PARÁBOLAS SOBRE EL
REINO
COMENTARIO
"El
reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra": La
lectura evangélica de este domingo está formada por dos parábolas sobre el
Reino. En la primera se compara el Reino con lo que sucede en un proceso de
siembra. Se subraya la pasividad del hombre ("la semilla germina y va
creciendo, sin que él sepa cómo") y la productividad de la tierra
("la tierra va produciendo la cosecha ella sola"). Del mismo modo el
Reino irrumpe en el mundo de una forma inapelable, como de una semilla nacerán
las espigas, y sin que los hombres puedan hacer nada. Ni a favor ni en contra.
El Reino crece a pesar del celo, la pereza o la incredulidad de los hombres.
Dios es quien tiene en sus manos el futuro del Reino, pero este futuro será en
bien del hombre, es él quien recogerá los frutos salvíficos: "Cuando el
grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega".
-"Con
un grano de mostaza": El grano de mostaza, imagen de lo que es
insignificante, pero que después se hace muy grande. Lo importante en esta
segunda parábola es la desproporción entre la pequeñez del principio (grano de
mostaza) y la magnitud del final (el arbol). Así ocurre con el reino de Dios:
escondido ahora e insignificante, ha de llegar un día (el "día del
Señor"), cuando vuelva con "poder y majestad", en que se
manifieste según toda su dimensión. En realidad, en lo minúsculo actúa ya lo
grandioso: incluso en el mundo que no conoce el reino, este está ya actuando;
incluso en el corazón del pecador más endurecido puede brillar aún una lucecita
y convertirse en gloria y fuego devorador. Se trata de tomar a Dios en serio a
pesar de todas sus apariencias. En Jesús y gracias a Jesús el Reino de Dios
está abierto a todos, es un espacio donde todos podemos volar y anidar.
Dos
conclusiones. Como el Reino está aquí, en medio de las oposiciones y de los
fracasos, entonces no tenemos que huir de la historia. El discípulo sabe ver en
todo esto la presencia de Dios. En cierto sentido -y ésta es la segunda
conclusión- en el Reino de Dios se desperdician muchas cosas (intentos
repetidos, obstinados, como el gesto del sembrador); no se puede ahorrar. Pero
se trata sólo de un despilfarro para los que razonan según los cálculos
mezquinos de los hombres.
R.P.
Roland Vicente Castro Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA Sal 26,
7.9
Escúchame,
Señor, que te llamo. Tú eres mi auxilio, no me deseches, no me abandones, Dios
de mi salvación.
ORACION COLECTA
Oh, Dios, fuerza de los que en ti
esperan, escucha con bondad nuestras suplicas y, pues sin ti nada puede la
fragilidad de nuestra naturaleza, concédenos siempre la ayuda de tu gracia,
para que, al poner en practica tus mandamientos, te agrademos con nuestros
deseos y acciones. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura
de la profecía de Ezequiel 17, 22-24
Así
dice el Señor Dios: «Arrancaré una rama del alto cedro y la plantaré.
De
sus ramas más altas arrancaré una tierna y la plantaré en la cima de un monte
elevado; la plantaré en la montaña más alta de Israel, para que eche brotes y
dé fruto y se haga un cedro noble.
Anidarán
en él aves de toda pluma, anidarán al abrigo de sus ramas.
Y
todos los arboles silvestres sabrán que yo soy el Señor, que humilla los
árboles altos y ensalza los arboles humildes, que seca los árboles lozanos y
hace florecer los árboles secos.
Yo,
el Señor, lo he dicho y lo haré.».
SALMO RESPONSORIAL (91)
Es bueno darte gracias, Señor.
Es bueno dar gracias al Señor y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad R.
El justo crecerá como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano;
plantado en la casa del Señor, crecerá en los atrios de nuestro Dios. R.
En la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso, para
proclamar que el Señor es justo, que en mi Roca no existe la maldad. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura
de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 6-10
Hermanos: Siempre tenemos
confianza, aunque sabemos que, mientras sea el cuerpo nuestro domicilio,
estamos desterrados lejos del Señor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe.
