ATREVERSE A REPROCHAR
COMENTARIO
Hay pocas personas que sean
capaces de hacer lo que Jesús nos pide: Si tu hermano peca, ve y házselo saber,
a solas entre los dos. Se habla mucho, pero a espaldas de la gente. Mira esa
muchacha, ¿te has enterado?... ¡qué mala suerte! O bien se enfrenta uno con el
otro, se le echa en cara su conducta, se le grita, se le dicen cuatro verdades.
Jesús nos pide que seamos prudentes y cariñosos: Hazle saber su falta,
repréndele mansamente y a solas. Si te hace caso, lo habrás ganado. Ganarlo.
Para comprender bien esta palabra, hay que pensar en el grito del padre del
hijo pródigo. ¡Mi hijo estaba perdido y lo he vuelto a encontrar!. Cuando se
habla a un culpable con estos sentimientos, hay algunas oportunidades de
ganarlo. ¡Ganarlo! ¡No conquistarlo a la fuerza!. Con frecuencia reprochamos a
los demás sus defectos, pero quizás no hayamos demostrado nunca que se trata en
ese caso de un acto evangélico, que exige por consiguiente un corazón
evangélico.
¿Qué es lo que hormiguea en mi corazón en el momento en que me
dispongo a reprocharle algo a alguien? El interpretado descubrirá muy pronto
ese terrible gusto de humillar del que pocos corregidores se libran. O, bien si
ponemos el orden y nuestro honor por encima de todo, nos costará mucho dominar
nuestra cólera ¡Ya ves en qué situación nos has puesto! ¿Te imaginas lo que la
gente va a pensar de nosotros?. Generalmente la reacción del otro es: ¡Es
asunto mío!
Encontraremos el tono para decirles: Es también problema mío. Yo no
puedo quedarme indiferente. Perdona mi falta de acierto y escucha solamente la
preocupación que siento por ti, porque te quiero. Jesús nos pide que
permanezcamos en el amor, aunque sea muy difícil,; si, no ¿qué es lo que nos
quiere decir amar? Quizás tengamos que encajar cosas muy duras. Lo dicen todos
los padres y responsables: ahora, apenas se atreve uno a hacer algunas
advertencias, enseguida lo atacan: Mucho hablar y mucho predicar, pero
¿prácticas tú acaso tu moral? Podría intentarse la humorada (si se puede):
Tienes razón, yo veo tu paja y no viga en el ojo. Pero hablaremos ahora de tu
paja.
Las advertencias se reciben
muy mal y tenemos tantas necesidades de un poco de paz que nos entrará la
tentación de evitar ese deber tan desagradable. A no ser que seamos malgeniados
de nacimiento, ¡eso sería otra cuestión! De ordinario, nos dejamos llevar, pero
el deseo de tranquilidad a toda costa no es ciertamente evangélico. ¡Cuántas
veces una palabra inteligente, tranquila y cariñosa, había a su alrededor
amigos que veían claro y que se lamentaban, sin atreverse a dar el paso: Sería
conveniente hablar con él... Pues bien, háblale tú. Déjate impulsar por Jesús
que te dice: Procura ganarlo.
R.P. Roland Vicente Castro
Juárez
ANTIFONA DE ENTRADA
Señor, tu eres justo, tus
mandamientos son rectos. Trata con misericordia a tu siervo.
ORACION COLECTA
Oh
Dios, por ti nos ha venido la redención y se nos ofrece la adopción filial;
mira con bondad a los hijos de tu amor, para que cuantos creemos en Cristo
alcancemos la libertad verdadera y la herencia eterna. Por Nuestro Señor
Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura
del Profeta Ezequiel 33, 7-9
Esto dice
el Señor: A ti, hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la casa de Israel;
cuando escuches palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte.
Si yo
digo al malvado: «Malvado, eres reo de muerte», y tú no hablas, poniendo en
guardia al malvado, para que cambie de conducta; el malvado morirá por su
culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre. Pero si tú pones en guardia al
malvado, para que cambie de conducta, si no cambia de conducta, él morirá por
su culpa, pero tú has salvado la vida.
