jueves, 24 de junio de 2021

LECTURAS Y COMENTARIO DOMINGO XIII T,O, CICLO B - 27 JUNIO 2021

 

CONTIGO HABLO, NIÑA ¡LEVANTATE!”

 



COMENTARIO

 

“La cogió de la mano y le dijo: niña levántate”. Pensemos en la mano de Dios leamos en el texto de Isaías: “Yo Yahvé, soy tu Dios, yo te cogí por la mano derecha  y te dije: No temas, vengo en tu ayuda”. Cariñoso poder de Dios, cariñoso poder de Jesús. Conmovido, Marcos nos hace mirar la pequeña que de nuevo está viva: “Tenía doce años y les dijo que le dieran de comer”. Todo vino de la plegaria de su padre, lleno de confianza: “¡Ven para que viva!”. Cuando la gente avisó brutalmente al padre  que era inútil, que ya todo había acabado, Jesús se apoyó en su reacción más importante: “No temas, ten fe y basta”.

En el otro milagro que nos narra al mismo tiempo, Marcos repite incansablemente lo que desea inculcarnos, esas dos cosas tan sencillas  que hacen al cristiano: el poder de Jesús y que había salido fuerza de  él... le dijo, tu fe te ha curado. Vete en paz”. ¿Cómo hacernos comprender mejor lo que hemos de intentar vivir con él: tener confianza en su poder? Pero los enfermos siguen enfermando, los niños que mueren no vuelven a vivir, esas historias de milagros diciendo que salva: “Vete, no tengas miedo; tu fe te ha salvado”. Pero ¿qué pasos hay que dar, que repetir sin cesar, para llegar a esa fe en la fuerza de resurrección que emana tan poderosamente de Jesús?.

No se trataba solamente en de la muerte Y te iluminará el Mesías.

Esos milagros no deben detener nuestra atención en ellos mismos, si no, surgirá inevitablemente la queja: ¿por qué Jesús no curó a todos?. ¿Por qué Dios deja que los niños sufran y mueran?. Hay que tener inmediatamente resurrección final, definitiva. Cristo nos coge de la mano, o mejor dicho es nuestra fe que se agarra a su mano para que nos mantenga en pie en medio de las dificultades y de los sufrimientos actuales. El que no despierta su fe hasta el máximo no puede experimentar el poder de resurrección de Cristo que está ya en acto y que triunfará por completo cuando nos haga levantar de entre los muertos. Antes un niño muerto, no digo nada (¿qué podría decir?) pero pienso como piensan los padres creyentes: “En donde tú acabas de llegar, Cristo te está despertando a la vida bienaventuradas).

R.P. Roland Vicente Castro Juárez

 

ANTIFONA DE ENTRADA     Sal 46, 2

Pueblos todos, batan palmas, aclamen a Dios con gritos de júbilo.

 

ORACION COLECTA

Oh, Dios que por la gracia de la adopción has querido hacernos hijos de la luz, concédenos que no nos veamos envueltos por las tinieblas del error, sino que nos mantengamos siempre en el esplendor de la verdad. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de la Sabiduría 1, 13-15; 2, 23-24

Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes.

Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia es inmortal.

Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo, y los de su partido pasarán por ella.

 

SALMO RESPONSORIAL (29)

 

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

 

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.

 

Toquen para el Señor, fieles suyos, den gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante; su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo. R.

 

Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R.

 

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo los Corintios 8, 7. 9. 13-15

Hermanos: Ya que sobresalen en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tienen, distinguíos también ahora por su generosidad.

Porque ya saben lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por ustedes para enriquecerse con su pobreza. Pues no se trata de aliviar a otros, pasando ustedes estrecheces; se trata de igualar. En el momento actual, su abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día, la abundancia de ellos remediará su falta; así habrá igualdad.

Es lo que dice la Escritura: «Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba.».

 

ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                

Aleluya. Nuestro Salvador Jesucristo destruyo la muerte y saco a la luz la vida, por medio del evangelio. Aleluya.

 

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Marcos 5, 21-43

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.».

Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba.

Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría.

Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: «¿Quién me ha tocado el manto?».

Los discípulos le contestaron: «Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"».

Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.».

Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».

Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe.». No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta está dormida.».

Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: «Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate).

La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

 

PLEGARIA UNIVERSAL

Confiados en que Dios ama y cuida la vida de todos sus hijos, dirijámosle con confianza nuestras suplicas, diciendo:  R. Padre de la vida, escúchanos.

 

1.- Por el Papa Francisco. Para que, fortalecido y sostenido por el Espíritu Santo, siga defendiendo y promoviendo el amor y el respeto a la vida de todos. Oremos. R.

 

2.- Por los gobernantes: para que, compadecidos por el pueblo que sufre duramente los efectos de la pandemia, promuevan proyectos que favorezcan la vida y la salud de todos, especialmente de los menos favorecidos. Oremos. R.

 

3.- Por las mujeres de nuestro país y del mundo: para que en el hogar y en la sociedad sean valoradas, respetadas y protegidas como dadoras y protectoras de la vida, así como Jesús nos ha enseñado. Oremos. R.

 

4.- Por los educadores y padres de familia: para que, con la palabra y el ejemplo, formen a las nuevas generaciones en el amor,  el cuidado y el respeto por la vida de cada ser humano.  Oremos. R.

 

5.- Por los que en este tiempo de prueba han perdido a sus seres  queridos: para que, por nuestra cercanía fraterna, sean fortalecidos y consolados con la certeza de que la muerte no es el final, sino el comienzo de la vida verdadera. Oremos. R.

 

6.- Por los que participamos en la celebración: para que la vida nuestra que nos viene  de la Eucaristía reavive nuestra esperanza y ensanche nuestro corazón para acoger con amor a toda persona sin distinción de raza, género o condición social. Oremos. R.

 

Padre bueno, que has creado al ser humano varón y mujer a tu imagen y semejanza, acoge nuestras suplicas e infundenos tu Espíritu para que recuperemos la esperanza y alegría de vivir como hijos tuyos y hermanos entre todos. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Oh Dios, que actúas con la eficacia de tus sacramentos, concédenos que nuestro ministerio sea digno de estos dones sagrados. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

ANTIFONA DE COMUNION   Sal 102, 1

Bendice, alma mía, al Señor y todo mi ser a su santo nombre.

 

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

La ofrenda divina que hemos presentando y recibido nos vivifique. Señor para que, unidos a ti en amor continuo, demos frutos que siempre permanezcan. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

 

Lunes 28: Gn 18, 16-33; Sal 102; Mt 8, 18-22.

Martes 29: Hch 3, 1-10; Sal 18; Ga 1, 11-20; Jn 21, 15-19.

Miércoles 30: Hch 12, 1-11; Sal 33; 2Tm 4, 6-8.17-18; Mt 16, 13-19.

Jueves 01: Gn 22, 1-19; Sal 114; Mt 9, 1-8.

Viernes 02: Gn 23, 1-4. 19; 24, 1-8.62-67; Sal  105; Mt 9, 9-13.

Sábado 03: Ef 2, 19-22; Sal 116; Jn 20, 24-29.

Domingo 04: Ez 2, 2-5; Sal 122; 2Co 12, 12, 7b-10; Mc 6, 1-6.

 

COMENTARIOS AL EVANGELIO

Mc 5, 21-43

 

1. Texto.

En la perspectiva de un Reino de Dios abierto a todos, Marcos introducía el domingo pasado el tema de la fe en Jesús. El texto de hoy nos sitúa de nuevo en la orilla judía del lago de Genesaret, en medio de la habitual aglomeración de gente en torno a Jesús. El hilo narrativo lo configura el desplazamiento hasta la casa de Jairo, un encargado del orden en la sinagoga, cuya hija está mortalmente enferma. Entre partida de la orilla y llegada a la casa, Marcos intercala en los vs. 25-34 un episodio con una mujer. Se trata de la misma técnica narrativa que encontrábamos hace tres domingos en Mc. 3, 20-35. el episodio le sirve a Marcos para profundizar en el tema de la fe en Jesús.

