¿PONER LA OTRA
MEJILLA?.
ORACION COLECTA
Concédenos, Dios todopoderoso que
meditando siempre las realidades espirituales, cumplamos de palabra y de obra,
lo que a ti te complace. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del Libro del Levítico 19,
1-2. 17-18.
Dijo el Señor a Moisés: —Habla a la
asamblea de los hijos de Israel y diles: Serán santos, porque yo, el Señor su
Dios, soy santo. No odiarás de corazón a tu hermano. Reprenderás a tu pariente
para que no cargues tú con su pecado. No te vengarás ni guardarás rencor a tus
parientes, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor.
SALMO
RESPONSORIAL (102)
El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice,
alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al
Señor y no olvides sus beneficios. R.
El
perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de
la fosa y te colma de gracia y de ternura. R.
El
Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. No nos
trata como merecen nuestros pecados, ni nos paga según nuestras culpas. R.
Como
dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos; como un
padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del Apóstol
San Pablo a los Corintios 3, 16-23
Hermanos: ¿No saben que
son templos de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?. Si alguno
destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es
santo: ese templo son ustedes. Que nadie se engañe. Si alguno de ustedes se
cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio. Porque la
sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito: «El caza a los
sabios en su astucia.». Y también: «El Señor penetra los pensamientos de los
sabios y conoce que son vanos.» Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres,
pues todo es suyo: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo
presente, lo futuro. Todo es suyo, ustedes de Cristo y Cristo de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 5, 38-48.
En
aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: —Saben que está mandado: «Ojo por
ojo, diente por diente.». Pues yo les digo: No hagan frente al que los agravia.
Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al
que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a
quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide,
dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas. Han oído que se dijo: —Amarás a
tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus
enemigos, hagan el bien a los que los aborrecen y recen por los que los
persiguen y calumnian. Así serán hijos de su Padre que está en el cielo, que
hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque si aman a los que los aman, ¿qué premio tendrán?. ¿No hacen lo mismo
también los publicanos?. Y si saludan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de
extraordinario?. ¿No hacen lo mismo también los paganos?. Por tanto, sean perfectos
como su Padre celestial es perfecto.
PLEGARIA UNIVERSAL
Hermanos, presentemos nuestras necesidades a Dios, Padre de todos,
con confianza filial. Respondemos. R. Padre bueno, escúchanos.
1.-
Por la Iglesia extendida en todo el mundo para que el Señor la proteja y haga
que su vida y su mensaje renueven en todos los hombres la esperanza que nos
viene de la fe en Cristo Jesús. Oremos. R.
2.- Por todos los obispos en comunión con el
papa; para que sean proclamando la nueva ley del amor, que no discrimina a
nadie y acoge con misericordia a justos y pecadores. Oremos. R.
3.-
Por los que tienen autoridad en el mundo; para que bajo su gobierno podamos
vivir en paz y concordia, glorificando a Cristo, Hijo de Dios, que a todos nos
hace hermanos. Oremos. R.
4.-
Por todos los que se sienten tristes o abandonados a causa de divisiones,
rencores o enemistades; para que por la comunión que ahora estamos celebrando
en Cristo Jesús, reciban la capacidad del perdón y de la reconciliación. Oremos.
R.
5.-
Por todos los cristianos para que busquemos día tras día, la santidad a la que
estamos llamados por ser hijos de Dios y crezcamos en amor fraterno siendo
misericordiosos como el Padre. Oremos. R.
6.-
Por los que estamos aquí reunidos en el nombre del Señor; para que conscientes
de ser hijos amados de Dios, fortalezcamos nuestros vínculos fraternos
permaneciendo abiertos para acoger a otros. Oremos. R.
Oh, Dios de bondad, Padre de todos, acoge las oraciones que te
hemos dirigido con confianza filial y ayúdanos a descubrir en cada ser humano a
un hijo tuyo, al que amas sin condición. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Al celebrar tus misterios con la debida reverencia, te
rogamos, Señor, que los dones ofrecidos en reconocimiento de tu gloria nos
aprovechen para la salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Concédenos, Dios todopoderoso,
alcanzar el fruto de la salvación cuyo anticipo hemos recibido por estos
sacramentos. Por Jesucristo nuestro Señor.
COMENTARIO
Tenemos aquí un buen ejemplo para verificar la gran lección del sermón
de la montaña a propósito de la letra y del espíritu. ¿Cuál es el espíritu de
ese “poner la otra mejilla” que repugna a cualquiera?.
Cuando el mismo Jesús fue abofeteado en la pasión, no puso la otra
mejilla sino que se enfrentó con la brutalidad de este acto: “Si he faltado en
el hablar, declara en que está la falta; pero si he hablado como se debe, ¿por
qué me pegas?” (Jn 18, 23). “¿Poner yo la mejilla? ¿Para favorecer más aún la
violencia? Jesús quiere precisamente enseñar lo contrario. Cuando dice: “No
respondan al malvado”, la etiqueta está bien puesta, se sabe que se trata de un
malvado pero también que se trata de algo que supera infinitamente a ese
malvado y supera también a nuestra mejilla golpeada. Bajo esta imagen tan
elocuente (¡poner la otra mejilla!), se oculta un proyecto inaudito: frenar la
espiral de la violencia.
Los hombres aceptan demasiadas veces la violencia como un dato
indiscutible. Parece tan natural responder a ella y vengarse, que todo el mundo
lo hace, hasta los buenos cristianos. Si queremos comprender el giro radical
que propone Jesús, abramos la biblia por Génesis 4, 24: “Lamec será vengado 77
veces. Y recordemos la respuesta que recibió Pedro: “Perdona hasta setenta
veces siente” (Mt. 18,22). Este giro, que puede parecer absolutamente utópico,
comienza realmente apenas tenemos la valentía de decir que no a nuestra propia
violencia. No a la violencia del otro, sino a la nuestra. En el carro, en el
trabajo, ante la tele cuando tenemos ganas de gritar (y los niños escuchan):
“¡Animal!” “¡Terroristas!, Asesinos!”. Cállate, dice Jesús. Estate tranquilo,
no respondas a los malos. ¿Es que quieres que dejemos el terreno libre a todos
los criminales, a todos los violentos?.
No es cómodo el evangelio. Cuántas veces no hemos leído en los diarios
que la gente intenta tomar justicia por sus propias manos y dice la misma
gente: ¡Qué les den una buena paliza para que aprenda!”. Pero eso no les
enseñará anda. La violencia nunca ha enseñado nada a nadie; no hace más que
traer más violencia.
San Pablo ahondó en este mismo problema: “No te dejes vencer por el
mal”. (Rom 12, 17). No le des a nadie, desde el ladronzuelo hasta el verdugo
que tortura el poder de transformarte en un bloque de odio. Si no, serás
vencido por el mal. No es posible dominarse siempre perfectamente ante un bruto
o un sinvergüenza. Pero se puede luchar contra la oleada de la violencia en
nosotros mismos, contra nuestras palabras y nuestros gestos de violencia, se
puede intentar que la legítima defensa y la legítima indignación no se desvíen
hacia una violencia mayor y más ciega, hacia el desprecio, hacia los deseos y
los hechos de pura venganza. Donde un cristiano frena la transmisión de la violencia
negándose a ser un eslabón en la cadena del mal, allí nace el mundo nuevo.
PALABRA DE DIOS Y
SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 24: St 3,
13-18; Sal 18; Mc 9, 14-29.
Martes 25: St 4,
1-10; Sal 54; Mc 9, 30-37.
Miércoles 26:Jl
2, 12-18; Sal 50; 2Co 5, 20—6, 2; Mt 6, 1-6.16-18. Miércoles de Ceniza.
Jueves 27: Dt 30,
15-20; Sal 1; Lc 9, 22-25.
Viernes 28: Is
58, 1-9ª; Sal 50; Mt 9, 14-15.
Sábado 29: Is 58,
9b-14; Sal 85; Lc 5, 27-32.
Domingo 30: Gn 2,
7-9; 3, 1-7; Sal 50; Rm 5, 12-19; Mt 4, 1-11.
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mt 5, 38-48
Par.: Lc 6, 27-36
Texto: Continúa
la enumeración de ejemplos concretos, iniciado el domingo pasado, poniendo de
manifiesto la dinámica de sentido y significado conferida por Jesús a la Ley de
Moisés. Saben que se dijo... Pero yo os digo... El texto de hoy recoge dos
nuevos casos, los últimos de la enumeración.
Versículos
38-42: Ojo por ojo; diente por diente. Se trata de formulaciones concretas de
la ley del talión que puede leerse en Ex. 21, 24; Lv 24, 20 y Dt 19, 21. La ley
del talión pertenece al derecho penal y consiste en hacer sufrir al delincuente
un daño igual al que causó. Responde a situaciones socio-culturales en las que
la justicia es asunto de los particulares e introduce un criterio de
objetividad en el ejercicio de esa justicia. Ante el recurso legal como medio
disuasorio, Jesús ofrece la alternativa superior de un desarme del corazón y
del espíritu con capacidad para renunciar a todo tipo de compensación y para
desarmar al contrario por medio de la sorpresa de una actitud abierta y
liberal.