SALMO RESPONSORIAL (94)
Escuchemos la voz del Señor.
Vengan, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. R.
Entren, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador
nuestro. Porque él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
R.
Ojalá escuchen hoy su voz: «No endurezcan el corazón como en
Meribá, como el día de Masá en el desierto: cuando sus padres me pusieron a
prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.». R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 13, 8-10
Hermanos: A nadie le debáis nada, más que amor; porque el que ama tiene
cumplido el resto de la ley. De hecho, el «no cometerás adulterio, no matarás,
no robarás, no envidiarás», y los demás mandamientos que haya, se resumen en
esta frase: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.».
Uno que ama a su prójimo no le hace daño; por eso amar es cumplir la ley
entera.
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO 2Co 5, 19.
Aleluya. Dios, en Cristo, estaba
reconciliando al mundo consigo, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la
reconciliación. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 18, 15-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos:
Si tu hermano peca, repréndelo a solas
entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso,
llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca
de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no
hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un
publicano.
Les aseguro que todo lo que aten en la
tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará
desatado en el cielo.
Les aseguro además que si dos de ustedes
se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del
cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en
medio de ellos.
PLEGARIA UNIVERSAL
Sabiendo que el amor a Dios y al prójimo son el fundamento
de nuestra vida, oremos al Padre para que nos enseñe a amar y cuidar los unos
de los otros en este tiempo en que todos nos sentimos vulnerables.
1.- Por el Papa Francisco, los Obispos y
sacerdotes: para que animados por el fuego del Espíritu Santo tengan las
palabras y actitudes apropiadas para animar nuestra esperanza en la difícil
situación que vivimos como humanidad. Oremos.
2.- Por todas las comunidades cristianas:
para que podamos ser testimonio vivo de cercanía y solidaridad con las personas
y familia más necesitada. Oremos.
3.- Para que en las comunidades religiosas
y grupos parroquiales vivamos la corrección fraterna como expresión de nuestro
mutuo amor. Oremos.
4.- Por los gobernantes de nuestro país y
el mundo: para que, en la diversidad de ideologías y propósitos, busquen por
encima de toda la defensa de la vida y el bienestar de todos. Oremos.
5.- Por los que nos alimentamos con la
Palabra y el Cuerpo del Señor: para que nos apoyemos recíprocamente a vivir con
esperanza y creatividad este tiempo de recuperación. Oremos.
Padre bondadoso, que nos cuidas como hijos amados, acoge
las suplicas que te hemos dirigido. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Oh, Dios autor de la piedad sincera de la paz, te pedimos que con esta ofrenda
veneremos dignamente tu grandeza y nuestra unión se haga más fuerte por la
participación en este sagrado misterio. Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION Jn. 8, 12
Yo
soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá
la luz de la vida, dice el Señor.
ORACION DESPUES DE LA COMUNION
Concede, Señor, a tus fieles,
alimentos con tu palabra y vivificados con el sacramento del cielo,
beneficiarse de los dones de tu Hijo amado, de tal manera que merezcamos
participar siempre de su vida. El que vive y reina por los siglos de los
siglos.
PALABRA
DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 07: 1Cor
5, 1-8; Sal 5; Lc 6, 6-11.
Martes 08: Mi
5, 1-4ª; Sal 12; Mt 1, 1-16.18-23.
Miércoles 09: 1Cor
7, 25-31; Sal 44; Lc 6, 20-26.
Jueves 10: 1Cor
8, 1b-7.11-13; Sal 138; Lc 6, 27-38.
Viernes 11: 1Cor
9, 16-19.22b-27; Sal 83; Lc 6, 39-42.
Sábado 12: 1Cor
10, 14-22; Sal 115; Lc 6, 43-49.
Domingo 13:
Ecle 27, 33—28, 9; Sal 102; Rom 14, 7-9; Mt 18, 21-35.
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mt 18, 15-20
1.- Texto.
Mateo aborda en él un nuevo aspecto en la dinámica de la vida de los
discípulos. Es la primera vez que emplea el término "hermano" para
designar la relación existente entre los miembros de la comunidad de discípulos
de Jesús.