Y es tal nuestra confianza,
que preferimos desterrarnos del cuerpo y vivir junto al Señor. Por lo cual, en
destierro o en patria, nos esforzamos en agradarle.
Porque todos tendremos que
comparecer ante el tribunal de Cristo para recibir premio o castigo por lo que
hayamos hecho mientras teníamos este cuerpo.
ACLAMACION ANTES
DEL EVANGELIO
Aleluya. La semilla es la
palabra de Dios, el sembrador es Cristo, quien lo encuentra vive para siempre.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio
según san Marcos 4, 26-34
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de Dios se parece a
un hombre que echa simiente en la tierra.
Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va
creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola:
primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a
punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.».
Dijo también: «¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué
parábola usaremos?. Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la
semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás
hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar
en ellas.».
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a
su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo
explicaba todo en privado.
PLEGARIA UNIVERSAL
Dirijamos con confianza nuestras suplicas a Dios Padre, que ha enviado
a su Hijo para construir su Reino entre nosotros, diciendo: R.- Venga a nosotros
tu Reino, Señor.
1.- Por el Papa Francisco, los Obispos y presbíteros: para que con el poder del Espíritu Santo sigan
manteniendo viva la fe y la esperanza del pueblo de Dios en este tiempo de
prueba. Oremos. R.
2.- Por nuestros gobernantes; para que, sintiéndose responsables del
bien común, favorezcan y promuevan la unión entre las instituciones que buscan
el bienestar, la salud y la tranquilidad de todos los ciudadanos. Oremos. R.
3.- Por todos los que están más abatidos por los efectos de la
pandemia: para que se sientan sostenidos y apoyados por nuestra oración,
solidaridad y cercanía fraterna. Oremos.
R.
4.- Por las familias de nuestra comunidad parroquial: para que fuertes
en la fe sean signos de esperanza en medio de quienes están más abatidos por la
incertidumbre y el temor. Oremos. R.
5.- Por todos los miembros de nuestra parroquia que han fallecido en
este tiempo: para que, disfrutando de la indulgencia plenaria concedida por el
Papa Francisco, sean admitidos pronto en la felicidad eterna. Oremos. R.
6.- Por los que nos alimentamos con el Cuerpo y la Sangre de Cristo
para que, fortalecidos en la fe, hagamos crecer en nosotros la semilla del
reino de Dios que llevamos en nuestro corazón. Oremos. R.
Escucha, Padre, las oraciones que tus hijos te dirigen confiados en tu
amor providente; y haz que un día gocemos de los bienes eternos que nos tienes
preparados. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Oh, Dios, que, según la doble condición de los dones que presentamos,
alimentas a los hombres y los renuevas sacramentalmente, concédenos, por tu
bondad, que no nos falte su ayuda para el Cuerpo y el Espíritu. Por Jesucristo
nuestro Señor.
ANTIFONA DE
COMUNION Sal 26, 4.
Una cosa pido al Señor, eso
buscare: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Señor,
esta santa comunión, contigo que hemos recibido, anticipo de la unión de los
fieles en ti, realice también la unida en tu Iglesia. Por Jesucristo nuestro
Señor.
PALABRA DE DIOS Y
SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 14: 2Co
6, 1-10; Sal 97; Mt 5, 38-42.
Martes 15: 2Co 8, 1-9; Sal 145; Mt 5, 43-48.
Miércoles 16: 2Co
9, 6-11; Sal 111; Mt 6, 1-6.16-18.
Jueves 17: 2Co
11, 1-11; Sal 110; Mt 6, 7-15.
Viernes 18: 2Co 11, 18.21b-30; Sal 33;
Mt 6, 19-23.
Sábado 19: 2Co
12, 1-10; Sal 33; Mt 6, 24-34.
Domingo 20: Jb
38, 1-.8-11; Sal 106; 2Co 5, 14-17; Mc 4, 35-40.
