COMENTARIO
Juan pone el milagro en un par de versículos
de los 41 del relato. Narra despacio el proceso de la fe. Al principio, todos
ciegos. Al final, uno curado y muchos ciegos. Tenemos una cita con unas noches
y con Jesús-luz. Noches del mal y del pecado. Tenemos una cita con unas noches
y con Jesús-luz.
¿Cómo es posible ser ciego desde que uno
nace? ¿Qué pecado ha cometido?. Jesús
elimina una falsa manera de ver las cosas: establecer un vínculo entre las
personas inválida y el pecado. Pero nos propone otra explicación; quiere ser
solamente luz para que podamos vivir lo que hay que vivir. El mal más terrible,
la noche más terrible, es carecer de luz: “Llega la noche y yo soy luz”.
El milagro será ese gran signo: Jesús da ojos.
Pero, a partir de ese mismo signo, el ciego tendrá un éxito completo en su cita
con Jesús-luz. Mientras que los “judíos” (los adversarios) fracasará. El ciego
sale de la noche: “¡Creo en ti, Señor!”. Los judíos se sumergen en la noche:
“Es Jesús es un pecador”.
¡Un ciego maravilloso! Patrono de los que
buscan la luz. Sube obstinadamente hacia el misterio de Jesús, sin dejarse de
asustar por los que “saben”, y bromeando con ellos cuando los demás tiemblan.
Juan escribe aquí su página más viva, salpicada de preguntas y sobresaltos:
¿Quién es ese? ¿Qué ha hecho? ¿Dónde está? ¿Quién es? Y tú, ¿qué dices de él?
¿Eres tú discípulo de ese hombre? ¡Desde el nacimiento eres pecador!
Ellos dicen: “nosotros sabemos”, y se ciegan a
sí mismos. El responde “yo no sé nada” y ve surgir poco a poco la luz; dice:
“El hombre”, luego, “viene de Dios; y finalmente “¡Señor!”. Puede leerse una
mil veces el evangelio sin ver a Jesús. Desde el comienzo, Juan no deja de
repetirlo: “La Luz brilla en la noche, pero la noche no capta la luz” (Jn 1 5).
Ante el ciego que lo “ve” y los fariseos que lo miran sin verlo, Jesús se
siente obligado a constatar lo que ocurre cuando él aparece: “Los ciegos ven y
los que ven se hacen ciegos”.
¡Pero yo sé! ¡Yo veo! No; “intentamos” ver. En
cada página, día tras día. Somos ese ciego a quien Jesús da ojos dos veces:
primero para mirarlo y luego para verlo. Hasta el último momento de nuestra
vida, no dejemos de repetir la misma oración: “Jesús, dame ojos para verte”.
Hagamos una anotación: La saliva se consideraba
una medicina. Jesús la utiliza alguna vez como signo de sus curaciones (cf. Mc
7. 33; 8. 23). El Talmud prohibía expresamente curar con saliva en día de
sábado. También se prohibía expresamente hacer barro en día de sábado. Ambos detalles
son necesarios para que surja la controversia en la que va a mostrarse la
pertinaz obcecación de los judíos y la progresiva lucidez del ciego de
nacimiento. Jesús, al untar con el barro los ojos del ciego, resalta su ceguera
y despierta también su esperanza de curación.
R.P. Roland Vicente Castro
Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA Is 66, 10-11
Alégrate, Jerusalén,
reúnanse todos los que la aman, regocíjense los que estuvieron tristes para que
exulten; mamarán a sus pechos y se saciarán de sus consuelos.
ORACION
COLECTA
Oh, Dios, que, por tu Verbo, realizas de modo
admirable la reconciliación del género humano, haz que el pueblo cristiano se
apresure, con fe gozosa y entrega diligente, a celebrar las próximas fiestas
pascuales. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura
del primer libro de Samuel 16, 1b.6-7.10-13ª.
En aquellos días, el
Señor dijo a Samuel: «Llena de aceite tu cuerno y ponte en camino; yo te envío
a casa de Jesé, el de Belén, porque he elegido como rey a uno de sus hijos».
Cuando llegó, vio a Eliab y pensó: «Seguramente, este es el ungido del Señor». Pero
el Señor le dijo: «No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo
rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve
el corazón». Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo:
«Tampoco a estos los ha elegido el Señor». Luego preguntó a Jesé: «¿Son estos todos
tus muchachos?». Jesé respondió: «Queda el pequeño, que precisamente está
cuidando las ovejas». Samuel dijo: «Manda a buscarlo, que no nos sentaremos a
la mesa mientras no llegue».
Jesé mandó a que lo
trajeran y lo hizo entrar: era rubio, de hermosos ojos y buena presencia.
Entonces el Señor dijo a Samuel:
«Levántate, úngelo,
porque es este». Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus
hermanos. En aquel momento,
invadió a David el
espíritu del Señor, y permaneció con él en adelante.
SALMO RESPONSORIAL (22)
El Señor es mi pastor, nada me falta.
El
Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me
conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. R.
Me
guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas
oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. R.
Preparas
una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y
mi copa rebosa. R.
Tu
bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en
la casa del Señor por años sin término. R.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura de
la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5, 8-14
Hermanos: En
otro tiempo, ustedes eran tinieblas, ahora son luz en el Señor. Caminen como
hijos de la luz —toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz—, buscando
lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las
tinieblas, sino más bien denúncienlas. Pues hasta da vergüenza mencionar las cosas
que ellos hacen a escondidas. Pero al ser denunciadas salen a la luz, porque
todo lo que se pone de manifiesto es luz. Por eso dice: «Despierta, tú que duermes,
levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz».
