“DIOS HARÁ JUSTICIA
A LOS QUE LE INVOCAN”
ORACION COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, te
pedimos entregarnos a ti con fidelidad y servirte con sincero corazón. Por
nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 17,8-13
En aquellos días, Amalec vino y
atacó a los israelitas en Rafidín. Moisés dijo a Josué: «Escoge unos cuantos
hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mañana yo estaré en pie en la cima
del monte, con el bastón maravilloso de Dios en la mano.».
Hizo Josué lo que le decía
Moisés, y atacó a Amalec; mientras Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del
monte. Mientras Moisés tenía en alto la mano, vencía Israel; mientras la tenía
baja, vencía Amalec. Y, como le pesaban las manos, sus compañeros cogieron una
piedra y se la pusieron debajo, para que se sentase; mientras Aarón y Jur le
sostenían los brazos, uno a cada lado. Así sostuvo en alto las manos hasta la
puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su tropa, a filo de espada.
SALMO
RESPONSORIAL (120)
El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la
tierra
Levanto
mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio?. El auxilio me viene del
Señor, que hizo el cielo y la tierra. R.
No
permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el
guardián de Israel. R.
El
Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche. R.
El
Señor te guarda de todo mal, él guarda tu alma; el Señor guarda tus entradas y
salidas, ahora y por siempre. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 3,14–4,2
Permanece
en lo que has aprendido y se te ha confiado, sabiendo de quién lo aprendiste y
que desde niño conoces la sagrada Escritura; ella puede darte la sabiduría que,
por la fe en Cristo Jesús, conduce a la salvación. Toda Escritura inspirada por
Dios es también útil para enseñar, para reprender, para corregir, para educar
en la virtud; así el hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda
obra buena. Ante Dios y ante Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos,
te conjuro por su venida en majestad: proclama la palabra, insiste a tiempo y a
destiempo, reprende, reprocha, exhorta, con toda paciencia y deseo de instruir.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 18,1-8
En
aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar
siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una
ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad
había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi
adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque
ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando,
le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."».
Y
el Señor añadió: «Fíjense en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará
justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas?. Les
digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre,
¿encontrará esta fe en la tierra?».
COMENTARIO
La parábola
encaja muy bien en la situación de aquellos tiempos en los que la viuda
realmente era el prototipo de una existencia en soledad y desamparo, y en los
que abundaba la siniestra figura del juez venal.
En Ex 22, 22-24 se dice que Dios
escucha el clamor de las viudas y sale en su defensa contra los que abusan de
ellas; los profetas denunciaron frecuentemente la corrupción de la justicia (Am
5,7.10-12). La viuda de esta parábola no tiene en principio posibilidad alguna
de ser escuchada por el juez injusto, pero insiste hasta que el juez cede,
aunque no sea más que para desembarazarse de ella.
Es importante hacer notar que lo
que pide esta viuda es justicia. También la oración de los elegidos de Dios es
una oración para pedir a gritos, día y noche, justicia. Si un juez inicuo no
puede resistir la demanda insistente de una viuda desamparada, con mayor razón
Dios, que es bueno, escuchará a los
elegidos que le piden justicia. Ahora bien, no se puede pedir insistentemente
justicia a Dios si no se lucha igualmente con insistencia para establecer entre
los hombres la justicia.
Una vida de oración sólo es
posible cuando hay fe. Con su pregunta abierta, Jesús nos amonesta para que
mantengamos la fe hasta el último día. Entonces, en el día del Señor,
comprenderemos que Dios no es un sordomudo ante los gritos de los justos que le
piden justicia, comprenderemos que si ahora calla es tan sólo porque nos
escucha y espera darnos al fin la respuesta definitiva. Discutir sobre nuestras
oraciones no escuchadas es por otra parte tan inútil como quedarse en teorías,
pues se trata de algo vivido. Se puede y se debe discutir, pero sobre
experiencias de oración. Mientras tanto, la lucha que los hombres fieles
mantienen sin descanso por una mayor justicia en el mundo es en cierto sentido
una respuesta de Dios.
PLEGARIA UNIVERSAL
Padre celestial, por la enseñanza de tu
Hijo Único, Nuestro Señor, te pedimos que nos hagas insistentes en la oración,
que nuestra plegaria totalmente confiada este siempre en nuestro espíritu y en
nuestros labios. A cada invocación, digamos: R.- Te los pedimos, Señor.
