viernes, 18 de junio de 2021

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO XII T.O. CICLO B – 20 JUNIO 2021

 

Y  ÉL DORMIA 

 


COMENTARIO

 

Hay algunas palabras muy elocuentes en este relato: la otra orilla el mar, el miedo, la calma. Con  todas  ellas se puede describir un hecho distinto muy concreto, evocando la tempestad del viernes santo, las tempestades que sacuden a la iglesia, las tempestades de nuestra vida.

“Pasar a la otra orilla” Allí comienza la angustia que va a impregnar este texto. Se  había hecho una vida quizás algo difícil pero familiar y de pronto tienen que enfrentarse con la otra orilla, con otro sitio. A pesar de la hostilidad que se iba notando alrededor de Jesús, los días habían acabado tomando el aspecto de una rutina tranquilizadora. Y de pronto, la noche de Getsemaní arrojó a Jesús y a sus discípulos  “a la otra orilla”. Quizá en estos momentos necesitamos toda nuestra fe para aceptar desprendernos de las seguridades y ponernos a vivir “otra cosa”.

“El mar” : Marcos no intenta hinchar aquel pequeño lago, sino hacer que se levanten los grandes temores del agua. La Biblia empieza con la lucha del creador contra las aguas y acaba con el grito de consuelo “Ya no hay mar” (Ap 21, 1). Pero  entretanto es preciso arrostrar las tempestades del sufrimiento, de la angustia del fracaso. En la tarde del viernes santo se podrá pensar que las aguas malas se han tragado el amor y la esperanza. “Habíamos esperado tanto!. Dicen los peregrinos de Emaús.

“Y el dormía” : los salmos están llenos de esta misma indignación “Despiértate”. ¡Qué despierte tu poder!. ¿No ves dónde estamos?. ¿Dónde estoy?. Dios no puede desoír estas llamadas, si le dicen nuestra confianza. “Se despertó e hizo algo inaudito: “Dijo al lago, ¡Silencio, cállate!. Y el viento amainó”. Es posible hace toda una oración, en plena tempestad interior o exterior, repitiendo solamente “El viento amainó”.

Mandar al viento y a las aguas es una señal del poder creador. Este relato es una teofanía (manifestación de Dios), que vuelve a plantear la cuestión esencial de Marcos:¿Quién es éste?. Y la respuesta:”El poderoso”. “¿Cómo es que no tienen fe?”. El poder de Jesús exige nuestra confianza, necesita de ella:”Todo lo puedo, pero solamente para aquel que no duda”. El evangelio entero nos invita  a creer antes de hacer cualquier cosa y mientras la hacemos pero es muy difícil, por lo visto, adquirir ese reflejo: ante todo y siempre movilizar nuestra fe. “Espíritus sin inteligencia”, suspirará Jesús el día de pascua: “¡Tan lentos en creer!”

El misterio cristiano es ése, con la fe todo se pone en pie, todo puede ocurrir. Sin ella, nada; demos que entonces Dios duerme. “Cuando se dice que Dios duerme, dice san Agustín, somos nosotros los que dormimos. La barca es tu corazón, si te acuerdas de tu fe, tu corazón no se agita: si te olvidas de tu fe, Cristo duerme y corres el peligro de naufragar.

Pbro. Roland Vicente Castro Juárez

 NASPLEDA - MISA DOMINICAL 1988/13

ANTIFONA DE ENTRADA     Sal 27, 8-9.

El Señor es fuerza  para su pueblo, apoyo y salvación para su Ungido. Salva a tu pueblo, Señor, y bendice tu heredad, se su pastor por siempre.

 

ORACION COLECTA

Concédenos tener siempre, Señor, respeto ya mor a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Job 38, 1. 8-11

El Señor habló a Job desde la tormenta: ¿Quién cerró el mar con una puerta, cuando salía impetuoso del seno materno, cuando le  puse  nubes  por  mantillas  y nieblas por  pañales,   cuando  le  impuse un límite con puertas y cerrojos, y le dije: "Hasta aquí llegarás y no pasarás; aquí se romperá la arrogancia de tus olas"?».

 

SALMO RESPONSORIAL (106)

 

Den gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.

 

Entraron en naves por el mar, comerciando por las aguas inmensas. Contemplaron las obras de Dios, sus maravillas en el océano. R.

