“YO SOY EL CAMINO”
COMENTARIO
En un pueblo de orígenes seminómadas, el tema del
camino tiene un amplio uso en todas las facetas de la vida. La palabra “camino"
se emplea para designar la ley de Moisés como cauce y dirección que el hombre
ha de conocer y aceptar si quiere llegar a la felicidad que anhela. Es
necesario conocer los caminos del Señor (las Sagradas Escrituras y preceptos
legales: Sal 119.). La desobediencia a esta ley es un extravío (Dt 31. 17) que
orienta hacia metas contrarias a las realmente deseadas por el hombre.
Jesús no es sólo un nuevo
Moisés que guía a su pueblo a través del desierto por rutas que otros hayan
trazado. Moisés no era la ley. Jesús afirma que él en persona es el camino verdadero
y viviente que sustituye a la ley mosaica. Para el cristiano, no serán ni diez,
ni trescientos trece los mandamientos de Dios; será la persona misma de Jesús
por medio de su Espíritu quien sirva de cauce buscado a su actuar diario.
Es necesario convertirse y
dejar de "judaizar". Hay que evitar entender las palabras de Jesús
como letra obligatoria, fijada y muerta. En la lectura de nuestra Biblia hemos
de encontrar no una nueva normativa superior a otras, sino a una persona
dinamizadora y vivificante. No se trataba ni se trata de seguir física o miméticamente
a Jesús por los polvorientos caminos de Palestina, ni siquiera de saberse sus
discursos o su doctrina. Se nos pide ser discípulos, no alumnos. Convertirse a
él implica en primer lugar encontrarse con él, aceptarle convencido y
voluntariamente, estar de acuerdo con sus sentimientos y su concepción de la
vida. De estas raíces saldrán en último término los frutos de una actuación
externa coherente con lo que en el interior se siente y se vive. El programa de
Jesús es él mismo.
R.P. Roland Vicente Castro Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA Sal 97, 1-2
Canten al Señor un cantico nuevo porque ha
hecho maravillas; revelo a las naciones su salvación. Aleluya.
ORACION
COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, lleva a su pleno cumplimiento en nosotros
el Misterio Pascual, para que, quienes, por tu bondad, han sido renovados en el
Santo Bautismo, den frutos abundantes con tu ayuda y protección y lleguen a los
gozos de la vida eterna. Por Nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles
6, 1-7.
En aquellos días, al crecer el numero de los discípulos,
los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, diciendo que en
la distribución diaria de los alimentos no atendían a sus viudas. Los Doce
convocaron al grupo de los discípulos y les dijeron: “No nos parece bien
descuidar la Palabra de Dios para ocuparnos del servicio de las mesas. Por tanto,
hermanos, escojan a siete de ustedes, hombres de buena fama, llenos de espíritu
y de sabiduría, y les encargaremos esta tarea. Nosotros nos dedicaremos a la oración
y al ministerio de la Palabra”. La propuesta les pareció bien a todos y
eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro,
Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolas, prosélito de Antioquia. Se los presentaron a
los apóstoles y ellos, después de orar, les impusieron las manos. La Palabra de
Dios iba extendiéndose, y en Jerusalén crecía mucho el número de discípulos; incluso
muchos sacerdotes aceptaban la fe.
SALMO
RESPONSORIAL (Sal 32)
El Señor es compasivo
y misericordioso
Aclamen, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos. Den gracias al Señor con la citara,
toquen en su honor el arpa de diez cuerdas. R.
Que la Palabra del Señor
es sincera, todas sus acciones son leales; El ama la justicia y el derecho, y
su misericordia llena la tierra. R.
Los ojos del Señor están puestos
en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de
la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol
san Pablo 2, 4-9.
Queridos hermanos: acercándose al
Señor, la piedra vida desechada por los hombres, pero escogida y preciosa ante
Dios, también ustedes, como piedras vidas, entran en la construcción del templo
del Espíritu, formando un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios
espirituales que Dios acepta por Jesucristo. Dice la Escritura: “Yo coloco en
Sion una piedra angular, escogida y preciosa: el que crea en ella no quedara
defraudado”. Para ustedes, los creyentes, es de gran precio, pero para los incrédulos
es la “piedra que desecharon los constructores: esta se ha convertido en piedra
angular” y también en piedra de tropiezo y en roca donde se estrellan. Y ellos
tropiezan al no creer en la Palabra ese es su destino. Ustedes son una raza
elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por
Dios para proclamar las hazañas del que los llamo a salir de las tinieblas y a
entrar en su luz admirable.
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO Jn 14, 6
Aleluya. Yo soy el camino y la verdad, y la
vida – dice el Señor-, nadie va al Padre sino por mí. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según
Juan 14, 1-12.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “No
se angustien; crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay
lugar para todos; si no fuera así, ¿Les habría dicho que voy a prepárales sitio?
Cuando vaya y les prepare sitio, volveré y los llevare conmigo, para que onde
estoy yo, estén también ustedes. Y adonde yo voy, ya saben el camino”. Tomas le
dice: “Señor, no sabemos adónde vas, ¿Cómo podemos saber el camino?”.
Jesús le responde: “Yo soy el camino, la
verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocieran a mí, conocerían
también a mi Padre. Ahora ya lo conocen y lo han visto”. Felipe le dice: “Señor,
muéstranos al Padre y nos basta”. Jesús le contesta: Hace tanto que estoy con
ustedes, ¿y todavía no me conoces, Felipe?. Quien me ha visto a mi ha visto al
Padre. ¿Cómo dices tu: “Muéstranos al Padre?”. ¿No crees que yo estoy en el
Padre, y el Padre en mí?. Lo que yo les digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre,
que permanece en mí, El mismo hace sus obras. Créanme: yo estoy en el Padre, y
el Padre en mí. Si no, crean a las obras. Les aseguro: el que cree en mí, también
el hará las obras que yo hago, y aun mayores. Porque yo me voy al Padre”.
PLEGARIA
UNIVERSAL
Sabiendo que somos
hijos de Dios y miembros del pueblo que Cristo adquirió con su sangre, oremos
unidos en un mismo Espíritu diciendo: R.- Te lo pedimos, Señor.
1.- Por la Iglesia, para que sea abierta y
universal, y en ella todos se seitán miembros de la familia de Dios. Oremos. R.
2.- Por nuestro obispo N. por los sacerdotes
y los diáconos: para que Jesús sea, en su misión evangelizadora, el Camino, la
Verdad y la Vida. Oremos. R.
3.- Por el mundo entero: para que la Buena
Noticia de la salvación, que Cristo nos mereció resuene en cada corazón. Oremos. R.
4.- Por los que viven esclavos del vicio y
del pecado: para que la misericordia de Dios los libere, y creyendo en El,
tengan vida nueva. Oremos. R.
5.- Por todas las personas que, a través de
su fe activa, su testimonio y coherencia de vida nos muestran a Dios. Oremos. R.
6.- Por nosotros y por nuestros hermanos que
sufren: para que la presencia de Jesús resucitado nos acompañe y ayude a obrar
en su nombre. Oremos. R.
Padre bueno,
manifiéstate en nuestros corazones, para que, confesando nuestra fe en ti,
vivamos en tu verdad y caminemos siempre en tu presencia. Por Jesucristo neutro
Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Oh, Dios, que nos hace participes de tu única
y suprema divinidad por el admirable intercambio de este sacrificio, concédenos
alcanzar en una vida santa la realidad que hemos conocido en ti. Por Jesucristo
nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Jn 15, 1.5
Yo
soy la verdadera vid, y ustedes los sarmientos, dice el Señor, el que permanece
en mi y yo en él, ese da frutos abundantes. Aleluya.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Asiste, Señor, a tu pueblo
y haz que pasemos del antiguo pecado a la vida nueva los que hemos sido
alimentados con los sacramentos del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 08: Hch 14, 5-18; Sal 113b; Jn 14, 21-26.
Martes 09: Hch 14, 19-28; Sal 144; Jn 14, 27-31a.
Miércoles 10: Hch 15, 1-6; Sal 121; Jn 15, 1-8.
Jueves 11: Hch 15, 7-21; Sal 95; Jn 15, 9-11.
Viernes 12: Hch 15, 22-31; Sal 56; Jn 15, 12-17.