ACLAMACION ANTES DEL
EVANGELIO Jn 8, 12b
Yo soy la luz del mundo —dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida.
EVANGELIO
Lectura del
santo Evangelio según san Juan 9, 1-41
En aquel tiempo, al
pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le
preguntaron: «Maestro, ¿quién pecó, este o sus padres, para que naciera
ciego?». Jesús contestó: «Ni este pecó ni sus padres; ha sucedido para que se
manifiesten
en él las obras de
Dios. Mientras es de día, tenemos que hacer las obras del que me ha enviado;
viene la noche, y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz
del mundo». Dicho esto, escupió en el suelo, hizo barro con la saliva, se lo
untó en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que
significa Enviado)». Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los
que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ese el que se sentaba
a pedir?». Unos decían: «Sí, es el mismo». Otros decían: «No es él, pero se le
parece». Él respondía: «Soy yo». Y le preguntaban: «¿Y cómo se te han abierto
los ojos?».
Él contestó: «Ese
hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que
fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver». Le
preguntaron: «¿Dónde está Él?». Contestó: «No lo sé». Llevaron ante los
fariseos al que
había sido ciego. Era
sábado el día en que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos
le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: «Me puso barro
en los ojos, me lavé, y veo».
Algunos de los fariseos
comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado». Otros
replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?». Y estaban
divididos.
Y volvieron a
preguntarle al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?». Él
contestó: «Que es un profeta». Pero los judíos no se creyeron que aquel había
sido ciego y había recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les
preguntaron: «¿Es este su hijo, el que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo es
que ahora puede ver?». Sus padres contestaron: «Sabemos que este es nuestro
hijo y que nació ciego; pero no sabemos cómo es que ahora puede ver, ni tampoco
sabemos quién le dio la vista. Pregúntenselo a él, que es mayor y él mismo
puede darles razón».
Sus padres respondieron
así porque tenían miedo a los judíos; porque los judíos ya habían acordado expulsar
de la sinagoga a quien reconociera que Jesús era el Mesías. Por eso sus padres dijeron:
«Ya es mayor, pregúntenselo a él».
Llamaron por segunda
vez al que había sido ciego y le dijeron: «Confiésalo ante Dios: nosotros
sabemos que ese hombre es un pecador». Contestó él: «Si es un pecador, no lo
sé; solo sé que yo era ciego y ahora veo». Le preguntan de nuevo: «¿Qué te
hizo?, ¿cómo te abrió los ojos?». Les contestó: «Lo he dicho ya, y no me han
hecho caso; ¿para qué quieren oírlo otra vez?; ¿también ustedes quieren hacerse
discípulos suyos?». Ellos lo insultaron y le dijeron: «Discípulo de ese lo
serás tú; nosotros somos discípulos
de Moisés. Nosotros
sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ese no sabemos de dónde viene».
Replicó él: «Pues eso es lo raro: que ustedes no saben de dónde viene y, sin
embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino
al que da culto a Dios y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le
abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si este no viniera de Dios, no
tendría ningún poder».
Le replicaron: «Tú que
naciste lleno de pecado, ¿quieres darnos lecciones a nosotros?». Y lo
expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees
tú en el Hijo del hombre?». Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en
Él?».
Jesús le dijo: «Lo
estás viendo: el que te está hablando, ese es.» Él dijo: «Creo, Señor». Y se
postró delante de Él. Jesús añadió: «Para un juicio he venido yo a este mundo;
para que los que no ven vean, y los que ven queden ciegos». Los fariseos que estaban
con Él oyeron esto y le preguntaron: «¿También nosotros estamos ciegos?». Jesús
les contestó: «Si estuvieran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen que
ven, su pecado persiste».
PLEGARIA UNIVERSAL
Hermanos, al acercarse las festividades pascuales, con confianza filial
y con sencillez de corazón acudamos a nuestro Padre del cielo, y en nombre de
la humanidad supliquémosle diciendo: R. Bendícenos y santifícanos, Señor.
1.- Para que Cristo, nuestro redentor y luz de las naciones, ilumine la
labor evangelizadora de la Iglesia y fecunde su misión en el mundo. Oremos. R.
2.- Para que Cristo, el Buen Pastor que dio su vida por sus ovejas, sea
el inspirador y modelo del Papa, obispos y ministros, para que se entreguen con
celo pastoral al pueblo a ellos confiado. Oremos. R.
3.- Para que los gobernantes de las naciones, ciudades y pueblos busquen
la verdad y se comprometan en alcanzar la justicia para todos. Oremos. R.
4.- Para que los jóvenes, esperanza de nuestra sociedad, descubran a
Jesucristo y siguiendo sus huellas puedan contribuir
en la transformación de una sociedad más justa. Oremos. R.
5.- Para que cuantos han dejado este mundo gocen de la luz y de la
felicidad que no conoce ocaso, e intercedan por los que lloran su partida. Oremos. R.
6-. Para que, celebrando el banquete de la Palabra y el Cuerpo de Jesús,
en la preparación a las fiestas pascuales sepamos descubrir que Él está en
nosotros y nos llama a vivir su amor en plenitud. Oremos. R.
Gracias, Señor, por escuchar nuestras oraciones; danos tu gracia para
construir una sociedad nueva, y haz que tu amor sea el móvil de nuestro obrar.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACION
SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, al ofrecerte alegres los dones de la eterna salvación, te
rogamos nos ayudes a celebrarlos con fe verdadera y a saber ofrecértelos de
modo adecuado por la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Jn 9, 11.38
El Señor untó mis ojos: fui,
me lavé, vi y creí en Dios.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Oh, Dios, luz que alumbras a todo hombre que viene a
este mundo, ilumina nuestros corazones con la claridad de tu gracia, para que
seamos capaces de pensar siempre, y de amar con sinceridad, lo que es digno y
grato a tu grandeza. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PALABRA
DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes
20: 2Sam 7, 4-5a.12-14a.16; Sal 88; Rm 4,
13.16-18.22; Mt 1, 16.18-21.24a.