 

Él habló y levantó un viento tormentoso, que alzaba las olas a lo alto; subían al cielo, bajaban al abismo, el estómago revuelto por el mareo. R.

 

Pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación. Apaciguó la tormenta en suave brisa, y enmudecieron las olas del mar. R.

 

Se alegraron de aquella bonanza, y él los condujo al  ansiado puerto.  Den  gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas   que  hace  con los  hombres. R.

 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 14-17.

Hermanos: Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron.

Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos.

Por tanto, no valoramos a nadie según la carne. Si alguna vez juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no.

El que es de Cristo es una criatura nueva.

Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.

 

ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                

Aleluya. Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblos. Aleluya.

 

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Marcos 4, 35-40

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla.».

Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?».

Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: «¡Silencio, cállate!».

El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aun no tenéis fe?». Se quedaron espantados y se decían unos a otros: «¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!».

 

PLEGARIA UNIVERSAL

Como Job, recojamos las inquietudes, problemas y necesidades de la  humanidad y confiémoslas a la bondad de nuestro Dios, diciendo: R.- Te rogamos,  óyenos.

 

1.-  Para que el Papa y los ministros de la Iglesia, movidos por el amor de Cristo, permanezcan firmes y constantes en el servicio al Evangelio y a todos los pueblos. Roguemos al Señor. R.

 

2.- Para que la comunidad de esperanza animada por el Espíritu Santo, sea testimonio vivo de esperanza en medio de nuestra sociedad abrumada por la incertidumbre y la confusión en este tiempo de prueba.  Roguemos al Señor. R.

 

3.-  Para que el Señor consuele con su amorosa ternura y fortaleza en la enfermedad a las que están agobiados por la pobreza extrema, la enfermedad y la muerte de sus seres queridos. Roguemos al Señor. R.

 

4.-  Para que los ancianos y los niños abandonados encuentren en nosotros acogida, protección y tierna cercanía. Roguemos al Señor. R.

 

5.- Para que los que han fallecido en este tiempo de pandemia disfruten ya de las alegrías eternas que Dios en su bondad nos tiene preparadas. Roguemos al Señor. R.

 

6.- Para que los que participamos hoy en la celebración eucarística podamos seguir afrontando con esperanza y valor las dificultades y sufrimientos que en este tiempo todos soportamos. Roguemos al Señor. R.

 

Padre bueno, acoge con bondad las suplicas que te hemos dirigido con confianza filial y Señor, este sacrificio de reconciliación y alabanza y  concédenos que, purificados por su eficacia, te ofrezcamos el obsequio agradable de nuestro corazón. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

ANTIFONA DE COMUNION    Jn 10, 11.15.

Yo soy el buen Pastor, yo doy mi vida por las ovejas, dice el Señor.

 

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Renovados por la recepción del Cuerpo santo y de la Sangre preciosa, imploramos tu bondad, Señor, para obtener con segura clemencia lo que celebramos con fidelidad constante. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

 

Lunes 21: Gn 12, 1-9; Sal 32; Mt 7, 1-5.

Martes 22: Gn 13, 2.5-18; Sal 14; Mt 7, 6.12-14.

Miércoles 23: Gn 15, 1-12.17-18; Sal 104; Mt 7, 15-20.

Jueves 24: Is 49, 1-6; Sal 138; Hch 13, 22-26; Lc 1, 57-66.80.

Viernes 25: Gn 17, 1.9-10.15-22; Sal 127; Mt 8, 1-4.

Sábado 26: Gn 18, 1-15; Sal: Lc 1; Mt 8, 5-17.

Domingo 27: Sb 1, 13-15; 2, 23-24; Sal 29; 2Co 8, 7.9.13-15; Mc 5, 21-43.

 

COMENTARIOS AL EVANGELIO

Mc 4, 35-40

Par: Mt 8, 23-27    Lc 8, 22-25

 

1.- Texto. Sigue inmediatamente al texto del domingo pasado. Recordemos: el reino de Dios es una realidad abierta a todos. Estos todos configuran una nueva familia: los discípulos de Jesús. El texto de hoy comienza con una iniciativa de Jesús a esta nueva familia. Esta familia está simbolizada en la pluralidad de barcas. Esta pluralidad queda concentrada narrativamente en una sola: la barca en la que va Jesús.