Sábado 13: Hch 16,
1-10; Sal 99; Jn 15, 18-21
Domingo 14: Hch 8, 5-8.14-17; Sal 65; 1P 3, 15-18; Jn 14,
15-21.
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Jn 14. 1-12
1.- Jesús, a solas con la comunidad cristiana, con aquéllos que le han
prestado su adhesión saliendo del ámbito de la esclavitud religiosa judía. En la
vigilia de su paradójica glorificación, cuando se ponga de manifiesto su
gloria, es decir, su capacidad real de amar a costa de su propia vida. Este
amor es el lugar donde él mora y tiene la altura de una cruz. Jesús se va al
lugar que le es propio. Es un espacio, un ámbito espacioso: el espacio del amor
a toda costa. Un espacio ilimitado, con amplitud infinita, la amplitud que le
confiere el amor sin fronteras del Padre.
J/PADRE: La religión judía había empequeñecido este
espacio convirtiéndolo en un "bunker" donde se refugiaban los heridos
que causaba la propia religión. En este "bunker", Yahvé había perdido
su nombre y se había convertido en divinidad sin rostro. El trabajo de Jesús ha
consistido en devolverle a Yahvé su rostro concreto, el de Padre que ama. Un
continuo y arduo trabajo de depuración del hecho religioso, invirtiendo
totalmente la concepción tradicional de Dios. En Jesús, Dios ha recobrado su
verdadero rostro, deformado por los hombres religiosos. Por eso, este rostro
brillará en todo su esplendor en la cruz, porque no hay mayor amor que dar la
vida. La cruz, es decir, el amor, es el lugar hacia el que Jesús va. Ver a
Jesús es, pues, ver al Padre, porque uno y otro no son más que amor a ultranza.
De ahí que Jesús sea el camino, la verdad, la vida. Su criterio de verificación
son sus obras, sus acciones concretas de amor: la mujer que no ha muerto
apedreada, el ciego que ve, el paralítico que anda, la gente hambrienta
comiendo al aire libre, es decir, personas liberadas, con capacidad de movimientos,
personas emancipadas y adultas. Personas así son las obras que el cristiano
está llamado a realizar.
DABAR 1981/31
2. J/LEY /Jn/01/17-18.
El autor del
cuarto evangelio es de un radicalismo y de un atrevimiento que asustan. ¿La Ley
es mala? La Ley es la Ley, pero no es reveladora de Dios. La Ley es necesaria
en un mundo de tullidos religiosos, pero no en el mundo de los hijos de Dios.
Las obras de éstos son de una altura y una categoría desconocidas en un sistema
de Ley. Estas obras o trabajos posibilitan la libertad de movimientos (cf Jn 5.
1-9), la fiesta al aire libre (cf. Jn 6. 1-15), la autocrítica (cf. Jn 8.
2-11), la visión (cf.Jn 9. 1-7), la vida (cf Jn 11. 38-44). A través de estos
trabajos es como el autor del cuarto evangelio nos ha presentado a Jesús
revelando al Padre. A trabajos de este tipo nos invita el autor para poder ser
reveladores del Padre.
A. BENITO -
DABAR 1987/29
"No perdáis la calma". Lo dice Jesús en un momento en el que
las cosas estaban mal para Él y para los suyos. Lo van a matar, que es el
acontecimiento por excelencia que puede alterar a un ser humano, y aquellos
hombres a los que ha llamado desde diversos sitios y que han convivido con Él
van a quedar desbordados por los acontecimientos. Era de lo más importante, por
consiguiente, la recomendación de Jesús.
Pero, naturalmente, para mantener la calma es necesario tener unos
firmes cimientos. Jesús los pone inmediatamente después de la recomendación que
hace: "Creed en Dios y creed también en Mí". Ahí está el secreto de
la calma que pide el Señor. No es la calma del apático ni del pasota. No. Es la
calma del hombre que vive integrado en los problemas de su tiempo, que los
siente, que los sigue, que se incorpora a ellos, que intenta -si puede-
solucionarlos, pero que mantiene fija su vista en Dios, creyendo en Él. Es la
calma del hombre sensible al dolor ajeno y propio, sensible a la injusticia,
sensible ante los acontecimientos inexplicables que nos dejan asombrados y sin
respuesta pero que, a pesar de todo, cree en Dios. La calma que pide el Señor
es una calma activa, fruto de una personalidad forjada en el seguimiento de
Cristo, que es el rostro del Dios en el que creemos y al que no hemos visto
nunca, como le dice Felipe al Señor.
ANA M. CORTES -
DABAR 1987/29
4.JESÚS: CAMINO.VERDAD.
VIDA: /Jn 14. 6.
Todo hombre, en su vida, sigue un camino u otro. Todo hombre busca, en
su vida, encontrar la verdad. Y todo hombre desea, en fin, que su vida no
termine para siempre. A esos tres profundos anhelos del hombre da Jesús, en el
evangelio de hoy, respuesta bien cumplida. Y no una respuesta teórica,
cabalística o extraña: él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida.
En él, y en vivir la vida como él la vivió, está la respuesta a los
interrogantes y las búsquedas del hombre. El Camino a seguir, La Verdad a
defender, la Vida que no se pierde, están al alcance de nuestra mano. Elegirlos
o rechazarlos es cosa nuestra.
DABAR 1981/31
5. VIDA/SENTIDO
Cuando el hombre pregunta por el camino está preguntando por el sentido
y meta de su existencia. Así se entiende la respuesta de Jesús.
Jesús es el camino para Dios porque en Jesús es Dios quien personalmente
ha venido al hombre, abriéndole así el camino.
6.- Jesús anuncia que se va. La escena nos situa ante el llamado
discurso de despedida de Jesús a sus discípulos. La escena empieza y acaba con
una invitación de Jesús a creer (14,1.11-12). Y en medio, encontramos: la
explicación del por qué Pedro ahora no puede ir a donde va Jesús (14,2-3); el
diálogo con Tomás sobre el camino hacia la casa del Padre (14,4-6); y el
diálogo con Felipe sobre la identidad de Jesús (14,7-10), centrada en la
afirmación: Quien me ha visto a mí ha visto al Padre.
Antes Pedro ha expresado el deseo de seguir a Jesús hacia el lugar a
donde va o a donde vuelve (13,36-38); incluso ha manifestado que está dispuesto
a dar la vida por seguir a Jesús. Pero Pedro sólo irá por la fe en Jesús
resucitado. Por eso, Jesús empieza con una llamada a la fe. Si ahora los
discípulos no pueden seguirle, han de continuar apoyándose en su persona, tal
como el creyente se apoya en Dios: ¿Por qué, alma mía, desfalleces y te agitas
por mí? Espera en Dios" (Si 42,6.12; 43,5).
Jesús vuelve a la casa del Padre para prepararnos allí un lugar. Y el
lugar dispuesto no es tanto un espacio como una existencia con Jesús en el
Padre. Jesús nos dispone una estancia junto al Padre. La fe muestra la casa del
Padre, el banquete festivo con el Padre, e invita a la vez, aquí y ahora, a
poner nuestra atención en Jesús, el camino que lleva a él. El camino es una
opción: Seguid el camino que Yahvé vuestro Dios os ha trazado: así viviréis,
seréis felices y prolongaréis vuestros días en la tierra que vais a tomar en
posesión (Dt 5,33). Mira, yo pongo hoy ante ti vida y felicidad, muerte y
desgracia (Dt 30,15-19).
Jesús se presenta como el camino hacia el Padre. El salmo 43,3 afirma
que sólo la luz y la verdad conducen al lugar donde reside Dios. Jesús es la
luz (ó,12; 9,5) y la verdad (8,32; 18,37-38) que nos guía. Por eso, Jesús
recuerda a Tomás, y a todos, que hagamos nuestra su pregunta: si creemos que él
es la Verdad y la Vida, seguro que hallaremos en él el camino que lleva al
Padre, a quien él retorna y donde ya está.
Jesús se presenta tan Dios como su Padre. Es aquí Felipe quien nos ayuda
a plantearnos la relación entre Jesús y el Padre. Jesús es Dios hecho hombre,
su humanidad es el camino, la puerta hacia el Padre. Sólo seremos como Dios si
nos unimos a Jesús por la fe, que es amor. En efecto: Quien me ha visto a mí ha
visto al Padre. Hemos de creer que Jesús está en el Padre y el Padre en él. La
fe es clave para poderlo percibir, vislumbrar o entrever.