1.- Por el Papa Francisco, por el éxito de su
misión y de todas sus catequesis que contienen ricas enseñanzas para mejor
entender nuestra fe. Te los pedimos, Señor.
2.-
Por el Obispo de nuestra diócesis, y por todos los obispos, sucesores de los
apóstoles, para que sigan con fidelidad el Evangelio y para que su celo
apostólico sirva para construir una vida mejor en todas las diócesis del mundo.
Te
los pedimos, Señor.
3.-
Por todos los sacerdotes y diáconos, muy especialmente por aquellos que
trabajan en comunidades pobres o perseguidas, para que encuentren el apoyo de
sus fieles y la solidaridad, de todos los cristianos de la tierra. Te
los pedimos, Señor.
4.-
Por los pobres, los marginados, los inmigrantes y aquellos que la vida ha
maltratado, para que encuentren en los hermanos la ayuda solidaria que
necesitan. Te los pedimos, Señor.
5.-
Por nosotros presentes en esta celebración eucarística, para que sepamos ser
insistentes en la oración y generosos con nuestros hermanos, en todo momento o
vicisitud. Te los pedimos, Señor.
Escucha, Padre amoroso, estas suplicas que
con fe y humildad te presentamos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, ofrecerte estos dones con un corazón
libre, para que tu gracia pueda purificarnos en estos misterios que ahora
celebramos. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
La participación frecuente en esta
Eucaristía nos sea provechosa, Señor, para que disfrutemos de tus beneficios en
la tierra y crezca nuestro
conocimiento de los bienes del Cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 17: Ef. 2,
1-10; Sal 99; Lc. 12, 13-21.
Martes 18: 2Tim.
4, 9-17ª; Sal 144; Lc. 10, 1-9.
Miércoles 19: Ef. 3,
2-12; Is 12, 2-6; Lc. 12, 39-48.
Jueves 20: Ef. 3, 14-21; Sal 32; Lc. 12, 49-53.
Viernes 21: Ef. 4,
1-6; Sal 23; Lc. 12, 54-59.
Sábado 22: Ef. 4,
7-16; Sal 121; Lc. 13, 1-9.
Domingo 23: Ecles. 35, 12-14.16-18; Sal 33; Tim. 4,
6-8.16-18; Lc. 18, 9-14.
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 18, 01-08
1.- Continúa dentro de la óptica del camino. Fiel a su técnica
narrativa, Lucas omite todo dato sobre la ocasión y las circunstancias. Desde
el primer momento, en cambio, señala el centro de interés del texto: necesidad
de orar. En esta ocasión es, pues, el propio Lucas quien marca la línea
interpretativa de la parábola propuesta a continuación por Jesús, cerrando así
cualquier otra posibilidad de interpretación.
La machacona insistencia de una viuda consigue que le haga justicia un
juez poco dispuesto a hacerla. El comentario siguiente de Jesús se basa en el
procedimiento "a fortiori".
La insistencia en pedir justicia es el dato central, tanto de la
parábola como del comentario. Esa insistencia coincide con y explica la
necesidad de orar siempre, señalada de entrada.
"Hacer justicia" se repite en cuatro ocasiones. La expresión
presupone dos personas enfrentadas. Hazme justicia frente a mi adversario, dice
la viuda. La atención a este enfrentamiento es importante para precisar el
contenido de la oración, de cuya necesidad se trata.
En la concepción judía de entonces los enfrentamientos y las
dificultades estaban estrechamente relacionadas con la implantación del Reino
de Dios. Por el contexto inmediato sabemos que para Lucas el Reino de Dios es
ya una realidad con la presencia de Jesús (cf. 17. 21). Es por eso que Lucas
traslada al presente los enfrentamientos que la concepción judía preveía para
el futuro. La misma terminología, "los elegidos", denota la impronta
judía relativa a los últimos tiempos. Para nuestra mentalidad, sin embargo,
esta expresión puede resultar chocante y peligrosa, por cuanto fácilmente la
entendemos en el sentido de predestinación o de acción gratuita de Dios.
Evitaremos toda confusión si, en vez de elegidos, hablamos de discípulos o de
cristianos. Todos ellos son, efectivamente, términos intercambiables.