En primer lugar
se enuncia el principio general: no hacer frente al agresor, es decir, no
recurrir a la violencia. Este principio viene después explicado prácticamente a
base de casos gráficos, paradójicos, chocantes. Detengámonos en dos de ellos. Al
que te pone pleito para quitarte la túnica, dale también la capa. La túnica era
la prenda interior de vestir, la capa, la exterior. Alguien te lleva a juicio
por la ropa interior que llevas, pues cree que se la has robado. Jesús te dice:
dale también la ropa exterior. La propuesta es de las de dejar a uno atónito,
pues equivale a decir que te quedes desnudo.
A quien te
requiera para caminar una milla, acompáñale dos. Los romanos, siguiendo una
práctica persa, requisaban personas y animales para la realización de servicios
públicos. El caso contemplado por Jesús es el del invasor romano obligando al
judío a llevar una carga por espacio de un kilómetro. La propuesta de Jesús es,
de nuevo, para dejar atónitos: dobla la distancia que te exige el invasor.
Versículos
43-48: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo.
Aunque la ley a
la que se refiere Jesús, y que está recogida en Lv. 19-18, habla sólo de amor
al prójimo, en la práctica este amor llevaba al aborrecimiento de los no
judíos: los no judíos no eran prójimo. La alternativa de Jesús propone la
superación del concepto de enemigo en base a la actuación de Dios Padre, quien
desconoce por completo este concepto. A esta razón añade Jesús otra de tipo
amistoso-práctico: el discípulo suyo debe ser diferente de los demás, para
concluir con la invitación a ser perfectos. Perfecto en el sentido de completo,
abarcador. Comentario: El texto de hoy es tal vez el texto bíblico que expresa
con mayor claridad que lo específico cristiano es una diferencia en razón de
una referencia.
La diferencia.
Ser cristiano es estar situado en el espacio que se abre más allá de la ley,
más allá de lo mandado y prohibido. Saben que se dijo en el espacio de la ley
moral, de las pautas más o menos detalladas que orientan la vida de los
humanos. Es, en suma, el espacio de la conciencia, por la cual los humanos nos
diferenciamos de los animales.
"Pero yo les
digo" es el espacio que surge después o más allá de la ley moral y de las
adquisiciones de la conciencia. En ese espacio no hay pautas orientadoras. Sólo
hay fantasía y sensibilidad para descubrir modos inéditos de ser y de
relacionarse. ¡Ese es el espacio cristiano!. El que se halla en él no es una
persona mejor que las otras (bueno o malo son categorías morales, propias del
espacio moral); es sencillamente una persona diferente.
La referencia.
El espacio cristiano emerge cuando se descubre a Dios como Padre. Así seréis
hijos de su Padre que está en el cielo. Sean completos como su Padre celestial
es completo. El Padre es la referencia que explica la razón de ser del
cristiano.
A. BENITO- DABAR
1990/15
2. LEY DEL TALIÓN.
La ley del
talión -ojo por ojo diente por diente- no respira venganza sino justicia.
Frente al sistema anárquico de venganza personal indiscriminada, muchas
civilizaciones antiguas, y no sólo los hebreos, establecieron el principio
moderador del talión: que la medida del castigo corresponda a la medida del
perjuicio, sin excederla con sobrecargas: robaste cien, devolverás cien.
"Si alguno causa una lesión a su prójimo, como él hizo, así se le hará:
fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente. El que mate un animal,
indemnizará por él; pero el que mate a un hombre, morirá".
Supondría un
paso de gigante para el buen orden del mundo el que esta ley gobernara la
conducta personal y social. No vale calificarla de bárbara mientras se
practican progresiones aritméticas o geométricas en el desfile de las
violencias: mordió el mojón de mi finca, le quemo la casa; me insultó y saqué
la navaja; me atacó con cañones, bombardearé la ciudad; y si caen sobre mi
ciudad bombas convencionales, respondo con atómicas. La ley del talión se usa
en una sociedad organizada, pero no es definitiva ni suficiente para el reino
de la paz y del amor.
Jesús irrumpe
con un espíritu nuevo: el amor al enemigo. No es un nuevo Código Penal, ni la
forma nueva con que los jueces habrán de aplicar la ley. Es una irrupción
salvadora de Dios en Jesús, que ha de poner de manifiesto la endeblez y
limitación de las conquistas humanas en el camino de la liberación del hombre y
la humanidad.
MIGUEL
FLAMARIQUE VALERDI - ESCRUTAD LAS ESCRITURAS - REFLEXIONES SOBRE EL CICLO A -
DESCLÉE DE BROUWER/BILBAO 1989 . Pág. 51
3.- La ley del
talión fue en su tiempo un auténtico avance jurídico en la regulación de
conflictos, ya que no dejaba éstos a merced del arreglo de cuentas apasionado y
subjetivo. Esta ley, sancionada por /EX/21/24; /Lv/24/20 y /Dt/19/21, era una
garantía para la convivencia al evitar que la parte ofendida se tomase la
justicia por su mano.
Pero Jesús
cuestiona la ley del talión por considerar que se quedaba corta como
instrumento jurídico regulador de la convivencia (dinámica progresiva: "No
he venido a abolir, sino a dar plenitud"). Para Jesús, la ley del talión
es una garantía jurídica que no responde a la nueva y más profunda sensibilidad
ética de su tiempo. Es, pues, una garantía imperfecta y, por tanto, mejorable.
Jesús mejora la
fórmula tipificándola en cinco casos que se daban y se dan en la vida de todos
los días. Son casos intuitivos, que se meten por los ojos, agresivamente
plásticos. Este tipo de pedagogía era un recurso imprescindible en una
enseñanza y en un aprendizaje basado en la sola audición. Facilitando la
memorización de su enseñanza, el maestro conseguía algo mucho más importante:
que el alumno pensara y reflexionara en lo que el maestro había querido decir
en realidad. Y lo que aquí ha querido decir Jesús es bien fácil de captar: una
convivencia no basada simplemente en lo que está reglamentado, sino que se
adelanta a la propia reglamentación. Una convivencia basada en la sensibilidad
creativa.
En la misma
línea de una nueva sensibilidad ética, Jesús profundiza en el concepto de
prójimo. Esto lo hace desde una fundamentación y perspectiva estrictamente
religiosa: el descubrimiento de Dios como Padre, lo cual hace saltar en añicos
el habitual y espontáneo esquema de división y enjuiciamiento de las personas
en amigas y enemigas, y lo sustituye por otro totalmente diferente. Esta es la
perfección a la que Jesús invita a los que quieren ser discípulos suyos.
EUCARISTÍA
1990/09
4. A/GRATUIDAD:
Jesús opone a
la ley del talión el mandamiento del amor. Sus discípulos no deben pagar con la
misma moneda, no deben responder con mal a los que les hacen mal. Esto es lo
que quiere decir cuando les enseña a no hacer frente a los que les agravian. Su
lenguaje es duro y tremendamente exigente. Para evitar malentendidos, hay que
decir que habla en lenguaje figurado (como en 5. 29ss.) y no debe tomarse al
pie de la letra. Hay que añadir también, que se refiere al comportamiento
individual y a la actitud del corazón, pero no a la sociedad y a los tribunales
públicos en donde sigue siendo imprescindible un derecho penal y en cierto modo
la ley del talión. Incluso hay que tener en cuenta la prudencia cristiana en
cada caso y hasta la obligación de defender el propio derecho, no por motivos
de venganza, pero sí al servicio de intereses más altos que el simple egoísmo.
Pero con todas estas matizaciones corremos el peligro de vaciar de contenido
las palabras de Jesús, cuyo espíritu sigue en pie. El mal sólo puede superarse
con el bien, no con el equilibrio de la ley sino con el desequilibrio del amor.
Olvidarse de esto es caer en el círculo vicioso de la venganza y de la
violencia, en la trampa de una ley entendida como trampa del amor, en donde
éste quedaría atrapado.
Jesús es el
primero que extiende el amor a todos los hombres sin excepción alguna abrazando
con él hasta a los enemigos. Según sabemos por los escritos de Qumrân, los
esenios exigían amar a todos los que Dios ama y odiar a los que Dios no ama. Pero
Jesús proclama que Dios no hace distinciones y que hace salir el sol para
buenos y malos, justos y pecadores. Por eso los hijos de Dios deben amar
también sin fronteras.
Amar a los que
nos aman es natural y no trasciende la equidad de la ley, por lo tanto no la
colma con exceso de amor. En realidad, el verdadero amor sólo se muestra en el
amor verdaderamente gratuito, que no busca lo suyo ni la simple
correspondencia. Esto es lo extraordinario y la verdadera perfección. En esto
se manifiesta la bondad de Dios. Los discípulos de Jesús deben dar señales de
la nueva vida y del reino futuro, no pueden contentarse con las generales de la
ley.