Veamos. La mujer acude a Jesús como a último y único remedio a sus trastornos corporales. Pero lo hace anónimamente, mágicamente. La propia situación multitudinaria parece aconsejar un acercamiento así. En estas circunstancias resuena firme la pregunta de Jesús. "¿Quién me ha tocado el manto?" Con esta pregunta Marcos parece querer indicarnos que el ámbito de la fe en Jesús no es el del anonimato, sino el de la intercomunicación personal. La mujer, en efecto, se ve impelida a salir del anonimato. Viene con temor y temblor, y se prosterna ante Jesús.

En este contexto no puede interpretarse el temor y temblor desde planteamientos psicológicos. Representan más bien la reacción humana a la manifestación o epifanía divina. Se pone con ello de manifiesto que la mujer no había actuado por magia, sino por fe: ella había creído sencillamente en Jesús, había visto en él al enviado de Dios. Esto es lo que Marcos quiere resaltar y así lo sigue haciendo en la continuación del relato, ahora ya con Jairo.

También éste se ha prosternado ante Jesús reconociendo en él soberanía y majestad. El propio Jesús le invita a tener fe en él.

A partir de este momento el relato se hace íntimo, personal. Con la exclusión de gentío y plañideras se pone de nuevo de manifiesto que el ámbito de la fe en Jesús no puede ser otro que el de la relación personalizada. Es en un ámbito así en el que lo insospechado puede hacerse realidad. El relato termina con el sorprendente encargo, característico en el Evangelio de Marcos, de no divulgar el hecho.

Comentario.
Desde el capítulo 4 de las parábolas, Marcos se está moviendo en el supuesto de un Reino de Dios abierto a todos y en la perspectiva del presente del lector creyente, judío y no judío. En este sentido a Marcos le interesa menos un Jesús sujeto activo de su propio pasado que un Jesús objeto de profundización y de reflexión por parte del creyente. Aplicando esto al texto de hoy, resulta más exacto definirlo como relato acerca de la recta comprensión de la fe en Jesús que como relato de milagros de Jesús.

Esto supuesto, el texto de hoy es una buena ocasión para preguntarnos por los móviles de nuestra fe en Jesús. ¿Por qué creemos en él? ¿Qué intereses nos mueven? ¿Buscamos obtener algo de Jesús o buscamos sencillamente entablar una relación con él? Esta podría ser la pregunta clave.

Hemos visto que el relato termina con el sorprendente encargo de no divulgar el hecho de que la niña de doce años no está muerta, sino que vive. ¿Es que acaso era posible ocultar esto? Como ya sucedía el domingo pasado, la razón del encargo no hay que buscarla en el pasado del hecho, sino en el presente del lector.

Una vez más, Marcos nos invita a situarnos en la realidad del Jesús ausente, muerto-resucitado. Esto significa que creer en Jesús pasa por un creer en Jesús muerto y resucitado. Ahora bien, una fe así invalida toda relación con Jesús basada prioritariamente en el milagro, un milagro que ni siquiera Jesús pudo hacerse a sí mismo. Creer en Jesús es andar con él un camino que termina, cierto, en la vida, pero que antes pasa por la muerte. Creemos en Jesús, no buscando el milagro de la salud, sino corriendo con él la maravillosa aventura de morir y vivir.

ALBERTO BENITO - DABAR 1988, 36

 


 

 2. Jesús regresa con sus discípulos a la orilla occidental del lago de Genezaret, sirviéndose del mismo bote desde el que había predicado a las gentes (5, 1) y con el que había hecho la travesía cuando ocurrió lo de la tempestad calmada (4, 36). Mateo nos dice que el desembarco fue en Cafarnaún, la "ciudad de Jesús" (esto es, la que había elegido como plataforma de su actividad evangelizadora; Mt 9, 1; cfr. 4, 13).

Apenas desembarcaron, se presentó delante de Jesús el jefe de la sinagoga de Cafarnaún, llamado Jairo. Este hombre importante no sabe a quien acudir para obtener la salud de su hija.

