GRATUIDAD: VIVE ASOMBRADO DE LO QUE ES. AGRADECE SERLO
COMENTARIO
Para la comprensión de este texto es absolutamente indispensable tener en cuenta el contexto precedente. Al joven que quería saber lo que tendría que hacer para alcanzar la vida eterna, Jesús le ha propuesto repartir sus posesiones entre los pobres y seguirle. Oída la propuesta, es Pedro una vez más quien pregunta: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte; ¿qué recibiremos por ello?" Respuesta de Jesús: "Todos los que hayan dejado esposa... por causa mía, recibirán la herencia de la vida eterna. Ahora bien, muchos que son primeros, serán últimos y muchos que son últimos, serán primeros". La respuesta va dirigida exclusivamente a los discípulos y tiene una doble vertiente: promesas y llamada de atención. Por haber dejado todo, los discípulos son primeros, pero pueden ser últimos.
El texto de hoy
empalma con esta respuesta de Jesús, explicando y dando razón a los discípulos
de la llamada de atención que se les ha hecho. De ahí que, al final, se vuelva
a repetir la inversión propuesta: "Así es como los últimos serán los
primeros y los primeros los últimos" (v. 16). El sentido general del texto
es, pues, el de hacer ver a los discípulos que ellos pueden ser los últimos.
Centrándonos ya
en el texto, éste es una parábola. Por estar dirigida a los discípulos no se
trata de una parábola pura. El versículo final, en efecto, ofrece la pauta para
su interpretación.
La horas de
contratación manejadas en la parábola son las siguientes: 6 de la mañana
(amanecer, hora primera, prima), 9 (media mañana, hora tercera, tercia), 12
(mediodía, hora sexta), 3 de la tarde (media tarde, hora novena, nona), 5 de la
tarde (caer de la tarde, hora undécima). Los judíos computaban las horas
diurnas de 6 de la mañana a 6 de la tarde. Por consiguiente, los primeros
jornaleros contratados trabajan doce horas frente a una que trabajan los
últimos. El contraste entre los primeros y últimos no puede ser más gráfico y
cortante.
El pago comienza
por los últimos y termina por los primeros. Comienzo de la inversión: los
últimos pasan a primeros y los primeros a últimos. Al ser el mismo el pago para
todos, la inversión disgusta a los últimos en cobrar: éstos comparan y exigen.
Se consuma así la inversión. Los últimos en cobrar no tienen altura ni
categoría. Son, efectivamente, últimos, no porque sean malos sino porque no dan
la talla en el Reino de Dios.
Presumo que
muchos pensamos como los jornaleros de las 6 de la mañana. Lo siento. Somos
buenos y muy trabajadores, pero no somos discípulos de Jesús. ¿Va quedando ya
claro que ser discípulo de Jesús no es ser mejor sino ser diferente? El
discípulo de Jesús no pasa la cuenta ni la hoja de servicios prestados; no
exige; no establece comparaciones.
El discípulo de
Jesús es; está; todo lo experimenta como don; vive asombrado de lo que es;
agradece ser discípulo el mayor tiempo posible, sin preocuparle "el peso
del día y el bochorno"; no se entiende a sí mismo ni actúa desde lo que
está mandado ni desde el raquitismo de la ley del mínimo esfuerzo. He aquí
algunos de los rasgos que conforman la talla de persona del Reino de los
Cielos.
Pbro. Roland Vicente
Castro Juárez
Yo soy la salvación del pueblo,
dice el Señor. Cuando me invoquen en la tribulación, los escuchare y seré para
siempre su Señor. Se dice el gloria.
ORACION COLECTA
Oh,
Dios, que has puesto la plenitud de la ley divina en el amor a ti y al prójimo
concédenos cumplir tus mandamientos, para que merezcamos llegar a la vida
eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del Profeta de Isaías 55, 6-9
Busquen al Señor mientras se le
encuentra, invóquenlo mientras está cerca; que el malvado abandone su camino, y
el criminal sus planes; que regrese al Señor, y él tendrá piedad, a nuestro
Dios, que es rico en perdón.
Mis planes no son sus planes, sus
caminos no son mis caminos —Oráculo del Señor—.
Como el cielo es más alto que la
tierra, mis caminos son más altos que los tuyos, mis planes, que sus planes.
SALMO
RESPONSORIAL (144)
Cerca está el Señor de los que lo invocan.
Día
tras día te bendeciré, Dios mío, y alabaré tu nombre por siempre jamás. Grande
es el Señor y merece toda alabanza, es incalculable su grandeza. R.
El
Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el
Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. R.
El
Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca
está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta
del apóstol san Pablo a los Filipenses 1, 20c-24. 27ª
Hermanos: Cristo será
glorificado en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es
Cristo, y una ganancia el morir. Pero si el vivir esta vida mortal me supone
trabajo fructífero no sé qué escoger.
Me encuentro en esta
alternativa: por un lado deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho
lo mejor; pero por otro, quedarme en esta vida, veo que es más necesario para
ustedes.
Lo importante es que ustedes
llevan una vida digna del Evangelio de Cristo.
ACLAMACION
ANTES DEL EVANGELIO Hch 16, 14b.
Aleluya. Ábrenos el corazón, Señor, para que aceptemos las palabras de tu Hijo. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 20, 1-16
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El Reino de los Cielos
se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su
viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la
viña.