El texto invita a los seguidores de Jesús a tener plena y total
confianza en Dios. El seguidor de Jesús debe saber y sentir que Dios toma
partido por él en cuanto oprimido y perseguido por causa del Reino.
El texto, sin embargo, termina con una pregunta realista y preocupada:
Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?
Comentario.- La oración de cuya necesidad trata el texto es la plegaria,
el grito, la súplica del perseguido por causa del Reino de Dios.
Resuena aquí la vieja situación de /Ex/03/07-08:
He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los
opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Y he bajado a liberarlos.
El texto de Éxodo y el de Lucas son perfectamente intercambiables. A
través de ellos emerge un Dios diferente del que a veces imaginamos. El Dios de
la Biblia no es un dios ocioso o desinteresado por el hombre; es un Dios
asociado con la tarea creativa y renovadora del hombre. Y como esta tarea tiene
mucho de crudo y de difícil, el Dios de la Biblia es el que toma partido por el
que la lleva adelante.
En Lucas ser seguidor de Jesús significa acción, marcha hacia adelante.
Por eso el Dios que el texto de hoy transmite es un Dios de la acción, del
camino, de la lucha; un Dios cercano y entrañable para el que vive en esas
condiciones; un Dios que jamás defrauda al que está en la brecha. Ser seguidor
de Jesús significa, entre otras cosas, vivir desde la experiencia de un Dios
así.
Alberto Benito, Dabar 1989/51
3. D/PACIENCIA.
Al juez impío, que actúa sólo por comodidad, por quitarse de encima a la
viuda molesta, se contrapone la actitud de Dios que ama a los hombres, que
escuchará sus súplicas con prontitud. Dios les hará justicia. Cuando menos
piensen. A su estilo. Por sus caminos, que pueden no coincidir con los cálculos
de los hombres, ni aun de los creyentes. Mientras la justicia se hace, el
creyente debe mantenerse firme en la fe, sin desfallecer.
Comentarios Bíblicos V/Pág. 564
4. D/VENGANZA.
El relato nos sitúa en un contexto que podemos llamar de "situación
apocalíptica". El mundo se encuentra dividido; dominan los opresores y
mientras tanto, los pobres perseguidos no tienen más salida que clamar ante su
Dios a grandes gritos. La situación es típica a lo largo de la historia de los
hombres.
Quizá en principio refleja el estado de los judíos oprimidos del tiempo
de Jesús (los fieles de Qumran, los miembros de las sectas apocalípticas):
durante siglos han estado sometidos al poder de pueblos extranjeros, han
padecido la injusticia de la guerra y la pobreza y han llegado a suponer que no
es posible resolver la angustia de los hombres sobre el mundo; por eso ruegan a
Dios y piden que llegue el gran libertador, el juez y salvador, sobre la
historia.
De manera más cercana, el contexto refleja la actitud y situación de los
cristianos de la iglesia antigua. Sabemos que existía entre ellos la confianza
en una próxima venida salvadora de Jesús. De tal manera habían descubierto la
maldad del mundo, de tal forma sentían muy cercana la mano protectora de Dios
que cada día elevaban su plegaria de llamada y de esperanza:
"Marana-tha" (¡Ven, Señor!). También entonces se pensaba que el mundo
era incapaz de ser cambiado; la solución consiste en que se muestre Jesús como
la fuerza salvadora de la historia.
Una actitud semejante sigue extendida todavía entre los hombres. El
pecado social es hoy día más fuerte que nunca. Son miles y miles las voces que
piden justicia. Muchos piensan que el camino que lleva a conseguirla pasa a
través de una revolución interhumana (marxistas); otros suponen que este mundo
ya no tiene solución y elevan la plegaria hacia la altura, suplicando la
respuesta de Dios o del destino.
Pues bien, en este contexto ha situado Lucas la parábola de la viuda.
Evidentemente esta viuda no tiene la posibilidad de tomarse la justicia por su
mano; como mujer y como oprimida es incapaz de ajustar las cuentas con su
adversario. Por eso no le queda más remedio que importunar al juez día tras
día, hasta que logra cansarle, recibiendo su justicia.