COMENTARIOS AL
EVANGELIO
Mc/04/26-34
1. PARA/GRANO-MOSTAZA PARA/SEMILLA
Las dos
parábolas del campesino perseverante y del grano de mostaza, recogidas en este
pasaje, constituyen, junto con la del sembrador (Mc 4, 3-8) y la de la levadura
(Mt 13, 33), un grupo de relatos orientados hacia la misma conclusión: la
justificación de la actitud del Mesías frente a los fracasos de su predicación.
No es
imposible que estas parábolas hayan sido compuestas pensando de manera especial
en Simón Zelotes y en Judas Iscariote (o el Sicario), discípulos de una secta
particularmente extremista que quería provocar la guerra santa contra Roma con
vistas a establecer el reino mesiánico.
a) En la
parábola del campesino perseverante (vv. 26-29), el reino de Dios es comparado
al lento crecimiento de la semilla hasta su cosecha, y, simultáneamente, con la
larga inactividad del campesino antes de su febril actividad de la recolección
(que es descrita, por lo demás, partiendo de Jl 4, 13; cf. también Ap 14,
14-16). Esa recolección, de conformidad con toda la Biblia y con la referencia
a Joel, es, sin duda alguna, el juicio de Dios que inaugura su reino efectivo.
Esto equivale a decir que es Dios el agricultor: es indudable que no va a
tardar en intervenir y de forma tan espectacular como un segador en la
recolección.
Es verdad
que ahora, y de manera especial a lo largo del ministerio de Jesús, Dios parece
no intervenir: deja a Cristo aislado, sin éxito, cada vez más rechazado por los
suyos. Pero este silencio de Dios no deja por eso de estar vinculado al juicio
venidero, lo mismo que la inactividad del agricultor mientras brota la semilla
no deja de estar vinculada a su actividad de segador.
Jesús es
atacado por los judíos: ¡si se presenta como Mesías que presente los signos
precursores del reino! Jesús le responde que no hay signos extraordinarios:
Dios deja crecer la semilla lentamente, pero no se pierde nada con esperar: no
hay continuidad absoluta entre ese laborioso parto del reino de Dios y su
manifestación en plenitud. Que quienes hayan de colaborar en la instauración
del reino no pierdan su confianza en Dios: El ha comenzado y no puede haber duda
de que, tras el silencio, dé cumplimiento a su obra. Que se le espere con
paciencia, sin querer adelantarse a El. Y que quienes no quieran creer en el
reino sino en el momento de su manifestación, estén muy atentos: ese reino está
ya cerca de ellos en Jesús y hay que saber reconocerlo actuando ya en la
pobreza de los medios y la lentitud del crecimiento.
b) La
parábola del grano de mostaza alimenta la confianza en Dios al subrayar el
contraste entre los humildes comienzos del reino (v. 31) y la magnitud de la
tarea escatológica (v. 32, en donde el tema del nido está tomado de las
escatologías judías consagradas a la incorporación de los paganos en el pueblo
de Dios; cf. Ez 17, 22-24). Con esta parábola Jesús ha querido, seguramente,
responder a la objeción de quienes se oponían a la pequeñez de los medios
utilizados por Jesús para la gloria del Reino esperado, y
que ridiculizaban la pobreza y la ignorancia de los discípulos de Jesús frente
al cortejo triunfal que habría de inaugurar los últimos tiempos.
En realidad, en lo
minúsculo actúa ya lo grandioso: incluso en el mundo que no conoce el reino,
este está ya actuando; incluso en el corazón del pecador más endurecido puede
brillar aún una lucecita y convertirse en gloria y fuego devorador. Se trata de
tomar a Dios en serio a pesar de todas sus apariencias.
MAERTENS-FRISQUE 5.Pág. 67
2.- Texto. En un contexto
de incomprensión Marcos introducía el domingo pasado el tema de la nueva
familia de Jesús (Mc. 3. 20-35). Sigue a continuación el capítulo 4, del que está
tomado el texto de hoy. Hasta ese capítulo el contenido de la enseñanza de
Jesús ha sido el formulado en Mc. 1, 15: Se ha cumplido el plazo: el Reino de
Dios ha llegado. En el capítulo 4 este contenido es formulado y ampliado por
medio de parábolas. Marcos nos ofrece unas cuantas, una selección, y además nos
informa de que el sentido de estas parábolas no es obvio ni inmediato.