Salió
otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les
dijo: Vayan también ustedes a mi viña, y les pagaré lo debido. Ellos fueron.
Salió
de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo.
Salió
al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: ¿Cómo es que están
aquí el día entero sin trabajar?.
Le
respondieron: Nadie nos ha contratado.
Él
les dijo: Vayan también ustedes a mi viña.
Cuando
oscureció, el dueño dijo al capataz: Llama a los jornaleros y págales el
jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros. Vinieron los del
atardecer, y recibieron un denario cada uno.
Cuando
llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también
recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo:
Estos últimos han trabajado solo una hora y los has tratado igual que a
nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno.
El
replicó a uno de ellos: Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos
en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti.
¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos?, ¿O vas a
tener tú envidia porque yo soy bueno?.
Así,
los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.
PLEGARIA UNIVERSAL
Hermanos, “el Señor está cerca de los que le invocan”, hemos
repetido en el salmo; por eso, confiados
en su amor, invoquémoslo diciendo: R. Señor, escucha y ten piedad.
1.-
Por el Papa Francisco: para que guiado y sostenido por el Espíritu del Señor,
siga animando nuestra fe y fortaleciendo nuestra esperanza en este tiempo de
prueba. Oremos al Señor. R.
2.-
Por los gobernantes del mundo entero: para que sientan la necesidad de unir
esfuerzos y responder adecuadamente a la causa común de la defensa y cuidado de
la vida. Oremos al Señor. R.
3.-
Por los agentes de pastoral y animadores de la fe: para que, en este tiempo
especial que vivimos, no se cansen de animar y sostener la fe en sus familias,
amistades y conocidos. Oremos al Señor. R.
4.- Por las familias que más sufren por las
consecuencias de la pandemia: para que encuentren el apoyo moral y la ayuda
necesaria en sus dificultades y vivan en la tranquilidad y la armonía. Oremos
al Señor. R.
5.-
Por los hermanos de nuestra parroquia, nuestro país y el mundo entero que han
fallecido en este tiempo: para que puedan gozar pronto de la felicidad eterna
alcanzada por Cristo Jesús. Oremos al Señor. R.
6.-
Por nosotros que hemos sido llamados a trabajar en la viña del Señor y nos
alimentamos con su Palabra y con su Cuerpo. Para que no nos cansemos de
testimoniar nuestra fe con obras concretas de servicio y caridad. Oremos
al Señor. R.
Escucha, Padre, las oraciones de tus hijos, concédenos trabajar
con amor en tu viña para recibir la recompensa sin límites que tú nos tienes
reservada. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACION SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, en tu bondad las ofrendas de tu pueblo, para que
cuanto creemos por la fe lo alcancemos por el sacramento celestial. Por
Jesucristo nuestro Señor.
ANTIFONA DE COMUNION
Tú, Señor, promulgas tus decretos para que se observen
exactamente; ojala este firme mi camino para cumplir tus consignas.
ORACION
DESPUES DE LA COMUNION
Señor, apoya bondadoso con tu ayuda
continua a los que alimentas con tus sacramentos, para que consigamos el fruto
de la salvación en los sacramentos y en la vida diaria. Por Jesucristo nuestro
Señor.
PALABRA
DE DIOS Y SANTORAL DE CADA DÍA
Lunes 21: Ef
4, 1-7.11-13; Sal 18; Mt 9, 9-13.
Martes 22:
Prov 21, 1-6.10-13; Sal 118; Lc 8, 19-21.
Miércoles 23:
Prov 30, 5-9; Sal 118; Lc 9, 1-6.
Jueves 24:
Ecle 1, 2-11; Sal 89; Lc 9, 7-9.
Viernes 25:
Ecle 3, 1-11; Sal 143; Lc 9, 18-22.
Sábado 26:
Ecle 11, 9-12, 8; Sal 89; Lc 9, 43b-45.
Domingo 27: Ez
18,25-28; Sal 24; Fil 2, 1-11; Mt 21,
28-32.
COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Mt 20,
1-16
1. D/JUSTICIA. EL AGRAVIO FUNDAMENTAL QUE
SE HACE A DIOS ES SU FALTA DE JUSTICIA /Ez/18/25-29 /Lc/15/29-30
/Jon/04/02
ALIANZA/GRATUIDAD: LA ALIANZA ES UNA GRACIA DEL
AMOR GRATUITO DE DIOS. NO TIENE NADA QUE VER CON EL CONTRATO DO UT DES: Dt 7.
7-10; 4. 7.
La consecuencia que Jesús quiso se dedujera de esta parábola está
expresada en el v. 15. El agravio fundamental que acaba de hacerse al dueño de
la viña (Dios) es su falta de "justicia".
Esta misma queja fue formulada por el hijo mayor al padre del hijo
pródigo (Lc 15. 29-30), agravio de los "buenos" judíos a la audición
de la doctrina de la retribución (Ez 18. 25-29), reproche de Jonás ante el
perdón otorgado por Dios a Nínive, la ciudad pagana (Jon 4. 2). En cada uno de
estos casos, los textos oponen la justicia de Dios, tal como los hombres la
conciben, y su comportamiento misericordioso, no esperado por los hombres (Lc
15. 1-2).
