¿A
QUIEN INVITAMOS NOSOTROS?.
COMENTARIO
Era costumbre en aquellos tiempos y lugares invitar de vez en cuando a
un rabino para conversar durante la comida sobre algún punto de interés
religioso. Esto ocurría principalmente los sábados. En algún sentido, esta
costumbre perfectamente natural se continúa hoy en ciertos ambientes y familias
que cultivan la amistad de los sacerdotes. También Jesús fue invitado a comer
un día de sábado. Y aunque el anfitrión era un fariseo y uno de los
principales, aceptó. Pues Jesús no era un puritano, y ya otras veces había
aceptado la invitación de otros fariseos (Cfr. Lc. 7,36; 11,37). Con todo,
Jesús prefería comer con publicanos y pecadores. En esta ocasión había allí
otros invitados, amigos de este personaje y fariseos lo mismo que él. Y todos
éstos "espiaban" a Jesús. Este detalle demuestra que no había sido
invitado de corazón, sino únicamente como pretexto para ver si podían
sorprenderle en algún fallo.
Jesús observa, se divierte
y hace una primera observación un tanto picante a propósito del juego de las
precedencias: “No te sientes en el puesto principal”. Se trata de “gente
acomodada”. ¿Dónde están los marginados que siempre fueron sus preferidos? Y
lanza una idea como un latigazo: “Cuando des una comida, no pienses en invitar
a los amigos, o a tal pariente, o a tal vecino interesante. Invita más bien a
los pobres y necesitados” es algo difícil de tragar. ¿Se ven ustedes mismos
cursando este tipo de invitaciones? Pero lo que sigue es todavía más
preocupante: “En el cielo te lo pagarán”. Entonces, bien; se trata de ser
astutos con la virtud. Al principio del banquete, el primer consejo era:
“Escoge el último puesto, para que te hagan subir”. Ahora, la gran
especulación: “Invita a los indigentes; que Dios te lo pagará”. ¡Extraños
consejos!
Jesús nos revela de pronto
todo el sentido que puede tener eso; cuando obras de ese modo, ¿qué tipo de
hombre eres delante de Dios? Te preocupas de un rango social, lo mides con
cierto afán, por la acogida que te ofrecen en las recepciones. Se trata de algo
que no hay que rechazar ni exagerar, pero lo importante no es eso. ¡Hay que ir
más lejos! Hasta tu lugar delante de Dios. Lo que tú eres a sus ojos es lo que
constituirá algún día tu valor real y definitivo. Lo que todos admirarán a
juzgarán como el peor de los fracasos. ¿Y tus famosos banquetes, tus
invitaciones tan estudiadas? Te sacudí un poco al decirte que no invite a las
personas que te interesan.
¡Ante el corazón de Dios!
¿Invitas quizás tan puramente, tan sólo con la idea de hacer felices a los
demás? ¿Unos hombres felices que no tienen que darte gracias por ello? La
apuesta es formidable; conviene leer bien las últimas palabras: “Dichoso tú
entonces porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos”.
Jesús se fija ante todo en el éxito final. Pero esa dicha es una felicidad inmediata:
ya eres dichoso por cursar esas invitaciones. Y lo serás más algún día en la
mesa de Dios porque, ya desde ahora, tu mesa es la mesa de Dios. Por tanto, no se trata de invitar algún pobre
solitario o al más humilde del barrio para conseguir un buen trozo de cielo. Lo
que se necesita más bien es ser normalmente una persona que realice tales
gestos que pueda decirse de ella: “En su casa está uno como en casa de Dios”.
R.P. Roland
Vicente Castro Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA Sal
85, 3.5
Piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando
todo el día, porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con
los que te invocan.
ORACION COLECTA
Dios
todopoderoso, que posees toda perfección, infunde en nuestros corazones el amor de tu nombre y concédenos
que, al crecer nuestra piedad, alimentes
todo bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Eclesiástico 3, 17-18.20.28-29.