EUCARISTÍA
1987/10
5. LEY/TALION:
El hombre
tiende siempre a desquitarse de la injusticia que se le ha hecho. En esta
tendencia a desquitarse, con frecuencia domina la irritación impetuosa y el
afán de venganza, el deseo de devolver al prójimo mucho más de los perjuicios
recibidos. Este deseo excesivo de venganza es reprimido en el hombre cuando se
legisla exactamente la medida del desquite. Así sucedió en los antiguos
ordenamientos jurídicos de los pueblos orientales. Así ocurrió también en los
libros jurídicos del AT. Fue un progreso considerable en la conciencia moral de
los hombres y de los pueblos la Ley del Talión: "pagará vida por vida, ojo
por ojo, diente por diente. mano por mano, pie por pie, quemadura por
quemadura, herida por herida, golpe por golpe" (/Ex/21/23-25).
Nada hay más
difícil de comentar que estas palabras del Evangelio de hoy. Jesús no viene a
abolir el derecho y la justicia civil. Por tanto, estos principios del
evangelio no pueden aplicarse a la sociedad civil de modo unilateral, pues esto
llevaría a la supresión del Derecho y a la opresión de los débiles por los
fuertes. Hay circunstancias en las que uno tiene el derecho de defenderse y de
defender a los demás. Jesús no quiere consagrar un estado anormal de opresión
pidiendo a los débiles que tengan resignación.
6. - Ser
perfecto como el Padre celestial, es el resumen de los preceptos del sermón de
la montaña. Ser perfecto en el amor, no como los judíos (no como los hombres de
cualquier raza o religión), sino como el Padre celestial, la perfección del
cual supera todos los marcos de la ley. Lo que Jesús manda no es una serie
detallada de instrucciones, sino que se puede reducir a una única palabra:
"amar".
MISA DOMINICAL
1990/05
"Ustedes,
pues, sean perfectos...". Y la perfección se concreta en el perdón, que es
el don por excelencia. Perdonar es recrear, liberar, creer en el otro, abrirle
la posibilidad de una nueva vida. ¿Escuchará cada vez? ¿Todos nuestros enemigos
se harán nuestros amigos en la medida de nuestro perdón?. Nada es menos cierto;
pero lo que se nos pide es que actuemos como Dios. El futuro es de él: no le cerremos
la puerta con nuestra dureza. Además, la historia de Dios con los hombres lo
atestigua: cuando el amor es totalmente desarmado, se convierte en lo que
verdaderamente desarma. Ahí está una ley nueva. La ley del Reino.
Supone una
mirada distinta al mundo que sólo se comprende desde la fe. Pero, a este nivel,
es la ley más eficaz que jamás se haya imaginado. La ley del Dios vivo.
DIOS CADA DIA-
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL - CUARESMA Y TIEMPO PASCUAL/SAL
TERRAE/SANTANDER 1989.Pág. 37
8.- Saben que
está mandado: "Ojo por ojo, diente por diente": Continuamos las
antítesis del sermón de la montaña que leíamos el domingo anterior. La de hoy
presenta una particularidad: la propuesta de Jesús frente a la ley antigua se
desarrolla a través de cuatro aplicaciones concretas. La ley del talión la
encontramos en el AT en Ex 21,24 y en textos del mundo antiguo como el Código
de Hamurabi. Constituía un intento de proteger al criminal contra una venganza
desproporcionada en relación con la culpa cometida, pero aquí, en cambio, es
vista como un procedimiento legal lleno de rigor y violencia.
- "No hagan
frente al que los agravia": El comportamiento del discípulo de Cristo
cuando se vea lesionado tiene que ir más allá de lo que la ley contempla, y
regirse por el principio de la misericordia. La primera aplicación concreta se
realiza por medio del ejemplo de poner la otra mejilla, que no debe convertirse
en la formulación de un principio ideal y general. - "Al que quiera
ponerte pleito...": La segunda aplicación se centra en la actitud
contraria a la de poner pleitos, tan extendida en Palestina en tiempos de Jesús
y también después con el rabinismo.
- "A quien
te requiera para caminar una milla...": Los funcionarios del estado y los
soldados podían obligar a los transeúntes a acompañarlos como guías o a
ayudarlos en la realización de alguna tarea. Se trata de una tercera aplicación
concreta de la propuesta de Jesús centrada en no rehuir la prestación personal.
- "Al que
te pida prestado, no lo rehúyas...": La cuarta aplicación concreta tiene
sentido si se aplica a una situación de exigencia no fundamentada en ningún
derecho o deber. - "Amen a sus enemigos...": La segunda parte de la
lectura arranca de una afirmación del AT pero con un contrapunto: "Amarás
a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo". El contrapunto no se encuentra
en el AT de forma literal, pero sí que se encontraba extendida en el judaísmo
la idea de que los extranjeros eran enemigos, y que no eran objeto de la
indicación del mandamiento. En la comunidad de Mateo el enemigo puede
identificarse con el perseguidor de la fe. El amor hacia el enemigo no consiste
sólo en la ausencia de odio, sino en una acción positiva hacia él que se
materializa en la plegaria. - "Sean perfectos como su Padre celestial es
perfecto": Los discípulos serán auténticamente hijos del Padre imitando su
bondad, de la que la generosidad y esplendidez de la creación son un signo
palpable. Así como entre los individuos que pertenecen a una misma familia o a
un mismo clan se establecen profundos lazos de solidaridad, que nacen de la
misma naturaleza humana, mucho más el cristiano ha de sentirse vinculado a los
demás hombres, y también a los enemigos, por el hecho de pertenecer a una misma
creación.
J. NASPLEDA -
MISA DOMINICAL 1993/03
9.- Es la
conclusión del tema: si su justicia no es superior... Mt 5,1748. La justicia
auténtica es el cumplimiento de la ley, desde la interpretación que le ha dado
Jesús. No se trata de abrogar, sino de superar las disposiciones legales
veterotestamentarias. Se exige que el cumplimiento sea una exigencia de la
actitud interna.
Jesús muestra
la debilidad de una praxis jurídica que amenaza con el castigo "ojo por
ojo" sin exigir el perdón. Tiene el peligro de convertirse en represalia.
La más justa aplicación de la ley del talión no está capacitada para romper el
círculo vicioso del mal. Sólo lo consigue el amor.
Jesús con
cuatro ejemplos muestra cuál es la nueva actitud que propone. En cada nueva
situación, el cristiano debe sacar de estos ejemplos nuevas conclusiones. Al
recibir un golpe, no deber responder con otro golpe. Así no se rompería la
espiral del mal.
El mandamiento
del amor al enemigo es la mayor exigencia del mensaje de Jesús. Desde el
aspecto formal el v. 43 -"amarás a tu prójimo, odiarás a tu enemigo"-,
está en la línea de la regla de Qunram, en la que se mandaba amar a los hijos
de la luz y odiar a todos los hijos de las tinieblas.
El judaísmo
tardío había restringido el concepto del prójimo al compatriota y al prosélito
propiamente tal, mientras que, según Lv 19,34, era prójimo todo extranjero que
moraba en la tierra de Israel.
Jesús pide más,
a sus discípulos y a su comunidad. El amor ha de llegar a todos porque todo
hombre ha de tener la experiencia del amor de Dios. En este punto el hombre ha de
ser colaborador de Dios. La medida de la acción del hombre es Dios. Sed
perfectos como su Padre celestial. Esta exigencia resume la justicia superior a
la de los fariseos que deben practicar los seguidores de Jesús.
P. FRANQUESA -
MISA DOMINICAL 1987/04
10. - El
ejemplo de la "ley del talión" (Ex 21, 23-25) nos dará una manera
sorprendente de ser fiel al espíritu de una ley, a la vez que cambiará
radicalmente su aplicación.
La Ley era la
siguiente: "... Si resultare daño, darás vida por vida, ojo por ojo,
diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida
por herida, cardenal por cardenal" (Ex 21, 23-25).
-Han oído lo
mandado: "ojo por ojo, diente por diente".
Pues Yo os
digo: No hagáis frente al que los agravia. Al contrario, si uno te abofetea en
la mejilla derecha, vuélvele también la otra.
La "ley
del talión", al imponer un castigo "igual" a la ofensa, quería
limitar los excesos de la venganza: ¡no exijáis más de un ojo por ojo!. Esto
era ya querer atenuar el instinto natural: ¡dos ojos por ojo dañado!
Prolongando el espíritu de esta ley, Jesús dice: "No os venguéis en
absoluto".
Esta ley
bíblica y estas fórmulas evangélicas, nos parecen, a primera vista,
completamente superadas, hechas para otra época distinta de la nuestra, en
verdad. Y, sin embargo... ¡cuántas ciudades bombardeadas por represalias, en
nuestro tiempo... y cuántas luchas raciales, nacionales, sociales a las que se
aplica el rigor de "la escalada!"... ¡AI más fuerte, al que devolverá
los golpes! Se habla púdicamente de "correlación de fuerzas": pero es
siempre el viejo adagio violento "ojo por ojo", apartado de su
sentido bíblico.
No
transformemos la sal del evangelio en insipidez.
Debemos
atrevernos a recibir las palabras de Jesús de frente, sin reservas.
-Si uno te
abofetea en la mejilla derecha... vuélvele también la otra. Al que quiera
ponerte pleito para quitarte la túnica, déjale también la capa. A quien te
fuerza a caminar una milla, acompáñalo dos. Al que quiere que le prestes, no le
vuelvas la espalda.