La parábola no es del todo lógica. El juez podría haber tenido una
reacción distinta: castigar a la mujer por su importunidad o prohibirle volver
al tribunal. De todos modos, la imagen de este juez que hace justicia
simplemente por cansancio nos ayuda a comprender la situación de Dios, que día
a día escucha los gemidos de los justos que suplican. El evangelio tiene la
certeza de que Dios hará justicia sobre toda la historia de los hombres. Tomada
en sí misma, la palabra que el texto castellano traduce por justicia es más
hiriente y significa "venganza". ¡Dios se vengará de aquéllos que
oprimen a los elegidos! Esta palabra y esta actitud pudieran traducir un
peligro de resentimiento. Sin embargo, situada en el conjunto del evangelio, lo
que podemos llamar "venganza de Dios" no es otra cosa que su amor
salvador reflejado en la cruz de J.C. Dios se venga de todas las divisiones e
injusticias de la historia, situando en el centro de la tierra un principio de
salvación universal, la cruz de J.C.
Desde entonces, el poder de los injustos que oprimen a los pequeños de
la tierra está montado en el vacío; es un poder de condena que acaba con la
muerte. Por el contrario, el sufrimiento de los pequeños que claman a su Dios
se ha unido al propio sufrimiento de Jesús y se revela como fuerza
transformante de la tierra.
Desde aquí se puede valorar el sentido de aquella expresión enigmática
que afirma: "Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta fe en la
tierra?" (19.8). El problema fundamental no reside en la división social
de los hombres. El problema es la fe, la fe en Jesús, que sabe asumir el
sufrimiento y transformar la historia desde el mismo centro. Por eso, la gran
pregunta es saber si habrá fe sobre la tierra: fe para que los hombres sigan el
camino de Jesús, fe para que superen la división como antagonismo de clases
sociales, fe para que el sufrimiento se convierta en transformante y el poder
de los grandes venga a ser servicio en favor de los pequeños, fe para mostrarse
abiertos sin cesar ante la voz de amor del Padre. A través de la fe, la
historia entera se puede convertir, con Jesús, en llamada que invoca la
justicia salvadora de Dios y la va haciendo presente desde ahora entre
nosotros.
Comentarios a la biblia litúrgica NT, Edic Marova/Madrid 1976.Pág. 1382
A la relación del hombre con Dios se le llama oración. Pero en esta
relación una de las partes no es automáticamente evidente para la otra. Dios no
es evidente para el hombre. Por eso el hombre, cada uno de nosotros, puede
cansarse de una relación así y terminar por renunciar a ella. Con la parábola, Jesús
invita al hombre, a cada uno de nosotros, a no dejarse dominar por la fatiga de
una relación no evidente. Trata de inculcarnos una certeza: la certeza de que
Dios nos escucha.
Pero aún nos dice más la parábola y la lección que Jesús saca. Nos
introducen en el contenido de la oración: "¡Hazme justicia!". El
cristiano comprometido en la construcción del Reino se siente a menudo
desalentado y cansado. "Hazme justicia" es un grito hecho oración. Es
decir, "intervén en favor mío; dime que no soy yo quien anda descaminado
en la construcción de una tierra mejor".
El texto termina con una de las frases más tristes y pesimistas
pronunciadas por Jesús. ¿Habrá alguien que se crea de verdad esto de la certeza
de que Dios escucha? Se trata de creerlo de verdad.
Dabar 1980/53
6.
El texto de hoy no es continuación del texto del domingo anterior. Entre
ambos el autor ha introducido un tema que entonces preocupaba mucho: la venida
del reinado de Dios y la consiguiente implantación de un maravilloso mundo
nuevo. Pues bien, el evangelio de hoy entronca con esta problemática, pero
desde una óptica distinta de la habitual. Sin renunciar a la utopía final,
Jesús puso freno a todas las especulaciones sobre el fin del mundo. En lugar de
éstas, Jesús insistió en tomar más en serio el mundo que tenemos, haciendo que
en él sea realidad el reinado de Dios. El tercer evangelista es especialmente
sensible a este planteamiento. De ahí su insistencia en el camino. Camino hacia
una meta, por supuesto; pero camino. Camino nuevo, diferente. Llevamos ya
muchos domingos abriendo este camino. Pero también camino arriesgado y lleno de
peligros para la vida del que lo hace. De ahí que surjan unas necesidades
imperiosas. El texto de hoy sale al paso de una de ellas: la necesidad de
justicia. El caminante (=el discípulo) se siente a veces perplejo y hundido, y
se pregunta si no serán los demás quienes tengan razón. Necesita, pues, saber
quién tiene razón, si los demás o él. Este es el concepto de justicia que el
texto maneja. Quien tiene que resolver la cuestión es Dios, pues trabaja para
Él.