Barca-arquetipo de los demás barcas. Una tormenta de aire coloca a la barca al borde del naufragio. Primera sorpresa del relato: Jesús está durmiendo. Los discípulos lo despiertan haciéndole saber el peligro que corren. Jesús calma primero la tormenta y recrimina después a los discípulos preguntándose por la identidad de Jesús. Es el mismo tipo de preguntas que se hacía la gente en la sinagoga de Cafarnaún con ocasión de la enseñanza de Jesús y de su poder sobre las fuerzas del mal. "Estas fuerzas están personalizadas tanto en el relato de la sinagoga como en el de hoy. A la tormenta, en efecto, se le habla como si se tratara de un ser viviente malo. Compara Mc. 4, 39-41 con Mc. 1, 25-27.

Comentario. La principal dificultad para la comprensión de este texto son tal vez las comprensiones que de él tenemos: la barca de la iglesia surcando el mar de este mundo entre peligros (interpretación eclesiológica); el Cristo que como hombre duerme, somete como Dios al mar embravecido (interpretación cristológica); el cristiano es tentado y probado en las tempestades de la vida (interpretación exhortativo-moralizante).

En su variedad todas estas comprensiones coinciden en hacer una lectura simbólica del texto. Su debilidad radica en que los simbolismos que manejan no tienen su origen en el texto ni en la globalidad de la obra o macrotexto de Marcos. Con esto no quiero decir que estos simbolismos no sean verdaderos; lo que digo es que no tienen su origen en el texto de Marcos y, consiguientemente, no son explicaciones adecuadas del mismo.

El texto parte de la realidad de un Reino de Dios plural, es decir, abierto a todos. Se mueve pues en una perspectiva de situación pospacual y de andadura universal. Lo chocante de un Jesús dormido en medio de la tormenta deja de ser chocante si se lee en su función de símbolo de Jesús ausente, muerto-resucitado.

En esta situación la pluralidad de creyentes es invitada por Marcos a hacerse la misma pregunta que en el pasado de la sinagoga de Cafarnaún se habían hecho los judíos: ¿Quién es Jesús? De otra manera no tiene mucho sentido el reproche de Jesús a sus discípulos. ¿No es acaso lógico pedir ayuda en caso de extrema y urgente necesidad? Pero lo chocante del reproche deja de serlo si se lee como un reproche a unos cristianos que ya se han habituado a un Jesús muerto y resucitado.

¿Quién es Jesús para nosotros? ¿Todavía no tenemos fe en él? ¿Nos hemos habituado a él hasta el punto de que ya no nos convulsiona, ni nos cuestiona, ni nos dice nada? ¿Nos hemos habituado a él hasta el punto de que ha dejado de ser una fuente de confianza y de esperanza?

A.-  BENITO - DABAR/88/35


 

MUERTE/TEMPESTAD.

Como afirma el P. Lamarche, "seguir con fe a Cristo en la tempestad, trátese de ayer o de hoy, es siempre seguirle a través de la muerte", avenirse a encontrarle "dormido" (4, 38) con el último sueño, cercado por el oleaje de la muerte y sin embargo creerle capaz de ponerse en pie, "habiéndose despertado", para vencer a las fuerzas del mal y conducir a sus amigos "a la otra orilla", a esa orilla de paz de la que nadie retorna.

MONLOUBOU-B.Pág. 73


 

3.- El relato de la tempestad apaciguada figura en los tres sinópticos con variantes bastante significativas. Reclama un estudio propiamente sinóptico en el que Marcos parece primitivo, y un estudio redaccional en el que se revela el genio propio de Marcos.

a) Marcos y los demás sinópticos introducen el relato de la tempestad calmada antes que el del exorcismo del geraseno (Mc 5, 1-20). La tradición ha unido estas dos perícopas por razones doctrinales: presentar en Jesús el poder que domina las fuerzas perversas en la naturaleza y en los corazones. Marcos trae, además ( 1, 23-27), un relato de exorcismo montado exactamente sobre el esquema de la tempestad calmada (comparar con Mc 1, 25 y Mc 4, 39: Mc 1, 24 y Mc 4, 38: reproches a Cristo de venir a perdernos; Mc 1, 27b y Mc 4, 41: obediencia de los elementos y de los espíritus a Cristo; Mc 1, 27a y Mc 4, 41: el temor). Parece, pues, que el milagro de la tempestad calmada es el signo de la manifestación de Aquel que toma en sus manos la obra creadora comprometida por las potencias perversas (cf. Job 38, 1-11). Se trata, pues, de una cristología: en Cristo, Dios termina la cosmogonía con una victoria decisiva sobre el mal, y los hombres depositan sobre Jesús el temor y la admiración reservadas a Dios-Creador (v. 41; cf. Sal 64/65, 8-9; 88/89, 10; 106/107, 28-30).

