
con el Bautismo), sino que está rodeado por el mundo enemigo del Evangelio, y
expuesto además a la influencia del Maligno, que lo engaña y le mueve al mal
con apariencia de bien. Es el "misterio de la iniquidad", que S.
Pablo explica en II Tes. 2, 6. De ahí que todos necesitemos nacer de nuevo (3,
3 ss.) y renovarnos constantemente en el espíritu por el contacto con la divina
Persona del único Salvador, Jesús, mediante el don que El nos hace de su
Palabra y de su Cuerpo y su Sangre redentora. De ahí la necesidad constante de
vigilar y orar para no entrar en tentación, pues apenas entrados, somos
vencidos. Jesús nos da así una lección de inmenso valor para el saludable
conocimiento y desconfianza de nosotros mismos y de los demás, y muestra los
abismos de la humana ceguera e iniquidad, que son enigmas impenetrables para
pensadores y sociólogos de nuestros días y que en el Evangelio están explicados
con claridad transparente. Al que ha entendido esto, la humildad se le hace
luminosa, deseable y fácil. Véase el Magnificat (Luc. 1, 46 ss.) y el S. 50 y
notas.