DOMINGO V CUARESMA
CICLO B – 21 MARZO 2021
SI EL GRANO NO
MUERE
COMENTARIO
El versículo 12, 24 del evangelio de san Juan “si el grano no muere, queda infecundo” ha
tenido la mala suerte de convertirse en una especie de ley impersonal de la
fecundidad espiritual: morir para dar fruto. ¡Pero el evangelio no tiene nada
de impersonal! Se trata de la idea al mismo tiempo grandiosa y angustiosa que
Jesús se hace de su muerte. Nos dice: “Desde la cruz atraeré a todos hacia mí”.
Es una perspectiva inmensa: todos los hombres. Todos salvados por Jesús, por su
muerte y su resurrección. Pero en contraste él mismo nos grita su angustia:
“Ahora me siento agitado; ¿le pido al
Padre que me saque de esta hora?”. Luego se impone la visión de la gran obra de
salvación: “Para esto he venido para esta hora. ¡Padre manifiesta la gloria
tuya!”. Si Jesús no hubiera muerto tan trágicamente habría sido en la historia
un hombre excepcional y hasta único, pero en definitiva un hombre solitario.
Aceptando esta muerte que le angustia, va a producir un fruto inmenso: se hará
el salvador de todos, el imán que los atrae, a todos. Es lo que se nos ha
enseñado.
Pero ¿podemos saber por qué esa muerte de uno sólo nos salva a todos?.
Difícilmente. Como Jesús está entretejido de humanidad y de divinidad, todo lo
que le concierne está marcado por lo divino que se escapa de nuestras manos.
Vislumbramos dos cosas. Esa muerte es “totalizante”. En Jesús, grano de trigo
humano-divino están misteriosamente incluidos todos los hombres de todos los
tiempos. Su muerte podrá alcanzar a todos, así como su resurrección. Ahí es
donde radica la fecundidad de esta
muerte: “Si muero, daré mucho fruto”.
Pero ¿cuál es esa salvación que va a pasar del grano único a la cosecha
inmensa? ¿Por qué es “salvadora” esa muerte?. Estamos aquí, al parecer ante una
victoria prodigiosa, imposible por otra parte de evaluar antes del fin del
mundo. Una victoria del amor sobre el odio y el egoísmo.
Habíamos sido creados para amar y no lo conseguimos. Ese hombre único,
el hijo del hombre va a realizar un acto de tal categoría que supondrá nuestro
desbloqueo, nuestro paso, nuestra pascua. Después de la muerte y la
resurrección de Jesús se les ofrecerá a todos la posibilidad de amar, de
triunfar del pecado que es siempre el no-amor. Jesús no muere para obedecer una
especie de decreto del Padre que se quede en la exterioridad de su ser más
profundo. Jesús no muere aplastado por una coalición de fuerzas perversas.
La segunda plegaria eucarística nos dice: “En cual cuando iba a ser
entregado a su Pasión voluntariamente aceptada”. Es verdad, Jesús fue entregado por el Padre, pero
entregado a una libre misión de amor, con todos los riegos que esto suponía en
aquella enorme prisión de odio que era el mundo y que el hijo del hombre iba a
abrir a la libertad. Y la abriría por el
acto más pleno, el más fecundo el más salvador que ningún hombre habría podido
realizar. El único grano sepultado va a dar origen a una cosecha gigantesca.
R. P. Roland Vicente Castro Juarez
ANTIFONA DE ENTRADA SAL 42, 1-2.
Hazme
Justicia, Oh, Dios, defiende mi causa contra gente sin piedad; sálvame del
hombre traidor y malvado, porque tú eres mi Dios y mi fortaleza.
ORACION COLECTA
Te pedimos, Señor Dios nuestro, que, con
tu ayuda, avancemos animosamente hacia aquel mismo amor que movió a tu Hijo a
entregarse a la muerte por la salvación del mundo. Por nuestro Señor
Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura
del Profeta Jeremías 31, 31-34.
Miren
que llegan días -oráculo del Señor- en que haré con la casa de Israel y la casa
de Judá una alianza nueva.
