viernes, 25 de noviembre de 2016

LECTURAS Y COMENTARIO I DOMINGO DE ADVIENTO CICLO A - 27 NOVIEMBRE 2016

LA ANTIRUTINA


ORACION COLECTA

El Señor viene «Dios todopoderoso, aviva en tus fieles, al comenzar el Adviento, el deseo de salir al encuentro de Cristo, acompañados por las buenas obras, para que, colocados un día a su derecha, merezcan poseer el reino eterno. Por nuestro Señor.».

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías 2,1-5

Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén: Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos. Dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén la palabra del Señor.». Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor.

SALMO RESPONSORIAL (121)

Vamos alegres a la casa del Señor

Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»!. Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. R.

Allá suben las tribus, las tribus del Señor
según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. R.

Desead la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros,  seguridad en tus palacios». R.

Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo». Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos 13,11-14

Daos cuenta del momento en que viven; ya es hora de despertarse del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz. Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vístanse del Señor Jesucristo.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 24,37-44

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Por lo tanto, estén en vela, porque no saben qué día vendrá su Señor. Comprendan que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estén también ustedes preparados, porque a la hora que menos piensen viene el Hijo del hombre.».

COMENTARIO
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El ciclo litúrgico que hoy comienza va a tener a Mateo como evangelista base. “Hermanos, ¡Despierten de su sueño!”. Nuestro sueño es la rutina. La rutina nos oculta el transcurrir inexorable de los días.
Jesús describe esta rutina: “En tiempos de Noé, la gente comía, bebía, se casaba…”. Un hombre supo ver las cosas a tiempo: “Noé entró en el arca”.
Pero los demás siguieron viviendo hasta que, “cuando menos lo esperaban, llegó el diluvio y se los llevó a todos”. La rutina nos traga a todos. Piensen en esos “debería reaccionar…, es preciso que actúe… ¡es tremendo cómo pasan los años!..., si pudiera volver…, si los jóvenes supieran”.
Nosotros lo sabemos. Basta con escuchar a Jesús: “Dos hombres estarán en el campo, al uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una mismas tareas, unos duermen y otros viven.
Unos no se preparan para nada y otros están dispuestos. ¿Despiertos a qué?. La llamada a la vigilancia, lo repite Jesús, es a una vigilancia de buena calidad. Puede tomar el aspecto de una angustia paralizante, o convertirse en un “¿para qué?” que suponga un desprecio del mundo y de las taras terrenas. No, la vigilancia evangélica es por el contrario una vida actual poderosa, ya que en ella se verifica constantemente la calidad de interés y de atención de lo que uno está haciendo.
Nuestra costumbre (comer-.tele-auto), nuestras preocupaciones (ganar más; acaba esta tarea) nuestros proyectos de ocio (el fin de semana, las vacaciones).
¿Hacer todo esto     de   nosotros   unos     hombres   que  utilizamos la vida a fondo?. ¿O es el amor, es decir la vida al cien por ciento? ¿Dónde está el servicio fraternal, los afanes misioneros, la oración?
“No tengo tiempo” es a veces el grito de la vida intensa. Pero a menudo es la canción de la rutina, porque la rutina canta muy bien.
La vigilancia cristiana no es más que la vida ante Dios, la vida con Dios. Se hacen exactamente las mismas cosas, pero esas cosas tienen un interés más, una  densidad.  “A uno se lo llevarán y al otro lo dejarán”.
Los vigilantes se arraigan ya en lo eterno, los rutinarios se quedan en la superficie de las coas y en cada momento corren el peligro de verse barridos.
La verdadera vigilancia, lejos de quitar el gusto por las coas de la vida, les da el sabor de las iniciaciones de los aprendizajes apasionantes. ¡Qué maravilla convertirse  a través de todo lo que uno vive en una persona que se construye para la eternidad y que construye una parte de la humanidad eterna!. ¿La anti-rutina?. Reflexionar recuperarse, no dejar que sea el reloj lo único que dicta nuestra vida, no dejarse atar por la agenda, por los automatismos, por el “siempre he hecho esto”.
El cristiano “que está preparado” es aquel que vive lo ordinario tan libremente tan conscientemente que esto lo mantiene despierto para lo inesperado incluida la hora extraordinaria la última quizás traicionera: “Estad vigilantes para que no os sorprenda”.

PLEGARIA UNIVERSAL

Como dice San Pablo, es hora de despabilarse y dejar aquellas actividades que nos alejan de Dios. Pidámosle al Dios que viene: R.- Señor, escúchanos.

