“¡VEN ESPÍRITU SANTO!”
COMENTARIO
La Pascua comienza de color rojo y termina de color
rojo: el Viernes Santo, cuando Jesús empieza su paso de muerte a vida, el rojo
de los ornamentos nos habla de sangre derramada, de testimonio ardiente; el
domingo de Pentecostés, concluimos la celebración de este paso de muerte a vida
con el rojo del fruto, del fuego que renueva e ilumina, del testimonio de los
creyentes transformados por el Espíritu de Jesucristo.
Los discípulos se encierran en una casa y tienen
miedo a los judíos. Allí permanecen hasta que la fuerza del Espíritu, como un
viento impetuoso, los va a echar a la calle y los dispersa por toda la tierra.
También nosotros, no obstante creer que Jesús ha resucitado, seguimos teniendo
miedo. Sobre todo, miedo a la vida y a la libertad. Se nos ha educado en el
miedo.
Se nos ha dicho muchas veces que la vida es un
peligro, y nos hemos olvidado que el mayor peligro es renunciar a la vida...
por miedo. Contra el miedo que guarda la ropa e inventa sistemas de seguridad,
Jesús nos ofrece la paz verdadera en medio de los peligros del camino y aún en
medio de las persecuciones. Nos ofrece la paz de los testigos, la paz y la
valentía del que predica el evangelio y confiesa que el mundo no puede dar.
Jesús les muestra las llagas para que comprueben
que es él mismo, el que fue crucificado y ahora sigue viviendo. El gesto de
Jesús de exhalar sobre ellos encuentra su antecedente en Gn 2.7, donde se dice
que Dios exhaló su aliento sobre el rostro de Adán y éste comenzó a vivir.
También ahora comienza una nueva vida, una nueva creación. Esta nueva creación
proclamada por el evangelio es obra del Espíritu. Pero la vida nueva no es
posible sin el perdón de Dios como base de reconciliación entre todos los
hombres. Predicar el evangelio es reconciliar con la fuerza del Espíritu Santo,
es recrear todas las cosas.
Todo el evangelio es la gozosa proclamación que,
Jesús, el que padeció bajo Poncio Pilato y no otro, es el Señor. En esta
alegría se cumple lo que Jesús les había prometido (Jn 16,20-22; 17,13). Con
esta alegría deberán anunciar a todo el mundo que han visto al Señor y que el
Señor vive. Evangelizar es anunciar la buena noticia, la mejor de todas. Y esto
sólo puede hacerse con inmensa alegría. Jesús los envía al mundo lo mismo que
él fue enviado por el Padre. La misión de los discípulos, la evangelización, no
será posible sin la fuerza del Espíritu Santo.
Recordar la entrega de Jesucristo y celebrar el don
del Espíritu nos invita a pensar en una fe que haga de nosotros hombres y
mujeres con empuje, con ilusión, con entrega. Hombres y mujeres que quieren
vivir de modo que se note que hemos sido tocados por una sangre derramada con
amor infinito, y que hemos sido introducidos en una vida más fuerte que todo
mal. Hombres y mujeres que aman profundamente su fe, y que creen que por sus
venas circula la misma savia que circulaba por las venas de Jesucristo y que
quieren compartir esa alegría con todo el mundo.
R.P. Roland Vicente
Castro Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA Sb 1, 7
El Espíritu del Señor llenó la tierra y todo lo abarca, y conoce cada
sonido. Aleluya.
ORACION
COLECTA
Oh, Dios,
que por el misterio de esta fiesta santificas a toda tu Iglesia en medio de los
pueblos y de las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los
confines de la tierra y realiza ahora también, en el corazón de tus fieles,
aquellas maravillas que te dignaste hacer en los comienzos de la predicación
evangélica. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro
de los Hechos de los Apóstoles 2, 1-11
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos
reunidos en el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido, semejante a una
fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban.
Vieron entonces aparecer unas lenguas, como de fuego, que se repartieron y se
posaron sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y
comenzaron a hablar en diversas lenguas, según el Espíritu les concedía
expresarse. Se encontraban entonces en Jerusalén judíos piadosos de todas las
naciones de la tierra. Al oír aquel ruido, la gente se congregó y quedaron
desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente
sorprendidos, decían: «¿No son galileos todos esos que están hablando?
Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra propia lengua?
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas,
otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en
Frigia
o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia
que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o
prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno de nosotros los oímos
hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua».
SALMO
RESPONSORIAL (Sal 103)
Envía tu Espíritu, Señor, y renueva la faz de
la tierra.
Bendice, alma mía, al Señor: Dios mío, ¡qué
grande eres! Cuántas son tus obras, Señor, la tierra está llena de tus
criaturas. R.
Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a
ser polvo; envías tu aliento, y los creas, y renuevas la faz de la tierra. R.
Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con
sus obras. Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a
los Corintios 12, 3b-7.12-13
Hermanos: Nadie puede decir: «Jesús
es Señor», si no es movido por el Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero
un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay
diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno
se manifiesta el Espíritu para el bien común. Así como el cuerpo es uno y tiene
muchos miembros, y los miembros, siendo muchos, forman un solo cuerpo, así es
también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido
bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo. Y todos hemos
bebido de un solo Espíritu.
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO
Aleluya. Ven,
Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama
de tu amor. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 19-23
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estaban
los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y
en eso entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a ustedes». Y, diciendo
esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría
al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a ustedes. Como el Padre me ha enviado,
así también los envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, les quedan
perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos».
PLEGARIA
UNIVERSAL
Hermanos, llega hoy a su plenitud el tiempo Pascual. Hace cincuenta
días celebramos con gozo la resurrección del Señor, hoy celebramos la madurez y
el cumplimiento definitivo de la Pascua. Pidamos a Jesús resucitado que nos dé
el mejor de sus dones: el Espíritu Santo. Digamos juntos: R. Envíanos tu Espíritu Santo.
1.- Para que el Papa, los obispos, los sacerdotes y el pueblo de Dios,
convirtiéndonos cada día al Evangelio, vivamos generosamente el mandato del
amor y transformemos nuestra sociedad. Oremos. R.
2.- Para que en nuestro mundo se hagan realidad la sana convivencia, el
respecto, la fraternidad y el amor desinteresado. Oremos. R.
3.- Para que los cristianos seamos personas valiosas en la
evangelización, como testigos de la verdad de Cristo y signo de la esperanza
que no defrauda. Oremos. R.
4.- Por los que sufren por distintas causas, para que, abiertos al Espíritu
Santo, puedan erradicar el egoísmo, la envidia, el rencor, las discordias
familiares y así vivir según el Evangelio. Oremos. R.
5.- Para que todos nosotros seamos dóciles a la acción de Dios en
nuestras vidas y dejemos que Él reavive nuestro amor al prójimo. Oremos.
R.
Envíanos tu Espíritu Santo, y haz que su presencia activa en nuestra
historia convierta los corazones a ti y nos acerque a todos a la santidad a la
que tú nos llamas. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Te pedimos, Señor, que,
según la promesa de tu Hijo, el Espíritu Santo nos haga comprender más
profundamente la realidad misteriosa de este sacrificio y se digne llevarnos al
conocimiento pleno de toda la verdad revelada. Por Jesucristo, nuestro Señor
ANTIFONA DE COMUNION Hch 2, 4.11
Se
llenaron todos del Espíritu Santo y hablaron de las grandezas de Dios. Aleluya.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Oh, Dios, que has comunicado a tu Iglesia los
bienes del cielo, conserva la gracia que le has dado, para que el don infuso
del Espíritu Santo sea siempre nuestra fuerza, y el alimento espiritual
acreciente su fruto para la redención eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 20: Gn 3, 9-15.20 (o bien Hch 1, 12-14); Sal 86;
Jn 19, 25-34
Martes 21: St 4, 1-10; Sal 54; Mc 9, 30-37
Miércoles 22: St 4, 13-17; Sal 48; Mc 9, 38-40
Jueves 23: Jr 31, 31-34; (o bien Hb 10, 11-18 (Sal 109,
1b-e.2.3; Mc 14, 22-25.
Viernes 24: St 5, 9-12; Sal 102; Mc 10, 1-12
Sábado 25: St 5, 13-20; Sal 140; Mc 10, 13-16
Domingo 26: Dt 4, 32-34.39-40; Sal 32; Rm 8, 14-17; Mt
28, 16-20
COMENTARIOS AL EVANGELIO
1.- El evangelista quiere demostrar que con
la resurrección de Jesús se ha creado una situación totalmente nueva. La
resurrección señala el inicio de una nueva creación que toma forma en la
comunidad neotestamentaria de la salvación.
Con la exaltación del Resucitado se pasa del
tiempo de Cristo al tiempo del Espíritu. El resucitado actúa en la comunidad
con el poder y la actividad del Espíritu. Este poder y esta actividad
manifiestan al mundo la misión que los apóstoles han recibido de Cristo. Con
ocasión del bautismo de Jesús, el ES había consagrado de manera oficial al
Mesías y había inaugurado su actividad pública.
En Pentecostés el Espíritu hace que el
pequeño núcleo de discípulos se presente en público, asuma el lugar que le toca
en la historia de la salvación y que no lo abandone hasta el retorno del Señor.
La misión de los discípulos es anunciar el don de la reconciliación y de la
paz.