Martes
21: Ez 47, 1-9.12; Sal 45; Jn 5, 1-3.5-16.
Miércoles 22: Is 49, 8-15; Sal 144; Jn 5, 17-30.
Jueves
23: Ex
32, 7-14; Sal 105; Jn 5, 31-47.
Viernes
24: Sb 2, 1ª.12-22; Sal 33; Jn 7, 1-2.10.25-30.
Sábado
25: Is 7, 10-14; 8, 10; Sal 39; Hb 10, 4-10;
Lc 1, 26-38.
Domingo
26: Ez 37, 12-.14; Sal 129; Rm 8, 8-11; Jn 11,
1-45.
COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Jn
11. 1-45
A la hora de interpretar un
texto del cuarto evangelio hay que tener en cuenta la peculiar técnica de
composición empleada por su autor: yuxtaposición de un doble plano, de
superficie y profundo. El plano de superficie es el de la dimensión empírica de
los acontecimientos: es el plano de los interlocutores de Jesús. El plano
profundo es el del significado que los acontecimientos encierran dentro de sí.
El significado nunca es empírico ni verbal; hay que descubrirlo y hacerlo
palabra y esto es obra del intérprete. En el cuarto evangelio Jesús se mueve
habitualmente en este plano profundo; sus palabras representan la labor
interpretativa y verbalizadora de Juan del significado de la persona de Jesús.
No son, pues, una reproducción del lenguaje materialmente empleado por Jesús,
ni deben situarse al mismo nivel que las palabras de los interlocutores; en
otras palabras: Jesús nunca habló como lo hace en el cuarto evangelio y, sin
embargo, es profundamente verdad todo lo que el "dice" en el cuarto
evangelio.
Una buena metodología para
entender un texto de Juan será, pues, separar los dos niveles de lenguaje que
en él se entremezclan. En el texto de hoy tendríamos las siguientes secuencias.
Nivel de superficie: vs. 1-3. 5-8. 12-13. 16-22. 24. 28-39. 41a. 43-45. Nivel
de significado: vs. 4. 9-11. 14-15. 23. 25-27. 40. 41b-42.
v. 4: El sentido de estas
palabras no es inmediatamente evidente. Se esclarecerá más adelante a través de
la siguiente afirmación: "No hay amor más grande que dar la vida por los
amigos" (Jn 15.13). Juan puede poner legítimamente esta afirmación en
labios de Jesús, porque responde a algo concreto vivido por Jesús. En efecto, la
muerte de Lázaro va a ser el motivo determinante de que Jesús vaya a Judea
(Betania dista unos tres kilómetros de Jerusalén, v. 18). Ahora bien, dadas las
circunstancias (cf. vv. 8 y 16), Jesús no puede ir a Judea sin grave riesgo
para su vida.
La demora de dos días en ir
a visitar al amigo (v. 6) no obedece a una conciencia sabedora de su poder;
sería un juego sádico por parte de Jesús y no explicaría adecuadamente su
llanto posterior.
La demora tiene otra
explicación: el cerco mortal que los adversarios de Jesús han montado en torno
a Él. Por eso nos estremece tanto el llanto de Jesús por su amigo muerto:
expresión dramática de amor y confesión impotente de una forzada tardanza (v.
35; cf. vv. 21 y 32). Pero el amor por su amigo puede más que el cerco y al fin
Jesús consigue burlarlo; aunque sólo momentáneamente, porque la visita la
terminará pagando con su propia vida (cf. Jn 11. 49-50/53). Para Jesús es más
importante un amigo que la propia vida. Esto lo demuestra prácticamente:
desafía a la muerte yendo a ver a Lázaro.
Ahora bien, para Juan el
amor constituye la esencia misma de Dios (cf. 1 Jn 4. 8); el amor es la gloria
de Dios. El desafío a la muerte que supone el ir a ver a Lázaro es el timbre de
gloria que manifiesta quién es Jesús. Ahora podemos entender el v. 4. La
enfermedad de Lázaro no es para muerte, sino para manifestar palpablemente la
gloria de Dios, es decir, el amor que Dios tiene, revelado a través de su Hijo
(cf. v. 42). La visita a Lázaro es la ocasión de la glorificación de Jesús, es decir,
la ocasión que va a propiciar la posibilidad de amar desafiando a la muerte. De
ahí que en el cuarto evangelio la glorificación vaya unida a la muerte; más
aún, en la muerte consiste precisamente la glorificación (cf. Jn 12.
24/27-28/32-33; 13. 31-32; 17. 1-2).
De esta manera, el relato
de la muerte y resurrección de Lázaro, Juan lo ha compuesto en clave simbólica:
Lázaro es símbolo de Jesús. Y lo que es más importante para el hombre: Lázaro
es símbolo de la destrucción del destino inexorable y de la fatalidad. El
hombre no es ya un ser para la muerte. El símbolo es una realidad en Jesús: El
es la resurrección y la vida (v. 25). ¡Qué fantástico sería si a la pregunta
"¿Crees esto?", respondiéramos como Marta: "¡Sí, Señor: yo creo
que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo!"
(v. 27).
DABAR 1978/18
2.- MU/RS
Jesús inicia la subida a
Jerusalén que, sus discípulos ya lo saben, es una marcha hacia la muerte (cf.