Cristo sale al paso de esta objeción con un argumento "ad
hominem": el amo de la viña es "justo" (según el modo humano de
concebir la justicia) con los primeros, ya que les da el sueldo convenido; de
igual modo es justo con los últimos de una manera divina, ya que entre el dueño
y éstos no se había establecido ninguna clase de convenio condicionante del
trabajo y salario. Este argumento es, no obstante, de poco valor, pues la
injusticia que en este caso se le reprocha a Dios no reside en el trato
dispersado a cada uno de estos grupos de jornaleros tomados separadamente de
los otros, sino en la comparación entre las dos maneras de actuar. Además,
Cristo pasa de un punto a otro, afirmando la primacía de la bondad de Dios. No
es que su forma de actuar se oponga a la justicia humana, sino que la
trasciende totalmente en el amor. Según esto, el pacto establecido entre el amo
de la viña y los jornaleros se nos muestra como una imagen de la alianza entre
Dios y los suyos, alianza que, por otra parte, no tiene nada que ver con el
contrato "do ut des" que los judíos trataban de encontrar en ella,
sino que es un acto gratuito de Dios (/Dt/07/07-10; 4. 7). La alianza es, según
el texto antes citado, una gracia del amor gratuito del Padre, gracia que
descansa totalmente en la libertad de Dios y que supone la nuestra (Ga 3.
16-22; 4. 21-31). Al aplicar una justicia a los primeros y otra distinta a los
segundos, Dios trata de poner de manifiesto su amor a unos y a otros, teniendo
siempre en cuenta las situaciones en que cada uno se encuentra.
En esta perícopa, Cristo pretende dar a entender a los oyentes de su
Palabra el comportamiento misericordioso de Dios, al margen de los cauces
excesivamente estrechos y de las concepciones en que le darían cabida la visión
humana de la justicia y los contratos bilaterales que rigen exclusivamente las
relaciones entre los hombres.
MAERTENS-FRISQUE - NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VII -
MAROVA MADRID 1969.Pág.91 s.
2. TIEMPO/HORAS-JUDIAS: DIVISIÓN
DE LAS HORAS DIURNAS DE LOS JUDÍOS. CR/GRATUIDAD:
VIVE ASOMBRADO DE LO QUE ES. AGRADECE SERLO. TODO LO EXPERIMENTA COMO DON. NO
EXIGE. NO COMPARA. NO PASA LA HOJA DE SERVICIOS PRESTADOS.
Para la comprensión de este texto es absolutamente indispensable tener
en cuenta el contexto precedente. Al joven que quería saber lo que tendría que
hacer para alcanzar la vida eterna, Jesús le ha propuesto repartir sus
posesiones entre los pobres y seguirle.
Oída la propuesta, es Pedro una vez más quien pregunta: "Tú sabes
que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte; ¿qué recibiremos por
ello?" Respuesta de Jesús: "Todos los que hayan dejado esposa... por
causa mía, recibirán la herencia de la vida eterna. Ahora bien, muchos que son
primeros, serán últimos y muchos que son últimos, serán primeros". La
respuesta va dirigida exclusivamente a los discípulos y tiene una doble
vertiente: promesas y llamada de atención. Por haber dejado todo, los
discípulos son primeros, pero pueden ser últimos.
El texto de hoy empalma con esta respuesta de Jesús, explicando y dando
razón a los discípulos de la llamada de atención que se les ha hecho. De ahí
que, al final, se vuelva a repetir la inversión propuesta: "Así es como
los últimos serán los primeros y los primeros los últimos" (v. 16). El
sentido general del texto es, pues, el de hacer ver a los discípulos que ellos
pueden ser los últimos.
Centrándonos ya en el texto, éste es una parábola. Por estar dirigida a
los discípulos no se trata de una parábola pura. El versículo final, en efecto,
ofrece la pauta para su interpretación.
La horas de contratación manejadas en la parábola son las siguientes: 6
de la mañana (amanecer, hora primera, prima), 9 (media mañana, hora tercera,
tercia), 12 (mediodía, hora sexta), 3 de la tarde (media tarde, hora novena,
nona), 5 de la tarde (caer de la tarde, hora undécima). Los judíos computaban
las horas diurnas de 6 de la mañana a 6 de la tarde. Por consiguiente, los
primeros jornaleros contratados trabajan doce horas frente a una que trabajan
los últimos. El contraste entre los primeros y últimos no puede ser más gráfico
y cortante.
El pago comienza por los últimos y termina por los primeros. Comienzo de
la inversión: los últimos pasan a primeros y los primeros a últimos. Al ser el
mismo el pago para todos, la inversión disgusta a los últimos en cobrar: éstos
comparan y exigen. Se consuma así la inversión. Los últimos en cobrar no tienen
altura ni categoría. Son, efectivamente, últimos, no porque sean malos sino
porque no dan la talla en el Reino de Dios.
* Comentario: Presumo que muchos pensamos como los jornaleros de las 6
de la mañana. Lo siento. Somos buenos y muy trabajadores, pero no somos
discípulos de Jesús. ¿Va quedando ya claro que ser discípulo de Jesús no es ser
mejor sino ser diferente? El discípulo de Jesús no pasa la cuenta ni la hoja de
servicios prestados; no exige; no establece comparaciones.