Hay cuatro hechos principales:
1. El saludo, el don de la paz, que ahora es
la paz mesiánica prometida para los tiempos escatológicos. Paz que, para los
discípulos reunidos, quiere decir perdón por la infidelidad durante la pasión,
superación de la incredulidad y victoria sobre el miedo.
2. La identificación de Cristo. Es aquel con
quien convivieron, al que crucificaron... sus manos y sus pies...
3. La misión. La paz y el perdón que ellos
reciben deben transmitirlo a todos los hombres.
4. El "aliento" que indica la
realidad y la naturaleza del don que se les ha hecho. "Recibid el
Espíritu". Al principio de la creación el espíritu planeaba sobre las
aguas -Gn 1. 2-, es el soplo de Dios que ha dado vida al hombre (Gn 2. 7). Así
ahora el Espíritu plasma el hombre nuevo e inaugura la nueva creación.
PERE FRANQUESA - MISA DOMINICAL 1986, 11
2.- ES/MISION:
El evangelio de hoy fue leído ya el domingo
segundo de Pascua, dentro del contexto más amplio del episodio de Tomás. El
fragmento de hoy está centrado en el Espíritu como don pascual de Cristo
resucitado. La escena se desarrolla, efectivamente, "al anochecer de aquel
día", "el primero de la semana" (cf. 20. 1) que, paralelamente
al primer día del Génesis, supone el inicio de la nueva creación y de la nueva
alianza. Jesús exhala su aliento sobre el grupo de los discípulos y les da su
Espíritu del mismo modo que Dios infundió su aliento sobre el primer hombre
para darle la vida (cf. Gn 2. 7).
Juan no habla de misión en su evangelio hasta
que en este momento es el Resucitado quien da el Espíritu y la misión a los
discípulos, a los representantes de todos los que, por su palabra, van a creer
en Jesús. Donación del Espíritu y misión están íntimamente unidos: Jesús les da
el Espíritu para que les consagre como lo consagró a Él y sean enviados como Él
fue enviado. La misión supone una oferta de vida y de salvación a todos los que
quieran creer, ya que están llenos de este Espíritu que es fuente de vida; y
Jesús va a estar presente en esta misión de los discípulos ("el que recibe
a mi enviado me recibe a mí", /Jn/13/20) del mismo modo que el Padre
siempre estaba presente en la suya ("el que me ve a mí, ve al que me ha
enviado", Jn/12/45).
J. ROCA - MISA DOMINICAL 1981, 12
3.- CR/TESTIGO
La Pascua comienza de color rojo y termina de
color rojo: el Viernes Santo, cuando Jesús empieza su paso de muerte a vida, el
rojo de los ornamentos nos habla de sangre derramada, de testimonio ardiente;
el domingo de Pentecostés, concluimos la celebración de este paso de muerte a
vida con el rojo del fruto, del fuego que renueva e ilumina, del testimonio de
los creyentes transformados por el Espíritu de JC.
Recordar la entrega de JC y celebrar el don
del Espíritu nos invita a pensar en una fe que haga de nosotros hombres y mujeres
con empuje, con ilusión, con entrega. Hombres y mujeres que quieren vivir de
modo que se note que hemos sido tocados por una sangre derramada con amor
infinito, y que hemos sido introducidos en una vida más fuerte que todo mal.
Hombres y mujeres que aman profundamente su fe, y que creen que por sus venas
circula la misma savia que circulaba por las venas de JC y que quieren
compartir esa alegría con todo el mundo.
J. LLIGADAS - MISA DOMINICAL 1988, 11
4.- A este texto remitía la siguiente frase
de hace dos domingos (del ciclo A): Aquel día sabréis que yo estoy con mi
Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros (Jn.14,20). Aquel día se refiere a la
escena de hoy, a Pentecostés. El autor del cuarto evangelio concibe este día y
esta escena como la inauguración del tiempo último y definitivo de la historia.
Los participantes en la escena son los discípulos. En el cuarto evangelio este
término designa a los creyentes en Jesús. Su alcance va, pues, más allá de los
doce, como también va más allá del día indicado en el texto la situación de
cautela y de miedo.
En el atardecer del domingo de Pascua Juan
sitúa retrospectivamente situaciones de cautela y de miedo posteriores. Es pues
toda la comunidad creyente la que se alegra con los que vieron a Jesús
resucitado. Y es también toda la comunidad creyente la que recibe el siguiente
encargo de Jesús:
Como el Padre me ha enviado, así también os
envío yo. A lo largo de la pasada cuaresma hemos tenido ocasión de
familiarizarnos con el sentido y la función que este envío o misión tienen en
el cuarto evangelio. Se trata de un trabajo fatigoso y complejo porque choca
con tendencias muy arraigadas, que, a pesar de ser religiosas, pueden
desfigurar a Dios y al Hombre. Los creyentes han recibido de Jesús el encargo
de llevar adelante la tarea emprendida por Jesús.