b) Pero Marcos está preocupado, a lo largo de todo su Evangelio, por hacer ver que antes de la resurrección los apóstoles no podían tener verdadera fe. Por eso añade al relato el v. 40, que hay que leer conforme a una versión especial: "¿No tenéis todavía la fe?" Los apóstoles no podrán tener la fe hasta después de Pascua, porque no existe una verdadera fe, sino en Cristo resucitado. Para Marcos, el apaciguamiento de la tempestad no tiene sentido, sino en cuanto incluye ya la resurrección. A ese fin, Marcos asocia la tempestad calmada con la que padeció Jonás (comparar, sobre todo, el v. 38, específico de Marcos, con Jon 1, 5-6; v. 41a con Jon 1, 16, etc.). Cabe preguntarse si Marcos no habrá querido buscar en su relato el famoso signo de Jonás (Mt 12, 38-40). En efecto, al igual que Jonás, Cristo triunfa de las "aguas inferiores" en virtud de su poder sobre la tempestad.

c) Marcos, que desarrolla a lo largo de todo su Evangelio el tema del secreto mesiánico, es particularmente sensible, en el relato de la tempestad, al silencio de Cristo. Dios se calla, no se deja apenas reconocer y parece dormir, cuando no se le cree muerto..., y, sin embargo, hay que vivir y tomar partido.

CREER/QUÉ-ES: Es demasiado fácil confiarse a la omnipotencia de Dios e invocar su trascendencia. No es a esta clase de fe a la que nos llama el Evangelio. Creer es, ciertamente, remitirse a un Dios vencedor, pero ausente y silencioso; es saber a Dios "muerto" e "inútil", y, sin embargo, vivir en comunión con EL. Es remar sin saber adónde se va y aceptar el perecer en el camino sin haber alcanzado personalmente el fin de sus empresas, pero convencido de que Dios no nos ha abandonado en todo lo largo del viaje. Es luchar en la prueba guardando la certeza de que Jesús ha resucitado de la prueba.

MAERTENS-FRISQUE 5.Pág. 93


 

4.- -La fe del discípulo

Una lectura atenta del milagro de la tempestad (4, 35-41) descubre ciertas cosas extrañas y alguna evidente exageración. Por ejemplo: ¿por qué indicar que "lo acompañaban otras barcas", si luego no se dice nada de lo que pasó con ellas? ¿Y cómo es posible que uno pueda dormir tranquilamente a popa, mientras arrecian las olas y el agua inunda casi por completo la barca? Evidentemente Marcos no nos ofrece un relato exacto de aquel suceso. No le interesa el acontecimiento histórico de cómo fueron salvados los discípulos; es un hecho del pasado que ya no puede repetirse. Le interesa más bien el motivo central del hecho (motivo que, para ser válido, supone evidentemente que aquel episodio haya acaecido sustancialmente) y su actualización.

¿Cuál es este motivo? Repasemos el relato. Es bastante probable que el versículo 40 ("¿Por qué sois tan miedosos? ¿Todavía no tenéis fe?") sea un versículo redaccional, añadido por el mismo Marcos a una narración preexistente para configurarlo con su propia finalidad.

Efectivamente el versículo 40 no está perfectamente de acuerdo con el resto de la narración. Y si prescindiéramos de él, tendríamos un relato coherente, orientado por completo hacia la persona de Jesús: Jesús es poderoso, a sus órdenes se calma la furia del mar; ¿quién es este hombre? Con esta pequeña añadidura Marcos ha cambiado notablemente el significado del episodio: la atención no se dirige ya al poder de Jesús, sino a la fe de los discípulos. El discípulo, que llegó a tener la fe suficiente para separarse de los demás y seguir a Jesús, no debe -ahora que lo está siguiendo- pretender una presencia divina constantemente activa y victoriosa; la fe madura sabe dar la tranquilidad en medio de las dificultades y la serenidad en medio de las persecuciones. Probablemente el evangelista quiso ofrecer un mensaje de esperanza a la Iglesia perseguida y desanimada quizás frente al silencio de Cristo resucitado. Así pues, la lectura nos lleva a la conclusión de que el evangelista Marcos utilizó un relato ya existente, desarrollándolo y orientándolo en la perspectiva de la fe.