Jesús era un
predicador concreto, en la vida: así era también su discurso. Nada hay más
difícil de comentar que estas palabras. No parece que Jesús haya querido abolir
toda justicia civil y todo "derecho": estos principios no pueden
aplicarse a la sociedad civil de modo unilateral pues esto llevaría a la
supresión del Derecho, y a la opresión de los débiles por los fuertes. Hay
circunstancias en las que uno tiene el derecho de defenderse y de defender a
los demás.
Recordemos,
también, que el mismo Jesús no tendió la otra mejilla cuando recibió la
bofetada del servidor del Gran Sacerdote; se enderezó noble y dignamente:
"¿por qué me pegas?." De otra parte, tampoco sería honrado aplicar
estas fórmulas a los demás, ni en particular a los que tienen algún derecho
sobre nosotros exigiéndoles en nombre del evangelio que cedan en su postura,
que no se resistan... Ciertamente Jesús no ha querido consagrar un estado
anormal de opresión pidiendo a los débiles que sean resignados. Pero, puestos
estos matices, es necesario dejarnos interrogar por estas fórmulas que
recomiendan la no-violencia "no hacer frente al que nos agravia". No
tenemos derecho de endulzar el pensamiento de Jesús. Las actitudes propuestas
aquí de ningún modo no son actitudes de debilidad, sino de una gran fuerza
interior.
¡Debemos vencer
en nosotros el espíritu de venganza!. No se domina el mal cuando se le responde
con la misma dureza. El mal recibido, queda siempre, en el fondo, exterior a
nosotros... pero cuando lo hace uno mismo, al devolverlo, el mal gana una
victoria suplementaria: entra en nosotros. Jesús abre otro camino a la
humanidad: vencer el mal con el bien, responder al odio con el amor. ¡Que sean
muchos los hombres con tal osadía!.
NOEL QUESSON -
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2 - EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO - EDIT.
CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 20 s.
11.- No
resistir al mal, amar al enemigo ¿puede cumplirse el Sermón de la Montaña?.
16.02.17 |
23:02.
No hay quizá
palabras más hirientes ni más duras, de manera que en general las invertimos, diciendo:
¡resistid al mal, oponeos a vuestros enemigos! Así pedimos a Dios: ¡Por la
señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor!
-- Joachim
Jeremías recoge en su famoso tratado El Sermón de la Montaña (Palabras de
Jesús, Fax, Madrid 1968) el testimonio de la ortodoxia
luterana, que decía: Estas palabras no pueden cumplirse. Pero ellas están
ahí bien, colocadas, para recordar que somos pecadores (y que así, por serlo,
nos perdona Dios)..., a no ser que se entiendan como "ética del ínterim" (A.
Schweitzer), que sólo se pueden en el momento final, cuando todo
termina.
-- De
un modo aún más intenso, F. Nietzsche decía también que estas palabras no
pueden cumplirse, que sólo las cumplió un hombre llamado Jesús, pero que le
crucificaron por ello. La Iglesia posterior (sigue diciendo Nietzsche) no sólo
no ha cumplido esas palabras, sino que las subvertido, haciendo lo
contrario a lo que ellas dicen, proclamando de hecho el odio al enemigo (o,
mejor dicho, el resentimiento), queriendo defenderse del mal (de los enemigos)
por la fuerza.
-- Posiblemente
no tiene razón sin más un tipo de neo-ortodoxia luterana, ni A. Schweitzer, ni
Nietzsche... . Posiblemente esas
palabras de Jesús pueden y deben cumplirse de hecho, no sólo en sentido
intimista (¡algunos cristianos lo han hecho!), sino también
"social"... Pero el problema que ellos y otros muchos han planteado
sigue siendo muy serio, quizá el más serio de todo el cristianismo:
-- ¿Se puede compaginar el Derecho Canónico con esas palabras?.
-- ¿Se puede compaginar con ellas una Iglesia que ha empleado y sigue
empleando el poder no sólo para "resistir al mal" (en contra de
Jesús?, sino para imponer sus principios sobre el mundo?
-- ¿Puede estar iglesia actual, de vaticanos y curias, de nuncios y poderes fácticos, con moral de miedo, cumplir el Sermón de la montaña?.
-- ¿Puede estar iglesia actual, de vaticanos y curias, de nuncios y poderes fácticos, con moral de miedo, cumplir el Sermón de la montaña?.
Dejo el tema
abierto, que lo vean y sientan (y resuelvan, si pueden) los lectores. No me
atrevo a darles soluciones. Sólo sé que de vez en cuando pienso en la parte de
verdad de la neo-ortodoxia luterana, en la verdad de A. Schweiter... y me
digo.¡Jesús, cómo lo has puesto de esa forma!.
En esos
momentos me consuela la visión de una Jerusalén romántica, distinta, en la que
todo parece fácil (imagen 3...), para seguir leyendo y comentando el texto,
como haré (con la ayuda de mi Comentario de Mateo, VD, Estella 2017)...
1.Jesús nos
dice: No resistas al mal con otros males… no superéis una
violencia con otra, renunciad más bien a la violencia, rompiendo así la cadena
de opresiones y contra-opresiones que destruyen vuestra vida. Pero ¿cómo?.
2. Jesús sigue
diciendo: En vez de oponerte con violencia, pon la otra mejilla buscando
el bien del otro en cuanto otro, aunque sea tu enemigo (sobre todo, si es tu
enemigo). Ésta es la respuesta. Donde no hay amor pon amor, y encontrarás amor,
serás como Dios Amor...
Ciertamente,
estas palabras se repetirán una vez más en nuestra iglesia, en la misa del
próximo domingo (19.2.17: no resistáis al mal, amad al enemigo). Yo sentiré al
menos un estremecimiento, y pedirá a Dios que nos ayude (en esa línea van las
reflexiones que siguen, buen domingo).
1.- NO RESISTÁIS AL MAL (Mt 5, 39)
Mt 5 38 Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. 3 9
Pero yo os digo: No resistáis al mal, sino que:
a quien te golpee en la mejilla derecha, ponle también la otra; 40 y al
que quiera llevarte a juicio y quitarte la túnica, déjale también la capa; 41a
quien que te haga llevar la carga una milla, llévasela dos. 42 Al que te pida,
dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo niegues.
Sobre la ley
antigua (ojo por ojo y diente por diente, 5, 38) se eleva una nueva revelación
(profundización e inversión de esa ley), que se expresa en un principio general
(no resistáis al mal/malo: 5, 39a), con tres aplicaciones socio-políticas (5,
39b-41: poner la otra mejilla, dar también la capa al que exige la túnica,
acompañar dos millas al que te exige que vayas una) y otra económica (5, 42:
dale al que pide y presta al necesitado).
La ley regula
el orden social, utilizando la violencia. Más que ordinatio rationis (ordenamiento de razón) es ordinatio
potentiae, regulación del poder. Ciertamente, consigue un orden, pero lo hace
por la fuerza. Así actúa con poder, por un talión (ojo por ojo) que impone su
control, pero de manera que tiene que oponerse al mal de un modo violento,
impidiendo que pueda propagarse de manera incontrolada. La Ley no cree en la bondad, ni en que el hombre pueda superar la
violencia a través de una gracia superior, sino que utiliza para ello otro tipo
de violencia, para castigar de esa manera a los trasgresores. En
contra de eso, la nueva revelación apodíctica de Jesús, cuando dice no os
opongáis al mal (malo, ponêrô), supera ese principio de violencia desde un
plano superior de gracia.
La primera obligación
de la Ley era oponerse al malo (injusto), a fin de que los justos pudieran
vivir tranquilos, elevando así una
especie de cerca o valla en contra de los transgresores, para que los legales
vivieran protegidos dentro de ella. Pues bien, Jesús ha querido derribar esa
valla, abriendo un espacio de vida más allá de las leyes político-judiciales
violentas, renunciando así al talión, es decir, al principio de resistencia
violenta frente al ante el malo, sin el cual no puede darse un tipo de justicia
legal sobre la tierra. En esa línea, superar unilateralmente la violencia
significaría dejar que la sociedad humana se destruya; sin un tipo de talión no
hay justicia legal sobre la tierra.
‒ El talión es
unívoco y claro: sabe distinguir entre
inocentes y culpables; tiene lógica y la emplea, en equilibrio de juicio
moralista. Puede admitir un tipo de utopía, pero mientras tanto defiende lo que
existe. No quiere cambiar el mundo, sino mantener el orden de lo que hay, pues
sólo Dios podrá cambiarlo, cuando él quiera. No transforma a las personas, sino
que regula su conducta, manteniendo de esa forma lo que existe.
‒ Jesús es
paradójico y, en un sentido, acepta la Ley, pero lo hace para superarla, pues ha llegado el tiempo mesiánico del Reino, superando así la
ley (sin negarla) por medio de la gracia. Jesús empieza suponiendo que existen
hombres malos, que amenazan a otros, poniendo en peligro su vida; pero no les
responde con otra ley, no les expulsa ni mata (como mala raíz que debe
arrancarse de la tierra; cf. Mt 13, 28-29), sino que se eleva de plano, para
transformarles así, en perspectiva de gracia.