Jn 7.1/8). Y no sin reticencia ni humor negro aceptan los discípulos el seguir
a Jesús en ese viaje (vv. 8/12/16) Pero Jesús quiere hacer comprender de
entrada a sus apóstoles incrédulos que esa subida a Jerusalén se terminará con
la victoria de la vida sobre la muerte y el don de la vida a través de la
muerte misma.
a)El relato de la
resurrección de Lázaro está pensado todo él como la más adecuada ilustración de
esa paradoja entre la vida y la muerte. Jesús espera a que su amigo enfermo
haya muerto realmente (vv. 5/17/39): quiere revelar así su imperio sobre la muerte
en el momento en que la muerte se va a apoderar de él. Otra paradoja es el
hecho de que el haber devuelto la vida a un muerto precipite su propia muerte
(v. 47).
b) Como sucede siempre en
san Juan, la obra realizada por Jesús está destinada sobre todo a revelar su
personalidad divina (tema de la gloria en el v. 40). El relato de la resurrección
de Lázaro no se sustrae a esa ley. Mientras que Marta cree sólo en una
resurrección al final de los tiempos (v. 24), Jesús revela que es Él mismo esa
resurrección (Yo soy: v. 25): no sólo ahora, sino sobre todo más tarde, en el
momento de su propia victoria sobre la muerte a la que, para Juan, le prepara
su divinidad.
c)El relato que Juan hace
de la reanimación de Lázaro está evidentemente compuesto con la intención de
prefigurar el drama pascual: en el deceso de su amigo Lázaro es la muerte la
que se presenta ante Jesús y este se "turba" ya como en Getsemaní (v.
33). Pero los signos de la resurrección de Jesús están ya reunidos en el relato
de Lázaro: las lágrimas de María ante la tumba (v.33; cf. Jn 20. 11), el
sepulcro y la pesada piedra (vv. 38-40; cf. Jn 20. 1), las vendas (v. 43; cf.
Jn 20. 5), y sobre todo el hecho de que se hubiera "dejado" a Lázaro
irse (v. 44; cf. Jn 20. 17). S. Juan, que creyó ante el sepulcro vacío de
Pascua, descifra ya en la muerte y la reanimación de Lázaro la Pascua de Jesús.
Juan no nos ofrece el menor detalle sobre las impresiones de Lázaro resucitado,
sobre lo que ha podido ver en la muerte, sobre lo que experimenta al ser
devuelto (provisionalmente por lo demás) a la vida terrestre. Esto no tiene
para él interés alguno: no piensa en absoluto que la vida cristiana sea una
especie de estado paradisíaco prematuro concedido al hombre por simple
arbitrariedad de un Señor todopoderoso e independientemente de toda decisión
del hombre mismo.
Para Juan, las
"vueltas a la vida" operadas por Jesús son ante todo
"signos" de la actividad misma de Dios, que es vida, en el seno de
todas las actividades humanas, comprendida la muerte. La lectura del milagro de
la resurrección no tiene, pues, sentido, si no es animada por la
intencionalidad religiosa de la fe.
Dentro de esta perspectiva
interesa más saber quién es Jesús que lo que fue de Lázaro; interesa más saber
que en Jesús ha encontrado Lázaro un medio de comulgar con la vida en el seno
mismo de la muerte: en eso radica la fe y ese conocimiento es muy distinto del
que manifiestan Marta y María cuando afirman su creencia en una resurrección
escatológica.
MAERTENS-FRISQUE - NUEVA
GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA III - MAROVA MADRID 1969.Pág. 199
3.- D/V.
El relato nos presenta la
acción significativa de un Dios que se manifiesta partidario de la vida. Jesús
se expresa como alguien tremendamente humano a quien un profundo dolor le hace
llorar.
Dios se duele por la muerte
de los hombres. Sin embargo, es frecuente que el hombre mate, física o
moralmente, en nombre de Dios. Las mismas personas que leían en la sinagoga lo
escrito por el profeta: "No quiero la muerte del pecador, sino que se
convierta y viva", mataban a pedradas a ciertos predicadores y, sobre
todo, a pecadoras. Al grito de ¡Dios lo quiere!, los cruzados de todos los
tiempos han practicado algo tan sin sentido como matar "en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" a quienes llamaban infieles. Así, el
mártir Santiago se convierte en modélico "matamoros". Aún hoy, podemos
encontrarnos pidiéndole a Dios que baje cierto fuego del cielo para castigar a
sus enemigos, sin pensar que él no tiene enemigos, sino hijos. Todavía seguimos
usándolo como instrumento de dominio sobre los hijos o los inferiores: el niño
Jesús no haría eso, la voz del superior es la voz de Dios...
EUCARISTÍA 1990/16
4.- NU/000002-DIAS MU/LIMITE.
La distancia y el riesgo
puede ser razón explicativa de la tardanza de Jesús en acudir a ver a su amigo,
pero no son razón para esperar "dos días", como se afirma en el v. 6.
Este v. es un caso concreto de formulación no empírica, sino interpretativa.
Hace dos domingos veíamos
que Jesús se quedaba también "dos días" en el pueblo de los
samaritanos (Jn 4. 40). A continuación de esos dos días el autor presenta a
Jesús curando a una persona que está a punto de morir (Jn 4. 46-54). Los dos
días son un recurso del autor para poner a Jesús a las puertas del tercer día y
de lo que esta expresión significaba en la tradición cristiana cuando él
escribía su Evangelio. Jesús es lo que significa el tercer día, es decir,
resurrección, vida. Los dos días de espera no obedecen a la crónica de los
hechos, sino al quehacer teológico del autor.
