MARIA MADRE
COMENTARIO
Cuarto
misterio gozoso del santo rosario: María, madre la que obedece. ¡Cinco veces
evoca Lucas la ley! Cuando llegó el día fijado por la ley, los padres de Jesús lo
llevaron a Jerusalén. Lo llevaron, y el anciano Simeón lo tomó en brazos. Con
un niño de cuarenta días se hace lo que se quiere: la encarnación llegó hasta
eso. Lo inaudito de navidad se diluye en lo más ordinario. A veces soñamos con
salir de nuestra vida modesta para vivir algo extraordinario, y esta escena nos
presenta a una joven pareja de obreros que obedecen de la manera más simple la
ley.
Hay
que decirlo que con estas tres personas humildes de corazones extraordinarios se
empieza a vivir una aventura extraordinaria: la salvación del mundo. Ante la
sagrada familia podemos pensar en nuestra propia existencia familiar con un
poco más de calor; depende menos de nuestra situación y de los que de nuestro
propio corazón.
Ellos
obedecen. La fiesta de hoy celebra la obediencia. María y José obedecen a la
ley para comulgar con Dios. Nosotros hoy hacemos muchos remilgos cuando se
trata de obedecer o de forma a los hijos en la obediencia. ¿Qué es lo que harán
mañana si no saben escuchar a Dios y escuchar a los jefes en cualquier trabajo
y en cualquier grupo? Desde luego, hay momentos en que hay que saber decir que
no, pero nuestra vida está tejida de ordinario por esos que pueden ser tan
sencillos y tan felices como los síes de María y de José.
La
obediencia de ellos los llevara hasta aceptar la profecía de Simeón: Tu hijo va
a dividir. Muchos judíos esperaban una salvación global, un poco mecánica, en
la que todo el pueblo quedaría a salvo. No es ésa la salvación que viene a
traer Jesús; cada uno tendrá que decidirse, será una salvación
en contra: esto es lo que desgarrará el corazón de María. Habrá otra espada: el
horrible sufrimiento que la atormentará al pie de la cruz. Sin embargo, ella
estará en pie, fuerte. Es un coraje que todos los padres pueden decirle a
María, madre, que les ayude a vivir en los momentos terribles.
Una
sola frase lanza ahora el proyecto sobre la vida de Jesús hasta los doce años,
cuando volveremos a encontrarlo en el templo: El niño iba creciendo y
robusteciéndose y adelantaba en saber; y el favor de Dios lo acompañaba. En la
casita de Nazaret va creciendo entre la cocina de la madre y el taller del
padre. De nuevo el misterio de lo inaudito en la más total simplicidad oculta y
silenciosa. Pero si lo comparamos con los que dice Lucas sobre la infancia de
Juan bautista, vemos todo el abismo. También Juan crecía y la a mano de Dios
estaba sobre él. Jesús crecía en sabiduría: una expresión para señalar su
vínculo con el Espíritu: Jesús es sabiduría. Y más que la mano del Señor, sobre
él está toda la gracia, todo el favor del Padre. Que esto no nos mueva a
rechazar más o manos conscientemente el misterio y la ley de la encarnación:
como todas las madres, María tiene que enseñarle muchas cosas a su pequeño.
Seguramente más con su comportamiento que con sus palabras, porque María es una
madre silenciosa y eficaz. Más tarde, el hombre de treinta años que nos llenará
de admiración mostrará unos sentimientos y unos gestos que le vienen de su
madre. Pensando en ello es como los padres y las madres de hoy le pedirán a
María, madre, que les dé esa finura de amor por la que sepan despertar en sus
hijos todo lo que en ellos duerme de personal y de ilusión del mañana.
R.P. Roland Vicente Castro Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA Lc. 2, 16
Los pastores fueron corriendo y encontraron a
María y a José, y al niño acostado en el pesebre.
ORACION COLECTA
Oh, Dios, que nos has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso
ejemplo, concédenos, con bondad, que, imitando sus virtudes domésticas y su
unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del
cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Eclesiástico 3, 2-6.12-14
Dios hace al padre más respetable que a los
hijos y afirma la autoridad de la madre sobre sus hijos. El que honra a su
padre alcanza el perdón de sus pecados, el que respeta a su madre acumula
tesoros; el que honra a su padre recibirá alegría de sus hijos y, cuando rece,
su oración será escuchada; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que
honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu
padre, no lo abandones mientras vivas; aunque su inteligencia se debilite, sé
comprensivo con él, no lo desprecies mientras vivas. La ayuda prestada al padre
no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.
SALMO
RESPONSORIAL (Sal 127)
Dichosos los que temen al Señor y siguen sus
caminos.
Dichoso el que teme al Señor y sigue sus
caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. R.
Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu
casa; tus hijos, como brotes de olivo, alrededor de tu mesa. R.
Esta es la bendición del hombre que teme al
Señor. Que el Señor te bendiga desde Sion, que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los
Colosenses 3, 12-21
Hermanos: Como elegidos de Dios,
santos y amados, revístanse de sentimientos de misericordia entrañable, bondad,
humildad, dulzura, comprensión. Sopórtense mutuamente y perdónense, cuando
alguno tenga quejas contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo
mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo perfecto. Que la
paz de Cristo reine en sus corazones; a ella han sido convocados, para formar
un solo cuerpo. Y sean agradecidos. La Palabra de Cristo habite en ustedes con
toda su riqueza; instrúyanse unos a otros con toda sabiduría; corríjanse
mutuamente. Canten a Dios, denle gracias de corazón, con salmos, himnos y
cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicen, sea todo en
nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de Él. Esposas,
respeten a sus maridos, como creyentes en el Señor. Maridos, amen a sus
esposas, y no sean duros con ellas. Hijos, obedezcan a sus padres en todo, que
eso le gusta al Señor. Padres, no exasperen a sus hijos, no sea que se
desalienten.
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO Col 3,
15a.16a
Aleluya. Que la paz de Cristo
reine en sus corazones; la Palabra de Cristo habite entre ustedes en toda su
riqueza. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo
Evangelio según san Lucas 2, 41-52
Los padres de Jesús solían ir cada año a
Jerusalén por las fiestas de la Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años,
subieron a celebrar la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se
regresaron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus
padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron un día de camino y
se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se
volvieron a Jerusalén en busca de Él. A los tres días, lo encontraron en el
templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles
preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las
respuestas que daba. Al verlo, sus padres quedaron asombra dos, y le dijo su
madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así?. Mira que tu padre y yo te
buscábamos angustiados». Él les contestó: «¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que
yo debía estar en la casa de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que
quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre
conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en
estatura y en gracia ante Dios y los hombres.
PLEGARIA
UNIVERSAL
Oremos a
Jesucristo, el Señor, que, para santificar la familia, quiso compartir la vida
de un hogar humano:
1.- Para que el Señor -que
quiso participar de la vida de familia en el hogar de María y José- mantenga en
paz y armonía a todas las familias cristianas. Roguemos al Señor.
2.- Para que los novios
sientan la presencia de Dios en la vivencia de su amor mutuo y se preparen
santamente para su matrimonio. Roguemos al Señor.
3.- Para que Dios ilumine
a las familias desunidas, a los esposos que han de vivir separados por causa
del trabajo, a los hijos de los divorciados, a los hogares sin hijos. Roguemos
al Señor.
4.- Para que nos
esforcemos por vivir en paz y armonía con los miembros de nuestra comunidad,
superando con caridad fraterna nuestras mutuas desavenencias. Roguemos
al Señor.