No
como la que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de
Egipto: Ellos, aunque yo era su Señor, quebrantaron mi alianza; —oráculo del
Señor—.
Sino
que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días —oráculo
del Señor—: Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré
su Dios, y ellos serán mi pueblo.
Y
no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo:
Reconoce al Señor. Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande
—oráculo del Señor—, cuando perdone sus crímenes, y no recuerde sus pecados.
05.- SALMO RESPONSORIAL (50)
Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad; por tu inmensa compasión borra
mi culpa, lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu
firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R.
Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso.
Enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. R.
Los sacrificios no te satisfacen, si te ofreciera un holocausto, no lo
querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y
humillado tú no lo desprecias. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 5, 7-9.
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó
oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia
fue escuchado.
Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a
la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de
salvación eterna.
ACLAMACION ANTES
DEL EVANGELIO Jn 12, 26.
El que quiera servirme, que me
siga –dice el Señor-; y donde este yo, allí también estará mi servidor.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San Juan 12,
20-33.
En aquel tiempo entre los que habían venido a celebrar la Fiesta había
algunos gentiles; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le
rogaban: —Señor, quisiéramos ver a Jesús.
Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a
Jesús. Jesús les contestó: Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del
Hombre.
Les aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda
infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde,
y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna.
El que quiera servirme, que me siga y donde esté yo, allí también estará mi
servidor; a quien me sirva, el Padre le premiará.
Ahora mi alma está agitada y, ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora.
Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces
vino una voz del cielo: —Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.
La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros
decían que le había hablado un ángel.
Jesús tomó la palabra y dijo: Esta voz no ha venido por mí, sino por ustedes.
Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser
echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia
mí.
Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.
PLEGARIA UNIVERSAL
Presentamos nuestras intenciones al único que puede salvarnos de la
angustia y de la muerte eterna, y pidámosle que mire con amor a su pueblo que
le suplica. Digamos: R. Escucha, Señor, nuestra oración.
1.- Por la Iglesia: que, como María, sea madre de los que con sinceridad
buscan a Dios. Oremos. R.
2.- Por nuestro país, especialmente por los que sufren el desempleo, la
explotación y la marginación: que todos vivamos como hermanos y construyamos un
mundo más justo, fraterno y solidario. Oremos.
R.
3.- Por los que anuncian el
Evangelio: que su entrega de frutos de santidad y conversión en los que los
escuchan y ven vivir. Oremos. R.
4.- Por todos los hombres y mujeres: que, en Jesús que dio su vida por
amor, encuentren consuelo, esperanza y fortaleza en este tiempo de pandemia y
de tanto dolor. Oremos. R.
5.- Por los que son perseguidos a causa de la verdad: que no claudiquen
de sus convicciones y den testimonio de los valores auténticos. Oremos. R.
6.- Por todos nosotros: que la celebración de nuestra fe avive nuestro
deseo de ver a Jesús y gozar eternamente de su presencia. Oremos. R.
Escucha, Padre, nuestras oraciones, crea en nosotros un corazón puro,
renuévanos por la fuerza de la cruz de Cristo y haz que él nos transforme en
testigos de tu amor. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Escuchan os, Dios todopoderoso, y por la acción de este sacrificio,
purifica a tus siervos, a quienes has iluminado con las enseñanzas de la fe
cristiana. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Jn 12,
24.
En verdad, en verdad les digo:
Si el grano de trigo no cae en tierra y
muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Te
pedimos, Dios todopoderoso, que nos cuentes siempre entre los miembros de Cristo,
cuyo Cuerpo y Sangre hemos recibido. El, que vive y reina por los siglos de los
siglos.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA
DÍA
Lunes 22: Dn 13,
1-9.15-17.19-30.33-62; Sal 22; Jn 8, 1-11.
Martes 23: Nm 21, 4-9; Sal 101; Jn 8, 21-30.
Miércoles 24: Dn 3,
14-20.91-92.95; Sal de Dm 3, 52-56; Jn 8, 31-42.