-Gloria no tiene en esta
frase el sentido sociológico de la fama y honor resultantes del hecho de
resucitar a Lázaro, sino el sentido esencial de lo que son Dios y su Hijo. El
término castellano gloria está usado en el sentido etimológico del término hebreo
correspondiente y significa peso, consistencia. El autor quiere que leamos este
relato como una manifestación de lo que son en sí mismos Dios y Jesús, una
manifestación de lo que es su esencia de personas y que como tal les
caracteriza. En otras palabras, el relato quiere poner de manifiesto que Dios y
Jesús son vida.
El diálogo de Jesús con sus
discípulos en los vs. 7-16 es el primer acto de la manifestación. Un acto en el
que coexisten, sin invalidarse mutuamente, los dos niveles de la realidad: el
empírico (Lázaro ha muerto) y el profundo (Lázaro está dormido). Crudeza y
dulzura. Un acto en el que, decidiendo acudir a donde está Lázaro, el portador
de vida sume la posibilidad de su propia muerte.
El segundo acto es el
diálogo de Marta y de Jesús (vs. 17-27). El acto se abre con la crudeza de lo
empírico. Cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Y con la
muerte, la tristeza y la solidaridad humanas ante lo inevitable. En este
contexto Marta representa lo máximo a lo que un creyente judío podía llegar: la
fe en una resurrección al final de los tiempos.
Marta cree, en definitiva,
que lo inevitable no es definitivo, pero su perspectiva es a largo plazo, en el
futuro. Es en estas coordenadas cuando suena nítida la frase: Yo soy la
resurrección y la vida. En esta frase nada es futuro: todo es presente, con la
presencia empírica y constatable de la persona que la pronuncia.
El futuro del que habla
Marta se adelanta y se acerca al presente hasta hacerse uno con él. Yo soy la
resurrección y la vida. Aquí no hay ya espera, sólo hay acontecimiento. ¿Crees
esto? Es la pregunta crucial del relato.
El tercer y definitivo acto
es la realización de lo formulado verbalmente en los dos anteriores, la
verificación de las palabras de Jesús. Retorna al esquema narrativo de salir de
algo para acudir a donde está Jesús, que veíamos hace dos domingos. Retorna el
caso del invidente del domingo pasado. Da la sensación que el autor quiere
hacer confluir aquí todo lo escrito con anterioridad. Aquí están efectivamente los
judíos y los discípulos, es decir, dos personajes clave en la obra. Aquí están,
sobre todo, Jesús y el Padre. Es el momento culminante en lo que llevamos de
Evangelio. La reiterada conmoción de Jesús así lo resalta. Es la única vez que
aparece este dato en todo el cuarto evangelio. La crudeza de lo empírico es tan
total que se hace llanto en el portador de vida. Pero con el mismo realismo de
lo empírico emerge lo que Jesús y el Padre son y transmiten: Lázaro vive.
Comentario: No nos hallamos
ante un texto prepotente, sino ante un texto indefenso, con la indefensión de
quien pregunta. ¿Crees esto? El texto nos dice que Dios es vida en el sentido
más literal del término y que esta vida la hace creíble Jesús. ¿Crees esto? El
texto es fundamentalmente una invitación a ir al encuentro de Jesús y a
descubrir la realidad plena de su persona. Sí, Señor: yo creo que tú eres el
Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo. Tres facetas
diferentes de la persona de Jesús.
Sólo después del encuentro
con Jesús podremos entender una frase tan inaudita como la siguiente: no
morirnos nunca. Entenderla y tener certeza de ella. ¿Crees esto? El texto no
niega nada de la realidad; sencillamente ahonda en ella y amplía su alcance
allí donde éste parece tener un límite: la muerte. El texto no niega la muerte:
sencillamente afirma que la muerte no es el límite de la realidad humana.
¿Crees esto? Sal al encuentro de Jesús y descubrirás que todo es real y
verdadero.
DABAR 1990/21
5. FE/RS.
Como a Marta, me queda una
etapa por franquear. Sé muy bien por todo lo que he aprendido, que
resucitaremos en el último día. Ante el sufrimiento y la muerte, puedo apoyarme
en el dogma; puedo recitar mi catecismo, como lo recita Marta: "Le dice
Jesús: Tu hermano resucitará. Le respondió Marta: Ya sé que resucitará en la
resurrección, el último día", pero el dogma no me aporta nada si no
descubro que la resurrección no es un momento en el tiempo sino que es alguien.
"Jesús le respondió: Yo soy la resurrección". Comprendo entonces que puedo
sobrevivir más allá de la muerte si existe otro, eterno, que me ame con un amor
tan grande que me acoja en él. Sólo puedo ser inmortal en Dios porque Dios es
amor. "El que cree en mí, aunque muera vivirá; y todo el que vive y cree
en mí, no morirá jamás, ¿crees esto?".
ALAIN – GRZYBOWSKI - BAJO
EL SIGNO DE LA ALIANZA - NARCEA/MADRID 1988.Pág. 95
6.- J/V
Sería desconocer lo más
elemental del cuarto evangelio quedarse en la simple consideración de la escena
como tal. El evangelista ha seleccionado este gesto de Jesús para acentuar lo
que en el signo se halla significado. No se trata simplemente de afirmar el
poder de Jesús sobre la muerte. La enseñanza va en la dirección siguiente: los
discípulos, los creyentes, se hallan tan íntimamente unidos a Cristo que ni la
muerte puede separarlos. Dicho con las palabras del evangelista: el creyente no
morirá para siempre. Esta enseñanza se halla concentrada en la conversación
entre Marta y Jesús cuando dice: Yo soy la resurrección y la vida.