Jesús satisface nuestra búsqueda de Dios, nuestra sed de Dios. Si
buscamos a Dios, miremos a Jesús. La búsqueda de Dios es la búsqueda de todo
creyente: Tiene mi alma sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo podré ir a ver la
faz de Dios? (Sal 42,3). ¡Ahora sí sabemos que ver a Jesús es ver la faz de
Dios!
JAUME FONTBONA - MISA DOMINICAL 1999/07/08
7.- La marcha de Jesús y el miedo ante un mundo hostil hace nacer en los
discípulos una profunda angustia que corre el peligro de hacerlos sucumbir (14.
27; 16. 6/20). Jesús quiere confortarlos mostrándoles que su marcha constituirá
un paso serio para una unión de carácter más íntimo que la que ahora tienen
entre ellos, por la fuerza del Espíritu. El miedo atenaza muchas veces al que
cree en Jesús. Su fuerza y su palabra le liberan.
El camino para llegar a creer en Dios no es para nosotros más que uno
solo: JC. De ahí que la fe, asegurada en la propia fe de Jesús, tiene que
remontar la angustia que provoca la dureza de la vida hasta el encuentro con lo
más íntimo de Dios. Para nosotros, hoy por hoy, nuestra fe es la fe en Jesús.
Confiados en él sabemos que saldremos airosos de nuestra propia limitación y de
la del mundo que nos rodea, por dura que sea la contradicción.
La imagen del camino largo y difícil que Israel debió recorrer para
mantenerse en la fidelidad a su Dios se encuentra en toda su amplitud en el
Éxodo y su simbólica. Después, la imagen fue aplicada a la ley como camino del
justo hacia Dios (Dt 34. 4; Sal 25. 10). En el NT la forma de caminar según
Dios es la persona misma de Jesús (Mc 8. 34; Lc 9. 23), pero en Juan tiene aún
un significado más profundo: Jesús no es solamente el camino en la medida en
que, por su enseñanza, conduce a la vida, sino que él es el camino que conduce
al Padre en la medida en que él mismo es la verdad y la vida (cf. 10. 9). Está
bien marcado el sentido último de nuestra misión cristiana: vivir como Jesús ha
vivido y tener la misma manera de pensar adaptada al mundo de hoy.
Felipe (1. 44) expresa la aspiración más profunda del hombre, aspiración
que nadie de nosotros logra colmar (1. 18; 6. 46).
Pero Jesús se presenta en esta situación como la garantía de la
consecución de ese fin último al que tiende con ansia el corazón del hombre. O
dicho de otro modo: Jesús puede hacer que el hombre sea feliz ya desde ahora.
EUCARISTÍA 1978/19
Los Evangelios de este día y de los domingos siguientes proponen
extractos del discurso pronunciado por Jesús después de la cena. Se trata de
tres textos sucesivos. El primero (Jn 13, 33-14, 31) es un discurso de
despedida, al final del cual los apóstoles y Cristo "se levantan" (Jn
14, 31); ha terminado la reunión. El segundo (Jn 15-16) es un doblete del
primero, cuyos temas principales desarrolla. El tercero (Jn 17) reproduce la
oración "sacerdotal" de Cristo a su Padre. El Evangelio de este
primer ciclo pertenece al primer discurso.
Los apóstoles manifiestan su inquietud y su tristeza ante el abandono de
Cristo. Jesús les anuncia que todos se reunirán en torno al Padre (Jn 14, 1-3,
19, 28), y les garantiza su presencia entre ellos por el amor (Jn 13, 33-35;
14, 21) y el conocimiento que de El tendrán (Jn 14, 4-10). Este pasaje evoca
dos temas bíblicos importantes: el de la casa y el de la ruta.
a) La casa de Dios designa el Templo de Jerusalén. Pero Jesús ha dejado
bien patente que la verdadera morada del Padre no podía confundirse con esta
casa de comercio y de contratación (Jn 2, 17-20). Dio a entender, asimismo, que
El mismo era esta casa de Dios (Jn 2, 20-22), ya que su fidelidad al Padre
constituye el sacrificio definitivo y, en El, serán acogidos todos los hombres
con mayor hospitalidad que en el templo de Sión. En esta primera parte de su
discurso hace ver que la casa del Padre es la gloria en la que El entrará
pronto y adonde no pueden seguirle los que aún no hayan vencido la muerte y el
pecado (vv.1-3; cf. 2 Cor 5, 1). La casa llega a ser, según esto, una
experiencia más: la de "vivir" con el Señor y el Padre (v. 3); no es
tanto un lugar como una manera de existir sumergido en la vida divina y en la
comunión con el Padre.
b) La imagen de la casa evoca sin esfuerzo alguno la de los caminos que
a ella conducen: éxodo que lleva a la Tierra Prometida, peregrinaje que nos
pone en el Templo, camino de regreso del destierro. Este tema del camino
introduce la idea de la mediación de Cristo. Lo mismo que la estancia del Padre
excluye un lugar físico, material, siendo más bien experiencia interna de
comunión con El, de igual modo el camino que lleva a esa unión cae fuera de
toda localización física, pues es una vivencia íntima en que se confunden autor
y receptor de la misma, comunicada por Dios a los hombres (v. 10) mediante la
enseñanza de su "verdad" y la comunicación de su "vida" (v.
6). Jesús es verdad porque es la revelación exacta del Padre, inabordable en todos
los aspectos. Es vida porque, a partir de El, puede el hombre participar de la
comunión con Dios vivo (Jn 3, 36; 5, 24; 6, 47); y es, sobre todo, camino,
porque sus funciones de verdad y vida tienen su realización definitiva dentro
de un contexto escatológico cuyo cumplimiento está próximo.
Si tomamos las expresiones del v. 6 desde otro punto de vista, podría
decirse que son, al mismo tiempo "descendentes" (verdad y vida) y
"ascendentes" (camino); se completan entre sí para evocar la
mediación exclusiva del Hombre-Dios. Cristo es el camino por el hecho de haber
vivido en Sí mismo la transfiguración, bajo el influjo de la gloria de Dios, de
la humanidad fiel, y por haber comunicado esta experiencia a sus hermanos. Es
morada de Dios, porque en El y con El la humanidad encuentra al Padre y
participa de su vida.
Los temas casa y camino son particularmente esclarecedores en
eclesiología. Nos hacen caer en la cuenta de que la Iglesia no es aún la
mansión de Dios, pero toma ya parte en el camino que conduce a ella. Aún no
conoce realmente a Dios, pero el conocimiento que de El tiene es, sin embargo,
verdadero. Ambos temas se completan y se corrigen mutuamente. A los cristianos
sensibles a las ideas de estabilidad y perfección, el tema del camino recuerda
que la Iglesia es susceptible de continua reforma y está obligada a hacer
frecuentes altos en el camino; les recuerda también a los cristianos este tema
que la Iglesia no puede -ni debe- conceder un valor absoluto a las culturas y
ritos de que se vale para su misión; que no puede dar valor eterno a lo que, en
ella, no es más que servicio a los demás y renuncia de sí. Por el contrario, el
tema de la mansión recuerda, a los cristianos sensibles a los cambios y
agitaciones violentas, que la Iglesia está avocada a la estabilidad y que en el
propio seno de las revoluciones late un solo corazón y un alma idéntica a ella
misma que le garantiza la presencia de su único e idéntico Señor.
MAERTENS-FRISQUE - NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA IV - MAROVA
MADRID 1969.Pág. 158
9.- Texto. Se halla en las antípodas del texto del domingo pasado. Los
interlocutores de Jesús son sus discípulos; la forma no es la discusión sino la
conversación: el ambiente no es de enfrentamiento, sino de enseñanza y de
aprendizaje; el contexto es la amplia conversación de la cena previa a dejar
Jesús este mundo para ir al Padre.