La primera parábola habla
de la semilla de cereal desde su siembra hasta la siega, pasando por las etapas
intermedias. La segunda habla de la semilla de mostaza desde su pequeñez como
semilla hasta su magnitud como hortaliza, capaz de dar cobijo a los pájaros.
Ambas parábolas presentan ciclos completos, totalidades. El Reino de Dios es
comparado con una totalidad, simplemente constatada en la primera parábola;
exuberante y rica en la segunda.
Comentario. Si en vez del
abstracto "totalidad" empleamos el concreto "todos",
probablemente habremos dado un paso importante para la comprensión que Marcos
tiene de la enseñanza de Jesús en parábola. El texto del domingo pasado marca
el final de una concepción del Reino de Dios restringida a unos pocos; las
parábolas de hoy señalan el comienzo de un Reino de Dios universal, abierto a
todos. De la familia según la carne a la familia según el espíritu: de la
semilla a la siega; de lo pequeño a lo grande; de lo limitado a lo espacioso.
Donde hay totalidad no hay restricción y donde hay pájaros hay libertad de
movimientos. Con el lenguaje de las imágenes Jesús habla de un espacio donde
todos podemos volar. ¡Y Jesús sabía mucho de esto: pasó mucho tiempo al aire
libre! La literatura judía contemporánea de Jesús era más bien reacia a dar
cabida a los no judíos en el Reino de Dios. Incluso un escrito, el cuarto libro
de Esdras, obra de talante pesimista, consideraba difícil la salvación de los
propios israelitas.
A las parábolas de hoy se
las suele denominar parábolas del crecimiento progresivo. Queda por ver si la
elección de este título es atinada o no, se pregunta un comentarista actual de
Marcos.
No es ciertamente atinada
la elección si por crecimiento entendemos algo que nosotros podemos forjar con
nuestras buenas obras. Si fuese éste el punto de vista de las parábolas,
ciertamente no constituiría una novedad reseñable dentro del judaísmo. Es preciso,
pues, superar una interpretación de corte moral que relaciona el proceso del
Reino de Dios con el progreso del cristiano en el bien. En realidad, las dos
parábolas de hoy se sitúan en una óptica distinta y radical: ¿Es o no el Reino
de Dios una realidad abierta a todos? Sirviéndose del lenguaje de las imágenes,
Jesús abre el Reino de Dios a todos de una vez por todas. El centro de atención
de las imágenes es la totalidad de los ciclos, su compleción, no el
crecimiento. Desde una óptica así carece de sentido hablar de crecimiento
progresivo. En Jesús y gracias a Jesús el Reino de Dios está abierto a todos,
es un espacio donde todos podemos volar y anidar. No es, pues, de extrañar que
las concepciones religiosas de corte exclusivistas sientan
que sus fundamentos se resienten con estas dos parábolas.
ALBERTO
BENITO - DABAR 1988/34
3. Mc/04/26-29.
La
parábola de la semilla que crece por sí misma (4, 26-29) es propia de Marcos.
Mateo y Lucas prescinden de ella, a pesar de que conocen el discurso.
Jesús
habla de la siembra y luego se olvida, voluntariamente, de todo el trabajo que
viene después: la poda, la lucha contra la sequía, la preocupación por el mal
tiempo... Prescinde de todo esto porque tiene una lección concreta que
ofrecernos: el Reino crece de todos modos, "lo mismo que la luz brilla sin
que nosotros podamos hacer nada, lo mismo que nada puede ocultarse cuando Dios
abre el camino". No son los hombres los que le dan fuerza a la palabra ni
son sus resistencias las que pueden detenerla. Por eso el discípulo hará bien
en despojarse de toda forma de inútil ansiedad.
MAGGIONI-B.Pág.
74s
4.
Mc/04/30-32.