Cuentan para ello con el mimo Espíritu que él
tenía. Es este Espíritu el que eleva a los cristianos a la categoría de signo
visible de gracia y de enjuiciamiento en el tiempo último y definitivo
inaugurado por El.
Comentario. El creyente en Jesús sabe hoy que
Jesús está con el Padre, que él está con Jesús y que Jesús está con él. Hoy,
Pentecostés, cuando el Espíritu de Jesús y del Padre se posesiona del creyente
y lo eleva a sacramento de Dios en el mundo. Hoy, Pentecostés, cuando el mundo
empieza a ser definitivamente nuevo, porque las gentes pueden entenderse desde
su propia peculiaridad, y Babel, es decir, la confusión deja paso a la
comprensión. Hoy, Pentecostés, cuando todos empezamos a ser conscientes de que
formamos un solo cuerpo.
A. BENITO - DABAR 1990, 31
5.- Texto. La opción que los discípulos han
hecho por Jesús les ha granjeado la enemistad de los judíos. La expresión miedo
a los judíos es de carácter religioso. No significa miedo al pueblo judío (los
discípulos eran judíos), sino miedo a la exclusión de la sinagoga, decisión
esta que los guardianes de la Ley de Dios habían tomado contra todo el que
reconociera a Jesús como Mesías (ver Jn.9,22). Excluidos de la comunidad
creyente, los discípulos de Jesús eran un grupo sin puesto y sin paz.
La presencia de Jesús cambia esta situación
de los discípulos. Es el Jesús de siempre, al que habían conocido, con el que
habían convivido y por el que habían optado. Jesús les devuelve primero la paz
de la que carecían por estar excluidos de la sinagoga. En segundo lugar, Jesús
les da un puesto y una razón de ser en el mundo convirtiéndolos en enviados
suyos, de la misma manera que él lo había sido antes del Padre. Surge así la
comunidad creyente, que se llamará Iglesia para distinguirse de la Sinagoga.
A diferencia de ésta, caracterizada por el
espíritu de la Ley, la nueva comunidad se caracteriza por el Espíritu de Jesús
y del Padre. En razón de este Espíritu la nueva comunidad encarna la oferta de
gracia de Dios a los hombres. Las últimas palabras del texto se pueden
parafrasear de la siguiente manera: Vosotros sois a partir de ahora los
responsables de la oferta de mi Padre a todos los hombres. De vosotros depende
ahora esta oferta.
Los destinatarios de estas palabras no son
sólo los doce como a veces se piensa, sino la totalidad de la comunidad. El
trasfondo de este texto no es jerárquico, sino comunitario. El sentido de estas
palabra es a su vez mucho más amplio y rico que la práctica del actual
sacramento de la Penitencia.
Comentario. El texto de hoy es especialmente
significativo para la Iglesia por cuanto que marca el comienzo y el sentido de
su andadura. Por su comienzo la Iglesia nace excluida de lo que había sido su
medio y marco de referencias religiosas. Históricamente la Iglesia nace sin
puesto y contra corriente, pero no respecto al mundo civil, sino respecto al
mundo religioso. El valor de ejemplaridad de los comienzos de la Iglesia reside
en que los problemas le vienen del propio mundo de la creencia.
La misión de la Iglesia es ser reveladora de
Jesús y, en última instancia, de Dios. La misión la realiza en la medida en que
es portadora del Espíritu de Jesús y de Dios. Vistas las cosas en sus comienzos
históricos (así es como necesariamente las tiene que ver la exégesis), este
Espíritu, que en razón de su origen se llama santo, está en las antípodas del
espíritu que reina en los responsables de la Ley de Dios. Los retos no le
vienen a la Iglesia desde el exterior. El auténtico reto es su capacidad de
apertura al Espíritu de Jesús. Este Espíritu cambia mucho las cosas.
Probablemente las renueva siempre.
A. BENITO - DABAR 1989, 27
6.- C/UNIDAD
Con la reiteración del saludo en el v.21 se
inicia el segundo momento: libertad para una nueva forma de existencia. Es la
misión de la comunidad cristiana, alentada por el Espíritu del Padre y del
Hijo. Una comunidad donde es posible la unidad dentro mismo de la
multiplicidad, donde pueden entenderse personas con ideas distintas, porque
todos están situados en una realidad que los transciende a todos, al mismo
tiempo que los constituye: el Espíritu del Padre y del Hijo. Es así y sólo así
como la comunidad cristiana es referencia de esperanza para los demás hombres y
grupos. Es así y sólo así como es reveladora del Padre.