JESUS/PADRE: La palabra Padre es precisamente la palabra más
repetida en el texto; doce veces, además de dos referencias y de una mención de
Dios. El texto es, pues una conversación sobre el Padre, con quien Jesús va a
reunirse pronto. El verbo ir, teniendo al Padre como destino, se menciona cinco
veces. La conversación sobre el Padre es más concretamente una conversación
sobre el camino para ir al Padre. La palabra camino se repite tres veces. Este
camino es Jesús. Yo soy el camino... Nadie va al Padre si no es a través de mí.
La frase es una reformulación de la frase del domingo pasado "Yo soy la
puerta" y, consiguientemente, una descalificación de la Ley como camino
para ir al Padre. Si Jesús es el camino que lleva al Padre, conocer o ver a
Jesús equivale a conocer o ver al Padre. Los verbos conocer y ver son otros de
los términos importantes del texto: cuatro y tres menciones respectivamente. En
este texto ambos verbos vienen a ser sinónimos y no se mueven en el nivel
empírico que tenía el verbo ver en el texto del sepulcro del día de Pascua o en
el de Tomás del segundo domingo de Pascua. En esta ocasión conocer y ver se
refieren al nivel hondo y total; es un conocer y un ver a Jesús en profundidad.
Resultado de este conocimiento y de esta visión es la fe en Dios y en Jesús,
que aparece enunciada al principio como invitación y programa de vida para el
discípulo de Jesús: Creed en Dios y creed también en mí. La expresión creer en
Jesús vuelve a repetirse en el último versículo, esta vez introducida por la
fórmula enfática Os lo aseguro, realzando así la importancia de lo que se dice
en el versículo: El que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y
aun mayores. Reaparece el término obra, que nos es familiar desde los domingos
de Cuaresma. Se trata de un término del mundo laboral, que designa el trabajo,
el esfuerzo de ayudar a las gentes a salir de los sistemas religiosos en la
medida en que éstos velen el rostro de Dios y produzcan personas heterónomas e
infantiles. Estas son las obras que está llamado a realizar el discípulo de
Jesús. Resulta emocionante saber que estas obras pueden exceder en importancia
de las del propio Jesús. A modo de resumen para la reflexión: Jesús es el camino
para ir al Padre; conocer a Jesús es conocer al Padre; conocerlos es creer en
ellos; creer en ellos es realizar las obras que ellos hacen.
Comentario. Creo que fue Goethe quien escribió lo siguiente: Si buscas
al infinito, anda tras lo finito en todas direcciones. La invitación tiene un
antecedente en este texto de Juan. Si buscas a Dios, anda tras Jesús. El es lo
finito de Dios, a la medida de las posibilidades humanas. El, es decir, una
persona, no un sistema ni una ley, por muy sacrosantos que sean, y con los que
jamás hay posibilidad de encuentro, de diálogo, de conversación, de
enriquecimiento personal.
¡Qué hermoso sería, si Dios existiera! La frase se la oía ayer a un
joven. Y como yo andaba a vueltas con este texto de Juan, me acordé de esta
frase: El que me ve a mí, ve al Padre. Y sentí que Dios existe y es real.
Fue Sócrates quien en la Apología de Platón dice a sus jueces: Voy a
aportaros pruebas, que no van a consistir en palabras, sino en algo que
vosotros tenéis en mayor estima: obras. El testimonio tiene un seguidor en este
texto de Juan: Creedme: Yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a
las obras. ¡Cuántas palabras, y grandes palabras en lo que llevamos de siglo!
El resultado se llama desencanto, repliegue, individualismo. La salida de la
crisis pasa sólo ya por las obras. ¡Qué pena que la palabra se haya degradado
tanto!
ALBERTO BENITO - DABAR 1990/28
10.- Jesús acaba de decir a sus discípulos que se va, que uno de ellos
le traicionará y otro le va a negar tres veces antes de cantar el gallo. Los
discípulos están deprimidos por lo que han oído. Y, ahora, Jesús trata de
consolarles y levantarles el ánimo. Les pide que confíen en Dios y en él. Lo
primero es comprensible, y lo segundo debiera serlo también para aquellos
discípulos si han creído lo que claramente les ha dicho Jesús sobre su persona:
que "él y el Padre son uno" (10, 30 y 38). Por eso la fe y la
confianza en Dios y en Cristo ha de ser la misma (12, 44).
Jesús les infunde una esperanza que debe ayudarles a superar todas las
dificultades. Les dice que se reunirá con ellos en la casa del Padre, en donde
hay sitio para todos. Si él marcha ahora es para prepararles un sitio. Cuando
todo se haya terminado y Jesús haya resucitado de entre los muertos,
comprenderán, bajo la luz pascual, que Jesús ha abierto con su muerte las
puertas de la gloria y que es así como ha ganado para sus discípulos el derecho
de entrar en la casa del Padre.
Los discípulos debieran ya saber a dónde va Jesús, al Padre. Jesús,
después de haberles hablado de su propia persona y de su misión, supone también
que conocen el camino. Sin embargo, no parece que le hayan entendido muy bien;
por lo que Tomás, en nombre de todos, le pregunta adónde va y cuál es el camino
del que habla. El mismo es el camino por el que se llega al Padre. En la
persona de Jesús, en sus palabras y obras, se hace presente en medio de los
hombres el misterio de Dios, se revela el Dios invisible (1, 1 s.; 3, 32; 8, 31
s.; 12, 45). Pero la revelación de Dios en su Hijo encarnado no sólo manifiesta
lo que Dios es y quiere ser para los hombres, sino que además da vida a cuantos
la aceptan con fe. Por eso Jesús es el Camino para encontrar al Padre, la
Verdad en la que Dios se manifiesta y la Vida misma que Dios nos da. De todo
esto ya había hablado Jesús a sus discípulos mediante la
"comparación" de la puerta que se abre a las ovejas para que tengan
vida abundante (10, 9).
Jesús es más que un camino, es el Camino, absolutamente hablando y, por
consiguiente, es también Dios, uno con el Padre. De suerte que los discípulos,
al conocer a Jesús, conocen ya al Padre. Posiblemente Felipe le pide algo así
como una manifestación de Dios ante sus propios ojos, semejante a lo que ha
leído en las Escrituras (Ex 24, 10; 33, 18-34, 35; Is 6; Ez 1; etc). Piensa que
sólo así saldrá del sentimiento de inseguridad y abandono en el que se
encuentra ante la despedida de Jesús.
Jesús le indica que él se mueve todos los días en una relación mucho más
inmediata con el Padre de lo que era posible en aquellas manifestaciones y
visiones momentáneas, Felipe, como los otros discípulos que le siguen, vive en
un trato familiar con Jesús y por lo tanto con el Padre.
Sin embargo, esta visión del Padre no es posible sin la fe. Dios no sólo
se manifiesta, sino que también se oculta en la naturaleza humana de Jesús. Es
preciso aceptar la fe con todas sus consecuencias para experimentar el gozo de
esta comunicación con Dios en Cristo y por Cristo. Las palabras y las obras de
Jesús son el testimonio en el que se funda esa fe, pues son también palabras y
obras del Padre.
EUCARISTÍA 1981/24
11.- Contexto. El evangelio de hoy se enmarca en la situación motivada
por la marcha de Judas (Jn. 13, 30). Esta marcha expresa simbólicamente la
muerte de Jesús cfr. Jn. 13, 31. La muerte como glorificación; recuérdese lo
escrito el quinto domingo de cuaresma comentando el relato de la resurrección
de Lázaro). Leída, pues, a nivel de significado (lectura de Juan), la marcha de
Judas enfrenta a los discípulos (=los cristianos) con una situación nueva,
derivada de la desaparición de Jesús (cfr. Jn. 13, 33). ¿Qué será de los
discípulos en esta situación? ¿Cuál es su función? A estas preguntas responde
el evangelio de hoy, que ha sido acertadamente calificado como
"exhortación ante la desaparición del Maestro" (M. J. Lagrange).
Texto y sentido. Doble ruego de Jesús a sus discípulos (v. 1) y
fundamentación del mismo (vs. 2-11). La fórmula solemne del versículo 12
introduce una nueva perspectiva, centrada en el papel de los discípulos como
continuadores de la obra de Jesús. El esquema formal nos lleva a distinguir,
pues, dos partes. Pero este modo de hablar resulta tremendamente pobre e
inexacto, dada la situación crítica que viven los personajes. Por eso, más que
de partes hay que hablar de vivencias.