La breve
parábola del grano de mostaza (4, 30-32) encuentra su sentido en el contraste y
en la continuidad entre la humildad del punto de partida (un pequeño grano) y
la magnitud del punto de llegada (el árbol). El Reino, el Reino grandioso, está
ya presente en esta pequeña semilla, o sea, en la vida y en la predicación de
Jesús y más tarde en la vida y en la predicación de la comunidad cristiana.
Pensamos en la actuación de Jesús: una misión que camina poco a poco hacia el
fracaso y un rebaño que se va encogiendo; pueden surgir las dudas y las crisis:
¿cómo compaginar esta situación con la pretensión de universalidad que proclama
el Reino? Esta semilla -afirma Jesús- encierra dentro de sí una enorme
potencialidad.
Se trata,
por tanto, de una lección de confianza válida para entonces y válida, quizás
más todavía, para la experiencia de minoría y de diáspora que vive la Iglesia
en el seno de la humanidad. Pero no se trata solamente de confianza. Jesús
quiere recordar el compromiso que exigen la importancia y el significado de la
situación presente: es importante esta ocasión, este encuentro con Cristo; el
Reino de Dios está en esta semilla. La humildad de la situación no debe
convertirse en motivo de dejadez y de abandono. No se trata de rechazar una
cosa sin importancia (como podría sugerir quizás la pequeñez exterior), sino de
rechazar ocasiones de consecuencias incalculables. "La enseñanza de esta parábola
no concierne propiamente al futuro. No pretende enseñarnos que el Reino de Dios
habrá de venir con toda seguridad, o que vendrá pronto, o que el misterio de
Jesús dará ciertamente frutos maravillosos. Se trata de hacernos comprender el
significado decisivo del tiempo presente". Así pues, la parábola nos
enseña a tomar en serio "nuestras" ocasiones, las ocasiones que se
ofrecen aquí y ahora, por muy humildes y terrenas que parezcan. Son, en el
fondo, ellas las que esconden la presencia del Reino.
Dos
conclusiones. Como el Reino está aquí, en medio de las oposiciones y de los
fracasos, entonces no tenemos que huir de la historia (aunque ésta sea
fragmentaria, equívoca y mezquina). El discípulo sabe ver en todo esto la
presencia de Dios. En cierto sentido -y ésta es la segunda conclusión- en el
Reino de Dios se desperdician muchas cosas (intentos repetidos, obstinados,
como el gesto del sembrador); no se puede ahorrar. Pero se trata sólo de un
despilfarro para los que razonan según los cálculos mezquinos de los hombres.
Realmente
en el amor no se desperdicia nada, ni tampoco en la actividad de Dios: sólo hay
riqueza de obstinación y de fantasía. Dios (y el amor que se le parece) no
pretende que cada gesto tenga un fruto, que cada esfuerzo obtenga su
recompensa. El amor vale por sí mismo, lo mismo que la atención a los hombres,
la obstinación en la solidaridad, la esperanza. Dios se da sin reservas.
MAGGIONI-B.Pág.
75
5.- La
semilla tiene una fuerza que no depende del sembrador. Una vez sembrada, crece
misteriosamente hasta dar fruto, sin que el sembrador intervenga. Este ni
siquiera sabe cómo acontece todo el proceso de crecimiento de la semilla. Lo
mismo ocurre con el reino de Dios, que nadie puede detener y ha de llegar a su
plenitud cuando sea la hora. El crecimiento del reino de Dios es un misterio
que sólo Dios conoce, él es el que le da el incremento. No debe confundirse a
la Iglesia con el reino de Dios y atribuirle una evolución orgánica siempre
ascendente en el mundo: la parábola no dice nada de esto. La Iglesia es
solamente el "sacramento del reino", es decir, un signo exterior en
el que se esconde y anuncia la realidad de la victoria de Dios y la obediencia
de los hombres a Dios, en lo que consiste nuestra salvación y el verdadero
reino de Dios. Pero la Iglesia está todavía en camino hacia la plena
manifestación y el establecimiento definitivo del reino.