Señor Dios
nuestro, que has querido que tu Hijo engendrado antes de todos los siglos-fuera
miembro de una familia humana, escucha nuestras súplicas y haz que los padres y
madres de familia participen de la fecundidad de tu amor, y que sus hijos
crezcan en sabiduría y gracia ante ti y ante los hombres. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Al ofrecerte, Señor,
este sacrificio de expiación, te suplicamos, por intercesión de la Virgen Madre
de Dios y de san José, que guardes a nuestras familias en tu gracia y en tu
paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Ba 3, 38
Nuestro Dios apareció en el mundo y
vivió en medio de los hombres.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Padre misericordioso, concede a cuantos has
renovado con estos divinos sacramentos imitar fielmente los ejemplos de la
Sagrada Familia para que, después de las tristezas de esta vida, podamos gozar
de su eterna compañía en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PALABRA DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 30: 1Jn 2,12-17; Sal 95; Lc 2,36-40
Martes 31: 1Jn 2,18-21; Sal 95; Jn 1,1-18
Miércoles 01: Nm 6,22-27; Sal 66; Ga 4,4-7; Lc 2,16-21
Jueves 02: 1Jn 2,22-28; Sal 97, 1-2ab. 2cd-3ab. 3cd-4;
Jn 1,19-28 (o bien cf. vol. V Ef 4,1-7. 11-13; sal 22; Mt 23,8-12)
Viernes 03: 1Jn 2,29-3,6; Sal 97, 1-2ab. 3cd-4. 5-6 Jn
1,29-34
Sábado 04: 1Jn 3,7-10; Sal: 97, 1-2ab. 7-8a. 8b-9 Jn
1,35-42
Domingo 05: Is 60,1-6; Sal 71, 1-2.7-8. 10-11. 12-13 Ef
3, 2-3a. 5-6 Mt 2,1-12
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 2, 41-52
1.- J/NIÑO.
Comentario. En el siglo primero el judío
accedía a la mayoría de edad a los doce años. En el caso de los varones esta
mayoría comportaba la asunción total de derechos y obligaciones. Entre estas
estaba la de ir a Jerusalén cada año por las fiestas de Pascua. Esta es la situación
de la que parte el relato de Lucas.
A la luz de ella es evidente que resulta
inexacto hablar del niño Jesús. La traducción litúrgica y la costumbre piadosa
así lo hacen, basándose probablemente en unos hábitos occidentales y en el
término con que el texto griego designa a Jesús. Pero no hay que olvidar que el
término griego puede significar, además de niño, muchacho, joven o
sencillamente hijo. Cualquiera de estas tres últimas acepciones está más en
consonancia con la situación presupuesta por el autor que la de niño. Esta,
además, tiene el inconveniente de desvirtuar el relato introduciendo a éste por
unos derroteros y una problemática completamente ajenos al autor.
La preocupación, por ejemplo, por justificar
a unos padres de lo que en una mentalidad occidental aparece como desatención o
descuido por su parte. A nivel de exégesis hay que olvidarse de todo esto,
aunque será muy difícil dado lo arraigado emotiva y artísticamente de la visión
tradicional.
No es, pues, de un niño de lo que el relato
trata, sino de un hijo adulto. ¿Quién es este hijo? ¿Cuál es su razón de ser?
¿Cuál es su mundo? En estas preguntas podríamos tipificar las preocupaciones de
Lucas al escribir el relato. Se evita así también otro riesgo en el que
podríamos caer: leer el relato en clave de rebeldía o de emancipación de la
familia. También ésta sería una problemática completamente ajena al autor. Lo
que éste parece querer decir es que Jesús es el Hijo de Dios, la razón de su
vida es el Padre y su mundo es la familia de los hijos de Dios. Todo ello en un
contexto y ambiente muy determinados: el de los maestros de Israel, cuyas
enseñanzas y orientaciones constituían la base y el alimento del Pueblo de
Dios. Lucas nos presenta, pues, a un adulto maestro.
Y paralela a esta imagen, su correlativa de
discípulo. Tipificada no en un hombre, sino en una mujer. Predilección de Lucas
por los marginados. Su madre conservaba todo esto en su corazón. El evangelista
completa así la figura de discípulo que empezó a esbozar en la lectura del día
de la Inmaculada y continuó en la del domingo pasado (cuarto de Adviento). Pero
estamos todavía en los comienzos de la obra. Todo esto lo escribe el autor como
prólogo-preludio de lo posterior. De momento el mundo de Jesús está en el
silencio de Nazaret, al que Lucas dedica un escueto y elogioso comentario
basado en un verso del libro de los Proverbios que dice así: Alcanzarás favor y
aceptación de Dios y de los hombres (Prov.3,4).
ALBERTO BENITO - DABAR 19/85/06)
J/SABIDURIA-DE-D J/BUSQUEDA J/CIENCIA / J/PERDIDO/MU.
Este evangelio, uno de los más difíciles de
interpretar, está incrustado entre los vv. 40 y 52, relativos al desarrollo
armonioso y a la "sabiduría" creciente del Niño. Es absolutamente
razonable suponer que esas alusiones a la sabiduría de Jesús constituyen la
clave de la inteligencia del relato.
a) Para un judío, la sabiduría consiste,
sobre todo, en un espíritu desligado y pronto en las discusiones (Act 6, 10; Lc
12 12; 21, 15). Este don aparece frecuentemente como una gracia de Dios, está
vinculado a una misión; permite comprender las Escrituras y cumplirlas (Prov 3,
13-4, 26).
Doce años es la edad en que el niño comienza
a tomar distancias respecto al medio familiar. Por poco "adelantado que
esté para su edad", como suele decirse, puede tener ya salidas
sorprendentes que admiran a su auditorio e inquietan a la madre, preocupada
muchas veces por desentrañar la psicología de su hijo y las opciones que
comienza a tomar. Eso es exactamente, al parecer, lo que sucedió en Jerusalén
con motivo de la primera peregrinación de Jesús con sus Padres. Este viaje puso
al descubierto la inteligencia precoz de Jesús en sus respuestas a los
interrogatorios de los doctores (v. 46-47), y pondrá de manifiesto, quizá por
primera vez, la emancipación de Jesús de su esfera familiar a la vez mediante
una fuga (v. 43) y mediante una contestación que decía mucho sobre su
conciencia de una vocación particular (v. 49).
Sus padres están evidentemente demasiado
angustiados (versículo 48) como para comprender a su Hijo (v. 50). Sin embargo,
María conserva todos estos sucesos en su corazón (v.51) con el presentimiento
materno de un futuro misterioso.
b) Al redactar este relato, unos cincuenta
años después de este acontecimiento, Lucas sabe qué misión presagiaba este
episodio, y su forma de escribir permite que el lector lo comprenda también:
estos acontecimientos hay que leerlos a la luz de la muerte y de la
resurrección del Señor.
Por eso señala Lucas que sus padres "no
comprendieron" lo que sucedía (v.50). Ahora bien, esta expresión designa
siempre en su pluma la actitud de los discípulos que no comprenden la
significación de las palabras del Señor cuando anuncia su próxima subida a
Jerusalén (Lc 9, 43-45; 18, 34; 24, 25-26) para sufrir allí la pasión y la
muerte; eso es lo que nos impulsa a preguntarnos si el relato de la primera
subida de Jesús a Jerusalén no hay que comprenderla a la manera de su subida
pascual decisiva.
Lucas señala igualmente que María
"conservaba todas esas cosas en su corazón" (v.51). Esta expresión
refleja en general, sobre todo en San Lucas, la actitud de quien presiente la
realidad de un oráculo profético (Lc 1, 66; 2, 19, 51; Gén 37, 11; Dan 4, 28;
7, 28 (LXX); ap 22, 7-10). Ahora bien, el reproche que Jesús hace a sus padres:
"¿No sabíais que tengo que estar...?" (v.49), es la expresión que
formula habitualmente para remitir a su auditorio a las Escrituras a las que da
cumplimiento, y más especialmente a los oráculos que dicen referencia a su
muerte y a su resurrección (Lc 9, 22; 13, 33; 17, 25; 22, 37; 24, 7, y, sobre
todo, 24, 27; 24, 44). Esto equivale a decir: "¿Es que no habéis leído eso
en la Escrituras y no es, acaso, insoslayable el cumplimiento de esas
Escrituras?" Así es como muchos detalles accesorios del relato adquieren
un relieve extraordinario y convencen al lector de que la primera subida de
Cristo a Jerusalén es el presagio de su subida pascual. En uno y otro caso se
le busca a Jesús sin encontrarle (Lc 2, 44-45 y 24, 3, 23-24); y también en
ambos casos se le encuentra al cabo de tres días (Lc 2, 46; cf. Lc 24, 7, 21,
46; Act 10, 40; Os 6, 2); en ambos casos es la voluntad del Padre la que anima
y orienta la conducta de Jesús (Lc 2, 49; cf. Lc 22, 42); en ambos casos,
finalmente, la escena se desarrolla en el curso de una fiesta de Pascua (Lc 2,
41; cf. Lc 22, 1).