Hijo mío, en tus asuntos procede con
humildad, y te querrán más que al hombre generoso. Hazte pequeño en las
grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la
misericordia de Dios, y revela sus secretos a los humildes. No corras a curar
la herida del orgulloso, pues la maldad echó raíz en él. El hombre inteligente
medita los proverbios y el sabio anhela tener oídos atentos.
SALMO
RESPONSORIAL ( 67)
Preparaste, oh Dios, casa para los pobres.
Los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de
alegría. Canten a Dios, toquen en su honor; su nombre es el Señor. R.
Padre de huérfanos, protector de viudas, Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece. R.
Derramaste en tu herencia, oh Dios, una lluvia copiosa, aliviaste la
tierra extenuada; y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad, oh Dios,
preparó para los pobres. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 12, 18-19.22-24ª.
Hermanos: Ustedes no se han acercado
a un monte que se puede tocar, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la
tormenta, al sonido de la trompeta; ni han oído aquella voz que el pueblo, al
oírla, pidió que no les siguiera hablando. En cambio, ustedes se han acercado
al monte Sion, a la ciudad del Dios viviente, a la Jerusalén celestial; a
millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en
el cielo, y a Dios, juez universal, y a los espíritus de los justos que han
llegado ya a su perfección, y a Jesús, mediador de la nueva alianza.
ACLAMACION
ANTES DEL EVANGELIO Mt 11, 29ab
Aleluya. Carguen con
mi yugo y aprendan de mí —dice el Señor—, que soy manso y humilde de corazón. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 14, 1.7-14
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para
comer; y ellos lo observaban atentamente. Notando que los invitados escogían
los primeros puestos, les propuso esta parábola: «Cuando te inviten a una boda, no te sientes
en el puesto principal, no sea que hayan invitado a otro de más categoría que
tú; y vendrá el que los invitó a ti y al
otro y te dirá: “Cédele a este tu sitio”. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al contrario, cuando te inviten, vete a
sentarte en el último puesto, para que, cuando venga quien te invitó, te diga: “Amigo, sube más
arriba”.
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el
que se humilla será enaltecido». Y dijo al que lo había invitado: «Cuando des
una comida o una cena, no invites a tus
amigos, ni a tus hermanos, ni a tus
parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y
quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque
no pueden pagarte; te pagarán cuando
resuciten los justos».
PLEGARIA UNIVERSAL
Con sencillez y humildad de
corazón, presentemos a Dios nuestras necesidades y las del mundo entero,
diciendo: R. Te rogamos, óyenos.
1.- Por el Papa y por la Iglesia: para que sea signo de la misericordia
y el amor de Dios entre los hombres y
mujeres de hoy. Oremos. R.
2.- Por todos los que anunciamos el evangelio: para que con nuestra vida
seamos consuelo y apoyo para la sociedad. Oremos. R.
3.- Por los gobernantes: para que con humildad y con leyes dignas
promuevan el progreso de nuestra nación. Oremos.
R.
4.- Por los que viven de apariencias y buscan los primeros puestos: para
que descubran los valores esenciales del reino de Dios. Oremos.
R.
5.- Por quienes son marginados a causa de su raza, condición social o
cualquier otro motivo: para que sean respetados y acogidos
con la dignidad que se merecen. Oremos.
R.
6.- Por nosotros, que participamos de este banquete: para que, en la fe y caridad, compartamos con los más pobres.
Oremos. R.
Te rogamos, Señor, que atiendas a
tus hijos que te suplican y nos permitas
a todos participar un día del banquete de tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, que esta
ofrenda santa nos alcance siempre tu bendición salvadora, para que perfeccione
con tu poder lo que realiza en el
sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Mt 5,
9-10
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque
ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa
de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
ORACION
DESPUES DE LA COMUNION
Saciados con el pan de la mesa del cielo, te pedimos, Señor, que
este alimento de la caridad fortalezca
nuestros corazones y nos mueva a
servirte en nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor
PALABRA
DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 29: Jr 1, 17-19; Sal 70; Mc 6, 17-29.
Martes 30:
Eclo 3, 17-24; Sal 15; Flp 3, 8-14; Mt 13, 31-35.