El discípulo de Jesús es; está; todo lo experimenta como don; vive
asombrado de lo que es; agradece ser discípulo el mayor tiempo posible, sin
preocuparle "el peso del día y el bochorno"; no se entiende a sí
mismo ni actúa desde lo que está mandado ni desde el raquitismo de la ley del
mínimo esfuerzo. He aquí algunos de los rasgos que conforman la talla de persona
del Reino de los Cielos.
A. BENITO -
DABAR 1990/47
3. MERITO/FARISEO: EL PROBLEMA DE LOS
"JUSTOS" ARRANCA PRECISAMENTE DE SU "JUSTICIA"/DE SU
OBLIGACIÓN CUMPLIDA/COMO DERECHO ADQUIRIDO/EXIGENCIA /SUPERIORIDAD. FARISEÍSMO/JUSTOS.
¿Qué te parece? Los de las 5 de la tarde son primeros y los de las 6 de
la mañana últimos. Insisto: ¿Qué te parece? Formulémoslo de otra manera,
tomando como base a Mt 19. 29: los que no han dejado casa, hermanos o hermanas,
padre o madre, hijos o tierras, son primeros, y los que han dejado todo esto
por Jesús, son últimos. Y de nuevo te pregunto: ¿Qué te parece? Queda
descartado que se trate de un problema de injusticia. "Amigo, no te hago
ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete".
Indudablemente la parábola dibuja un perfil que rompe esquemas basados en
conceptos tales como justicia-injusticia, obligación-derecho,
cumplimiento-exigencia.
Un domingo más caemos en la cuenta, y son ya cinco, que Mt nos está
introduciendo en un talante de vida que tiene poco que ver con esquemas y
criterios habituales, incluso exquisitamente justos. Un talante de vida que
tiene poco que ver con estos esquemas porque va más allá de ellos, los
sobrepasa. A este talante se refiere ya Mt en 5. 20 con las siguientes
palabras: "Si vuestra justicia no sobrepasa la de los letrados y fariseos,
no entraréis en el Reino de los cielos". Varias veces, a lo largo de este
ciclo, he escrito que el problema de los letrados y fariseos no es de maldad,
de incumplimiento, de injusticia o de falta de prestación. Al contrario: ellos
son primeros, de las 6 de la mañana, de los trabajadores que han aguantado el
peso del día y el bochorno.
El problema de los primeros, de los de las 6 de la mañana, arranca
precisamente de su justicia, de su obligación cumplida, de su prestación, de su
cumplimiento. Todo esto lo vivencian como derecho adquirido, como exigencia,
como superioridad. ¡Este es el problema! La novela de Bruce Marshall, "A
cada uno un denario" podría ser un animado comentario al texto de hoy.
A. BENITO -
DABAR 1987/47
4.- La parábola parte de la existencia de obreros parados que se
presentaban en la plaza pública a la libre contratación de un propietario que
necesitase de su trabajo. El tiempo de la jornada de trabajo está limitado por
la luz del día: "desde la salida del sol hasta la aparición de las
estrellas". El jornal diario normal era un denario. Exactamente lo
convenido con los trabajadores de primera hora. Junto a ellos hay otros que han
trabajado en la viña desde las nueve, las tres y las cinco de la tarde
respectivamente. Esta diversidad en la duración del trabajo tiende a poner de
relieve la enseñanza principal de la parábola.
Según las prescripciones del Antiguo Testamento el salario debía pagarse
el mismo día en que había sido realizado el trabajo (Lev 19, 13; Deut 24, 15).
El dueño de la viña manda a su mayordomo que pague a los obreros en orden
inverso a como habían sido contratados. Y que todos reciban la misma cantidad.
Estos dos detalles tienen también importancia para la enseñanza de la parábola.
Las protestas de los obreros de primera hora no estarían justificadas en la
parábola si no hubiesen visto que los de última hora recibían un denario. Es
entonces cuando se acusa de injusticia al señor de la viña. Este, sin embargo,
atribuye la protesta a que "tu ojo es malo", es decir, a la envidia y
animosidad contra los favorecidos.
La parábola podía haberse titulado "recompensa igual para un
trabajo desigual". La parábola pretende únicamente acentuar la diversidad
en el trabajo. No hace referencia ni a los diversos períodos en la historia de
la salvación o de la humanidad ni a la diferente edad en que el hombre atiende
la invitación que se le hace para formar parte del reino. Precisamente por eso
resulta ilegítimo concluir que los últimos recibieron la misma recompensa que
los primeros por su mayor aplicación y rendimiento en el trabajo. Esta
interpretación destruiría la intención primera de la enseñanza parabólica. El
centro de interés lo tenemos en el v. 15: "¿No puedo hacer lo que quiero
de mis bienes? ¿O has de ver con mal ojo que yo sea bueno?", y también en
la recompensa, que es igual para todos. Como el dueño de la viña es Dios, la
parábola pone todo su acento en la liberalidad soberana de su actuación
independiente.
Actuación divina que, juzgada con criterio humano, resulta
incomprensible, pero lógica. ¿Quién puede pedir cuentas a Dios por su conducta?
El hombre es su siervo (Lc 17,7-10). No puede presentarse ante su Señor con
pretendidos derechos. La recompensa que Dios otorga al hombre será siempre pura
gracia. El hombre nunca tiene derecho a pasar la factura a Dios. Cierto que
Pablo espera la recompensa que le es debida en justicia (2 Tim 4,7).