La sabiduría de Cristo ha consistido, para
Lucas, en comprender los designios del Padre sobre El y en anteponer su
cumplimiento a toda otra consideración. Sus padres no tienen aún esa sabiduría;
pero, al menos, respetan ya en su Hijo una vocación que trasciende el medio
familiar.
c) Un último tema importante aflora aún a lo
largo del relato: Lucas no emplea menos de cuatro veces la palabra
"buscar" (vv. 44, 45, 48 y 49).
La búsqueda de Dios es un tema importante en
la Escritura, porque Yahvé no es, como los ídolos, un Dios que se deja
encontrar fácilmente. Esta búsqueda es, en primer lugar, la de los patriarcas
nómadas que descubren el cumplimiento del plan de Dios en la historia. Es,
después, de una forma más espiritual, la búsqueda de Dios en su ley (scrutare:
Sal 118/119); pero el punto de vista es con frecuencia demasiado humano aún (Os
5, 6-7, 15), el destierro vendrá a rectificar la espera del pueblo, y hasta
después del destierro no se pondrá el pueblo a buscar a Dios para encontrarle
en la obediencia a su voluntad (Dt 4, 29; Is 55, 6; Jr. 29, 13-14; Sal 104/105,
1-4: adviértase en la mayoría de los textos el dúo
"buscar-encontrar"). Esta "búsqueda" de Yahvé se realiza
especialmente en el Templo. Designa incluso la participación en su liturgia (Am
5, 4-6; sobre todo Sal 26/27, con la expresión "buscar su rostro";
2Sam 21, 1). En la liturgia del Templo era donde el pueblo exteriorizaba y
reforzaba su búsqueda de Dios.
A partir de Cristo, la "búsqueda de
Dios" se convertirá en la "búsqueda del Señor". Los padres de
Jesús van a realizar en Sión su "búsqueda de Dios", pero su búsqueda
es demasiado humana y el Templo no encierra la realidad de Dios. Buscándole
después en el plano humano, en su familia (Lc 2, 44), se ven orientados a buscarle
y a encontrarle, al fin, en los "negocios de su Padre" (Lc 2, 49).
La misma purificación se advierte en la
búsqueda de los Magos; buscan al Mesías en Jerusalén (Mt 2, 1-3) y le
encuentran en Belén en la desnudez y la pobreza (Mt 2, 11). En los días del
Señor, los judíos le buscan y no le encuentran (Jn 7, 34; 8, 21); en realidad,
lo que se lo impide es su legalismo. Sólo la caridad será el medio ideal de la
búsqueda de Dios (Jn 13, 33-34), con la perseverancia en la oración (Mt 7,
7-8). Esta búsqueda se encamina ahora hacia el reino de Dios, y cuando se le
encuentra se vende todo lo que se posee para adquirir esa "perla" (Mt
13, 44-46). Esta búsqueda es, finalmente, la fe en Cristo resucitado, como lo
indica el episodio de María Magdalena, que busca primero a Cristo de una forma
humana (Jn 20, 11-15) antes de purificar su fe y de encontrarle en su Soberanía
(Lc 24, 5).
Sin duda, Cristo no ha adquirido conciencia
de su muerte próxima sino al principio del último año de su vida pública.
Pero, al entregarse, desde su joven edad,
"a su Padre", penetra su propia búsqueda de Dios, sin saber
necesariamente con toda claridad adónde le llevaría. Se pone esto de relieve, y
aparece claramente, en la actitud de Jesús en el Templo y en su actitud con la familia.
En el Templo, donde Israel buscaba el rostro
de Dios, Cristo revela su propia búsqueda del Padre; en El, la voluntad del
hombre se somete totalmente a la del Padre. No obstante, incluso para El, esta
voluntad de Dios es esencialmente la voluntad del Todo-Otro, molesta y
desconcertante, que descubrirá el día de su muerte.
En la casa, Jesús "crece" en
sabiduría, en el sentido que, si algún día goza del carisma profético que le
habilite a descubrir, no importa cómo, la presencia de Dios actualizada en los
acontecimientos decisivos de la salvación y, más concretamente, en su propia
misión, El ha adquirido realmente, paso a paso, como todo hombre, los
conocimientos sobre Dios y sobre el mundo que la cultura de su tiempo y de sus
padres podía transmitirle. Con el pretexto de que Cristo debía ser un hombre
perfecto, se ha dicho a veces que debía saberlo todo en torno al mundo y a
Dios, y que en este caso debía saberlo de manera infusa. ¡No habría tenido
necesidad de adquirir por educación lo que ya sabía por gracia! Esta visión de
las cosas es errónea, ya que la perfección del conocimiento, para un hombre, no
está en saberlo todo, sino en adquirir por sí mismo lo que sepa. ¡Un hombre que
lo supiera todo de prestado no sería un hombre perfecto! La perfección de
Cristo consiste precisamente en haber aprendido, mediante el esfuerzo y por
medio de adquisiciones libres y personales, lo que había entonces de ciencia
humana.
¡Solamente en esto puede ser llamado hermano
de los hombres! En resumen, afirmar el crecimiento de Cristo en edad y en
sabiduría consiste en dar una dimensión más humana a su saber.
Cristo ha entrado humanamente, es decir,
dinámicamente, en la tradición religiosa de Israel; gracias a su don profético,
dará a este saber un sentido insospechado, pero no es absolutamente necesario
que haya tenido, de las cosas y de El mismo, un conocimiento absolutamente
exhaustivo.
La Eucaristía cumple realmente esta subida
progresiva de Jesús al Templo, ya que celebra el perfecto ajustamiento de su
voluntad a la del Padre y en ella asocia la lenta adecuación de nuestro
conocimiento al suyo. Puede celebrar también la obediencia de los hombres que
reúne a la voluntad de Dios; esto sería conferirles esta sabiduría que deja
pasmado al mundo, lo mismo que causó admiración a los doctores del Templo.
MAERTENS-FRISQUE - NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA
CRISTIANA I - MAROVA MADRID 1969.Pág. 218
3.- Esta perícopa es la conclusión de los
relatos de la infancia que estructuran los dos primeros capítulos de Lucas. En
estos relatos sobre la infancia de Jesús, el evangelista quiere anticipar
algunos temas o actitudes que serán después fundamentales en la vida de Jesús.
Estos relatos son, además, la expresión de la
fe de la Iglesia primitiva. El texto de hoy quiere subrayar la estrecha
relación entre Jesús y el Padre. Su ley, norma fundamental que está por encima
de los lazos más profundos de parentesco, es cumplir la voluntad del Padre.
Frente a ella se muestra más sabio que los maestros y doctores de la ley.
Lo que interesa al evangelista es que aquí
Jesús demuestra su inteligencia y sabiduría a los escribas legalmente
constituidos.
Jesús muestra no sólo sus dotes
intelectuales, sino su conocimiento de la voluntad de Dios. Así prepara su
actitud crítica frente a la ley en los puntos que caracterizan las enseñanzas
de Jesús.
En la respuesta a la pregunta que le formula
su madre, Jesús pone de relieve su filiación divina en relación con la
filiación humana. La respuesta de Jesús manifiesta la radicalidad de la
obediencia filial. Hay que valorar el sentido de la palabra griega: es un deber
incondicional, casi fatal. La voluntad de Dios ha venido a ser el destino que
pesa sobre Jesús al que no se puede sustraer.