Jueves 25:Is 7, 10-14; 8, 10;
Sal 39; Hb 10, 4-10; Lc 1, 26-38.
Viernes 26. Jr 20, 10-13; Sal
17; J 10, 31-42.
Sábado 27: Ez 37, 21-28; Sal;
Jr 31; Jn 11, 45-57.
Domingo 28: Domingo de Ramos en
la Pasión del Señor. Procesión de Palmas: Mc 11, 1-10 (o bien: Jn 12, 12-16).
Is 50, 4-7; Sal 21; Flp 2, 6-11; Mc 14,
1-15, 47.
COMENTARIOS AL
EVANGELIO
Jn 12, 20-33
1.- Texto. Comienza con una
nota universalista. Con ella cierra el autor una temática que abría el domingo
pasado en 3,16-17 y que, pasando por 7,35-36 y 10,16, culmina en estos gentiles
que quieren ver a Jesús: a ellos se referiría Jesús cuando en 10,16 hablaba de
otras ovejas que no son de este aprisco. Y es en este momento cuando resuena
solemne la afirmación acerca de la llegada de la hora. Para Pascua acudían a
Jerusalén gentes de todos los rincones de la tierra. Se trata de una hora en la
que se conjugan universalidad y sacrificio del cordero: "cuando yo sea
elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí" (v. 32). Está llegando,
pues, a su cumplimiento la presentación que hace de Jesús el cuarto evangelio:
éste es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Jn. 1,29).
Universalidad y cruz, por
un lado, configuran la gloria de Jesús y la obra que el Padre le ha encomendado
llevar a cabo y, por otro, son la contrapartida de un mundo hecho de
particularismos y de glorias fáciles. A este mundo se refiere la afirmación del
v.31: "ahora va a ser juzgado el mundo".
Un texto tan importante como
el de hoy no podía olvidar el valor de ejemplaridad para el discípulo, toda vez
que en el cuarto evangelio Jesús se ofrece al discípulo como "el camino,
la verdad y la vida" (cfr. Jn. 14,6). "El que quiera servirme, que me
siga y donde esté yo, allí también estará mi servidor" (v. 26).
Comentario: El texto es un
compendio denso de la cristología soteriológica y eclesiológica del cuarto
evangelio. Son, pues, muchas las reflexiones que se pueden hacer a partir de
él, aunque tal vez deba predominar la eclesiológica: "Esta voz no ha
venido por mí, sino por vosotros" (v. 30).
CZ/JUICIO:
Aun sin negar las formas de organización eclesial, el cuarto evangelio no está
interesado en ellas. Para Juan, la iglesia es constitutivamente la comunidad de
los creyentes que aman hasta dar la vida por los demás. El lugar de Jesús es el
amor y éste tiene su expresión más contundente en la cruz. Es en ella donde
quedan hechas añicos las barreras de todo tipo entre judío y gentil, donde se
pone de manifiesto la existencia de un único rebaño, de una única humanidad. El
amor no sabe de barreras. Es en la cruz donde tiene lugar el juicio y la
condena de cualquier tipo de mundo que no sea el del amor. Es en la cruz donde
el Padre reconoce inequívocamente al Hijo y a los hijos. El Padre, que es amor,
sólo se reconoce en el amor.
¿Hora difícil? Ciertamente.
Pero es la única que hace de verdad creyentes, es decir, iglesia.
A.- BENITO - DABAR 1991/18
2.- Texto. Como también
pasaba los dos domingos anteriores, el texto de hoy se sitúa en el marco de la
Pascua, la fiesta judía por excelencia, que congregaba a gentes de los más
variados países. El autor deja constancia de este hecho introduciendo a unos
griegos (la traducción litúrgica ha empleado el término genérico de gentil).
Pero al hacer esto, el autor nos remite a Jn. 7, 35, donde los judíos han
hablado de griegos: "¿Querrá irse a la diáspora griega y enseñar a los
griegos?" De la mano de esta referencia llegamos a esta otra en Jn. 10,
16: "Tengo otras ovejas que no son de este recinto; también a ésas tengo
que conducirlas; escucharán mi voz y se hará un solo rebaño con un solo
pastor".