Así pues, los tres relatos desarrollan el motivo de la fe (y en el trasfondo el acostumbrado discurso sobre la presencia "desconcertante" del Reino en medio de nosotros). Nos indican que es posible ser hombres de poca fe de dos maneras: está la poca fe del que no tiene el coraje de dejarlo todo por Cristo y está la poca fe del que, después de haberlo dejado todo por Cristo, pretende sin embargo, en los momentos difíciles, una presencia clara del Señor, consoladora, acompañada de frecuentes verificaciones. Esta es todavía una fe inmadura, porque confunde el "silencio" con la ausencia del Señor, confunde la persistencia de las oposiciones con la derrota del Reino.

BRUNO MAGGIONI-B.Pág. 81


 

5.- Comentario. Aquel día, al atardecer, nos remite al comienzo del cap. 4, cuando Jesús se puso a enseñar con parábolas desde una barca. Indudablemente el dato no se aviene bien con Mc. 4, 10, pero responde al esfuerzo del autor por relatar relacionando tradiciones y materiales que se le presentaban sueltos e independientes. La iniciativa corre a cargo de Jesús: "Vamos a la otra orilla". La propuesta suena escueta, desnuda de intencionalidad. Es la voluntad de estilo de Marcos. Y sin más, sin desembarcar, tal y como están, inicia la travesía del lago de Genesaret. La peculiar configuración de la zona, con las alturas de Haurán, los llanos de la Traconítide y el monte Hermón, facilita la formación de repentinas corrientes de fuerte viento que se precipitan en el lago. Una situación de éstas es la descrita escueta y vívidamente por Marcos en el v. 37, para añadir inmediatamente, en evidente contraste: "Jesús estaba a popa, dormido sobre un almohadón". Por un lado, la tempestad; por otro, la calma.

Llegados a este punto, conviene hacer un paréntesis. La imagen de la tormenta o de las aguas turbulentas era una metáfora frecuente para designar los poderes hostiles y demoníacos (cfr. Sal. 69, 1-2, 14-15; 18, 16). Es bien conocida la concepción según la cual estos poderes se desatarían con especial virulencia en la recta final de la historia (cfr. descripciones apocalípticas en los propios evangelios). El sueño, sereno y tranquilo, era signo de confianza en el poder sustentador y protector de Dios (cfr. Proverbios 3, 23-24; Salmo 3, 6; 4, 8-9; Job 11. 18-19; Levítico 26, 6). A esto hay que añadir que Marcos ha presentado a Jesús como el personaje que nos introduce en los últimos tiempos (cfr. Mc. 1, 7-8. 12-15 en los comentarios al Bautismo de Jesús y al primer domingo de Cuaresma).

Contando con todo este trasfondo, volvamos ahora al texto.

Tempestad y sueño de Jesús son vehículo plástico de dos situaciones contrapuestas, hostil y benéfica, respectivamente.

Los poderes adversos no pueden nada con Jesús, porque su apertura a Dios y confianza en El son reales y totales. Pero no sucede lo mismo con los que están con Jesús. "¿Por qué sois cobardes? ¿Aún no tenéis fe?". Son incapaces de serenidad y de calma, porque en realidad no están abiertos a Dios ni saben confiar en El. Pero Marcos parece ir todavía más allá, interpretando la falta de fe en Dios como falta de fe en Jesús. Los compañeros de barca no captan ni entienden a Jesús, no acaban de descubrir en él al vencedor sobre los poderes hostiles que posibilita un mundo de serenidad y de paz, el mundo de la utopía, la realidad fantástica de una historia renovada, de un espacio y un tiempo maravillosos.

Con trazo de artista Marcos esboza ese mundo nuevo en la gran calma tras la palabra creadora de Jesús, que imperceptiblemente nos remonta a la palabra creadora de Dios en los comienzos de la creación (cfr. Gén. 1-2, 4). La gran calma sugiere una atmósfera de completa paz tras el fragor de la tormenta. ¡Maravilloso! De los compañeros de barca se apodera el temor reverencial ante lo divino, imponente y misterioso. "¿Quién es éste?". En la experiencia religiosa de los acompañantes, lo benéfico deja paso a lo tremendo. Una dimensión esta última que en la pluma de Marcos tiene especial relevancia.