La Ley (incluso
la mejor) regula el orden social por la fuerza, utilizando algún tipo de violencia,
conforme al talión (ojo por ojo) que se impone por la fuerza, oponiéndose a la
violencia ilegal con otra legal, para hacer así posible la vida concreta, en un
mundo amenazado de muerte. Pues bien, en contra (o, mejor dicho, por encima) de
esa ley, al decir no resistáis al Mal, es decir, al Malo», Jesús, desborda los
supuestos de una ley (israelita o no), cuya primera obligación es trazar las
diferencias y oponerse al mal (al malo, al injusto), con la fuerza, para que
los justos puedan mantenerse y seguir viviendo, protegidos por la valla de la
justicia.
Muchos pensaban
y piensan que la sociedad (la justicia) nace de la resistencia contra el Malo,
como supone el principio del talión, que busca siempre a los culpables a
quienes la buena sociedad puede y debe oponerse, impidiendo que sigan haciendo
daño o expulsándoles del grupo.
En un primer
nivel, el talión de la justicia parece necesario: sabe distinguir entre inocentes y culpables; tiene lógica y la
emplea, en equilibrio de la ley (es decir, de la vida de los “justos”).
Pues bien, sin
negar ese nivel, el mensaje y ejemplo de Jesús quiere lograr que subamos de
plano: Sabe que hay “malos” (que hay mal),
pero cree que el talión (la justicia de la Ley) no basta para cambiarlos y
superar de esa forma el mal.
Pues bien, en
ese contexto, Jesús piensa que sólo puede superarse el mal con una nueva y más
alta educación y compromiso, en línea de no violencia activa. Se trata de no
oponerse en su mismo plano de violencia al mal (es decir, al Malo /|), pues en
esa plano seguimos atrapados en el mismo espacio de acción y reacción. Se trata
de subir de plano; de oponerse al mal (al Malo), pero de otra manera, en la
línea de Padrenuestro (donde pedimos a Dios que nos libre del Malo: 6,13 /),
como Jesús, que entiende su evangelio como batalla contra el Malo, el Diablo,
desde las tentaciones (4,1-12), pero sin acudir a la violencia opresoras, sino
liberando a las personas para que así puedan vivir en libertad.
En esa línea,
la alternativa de Jesús no se sitúa en el mismo plano del mal/Malo, utilizando
sus medios, sino en un plano más alto de perdón activo, de creatividad
superior, como iremos viendo a lo largo de todo
el evangelio, que viene a presentarse así como libro (manual) de lucha contra
los poderes del mal, en línea de curación, amor al enemigo. Éste es el sentido
de la meta-noia que Jesús ha propuesto en 4, 17, una forma distinta, más alta,
de pensar y sentir, en la línea de Dios, al servicio de su Vida. Desde ese
fondo podemos pasar a las aplicaciones del texto
1. A quien te
golpee en la mejilla derecha, ponle también la otra (5, 39). Éste es el ejemplo que más ha impactado a la tradición posterior, y
proviene con toda seguridad de Jesús, que se opone de esa forma a toda solución
armada (violenta) del conflicto social. Quien te golpea en la mejilla puede ser
un enemigo personal, en una pequeña disputa de vecinos, pero también la
autoridad social y militar, que te trata como a un esclavo, apelando no sólo a
la violencia, sino a la humillación física. Normalmente, un hombre de “honor”
tiene que oponerse, no sólo según Ley, sino en legítima defensa. Pues bien,
Jesús pide a sus discípulos que acepten el deshonor de ser golpeados, no por
impotencia, sino por potencia y autoridad más alta, poniendo la otra mejilla.
De esa forma podrán mostrar que son portadores de un evangelio de gratuidad
creadora.
2. Al que
quiera llevarte a juicio y quitarte la túnica déjale también el manto (Mt 5,
40). En ese contexto, aquel que quiere quitarme la
túnica no es un simple ladrón, sino un cumplidor de la justicia, que acude para
ello al tribunal de justicia. Pues bien, quien pretenda seguir el principio de
no-juicio y gratuidad de Jesús, debe renunciar a ese tipo de justicia, aunque,
según ley, pudiera hacerlo, situando su respuesta en un plano más alto
(provocativo, creador), de gratuidad (dar el mismo manto), por encima de los
principios de la justicia establecida, en línea de misericordia activa.
Conforme a este pasaje, si se asume el principio de la gratuidad, el creyente
de Jesús debe superar la “razón” judicial (la justicia legal), situándose en un
plano más alto, por encima de la competencia mutua y de la lucha del derecho
(ley), para situarse en un nivel de gratuidad.
3. A quien que
te haga llevar la carga una milla, llévasela dos (5, 41). Los soldados del ejército de ocupación podían exigir a los civiles
que les llevaran por un tramo (una milla) sus enseres. Esa exigencia suscitaba
la protesta y rechazo de muchos, que se alzaban contra los soldados. Pues bien,
subiendo de nivel, en una línea de gratuidad y no-violencia activa, el texto
pide que ayudemos a los mismos soldados (¡invasores!), de una forma que resulta
al menos paradójica. Entenderíamos mejor la resistencia no violenta: no
atacamos a los invasores, pero rechazamos y evitamos toda relación con ellos.
Pero este ejemplo parece exigir un tipo de un colaboracionismo, que muchos
juzgarán peligroso: ¿Y si las armas que llevamos por dos millas se utilizan
contra pobres inocentes? ¿Y si nuestro gesto les ayuda para conseguir una victoria
injusta?.
4 Al que te
pida, dale... (5, 42).
Mateo ha
destacado este motivo menos que Lucas (cf. Lc 6, 27-36), pero le da también
mucha importancia: el principio de no-violencia (no-juicio) ha de traducirse
también en forma de gratuidad económica y de comunicación de bienes. El que es
dueño exclusivo de algún tipo de fortuna, tendrá que defenderla con las armas.
Por el contrario, el que renuncia a la defensa militar, debe ofrecer sus bienes
y ponerlos al servicio de los otros, compartiendo lo que tiene.
AMAN AL ENEMIGO
(Mt 5, 43-48)
No basta
renunciar a la guerra como solución, hay que amar activamente, como personas,
como iglesias, como grupos sociales.
(Revelación) Mt 5, 43 Habéis oído que se dijo "amarás a tu prójimo
y odiarás a tu enemigo", 44 pero yo les digo: amen a sus enemigos y oren
por los que los persiguen, (Base teológica) 45 para que sean hijos de su Padre
celestial; porque El hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre
justos e injustos.
(Razón) 46 Porque si aman a los que los aman, qué recompensa tienen?.
No hacen también lo mismo los recaudadores de impuestos?. 47 Y si saludan
solamente a sus hermanos, qué hacen de más: ¿No hacen también lo mismo los
gentiles?. (Conclusión) 48 Sean pues perfectos como su Padre celestial es
perfecto.
El texto es
sorprendente por su forma de citar la ley antigua: «Han oído que se ha dicho
amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo». Se ha venido diciendo que el
segundo inciso (odiarás a tu enemigo) no aparece expresamente en ningún lugar
del Antiguo Testamento, aunque sí el primero (amarás a tu prójimo: Lev 19, 18).
Algunos han pensado que Jesús (o el redactor de Mt 5, 43) ha sido injusto al
resumir así la ley antigua, pero esas palabras se encuentran en Qumrán (1QS I,
5.9-10).
Sea como fuere, Mateo no polemiza con la ley en cuanto tal (con la
Escritura en sí), sino con una interpretación, a su juicio sesgada, de la
tradición israelita. En esa línea, el
problema no es saber la fuente de la cita de Jesús, ni su fidelidad formal
respecto al AT o al conjunto de la tradición israelita. Lo que está en juego es
el principio de la ley antigua como ley de grupo y el sentido de la nueva
revelación que trasciende los límites de un grupo para abrirse de un modo
universal. Por otra parte, el tema no puede entenderse como polémica con un
tipo de judaísmo antiguo o contemporáneo de Jesús, sino más bien como expresión
de una experiencia universal:
‒ Un tipo de
ley, condensada en forma de amor-odio (bien-mal) divide a los hombres por
razones familiares, nacionales, sociales, culturales, religiosas... Hay normas
de juicio y según ellas los hombres deben distinguirse, en proceso de
discernimiento que marca y define el lugar de cada uno en el conjunto. La misma
ley del judaísmo instaura un sistema de dualidad, dividiendo a los hombres en
buenos y malos.
‒ La revelación
de Jesús ha superado ese nivel, haciendo al hombre capaz de amar a todos, superando así, desde un plano más alto, la oposición entre el bien
y el mal. Conforme a una visión popularizada por A. Nygren, el amor de tipo
eros sigue actuando en plano judicial, y así se ofrece a aquellos a quienes el
“amante” piensa que son dignos de acogerlo (sus amigos). Pero Cristo ha
revelado ya el amor-agape: ha ofrecido su vida por todos, superando así las
divisiones ratificadas por una ley que separa a los malos y los buenos.