Los intermediarios son
Felipe y Andrés, exactamente los mismos de los que se ha servido el autor para
constatar la dificultad de dar de comer a la gran cantidad de gente que acudía
a Jesús (Jn. 6, 5-9). La llegada de griegos para ver a Jesús es identificada
con la hora de la glorificación del Hijo del Hombre.
El domingo pasado
escuchábamos que "lo mismo que Moisés elevó la serpiente, así tiene que
ser elevado el HIjo del Hombre".
Esta imagen es recogida
explícitamente al final del texto de hoy: "Cuando yo sea elevado sobre la
tierra, atraeré a todos hacia mí" (v. 32). El comentario final del autor
disipa toda duda sobre el sentido de la imagen: "Esto lo decía
significando (dando a entender) la muerte de que iba a morir" (v. 33). El
autor emplea el verbo "significar". La referencia al signo por el que
los judíos preguntaban a Jesús hace dos domingos es indudable: "¿Qué signo
nos muestras para obrar así?" (Jn. 2, 18). El signo era el siguiente:
"Destruid este templo, y en tres días lo levantaré" (Jn. 2, 19).
También entonces el comentario del autor disipaba toda duda sobre el sentido
del signo: "El hablaba del templo de su cuerpo" (Jn.2, 21).
La muerte de Jesús en cruz
es, pues, el punto de mira del texto de hoy. De ella se habla empleando un
símbolo espacial: elevación sobre la tierra. Y de ella se habla también
empleando un símbolo agrícola: proceso de germinación de la simiente. Esta
muerte es interpretada como triunfo, como glorificación de Jesús y del Padre
que lo ha enviado. Una vez más aflora espontánea la referencia intertextual:
"Cuando elevéis al Hijo del Hombre, entonces comprenderéis que yo soy y
que no hago nada por mí, sino que esto que digo me lo ha enseñado el Padre.
Además, el que me envió está conmigo; nunca me ha dejado solo" (Jn. 8,
28-29). El texto de hoy quiere ser también reflejo de la comunión Hijo-Padre.
Esta comunión puede, sin embargo, pasar desapercibida dentro del recinto (v.29).
Desde fuera del recinto, en cambio, unos griegos han venido a ver a Jesús.
Ellos son las otras ovejas que vienen a escuchar la voz del pastor Jesús. Desde
este momento la muerte de Jesús en cruz es el triunfo, la glorificación del
Hijo y del Padre. Un orden de cosas tan viejo como el mundo está siendo juzgado
y condenado. El diablo, separador de hermanos (Caín contra Abel),
"homicida desde el principio" (Jn. 8, 44), no tiene ya nada que
hacer. Con Jesús levantado en alto empieza a dominar el sentido humano de la
fraternidad.
Comentario. El texto
adquiere su plena riqueza de sentido cuando es leído desde las múltiples
referencias intertextuales con que está tejido. El autor concibe la muerte de
Jesús en la cruz como generadora de la fraternidad rota desde que el mundo es
mundo. El recinto no es sólo Israel, sino el mundo todo, de forma que ya no
existe más que un solo rebaño con un solo pastor. Los griegos, pudiendo ver a
Jesús, funcionan en calidad de símbolo de este nuevo orden de cosas que nace de
la cruz. Por eso la cruz puede ser presentada por el autor del cuarto Evangelio
como triunfo y glorificación.
Otra línea importante del
texto es la del seguimiento de Jesús. El autor la desarrolla a partir del
símbolo agrícola de la simiente: sólo si ésta muere puede producir después
fruto. Trasposición del símbolo: sólo si el seguidor de Jesús muere podrá
generar fraternidad. En esta muerte puede haber muchos niveles o grados. El
texto se sitúa en el último y más radical: la privación violenta de la vida.
Pero esta privación irradia luz a los otros niveles o grados. Si Jesús está en
la cruz es porque no ha vivido aislado en sí mismo, sino que ha vivido para los
demás. Este es el tipo de vida al que Jesús nos invita.