Sus padres no comprendieron la respuesta, no
abarcaron todas las consecuencias de su misión. Se pone de nuevo de relieve la
función de sus padres íntimamente vinculada al destino y misión salvífica del
Hijo. La respuesta tiene una apariencia dura y áspera. Es la consecuencia de la
vinculación a la misión de Jesús que le hace decir en Jn 5,30 "Yo no puedo
hacer nada por mí mismo... no busco mi voluntad sino la del Padre".
P. FRANQUESA - MISA DOMINICAL 1985, 6
4.- Esta escena evangélica con la que
concluye el evangelio de la infancia según Lucas, constituye una especie de
parábola de toda la existencia de Jesús. La vida de Jesús, centrada en el
cumplimiento de la voluntad de Dios, se cristaliza en este relato lucano. Lo
que el autor de Hebreos nos decía hace unas semanas: "Cuando Cristo entró
en el mundo dijo: "Aquí estoy, ¡oh Dios!, para hacer tu voluntad"
(10, 5-7), Lucas lo presenta en forma narrativa en el evangelio de hoy.
El evangelista se entretiene presentándonos a
Jesús sometido a la Ley del Señor en la tradición de su pueblo. Jesús
aparentemente abandona a sus padres para encontrar a su Padre. Jesús ha
encontrado a su Padre-Dios en la tradición de su pueblo, por ello permanece
entre los doctores y dialoga con ellos, lo ha encontrado en el ambiente sagrado
del antiguo Templo y por eso permanece allí como en su casa. Jesús se ha
encarnado en la historia humana y en la tradición de su propio pueblo.
Gn 2, 24 nos dice que el hombre abandona a su
padre y a su madre para unirse a su esposa. Jesús lo realiza de una manera
radicalmente nueva: abandona a sus padres para consagrarse a las cosas de su Padre.
El pueblo, la humanidad a la búsqueda de Dios, representada en los ancianos
doctores, constituye la "esposa" de Cristo.
La descripción del relato está salpicada de
elementos pascuales: cumple la voluntad de Dios, es interrogado por los
doctores en el Templo, es causa de angustia, no entienden sus palabras, es
hallado al tercer día de ausencia... la Pasión queda prefigurada en este
sencillo relato.
BI/CORAZON COR/CONCEPTO-BIBLICO:
El autor indica, además, el crecimiento que realiza la humanidad de Jesús en
relación con los hombres y con Dios. María lo conserva todo en su corazón. El
corazón, en el lenguaje bíblico, no es el lugar de los sentimientos, sino de la
reflexión, de la fe y de la voluntad. María va creciendo en la comprensión del
misterio salvífico que se va realizando en Jesús.
JORDI LATORRE - MISA DOMINICAL 1991, 28
5.- Texto. - Lucas abre el relato con un par
de indicaciones precisas sobre una práctica religiosa de los padres de Jesús,
reflejo a su vez de los hábitos religiosos de la época. La Pascua era, en
efecto, una de las tres grandes fiestas de peregrinación en las que todos los
varones judíos, a partir de los trece años, debían ir a Jerusalén desde los
diversos puntos de Palestina. Aunque las mujeres y los menores de edad no
estaban obligados a ella, su participación era bastante habitual.
En el umbral de la mayoría de edad de Jesús
un incidente abre de par en par el horizonte de su persona. Todos los
pormenores de la narración tienen su razón de ser en las palabras de Jesús del
v. 49: "¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa
de mi Padre?" Son las primeras palabras pronunciadas por Jesús en el
tercer evangelio. Testimonian, por una parte, el misterio de una persona, de
quien no resulta exacto decir que hubiera estado perdida; por otra, ponen de
manifiesto la espontánea dificultad humana para captar este misterio.
Misterio y dificultad de comprensión son, en
efecto, los elementos narrativos predominantes. Por lo que se refiere al
misterio. Lucas no da, por ejemplo, un sólo detalle sobre el modo de separación
de Jesús de sus padres. Preguntarse, como se hace a menudo, por el modo es
probablemente un desenfoque del relato. Por lo que se refiere a la dificultad
de captación. Lucas la explícita en dos ocasiones: "sin que lo supieran
sus padres" (v. 43); "no comprendieron lo que quería decir" (v.
50). Sin embargo, esta dificultad de comprensión inicial no está reñida con una
subsiguiente actitud de reflexión buscando descubrir lo que Jesús es y significa.
Como ya lo había hecho en 2, 19, Lucas vuelve a poner a María como modelo de
esta actitud de búsqueda creyente.
Enraizado en el misterio, Jesús se hace, sin
embargo, persona en un marco familiar humano. Es en este marco donde sitúa
Lucas el crecimiento de Jesús y lo hace imitando al escritor del primer libro
de Samuel, cuando escribe a propósito de éste que iba creciendo y lo apreciaban
el Señor y los hombres (1 Sam 2, 26). Este aprecio de Dios y de los hombres es
lo que significa la literal traducción litúrgica crecer en gracia ante Dios y
los hombres. Comentario. - El relato nos presenta la etapa de crecimiento de
Jesús en un doble contexto, familiar y divino. La familia como realidad de
enraizamiento humano y el Padre como realidad de enraizamiento divino. No se
trata de dos realidades antagónicas o mutuamente excluyentes; de hecho, en el
relato de Lucas no lo son. Eso sí: ambas son necesarias en un modelo cristiano
de crecimiento personal. La talla de un crecimiento en cristiano depende de las
dos. Cualquiera de ellas que falte condicionará el crecimiento haciéndolo
raquítico.
ALBERTO BENITO - DABAR 1991, 6
6.- En esta escena, a la que ordinariamente
se alude hablando del "niño perdido y hallado en el templo", Lucas ha
querido mostrarnos que Jesús proviene de Dios y debe ocuparse fundamentalmente
de las cosas de su Padre. Su sabiduría no procede de los maestros de la tierra;
su mensaje no es efecto del pensar del mundo. Para mostrar esa verdad se cuenta
que, siendo un niño de 12 años, Jesús se ha desligado de sus padres (2, 43),
asentándose en el templo de Jerusalén, donde dialoga con los doctores de su
pueblo (2, 46) y habita en la casa de Dios, su Padre verdadero (2, 49).
Desde un plano sentimental el texto de Lucas
ofrece la posibilidad de una lectura romántica de la escena: la peregrinación a
Jerusalén, la búsqueda angustiosa de los padres, la discusión con los doctores,
la respuesta de Jesús... todo parece perfectamente ajustado en esta forma de
entender el texto. Sin negar la validez de esta lectura, pensamos que el relato
ofrece una verdad más honda. De ella nos ocupamos en las reflexiones que
siguen. PADRES/HIJOS
Aunque la madre es la que toma la palabra (2,
49), José y María aparecen simplemente como padres (2, 43. 48), sin que se
aluda expresamente al tema de la concepción virginal. Como padres, muestran
cuidado por el niño y le buscan angustiosamente. Sin embargo, Jesús les
trasciende; debe ocuparse de las cosas de su Padre (2, 49) y ellos no le
entienden (2, 50). Entre Jesús y María (o sus padres) se ha producido una
ruptura que ha sido también atestiguada por los otros evangelios (cfr Mc 3,
20-21. 31-35; Jn 2, 4). El sentido fundamental de esa escisión es cristológico:
la presencia de Dios en Jesús desborda todas las posibilidades de comprensión
de los hombres; por eso, en un momento determinado, María (los padres de Jesús)
ha tenido que sentirse desbordada: el Hijo les trasciende, el hijo se les
vuelve incomprensible; tiene un Padre que le llama y ellos (ella) no son dueños
del destino de su vida. Debemos añadir que una ruptura semejante se produce en
casi todas las familias de la tierra: llega un día en que los hijos dejan de
ser la continuación de sus padres y buscan su propio camino en la vida (su
ideal, o su "Padre"). Sólo si los padres asumen esta ruptura y
aceptan la lejanía e independencia de sus hijos podrán volver a encontrarlos,
como sabemos que María ha reencontrado a Jesús (cfr He 1, 14).