1.- Por el Papa Francisco, los Obispos y los sacerdotes para que con sus palabras, gestos, estímulos y ejemplos nos hagan  despertar a la vida que Cristo viene a traernos. Señor, escúchanos.

2.- Por el fin de las guerras y las hostilidades por un profundo cambio en los corazones para que todos aceptemos a Dios como juez supremo y junto construyamos la paz. Señor, escúchanos.

3.- Por los niños, para que puedan celebrar una Navidad llena de amor, fiel reflejo del inmenso Amor que Dios nos demostró con la Encarnación de su Hijo. Señor, escúchanos.

4.- Por los que sufren, los que viven solos, los que tienen necesidad, para que encuentren a su alrededor la comprensión y solidaridad necesaria para seguir adelante. Señor, escúchanos.

Padre celestial, al iniciar al Adviento te pedimos que acojas estas suplicas y nos ayudes a preparar la venida de tu Hijo. Por  Jesucristo  nuestro Señor.

ORACION SOBRE LAS OFRENDAS

Acepta, Señor, este pan y este vino, escogidos de entre los bienes que hemos recibido de ti, y concédenos que esta eucaristía que nos permites celebrar ahora en  nuestra vida mortal, sea para nosotros prenda de salvación eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.

ORACION DESPUES DE LA COMUNION

Señor, que fructifique en nosotros la celebración de estos sacramentos con los que tú nos enseñas ya en nuestra vida mortal, a descubrir el valor de los bienes eternos y a poner en ellos nuestro corazón. Por Jesucristo nuestro Señor.

PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA

Lunes 28: Is 4, 2-6; Sal 121; Mt 8, 5-11.
Martes 29: Is 11, 1-10; Sal 71; Lc 10, 21-24.
Miércoles 30: San Andrés, apóstol (F) Rom 10, 9-18; Sal 18; Mt 4, 18-22.
Jueves 01:  Is 26, 1-6;  Sal 117; Mt 7, 21.24-27.
Viernes 02 : Is 29,  17-24;  Sal 26;  Mt 9, 27-31.
Sábado  03: San Francisco Javier, Presbítero (MO) Is 30, 18-21.23-26; Sal 146; Mt 9, 35-10, 1.6-8.
Domingo  04:  II De Adviento Is 11, 1-10; Sal 71; Rom 15, 4-9; Mt 3,, 1-12.


COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mt 24, 37-44
Par: Mc/13/33-37   Lc/21/34-36

1.- -"Viene el Hijo del Hombre". Ciertamente. Velar es estar despierto, permanecer atento en un tiempo en que lo más normal sería estar durmiendo o vivir despreocupado. Y debemos acogerlo "con buenas obras" (colecta). La vida no es una rueda que da vueltas sin ton ni son. Tiene profundidad y sentido, que se abrirán con la venida del Hijo del Hombre. Este pensamiento (que novenarios y sermones aprovechaban para provocar miedo) es esperanzador. No nos encontraremos frente a un azar ciego y sin rostro o con un juez arbitrario y colérico. Le conocemos a Jesús y sabemos con quién nos la jugamos: ¿quién mejor que él para poner de manifiesto, simplemente qué es nuestra vida y cuál es nuestro corazón?
J. TOTOSAUS
MISA DOMINICAL 1980/22

El Evangelio se hace historia en el curso litúrgico que hoy inauguramos: estarán dos chicas en la oficina: una creerá y otra seguirá en las tinieblas exteriores; estarán dos hombres en el taller: uno asumirá la salvación de Dios, y otro seguirá renegando de la vida; estarán dos pecadores crucificados por la vida: uno volverá sus ojos a la Cruz de Jesús, otro seguirá blasfemando. Sucederá como en los días de Noé: vendrá el diluvio en forma de cáncer, de muerte del hijo, de desgracia familiar o social, y se los llevará la desesperación. Estad en vela, porque no sabéis cuándo vendrá el Señor. Pero, en el año que comienza, unas personas concretas se encontrarán con el Hijo del Hombre que viene: será una predicación, el matrimonio que van a contraer, un testimonio, un fracaso, una enfermedad... Incluso alguien que nunca tropezó con JC, lo encontrará cara a cara en la muerte. "Estad siempre preparados, porque a la hora que menos penséis, viene el Hijo del Hombre".
MIGUEL FLAMARIQUE VALERDI
ESCRUTAD LAS ESCRITURAS
REFLEXIONES SOBRE EL CICLO A
DESCLÉE DE BROUWER/BILBAO 1989 .Pág. 17