Lo
importante en esta segunda parábola es la desproporción entre la pequeñez del
principio (grano de mostaza) y la magnitud del final (el arbusto). Así ocurre
con el reino de Dios: escondido ahora e insignificante, ha de llegar un día (el
"día del Señor"), cuando vuelva con "poder y majestad", en
que se manifieste según toda su dimensión.
EUCARISTÍA
1988/29
6.-
-"El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la
tierra": Esta lectura evangélica está formada por dos parábolas sobre el
Reino. En la primera se compara el Reino con lo que sucede en un proceso de
siembra. En este proceso se subraya la pasividad del hombre ("la semilla
germina y va creciendo, sin que él sepa cómo") y la productividad de la
tierra ("la tierra va produciendo la cosecha ella sola"). Del mismo
modo el Reino irrumpe en el mundo de una forma inexorable, como de una semilla
nacerán las espigas, y sin que los hombres puedan hacer nada. Ni a favor ni en
contra. El Reino crece a pesar del celo, la pereza o la incredulidad de los
hombres. Dios es quien tiene en sus manos el futuro del Reino, pero este futuro
será en bien del hombre, es él quien recogerá los frutos salvíficos: "Cuando
el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega".
-"Con
un grano de mostaza": La segunda parábola tiene el cuño del estilo
narrativo rabínico. El grano de mostaza, imagen de lo que es insignificante,
pero que después se hace muy grande. Nos indica el mismo movimiento de
crecimiento que la parábola anterior: el Reino está ya presente y va creciendo
por sí mismo.
JOAN
NASPLEDA - MISA DOMINICAL 1988/13
7.-
Texto. Está compuesto de dos parábolas sobre el Reino de Dios y de una nota informativa
del autor sobre el hecho general de la enseñanza en parábolas y el de la
explicación de las mismas a los discípulos.
La
fórmula introductoria "el Reino de Dios se parece a" puede dar pie a
malentendidos. El parecido no es con el hombre que siembra o con el grano de
mostaza sembrado; sino con la totalidad del proceso reseñado. Ambas parábolas,
en efecto, reflejan procesos completos: la siembra termina en siega; el grano
de mostaza, en planta frondosa. Con el Reino de Dios sucede lo mismo que con la
semilla o con el grano de mostaza: tiene una culminación intrínseca. No habría
que hablar de parábolas de crecimiento, sino de parábolas de culminación.
En el
contexto de Marcos las parábolas no vienen a dar respuesta a dificultades o
fracasos en el trabajo de consolidación del Reino de Dios. Las parábolas están
al servicio del "misterio del Reino de Dios" (Mc. 4, 11). Este
misterio o secreto escondido es el mismo que existe en la semilla o en el grano
de mostaza: parece imposible que de ellos pueda surgir una cosecha, una
frondosidad. ¡Y sin embargo surge! Lo mismo sucede con el Reino de Dios:
desemboca en cosecha y frondosidad. Todos están llamamos a él. Ya no hay judío
y no judío, esclavo y libre, hombre y mujer, rico y pobre. Existen incluso
testimonios antiguos que ven en los pájaros un símbolo de los paganos.
Comentario.
El particularismo o exclusivismo adopta hoy, indudablemente, formas distintas a
las reflejadas en la polémica judío-pagana de tiempos de Jesús. Pero detrás de
formas distintas se esconden siempre unos mismos fondos: afán acaparador,
espíritu cerrado, orgullo, pobreza de espíritu, corporativismo. Son increíbles,
al respecto, la mezquindad y el miedo a desmerecer.
No
obstante nuestras proclamas universalistas, no estamos dispuestos a diluirnos
unos en otros, a mezclarnos. ¡Nos ha costado tanto trabajo ser lo que somos y
conseguir lo que tenemos! La valía es desgraciadamente egoísta y miope.
El
universalismo real empieza por los más próximos. Solemos ser muy universalistas
con los que están lejos; cuanto más lejos, más universa- listas. El
universalismo suele empezar a quebrar con el acortamiento de las distancias.
A.- BENITO - DABAR 1991/32