Lo que desde un punto de vista se interpreta
como pérdida adquiere en otro contexto el valor de un auténtico descubrimiento.
Es lo que sucede a Jesús: ha encontrado a su Padre en la tradición de la
doctrina de su pueblo y por eso dialoga con los doctores; le ha encontrado en
el ambiente sagrado del antiguo templo y por eso permanece allí como en su
casa. El viejo misterio de la Biblia, que nos dice que un hombre maduro deja al
padre y a la madre y viene a unirse con la esposa que ha elegido (Gén 2, 24) se
realiza en Jesús de una manera diferente: si abandona la seguridad del hogar
paterno es para cumplir la voluntad del Padre, es decir, para ocuparse de las
cosas de Dios.
Evidentemente, la escena constituye una
especie de "parábola" que indica el contenido de toda la existencia
de Jesús. Para mostrar mejor los contrastes se le presenta como un niño, pero
en realidad se alude aquí a su vida entera: naciendo en una familia de este
mundo, Jesús la trasciende, porque proviene al mismo tiempo de la hondura del
misterio de Dios. Creciendo en la familia (vuelve con sus padres) (cfr 2, 52)
Jesús ofrece siempre un rasgo extraño: esconde un misterio de unión con el
Padre, tiene un mensaje especial que le hace ser más que simplemente humano.
María, su familia, ha debido sentirlo. Es probable que, como Lucas lo ha
presentido, no haya sido fácil convivir con el Jesús que va creciendo (cfr Lc
2, 35).
COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT - EDIC
MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1244 ss.
7.- La segunda parte del versículo 51 nos
repite lo mismo que nos había dicho ya S. Lucas poco después de la adoración de
los pastores: María meditaba en su corazón todos aquellos acontecimientos en
los cuales ella estaba envuelta. La inteligencia de todos estos misterios no
era, pues, inmediata y total para la Virgen.
CON-D:Y nosotros, que somos mucho menos santos que
María y, por consiguiente, que estamos mucho menos en simpatía, en
«connaturalidad» con las cosas de Dios; nosotros que estamos cegados por tantas
pasiones mientras que ella no tenía ninguna complicidad con el mal, ¿cómo
podríamos comprender los misterios de Dios, esos misterios mediante los cuales
el Señor realiza su obra sobre la tierra?, ¿cómo podríamos aprehenderlos en
nosotros, encerrarlos, circunscribirlos mediante nuestras pobres ideas?
Nosotros no podemos tener un conocimiento
exacto de Dios; no podemos entenderle más que por intuiciones en cuya
penetración siempre nos queda la posibilidad de un progreso indefinido. Nunca
podemos llegar a abrazar a Dios; sencillamente, abrimos hacia La una hendidura...
sin fin.
«Contemplar», este es nuestro destino aquí
abajo, y esta será también nuestra ocupación por toda la eternidad. El misterio
de Dios tiene esto de particular: podremos hacer constantes descubrimientos que
nos conducirán de admiración en admiración, de éxtasis en éxtasis.
Viviendo nuestra vida cristiana, podemos
anticipar aquí abajo este destino eterno. María constituye el modelo de los
contemplativos que debemos ser nosotros.
L. HEUSCHEN - LA BIBLIA CADA SEMANA - EDIC.
MAROVA/MADRID 1965.Pág 80
8.- Jesús respeta las relaciones familiares,
pero tiene otras relaciones, también familiares, más importantes. Él tiene que
ocuparse de la casa y de las cosas de su Padre. La familia está bien, pero no
basta.
Jesús se pierde, no por despiste u olvido,
sino por pasión y por vocación. "¡Qué deseables son tus moradas!"
(Sal. 83). Es también desde una perspectiva psicológica, una necesidad de Jesús
adolescente de afirmar su identidad y su vocación, aun a costa de romper lazos
familiares.
"La búsqueda durante tres días recuerda
la situación de los discípulos en los tres días que median entre la muerte y el
primer anuncio de resurrección." (Bibl. Inc. Crist.)"
CARITAS - PASTOR DE TU HERMANO - ADVIENTO Y
NAVIDAD 1985.Pág. 94
9.- 6. JESÚS A LOS DOCE AÑOS EN EL TEMPLO
La relación lucana sobre la infancia del
Salvador está integrada por un pasaje que introduce al lector en los umbrales
de la madurez incipiente de Jesús (Lc 2,41-51a). Todos los años, nos cuenta
Lucas María y José solían dirigirse a Jerusalén para la fiesta de la pascua (v.
41). Al cumplir los doce años, también Jesús subió en esa misma ocasión de
Nazaret a Jerusalén en compañía de sus padres (v. 42). Y durante su
peregrinación inicial al templo dio lugar a su primera manifestación como Hijo
de Dios (v. 49). También se ha escrito mucho sobre esta página. La monografía
más completa sigue siendo la de R. Laurentino (1966). Aquí ofreceremos una
panorámica sustancial de las diversas cuestiones discutidas, para formular
finalmente un juicio global.
a) ¿Modelos extra bíblicos? A propósito de
los personajes famosos se advierte una tendencia común en muchas literaturas.
Se describe la niñez de esos sujetos anticipando a aquella edad las
características que tendrán luego de adultos. Se abre de este modo un atisbo
hacia su futura grandeza. Fuera del mundo judío se pueden recordar los relatos
sobre Buda (India), Osiris (Egipto), Ciro (Persia), Alejandro (Grecia), César
Augusto (Roma).. En el área de la cultura judía encontramos también ejemplos de
madurez precoz, de la que dieron pruebas algunos protagonistas de la historia
bíblica. Abrahán, por ejemplo, antes de llegar a los catorce años se había
afianzado ya en la convicción de que la idolatría y el culto a las imágenes
eran graves errores. De Moisés se dijo que su sabiduría no crecía con la edad,
sino que la superaba en mucho; ya desde su niñez se destacaba por su ciencia,
su inteligencia y su sabiduría. Samuel empezó a profetizar cuando cumplió los
doce años. Salomón, a esa misma edad, subió al trono y fue en aquella edad
cuando pronunció su famoso juicio sobre las dos meretrices. Siguiendo además la
versión siro-héxapla. Daniel estuvo dotado desde los doce años de un espíritu
de inteligencia que lo hacia más sabio que las personas adultas.
Lucas conocía fácilmente estos modelos, que
formaban parte de los cánones historiográficos de la época. Pudo haberse
inspirado en ellos, no para crear un relato ficticio (cf Lc 1,1-4), sino más
bien para transmitir la memoria de un hecho que inauguraba (por así decirlo) la
primera madurez de Jesús y que hacía vislumbrar misteriosamente los desarrollos
sucesivos de su misión pública.
También en relación con Lc 2,41-51a —se
destaca acertadamente— es obligado tener en cuenta las analogías y los
contactos con otras literaturas, pero lo que importa sobre todo son las
notables diferencias que hay entre Lucas y los demás autores. Como siempre, la
humildad y la veracidad de la encarnación de Dios confieren a este episodio un
estilo y una andadura que no encuentra parecidos fuera de esta página bíblica.
b) ¿Un relato prelucano? Algunos exegetas ven
con simpatía la hipótesis de que en la base de Lc 2,41-51a hubiera un texto
original previo que el evangelista habría elaborado como propio. Vanlersel, por
citar un nombre, supone que el relato primitivo estaba compuesto por los vv.
41-43.45-46.48-50, mientras que los añadidos deberían situarse en los vv.