Es así y sólo así como es generadora de
madurez; una comunidad así, porque da la medida y la talla de lo que es un
grupo de gente madura, se convierte en modelo referencial para todos. No porque
esta comunidad enjuicie a nadie, sino porque la actitud que se adopte ante ella
pone de manifiesto y refrenda lo que cada uno es. Confrontándose con ella, los
hombres pueden conocer su propia situación; gracias a ella pueden saber si han
tomado la dirección satisfactoria o la dirección frustrante.
DABAR 1980, 31
7.- RECREACION/ES
Viernes Santo, pascua de resurrección,
ascensión y pentecostés: en esta secuencia temporal celebra la fe el único
misterio pascual de la exaltación de Jesús y de la salvación del hombre.
También el envío del Espíritu pertenece al
acontecimiento pascual y se proclama en el evangelio de Juan el domingo de
pascua.
El saludo pascual del resucitado es
"¡Paz!"; su don es la alegría. Ambas cosas son frutos del Espíritu
Santo (cf. Gál 5,22); él es el gran don pascual que encierra en sí todos los
demás dones. El Espíritu une para siempre a todos los discípulos con su
Maestro, con su Señor resucitado; reúne a todos entre sí e inaugura un mundo
nuevo por medio del perdón de los pecados.
Lo dicho anteriormente se expresa en la
narración de Juan con un gesto: el soplo de Jesús sobre sus discípulos. Esto
evoca el episodio del Génesis (2,7), donde se dice que Dios exhaló su aliento
sobre Adán y éste comenzó a vivir. Aquí también se trata de una creación, una
nueva vida, que es posible al hombre después de la resurrección.
La conversión y el perdón de los pecados
aparecen siempre en la primera predicación apostólica impulsada por el Espíritu
Santo.
EUCARISTÍA 1989, 22
8.- Los discípulos tienen miedo a los judíos
y se encierran a cal y canto en una casa. Allí permanecen hasta que la fuerza
del Espíritu, como un viento impetuoso, los eche a la calle y los disperse por
toda la tierra. También nosotros, no obstante creer que Jesús ha resucitado,
seguimos teniendo miedo. Sobre todo, miedo a la vida y a la libertad. Se nos ha
educado en el miedo.
Se nos ha dicho muchas veces que la vida es
un peligro, y nos hemos olvidado que el mayor peligro es renunciar a la vida...
por miedo. Contra el miedo que guarda la ropa e inventa sistemas de seguridad,
Jesús nos ofrece la paz verdadera en medio de los peligros del camino y aún en
medio de las persecuciones. Nos ofrece la paz de los testigos, la paz y el
coraje del que predica el evangelio y confiesa que el mundo no puede dar.
Jesús les muestra las llagas para que comprueben
que es él mismo, el que fue crucificado y ahora sigue viviendo. Todo el
evangelio es la gozosa proclamación de esa identidad: Jesús, el que padeció
bajo Poncio Pilato y no otro, es el Señor. En esta alegría se cumple lo que
Jesús les había prometido (Jn 16,20-22;17,13). Con esta alegría deberán
anunciar a todo el mundo que han visto al Señor y que el Señor vive.
Evangelizar es anunciar la buena noticia, la mejor de todas. Y esto sólo puede
hacerse con inmensa alegría.
Jesús los envía al mundo lo mismo que él fue
enviado por el Padre. La misión de los discípulos, la evangelización, no será
posible sin la fuerza del Espíritu Santo.
El gesto de Jesús encuentra su antecedente en
Gn 2.7. donde se dice que Dios exhaló su aliento sobre el rostro de Adán y éste
comenzó a vivir. También ahora comienza una nueva vida, una nueva creación.
Esta nueva creación proclamada por el evangelio es obra del Espíritu.
Pero la vida nueva no es posible sin el
perdón de Dios como base de reconciliación entre todos los hombres. Predicar el
evangelio es reconciliar con la fuerza del Espíritu Santo, es recrear todas las
cosas.
EUCARISTÍA 1986, 24
9.- En la culminación del tiempo de Pascua,
leemos una escena del mismo día de Pascua (que ya leímos el domingo segundo).
Eso nos muestra que lo que hoy celebramos es realmente una de las caras de la
resurrección de Jesús.
Jesús resucitado es, para nosotros, aquel que
nos ha dado su mismo Espíritu, su Espíritu Santo. La resurrección de Jesús
significa para los discípulos experimentar que en su interior tienen aquel
mismo Espíritu que movió a Jesús, y que los identifica con él: incluso Jesús
hace el gesto físico de exhalar el aliento sobre ellos, para significar que les
traspasa lo que el lleva en su interior.