Posiblemente ha visto cómo Jesús curaba a los enfermos imponiéndoles las manos. Ahora espera que le acompañe a su casa y haga otro tanto con su hija enferma. La multitud, siempre hambrienta de sensaciones fuertes y de milagros, se apiña en torno a Jesús. En el camino ocurre otro milagro en beneficio de una pobre mujer que padece una enfermedad vergonzosa (es la hemorroísa). Ella sabía muy bien que, según la Ley (Lev 15, 25-27), debía evitar todo contacto con las personas, pues era una mujer "impura". Sin embargo, no perderá la ocasión de acercarse sigilosamente a Jesús y de tocar la orla de su manto. Es su última esperanza, pues ha gastado ya toda su hacienda con los médicos sin alcanzar remedio. Ahora espera quedar sana de pronto con solo tocar el manto de Jesús.

En el comportamiento de esta mujer se manifiesta una mentalidad primitiva, una concepción mágica. Lo cual no tiene nada de extraño en aquellos tiempos. Pero sí es extraño que Jesús condescendiera con esa mentalidad. Es claro que Jesús no cree que su cuerpo sea una especie de talismán que emita unas fuerzas misteriosas que ni él mismo puede controlar; pues Jesús actúa siempre sabiendo lo que hace y cura a los enfermos que creen en él. Por lo tanto, sus milagros no acontecen por debajo de la conciencia y de las disposiciones personales. Así que habrá que pensar que este milagro haya sido relatada por Marcos tal y como fue interpretado por los testigos según su mentalidad y no según lo que pensaba Jesús.

v. 37: El Maestro toma consigo únicamente a los tres discípulos que serían también los testigos de su transfiguración (9, 2) y de su agonía en Getsemaní (14, 33).

v. 38: Se trata de las plañideras que lloran por oficio y que para eso han sido contratadas. Esto explica que se rían después al oír a Jesús que la niña estaba dormida. La resurrección de la niña acontece por el poder de la palabra de Jesús que Marcos ha conservado en original arameo. Jesús se manifiesta como señor de la vida y de la muerte.

Todos los milagros que se refieren a resurrecciones no son más que la proclamación de que en Jesús y por Jesús la vida triunfa sobre la muerte.

Con frecuencia vemos como Jesús impone silencio a los testigos de sus milagros. Tanto que se ha hablado de la "ley del silencio".

Si Jesús establece esa ley es para evitar que sus paisanos confundan el sentido de su mesianismo y caigan en falsos triunfalismos.

EUCARISTÍA 1985, 30

 


 

 

 3. Mc/05/28  Mt/09/21 "¡Si alcanzara a tocar tan sólo su vestido!" pensaba la pobre mujer del evangelio llena de fe. ¡Si yo alcanzase a recibir su palabra -la palabra de la Sagrada Escritura, que es la voz del Señor presente en la celebración litúrgica- con un corazón creyente, si yo fuese digno de comulgar su sagrado cuerpo sacrificado!...: ésto deberíamos pensar ahora. ¿Será menor el cuerpo que el vestido? ¡No está la salud más cerca de aquel que forma con el Señor un solo espíritu, una sola vida, un solo cuerpo, que de aquel que le toca únicamente por el exterior?

EMILIANA LÖHR - EL AÑO DEL SEÑOR - EL MISTERIO DE CRISTO EN EL AÑO LITURGICO II - EDIC.GUADARRAMA MADRID 1962. Pág. 363

 


 

 4. FE/MILAGRO

Los milagros están siempre ligados a la fe. ¿Por qué? ¿Qué tipo de fe? Aunque Jesús haya dicho: "tu fe te ha sanado", en realidad no es la fe del hombre lo que cura, sino el poder de Dios. La fe es la condición. De hecho, la mujer se curó, precisa Mateo, en aquel instante (9,22b); es decir, no cuando tuvo fe, ni siquiera cuando tocó el manto de Jesús, sino cuando el Señor le dirigió la palabra. Es la palabra de Cristo la que salva. La fe es la condición para que Dios obre milagros. Mas ¿por qué? Porque tener confianza significa en sustancia confesar nuestra impotencia y proclamar al mismo tiempo nuestra confianza en el poder de Dios.

Fe es negarse a contar con nosotros para contar únicamente con Dios. El grito de los enfermos que invocan a Cristo expresa siempre esta doble actitud. Tal es el espacio necesario para que Dios pueda actuar.