El pecado a que
se refiere la condicional "si tu hermano peca" es, con bastante
probabilidad, la ofensa o perjuicio de un hermano a otro.
Los tres
versículos iniciales presentan tres maneras o caminos de ganar al hermano.
Detrás de los dos primeros son perfectamente reconocibles procedimientos
habituales entre los judíos y sancionados por los propios libros sagrados. Para
la reprensión privada ver Lev. 19,17; para la reprensión en presencia de dos o
tres testigos ver Deut. 19, 15.
Los
procedimientos reseñados en estos tres últimos versículos son considerados
habitualmente como corrección fraterna. Y ciertamente lo son, aunque son
también mucho más por ir seguidos del v. 18, cuyas palabras expresan y
significan el poder de perdonar los pecados: "Todo lo que atéis en la
tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará
desatado en el cielo". Estas palabras se refieren al conjunto de los
procedimientos anteriores, confiriendo a éstos la condición de actos y gestos
de perdón con valor ante Dios.
Quedan, por
último, los versículos finales 19-20. Corren el riesgo de ser leídos e
interpretados como si no guardaran relación alguna con lo anterior. La propia
traducción no ayuda a percibir la relación. "Os aseguro además"
invita a pensar en un añadido distinto, cuando en realidad el texto griego
expresa repetición: "Os repito: si dos de vosotros se ponen de acuerdo en
la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo". Los versículos
finales reiteran con otras palabras la correlación de tierra y cielo, hombre y
Dios, de la que ha hablado el v. 18. El ponerse, pues, de acuerdo para pedir
algo no tiene en este texto un contenido indiscriminado; se refiere al acuerdo
en materia de perdón. El Padre del cielo ratifica el perdón otorgado en la tierra
por un hermano a otro.
Comentario. Es
de todos conocido que el cap. 18 de Mateo está todo él centrado en el dinamismo
que debe caracterizar a las relaciones de los discípulos de Jesús entre sí. Se
trata de un capítulo genuinamente eclesial. En el texto de hoy este dinamismo
recibe el nombre de perdón.
Las ofensas y
perjuicios entre hermanos son escándalos que conllevan pérdida de fraternidad.
Esta no se recupera si el ofendido o perjudicado no gana al ofensor por la vía
del perdón.
Perdonar es
ganar hermanos. Unirse para perdonar es tarea cristiana, probablemente la más
grata al Padre del cielo.
Con la
prudencia y la reserva exigidas por el tema, me atrevo a sugerir la necesidad
de profundizar en las posibilidades que este texto ofrece de cara a una deseada
renovación y revitalización de las formas del sacramento del perdón. A la
vista, a su vez, del texto, estas posibilidades parten y pasan necesariamente
por una recuperación del sentido comunitario, es decir, del sentido de la
fraternidad. Si la vivencia de este sentido no falla o no se da, será difícil
que el orden existente pueda cambiar.
A. BENITO -
DABAR 1990/45
Estas palabras
de Jesús continúan el tema de la parábola anterior en la que enseña que es
preciso salir en busca de la oveja perdida aun dejando en el monte las noventa
y nueve restantes (v. 12-14). Es el tema del cuidado por la salvación del
prójimo. La corrección fraterna está al servicio de ese cuidado.
La corrección
fraterna debe tener lugar primero en la intimidad, entre dos personas, con
tacto y amorosamente. Si el pecador se arrepiente, habrá salvado a un hermano
para la vida eterna.
Según Dt 19,
15, un tribunal sólo puede condenar legítimamente si consta del delito por dos
o tres testigos. En el presente caso, el testimonio debe convencer al culpable
de la necesidad de hacer penitencia. El proceso sigue siendo todavía secreto.
La última
instancia es la "iglesia", es decir, la comunidad de los discípulos
de Jesús reunida en un lugar concreto. Ella tiene poder para expulsar a uno de
sus miembros (cf. 1 Cor 5, 1-5) y para admitirlo cuando se convierta de
corazón.