Y este don del Espíritu es lo que hace
realidad en el creyente y en la Iglesia lo que Jesús dice y da en esta
aparición a los discípulos: la paz que es la síntesis de todos los bienes; la
misión de anunciar la Buena Noticia, para continuar la misión que el Padre
encomendó a Jesús; el mensaje del perdón y la reconciliación de los hombres con
Dios, de la que los continuadores de Jesús quedan constituidos también
intermediarios.
JOSEP LLIGADAS - MISA DOMINICAL 1994, 7
10.- En Juan, Pascua y Pentecostés se unen.
El mismo día en que Jesús resucita, «el primer día de la semana», infunde sobre
sus discípulos el Espíritu Santo. Lo hace con un gesto magnífico: exhalando su
aliento sobre ellos. Este soplo recuerda, en primer lugar, el primer soplo de
Dios sobre el hombre, y lo llenó de espíritu de vida. Jesús comunica a sus
discípulos su aliento, su espíritu, el primer día de la primera semana de la
nueva era para la nueva humanidad. Estos discípulos revivieron y quedaron
transformados, recreados; empezaron a ser hombres nuevos, superando miedos y
tristezas.
Por otra parte, este aliento de Jesús
significa que transmite a los discípulos su propio Espíritu, que es algo suyo y
que es el regalo de su Pascua. Ahora los discípulos, animados por el Espíritu,
continuarán la obra de Jesús y harán presente a Jesús. Es fácil, porque el
Espíritu es el mismo.
CARITAS 1991, 1, pág. 245
11.- El Espíritu Santo es el aliento de
Jesús. Lo que respira la Iglesia es el Espíritu de Jesús. Lo que nosotros
oramos en el Espíritu es la oración de Jesús. Toda nuestra vida íntima es la
vida de Jesús, que el Espíritu nos comunica.
El mismo día de Pascua, el Señor resucitado,
rebosante de Espíritu, exhaló su aliento sobre sus discípulos. Un gesto
vitalista que recuerda el de la creación. Cristo quiso recrear a sus discípulos
desanimados, sin «espíritu de vida»; por eso, sopló sobre ellos el Espíritu
vivificador. El Espíritu que resucitó a Jesús de entre los muertos, resucitaría
también a sus discípulos medio muertos.
Y aquellos hombres se llenaron de vida nueva.
Fue el primer día de la semana cuando Dios se puso a crear. Este sería el
primer día de la nueva creación. Empezaba así la era del Espíritu.
CARITAS 1992, 1, pág. 253
12.- Todo fue el día primero de la semana, el
día del sol, después del descanso del sábado. Fue la resurrección de
Jesucristo, y desde entonces ese día es el Día, el sol de primavera que no
termina. Fue también la efusión del Espíritu, un aliento que todo lo vivifica,
lo reanima y lo fecunda. Es el soplo de la creación segunda. En el día de Pascua,
Jesús continúa la creación del Padre, exhalando su Espíritu, dando vida a sus
discípulos, vida de su propia vida.
Pero este aliento de Jesús llega también a
nosotros, produciendo los mismos efectos que en los primeros discípulos. La
verdad es que el aliento de Jesús llena toda la tierra. El es nuestra oración y
la oración del mundo.
Quien recibe este Espíritu no sólo se
santifica, sino que es capaz de santificar, de perdonar pecados, de trabajar
por un mundo nuevo. Hay que alentar sobre toda muerte y toda impureza. Hay que
dejarlo todo lleno de limpieza y hermosura. Hay que llenarlo todo del Espíritu
de Jesús.
CARITAS 1993, 1, pág. 278
PROPUESTA DE CANTOS DE VIII PENTECOSTES-
CICLO B - (19 DE MAYO 2024)
01.- VEN, VEN, VEN (Padre Mario)
Ven,
ven, ven. Espíritu Divino,
SOL SI
ven,
ven, ven, acércate a mí. (bis)
SI7
MI LA7 RE
Apodérate,
apodérate,
FA#7 SI
apodérate
de todo mi ser. (bis)
SI
FA#7 SI
Aquí
se siente la presencia de Dios. (bis)
SI7
MI LA7 RE
Siento
el fuego del Espíritu Santo. (bis)
SI
FA#7
Siento
gozo, siento paz,
SI
siento
el amor que Dios me da.
SI
FA#7 SI
Aquí
se siente la presencia de Dios. (bis)
02.- IGLESIA PEREGRINA
Todos
unidos formando un solo cuerpo,
un
pueblo que en la Pascua nació;
miembros
de Cristo en sangre redimidos:
¡Iglesia
peregrina de Dios!.
Vive
en nosotros la fuerza del Espíritu
que
el Hijo desde el Padre envió,
Él
nos empuja, nos guía y alimenta:
¡Iglesia
peregrina de Dios!.