3.- Invitación a la vigilancia. El futuro del hombre no está escrito ni programado. Tampoco hay horóscopos para el futuro del mundo. Y Dios no se somete a los conjuros del mago o a las visiones apocalípticas. El Espíritu sopla donde y cuando quiere. El Hijo del Hombre es imprevisible y sorprendente, aunque siempre debe ser lo más querido y esperado. Viene como el ladrón, pero no para robar, sino para regalar. Si acaso, ladrón de corazones. Hay que vigilar pues, pero no para defenderse, sino para quitar defensas; no para esconderse, sino para salir al encuentro, preparando los caminos. La venida del Hijo del Hombre no será un diluvio devastador, sino una lluvia refrigeradora y saciante. "Esta vigilancia no es una "obsesión tensa" por la salvación personal, sino una "atención serena" para ser fieles a la misión de cada uno.
CARITAS
LA MAS URGENTE RECONVERSION
ADVIENTO Y NAVIDAD 1983.Pág. 12

En tiempo de Noé, refiere el Libro del Génesis (6,6-12), "toda la tierra estaba llena de iniquidad; la tierra estaba corrompida, porque todo mortal había corrompido su camino sobre ella". El texto evangélico no parece subrayar de manera particular la maldad de los hombres y el hecho de la violencia, sino más bien su vivir despreocupado. Como en tiempo de Noé, los hombres se preocupan poco de la cuestión fundamental, es decir, de su relación con Dios, enteramente zambullidos en las preocupaciones cotidianas. Viven tranquilos, sin tener idea del juicio de Dios que les amenaza. Porque en la vuelta del Señor habrá precisamente un "discernimiento": salvación para los que han vigilado y condenación para los que no se han preocupado de nada (24,40-41; 24,51; 25,12). Ahora podemos comprender ya algún aspecto de la vigilancia. Es la negativa a indagar curiosamente sobre el cómo y el cuándo. Es la actitud del que constantemente permanece alerta y atento; lo contrario es la actitud del que no se entera de nada. Contiene también un aspecto de "sobriedad". En un pasaje paralelo, pero colocado en otro contexto, Lucas (/Lc/17/25-33:CZ/VIGILANCIA) va más allá: la vigilancia es el camino de la cruz, el camino de la donación, y no de la conservación: "Acordaos de la mujer de Lot". El que intente salvar su vida la perderá, y el que la pierda la conservará.
BRUNO MAGGIONI
EL RELATO DE MATEO
EDIC. PAULINAS/MADRID 1982.Pág. 256

5.- Jesús compara la venida del Hijo del Hombre a lo que sucedió cuando el diluvio. Pero la venida del Hijo del Hombre no será un diluvio devastador, sino una lluvia pacífica y fecunda. Lo que pasa es que no avisa. Y la gente ni está preparada ni se da cuenta. Los grandes acontecimientos no suelen anunciarse al son de trompetas. El ladrón tampoco avisa, ni la muerte, ni los cambios culturales, ni las reformas religiosas. Cuando nos damos cuenta, están ahí.
Pues de eso se trata, de darse cuenta. No es que hayamos de vivir temerosos, como si en cualquier esquina nos alcanzara la goma-2 asesina o la navaja ladrona. Temerosos no, porque es falta de fe; pero tampoco inconscientes o dormidos. La consigna es «vigilad». Vigilad porque el Hijo del Hombre viene en cada momento; porque la verdad y la justicia necesitan ser defendidas en cada instante; porque la solidaridad, como el amor, no descansa; porque la libertad hay que ejercitarla en cada hora. Vigilad, para que no os perdáis la gracia del encuentro.
La gente, como en tiempos de Noé, come, bebe, se casa, trabaja, se divierte, pero está insatisfecha y vacía y no se da cuenta de nada. La gente no ve más allá de su cartera o del plato de comida.
CARITAS
LA MANO AMIGA DE DIOS
ADVIENTO Y NAVIDAD 1989.Págs. 19