Jesús invita al caminante de la utopía a que pida a Dios, sin
desfallecer, la solución de esta cuestión. No se trata, pues, de la oración en
general sino de una oración muy concreta. La historieta del juez y la viuda
quiere ser una ejemplificación de lo que puede conseguir una petición
insistente, cansada habría que decir. Jesús insta al caminante a este tipo de
petición ofreciéndole la seguridad de que Dios le va a escuchar y le va a dar
la razón a él. Sin embargo, el texto termina con un interrogante escéptico: ¿Se
dará por mucho tiempo una actitud de fe así? A mí, personalmente, ésta me
parece la frase evangélica de más honda tristeza y pesimismo.
Dabar 1983/52
7. D/JUEZ
El texto de hoy es muy sugerente y puede ayudarnos a cambiar hábitos de
pensar que arrastramos desde muy antiguo. Me refiero en concreto al concepto de
oración y al concepto de Dios como juez. Una fórmula clásica define la oración
como levantar el corazón a Dios y pedirle mercedes. Lo problemático de esta
definición es su segunda parte. Cuando Lc, el evangelista de la oración, quiere
hablarnos de ésta, lo hace de la siguiente manera: Padre, santificado sea tu
nombre... (Lc 11. 2-4). A todo este conjunto de peticiones y a la actitud que la
sustenta le da el nombre de "espíritu santo" que el Padre dará a
quienes acudan a Él (véase Lc 11. 13). El texto de hoy no desentraña contenidos
de oración. Únicamente habla de que Dios hará justicia a sus elegidos que le
gritan sin desmayo.
Hacer justicia presupone una situación de acoso, de acusación, de
persecución. ¿De dónde proviene esta situación? De una actuación, de un
compromiso en favor de los valores del Reino de los que hemos oído hablar a lo
largo de las lecturas del verano pasado. Esta actuación y este compromiso
suscitarán recelos, desencadenarán agresividades. Es el momento del grito, de
la llamada al Padre: ¡Hazme justicia! ¿Tiene algo que ver esta concepción de la
oración con la que subyace en la petición de mercedes de que habla la definición
que aprendimos en el catecismo? El texto es también sugerente en lo que
respecta a Dios como juez. Ojo que escudriña todo y cada uno de nuestros
movimientos para recordárnoslos al pasar la aduana de la muerte. Es el concepto
habitual.
Sin embargo, en el texto de hoy vemos que Dios es juez en cuanto que
toma partido por el que sufre el acoso y la agresión. Dios no es juez por
analizar y dictar sentencia, después de oír a las dos partes, desde la asepsia
de la imparcialidad (esquema tripartito, propio del derecho romano).
Dios es juez por ser parte interesada en los valores del Reino y porque
toma partido con el que trabaja esos valores, que es el acosado y agredido
(esquema bipartito bíblico). "Pero, cuando venga el Hijo del Hombre,
¿encontrará esta fe en la tierra?" Estas palabras van dirigidas a los
discípulos.
¿Encontrará el Hijo del Hombre esta fe entre sus discípulos? El problema
es doméstico, interno, a nivel de creyentes, de Iglesia.
No vale, pues, escudarse tras la constatación genérica de la falta de fe
en el mundo. Preguntémonos más bien: ¿Tenemos nosotros esta fe? Nosotros, los
que estamos aquí reunidos. A la luz del texto de hoy sabemos que fe quiere
decir compromiso con la escala de valores del Reino y absoluta certeza de que
Dios atiende y defiende a quien vive esos valores. Eso del silencio de Dios,
¿no será un expediente que sólo existe en la ascética y en la metafísica, pero
no en la mística?
A. Benito, Dabar 1986/52
8.
Los evangelios de hoy y del próximo domingo nos presentan cada uno una
parábola relacionada con la plegaria: hoy la del juez inicuo y la viuda y el
próximo domingo la del fariseo y el publicano. La finalidad principal de la
parábola que hoy leemos es la enseñanza sobre cómo debe ser la verdadera
oración: perseverante y humilde; la misma introducción a la parábola nos da ya
esta orientación: "para explicar a los discípulos cómo tenían que orar
siempre sin desanimarse".