SOMOS
EN LA TIERRA
SEMILLA
DE OTRO REINO,
SOMOS
TESTIMONIO DE AMOR,
PAZ
PARA LAS GUERRAS Y LUZ
ENTRE
LAS SOMBRAS:
¡IGLESIA
PEREGRINA DE DIOS! (2)
Rugen
tormentas y a veces nuestra barca
parece
que ha perdido el timón,
miras
con miedo, no tienes confianza:
¡Iglesia
peregrina de Dios!
Una
esperanza nos llena de alegría,
presencia
que el Señor prometió;
vamos
cantando, Él viene con nosotros:
¡Iglesia
peregrina de Dios!
Todos
nacidos en un solo bautismo,
unidos
en la misma comunión,
todos
viviendo en una misma casa:
¡Iglesia
peregrina de Dios!
Todos
prendidos en una misma suerte,
ligados
a la misma salvación;
somos
un cuerpo y Cristo es la cabeza:
¡Iglesia
peregrina de Dios!
03.- EL SEÑOR NOS LLAMA (Alberto Taule)
EL SEÑOR NOS LLAMA Y NOS REÚNE,
SOMOS SU PUEBLO, SIGNO DE UNIDAD.
ÉL ESTÁ EN MEDIO DE NOSOTROS,
SIRVE A LA MESA, NOS REPARTE EL PAN.
1.- Por
todos los caminos nos sales al encuentro,
por todos hemos visto señales de tu amor.
Tu pueblo se reúne Señor a bendecirte,
a celebrar con gozo tu paso salvador.
2.- Convocas a tus fieles, nacidos de las aguas,
a festejar unidos la nueva creación.
La sala del banquete se llena de invitados;
estamos reunidos y en medio está el Señor.
3.- Revélanos al Padre oh Cristo, nuestra fiesta,
aumenta la esperanza de nuestro caminar.
Tu Espíritu divino nos dé la fortaleza,
los bienes que esperamos nos haga pregustar.
04.- SECUENCIA DE PENTECOSTES “VEN, ESPIRITU DIVINO
Ven,
Espíritu Divino
manda
tu luz desde el cielo.
Padre
amoroso del pobre;
don,
en tus dones espléndido;
luz
que penetra las almas;
fuente
del mayor consuelo.
Ven,
dulce huésped del alma,
descanso
de nuestro esfuerzo,
tregua
en el duro trabajo,
brisa
en las horas de fuego,
gozo
que enjuga las lágrimas
y
reconforta en los duelos.
Entra
hasta el fondo del alma,
divina
luz y enriquécenos.
Mira
el vacío del hombre,
si
tú le faltas por dentro;
mira
el poder del pecado,
cuando
no envías tu aliento.
Riega
la tierra en sequía,
sana
el corazón enfermo,
lava
las manchas, infunde
calor
de vida en el hielo,
doma
el espíritu indómito,
guía
al que tuerce el sendero.
Reparte
tus siete dones,
según
la fe de tus siervos;
por
tu bondad y tu gracia,
dale
al esfuerzo su mérito;
salva
al que busca salvarse
y
danos tu gozo eterno. Amén.
05.- ESTE ES EL MOMENTO (Marco Lopez)
Este es el momento de alegrar la mesa
Con el vino y con el pan
Que consagraremos y que ofreceremos
Y que hemos de comulgar
Este es el momento de llegar confiados
A la mesa del altar
Porque tu palabra dignifícadora
Nos acaba de llamar.
Padre de Jesús bendice lo que te
ofrecemos hoy
Y que al preparar tu mesa
Se renueve el gozo de saber tu amor
(bis)
Pan de nuestras vidas pan de nuestras
manos Pan de nuestra
juventud Pan que te entregamos juntos como
hermanos En
señal de gratitud
Vino de la tierra bueno y generoso Vino
que ofrecemos hoy
Lleva nuestras luchas lleva nuestras
penas Lleva nuestra sed de
Amor
06.- LA EUCARISTIA ES COMPARTIR
LA EUCARISTÍA ES COMPARTIR,
EL MISMO PAN, EL MISMO DIOS;
LA EUCARISTÍA ES COMPARTIR,
TODO EL MUNDO EN TU CORAZÓN.
1.- La misma fe nos congrega,
la misma fe en tu altar;
a todos los hombres, en todo lugar.
2.- Los niños del mundo unidos,
en un sólo corazón;
vivamos juntos la Misa,
unidos los hombres en un sólo amor.
07.- SIEMPRE ES PENTECOSTES (Cesareo Garabain)
Cuando
rezamos, cuando cantamos,
cuando
la fiesta es
un
celebrar gozoso es el día
grande:
Pentecostés.
Cuando
llevamos en nuestras manos
un
resplandor de luz
en
nuestro pecho vive y palpita,
el
que murió en la cruz. (2)
CUANDO
EL SEÑOR, ALIENTA EN NOSOTROS,
SIEMPRE
ES PENTECOSTÉS.