Entendido de
esa forma, este pasaje aparece como principio supremo de interpretación
cristiana de la Biblia. En esa línea, Mt 5, 43-45 ofrece un programa de vida
que va incluso más allá de las afirmaciones del judaísmo helenista de Sab 5,
21-22 que defiende una justicia inmanente de Dios en el mundo en plano de
talión. Este pasaje transciende incluso el nivel originario de Gen 2-3 (cf. Dt
30, 15), que pone al hombre ante una ley de talión, que condena a muerte a los
culpables, para situarnos en la línea de Gen 1, que presenta un mundo positivo
y bueno para todos, y especialmente en la línea de Gen 8, 20-21 (no volveré a
maldecir...), donde Dios se compromete a “defender su creación”, no enviando
más diluvios (aunque ofrezca una visión pesimista de la vida humana, según la
cual Dios no castiga, porque los humanos son malos desde el principio) .
Mt 5, 45
despliega un programa de gratuidad, situándonos en el límite bueno de la
creación, ante un Dios que es amor abierto a todos, no talión (premiar a los
buenos, castigar a los malos), superando así
todo dualismo escatológico o teológico. En esa línea, Jesús no polemiza contra
la Escritura en sí (donde no se manda odiar al enemigo), sino contra una
interpretación sesgada de ella, que se extendía en algunos círculos judíos, y
que así aparece en Qumrán. Pero el problema de fondo de este texto no es de
tipo filológico, sino de experiencia y compromiso evangélico, en la línea de la
conversión o cambio de mente y vida que Jesús había proclamado en 5, 17.
‒ ¡Habéis oído
que se ha dicho: amarás a tu prójimo! (5, 43). Ésta es la tesis normal. Todo grupo forma un espacio de
“coherencia” interna, con un tipo de amor hacia dentro (una relación distinta
para los de fuera). Ésta es la ley supuesta en el talión: ¡ojo por ojo y diente
por diente! (5, 38), que parece fundada en la naturaleza, como supone Lev 19,
18, un texto clave, asumido por Mt 19, 19 par al tratar del shema. Todo es
norma en ella, Jesús no la discute. El problema estará en su aplicación, en
saber si el prójimo ha de entenderse de manera universal o exclusivista.
Pues bien, en
ese contexto, como formulación complementaria, implícita en la misma ley de
amor al amigo, Jesús añade, en nombre de una tradición muy extendida: y odiarás
a tu enemigo. Sólo se podría amar a unos odiando a otros, sólo se podría
defender al grupo (familia, pueblo) rechazando a los supuestos enemigos. Al
añadir esa sentencia, Jesús puede estar pensando en Qumrán, pero no es preciso,
pues ella aparece siempre que un grupo pone de relieve el amor a los de dentro.
Jesús toma la frase anterior (amar al prójimo) en sentido particularista, como
hacían otros judíos de su tiempo, y se limita a sacar las consecuencias que de
ella derivan: Para amar al amigo/prójimo habría que “odiar” a otros grupos,
concebidos como una amenaza, en un mundo pensado en línea de oposiciones (como
en Qumrán: cf. 1Qs 1, 10; 9, 21ss; 10, 17 etc.).
‒ Pero yo os
digo: revelación mesiánica (5, 44). Frente
al impersonal habéis oído, frase que pareciendo venir de Dios, procede en
realidad de la lucha de la historia, ratificada por un tipo de ley particular,
eleva Jesús su más clara palabra personal: pero yo os digo. Como testigo
auténtico de Dios, él presenta su “yo” que abre un nuevo camino universal de
amor, superando el nivel de un deseo que sólo se cumple en un contexto de
oposiciones. Parecía que la vida de los individuos se encontraba definida desde
fuera y cada uno tenía que amoldarse al lugar donde se hallaba (amigo de los
amigos y enemigo de los enemigos).
Pues bien, la
respuesta de Jesús rompe ese fatalismo de la división, supera la determinación
de la ley de contrarios y sitúa al hombre ante la posibilidad de una respuesta
unitaria (más allá de las oposiciones), en línea de amor gratuito, como
ratificará al decir “no juzguéis” (Mt 7, 1-6), rompiendo así un tipo de
simetría o mimetismo que consiste en depender de algo exterior: de aquello que
nos hacen, del lugar en el que estamos.
‒ Amad a
vuestros enemigos… Enemigos son aquellos que
se sitúan fuera de nuestro círculo de amor (o, mejor dicho, de nuestros
intereses) y podrían aprovecharse de nosotros. Por eso, conforme a la palabra
de Jesús, el amor que debemos ofrecer a esos enemigos no es respuesta al amor
que recibimos (o esperamos recibir) sino expresión de gratuidad: deseo de que
vivan, sean felices. No se trata aquí de un amor sentimental, de tipo
intimista, sino de amor radical, en el sentido de “hacer el bien”, de cuidar,
tomando así a los enemigos como parte de nuestra propia identidad. En esa línea
se sitúa la siguiente palabra: Orad por vuestros perseguidores, es decir, por
aquellos que pensamos que nos amenazan en concreto, pudiendo hacernos daño, los
que nos impiden ser en libertad, los que ponen en riesgo nuestra vida (cf.
comentario a 5,11-12).
Por amor
debemos responderles pidiendo a Dios que les bendiga, sosteniendo su camino, y
superando así (desde “abajo”) la lógica de la persecución y del talión, no sólo
en un plano humano sino también divino. Humanamente hablando, lo normal es que
pidamos que el bien triunfe del mal; que se desplieguen y venzan los buenos
sobre el mundo.
Pues bien, aquí
pedimos precisamente lo anormal (supra-normal): Rogamos a Dios por los
enemigos, para que cese la lógica ordinaria del talión, para que se supere el
nivel de la ley (¡a cada uno según sus méritos!) y se introduce sobre el mundo
una nueva lógica de gratuidad, abierta precisamente hacia aquellos que parecían
ser contrarios. Quien así ora descubre un nuevo rostro
de Dios, que está por encima de esa oposición, superando así el nivel juicio
que suele expresarse que suele expresarse en formas poco evangélicas de
entender su juicio como “salvar a los buenos y condenar a los malos”.
‒ Para que
seáis hijos de vuestro Padre que ofrece a todos la luz del sol y el agua (5,
45). Esta visión de Dios no puede fundarse
de un modo “judicial”, porque toda prueba cae dentro del talión. No puede
probarse, pero puede y debe razonarse en clave de revelación: quien obre en
gratuidad sabrá que todo es gracia y que Dios es Padre que comprende por
con-naturalidad a sus hijos los hombres, sabiendo que la vida no es “ley”, sino
amor entrañable, en la línea de las cuatro palabras básicas de de Ex 34, 6-7: Dios
es rehem, amor entrañable; es hannun, amor gratuito; es hesed, fidelidad; es
‘emet, emunah, es decir, firmeza, en el sentido de verdad. Esta fidelidad y
firmeza de Dios define y fundamenta la vida de los hombres que pueden y deben
ser fieles entre sí, relacionándose con entrañas de amor, sobre toda ley
impositiva.
src="http://imagenes.catholic.net/imagenes_db/a14d61_enemigos.gif" title="amar" align="left" />
Esta no es una demostración racional de la existencia o acción Dios, en la línea de las vías cósmicas (Aristóteles), racionales (Descartes) o morales (Kant) sino una revelación superior por la que emerge la gratuidad. Sólo en ese contexto, rompiendo el talión de la ley, emerge lo divino, de manera que podernos comprender a Dios como aquel que hace salir su sol para buenos/malos, y ofrece su lluvia para justos/injustos. Estas palabras de tipo sapiencial superan la sabiduría dividida de la Ley (de la pura justicia), abriendo un espacio más hondo de misericordia, por la que Dios ofrece su amor creador a todos, rompiendo de esa forma el pretendido reparto moralista, que tiende a distinguir la suerte de buenos y malos.
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Esta no es una demostración racional de la existencia o acción Dios, en la línea de las vías cósmicas (Aristóteles), racionales (Descartes) o morales (Kant) sino una revelación superior por la que emerge la gratuidad. Sólo en ese contexto, rompiendo el talión de la ley, emerge lo divino, de manera que podernos comprender a Dios como aquel que hace salir su sol para buenos/malos, y ofrece su lluvia para justos/injustos. Estas palabras de tipo sapiencial superan la sabiduría dividida de la Ley (de la pura justicia), abriendo un espacio más hondo de misericordia, por la que Dios ofrece su amor creador a todos, rompiendo de esa forma el pretendido reparto moralista, que tiende a distinguir la suerte de buenos y malos.
‒ Si sólo amáis
a los que os aman… Más allá de una
sociedad de paganos y publicanos (5, 46-47). Mateo confirma lo anterior con
unas preguntas de tipo retórico tomando como punto de referencia la ley de unas
sociedades egoístas (de publicanos y paganos). En ese contexto de amor egoísta
pueden incluirse no sólo algunos judíos, que sólo han amado al amigo, odiando
al enemigo, sino muchos cristianos que han seguido haciendo lo mismo, a pesar
de la palabra de Jesús. Pues bien, por encima de ese nivel de talión se eleva
el Dios universal del evangelio.