A.- BENITO
- DABAR 1988/20
3.- Comentario. El hecho es
que hoy estamos en el capítulo doce de una obra en la que el domingo pasado
leíamos el capítulo tres.
Si entre semana no hemos
leído los capítulos intermedios nos será más difícil entender la situación de
la que parte el texto de hoy. Esta ha sido preparada en Jn. 7, 35 (los judíos
comentaban: ¿adonde querrá irse éste que no podamos nosotros encontrarlo?
¿Querrá irse con los emigrados a países griegos para enseñar a los griegos?) y
en Jn. 10, 16 (Tengo otras ovejas que no son de este recinto; también a éstas
tengo que conducirlas; escucharán mi voz y se hará un solo rebaño con un solo
pastor). Los emigrados a países griegos, las otras ovejas están hoy aquí. Han
venido a Jerusalén a celebrar la Pascua. Pero la Pascua no se celebra ya en el
Templo sino donde está Jesús. El autor ha operado la eliminación-sustitución
del Templo de la que hablaba hace dos domingos (cfr. Jn. 2, 13-25). Jesús es
ahora el Templo. "Queremos ver a Jesús" lleva como contrapartida no
querer ver el Templo. Esta situación provoca el comentario de Jesús, que
comienza así: "Ha llegado la hora". En Jn/02/04 leemos: "Todavía
no ha llegado mi hora".
En /Jn/04/23 leemos:
"Pero se acerca la hora, o mejor dicho, ha llegado, en que los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad". El verbo adorar de
este último texto es el mismo que aparece en el versículo inicial de hoy,
aunque la traducción litúrgica no lo refleje. Estamos, pues, ante una fiesta.
Esta tiene un templo: Jesús. A él acuden las gentes, sean o no judíos. Un único
rebaño con un solo pastor. En esta fiesta ya no corre el agua ritual, sino el
vino del banquete (cfr. bodas de Caná). Es una exaltación, una glorificación.
Pero es una fiesta
paradójica. Y aquí la visión interpretativa de Juan adquiere cotas grandiosas.
"Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí".
Retorna el tema y el poder curativo de la serpiente levantada en alto del
domingo pasado. "Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho
fruto". La imagen médica deja paso ahora a la imagen agrícola. Pero ambas
expresan la misma realidad salvadora, simbolizada en el grupo de griegos
reunidos para ver a Jesús, es decir, para festejar a Jesús. Ellos son el fruto,
ellos son los atraídos, los verdaderos adoradores.
En la pluma de Juan, el momento
adquiere contornos fantásticos, como de escena cósmica. Es una construcción
grandiosa, que sin embargo no niega ni escamotea el realismo y la crudeza de la
situación: la muerte de Jesús. Por eso se trata de una fiesta paradójica. ¿Cómo
puede ser festiva la crucifixión de un condenado? CZ/FT: Y, sin embargo, la
construcción de Juan no es una broma sádica. Al contrario. Es un maravilloso
canto épico, con la diferencia respecto a la épica clásica de que en Juan el
canto nace del realismo de la situación, realismo que el autor promete a todos
los seguidores del héroe: "El que quiera servirme, que me siga, y donde
esté yo, allí también estará mi servidor". Pero este mismo realismo da
consciencia a la construcción. Por eso la esperanza que genera es tanto más
segura: "Ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera". La
muerte y todo poder mortal van a dejar de tener la última palabra.
A.- BENITO - DABAR 1985/19
4.- Se llamaba
"prosélitos de la puerta" o "temerosos de Dios" (cfr. Hech
10, 2; 13, 16; 16, 14; etc) a los gentiles que aceptaban la fe de Israel, pero
no habían sido circuncidados. Podemos presumir que muchos de estos prosélitos
se encontraban en Jerusalén con ocasión de la Pascua y que algunos,
impresionados por lo que habían visto y oído del Nazareno, quisieron conocer
más de cerca al famoso Maestro. Estos gentiles piensan que lo mejor para
conseguir lo que desean es acudir primero a los discípulos de Jesús,
concretamente a los que estuvieran familiarizados con su lenguaje o costumbres helenas.