Miércoles 31: 1Co 3, 1-9; Sal 32; Lc 4, 38-44.
Jueves 01:
1Co 3, 18-23; Sal 23; Lc 5, 1-11.
Viernes 02:
1Co 4, 1-5; Sal 36; Lc 5, 33-39.
Sábado 03: 1Co 4, 6b-15; Sal 144; Lc 6, 1-5.
Domingo 04:
Sb 9, 13-18; Sal 89; Flm 9b-10.12-17; Lc 14, 25-33.
COMENTARIOS AL
EVANGELIO
Lc 14, 01. 07-14
1.- Sin perder de vista la perspectiva del camino, Lucas nos presenta a
Jesús tomando parte en la comida del sábado en casa de un fariseo importante.
En esta ocasión Lucas parece tener especial interés en resaltar la actitud
circunspecta y observadora de los protagonistas. Fruto, en efecto, de ella son
las palabras de Jesús, a las que Lucas califica de parábola (ejemplo, según la
traducción litúrgica). En realidad, son dos las parábolas: la primera dirigida
a los invitados, la segunda al anfitrión.
PARABOLA/QUE-ES: Una parábola de Jesús es una ilustración, una
instrucción gráfica en la que las situaciones están deliberadamente agrandadas
y exageradas, de forma que produzcan en el oyente un impacto, que le lleve a
dar vueltas y vueltas a lo escuchado hasta captar su sentido. En labios de
Jesús la parábola es un recurso de choque y funciona por evocación. El sentido
de una parábola se esconde o se encuentra siempre detrás del entramado de
imágenes y de lenguaje.
La primera parábola de hoy está formulada en términos de recomendación
práctica para invitados a un banquete. No sentarse a la cabecera de la mesa
sino en el último lugar. Cabecera por oposición a último lugar. El impacto está
asegurado por el grafismo de la recomendación. Pero pronto ésta evoca otras
cosas.
Cabecera, preeminencia, importancia, prestigio, último lugar como
expresión de todo lo contrario. Empezamos a intuir que lo que Jesús propugna es
una subversión de valores, negando los habitualmente tenidos por tales. Lo alto
es bajo, lo bajo es alto. "El que se enaltece será humillado, el que se
humilla será enaltecido". Lo que parecía ser una recomendación práctica
para invitados es en realidad la negación de valores socialmente tenidos por
tales e individualmente apetecidos y buscados.
La segunda parábola es de las imposibles de olvidar. Sus imágenes
deliberadamente agresivas garantizan el impacto y el desconcierto. Sin embargo,
el propio lenguaje de la parábola nos pone en la pista de sentido. Tres veces
resuena el verbo "quedar pagado" y una el verbo
"corresponder". Empezamos a intuir que lo que Jesús propugna es la
actuación desinteresada.
VCR/DIFICIL: El texto aporta nuevos rasgos al caminar en cristiano.
Simultáneamente descubrimos que estos rasgos apuntan directamente contra
comportamientos que parecen connaturales y enraizados en la psicología tanto de
los individuos como de los grupos. La búsqueda de prestigio parece obedecer a
una necesidad instintiva. El actuar y el relacionarse con unos y no con otros,
según que puedan o no aportarme algo, también parece inevitable. ¡El prestigio!
¡Las relaciones interesadas! Tal vez empezamos a caer en la cuenta que la dificultad
del camino cristiano está en la radicalidad de su novedad. El cristiano es una
persona radicalmente nueva (CR/H-NUEVO) porque la novedad afecta a los
arquetipos de comportamiento, a las formas inmanentes de la psicología humana,
tanto individual como colectiva. Ser cristiano es ciertamente difícil, porque
significa ser una persona diferente.
ALBERTO BENITO - DABAR 1989, 44
2.- COMIDA/JUDIA.
Habitualmente los judíos hacían dos comidas, una ligera a mitad de
mañana y la fuerte por la tarde. Los sábados añadían una tercera entre las dos
habituales, inmediatamente después del servicio sinagogal. Era especialmente
solemne. El jefe de la sinagoga solía invitar al que había tenido la homilía,
cosa que podía hacer cualquiera de los adultos varones presentes.