44.47, que él considera de naturaleza novelística. Sea de ello lo que fuere,
observa Brown, en el episodio hay huellas de estilo lucano por todas partes;
por eso "si había un relato prelucano, hay que reconocer que Lucas lo ha
reescrito a fondo" (El nacimiento del Mesías... 503).
c) Los términos del episodio. Lc 2,41-51a
tiene una evidente unidad literaria.
Efectivamente, la perícopa está redactada
según un esquema de revelación, que se articula en tres momentos: subida a un
lugar alto (generalmente un monte), revelación y bajada. Se encuentran
referencias copiosas de este mismo cliché en toda la biblia. En nuestro caso es
claramente reconocible:
- José, María y el niño suben (v. 42:
anabainónton cf el v. 41: eporéuonto: se dirigían) a Jerusalén, al templo,
situado precisamente en el "monte santo" del Señor (cf Sal 2,6);
- en el templo Jesús revela su sabiduría
dialogando con los doctores de la ley; luego dirige una palabra (envuelta en el
misterio) a sus padres sobre su propia filiación divina (vv. 48-50);
- finalmente, Jesús desciende (v. 51a:
katébe) con sus padres a Nazaret. Así pues, los limites lingüísticos del
episodio del templo están marcados por las expresiones anabainónton auton (v.
42; cf v. 41) y katébe met'auton (v. 51 a). El aoristo katébe (descendió)
subraya la acción puntual que pone fin al relato (v. 51a), mientras que los
imperfectos estaba sometido (v. 51b), guardaba (v. 51b) y crecía (v. 52)
describen la duración continuativa de todo lo que acontecía en la casa de Nazaret.
d) "A los doce años" (v. 42). ¿Por
qué motivo recoge Lucas esta indicación cronológica? La cultura judía fijaba
algunos criterios orientativos para establecer los comienzos de la edad madura
(de la autodeterminación) y aquellos en los que comenzaba para cada uno de los
judíos la obligación de observar la Torá, la ley de Moisés.
1) Los comienzos de la edad madura. Como
principio general, Filón admite que una persona está ya dotada de razón a los
siete años, aunque solamente a los catorce se hace plenamente dueña de su
mente. Sobre los límites de la menor edad, R. Chisda (+ 309) refiere esta
sentencia: una niña es menor de edad hasta los once años y un día; un niño,
hasta los doce años y un día. Sobre la tutela de la patria potestad, la
academia de la ciudad de Usha, en Galilea —según el testimonio de R. Isaac—,
estableció que el padre tenía que tener paciencia en la formación del hijo
hasta que éste alcanzase la edad de doce años; después podía recurrir a las
medidas fuertes. Y R. Eleazar ben R. Simón (h. 180) enseñaba que un padre
responde de su hijo hasta la edad de trece años; después podía decir:
"¡Bendito aquel que me ha librado de la responsabilidad de este
hijo!" (Gen. Rabbah 63,10).
2) ¿A qué edad obligaba la observancia de la
ley? En el judaísmo extra-bíblico encontramos varios testimonios según los
cuales un adolescente se hace maduro y responsable a la edad de doce-trece
años. A partir de entonces contrae la obligación de observar la ley mosaica.
Según las normas del Talmud, es considerado entonces como "hijo de la
ley" (bar mitzwah).
Para la observancia de la Torá en general es
bastante conocida la prescripción codificada en Abot V, 24, y atribuida a R.
Judá ben Tema, un tanaita: "A los cinco años comienza el estudio de la
Biblia, a los diez, el de la Mishnáh; a los trece se aceptan los mandamientos,
a los quince empieza el estudio de la Guemarah; a los dieciocho uno se
casa..."
También conocemos las obligaciones relativas
a los votos, el ayuno y la peregrinación al templo. En cuanto a los votos, la Mishnáh
establece que son válidos los emitidos por una muchacha que tenga doce años y
un día; para el muchacho se requieren trece años y un día; por el contrario,
hay que examinar los votos hechos antes de los once años y un día para las
mujeres y de los doce años y un día para los varones. La obligación de ayunar
durante todo el día del Kippur, según las normas de la ley bíblica y no
rabínica, comienza a los doce años, en opinión de R. Johanan (+ 279) y de R.
Huna (+ h. 350), y a los trece según R. Nachman (+ 320). Pero —comenta la
Mishná— conviene iniciar a los niños en esta práctica uno o dos años antes de
la edad obligatoria para acostumbrarles a cumplir los preceptos religiosos. En
el tratado Soferîm (18,5) se cuenta que, en Jerusalén, en la época del templo,
los doctores bendecían a los adolescentes que habían terminado su primer ayuno
a la edad de once o doce años; pero los que habían cumplido los trece años eran
presentados a cada uno de los ancianos para que los bendijese y rezase, a fin
de que fueran dignos de estudiar la Torá y ponerla en práctica. La obligación
de visitar el templo en las tres fiestas principales (Dt 16,16), según la
escuela de Shammai, afectaba sólo a los niños capaces de caminar de Jerusalén
hasta el monte del templo; para la escuela de Hillel se extendía también a los
niños que podían hacer ese mismo recorrido llevados de la mano de su padre.
J/DOCE-AÑOS/LC: Por lo que concierne a Lc 2,42, el
evangelista no llega a explicar que Jesús, al cumplir los doce años, estuviera
obligado a acudir a Jerusalén. Probablemente era así, aunque no tenemos la
certeza absoluta de que las normas talmúdicas mencionadas hace poco estuvieran
vigentes en tiempos de Cristo. De todas formas, se puede mantener una
conclusión, a saber: si Lucas hace mención explícita de los doce años de Jesús,
seguramente intenta decir que a partir de aquel tiempo surgía algo nuevo en su
estatuto civil. Puede ser indicativo el mismo hecho de que hasta aquí el
evangelista aplica a Jesús el diminutivo paidíon, o sea, niño (Lc 2,17.27.40),
mientras que en el v. 42 lo define simplemente como país, es decir, muchacho.
Por tanto, es de presumir que a los doce años Jesús se adentrase por los
senderos de la madurez, así pues, concluyen algunos, él podía definirse también
entonces como "hijo de la ley" (bar mitzwah).
e) Temas sapienciales. En el estado presente
de la redacción lucana se da un estrecho vínculo entre el v. 40 y los vv.
41-51a. En efecto, mientras en el v. 40 Lucas advierte que "el niño crecía
y se fortalecía lleno de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él", en
los vv. 41-51a ofrece una prueba de esta sabiduría, que atrae la gracia, es
decir, la complacencia divina.
f) Motivos pascuales. Ya la tradición
patrística (prescindiendo de una larga lista en la exégesis moderna) interpreta
el episodio de Jesús a los doce años en el templo -atendiendo especialmente a
la respuesta a sus padres- como una profecía velada de lo que habría de ocurrir
en el misterio pascual. El apoyo más consistente para esta explicación nos lo
ofrecen los diversos contactos temáticos entre Lc 2,41-51 a y otros pasajes de
los escritos lucanos, en donde se habla de la muerte y resurrección de Jesús,
especialmente Lc 24. Lo que experimentaron entonces María y José era una lejana
parábola de lo que les tocaría en suerte a los discípulos en el momento de
realizar Jesús su paso de este mundo al Padre. Veamos, pues, los mencionados
paralelismos, recogidos por la tradición lucana y confirmados en parte por los
demás evangelistas.
1) Jerusalén, el templo, Ia pascua. Tanto la
peregrinación de la familia de Nazaret como la muerte y resurrección de Jesús
tienen a Jerusalén y al templo como lugar de acción, y la pascua como marco
litúrgico.
- Jerusalén. Obedeciendo a la ley de Moisés
(Ex 23,17: 34,23; Dt 16,16), José y María subían todos los años a Jerusalén
para la pascua (Lc 2,41). Cuando Jesús cumplió los doce años, se lo llevaron
también consigo (v. 42 con las variantes; luego los vv. 43.45). Pero Jerusalén
es también la ciudad donde se realizará todo lo que fue escrito por los
profetas sobre el Hijo del hombre (Lc I 8,31: cf 13,13). Allí se llevará a cabo
el éxodo de Jesús de este mundo al Padre (cf Lc 9,31.51; 24,18; He 4,27); allí
tendrán lugar las apariciones de Jesús resucitado a Pedro, a los apóstoles y a los
que estaban con ellos (Lc 24 33.36-49: cf He 1,2-4).