CUANDO
EL AMOR, NOS LANZA A LA VIDA,
SIEMPRE
ES PENTECOSTÉS.
Cuando
queremos comprometernos
en
una misma fe,
una
tarea, un compromiso...
siempre
es Pentecostés.
Cuando
decimos sí a la Iglesia
con
plena lucidez,
soplan
de nuevo vientos del cielo,
porque
es Pentecostés. (2)
Cuando
los hijos ya van creciendo
y
dicen que quieren ser
miembros
de Cristo y de su Iglesia,
siempre
es Pentecostés.
No
nos separan lenguas ni razas,
nuestra
consigna es,
ser
en el mundo un testimonio,
porque
es Pentecostés. (2)
Cuando
la fuerza que estaba oculta
vence
con su poder,
nuestros
temores, nuestro egoísmo,
siempre
es Pentecostés.
Cuando
aceptamos ser levadura
y
llama que quiere arder,
nos
vinculamos más a la Iglesia,
porque
es Pentecostés. (2)
08.- ESPÍRITU SANTO DE DIOS Padre Mario)
Dm Bb
F Gm Am Dm Bb
A
Espíritu, Espíritu, Espíritu Santo de Dios
Dm Bb
F Gm Am Dm D
Espíritu, Espíritu, Espíritu Santo de Dios
Gm C F Gm
A Dm D
Ven a
controlar todo mi ser, ven a dirigir mi vivir,
Gm
Dm E A
mi pensar, mi hablar, mi sentir y mi actuar.
09.- ESPIRITU SANTO VEN
RE Sim
ESPÍRITU
SANTO, VEN, VEN,
RE LA7
ESPÍRITU
SANTO, VEN, VEN,
MIM
ESPÍRITU
SANTO, VEN, VEN
LA7 RE
EN
EL NOMBRE DEL SEÑOR.
SOL LA7
RE Sim
Acompáñame,
ilumíname,
Mim LA7
RE
toma
mi vida.
SOL LA7
RE Sim
Acompáñame,
ilumíname,
Mim LA7 RE
¡Espíritu
Santo ven!.
Santifícame,
transfórmame,
Tú
cada día.
Santifícame,
transfórmame,
¡Espíritu
Santo, ven!
Resucítame,
conviérteme,
todos
los días.
Glorifícame,
renuévame,
¡Espíritu
Santo, ven!
Acompáñame,
transfórmame,
toma
mi vida.
Ilumíname,
condúceme,
¡Espíritu
Santo ven!.
10.- EL ESPIRITU DE DIOS (Kairoi)
Dm F C
VEN ESPÍRITU DE DIOS, SOBRE MI,
Gm Dm
ME ABRO, A TU PRESENCIA,
Bb F C
CAMBIARÁS, MI CORAZÓN
Dm F C
VEN ESPÍRITU DE DIOS, SOBRE MI,
Gm Dm
ME ABRO, A TU PRESENCIA,
Bb F C
CAMBIARÁS, MI CORAZÓN
Dm C
Toma mi debilidad,
Gm Dm
toma todo lo que soy,
Bb
A F
pongo mi vida en tus manos,
G Bb C
y mi fe.
Dm C
Poco a poco llegarás,
Gm Dm
a inundarme de tu luz,
Bb
A F
Tú cambiarás mi pasado,
G Bb C
cantaré
Dm C
Quiero ser signo de paz
Gm Dm
quiero compartir mi ser
Bb
A F
yo necesito tu fuerza
G Bb C
tu valor
Dm C
Quiero proclamarte a ti
Gm Dm
Ser testigo de tu amor
Bb
A F
entra y transforma mi vida
G Bb C
Ven a mi
11.- LA LIBERTAD DEL ESPÍRITU SANTO (Kairoi)
La libertad del Espíritu,
nace de la caridad (bis)
La libertad del Espíritu,
nace de la caridad (bis)
12.- VEN ESPIRITU DE DIOS (Kairoi)
Ven, Espíritu de Dios, sobre mí
Me abro a tu presencia
Cambiarás mi corazón. (2)
Toca mi debilidad,
Toma todo lo que soy.
Pongo mi vida en tus manos
Y mi fe.
Poco a poco llegarás
A inundarme de tu luz.
Tú cambiarás mi pasado.
Cantaré.
Ven,
Espíritu de Dios, sobre mí
Me abro a tu presencia
Cambiarás mi corazón. (2)
Quiero ser signo de paz.
Quiero compartir mi ser.
Yo necesito tu fuerza,
Tu valor.
Quiero proclamarte a ti.
Ser testigo de tu amor.
Entra y transforma mi vida.
¡Ven a mí!