Precisamente por eso, la
resurrección de Lázaro no puede ser considerada simplemente como un milagro
realizado por Jesús, sino como un signo que demuestra el poder eficaz de la fe:
el resultado de la fe es la posesión de la vida eterna ya en el momento
presente, por parte del creyente. No es necesario esperar hasta el "último
día" para la posesión de la vida eterna, como lo pensaba Marta
participando de la creencia del judaísmo.
El significado que acabamos
de apuntar no se halla condicionado por la historicidad de lo ocurrido en aquel
pequeño pueblo llamado Betania. Pero, por otra parte, es imprescindible remitir
a las resurrecciones enumeradas por los Sinópticos (Mc 5. 15ss; Lc 7. 11ss.).
Más aún, Juan no hubiese recordado la historia si no hubiese creído que había
tenido lugar. Y ello porque su convicción más profunda es que el Verbo se hizo
hombre y manifestó su gloria en sucesos históricos. No se trata, por tanto, de
una simple alegoría inventada en función de una enseñanza.
En esta historia, como es
habitual en el cuarto evangelio, se recurre con frecuencia a la ambigüedad de
las afirmaciones. Por ejemplo: esta enfermedad no es para la muerte. Lázaro,
sin embargo, murió. Pero se halla latente otro pensamiento: la muerte no tendrá
poder sobre él, cuando Jesús haga acto de presencia en Betania. Jesús se
presenta como la vida desafiando la muerte y venciéndola en su terreno, en un
hombre del que ya se había adueñado.
El pensamiento del
evangelista no se agota ahí. La resurrección de Lázaro provoca en los enemigos
de Jesús el deseo y la decisión de darle muerte. Matar al que es capaz de dar
la vida a un muerto arrancándolo del sepulcro.
Otra ambigüedad tenemos en
el uso que se hace de la palabra "sueño" (vv. 11ss.). Los discípulos
no entienden este lenguaje ambiguo: el sueño significaba la muerte; el
despertarlo, significaba la resurrección. Notemos, finalmente, la aparición de
las dos clases de escatologías: la futurista, representada en las palabras de
Marta, "resucitará en el último día", y la realizada, aunque no
final, que se halla provocada por la presencia de Jesús y su fe en él.
COMENTARIOS A LA BIBLIA
LITURGICA NT - EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1512
7.- Marta y María anuncian
a Jesús que su amigo Lázaro está enfermo. Jesús responde que esta enfermedad no
es para la muerte, sino para que en ella se manifieste la gloria de Dios. Con
estas palabras alimentaba en las dos hermanas la esperanza de una posible curación
milagrosa. Además, revela el propósito de querer dar una prueba ostensible de
su misión divina. Marta cree que Jesús puede curar a los enfermos sólo con su
presencia, por eso se lamenta ahora de que llegue después de haber enterrado a
su hermano. Cree también en general que Dios escucha siempre la oración de
Jesús y que Dios puede resucitar a los muertos. Con todo, la respuesta de Jesús
es tan sorprendente que Marta piensa que Jesús se refiere a la resurrección de
los muertos al fin de los tiempos. En esa resurrección creían todos los judíos
con la sola excepción de los saduceos (Mt 22, 23).
Jesús dice que él mismo es
"la resurrección y la vida"; es decir, que tiene poder para resucitar
y dar la vida a cuantos crean en él. Los que creen en Jesús viven ya ahora la
"vida eterna", y no morirán para siempre. Esta vida es un don que no
puede arrebatar al creyente la muerte corporal. Por lo que la muerte, toda
muerte, ya ha sido vencida y ha perdido su virulencia. La muerte de los que
creen en Jesús es el paso necesario para que se manifieste plenamente en ellos
la vida que ya han recibido.
Marta no puede comprender todo
lo que escucha, pero cree que Jesús es el mesías. Esto le basta para aceptar
cuanto le dice.
Esta oración de acción de
gracias presupone otra de petición. Jesús oró de las dos maneras, pidiendo y
dando gracias al Padre. Pero la oración de Jesús difiere en un punto esencial
de la que nosotros hacemos: Jesús tiene conciencia de su íntima y singularísima
unión con el Padre (cf. 10, 30) y sabe que su oración es, por ello mismo,
escuchada; además, Jesús pide siempre que se haga la voluntad del Padre, es
para que todos cuantos vean después el milagro crean que él es el enviado del
Padre.
El milagro es siempre
milagro para la fe, para que los hombres crean y tengan vida creyendo. Pero no
todos los que vieron creyeron. Algunos de los testigos fueron enseguida a contar
lo sucedido a los fariseos, los enemigos de Jesús. Y éstos decidieron acabar
con él.
En la dura lucha que Jesús
mantuvo contra la incredulidad de los judíos su última palabra fue ésta:
"Yo soy la resurrección y la vida". En torno a esta palabra se cuenta
la resurrección de Lázaro, la señal más portentosa y la explicación visible de
lo que Jesús es para todos los que creen en él. Cualquiera que sea la fuente de
esta narración, Juan la sitúa en su evangelio dentro de un contexto polémico.
Por eso no se trata simplemente de un milagro para socorrer la necesidad de una
vida abandonada (como en Naím) o atender las súplicas de un padre afligido (Jairo),
sino de una demostración pública y solemne de la verdad de Jesús y en un
momento crítico y definitivo. No es casual que en el mismo instante en el que
el Hijo de Dios manifiesta de forma suprema su poder como autor de la vida, los
incrédulos decidan su muerte y tomen las medidas necesarias para realizar su
crimen.
EUCARISTÍA 1981/17
8.- Lázaro era el pobre, el
desposeído de todo, privado de la gracia, privado de la vida, privado del Padre
celestial. Se hallaba en el pecado, en la muerte, en la sepultura. No era sólo
el leproso, no era sólo el hambriento; era, incluso, el alimento de los
gusanos; se encontraba en el reino de la muerte y de la corrupción, en el hedor
de la putrefacción. Lázaro, el desposeído de todo, el hombre en el pecado. Adán
después de la caída, el género humano que suspira por la redención.