Versículos 1-11 o invitación al consuelo y a la confianza. Estos
versículos sólo los podrá "entender" quien haya vivido la experiencia
del desconsuelo y del abandono por la pérdida de un ser querido. Esta
experiencia constituye el presupuesto hermenéutico necesario para captar el
sentido de este texto.
Ante el desconsuelo que su muerte desencadena en los discípulos (v. 1a),
Jesús les habla de un reencuentro en la casa del Padre, de un volverse a ver,
de un camino que lleva a ese reencuentro (vs. 2-4). A la hora de interpelar los
vs. 2-4 hay que evitar el peligro de la racionalización. Racionalizar o de
estancias diferenciadas. Otro ejemplo: preguntarse cuándo tiene lugar la vuelta
de Jesús (manifestación solemne de la Parusía; cuando uno muere). El v. 3 no
dice nada de esto; simplemente está usando unas imágenes, poniendo una
comparación. Todo, para decir lo único que en una situación así importa: me
voy, pero nos volveremos a ver.
El segundo ruego de Jesús es una invitación a la confianza, a fiarse del
Padre y de El (v. 1b). El desarrollo-justificación de este ruego se realiza en
forma de preguntas y respuestas (vs.5-11). Las preguntas de los discípulos
aferran la dificultad que, en última instancia, una tal invitación plantea:
¿Cómo saber que podemos tener confianza? ¿Dónde está la base segura y la fuerza
motora de esa confianza? Frente a la mística gnóstica contemporánea, preocupada
por conocer la vía de la inmortalidad, el itinerario a seguir en el otro mundo
a través de las esferas celestes, Juan propone la mística realística de Jesús:
"Yo soy el camino, la verdad y la vida". El que cree en Jesús no
tiene necesidad de ninguna otra gnosis o doctrina de salvación; está ya seguro
de llegar a la meta y ya la está tocando desde ahora. Se trata, como se ve, de
la misma idea del domingo anterior ("Yo soy la puerta"), pero
desarrollada desde símbolos distintos. Puerta y camino son metáforas; verdad y
vida son experiencias humanas.
Jesús es además el que revela al Padre. El nos ofrece la garantía
absoluta de que Dios existe y de que es Padre. ¡Precisamente la garantía que
como humanos necesitamos! Versículo 12. A la invitación al consuelo y a la
confianza sigue ahora la invitación a la acción. En ausencia de Jesús, los
discípulos deben desempeñar entre los hombres el mismo papel que Jesús ha
desempeñado entre ellos. La fe de los discípulos no es un término, sino un
punto de partida. Y un punto de partida con unas repercusiones mayores que las
de Jesús, porque la actuación de los discípulos no estará limitada al estrecho
marco judío, como fue el caso de Jesús. Los discípulos deberán ser para los
demás hombres testimonio de consuelo y testimonio de confianza en el Padre y en
Jesús; deberán ofrecer la garantía de que Dios existe y de que es Padre.
¡Precisamente la garantía que como humanos están necesitando!
DABAR 1978/27
12. FE/CREER-J:
Según la concepción veterotestamentaria y judía, la fe es un apoyarse
del hombre en el fundamento vital divino, que le confiere vida y existencia; un
entregarse sin reservas y confiado en la promesa, bondad y lealtad de Dios.
Justamente en este sentido no es posible creer en todo. Más aún no se puede
creer absolutamente en nada del mundo, sino sólo en Dios, porque solo él
responde al anhelo de una fidelidad incondicional. En Juan el concepto
"creer" tiene ya detrás de sí una historia cristiana, y ha
experimentado por lo mismo una ampliación importante. Ahora la fe no se dirige
tan sólo a Dios, sino también a la persona de Jesús. Para el cristianismo
primitivo Jesucristo está tan estrechamente vinculado a Dios que él mismo se ha
convertido en el "objeto de la fe". La fe en Dios aparece mediatizada
por Jesús; es Jesús quien ha pasado a ser el fiador de la fe. Y, a la inversa,
la fe en Dios se ha hecho fundamento de la fe en Jesús, de tal modo que, según
Juan, fe en Dios y fe en Jesús constituyen una unidad indestructible.
/Jn/14/02: "El que quiera servirme que me siga; y donde
yo esté, allí estará también mi servidor" (12,26). Ahora bien, el camino
que Jesús recorre es el camino del Hijo del hombre, que a través del mundo,
pasando por la cruz y resurrección, conduce hasta el Padre. Justamente ese
camino es el que ahora se impone como obligatorio también para los discípulos;
pues, pertenecer a Jesús equivale a estar con él, por fe y amor, en una especie
de comunidad de destino. En la casa de Dios, del Padre, hay "muchas
moradas". O, formulado de una manera abstracta: en Dios encontrará cada
uno su plena posibilidad de amor, la felicidad eterna acomodada a su propia
capacidad; nadie tiene, pues, que preocuparse de que no vaya a haber para él
ninguna posibilidad, ninguna consumación. Como quiera que sea, allí ya no
imperará ninguna "necesidad de vivienda". La partida de Jesús -así lo
ve Juan- tiene el significado de que él es en cierto modo el aposentador
celestial que prepara la vivienda a sus amigos. Con ello, sin embargo, va aneja
la idea de que para los hombres no hay otra posibilidad de llegar a Dios si no
es por Jesús, que nos lo revela. Su camino es el camino modélico del hombre hasta
Dios. (...)
Jesucristo representa la respuesta definitiva a la cuestión planteada en
los símbolos religiosos; es el cumplimiento del anhelo religioso de la
humanidad, tanto por lo que respecta a la esperanza judía de salvación como al
anhelo religioso de los gentiles. En Jesús se encarnan los valores e ideales
supremos de la vida. En las metáforas aflora una y otra vez como concepto
fundamental la idea de vida, de vida eterna. Jesús es el revelador que comunica
al hombre la verdadera y eterna vida divina.
J/SALVADOR-UNICO: De ahí deriva una doble relación. Ante
todo, la de que Jesús de Nazaret, como personaje humano e histórico, es el
revelador de Dios y el portador escatológico de la salvación; ése es el
supuesto básico del mensaje soteriológico de Juan, como de todo el cristianismo
primitivo. Eso significa, por una parte, que desde ese fundamento se contemplan
críticamente todas las demás expectativas de salvación sin que puedan asegurar
la salvación que prometen. Por otra parte, sin embargo, aflora una visión
positiva de las religiones, que se puede formular poco más o menos así: con sus
diversas formas de interpretar la existencia, las religiones son la expresión
más profunda y vigorosa del deseo humano de salvación. Ese anhelo de salvación,
el afán religioso no es una ilusión, sino una verdad humana existencial, que
cada uno puede experimentar en sí mismo. En Jesucristo y en el Dios del amor
universal a los hombres, al que Jesús llama Padre suyo, encuentra ese anhelo su
consumación insuperable. Lo que se dice explícitamente del Antiguo Testamento,
a saber, que ha de entenderse como una promesa de Cristo, cabe decirlo también
analógicamente de todas las religiones. En la fe cristiana están sublimadas las
religiones en el doble sentido hegeliano de la palabra: en ella se realizan y
consuman.
JESUS/CAMINO: El hombre -y así lo hemos dicho en conexión
con el versículo 5 -pregunta por el camino, el camino de la vida o el camino de
la salvación, y consiguientemente por el sentido y finalidad de su propia existencia.
Las religiones intentan, por su parte, dar una respuesta a esa pregunta acerca
del camino. Aquí dice Jesús de sí mismo: Yo soy el camino. Lo cual significa de
primeras, frente a todos los otros caminos, que Jesús personalmente es el
camino salvífico del hombre hacia Dios, al lado del cual para la fe no cuentan
para nada ni el camino soteriológico judío de la piedad nomista (la tora) ni el
gnóstico de un conocimiento puramente interno de la salvación.