- El templo. Es el aula donde los maestros de
la Torá impartían su enseñanza. Jesús. aunque de doce años, es descrito con
rasgos casi magisteriales: está sentado en medio de los doctores; no sólo les
escucha, sino que les hace preguntas; su inteligencia v sus respuestas provocan
el asombró entre sus oyentes (Lc 2,4647). Esta escena es un presagio de los
antecedentes de la pasión. Llegará el día en que Jesús, venido de Galilea a
Jerusalén, se sentará en el templo, donde enseñará todos los días (Lc 19,47a;
21,37a; 22,53); todo el pueblo estará pendiente de sus labios (Lc 19,48b) y
acudirá a escucharlo desde muy temprano (Lc 21,38). Pero los sumos sacerdotes,
los escribas y los dirigentes del pueblo se basarán precisamente en esto para
eliminarlo (Lc 19,47b-48a; 20,19).
Después de resucitar, Jesús irá a morar en el
templo celestial, que es la casa verdadera de su Padre. Lo veremos muy pronto.
- La pascua. Es la fiesta para la que José,
María y el niño emprenden el viaje a Jerusalén (Lc 2,41; cf Sal 86,3). Es
también la ocasión en la que Jesús consumará el holocausto de su propia sangre
(Lc 22,1.7.8.11. 13.15 23,54). Y lo mismo que Jesús se quedó en Jerusalén, en
el templo, "pasados los días" de la pascua judía (Lc 2,43), así
también dará a los discípulos el pan y el vino de la nueva pascua, de la nueva
alianza (cf Lc 22,15.20), "después de cenar" (Lc 22,20), o sea,
después de haber celebrado la cena pascual judía, la de la antigua alianza (cf
Lc 22,7).
2) Buscando a Jesús con dolor y lágrimas.
José y María, angustiados (Lc 2,48), se ponen en busca de su hijo, primero
entre los parientes y conocidos y luego en Jerusalén (Lc 2 44.45). Igualmente,
en los días de la pasión, los discípulos están angustiados y llorando porque
han perdido al Maestro (Lc 24,17; cf Mc 16,10; Jn 16,20-22; 20,11.13.15). Lo
buscan (Lc 24,5; cf Mc 16,6; Mt 28,5, Jn 20,15), pero entre los muertos (Lc
24,5; cf Mc 16,6; Mt 28,5).
3) "Después de tres días': "al
tercer día". Los padres de Jesús encuentran al niño después de tres días
(Lc 2,46a), en el templo (Lc 2,46b), que es la casa de su Padre (Lc 2,49). De
manera análoga, después de tres días de la muerte de Jesús (Lc 24,21) -o sea,
al tercer día (Lc 24,7.46 [cf 9,22; 18,33]; He 10,40)- se le revela a la
comunidad de los discípulos que Jesús no está entre los muertos (Lc 24,5; cf
vv. 23.24), sino que ha resucitado (Lc 24,6.46), que ha entrado en su gloria
(Lc 24,26), que ha sido llevado al cielo (Lc 9,51; 24,51; He 1,11.22; cf Jn
14,2; 20,17), que ha sido elevado a la derecha de Dios (He 2,33). Con la pascua
se ha resuelto el enigma del loguion del templo: "¿Por qué me buscabais?
¿No sabíais que yo debo estar en la casa de mi Padre?" (Lc 2,49). Ese su
"tener que estar en la casa de su Padre", según la intención
recóndita de Jesús, significaba el éxito escatológico de su misión: volver de
este mundo al Padre mediante la muerte-resurrección. De ahora en adelante es
allí donde hay que buscarlo. Para Jerusalén es ya como un extraño (Lc 24,18).
Jesús ha disuelto el templo (cf He 6,14). La unidad sustancial de Jesús con el
Padre -dirá la tradición juanea- es el verdadero templo de la nueva Jerusalén,
de la nueva alianza de Dios con los hombres (Jn 14,20; Ap 21,2-3).
4) TENIA-QUE-CUMPLIRSE J/MU/NECESIDAD: La "necesidad" del plan
divino. Responde Jesús: "¿No sabíais que yo debo estar en la casa de mi
Padre'?" ( Lc 2,49) 68. La presencia del impersonal griego déi (=es
necesario) -argumenta un gran número de exegetas- remite a otro tema pascual de
la catequesis lucana. Es decir: que Jesús tuviera que padecer y resucitar al
tercer día no era una circunstancia casual; al contrario, todo esto debía
cumplirse. La necesidad de este cumplimiento es señalada por Lucas mediante el
uso del verbo déi, "es necesario" (Lc 9,22; 24,7.26.44.46 en las
variantes): Como en otros lugares del NT, esta voz parece asumir una densidad
teológica; el proyecto de la salvación tenía que realizarse a través del
sufrimiento y de la glorificación del mesías (Lc 24,46), puesto que así lo
preveía el plan divino expresado en las Escrituras (Lc 18,31;
24,25.27.32.44-46). Pues bien, este mismo verbo aparece también en Lc 2,49b. El
que Jesús tenga que estar en la casa del Padre (es decir, tenga que volver a él
con la muerte-resurrección) es requerido por la misma voluntad del Padre. Por
tanto, es necesario que Jesús se adecue a ello, llevándolo a cumplimiento.
5) La "no-comprensión". María y
José no comprenden lo que les dice Jesús (I c 2,50). Lo mismo ocurre cuando
Jesús les comunica a los discípulos la misión dolorosa que le aguarda. La
reacción habitual por parte de ellos es la incomprensión total. La
pasión-muerte es un tema que no acaban de entender (Lc 9,45; 18,34; 24 25, cf
Mc 8,32; 9,32a; Mt 16,22; 17 23). Más aún, esas palabras quedan totalmente
cerradas a su inteligencia, tanto que tienen miedo de dirigirle preguntas sobre
aquel tema (Lc 9,45, cf Mc 9,32b).
Hay sin embargo una diferencia entre María y
los discípulos. Mientras que éstos tienen miedo de volver sobre la cuestión,
María —por el contrario— "conservaba en su corazón" también esas
palabras (Lc 2,51b). Si pensamos en esta actitud de la Virgen a la luz de lo
que significa la memoria bíblica en el AT, hemos de concluir que María guardaba
en su ánimo aquel enigma, con silencio reverente y activo; está atenta a
descifrar su sentido; permanece abierta al misterio y se deja afectar por él.
Delante de Jesús se perfila un camino erizado
de espinas. La madre acoge en su corazón también ese designio oscuro de muerte
y resurrección. No le es dado a la inteligencia saber cómo tiene que estar
Jesús en la casa de su Padre. Sin embargo, la promesa de una resurrección de
entre los muertos encuentra un aval de certeza en las continuas liberaciones
del dolor y de la muerte que Dios concedió a los padres del AT, el tercer día.
La Virgen conoce esa historia y se sumerge en ella para aguardar, doliente y
vigilante, su tercer día, "el día del Señor".