Felipe y Andrés (ambos llevan nombres griegos y el primero es de Betsaida, en
la Decápolis, que era una región helenizada) parecen ser los más indicados.
Este episodio, que no tiene
conexión alguna con lo que sigue en el relato sirve como explicación del enfado
de los fariseos, que, llenos de envidia, cuchichean entre sí ante el éxito de
Jesús: "Todo el mundo va detrás de él" (v. 19). Por otra parte, es
como un anticipo de la propagación que tendría el evangelio entre los gentiles
gracias a la misión de los Apóstoles.
Todo el clamor de la
multitud y el triunfo que le acompaña no puede impedir que Jesús vaya en su
interior profundamente preocupado; pues ha llegado la "hora" de su
"exaltación", de su muerte y también de su verdadera glorificación en
la cruz.
Es la hora señalada por el
Padre para realizar la siembra necesaria, sin la que no es posible la cosecha.
Y Jesús es el grano. Es preciso que muera para que se extienda por todo el
mundo su obra de salvación. La cosecha que Jesús espera no es otra que la
salvación del mundo por la fe en su evangelio.
J/MU/EFICAZ:
Juan utiliza siempre la expresión "dar fruto" en este sentido
misionero. La eficacia de la muerte de Jesús para la extensión del reino de
Dios entre los hombres y los pueblos no es una eficacia automática: por lo
tanto no ahorra a nadie la opción libre por el evangelio. Por eso Jesús, que ha
cumplido en su vida y en su muerte la ley de la siembra, de la generosidad y la
entrega, nos advierte que todos debemos hacer lo mismo que él si queremos entrar
con él en la vida eterna. Pues el que sólo se cuida de sí mismo y no tiene más
preocupaciones que la de salvar su vida, la pierde; en cambio, gana la vida
eterna el que vive y muere por los demás.
Jesús obedeció al Padre
cuando llegó su "hora". Jesús recuerda a sus discípulos que deben
servirle y servir al evangelio siguiendo su camino hasta el final. Entonces
también ellos llegarán al Padre, como Jesús, y el Padre les recompensará con la
vida eterna. El corazón humano de Jesús se espanta y atemoriza ante la muerte:
¿qué puede hacer?, ¿acaso pedir al Padre que le libre de esa "hora" y
aparte el cáliz amargo que le da a beber? Jesús pide tan sólo que se cumpla la
voluntad del Padre, pues para eso ha venido al mundo. Pide que sea glorificado
el nombre de Dios; es decir, que se manifieste a los hombres lo que Dios es y
quiere ser para todos: el Amor. Pero esto no es posible sin la última prueba:
"En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios entregó al
mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él" (1 Jn 4, 9);
"pues tanto amó Dios al mundo que entregó a la muerte a su Unigénito"
(Jn 3, 16). Es voluntad de Dios darnos la última prueba para que creamos que es
Amor, para que glorifiquemos su nombre y alcancemos la vida por Jesucristo, el
Señor.
Jesús sabe que el Padre
siempre le escucha, pero es preciso que los hombres sepan que el Padre está
siempre con él. Por eso vino la voz del cielo.
Todo este pasaje (versillos
25-30) recuerda la agonía de Jesús en Getsemaní y su transfiguración en el
Tabor. Juan, uno de los tres testigos en ambos casos, no dice nada expresamente
al respecto; pero aquí recoge veladamente la misma experiencia.
J/HORA/CZ:
La "hora de Jesús" es también la hora del mundo. En ella se
manifiesta que Dios es Amor, pero también queda al descubierto el pecado del
mundo. Es la hora de la exaltación de Jesús, de su muerte y de su gloria. Es la
hora del juicio contra Satanás y su ralea, pero también la hora del perdón para
cuantos creen en él. Es la hora en la que Dios convoca a todos los elegidos en
torno al que es "exaltado". Pues todo lo que podemos esperar y temer
es fruto y consecuencia de la victoria y del juicio que acontece en la cruz de
Cristo.