Pero la palabra dice aún más. Y así lo expresa R. Bultmann: "Al
designarse Jesús a sí mismo como el camino, queda claro: 1. que para los
discípulos las cosas discurren de distinto modo que para él; Jesús no necesita
para sí ningún camino en el sentido que lo precisan los discípulos; más bien es
él el camino para ellos; 2. que camino y meta no pueden separarse en el sentido
que lo hace el pensamiento mitológico". En el encuentro con el revelador
Jesús está la salvación del hombre. Respecto de Jesús el concepto
"camino" abraza toda su historia, es decir, su actividad terrestre,
su muerte y resurrección. Y todavía un paso más: su camino desde la
preexistencia celeste hasta el mundo y de nuevo su retorno al Padre, su venida
desde Dios y su ida a él. El hombre tiene ya un camino hacia Dios, porque en
Jesús es Dios quien personalmente ha venido hasta el hombre, abriéndole así el
camino. Con la revelación de Dios en Jesús queda resuelto el problema del
hombre acerca del camino.
Simultáneamente late ahí también una referencia a la fe: si Jesús en
persona es el camino, también la fe en cuanto respuesta humana a la revelación
hay que entenderla ya como camino. La fe es asimismo algo vivo y dinámico, un
movimiento que se adueña de la vida del hombre y la convierte en una
"marcha" permanentemente. Ahí entra ciertamente la vinculación con
Jesús, así como el buscarle de continuo. Su persona no resulta jamás superflua
para la orientación de la fe, nunca queda superada.
JESUS/VERDAD: Para nosotros no es tan fácil de comprender
que Jesús se designe a sí mismo como la verdad; no, desde luego, porque
nosotros hayamos ligado al concepto "verdad" unas representaciones
muy distintas. Así, por ejemplo, se entiende como verdad (1) el que uno diga lo
que piensa y quiere, la armonía entre pensamiento, propósito y lenguaje, en
oposición al engaño o mentira. O bien (2) la concordancia de una idea o
afirmación, o bien de una doctrina, con la realidad, en oposición al error. Hoy
es frecuente sobre todo (3) entender la verdad como introducción a la práctica
recta; y, finalmente (4), se entiende a menudo verdad en el sentido de que una
afirmación o teoría responda a las reglas de la razón, de la lógica o de los
métodos científicos. La verdad del presente texto no se deja encasillar en
ninguna de las concepciones mentadas; buena prueba de que la idea de verdad es
aquí distinta de la que emplean el lenguaje cotidiano y la ciencia. No se
trata, por consiguiente, de que Jesús haya dicho la verdad, ni de que en él
concuerden pensamiento y lenguaje, o incluso lenguaje y obrar, de que jamás
haya mentido. Aquí se trata ciertamente de la radical búsqueda humana de la
verdad como experiencia de sentido y certeza. En esa dirección fundamental
podría apuntar la afirmación joánica.
Al tiempo hay que pensar también especialmente en la idea
veterotestamentaria de la verdad (heb. emet). El término hebreo emet en sentido
teológico expresa la absoluta fidelidad de Dios en su obrar, en su revelación y
en sus mandamientos. Verdad significa la credibilidad absoluta de Dios frente
al hombre, de tal modo que éste puede confiar incondicional- mente en la
palabra de Dios, en su promesa y lealtad. De esa fiabilidad, lealtad y verdad
de Dios puede vivir el hombre; ahí adquiere la constancia y firmeza básica para
su vida. El hombre, que se confía a la palabra y revelación de Dios y que
cuenta con ella totalmente en la práctica, en cuanto que obra la verdad con fe,
participará en la verdad de Dios. En esa concepción de la verdad, la visión y
el obrar (teoría y práctica), conocimiento y experiencia, están en íntima
relación.
Ahora bien, la afirmación central del evangelio de Juan está en que esa
verdad de Dios sale al encuentro del hombre en Jesús; con él han venido la
gracia y la verdad (1,17). Esa verdad que sale al encuentro, que es objeto de
experiencia y que habla, es la que hace al hombre libre: "Si vosotros
permanecéis en mi palabra, sois verdaderamente discípulos míos: conoceréis la
verdad, y la verdad os hará libres" (/Jn/08/31). En contacto con Jesús y
su mensaje el hombre encuentra la verdad y realidad liberadora de Dios:
experimenta la verdad en Jesús como salvación y como amor; puede ser de la
verdad. Cierto que esa verdad nunca se convierte en posesión disponible. Lo
decisivo para la fe es que la verdad liberadora sólo se experimenta en el
encuentro con Jesús y su palabra; tiene que ser otorgada al hombre. Pero en
Jesús se nos da de hecho y de forma permanente. De ahí que hable el deseo
humano de la suprema verdad y sentido de una manera insuperable.
JESUS/VIDA: Finalmente, por lo que hace al concepto de vida,
es difícil agotar el contenido transcendental de esa palabra en el marco de la
teología joánica. En conexión con el pensamiento veterotestamentario y judío la
vida (o la vida eterna) se convierte en palabra clave para la salvación; es
decir, para todo aquello que la revelación tiene que ofrecer al hombre. Si en
la tradición sinóptica esa palabra clave para la salvación es el concepto
"reino de Dios", en Juan lo es la palabra "vida". Para una
comprensión adecuada de la importancia que tiene esa palabra podemos recurrir
al concepto moderno "calidad de vida". Según ese concepto, lo que le
interesa al hombre no es simplemente un mínimo existencial, como es el disponer
de alimento, vestido y vivienda, sino que para una vida humana plena hay otras
cosas, como la participación en un cierto nivel de vida o en los bienes de la
cultura. La fe dice que ni siquiera eso basta, sino que la vida humana sólo
alcanza su plena consumación en la comunión con Dios. Podemos calificar esa
concepción como una calidad de vida escatológica. Justamente eso es lo que
preocupa al cuarto evangelista: la lejanía de Dios, como ausencia de sentido,
de felicidad y alegría es lo que constituye el problema más grave y la
auténtica enajenación de nuestra vida; mientras que la vida verdadera, como podría
ofrecerla la revelación, consiste en que por Jesús se nos brinda la comunión
divina. Jesús, el Hijo del hombre, es el donador de vida escatológica. Por él
ha sido dada aquella posibilidad de vida, que supera toda otra calidad. FE/INICIO/VE:
En Juan se suma como elemento decisivo el que esa vida eterna no se
entienda sólo como algo futuro que sólo se nos otorgará en el futuro lejano o
después de la muerte, sino que la fe es el comienzo de esa vida eterna. Con la
fe el hombre alcanza ya, aquí y ahora, una nueva calidad de vida escatológica.
La fe es el paso decisivo "de la muerte a la vida", porque es la
participación del hombre en la comunión divina que se le ha abierto por Jesús
(cf. al respecto 1Jn/01/01-04).
Dícele Felipe: "Señor, muéstranos al Padre..." Objetivamente
la súplica formula el deseo de una contemplación de Dios. En ese deseo de
contemplar directamente la divinidad en toda su plenitud, se condensa la
quintaesencia de todo anhelo religioso, el anhelo de que en el encuentro con
Dios se nos abra el sentido del universo. Pese a toda la diversidad de sus
respuestas, las religiones son las formas expresivas de un sentido último
definitivo y que ya no puede superarse. También la Biblia conoce ese deseo del
hombre de contemplar a Dios, pero alude una y otra vez a sus limitaciones. A
Moisés, que dirige a Yahveh la súplica "Déjame contemplar tu gloria",
se le da la respuesta: "No puedes contemplar mi rostro, pues ningún hombre
que me ve puede seguir viviendo." Lo más que puede otorgársele es que
pueda contemplar "las espaldas" de la gloria divina, pero nada más
(cf. Ex 34,18-23). También el evangelio de Juan mantiene esta concepción de que
ningún hombre ha visto a Dios ni puede verle (1,18; 6,46; cf. 1Jn 4,12). Ese
principio de la invisibilidad de Dios por el hombre constituye precisamente un
supuesto básico de la teología joánica de la revelación. Ciertamente que al
hablar de Dios se tiene a menudo la impresión de que ese principio básico ha
quedado en el olvido, pues de otro modo nos encontraríamos hombres con mayor
inteligencia que no se contentan con la fe en Dios.