6.- Texto. El ciclo litúrgico que hoy comienza va a tener a Mateo como evangelista base. Al igual que en la apertura de los restantes ciclos, el texto está tomado de la parte final del Evangelio. Un verbo domina en él: venir. Venida del Hijo del Hombre, del diluvio, de un ladrón. De estas venidas, dos, la del diluvio y la del ladrón, sirven de referencia aclaratoria de la tercera, la del Hijo del Hombre, expresión cuyos orígenes literarios controlables se remontan al singular libro de Daniel.
Las tres venidas tienen un dato en común: su imprevisibilidad y, consiguientemente, el desconocimiento del momento exacto de las mismas. A la luz de este dato, el interés del texto se centra en despertar en los lectores una actitud vigilante a fin de que no les coja desprevenidos la venida del Hijo del Hombre. Comentario. La venida del Hijo del Hombre es un acontecimiento de índole histórica universal que no se debe identificar ni confundir con la muerte de las personas. La vigilancia y preparación para ese acontecimiento es una actitud consciente y tampoco se debe identificar ni confundir con el estado de gracia de Dios.
El texto refleja una concepción de la historia que da respuesta a una pregunta existencial y no a una pregunta moral. La pregunta existencial indaga por el sentido de la historia humana: ¿hacia dónde camina el ser humano?
El texto responde a esta pregunta afirmando que la historia humana termina en una peripecia, cuyo protagonista es Dios. El ser humano vive bajo el polo de atracción de Dios, quien en un momento humanamente imprevisible, pero cierto, obrará una mudanza repentina de la actual situación o condición humana.
El texto inculca la conciencia de esta peripecia universal, invitando a evitar la actitud inconsciente de que nada muda ni puede mudar.
Resulta enormemente evocadora la expresión misma "Hijo del Hombre". En el libro de Daniel, a donde, como hemos dicho, la expresión se remonta, la figura del Hijo del Hombre está a mitad de camino entre lo divino y lo humano, lo individual y lo colectivo. En el Hijo del Hombre se conjugan armónicamente Dios y Hombre, incluyéndose ambos sin confundirse. El texto de Mateo nos habla de esta fusión inconfundible. La historia, por fin, aparece como abrazo de sus dos protagonistas Dios y Hombre. Es natural que, tras el abrazo, todo tenga que ser diferente.
A. BENITO
DABAR 1992/01

7.- Texto. Presenta el siguiente desarrollo: el versículo inicial establece una comparación entre la venida del Hijo del Hombre y la época de Noé. Los versículos siguientes 38-41 explican el sentido de esa comparación. Por último, los versículos 42-44 extraen la consecuencia.
En la explicación del sentido de la comparación el aspecto clave es que, por lo imprevisible del diluvio, éste cogió a todos por sorpresa. Con la venida del Hijo del Hombre puede pasar lo mismo: que, dado su carácter imprevisible, coja a todos por sorpresa. Este factor sorpresa es lo que expresan los dos ejemplos gráficos de los dos hombres y las dos mujeres.
Toda la dinámica del texto está encaminada a contrarrestar el factor sorpresa. De ahí la formulación de la consecuencia en términos de invitación a estar en vela y estar preparados, dos expresiones equivalentes, pertenecientes al campo de la atención y cuyo opuesto es la despreocupación. Entre ambas invitaciones en imperativo (estad) hay una constatación en indicativo, a pesar de que la traducción litúrgica emplee también en este caso el imperativo (comprended). Más bien se trata de la constatación de algo en lo que los interlocutores están de acuerdo para después, en base a ese acuerdo, avanzar con un tipo de argumentación a fortiori. Comprendéis perfectamente que un dueño esté en vela en caso de conocer la hora en que su casa va a ser asaltada. Pues con mucha más razón habrá que estarlo en caso de desconocimiento de la hora, cosa que sucede precisamente con la venida del Hijo del Hombre.
Comentario. Habría que tener la mentalidad y la psicología reinantes en los ambientes religiosos judíos contemporáneos de Jesús para comprender este texto en todo su significado. En esos ambientes se vivía la espera inminente de un ser divino que pusiera fin al estado de cosas existente. En este sentido se hacían las más variadas especulaciones sin renunciar, sin embargo, a una actitud de espera. Hablar de la imprevisibilidad de la venida, cortar con todo tipo de especulaciones sobre ella, era un auténtico mazazo. Pero su contrapartida podría resultar igualmente peligrosa y contraproducente: de la espera podía caerse en una despreocupación apática.
Es precisamente esta despreocupación la que el texto de hoy quiere combatir con su referencia a los acontecimientos de los que hablan los capítulos 6 y 7 del Génesis y con su apremio a estar en vela y preparados. Se trata, en definitiva, de hacer despertar de la despreocupación, de reavivar un sentido de la historia que podía perderse o que, caso de nuestros días, casi se ha perdido.
Una cosa debe quedar clara: el texto de hoy es una reflexión y una forma de postura sobre la historia y no una referencia a la muerte de las personas y a la preparación moral para afrontar adecuadamente esa muerte. Es urgente liberar a este texto de toda referencia a la muerte y a la preparación al bien morir. La interpretación que fuera por esta línea estaría absolutamente fuera de lugar y contribuiría, además, a atormentar y traumatizar la gente.
Esto supuesto, hay que reconocer que el texto está escrito desde un modelo cultural y literario de no fácil comprensión para nosotros. Pero lo importante y duradero no es el modelo, sino lo que en él subyace. Y lo que subyace es una visión gozosa de la historia, porque la desbloquea y la abre al futuro de Dios. El texto nos invita a vivir sabiendo que Dios es más Dios de lo que le dejamos ser ahora. Hasta el momento las condiciones de nuestro mundo no son las más idóneas para que Dios pueda manifestarse como realmente es. Pero estamos invitados a vivir desde la íntima certeza de que no va a ser siempre así. La razón de la esperanza es ese futuro del Dios que aún desconocemos. Vivir así en la vida es lo que significa estar en vela y preparados.
ALBERTO BENITO
DABAR 1989/01