Pero este premio tiene su último fundamento en la gracia previamente
concedida por el Señor.
La conclusión de la parábola es, pues, la siguiente: Dios obra como el
dueño de la viña en cuestión, que, por su bondad, se compadeció de aquellos
hombres e hizo que, sin merecerlo, también llegase a ellos un salario
desproporcionado a su trabajo. Pura gracia del Señor. ¡Así es Dios, así de
bueno con los hombres! La sentencia final de los últimos y los primeros se
halla en la misma línea de la parábola: los primeros son, en este caso, los
fariseos y, en general, el pueblo elegido, que se creía con peculiares
privilegios ante Dios y con el derecho de pasarle la factura. Jesús, con la
parábola en cuestión y la sentencia final, dio el golpe de gracia a este
concepto de Dios y de su retribución. Porque el escándalo por el proceder de
Dios no estaba justificado desde el terreno de la justicia. ¡Lo había provocado
su bondad! Pero, ¿la bondad para con el prójimo justifica esta clase de
escándalos?
COMENTARIOS A
LA BIBLIA LITURGICA NT - EDIC
MAROVA/MADRID 1976.Pág. 1058
5. EGOISMO/SERVICIO: QUEREMOS COMERCIAR
CON DIOS Y QUE NOS PAGUE PUNTUALMENTE EL TIEMPO QUE LE DEDICAMOS. MERITO/GRACIA.
El Talmud de Jerusalén contiene un relato parecido en la forma a la
parábola que hemos escuchado. Se trata del discurso funerario que pronuncia un
rabino al sepultar a un joven maestro de 28 años. En él se cuenta cómo un rey
contrató obreros para su viña y también pagó a todos lo mismo. Pero, ante las
protestas, su contestación fue: éste ha trabajado en dos horas más que vosotros
en todo el día. El joven rabino difunto había hecho más en 28 años que muchos
doctores en cien. Se le premiaba la cantidad de trabajo que fue capaz de
realizar en poco tiempo. La forma narrativa, como se ve, es bien similar, pero
el fondo es muy distinto: mientras el discurso rabínico habla de mérito, la
parábola de Jesús se refiere a la gracia. En el primer caso, la causa del
premio está en el trabajo de quien lo recibe; en el segundo, en la bondad del
que lo otorga. En alguna ocasión, la liturgia de la misa recoge en sus
oraciones: no por nuestros méritos sino conforme a tu bondad.
Nos cuesta entender que los caminos del Señor son distintos a los
nuestros. Dios se presenta como un amo generoso que no funciona por
rentabilidad, sino por amor gratuito e inmerecido. Esta es la buena noticia del
evangelio. Pero nosotros insistimos en atribuirle el metro siempre injusto de
nuestra humana justicia.
En vez de parecernos a él intentamos que él se parezca a nosotros con
salarios, tarifas, comisiones y porcentajes. Queremos comerciar con él y que
nos pague puntualmente el tiempo que le dedicamos y que prácticamente se reduce
al empleado en unos ritos sin compromiso y unas oraciones sin corazón.
Con una mentalidad utilitarista, muy propia de nuestro tiempo,
preguntamos: ¿Para qué sirve ir a misa, si Dios nos va a querer igual? Así
evidenciamos que no hemos tenido la experiencia de que Dios nos quiere y no
reaccionamos en consecuencia amándole también más por encima de leyes y
medidas. Dios es gratuito.
Nuestra tendencia farisea (para enfado de Pablo) surge exigiendo normas
cuyo cumplimiento diferencie a los buenos de los malos.
Vemos absurdo y hasta injusto ser queridos todos por igual. ¡A cada uno
lo suyo!, decimos como quien da un argumento incontestable con tono de protesta
sindical ante Dios. Tardamos en comprender que la traducción no es: "Paz a
los hombres de buena voluntad", sino: "Paz a los hombres que Dios
ama". Tampoco hay conexión entre culpa y desgracia. Olvidamos que la
gracia ha sustituido a la ley. Necesitamos que existan los malos para podernos
calificar de buenos. De esta forma, el amor al hermano se torna imposible.
EUCARISTÍA 1990/24
6. ACEPTACION-DE-SI/VD: El hombre
no puede pedirle cuentas a Dios. Pero esta verdad de que todo está comprendido
dentro de la libre misericordia y de la incalculable disposición de Dios, es
también una verdad que nos consuela y levanta, una verdad que nos libera de una
opresión.