Según la concepción bíblica Dios se muestra sobre todo al "oyente
de la palabra". La respuesta de Jesús se mantiene exactamente en ese
cuadro. El reproche "Llevo tanto tiempo con vosotros, ¿y no me has
conocido, Felipe?", remite al lector una vez más al trato con el Jesús
histórico. Conocer a Jesús equivale justamente a reconocerle como el revelador
de Dios. Sobre Jesús se pueden decir muchas cosas. Cuando no se ha encontrado
ese punto decisivo, es que aún no se ha dado con el lugar justo para hablar de
Jesús, por seguir moviéndose siempre en preliminares y cuestiones acusatorias.
Todo trato con Jesús, el teológico y el piadoso, así como el trato mundano con
él, debe siempre plantearse esta cuestión.
Ahora el lado positivo: "El que me ha visto a mí, ha visto al
Padre". En el encuentro con Jesús encuentra su objetivo la búsqueda de
Dios. Pues ése es el sentido de la fe en Jesús: que en él se halla el misterio
de lo que llamamos Dios. Por lo demás, el "ver a Jesús", de que aquí
se trata, no es una visión física, sino la visión creyente. La fe tiene su
propia manera de ver, en que siempre debe ejercitarse de nuevo. Pero lo que en
definitiva llega a ver la fe en Jesús es la presencia de Dios en este
revelador. Y es evidente que, así las cosas, huelga la súplica de
"¡Muéstranos al Padre"!
Se da ahora la razón de por qué la fe en Jesús puede ver al Padre:
"¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí?"
Hallamos aquí una forma de lenguaje típica de Juan (fórmula de inmanencia
recíproca), para indicar que Jesús está "en el Padre" y que el Padre
está "en Jesús". En esa fórmula, que no debe interpretarse mal como
una concepción espacial, se manifiesta la íntima relación y comunión entre Dios
y Jesús. Que Jesús "está en el Padre" quiere decir que está
condicionado en su existencia y en su obrar por Dios, a quien él entiende como
su Padre; y, a la inversa, que Dios se revela a través de la obra Jesús, hasta
el punto de que "en Jesús" se hace presente. Se comprende que la
verdad de esta afirmación sólo se manifiesta en la fe, y no en una especulación
sobre Dios que pueda separarse de la fe. Y que la fe pone al hombre en una
relación viva con Jesús y, justamente por ello, en una relación viva con Dios,
asegurando una participación en la comunión divina. (...)
FE/SENTIDO: A la fe le incumbe siempre un problema de
sentido, no la cuestión del éxito externo o del progreso. Pero si se dejase
arrastrar hasta ahí, volvería a estar en posición de poder alcanzar una nueva
certeza. Ese sentido no es posible demostrárselo a nadie; lo que sí se puede es
vivir del mismo y testificarlo vitalmente, y eso es lo que importa en
definitiva.
MAS-ALLA/MU: Sobre los v. 2-4: Con ello quedaría también
aclarado el problema del "más allá". Juan responde de forma breve y
rotunda a esta cuestión, inquietante para muchos hombres: quien se orienta
según Jesús y en él ha encontrado la salvación, no tiene ya en definitiva por
qué seguir cavilando acerca del "más allá", acerca de las
"moradas" del cielo. A las preguntas de ¿qué ocurre después de la
muerte?, ¿concluye todo con la muerte?, Juan da la respuesta siguiente: la
realidad del Dios del amor es mayor. Quien durante esta vida confía en Dios,
puede y debe mantener esa confianza. No caerá en el vacío. Dios es el amor que
abraza a todos los hombres, todos los tiempos y la historia toda; y, por ende,
también nuestra pequeña vida que alcanza su verdadero significado sobre el
trasfondo de ese amor. Todos los caminos del hombre acaban por desembocar ahí.
Con esa idea se puede vivir y morir. Tal vez sea importante decir que ¡con eso
solo se puede vivir! No es necesaria ninguna otra respuesta, ni se necesita
tampoco ninguna "geografía del más allá".
EL NT Y SU MENSAJE - EL EVANG. SEGUN S. JUAN, 4-2 - HERDER BARCELONA
1979.Pág. 71ss.
13.- Jesús empieza a despedirse de sus discípulos, pero ¡qué diferencia
y qué distancia! Las palabras de Jesús son tan bellas, tan profundas, que los
discípulos no se enteran. Sus preguntas manifiestan la diferencia de niveles en
que se encuentran. Jesús empieza la despedida tratando de animarles. «No
perdáis la calma». Una palabra que no pierde actualidad y que nos ayuda a
nosotros en tantas y tantas ocasiones. Después les promete que no les dejará
solos, que se acordará siempre de ellos, que algún día volverán a estar todos
juntos. Pero ¿dónde? Las respuestas de Jesús alcanzan una significación
admirable que nunca nos cansaremos de meditar. Nos revelan el misterio personal
de Jesús, su unión íntima con el Padre y su misión salvadora para el hombre.
CARITAS - RIOS DEL CORAZON - CUARESMA Y PASCUA 1993.Pág. 241
PROPUESTA DE
CANTOS DOMINGO V DE PASCUA CICLO A 2023
TEMA: Jesus
Camino, Verdad y Vida
01.- CREO EN DIOS AMOR (C. Gabarain)
ALELUYA
ALELU ALELUYA, CREO EN TI SEÑOR
CREO
EN TI MI DIOS AMOR.
ALELUYA
ALELU ALELUYA,
CREO
EN TI SEÑOR, CREO EN TI MI DIOS AMOR. (2)
Creo
en Dios, mi Padre, que es mi luz y es mi vivir,
que
habla en el silencio en el hermano y en la flor.
Creo
que me llama y compromete a construir
una
tierra nueva en la justicia y el amor. (2)
Creo
en Jesucristo, Dios y hombre, Redentor,
que
a nadie rechaza y va buscando al pecador.
Creo
que es mi hermano, es mi amigo y salvador,
que
nos compromete en la tarea del amor. (2)
Creo
en el Espíritu que alienta nuestro ser,
que
transforma el mundo con su fuerza y su calor.
Creo
que nacemos en un nuevo amanecer,
llenos
de alegría, caminando en el amor. (2)
Creo
que nosotros somos el Pueblo de Dios,
que
en los sacramentos celebramos al Señor.
Pueblo
que camina en la alegría y el dolor,
una
fe nos guía, nos empuja el mismo amor. (2)
02.- ALREDEDOR DE TU MESA (F. Palazón)
ALREDEDOR
DE TU MESA,
VENIMOS
A RECORDAR (2)
QUE
TU PALABRA ES CAMINO
TU
CUERPO FRATERNIDAD (2).
Hemos
venido a tu mesa
a
renovar el misterio de tu amor
con
nuestras manos manchadas
arrepentidos
buscamos tu perdón.
Juntos
y a veces sin vernos,
celebramos
tu presencia sin sentir
que
se interrumpe el camino,
si
no vamos como hermanos hacia ti.
03.- RECIBE SEÑOR
Te
ofrecemos, Señor, este pan
es
el signo de nuestra libertad.
Te
ofrecemos, Señor, este vino
que
la vid y el trabajo nos dan.
RECIBE,
SEÑOR, NUESTRAS VIDAS.
RECIBE,
SEÑOR, NUESTRO AMOR.
MANOS
FUERTES DE UN MUNDO MEJOR. (2)
Te
ofrecemos, Señor, nuestras manos
y
el deseo de amar y trabajar,
por
un mundo más justo y humano,
donde
habite la fraternidad.
04.- SEÑOR A QUIEN IREMOS (A. Mejia)
SEÑOR,
¿A QUIÉN IREMOS?
TÚ
TIENES PALABRAS DE VIDA.
NOSOTROS
HEMOS CREÍDO
QUE
TÚ ERES EL HIJO DE DIOS.
Soy
el pan que os da la vida eterna;
el
que viene a mí no tendrá hambre,
el
que viene a mí no tendrá sed.
Así
ha hablado Jesús.
No
busquéis alimento que perece,
sino
aquel que perdura eternamente;
el
que ofrece el Hijo del hombre,
que
el Padre os ha enviado.
No
es Moisés quien os dio el pan del cielo;
es
mi Padre quien da pan verdadero,
porque
el pan de Dios baja del cielo;
y
da la vida al mundo.
Pues
si yo he bajado del cielo
no
es para hacer mi voluntad
sino
la voluntad de mi Padre
que
es dar la vida al mundo.
Soy
el pan vivo que del cielo baja,
el
que come de este pan por siempre vive;
pues
el pan que daré es mi carne,
que
da la vida al mundo.