"Atar y
desatar" tiene el sentido de expulsar y admitir de nuevo en la comunidad
eclesial. Según este texto, Jesús confiere tal poder a la comunidad de sus
discípulos. Claro que la comunidad eclesial sólo puede actuar por medio de sus
legítimos representantes, de ahí que este mismo poder lo confiera Jesús de un
modo especial a Pedro (16, 19). Sin embargo, la comunidad eclesial, todos los
discípulos de Jesús debieran participar más explícitamente en este proceso (cf.
1 Cor 5, 2) de lo que sucede hoy en la "confesión". Así se vería más
claramente que la paz con la Iglesia es el signo de la paz con Dios, el perdón.
La comunidad es
siempre comunión en el Señor, y comienza donde dos se reúnen en su nombre. La
presencia de Jesús en la comunidad hace que la oración eclesial sea escuchada
por el Padre. Por tanto, la misma presencia que confiere ese valor especial a
la oración es también la que da a la comunidad el poder de "atar y
desatar".
EUCARISTÍA
1990/42
3.- "Donde
dos o tres están reunidos en mi nombre". He aquí la comunidad creyente: la
que se reúne en nombre de Jesús. Es el ámbito de la presencia de su Señor. De
aquí que la palabra que proclamamos juntos es más que recuerdo, estudio,
exhortación: es presencia viva y activa del Señor. De aquí la fuerza de los
sacramentos: ni ritos mágicos, ni compromisos voluntarista; es el mismo Señor
quien bautiza, es él mismo quien celebra con nosotros la eucaristía, es él
quien ora con nosotros y en nosotros; o mejor, nosotros oramos "por él,
con él y en él". Avivemos nuestra fe: nos hemos reunido en nombre de
Jesús. La Iglesia es siempre más que nuestra suma.
-"Si tu
hermano peca...". No estamos acostumbrados a la corrección fraterna; más
bien nos parece una práctica ridícula de ciertas congregaciones religiosas.
También la palabra "pecado" ha perdido fuerza para nosotros y queda
muy reducida a determinadas dimensiones individuales. ¿No merecería la pena que
reflexionásemos sobre aquellos comportamientos que son contradictorios con el
seguimiento de Jesucristo? La Iglesia no es una comunidad de puros, sino de
pecadores; pero es la comunidad de Jesús. Y el seguimiento del Señor no se
aviene con toda clase de comportamientos, que desfiguran su rostro y desvirtúan
a la comunidad. Entre el purismo y el laxismo, debemos encontrar un camino que
cohesione a los que hemos decidido seguir a Jesús, a pesar de las propias
debilidades y de los propios pecados.
-"Todo lo
que atéis en la tierra...". Hace quince días estas palabras se dirigían a
Pedro; hoy se dirigen a la Iglesia. Los vínculos que existen entre nosotros son
más que simples lazos humanos: comprometen al "cielo", porque el
"cielo" se ha comprometido con nosotros. Pero es siempre con temor
que podemos proceder a atar y desatar, a determinar cuál es el pecado que
compromete de verdad el seguimiento en la comunidad de Jesús. La excomunión no
es una arma política; ni tiene porqué ser un residuo o un recuerdo histórico.
Pero sí pide una actualización sobre los "pecados" que cuestionan el
rostro público de la comunidad de los seguidores de Jesús. Y una participación
de la Iglesia -es decir de toda la comunidad reunida- en su determinación.
J. TOTOSAUS -
MISA DOMINICAL 1987/17
4. PERDÓN/TALIÓN:
a) El tema
importante de este pasaje es el perdón. Cristo recuerda su obligatoriedad (vv.
21-23) y al mismo tiempo da poderes para concederlo (vv. 15-18). La nueva era
se caracteriza porque el Señor ofrece al hombre la posibilidad de liberarse del
pecado, no solo triunfando del suyo en la vida personal, sino también
triunfando del de los demás por medio del perdón.
No será inútil
recordar las principales etapas de la legislación judía que han provocado y
autorizado esta ley sobre el perdón.