El protagonista de la parábola es una viuda que acude a un juez para que
le haga justicia, seguramente, en cuestiones monetarias o de herencia, contra
un adversario mucho más rico, poderoso e influyente que ella, ante el cual no
tiene otra arma más que su constancia y tesonería. En el mundo bíblico la viuda
equivale a la mujer casada que perdió no sólo al esposo sino también y
especialmente el soporte financiero de algún miembro masculino de su familia y
necesita, por tanto, protección legal. El acento recae, por tanto, en lo que
nosotros llamaríamos secuelas de la viudez. Su condición era considerada incluso
como un oprobio. La viuda era la imagen más viva del dolor y de las lágrimas.
El juez, finalmente, cede. Lo hace a causa de las molestias que le provocan las
continuas quejas de la mujer. Quiere que le deje en paz de una vez.
Si la parábola está centrada sobre todo en la actitud de la viuda, la
aplicación que Jesús hace de ella se fija en el juez ("Fijaos en lo que
dice el juez injusto"). Los oyentes de Jesús deben dar un salto y
trasladar la conclusión del juez a Dios: si este juez injusto, movido puramente
por un motivo egoísta, es capaz de escuchar, ¿habrá alguien capaz de imaginar
que Dios no escucha siempre a todos y especialmente a sus elegidos, a los
pobres y necesitados? De este modo pasamos de las cualidades que debe tener la
oración, tema de la parábola en sí misma, a la seguridad y confianza de que
esta oración siempre será escuchada, tema principal de la aplicación puesta en
labios de Jesús, en la que el juez es presentado como figura contrastante con
el modo de actuar de Dios.
El versículo 8b ("Pero cuando venga el Hijo del Hombre...")
parece que originariamente no pertenecía a la parábola, sino que enlaza mucho
mejor con las palabras de Jesús sobre la segunda venida del Hijo del Hombre en
17, 20-37. Los discípulos de Jesús, ¿serán capaces de mantener la fidelidad a
su Señor durante todo este tiempo en que esperan su retorno, tiempo a veces de
dudas y oscuridades? Esto debe preocuparles mucho más que el querer saber si su
oración es escuchada por Dios, sobre lo cual no deben tener ninguna duda.
J. Roca, Misa Dominical 1983/19
9.
La parábola del juez inicuo y de la viuda obstinada recuerda la
necesidad de orar sin desaliento aun cuando el Señor tarde y parezca sordo a
todas las llamadas. Los dos personajes de la parábola son, de una parte, un juez
sin fe ni ley (v. 2), poco preocupado por hacer justicia, sobre todo cuando se
trata de un ser tan débil como una viuda; en una palabra: un individuo bastante
ancho de manga que termina por hacer justicia a la viuda para quedarse
tranquilo y evitarse posibles consecuencias desagradables (v. 5). Tenemos, por
otra parte, a una viuda débil, pero segura de su derecho, por el que lucha
encarnizadamente.
El argumento de Jesús es muy simple (vv. 6-8): si un juez inicuo termina
por hacer justicia a una viuda, cuánto más Dios hará justicia a sus elegidos,
actualmente a merced de sus enemigos.
La parábola da también a entender que Dios hará justicia urgentemente
(v. 8a), pero sólo después de haber estado mucho tiempo contemporizando (v. 7).
Por consiguiente, el cristiano debe incluir en su oración la aceptación del
plazo que Dios tenga determinado; orará "sin descanso".
La oración cristiana no es ya un llamamiento a la intervención inmediata
y a la venganza (como sucede aún en Ap 6, 10). Coincide con la paciencia de
Dios con el fin de que los pecadores tengan tiempo de convertirse (2 Pe 3,
9-15).
* * *
ORA/PETICION:La oración de petición no consiste en esperar de Dios que haga por sí
mismo lo que nosotros no somos capaces de realizar: danos el pan, danos la paz,
danos la curación. Dios no es un buzón. En realidad esta oración es, en primer
lugar, una protesta: no se puede tolerar que la guerra se imponga constante a
la paz, que la riqueza de unos cuantos aplaste a la masa de los pobres... En
segundo lugar, hace comulgar con el Dios de la paciencia, y una vez ya en
comunión con Dios, los gritos de protesta van dando paso progresivamente a los
actos.
Maertens-Frisque, Nueva Guia de la Asamblea Cristiana Vii, Marova Madrid
1969.Pág. 190