El texto evoca
en esa línea una posible sociedad de publicanos, que defienden su grupo y
encuentran en su misma relación de servicio mutuo (entre ellos solos) la
recompensa que buscaban, con un amor que se entiende en clave de negocio
económico: estos publicanos y sus amigos se ayudan entre sí, porque así les
interesa, y así se defienden para triunfar mejor, en contra de aquellos que
están fuera. En esa misma línea podemos hablar también de una sociedad de
paganos, esto es, de personas que se saludan y ayudan entre sí por interés,
viviendo en un plano de egoísmo de grupo, que Jesús quiere superar, desde una
gracia universal de Dios, al servicio de la vida de todos.
‒ Sed pues
perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto (5, 48). El texto paralelo de Lc 6, 36 pedía que los creyentes fueran oiktirmones
(misericordiosos). Mt 5, 48 ha preferido perfectos (teleioi, en hebreo tamim'),
reelaborando desde Dt 18, 13 (sé perfecto…) las palabras de Lev 19, 2: sed
santos, como yo soy santo). Buenas son las tres versiones (perfectos, santos,
misericordiosos…): clara es la exigencia de misericordia, que brota de Dios y
se expresa en el amor gratuito (como quiere Lucas, cf. Mt 23, 23); fuerte es la
experiencia de santidad, que Mateo vincula, de un modo tradicional, con el
Espíritu de Dios (1, 18. 20; 12, 32; 28, 19), para aplicarla después, en una
línea de judeo-cristianismo cerrado (no deis lo santo a los perros: 7, 6), que el
mismo Mateo ha querido superar en el conjunto del evangelio. Pero él prefiere
hablar aquí de perfección, en la línea de Dt 18, 13: Sed perfectos como vuestro
Padre.
Las antítesis
culminan de esta forma en la experiencia y despliegue del Dios que quiere que
los hombres compartan su misma perfección por el amor a los enemigos. La
realidad de Dios aparece así como punto de partida, más que como ejemplo final.
No es que acabemos pareciéndonos a Dios cuando amamos a los enemigos, sino que
debemos empezar siendo como él, pues solo así podremos amar a los enemigos.
Mateo insistía en la raíz teológica del amor al enemigo, pero en vez de llamar
a Dios misericordioso (como Lucas) le llama perfecto, un término que podría
interpretarse en la línea del Cristo que es el telos, fin o cumplimento de la
ley (Rom 10, 4).
Estrictamente hablando, este Dios de Mt 5, 43-48), que ofrece su sol y su lluvia a justos y pecadores, va más allá del Dios de Gen 3, 23-24, que expulsaba al pecador del paraíso. Este Dios se expresa como trascendencia de amor (misericordia o perfección), más allá del talión «judicial» de la historia, y nos sitúa más cerca del Gen 1, donde el mundo aparece como señal y principio universal de vida:
Estrictamente hablando, este Dios de Mt 5, 43-48), que ofrece su sol y su lluvia a justos y pecadores, va más allá del Dios de Gen 3, 23-24, que expulsaba al pecador del paraíso. Este Dios se expresa como trascendencia de amor (misericordia o perfección), más allá del talión «judicial» de la historia, y nos sitúa más cerca del Gen 1, donde el mundo aparece como señal y principio universal de vida:
‒ Dios, amor
universal gratuito, por encima de culturas y razas, visiones religiosas y
simples moralismos. Ésta es la raíz de todo
mesianismo. Más allá de las imposiciones judiciales, más allá de nuestras
siempre pequeñas divisiones sociales o morales está Dios como principio de
existencia. Todo viene de Dios: sol y oscuridad, lluvia y sequía, salud y
enfermedad... Pero no todo resulta equivalente, no todo da lo mismo, pues el
hombre ha de buscar también la perfección de Dios y eso exige un fuerte
compromiso de vida.
‒ Perfección
universal. Este Dios que ama a todos viene a presentarse así como principio de
perfección para los hombres¸ que podemos hacernos imitadores suyos, siguiendo
su modelo de bondad abierta a todos, en línea de creatividad positiva. No
estamos en el mundo para juzgar a los otros, sino para suscitar vida; no hemos
sido llamados para escindir a buenos y perversos ni tampoco para sancionar en
clave judicial las obras de los hombres, sino para acompañarles y ayudarles.
De manera
sorprendente se vinculan así protología (creación) y escatología (culminación).
Juan Bautista (con 1 Hen 6-36) parecía suponer que este mundo es malo y añadía
que es preciso resolver su desajuste, y que para ello se necesita un juicio
destructor. También el libro de la Sabiduría buscaba un tipo de solución
judicial (centrada en el castigo de los perversos). Pues bien, Jesús se niega a
hacerlo: Él nos conduce hasta el principio de la creación para que así
participemos en el surgimiento de la vida, en el nivel en el que nos había situado
Gen 1, donde Dios actúa como creador, en gesto de bondad (ofreciendo lluvia a
justos y pecadores); también nosotros debemos crear, participando de su gesto.
De esa forma, el amor al enemigo (escatología) viene a presentarse como signo
de la verdadera creación (protología).
Ciertamente,
Jesús sabe que hay justos e injustos, buenos y malos, como dice expresamente el
texto, evocando en un primer momento un tipo de escisión judicial que nosotros
hemos introducido en nuestra vida. Pero al añadir que Dios envía su lluvia
sobre todos y al pedir que amemos a todos, él se niega a aceptar esa división y
a tomarla como algo definitivo. Así nos lleva hasta el principio de la
creación, al lugar de donde él ha brotado dando vida por encima de las
divisiones moralistas de la sociedad, por encima del juicio de destrucción de
los perversos.
10.- †
Meditación diaria.
Séptimo Domingo
ciclo a TRATAR BIEN A TODOS
— Debemos vivir
la caridad en toda ocasión y circunstancia. Comprensión para quienes están en
el error, pero firmeza ante la verdad y el bien.
— Caridad con
quienes no nos aprecian, con quienes calumnian y difaman, con quienes se
sienten enemigos..., con todos. Oración por ellos.
— La caridad
nos lleva a vivir la amistad con un hondo sentido cristiano.
I. Habéis oído
que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo... al que quiera
entrar en pleito contigo para quitarte la túnica, déjale también la capa; a
quien te fuerce a andar una milla, ve con él dos... Son palabras de Jesús en el
Evangelio de la Misa1, que nos invitan a vivir la caridad más allá de los
criterios de los hombres. Ciertamente, en el trato con los demás no podemos ser
ingenuos y hemos de vivir la justicia –también para exigir los propios
derechos– y la prudencia, pero no debe parecernos excesiva cualquier renuncia o
sacrificio en bien de otros. Así nos asemejamos a Cristo que, con su muerte en
la Cruz, nos dio un ejemplo de amor por encima de toda medida humana.
Nada tiene el hombre tan divino –tan de Cristo– como la mansedumbre y la paciencia para hacer el bien2. «Busquemos aquellas virtudes –nos aconseja San Juan Crisóstomo– que, junto con nuestra salvación, aprovechan principalmente al prójimo... En lo terreno, nadie vive para sí mismo; el artesano, el soldado, el labrador, el comerciante, todos sin excepción contribuyen al bien común y al provecho del prójimo. Con mayor razón en lo espiritual, porque este es el vivir verdadero. El que solo vive para sí y desprecia a los demás es un ser inútil, no es hombre, no pertenece a nuestro linaje»3.
Las múltiples llamadas del Señor –y especialmente su mandamiento nuevo4– para vivir en todo momento la caridad han de estimularnos a seguirle de cerca con hechos concretos, buscando la ocasión de ser útiles, de proporcionar alegrías a quienes están a nuestro lado, sabiendo que nunca adelantaremos lo suficiente en esta virtud. En la mayoría de los casos se concretará solo en pequeños detalles, en algo tan simple como una sonrisa, una palabra de aliento, un gesto amable... Todo esto es grande a los ojos de Dios, y nos acerca mucho a Él. Al mismo tiempo, consideramos hoy en nuestra oración todos esos aspectos en los que, si no estamos vigilantes, sería fácil faltar a la caridad: juicios precipitados, crítica negativa, falta de consideración con las personas por ir demasiado ocupados en algún asunto propio, olvidos... No es norma del cristiano el ojo por ojo y diente por diente, sino la de hacer continuamente el bien aunque, en ocasiones, no obtengamos aquí en la tierra ningún provecho humano. Siempre se habrá enriquecido nuestro corazón.
Nada tiene el hombre tan divino –tan de Cristo– como la mansedumbre y la paciencia para hacer el bien2. «Busquemos aquellas virtudes –nos aconseja San Juan Crisóstomo– que, junto con nuestra salvación, aprovechan principalmente al prójimo... En lo terreno, nadie vive para sí mismo; el artesano, el soldado, el labrador, el comerciante, todos sin excepción contribuyen al bien común y al provecho del prójimo. Con mayor razón en lo espiritual, porque este es el vivir verdadero. El que solo vive para sí y desprecia a los demás es un ser inútil, no es hombre, no pertenece a nuestro linaje»3.