EMILIANA LÖHR - EL AÑO DEL
SEÑOR - EL MISTERIO DE CRISTO EN EL AÑO LITURGICO I EDIC.GUADARRAMA MADRID
1962.Pág. 402
9.- Cristo convierte en
realidad la metáfora de Ezequiel. Cristo pasó por la vida abriendo sepulcros y
resucitando muertos. Todo tipo de muertos. Él es la Resurrección. Un cuadro
plástico inmortal: Vida y Muerte enfrentados en el sepulcro de Lázaro. Un signo
concentrado de esa interminable partida de ajedrez entre la muerte y la vida.
¿Qué hay que destacar más en Jesús: sus gestos humanos o su poder divino? Jesús
es el que llora por un amigo y es el "Yo soy". ¿Quieres ser amigo de
Jesús, el que abre los sepulcros? Pues sólo te pide una cosa: creer.
CARITAS - LA MAS URGENTE
RECONVERSION - CUARESMA 1984.Pág. 59
10.- Cristo convierte en
realidad la metáfora de Ezequiel. «Yo mismo abriré tu sepulcro», amigo mío; yo
te rescataré del lugar de los muertos; yo te llenaré de espíritu de vida; yo
venceré tu muerte; yo derrotaré toda muerte. En un cuadro plástico de gran
belleza, se nos pinta la Vida y la Muerte enfrentados en el sepulcro de Lázaro.
La resurrección del amigo es parábola y profecía de futuras victorias sobre
todo tipo de muertes: Cristo ha venido para que «tengamos vida y la tengamos en
abundancia» y la tengamos para siempre. Él nos repite: «Amigo mío, pueblo mío,
yo abriré vuestros sepulcros»; yo abriré todos los sepulcros. En la narración
evangélica no sabemos qué admirar más en Jesús: sus sentimientos humanos o su
poder divino, al Jesús que llora o al que se proclama «resurrección y vida».
Ambas dimensiones nos convencen de su verdad.
CARITAS - LA MANO AMIGA DE
DIOS - CUARESMA Y PASCUA 1990.Pág. 100
PROPUESTA DE CANTOS DOMINGO IV DE CUARESMA CICLO A 2023
01.- EN LA NOCHE MIRANOS (Autor: J.A.
Espinoza)
DANOS
TU MANO SEÑOR. (2V)
Libra
mis ojos de la muerte;
dales
la luz que es su destino.
Yo
como el ciego del camino
pido
un milagro para verte.
Haz
que mi pie vaya ligero.
Da de
tu pan y de tu vaso
al
que te sigue paso a paso
por
lo más duro del sendero.
Que
yo comprenda Señor mío
al
que se queja y retrocede;
que
el corazón no se me quede
desentendidamente
frío.
02.- UNIDOS EN LA CARIDAD (Autor: Cesareo Garabain)
Unidos, Señor, en
caridad,
cantamos ante tu altar,
cantamos ante tu altar.
Concédenos, Señor, tu paz,
tu luz, tu gracia perdón.
Infúndenos tu amor.
Viniste a encender un fuego de amor,
que nunca se apagará,
que nunca se apagará.
Concédenos, Señor, tu paz,
tu luz, tu gracia perdón.
Infúndenos tu amor.
Tu aliento nos dio más fuerza y valor,
venciendo muerte y dolor,
venciendo muerte y dolor.
Concédenos, Señor, tu paz,
tu luz, tu gracia perdón.
Infúndenos tu amor.
03.- RECIBE OH DIOS
Recibe, ¡oh Dios!, el pan que te ofrecemos,
luego será el Cuerpo de Jesús.
También acepta nuestros sacrificios,
nuestra oración y nuestro corazón.
Recibe, ¡oh Dios!, el vino que ofrecemos,
luego será la Sangre de Jesús.
También acepta nuestros sacrificios,
nuestra oración y nuestro corazón.
Recíbelos, Señor, por nuestras faltas,
por los que están aquí, junto al altar,
cristianos, vivos y
difuntos,
por todo el mundo, por
su salvación.
04.- LIBRA MIS OJOS DE LA MUERTE (Autor: P. Josico)
Libra mis ojos de la muerte
dales la luz que es su destino.
Yo, como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.
Haz de esta piedra de mis manos
una herramienta constructiva;
cura su fiebre posesiva
y ábrela al bien de mis hermanos.
Que yo comprenda, Señor mío,
al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.
Guarda mi fe del enemigo
(¡tantos me dicen que estás muerto…!)
Tú que conoces el desierto,
dame tu mano y ven conmigo.
Amén.
05.- BENDITO SEAS SEÑOR (Autor: Palazón)
BENDITO SEAS, SEÑOR,
POR ESTE PAN Y ESTE VINO
QUE GENEROSO NOS DISTE
PARA CAMINAR CONTIGO,
Y SERÁN PARA NOSOTROS
ALIMENTO EN EL CAMINO.
1. Te ofrecemos el trabajo,
las penas y la alegría,
el pan que nos alimenta
y el afán de cada día.
2. Te ofrecemos nuestro barro
que oscurece nuestras vidas
y el vino que no empleamos
para curar las heridas.
06.- TE OFRECEMOS PADRE ETERNO (Autor:
Néstor Jaén)
Te ofrecemos Padre eterno de la tierra nuestro don,
para que nos lo conviertas en tu Hijo el Salvador.
VINO Y PAN DAMOS HOY, SE TRANSFORMARÁN EN DIOS.