A.-  BENITO

DABAR/85/34


 

6.- La tarde de aquel día en que Jesús enseñaba desde una barca hablando en parábolas al pueblo (4, 1s), al terminar, Jesús mandó a sus discípulos que navegaran aguas adentro hacia la orilla oriental del lago de Genezaret. Y sin bajar él de las barca, "como estaba", pudieron huir de las multitudes y burlar su curiosidad, aunque los que pudieron se embarcaron en otros botes para seguirle. Sin embargo, no se dice nada de la suerte que corrieron estas otras embarcaciones durante la tormenta.

Marcos dice concretamente que se produjo un "torbellino". Ese tipo de tormentas suelen ser frecuentes hoy día justamente en la parte norte del lago; vienen de improviso y, aunque duran poco tiempo, son muy peligrosas para las pequeñas barcas de pescadores. Se dice que Jesús dormía, y Marcos añade que estaba a popa, descansando sobre un almohadón; éste era el lugar más tranquilo y el de mayor honor. Los gritos de los discípulos y sus quejas despiertan a Jesús y éste, antes de increparlos por su falta de confianza, se dirige al mar con las mismas palabras que pronunció en otra ocasión refiriéndose a un endemoniado (cf 1, 25): "¡Silencio, calla!". Este milagro supuso para los discípulos un notable progreso en el conocimiento de Jesús, al que ya habían visto expulsando demonios y curando enfermedades. Ahora Jesús les manifiesta su señorío sobre las fuerzas de la naturaleza.

Desde Tertuliano y Agustín se interpreta este milagro en relación con la Iglesia, a la que se compara a la barca de Pedro que va superando las tempestades porque Cristo va con ella. La fe es aquí algo más que creer unas verdades, es confianza en la persona de Cristo, que no puede fallarnos y que va con nosotros en el mismo barco. Esta fe no es fe para quedarse en la orilla, en la tranquilidad, sino fe para navegar en medio de los peligros, es una fe combativa.

EUCARISTÍA 1988/30


 

7.- -"Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: Vamos a la otra orilla": Se acerca la oscuridad de la noche y Jesús determina cruzar el lago en barca. El es quien tiene la iniciativa y llama a los discípulos a embarcarse.

-"Se levantó un fuerte huracán... El estaba a popa, dormido": En medio del lago se encuentran con una tormenta que pone en peligro la seguridad de la barca, pero contrastando con la situación, Jesús duerme. Es la parte más elevada de la barca y queda más protegida de las olas. La tranquilidad de Jesús queda rota por los gritos de miedo y la expresión de reproche de los discípulos: "Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?"

-"Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: ¡Silencio, cállate!": Sin responder a los discípulos, Jesús se dirige al viento y al lago, a los elementos de la naturaleza desatados, como si se trataran de seres vivos. Como en las palabras de exorcismo con los poseídos, también en este milagro Jesús pide silencio. Las aguas son vistas como un poder maléfico y caótico; hay que tener en cuenta la concepción contemporánea, que consideraba la presencia de poderes maléficos en las realidades naturales; espíritu del agua, del viento o del aire. Los elementos -viento, agua y oscuridad de la noche- se reúnen en un cuadro simbólicamente sugestivo. A imagen de la lucha de Yavhé contra el caos en el AT, ahora también Jesús manifiesta su dominio sobre estos poderes.

-"¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?": Después del milagro viene el reproche a los discípulos: de cobardía y de incredulidad. El reproche podría parecer fuera de lugar, dado que precisamente parecía como si en medio del peligro se hubiera dirigido a Jesús para que los salvara. Quizá se les podría acusar de miedo, ¿pero de falta de fe? Jesús les reprocha que sólo han pensado en huir del peligro, pero no han sido capaces de pasar el peligro con Jesús. Igual que en el momento de la cruz que también huyen de él. El reproche de Jesús será válido para aquel momento fundamental y también vale ahora para la comunidad que lee el evangelio. La incredulidad empieza cuando el discípulo no está dispuesto a seguir a Jesús en la oscuridad y en la tormenta de la cruz.

-"¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!": La narración concluye con la pregunta sobre el misterio de Jesús. Ahora la falta de fe todavía les incapacita para responderla; más tarde Pedro hará la primicia de la respuesta, pero la respuesta definitiva deberá ser dada después de la cruz.