8.- Percatarse de que la historia (la particular y la general) tiene un sentido. Vivir sabiendo que tiene sentido: he aquí el significado de la invitación del texto de hoy. Conciencia de perspectiva, percepción del horizonte. ¡Que existen! ¡Porque existen! He aquí la vigilancia y la preparación de las que el texto de hoy nos habla. No habla de la muerte ni del estado de gracia en el momento de la muerte. Es muy posible que, al leer este texto, alguien piense en ello o hable de ello. ¡Que no lo haga, por favor! Ni el Hijo del Hombre es la muerte ni el estar preparado es el estado de gracia. El Hijo del Hombre es el sentido mismo de la historia, que no es otro que Dios (una buena ocasión para recomendar la lectura de San Agustín). El estar preparado es ser consciente de ese sentido, estar abierto a las inquietudes de la trascendencia. Estar en vela es mirar en lontananza. El texto de hoy es todo lo contrario de una escuela de terrores y de miedos. Dicho más llanamente: es una invitación a la perspectiva y al optimismo. Invitación tanto más necesaria cuanto que con más frecuencia de lo deseable nos encerramos dentro de las cuatro paredes de un universo impremeditado y sin sentido.
ALBERTO BENITO
DABAR 1986/01

9.- 1.- La alusión a los días de Noé antes del diluvio se hace para explicarnos cómo la venida del Señor será repentina y sin previo aviso. A diferencia de lo ocurrido cuando la destrucción de Jerusalén, no hay señales claras que determinen el momento del fin del mundo. Por eso los hombres harán su vida como si tal cosa y serán sorprendidos como lo fueron en tiempos del diluvio.
2.- La venida del Hijo del Hombre, la parusía, sorprenderá a los hombres en medio de sus faenas y diversiones. No todos serán elegidos y congregados de los cuatro vientos de la tierra por los ángeles (v. 31). Uno será tomado y otro dejado. Los hombres, que han crecido juntos, como la cizaña y el trigo, serán separados en aquel día del juicio. Para los justos será un juicio de salvación (cfr. Lc 21. 28); para los impíos, de condenación.
3. La incertidumbre del fin es una advertencia para que vivamos vigilantes en todo momento, pues cualquiera puede ser el decisivo. Vigilar es estar abierto por la esperanza hacia el futuro del Señor que viene, es también estar dispuesto a reconocerle en los pobres y necesitados y a cumplir en cada caso el mandamiento del amor. Es también orar. Sólo el que vigila está preparado para el encuentro con Dios en Cristo. La expresión "vuestro señor" no es original de Jesús, sino del evangelista.
La breve parábola del dueño de la casa que no puede dormir despreocupado porque no conoce la hora en que el ladrón puede robarle, señala claramente cuál debe ser la actitud del cristiano. Así que la espera de la venida del Señor, que vendrá repentinamente como un ladrón que no anuncia la hora de su visita, lejos de ser una buena excusa para evadirse de todos los problemas, es una severa advertencia para vivir atentos la hora de nuestra responsabilidad. Los cristianos deben demostrar que esperan al Señor preparando los caminos de su advenimiento, deben ser los más activos de los hombres en la construcción del mundo. Nuestra sociedad parece cada vez más estúpida e insensible a la verdad y a la justicia. Sin embargo, la justicia vendrá en su día. ¿No es hora ya de despertar del sueño?
EUCARISTÍA 1980/55