La sociedad
primitiva se manifestaba violentamente contra la falta del individuo, porque
carecía de medios para perdonarle y tan solo podía vengar la ofensa mediante un
castigo ejemplar setenta y siete veces más fuerte que la misma falta (Gen 4,
24). Se producirá un progreso importante cuando la ley establezca el talión (Ex
21, 24). El Levítico (Lev 19, 13-17) da un paso más hacia adelante.
Propiamente
hablando no establece la obligación del perdón (el único caso de perdón en el
Antiguo Testamento es: 1 Sam 24 y 1 Sam 26), pero insiste en la solidaridad que
une a los hermanos entre sí y les prohíbe acudir a los procedimientos
judiciales para arreglar sus diferencias.
La doctrina de
Cristo sobre el perdón señala un progreso decisivo. El Nuevo Testamento multiplica
los ejemplos: Cristo perdona a sus verdugos (Lc 23, 34); Esteban (Act 7,
59-60), Pablo (1 Cor 4, 12-13) y otros muchos hacen lo mismo.
Generalmente,
la exigencia del perdón va ligada a la inminencia del juicio final: para que
Dios nos perdone en ese momento decisivo es necesario que nosotros perdonemos
ya desde ahora a nuestros hermanos (sentido parcial del v. 35) y que tomemos
como medida del perdón la misma que medía primitivamente la venganza (v. 22;
cf. Gén 4, 24). Basado en la doctrina de la retribución (Mt 6, 14-15; Lc 11, 4;
Sant 2, 13), este punto de vista es todavía muy judío. Pero la doctrina del
perdón se orienta progresivamente hacia un concepto típicamente cristiano; el
deber del perdón nace entonces del hecho de que uno mismo es perdonado por Dios
(Mt 18, 23-35; Col 3, 13). El perdón que se ofrece a los demás no es, pues, tan
solo una exigencia moral; se convierte en el testimonio visible de la
reconciliación de Dios que actúa en cada uno de nosotros (2 Cor 5, 18-20).
El perdón no
podía concebirse dentro de una economía demasiado sensible a la retribución y a
la justicia de Dios entendida como una justicia distributiva. Corresponde a una
vida dominada por la misericordia de Dios y por la justificación del pecador.
Eco de esta manera de concebir las cosas, Mt 18, 15-22 la formula aún a la
manera judía. Pero al menos el evangelista es consciente de que la Iglesia es
una comunidad de salvados que no pueden tener otras intenciones que salvar al
pecador. Si no lo consigue es porque el pecador se endurece y se niega a
aceptar el perdón que se le ofrece (v. 17). La comunidad cristiana se
diferencia, pues, de la comunidad judía en que no juzga al pecador sino
perdonándole. Por consiguiente, la condena solo puede caer sobre él si se niega
a vivir en el seno de esa comunidad acogedora.
b) El cap. 18
de Mateo es de redacción muy tardía. En él descubrimos a la Iglesia primitiva
ocupada en elaborar una disciplina y en estructurar su vida. Tiene que hacerse
a la idea de que el Reino no se presentará inmediatamente y que tiene que
aprender a subsistir hasta su llegada. Se inspira, probablemente, en las reglas
de las comunidades esenias. Pero estas últimas se consideraban fervientes y
condenaban fácilmente al pecador, siquiera fuese en tercera sustancia: "Que
sea para vosotros como un publicano..." Una comunidad de fervientes se
hace pronto sectaria. Por eso la Iglesia primitiva se preocupa por mantener el
diálogo más que por pronunciar una condenación: mientras el pecador permanezca
en la Iglesia, mientras el "cristiano sociólogo" sea recibido en ella
por la paciencia, el perdón y la oración en común, la Iglesia se verá libre del
sectarismo y su misión estará asegurada.
El pecador no
descubre el perdón de Dios si no toma conciencia de la misericordia de Dios que
actúa en la Iglesia y en la asamblea eucarística. Los miembros de una y otra no
viven tan solo una solidaridad nacional que les obligaría a perdonar tan solo a
sus hermanos; están incorporados a una historia que arrastra a todos los
hombres hacia el juicio de Dios y que no es otra cosa que su perdón ofrecido en
el tiempo hasta su culminación eterna.
MAERTENS-FRISQUE,
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VII MAROVA MADRID 1969.Pág. 41