Lo que Dios dispone, aquello sobre lo que no podemos entrar en cuentas
ni pleitos con él, somos en último término nosotros mismos. Tal como somos: con
nuestra vida, con nuestro temperamento, con nuestro destino, con nuestra
circunstancia, con nuestras taras hereditarias, con nuestros parientes, con
nuestra estirpe, con todo lo que concreta y claramente somos, sin que lo
podamos cambiar. Y, si entramos a menudo en el coro y en el corro de los que
murmuran, de los que apuntan con el dedo a otros, en que Dios lo ha hecho de
otro modo, somos en el fondo de los que no quieren aceptarse a sí mismos de
manos de Dios. Y ahora podría decir que la parábola nos dice que somos nosotros
los que recibimos el denario, y los que, a la vez, somos el denario. Y es así
que nos recibimos a nosotros mismos con nuestro destino, con nuestra libertad,
desde luego, con lo que hacemos con esta libertad; pero, a la postre, lo que
recibimos somos nosotros mismos. Y hemos de recibirlo, no sólo sin murmurar; no
sólo sin protestar interiormente, sino con verdadero gusto, pues ello es lo que
Dios nos da al mismo tiempo que nos dice: ¿Es que no puedo yo ser bueno? De ahí
que la gran hazaña de nuestra vida sea aceptarnos como un regalo incomprendido,
sólo lentamente descubierto, de la eterna bondad de Dios. Porque saber que todo
lo que somos y tenemos, aún lo amargo e incomprendido, es don de la bondad de
Dios; sobre la que no murmuramos, sino que la aceptamos, sabiendo que si lo
hacemos -y aquí vamos, una vez más, más allá de la parábola- Dios mismo se nos
da juntamente con su don, y que así se nos da todo lo que podemos recibir; he
ahí la sabiduría y la gran hazaña de nuestra vida cristiana.
K. RAHNER
HOMILIARIO BIBLICO - BARCELONA 1967/Pág. 24-26
7. TIEMPO/PLAN-DE-D:
Siguiendo a Ireneo y Orígenes, los Padres de la Iglesia mostraron su
interés por la función que desempeña el tiempo en esta historieta. En los
sucesivos envíos de obreros vieron las grandes etapas de la historia bíblica
durante las cuales Dios llama a hombres que "cuiden -dice Orígenes- la
viña del culto de Dios": una primera vez, con Adán, cuando la creación del
mundo; una segunda, con Noé, cuando la conclusión de una alianza universal; una
tercera, con Abrahán y los Patriarcas; una cuarta, con Moisés, a quien se
comunica la Ley, y una quinta, que corresponde a la undécima hora, con JC. O
vieron también los principales momentos de la vida humana: algunos son llamados
a trabajar en los asuntos del Reino desde la infancia o la más temprana edad;
otros, al salir de la adolescencia; otros, en la edad adulta; otros todavía a
una "determinada edad"; y otros, por fin, y es lo equivalente a la
hora undécima, acogiendo la palabra de Dios en el momento de la muerte...
LOUIS MONLOUBOU
- LEER Y PREDICAR EL EVANGELIO DE MATEO -EDIT. SAL TERRAE SANTANDER
1981.Pág.238
8.- Esta parábola de Jesús hace resaltar ya desde el comienzo la regia y
soberana actitud del dueño de la viña. Dios es misericordioso porque puede
serlo, porque todo le pertenece.
Reconocer esa soberanía generosa de Dios es el primer paso. Sin embargo
el autor presenta a los jornaleros contratados como con cierta exigencia, al
menos de tipo laboral, para con el amo. El desarrollo ulterior de la parábola
dejará en claro la imposibilidad de comprender a Dios cuando se le va con
"exigencias" del tipo que sean. Solamente una actitud de
contemplación es la que podría introducirnos en el núcleo del asunto.
Todo el acento de la parábola recae sobre estos obreros de la hora
undécima, los que no tienen nada que exigir, los que llegan tarde y se acogen
al amparo de cualquiera que les pueda echar una mano. Aquí tenemos la
interpretación de la parábola. No se trata de la idea del llamamiento o de la
vocación, no se trata del juicio o de la retribución después de la muerte, ni
siquiera de la igualdad de los hombres ante Dios soberano; sino que lo que se
pretende afirmar es la bondad soberana de Dios que acoge, por Jesucristo, a los
que han llegado tarde al reino de Dios, es decir a todos nosotros.
Situada en el contexto religioso del tiempo de Jesús esta parábola
presenta un fuerte carácter polémico. Para el judío, el pagano no tiene
posibilidad de salvación. Está condenado por ser pagano. Jesús indica, por el
contrario, que esos son precisamente los sujetos del reino. No es de extrañar
que "murmuraran", que se opusieran a esta concepción de las
relaciones del hombre con Dios. El que está seguro de sí mismo, el que tiene la
certeza de poseer algo entre manos y abriga la solapada intención de
"comprar" el cielo no ha entendido de qué se trata en el evangelio.
En el tiempo en que se escribe el evangelio de Mt afluían a la Iglesia
numerosos paganos convertidos con gran escándalo de parte de la mentalidad
judía. Esta situación solamente puede ser comprendida por un corazón que haya
hecho él mismo la prueba de su propio experiencia de pecado. Quien se sabe
pecador quiere que la gracia de la muerte de Cristo caiga bien profundamente
sobre todos. Ante una situación así ¿quién puede hablar de grupos y
privilegios?
EUCARISTÍA 1978/44
9.- Hemos dejado Galilea. Entramos en la parte que precede a la pasión y
muerte de Jesús en Jerusalén, Mt 19, 1-25, 46, donde destacan Jesús e Israel:
conflicto y juicio. De las siete parábolas que incluye, leemos seis. Hoy
empezamos por la primera que, además, es la primera de las tres inspiradas en
la imagen de la viña.