3.- HUMILDAD/VERDAD
Santa Teresa dio una buena definición. Andar en verdad. Ni más ni
menos. Saber ser lo que uno es y saber luchar por ser lo que Dios espera que
seamos. Aceptando la verdad. Viviendo verazmente. Sin enaltecerse, sin
elevarse, sin darse importancia ("siervos inútiles somos" Lc 17, 10),
sin engreírse, sin considerarse autosuficiente, etc. Aceptar la verdad pura y
simplemente. Esta humildad es un valor evangélico y por eso Jesús emplea ahí
una fórmula solemne: "Dichoso tú", como una bienaventuranza más.
DABAR 1977, 51
4.- Era costumbre en aquellos tiempos y lugares invitar de vez en
cuando a un rabino para conversar durante la comida sobre algún punto de
interés religioso. Esto ocurría principalmente los sábados. En algún sentido,
esta costumbre perfectamente natural se continúa hoy en ciertos ambientes y
familias que cultivan la amistad de los sacerdotes. También Jesús fue invitado
a comer un día de sábado. Y aunque el anfitrión era un fariseo y uno de los
principales, aceptó. Pues Jesús no era un puritano, y ya otras veces había
aceptado la invitación de otros fariseos (Cfr. Lc. 7,36; 11,37). Con todo,
Jesús prefería comer con publicanos y pecadores. En esta ocasión había allí
otros invitados, amigos de este personaje y fariseos lo mismo que él. Y todos
éstos "espiaban" a Jesús. Este detalle demuestra que no había sido
invitado de corazón, sino únicamente como pretexto para ver si podían
sorprenderle en algún fallo.
En un ambiente así, enrarecido, Jesús se mueve con cautela y se fija en
todos los detalles. Ocasionalmente hace su crítica y ofrece su enseñanza, tan
diversa a la de los fariseos, sin perder la compostura. El marco de las
palabras de Jesús es lo que llamaríamos una sobremesa.
Jesús ve cómo los comensales se disputan los primeros puestos. El deseo
de figurar era una de los defectos típicos de los fariseos (Cfr. Lc.
11,43;20,46). Jesús afea su fatuidad y su mala educación. Pero las palabras de
Jesús son algo más que una lección de buenas formas o de urbanidad; nos dice Lucas,
se trata de un "ejemplo" que contiene un mensaje religioso. Es en el
v. 11 donde se aclara el significado del ejemplo: "Dios enaltece a los
humildes y humilla a los soberbios" (Cfr. Lc. 18,14; Mt. 23, 12).
Recordemos que Jesús en la Ultima Cena ocuparía el último lugar, el de
los siervos, y lavaría los pies a sus discípulos; recordemos, sobre todo, que
al día siguiente descendería mucho más al ser colgado en la cruz entre dos
ladrones y que, por eso mismo, fue exaltado a la diestra del Padre.
Evidentemente Jesús no quiere enseñarnos una astucia para ser honrados
públicamente entre los hombres. Jesús nos pide una humildad de corazón, lo
mismo que pide la conversión interior y no sólo exterior.
Seguidamente Jesús se dirige a quien le había invitado. También ahora
se trata de un "ejemplo" y no sólo de una regla de comportamiento
social. Jesús quiere decir que el amor auténtico se muestra cuando se ejerce
sin esperar recompensa alguna. El que invita a los pobres no puede esperar ser
invitado por ellos en otra ocasión. ¿O acaso sí? Si tenemos en cuenta que el
banquete es un símbolo habitualmente empleado para hablarnos del Reino de Dios
y que los pobres son aquéllos a quienes se ha prometido el reino de Dios, el
segundo "ejemplo" puede adquirir una profundidad mayor. Invitar a los
pobres sería tanto como sentarse a la mesa de los pobres, solidarizarse con
ellos, sería amarles de tal manera que uno pudiera esperar también entrar con
ellos en el Reino que les ha sido prometido.
EUCARISTÍA 1974, 50