CONCLUSIÓN. El análisis condensado que hemos
hecho en los párrafos anteriores nos permite fijar las siguientes líneas de
resumen:
a) La peregrinación de Jesús al templo a la
edad de doce años encierra la memoria de un hecho realmente sucedido. Los doce
años eran la edad aproximada en que un muchacho judío traspasaba el umbral de
la madurez incipiente y por eso mismo (a juicio de algunos exegetas) se
convertía en súbdito de la ley mosaica (bar mitzwâh).
b) Al quedarse en el templo sin que lo
supieran sus padres (v. 43), Jesús en el momento de encontrarse de nuevo con
ellos da lugar a un diálogo que pone a punto dos tipos de exigencias. Por un
lado está María, que de forma discreta parece insinuar sus derechos y los de
José como padres: "Hijo, ¿por qué has hecho esto? Mira que tu padre y yo
te buscábamos angustiados" (v. 48). Por el otro lado está la respuesta de
Jesús, que, vinculándose a la mención de José como padre suyo (v. 48), pone el
acento en otro Padre, el celestial (v 49). Él es consciente de esta filiación
divina. Por eso Jesús da a entender que reivindica para sí cierta autonomía
respecto a la familia terrena, cuando se trata de "tener que estar en la
casa de [su] Padre" (v. 49).
c) Y he aquí el enigma: ¿de qué modo tiene
que estar Jesús en la casa de su Padre? Esto es lo que María y José no
comprenden (v. 50). Sobre todo, si se piensa que Jesús no se quedó luego en el
templo, sino que dejó Jerusalén para bajar a Nazaret y seguir estando sometido
a ellos (v. 51a). La Virgen se concentra también en la meditación de estas
palabras que no comprendió (v. 51b). Solamente la pascua disipará las sombras
que envolvían aquella primera palabra de Jesús: la resurrección revelará que
todo lo que sucedió en el templo era una lejana profecía de lo que habría de
acontecer cuando se cumplieran los días de Jesús, en Jerusalén (cf Lc
13,32-33).
d) La fuente de información de este episodio
es con toda probabilidad María. Ella "conservaba todas estas cosas en su
corazón" (v. 51b), incluso para entregar un día a la iglesia el archivo de
sus memorias. Lucas pudo llegar al conocimiento directo de todo ello a través de
las confidencias de María o bien (parece ser ésta la hipótesis más verosímil)
mediante las tradiciones recogidas dentro de la comunidad judeo-cristiana de
Jerusalén. Allí —según la noticia de He 1,14— vivió María en los albores de la
iglesia naciente.
A. SERRA - DICC-DE-MARIOLOGIA. Págs. 339-344
PROPUESTA DE CANTOS DE SAGRADA FAMILIA (CICLO C)
01.- EN BELEN
(Carlos Montero)
EN BELÉN NO HABÍA CAMPANAS,
EN BELÉN NO HABÍA ALEGRÍA,
EN BELÉN UN NIÑO LLORABA
MIENTRAS SU MADRE SUFRÍA,
Y SIN EMBARGO EN BELÉN
ERA DIOS EL QUE NACÍA.
No hubo en Belén personas influyentes,
no hubo en Belén cumplidos ni agasajos,
en Belén hubo sencilla y llana gente,
hubo en Belén pobreza y desamparo.
No hubo en Belén banquete ni festejos,
no hubo en Belén despliegue de invitados,
en Belén hubo ternura y sentimiento,
hubo en Belén total anonimato.
No hubo en
Belén revuelo y parabienes,
no hubo en Belén folklore ni regalos,
en Belén hubo pastores en silencio,
hubo en Belén susurros y recato.
02.- MI CASA
SERA BELEN
SEÑOR QUE CASA NO HALLASTE
CUANDO NACISTE EN BELÉN,
HOY TE OFREZCO LA MÍA:
MI CASA SERÁ BELÉN.
TÚ QUE ERES LUZ Y ERES VIDA,
VEN A MI VIDA A NACER.
Y TE CUIDARE COMO TE CUIDO MÁRÍA,
COMO TE CUIDO JOSÉ
Y TE CUIDARE COMO TE CUIDO MÁRÍA,
COMO TE CUIDO JOSÉ.
Mi casa será Belén si viene mi puerta abierta
y si mi mente está alerta al resplandor de la fe
la fe que tuvo María. La fe que tuvo José.
Mi casa será Belén si doy mi llave a los pobres
y si sé amar a los hombres con el amor de tu ley.
Igual que amaba María, igual que amaba José.
03.- DIME PORQUE
(Carlos Montero)
DIME,
DIME, JESÚS, QUE NACISTE EN BELÉN.
DIME,
DIME, JESÚS, DIME... DIME, POR QUÉ.
1.
¿Por qué, si trajiste la paz,
hoy
existe la guerra?
¿Por
qué, si trajiste el amor,
vive
el odio en la tierra?
¿Por
qué olvidaremos, Señor,
que
nacemos hermanos,
siendo
hijos de un Dios
al
que Padre llamamos?
2.
¿Por qué, si trajiste la luz,
vive
el mundo entre sombras?
¿Por
qué, si trajiste el perdón,
muchos,
hoy, no perdonan?
¿Por
qué olvidaremos,
Señor,
que nacemos hermanos,
siendo
hijos de un Dios
al
que Padre llamamos?
3.
¿Por qué, si sembraste unidad,
va
la gente dispersa?
¿Por
qué, si eres tú comunión,
nuestra
unión se disgrega?
¿Por
qué olvidaremos, Señor,
que
nacemos hermanos,
siendo
hijos de un Dios
al
que Padre llamamos?
04.- EN BELEN
LAS CAMPANAS TOCAN
1.-
No me despiertes al Niño, sssst,
quiero
que duerma.
Anoche
estuvo jugando, sssst,
con
las estrellas.
EN
BELEN LAS CAMPANAS TOCAN SOLAS,
TILIN
TILINGO, TILIN TILONGA.
EN
BELEN LAS CAMPANAS SON LAS ROSAS,
TILIN
TILINGO, TILIN TILONGA.
TILIN
TILINGO, TIN, TILIN TILONGA,
LAS
CAMPANAS DE BELEN TOCAN A GLORIA.
2.-
No me despiertes al Niño, sssst,
hoy
tienen sueño.
Anoche
estuvo jugando, sssst,
con
los luceros.
05.- CARPINTERO
Señor
San José, carpintero fino
Señor
San José, carpintero fino
Hazme
una cunita para el niño lindo
Hazme
una cunita para el niño lindo
Azucena
kanchu
Clavelina
kanchu
Niñucha
wajampí
Ullallachi
naypaq
Azucena
kanchu
Clavelina
kanchu
Niñucha
wajampí
Ullallachi
naypaq
Corran,
corran, corran, todos los pastores
Corran,
corran, corran, todos los pastores
A
traer pañales para el niño lindo
A
traer pañales para el niño lindo
Azucena
kanchu
Clavelina
kanchu
Niñucha
wajampí
Ullallachi
naypaq
Azucena
kanchu
Clavelina
kanchu
Niñucha
wajampí
Ullallachi
naypaq
Señor
San José, carpintero fino
Señor
San José, carpintero fino
Hazme
una cunita para el niño lindo
Hazme
una cunita para el niño lindo
Azucena
kanchu
Clavelina
kanchu
Niñucha
wajampí
Ullallachi
naypaq
Azucena
kanchu
Clavelina
kanchu
Niñucha
wajampí
Ullallachi
naypaq
Corran,
corran, corran, todos los pastores
Corran,
corran, corran, todos los pastores
A
traer pañales para el niño lindo
A
traer pañales para el niño lindo
Azucena
kanchu
Clavelina
kanchu
Niñucha
wajampí
Ullallachi
naypaq
Azucena
kanchu
Clavelina
kanchu
Niñucha
wajampí
Ullallachi
naypaq
06.- EN EL TRABAJO
(Cesareo Garabain)
EN EL TRABAJO
DE CADA DÍA
COMO VIVÍAS Y
AMABAS TÚ
QUEREMOS MADRE
SERVIR AMANDO
SIRVIENDO
SIEMPRE JUNTO A JESÚS.
En el silencio
de aquella que era
La casa humilde
de Nazaret
Se va empapando
de tu ternura
De tu trabajo,
de amor y fe.
Tú te afanabas
como mi madre
En mil trabajos
que das un hogar
Mujer humilde
de hermosas manos
Encallecidas de
trabajar.
Dios quiso
honrarte como a ninguna
Con mil
encantos enriquecer
Te hizo humilde
de gracia llena
Trabajadora te
quiso hacer.