Toda el alma de este pueblo la ponemos con amor,
junto al cáliz y las hostias en señal de adoración.
Presentamos nuestras culpas ante el ara del perdón,
las ofrendas hechas Cristo nos darán la salvación.
Te ofrecemos nuestras luchas por la nueva humanidad,
pon tu amor en medio de ellas y el pueblo verá la paz.
07.- JESUS, ¡QUIEN ERES TU (Autor: Brotes de Olivo)
Jesús, quién eres
Tú, tan pobre al nacer que mueres en cruz.
Tú
das, paz al ladrón, inquietas al fiel, prodigas perdón.
TÚ, SIENDO CREADOR, ME
QUIERES A MÍ, QUE SOY PECADOR.
TÚ, DUEÑO Y SEÑOR, ME PIDES
A MÍ, SALVAR LA CREACIÓN.
Jesús,
quién eres Tú, tan pobre al nacer que mueres en cruz.
Tú
das, paz al ladrón, inquietas al fiel, prodigas perdón.
TÚ, SIENDO CREADOR, ME
QUIERES A MÍ, QUE SOY PECADOR.
TÚ, DUEÑO Y SEÑOR, ME PIDES
A MÍ, SALVAR LA CREACIÓN.
Jesús,
ya sé de ti, algo de tu ser, que quieres de mí.
Más
yo quiero saber, que rumbo seguir, que debo de hacer.
DÍ, QUE HE DE ESPERAR, QUE SENDA ELEGIR,
PORQUE HE DE LUCHAR.
TÚ, AYÚDAME, PUES NO QUIERO MÁS, DUDAR NI TEMER.
Jesús,
ya sé de ti, algo de tu ser, que quieres de mí.
Más
yo quiero saber, que rumbo seguir, que debo de hacer.
DÍ, QUE HE DE ESPERAR, QUE SENDA ELEGIR,
PORQUE HE DE LUCHAR.
TÚ, AYÚDAME, PUES NO QUIERO MÁS, DUDAR NI TEMER.
Cristo
es, sal en la vida, luz en tinieblas, es todo amor.
Cristo
es, sal en la vida, luz en tinieblas, es todo amor.
ES
FE AL DUDAR, ESPERA AL CRECER, AMOR AL VIVIR;
ES
PAZ AL LUCHAR, BONDAD AL VENCER Y GOZO AL SERVIR.
Cristo
es, sal en la vida, luz en tinieblas, es todo amor.
Cristo,
es sal en la vida, luz en tinieblas, es todo amor.
ES
FE AL DUDAR, ESPERA AL CRECER, AMOR AL VIVIR;
ES
PAZ AL LUCHAR, BONDAD AL VENCER Y GOZO AL SERVIR.
Cristo
es trigo molido, uva pisada, ¡Ese es Jesús!.
Cristo
es trigo molido, uva pisada, ¡Ese es Jesús!.
08.- COMO NO CREER EN DIOS (Autor: Wilkins)
Yo te llevo desde
niño, muy adentro,
te
encontraba en el pájaro, la flor,
en la
lluvia, en la tierra y el silencio,
y en mis
sueños cada noche estabas tú.
Desde
entonces quiero darte siempre gracias,
porque
puedo darme cuenta de tu amor,
Beberé de
tu cuerpo y de tu sangre
y por
siempre te daré mi corazón.
COMO
NO CREER EN DIOS
Si me ha dado los
hijos y la vida.
COMO
NO CREER EN DIOS,
Si me ha dado la
mujer querida
COMO
NO CREER EN DIOS
Si lo siento en mi
pecho cada instante,
en la risa de un
niño por la calle,
en la tierna
caricia de una madre. Como no.
COMO
NO CREER EN DIOS
Si está en la viña
y en el manso trigo
COMO
NO CREER EN DIOS
Si me dio la mano
abierta de un amigo,
COMO
NO CREER EN DIOS
si me ha dado la
tristeza y la alegría
de saber que hay
un mañana cada día
por la fe, la
esperanza y el amor
COMO
NO, CREER EN DIOS.
09.- MARIA, MADRE BUENA (Autor: Karoi)
Tantas cosas en la vida
nos ofrecen plenitud,
y no son más que mentiras
que desgastan la inquietud.
Tú has llenado mi existencia
al quererme de verdad,
yo quisiera Madre buena amarte más.
En silencio escuchabas
la palabra de Jesús,
y la hacías pan de vida
meditando en tu interior.
La semilla que ha caído
ya germina y está en flor,
con el corazón en fiesta cantaré.
AVE MARÍA, AVE MARÍA,
AVE MARÍA, AVE MARÍA.
Desde que yo era muy niño
has estado junto a mí,
y guiado de tu mano
aprendí a decir sí.
Al calor de la esperanza
nunca se enfrió mi Fe,
y en la noche más oscura fuiste luz.
No me dejes Madre mía
ven conmigo al caminar,
quiero compartir mi vida
y crear fraternidad.
Muchas cosas en nosotros
son el fruto de tu amor,
la plegaria más sencilla cantaré.
ESTRIBILLO.
10.- TE PEDIMOS PERDON (M. Verde)
TE PEDIMOS PERDÓN, SEÑOR.
POR EL BIEN QUE NO HEMOS
HECHO
POR LO QUE HEMOS HECHO MAL,
SEÑOR, PIEDAD.
Perdón por haber vivido
Sin fijarme en los demás,
Perdón por no haber querido
En mi hermano confiar.
Perdón por que he permitido
No acusarme y acusar,
Perdón por no haber vivido
En pobreza y humildad.
Perdón por haber herido
Sentimientos de igualdad,
perdón por no no haber seguido
Los deseos de bondad.