La parábola de hoy, la del dueño de la viña, se inicia con la fórmula
fija, v. 1a. La acción transcurre en dos fases, alrededor de la iniciativa del
dueño: 1) Contrato de los trabajadores, vv. 1b-7: cuatro salidas, trabajo con
contrato; última salida, trabajo sin contrato, es cuando el dueño establece una
breve diálogo con los que todavía están en la plaza esperando a ser contratados
(6-7). 2) Pago a los trabajadores y discusión, vv. 8-15: orden de pago (8-11);
protesta de los "primeros" (12); respuesta del dueño (13-15) y
sentencia conclusiva-aplicación, v.16 (cf. Mt 19, 30).
En su contexto original, invita a los oyentes, primero, a identificarse
con los que protestan y, después, a tomar partido.
Sorprende el orden del dueño que alimenta la ilusión de los
"primeros". Sorprende, todavía más el sistema de pago: los
trabajadores que han realizado toda la jornada son tratados igual que aquellos
que sólo han hecho una hora y en el momento más favorable; eso, ciertamente,
¡no es justo! Este es el punto de vista de los primeros, pero no el de los
últimos que tienen todo derecho a vivir aunque el dueño les haya contratado a
última hora. Sorprende, pues, la libertad y la generosidad del dueño: v. 15.
En su contexto histórico, el de Jesús, expresa simbólicamente una
situación conflictiva o polémica: las opciones de Jesús, a favor de los que no
contaban para nada en el mundo socio-religioso de entonces, hacen explotar las
críticas de los observantes y comprometidos (fariseos y escribas). Jesús, con
esta parábola, se remite al estilo de Dios Padre. El actuar de Jesús revela y
hace presente esta libertad del amor de Dios Padre, que ya tiene sus
precedentes en la historia bíblica.
Mt, colocándola aquí, hace notar un aspecto del debate en el interior de
la comunidad y del conflicto con el judaísmo: "Así, los últimos serán los
primeros y los primeros los últimos". Los paganos, los últimos, toman el
lugar de Israel, llamado en primer lugar. Y aquellos que en la comunidad son
considerados últimos, los más pequeños de entre los hermanos, en la perspectiva
del Reino y del juicio de Dios serán primeros. Hay que decir que este texto ha
sufrido diversas interpretaciones y que son legítimas en la medida en que no
contradicen su sentido global originario, ligado al contexto histórico de
Jesús.
JAUME FONTBONA
- MISA DOMINICAL 1990/17
10. TEXTO. INTERPRETACIONES DIVERSAS.
Ya sabemos a estas alturas que Mt sigue fielmente el cap. 10 de Mc.
Pero, después de la pregunta de Pedro y de la respuesta de Jesús ("Todo el
que dejare casa o hermanos o hermanas o padre o madre o hijos o campos por mi
nombre, recibirá el céntuplo y tendrá como herencia la vida eterna": 19.
29), interrumpe de improviso el hilo de Mc e introduce la parábola de los
obreros llamados a trabajar a lo largo de todas las horas.
No es una interpretación al azar; efectivamente, la parábola, según
veremos, le sugiere al discípulo preocupado de su recompensa ("Lo hemos
dejado todo y te hemos seguido, ¿qué obtendremos?: 19. 27) que no plantee la
cuestión en términos fiscales: dar tanto y recibir tanto. El Reino de Dios se
rige por otras leyes.
Se trata de una parábola difícil, que requiere mucha atención. El
propietario de una viña ajusta a unos braceros para una jornada de trabajo.
Recluta a algunos en la primera hora del día, siendo el salario ajustado por
una jornada completa de un denario. Hasta aquí todo es normal; la escena era
muy familiar para los aldeanos del tiempo de Jesús. Pero luego el amo llama
también a otros obreros a lo largo de las horas del día, incluso hasta una hora
antes del término de la jornada. Con los nuevos llamados, el señor no ajusta
una paga precisa, sino que les dice simplemente: "Os daré lo que es
justo". Hábilmente la parábola encamina al oyente a preguntarse: ¿Cómo se
conducirá el amo con estos últimos? La respuesta es desconcertante y
completamente inesperada: el amo da a todos la misma paga, incluso a los
últimos. No es justo, dicen los obreros de la primera hora. Y, evidentemente,
lo mismo piensan los otros oyentes: una sola hora de trabajo no merece la misma
paga que una jornada entera.
-INTERPRETACIONES INSUFICIENTES. Se diría, pues, que el amo no respeta
las normas más elementales de justicia. ¿Acaso quiere Jesús enseñarnos que lo
que a nosotros nos parece injusto es justo para Dios, el cual está por encima
de nuestros criterios y es sobradamente libre en su manera de obrar? ¿Quiere quizás
Jesús mostrar a los fariseos que Dios supera la justicia del mérito (del tanto
cuanto), y que salva por pura bondad y gracia? Muchos así lo piensan. Sin
embargo, esta conclusión es demasiado apresurada y no puede menos de ser
provisional. Conviene examinar otras interpretaciones propuestas por los
estudiosos, antiguos y modernos.
Para algunos antiguos, el motivo central de la parábola lo constituye la
"llamada". Dios llama a todas las horas, cuando y como le parece. El
momento en que llegue, pronto o tarde, no tiene importancia. Lo importante es
estar preparados para responder a la llamada cuando llegue y aferrar la ocasión
única que se nos ofrece. El motivo de la llamada a cualquier hora -nunca es
tarde y cada uno tiene su hora- es, indudablemente, evangélico. Sin embargo, no
puede ser éste el punto central de la parábola. El acento no cae en la llamada,
sino en el comportamiento del amo, que por la tarde da a todos el mismo
salario.