BRUNO MAGGIONI - EL RELATO DE MATEO -  EDIC. PAULINAS/MADRID 1982. Pág. 99

  

                                          

5. Jesús hace resaltar que a la mujer la ha curado                           gjh5s  su fe. La fe, siempre continúa siendo la condición y el fundamento de la acción salvadora de Dios en el hombre. La fe puede revestirse de distintas formas, ya sean primitivas sin desarrollar, ya sean refinadamente espirituales. Siempre está en camino y en proceso de evolución "partiendo de fe hasta consumarse en fe" (Rm/01/17); es decir, desde la fe existente y arraigada hasta la fe conocida más profundamente y vivida de forma más radical.


 6. Jesús llega a la casa y nota con disgusto el ruido de las plañideras, de los flautistas y de una muchedumbre que, según la costumbre oriental, lloran por la muerte en voz alta y gritando. Este ruido desenfrenado contradice por completo la índole sencilla de Jesús y de su ayuda. El Señor invita a la multitud a que salga de la casa, lo cual evidentemente no lo hace sin la ayuda de otros ("cuando echaron a la gente"). La multitud se burla de él, sobre todo, por la razón que da: "la niña sólo está durmiendo".

Jesús quiere decir que para él y para el poder de Dios esta muerte no significa más que un sueño ligero. Así lo dice también hablando de Lázaro: "Nuestro amigo Lázaro está dormido, pero voy a despertarlo" (Jn 11, 11).

La muerte para Dios no es un poder insuperable. Es delgada la pared que separa la muerte de la vida. Eso la gente no lo entiende, y se burlan neciamente de él. Las cosas tienen un aspecto muy distinto ante la mirada de Dios y ante la experiencia del hombre.

Sólo si nos ejercitamos en ver con la mirada de Dios, nos formamos el verdadero concepto. Entonces la muerte también pierde su carácter horripilante. 


 

 7. Contigo hablo, niña, levántate.

Saltándonos la escena (deliciosa) del endemoniado de Gerasa, la lectura continua de Marcos nos lleva al doble milagro de la resurrección de la hija de Jairo y de la curación de la mujer que padecía flujos de sangre. Un doble milagro entrelazado, que aparece de la misma manera en los tres sinópticos (muy resumido en Mateo, y no tanto en Lucas), y que invita a ser imaginado como un conjunto de escenas que desfilan ante los ojos, "como si presente me hallase".

Entre aquella multitud, se acerca un personaje de una cierta importancia, que confía en las capacidades sanadoras de Jesús: es muy clara y simple la expresión de confianza y de petición que hace Jairo, y es muy simple también la respuesta de Jesús, que se va con él sin más preámbulos.

Después, en medio del gentío, aparece la mujer de los flujos de sangre, una enfermedad que deja impuro al que la padece y al que se pone en contacto con ella: como en el caso de los leprosos, la mujer se acerca a Jesús y lo toca, convencida de que Jesús no hace caso de estos tabús. La reacción de Jesús, que en primer lugar deja atemorizada a la mujer, rompe la imagen de que en él hay una especie de fuerza mágica: es la fe y la confianza de la mujer las que han conseguido la curación.

A continuación recuperamos la escena de Jairo. La niña ha muerto. Y Jairo tiene que pasar a un nuevo nivel de fe-confianza: creer que por Jesús puede recuperar a la hija muerta.

La escena adquiere tintes de solemnidad: sólo están los tres discípulos que participan de los grandes momentos (transfiguraci6n, Getsemaní); Jesús entra en la casa transmitiendo seguridad y dominio de la situación; el evangelista conserva las palabras en arameo, dándoles, por tanto, un fuerte valor simbólico; Jesús actúa con gran sencillez (habla como si aquello no tuviera importancia: "La niña no está muerta..."; se limita a dar la mano a la niña y a decir una palabra nada retórica...), signo de su fuerza y su poder. Y todo el conjunto se convierte en afirmación de la fuerza salvadora de Jesús que libera al hombre sin ninguna barrera, y llama a la confianza en esta liberación.

JOSEP LLIGADAS - MISA DOMINICAL 1994, 9