Las múltiples llamadas del Señor –y especialmente su mandamiento nuevo4– para vivir en todo momento la caridad han de estimularnos a seguirle de cerca con hechos concretos, buscando la ocasión de ser útiles, de proporcionar alegrías a quienes están a nuestro lado, sabiendo que nunca adelantaremos lo suficiente en esta virtud. En la mayoría de los casos se concretará solo en pequeños detalles, en algo tan simple como una sonrisa, una palabra de aliento, un gesto amable... Todo esto es grande a los ojos de Dios, y nos acerca mucho a Él. Al mismo tiempo, consideramos hoy en nuestra oración todos esos aspectos en los que, si no estamos vigilantes, sería fácil faltar a la caridad: juicios precipitados, crítica negativa, falta de consideración con las personas por ir demasiado ocupados en algún asunto propio, olvidos... No es norma del cristiano el ojo por ojo y diente por diente, sino la de hacer continuamente el bien aunque, en ocasiones, no obtengamos aquí en la tierra ningún provecho humano. Siempre se habrá enriquecido nuestro corazón.
La caridad nos
lleva a comprender, a disculpar, a convivir con todos, de modo que «quienes
sienten u obran de modo distinto al nuestro en materia social, política e
incluso religiosa deben ser también objeto de nuestro respeto y de nuestro
aprecio (...).
«Esta caridad y
esta benignidad en modo alguno deben convertirse en indiferencia ante la verdad
y el bien. Más aún, la propia caridad exige el anuncio a todos los hombres de
la verdad que salva. Pero es necesario distinguir entre el error, que siempre
debe ser rechazado, y el hombre que yerra, el cual conserva la dignidad de la
persona incluso cuando está desviado por ideas falsas o insuficientes en
materia religiosa»5. «Un discípulo de Cristo jamás tratará mal a persona
alguna; al error le llama error, pero al que está equivocado le debe corregir
con afecto; si no, no le podrá ayudar, no le podrá santificar»6, y esa es la
mayor muestra de amor y de caridad.
II. El precepto
de la caridad no se extiende solo a quienes nos quieren y nos tratan bien, sino
a todos, sin excepción. Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y
aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos,
haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian.
También, si alguna vez nos sucede, debemos vivir la caridad con quienes nos hacen mal, con los que nos difaman y quitan la honra, con quienes buscan positivamente perjudicarnos. El Señor nos dio ejemplo en la Cruz7, y el mismo camino del Maestro siguieron sus discípulos8. Él nos enseñó a no tener enemigos personales –como han atestiguado con heroísmo los santos de todas las épocas– y a considerar el pecado como el único mal verdadero. La caridad adquirirá diversas manifestaciones que no están reñidas con la prudencia y la defensa justa, con la proclamación de la verdad ante la difamación, y con la firmeza en defensa del bien y de los legítimos intereses propios o del prójimo, y de los derechos de la Iglesia. Pero el cristiano ha de tener siempre un corazón grande para respetar a todos, incluso a los que se manifiestan como enemigos, «no porque son hermanos –señala San Agustín–, sino para que lo sean; para andar siempre con amor fraterno hacia el que ya es hermano y hacia el que se manifiesta como enemigo, para que venga a ser hermano»9.
También, si alguna vez nos sucede, debemos vivir la caridad con quienes nos hacen mal, con los que nos difaman y quitan la honra, con quienes buscan positivamente perjudicarnos. El Señor nos dio ejemplo en la Cruz7, y el mismo camino del Maestro siguieron sus discípulos8. Él nos enseñó a no tener enemigos personales –como han atestiguado con heroísmo los santos de todas las épocas– y a considerar el pecado como el único mal verdadero. La caridad adquirirá diversas manifestaciones que no están reñidas con la prudencia y la defensa justa, con la proclamación de la verdad ante la difamación, y con la firmeza en defensa del bien y de los legítimos intereses propios o del prójimo, y de los derechos de la Iglesia. Pero el cristiano ha de tener siempre un corazón grande para respetar a todos, incluso a los que se manifiestan como enemigos, «no porque son hermanos –señala San Agustín–, sino para que lo sean; para andar siempre con amor fraterno hacia el que ya es hermano y hacia el que se manifiesta como enemigo, para que venga a ser hermano»9.
Esta manera de
actuar, que supone una honda vida de oración, nos distingue claramente de los
paganos y de quienes de hecho no quieren vivir como discípulos de Cristo.
Porque si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo los
publicanos? Y si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de
extraordinario? ¿No hacen también lo mismo los paganos? La fe cristiana pide no
solo un comportamiento humano recto, sino virtudes heroicas, que se ponen de manifiesto
en el vivir ordinario.
También, con la
ayuda de la gracia, viviremos la caridad con quienes no se comportan como hijos
de Dios, con los que le ofenden, porque «ningún pecador, en cuanto tal, es
digno de amor, pero todo hombre, en cuanto tal, es amable por Dios»10. Todos
siguen siendo hijos de Dios y capaces de convertirse y alcanzar la gloria
eterna. La caridad nos impulsará a la oración, a la ejemplaridad, al
apostolado, a la corrección fraterna, confiando en que todo hombre es capaz de
rectificar sus errores. Si alguna vez son particularmente dolorosas las
ofensas, las injurias, las calumnias, pediremos ayuda a Nuestra Señora, a la
que, en muchas ocasiones, hemos contemplado al pie de la Cruz, sintiendo muy de
cerca aquellas infamias contra su Hijo: y gran parte de aquellas injurias, no
lo olvidemos, eran nuestras. Nos dolerán más por la ofensa a Dios que
significan, y por el daño que pueden causar a otras personas, y nos moverán a
desagraviar al Señor y a reparar en lo que esté en nuestras manos.
III. El corazón del cristiano ha de ser grande. Evidentemente, su caridad debe ser ordenada y, en consecuencia, ha de comenzar a vivirla con los más próximos, con aquellas personas que, por voluntad de Dios, están a su alrededor; sin embargo, nuestro aprecio y afecto nunca puede ser excluyente o limitarse a ámbitos reducidos. No quiere el Señor un apostolado de tan cortos horizontes.
La unión con Dios que procuramos hacer fructificar con su gracia en nuestra conducta nos debe llevar a tener presente la dimensión entrañablemente humana del apostolado. La actitud del cristiano, su convivencia con todos, debe parecerse a un generoso caudal de cariño sobrenatural y cordialidad humana, procurando superar la tendencia al egoísmo, a quedarse en sus cosas.
III. El corazón del cristiano ha de ser grande. Evidentemente, su caridad debe ser ordenada y, en consecuencia, ha de comenzar a vivirla con los más próximos, con aquellas personas que, por voluntad de Dios, están a su alrededor; sin embargo, nuestro aprecio y afecto nunca puede ser excluyente o limitarse a ámbitos reducidos. No quiere el Señor un apostolado de tan cortos horizontes.
La unión con Dios que procuramos hacer fructificar con su gracia en nuestra conducta nos debe llevar a tener presente la dimensión entrañablemente humana del apostolado. La actitud del cristiano, su convivencia con todos, debe parecerse a un generoso caudal de cariño sobrenatural y cordialidad humana, procurando superar la tendencia al egoísmo, a quedarse en sus cosas.
En nuestra
oración personal pedimos al Señor que nos ensanche el corazón; que nos ayude a
ofrecer sinceramente a más personas nuestra amistad; que nos impulse a hacer
apostolado con cada uno, aunque no seamos correspondidos, aunque sea necesario
a menudo enterrar nuestro propio yo, ceder en el propio punto de vista o en un
gusto personal. La amistad leal incluye un esfuerzo positivo –que mantendremos
en el trato asiduo con Jesucristo– «por comprender las convicciones de nuestros
amigos, aunque no lleguemos a compartirlas, ni a aceptarlas»11 porque no puedan
conciliarse con nuestras convicciones de cristianos.
El Señor no
deja de perdonar nuestras ofensas siempre que volvemos a Él movidos por su
gracia; tiene paciencia infinita con nuestras mezquindades y errores; por eso,
nos pide –así nos lo ha enseñado en el Padrenuestro de modo expreso– que
tengamos paciencia ante situaciones y circunstancias que dificultan acercarse a
Dios a personas, conocidos o amigos, que encontramos a nuestro paso. La falta
de formación y la ignorancia de la doctrina, los defectos patentes, incluso una
aparente indiferencia, no han de apartarnos de esas personas, sino que han de
ser para nosotros llamadas positivas, apremiantes, luces que señalan una mayor
necesidad de ayuda espiritual en quienes los padecen: han de ser estímulo para
intensificar nuestro interés por ellos, por cada uno. Nunca motivo para
alejarnos.
Formulemos un
propósito concreto que nos acerque a los parientes, amigos y conocidos que más
lo necesitan, y pidamos gracias a la Santísima Virgen para llevarlo a cabo.
1 Mt 5, 38-48.
— 2 Cfr. San Gregorio Nacianceno, Oración 17, 9. — 3 San Juan Crisóstomo,
Homilías sobre San Mateo, 77, 6. — 4 Cfr. Jn 13, 34-35; 15, 12. — 5 Conc. Vat.
II, Const. Gaudium et spes, 28. — 6 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 9. —
7 Cfr. Lc 23, 34. — 8 Cfr. Hech 7, 60. — 9 San Agustín, Comentario a la 1ª
Epístola de San Juan, 4, 10, 7. — 10 ídem, Sobre la doctrina cristiana, 1, 27.
— 11 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 746.