Otros, apoyándose en algunos códices del evangelio de Mt que añaden el
versículo final ("Muchos son los llamados, pero pocos los elegidos"),
ven en la parábola el tema del juicio. Existe siempre la posibilidad del
rechazo, incluso para el que ha sido llamado a primera hora y ha trabajado toda
la jornada. "Toma lo que te corresponde y vete", dice el amo. Luego
se puede perder neciamente la salvación a causa de murmuraciones, de
autosuficiencia, de rebeldía. Se puede perder el Reino incluso en la última
hora después de haber trabajado todo el día.
El evangelista Mt da su propia interpretación de la parábola, según
puede verse por la afirmación que abre (19. 30) y cierra (20. 16) la parábola
misma: "Los primeros serán los últimos y los últimos los primeros".
El Reino invierte las posiciones alterando las jerarquías de valores que el
hombre ha construido. Dios tiene un módulo diverso; posee una justicia
distinta; por ejemplo, prefiere los pobres a los ricos, los pecadores a los
fariseos.
Exactamente como Jesús, que predica el Reino a multitudes innumerables,
a los enfermos, a los pobres, a los publicanos, y no concede privilegios a los
fariseos y a los escribas. Mas tampoco esta lectura de Mt (surgida quizás a la
luz del conocido problema: ¿Por qué ha transferido Dios el Reino a los
paganos?), aun sin ser enteramente extraña a la parábola, da en su punto
central. Se apoya en un particular secundario: el amo comenzó por los últimos
en lugar de los primeros. La verdadera razón de las quejas de los primeros
obreros no es por haber sido pagados los últimos, sino porque han sido pagados
"con el mismo salario que los últimos".
El sentido de la parábola, si olvidamos por un instante los vv. 19. 30 y
20. 16, estriba todo él en la paradoja de la injusticia del amo: ¿Por qué da a
todos, incluidos los obreros de la última hora, el mismo salario que a los
primeros? Este es el punto.
Volvemos a encontrarnos con una pregunta que ya hemos formulado:
¿Injusticia? Conocemos también la respuesta. Es la proclamación de la
misericordia de Dios, la proclamación de la gracia. En esto consiste la novedad
desconcertante del evangelio. Dios da su Reino a los pecadores, lo da a los
paganos, lo da incluso a quienes, a nuestro entender, no lo merecerían (luego
también a nosotros).
Pero si el discurso fuese solamente esto, habría que esperar que la
parábola estuviera dirigida a los pecadores y a los pobres para consolarlos,
para abrirles a la esperanza, para anunciarles la alegre nueva. En lugar de
ello, la parábola va dirigida a los llamados justos, a los fariseos, que
sienten envidia e irritación por la bondad de Dios con los otros, con lo que
ellos condenaban.
Esto significa que el razonamiento de la parábola es distinto;
significa, por lo menos, que hay un matiz importante que no se puede
descuidar.
-La envidia del justo
El centro de la parábola lo constituye el v. 10 ("Cuando llegaron
los primeros creyeron que recibirían más, pero también ellos recibieron un
denario cada uno"), y así lo aclaran las críticas que los obreros formulan
contra el amo (vv. 11-12) y la respuesta de éste (vv. 13-15). Bien mirado, los
obreros de la primera hora no se quejan de haber padecido una injusticia
(ajustaron un denario y lo recibieron), sino más bien de la ventaja concedida a
los otros. No pretenden recibir más, sino que se muestran envidiosos de que los
otros hayan sido tratados como ellos.
Quieren defender una diferencia. Eso es lo que les irrita: la falta de
distinción. La injusticia de que creen ser víctima no consiste en recibir una
paga insuficiente, sino en ver que el amo es bueno con los otros. Es la envidia
del justo frente a un Dios que perdona a los pecadores.
Así leída, la parábola no quiere enseñarnos en primer lugar cómo se
conduce Dios, sino más bien cómo han de conducirse los justos ante la
misericordia de Dios; concretamente ante la manera de obrar de Jesús y ante un
Reino que se abre a los paganos. "El problema no es el de los derechos y
los deberes de un amo, sino el de la solidaridad que debe unir a los obreros
entre sí" (J. Dupont), a los afortunados con los desafortunados, a los
justos con los pecadores. Los justos no deben sentir envidia, sino alegrarse
ante un Padre que perdona a los hermanos pecadores.
De esta manera hemos llegado con toda probabilidad a la situación
histórica concreta de la predicación de Jesús; en otras palabras, al ambiente
en que nació la parábola. Con la parábola Jesús intenta justificar, frente a
los fariseos celosos, su comportamiento, su familiaridad y su preferencia con
los pecadores. Él no establece diferencias entre justos y pecadores, y por ello
se sienten ofendidos los justos; él no parece reconocer su situación
privilegiada delante de Dios. Y, además de la situación histórica, hemos
llegado a la pretensión más profunda de Jesús: la de ser el revelador del
Padre, la de señalar con su venida la llegada de una hora excepcional de gracia.
BRUNO MAGGIONI
- EL RELATO DE MATEO - EDIC. PAULINAS/MADRID 1982.Pág.208 ss.