El
que viene al banquete de mi cuerpo
en
mí vive y yo vivo en él;
brotará
en él la vida eterna
y
lo resucitaré.
05.- PAN Y VINO DE AMOR (Brotes de Olivo)
En
la tierra, la sembró el sembrador,
la
semilla de Tu pan, Señor.
Y
después el viñador, trabajó en buena lid,
y
las tierras ven crecer, las espigas y la vid. (2 veces).
El
trigo se molió en el molino,
rompiendo
su cuerpo como Tú.
La
uva la pisó el hombre en el lagar,
igual
que Tú te dejaste pisar.
Y
ahora convertido en Pan y Vino,
Tu
pueblo lo ofrece en Tu altar.
Conviértelos,
¡oh Dios!
son
frutos de Tu amor,
en
Tu Cuerpo y Sangre, Señor.
(2
veces).
06.- TU CAMINO Y TU VERDAD (Kairoi)
YO
QUIERO SER INSTRUMENTO DE VIDA
QUIERO
SEGUIR TU CAMINO Y TU VERDAD. (2)
Lo
que he vivido me enseñó que eres un Dios de vida y paz.
Que
la justicia y el amor, es lo que quieres de verdad.
Quiero
seguirte, mi Señor; tus actitudes; asumir.
Y
que la duda y el temor no me hagan cómplice del mal.
Como
inocente, muerto en cruz, el Padre te resucitó.
Yo
te he podido descubrir de tus verdugos, triunfador.
Protege
a los que matarán por el delito de pensar,
y
abrir la boca y exigir para vivir con dignidad.
Te
alabo a ti, Señor Jesús, Tú me has mostrado al Padre Dios.
Te
asesinó el viejo poder que usa tu nombre para odiar.
Este
poder que te acalló aún hoy mata y dicta ley.
Dame
la fuerza para hablar, como profeta denunciar.
Hundes
al rico en su ambición. Llenas al pobre con tu paz.
Al
orgulloso haces caer y al más humilde das honor.
Yo
ya estoy harto de callar y adormecido consentir.
La
prepotencia y la opresión contra el que no tiene ni voz.
07.- JESUS MAESTRO
CRISTO,
MAESTRO, TÚ ERES EL CAMINO,
VIDA
VERDADERA Y ETERNA VERDAD (2V)
Para
el hombre que avanza desolado,
de
espaldas al amor que Dios nos brinda,
para
el hombre que vaga
perdido
y solitario.
Tú
eres camino, verdad y vida.
CRISTO,
MAESTRO, TÚ ERES EL CAMINO,
VIDA
VERDADERA Y ETERNA VERDAD.
Para
el hombre sediento de verdades
y
hundido en un mar de ideologías,
para
el hombre que busca la luz
sin
sombra alguna,
Tú
eres Camino, Verdad y Vida.
CRISTO,
MAESTRO, TÚ ERES EL CAMINO,
VIDA
VERDADERA Y ETERNA VERDAD.
Para
el hombre que vive sin fronteras
y
cifra en el progreso su alegría,
para
el hombre que sueña tal vez
con
no morirse, Tú eres Camino, Verdad y Vida.
CRISTO,
MAESTRO, TÚ ERES EL CAMINO,
VIDA
VERDADERA Y ETERNA VERDAD.
08.- CAMINO VERDAD Y VIDAD (J.A. Olivar - C. Garabain)
NO
HABLASTE DE CAMINOS PORQUE ERES EL CAMINO.
NO
HABLASTE DE VERDADES PORQUE ERES LA VERDAD.
NO
HABLASTE DE LA VIDA PORQUE ERES TÚ LA VIDA.
TÚ
ERES EL CAMINO, LA VIDA Y LA VERDAD.
Camino,
Verdad y Vida
es
la vida del Señor
desde
que pobre nos nace en Belén
hasta
que triunfa en su resurrección.
Camino,
Verdad y Vida
es
la vida de Jesús
desde
que oculto nació en Nazaret
hasta
que dijo “del mundo soy luz”
Camino,
Verdad y Vida
es
la vida del Señor
desde
que a todo exigió renunciar
hasta
que a todos su vida nos dio.
Camino,
Verdad y Vida
es
la vida del Señor
desde
que manda a todos amar
hasta
que exige el completo perdón.
Camino,
Verdad y Vida
es
la vida del Señor
desde
que exige la ofensa olvidar
hasta
que a todos nos brinda el perdón.
09.-NO TENGO MIEDO (MVC)
Cristo,
tu Cruz es respuesta real
para
este mundo, para este tiempo
que
huye en temores.
Tú
eres Camino, eres Verdad, eres la Vida.
NO
TENGO MIEDO DE LA LIBERTAD,
NO
TENGO MIEDO, SEÑOR DE LA VIDA,
ME
QUIERO ENTREGAR.
TOMA
MIS MANOS MI VOZ Y MI ANDAR
Y
YO ALZARÉ ALTO LA CRUZ DERRAMADA DE AMOR,
PARA
QUE SEA BANDERA DE LA JUVENTUD,
TU
TRIUNFO SANTO QUE JUNTO A MI CANTO
SE
HARÁN FUERTE LUZ
PARA
QUE VEAN TU ROSTRO, JESÚS,
HOMBRES
CON SED,
HOMBRES
VALIENTES QUE QUIERAN SEGUIR TU CAMINAR.
2.
Al verte herido reinando en la Cruz,
dices
mi nombre,
Suenan
tambores al escucharte.
Oigo
las voces de aquellos hombres
que
tienen hambre.
3.
Santa María, me acojo a tu amor,
pido
tu fuego que arde de ruegos hoy por tus hijos.
Virgen
María, Rosa del cielo, oye mi canto.
10.- JESUS TE AMA (Kairoi)
Juégate
la vida por Jesús,
serás
libre.
Él
te ama como eres tú,
serás
joven.
Él
te acepta siempre,
te
conoce bien,
juégate
la vida por Jesús.
Muestra
la alegría en tu vivir,
serás
libre.
Te
esperó de mucho tiempo atrás,
serás
joven.
No
te clasifica,
no
te juzgará,
muestra
la alegría en tu vivir.
PORQUE
JESÚS TE AMA, JESÚS CONFÍA
QUE
SERÁS CAPAZ
DE
AMAR CÓMO ÉL, DE AMAR CÓMO ÉL,
DE
AMAR CÓMO ÉL, DE AMAR CÓMO ÉL.
Grita que Jesús resucitó,
serás libre.
Grita que a tu lado siempre está,
serás joven.
Él te dio su vida,
el murió en la cruz,
grita que Jesús resucitó.
Tienes que ser uno con Jesús,
serás libre.
Tienes que crecer con los demás,
serás joven.
Hazlo humildemente,
y con sencillez,
tienes que ser uno con Jesús.
11.- MADRE DE LOS APOSTOLES (J.A. Olivar – C. Garabain)
María,
Tú eres madre
de
los que hemos dejado padre y madre
por
seguir la llamada del Señor.
ayúdanos,
Oh Madre
a
llevar a los hombres el mensaje
de
tu hijo redentor.
Madre
de los apóstoles
María,
aumenta nuestra entrega y nuestro amor,
nuestra
fidelidad a la palabra
nuestra
fe en el poder de la oración.
Madre
de los apóstoles
María,
incúlcanos el celo abrasador
que
tuvieron un día Pedro y Pablo,
12.-SOLO TU (C. Gabarain)
MI LA
1.
Solo Tú eres mi plenitud
SI7 MI
eres
mi apoyo, mi fuerza y mi luz
LA
eres
mi vida y mi juventud
SI7 MI
eres
mi gozo y mi cruz.
LA MI
SOLO
TÚ ERES TODO MI BIEN
SI7 MI
SOLO
TÚ, SOLO TÚ
LA MI
SOLO
TÚ ERES MI PLENITUD
SI7 MI
SOLO
TÚ, SOLO TÚ.
2.
Samaritana siempre con sed
cuando
en la tarde abrasaba el calor
pero
me diste un día a beber
del
manantial de tu amor.
3.
Siento a mi lado tu palpitar
por
el camino que va hacia Emaús
das
un sentido a mi caminar
mi
Salvador eres Tú.