EUCARISTÍA 1988/15
5.- El evangelio comienza
con la noticia de que unos griegos quieren ver a Jesús. Se trata, sin duda, de
unos prosélitos, pero en la intención del evangelista estos griegos representan
la vanguardia de la humanidad que acude a Jesús, nueva pascua.
Empieza a cumplirse lo que
los fariseos han dicho comentando la entrada triunfal en Jerusalén: todo el
mundo se ha ido detrás de El (/Jn/12/19). En Jn. 7, 35 los judíos habían
comentado: ¿Querrá irse con los emigrados a países griegos para enseñar a los
griegos? En 12, 20-22 Juan da la respuesta (no exenta de ironía) a estos
comentarios.
Evidentemente se trata de
un artificio literario de Juan, pero un artificio justificado porque recoge un
hecho real en la experiencia cristiana postpascual.
En los vs. 23-33 se nos da
el significado del hecho: es la hora de la glorificación de Jesús, es decir,
Jesús es reconocido como el salvador del mundo (cfr. Jn. 4,42). Los griegos,
símbolo de una humanidad que acude a Jesús, son el fruto abundante. Este fruto
es el resultado de la misión de Jesús. Pero por cumplir su misión Jesús tiene
que enfrentarse con la muerte, provocada desde fuera. Es la prueba de fuego. Si
la acepta habrá cumplido su misión y habrá fruto abundante.
Por eso, la muerte de Jesús
es, en último análisis, su propia glorificación. Juan recuerda de paso que éste
es el camino de todo el que quiera ser discípulo de Jesús (v. 26) y que este
camino es el que da la medida de la auténtica personalidad (v. 25).
J/MU/REPUGNA:
El hombre, que es Jesús, no podía menor de sentir horror ante la provocación de
una injusta muerte. Y el Hijo, que es Jesús, así se lo manifiesta a su Padre en
diálogo intenso. Ambos datos responden a experiencias reales en la vida de
Jesús.
Juan recoge esas
experiencias y elabora un cuadro majestuoso en el que se refleja el genio
personalísimo del artista que él es. En síntesis doctrinal sobre los vs. 27-33
quieren decir lo siguiente: Jesús acepta su propia muerte con la confianza y la
fuerza que le da el sentirse Hijo de Dios (vs. 27-28) y, a pesar de que la
gente la va a considerar un fracaso (v. 29), El se enfrenta a ella con el
íntimo convencimiento de que el amor puede más que el odio y el egoísmo. Este
es el juicio que tiene lugar en la muerte de Jesús (vs. 31-33).
DABAR 1976/24
6.- El que ama su propia
vida la perderá (evangelio). Es la paradoja: una existencia cerrada en ella
misma, centrada totalmente en ella misma, se va vaciando paulatinamente de
sentido y acaba perdiéndose. Una existencia que acepta salir de ella misma y de
sus intereses, que se va gastando y consumiendo en beneficio de los demás, se
va enriqueciendo y se va salvando. Lo vemos en los padres en relación con los
hijos y lo vemos con los esposos. El amor es fuente de riqueza y de
construcción interior; el egoísmo conduce al vacío. Jesús es este grano de
trigo que muere. ¿Por qué? Porque ha ido siguiendo su camino sin pensar en sí
mismo, sino respondiendo a la llamada del Padre que le enviaba a anunciar la
Buena Nueva del Reino de Dios, que es la salvación ofrecida a todos,
especialmente de los pobres y marginados. Su palabra y su acción han topado con
los poderes constituidos. Pero Jesús no ha abdicado de su camino para salvar su
vida, sino que lo ha seguido con fidelidad. Esta vida, segada por la muerte, da
mucho fruto. Como el grano de trigo.
J. TOTOSAUS - MISA
DOMINICAL 1991/05
7.- Este texto está entre
la entrada triunfal en Jerusalén y el lavatorio de los pies a los discípulos.
Jesús habla de la crucifixión. Juan la interpreta como "ser
levantado", glorificado, vv. 23, 24, 32. La crucifixión es al mismo tiempo
la manifestación suprema del amor de Dios y el juicio que cae sobre el príncipe
de este mundo (v. 31). No hay otro texto evangélico que en tan poco espacio
contenga tanta variedad de temas. Su forma literaria es el contraste o
paradoja.
La petición de los griegos
que quieren ver a Jesús motiva la respuesta que puede servir de título a la
perícopa: Ha llegado la "hora". Todo converge hacia la
"hora". Se alude a la pasión como la hora de la glorificación. El
texto es una expresión clara de la teología de Juan sobre la glorificación.
Es el momento de la
decisión, de la crisis del mundo. El mundo quiere vivir de sí mismo y para sí
mismo. Busca en sí el sentido de la existencia. Así se autoexcluye de la
salvación, porque es Jesús quien con su muerte da la vida.
Para los discípulos la
pasión, como glorificación, comporta que quien quiere conservar la vida la
pierda. En este contexto hace Juan una referencia teológica a Getsemaní.
Al discípulo no se le
dispensa del sufrimiento ni de la decisión personal. El apóstol acepta una ley
fundamental: la unidad con Cristo crea un problema vital. El discípulo no puede
ahorrar-guardarse la vida. El no es norma para sí.
Conserva la vida si la
entrega. Jesús lo afirma a través de tres sentencias: el grano que muere para
dar fruto, el siervo que debe seguir a su señor, la turbación de Jesús que
anuncia la inminencia de su exaltación.
Este texto es un momento
clave en el proceso de autorevelación de Jesús al mundo. La hora de la
glorificación está cerca pero ha de pasar por la cruz. Esto provoca una crisis
en muchos de los discípulos que rehúsan seguirle por este camino. Y el
evangelio, de los judíos pasa a los gentiles representados aquí por los
griegos.
P. FRANQUESA - MISA
DOMINICAL 1985/07
8.- PREDICACIÓN CENTRADA EN
EL EVANGELIO
La idea central se halla en
la presentaci6n de la fecundidad de los sufrimientos y de la cruz de Cristo. El
evangelio dice: "Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda
infecundo; pero si muere, da mucho fruto". Y el fragmento de la carta a
los Hebreos afirma: "El, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a
obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le
obedecen en autor de salvación eterna". El misterio pascual, que nos
disponemos a celebrar solemnemente la semana pr6xima, consta de tres momentos o
aspectos: la muerte, la sepultura y la resurrección de Jesucristo. Hoy nos
fijamos de una manera especial en el primer aspecto, el de la muerte de Cristo,
que nos indica que el cristianismo supone siempre la destrucción de algo para
llegar a la plenitud de la vida. El mismo fragmento evangélico de hoy dice:
"El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en
este mundo se guardará para la vida eterna". Es imposible, pues, una
llegada a la victoria sin pasar por la derrota.
Al hombre de hoy, eso le
cuesta admitirlo, porque rehuye espontáneamente todo lo que comporte
sufrimiento, privación, muerte, y busca con afán el goce, el confort, la vida.
Pero, por otro lado, el hombre actual está más capacitado que nunca para vivir
con lucidez su radical caducidad y su destino para la muerte. De hecho, las
filosofías originales de nuestra época se complacen en esta mirada fija a la
muerte. Y la experiencia de cada día nos enseña que, a pesar de todos los
esfuerzos, el sufrimiento, la enfermedad y la muerte continúan siendo el
patrimonio común de la humanidad. Es bueno aprovechar esta lucidez, pero el
mensaje cristiano debe insistir en que el paso por la muerte es sólo la
condición para llegar a la vida, y no el término final de la existencia.
JOAN LLOPIS - MISA
DOMINICAL 1994/04
9. /Jn/12/24:
Ahora es el tiempo de la
cosecha, de la plenitud, de la abundancia. El tiempo de recoger todo ese fruto
que ha producido el grano de trigo enterrado: Jesús muerto por la vida del
mundo.
Jesús es la primera gavilla
que en la fiesta de los Ácimos es ofrecida a Dios.
Pentecostés es la plenitud
de la cosecha.